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Ambrosio Rabanales y El Español de Chile

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Ambrosio Rabanales y el español de Chile: una

aproximación a los conceptos de norma y de chilenismo.

Teresa Ayala Pérez*

Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Chile

In Memoriam Ambrosio Rabanales, 1917-2010

1. INTRODUCCIÓN

Dentro de la extensa obra de Ambrosio Rabanales, sus observaciones respecto del


español de Chile constituyen un aporte fundamental para el conocimiento de esta
variedad lingüística. Si bien es cierto que su contribución a la gramática puede ser
considerada la piedra angular de su trabajo académico, es necesario destacar que su
tesis doctoral, bajo la dirección de Rodolfo Oroz, fue Introducción al estudio del
español de Chile. Determinación del concepto de chilenismo (1953). Por otra parte,
uno de los proyectos más importantes en la lingüística hispánica es el "Proyecto de
estudio coordinado de la norma lingüística culta en las principales ciudades de
Iberoamérica y de la Península Ibérica", cuyo coordinador general fue uan Manuel Lope
Blanch, fue liderado en Chile por Ambrosio Rabanales y su esposa Lidia Contreras,
quienes dirigieron el equipo que recopiló los materiales que fueron editados
posteriormente bajo los título de El habla culta de Santiago de Chile. Materiales para
su estudio (1987) y El léxico del habla culta de Santiago de Chile. Materiales para su
estudio (1987).

Sus trabajos relativos al español de Chile de carácter general son Recursos lingüísticos,
en el español de Chile, de expresión de la afectividad (1958), "La norma lingüística
culta del español hablado en Santiago de Chile" (1970), "Perfil lingüístico de Chile"
(1981), "Competencia léxica del santiaguino culto" (1987), "El español de Chile:
situación actual" (1992), "El español de Chile: presente y futuro" (2000). Sin embargo,
también se deben mencionar otros trabajos 1relativos a esta variedad del español, tales
como "Queísmo y dequeísmo en el español de Chile" (1974), "Diptongación y
monoptongación en el español vulgar de Chile" (1960), "Hiato y antihiato en el español
vulgar de Chile" (1960), "Usos tropológico, en el lenguaje chileno, de nombres del
reino vegetal" (1947-1949), "Recursos léxicos expresivos en el español de Chile"
(1994), "El estudio del habla culta de Santiago de Chile (19671997)" (1997), "La
norma lingüística culta del español hablado en Santiago de Chile" (1971), El habla
culta de Santiago de Chile. Materiales para su estudio (1979), "Términos de base
indígena y extranjera en el léxico relativo al cuerpo humano, del habla culta de
Santiago de Chile" (1983), "Competencia léxica del santiaguino culto" (1987), Léxico
del habla culta de Santiago de Chile. Materiales para su estudio (1987), "Las muletillas
en el habla culta de Santiago de Chile" (1992).

De esta prolífica obra, y a partir del concepto de chilenismo, en el presente trabajo se


intenta revisar algunos aspectos de la creatividad lingüística y el sentido del humor de
los hablantes chilenos, como asimismo algunas restricciones que impone la norma,
concepto que también fue abordado y ampliado por Rabanales a partir de la propuesta
teórica de Eugenio Coseriu (1973). Asimismo, se busca ejemplificar -con formas
lingüísticas actuales-algunos de los conceptos propuestos por el lingüista chileno y así
verificar su vigencia y aplicabilidad a los actuales estudios sobre el español de Chile.

2. CONCEPTO DE CHILENISMO

En 1953, Rabanales publica su tesis doctoral, Introducción al estudio del español de


Chile, elaborada bajo la dirección de Rodolfo Oroz, quien no habría tenido mayor
influencia en su investigación de acuerdo a lo afirmado por el propio Rabanales. Dicha
tesis, en su primera parte, muestra un análisis acerca de las distintas definiciones de
americanismo, las cuales clasifica atendiendo al rasgo que se ha estimado para ser
considerados como tales. Así, explica que existen definiciones en que se señala como
diferencia específica su uso privativo y definiciones que consideran su uso en relación
con la difusión geográfica dentro de cada uno de los países iberoamericanos. Al
respecto, Rabanales sostiene que la palabra 'americanismo' tiene una doble acepción,
según se tome en sentido restringido (stricto sensu) o en sentido amplio (lato
sensu).En su primera acepción, se trata de términos de uso exclusivo de cada país
hispanoamericano, cuya difusión geográfica no trasciende los límites de dichos países.
En la segunda acepción, puede entenderse como americanismos aquellas voces que se
usan, si no en toda América, en más de un país. Otras definiciones de americanismo
toman en cuenta su uso en relación con el grado de cultura de quienes lo emplean,
mientras que otras consideran fundamental la sinonimia. Rabanales afirma que el
único criterio válido es el de origen o criterio antropogeográfico y recién entonces
formula su definición de chilenismo como "toda expresión oral, escrita o somatolálica
originada en Chile desde cualquier punto de vista gramatical, por los chilenos que
hablan el español como lengua propia o por los extranjeros residentes que han
asimilado el español de Chile" (Rabanales 1953: 31).

Lo interesante de esta definición es que considera no solo los aspectos propiamente


lingüísticos, sino que incluye el componente no verbal de la comunicación, la
somatolalia, es decir, signos somáticos que, según un enfoque pragmático actual,
contribuyen a transmitir una determinada intención. En este sentido, Rabanales se
habría adelantado a la tendencia a incluir todos los aspectos del proceso de la
comunicación, la cual se generaliza a partir de los trabajos de la Escuela de Palo Alto2 a
inicios de la década de 1960, pues en el período en que Rabanales escribe su estudio,
el enfoque que se privilegiaba era el estructuralista promovido por Hjelmeslev, quien
defiende una lingüística-lingüística o lingüística inmanente3.

El criterio antropogeográfico utilizado por Rabanales en la definición de chilenismo tuvo


detractores, entre los que se cuenta José Pedro Rona, quien en su trabajo "¿Qué es un
americanismo?" (1968) critica la propuesta del lingüista chileno, pues si bien considera
aceptable el criterio de origen, estima que es insuficiente, ya que no toma en cuenta el
área de difusión geográfica. Es decir, según Rona no solo se debe tener en cuenta el
aspecto regional y contrastivo de región en región, sino también el empleo genérico en
toda Hispanoamérica, al tiempo que se distinguen isoglosas de los diversos elementos
del diasistema hispánico. Junto con lo anterior, Rona alude a un concepto relacionado
con el anterior, el de regionalismo, por lo cual manifiesta la necesidad de distinguir
entre regionalismos stricto sensu -términos cuya difusión geográfica no trasciende los
límites del territorio estudiado- y regionalismos lato sensu, es decir, los que se dan en
el territorio estudiado y también en otras zonas del continente, coincidiendo con la
postura del lingüista chileno en este aspecto. Para Rabanales, como se dijo,
americanismos stricto sensu serían aquellos términos de uso exclusivo en cada uno de
los países de Hispanoamérica, es decir, chilenismos, argentinismos, mexicanismos,
etc., mientras que un americanismo lato sensu sería el utilizado en casi toda América,
o incluso ser panhispanoamericanismos. Rona otorga fundamental importancia a la
distinción hecha por Rabanales y sostiene que el desconocimiento de tal distinción ha
provocado los mayores defectos de la dialectología hispanoamericana. Por ende, para
describir un dialecto habría que considerar los dos tipos de regionalismos, es decir, no
solo lo que se considera diferente, sino también lo que tienen en común las distintas
regiones: solo así se podrá comprobar qué es común y qué es diferente entre ellas.

Rabanales modificó posteriormente su postura respecto de considerar solo el criterio


de origen, pues si bien lo consideraba apropiado metodológicamente, opinaba que el
criterio de uso resultaba más operativo. No obstante lo anterior, a fines de la década
de 1990 manifestó que no publicaría nada al respecto, pues les correspondía a sus
alumnos esta tarea, por lo cual no hay registros bibliográficos de esta evolución
teórica. Por otra parte, conviene señalar que la Real Academia Española y la Asociación
de Academias de la Lengua Española actualmente evitan el concepto de
"chilenismo"4por cuanto implicaría un uso exclusivo en esta región en contraste con el
resto del mundo hispanohablante, lo cual resulta muy difícil de investigar, por lo que
se prefiere hablar de "usos de español de Chile" 5. Sin embargo, a pesar de la solidez
de dichos argumentos y de que, efectivamente, se trata de usos de formas lingüísticas,
el concepto presentado por Rabanales resulta claro a un hablante no especialista en
esta disciplina, por lo que difícilmente dejará de ser utilizado en el habla cotidiana.

Por otra parte, Rabanales especifica fenómenos propios de esta variedad lingüística:
chilenismos de base extranjera, concepto quizá más práctico que el de extranjerismo
en casos tales como shores 'shorts', bictoco (por 'bistec' y este, a su vez, de beef
steak), sánguche 'sandwich', jai 'de clase alta' (por high society); chilenismos de base
indígena que, al igual que en el caso anterior, es tan válida como indigenismo en voces
como poto 'nalgas', guata 'barriga, vientre, panza', pololear 'tener una relación
sentimental' (por pololo, voz mapuche para designar un insecto fitófago) y chilenismos
semasiológicos, es decir, voces que modifican su significado en Chile, como roto
'vulgar, soez'; no más 'solamente';flor 'estupendo'.
Además de lo anterior, la propuesta de Rabanales resulta igualmente aplicable si se
cambia solamente el elemento "origen" por "uso", resultando así la siguiente
definición: se entenderá por "usos del español de Chile" toda expresión oral, escrita o
somatolálica usada en Chile desde cualquier punto de vista gramatical, por los chilenos
que hablan el español como lengua propia o por los extranjeros residentes que han
asimilado el español de Chile. Desde esta perspectiva, entonces, es posible afirmar que
el concepto, aun con aspectos discutibles, es válido y demuestra tener vigencia tanto
en el habla cotidiana como en la propia disciplina lingüística.

3. CONCEPTO DE NORMA

Uno de los estudios más relevantes respecto de la realización del español ha sido el
Proyecto de estudio coordinado de la norma culta en las principales ciudades de
Iberoamérica y de la península ibérica 6 -coordinado originalmente7 en Chile por
Rabanales y Contreras- y toma como base el concepto de norma lingüística. Si bien es
cierto que este proyecto abarcó gran parte del mundo hispánico, la propuesta de
Rabanales respecto de la distinción de cuatro normas diferenciadas según el nivel
sociocultural y la actitud del hablante le permitió al lingüista chileno describir el
español de Chile de forma detallada, atendiendo los tres niveles de análisis lingüístico -
fonológico, léxico y morfosintáctico- por lo que se estima pertinente incluirlo en una
revisión de las ideas de Rabanales sobre esta variedad del español.

Si bien es cierto que este concepto surge indirectamente de la dicotomía lengua y


habla (langue y parole) de Saussure (1916), es en rigor Hjelmslev (1944) quien
introduce el concepto de norma al sostener que la lengua puede ser considerada como
forma pura, definida independientemente de su realización social y de su manifestación
material, como forma material, definida por una realización social determinada, y como
un simple conjunto de hábitos adoptados en una sociedad dada, definidos por las
manifestaciones observadas. A cada una de estas manifestaciones decide darle un
nombre: esquema a la lengua forma pura, norma a la lengua forma material y uso al
conjunto de hábitos (Hjelmslev 1944: 94). En 1952, Eugenio Coseriu establece su
propio concepto de norma lingüística, tomando como base la dicotomía saussuriana
lengua-habla y el concepto de "norma" propuesta por Hjelmslev. Coseriu piensa que si
bien es cierto que la distinción 'langue' y 'parole' es básica, existen algunas
insuficiencias en su formulación, por ejemplo, que lengua es definida como 'sistema de
signos' y, a la vez, como 'realización social del sistema' y por este motivo el lingüista
rumano propone la tricotomía sistema, norma y habla. Para Coseriu la norma es
variable, según los límites y la índole de la comunidad considerada y, por otra parte, se
trata de "un sistema de realizaciones obligadas, de imposiciones sociales y culturales,
y varía según la comunidad" (Coseriu 1973: 98). Otros autores se hacen cargo del
concepto de norma, como José Pedro Rona (1973), quien sostiene que -en la
gramática clásica- la norma era una norma de corrección, un precepto, por lo cual a
esta gramática se la llama "normativa", pero el lenguaje no puede llegar a tener una
norma única. Rona decide distinguir entre norma asintótica, norma estructural y norma
sociolingüística: "unidad estrictamente diastrática que surge de la comparación de dos
o más niveles sociolingüísticos de la misma localidad. Está asociada a cada elemento
del lenguaje, no al lenguaje en su conjunto" (Rona 1973: 312).

Estas propuestas teóricas son importantes para el estudio del lenguaje, pero Rabanales
(1971), a partir del concepto de norma lingüística en general y sociolingüística en
particular, describe, de forma detallada, una variedad lingüística específica en cada
uno de sus niveles de análisis: el español de Chile. Al fundamentar el proyecto de
estudio de la norma culta, considera los niveles que menciona Coseriu -sistema, norma
y habla- pero, como se dijo, también la norma sociolingüística. Así, distingue dos
grandes niveles socioculturales extremos, el culto y el inculto y, en cada caso, dos
subniveles correspondientes a dos actitudes diversas -y también extremas-del
hablante, formal e informal, lo cual da como resultado cuatro grandes normas
diferenciables: la culta formal, la culta informal, la inculta formal y la inculta informal,
sin desconocer que la realidad es mucho más compleja, pero se trata de una distinción
cuyo valor es metodológico8 y que resulta operatoria. Rabanales entiende por norma
culta

el conjunto de preceptos lingüísticos (establecidos socialmente, se


entiende) a que se somete espontáneamente una persona culta ya
sea cuando habla en situaciones formales (entonces la norma es
culta formal) con otra -o ante otra- persona culta [...], ya sea cuando
habla en situaciones informales (entonces la norma es culta
informal)(Rabanales 1971: 122).

Por el contrario, la norma inculta corresponde al conjunto de preceptos lingüísticos a


que se somete una persona inculta, tanto en situaciones formales, en las que procura
adaptarse al nivel que ella reconoce culto de su interlocutor (NIF), como en situaciones
informales (NII), cuando sus interlocutores son amigos, familiares o personas con las
cuales en tales situaciones nada lo obliga a ser protocolar. Rabanales sostiene que el
prestigio social de que goza merecidamente la norma culta formal se debe a la cultura
de la cual es expresión. Este prestigio deriva fundamentalmente

de ser el medio por el cual es posible expresar los contenidos más


refinados de nuestra cultura inmaterial [... ]. Es la norma
considerada como ejemplar, como modelo del bien decir, como
norma superior del habla, hasta el punto de sentírsela como lengua
estándar nacional (Rabanales y Contreras 1987: 53).

Se trata, pues -según Rabanales- de una concepción funcionalista del principio de


corrección lingüística, por lo cual una persona hablará correctamente si, por ejemplo,
encontrándose en una situación culta informal, utiliza la norma culta informal y hablará
mal si emplea una norma diferente, aunque esta sea la culta formal. Por esto mismo,
hablará también correctamente quien emplee la norma inculta para comunicarse con
un individuo inculto y así en las demás circunstancias; de lo contrario, podría ser
rechazado socialmente, no ser comprendido o no conseguir exactamente lo que quiere.

En suma, me parece que la corrección idiomática está íntimamente


ligada a la eficacia en el uso de la lengua, y es directamente
proporcional a dicha eficacia. No en vano la lengua es un instrumento
destinado a nuestra intercomunicación con fines preponderantemente
pragmáticos, dado que la intercomunicación es un fenómeno por
esencia social (Rabanales 1985: 58).

Por otra parte, en "Criterios de corrección lingüística" (1977) y en "¿Cuándo considera


usted que se emplea correctamente el lenguaje?" (1985), Rabanales alude al hecho de
que hablar es un modo de comportarse, al igual que vestirse, sentarse o comer y en
toda comunidad organizada el comportamiento humano está en su mayor parte
normatizado, es decir, regulado por un conjunto de normas (jurídicas, morales,
lingüísticas); comportarse correctamente significa proceder de acuerdo a dichas
normas y, por ende, comportarse incorrectamente, proceder al margen o en contra de
ellas. Agrega que, debido a que la (s) norma (s) depende (n) estructuralmente del
sistema y funcionalmente de las circunstancias que concurren en el momento de la
comunicación, hablar correctamente es entonces aplicar en cada acto de comunicación
la norma propia de dichas circunstancias o situaciones, lo cual es considerado como un
criterio funcionalista. Lo anterior permite observar que en Chile la norma sanciona
ciertos usos, independientemente de que sean o no "correctos", lo cual podría ser
considerado un rasgo de esta variedad del español. Los siguientes ejemplos, extraídos
de diferentes fuentes9 que recogen percepciones de los hablantes, demuestran que los
hablantes cultos de Chile sancionan formas que sin ser "incorrectas" según el sistema
del español, se valoran como tales, especialmente porque se asocian a hablantes
incultos, en detrimento de voces consideradas "adecuadas" al contexto cultural del
país, como vehículo (en lugar de 'auto'), mami o papi, bebé ('guagua'), cena
('comida'),fallecer ('morir'), dama ('señora', 'señorita'), caballero ('señor'), cabello
('pelo'), dinero ('plata') o decirle padrino al padrino. Esta sanción social se observa
incluso en medios de comunicación que evitan formas panhispánicas y prefieren
adecuar el léxico a la norma chilena, como se observa en los siguientes ejemplos:
"Padres están detenidos. Guagua grave por ataque de guarenes 10" (Las Últimas
Noticias, 12 de julio de 2002); "Ex pololo se sometió a examen de ADN (El Mercurio,
14 de febrero de 2004). Lo anterior confirma lo que afirma Coseriu respecto de que la
norma, es decir, la forma en que se realiza colectivamente una lengua se impone al
individuo y restringe los usos lingüísticos:

Lo que, en realidad, se impone al individuo, limitando su libertad


expresiva y comprimiendo las posibilidades ofrecidas por el sistema
dentro del marco fijado por las realizaciones tradicionales, es la
norma. La norma es, en efecto, un sistema de realizaciones
obligadas, de imposiciones sociales y culturales y varía según la
comunidad (Coseriu 1973: 98).
4. RECURSOS LÉXICOS DEL ESPAÑOL DE CHILE

El léxico de una lengua suele ser considerado como su aspecto más externo y, por
ende, el más cambiante, por lo que su estudio no siempre ha sido sistemático. Sin
embargo, este componente lingüístico representa uno de los campos más fecundos en
los estudios acerca del lenguaje, pues gracias al léxico es posible determinar diferentes
visiones de mundo y características culturales de las distintas comunidades. Según
Rabanales (1992), el léxico del español de Chile está formado a lo menos por voces
peninsulares, criollas, indígenas, mestizas y extranjeras. (1) Las peninsulares son, en
su mayoría, patrimoniales y comunes a todo el mundo hispánico; otras, son
consideradas arcaísmos en España (alcuza 'vinagreras', fierro 'hierro'). En el caso de
que existan varios sinónimos peninsulares, en Chile se usa solo uno de ellos (vela y no
'candela', durazno y no 'melocotón'). Además, se utilizan voces de distintas zonas
españolas, como galleguismos y portuguesismos (corpiño, chubasco), leonesismos
(rengo 'cojo', zuncho 'abrazadera metálica o plástica) o andalucismos (barrial
'barrizal',pollera 'falda de mujer'). (2) Las voces criollas son términos del español que
en Chile se emplean con un significado diferente; pueden considerarse como
chilenismos semasiológicos: volantín 'cometa', ampolleta 'bombilla', no más
'solamente', al tiro 'inmediatamente', ya 'sí'. (3) Los términos indígenas, sobre todo en
la flora, fauna y cultura amerindia. Además de los indigenismos que ahora pertenecen
al español patrimonial, especialmente voces arahuacas, taínas, caribes y nahuas, en
Chile aparecen como las más utilizadas las voces quechuas, aimaras y mapuches:
callampa 'hongo, seta', choclo 'maíz', guagua 'bebé', cóndor,poroto, etc.; del aimara,
cholo 'mestizo',palta 'aguacate', etc. y sobre todo del mapuche: charquicán 'un guiso',
guata 'barriga', laucha 'ratón pequeño', cagüín 'enredo, chisme', etc. (4) Voces
mestizas, generalmente derivados y compuestos chilenos con estructura hispánica, de
bases indígenas: achuncharse11 'avergonzarse', enguatarse 'ahitarse', talquino 'de la
ciudad de Talca', etc. (5) Los extranjerismos provienen de diversas lenguas, pero es
necesario recordar que una de las características de la lengua española es su facilidad
para adoptar voces de otras lenguas.

Sin embargo, independientemente de cuál es el origen de las palabras utilizadas en


una comunidad, el estudio del léxico dentro de un contexto discursivo siempre
aportará algo acerca del estado de una lengua y, en este sentido, las distinciones
elaboradas por Rabanales, especialmente en 1953 y 1958, permiten clasificar, gracias
a una rigurosa nomenclatura, una serie de fenómenos léxicos que reflejan en gran
medida la cultura e idiosincrasia chilena. Por este motivo se revisan a continuación
algunos de los aspectos relativos a este nivel de análisis lingüístico dentro de la obra
de este lingüista.

4.1. CHILENISMOS SEMASIOLÓGICOS

Al intentar determinar el concepto de americanismo, Rabanales analiza el punto de


vista semasiológico y sostiene que el texto de Toro y Gisbert (1911) ya considera este
hecho: "Muchas palabras tienen hoy en América significado diferente del que disfrutan
en España" (en Rabanales 1953: 79). Debido a que Rabanales centra su trabajo en el
concepto de chilenismo, sostiene que se considerarán chilenismos semasiológicos

todas aquellas expresiones que han adquirido en Chile una


significación diferente a la de su lugar de origen, sumándose a ésta
(caso de polisemia) o sustituyéndola (caso de metasemia). No son,
pues, chilenas por su estructura formal, sino por su significado
(Rabanales 1953: 80).

Son muchos los ejemplos actuales que pueden darse respecto de este fenómeno,
especialmente en aquellas voces que adquirieron connotación sexual y cuya acepción
original se ve minimizada, por lo que los hablantes intentan evitarlas, como pico
'pene', zorra 'pubis', sapo 'vagina', hueco 'homosexual', tortilla 'lesbiana', niño 'pene',
chico 'ano', paja 'masturbación', champañazo 'eyaculación'. Sin embargo, hay otros
chilenismos semasiológicos sin dicha connotación, como pastel 'forma peyorativa de
designar una persona', caballo 'bueno', 'excelente' ("pasarlo caballo"), mate 'cabeza',
pera 'mentón', lanchas 'pies grandes', piola 'tranquilo', pie 'pago inicial', aguja
'insistente', perno 'torpe', maraca 'mujer que accede fácilmente a requerimientos
sexuales', mula 'falso, de mala calidad, engaño', pulpo 'cintas que afirman la carga
sobre un auto', sapito 'dispositivo del automóvil que arroja agua sobre el parabrisas';
ganso 'bobo'; vaca 'mala persona'; pingüino 'escolar'; osito 'prenda que cubre
totalmente a un bebé', burrito 'armazón metálica que sirve de apoyo a personas que
tienen problemas para caminar', por mencionar algunos casos.
4.2. JUEGOS DE PALABRAS

Rabanales (1953), junto con delimitar el concepto de chilenismo, menciona distintos


usos lingüísticos con propósitos humorísticos en el español de Chile. Estos recursos son
utilizados especialmente en la norma culta informal y en la inculta informal, y reflejan
el sentido del humor de los chilenos y su afición por los juegos de lenguaje. Pareciera
que esta es una característica propia del pueblo chileno el que, no importando las
circunstancias, siempre encuentra adecuada una buena broma, un comentario pícaro o
el último chiste, lo cual lo ayuda a superar los momentos tristes y difíciles o a hacer
más grato el diario vivir. Si bien Rabanales entrega una serie de ejemplos en torno a
los juegos de palabras, a continuación se presentan algunos casos actuales de tales
fenómenos12.

4.2.1. Se entenderá paisolalia como juego lingüístico o la expresión resultante de éste.


Se trata de una aproximación fonética de una determinada palabra o expresión, por
ejemplo, nos Belmont13 'nos vemos', chaolín '¡chao!', estar de acordeón 'de acuerdo',
estar precioso 'preso', andar botella "botado" ('sin pareja'), estar libreta 'libre', de
orégano 'de oro', de maleta "de malas" ('de mal humor'), al gratín 'gratis',
mahometano 'más o menos', no pasa naipe 'no pasa nada', cómo andamio 'cómo
andamos', aloha14 'aló'15, de Apoquindo16 'de a poco', durazno 'duro-a' [de
entendimiento], lenteja 'lento-a', cojinova17 'cojo-a'.

4.2.2. Los seudoantropónimos son palabras que adoptan la forma de un nombre, pero
que tienen una significación totalmente diversa; lo habitual es que se formen por
analogía meramente fonética, por ejemplo, Poblete 'pobre', Federico 'feo',Maluenda
'malo',Malena"mala" ('poco agraciada'), Filomena '¡filo! 18', Locatelli19 'loco-a', Al
Capone20 'el que pone [la música]' Paganini 21 'quien les paga la cuenta a los demás',
Liz Taylor '¡listo!'; Chabela! (hipocorístico22 por aféresis, con tropofonía y prótesis de
Isabel) '¡chao!, adiós'!, llamar a Guajardo 'vomitar', el Keko (hipocorístico de Sergio)
'el que cojea'; la Cyndi 'la sin dientes', la CyndiNicole 'la sin dientes ni colmillos', la
Karen ("care'mpleá (da)") 'cara de empleada', Valeska "vales callampa" 'de poco
valor', de Michael -pronunciado [demáik!el]-"demás" ('de todas maneras', 'sin duda',
'obviamente'), Pat Henry23(por similitud fonética con "paja"24) y Manuela Palma
'masturbación'25. Para replicar un comentario, son usuales las expresiones ¿Yturra? '¿y
tú?' y, con el mismo significado, pero como consecuencia del voseo chileno, ¿Y
Bombay?, ¿Y Bob Marley?, ¿Y Boston?, ¿Y Bosnia? '¿Y vos?'.

4.2.3. Los seudogeónimos son palabras que adoptan la forma de un nombre de lugar,
que encubren significados que la picardía -según Rabanales- no ha querido hacer
evidentes, por ejemplo, Ir aPichilemu26 'orinar', Ir a Chicago 'defecar', Ir a Cachagua27
(por su similitud fonética con cacha28) 'coito, acto sexual', IraAculeo29, 'tener
relaciones sexuales' (por similitud fonética con culear 'realizar el coito'), Estar en
Canadá ("en cana", voz del lunfardo argentino) 'estar en la cárcel', Jamaica 'jamás',
por Detroit 'sexo anal', viene de Putaendo30 'que ejerce la prostitución' (por similitud
fonética con puta), viene de Coihuecd31 (hueco 'homosexual'), va pa 'Pelarco32, anda
por Pelequin33 'calvicie incipiente' (por similitud fonética con la voz pelado).

4.3. RECURSOS LINGUISTICOS DE EXPRESION DE LA AFECTiVIDAD: EL


SENTIDO DEL HUMOR

Desde otro punto de vista, Rabanales (1958) distingue una serie de recursos
lingüísticos de expresión de la afectividad en el español de Chile. En el plano léxico,
Rabanales distingue entre homosemia (dos palabras sinónimas pero con distinto
registro de uso), hipersemia (formas intensivas, hiperbólicas, que pueden
ejemplificarse en el apodo o las comparaciones con la construcción más + adjetivo,
sustantivo o adverbio + que, por ejemplo, "Más apretado ['avaro'] que traje de
torero", antisemia (antífrasis en que el hablante expone una idea por la idea contraria
con entonación irónica), cacosemia (formas peyorativas, por ejemplo, hocico por
'boca'), calosemia (fórmulas de tratamiento, por ejemplo, m ' hijito), perisemia (dentro
de la cual se encuentra el eufemismo y el disfemismo, es decir, la atenuación o la
exageración humorística o incluso cruel), hiposemia, polisemia, palinsemia (ligado al
sentimiento del humor y usado con ánimo evidente de hacer un chiste) y parasemia
(también humorístico, cuando se sustituye una expresión por otra que pertenece al
mismo "campo asociativo", por ejemplo, Calderón del Buque por Calderón de la Barca).

En el español de Chile, el humor parece estar presente tanto en los aspectos positivos
como negativos, a la par de una creatividad lingüística que no deja de sorprender. El
hablante chileno está constantemente inventando nuevas expresiones, otorgándoles
otros significados a palabras ya existentes o bien jugando con ellas. Se trata de
distintos recursos que permiten expresar un particular carácter que mezcla la ironía, la
burla e incluso la crueldad y que casi siempre apuntan al defecto del otro, pues resulta
más fácil ridiculizar al vecino que ser uno mismo objeto de mofa. Es una práctica social
propia de los habitantes de este país, frente a lo cual Rabanales sostiene:

El hombre de nuestra tierra, con acentuadísimo sentido del buen


humor, que lo induce a preñar de afectividad casi todo lo que dice,
ha encontrado inconscientemente en la derivación y en la
composición dos cauces magníficos para dar libre paso a la corriente
impetuosa de su jocosidad, de su espíritu festivo, de su gracia
socarrona (Rabanales 1958: 51).

De todos los fenómenos mencionados, en este trabajo se han elegido solo algunos de
ellos para ser ejemplificados34 con usos actuales del español de Chile.

4.3.1. Según Rabanales, el apodo corresponde a la hipersemia, es decir, formas


intensivas, hiperbólicas que, además, contienen un grado de humor y crueldad. Es
habitual que, desde pequeños, los chilenos asignen un apodo a sus hermanos, amigos
y compañeros de curso; prácticamente no hay familia o grupo de amigos que no
cuente entre sus miembros a un guatón, un pelado, una chica, un negro o un flaco. En
el habla cotidiana, el apodo es habitual y la mayor parte de ellos son hiperbólicos,
peyorativos y, en menor proporción, afectivos; muchos tienen su origen en el reino
animal, vegetal, en comparaciones y, actualmente, en personajes del cine y la
televisión. En Chile se designan todo tipo de defectos o características físicas: es taco o
pitufo la persona de baja estatura; aceituna con ojos si la persona es de raza negra o
de piel muy oscura; guagua35 rusa si se trata de una persona robusta o bebé muy
desarrollado; chupete de fierro, volantín de cholguán 36, tanque a pedales, collar de
melones (por "pesado") 'antipático'; el cuaderno 'persona que padece acné' ("porque
está lleno de materia37"); taza, si a la persona le falta una oreja; la pastilla de menta
("chica, guatona38 y picante39"); elpat'e cumbia 'persona tiene un defecto al caminar'.
En los medios de comunicación, el apodo se menciona cuando se trata de personajes
mediáticos chilenos o deportistas (Chaleco López, Chupete Suazo), pero especialmente
cuando se trata de delincuentes. Tomado del diario El Mercurio (24 de octubre de
2009): "Óscar Maximiliano A.A. tiene sólo 18 años y lidera una banda de menores
asaltantes. El joven, apodado el "Poto Rico", enseñó a delinquir al menos a 10 niños: el
"Cisarro", el "Cara e'Pena", el "Loquín" y el "Ceja" [...]".

4.3.2. A pesar del alto uso de los eufemismos, es decir, de manifestaciones suaves o
decorosas de ideas, cuya recta y franca expresión sería cruda o malsonante (DRAE
2001), en Chile se utiliza el disfemismo para dar a conocer opiniones peyorativas.
Según la Academia, el disfemismo es un "Modo de decir que consiste en nombrar una
realidad con una expresión peyorativa o con intención de rebajarla de categoría. Se
opone a eufemismo" (DRAE 2001). Es quizá en el caso de los disfemismos cuando se
hace patente el sentido del humor un tanto cruel del chileno. Según Rabanales, "las
desgracias, por otra parte, por grandes que sean, no tienen la fuerza suficiente para
hacer perder al hombre de clases populares el sentido del humor, el que a veces toca
los lindes de la indiferencia y del cinismo" (1958: 293). Así, lo mismo que se suavizaba
con el eufemismo, se acentúa con el disfemismo: si un enfermo está grave, se dirá que
está jugando con la pelá40, que estápa'lgato, que huele a muerto y, en la actualidad,
que está pedido. Si deja de existir, se hablará del fiambre, el muertito, que entregó las
herramientas, que se fue al patio de los callados, que se puso piyama de madera, que
paró las chalas41. Ejemplos relativos al adulador [en el español de Chile, arrastrado]
son chupamedias, guata42 de callo, guata de foca; relativos a los homosexuales existen
una serie de expresiones peyorativas al tiempo que humorísticas, tales como se le
quema el arroz, se le pegan los tallarines, atiende por la puerta de atrás, se le apaga
el cálefont43; relativos a una mujer fácil, la tabla del 1 (por lo fácil), el vaso de agua
(no se le niega a nadie), la gripe (porque todos la han tenido), la luz del sol (porque se
entrega a todos por igual); relativos a una persona de la cual se duda de sus
habilidades, el tarro con más duraznos, la sandía con más pepas, el perro con más
pulgas, el pan con más chicharrones, el mono con más pelo, el pájaro con más
plumas; se dice de una persona torpe que le falta el uno pa'l diez, le falta la chaucha
pa 'l peso, le faltan gramos p 'al kilo, le faltan tablas pa'l puente o que es caído del
catre; se dice de una persona que padece de locura o demencia que se le llueve la
azotea, se le corrieron las tejas, se le suelta un tornillo,pela cables o peina la muñeca.

4.3.3. Es prácticamente imposible referirse al español de Chile y al sentido del humor


de los chilenos sin aludir a las comparaciones las que, de acuerdo con Rabanales,
corresponden a un caso de hipersemia (formas intensivas, hiperbólicas) que utilizan la
construcción más + adjetivo, sustantivo o adverbio + que. Estas construcciones
constituyen un rasgo característico de la conducta lingüística de los chilenos que refleja
su creatividad y sentido del humor, a pesar de que la fórmula "mas ... que" no es
privativa de Chile. Estas jocosas expresiones tienen en común que en mayor o menor
grado poseen cierto grado de crueldad. También se registra la fórmula "menos. que"
en el caso de pesar menos que paquete de cabritas 44 'sin valor', menos brillo45 que
zapatos de gamuza 'sin gracia'; menos presencia ('apariencia' o 'figuración') que
cenicero de moto; menos respaldo ('apoyo', 'protección', 'garantía') que asiento de
columpio o que silla de pianista. Algunos ejemplos con la fórmula "más... que" son los
siguientes: más corto ('tímido') que manga de sostén, que viraje de laucha46, que
muleta de cocodrilo; más rayado ('loco', 'demente') que charango de gato, que
cuaderno de tonto, que wáter de estadio; más caliente ('excitado') que papa de
curanto, que parrilla de gaucho; más apretado ('avaro') que mano de guagua, que
poto ('ano') de gallina, que mano de trapecista, que llave de paso, que traje de torero,
que tapa de submarino, que abrazo de curados47, que calzón de vedette; más
desenchufado que plancha de campo ('desorientado'); más negro que sartén de
vaquero; más raro que gallina con dientes; más traspirado que testigo falso, que
caballo de bandido; más arrugado que sobaco de elefante, que calzoncillo de taxista,
que plata pa'l pan; más asustado que monja con atraso, que aval de trapecista; más
asoleado que paco ('carabinero', 'policía') de playa; más aburrido que caballo de
feria48; más huasqueado ('ebrio') que león de circo; más hueco ('homosexual') que
empanada de pera; más flojo que gato de chalet (o de prostíbulo); más tranquilo que
gato de yeso; más lento que cascada de manjar49, que inyección de ulpo50, que
patá[da] de astronauta; más mala que plancha de palo; más doblado ('ebrio') que
camisa nueva; más quebrado ('ufano') que barquillo; más perdido que guagua de
comedia ('bebé de telenovela'); más pobre que ropero de Tarzán; más picante
('vulgar', 'de mala calidad') que hamburguesa de marraqueta 51, que promotora de
cochayuyo52, que sirena de pantano, que sostén de cotelé 53, que avión con parrilla,
que ataúd con calcomanías; más rápido que entierro de pobre; más seco que la toalla
de Bob Marley; más fome ('aburrido') que cumpleaños de sordomudos, que maratón
de guatones54; más ordinario ('vulgar', 'de mala calidad') que traje de baño de lana,
que gamulán de guarén55, que tapadura de greda, que acuario de jureles, que canapé
de guatitas56, que bisoñé de huaipe57, que linchaco de prietas58, que motel con
camarote; más abrigado que hijo único; más cocido que botón de oro 'ebrio' (por
similitud fonética con <cosido>, debido al seseo americano); más arreglado
('concertado') que mesa de cumpleaños, que casa piloto59, que sostén de maricón, que
trago de maraca60; más puntual que novia fea.

Los ejemplos anteriores muestran tanto el sentido del humor como la creatividad de
los chilenos y, desde esta perspectiva, la descripción lingüística permite conocer la
idiosincrasia de los pueblos. Las formas coloquiales son quizá el mejor reflejo de la
identidad y frente a la usual aseveración de que los chilenos "hablan mal", Rabanales
solía bromear al respecto y afirmaba que en Chile "se habla el mejor español de Chile
del mundo" con el propósito de demostrar que no hay hablas ni mejores ni peores,
sino que cada comunidad elige su propia manera de realizar un idioma.

CONCLUSIONES

Los trabajos sobre el español de Chile elaborados por Ambrosio Rabanales en distintos
momentos de su vida académica constituyen uno de los aportes más prolíficos
respecto de esta variedad de la lengua castellana. Independientemente de que existan
aspectos discutibles respecto de algunos conceptos o posturas teóricas, tal como
ocurre en cualquier propuesta científica, es innegable que Rabanales describió y
analizó prácticamente todos los componentes del español hablado en Chile desde la
gramática, la fonología, la sociolingüística, la semántica hasta sus realizaciones
normativas. Rabanales fue uno de los lingüistas más importantes del mundo hispánico
en el siglo XX, por lo que su contribución al estudio del español merece no solo ser
recordada, sino también estudiada y analizada con objeto de motivar a jóvenes
investigadores a describir y reflexionar respecto de la forma en que se realiza el
español en Chile. Este sería, sin duda, el mejor homenaje que se le pudiera rendir al
gran lingüista y maestro Ambrosio Rabanales.

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