Nuevas Facultades CC IV Simposio
Nuevas Facultades CC IV Simposio
Nuevas Facultades CC IV Simposio
INTRODUCCIÓN
Las «Facultades especiales» recibidas por la Congregación para el Clero tienen relación
directa con la dimisión del estado clerical. Se trata de prerrogativas de las que no
gozaba, ni en virtud de las normas comunes del Código, ni de la Constitución apostólica
Pastor bonus. Sin embargo, son facultades que caen dentro de su campo, que es el
estado clerical, pues de acuerdo con la CA Pastor bonus, corresponde a la Congregación
para el Clero tratar todo lo referente al estado clerical en cuanto tal, en relación a todos
los clérigos incluidos los religiosos (Art. 96). También tiene competencia en lo que se
refiere a la vida, disciplina, derechos y obligaciones de los clérigos (Art. 95 §1).
Ya desde el año 2005, el Papa Benedicto XVI había dispuesto que las causas de dimisión
del estado clerical por rescripto, que llegaran a la Sede Apostólica a partir del 1º de
agosto de 2005, fueran competencia de la Congregación para el Clero. Porque
anteriormente, primero era competencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe,
1
Así lo comenta Pio Vito Pinto, en Commento alla Pastor bonus e alle norme sussidiarie della Curia
romana, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 2003, 135.
pero después de la promulgación de la PB, por decisión del Papa Juan Pablo II, las
peticiones de dispensa de las obligaciones emanadas del estado clerical, llegadas a la
Santa Sede desde el 1º de marzo de 1989, pasarían a la competencia de una Comisión
especial de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.2
El 2 de febrero de 1964, la Sagrada Congregación del Santo Oficio emanó las primeras
normas sustanciales y procesales, bajo el nombre de Normae ad causas parandas de
sacra ordinatione eiusque oneribus,3 para examinar las peticiones de reducción al estado
laical con la consiguiente dispensa de la obligación del celibato.4 Con la carta la
Congregación comunicaba a todos los Ordinarios del lugar y a los Superiores generales
que se había creado una Comisión especial dentro de la Congregación para llevar estos
casos. El procedimiento todavía se llevaría mediante proceso judicial (un juez, el
defensor del vínculo y un notario).
Sin embargo, por el modo oneroso y tardado de este procedimiento, y a petición de los
Ordinarios y Superiores generales, estas normas de 1964 fueron derogadas y
2
Prot. 230.139, 8 febrero 1989, en Notitiae 25 (1989) 485.
3
SACRA CONGREGATIO SANCTI OFFICII, Litterae circulares et normae ad causas parandas de sacra
ordinatione eiusdemque oneribus, en Leges Ecclesiae, Vol. III, n. 3162, col. 4463-4469.
4
EV S1, nn. 26-29.
2
sustituidas por las nuevas normas del 13 de enero de 1971, bajo el título Litterae
circulares S. Congregationis pro Doctrina Fidei Circa reductionem sacerdotum ad statum
laicalem cum dispensatione a lege caelibatus, con las normas procedimentales anejas.5
Las cuales determinaban cambiar el modo judicial ante el Tribunal por un
procedimiento administrativo, «una simple investigación», cuyo propósito era descubrir
si eran válidos los motivos aducidos en la petición de reducción al estado laical y la
dispensa de las obligaciones anejas incluyendo el celibato y si las afirmaciones del
peticionario se basaban en la verdad.6
Así las cosas, al inicio del Pontificado de Juan Pablo II, se promulgaron las normas que
regulan hasta hoy esta materia, el 14 de octubre de 1980,8 que plantean las cosas desde
5
Cf. AAS 63 (1971), 309-312. Las normas de dicho procedimiento se publicaron también en el mismo boletín:
SACRA CONGREGATIO PRO DOCTRINA FIDEI, Normae ad apparandas in Curiis dioecesanis et religiosis
causas reductionis ad statum laicalem cum dispensatione ab obligationibus cum sacra Ordinatione
conexis, en AAS 63 (1971), 303-308.
6
Cf. SCDF, Carta sobre la reducción al estado laical, 13 de enero de 1971, en AAS 63 (1971), 311. El Papa
Pablo VI ya había manifestado su voluntad de que la investigación en las causas de la reducción al estado
laical se extendiera a otros motivos gravísimos no previstos en el Código, sobre la libertad,
responsabilidad e idoneidad del sacerdote. Cf. Coelibatus sacerdotalis 84, en AAS 59 (1967), 690.
7
Ibidem, n. VII.
8
SACRA CONGREGATIO PRO DOCTRINA FIDEI, De modo procedendi in examine et resolutione petitionum quae
dispensationem a caelibatu respiciunt, Per litteras, 14 octobris 1980, en AAS 72 (1980), 1132-1137.
3
otro punto de vista: la normativa se refiere directamente a la dispensa del celibato,
junto con el cual se concede también la dimisión del estado clerical y la dispensa de las
demás obligaciones propias de este estado.9
Y precisamente éste es el modo ordinario de perder el estado clerical por rescripto que
el Código menciona en el c. 290, 3º: «Un clérigo pierde el estado clerical por rescripto de
la Sede Apostólica, que solamente se concede, por la Sede Apostólica, a los diáconos,
cuando existen causas graves; a los presbíteros, por causas gravísimas».
Las más de cuatro décadas en que se ha procedido de esta manera para conceder a los
clérigos, diáconos y presbíteros, el retorno al estado laical y la respectiva dispensa de
las obligaciones del estado clerical, incluido el celibato, ha enseñado que se requieren
otros medios para resolver la situación irregular de muchos clérigos que, o han
abandonado el ejercicio del ministerio y no desean reasumirlo, o han violentado las
normas de la Iglesia con su conducta que merecen ser dimitidos del estado clerical. Este
es el propósito de la Facultades especiales de la Congregación para el Clero.
La carta circular enuncia dos motivos para los que se concedieron las Facultades
especiales: un indirecto: honrar la misión y la figura de los sacerdotes que se esfuerzan
por ser fieles a su propia vocación y misión; y otro directo: socorrer a los Obispos
diocesanos que luchan por conservar y promover la disciplina eclesiástica en beneficio
de la sociedad eclesial, ayudándolos a resolver aquellos casos especiales que se van
encontrando durante el ejercicio de su ministerio pastoral y que no han podido
solucionar con medios pastorales y canónicos, previstos ya en el Código de derecho
canónico, o que estos recursos no sean suficientes ni idóneos para alcanzar la finalidad
de la pena, es decir, reparar el escándalo, restablecer la justicia y lograr que el acusado
se enmiende (c. 1341).
9
AAS 72 (1980), 1132-1135, 1136-1137.
4
Sin embargo, la concesión de estas facultades parece situarse en un contexto histórico-
eclesial más amplio, que ha constituido la preocupación del Papa Benedicto XVI, a
saber, salvaguardar la integridad y la aplicación coherente de la disciplina de la Iglesia.10
10
Cf. J.I. ARRIETA, «El cardenal Ratzinger y la revisión del sistema penal canónico en tres cartas inéditas de
1988. Un papel determinante», en L’Osservatore romano 42/49 (2010), 10.
11
Como se determinó en los Principios que guiaron la revisión del Código de 1983, sobre todo el 4º y el 5º
principios. Cf. Communicationes 1 (1969), 80-82, 84-85.
5
respondió que efectivamente los Ordinarios tendrían que asumir su responsabilidad de
buen gobierno, ejerciendo su potestad judicial para sancionar a los clérigos antes de
pedir la concesión de gracias. El Código de derecho canónico de hecho prevé los casos
delictuosos que pueden ser sancionados con la expulsión del estado clerical (cc. 1364
§1, 1367, 1370, 1387, 1394 y 1395).
12
J.I. ARRIETA, «El cardenal Ratzinger y la revisión del sistema penal canónico en tres cartas inéditas de
1988. Un papel determinante», en L’Osservatore romano 42/49 (2010), 11.
13
J.I. ARRIETA, «El cardenal Ratzinger y la revisión del sistema penal canónico en tres cartas inéditas de
1988. Un papel determinante», en L’Osservatore romano 42/49 (2010), 11. (El subrayado es nuestro).
6
ubicar en un lugar paralelo a los medios ordinarios que el Código ya prevé en el c. 290,
2º y 3º, a saber, la dimisión del estado clerical impuesta penalmente y la dimisión
concedida por la Santa Sede mediante rescripto de gracia. En este sentido, las dos
primeras Facultades especiales tienen paralelo con el n. 2º del canon y la tercera
facultad especial se relaciona con el n. 3º del mismo canon.
Básicamente, son tres las Facultades especiales recibidas por la Congregación y tienen
relación directa con la dimisión del estado clerical y la dispensa de las obligaciones
propias de dicho estado, incluyendo el celibato. Cada una de las facultades se distingue
por la causa motiva y los procedimientos que deben emplearse para su aplicación.
Desde el n. 5, la Carta circular expone las facultades especiales concedidas a la
Congregación, que a la larga repercuten en la actuación de los Ordinarios. Veamos en
qué consisten cada una de las facultades.
7
c. 1394, §1); y de aquellos clérigos culpables de graves pecados externos contra
el 6º Mandamiento (cf. c. 1395, §§ 1-2).14
En primer lugar, se considera dos supuestos que pueden dar ocasión a las Facultades
especiales: el atentado de matrimonio y que después de ser amonestado, el clérigo no
cambia de vida y continúa en su vida irregular y escandalosa. El atentado de
matrimonio consiste en celebrar el matrimonio, sabiendo que dicho matrimonio será
canónicamente inválido. Según el canon 1394 § 1, el atentado de matrimonio puede
darse tanto celebrando el matrimonio canónico como el civil. En el primer caso, el
matrimonio celebrado es atentado en cuanto que los clérigos son inhábiles para
casarse válidamente por el impedimento dirimente de orden (c. 1087). En el segundo
caso, ha de darse la celebración del matrimonio civil, que en la Iglesia católica sigue
siendo inválido.
14
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Nuevas facultades, N. 2009/0556, en Revista mexicana de derecho
canónico 15 (2009), 163.
8
+ Irregularidad ipso facto para ejercer las órdenes recibidas, reservada a la Sede
Apostólica (c. 1044 § 1, 3º).
Para evitar estas situaciones, y cuando el mismo clérigo no quiere pedir la dimisión del
estado clerical, entonces el Ordinario tiene la potestad de incoar un procedimiento
administrativo penal, conforme a los cc. 1342 y 1720, 35-58, y 1344-1350, e imponer las
sanciones correspondientes, sin excluir la expulsión del estado clerical.
B. Dimisión de estado clerical «in poenam» por pecados y delitos externos contra el sexto
mandamiento de Decálogo
15
Cf. PONTIFICIO CONSIGLIO PER I TESTI LEGISLATIVI, «Dichiarazione», 19 maggio 1997, en
Communicationes 29 (1997), 17-18.
9
se refiere a los «pecados graves externos», por cuanto que el clérigo y el o los
cómplices en el pecado actúan consciente y libremente. El § 2 regula los delitos
ocasionales contra el sexto mandamiento del Decálogo, pero que contienen en sí
mismos unas agravantes. En este sentido, este párrafo se refiere a «delitos»,16 por
cuanto que se lesiona la libertad de la persona víctima (en el caso de la violencia
sexual), o la moral pública (cuando el acto se realiza públicamente), o se aprovecha de
la minoría de edad. Entre estos dos grupos de delitos, habría que incluir los
considerados por el Código Penal Federal mexicano, que además de describir los,
también establece la sanción, de cárcel y de multa pecuniaria: el lenocinio (Art. 206 bis),
la pederastia (Art. 209 bis), el hostigamiento sexual (Art. 259 bis), el abuso sexual (Arts.
260-261), el estupro (Art. 262), la violación (Arts. 265-266) y el incesto (Art. 272).
10
pecaminoso, la persistencia en dicha conducta y el escándalo del comportamiento.19 En
este sentido, se incluye toda una gama de pecados sexuales, naturales o contra natura,
que van desde el comportamiento adulterino (por elegirse mujeres casadas) a la
prostitución activa o pasiva, el sadismo y el masoquismo, los actos homosexuales, el
lenocinio, la bestialidad, etc. (cf. c. 2359 § 2 del CIC/17). La sanción por estos delitos es la
pena ferendae sententiae preceptiva de suspensión; para cuya válida imposición se
requiere la previa amonestación (c. 1347). Sin embargo, si el delincuente persiste en su
contumacia, se le pueden añadir gradualmente otras penas (penas facultativas) hasta
llegar a la expulsión del estado clerical. Además, los religiosos o miembros de institutos
seculares o de sociedades de vida apostólica, que incurran en estos delitos, han de ser
expulsados del instituto o sociedad (cf. cc. 695 § 1, 729, 746).
3) Delitos sexuales que no teniendo carácter de habitualidad, sin embargo tienen otras
agravantes, porque son cometidos con violencia o amenazas (por ejemplo, la violación
u otra forma de agresión sexual), o públicamente (en lugares públicos o donde el
público tiene acceso), o con un menor de edad. Para que el delito se configure basta
que se dé una sola de las agravantes; sin embargo, no se descarta que pueda concurrir
más de una agravante.
a) Acto realizado con violencia o amenazas. La agravante es la violencia sexual que tiene
por objeto la coacción a una persona de cualquier sexo, mediante la violencia física o
moral,20 a realizar o padecer actos sexuales. Se entiende que la víctima es más débil
que el clérigo violentador, por lo cual no tiene la capacidad de resistirse, sea porque el
clérigo se asocie con otros para delinquir o porque coaccione con un arma, sea porque
la víctima es menor de edad o de avanzada edad, de sexo femenino, o porque se tenga
ascendencia sobre ella, o que las amenazas sean graves. Esta figura delictiva incluye la
violación, que el Catecismo de la Iglesia católica describe como «forzar o agredir con
violencia la intimidad sexual de una persona» (n. 2356). El mismo Catecismo expone las
19
Cf. Cf. BRUNO FABIO PIGHIN, Diritto penale canonico, Marcianum press, Venezia 2008, 473.
20
Mientras que la coacción física suprime totalmente la libertad de la víctima, la coacción moral fuerza a la
víctima a someterse al clérigo por temor a sufrir otro daño, aunque fuera solo de tipo moral, como sería la
pérdida del trabajo o la revelación de secretos infamantes
11
razones de la gravedad de este delito: la acción atenta contra la justicia y la caridad,
porque
21
Cf. Cf. BRUNO FABIO PIGHIN, Diritto penale canonico, Marcianum press, Venezia 2008, 477.
22
Cf. Cf. Cf. BRUNO FABIO PIGHIN, Diritto penale canonico, Marcianum press, Venezia 2008, 476-477.
12
circunstancia de que los mismos Ordinarios lo pidiesen, a causa de la necesidad
y urgencia de evitar un objetivo escándalo.
Aparte de los casos establecidos en ésta u otras leyes, la infracción externa de una ley
divina o canónica sólo puede ser castigada con una pena ciertamente justa cuando así
lo requiera la especial gravedad de la infracción y urge la necesidad de prevenir o de
reparar escándalos (c. 1399).
El tenor del canon es contrario al principio tradicional de legalidad que reza «nullum
crimen nulla poena sine lege poenali praevia». Lo cual refrendaba el Papa Pío XII en una
alocución dada a la Asociación de canonistas italianos:
Como regla, pues, la pena es infligida por la autoridad competente. Esto presupone:
una ley penal vigente; alguien investido de autoridad penal y el conocimiento seguro
del acto a sancionar, tanto en su aspecto objetivo, es decir, en el hecho delictuoso
contemplado por la ley, como en su aspecto subjetivo, o sea aquello que se refiere a la
culpabilidad del reo, a su gravedad y extensión.23
23
«Di regola dunque la pena è inflitta dalla Autorità competente. Ciò presuppone : una legge penale vigente;
un legittimo investito della autorità penale, e in lui la sicura conoscenza dell'atto da punire, tanto dal lato
obbiettivo, vale a dire nell'attuazione del delitto contemplato dalla legge, quanto dal lato soggettivo, vale a
dire per ciò che riguarda la colpevolezza del reo, la sua gravità ed estensione». Pio XII, Allocuzione, 5
dicembre 1955, en AAS 47 (1955), 64.
24
Cf. J SANCHÍS, «Comentario al canon 1399», en A. MARZOA – J. MIRAS – R. RODRÍGUEZ OCAÑA,
Comentario exegético al Código de derecho canónico IV/1, Eunsa, Pamplona 20023, 596.
13
Además de constituir un caso excepcional, el delito se configura con la concurrencia
simultánea de dos elementos: la gravedad especial de la infracción de la ley, y la
urgencia y necesidad de prevenir o reparar el escándalo.25 La primera condición se
refiere no solo a la simple infracción de una ley externa,26 sino que dicha trasgresión
revista una especial gravedad objetiva, sea por la misma ley violentada, sea por el
escándalo causado o que se prevé que pueda causar. Por consiguiente, no entrarían en
este supuesto delictuoso aquellos comportamientos culposos por negligencia u
omisión de la debida diligencia, sino solo aquellos gravemente imputables por dolo (c.
1321 § 2). El segundo elemento también constituye un criterio para valorar la gravedad
del comportamiento delictuoso, a saber, no solo la necesidad sino la urgencia de
reparar o de prevenir escándalos.
25
A diferencia de lo establecido por el c. 1399, la facultad especial sólo hace alusión a la urgencia y necesidad
de prevenir un escándalo. ¿Significa que si el escándalo ya se ha producido y urge su reparación no es un
caso por el que se invoque las Facultades especiales? Por otro lado, como dice Astigueta, la aplicación
apresurada de una pena expiatoria podría, por su publicidad o notoriedad, provocar precisamente aquello
que se quiere evitar, es decir, el escándalo. Cf. D.G. ASTIGUETA, «Lo scandalo nel CIC: significato e
portata giuridica», en Periodica 92 (2003), 615.
26
Según la doctrina jurídica, la violación externa de la norma puede consistir en poner una acción positiva
contraria a lo que la norma prohíbe, o en una acción negativa porque se omite lo que la norma o el
precepto ordenan hacer. Cf. D.G. ASTIGUETA, «Facoltà concesse alla Congregazione per il Clero», en
Periodica 99 (2010), 17.
14
3.3. La dimisión del estado clerical por abandono prolongado del ministerio sagrado
No parece que la dimisión del estado clerical mediante esta Facultad especial tenga
carácter penal, sino más bien puramente disciplinar.28 Basta con que confluyan los dos
requisitos: el abandono voluntario por cinco años consecutivos, y su ilicitud (lo cual no
significa infracción de una norma penal). Voluntario se opone a involuntario. Por lo cual
entendemos que el abandono se da por iniciativa y por razones personales del mismo
27
Cf. PABLO VI, Enciclica Coelibatus sacerdotalis, 24 junio 1967, n. 85, en AAS 59 (1967), 691.
28
En este sentido, discrepamos de Astigueta, que parece admitir algún carácter penal a la dimisión del estado
clerical concedido bajo esta facultad especial de la Congregación para el Clero que comentamos. Cf. D.G.
ASTIGUETA, «Facoltà concesse alla Congregazione per il Clero», en Periodica 99 (2010), 23-29.
15
clérigo y no por imposición de la autoridad eclesiástica. La ilicitud resulta precisamente
de que el clérigo infringe las obligaciones propias de su estado clerical, dimanantes de
la ordenación sagrada (cc. 273-289), y de la incardinación que impide que haya clérigos
vagos o acéfalos (c. 265). En efecto, al abandonar el ministerio sagrado, el clérigo
asume un estilo de vida laical que le impide observar la mayor parte de las obligaciones
propias del estado clerical y se sustrae de la autoridad del Ordinario. También se
preservaría a los fieles de incurrir en el error communis (cf. c. 144) acerca de la validez
de sacramentos que estos clérigos pudieran administrar.
29
CDF, Carta circular, 14 octubre 1980, art. 3, en AAS 72 (1980), 1136.
30
«Lettera del Segretario di Stato sulla procedura breve nella concessione delle dispense dal celibato dei
diaconi (prot. N. 230.139/GN), 13 aprile 1989», en Notitiae 25 (1989), 486. La carta comunicaba que el
Papa había confirmado que las dispensas del celibato de los diáconos fueran examinadas y resueltas por la
CCDDS, según el procedimiento breve hasta ahora observado. Posteriormente, el Papa Benedicto XVI
transfirió esta jurisdicción a la Congregación para el Clero, a partir del 1º de agosto de 2005 (Prot. N.
1080/05).
16
- Por otro lado, en el procedimiento llevado a cabo por el Ordinario ha de intervenir el
promotor de justicia para la tutela del orden público (Facultades especiales, n. 8, Art. 2
§ 3). Esta prescripción del derecho se explica por cuanto la petición de la dimisión no la
hace el clérigo mismo, sino el Ordinario. Así, el promotor interviene para velar por el
bien del sacramento del orden y de que el procedimiento se lleve conforme a derecho.
17
2. La síntesis documentada de todos los esfuerzos pastorales y de todos los
procedimientos canónicos adoptados por el Ordinario para convencer al reo de que
desista de su contumacia;
La petición de la dimisión del estado clerical por rescripto por la vía ordinaria es
prerrogativa del clérigo interesado. En cambio, la vía ordinaria para aplicar la pena de
expulsión del estado clerical depende de la iniciativa del Ordinario. En este sentido,
como una de las condiciones para invocar las Facultades especiales es que sea
imposible o extremadamente difícil seguir la vía judicial penal, por eso la Congregación
para el Clero insiste en que el Ordinario aplique los siguiente tres criterios cuando haya
necesidad de sancionar con la pena de dimisión del estado clerical.31
2. Por cuanto el Obispo ejerce la potestad judicial, tanto personalmente como a través
del Vicario judicial y de los jueces, a él le compete observar y ver que se observen las
normas del derecho procesal que, lejos de ser obstáculo para la justicia, son un medio
para conocer la verdad de los hechos y administrar justicia (cf. cc. 135 § 3 y 391).
3. El tercer criterio se refiere a la «investigación previa» que debe realizarse una vez que
se tengan noticias de la comisión de un delito. Mientras el Código de derecho canónico
se refiere expresamente a la presencia de un delito: «Siempre que el Ordinario tenga
noticia, al menos verosímil de un delito, debe investigar con cautela…» (c. 1717 § 1), por
su parte, el Directorio, y la Carta circular lo repite, habla de «modos de comportarse
que perjudiquen al bien común eclesial». Ciertamente los delitos son conductas que
31
Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Carta circular, 18 abril 2009, no. 4, en Revista mexicana de derecho
canónico 15 (2009), 161-162. Cf. Directorio Apostolorum successores n. 68.
18
lesionan el bien común, pero no todos los modos de comportarse que lesionan el bien
común constituyen un delito. Y es que las leyes penales requieren de interpretación
estricta (c. 18). El Obispo que tenga noticias de estos comportamientos debe investigar
con cautela (discreción), por sí mismo o por medio de un delegado, los hechos y sus
circunstancias, así como la responsabilidad de sus autores (imputabilidad) (cf. c. 1717).
Una vez que el Ordinario se ha cerciorado de que, en efecto, se ha cometido un delito,
o por lo menos se ha causado un escándalo a la comunidad, debe aplicar aquellos
remedios de su solicitud pastoral de que trata el c. 1341, o incluso, los remedios penales
(c. 1339). Si con estas medidas, el Ordinario no obtiene la reparación del escándalo, el
restablecimiento de la justicia y la enmienda del acusado, dé comienzo al
procedimiento para la imposición de penas, sea por la vía administrativa (c. 1720), sea
por la vía judicial (c. 1721), según las normas del derecho.
Ahora bien, es importante recordar que, cuando se trate de los delitos más graves
reservados a la CDF, una vez terminada la investigación previa con resultados positivos
de la comisión del delito, el Ordinario procederá inmediatamente a enviar las actas de
dicha investigación a la Congregación romana, pues él ya no tiene jurisdicción sobre el
caso (JUAN PABLO II, Sacramentorum sanctitatis tutela, art. 13).
19
6.1. Procedimiento pata la dimisión in poenam
Una vez que se termina la instrucción del caso, incluyendo las defensas del clérigo
acusado, y la consulta a los dos asesores, el Ordinario emana el Decreto, conteniendo
su voto personal sobre el mérito de la causa, es decir, sobre las acusaciones,
fundamentándolo con argumentos de derecho y de hecho, y la petitio de la aplicación
de las Facultades especiales Ia. o IIa.
La dimisión in poenam significa que una vez probada la acusación a nivel local,
valorando el voto del Ordinario, la Congregación para el Clero decide si se cumplen las
condiciones para aplicar las Facultades especiales. En caso positivo, presenta al
Romano Pontífice el caso para su aprobación y decisión de la dimisión del estado
clerical y la correspondiente dispensa de las obligaciones clerical, incluido el celibato.
Contra esta decisión del Sumo Pontífice no cabe recurso.
6.2. Procedimiento para la dimisión por abandono prolongado del ministerio sagrado
La dimisión del estado clerical por rescripto, aplicando la tercera Facultad especial sigue
un procedimiento administrativo semejante a la paralela vía ordinaria, con algunas
diferencias, como ya hemos mencionado. Los pormenores del procedimiento se
regulan en las dos cartas circulares, en 8 artículos. Lo fundamental en este
procedimiento, a diferencia de la vía ordinaria, es que el Ordinario que pide la aplicación
de la Facultad especial, llegue a la certeza moral de que el clérigo ha abandonado el
ministerio sagrado, por iniciativa propia y que es irreversible su reincorporación al
mismo.
CONCLUSIÓN
20
21
El 17 de mayo de 1997, al PCTL emitió una declaración sobre la interpretación del c. 1335
§ 2, por el que responde que no se dan las condiciones para reconocer una causa justa
para que un fiel o una comunidad de fieles pida la celebración de los sacramentos o los
sacramentales a un clérigo que, habiendo atentado matrimonio, haya incurrido en la
pena de suspensión latae sententiae (cf. c. 1.394, § 1 CIC), que, sin embargo, no ha sido
declarada. El clérigo que atenta matrimonio comete un delito grave, sancionado por el
derecho (c. 1394 § 1), lo cual comporta una objetiva falta de idoneidad para el
desempeño del ministerio pastoral según las exigencias disciplinares de la comunión
eclesial. Además este clérigo incurre en la irregularidad para ejercer el ministerio (c.
1044 § 1, 3º).32
La CC emitió una Declaración, 8 marzo 1982, por el que responde a los Obispos que han
solicitado oportunas indicaciones para tratar dos problemas sobre la actuación de
algunos sacerdotes:
A esta Declaración de la CC, se añade una Nota explicativa del PCTL, por el que explica
la responsabilidad canónica del obispo diocesano respecto de los presbíteros
32
Cf. Communicationes, 29 [1997] 17-18.
33
Cf. AAS 74 (1982), 642-645.
22
incardinados en su diócesis y que ejercen en ella su ministerio.34 Entre el Obispo
diocesano y sus sacerdotes existe una communio sacramentalis en virtud del sacerdocio
ministerial o jerárquico, que es participación al único sacerdocio de Cristo (PO, 7). Por
consiguiente, no se equipara a una relación de subordinación jerárquica de derecho
público como en el sistema jurídico de los estados, ni a una relación de trabajo
dependiente entre el dador del trabajo y el trabajador dependiente. La relación jurídica
entre el Obispo diocesano y los presbíteros se funda en dos títulos: la sagrada
ordenación y la incardinación a la Diócesis, a la luz de la comunión jerárquica (n. II).
Ciertamente hay una subordinación, que se limita al ámbito del ejercicio del ministerio
propio, que los Presbíteros deben desarrollar en comunión jerárquica con el propio
Obispo, y que puede llamarse «obediencia ministerial». El Presbítero no trabaja para el
Obispo. Por consiguiente, el Obispo diocesano tampoco puede “exonerar” al
Presbítero del ministerio si no se verifican precisas condiciones, que no dependen de la
discreción del Obispo sino que están establecidas por la ley.
Responsable directo del oficio es el titular del mismo pero no quien se lo ha conferido.
De igual modo, El Obispo diocesano no puede tenerse jurídicamente responsable de los
actos que el Presbítero diocesano cumple trasgrediendo las normas canónicas
universales y particulares (n. IV).
34
Communicationes, 36 (2004) 33-38.
23
personalmente a lo que se le impute. Por consiguiente, el Obispo diocesano no es
responsable de las acciones realizadas por el presbítero diocesano cuando éste
trasgrede las normas tanto universales como particulares.
---
Para estos casos, la Congregación para el Clero puede intervenir directamente o confirmando
las decisiones de los Ordinarios. Ambas instancias intervienen, mediante proceso
administrativo penal, para infligir una pena justa o una penitencia. Pero en los casos
verdaderamente urgentes y excepcionales, en que el clérigo acusado no manifieste la menor
señal de cambio, se podrá incluso sancionar con penas perpetuas, incluyendo la dimisión del
estado clerical.
Alcance de la Facultad
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