Habilidades Motrices Del Baloncesto
Habilidades Motrices Del Baloncesto
Habilidades Motrices Del Baloncesto
Sobre el tono muscular, por consecuencia se van construyendo e integrando todas las competencias
del individuo; y en el caso de un desorden físico o psíquico el tono deviene el primer termómetro del
posible trastorno.
También se manifiesta de otras formas visibles con el tiempo en forma de motricidad, aprendizaje,
lenguaje o comportamiento.
El cuerpo
Boscaini lo describe como una estructura constituida de una diferenciación de cuatro niveles de
organización (instrumental, cognitivo, tónico-emocional y fantasmático) que a partir de unidades
psicomotoras simples, más profundas, poco visibles y comprensibles inmediatamente evolucionan
armónicamente, hacia formas expresivo-funcionales más complejas maduras mesurables.
El plano afectivo: Se fundamenta en la motricidad muy particular de cada individuo, fundado sobre la
función tónica.
El plano social: Un nivel conforme a todos y codificados por todos de la misma manera dentro del
ámbito en el que se mueven, individuos del mismo entorno sociocultural.
Esquema corporal
La psicomotricidad ayudará al niño a desarrollar su esquema corporal, manteniendo la conciencia, la
relación de los diferentes aspectos y niveles del "Yo", el esquema personal puede considerarse esencial
en el desarrollo de la personalidad.
A continuación enumeraremos las diferentes etapas de desarrollo del esquema corporal.
De 7 a 14 años, se resuelve el esquema corporal en su conjunto definitivamente a través de la conciencia
y de los diferentes esquemas que componen el cuerpo y del control de sus movimientos.
Trastornos del esquema corporal
Asomatognosía: el sujeto es incapaz de reconocer y nombrar en su cuerpo algunas de sus partes. Suele
esconder algunas lesiones neurológicas. La agnosia digital es la más frecuente en los niños: éste no es
capaz de reconocer, mostrar ni nombrar los distintos dedos de la mano propia o de otra persona. Suele
haber otras alteraciones motrices acompañando a ésta.
Trastorno de la lateralidad: estos son a su vez causa de alteraciones en la estructuración espacial y, por
tanto, en la lectoescritura. (Y, de ahí, al fracaso escolar).
Ejemplos más frecuentes de la lateralidad:
Zurdería controlada, aquellos niños que siendo su lado izquierdo el dominante, por influencias sociales
pasa a encubrirse con una falsa dominancia diestra. La zurdería en si no es un trastorno; si el imponer
al niño la lateralidad no dominante para él.
Ambidextrismo: el niño utiliza indistintamente los dos lados de su cuerpo para realizar cosas; también
origina serios trastornos especiales en el niño y en sus aprendizajes
Lateralidad cruzada; origina problemas de organización corporal cuando el niño no tiene una lateralidad
claramente definida, hay que ayudar a resolverlo en algún sentido.
La psicomotricidad, etapas y áreas. Propuesta aplicada al baloncesto
Uno de los principales problemas de las sesiones de entrenamiento es el reducido tiempo útil (el que
realmente están en movimiento). Para abordar la situación los entrenadores y preparadores físicos
deben buscar tareas lo más completas posibles que tengan un gran impacto en las múltiples
dimensiones del jugador.
Se pretende ayudar a diseñar tareas dentro y fuera de la cancha que ayuden a la mejora psicomotriz y
táctico-técnica de los jugadores haciendo que el tiempo útil de sesión sea rico en experiencias e incida
lo más posible en el desarrollo integral del niño.
Existe una estrecha relación entre baloncesto y psicomotricidad. Nuestro deporte puede ser una
motivadora herramienta para el desarrollo la psicomotricidad, lo que repercutirá positivamente en la
adquisición de habilidades técnico tácticas de baloncesto (Giménez, 2000).
La psicomotricidad no solo se debe trabajar en las primeras etapas de la formación de jugadores sino
que debe ser un contenido transversal en cualquier planificación deportiva ya sea para adquirir
patrones motrices o reestructurar los mismos. (Quirós 2011).
Definición de psicomotricidad y etapas
La psicomotricidad es un término que abarca la globalidad de la persona y no solo su aspecto orgánico,
implicando así, aspectos cognitivos, emocionales y sociales.
La primera referencia a la psicomotricidad la encontramos en Dupre (1920) quién relaciona trastornos
psiquiátricos con comportamientos motores. Ya en el siglo XX y XXI podemos encontrar definiciones
como la de Muniáin, (1997) quien considera “ al ser humano como una unidad psicosomática y
que actúa sobre su totalidad por medio del cuerpo y del movimiento, con el fin de contribuir a su
desarrollo integral” o Berruezo (2000) quién define el objetivo de la psicomotricidad
como: “desarrollo de las posibilidades motrices, expresivas y creativas a partir del cuerpo, lo que le
lleva a centrar su actividad e interés en el movimiento y el acto, incluyendo todo lo que se deriva de ello:
disfunciones, patologías, estimulación, aprendizaje, etc. ”
Actualmente para la Federación de Asociaciones de Psicomotricistas del Estado Español (FAPEE), el
término psicomotricidad integra las interacciones cognitivas, emocionales, simbólicas y
sensoriomotrices en la capacidad de ser y de expresarse en sociedad.
En cuanto a las etapas, Piaget (1970) establece cuatro etapas o periodos en el desarrollo. Las etapas se
relacionan con edades, pero el tiempo que dura cada etapa tiene una gran variación individual y
cultural.
Áreas de la Psicomotricidad
Dentro de la psicomotricidad se establecen varios modelos. Por un lado, el modelo dirigido centrado más en la
dimensión motora y cognitiva, establece el esquema corporal como base a partir de la cual se desarrollan el resto
de esquemas (temporal y espacial). Por otro lado, encontramos el modelo vivenciado que enfatiza los aspectos
sociafectivos trabajando distintos parámetros relacionados con la persona: cuerpo, espacios, objetos, os otros,
y el lenguaje.
En los últimos años y desde la (FAPEE) se ha tratado de acercar posturas a través de la siguiente propuesta
integradora:
1. Área motora:
Tono muscular: Punto de arranque de la estructura psicomotriz, muchas alteraciones en el desarrollo
infantil se deben a una deficiencia tónica. Incluye también el control postural en las diferentes formas
(tumbado, de rodillas, de pie…) y la relajación de todo el cuerpo o segmentaria.
Coordinación dinámica general: Arrastres, giros, volteos, marcha, cuadrupedias, gateos… Diferentes
tipos de desplazamiento con y sin balón.
En el calentamiento se pueden plantear tareas que impliquen a varias partes del cuerpo (piernas,
brazos, disociar solo un brazo…) cumpliendo así con el principio de globalidad que debe tener esta fase
de la sesión.
Equilibrio: Evoluciona desde lo estático a lo dinámico espontáneo. Tareas en las que los jugadores
descubran como hacer una parada equilibrada contribuyen positivamente a la mejora del equilibrio.
Elemento que pueden enriquecer el ejercicio:
Variaciones en los tamaños y formas de bases de sustanciación (pies juntos, separados, uno
delante uno detrás, solo un pie, un pie y una mano…)
Diferentes alturas del centro de gravedad (de pie, flexionado, sobre un banco, sobre varias
colchonetas…).
Coordinación visomotriz: Manipulación de objetos: recepción, lanzamiento, golpeo, prensión… En el
lanzamiento existe una primera fase donde los movimientos son segmentarios (solo extendiendo brazos para
desprenderse burdamente del objeto), posteriormente se produce la fase homolateral (se adelanta el mismo pie
de la mano de lanzamiento) y finalmente contralateral (se adelanta pie contrario al del lanzamiento).
Importante tener en cuenta este aspecto a la hora de diseñar tareas de fundamentos táctico-técnicos de pase o
finalizaciones.
Picq y Vayer (1977) proponen una progresión de tres tipos de elementos que concurren simultáneamente:
Tipo de material: de balones grandes a pequeños y de pesados a ligeros.
Trayectorias: con rebote, curva y directa
Distancia: De cerca a lejos.
Lateralidad: Mano y pie dominantes y no dominantes. Está en una parte, genéticamente determinada y en otra,
se trata de una competencia adquirida. A los siete meses una mano resulta más hábil que la otra y empieza a
utilizarse en tareas que requieran una acción unilateralizada. De los cinco a los siete años se produce la
afirmación definitiva de la lateralidad (Quirós, 2011).
Disociación de movimientos: Coordinación de miembros superiores, miembros inferiores, movilización del
cuerpo en su totalidad y segmentada. Podemos usar como ejemplo la disociación entre el bote y el movimiento
de los pies (bote rápido-movimiento de pies lento y bote lento-pies rápidos).
2. Área cognitiva:
Percepción del cuerpo: Conocimiento de las distintas partes del cuerpo. Este aspecto que en muchos casos se
desatiende pues se consideran tareas sencillasresulta la base de la reeducación y el disfrute del movimiento. La
percepción global del cuerpo evoluciona desde lo estático hasta lo dinámico orientando su cuerpo hacia los tres
ejes imaginarios que delimitan el cuerpo: delante/detrás, izquierda/derecha, encima/debajo. (Sugrañes y Ángel
2007).
Espacios y objetos: Utilización y exploración de todo el espacio, siendo capaces de conservar sus propias
referencias sin dejarse influir por la presencia de compañeros.
Fundamental para nuestro deporte el uso compartido del espacio, por ejemplo: ocupar la cancha de tal forma
que mi situación interfiera o no con posibles trayectorias de mis compañeros y rivales.
Tiempo: Adquisición de la capacidad de espera, respetar turnos de intervención, y distribución del tiempo en las
actividades.
Capacidad de representación: Juego simbólico, imitación diferida, en lenguaje…sta habilidad expande la
capacidad de actuar sobre la realidad.
3. Área socioafectiva y comunicativa
Relación de apego y seguridad: Desde el inicio de su vida el niño necesita la figura de un adulto. El entrenador
es quién sostiene esta figura cuyo objetivo deber ser establecer un buen vínculo de apego, consiguiendo que el
jugador acepte y busque el apoyo del entrenador desarrollando su propia autonomía.
Relación entre iguales: Relación con sus compañeros: coopera, respeta, muestra asertividad, tiene iniciativa,
resolución de conflictos. Fundamental en un deporte de equipo como el nuestro, donde nuestros jugadores
comparten muchos momentos: viajes, vestuarios, banquillo, cancha…
Autoconcepto y autoestima: Reconocimiento de capacidades y límites. Propuesta de objetivos alcanzables y
exigentes. En este sentido, el fin debe ser que los jugadores sean cada vez más independientes. Por ejemplo,
ante la misma tarea (dos minutos para tocar el mayor número de balones que puedas) los jugadores deben
ponerse metas individuales (tocar tres balones, que no me toquen el mío…) hay que buscar tiempo para
reflexionar si las metas se han ajustado a la habilidad del jugador o han sido poco realistas.
Expresión de reacciones emocionales: Reconoce e identifica sus sentimientos y las de los demás. Afrontar
miedos: en las primeras etapas hay un miedo a hacerse daño con el balón, posteriormente puede existir miedo
al contacto con rivales o con el suelo.
Aceptación de normas: El jugador debe evolucionar desde una etapa (hasta los dos años) donde sólo sigue sus
propios deseos, posteriormente comienza a percatarse de que hay unas normas que son obligatorias (desde los
dos a los siete años), a continuación (siete a los diez u once años) surge la idea de grupo y la necesidad de cierto
orden para mantener el juego y por último, aparecen los sentimientos morales apareciendo la modificación de
normas por aprobación general.
Lenguaje: Capacidad de expresión, comprensión y comunicación. La comprensión evoluciona desde la
articulación de palabras, estructuración de frases, uso adecuado del lenguaje, tonalidad, gestualidad y
vocabulario ajustado a la edad. El entrenador debe tener en cuenta que para una óptima comprensión los
jugadores tienen que escuchar, comprender las órdenes simples antes de dar órdenes complejas. El proceso
de comunicación empieza con la expresión de deseos y necesidades, continúa con la realización de
intervenciones espontáneas y diálogos con los demás, y finaliza con poder seguir una conversación.
Materiales
Podemos aprovechar las posibilidades que nos ofrece la pista o el material convencional (utilizado de
forma creativa) creando una buena base motriz y dejando dichos estímulos para futuras etapas donde
la novedad provoca motivación.
Es interesante reflexionar sobre el papel socioafectivo de los materiales. A continuación un ejemplo del
posible uso de los materiales:
Pelotas y balones: Diferentes formas y tamaños. En el plano sensoriomotor desarrollan la
coordinación dinámica general y segmentaria. Sirven también para trabajar conceptos básicos
relativos al tamaño, forma, color y textura.
Aros: Pueden utilizarse en actividades sensoriomotoras como rodar, girar, saltar y cognitivas
como: dentro-fuera, izquierda a derechaelante-detrás. En el área socioafectiva puede utilizarse
para compartir el espacio, tareas donde varios jugadores agarran o se tienen que meter dentro
del aro.
Picas o tubos de gomaespuma: Sirven para desarrollar el equilibrio en las fases iniciales. En
actividades espontáneas, los tubos de gomaespuma se pueden emplear como
una alternativa para canalizar las posibles frustraciones que se puedan generar en los jugadores
durante los entrenamientos.
Cuerdas: Desde el punto de vista sensoriomotor se pueden usar en actividades de trepa o saltos
y socioafectivamente desarrolla la función de unión o mediador. Los jugadores unidos por una
cuerda se dan cuenta que sus movimientos afectan al otro, por tanto, hay que mediar:
responsabilidad individual en el objetivo grupal (de la pareja).
Marcas del suelo: Sensoriomotrizmente sirve para delimitar las zonas o recorridos, además de
actividades relacionadas con la coordinación dinámica general: dos apoyos a un lado de la línea
dos a otro, salto y recepción encima de la línea, salto y recepción fuera…
También actividades más complejas relacionadas con la orientación espacial al situarse con respecto a
determinadas marcas del suelo. Desde un punto de vista de juegos simbólicos puede servir
para construir espacios abiertos, cerrados, compartidos…
Bibliografía recomendada
Bernaldo de Quiró s Aragó n, M. (2011). Manual de psicomotricidad. Madrid: Pirámide.
Bernaldo de Quiró s Aragó n, M. (2015). Psicomotricidad. Madrid: Pirámide.
Berruezo, P.P (2000). El contenido de la psicomotricidad. EN P.Bottinin (ed.) Psicomotricidad: prácticas
y conceptos, pp 43-99. Madrid: Miño y Dávila.
Giménez, F.J. (2000). Fundamentos básicos de la iniciación deportiva en la escuela. Sevilla: Wanceulen
Gutiérrez Sas, L., Fontenla Fariña, E., Cons Ferreiro, M., Rodríguez Fernández, J. y Pazos Couto, J. (2016).
Mejora de la autoestima e inteligencia emocional a través de la psicomotricidad y de talleres de
habilidades sociales. Sportis. Scientific Journal of School Sport, Physical Education and
Psychomotricity, 3(1), p.703.
Muniáin, J.L. (1997). Noción/definición de psicomotricidad. Psicomotricidad I (55), 53-86.
Piaget, J. (1970). Piaget’s theory. En P. H. Mussen (Comp.), Carmichael’s manual of child psychology.
Vol 2. Nueva York: Wiley
Picq, L. y Vayer, P. (1977) Educación Psicomotriz y retraso mental. Barcelona: Científico-Médica.
Sugrañes, E. y Ángel, M.A. (coord.) (2007). La educación Psicomotriz (3-8 años). Barcelona: Grao.
Sánchez, J. (2008). Recursos Y Estrategias En Psicomotricidad. Aljibe.
Recuperado de internet el día 24 de septiembre de 2017 de http://psicomotricistas.es/
Agustín Gayubo (licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, entrenador de cantera y
preparador físico en el CBC Valladolid)
Publicado en: Entrenadores, Entrenamiento, FormaciónEtiquetas: AGUSTIN
GAYUBO, COORDINACION, PSICOMOTRICIDAD