Biografia de Diseñadores
Biografia de Diseñadores
Biografia de Diseñadores
«No sólo porque en ese campo la ropa italiana es la mejor del mundo, sino
porque presenta mayores dificultades que la ropa femenina. La moda
masculina es más ardua de diseñar, demanda gran creatividad. El hombre
encuentra más limitaciones a la hora de vestirse, pues se enfrenta con
patrones ya muy definidos. Así que el diseñador debe jugar con los detalles,
los tonos, las texturas».
Desde muy joven Hernán Zajar reveló una clara sensibilidad por la moda,
pero comenzó su carrera como diseñador después de otras experiencias
profesionales.
Estudió Administración de Turismo en Saint Paul del Mar, cerca de Barcelona,
y trabajó durante algún tiempo en hoteles del Caribe.
Más tarde estudio diseño de modas en Colombia así como también ha
realizado cursos de especialización en Roma y Nueva York.
Cuando regresó a Colombia inauguró un restaurante, y allí fue cuando
empezó a manifestarse su verdadera vocación, pues el mayor atractivo del
local eran los desfiles de moda que allí mismo organizaba él.
Todo esto es Carlos Pinel. Uno de los diseñadores que siempre dice presente
cuando se anuncia una feria de moda en Colombia, que permanentemente
observa las pasarelas más importantes del mundo y que hace presencia en
cuanto seminario o curso de actualización se atraviese por su camino.
Hoy en día tiene 10 tiendas en el país: cinco en Medellín y de a una en
Bogotá, Cali, Pereira, Armenia y Cartagena. Lleva siete años exportando su
ropa a países como Estados Unidos, Panamá, Venezuela y México y hace
pocas semanas abrió la primera tienda con su nombre en Chile, país en el
que se destaca como uno de los diseñadores más importantes del momento
y en el que recientemente gracias a la colaboración de Proexport presentó
un gran desfile de modas.
Diseñador de Modas
La marca vuela sola, pero no sin su creadora. En los seis países donde se
vende, Amelia Toro, capaz de crear sin descanso, persigue el detalle de toda
la cadena que exige el mercado de la moda.
Sobre el mantel blanco de la mesa alrededor de la cual nos damos cita para
conversar llegan unas arepas doradas, también frutas de esos colores únicos
que ofrece el trópico recién cortado en rodajas y unas tazas de té. “Sí, me
encantan las arepas”, dice reclamando en voz alta su origen. La diseñadora
Amelia Toro nació en Bogotá, pero su origen es manizalita y su vida ha
estado anclada a Nueva York. Allí tiene casa desde siempre. Porque sus
padres, y antes sus abuelos de ambas ramas, establecieron su hogar en esa
ciudad norteamericana. Sin embargo, el Manizales cafetero del industrial y
emprendedor Pablo Toro, padre de Amelia, siempre fue más que una
referencia geográfica en esta familia. Un lugar para el retorno, una razón
para toda la saga inmersa en un entorno cultivado en el sentido más cultural
del término. Los seis hijos de don Pablo y doña Gabriela (de ascendencia
cubana) viven en el mundo. La mezcla del español y el inglés en el idioma
cotidiano está pues arraigada por generaciones. Una realidad también para
los tres hijos adolescentes de Amelia Toro. Así, en medio de una marcada
noción bicultural, creció la diseñadora que estudió en Bogotá (en el mismo
colegio Nueva Granada que fundaron sus propias tías abuelas décadas antes)
y en la Gran Manzana, en Rhode Island School of Design en la Universidad de
Brown (con énfasis en arte) y luego en Parsons School of Design (más
industrial la formación).
Heredera del nombre de su abuela paterna que murió joven, Amelia Toro
contiene para sí lo que las personas tímidas salvaguardan: casi todo sobre
ellas. Desgranar su trayectoria exige ir haciendo breves paradas aquí y allá.
Para conversar sobre su interés por los números. Para recuperar anécdotas
infantiles alrededor de la pólvora en cometas con las que celebraban las
fiestas en Miami. Es preciso oírla reír e inmediatamente volver a su gesto
serio que busca refugio en el magnífico abrigo de lana berenjena –de su
marca, claro– que la cubre. Atender cómo vivió el éxodo que provocó el
narcotráfico en sus décadas de joven bogotana y cómo comprobó el radical
cambio estético –entre otros– que tuvo el país. La emoción que le causó hace
unas semanas un encuentro inesperado con Claude Montana, diseñador que
admira y con el que trenzó complicidades de oficio.
El inicio
Italia –con el diseñador de alta costura Pino Lanchetti y luego con Gianfranco
Ferré– e India fueron paradas cruciales en su formación como estudiosa del
diseño. “Siempre me hizo falta Colombia. Haberme ido tantos años refuerza
esa sensación”, subraya la creadora. Quizá por eso fijó precisamente en
Bogotá el taller en el que se fabrican mensualmente miles de prendas que
son enviadas a los puntos de venta de Amelia Toro en Estados Unidos
(diecisiete espacios), Dubái, Canadá, Japón y Suiza. Países a los que destina el
80 % de su producción. En las colinas del occidente de la ciudad se encuentra
esta fábrica donde trabajan más de cien personas y se realizan todos los
procesos que requiere una prenda para ser considerada “terminada”. Una
empresa única en el país, si se tiene en cuenta que no estamos hablando de
una marca masiva, sino de una diseñadora que ha logrado ubicarse en un
nicho de lujo apreciado y requerido nacional e internacionalmente.
Amelia Toro adquirió vida propia gracias al vuelo que le dio Cecilia de Ortiz –
madre de la diseñadora María Luisa Ortiz–, propietaria del almacén de moda
Octopus en Bogotá en los años ochenta, que le encargaba a la joven
diseñadora todas sus líneas, como si fuera la directora creativa de la
boutique. Lo cuenta con orgullo.
Durante este tiempo han salido de sus aulas 12.000 egresados de Diseño de
Modas. Nombres muy reconocidos como Ricardo Pava, Lina Cantillo, Julieta
Suárez, Mabel Palacios y Ángel Yañez, hablan del peso que tiene en Colombia
su Escuela.
Alfredo barraza
El diseñador colombiano Alfredo Barraza, nació en Barranquilla, estudió en la
Universidad Autónoma del Caribe, de donde se graduó como delineante de
arquitectura, pero sus trazo se hicieron famosos con los vestidos y las reinas
que hicieron de este autodidacta de la confección uno de los más creativos e
importantes ...
Este talentoso diseñador, nace en Barranquilla, Colombia. En su adolescencia
se viene a vivir a Bogotá, donde realiza sus estudios superiores de
arquitectura, luego interrumpe su carrera por el apasionante mundo de la
moda, después de que un amigo descubriera su maravilloso talento y lo
vinculara en este medio.
Sus diseños se caracterizan por ser muy elegantes, con exquisitas piezas en
bordados y pedrería, realizados totalmente a mano, generalmente vestidos
largos con diferentes cortes, escotes, straples, sesgos, vuelos y colas en
faldas, transparencias y mucho brillo, un derroche de glamour y sensualidad
que lleva su propio sello, resaltando la belleza femenina y rindiendo culto al
cuerpo de toda mujer.
Silvia Eugenia Tcherassi Solano (Barranquilla; 21 de agosto de 1965), es una
reconocida diseñadora de moda y empresaria colombiana. Sus colecciones
incluyen prêt-à-porter,1 vestidos de novia, accesorios y calzado.
Biografía
Silvia Tcherassi nació en Barranquilla el 21 de agosto de 1965. Fue la Reina
del Carnaval de Barranquilla en 1986.2En 1990 creó su propia compañía
llamada Altamoda.3 En 2003 fue invitada por los organizadores a participar
en el calendario oficial de la semana de la moda en Milán.4 En 2004 Tcherassi
fue condecorada por el entonces embajador de Francia en Colombia, Daniel
Parfait, con la Orden de las Artes y las Letras,5 que ese gobierno entrega a
personas nacionales y extranjeras que han realizado sus contribuciones al
campo cultural. En ese mismo año fue invitada para participar en la semana
de la moda en París.6
Silvia Tcherassi está casada con Mauricio Espinosa; con el cual tiene dos
hijos: Mauricio y Sofía. Tcherassi es portavoz de la campaña de UNICEF en
contra del uso de minas antipersonas, Más arte, menos minas.