Jueces de Agua. Sistema Tradicional de Corongo. Patrimonio Cultural de La Nación

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Patrimonio Cultur al de la Nación

JUECES DE AGUA
sistema tradicional de Corongo

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Distrito de Corongo, provincia de Corongo, Áncash
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Parcelas de cultivo en Corongo
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PRESENTACIÓN

Diana Alvarez-Calderón Gallo


Ministra de Cultura

La civilización andina se desarrolló en un espacio extraordinariamente variado. El


hombre aprovechó esta circunstancia para crear una serie de tecnologías para el
aprovechamiento de recursos. En la mayor parte de los Andes, el agua, lejos de ser
abundante, fue aprovechada de modo racionalizado por diversos medios, por sis-
temas de regadío y almacenaje, ya sea en las llanuras costeñas o en el escarpado
suelo montañoso. Este manejo del recurso agua ha requerido desde el inicio de una
organización compleja, que garantice un acceso equitativo al recurso y con ello la
reproducción de la sociedad. Esta organización reguladora del recurso agua ha sido
una de las bases sobre las que se ha estructurado la organización andina, al menos
desde el segundo milenio antes de Cristo.

De otro lado, el agua en forma de lluvia o de corriente ha sido concebida como un


don de los dioses-cerros. Los fenómenos geográficos formados por el agua han sido
pensados como espacios sagrados en los cuales existen diversos seres que merecen
ser tratados con el debido respeto. Lagunas, quebradas y ríos son considerados sitios

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encantados, espacios donde viven seres como las sirenas, que tratados adecuada-
mente pueden ser beneficiosos pero que también, como habitantes de lugares sa-
grados, son potencialmente peligrosos para los viajeros incautos, que pueden enfer-
mar, y en el caso de las mujeres, quedar encinta.

El período de lluvias, con gran abundancia de aguas –que en los Andes son los
primeros meses del año, con febrero como el mes más lluvioso–, es el tiempo del
Carnaval, periodo de fertilidad y florecimiento de las especies. Es también un tiempo
de fiesta, de bailes, música, juegos y del cortejo amoroso para la formación de pare-
jas. En este tiempo se realizan ofrendas rituales a los cerros a los que se atribuye el
don de conceder el agua, ofrendas que suelen hacerse en los sitios de donde brota
este recurso, como por ejemplo los llamados “ojos de agua”, fuentes naturales en las
laderas de las montañas, concebidas como espacios generadores de vida. En muchas
localidades, como las comunidades de la sierra de Lima, estos sitios marcan el lugar
de origen de los ancestros míticos.

Una de las principales costumbres andinas en la que el agua tiene protagonismo es


la limpia de acequias, que se realiza por lo general poco antes del periodo de lluvias,
entre mediados y fines del año. Esta labor, organizada usualmente por autoridades
tradicionales de vara, concluye con el paso del agua por el sistema de regadío ya
limpio y restaurado. El agua que llega a través de los canales y riega en este tiempo
las chacras es recibida como un personaje más, con música y baile, a veces siendo
“arriada” o conducida ritualmente por las autoridades encargadas de esta labor.

En la provincia de Corongo, en Áncash, la distribución equitativa y sostenible del


recurso hídrico mantiene una forma tradicional de repartición desde hace cientos

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de años. Conocida como Sistema Tradicional de Jueces de Agua, esta manifestación
involucra, además de la gestión del recurso, religiosidad, memoria histórica e iden-
tidad cultural. Los Jueces de Agua –autoridades elegidas cada año– se encargan no
solo del manejo del agua, sino que encabezan las fiestas más representativas del
calendario festivo de la población.

Esta publicación, que es parte del trabajo conjunto que realiza la Dirección de
Patrimonio Inmaterial, el Programa Qhapaq Ñan y la Dirección Desconcentrada de
Cultura de Áncash para la revalorización del patrimonio cultural inmaterial de los
pueblos a la vera del Camino Inca, presenta los principales aspectos del sistema de
los Jueces de Agua de Corongo –declarado Patrimonio Cultural de la Nación en el
año 2013– y resalta la importancia de sus funciones y su significado cultural e iden-
titario para los coronguinos. En esta línea, agradecemos a las personas e institucio-
nes involucradas en este proceso, especialmente los pobladores de Corongo. Es im-
portante, también, mencionar los aportes de la Autoridad Nacional del Agua (ANA),
adscrita al Ministerio de Agricultura y Riego, en las labores de promoción y difusión
de esta ancentral forma de organización tradicional. Por último, es importante men-
cional que la investigación y el documental que presentamos forman parte de los
esfuerzos que el Ministerio de Cultura y la sociedad civil de Corongo han realizado
para la postulación de esta expresión cultural a la Lista Representativa del Patrimonio
Cultural Inmaterial de la Unesco.

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Los canales de regadío en Corongo datan de la época prehispánica
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SABIDURÍA ANCESTR AL
SOBRE EL USO
DEL AGUA
Juan Carlos Sevilla Gildemeister
Jefe de la Autoridad Nacional del Agua (ANA)

Mama Cocha, madre de las aguas, hija del Sol y de la Luna –cuenta la leyenda inca–,
habitaba con las personas justas y enseñaba a vivir y trabajar en paz y amor, en equi-
librio con el mundo.

Justicia, trabajo, paz y amor son valores que han estado ligados al uso del agua en la
época prehispánica, y con el paso del tiempo se ha ido olvidando esta relación divina
entre cuatro conceptos que mucho tienen que ver con la gobernanza hídrica, más
allá de la ciencia y la tecnología que caracteriza a la sociedad moderna.

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LA COSMOVISIÓN PREHISPÁNICA PERSISTE EN TORNO AL AGUA

Hasta la fecha subsisten ideas, ritos, costumbres e instituciones relacionados al agua,


la tierra y lo divino, tal como existió en la época preinca e inca. El mundo andino –y
también el amazónico– aún continúa influenciado por la cosmovisión de nuestros
antepasados y el agua ocupa un lugar íntimamente ligado a lo sagrado, por su ignoto
origen, siendo per se fuente de vida, pureza y sabiduría.

En Huarochirí, provincia de Lima, por ejemplo, aún se celebra la fiesta de la limpia de


amunas en el distrito de San Andrés de Tupicocha, antigua práctica social en la que
los comuneros de manera voluntaria destinan un día de trabajo para la construcción
y mantenimiento de canales, a fin de conducir el agua de las quebradas para su filtra-
ción en los acuíferos, zonas de suelo permeable. Esta reserva hídrica luego será utili-
zada en el tiempo a través de ojos de agua o puquios, asegurando el abastecimiento
de la actividad agropecuaria del lugar en tiempos de escasez.

En la provincia de Corongo (región de Áncash), igual: aún persiste el sistema tradi-


cional de los Jueces de Agua, forma de organización ancestral para administrar el
agua. Por su incidencia y significancia social, además de su esencia antropológica
e histórica, ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Nación en el año 2013. Por
ello el motivo de la presente publicación gracias a la loable iniciativa del Ministerio
de Cultura, que rescata y difunde una buena práctica ancestral en el tema del
agua.

Recorriendo el Perú, encontraremos siempre alguna expresión prehispánica referida


al agua y que sigue orientando y activando el quehacer de las comunidades, incluso
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costeñas. En la región Ica, según cuenta el tradicionalista peruano Ricardo Palma, en
La Achirana del Inca, Pachacútec, el más poderoso jefe de la dinastía inca, enamorado
pero no correspondido cumplió los deseos de una bella nativa de Tate y construyó
con el trabajo de 40 mil soldados, y en diez días, un canal de regadío de 30 kilóme-
tros, que a la fecha sigue siendo utilizado por los agricultores de la zona en medio
del desierto iqueño, quienes cosechan algodón, pallares, palta, cebolla, uva, naranja
y otros productos típicos de regiones cálidas.

LA SABIDURÍA INCA Y LA ADMINISTRACIÓN DEL AGUA

En los siglos XV y XVI, el imperio de los Incas (Tawantinsuyu) consolidó su sabiduría en


la administración del agua construyendo grandes obras hidráulicas que abastecieron
del líquido elemento a un territorio que abarcó dos millones y medio de kilómetros
cuadrados en seis países sudamericanos: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador
y Perú, atendiendo la demanda de agua de 15 millones de habitantes e irrigando más
de 700 mil hectáreas de cultivo.

¿Cómo lograron los incas alcanzar la seguridad hídrica? Fue gracias a una administra-
ción de los recursos hídricos impuesta en forma vertical y sostenida con visión social
y fundamentalmente religiosa. El agua tuvo un valor sagrado, al igual que la tierra y
la naturaleza.

La cultura del agua tuvo un valor religioso y, siendo fuente de vida, desarrollo y poder
a través de la agricultura y la ganadería, fue administrada con gran responsabilidad,
creando un sistema de reservorios, acueductos, canales, bocatomas y otras obras
hidráulicas de gran envergadura en todo el Tawantinsuyu.
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Los incas tuvieron amplio conocimiento de la hidrología, ingeniería hidráulica, el ci-
clo del agua, la geografía, la climatología, el ecosistema, en fin, de todo lo relacionado
al agua, desarrollando tecnologías para su preservación, conservación, distribución
y oportunidad, en una política amigable al medio ambiente y de obligada participa-
ción de los ayllus, so pena de graves castigos que incluyeron la muerte y desaparición
de la comunidad.

Los incas cultivaron más de 70 especies vegetales, pese a lo agreste del territorio del
Tawantinsuyu, enfrentando y dominando la inclemencia del tiempo (sequías, inun-
daciones, huaycos, erosión del suelo, etc.)

Este conocimiento hídrico y agropecuario fue trasmitido de generación en genera-


ción por los amautas y los quipucamayoc a la clase dirigencial, entre ellos el yacuca-
mayoc (superintendente del agua) y la nobleza inca. Los curacas, a su vez, hicieron
lo propio en los ayllus y básicamente en forma práctica, inculcando a los niños la
relación divina entre el agua, la tierra, el trabajo y el respeto a la naturaleza en sus
diferentes manifestaciones.

Es así que todos estos elementos tuvieron importantísima presencia en los grandes
festejos del calendario anual ceremonial, rindiéndose sacrificios y veneración por to-
dos los habitantes de las cuatro suyos. Religión, costumbres, pensamiento y obra
que continúan teniendo cierta presencia social y cultural en la sociedad moderna,
especialmente en el ambiente andino.

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GOBERNANZA HÍDRICA AL ESTILO INCA
El imperio inca basó su dominio y poder en la propiedad pública del agua y la tierra,
y en la actividad económica agropecuaria. La administración del líquido elemento
fue tan exitosa –y admirada por la ciencia actual– que esta ha servido de sustento de
algunos conceptos modernos de la gestión integrada de los recursos hídricos, que
actualmente impera en el mundo, base de la gobernanza hídrica.

Dotar de recursos hídricos al Tawantinsuyu, el territorio más grande e importante


en Sudamérica, demandó grandes conocimientos de ingeniería hidráulica, agrícola y
medioambiental para almacenar, conservar y distribuir el agua a todas las clases so-
ciales. Para la gobernanza hídrica al estilo inca no hubo impedimento alguno, ya sea
humano, geográfico o climático; pese a la agreste característica del territorio andino,
a la aridez de grandes extensiones de tierras en la costa y a la escasez del recurso en
la cuenca hidrográfica del Pacífico. Hicieron grandes obras para que el agua llegase a
los confines de ciudades y asentamientos humanos rurales.

Esta verticalidad y particular gestión del agua tuvo un profundo sentido social –ade-
más del religioso– por su carácter inclusivo. Todos los habitantes tenían derecho al
agua, pero debían pagar un tributo –la mita– al Inca. Nadie era excluido del servicio
del agua, no había diferencias de sexo, etnia, ocupación, edad o cultura; pero eso sí,
todos estaban obligados a participar en la construcción, desarrollo y mantenimiento
de las obras hidráulicas; así como al cuidado del medio ambiente y a participar en la
adoración de la Mama Cocha.

Todo centro urbano estaba integrado con los pueblos rurales mediante una red de ca-
minos y canales de piedra, que marcaban las fronteras agrícolas, siendo embellecidos

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Reservorio El Mirador, Corongo
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por árboles, tambos y lugares de descanso, donde no faltaba el agua y los alimentos
para el caminante, el ejército y los chasquis que llevaban las noticias al Inca.

La sociedad inca –y también las culturas anteriores, como Caral, Chavín de Huantar,
Chimú y Tiahuanaco, entre otras– tuvieron plena conciencia de que había que cui-
dar el agua sin afectar su entorno natural, conservando el equilibrio ecosistémico,
porque conservar la naturaleza (la tierra, la vegetación y los animales silvestres) era
respetar a lo sagrado dentro de la cosmovisión andina. Ello no impidió transformarla
con obras hidráulicas y diferentes tipos y modos de agricultura y reforestación para
enfrentar los fenómenos naturales (sequía, inundaciones, heladas, altas temperatu-
ras e incluso el Fenómeno El Niño) recuperando aguas pluviales y de inundaciones,
creando y fortaleciendo reservas hídricas en el subsuelo, a fin de promover micro
climas agradables a los cultivos, animales y al ser humano.

Los andenes fueron un claro ejemplo de recuperación de áreas áridas en las laderas de
los cerros andinos, incluso a más de 4 000 msnm, como es el caso del Cusco, donde se
cosecha el agua por medios forestales proveniente de las precipitaciones pluviales para
utilizarla en sequía, a favor de la agricultura, embelleciendo el paisaje y creando micro-
climas que contrarrestan el frío de la puna, protegiendo vidas humanas y de animales.

En el control y aprovechamiento de las inundaciones tenemos a los camellones (waru


waru), que no eran sino canales-depósitos artificiales de agua construidos en aque-
llos lugares donde se producía alguna inundación, debido a las intensas lluvias o el
desborde de algún afluente, lago o laguna. En Puno, en los bordes del lago Titicaca,
aún se emplean los camellones con sembríos que soportan las bajas temperaturas y
nunca carecen de agua por sus sistema de canales en paralelo.

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Las cuencas hidrográficas, incluyendo sus nevados, y sus afluentes fueron cuidados
y conservados porque eran fuente de la vida y toda la naturaleza que le rodeaba,
madre de prosperidad y felicidad para el imperio, motivo por el cual fueron objeto de
veneración, rituales, fiestas y peregrinaciones a las cuencas y nevados que marcaron
la cosmovisión inca y su vida diaria.

EL JUEZ DE AGUA DE CORONGO: UNA INSTITUCIÓN ANCESTRAL QUE


REFUERZA LA GESTIÓN INTEGRADA DE RECURSOS HÍDRICOS

Hoy se mantiene un rezago prehispánico con mucha nitidez: el sistema tradicional


de los Jueces de Agua, en Corongo (Áncash), que no es sino la continuación de la
labor que le encomendaba el Inca al Yacucamayoc, designado por el curaca de los
ayllus, quien a su vez organizaba y dirigía un equipo de controladores hídricos para
ayudarlo en la administración de los sistemas hidráulicos y el uso racional y sostenido
del agua.

El Juez de Agua es el responsable de la distribución del recurso hídrico para fines


agrícolas y ganaderos en coordinación con sus campos; también tiene bajo su res-
ponsabilidad el mantenimiento y conservación de los canales a través de faena co-
munal y de velar por la conservación de los suelos mediante el sistema rotatorio de
cultivos, repartiendo las parcelas a ser cultivadas. Igualmente, es responsable de la
visita a Ocshamarca para supervisar el estado de la estructura de captación y el canal
de trasvase de las aguas de la microcuenca Ocshamarca hacia el río Corongo, que
irriga la parte baja y alta de la zona.

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Pero, esta no es toda su labor: igualmente, está obligado a la organización y cum-
plimiento de un calendario festivo popular religioso en Corongo, que contempla la
Pascua de Reyes, los Carnavales, la Semana Santa y la Fiesta de San Pedro. El pueblo
en su conjunto participa con procesiones, misas, retretas, bandas, danzas y comidas,
demostrando su alegría por las bondades del agua y su incidencia en el bienestar
general.

El Juez de Agua de Corongo es una institución con profundas raíces andinas que
persiste en el tiempo, debido a su importancia en la administración del agua y la vida
social de esa zona. La comunidad entera respalda a los Jueces de Agua no solo por su
implicancia en la actividad mayor del lugar, como es la agricultura de la que depende
gran parte de la población, sino por la fuerza de la tradición, la costumbre, el folclore
y la religión, en una mezcla de conocimiento y sabiduría inca y española.

Siendo la gestión del agua un tema complejo, los Jueces simplifican su labor del uso
del agua basándose en el fomento de una cultura con valores muy arraigados desde
el período prehispánico, como son: la disciplina, la responsabilidad individual y social,
la igualdad, la reciprocidad, la justicia, el respeto y la solidaridad, que hacen posible
que el recurso hídrico sea un bien común, democrático y de reverencia religiosa.

La Política de Estado 33 referente a los Recursos Hídricos establece que el Estado:


“garantizará la investigación, recuperación, conservación y difusión de los conoci-
mientos, tecnologías y organización tradicionales y ancestrales acumulados por los
pueblos y comunidades amazónicas y andinas sobre la gestión de los recursos hídri-
cos, promoviendo su compatibilización con el desarrollo tecnológico y de gestión”.
Es tarea, por lo tanto, de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), adscrita al Ministerio

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de Agricultura y Riego, integrar este sistema ancestral de administración del agua al
Sistema Nacional de Gestión de los Recursos Hídricos y, por ende, a la gestión inte-
grada de los recursos hídricos (GIRH)

No hay mejor fórmula para mejorar la práctica ciudadana que hacer una simbiosis
entre la ciencia hídrica y ambiental con el saber ancestral. La historia, la filosofía y
la acción social de las sociedades que precedieron a la modernidad, son el perfec-
to complemento para enriquecer y fortalecer la gestión integrada y sostenida del
agua, y lograr la tan ansiada seguridad hídrica y alimentaria, base de todo desarrollo
y progreso.

Expresiones ancestrales como la de los Jueces del Agua de Corongo no son sino
la máxima expresión y síntesis del glorioso pasado andino, por lo que es justo su
reconocimiento a través del libro, que acertadamente el Ministerio de Cultura pone
al alcance de la ciudadanía.

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Vista panorámica de Corongo
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APUNTES HISTÓRICOS
SOBRE CORONGO
Pedro Roel Mendizábal
Antropólogo
Dirección de Patrimonio Inmaterial del Ministerio de Cultura

La provincia de Corongo está ubicada en la región norte de la sierra del departamen-


to de Áncash, una de las regiones de geografía más accidentadas del país. Dominan
en esta zona dos cordilleras de envergadura, la Negra y la Blanca, que convergen en
el llamado Nudo de Pushaquilca en la vecina Pallasca, al norte de Corongo. La provin-
cia está surcada por varios ríos, el Manta, en el anexo de Polli (Cusca), el Quillorón, en
el distrito de Aco, y el Corongo, de gran importancia en el desarrollo de los asenta-
mientos prehispánicos, que nace en la meseta de Tuctubamba, atraviesa el distrito y
cruza la capital, para unirse al río Manta en el sitio de Piñitu, formando así el Cuyuchin,
que se dirige al gran río Santa. Este último forma un cañón de una profundidad de
mil a dos mil metros, conocido como el Cañón del Pato, que ha marcado la posición
de Corongo, ubicado en una parte del Callejón de Conchucos, como punto de cone-
xión con el Callejón de Huaylas, por vía de una serie de tramos y puentes, trazados
ya en época preinca.

En contra de lo que pudiera creerse, la feraz geografía ancashina ha sido escenario


de algunos de los más extraordinarios desarrollos culturales de la civilización andi-
na, muchos de los cuales dejaron huella en buena parte de su área cultural, como

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Chavín de Huantar, de la actual provincia de Huari, que marcó el primer horizonte
cultural panandino. Corongo tiene igualmente vestigios importantes de presencia
humana, al menos desde tiempos precerámicos1, aunque aparte de los vestigios de
la influencia que ejercieron en esta zona las culturas de Kotosh, Chavín, Recuay y
Wari, la historia prehispánica coronguina ha sido escasamente estudiada. El sitio más
cercano que ha recibido atención está en Pashash (Cabana, Pallasca), asentamiento
Recuay de cultura muy desarrollada (Bueno Mendoza 1989, p. 42-44). Los sitios de
Pikimarca (La Pampa) y en especial de Coronguimarca (Corongo, al pie del cerro del
mismo nombre), que al tiempo de la conquista española era la capital política y re-
ligiosa de la población originaria en Corongo, ya habían sido habitados en tiempos
precerámicos, y todas las culturas y migraciones que se dieron lugar en esta región
dejaron su impronta, sobre todo en esta última. Algunos autores consideran por ello
que la población de Corongo se desarrolló como una etnia propia, a la que se refie-
ren como koyirunga, partiendo de algunas menciones encontradas en cronistas y
funcionarios coloniales. Otros tantos han considerado que en realidad son diversas
las poblaciones que se han establecido en oleadas migratorias; y que algunas danzas
características que conforman parte del patrimonio cultural inmaterial de Corongo
son el testimonio de aquella presencia; de este modo las danzas de aucas, de ta-
pkas y de huallas representarían a poblaciones que se instalaron en el territorio de
Corongo antes de la dominación inca (Liñán Espinoza 1984, p. 70-75).

En la región conocida como Callejón de Conchucos existían, según las referencias


coloniales, cinco grupos étnicos: Pincos, Huaris, Piscobambas, Siguas y Conchucos.
1 Se encuentran restos arqueológicos de este periodo en los sitios de Coronguimarca, Tapka,
Purunmarca y K`allawaja.

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La administración inca de la región se reorganizó sobre estos pueblos, distribuidos
en conjuntos de pachacas como unidad étnica básica. Aunque esta unidad estaba
compuesta idealmente de unas 100 familias emparentadas, no todos los grupos étni-
cos llegaban a cubrir tal número, y se podía considerar en esta categoría a unidades
menores, entendidas no como conjuntos de parientes sino como líneas de descen-
dencia ceremonial, compuestas en realidad por microetnias, diferenciadas por rasgos
culturales característicos. Es el caso de Huari en Áncash, formada al parecer por dos
unidades de distinto origen (Druc 2009, p.90), y es posible que Conchucos tampo-
co pueda ser considerada como una macroetnia homogénea, sino más bien una
organización pluriétnica. Se cree que Corongo formaba parte de una unidad étnica
supralocal, aparecida a inicios del segundo milenio y conformada a modo de confe-
deración de señoríos locales, hablante de la lengua culle, cuya ocupación se extendió
a lo que son ahora las provincias de Corongo y Pallasca. Esta etnia es conocida en la
literatura etnohistórica y en la memoria popular como Conchucos.

Según algunos investigadores, como Gilbert Collazos, la palabra Corongo proviene


en realidad de la lengua culle, según la cual significaría “país del agua”. De hecho, al-
gunos de los vestigios más importantes del desarrollo que va de tiempos precerámi-
cos al periodo anterior a la presencia inca lo constituyen obras de regadío de diversa
magnitud. De los primeros tiempos existen canales antiguos en Cunyac, Ocshamarca
y Pococ y en los sectores de Tres Cruces, Allaucán, Cedro y Urcón, algunos de los
cuales han seguido en uso (Liñán Espinoza 1984, p83). También fueron hechos reser-
vorios de agua, que han sobrevivido igualmente en Allaucán, en Cashuro y Antarcá
(Liñán Espinoza 1984, p. 84). Aunque se conocen antecedentes en otras regiones so-
bre los sistemas de regadío construidos bajo influencia de Chavín de Huantar, los ini-
cios del aprovechamiento sistemático de este recurso en esta región corresponden a
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la influencia de Wari, que marcaron el Horizonte Medio al final del primer milenio de
nuestra era. Lo mismo en el rubro de la ganadería, con el establecimiento de sitios
como Huauyán, cercanos a Yantacón, en la parte sur del cerro Coronguimarca, donde
se elevaron corrales y habitaciones para pastores y sus familias, que serán menciona-
dos por Miguel de Estete en 1533.

Para la agricultura local se hacía buen uso de los pisos ecológicos, dentro de lo cual
también se valían de la construcción de andenerías en sitios como Chahuán, adjunto
al río Kuyuchín, para una producción variada en especies de papa y de maíz, este
último denominado harahuayunta en quechua. De este nombre derivan diversas to-
ponimias de áreas llanas donde aparentemente este recurso era cultivado: Arahuay,
Aticara, Arahuayoc, Huayó y Ayampuk (Liñán Espinoza 1984: 85). De la tecnología
local dan fe los conocimientos tradicionales que se han sobrevivido en la producción
agrícola coronguina, que mantiene diversos nombres para definir diversas especies
de papas y maíz, según su variedad, piso ecológico que favorece su crecimiento y el
destino final del producto, para el consumo o para la reproducción.

CORONGO DURANTE EL DOMINIO INCA Y LA COLONIA

Cápac Yupanqui, al frente del ejército cusqueño y bajo el mandato del Inca
Pachacutec, sometió no sin dificultad a los pobladores de Corongo, antes de enfilar
hacia Pallasca. La tradición refiere que los incas dejaron entonces una guarnición en
Coronguimarca, la cual fue destruida en un ataque sorpresivo por los curacas locales.
Conocedores del hecho, los incas enviaron una expedición punitiva, que iba del ca-
llejón de Huaylas y Yuramarca hacia La Pampa. Temerosos de la represión, los curacas
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enviaron una comitiva diplomática, compuesta por mujeres bien ataviadas, que se
presentaron con una grácil danza ante el Inca; este optó por aceptar este gesto de
amistad y perdonar a los coronguinos. Se dice que este es el origen de la tradición
más conocida de Corongo, la danza de las Pallas, que desde la Colonia se realiza en
la fiesta patronal del 29 de junio (Pinedo Moreno 2008, p. 28) y que fue declarada
Patrimonio Cultural de la Nación en 2008.

Como en todas las áreas sometidas a su influencia, la presencia inca reorganizó a


la población local bajo sus criterios prácticos de administración: los habitantes de
Conchucos fueron organizados como una waranga, unidad que comprendía a unas
mil familias, distribuidas en las actuales provincias de Corongo y Pallasca. Dejó igual-
mente una serie de obras de infraestructura que alteraron el paisaje de la región,
como el sitio llamado Tres Acequias, en las alturas del cerro Kungush (Cabana, Pallasca),
elaborada obra de ingeniería de riego que repartía agua en acequias construidas a
diversos niveles; el complejo de Atun Corral, junto a la antigua Coronguimarca; y los
de Huayán, Kunturera y Hualla, originalmente tambos o postines compuestos por
canchas para la habitación y depósitos o colcas siempre provistas. De hecho, la pre-
sencia inca debe haber sido importante en la zona de Coronguimarca, en la medida
que el quechua ha sido persistente en los distritos de Corongo, Aco, Cusca, Yanac y
La Pampa, en contraste con la zona tradicionalmente hablante del culle en Pallasca y
el norte de Corongo, actualmente hispanohablante.

Los incas integraron las antiguas rutas al sistema vial conocido como Qhapaq Ñan,
organizado alrededor de unas rutas principales, unidas por una red de caminos se-
cundarios. La ruta principal, conocida como el Camino de la Sierra, unía en esta re-
gión los centros de Cajamarca y Conchucos con el centro de administración y acopio
de Pumpu, en la actual Pasco.
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La primera referencia sobre Corongo hecha por los conquistadores es la del cronista
español Miguel de Estete, veedor de la avanzada de Hernando Pizarro, que a los
pocos meses de ejecutado el inca Atahuallpa iba de Cajamarca hacia Pachacamac
en búsqueda de tesoros. Estete refiere que el 15 de enero de 1533 la expedición
pasaba por Corongo, Imilla y Guayllesmarca (Huayllamas, Yanac), lo cual describe
escuetamente:
“Otro día, quince de enero, fuimos a dormir a otro pequeño pueblo que se dice
Corongo, y al medio camino está un gran puerto de nieve y agrio; y hay por
todo el camino en muchas partes mucha cantidad de ganado, con sus pastores
que lo guardan, y tienen sus casas en las sierras al modo de España. En este
pueblo dieron comida y todo lo que fue menester para aquella noche, e indios
para las cargas; aqueste pueblo es sujeto al que Guamanchaco”.

La ruta descrita por Miguel de Estete es, por los datos que refiere, la de Antaraká,
conocida actualmente como La Culebrilla, tramo que partía de Corongo, en concreto
por las planicies de Tuctubamba, sitio de pastoreo, a Pacatqui (Yanac), Ninabamba e
Imiga (La Pampa), pasando por los sitios de Canchacá y Yuracmarca hacia Huaylas,
camino por el cual se cruzaba por un puente doble en Pangar, que estuvo en uso
hasta mediados del siglo XX. La misma ruta fue seguida poco después por Francisco
Pizarro. Estas pequeñas referencias hablan de la importancia de esta región y la posi-
ción estratégica de Corongo como ruta de acceso al callejón de Huaylas.

Los territorios de esta región estuvieron entre los primeros que fueron adjudicados
a los conquistadores, con la consiguiente conmoción sobre la sociedad y cultura
nativas; de hecho, el territorio de Conchucos le fue dado como encomienda al mis-
mo Francisco Pizarro. En 1539, los pobladores de Conchucos también fueron de los
primeros en rebelarse contra la presencia española, por los abusos cometidos por los
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mayordomos de Pizarro apostados en la región. Este, entonces en el Cusco, envió a
Francisco de Chávez para aplastar la rebelión. Según el cronista Agustín de Zárate,
“habían ido ciertos caciques llamados los conchucos con mucha gente de guerra so-
bre la ciudad de Trujillo y mataban cuantos españoles podían y aún robaban y hacían
mucho daño en los mismos indios comarcanos y los que mataban o robaban ofre-
cían todo a un ídolo que consigo traían que llamaban Cataquilla2. Y así anduvieron
hasta que de la ciudad de Trujillo salió Miguel De La Serna, vecino de ella, con gente
que pudo sacar y juntándose con Francisco De Chávez pelearon hasta que los ven-
cieron y desbarataron” (1853, p.493). La represión tuvo un alto costo de vidas. Según
Cieza de León: “hicieron la guerra muy temerosa y espantable, porque se quemaron y
empalaron gran número de indios” (citado en Pinedo Moreno 2008, p.40). La masacre
incluyó la muerte de seiscientos niños en represalia, lo que motivó una investigación
ordenada por el rey Carlos V, que responsabilizó a Francisco de Chávez, hombre de
confianza de Pizarro (Cárdenas Liñan 1996, p. 136).

En su calidad de encomendero, Pizarro llegó a asignar a 1800 “indios” de Conchucos


al servicio de Francisca Pizarro, hija que aquél había tenido con la noble indígena
Huaylas Quispe Sisa, bautizada como Inés Huaylas Yupanqui. Pizarro disfrutó poco de
su extensa propiedad, pues fue asesinado en 1541. La encomienda, incluyendo los
indígenas y sus autoridades locales, quedó vacante, siendo adjudicada por orden del
licenciado Vaca de Castro, a los encomenderos Bernardino Valderrama y Luis García
Samamés. Al primero se le asignaron las poblaciones de Apallax (Pallasca) Cavana,
Cuiros (Quiros), Mallapa y Quichuas, que pertenecían a la parcialidad al mando del
curaca Colcallax; a Luis García Samamés se le adjudicaron las poblaciones de Taoca
2 Catequil, importante deidad de la región andina norteña. Nótese cómo se hace la mención al culto
originario “pagano”, tenido por demoníaco, para definir el carácter de la insurrección nativa.

29
La fundación española de Corongo se dio en el siglo XVI
30
31
(Tauca), Llapoco (Llapo), Yupa (Yupán), Angos (Ancos) y Tuycupe, entre otras, al man-
do del curaca Yanamango. Como dominio independiente del curaca Pomacochache
se mantenían aún los pueblos de Corongo, Guaoya (Huauyán), Gualla (Hualla), Cuisca
(Cusca), Namoz (Namús), Tapoca (Tapka), Urcos (Urcón) y Vinchos o Güinchos (el ac-
tual Huallcallanca). Poco tiempo después, el visitador Cristóbal Ponce de León, en su
Visita de los Conchucos, de 1543, presenta un registro exhaustivo de los aún existentes
poblados indígenas –77 en total– y de sus curacas, haciendo notar que un número
apreciable de pobladores estaban instalados temporalmente fuera de sus lugares
de origen. Con las reformas impulsadas por el virrey Francisco de Toledo en 1571 las
encomiendas fueron integradas en el recién creado corregimiento de Conchucos,
organizado alrededor de la explotación de minas de plata encontradas en este terri-
torio. En 1568, la Junta de Indias de España había dispuesto el confinamiento de la
población nativa en reducciones, organizadas para facilitar su administración, orden
que fue implementada por el virrey Toledo. De este modo, los 77 pueblos que habían
sido registrados en el territorio de Conchucos fueron colocados en cinco reduccio-
nes: San Pedro de Corongo, Santo Domingo de Tauca, San Marcos de Llapo, San Juan
de Pallasca y San Juan de Sicllabamba. Para entonces, la encomienda de Samamés, ya
fallecido, le había sido asignada a Catalina de Mori, nuera de Francisco de Chávez. A
la misma propietaria fue asignado el territorio de Corongo y las dependencias del cu-
raca Pomacochache. El esposo de Catalina de Mori, Hernando de Chávez, y Valentino
Pardavez, propietario ahora de la encomienda de Pallasca y aledaños, ya habían em-
padronado a la población nativa y levantado obrajes para su trabajo obligatorio, tal
como consignó Toribio de Mogrovejo en su visita de 1594.

La fecha de la fundación española de Corongo no ha podido ser determinada con


precisión por falta de la documentación pertinente, pero se considera que fue un
32
29 de junio entre 1573 y 1576. La ciudad fue trazada en el valle de Antahualla, bajo el
modelo colonial de las reducciones. Cada barrio tenía sus respectivos curacas, ahora
llamados indios alcaldes, “autoridades de vara” provenientes de los antiguos linajes
locales. Esta distribución cuatripartita de la ciudad, que deriva del trazado español
alrededor de las cuatro esquinas de una plaza colonial, fue un medio por el cual se
mantuvo la distribución en mitades duales tan característica de la organización nativa.

La historia colonial de Áncash, y del callejón de Conchucos en particular, también


está marcada por una serie de levantamientos y rebeliones locales protagonizadas
por lo general por la población nativa, con el antecedente de 1539, pero que se con-
centran en su mayor parte en el período de rebeliones anticoloniales que se inicia en
la segunda mitad del siglo XVIII y llega hasta la consumación de la independencia.

El año 1760 se produce un primer levantamiento en Corongo, dirigido por el ca-


cique y gobernador de la Huaranga de Requis, Silvestre de la Cruz Huayna Cápac
Ligua, contra la hacienda Urcón y su propietario, Buenaventura Jiménez Azaña, por
un conflicto de linderos, en que este intentaba apropiarse de los terrenos que exis-
tían hasta las orillas del río Querllurón, actual distrito de Aco; este acto logra que el
español desista de tal empresa. Periódicamente se producen levantamientos nati-
vos en Huaylas, Pallasca y Corongo desde 1770; el cabildo de Corongo, a través de
Belisario Roldán, y el cacique de Corongo, Santiago Chávez, viajan a Trujillo, destino
del comercio por arrieraje en el que tenían importante participación, y recogen no-
ticias sobre otros levantamientos en Santiago de Chuco, Huamachuco y Huánuco,
y las difunden en su tierra. La crisis de la Corona española en 1812 espoleta una su-
blevación en Huánuco liderada por Juan José Crespo y Castillo, donde participan
indios y criollos de Conchucos, incluyendo insurrectos de Corongo. El motivo de tal
33
rebelión fue un intento de levar a menores de edad para que formaran parte de las
tropas realistas; la protesta resultó con la muerte de parte de los soldados españoles
y, en respuesta, con la ejecución pública, por decapitación, de los líderes insurrec-
tos. Cuando se llama por la causa libertaria desde Trujillo, el partido de Conchucos
y Corongo, creado con la reorganización de la administración colonial hecha por la
Corona tras la rebelión de Túpac Amaru, se pliega a la causa libertaria.

REPÚBLICA Y SIGLO XX

Suele olvidarse que la plaza de Corongo fue uno de los espacios donde se declaró
la independencia del Perú en 1820, por Dionisio Vizcarra, Gobernador Intendente
de Tarma, nombrado por el General José de San Martín. El año siguiente, el nue-
vo gobierno creó el sistema de departamentos; y con ello, el nuevo departamen-
to de Huaylas (hoy Áncash), separado del de Tarma, conformado por los partidos
de Huaylas, Cajatambo, Conchucos, Huamalíes y Huánuco. Por la jurisdicción de
Conchucos se designó como diputado por Corongo a Manuel Alvis, primer repre-
sentante conchucano ante el Congreso departamental en febrero de 1821.

La provincia de Conchucos fue subdividida en 1828 en Conchucos Alto, con su capital


Huari, y Conchucos Bajo, con su capital Sihuas. El departamento de Huaylas fue con-
formado desde 1836 por las provincias de Huaylas, Conchucos Alto, Conchucos Bajo
y Santa. En 1839 el nombre del departamento fue cambiado al de Áncash. Corongo,
como parte de este departamento, adquirió en 1845 la categoría de Villa, por Decreto
Ley firmado por el presidente Ramón Castilla, aduciendo como razones “su crecida
industriosa de población, por la regularidad de sus calles y por el aseo y ornato de sus
34
edificios” (Pinedo Moreno 1984, p. 32). Verdad es que la ciudad crecía en infraestruc-
tura, con la inauguración de un nuevo puente de calicanto que conecta a los barrios
de Chopimara y Cayarina, en 1861, y la reconstrucción de la plaza, obras realizadas por
la población rural de origen nativo. En 1887 el presidente Andrés Avelino Cáceres, por
decreto Ley, eleva a Corongo a categoría de ciudad3. Pero la provincia de Corongo
aparece mucho más tardíamente: en 1861 se dividió la provincia de Conchucos Alto
en dos nuevas provincias: Pomabamba y Pallasca, siendo Corongo capital de esta
última. En 1901 se trasladó la capital de la provincia de Pallasca a la ciudad de Cabana.
El 26 de enero de 1943 se crea la provincia de Corongo, con su capital homónima.

Por otro lado, Corongo sufría del mismo problema que casi la totalidad de la sierra
andina: de la indiferencia del Estado respecto a la población mayoritaria indígena,
sumergida en un régimen de explotación en el que carecían de derechos o de posi-
bilidad alguna de desarrollo humano. En las postrimerías de la Colonia, la población
criolla de Corongo tenía la suficiente presencia como para crear, bajo la coyuntura
republicana, un nuevo orden basado en la concentración de la propiedad de la tierra,
incluyendo la que era fuente de sustento y de asentamiento de la población rural de
origen nativo. Una élite de vecinos, dueños de extensiones de terrenos compradas o
adquiridas de los derrotados españoles, se hicieron del poder municipal, conformán-
dose en una casta formada por familias cuyos apellidos se convirtieron en sinónimo
de poder local. La historia social de la provincia puede ser resumida por la de la ha-
cienda Urcón, caso modélico de lo que fue la sociedad local durante la mayor parte
de la vida republicana, hasta fecha reciente.
3 El último capítulo en esta historia de reconocimientos de la ciudad se da el 11 de agosto de 1989,
cuando el Instituto Nacional de Cultura (INC) por Resolución Jefatural N.° 515, declara a la totalidad
del área urbana del pueblo de Corongo como Ambiente Urbano Monumental.

35
Territorio originado en la existencia de un ayllu del mismo nombre, ubicado en el ac-
tual distrito de Cusca, Urcón pasó, en calidad de predio, por diversas manos en tiempos
coloniales. La Real Cédula dada por el Rey Felipe IV, de 1631 y dirigida al Virrey Conde
de Chinchón, establecía que las tierras de San Antonio de Urcón debían ser dejadas a
los indios para permitir su reproducción, evitando abusos de parte de terratenientes.
La administración colonial, en cambio, facilitó en 1644 su venta a Bartolomé Azaña y
Palacios, Alcalde de Crimen de la Real Audiencia y posteriormente Regidor del Cabildo
de Lima, quien pretendía tiempo atrás estos territorios, a pesar de las protestas de los
caciques de Corongo, quienes alegaban que esta propiedad era de los indígenas des-
de tiempo de los incas. De este modo, a finales del siglo XVII, San Antonio de Urcón se
había convertido en hacienda, con un asiento minero y fundición incluida y un obraje,
siendo conocida como la Hacienda Obraje Urcón. Las protestas y denuncias de parte
de caciques y pobladores sobre la apropiación de los territorios nativos y los abusos
al interior de esta hacienda fueron frecuentes y continuas. El asunto llegó a la Real
Audiencia de Lima hacia 1754, siendo tema recurrente hasta una fecha tan tardía como
1811; pero fuera de lo que la legislación estableciera, la administración colonial siempre
favorecía la concentración de tierras por parte de propietarios españoles, en detrimen-
to de las prerrogativas territoriales de curacas y de comunidades de indios. Hay que
acotar que la misma población indígena siguió siempre la vía legal, con la única excep-
ción del ya citado levantamiento de 1760.

Los descendientes de Azaña mantuvieron la propiedad, que hacia 1729 es dejada a


las capellanías para el mantenimiento de obras pías, de las cuales la familia Lobatón y
Azaña eran los albaceas. Esta modalidad era común por entonces por toda la Colonia,
y los descendientes de esta familia mantuvieron su propiedad hasta las primeras dé-
cadas del sistema republicano. Los hermanos Terry, arrendatarios de esta hacienda,
36
eran una familia coronguina que a lo largo de varios procesos y compras entre 1853
y 1868, logró apoderarse de la mayor parte de la hacienda Urcón, y lograron por este
medio hacerse del poder local, como la prefectura del departamento y escaños en
el Parlamento Nacional.

A finales del siglo XIX la hacienda cambió de propietario: el italiano José Oliveri, cuya
agresiva política laboral, con el envío de pobladores a las minas de Pompey (Chacas)
sin la más mínima protección y la represión de toda disensión interna, que pasaba
por el encarcelamiento, la expropiación y destrucción de la escasa propiedad de los
campesinos y el asesinato de algunos de ellos, generó una serie de levantamientos y
de enfrentamientos legales con las poblaciones siervas y vecinas. Esto último porque
a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, la hacienda Urcon siguió indeteni-
ble una serie de movimientos de expansión sobre los territorios nativos, abarcando
no solamente toda el área rural de Corongo, sino también los distritos de Cusca,
Conchucos, Sihuas y Rajash, en las actuales provincias de Corongo, Pallasca y Sihuas.

La hacienda Urcón se especializaba en la crianza de ganado fino –con una capaci-


dad de 50 000 lanares–, sostenidos con pasto importado y grandes obras de irriga-
ción, dándose además a la exportación de ganado de ceba, de lana, mantequilla y
de alpiste y a la producción de casimir (Pinedo Moreno 1984, p.59). Al momento de
la Reforma Agraria, su extensión era de 48 095 hectáreas. Coronguinos residentes
en Lima habían logrado detener legalmente esta expansión hacia 1920, pero la mis-
ma volvió a darse hacia 1960, cuando se producen levantamientos de campesinos
en Yantacón, Huallcacanca y Urcón, que se negaban a trabajar para la hacienda. La
Reforma Agraria la convirtió en la Sociedad Agrícola de Asistencia Social Luis Pardo,
compuesta por cuatro cooperativas (San Antonio, Quinuapata, Ñahuimpuquio y
37
San Santiago de Pasacancha), pero los representantes del Ministerio de Agricultura
y del Sistema Nacional de Movilización Social (SINAMOS), organismo del gobierno
Velasquista, la hicieron entrar en crisis y provocaron su posterior disolución.

A partir de entonces la historia de la organización rural de Corongo no tendrá


como referentes a la hacienda ni a un sector socialmente dominante de terrate-
nientes, existiendo en cambio como una serie de comunidades y centros poblados
independientes.

*****

Terminamos con una apreciación sobre el panorama lingüístico de la provincia, impor-


tante por la posición particular de Corongo en la cultura de la región de Conchucos.
El idioma nativo dominante en la región era el culle o ilinga, sobre el cual se ha espe-
culado una importante trayectoria en la historia de la cultura y de las civilizaciones
de la sierra norte. Se sabe que esta lengua era hablada en Cajamarca, el Callejón de
Conchucos y al menos en parte del Callejón de Huaylas. Sorprendentemente, no fue
motivo de atención por ningún estudioso de las “antigüedades” de indias durante
la Colonia ni después –con la excepción de un listado de 43 palabras recogido en
la relación de Martínez de Compañón–. Actualmente los estudios lingüísticos de la
región intentan reconstruir la lengua a partir de la investigación del léxico en te-
mas como la tecnología tradicional y las toponimias. Se tienen referencias de que
se hablaba todavía en Pallasca en la década de 1940, pero actualmente se considera
extinta, sustituida en toda su área por el castellano.

Muy distinta es la historia del quechua, cuyo nombre local es, significativamente,
llakwash o llajuash, nombre similar al dado a los pastores de altura en la sierra norte
38
y central andina. Se considera que la presencia del quechua en la región norteña fue
impulsada por el avance del Tawantinsuyu y consolidada con la cristianización, que
se valió de esta lengua nativa para difundir su mensaje. En esta región se conformó
una variante del idioma, conocido a veces como Áncash-Recuay por el área donde
se habla la subvariante más conocida; pero el quechua o llakwash de Corongo ha
mantenido cierto carácter distintivo, producto del relativo aislamiento geográfico
que supuso un accidente geográfico de la envergadura del llamado Cañón del Pato
(Hirtz 2000, p. 24). Esta variante del quechua fue históricamente dominante en la pro-
vincia, incluso en el tiempo en que fue capital de distrito y sus dominios abarcaban a
Pallasca. Las provincias de Corongo y Sihuas marcan la frontera norte de esta variante
del quechua, cuya línea divisoria es la quebrada de Conoc.

Hacia 1990, cerca de un 80% de la población hablaba esta variante del quechua en
los distritos de Corongo, Aco, Cusca, Yanac y La Pampa; no se habla en cambio en
los distritos occidentales de Bambas y Yuplán, cercanos a Pallasca. Es de suponer que
la situación del idioma se ha dificultado por no ser considerado en la enseñanza es-
colar y muy especialmente por la minusvaloración del idioma nativo en los espacios
urbanos, en una región donde prácticamente toda la población tiene experiencia
migratoria.

*****

En esta situación sobreviven y se potencian organizaciones como la de los Jueces de


Agua, cuya historia data de algunos siglos atrás, para cobrar un significado particular
entre la población rural, vigente hoy en día en un contexto histórico muy diferente
del original.
39
Jueces de Agua con sus varas en la Iglesia de Corongo
40
Jueces de Agua.
Sistema tr adicional de
Corongo
Jorge Trevejo Méndez
Investigador

En el distrito de Corongo, capital de la provincia ancashina del mismo nombre, se


mantienen vigentes, desde tiempos prehispánicos, un sistema de gestión del agua
y un modelo de integración armoniosa con el calendario festivo, social, cultural y
religioso, simbolizados por una persona denominada Juez de Agua.

El Juez de Agua es una autoridad comunal que ofrece sus servicios de manera volun-
taria y ejerce su mandato durante un año. Cumple dos funciones principales: distri-
buir el agua de regadío en su sector agrícola y celebrar las actividades festivas y reli-
giosas del distrito, como la Pascua de Reyes, Carnavales, Semana Santa y la fiesta de
San Pedro. El Juez de Agua es igualmente responsable de una de las celebraciones
más importantes del calendario festivo agrario de Corongo: la relimpia de los canales
en faena comunal, que se desarrolla en el mes de enero.

Corongo está dividido agrícolamente en dos sectores o particiones que se cono-


cen como Parte Arriba y Parte Abajo. Al compartir ambos espacios el agua de riego

41
proveniente del río Corongo, los pobladores han desarrollado reglas claras de con-
vivencia con alternancia y equidad, permitiendo el desarrollo de sus actividades en
avenencia y fraternidad.

La presencia de una forma de organización como el Sistema de Jueces de Agua de


Corongo evidencia que en el colectivo popular coronguino subyacen criterios de
justicia y equidad en la distribución del agua y que este elemento vital ha sido y sigue
siendo el eje que integra los aspectos sociales, culturales y religiosos de Corongo.

SISTEMA DE JUECES DE AGUA

La denominación Juez de Agua fue introducida por los españoles y oficialmente ins-
tituida por estos en Lima, como puede apreciarse en el “Tratado General sobre las
aguas que fertilizan los valles de Lima”, escrito por Ambrosio Cerdán, cuando desem-
peñaba precisamente el cargo de Juez de Agua de Lima en 1793.

El Tribunal de las Aguas de Valencia, en España, es reconocido como la institución de


justicia más antigua de Europa. Su origen se remonta por lo menos al siglo XIII y, a
pesar de que se reconoce su influencia romana, su estado actual, según algunos his-
toriadores, se debe a los árabes. El término acequia, por ejemplo, es de origen árabe.

Ambrosio Cerdán, en su mencionado Tratado señala que: “Cuando fundó la capital


Lima, su primer gobernador, el señor marqués Francisco Pizarro en 1535, fueron las
acequias dispuestas por los emperadores incas para la prosperidad de la agricultura,
una de la muchas pruebas que justamente se admiraron por sus sabios desvelos y
benéficos cuidados...” (1793, p. 6). Añade, además, “[l]a destreza y el tino de los indios

42
hoc
As

Que
Río

brad
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LA LIBERTAD SAN MARTÍN

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PALLASCA

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HUÁNUCO
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LIMA

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CORONGO
a y
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Río C

CORONGO

Río Urcón

Qhapaq Ñan
BAMBASLímites departamentales nta
Ma
Río
Límites provinciales
Límites distritales
Capital provincial
Capital distrital
YUPAN
YANAC
Fuentes: Qhapaq Ñan - IGN - INEI - MTC

43
en la dirección de las aguas por los sitios más difíciles, tortuosos y desiguales, puede
mirarse como ingénita a los de su nación…” (1793, p. 7); “…en provisión expedida a
4 de setiembre de 1556 por el tercer virrey don Andrés Hurtado de Mendoza […] el
nombramiento que hizo en el regidor de esta capital Martín Yañez de Estrada, a fin
de que conviniendo hubiese, según se había destinado hasta entonces, una persona,
que en calidad de Juez de Aguas, cuidase, así de repartirlas, entre los españoles y
naturales para el beneficio de sus chacras y sementeras […]” (1793, p. 9-10).

En 1568, por Real Cédula emitida por el Rey de España Felipe II, se designó al regidor
y vecino de Lima, capitán Juan Cortez como Juez de Agua, en el cargo de renovación
anual. Posteriormente las designaciones de los Jueces de Agua pasaron a ser compe-
tencia de los cabildos (hoy municipalidades).

Por ello, podemos concluir que si bien la denominación es hispana, el uso sostenible,
organizado y con equidad del agua y el suelo es una costumbre ancestral muy im-
pregnada en el espíritu de los peruanos.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LOS JUECES DE AGUA EN CORONGO

La vigencia de la autoridad del Juez de Agua nos remite a los tiempos aurorales de
la cultura andina, cuando el agua tenía un papel de vital importancia. Corongo se
halla en el corazón de la zona de Konchucos, espacio donde antiguamente se habla-
ba la lengua culle y donde se veneraba al dios Kon. En la lengua culle, Kon significa
precisamente “agua”. Estamos entonces frente a una manifestación cultural que tie-
ne profundas raíces andinas y que con muy pocos elementos añadidos, llega hasta
nuestros días.

44
45
Desde los tiempos de la cultura Chavín, en los Andes ancashinos se ha considerado el
solsticio de invierno como el primer día del año (21 de junio). Es el día del llullu inti, del
sol tierno, representado en el obelisco Tello como un sol pequeño, en contraposición
al hatun inti, el gran sol que marca el inicio del solsticio de verano, el 21 de diciembre,
y que en el mencionado obelisco es representado como un sol grande. Por tanto, el
mes de junio ha sido el mes de la gran fiesta en Corongo desde tiempos inmemoria-
les. Grandes trabajos hicieron los antiguos peruanos para lograr que la festividad cris-
tiana coincida con dichos festejos. Estas tradiciones estaban bien enraizadas cuando
llegaron a Corongo los primeros frailes catequizadores, quienes dedicaron el templo
cristiano a la advocación de San Pedro e incorporaron esta celebración como una
forma de cristianizar a los nativos.

Por ello, cada 29 de junio, Corongo se viste de fiesta para celebrar a San Pedro, el
pescador. Para los coronguinos fue fácil asumir en el culto a San Pedro la ancestral
veneración a Kon, el dios dador de las aguas.

Desde la antigüedad el agua se mide por chaui, cantidad suficiente para regar al-
gunos andenes. Posteriormente se amplió la distribución a la “mita de riego” que
aún subsiste en el distrito La Pampa. Asimismo, la organización agraria de la zona de
Corongo partía de las huapacas, parcelas de cultivo reunidas en sectores denomi-
nados pachacas al mando de un jefe apu-camachicoc o apu-curaca, investido de la
facultad de distribuir las huapacas y repartir el agua.

Estos considerandos nos permiten comprender los orígenes de los Jueces de Agua y
de la fiesta de San Pedro de Corongo.

46
SISTEMA TRADICIONAL DE CORONGO

En Corongo es posible que el registro de los Jueces de Agua se haya hecho en la


municipalidad. Lamentablemente muchos documentos del siglo XIX han desapare-
cido, probablemente durante la década de 1860. Entonces, siendo Presidente de la
República don Ramón Castilla, se designó a Corongo como la capital de la provincia
de Pallasca –rango que ostentó hasta el año 1901, cuando repentinamente se trasla-
dó la capital a Cabana–, y en este proceso se extraviaron importantes documentos
que registraban su historia.

Sin embargo, gracias al trabajo paciente de recopilación de Jorge Trevejo Garay (1932-
2016), se ha recuperado la lista de los Jueces de Agua del siglo XX1. De este lista-
do podemos resaltar el hecho que varios ciudadanos han repetido el cargo, como
Francisco Liñán (1933, 1939), Asunción Torralva (1956, 1962), Juan Gonzales (1955,
1964), Bertilio Rupay (1973, 1980), Aurelio De la Cruz (1990, 1997) o Víctor Sotomayor
(1980, 2011). El único caso que se registra de tres cargos es el del señor Humberto
Malpica Vega en los años 1968, 1989 y 2008.

Es preciso señalar, además, que en algunas ocasiones, ante el fallecimiento del Juez
de Agua, sus familiares directos asumieron el cargo. En 1948, Manuel Rupay, Juez de
Agua de la Parte Arriba de ese año, falleció repentinamente. Como no se recordaba
un antecedente similar en la historia de Corongo y faltaban pocos meses para la
fiesta de San Pedro, los campos y cabecillas acudieron a la viuda de Rupay, Francisca
Utrilla, con el propósito de señalarle que se podría suspender la fiesta. Sin embargo,
la respuesta ella fue que se respetara la voluntad de su finado esposo y que por
1 Ver listado en anexos.

47
sobre todo estaba su fe a San Pedro. Francisca Utrilla pasó la fiesta aquel año y la
noche del rompimiento2 muchas mujeres bailaron junto a ella con su cera. Su joven
yerno Francisco representó a su suegro y llevó la vara. Las letras de su tonada decían:
“Francisca Utrilla, warmi juezdiagua/ pinomeno viudacarpis fiestatapasan…”.

Dos casos similares se repitieron en Parte Arriba. Al año siguiente, en 1949, Rita Jara
de Salinas pasó la fiesta ayudada por su hijo Humberto y en 1954 Emilia Vivar viuda
de Moreno lo hizo con la compañía de su adolescente hijo Ángel. En años recientes,
pasaron cargo la señora Santosa Mejía (2008) y la señora Rosío Zelaya Vega (2016).
Esto también refleja el rol importante de la mujer coronguina.

El Juez de Agua, como se mencionó, tiene dos funciones principales que cumplir
durante su mandato anual: repartir el agua de su sector y coordinar, organizar y aus-
piciar las principales fiestas: Pascua de Reyes, Carnavales, Semana Santa y la fiesta de
San Pedro.

Para desempeñar el cargo y encabezar todo un sistema organizacional –con una


suerte de manual de funciones no escrito, pero que se transmite de manera oral
a través de generaciones–, el Juez de Agua requiere una preparación antelada. Se
acostumbra, por tanto, que quien quiera ejercer este cargo, se inscriba con algunos
años de anticipación en el libro de la comisión de regantes. El principio de recipro-
cidad, denominado rantín en la lengua ancestral de esta zona, se encuentra muy
arraigado en el pueblo, lo que permite garantizar un equipo de colaboradores fijos,
ya sea como campos o cabecillas.

2 Primer baile colectivo por las calles que organiza el Juez de Agua el primer día de la fiesta de San
Pedro.

48
JUEZ DE AGUA

ESPOSA DEL
JUEZ DE AGUA

CABECILLAS

ESPOSAS DE LOS
CAMPOS Y CABECILLAS
CAMPO MAYOR

CAMPOS

USUARIOS

Gráfico 1. Sistema organizacional de los Jueces de Agua.

49
Jueces de Agua de Corongo con sus varas
50
Al iniciar sus funciones, el 1 de enero, el Juez de
Agua designa a su campo mayor, quien ejerce
una jerarquía de mando de un grupo de campos
–nombrados por el Juez de Agua–. También de-
signa a un grupo de cabecillas.

El Juez de Agua propicia, en compañía de su espo-


sa, una estrecha fraternidad dentro de su grupo de
campos, cabecillas y las esposas de estos. La casa
del Juez de Agua es un lugar de reunión perma-
nente, no solo para tratar temas relacionados a la
distribución del agua y al mantenimiento de la in-
fraestructura de riego, sino también de reuniones
familiares. Es usual que el campo de turno acuda a
desayunar en casa del Juez de Agua luego de dis-
tribuir el agua y aproveche para rendirle cuentas
de las funciones encomendadas. Asimismo, es sa-
bido que los campos tratan al Juez de Agua como
taita en señal de respeto a su autoridad.

La esposa del Juez de Agua también juega un pa-


pel muy importante en el desempeño de su car-
go. Se encarga de coordinar con las esposas de
los campos y cabecillas todas las actividades rela-
tivas a la preparación de la chicha y comida para
las diversas actividades que se desarrollan durante
el año.

51
LOS CAMPOS

Los Jueces de Agua, antes de su juramentación, desig-


nan entre sus allegados de 2 a 5 campos, quienes, por
turnos quincenales, comparten la función de distribu-
ción del agua. El campo de mayor ascendencia es nom-
brado por el Juez de Agua como “campo mayor”. Es el
único que puede portar la vara ante una ausencia del
titular.

El campo mayor conoce las propiedades de los usuarios,


las tomas y las dotaciones de agua. Antiguamente, los
propietarios, como una retribución a este trabajo a de-
dicación exclusiva, le hacían entrega a los campos de un
óbolo voluntario diciéndole “para tu llanque”, haciendo
referencia al esfuerzo de dirigirse hasta la toma de agua.

Existe un principio de reciprocidad en la designación


de algunos campos y cabecillas; es decir, un ex Juez de
Agua automáticamente se ve comprometido en devol-
ver el cargo –como campo–, sin que haya necesidad de
recordárselo.

Es posible que la palabra campo se derive de la deno-


minación que se otorgaba a los asistentes del Juez de
Agua de Lima: “alguaciles de campo”.

52
Jueces de Agua Parte Arriba y Parte Abajo con sus campos mayores y sus esposas luego de la relimpia de acequia
53
Juez de Agua y cabecillas recorriendo las calles de Corongo el día de la tonada muyutsinan
54
LOS CABECILLAS

Son los responsables de organizar y presentar la dan-


za de los panatahuas durante la fiesta de San Pedro.
Para ello, se encargan de contratar a los músicos que
ejecutan la caja-flauta, de brindarles el desayuno y el
almuerzo el día central de la fiesta y de acompañarlos
durante todo su recorrido el día central y la tarde de la
shillca o último día de fiesta.

Previamente, el 24 de junio, los cabecillas organizan


la tonada muyutsi o tonada muyutsinan, en la que,
luego de solicitar la autorización de los campos, re-
corren la “calle grande” (los jirones Lima, Amargura,
Independencia, Ucayali, nuevamente Lima y la plaza)
custodiando al Juez de Agua, con quien danzan abra-
zados toda la noche. Al final, los cabecillas llevan al Juez
de Agua hasta su casa, en donde lo esperan los cam-
pos y lo dejan a buen recaudo en ceremonia especial.

El día de la bajada de San Pedro, los cabecillas se en-


cargan de sacar en andas la imagen de “San Pedrito”
a quien hacen danzar por el perímetro de la Plaza de
Armas hasta dejarlo muy entrada la noche en su capilla
del arco, en la que permanece hasta la madrugada del
día central.

55
DUALIDAD ANDINA EN CORONGO

La vigencia del sistema de los Jueces de Agua


en Corongo es una clara demostración del gran
arraigo de la dualidad política y religiosa del
mundo andino.

La distribución del territorio agrícola en Parte


Arriba y Parte Abajo, con equidad en las dotacio-
nes de agua y superficie de terreno bajo riego; y el
hecho de que cada parcialidad cuente con sus pa-
chacas y huapacas, que son extensiones de terre-
nos de secano, bien diferenciadas y delimitadas,
nos muestra un gobierno dual, como la diarquía
inca, la cual “existía desde los inicios de la civiliza-
ción inca, y se manifestaba en las dos mitades del
Cusco: hanan y hurin” (Rostworowski, 2004, p. 115).

Igualmente, una explicación de la coexistencia


de dos imágenes de San Pedro la podemos en-
contrar en la marcada presencia de dioses duales
en tiempos prehispánicos, como por ejemplo en
el distrito de Santiago de Chuco, donde venera-
ban a unos míticos mellizos llamados Catequil
y Piguerao. Así mismo, en la iconografía Chavín
también es posible visualizar esta dualidad.

56
57
“…la oposición entre divinidades del tipo de Wiracocha y la Pachamama se hace
visible en las múltiples versiones recogidas en distintos lugares de los Andes; en la
costa, el mito Wa-Kon los presenta como una dualidad y casos similares (oposición
cielo-tierra) se aprecian en los mitos de Guarochirí, recogidos por Fco. de Avila a fines
del XVI; la dualidad andina se halla conformada allí por Curiraya y Urpayhuáchac”.

“La delimitación de esta dualidad hace percibir un conjunto de comunicación entre


ambos mundos, entre los más conocidos hállese Illapa (el rayo) y el arco iris, muchas
veces relacionado con el Amaru (serpiente)” (Pease, 1992).

De la misma manera, en el distrito cercano de Huaylas veneran en la fiesta de las


cosechas a la Virgen María y a Santa Isabel. Clara manifestación de dualidad religiosa.

DISTRIBUCIÓN DEL AGUA

La fuente de abastecimiento de los canales principales de riego es el río Corongo,


que nace en las alturas de la puna de Tuctubamba. La quebrada que da inicio al río
se denomina K’arua, y se incrementa con las aguas de las dos lagunas de Pojoj y del
sistema de trasvase denominado Ocshamarca, que deriva las aguas de la parte alta
de la micro cuenca Quillorón hacia la micro cuenca del río Corongo, en el sector
denominado Yacu ishquimoj.

El caudal promedio que se distribuye equitativamente en el río Corongo, en el sector


denominado Tauribamba, es de 300 litros por segundo. El agua se distribuye a los
sectores agrícolas de Parte Arriba y Abajo a través de los canales de Mashjonja y
Ayatajshakuna, respectivamente.

58
Uno de los campos de Parte Abajo abre la compuerta para la distribución de agua en el reservorio El Mirador
59
INFRAESTRUCTURA DE RIEGO

La distribución del agua se inicia luego de las lluvias en los meses de abril o mayo. Las
lluvias de los meses de noviembre y diciembre muchas veces suspenden la demanda
de agua de riego, sin embargo en años de sequía se ha exigido la distribución hasta
fin de año. Los meses de mayor demanda, de julio a setiembre, son los más secos, es
cuando el caudal disminuye sustancialmente.

Cada terreno tiene una dotación de agua en horas de riego según su extensión. En
cada sector se tienen identificados a aquellos propietarios con mayor extensión y
se les denomina mayores regantes. Sin embargo, todos son pequeños y medianos
propietarios.

El ciclo de distribución del agua de riego es quincenal. Se hace en forma directa.


El día establecido los usuarios se dirigen a la casa del Juez de Agua y le solicitan su
dotación para el día que mejor se ajuste a sus necesidades y según su disponibilidad.

Los canales principales de riego son Mashjonja (Parte Arriba) y Ayatajshakuna (Parte
Abajo). El primero de estos tiene una extensión de 2.5 km, aproximadamente. Se
inicia en la bocatoma única de Tauribamba y termina en el reservorio de Pariacana,
que tiene un volumen aproximado de 4800 m3. Este reservorio tiene la posibilidad
de recibir las aguas remanentes del canal de Cunyaj, y distribuirlas por dos canales de
derivación: el canal de Tranga y el de Aticara. Por su parte, el Ayatajshakuna tiene una
extensión menor a un kilómetro. Conduce el agua hasta el reservorio el Mirador, de
5000 m3 aproximados de capacidad. Tiene dos salidas que conducen a los sectores
de Añamara y Ayampucu.
60
SECTOR PARTE ARRIBA PARTE ABAJO
Canal principal Mashjonja Ayatajshakuna
Extensión 2.5 km 1 km
Caudal 180 l/s 180 l/s
Añamara
Querecanca
Pochkok
Kutcu
Ayanpucu
Canales secundarios Turhuasi
Lirucantchra
Yacutoma
Chámana
Ushquish
Pispal
Reservorio de regulación diaria Pariacana El Mirador
Tapka Antahuella
Huiturajra-Pariacana Mituirca
Tranga Ishonjo
Ushquishpampa Ayatajshakuna
Ushquishrajra Atuncorral
Jajchu-Quishipucri Mirador Paraquillca
Señorpahircan-Pajchapampa Shimpi
Huayupampa Shallaratzin
Malpicapampa Chacapuku
Querecanca Yanamayu
Sectores de riego
Chalán-Cutcu Pucajoto
Paltacruz Ayanpuku
Tucumatchre-Oyirca Santa Rosa
Huashjo Pochkok
Yacutoma Chámana
Pápaya Cashantey
Aticara Tullpayoj
Tumarenca-Millishpilló Amahirca
Huaminey Añamara
Pichisha
Extensión estimada 450 ha 450 ha

Cuadro 1. Infraestructura de riego de Corongo 61


Una característica importante es la atomización de la propiedad. No existen fundos
ni minifundios, la extensión promedio de las parcelas agrícolas es de ½ hectárea,
existiendo pocas de mayor dimensión.

Para el cálculo de la dotación de agua se tiene en cuenta factores de medición em-


píricos. La extensión del terreno se determina por “yuntas”, vale decir el área que
una yunta labra en una jornada, cuya equivalencia es aproximadamente de ¼ de
hectárea. El caudal es determinado por estimaciones conocidas como “golpe”, “me-
dio riego” y “chaui”, cuya equivalencia estimada es de 32, 16 y 8 litros por segundo,
respectivamente.

Un detalle curioso sucede en el barrio de residencia de los Jueces de Agua. Es casi


una regla que los propietarios de los terrenos de Parte Arriba vivan en los barrios
del norte y los de Parte Abajo en los del sur, teniendo como línea divisoria la calle
Mariscal Castilla (ex Comercio), donde se ubica un puente de calicanto.

SECTOR BARRIOS

Ushquish, La Laguna, San Cristóbal, Chopimarca y


Parte Arriba
Cayarina

Parte Abajo Malambo y Dos de Mayo (ex Jarapunku)

Cuadro 2. Barrios de Corongo por sector

62
Gráfico 2. Esquema de sistema de riego de Corongo 63
DISTRIBUCIÓN DE TERRENOS COMUNALES

En el distrito de Corongo los terrenos de secano son mayoritariamente comunales.


Cada año, el Juez de Agua, entre el último domingo de Cuaresma y el Domingo de
Ramos, convoca a los interesados en usufructuar algún terreno de la pachaca que
corresponde, a la repartición pública que se realiza entre el martes o jueves de esa
semana en horas de la mañana en los mismos terrenos comunales ante la presencia
de las autoridades municipales. Al mismo tiempo designa al campo del cerro, quien
cuidará de los cultivos ese año agrícola recibiendo como pago por sus servicios un
poco de la cosecha de los terrenos bajo su cuidado.

Los agricultores adjudicados están en la obligación de ofrecerle al Juez de Agua un


puñado de incienso, que se recolecta de casa en casa el Domingo de Ramos a pri-
meras horas de la mañana.

El agua en Corongo es un recurso de gran valor que debe repartirse cuidadosamen-


te. Desde tiempos inmemoriales, ha sido necesaria la existencia de una autoridad
encargada del cuidado y la equitativa repartición de este vital elemento. Asimismo,
se tiene vigente en Corongo una cultura de conservación de suelos. Las tierras co-
munales de secano agrupadas en huapacas y pachacas se cultivan luego de un des-
canso de cinco años, permitiendo una recuperación natural de sus nutrientes. Su
distribución también está a cargo de los Jueces de Agua.

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SECTORES DE HUAPACAS
MARKA PARTICIONES PACHACAS (AYLLU)
K’elle K’otu
Joshhjun / Concejo Ircan
Tok’ank’a / Pachama shimin
Huinchos
Taquiabamba / Ishanka Irca
Parte Arriba
Callanca chico
Callanca grande
Llajcllacan norte
Llashan
Alljopayacun
Alljopayacun Plaza pampa
Ishque ushco
Huallcap
Sagjra jocha
Campanario
Campanario
Corongo Collahuasi
o At’chacasha
Corongui Namús
Pucanani
Parte Abajo
Millishaera Pishjopayacun
Jaracunca
Manzanapampa
Acoracra
Huayallay
Llactsi / Urpepa Mushcan
Coronguimarca / Llacllacan sur
Jala Jala
Yurajacha
Penca pucre

Cuadro 3. División de terrenos comunales en el distrito de Corongo


65
Danza de los panatahuas
66
Fiestas en Corongo

AÑO NUEVO

El 1° de enero de cada año, entre las 8 y 9 de la mañana, ante el presidente de la


Comisión de Regantes –antiguamente ante el administrador de aguas–, se procede
a la juramentación de los Jueces de Agua, campos y cabecillas. En los últimos años
se ha dado una mayor importancia a este acto y la ceremonia se realiza en el salón
de actos de la Municipalidad Provincial. Durante esta celebración, se hace un brindis
por la gestión de esta autoridad y se llegan a acuerdos para evitar conflictos entre
los dos Jueces de Agua. Cada comitiva está acompañada de las esposas, familiares y
amigos. En esta ceremonia se muestra la vara de mando de cada Juez de Agua. En
algunas oportunidades el traslado desde la casa del Juez de Agua hasta el local es
acompañado por una pareja de “roncadoras”; en otros casos, dada la connotación
competitiva, se hace con banda de músicos.

67
Sacerdote bendiciendo las varas de las autoridades entrantes y salientes
68
A las 9 de la mañana, ambos Jueces de Agua se dirigen
a la iglesia y se ubican con sus comitivas en un lugar
preferencial. En este acto religioso se bendicen las varas
de mando de estas autoridades comunales.

Cada comitiva se dirige a la casa del Juez de Agua,


donde comparten el almuerzo. En horas de la tarde in-
gresan por la calle grande a la Plaza de Armas con su
acompañamiento musical y permanecen hasta la media
noche, iniciándose de manera muy sutil una competen-
cia que durará un año.

Antes de la salida de la comitiva a las calles, los Jueces


de Agua reciben la visita de las pastorcitas, estampa
costumbrista que para las fiestas navideñas alegra y
nutre el ambiente festivo. El grupo de pastorcitas es en-
cabezado por tres ángeles. Tienen un cántico especial
para visitar a los Jueces de Agua:

“Señor Juez de Agua de Parte Arriba/Abajo


Venimos a saludarle por ser año nuevo…”

69
Reservorio El Mirador
70
PASCUA DE REYES

El 6 de enero, cada Juez de Agua, con sus res-


pectivos campos, invita un almuerzo en su
casa. La costumbre hoy –casi en desuso–, es
que el Juez de Agua y sus campos ofrezcan un
almuerzo consistente en varios platos que en
esta ocasión se denominan “nudos”. En los úl-
timos años este derroche vano de comida se
ha cambiado por un solo almuerzo que ofre-
cen el Juez de Agua y sus campos. Los pota-
jes, que ponen de manifiesto el conocimiento
culinario de los coronguinos, son decorados y
presentados con esmero.

RELIMPIA DE CANALES (Fiesta del Agua)

Los días 7 y 8 de enero están destinados a


la faena comunal para el mantenimiento de
la infraestructura de riego, uno para cada
sector. El canal de Mashjonja, que se inicia
en Tauribamba y termina en el reservorio de
Pariacana, corresponde a Parte Arriba. El canal
de Ayatajshakuna que termina en el reservorio
de El Mirador es de Parte Abajo.

71
Los años pares la faena se hace en Parte Abajo el 7 de enero y en Parte Arriba el día
8. Los años impares es al revés.

La participación de todos los usuarios del sector es obligatoria. El trabajo se inicia


temprano, para así poder almorzar al aire libre en las inmediaciones de las represas
de Pariacana o El Mirador. El Juez de Agua y sus campos coordinan las labores dis-
tribuyendo a los usuarios, quienes participan gratuitamente en esta faena comunal.

El almuerzo para los Jueces de Agua, campos e invitados es preparado por la esposa
del Juez de Agua en colaboración con las esposas de los campos y cabecillas, quie-
nes llegan al lugar especialmente acondicionado cerca de la represa ataviadas con
sus llicllas y sombreros desde la casa de un Juez de Agua, pasando previamente por
la casa del otro Juez de Agua para invitar a la comitiva femenina.

Los cajeros o roncadoras amenizan toda la faena que termina con un baile en la Plaza
de Armas: las mujeres con sus llicllas y los hombres con sus lampas o machetes, en
una auténtica fiesta del agua.

Ya se ha convertido en costumbre la presencia en estas actividades de la comitiva


del Juez de Agua invitado, hecho que resalta la armoniosa convivencia de las dos
autoridades del pueblo.

72
Músicos amenizan la faena de trabajo en el reservorio el Mirador
73
74
MARTES DE CARNAVAL
Desde muy temprano la comitiva integrada por el Juez de Agua, campos, cabecillas
y sus respectivas esposas, todos portando una botella de licor, generalmente anisado
o de menta, visitan las casas de su sector con la finalidad de invitar y comprometer a
la población a participar en la fiesta principal de San Pedro, pacto que se consolida
con un brindis y ante la presencia de una prenda del Santo Patrón, generalmente la
mitra que porta la esposa del Juez de Agua. Los gestos de colaboración y compromi-
sos de participación son registrados en un cuaderno, siendo usualmente usadas las
siguientes expresiones: “Bailaré con mi cera en el rompimiento”, “Mi hija mayor bailará
tu palla”, “Mi hijo que viene de Lima ya se ha comprometido con tu cabecilla para ser
su panatahua”, “Te voy a mandar tu papita que he cosechado del cerro”.

La comitiva almuerza en la casa del Juez de Agua, donde se agasaja a los cabecillas
con un buen potaje. En la tarde participan del tradicional cortamonte, acompañados
con banda de músicos o roncadoras. Se ejecuta una sola melodía con un ritmo simi-
lar al pasacalle, pero más festivo. Los de Parte Arriba suelen festejar en Cochapampa
y los de Parte Abajo en la curva del camino a Aco.

Al pie del árbol plantado, que generalmente es de eucalipto adornado con globos y
serpentinas, se colocan las tabladas, que son estructuras triangulares de madera de un
poco más de un metro por lado, donde fijan frutas que se producen en la parte baja
del distrito capital o del distrito de La Pampa, o panes amasados en forma de muñecos.

Luego de tumbado el monte, la comitiva integrada por el Juez de Agua, campos,


cabecillas, familiares y amigos, recorren la calle grande y se dirigen a la plaza donde
bailan hasta muy entrada la noche.

75
DOMINGOS DE CUARESMA

Los cinco domingos de Cuaresma, que la población reconoce como Tentación,


Cananeo, Samaritano, Cincopán y Lázaro, los Jueces de Agua y sus respectivos cam-
pos, por turnos de Parte Arriba y Parte Abajo, en horas de la tarde, sacan en procesión
la imagen del Cristo Crucificado por el perímetro de la Plaza de Armas. Delante de la
procesión, el muñidor3 va esparciendo los pétalos de las flores que previamente las
coronguinas han llevado en canastas pequeñas.

En los últimos veinte años se ha establecido la costumbre de que el Juez de Agua


invite a los asistentes a su casa para compartir una taza de café y pan.

SEMANA SANTA

El Domingo de Ramos los Jueces de Agua y los campos toman parte activa en la rea-
lización de la procesión. Traen abundantes cargas de laurel desde las localidades de
Chalán, Huayu o Pispal, que el párroco bendice en misa y luego los campos reparten
a la población antes del inicio de la procesión.

En horas de la mañana, los niños pasean por las calles con el burrito de ramos adornado
con cintas de colores, pidiendo golosinas en los establecimientos comerciales. El burrito
pertenece a la iglesia y durante todo el año se alimenta libremente por los potreros.

3 Persona encargada de recoger las flores para esparcirlas delante de las andas en las procesiones de
los domingos de cuaresma. El cargo de muñidor es vitalicio. Durante varias décadas del siglo pasado,
el cargo lo tuvo voluntariamente el señor Serafín Valverde. En la actualidad lo tiene el señor Pedro
Flores Chavarría.

76
La procesión se inicia en el arco de entrada al pueblo, ingresando, luego, por la calle
grande hacia el templo. El burrito es sujetado por la brida por el Gobernador y el
Presidente de la Hermandad de Viernes Santo, en tanto el alcalde Provincial lo su-
jeta de la jáquima. Los cobertizos de los palios4 son sostenidos por los socios de la
Hermandad de Viernes Santo y los Jueces de Agua.

Entre el lunes y martes Santo, los Jueces de Agua, en sus respectivas casas, prepa-
ran abundante dulce de higos, bizcochos y panes que invitan a los palios, socios
de la Hermandad del Viernes Santo, quienes retribuirán cargando las andas en las
procesiones del Jueves y Viernes Santo. Es tradicional en estos días ver en Corongo
a las esposas de los campos recorrer muy presurosas las calles, llevando consigo
en una mano un pocillo lleno de dulce de higos y en la otra un plato con pan y
bizcocho cubierto con una servilleta blanca de damasco. A este acto se le llama
“colación”.

El Jueves Santo arreglan las andas de Jesús el Nazareno y de la Virgen. Para ello, los
campos llevan palos, maguey, carrizos, sogas y pitas. Desde las primeras horas de la
mañana empiezan a amarrar en las andas los palos y los carrizos, dándole el aspecto
de un barco. En la tarde, después de la misa, el Juez de Agua pone los adornos, que
consisten en farolillos y colgantes que le dan un aspecto vistoso y sui géneris, ade-
más se colocan las velas en las andas.

4 Se denomina palio al cobertizo de tela cuadrada que se sostiene con maderos delgados en cada
vértice y protege la imagen de Jesús durante la procesión del Domingo de Ramos.
Los palios son también los encargados de cargar las andas de la Virgen Dolorosa. Llevan una vincha
de tela blanca en la cabeza, usan camisa blanca y fustán del mismo color como falda.

77
Fiesta de Semana Santa en Corongo
78
79
A las 8 de la noche el Juez de Agua y su esposa, portando los guiones y acompaña-
dos por los campos y palios, se dirigen al templo con la banda de músicos. Este día le
corresponde al Juez de Agua que pasará la segunda fiesta de San Pedro.

Luego se da inicio a la procesión que preside el párroco. Las andas de Jesús el


Nazareno salen cargadas en hombros por los hermanos del Viernes Santo, que
visten un alba blanca y una almohada en el hombro. Unos metros más atrás van
las andas de la Virgen, en un recorrido que encabeza el Juez de Agua con su guión
o su cruz.

Los músicos ejecutan una marcha religiosa que permite a los cargadores llevar un
paso uniforme. En la noche, las andas, iluminadas por los colores vivos de los ador-
nos, parecen un barco larguísimo que avanza lentamente, inclinándose ligeramente
a ambos costados. Un grupo de viejecitas va delante de la Virgen cantando y, a la
vez, respondiendo a los coros de las mujeres que acompañan la comitiva con ceras
y velas.

La procesión recorre la calle grande y entra finalmente al templo; el recorrido termina


cerca de las doce de la noche. El Juez de Agua, sus campos y los palios se retiran a
la casa del primero para tomar café. Van acompañados al son de una marcha que
interpretan los músicos.

El Viernes Santo, el Juez de Agua encargado de pasar la primera fiesta de San Pedro
se ocupa del arreglo de las andas, el almuerzo y la contratación de la banda de músi-
cos, la atención a los palios y otras actividades. Los años pares le corresponde hacerlo
al Juez de Agua de Parte Arriba y los impares al de Parte Abajo.
80
Los almuerzos en la casa de los Jueces de Agua, los Jueves y Viernes Santo, consisten
en sopa de quinua con queso y picante de chocho con pescado salpreso.

Los ritos empiezan a las 3 de la tarde con la media misa, después de la cual los socios
de la Hermandad del Viernes Santo sacan al Señor de su urna, dentro del templo,
para crucificarlo en el “Monte Calvario”. Después se hace guardia por turnos has-
ta las 7 de la noche, en tanto el párroco hace la interpretación de las siete pala-
bras. Posteriormente, los hermanos colocan al Cristo yacente en las andas del Santo
Sepulcro.

Por otro lado, el Juez de Agua de turno se encarga de armar las andas del Santo
Sepulcro, las cuales luego son adornadas, al igual que las otras andas del Monte
Calvario y de la Virgen, con los farolitos plegables, papeles de distensión y
colgantes.

A las 8 de la noche el Juez de Agua y su esposa, con sus respectivos guiones, se pre-
sentan en el templo acompañados de los palios que cargarán las andas del Monte
Calvario y de la Virgen. Para las dos procesiones, los palios se visten con un alba,
camisa blanca, corbata negra y un paño blanco amarrado a la cabeza.

Las andas del Monte Calvario salen en procesión, cargadas por los palios. Les sigue
el Santo Sepulcro, en hombros de los socios de la Hermandad del Viernes Santo, y
unos metros más atrás, las andas de la Virgen. Al igual que el día anterior, el recorrido
termina más o menos a las doce de la noche.

El domingo de Pascua se inicia con una misa de gloria y luego una procesión de las
imágenes del Señor de la Resurrección y de la Virgen Dolorosa, que son conducidas

81
82
en sentido contrario para encontrarse en el
puente.

En este lugar, los fieles presencian el senti-


mental encuentro de la Virgen con su hijo.
El encuentro consiste en avances y retroce-
sos que realiza la Virgen a manera de salu-
do jubiloso; para lo cual usa un mecanismo
a base de sogas, tirado por dos hombres
posesionados debajo de las andas. Luego,
ambas andas, una tras otra, continúan la
procesión hasta entrar al templo.

Los Jueces de Agua organizan almuerzos


campestres e invitan a los campos y a sus
familiares y amigos. Se comparte dulce de
higos y bizcochos, y todos retornan alegres
a la ciudad con cañas de maíz en la mano,
ingresando a la Plaza de Armas por la calle
grande. La ceremonia termina en la casa del
Juez de Agua.

83
Procesión de San Pedro
84
FIESTA DE SAN PEDRO

La leña

Meses antes de la celebración de la fies-


ta, y en algunos casos antes de asumir
el cargo, los Jueces de Agua convocan a
los agricultores de su sector a una faena
comunal para “hacer leña”. La presencia
de los campos y cabecillas está descon-
tada. Luego de compartir el desayuno,
todos se dirigen portando un hacha a la
chacra para tumbar el árbol de eucalip-
to, luego de lo cual proceden a elabo-
rar las rajas de leña que se usarán en las
diversas actividades a lo largo del año.
Se invita a los participantes el almuerzo,
chicha de jora y abundante aguardien-
te. Un par de roncadoras alegran esta
actividad comunal.

Tonada muyutsinan o muyutsi

El 24 de junio, los cabecillas de Parte


Arriba y Parte Abajo se encargan de dar
la vuelta por la calle grande dando a

85
conocer la tonada de los panatahuas (en lengua llajuash, muyutsinan significa “hacer
dar la vuelta”, muyutsi es “dar la vuelta”)5.

Hasta hace 60 años era usual que los cabecillas compongan una melodía para la
danza de los panatahuas o en su efecto encarguen esto a algún amigo aficionado.
Esta tonada era difundida ese día.

En la actualidad se cuenta con una veintena de melodías para la danza de los pana-
tahuas, las cuales son ejecutadas por los cajeros especialmente contratados por los
cabecillas.

Cada cabecilla contrata los servicios de un músico para el 24 de junio, el día central
y para la shillca. El caserío de San Isidro en el distrito de Aco y últimamente el caserío
de Ñahuín en Corongo son canteras de estos músicos excepcionales. Aunque es ne-
cesario aclarar que no todos los cajeros o chirocos tienen la capacidad de interpretar
la melodía de la danza de los panatahuas.

El músico contratado llega en la tarde y es esperado en la entrada de la ciudad por el


cabecilla, quien le da la bienvenida ofreciéndole una copa de anisado. Viene acom-
pañado de su esposa e hijos menores, quienes se hospedan en la casa del cabecilla.

En la noche, después de la cena, los cabecillas se ponen de acuerdo y se agrupan


para visitar al Juez de Agua e invitarle a dar la vuelta por la calle grande al son de las

5 El 24 de junio, mientras se desarrolla la tonada muyutsi, los cabecillas están obligados a custodiar al
Juez de Agua y no permitir que los campos lo rapten; si esto ocurre, los cabecillas tienen que pagar
un castigo. Durante los días de la fiesta se invierten los papeles y los campos tienen que custodiar al
Juez de Agua y evitar el rapto por parte de los cabecillas.

86
roncadoras o cajeros con la melodía de los panatahuas. Previamente, los cabecillas
solicitan la anuencia de los campos, quienes solo por esa noche autorizan que el
Juez de Agua dance al lado de los cabecillas. Al final de la madrugada, los cabecillas
entregan al Juez de Agua a sus campos y son ellos los encargados de custodiarlo
durante toda la fiesta.
En los últimos años esta costumbre se ha fortalecido con la participación masiva de
hombres y mujeres, niñas y niños, quienes han optado por denominarla como “jala
jala” y con saltos emulan la danza de los panatahuas y acompañan a los dos grupos
–de Parte Arriba y Parte Abajo–, que se desplazan por la calle grande y la plaza. Esta
fiesta popular se desarrolla hasta la madrugada del 25 de junio. Ese día, después del
desayuno, los músicos regresan a su lugar de origen a disponer sus actividades agrí-
colas, teniendo en cuenta que volverán al pueblo de Corongo del 27 al 30 de junio
o del 1 al 4 de julio, según el turno que le corresponda a Parte Arriba o Parte Abajo.

Bajada de San Pedro


Se lleva a cabo el 27 de junio y el 1 de julio.

A las cuatro de la tarde, el Juez de Agua se dirige a la iglesia en compañía de sus


campos. Inmediatamente después del acto litúrgico se procede a descender la ima-
gen de San Pedro del altar mayor; esto se hace por dos maderos, uno horizontal
y otro vertical. La imagen está fijada a un sistema móvil, el mismo que se activa a
través de tres cables, dos para el desplazamiento horizontal (uno para adelantar, otro
para retroceder) y el último para controlar el desplazamiento vertical, activado por
la gravedad.
87
Luego del descenso de la imagen, los feligreses reciben la bendición de la imagen
en un acto que se conoce como “pisada”, que consiste en que un miembro de la
hermandad coloque sutilmente la base de la imagen sobre la espalda del bendecido.
Algunos niños son bendecidos frente a un padrino que es escogido por el padre,
este padrinazgo perdura por siempre.

Mientras esto sucede en el templo, en la Plaza de Armas, los cabecillas retiran la ima-
gen de “San Pedrito”6, y la hacen danzar al compás de la melodía de los panatahuas
que interpretan los cajeros. Los danzantes de panatahuas que vestirán el atuendo co-
lorido durante el día central y la shillca, portan en un carrizo unos farolitos de colores
que se encenderán en la noche.

Rompimiento
Se realiza los días 27 de junio y 1 de julio.

A las 8 de la noche, aproximadamente, sale de su casa el Juez de Agua en compañía


de sus campos, amigos y familiares, bailando todos del brazo con sus respectivas
esposas, quienes portan una botella de licor (menta o generalmente anisado). En la
puerta, las señoras abrigadas con un pañolón y con sombrero de paja, portan una
botella de licor y un cirio encendido e inician el baile del rompimiento al compás de
la “tonada”, huayno exclusivo que interpretará la banda de músicos los cuatro días de
fiesta. La comitiva se dirige por la calle grande y en el trayecto varias parejas de baile
se van sumando. Bien entrada la noche, el grupo toma la Plaza de Armas; y pasada

6 Conocido también como "El borrachito". Esta imagen de San Pedro no está en la Iglesia.

88
Imagen de San Pedro. Detrás se ve el sistema móvil que permite subir y bajar al santo todos los años
89
Misa previa a la procesión. Los fieles asisten con sus trajes de gala. La esposa del Juez de Agua va vestida de palla
90
la media noche se dirige al arco de entrada del
pueblo, en donde venera a la imagen de “San
Pedrito”. Este rompimiento culmina a las primeras
horas de la madrugada en la puerta de la casa del
Juez de Agua.

Desde las ocho de la noche, los “cabecillas”, con


los cajeros que contratan, interpretan las tonadas
de los panatahuas y acompañados de pobladores
de todas las edades que danzan alegremente, con
pasos ligeros y dándose aliento con silbidos ca-
racterísticos, dan varias vueltas por la calle grande
durante la noche, cruzando intempestivamente la
comitiva del Juez de Agua. Este baile se prolonga
hasta las primeras horas de la madrugada.

Vísperas
Se celebra los días 28 de junio y 2 de julio.

Se trata de un acto litúrgico al que asiste el Juez


de Agua y su comitiva. El desplazamiento des-
de su casa hasta la iglesia es acompañado por
la banda de músicos que interpreta una marcha
solemne. El Juez de Agua y su esposa portan los
guiones de la Hermandad de San Pedro.

91
Terminada la misa, la banda se ubica cerca del atrio, desde donde anima la quema
de fuegos artificiales –“ruedas”, “vacas locas” y “el castillo”– con la participación del
público apostado en la Plaza de Armas.

El alba
Se sale al alba los días 29 de junio y 3 de julio.

En la madrugada, a la hora que el lucero del amanecer alcanza su apogeo, un cohete


rompe el silencio y desde la casa del Juez de Agua sale la banda a la calle grande,
interpretando la “tonada” y “recogiendo” a las pallas de las casas de las vestidoras. En
el recorrido se unen también algunas parejas que brindan con licor hasta que sale
el sol.

Las pallas que no tienen vínculo con el Juez de Agua bailan al compás de la caja
roncadora acompañadas de sus familiares y amigos.

También en la madrugada, desde las casas de los cabecillas, los panatahuas, luego
de tomar un suculento plato de caldo de cabeza, danzan por la calle grande hasta las
ocho de la mañana para unirse con el Juez de Agua y asistir a la misa y a la procesión.

La procesión

A las diez de la mañana la campana repica para la misa de fiesta. Los fieles asisten al
templo con sus mejores trajes. A la tercera campanada llega el Juez de Agua con una
92
comitiva, una banda con sus guiones en las manos. Todas las pallas asisten a la misa
con un velo que les oculta el rostro. El sacerdote celebra un acto religioso imponente
y recuerda todas las virtudes del Santo Patrón de Corongo. Terminada la misa se ini-
cia la procesión que dirige la Hermandad de San Pedro. El Juez de Agua y su esposa,
vestida de palla, portan los guiones; delante de las andas en dos filas van las pallas y
los panatahuas. Los cajeros interpretan una marcha especial al paso de la procesión.

Las andas de la imagen llevan cuatro masetas de flores adornadas por las mayoralas.

Terminada la procesión, el Juez de Agua y su comitiva, en compañía de sus pallas,


es decir las que bailan con su banda, amigos, familiares e invitados, participan del
almuerzo en su casa.

Los cabecillas de turno se dividen a los panatahuas y los llevan a almorzar cada uno
a su casa, donde también participan los familiares y amigos de estos.

La entrada

El día central, después del almuerzo, la banda de músicos ejecuta la tonada e ingresa
a la Plaza de Armas. El Juez de Agua va junto a su comitiva, parejas y pallas. La imagen
de San Pedro permanece en el atrio hasta que las pallas y panatahuas terminen con
la adoración correspondiente.

Las pallas que bailan con las cajas roncadoras danzan en la plaza toda la tarde. Los
panatahuas hacen lo propio, llenando la plaza de colorido, bulla y alegría.
93
Mucha gente participa observando la cele-
bración desde las veredas perimétricas de la
plaza o en los portales, y brinda con las pare-
jas y pallas que se detienen a cada instante a
invitar de su botella de licor.

Shillca
Es el último día de la fiesta, es decir, el 30 de
junio y 4 de julio.

En la tarde, el Juez de Agua y su comitiva


nuevamente salen a la Plaza de Armas. Las
pallas danzan la tonada hasta el final de la
tarde, mientras que las parejas lo hacen has-
ta más tarde. Los panatahuas también bailan
toda la tarde, hasta el inicio de la noche.

La nostalgia se incrementa en la medida que


la fiesta va acabando. Muchos regresarán a
Corongo después de un año. Se estima que
la población de Corongo se triplica los días
de fiesta. Muchos coronguinos que residen
lejos, incluso en el extranjero, vienen a esta
celebración, que cada año incrementa sus
participantes.

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Procesión de San Pedrito "el borrachito"
95
Procesión de San Pedro
96
LAS TONADAS

El día de la Bajada de San Pedro, en horas de la mañana, se recibe a la banda de


músicos. En los últimos años se ha hecho evidente entre los Jueces de Agua, y sobre
todo en la población, una gran aceptación de las bandas de la provincia vecina de
Pallasca, especialmente de los distritos de Llapo y Tauca. Curiosamente, en las fiestas
de la provincia de Pallasca prefieren a las bandas del distrito de Cusca. Dependiendo
de la procedencia de la banda, la comitiva integrada por el Juez de Agua, campos,
cabecillas, familiares y amigos se dirige al camino de ingreso del pueblo: Ushquish,
Tapka, San Cristóbal, Cayarina o el arco a la hora pactada con los músicos. A su arribo,
el Juez de Agua les da la bienvenida, brindan con chicha de jora y de inmediato se
dirigen al atrio de la iglesia con una melodía marcial. Los cohetes anuncian al pueblo
el ingreso de la comitiva. Una vez en el atrio, luego de solicitarle autorización a San
Pedro, ejecutan un huayno y de inmediato la comitiva se dirige a la casa del Juez de
Agua por la calle grande, en la que los músicos tienen que memorizar la línea meló-
dica de la nueva tonada: el huayno compuesto para que se ejecute con exclusividad
los cuatro días de la fiesta.

La tonada es compuesta por un músico del pueblo, su melodía siempre es alegre y


las letras hacen referencia directa al Juez de Agua. Una bonita tonada y ejecutada por
una buena banda garantiza el éxito de la fiesta. Al final de la ceremonia, rompiendo
el silencio de los caminos y solitarias calles suele escucharse el silbido nostálgico de
los coronguinos recordando la melodía de la tonada.

La historia musical coronguina tiene sus referentes en dos huaynos del siglo XIX: “A
las montañas más altas” y “Oro perlita”.

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El primero es un huayno que, a la estructura pentafónica, adiciona dos semitonos. Su
letra en llajuash es:
Taje tumarkunatchromi tiendantsic
Tsetchromi takukushun ishkantsic
Mamawan ñiptiquipis kimsantsic
Tetekiwan ñiptiquipis tchruscuntsic
(A la vuelta donde está mi tienda,
Allí viviremos los dos
Si me dices con tu mamá, los tres
Si me dices con tu papá, los cuatro)
Con letras cambiadas, fue tonada de Pablo “Patazón” Reyes, Juez de Agua de Parte
Arriba de 1930.

El otro huayno “Oro perlita”, narra un crimen pasional ocurrido en Corongo, en tiem-
pos remotos. La trascendencia de sus letras ha podido conservar la línea melódica.
La segunda estrofa original, también en llajuash, dice:
Oro perlita shuyekallame
Shonjo llakikun psallatcrcho
Ama piñakurtsu wiyaramanki
Shipshi sueñojata kuentamushieki
(Oro perlita por favor espérame
En este sueño mi corazón extraña
Sin molestarte me vas a escuchar
Lo que soñé anoche te voy a contar)

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La fuerza expresiva y poética del quechua coronguino desde los orígenes marcaron
una pauta en las composiciones musicales del cantar popular. La melodía de este
huayno fue utilizada como tonada el año 1928 por el Juez de Agua Benigno Garay.
Vale la pena anotar que Benigno era hijo de José María Garay, el último hacendado de
Allaucán, cuya propiedad, adyacente al distrito de Corongo, está fuera del área de in-
fluencia de los dos sectores bajo el régimen de los Jueces de Agua. Al poseer esta fa-
milia propiedades pequeñas dentro de los sectores de Parte Arriba, José María Garay
tomó la decisión de ser Juez de Agua. Por ello, las letras de su tonada mencionan:

Benigno Garayshi
Primer Juez de Agua
Vamos a la plaza
A tomar copa de oro.
Se irroga ser el primero de una familia de hacendados en tener el cargo y con osten-
tación invita a tomar copa de oro, un licor muy cotizado en aquellos años.

Una costumbre muy arraigada es incluir en las tonadas el nombre del Juez de Agua,
los nombres de los parajes donde están ubicadas sus propiedades o algún elemento
relacionado a su actividad. El año 1933, para el Juez de Agua Francisco Liñán, quien
además de agricultor desempeñaba el oficio de herrero, un joven profesor natural de
Conchucos, Adan Rojas, muy aficionado a la música, le compuso la siguiente tonada:

Ni las flores ni las rosas igualan al señor Rojas


Qué gusto qué gusto da Pancho Liñán
Tikraka tikrakami (voltea y voltea) Pancho Liñán
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El año 1939, Francisco Liñán volvió a ser Juez de Agua, ante la dimisión de Donato
Salinas, y ante la comprensible reticencia de su esposa, teniendo en cuenta que la
labor es muy recargada durante todo el año, el compositor Teodoro De la Cruz escri-
bió la tonada:
Acero sortija tiene la culpa,
Para ser Juez de Agua
Porque has de llorar Josefita.
Habiendo banda siempre se hace fiesta
Habiendo chicha siempre se hace fiesta
Aunque tú te corras, Donato Salinas.
Yo soy Francisco herrero
Tengo mi comba
y siempre chanco mi fierro.
Don Teodoro De la Cruz (1907-1979) fue un compositor muy creativo y solicitado en
el siglo XX. Era llamado cariñosamente Jarapantalón y aseveraba que las caídas de
aguas son el origen de las tonadas. El año 1939 compuso la tonada del Juez de Agua
Nicanor “Nicachito” Jara, quien regaba desde la toma de “Succha”, y su esposa tenía
en el rostro secuelas de la viruela:

Rasuntsuraj o manatsuraj
Ke tonadita yarjamushja
Sukcha tomallapik
Criir criirki mana criirja
Mana tushitchu con mi jatchja palla
100
Será verdad o no será verdad
Que esta tonadita apareció
En la toma de Succha
Que creas o no creas
Pero no bailes con mi palla borradita.
En la fuga, con sarcasmo, mencionaba la presencia en los días de fiesta de los “limeñi-
tos”, como se les conoce en el lugar a los coronguinos que residen en Lima:
Año treintainueve muchos “limeñitos”
todos quieren bailar, no tienen zapatos.
El año 1944 se fundó la nueva provincia de Corongo. El famoso cantautor aijino
Jacinto Palacios Zaragoza visitó la ciudad y su huayno emblemático “Mujer andina”
cautivó al Juez de Agua Manuel Paulino, quien le pidió que sea su tonada.

Dentro del repertorio que Jacinto Palacios interpretó en el “cabildo”, el auditorio muni-
cipal de la época, estaba un huayno puneño “Paja brava”, que fue tonada el año 1945.

El año 1958 se creó en Lima el Centro Musical Corongo a iniciativa, entre otros, de los
destacados músicos coronguinos Prudencio Meza y Erasmo Valverde, quienes viaja-
ron a Corongo el año 1959 llevando la tonada. Con instrumentos de cuerda, ambos
enseñaron la melodía a la banda de músicos, cuyas letras dicen:
Kanamsi ewakulla
Puedirtsi kutimushaj
Shonjolle kitamsuwa
Yarpaje manekipaj.
101
El Juez de Agua del año 1967, Celestino Pinedo, con propiedades en el paraje de
Añamara, tuvo la siguiente tonada:

Don Celestino Pinedo desde Añamara ya viene


Para que pase la fiesta con devoción y cariño
El 31 de mayo de 1970 ocurrió un terrible terremoto en Áncash, muchas casas se
destruyeron a pocos días de la fiesta. Con la autorización del compositor Luis Acosta
Guerrero, José Garay Armijo le puso letra a la tonada del Juez de Agua Erasmo Aguilar.

Año setenta, el mes de mayo


Con su cataclismo inmenso dolor
Hoy nuestras mentes no tienen sosiego
Solo esperamos amada tierra verte restaurada
Con toda tu hermosura.
Qué te ha pasado Santo patrono
Para castigarnos con tanta impiedad
Haberlo sabido San Pedro
Para de rodillas perdón implorarte.

En 1972 José Garay también compuso la tonada de don Eugenio Arias:

Son don Eugenio y doña Carmen


Nuestro Juez de Agua de Parte Abajo
Del setenta y dos incomparable
Con su alegría grabó el recuerdo.
102
Dale nomás, gasta nomás
No tengas pena a tu bolsillo
Y si no tienes te prestaré
Hasta que vuelvas el próximo año7.

TONADAS DE LOS PANATAHUAS


Hasta hace unos cincuenta años era costumbre que los cabecillas compusieran una
“tonada” nueva para la danza de los panatahuas. Esta tradición se ha perdido, pero
afrotunadamente en la memoria musical del pueblo queda una decena de melodías
que los músicos entonan en cada fiesta.

Durante la procesión de San Pedro, los panatahuas en fila acompañan delante de la


imagen mientras los músicos interpretan una melodía ancestral como una marcha o
ritual.

7  Ver otras tonadas en los anexos.

103
Niños vestidos como panatahuas durante el Alba, al amanecer del día central de la fiesta de San Pedro

104
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TESTIMONIOS

Humberto Malpica Vega (89 años, Juez de Agua 1968, 1989, 2008)
“He sido Juez de Agua en tres oportunidades, la primera vez recuerdo [que] asumí el
cargo [en] vísperas de la fiesta en vista [de] que el Juez de Agua de ese año no quiso
pasar la fiesta. El administrador de agua era mi padrino, don Teodorico Ingar, yo era
campo mayor y me comprometió a asumir el cargo. Pensé pasar la misa y procesión,
nada más, pero mi esposa Evarista soñó a San Pedro y decidimos pasar la fiesta. De la
banda se encargó Julián Torres quien también era campo. Todos los amigos y paisa-
nos nos apoyaron, no faltó comida, ese año cosechamos en abundancia”.

“Para la segunda vez, en 1989, nos preparamos mejor, recordando las tradiciones que
aprendí de mi padre Emilio, que fue Juez de Agua el año 1952”.
“Para la tercera vez fue una promesa que le hice a San Pedro por haberme curado de
un mal un año antes. Los médicos que me extrajeron un tumor dijeron que solo un
milagro podría salvarme y así fue, a mis 86 años volví a pasar la fiesta en agradeci-
miento por el milagro concedido”.
Próspero Guzmán (95 años, Juez de Agua 1963)
“Para ese año solo había Juez de Agua en Parte Abajo, Víctor Nuñez. ‘No hay hombres
en Parte Arriba’, andaba diciendo. Eso me dio coraje y salí al frente. Después dijo ‘ese
llancudo qué va a poder’; pero buena fiesta pasamos. Mi banda vino de Llapo, mi
tonada fue el huayno Recuerdos. Me tocó la primera fiesta y también la procesión de
Viernes Santo. Bonitos adornos me regalaron para las andas”.

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“Mis campos fueron Humberto Malpica, Manuel Garay, Genaro Guerrero, Asunción
Díaz y Narciso Albújar, mis cabecillas Demetrio Solórzano e Inocencio Garay.”
“Ese año nos tocó repartir las huapacas de la pachaca de Acobamba. La otra pachaca
es de Callanca… Mis campos eran muy responsables, hacíamos llegar el agua hasta
las chacras de los usuarios. En el turno de mis campos ellos iban a desayunar a la casa,
a mí me decían papá, a mi esposa le trataban de mamá… El trato con mis campos
siempre fue familiar… Para Semana Santa cada uno me hizo llegar una alforja de
higos para la fiesta, dos costales de paja para los colchones de los músicos, también
recogieron seis pares de choclos de cada chacra para la fiesta. Esa costumbre ya no
se usa porque otros se los llevaban para su casa… Mi cabecilla de la banda de mú-
sicos fue Hilario De la Cruz; mil soles costó la banda. Ahora dicen está más caro, diez
mil me ha contado Humberto Malpica que le ha costado”.

Juan Armijo Mendoza (Juez de Agua 2009)


“Yo soy campesino, pero también me he educado y soy profesor. Considero que el
cargo de Juez de Agua y todo lo que ello significa, especialmente esta fiesta de San
Pedro, sería imposible de cumplir sin el apoyo de la esposa. Nunca hubo un Juez
de Agua soltero, porque no podría con tantas obligaciones. La esposa cumple un
papel muy importante. Parece mentira, pero sin mi esposa no podría cumplir con el
encargo. Ella se responsabiliza de una y mil cosas, detalles que me permiten cumplir
a cabalidad el cargo. Por ejemplo, la antevíspera, sin ella no saldría la marcha de las
viudas; mi esposa las compromete, les lleva los cirios a sus casas y cuando llegan para
el pasacalle, ella las agasaja y les entrega sus botellas de anisado”.

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VALOR HISTÓRICO DE LOS JUECES DE AGUA

La presencia de los Jueces de Agua en la vida cotidiana de la población coronguina,


con el arraigo que en la actualidad se puede percibir, permite confirmar su importan-
cia y vigencia histórica. A través de esta manifestación cultural se puede identificar
al agua como el elemento vital en torno al cual se desarrollan todas las actividades,
culturales, religiosas, agrícolas, sociales.

El sincretismo cultural está presente en la fiesta. El aporte andino prevalece, haciendo


del Juez de Agua coronguino una manifestación única con autoridad máxima como
imposición de la costumbre.

La dualidad del mundo andino se manifiesta con mucha claridad en la división de los
sectores agrícolas Parte Arriba y Parte Abajo, cada parcialidad con su respectivo Juez
de Agua; lo más singular es que son dos imágenes de San Pedro las que se veneran
en Corongo. Uno es San Pedro “serio”, y el otro es “San Pedrito, el borrachito”.

El criterio de justicia y equidad en la gestión del agua, que encarna la función de los
Jueces de Agua, es un aporte histórico del pueblo de Corongo y su vigencia desde
tiempos inmemoriales le otorga un valor trascendental, que cobra mayor relevan-
cia en tiempos actuales donde el agua y su conservación son temas urgentes en la
agenda mundial.

La importancia del sistema de los Jueces de Agua de Corongo radica en su participa-


ción efectiva y continua como agentes del ordenamiento cultural y social.

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Jueces de Agua Parte Arriba y Parte Abajo. 2014

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LA DANZA DE
LAS PALLAS DE CORONGO
La Palla Coronguina es una joven que, vestida con una indumentaria original y lujosa,
alhajada con oro y plata, danza en la fiesta patronal de San Pedro con la música de
un huayno local, ejecutado con flauta y caja o con la banda del Juez de Agua, en la
primera o segunda fiesta. La coreografía es interpretada por un numeroso grupo de
treinta o cuarenta pallas simpáticas.

Según la tradición, una muchacha baila, previa promesa ante San Pedro de hacerlo
tres años consecutivos y muy pronto el Santo le hace el milagro de que contraiga
matrimonio con el novio que ha vivido un dichoso romance.

Es necesario puntualizar que la palabra palla empleada en Corongo, difiere a la utili-


zada en la clasificación de la nobleza Incaica, que con este término denominaba a la
princesa casada.

Origen histórico

El Inca Túpac Yupanqui conquistó las tierras que hoy se conocen como las provincias de
Corongo, Sihuas, Pomabamba y Piscobamba. Este Inca, después de conquistar las tierras
del cacique de Coronguí, tras una lucha sangrienta, dejó un buen número de soldados
con un jefe y un representante del Inca para ordenar y consolidar la organización socio-
política, económica y cultural del Incanato. Según escribe Cristóbal Ponce de León, que

111
en 1543 visitó esta región, Yupanqui empleó todo su poderío en la conquista por ser tierra
doblada y muy belicosos los indios Corongos y Pallascas, costando mucho conquistarlos.

Una vez que el Inca retornó al Cusco, el curaca de Coronguí sobrepasó con cautela y
secreto el poderío militar de los guerreros cusqueños emplazados en su tierra. Más
tarde con cautela se reunió con los curacas de Callanhuaca, Tapca, Churtay y Hualla,
y acordaron conformar un ejército fuerte y numeroso para derrotar a los incas por
sorpresa y recuperar la libertad perdida. Inclusive se comunicaron con chasquis, con
los caciques de Pumapampa (Pomabamba) y Pishcopampa (Piscobamba). Estos cura-
cas, a su vez, hicieron contactos con los Panatahuas para ayudar y reforzar el poderío
bélico de los coronguímarcas en su lucha de liberación.

Tras un bien meditado ataque sorpresivo y nocturno, consiguieron derrotar y aniqui-


lar a las tropas imperiales del Cuzco, recuperando la autonomía y la libertad de go-
bernarse por ellos solos. El Inca, enterado de la derrota y matanza masiva de sus gue-
rreros, organizó otra expedición militar cruzando el Callejón de Huaylas, Yuramarca
e Imiga (La Pampa), y avanzó hacia las tierras de Coronguí. Afirma la tradición que el
Inca determinó el siniestro plan de castigar a los insurrectos matando a toda la po-
blación sin distinción de edad y sexo.

Enterado el curaca de Coronguí del terrible y cruel final que les esperaba, con los otros
curacas locales, acordaron enviar una embajada femenina integrada por las hijas más her-
mosas de los curacas y otras muchachas escogidas entre las del pueblo. Vestidas con sus
mejores prendas ceremoniales y alhajadas de oro, tratarían de acercarse al Inca y obtener
el perdón y manifestarles que sus curacas se rendirían sin condiciones y se convertirían
en los súbditos más leales del imperio. En efecto, el grupo femenino se puso en marcha

112
entre los lamentos de sus madres y el aliento de los curacas y guerreros para lograr el
encuentro con el soberano en algún punto del camino entre Coronguí e Imiga.

En un punto no precisado por la tradición, la embajada y las avanzadas del ejército in-
caico se encontraron frente a frente. Tras las peticiones de ofrecer al Inca la rendición, la
embajada de Coronguí consiguió el pase del jefe quechua para cumplir con la petición.

Ante el Inca que avanzaba sobre su litera, se pusieron de rodillas, derramando lágrimas a
raudales y con viva voz solicitaron el perdón para los curacas y todos los pobladores, que
deponían las armas, aceptando al Inca como soberano, al Sol como divinidad, que ha-
blarían el quechua como suyo y que serían los súbditos más sumisos del imperio Incaico.

El Inca Yupanqui, con tino político, aceptó la rendición incondicional y otorgó el per-
dón, de esta manera se libraron de una matanza sin contemplaciones. Luego miran-
do a las hermosas muchachas, llorando arrodilladas, exclamó: –Hermosas Koripallas
ya no lloren. Acepto la rendición de su curaca y guerreros y les doy mil perdones en
nombre de mi Dios Sol. Levántense y ya no lloren. Las muchachas se pusieron de
pie, llenas de un júbilo singular y a la voz del Inca, emprendieron el viaje a Coronguí.
Tras un corto recorrido, el Inca y su cortejo imperial ingresaron a la plaza de los
ceremoniales.

Aquí los curacas rebeldes y los habitantes, como los guerreros sin armas, postrados
de rodillas, ratificaron la rendición. El Inca con voz de todo un conquistador aceptó la
rendición y les otorgó el perdón que temerosos, aguardaron un buen tiempo.

Por ahí cerca, las flautas y cajas, ejecutaron las tonadas llenas de alegría. Las koripallas,
así llamadas por el Inca, empezaron a bailar con júbilo sin igual. En los rostros de los

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curacas, habitantes y guerreros, asomaron las alegrías, olvidando el feroz castigo de
exterminio colectivo que el Inca había ordenado para los perdonados.

Era la tradición que, en recuerdo y gratitud del perdón del Inca, grupos de mucha-
chas, bailaran un día del año con flautas y cajas que ejecutan los cajeros de Coronguí.

Los españoles que arribaron a Corongo y en cumplimiento de las Ordenanzas del Virrey
Toledo, fundaron la ciudad de Corongo en el lugar denominado Antahuella, posible-
mente por el año de 1573. Fatalmente no existen los papeles de la fundación. Aquí se
levantaron el templo, el cabildo, la prevención y las primeras casas para los hispanos y
los nativos que fueron concentrados para hacerlos trabajar forzadamente y realizar las
obras que convenían a los hispanos colonizadores.

El curato de Corongo fue creado en 1746 y posiblemente San Pedro Apóstol fue
entronizado como Santo Patrón de la ciudad en esta fecha. Es un hecho que para la
fiesta patronal de San Pedro, el sacerdote de esta época incorporó esta danza nativa
de las koripallas, con el objeto de realzar la festividad y sobre todo para lograr una
cristianización en grado cuantitativo de los nativos de esta zona.

No es un secreto que los nativos cristianizados, a escondidas, continuaban adorando a


las divinidades de sus antepasados, como en el caso de los indios de Tauca y Cabana,
adoraban a un ídolo llamado Catequilla que después ante la persecución y suplicios de
los adoradores lo ocultaron los adoradores tauquinos en un lugar desconocido.

Para finalizar, diremos que la palla coronguina es una danza que, como exponente
del folclore nacional, ha ganado un lugar expectante en el Perú y en el mundo.

(Gilbert Collazos Garay)


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Descripción del
vestuario de las pallas
La corona. Armazón elíptico hecho de flores artificiales de seda, orlado con plumas
verdes, con largas cintas multicolores que caen libremente tendidas sobre la nuca y
siguen a lo largo de la espalda hasta un poco más abajo de la cintura. Está totalmente
revestida en ambos lados y adornado de un espejo circular bordeado con una cinta
roja en forma de escarapela en la parte posterior. En la base tiene fijada una peineta
y cuatro cintas que permiten su sujeción en el cabello.

La diadema. Es una suerte de vincha que va puesta en la parte superior de la frente.


Es un tocado de perlas primorosamente cosidas sobre una tela.

El tupu. Es un alfiler grande que por su punta va prendido a los moñitos del cabello
de la palla y por el lado posterior termina en una cabeza redonda de oro de la cual
cuelga una cadenita de oro.

Los adornos. Complementan la vestimenta de la palla, en su parte superior, finos


aretes o “dormilonas” de oro que le cuelgan hasta cerca al hombro. Llevan además
una gargantilla o collar de oro que exhibe el mismo adorno de los aretes.

La banda. Es una prenda en “V” hecha en pana o terciopelo, cuyos colores caracterís-
ticos son el azul, granate, rojo y verde. La banda, que es ancha y adornada con flecos
dorados en los bordes, cuelga de los hombros hacia adelante en “V” y por la parte
posterior cae en dos franjas que terminan en punta, donde se insertan las borlas. La
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banda se adorna con figuras de flores y hojas; a la altura de cada hombro se fija un
espejo circular bordeado por una cinta roja en forma de escarapela. Otro espejo con
las mismas características se fija en el vértice de la banda.

La pechera. Sobre la banda se coloca la pechera que tiene forma acorazonada y está
hecha de seda superpuesta con un encaje blanco, bordeada con blondas encarruja-
das, también blancas. En el encaje se fijan simétricamente joyas como anillos, collares
o pendientes.

Las polleras o rurimpas. Son de dos tipos: en la parte superior, esta prenda está hecha
de tela de castilla, el color puede ser amarillo, naranja, guinda, rojo o rosado; en el borde
inferior está decorada con una cinta llamada ribete de color azul claro, el ribeteado es un
orillado muy fino hecho a máquina con figuras geométricas, hojas o flores. En la parte
inferior se usa como mínimo una pollera de bayeta o mestizado con ribete más simple.

El fustán o enagua. Esta prenda cubre las polleras. Está confeccionada de tela blan-
ca y en la parte inferior lleva un rodapié tejido a mano con hilo delgado de algodón
blanco de unos 30 cm aproximadamente, cuyos bordes siempre terminan en punta.
Esta prenda de acabado fino se luce a través de la abertura lateral del anaco en los
giros que da la palla al bailar.

“Las mujeres desde la cintura para abajo traían unas mantas hechas en los yungas de
algodón que llaman enaguas, hasta la mitad de la pantorrilla” (Murúa, 1550).

“En el Perú se llama fuste o fustán a la combinación de la prenda interior femenina


que cubre el cuerpo hasta los muslos. Pero la acepción americana más antigua de
fustán es la de enagua” (Hildebrandt, 1969).

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El anaco o falda. Esta prenda es de pana o terciopelo del mismo color de la
banda, con forro de tela del mismo color de la banda y abertura al lado izquierdo,
recogida en la cintura y con un vuelo en la parte inferior. Se adorna con grecas
e hilos dorados, lentejuelas, mostacillas, pedrería y espejos con bordes en forma
de estrella.

En registros fotográficos de hace sesenta años puede observarse una iconografía


más sencilla pero en la cual predomina el siguiente patrón: dos cintas de grecas para-
lelas que determinan tres espacios; el inferior, con presencia de líneas zigzagueantes
a manera de cerros; el espacio central, adornado con líneas en formas de hojas y
flores similares a las de la banda, complementada con espejos y grecas; y el espacio
superior ligeramente adornado.

Las remangadas. Cada una de estas piezas que cubren los brazos está fijada y enca-
rrujada a una tela en forma de poncho cuyas puntas tienen cintas para sujetarlas a la
cintura de la palla. Son cinco piezas:
- De tocuyo sin almidonar para proteger los brazos de la palla
- De tocuyo almidonado para darle volumen a la remangada.
- De tela can can, que disimula las distorsiones de la tela almidonada.
- De seda o raso de color más suave que el anaco (celeste o turquesa
para anaco azul, rosado para anaco rojo, verde claro para anaco
verde).
- De encaje blanco con blonda en el borde inferior.
- Cinta de color rojo de cinco centímetros de ancho formando un
lazo sobre el encaje blanco.

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La lliclla. Es una prenda de forma rectangular
de 30 por 40 cm que cubre la espalda de la
palla. Se trata de una tela de raso del color de
la remangada cubierta con un tejido calado
de algodón blanco.

Los pañuelos. Son de seda muy fina, van do-


bladas y colgadas de la cintura de la palla, una
a cada lado. Es solo un adorno más de la pre-
ciosa vestimenta de la pallas de Corongo.

Los zapatos. Son de color negro de taco bajo,


aunque lo tradicional es forralos con la misma
tela del anaco. Nunca se usan medias.

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La danza de los Panatahuas
La cerrada defensa de los territorios de los Curunmarcas ante la arremetida expansio-
nista del Inca Pachacutec, contó también con el apoyo solidario de los Panatahuas,
quienes desde la selva a orillas del río Monzón se hicieron presentes con su atuendo
colorido y sus huaracas para resistir al superior e implacable ejército real.

Para la danza de los panatahuas, en la cabeza se usa un bonete que es una prenda en
forma de mitra alargada de pellejo de venado en la cara frontal con espejos, cintas y
pluma y de tela en la cara posterior. Se usa una máscara metálica.

La camisa blanca de manga larga es cubierta totalmente con cintas de seda multi-
colores cosidas en forma de rosas. Lleva un espejo rectangular en el pecho y en la
espalda, en los hombros espejos con marco en forma de estrella.

El pantalón es negro con filetes dorados, amarrado a la cintura un pañolón de seda


de colores, cuyos flecos cuelgan a los costados de la cintura. En la mano derecha se
hace girar una chicotilla que es una doble soga pequeña que se adorna con cintas de
seda de colores. Llevan en la mano izquierda una botella pequeña de licor.

Melodías en tonalidad mayor y un compás de 2/4. Algunas de las melodías que se


escuchan en la actualidad son en realidad adaptaciones o modificaciones de otras
más antiguas cuyos nombres se han perdido en el tiempo.

Hasta hace unas dos décadas era usual en Corongo que los cabecillas, encargados
voluntarios de presentar esta estampa durante las festividades de la fiesta patronal

123
de San Pedro, presenten una composición musical
nueva para cada año.

Javier López, Asunción Torralba y Constantino Peláez


en Parte Arriba, Clemente Vergaray y Celestino Pinedo
en Parte Abajo son los de la última generación extinta
de creadores y difusores de estas melodías.

Algunos nombres de tonadas que se recuerdan en


la actualidad son: Banderita, Paca Paca, Huerjoch.
Tuctupillín, Yacu pishko, Diablo Tushi.

Estas melodías, que en su mayoría tenían letras, se es-


trenaban la noche del 24 de junio bailando empon-
chados por la calle grande. Este inicio de la fiesta se
celebra todavía y se conoce como tonada muyutsinan.

Muy pocos coronguinos recuerdan las letras de las to-


nadas, Bernardo “Bicash” Alejos nos ha proporcionado
las letras de la tonada Araq Monte.
Araq monteta pasekapte/paca paca wicharamarqa
Imanopaqkantarimarqan/imapaqraq wicharamarqa

Otros personajes que acompañan a esta danza son:


San Miguel, el Diablo, el Turco y el oficial.

(Publicado en Trevejo (2004) Etnomúsica de Corongo. Shagshas


y Panatahuas).
124
125
bibliogr afía

126
Publicaciones monográficas

Bueno Mendoza, Alberto (1989) Arqueología de Áncash: nuevas perspectivas, en Ancash:


Historia y Cultura (tomo 1, pp. 31-45). Lima: Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
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Mercurio Peruano.
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Lingüístico de Verano (Serie lingüística Peruana, N° 50).
Jadrosich Rivera, María (2012) Los Jueces de Aguas de Corongo. Monografía.
Liñán Espinoza, Fausto (1984) Corongo, perfil cultural. Lima: Talleres gráficos René Fournier.

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Oré Cardoso, Ovidio (2013) Los Conchucos. Lima: Edición del autor.
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Sifuentes Alemán, Ítalo (2011) Áncash tierra de héroes de la independencia del Perú. Lima:
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Trevejo Garay, Jorge (2008) Los Jueces de Aguas de Corongo. s/l, s/e.
Trevejo Garay, Apolinar (2009) Corongo en el cantar andino, cancionero. Lima, s/e.
Trevejo Méndez, Jorge (2004) Etnomúsica de Corongo. Shajshas y panatahuas. Lima, s/e [CD
y folleto explicativo].
Trevejo Méndez, Jorge (2009) Manejo de la sub cuenca del río Manta. Monografía.
Trevejo Méndez, Jorge (2010) Propuesta para un Plan de Desarrollo Integral de Corongo.
Monografía.
Vedia, Enrique de (1853) Biblioteca de Autores Españoles. Desde la formación del lenguaje has-
ta nuestros días. Historiadores primitivos de Indias (tomo segundo, volumen 2, volumen 26).
Madrid: Imprenta de M. Rivadeneyra.

Videos documentales
Escuela Nacional Superior de Folklore “José María Arguedas” (2007) Valor histórico de una
tradición: pallas de Corongo, Áncash (DVD, 35 min).

128
Escuela Nacional Superior de Folklore “José María Arguedas” (2010) Las roncadoras de
Ñahuín. Áncash (DVD).
Asociación Áncash-Antamina (2009) La Fiesta de San Pedro de Corongo (DVD).

Publicaciones periódicas
Koriyunga. Periodismo regional al servicio de Corongo. Director: Manuel González Montes. N.°
64, 71, 96, 104, 106
Costumbres, Directora: Sonaly Tuesta. N.° 5
Festival Imagen y voz del folclor. Director: Antonio Muñoz Monge. N.° 10, especial sobre
Áncash.
El Dominical, suplemento de El Comercio, 26 de junio del 2011
Faro, Revista de la Asociación Ancash-Perú-USA. Director: Hugo Aguilar Ardiles. N.° 3, Junio
2011
Revista Gente, N.° 479, 480, julio 1984
Andares, suplemento de La República, N.° 129
Crónica Cultural, suplemento cultural del diario La Crónica, 12 de debrero de 1984

129
ANEXOS

130
ANEXO 1
LISTA DE JUECES DE AGUA DE CORONGO DEL SIGLO XX

AÑO PARTE ARRIBA PARTE ABAJO AÑO PARTE ARRIBA PARTE ABAJO

1895 Pedro Ingar Pedro Olivera 1924 Manuel Torralva Juan Armijo

Doroteo Cipriano Flores


1906 1925 Camilo De la Cruz
Valverde Salinas

1907 Miguel Tapia Simeón Pinedo


1926 Juan De la Cruz Aguayo
José Braulio
1909 Benigno Garay
Izaguirre 1928 José Martínez
Bulnes
1910 Manuel Caldas
Mariano Villalva
1929
1911 Manuel Moreno Arias

Manuel Jesús Ildefonso 1930 Pablo Reyes


1912 Alejos Valverde
1931 Félix Roldán Aniceto Gonzáles
Juan de Dios
1913 Martín Aguayo 1932 Modesto Rondán
Jara

1920 Silverio Jara Manuel Guzmán Francisco Liñán


1933 Toribio Chil Salinas
1921 Mariano Salinas Pedro Martínez
1934 Manuel Torralva Juan Armijo
Hermenegildo De
1922 Juan Pinedo Segundo
la Cruz Venancio
1935 Gutiérrez Gutiérrez
Segundo Ildefonso Espinoza
1923 Gutiérrez Jaramillo

131
AÑO PARTE ARRIBA PARTE ABAJO AÑO PARTE ARRIBA PARTE ABAJO

Feliciano Ildefonso Valverde Rita Jara de Dionicio De la


1936 1949
Fernández Benites Salinas Cruz Aguayo

Benigno Garay Anselmo Ingar Teodosio


1937 1950 Bautista Salinas
Bulnes Utrilla Domínguez

Asunción De la Buenaventura
1938 Agueda Liñán 1951 Manuel Izaguiirre
Cruz Torralva Tapia

Francisco Liñán Pascual


1939 Nicanor Jara 1952 Emilio Malpica
Salinas Iparraguirre

1940 Juan Peláez Luis Pinedo Luciano


1953 Vicente Zelaya
Izaguirre
Constantino
1941 Ildefonso Zelaya Peláez Gutiérrez Emilia Vivar Vda.
1954 Neri Valverde Soto
de Moreno
Clemente
1942 Celestino Acero
Vergaray Bernuy Mercedes Juan Gonzáles
1955 Pinedo Jaramillo
Marino Roldán Nicolás Torres
1943 Loayza Núñez Asunción
1956 Carmen Ocsas
Torralva Tapia
Manuel Paulino
1944 Manuel Jara De la Cruz 1957 Tomás Salinas Daniel Melgarejo

1945 Isidoro Armijo Pablo Espinoza Manuel Peláez Lorenzo Flores De


1958 De la Cruz la Cruz
1946 Silverio Izaguirre Eloy Gutiérrez
Juan Armijo Isaías Valverde
1959
1947 José Moreno Cena Aguilar Zavaleta López

Francisca Utrilla Segundo


1948 José Peláez 1960 Marcial Rupay
Vda. de Rupay Iparraguirre

132
AÑO PARTE ARRIBA PARTE ABAJO AÑO PARTE ARRIBA PARTE ABAJO

Guillermo Néstor Arias Tomás Martínez Tomás Jara


1961 1971
Chávez Izaguirre Pinedo Encarnación Moreno

Asunción Silvestre Valverde Eugenio


1962 Hilario Ruiz
Torralva Tapia Pinedo 1972 Cárdenas Moreno
Zavaleta
Próspero Víctor Núñez
1963 Guzmán Moreno Chávez Bertilio Rupay Leoncio Arias
1973 Colquijara Matos
Cipriano Juan Gonzáles
1964 Bonifacio Asunción Díaz Evangelista
Jaramillo 1974
Ramírez Salinas Valverde Peláez

Gregorio Pérez Serafín Valverde Teodosio Castillo Rómulo Flores


1965 1975
Alejos López Chávez Moreno

Fausto Teófilo Carrillo Eduardo Sabino


Miguel Bedón 1976
1966 Iparraguirre Acuña Martínez
Espinoza
Peláez
Toribio De la Francisco
1977
Juvenal Cruz Izaguirre Cárdenas Zavaleta
Celestino Pinedo
1967 Nuñovero Jaramillo
Jaramillo Edver Garay Zenón Vergaray
1978 Espinoza Pinedo
Humberto Nemesio Martínez
1968 Malpica Vega Pedro Olivera Miguel Cerna
1979 Agustín Rosales
Cárdenas
Vicencio Teódulo De la
1969 Martínez Bertlio Rupay Víctor Sotomayor
Cruz Iparraguirre 1980
Gutiérrez Colquijara Alejos

Laurencio Demetrio Aguilar Arturo


1970 Nazario Policio
Torralva Tapia Armijo 1981 Iparraguirre Román
Chávez

133
AÑO PARTE ARRIBA PARTE ABAJO AÑO PARTE ARRIBA PARTE ABAJO

Erasmo Aguilar Alberto Paredes Rumaldo Flores Baldomero Ruiz


1982 1993
Armijo Martínez Chavarría Asencio

Dámaso Carrillo Mesías Roldán Otilio Pérez


1983 Juan Díaz Vargas 1994
Policio Acosta Chuquimango

Enrique Díaz Miguel Vergaray Roberto Isaías De la Cruz


1984 1995
Cortijo Villalva Vergaray Aguilar Gonzáles

Hortencio Elías Garay César Ruiz


Florentino 1996
1985 Gonzáles De la Moreno Asencio
Moreno López
Cruz
Lidovio Salinas Aurelio De la Cruz
1997
Leonardo Reyes Eleuterio Policio Jara Pérez
1986 Pastor Pérez
César De la Cruz Obdulio Rivera
1998
Lorenzo Castillo Gutiérrez Salinas
1987 Pablo Olivos Rojas
Acuña
Ricardo Pedro Moreno
Félix Mayo Evidio de la Cruz 1999 Quiñónez
1988 Cárdenas
Trujillo Izaguirre Izaguirre

Humberto Elías Moreno Francisco Alaín Collazos


1989 2000
Malpica Vega Ramírez Albornoz Jara Garay

Hernán Garay Aurelio De la Cruz Néstor Tapia Manuel Lezama


1990 2001
Moreno Pérez Acuña Asencio

Fortunato Desiderio De la Nicanor Fajardo Epifanio Olivos


1991 2002
Torralva Díaz Cruz Ingar Armijo Rojas

Gil Moreno Ágape Mendoza José Urbieta Fabián Velásquez


1992 2003
Sotomayor Tafur Garay Rosales

134
AÑO PARTE ARRIBA PARTE ABAJO AÑO PARTE ARRIBA PARTE ABAJO

Santosa Mejía Manuel Asencio Rubén Garay Alfredo Cárdenas


2004 2013
Obregón Gonzáles Gonzáles Encarnación

Esteban Castillo Jorge Casaverde Adolfo Pinedo


2005 Eleizer Pérez Milla 2014
Quesada Torralva Moreno

Fausto Reyes Arturo Pinedo William De la Enrique Moreno


2006 2015
Fajardo Murillo Cruz Zelaya Pinedo

Miguel Alejos Leonardo Salinas Rocío Zelaya Félix Iparraguirre


2007 2016
Quispe Minaya Vega Chávez

Humberto César Espíritu/ Fernando Díaz Pedro Moreno


2008 2017
Malpica Vega Roxana Sifuentes Tapia Cárdenas

Juan Armijo Albino Ruiz Nilo Lezama


2009 2018
Mendoza Asencio asencio

Félix Iparraguirre Julio Vergaray César Zúñiga


2010 2019
Chávez Martínez Paredes

Jesús Huamayallí Víctor Sotomayor Roel Salazar


2011 2020
Marcelo Alejos Murillo

Alejandro De la Donato Heredia


2012 Cruz Rosales

135
136
ANEXO 2
TONADAS

TONADA DE MIGUEL BEDÓN TONADA PABLO OLIVOS (FIESTA DE SAN


PEDRO SANTO PATRÓN)
JUEZ DE AGUA 1966
Huayno Simeón Bedón (“chimu”) JUEZ DE AGUA 1987
Autor: Wilfredo Valdez Oxas
El señor Juez de Agua Miguel Bedón
De nuestro barrio parte abajo Mira, ya sale el Juez de Agua
Pasó la fiesta con fe y devoción Con alegría y devoción
Dejando gratos recuerdos en este pueblo Lo acompañan lindas pallas,
Con alegría y candor
Dejo llorando a mi palla Que van bailando alegremente
Que nunca jamás podré olvidar Cual mariposa multicolor
Solo le pido a San Pedro su bendición Mira, vienen los panatahuas
Para que no sufra ni llore por mi culpa Cuan ágilmente saben danzar
No te asombre limeñita,
FUGA Así es mi fiesta tradicional.
En este pueblo me emborracho
Con mi cholita coronguina Señor San Pedro milagroso,
Dando vuelta la calle grande A ti venimos con devoción
Hasta que termine la fiesta. Para pedirte humildemente
Que siempre derrames tu bendición
Para tus hijos que han llegado,

137
Llenos de amor, llenos de paz TONADA SANTOSA MEJIA
A dedicarte tus plegarias
JUEZA DE AGUA 2004
Y festejar con emoción
Autor: Elver Villalba Pinedo
Tu fiesta, fiesta del pueblo
Sin diferencias ni vanidad. Corongo donde nací,
Corongo donde crecí
No seas sobrada limeñita, Para ti va mi canción,
Coge mi brazo ven a bailar Para ti mi inspiración
Te compraré una botella, Te llevo dentro de mí,
A todititos hay que invitar Nunca te olvidaré.
Aquí no hay ricos ni pobres,
Pues igualito saben gozar. Las pallas por su belleza
ya tienen fama mundial
FUGA ellas y los panatahuas,
Viva la vida, viva el amor, realce a tu fiesta dan
Coronguinita flor de alhelí ser Juez de Agua es devoción
Coge mi brazo, ven a bailar que nace de corazón
Que la fiesta va a terminar una hermosa tradición
por mi San Pedro patrón.
El próximo año regresaré
Para robarte un besito de amor Tus siete barrios hermosos
Con tus ojitos, con tu boquita, Ushquish en mi corazón
Me has cautivado el corazón. Todos gozamos de tu fiesta
Ya el pueblo está feliz
Los campos y cabecillas

138
Presente mi “parte arriba” De tus distritos, barrios y calles,
Gracias te damos; San Pedro De la belleza de tus paisajes,
Por darnos tu bendición Variados climas, diversos suelos,
Ruinas incaicas, aguas termales.
FUGA
Salgamos al rompimiento Sopa de papa con aguashinca,
Luego en el alba bailemos Habitas verdes, quesos, humitas
Al compás de esta tonada, Picante de cuy con su chichita:
Diciendo salud, salud Eso es mi tierra, eso es Corongo

Sigamos en la entrada Dentro de las aguas de Aticara,


Hasta que la noche avance Sobre las losas de Callahuaca
Al compás de esta tonada En el puente de calicanto,
Diciendo salud, salud. En Cochapampa, en Coronguimarka,

Están escritas con letras de oro


TONADA TEÓFILO MORENO El gran pasado de mi provincia
Por eso debemos conservarlos,
JUEZ DE AGUA 1992 Por sus reliquias inolvidables
Letra y música: Ernesto Flores Garay
Esto es querer a nuestra tierra,
Vuelvo a la tierra donde he nacido
Esto es sentirse bien coronguino
Con mis recuerdos inolvidables
Por eso les pido a mis paisanos
Tus pallas, shagshas y panatahuas
Unirnos todos a esta causa
Y la hermosura de tus mujeres

139
FUGA FUGA
“Plata no falta” Fredesbinda, Bailaremos toditos con emoción
Toma tu botella y brinda En esta fiesta tradicional
Teófilo Moreno te pide Cantemos unidos con devoción
Que te diviertas en tu fiesta Acompañando a nuestro Santo Patrono

San Pedro se la ha llevado Te prometo regresar,


Para tenerlo a su lado nunca me has de olvidar
Honrando siempre su memoria siempre has de recordar
Nos divertimos tus amigos. esta fiesta sin igual.

TONADA EVIDIO DE LA CRUZ TONADA BAJO TU MANTO AZUL

JUEZ DE AGUA 1988 TONADA DEL JUEZ DE AGUA DEL 2010 FÉLIX
Huayno Simeón Bedón IPARRAGUIRRE
Autor: Pedro Ríos Ángeles
Pueblo Corongo tierra querida
Con sus barrios y campiñas muy hermosas Genoveva Murillo, Félix Iparraguirre
El Mirador, Ashacush, Mituirca Juez de Agua de Parte Arriba,
Son testigos inolvidables de mi infancia Bajo el cielo azul de mi pueblo de Corongo
Celebran esta su fiesta.
El Juez de Agua de Parte Abajo Rogando al patrón San Pedro
Don Evidio y su señora Fernanda Envíe sus bendiciones
Pasan su fiesta de San Pedro con devoción Nos proteja eternamente
Acompañados de sus campos y cabecillas Bajo su manto azul.

140
Vientos del mes de Junio Señor Alejandro, Delia Vallejos
Silban con alegría esta linda tonadita Son los Juez de Agua de Parte Arriba
Hermosa coronguinita celebremos esta fiesta Amor de hijos incomparables
Con todita devoción. Iván, Jovani, Norma y Lourdes
Dejando gratos recuerdos Orgullos de gran valor.
Con sus campos y cabecillas.
Bailando por calle grande y Hermosas pallas son admirables
su puente de calicanto. Juventud y belleza que el mundo admira
Corongo tierra bendita
FUGA Añoro el terruño de infancia y juventud.
Por el arco y el Mirador, llorando me despedí
Pensando si volveré a mi Corongo donde nací. FUGA
Corongo querido de mis ensueños
Eres el orgullo de mi Perú
TONADA COSTUMBRES DE MI TIERRA Mi patria adorada de mis pasiones
El mes de Junio de no olvidar.
TONADA DEL JUEZ DE AGUA ALEJANDRO DE
LA CRUZ 2012
Autor: Alejandro Aguilar Utrilla

Hoy mi Corongo se viste de fiesta


El dos mil doce inolvidable
Son sus costumbres y tradiciones
Patrón San Pedro pido tu bendición.

141
Diana Alvarez-Calderón Gallo
Ministra de Cultura

J u a n Pa b l o d e l a Pu e nte B r u n ke
Viceministro de Patrimonio Cultural
e Industrias Culturales

Edwin Benavente García


Director General de Patrimonio Cultural

José Antonio Salazar Mejía


Director de la Dirección Desconcentrada
de Cultura de Áncash

Giancarlo Marcone Flores


Coordinador General Qhapaq Ñan-Sede Nacional

Soledad Mujica Bayly


Directora de Patrimonio Inmaterial

Jueces de Agua. Sistema tradicional de Corongo


Ministerio de Cultura
Av. Javier Prado Este 2465, San Borja, Lima
www.cultura.gob.pe
Agradecemos la colaboración de la Autoridad
Nacional del Agua
Lima, primera edición, julio de 2016

Esta publicación contiene un libro y un video documental

Producción: Ministerio de Cultura


Dirección de Patrimonio Inmaterial, Qhapaq Ñan-Sede Nacional
Hecho el Depósito Legal en la
Investigación y textos: Jorge Trevejo Méndez, Juan Carlos Sevilla
Biblioteca Nacional del Perú N° 2016-07704
Gildemeister, Pedro Roel Mendizábal
Fotografías: Archivo Ministerio de Cultura
Impreso en los talleres de Grafiluz R&S S.A.C
Diseño y diagramación: Manuel Espinoza Menéndez
Pasaje Miguel Valcarcel 343 - Urb. San Francisco - Ate
Tiraje: 2000 ejemplares.
Realización audiovisual: David Salamanca

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