La Insospechada Carencia de Mamá

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La insospechada carencia de Mamá.

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Mi madre me descubrió masturbándome y desde entonces creo que se obsesionó con ello
porque no dejó hacérmelo a solas nunca más… De ahí se inició una relación más íntima
que nos llevó a unos derroteros que nunca sospeché se pudieran llegar con mi inquisitorial
progenitora descubriendo su carencia.

Mi madre me descubrió masturbándome y desde entonces creo que se obsesionó


con ello porque no dejó hacérmelo a solas nunca más… De ahí se inició una
relación más íntima que nos llevó a unos derroteros que nunca sospeché se
pudieran llegar con mi inquisitorial progenitora, descubriendo en la carencia de
mamá a mi verdadera madre. Doña María ordenaba sin pedir por favor desde que
tengo memoria, mi padre lo aceptaba como un carzonazos dejando sin armas a su
hijo, al darle un ejemplo tan sumiso ante la matriarca. Llegado a mi adolescencia
descubrí una salida a su dominio y mal humor… masturbándome. Cómo casi todos
los días por la tarde noche, estaba pajeándome frente el lavabo del baño. Me
gustaba esa hora porque no están mis padres en casa, justo antes de la llegada de
sus respectivos trabajos. En mi teléfono miraba un vídeo de una tetona madura
montando una gran verga. Me excitan de manera extrema los vídeos de maduras
con grandes tetas naturales fornicando como poseídas por el demonio, porque se
asemejaban a mi madre, y al menos en mis fantasías podría someterla a base de
pollazos evadiendo su control…, esas hembras habían vendido su alma al diablo
para obtener los mayores placeres terrenales. Las del vídeo eran exquisitas tetas
grandes, blandas, algo caídas (las que más me calientan) y con grandes aureolas
oscuras de pezón espigado como una falange de un dedo…, ésta en concreto se
hallaba culeando con un fontanero en la cocina. Culona y tetona follaba la verga
joven abigarrado como experta. Era uno de mis videos favoritos “Busty House wife
Fucks The Plumber”, por si quieres verlo esta es la URL…

Apoyándome en el borde del lavabo con la base de mi polla y dejando mis pelotas
apretadas debajo y mi falo arriba, hacía que se estirase hacia atrás el prepucio y
tensara más la piel de mi miembro. Y con mi mano me pajeaba enérgicamente,
absorto en el vídeo. Repentinamente, y justo en el momento en que estaba punto
de explotar, abren la puerta de sopetón. ¡Era mi madre! Llegó antes de tiempo a
casa con ganas de orinar y yo confiado no había cerrado con seguro la puerta… Ahí
nos quedamos, unos segundos, mirándonos a los ojos…, Yo, con mi verga erecta
en mi mano y mis pantalones en los tobillos, y los exagerados gemidos del vídeo
sonando de fondo. Ella, parada en el umbral de la puerta con cara de sorprendida,
con sus manos en el cierre posterior de su falda, abriéndola. Debieron ser unos
dos o tres segundos, que se sintieron eternos. Los que pasaron antes de que ella
hiciera algo. Sin hablar, cerró la puerta por dentro tras ella, se bajó su falda y las
bragas, se sentó en el váter sin dejar de mirarme a los ojos y a mi verga de
manera alternada como si viese algo natural y previsto. De alguna forma ver su
enorme y blanco culo desnudo antes de que se sentara me calentó y sin poder
controlarme seguí con mi paja mirándola viendo a mi madre desnuda cintura para
abajo oyendo la fuerte meada con un chorro que golpeaba contra la cerámica de
manera ostentosa. Después de orinar con ese largo y pesado chorro que
exasperaba, secó su coño con un par de servicios de papel higiénico. Yo no perdí
detalle de su performance, masturbándome con la situación ajando de arriba abajo
todo el tallo con mayor contundencia de cómo lo hacía antes de entrar ella… Y se
fue sin decir nada cerrando la puerta tras ella. Los gemidos de la pérfida madura
en el vídeo seguían sonando, eyaculando ostentosamente sobre el lavabo. Cerré el
vídeo, limpié los chorretones de lefa y mi cipote y salí del baño. Mamá estaba
tranquila en la cocina, me asomé no queriendo entrar a punto de marcharme
cuando oí decirme…

– “Debiste haber cerrado con seguro”. Lo dijo mirándome fijamente a los ojos
invitándome a entrar a la cocina a charlar un rato sobre la situación. Ella sabe de
la cortedad de los adolescentes en estas cuestiones sobre sexo.

– “Si lo sé, fue un descuido, ¡Qué vergüenza mamá yo…!”

– “No te avergüences, es algo normal. Además debes estar estresado por tus
estudios así que no hay problema que te hagas una paja para aliviar tu tensión”.

– “Si ha estado pesado el trimestre”, dije tratando de justificar el tema.

– “Está bien que busques relajarte”, dijo sonriendo. “Ahora anda a comprar pan
para la cena, que en un rato llega Padre”.

Tras el incidente no hablamos del tema, y en realidad, no hubo mayores cambios


en lo cotidiano, salvo algunos momentos donde notaba actitudes nada habituales
en mamá. Ciertas miradas a mi entrepierna, o palmadas en disimuladamente en
mi culo con roces acompañados de apretones en mi paquete cuando estábamos
demasiado cerca y lejos de miradas reprobatorias, a ratos se arrimaba hacia mí y
me apoyaba sus tetas en el hombro sin motivo alguno. Siempre ha sido un poco
distante e impetuosa y no tan cariñosa, por eso todo era extrañamente distinto…
Mi madre es una mujer normal, no una MILF de porno, pero si tenía sus atractivos
con algunas cualidades a destacar como su piel morena por exposición al sol de
verano llenas de pecas, y no la típica de las mujeres pelirrojas blanca casi roja,
sobre todo en las zonas más expuestas al sol… mejillas, frente, nariz, pecho,
hombros y brazos. Sus ojos son verdes, su pelo oscuro y ondulado. Mide como
1,65 m. No tiene casi nada de barriga, solo un poco no tan grande que lo le afea,
más bien es una barriguita apetecible de acariciar donde perderse. Sus tetas son
una talla 105 con copa “D” muy bien puestos lo que da una idea que son grandes y
con unos pezones como rosetones de catedral. Y su culo es enorme, redondo y
blanco. Era una mujer guapetona muy bien dotada en sus curvas…curvilínea diría
yo de las que apetece montar por parte del macho porque son las mejores
candidatas a ser buenas hembras y mejores madres.

Pasaron los días sin mayores novedades, salvo algunos episodios de estos “acosos”
de mamá. A mí no me molestaban los manoseos a mi paquete o agarrarme del
culo a diario… Sus sobos a mis brazos cuando me hablaba eran extraños pero
agradables… me tocaba siempre y este hecho me calentaba porque todo hay que
decirlo, mi madre es una hembra madura con mucho morbo y en más de una
ocasión he fantaseado follándomela…sus biquinis en la playa y los cambios de ropa
desinhibida cuando estamos de vacaciones, en donde parece que todo vale, me ha
puesto unas cuantas veces cachondo. Una tarde, estaba caliente, muy caliente.
Con 18 años estaba con mis hormonas disparadas más salido que el rabo de un
cazo. Tomé mi teléfono y me fui al baño. Quería pajearme. Busqué en internet
alguno de mis vídeos recurrentes de maduras tetonas natural, quería una
cabalgando, moviendo sus tetas y gimiendo como loca. No cerré la puerta, y la
verdad, allí mismo quería que apareciera mamá con mi lanza en ristre. Una
sensación de nervios también me invadía subiéndome la adrenalina aumentando
aún más mi excitación…

Desenvainé mi lanza sentado sobre la tapa del váter, posicionándome de la forma


que más me gusta. Y comencé a meneármela concentrado en la imágenes de la
hermosa madura de ojos verdes claro y senos generosos que fornicaba en el
vídeo. Era una paja lenta, como haciendo hora…esperando. Sentí la puerta del piso
cerrarse, era mamá, siempre llega un par de horas antes que su marido. Subí el
volumen del teléfono al máximo, quería que ella supiera que me está masturbando
visionando un video porno. Pasaron unos segundos y se abrió lentamente la
puerta. Nos miramos a los ojos, sin detener mi paja me levanté posicionándome
sobre el lavabo que quedaba al lado de ella, quería verla reflejada en el espejo.
Ella se acercó por detrás de mí, pasó su brazo derecho por debajo del mío, y con
su mano me tomó el relevo haciéndome la soberana paja del día. A través del
espejo me miraba a los ojos fijamente, con su cabeza apegada a mi brazo
derecho, con su mano izquierda acariciaba mi abdomen bajo mi ropa. La paja se
sentía exquisita, con la presión perfecta recogía mi prepucio con la experiencia que
solo dan los años de dar placer a los machos. Imagino que mi madre no ha sido
mujer de un solo hombre, y por su coño y sobretodo sus manos habrán pasado
unas cuantas pollas, porque la sensación de su cálida mano jalando el forro de mi
verga una y otra vez, me estaba llevando al cielo. Mi falo como un fierro absorbía
estoico los tirones que esa hermosa dama ejecutaba sin recato y
contundentemente, aumentado la fuerza con delicadeza. Yo cerré los ojos y eché
mi cabeza hacia atrás, entregándome a sus caricias machaconas. Ella aumentó la
frecuencia y la presión en mi tronco, de manera maestra sabía lo que necesitaba y
cuando. No fueron más de tres minutos lo que su maestría se volcó en mí placer,
pero fueron los justos para colmarme en el orgasmo más fuerte de mi vida.

Mis testículos se retrajeron formando una pelota para eyacular, y mi verga


comenzó con las contracciones propias de una pronta eyaculación. Mi madre muy
acertada, tiró todo lo que pudo la piel de mi cipote, con la fuerza precisa
aumentando el ritmo con mayor presión en sus dedos sobre mi tallo endurecido.
Para luego soltar un primer gran chorro de leche, tras de ese un segundo y tercer
caño de lefa espesa que acabó en el grifo, azulejos y espejo, los siguientes en
eyacular ya eran más bien borbotones de semen que caían a plomo en el lavabo, o
sea, tres disparos fuertes que impactaron en el cristal y el resto de lefa con
chorros de menor intensidad que se fueron atenuando junto con mi orgasmo se
acumulaban en el lavabo. Fue tan intenso que mis piernas flaqueaban. Abrí los
ojos justo cuando ella soltó mi verga, observando cómo se llevó a su boca la mano
impregnada con chorretones de semen tibia, y con las mismas comenzó a lamer
sus dedos recogiendo todo los derramado sobre ella… mirándome a los ojos dijo…
– “Espero que te hayas podido relajar mucho mejor hoy mi amor”. Me dijo
chupeteando sus dedos impregnados de mi esperma. Tras decir eso, salió del baño
sin decir más. Sin poder articular palabras, me quedé en silencio. La encontré en
la cocina al salir del aseo, necesitaba hablar con ella por lo ocurrido algo
confundido…

– “Oye mamá, encuentro que tenemos…”

– “…No te preocupes”, me interrumpió. “Dejemos que las cosas como están…


suceden así y ya. No hablemos de lo que ocurrió”. Dijo sin mirarme, enfocada en
unos platos que lavaba.

– “¿Pero…Estás segura?”

– “Si”, giró su cara para mirarme con sus ojos vidriosos. “Hijo mío, que seamos
familia no es razón para que no nos mostremos como somos…Personas con sexo
donde tú tienes tus necesidades y tu madre…”

- “Pero tú eres mi madre y se supone que un hijo con su mad…” Me cortó


bruscamente…

- “…Nene todos estos supuestos impuestos por la sociedad nunca tienen en cuenta
las carestías de las personas… y yo antes de ser madre soy mujer y antes te puedo
asegurar que soy hembra con necesidades como todas, y no siempre me es fácil
controlar las hormonas”. No podía creer lo que estaba escuchando de una mujer
con el carácter tan fuerte, una mujer que siempre me había tratado como un
problema, y ahora me daba la sensación de ser una solución, o eran imaginaciones
mías de adolescente pajillero salido.

- “Yo nunca habría pensado que tuvieras carestías de ese tipo, te veo tan bien con
papá que creía…”

- “¡¿Por qué no?! Acaso piensas que las madres somos de cartón-piedra… Mira
cariño, desde que te vi masturbándote con ese desparpajo sin recato alguno ante
mí, supe que veías a tu madre más como mujer que como tu progenitora, y
aunque por un momento pensé que eras un cabrón pervertido, pronto vi solo a un
adolescente normal que tiene las hormonas exaltadas. Recordé cuando tenía tu
edad y como los chicos me acosaban cumpliendo mis deseos… por eso no he
dejado de pensar en mi enorme falta de… bueno en lo insatisfecha que estoy
desde hace tiempo con tu padre y cómo tú te pareces tanto a esos chicos que
andaban detrás de mí esperando que los complaciera…”.

– “Pero mamá no tienes por qué contarme nada…” Sus ojos vidriosos me llamaron
la atención… “¿Estás bien?” Preocupado, tomé su hombro.

– “¡No quiero hablar de esto, entiendes! Solo déjalo pasar, te has ganado una paja
de mamá, con una enorme corrida por cierto…, y nada más. Espero que te haya
servido para relajarte mucho mejor que contigo a solas” Lo último lo dijo con una
sonrisa, disimulando el conflicto interno que tenía. “Ahora anda a comprar al
supermercado antes de que lo cierren”.

Era parte de la rutina que me mandara a comprar a esa hora. A la vuelta, ya


estaba papá en casa y todo era normal. La conversación con mi madre me había
dejado con un sentimiento de culpa. Por lo que solo me limité a hacer como que
nada había pasado y me encerré en mi dormitorio temprano preocupado por
mamá y su mala situación sexual, quizás tan mala como la mía. Al día siguiente
llegó mi madre de su trabajo, una hora antes, como todos los viernes. Yo estaba
en la sala de estar viendo la tele. Mamá llegó algo alterada, a juzgar por su
respiración, y sus mejillas coloradas. Llegó con su cabello suelto y su blusa algo
desabotonada, dejando ver el canal entre sus tetas.

– “Hola”, me dijo, dejando su cartera y chaqueta en una silla del comedor.

– “Hola”, le respondí indiferente, la verdad es que no sabía cómo reaccionar. Se


sentó a mi derecha, con su escote apuntándole y abrazándome con su brazo
izquierdo.

– “¿cómo te ha ido tu día cariño…?”

– “Bien, bien, sin mucho que contar”.

– “¡Pareces un poco estresado! O solo me lo parece a mí”, posó y cargo su mano


sobre mi entrepierna.

– “¡¿Ehmm…Tú me encuentras así?!” Le pregunté inocente un tanto desconcertado


por su atención hacia mí.

– “Uy siii… Se te nota en tu mirada amor mío”. Su mano se deslizó a mi paquete


sibilinamente sin querer… Mi rabo comenzó a reaccionar inmediatamente bajo su
mano. Ella respondió a mi dureza cargando su mano con mayor fortaleza,
restregando aún más fuerte mi tranca cada vez más dura.

– “Si mamá, necesito liberar tensiones por lo que parece ¡Tienes razón!” Entendí el
juego y me dejé llevar.

- “¿Quieres que mami te ayude? Ahora sabe muy bien cómo hacerlo para que su
pequeño se relaje…”

– “¡¡Lo necesito con urgencia!! No lo sabía hasta que has llegado…”

Sin decir más me desabrochó el pantalón, apartó los calzoncillos y liberó mi verga
para comenzar a meneármela. Mamá jugaba como experta con mi polla cada vez
más dura, poniendo su escote cerca de mi cara. Yo metí mi rostro entre sus
tetazas con ganas de besar la poca piel que mostraba, me la machacaba con ritmo
y destreza bajando y subiendo mi prepucio… de vez en cuando posaba su dedo
pulgar sobre el glande y lo acariciaba haciendo círculos sobre él deslizándolo con
su yema ayudado por el lubricante natural de mi capullo endurecido…

– “Así me gusta mi niño, bien duro para su mami ¡Qué alegría me das! ¡Bendita
juventud!”. Yo no decía nada, solo me dejaba masturbar por mamá repantigado en
el sillón con las piernas abiertas para que ella tuviese espacio y pudiera sobarme
bien los huevos, y lo hacía de maravilla poniéndome el corazón a mil. “Para no
haber cumplido los 19 tienes una polla enorme… más larga y gorda que la de tu
padre ¿Cuánto te mide…?”

– “No sé qué decirte… no sé cómo se debe medir, si por arriba o desde los huevos”
Liberé un gemido. ¡Ahhhh…!” Ella mirando detenidamente mi cipote abriendo bien
los ojos me suelta…

“Por lo que creo, debe cubrir los 18 cm y unos 5 de gruesa… ¡Anda vamos al baño,
que con lo que eyaculas, aquí vas a dejar todo manchado de chorretones de
leche…! Mi polla se mostraba espléndida habiéndose despertado del letargo,
estaba a medias cuando comenzaron los primeros movimientos de su mano y me
bajó del todo la piel del prepucio que cubría el capullo, entonces acabó de coger su
verdadera dimensión…

-“¡Joder nene ¡Qué barbaridad! Tienes una polla bien grande, dura y con un
capullo mucho más ancho que el grosor del tronco de la verga! ¡Estás muy bien
dotado hijo… vas a ser un buen semental! Superas con creces la media de los
hombres… bueno de muchos machos”. Me quedé con las ganas de preguntar a
cuantos había conocido a lo largo de su vida. Por lo que insinuó de su juventud,
debían haberla follado unos cuantos…solo pensar que por su coño han pasado
diferentes pollas duras que han logrado correrse dentro dejándoles su lefa, me
puso algo molesto e incluso celoso por no haber tenido dicho oportunidad.

Se levantó y comenzó a caminar moviendo su gran culo, la seguí raudo, en el


pasillo ella se detuvo y se giró delante de mí dándome la espalda. Tomo mis
manos y las cruzó delante de ella, para apegar su culo a mi falo. Acto seguido
caminamos lentamente. Yo la besaba en su cuello, mientras ella levantaba su culo
poniéndolo respingón buscando la dureza de mi polla. Subí una de mis manos para
tomar una de sus tetas, lo evitó, reubicándola en su cadera. Agarrándola
fuertemente de las caderas restregaba mi verga en su monumental y redondo culo
mientras caminaba dándole empujones, a los cuales ella respondía levantando y
cargando su trasero para atrás. Llegamos al baño y ella apoyó sus manos en el
lavabo empinando su culazo. Entre punteadas y refregones, intenté subir su falda
pero apartó mis manos como a un niño malo, con las ganas por las nubes de
empalar a mi madre por su sabroso coño.

Repentinamente se enderezó me tomó la verga y me tironeo para acercarme a


ella. Le pareció muy grande para un chico de 18 años… pensé que ella nunca había
visto ni tocado una como mi polla en mi vida… en la realidad la mi padre no era
tan grande en mi opinión. Lo que más le llamo la atención fue la bolsa de mis
huevos, el escroto era enorme para ella, según me comentaba absorta en mis
genitales, me colgaba ampliamente despegada del cuerpo como de costumbre y
eso le encantaba, pues se marcaban claramente las dos bolas jalonadas de venas
azuladas que subían y bajan a la par que su mano recorría a lo largo del tallo
venoso, tenía una hinchazón morrocotuda y ella la aprovechaba para apretar sin
miedo la dureza del estoque acariciando por momentos mi glande con el pulgar
como tanto me gustaba. Soltó y ensalivó su palma de la mano para continuar
pajeándome…, notaba la calidez de su mano y la rugosidad de mi cipote sobre su
la suave dermis de su palma y dedos… No fueron necesarios más de cinco minutos
ajando mi falo para que liberara borbotones de semen en el artefacto de aseo.
Arriba y abajo chasqueando por la lubricidad natural de la verga y la incrementada
por su saliva ¡Chas, chas! Era tremendo el gozo de sentir los resaltes de mis venas
hinchadas en sus dedos, el calor de su cuerpo pegado al mío, su olor dulce a
hembra me atiborraba los sentidos. Mi mente deambulaba por los mundos etéreos
del placer notando cada pasada sobre mi tronco, mientras la otra mano me
acariciaba mi vientre plano, mis mulos y finalmente mis pelotas atiborradas de
leche, las apretaba y masajeaba con sus dedos jugando con las bolas que se
movían dentro del escroto, cuando de pronto se me puso mucho más dura,
jadeaba hiperventilando y ella arreció las pasadas con más contundencia hasta que
de una saltó el primer gran chorro de leche a toda presión, seguido de otros más
cada vez menos fortalecidos. Buena parte del semen se desvaneció sobre la mano
de mamá, y ver su mano pringada de lefa era emocionante…, mucho más verla
lamer cada dedo sin dejar sombra de los restos de lefa en ella. Besó mi mejilla
dejándome solo. Lo ocurrido después fue lo mismo, como si nada hubiese pasado.

…No sé qué me pasaba por la cabeza, era su madre pero en cuanto me fui a la
cama a pensar lo que sucedía, puede comprobar que me había mojado… no le di
más importancia, de verdad. Empecé a pensar en su fastuoso falo, lo que me
gustaba de él sin poder remediar compararlo con el que conocía mejor… el de mi
marido. Era más grande y más ancho (pensé que si mi marido lo tuviera así lo
notaria más, y que al metérmela por detrás me la “clavaría” bien llegando adentro
de mi anhelante vagina, y que como los huevos eran también más grandes los
notaria contra mis nalgas. Pensé en el capullo, tan ancho y con forma de “seta”, lo
bien que sería si mi marido la tuviera así, para usar ese reborde como tope para
mis labios al chupársela, apretarlos bien apretados alrededor de ese contorno,
asegurar de esa manera que es solo el capullo lo que tengo en la boca, y jugar con
mi lengua alrededor del glande hasta que se hinchara bien como le había pasado a
mi hijo. También pensé la cantidad de semen que le había salido a mi hijo en
comparación con el de mi marido, es verdad que antes a mi marido le salía mucho
semen como de novios, eso al menos lo había heredado de su padre, pero cada
vez va a menos, es normal, y como a mí me gusta su sabor, “el trago” que me
echaría sería espectacular. Me considero una gran felatriz y no tengo el mínimo
reparo en jugar con el esperma en mi boca antes de tragarlo a mi estómago.
También pensé, aunque que nunca lo he hecho pero es algo que está en la cabeza,
en esa anchura de glande metido en el agujero de mi culo, y con ese capullo tan
excelso notando cuando sale del agujero de mi culo a contrapelo, y como me lo
abriría al volver a entrar. Todos esos pensamientos me tenían consternada,
excitada y extrañada. Mis polvos con mi marido no eran los mismos a cuando nos
enamoramos, aquellos años de vino y rosas en donde podíamos estar días follando
como locos, ahora no tiene edad ni tantas ganas, también la rutina y no ser una
novedad para él, hace que follemos lo habitual en una pareja como nosotros con
casi 20 años casados…

Eran las tres de la madrugada, y unos ruidos extraños me despertaron. Provenían


del dormitorio de mis padres. Era obvio, estaban follando, y a juzgar con la
claridad con que se escuchaba, había dejado la puerta abierta, no era normal, por
ello no lo iba a desaprovechar. Antes los había escuchado, pero no me había
despertado la curiosidad. En cambio, con los últimos acontecimientos, quería ver a
mi madre siendo follada por su esposo. ¡Ojalá pudiera ver sus tetas saltando
mientras se la mete! Me levanté en silencio y caminé como un ninja por el pasillo
oscuro. La luz tenue de la tele iluminaba la alcoba de mis padres y salía un poco
de luz por la puerta a medio cerrar. Agazapado en el pasillo me asomé apenas
para evitar ser detectado… ¡Y ahí la vi! Montada sobre mi padre, dándole la
espalda, subiendo y bajando en la verga de mi progenitor. El lecho nupcial estaba
orientado con sus pies hacia la puerta. Por lo que, la vista de mi madre era frontal.
Ella con sus rodillas a ambos lados de la cadera de mi padre, con su culo respingón
apuntando a la cara de papá y sus manos apoyadas en las rodillas de él. Sus
enormes tetas se bamboleaban alborotadas con cada movimiento colgadas como
dos campanas…me avivaron sofocándome tanto que elevó mi fiebre cinco grados.
La luz del televisor era la precisa para distinguir sus delicados pezones erectos
rodeados por unas anchas aureolas oscuras. ¡No había imaginado así las gordas
tetas de mamá! Y la verdad, es que al verlas en plena faena coital apareándose
como una yegua, se convirtieron en el mayor fetiche para mí a partir de ese
momento.Ella gemía despavorida con cada estocada como una puta, con su cabeza
hacia atrás que con cada uno de sus movimientos, ¡Era una fiera montando!

Tras unos minutos ella se giró volviéndose hacia él y brindándome una completa
vista de sus carnosas nalgas, que se movían adaptándose al cuerpo de mi
afortunado padre. El catre sonaba víctima de la dinámica amatoria chirriando en
sus juntas y en los resortes del colchón. Yo estaba asomado solo mi cabeza, en un
ángulo preciso para que mi padre no pudiera verme. Me pajeaba furiosamente
ante el espectáculo curioso de mamá, como la más caliente actriz porno. Entre
esas blancas masas, su raja, subía y bajaba engullendo esa verga erecta cual
mástil de un velero. Yo lo seguían sin perder detalle. Coordine mi paja al ritmo de
ella, así que cada vez que ella se tragaba la tranca de papá, yo tiraba mi prepucio
lo más atrás. Al cabo de unos cuantos tirones, estaba sumido en un éxtasis
exquisito y morboso. Ella comenzó a acelerar el ritmo, y yo con ella. Sus gemidos
aumentaban y yo comenzaba a sentir mi corrida acercarse. Al instante ella cambio
a penetraciones lentas, profundas y fuertes. Yo la seguí en mi paja. A la primera
casi me corrí, resistí la segunda con un hormigueo en mis testículos, a la cuarta
sentía que mis huevos estaban a punto de reventar. Y a la cuarta exploté al mismo
momento en sus nalgas aterrizaban en mi padre percibiendo como la rellenaba su
esposo, engullendo al máximo su badajo con ella gritando un largo gemido que se
fue apagando lentamente.El nivel de calentura fue tan alto que los primeros dos
disparos no vi donde quedaron, los siguientes los sentí caer en mi mano. Seguí
meneándomela mientras miraba ese culo, objeto de deseo. Ella seguía moviéndose
sobre la verga de papá, lenta y suavemente reclinada sobre él extrayéndole hasta
la última gota de lefa de sus cojones…Antes de que detuvieran el coito o se
levantarán, volví a mi habitación silencioso, me limpié con un bóxer usado y me
dormí.

Desperté como a eso de la nueve de la mañana, con algo de sed. Así que fui a la
cocina a buscar algo para beber. Gran sorpresa fue la mía al ver a mi madre en el
pasillo limpiando unas manchas en la pared del pasillo junto a la puerta de su
cuarto. Solo llevaba un camisón de dormir algo traslúcida y muy corto, que apenas
alcanzaba a tapar su frondoso culazo. Al verme se me acercó decidida, y muy
seria. Me empujó hacia una pared del pasillo y mirándome a los ojos me dijo…

– “Supongo que disfrutaste mucho del show de anoche ¡¿Te gusta ver como se
follan a tu madre…?!”. Cambiando su expresión seria a una de calentura con voz
susurrante. “Te lo dediqué a ti corazón… me follaba tu padre pero tu verga era la
sentía en mi coño entrar y salir… ¡¿Te hubiera gustado ser tú…?!”.

Yo estaba callado, entre asustado y caliente. Su poca ropa, la situación y sus


pezones marcados me tenían desconcertado. Metió su mano bajo el pantalón de mi
pijama y me agarró el falo en estado erecto. Comenzó a jugar con mi prepucio,
deslizó su mano a mis testículos colganderos y los apretó mientras me decía al
oído…

– “¿Que te parecieron las carnes de tu mami…? Al parecer te calientas mucho


viendo el culo, el coño y las tetas de mamá ¡eh…! ¡Eres un Hijo deputa con unos
huevos bien gordos y muchas ganas…, por lo que veo! …Seguro que no tendrías
prejuicios de follártela y rellenarla de lefa con lo que eyaculas”.

Con su mano izquierda quitaba mi camiseta, y con la derecha no soltaba mi verga


bajo el pijama. Yo seguía callado disfrutando sus caricias como un cabrón que
aprovecha su posición desvalida para sacar partido de ello.

– “Así me gusta, entregado a los cariños de mamá ¡Eres un buen chico que sabe lo
que le conviene! Un cabroncete salido con ganas de follarse a mamá. Conozco muy
bien a los machos como tú…callados y dóciles, pero llegado el momento de la
verdad son capaces de soltar toda su rabia por esa polla que tienen como si fuese
un martillo pilón…”. Liberó mi verga para seguir pajeándola cuando escuchamos.

–“¿María…Dónde estás?” María, es su nombre. Desde el dormitorio, era papá que


había despertado.

– “Aquí en el pasillo, voy enseguida”, contestó sin soltar su presa ni dejar de


mirarme a los ojos entornados de fiera que se sabe ganadora de un juego que no
ha hecho nada más que empezar.

– “¿Vas a traerme el desayuno?” Preguntó.

–“¡No se te ocurra meterla!” Me susurró al oído, dándose la vuelta, apoyando sus


manos al otro lado del pasillo y levantando su prenda junto con su culo. – “¡¡VOY
PARA LA COCINA AHORA!! No te impacientes…,” respondió a papá. “Tú padre es
igual de rápido y exigente para todo… y las cosas tienen sus tempos” me dijo
soplando literalmente en mi oreja, notaba cada aliento que exhalaba su boca
amenazadora con comerme si delataba aquello… era su víctima y su premiado a la
misma vez.

Ella cargó su culo desnudo sobre mi polla inhiesta, dejando el glande apuntando
para arriba entre sus nalgas. Y comenzó a restregar su raja en mi rabo
empujándose con sus manos desde la otra pared del estrecho pasillo. Aproveché
de meter mis manos por debajo de su camisón de dormir para llegar a sus tetas.
En el instante en que mis manos sintieron la suave y caliente piel de sus pesadas
ubres sentí un subidón de adrenalina. Se restregaba con fortaleza mi ancho glande
entre sus labios que los abría inmensos hasta llegar en su pepita, y tras un buen
rato me desplazó y se puso frente a mí…se arrodilló justo cuando creí que todo
estaba perdido y nada más iba a suceder…, finalmente tomó con su mano derecha
mi polla en la raíz, y con una sonrisa me dio a entender que ya había comprendido
mis intenciones. Sin decir absolutamente nada se acercó la cara hacia mi verga
inhiesta, que ya estaba empezando a dolerme del bombeo de llenarse de sangre
más y más…

-“¡¿Quieres que te la chupe?”! No dije nada, simplemente asentí con mi cabeza.

Introdujo su mano muy suavemente en mi entrepierna sopesando mis cojones con


la mano izquierda y con la otra enfiló el cipote a su boca que ya se encontraba
muy cerca de su máxima expresión para albergar un capullo de casi 7 cm de
diámetro, descubrió mi glande con sus labios despejando el prepucio, y se la metió
poco a poco hasta quedar íntegramente en la boca. Mi reacción fue inmediata,
sentí un calor repentino que me atravesó todo el cuerpo, una sacudida que tan
intensa que nunca había sentido antes. Inmediatamente comenzó a masajear mis
huevos a la misma vez que me pajeaba la parte libre que no cubría su boca, al
tiempo de succionar mi polla tal cual como lo había visto cientos de veces en los
videos porno. No podía creer lo que me estaba pasando.

-“¿Te gusta cómo te la chupa mamá…? ¿Piensas que tu madre no puede ser tan
puta como esas…?”

-“Sí, me encanta, pero no pienso que seas una Puta… ¿A ti te gusta la polla de tu
hijo?”

-“Huele muy bien, es suave y gorda, no he podido esperar a que tú tomaras la


iniciativa…”.

Mi pecho que latía con fuerza, aquella sensación de sentir los labios de mi madre
sobre mi polla, sus manos haciéndose con todo lo que su boca no tragaba era
superior a mis fuerzas. Me mantenía pensando en otra cosa que no fuese a mi
madre arrodillada mamándome el rabo, lo cual no daba demasiado efecto. El
sonido de su garganta por el efecto del cipote ahondando en su garganta, la
suavidad su paladar y lengua apretando el duro tallo estaba siendo superior a
cualquier otra sensación antes vivida. Por primera vez percibía lo que sentían esos
actores porno que eran mamados por chicas tan exuberantes, pero no tan
morbosas como mi propia madre. De pronto todo se desvanecía, mis muros se
comenzaban a derrumbar cuando vi la mano de mamá apoyarse en mi corazón y
el primer orgasmo llegó.

Mi verga insaciable comenzó a bombear semen en su boca por primera vez, mis
sentidos agudizados captaban todo en un plano dimensional distinto, ralentizado,
mi respiración acelerada, mis pulsaciones, los roces desesperados de la mano de
mamá en mi pecho, mis caricias en sus tetas, las palpitaciones de mi polla inmersa
en el calor abrasante de la garganta de la madre que me parió, mis testículos
inflamados tomados con suavidad por su mano izquierda, los suaves sonidos de su
voz, gimientes exclamando placer y dándomelo, la pausa corta para terminar de
tragar el espesos esperma que llenaba su boca, el comentario que salió de sus
labios sobre la cantidad de semen que le estaba dando y que le sorprendió
nuevamente mientras volvía a adentrarse en su garganta ardiente abrazando mi
pedazo de carne latiente, la vista de su rostro con sus cejas arqueadas en un gesto
de pasión, la de su boca esforzándose al máximo para poder abarcar la exigente
circunferencia de mi diámetro fálico, y la de sus ojos encontrándose con los míos
en una nueva pausa respiratoria en la que aprovechaba para digerir la inmensa
cantidad de leche eyaculada en más de cinco descargabas incansables con los
orgasmos encadenados que provocaban las constantes eyaculaciones que ofrecía a
su boca. Las sujeté con fuerza dejando sus duros pezones aprisionados contra mis
palmas y mis dedos enterrándose en su blanda anatomía. Mi corrida abundante
terminó, extrajo el falo de su boca y tragó el semen depositado sobre su lengua,
se relamió y chupeteó mi glande acabando de limpiar el último borbotón de
engrudo remanente…lo hizo mirándome a los ojos con esa expresión de fiera y
tierna madre que cuida de su hijito.

Ya cuando relajé mi cuerpo solté sus tetas, ella se reincorporó y se fue a la cocina
a preparar el desayuno, mirándome y haciendo una señal de silencio con uno de
sus dedos en la boca. Cuando llegué a la cocina, era como si nada hubiese pasado.
Entendí su juego así que solo tomé un vaso, lo llené de agua y volví a mi
habitación. Luego todo volvió a la normalidad a casa. Mamá era la misma de
siempre, su relación con papá era la acostumbrada. Al menos por ese día. Esa
tarde, salí con un amigo y llegué de madrugada algo tomado. No escuché ruidos
en la alcoba de mis padres, ni tampoco vi nada sospechoso. Por lo que solo me
acosté. Y con lo bebido que estaba no demoré en dormirme. Con una jaqueca
terrible desperté temprano. Con una sed extrema. Pensé en ir a la cocina, y junto
con eso, comencé a recordar la escena de la mañana anterior. Mi erección no
demoró en manifestarse. Por lo que cruce los dedos y me animé a salir… Quería
encontrarme con la hembra caliente de la casa para jugar con ella.

Eran las ocho de la mañana aproximadamente. Solo se escuchaban los ronquidos


de mi padre y la puerta del dormitorio la tenían abierta. Me asomé y solo vi a mi
padre durmiendo, ella no estaba. Caminé hacia la sala de estar, tampoco la vi,
miré en el baño, no estaba. La busqué en la cocina, tampoco. Pero escucho
movimientos en la lavandería. Me acerco lentamente y la veo metiendo ropa en la
lavadora, agachada con su culo en pompa y sin nada que lo tapara, ya que su
camisón de dormir es demasiado corto para cubrir el culo estando estirada, mucho
menos agachada a noventa grado. No llevaba bragas… Me fascinó la vista, por lo
me quedé inmóvil admirándola en silencio. Salvo por mi mano derecha que tenía a
mi verga fuera de mi pantalón, pajeándome lentamente. De la nada se quedó
quieta ofreciéndome la vista posterior de su raja, agachada sin flectar las rodillas.
Luego tomo uno de mis calzoncillos cubierto con una gran macha de semen, con el
que me había limpiado la corrida la noche en que la espié. Se dio la vuelta con la
prenda usada en su nariz… lamió los restos de semen y se me acercó
lentamente…, la muy zorra sabía que me hallaba mirándola detrás y se recreó
mostrándome el culo sin bragas y ya de paso su abultado conejo de enormes
labios jugosos plagado de pliegues.

En su caminar trataba de mover lo más posible sus carnes para provocarme. Y


claro que lo lograba, mi verga estaba como un mástil y yo no paraba de
cascármela. Sus pezones eran apenas tapados por su prenda de tirantes de tela
delgada. Sus tetas bamboleaban amenazaban con salirse de la prenda en cualquier
momento, ya que tan solo una pequeña parte de ellas estaba tapada. Solté mi
verga para que ella tomara el relevo, y así lo hizo. La asió como una experta
dándome par de sacudidas dejando mi glande lo más expuesto. Dirigió la cabeza
que forma el ariete de mi polla, hacia su ingle para darle refregones suavemente.
Luego levantó su ropa y se dio la vuelta para volver a agacharse sin doblar las
piernas. Llevo la punta de mi falo a su raja y comenzó a rozarla sin penetrar
recorriendo de extremo a extremo mi cabeza, entreteniéndose un poco más en su
pepita que se sentía dura en mi sensible capullo. Movía su culo acompañado con el
recorrido de mi glande por su húmedo canal. Las veces que fueron suficientes para
que todo quedara empapado con sus jugos. Acomodó mi verga entre sus labios
vaginales, sin metérsela ¡No sé qué fuerza me contenía para no empujar y
enterrarla en su sabroso coño de labios carnosos! Estos abrazaban la parte
superior de mi mazo. Tomo mis manos y las llevo a sus caderas. Entendí su
intención provocadora, por lo que la tomé fuerte y comencé a rozar mi verga en su
raja lentamente. Más tarde comprendí que en realidad solo deseaba estimular su
clítoris, en este tipo de sexo sin consumar la penetración. Mis manos se hundían
en su hermoso y curvilíneo cuerpo como asegurando fuertemente cada empellón
de mi bálano. Así fueron varios minutos de roces constantes. Donde sentía el calor
de nuestros genitales mezclarse, sin ser algo completo.

En un momento me retraje un poco más y mi glande se acomodó en la entrada de


su lubricada cueva. Al reincorporarme comencé a penetrarla suavemente. Pese a
no ser virgen pues ya me había follado a más de una choni de turno del instituto,
como a la tal Jésica, puta como ella sola, aquel acto impúdico en ese instante fue
un descubrimiento. La sensación más placentera de mi vida, fue la que sentí al
notar como su cavidad ardiente me recibía acomodándose a la forma de mi cipote.
Sus labios menores me envolvieron con la mayor de las suavidades en un cálido
abrazo, casi quemando a mi ansioso ariete en la parte inicial de glande y poco
más. Su hambrienta vagina, completamente lubricada no estaba poniendo
resistencias a mi incestuosa internación en su misterioso interior. Por primera vez
invadía el coño de una verdadera mujer y este era de mi propia madre. La penetré
lentamente, un poco temeroso al no poder asimilar en ese momento con claridad
los nuevos sentires que estaba viviendo al entrar en la vagina por donde hace 18
años salí. Tras la incursión de mi glande en su acogedora vagina, continúe
entrando unos centímetros con mi excitación a los más altos niveles. Mi verga
comenzó con los espasmos como los previos a la eyaculación, sin llegar a serlo,
solo era pura excitación extrema promovida por parte psíquica más que por la
física. Las cosquillas, la presión entre mis testículos y el retraimiento de estos
daban signos de correrme, mi madre se percató, y se dio la vuelta sacándome de
su interior… sabía cómo calentar a un macho, una autentica zorra calienta pollas.
Me dolían los huevos una barbaridad y me dejó sin aliviarlos cuando…

-”Eso ha sido solo un adelanto… Tendrás que ganarte ser mi nuevo semental”, dijo
victoriosa mirándome. “Pero no voy a ser tan mala… quiero que sepas que tu
mami te quiere y no desea que sufran tus huevos condolidos ¿Verdad que te
duelen bastante? Pues ahora tu mami lo va a remediar…”.

Se agachó delante de mí y comenzó a pajearme rápidamente apuntando a su cara,


se sacó sus tetas por el escote y me cascó la verga ensalivando su palma
derecha… me dio palique muy seguido con contundencia hasta en un escaso
minuto comencé a eyacular sobre ella en apenas poder reprimirme. El primero
gran chorro de leche se encrespó sobre su ojo derecho, ceja y cabello, los
segundos apunto a su boca como solo saben hacer las putas golosas, llegándole al
mismo galillo… los otros con menos presión fueron derramándose en sus tetas y
lasúltimas gotas de semen las tomó directamente con su lengua desde mi glande
con la punta, justo en el agujerito de salida de mi uretra con su mirada clavada en
mi verga regocijándose de su nuevo éxito. Siguió unos segundos más meneando
mi estoque erecto y rígido hasta que ya no salió más dejándolo fielmente
escurrido. Con uno de sus índices tomo el semen que estaba en su cara, ojo y
ceja… se los llevó a la boca, chupándose el dedo se los trago, hizo lo mismo con
contenido espermático que quedó en sus tetas. Yo estaba fascinado mirando como
rebañaba mi lefa, ¡Disfrutaba de la morbosa situación! Luego se limpió más a
fondo con mis calzoncillos usados que había tomado del canasto y lo metió en la
lavadora. Ya compuesta, arregló su camisón de dormir, programó la lavadora y
dijo… -“¡Ya, lavadora andando!”. Con una sonrisa y mirada coqueta se fue de ahí,
bamboleando sus curvas y dejándome solo. Me quedé pegado mirando su culo
cuando se alejaba con mi polla aún tiesa cual viga empotrada. Tomé un vaso de
agua en la cocina y volví a acostarme. Desperté solo para almorzar. Todo normal,
como acostumbraba a disimular mamá tras de cualquier morbosidad aventurera
conmigo, se portaba como una bruja teniéndome en vilo. Y volví a mi dormitorio a
estudiar, era domingo y se venía encima una semana de exámenes en el instituto.
Tengo un escritorio en mi dormitorio donde suelo estudiar, y es en ese lugar
precisamente donde estaba en la tarde del lunes siguiente al episodio de la
lavandería…

Eran las siete de la tarde hora en la que mamá llegada regularmente, algo de
ansiedad comenzó a apoderarse de mí. Los recuerdos de nuestras últimas
aventuras afloraban entre los textos de las materias que estudiaba. Mi polla se
estaba poniendo dura con los flashes hacia la suculenta anatomía de mamá.
Quería que llegara luego y me masturbara y/o jugará con mi polla. Pero más que
eso, la verdad es que deseaba penetrarla completamente, y llenar su interior de
esperma hasta lograr vaciarme mis huevos. La sola idea me excitó tanto que tuve
que liberar mi mostrenco y comenzar a pajearme lentamente, estimulaba mi
glande recorriendo el prepucio en esa área, con movimientos cortos con mi pulgar
derecho. Trataba de hacerlo mientras leía, pero la concentración en los textos se
estaba tornando esquiva….La puerta se abrió, era ella.

– “Hola”, dijo contenta.

– “Hola”.

– “¡Estudiando ah! ¡Qué bien!, me alegro que estés tan aplicado…”.

–“Si mañana tengo una prueba importante de Tecnología Industrial”. Se adentró


en cuarto al lado de mi mesa. – “Te veo un poco estresado”. Sabiendo sus
pretensiones y mi necesidad flagrante…

– “No imaginas cuánto”. Se acercó lentamente sonriendo con ternura y acariciando


mis hombros y mi pecho…

– “Parece que necesitas ayuda de mamá hoy también ¡Y no voy a permitir que
suspendas por falta de concentración en los estudios! Mamá te hará lo que tiene
que hacer con su nene…”.

– “La verdad es que estoy muy tenso, es mucha la responsabilidad la de este


examen”.

– “¿En serio?” Decía coqueta arrodillándose entre mis piernas. “Entonces estamos
tardando en dar una solución”. Sacó mi mano de mi verga y comenzó con sus
caricias ajándolo con fortaleza queriéndola estrangular. Empezó con una paja
cadenciosa poniendo su cara a escasos centímetros de mi falo.

– “Espera”, dije levantándome y bajando mis pantalones para dejar despejados


mis huevos también.

Al volver a sentarme ella retomó su labor masturbadora con su mano derecha y


con su pulgar izquierdo presionaba mi escroto hacia abajo entre mis testículos.
Estirando aún más la piel de mi rabo. No fue necesario mucho rato para hacer que
mi estoque llegará a sus dimensiones máximas. Tras lograr una erección completa,
tiro del prepucio para dejar descubierto mi tenso, rosado y brillante glande. Para
proseguir con pequeños besos en la punta, muchos y suaves, provocándome
pequeñas cosquillas con lamidas cortas y suaves, para continuar con unas más
largas y cargadas de lengua y fortaleza, hasta lograr lamerlo en toda su extensión,
soltando su mano derecha. Besó mis bolas, las lamió y succionó cada unas
tragándoselas una a una. Tras el castigo de jugar con ellas dentro de su boca con
la lengua, volvió lamiendo mi tallo desde la base hasta la punta. Para engullirlo
finalmente en un ritmo frenético, profesional, con sus manos en mis caderas en
mamada libre. Lo tragaba como una Puta experta. Mis manos estaban en los
brazos de la silla. Extasiado miraba como se perdía mi verga en su boca con cada
engullida. Su lengua envolvía cálidamente mi cetro endurecido dentro de su boca.
Sus labios daban la presión justa a mi rabo, adaptándose en su recorrido a la
forma de éste ensalivándolo por completo. A pesar de lo placentero de su actuar
no estaba logrando hacerme correrme con tanta facilidad como otras veces,
porque mi cuerpo comenzaba a aprender las maneras de proceder de mi madre y
no pararía hasta obtener su preciado néctar. Así comprendí que mi madre gozaba
con las felaciones tragándose la leche del macho.

–“Mamá… Necesito algo más de ti, con lo de ayer… No puedo sacar de mi cabeza lo
que sentí…al momento en que entre en tu vagina…”. Dije entre jadeos. Ella sacó
mi falo de su boca y sonriendo dijo…

– “¿A sí…? Parece que te estás poniendo más exigente ¡Un jodido cabrón que
quiere follarse a mamá! Y si me dejo también querrás preñarme ¡¿No?! ¡Porque no
te importará un carajo rellanarme de semen!”.

– “No se trata de eso, es que quiero sentir el placer que significa penetrarte…”.

– “¡Mmmm…! ¡¿Seguro que No quieres decir que quieres follarme para


llenarme…?! Bueno nene, No lo descarto, pero aun así creo que es muy pronto…
Pero puedo ofrecerte otra cosa antes”. Se puso de pie y desabrochó su blusa,
dejándola caer al piso. Dejando a la altura de mi cara sus rebosantes tetas
atrapadas en su sostén. “¿Te gustan?”

– “Me encantan ¡Son las mejores que he visto en mi vida!”.

– “¡¿Y cómo sabes que te encantan si aún no las has probado como debes
atontado?! Además cuantas has visto en tu vida… ningunas como la de tu madre”
Y en verdad era así, mucho menos con esos pezones.

Llevo sus manos al broche en su espalda para soltar su sostén. Apenas soltó la
prenda sus ubres se descolgaron pesadas según su caída natural, tras las copas
del sujetador. Mi ansiedad hizo que por mi cuenta soltara los breteles moviéndola
por encima de sus hombros para que cayeran hacia los lados. Y sus tetazas
maravillosas quedaron al descubierto. Eran hermosas, gigantes, blancas, con unas
aureolas oscuras de unos casi 7 cm diámetro y unos pezones grandes y erectos de
unos 2 cm de largo. No aguanté y con una en cada mano las tomé desde abajo
sintiendo su peso reposar en las palmas de esas enormes masas, a medida que las
levantaba. Las junté en el centro y me acerqué a besarlas con hambre. Sus
pezones apuntaban a mí llamándome a chuparlos, lamer y succionar como un
mamón pervertido. Disfruté del contacto cálido de sus tetazas con mi cara, el
sabor de su piel y su suavidad al colarse entre mis dedos. La abracé con mi brazo
izquierdo, atrayéndola con fuerza mientras mamaba su pezón izquierdo y amasaba
su otra teta. Ella se sentó encima de mis piernas con un brazo en mi cuello, su
otra mano se deslizó bajando para seguir ordeñando mi verga. La sujeté del culazo
mientras seguía chupando golosamente sus tetas y ella continuaba con la paja.

– “¡Avísame cuando estés a punto de correrte!” Dijo en plena machacada, y así


continuamos un buen rato hasta que me vino el subidón de adrenalina… – “¡¡Ahora
me corro!!”

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Se bajó y volvió a arrodillarse entre mis piernas. Para volver a engullir mi falo
mucho más endurecido con la venas a punto de estallarme. Mamó un par de veces
y espero chupando el glande como si fuera un sorbete. Con una de sus manos
tiraba de mi prepucio y con la otra mi escroto era amasado y escurrido como sí así
lograse extraer más leche de ellos ordeñándome los cojones. Sentía como dentro
de su boca masajeaba con la punta de su lengua la parte inferior del glande,
donde está el frenillo, y la otra parte de mi bálano se frotaba apretando y soltando
contra su paladar. Tanto estímulo focalizado me hizo acabar de manera rotunda en
su boca. Noté como salió el primer chorro de leche y como lo recibió
sorpresivamente, en cambio los siguientes los acogió con mayor agrado. Todo lo
liberado fue tragado por ella, sin dejar una sola gota. Jugó con su lengua y mi
glande hasta terminar de eyacular. Y volvió a mamar un par de veces sin perder la
erección, todo mi engrudo se hallaba en su boca y me lo enseñó en señal de su
hazaña, con un gesto coqueto se los engulló directo a su estómago. Cuando lo
hacía relamiendo su boca, aún me pajeaba con la verga casi erecta, se hallaba
brillante y limpia, solo mojada con su saliva.

–“Ya, ahora que estás más relajado espero que puedas concentrarte en tus
estudios…”.

–“Lo intentaré mamá, pero queda una cuenta pendiente por saldar”.

–“¡De eso hablaremos! …Ya he pasado por el supermercado a comprar, así que no
tienes que salir…”, hablaba mientras se ordenaba sus mamas dentro del sostén.

–“¡Qué bien, gracias mamá! ¡Siempre pensado en mí!”

–“No te preocupes por nada hoy… ¡Ya sabes que lo hago todo por mi amor! Tu
padre y yo nos preocupamos porque estés bien y consigas buenas notas en
bachiller para una buena carrera”.

Abotonado su blusa y guiñándome un ojo… Se fue cerrando la puerta tras ella. La


verdad es que su intervención sirvió bastante para relajarme, y lograr enfocarme
en lo que tenía que hacer pese a su cinismo. Al día siguiente rendí en mi prueba lo
que esperaba de ella. La tarde del día siguiente también la destiné a estudiar. Solo
con el detalle de que mi madre llegó tarde junto con papá, por lo que no pude
disfrutar de sus “atenciones”. Lo mismo pasó el día del miércoles y el jueves. Las
cosas se pusieron complejas. Por un lado tenía la presión de mis estudios y por el
otro sentía la presión de desahogar mis ganas con mis testículos cada vez más
cargados. He de reconocer que después de los acontecimientos descritos, la idea
de solo masturbarme ya no me era llamativa. Lo intenté durante esos días donde
no tuve “encuentros” con mi madre, y la verdad es que sí lograba terminar, pero
ya no eran tan placenteras las pajas solitarias, sentía que algo me faltaba. Quería
seguir experimentando con ella, llegar más allá… Y por fin fue el viernes cuando
mamá apareció temprano por casa y sola. Yo estudiaba para el lunes siguiente sin
prisas ni mucha presión, lo tenía todo bien organizado. Apareció en mi habitación
muy sonriente.

– “Así me gusta mi chico… tan estudioso y aplicado en su tarea. ¿Me has


extrañado estos días…?”

– “¿Tu qué crees? Me tienes abandonado como un perro en medio de la lluvia”.

– “¡Ahí pobrecito mi nene! Me besó en la frente en un acto maternal. Hay que


dosificar cariño. No podemos ser tan golosos. Un descanso con expectativas hace
bien al cuerpo y al alma por eso es recomendable parar un poco la euforia”.

– “Mmmm… puede ser, aunque el stress me tiene atenazado. Necesito relajarme


un poco y la verdad es que las pajas en solitario ya no me ayudan tanto como lo
hacían antes de que tú me las hicieras…”.

– “¡Ah, Qué problema hay con eso…! Mami está aquí para ayudarte ¡Yo también te
he extrañado!”.

Se acercó a mí desabotonando su blusa hasta la mitad, dejando al descubierto su


sostén color burdeos con encajes y transparencias, muy erótico. Por el tipo de
prenda, lo tenía planeado. Tras eso, me dio la espalda y abrió el cierre de su falda,
para luego bajársela regalándome una vista en todo esplendor de su culo a unos
escasos 30 cm de mi cara ¡Todo un estriptis! Llevaba puesto unas bragas del
mismo tono de su sostén, que se perdía entre sus contundentes nalgas. Se giró
hacia mí y me dijo…

– “Tengo una idea”, sentándose en mis piernas. “Muéstrame uno de esos videos
que te gustan tanto”.

– “¿Porno…?”

– “Sí. Muéstrame como te gustan las mujeres con las que te haces tus pajas…”.

– “¿Estás segura…? ¿Te gustan esas cosas?”

– “Me gusta el sexo como a todo el mundo y siempre estoy abierta a aprender algo
más”.

Mi verga ya estaba como el acero con la situación. Por lo que, fue difícil para ella
saber dónde tenía que apoyar su raja. Y aprovechando le pedí que se levantara un
poco para “acomodarme”. Así que apenas se levantó bajé mi pantalón y
calzoncillos a la vez, quedando desnudo desde la cintura para abajo. Mi verga saltó
como un resorte bien tiesa mirando al techo, pero ella la acomodó en su raja al
volver a posar su ardiente conejo en mi verga, el contacto fue casi directo entre
nuestros genitales, claro que solo separados por la delgada tela de su ropa
interior.

– “Me gustan voluptuosas, maduras, grandes tetas y culonas. Así como tú. Mujeres
con las carnes abundantes y macizas con todo en su sitio”. Le comentaba mientras
buscada la página de internet.
– “Jajajaja”, rio mirándome hacia atrás y restregándome su raja sobre mi verga en
movimientos cortitos, a un ritmo suave y constante.

Busque un video donde saliera una mujer con proporciones y color de piel
similares a ella, encontré uno de Katie Cummings que se llama “HOT BABE KATIE
FUCKS PLUMBER”. El video comienza con un ama de casa curvilínea que atiende a
un fontanero envuelta en una toalla.

https://es.pornhub.com/view_video.php?viewkey=1025766734

– “¿Y ella dices que es como yo…?” – “Bueno si, encuentro que tienen un físico
parecido”.

– “Pero es más joven y un poco más morena”.

– “Pero no tienes nada que envidiarle mamá, además tú tienes mucho más
morbo”. Se rió a carcajadas…

– “Mmm… así que te gustan rellenitas, con buenas tetas y culonas…”.

– “Me gusta tener donde agarrarme”, le dije tomándola de las tetas sobre su
sujetador.

– “Adelántalo un poco que hablan mucho… donde empieza la acción. Si al menos


supiéramos inglés”.

Llegamos a la parte donde ella se desnuda mostrando su apetitoso cuerpo. Mi


madre miraba el video concentrada, restregando su mullida vulva vaginal contra
mi polla. Seguimos avanzando hasta la parte en que la actriz estaba sobre el
mueble de la cocina con el tipo comiéndole el coño como un caníbal, yo también lo
haría con gusto.

– “Uyyyy eso me encanta, que me coman el coño, tu padre ya no me hace esas


cosas y eso que tengo un coño sabroso, gordo y siempre mojado”. Siguió
concentrada en el video, sin parar de moverse sobre mí.

–“Me dio un poco de calor”, se sacó la blusa.

Aproveché para besarla en el cuello y hombros mientras que con mis manos la
acariciaba por donde más pudiese. Ella no perdía detalle del cunnilingus. Así que
aproveché para desabrochar su sostén. No dijo nada, solo lo arrojó a un costado
cuando lo sintió suelto. Comencé a amasar sus tetas desde atrás, ella soltó un
gemido suave cuando mis manos entraron en contacto con sus fastuosas mamas.
Bajé con mi mano derecha hasta su vagina, metiéndome en sus bragas, ya
mojadas por sus jugos, para estimular su clítoris, trate de seguir el ritmo del actor
mientras jugaba con el clítoris de “Katie” en el video. Ella comenzó a gemir,
primero suave y luego fuerte, acompasada por mis caricias.
Todo cambio en el instante en que el actor deja de comerle el chocho a la actriz y
se pone de pie para penetrarla. En ese momento mamá cambio de su actitud
pasiva a amazona. Se levantó para poder bajarse las bragas que cayeron a plomo
a sus tobillos y luego se desentendió de ellas con un juego de pies… se volvió a
subir sobre mí, ahora de frente. Agarró mi tranca agarrándola de medio palo y se
comenzó a restregar mi glande tipo seta completamente hinchado por toda su
raja, se encarnizó en el clítoris pajeándose… al cabo de un rato acomodó mi inflado
capullo asiendo firme la polla, en la entrada de su cueva para bajar fuertemente
en un primer envión a meda tranca. Me puso las tetas en la cara, sus brazos
alrededor de mi cuello y comenzó a cabalgarme como poseída buscando a cada
sube-baja mayor profundidad. Mi gordo capullo comenzaba a conquistar la gruta
prohibida sintiendo en ella sus paredes plisándose con una maravillosa presión
sobre mi sensible glande. Fascinado en sus carnes disfrutaba de sus asombrosas
tetas golpeando mi cara que campaneaban juntándose en su gran canalillo y
contra mi cara. Sus deliciosos pezones eran el festín más sabroso que había
probado. Pero el mayor placer estaba en cómo se sentía su vagina a través de mi
sensible polla teniéndola completamente empalada ¡Ya hubo conseguido pegar sus
labios vaginales a mis huevos! Lo conseguía una y otra vez en cada sentón. El
calor de su sexo envolvió a mi miembro viril de manera total, con sus húmedas
paredes de suavidad absoluta, me estaba llevando al séptimo cielo. Sus músculos
vaginales recorrían la longitud de mi falo estimulándolo en toda su extensión.

Lo más delicioso era la sensación de mi glande apretarse en lo más profundo de


ella cada vez que bajaba con fuerza. Mis manos ayudaban a llevar el ritmo
sujetándola desde sus nalgas inmensas. Sin dejar de mamarle las tetas, éstas
chocaban con mi cara alternadamente dándome su aroma tan familiar que me
recordaba a mi infancia…, por unos momentos sentí toda aquella felicidad infantil
de cuando me alimentaba con ellas, lo debía de tener tan grabado en el
subconsciente como mi instinto animal de fecundar a mi madre cual hembra.
Estaba en el paraíso disfrutando uno de los mayores placeres que se nos ha
regalado, el sexo ardiente, con una hembra ardiente y hermosa. Me sentía
envuelto por su cuerpo usándome como su objeto de placer. Mi rabo entraba y
salía de su vulva partiéndola por aquella raja de cremosos labios vaginales tan
carnosos como envolventes empapados totalmente. Con empaladas más lentas y
profundas siguió moviéndose, manteniéndose abajo apretando mi glande lo más
adentro presionando con sus músculos internos. Yo sentía que acabaría en
cualquier momento y la abracé, tomándola desde sus hombros para presionarla
hacia abajo. Logré que me entendiera y se la enterró para mantenerse un rato ahí.
Fue como presionar un botón en la punta de mi glande.

Ella se apoyaba en mi cuello y hombros, yo la sujetaba de las caderas, la


acariciaba por la espalda y apretaba con ambas manos sus nalgas buscando el
orificio de su ano, le clavé el dedo y ella dio un respingo pegando un sentó más
duro en respuesta a mi atrevimiento. Pese a ser una mujer madura, se mantenía
en muy buena forma porque con los pies en suelo no paraba de hacer sentadillas
embutiéndose sin cesar mi falo hasta los mismos huevos una y otra vez a ritmo
rápidos y otros más lentos, haciendo contornear sus cintura que producía un roce
por todo mi bálano…, sin duda mi madre era una experta folladora, se podría
ganar muy bien la vida de Puta. Su olor dulce me embargaba y el calo me
empezaba a subir, noté que mi cuerpo se tensaba y la gran corrida se avecinaba,
fue entonces cuando me incorporé a su ritmo moviendo mis caderas sincronizadas
con sus vaivenes, ella vio en mi actitud la que su hijo estaba a punto de correrse y
ejecutó lo más increíble, además de meter y sacar con avidez, sus músculos
vaginales comenzaron a trabajar succionando mi estoque, así era la muerte dulce.

Apenas sentí como éste se apretaba en sus profundidades, mi miembro inició sus
convulsiones para comenzar con la eyaculación. Mi orgasmo engatilló el primer
disparo de lefa que salió de mi uretra con una presión incólume. La apreté
fuertemente para que no se moviera. Ella apretó su abrazo en mi cuello y gritó
gimiendo de placer… seguramente se escucharon en la calle. Sentí que liberé litros
de leche en sus entrañas en varios disparos que no dejaban de salir de mi glande.
¡¡Ella se estremecía con cada uno!! Sentía como temblaban sus carnes sobre mi
cuerpo. Yo disparaba chorro tras chorro de esperma sin el menor recato, como si
en ello me fuera la vida lo fuese el culmen de la misma, la punzaba con mi verga
haciendo descargar toda la carga seminal en su misma cérvix, viviendo la
sensación ancestral que todo macho siente al marcar a la hembra Preñándola. La
presión de la sangre en mi cabeza me atolondraba disparando sin cesar mi leche
donde hace 18 me engendraron… al cabo de un poco más de un minuto, todo se
fue menguando pasados unos segundos dentro de ella asegurando la
inseminación, como hacen los perros con sus perras, pero ya no nos movíamos.
Quizás temíamos lo que pudiera suceder después. Fornicar era algo que
estábamos buscando ambos, sin duda. Pero una vez concluido eso no habíamos
pensado en que consecuencia nos traería, tanto anímicas como físicas para ella. Mi
verga ya cuasi rígida se Salió de su vagina cuando ella se enderezó y nos miramos
a los ojos. Sin palabras nos besamos tiernamente con un poco de mayor pasión
que otras veces, no en vano habíamos realizado un acto especial que no están
común entre una madre y su hijo, un acto ponderadamente íntimo entre un macho
y su hembra.

– “Tu padre llegará en un rato, no sería bueno que nos encontrará así
enganchados como conejos fornicadores”.

– “Tienes razón mamá, ¡Ha sido tan espectacular que…! Además debo seguir
estudiando”.

– “Bueno, me voy de aquí para dejarte tranquilo… solo quiero que te concentres en
estudiar”.

Se levantó y se fue desnuda, con su ropa en las manos. Lo último que vi fue su
culo antes de que cerrara la puerta tras ella. La escuché entrar al baño a ducharse
supuse. Pasada menos de una hora, llegó papá y las cosas siguieron como si nada
hubiese pasado, solo que esa noche era diferente, ahora sabía que mi madre
mientras charlaba con su marido, su coño más profundo albergaba bien caliente
allí adentro la leche de la mayor corrida que había tenido su hijo en sus 5 años de
madurez sexual…, una vagina repleta con mis millones de bichitos trepando por
sus trompas de Falopio… solo con pensar en el esperma que unas horas antes
llenaban mis huevos, se encontraba rellenando el útero de mamá, me la ponía
dura y sobreexcitado. Todo eso pasó a ser normal como antes… una madre
inquisitorial y un padre ausente en cuerpo y espíritu. Lo único a lo que prestó
atención mi madre fue a su estatus de mujer trabajadora y honrada, por eso me
explicó categóricamente que nuestros encuentros permanecerían en secreto hasta
la muerte, y que las sesiones las impondría ella a su libre albedrío sin previo
acuerdo. Nuestros escenarios más recurrentes comenzaron a ser mi habitación, el
baño y la lavandería… ella sabía que un chico adolescente siempre está preparado,
así que se servía de mí a su entera complacencia como quien va al supermercado
a tomar lo que necesita y cuando lo necesita, estuviese mi padre o no en casa
buscaba la instancia adecuada y se aprovechaba de mis candidez y excitación
permanente. Sin embargo tenerme pendiente de sus deseos arbitrarios no me
complacía del todo, como macho necesitaba tener a mi madre como hembra a mi
disposición según mis apetencias, así que algo tendría que hacer…

Continúa

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