Tratado Sobre La Rotacion de Las Almas

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De origen italiano, Hayyim Vital (1543-1620) fue discípulo en Safed, Palestina, de Moisés

Cordovero y de Isaac Luria, aunque sólo estuvo con cada uno unos dos años, los últimos de sus
respectivas vidas. Sin embargo prácticamente todo lo que se conoce de la enseñanza de Luria es
gracias a él pues este último sólo escribió de su mano un comentario al Sifra di Dzeniutha y unos
cantos para el Sabbath. La enseñanza que absorbió en ese breve tiempo ha marcado la Cábala
actual pues influyó toda la Cábala posterior incluyendo a los hasidimhasta hoy. Sus escritos más
importantes son Etz ha-Chayyim (El Arbol de la Vida), y Shemoneh Shearim (Las Ocho Puertas),
obra voluminosa cuya octava división es el Sefer ha-Guilgulim al que pertenecen estos dos
capítulos. Entre otras obras también una autobiografía (Libro de las Visiones) y un libro de
Alquimia con más de 1500 entradas [ver el acápite dedicado a él en la obra Presencia Viva
de la Cábala]. Esta selección está traducida de la versión francesa de François Secret (Traité des
Révolutions des Âmes (Sepher Ha-Gilgulim), d'après Isaac Louria, Archè, Milano, 1987)
realizada a partir de la edición incluida en la Kabbala Denudata de Knorr von Rosenroth a quien
pertenece lo que está entre corchetes dentro del texto. Se han añadido de la misma manera
algunas traducciones en las notas.

TRATADO DE LAS REVOLUCIONES DE LAS ALMAS


DE ISAAC LURIA
por HAYYIM VITAL

CAPITULO PRIMERO

1. – En la disertación relativa al primer Adán, [aquel al que los Cabalistas llaman el


Adam Kadmon, para diferenciarlo del Adam Protoplastos; (éste ha recibido siempre
de ellos el sobrenombre de ha-Rishón) porque el primer Adán ocupa el primer lugar
en todo lo que ha sido emanado de Dios, como el Protoplastos en la especie humana,
de tal modo que, por medio de él, nada es más fácil que comprender cuál es el alma
del Mesías de la que habla Pablo I Corintios 15, vv. 45, 46, 47, 48, 49; de la que
trataremos más ampliamente en otra parte] hemos explicado ya lo que significan esos
siete reyes de Edom, [cuya historia se encuentra en el capítulo 36 del Génesis, vv. 31-
39, y en 1 Paralipómenos 1, vv. 43-50. Consúltese la Kabbala Denudata1, en su
primera parte, en el artículo , se verá que esos reyes representan espíritus caídos
desde el comienzo y reducidos al silencio y a la inacción por haber absorbido
demasiado celosamente la luz del conocimiento divino].

Esos reyes fueron emanados antes de la formación del sistema emanativo; murieron
según la palabra mística: Construyó mundos y los destruyó. [Lo que quiere decir: al
comienzo de la producción, Dios infinito en sí, por el primer Adán o Alma del Mesías,
produjo toda la salida, todo el flujo de las cosas creadas, al mismo tiempo y de una
sola vez, bajo la forma de espíritus repartidos por medio de la década sefirótica
porque la naturaleza de la criatura no soporta que a partir de ella la Infinitud entera
pueda ser conocida y comprendida; aunque sea en este conocimiento que reside el
verdadero goce de la beatitud, Juan XVII, v. 3; era el Adán supraceleste o alma del
Mesías quien bajo una forma trascendental y metafísica aportaba a las criaturas, como
a discípulos, los sublimes objetos de la verdadera Teosofía, Juan I, v. 18. Los
Cabalistas llaman a estos espíritus creados vasos2, y luces a la real representación de
los objetos muy divinos y a las ideas que, repartidas según su jerarquía, salen de ellos.
Supongamos ahora que cada Sefirah sea un coro de estos espíritus, o, si se quiere, una
Academia, una Sinagoga, una jerarquía, una República, una Armada, una Corporación
–poco importa el nombre que le demos–, supongamos también que este coro esté bajo
las órdenes de un rey, emperador, presidente, prefecto, rector o doctor que esté
encargado de comunicar las enseñanzas dadas por el Mesías a los Catecúmenos que
manda. Vemos que tres sefiroth, las más elevadas de la jerarquía, han podido, gracias
a la fuerza extrema de su naturaleza, recibir completamente en sí los inefables dogmas
de esta muy sublime escuela. Pero la cuarta, Daath o el conocimiento, o también el
primero de esos siete Reyes, confiando mucho en sí, y queriendo acaparar toda la luz
a la vez, tomó en sí todo lo que podía ser comunicado; pero no tenía la fuerza de
contener en ella tanto, y ¡he ahí por qué se dice que su Vaso fue quebrado! 3 En otras
palabras, ese rey, derribado de su trono, desposeído de su grandeza, es considerado
como muerto. Esto es de lo que la Escritura habla en la Epístola de Judas v. 6, donde
se trata de aquellos que, no solamente no han guardado su principado, sino que han
abandonado su morada. Permanecidas íntegras, las luces pasaron al segundo rey y
sucesivamente hasta el séptimo. Todos fueron quebrados. Fue entonces cuando se
inventó otro método de proposición y de representación de las muy elevadas
enseñanzas, incomprensibles de otra manera. Lo cual se hizo, dicen los Cabalistas,
según el modo de la balanza4 o de la conjugación: método que consiste en hacer
recibir las proposiciones bajo formas distintas, figuras o símbolos, ordenadas según el
grado de receptividad de la mente. De ahí, más tarde, esa representación de varias
personas en la divinidad, o numeraciones, lo mismo para los sistemas y los mundos y
todo lo que representa nociones segundas en esas trascendencias].

2) Entre esos mundos fue hecha a continuación una opción [o selección, puesta aparte,
separación, elección; poco importa el nombre que le demos] tal, que todo lo que
estaba ahí contenido de bueno pudiendo referirse y ser propio al sistema
emanativo5 subió a la esfera donde este sistema emanativo debía ser formado. Del
mismo modo, aquello que concernía al sistema creativo subió al sistema creativo. La
misma regla fue seguida para el sistema formativo lo mismo que para el sistema
factitivo.
[Estos cuatro sistemas del mundo no son otra cosa sino las representaciones de las
cuatro clases de la divinidad, clases que brillan con una luz cada vez más disminuida
según la variación del grado de la presencia divina, por ejemplo en la zarza, en el
Sinaí, en el Arca y en el Universo. Éxodo 3, v. 2; 19, v. 18 – Lev. 26, v. 12; –
Hechos 17, v. 28. Por Atsiluth, sistema del mundo de la emanación, hay que entender
la Divinidad misma, no en sí, ni en su absoluto tal como la entiende el En-Sof o
Absoluto de los Cabalistas, sino bajo el modo de los nombres divinos o numeraciones,
según el Concepto de las personas reducidas a tres por el Cristo. Por Beriyah, mundo
de la creación o más bien de la extraposición, se entiende la presencia y el concurso
de la Divinidad en la medida en que gozan de ella los o mentales abstractos, es
decir las almas fuera del estado carnal y situadas en las alturas. El mundo de Yetsirah
o de la formación se entiende también con este concurso, o puesta en práctica,
economía o dispensación del concurso divino, tal como es suministrado a las
jerarquías angélicas cuyo cuadro está ampliamente pintado en el Apocalipsis de Juan.
Finalmente, por Asiyah, o sistema de la fabricación, de la facción y de la
se entiende la presencia divina trabajando continuamente en ese sistema material y
principalmente en la Iglesia. Todos estos sistemas resultan, se dice, de una elección
hecha entre los restos de los vasos, coordinados y situados en el orden que acabamos
de ver, de manera que las criaturas inteligentes lleguen más fácilmente, por medio de
los nombres expresados así en el texto de la Escritura, a comprender esos misterios
abstrusos de la luz, de otro modo inaccesibles. I ad Tim. 6, v. 16].

3) Así, todo lo que en ellos se encontraba de las Psiques o almas inferiores, como
también de los Espíritus o almas medias y de los Mentales o almas superiores; lo que
se refería a las clases de ángeles, y también algo de los cuerpos y algo concerniente a
todas las criaturas de todos y de cada uno de los mundos. Todo esto venía de las partes
elegidas, tomadas de los fragmentos de los Reyes de los que hemos hablado.

[Lo que quiere decir: cuando todas las criaturas primordiales vivían en la muy simple
grandeza de la espiritualidad, es decir poseían en sí la naturaleza que tenía el
movimiento por sí, con las otras propiedades de todos los espíritus creados, distintos a
decir verdad por el orden jerárquico, pero sin embargo superiores a todo el resto; todo
no cayó en el estado de depravación por el hecho de esta primera caída6, pero todo
siguió un cierto cambio, de manera, que, como consecuencia de una selección,
primeramente se constituyeron la especie de las almas distintas en grados, luego la de
los ángeles destinados a los misterios, después las de las mónadas inertes, es decir
privadas de movimiento propio, hasta el fin de los tiempos donde Dios estará de
nuevo todo en todos. I Cor. 15, v. 28. Esta es la verdadera primera materia física de la
que, por las coagulaciones variables, ha sido fundado el mundo corporal.]
4) Pero, de las escorias o restos de esos siete reyes fueron fabricadas todas las
cortezas7 a las que se da el nombre de Adam Belial, Prov. 6 12; porque, en ese lugar,
Dios hizo esto contra aquello, Ecles. 7 15, el bien y el mal; [lo que viene a decir que
todo lo que, en la caída de los siete reyes, había caído al estado de depravación por su
propia falta, y del estado positivo había descendido al estado negativo, es decir al
desorden, la anarquía, la postración y la sumisión a la muerte inflexible y al vicio,
había sido arrojado aparte: esto es lo que los cabalistas llaman cortezas o cáscaras. La
analogía está tomada de los árboles y de las nueces, en los cuales lo que está más
alejado de la médula central se llama corteza. El número de espíritus repartidos en una
cierta cantidad de órdenes era considerable. Dios, se dice, permitió que esa turba
confusa recibiera una ordenación, lo mismo que una armada situada bajo las órdenes
de sus jefes. Luc. II, v. 15 – Col. 2, 15 – Ef. 6, 12 – Cor. 2, 2 – Col. 1, 13. Ella fue
distribuida sobre el modelo de los miembros humanos que dieron sus nombres a las
diferentes clases formadas.]

5) Cuando este Santo (Rom. 9, 5) creó pues al Adam protoplastos, por


ello mismo, seleccionaba la parte de las psiques y de los espíritus mezclados con el
mal de los siete reyes: y, tomando esta parte, constituyó con ella el alma del Adam
protoplastos, alma hecha con todas las ideas (de las almas).

[Es necesario saber que, según el dogma antiguo de los Hebreos, el Adam
protoplastos no constituye una persona individuada, sino todo el género de almas
distribuido según sus órdenes y sus grados, bajo la forma de una armada gobernada
mediante signos análogos a los miembros humanos, por Adán como jefe, bajo el
mando del Mesías. Así es como ese cuerpo es entendido por el apóstol, Ef. 4, v. 13, y
en cualquier otra parte donde da al Cristo el nombre de Cabeza, porque, en el estado
de restitución, la conducta de las cosas será tal como ella había sido instituida en la
naturaleza. Ef. 4, v. 16; – Rom. 12, v. 5; – Cor. 12, v. 27; – Ef. 5, v. 23; – Col. 1, v.
24.]

6) Observemos que, así como hay cuatro sistemas o mundos: el de la emanación, de la


creación, de la formación y de la facción, en cada uno encontramos cinco personas, a
saber: el macroposopos o la Larga Faz, o más bien el longánimo, el padre y la madre,
el microposopos o la Corta Faz, o más bien la Pronta Cólera y su esposa, todas las
cuales fueron seleccionadas de los siete Reyes de los que hemos hablado.

[Lo que quiere decir que en la escuela primordial, los primeros espíritus fueron
impregnados de ideas luminosas sobre las cosas divinas por el Mesías o Adán
supraceleste, ideas de las que la simplicidad y la excelencia fue la fuente de la ceguera
y de la disgregación de estos espíritus. Más tarde, abandonando la extrema
simplicidad del primitivo concepto que permanecía incomprensible para la naturaleza
producida, el propio Mesías reformó esas ideas dividiéndolas en un mayor número de
conceptos reducidos, representativos de cierto número de personas que los cabalistas
han dicho ser doce, que han reducido después a seis y que cuentan en fin comúnmente
en número de cinco. Para comodidad del estudio práctico, el Cristo resolvió el todo en
un ternario, sin hacer mención del Longánimo, a no ser por Pablo 2 Cor. 13; – Ef. 1, v.
3; – Pedro I, 1, v. 3, quien, por otra parte, está comprendido, al mismo tiempo que los
grados más elevados bajo el nombre del Padre, al cual se encadena por el lazo de una
unión indisoluble la noción (la idea) de la madre. De tal modo que este conjunto nos
da la primera persona de la nueva alianza; la Pronta cólera Sal. 2, vv. 12, 13, a la que
los Cabalistas llaman de ordinario la hija8, nos da la segunda; y su esposo, que los
Cabalistas refieren al Santo-Espíritu, como expresando el reino de Dios, nos da la
tercera]. Así, también las almas, que han sido elegidas a partir de ellas, son igualmente
divididas en todas sus ideas. [Esto es, que en el caso en que una u otra, en lugar de su
objeto, contemplara con mucha atención uno u otro grado, se uniera a él muy
obstinadamente y se aplicara muy estrictamente a comprenderlo o a amarlo, parecería
por semejanza haber echado muchas ramas fuera de su raíz y haber sido cortada por
esta laotomie].

7) Hay almas en efecto que corresponden a la esposa, a la pronta cólera, a la madre, al


padre [la madre no es otra cosa sino la tendencia del padre hacia las cosas inferiores],
y al longánimo en el sistema de la facción: se les llama las Psiques del sistema de la
facción. Cada una de ellas recibe un nombre según el lugar que ocupa, así es como la
que procede de la esposa factiva es llamada psique que está en la psique factiva.

La psique que está en la pronta cólera es llamada espíritu de la psique factiva.

La psique que está en la Madre factiva es llamada lo mental de la psique factiva, y la


psique del padre factivo recibe el nombre de vida o vitalidad de la psique factiva.
Finalmente, se llama unidad (individualidad, individuación) de la psique factiva, a la
psique del longánimo factivo. [La distinción de estos grados debe entenderse de la
siguiente manera: La psique a la que se llama Nefesh es el espíritu vital, no en tanto
que completamente corporal, sino que se le debe considerar como ese injerto
primitivo y seminal9, que autores más recientes han llamado el principio de vida.
Corresponde al alma vegetativa o plástica de los filósofos10, o
alma concupiscente de los Platónicos.

El Espíritu, Ruah de los Cabalistas, es un grado más elevado, correspondiente al alma


sensitiva, de los Platónicos, o alma irascible. El tercer grado llamado
por ellos Neshmah, que corresponde al alma racional o mejor intelectual,
de los Platónicos, item , o mental. El Cristo parece designar estos
tres grados en Juan 6, v. 53 bajo el nombre de carne, sangre y vida. El cuarto grado,
llamado Hajah, es una vitalidad más alta que sobreviene al hombre, del exterior, que
no penetra en él, pero lo rodea, aquello de lo que se habla en Eclesiastés III, 21, y que
el Cristo parece llamar la vida eterna, en Juan 6, v. 56. Finalmente, el quinto grado es
la unidad, la unión, el concurso o la presencia divina, Yehidah de los Cabalistas,
indicada por el Cristo, Juan 6, v. 54, grado al que muy pocos han podido subir para
morar ahí a excepción del Cristo. Sal. 22, v. 21].

8) Y así, del mismo modo, hay las cinco nociones semejantes en el mundo formativo:
se les llama los espíritus formativos.

Hay igualmente cinco nociones y especies semejantes en el mundo creativo, y cada


una de ellas se llama mental creativo, y finalmente encontramos las cinco nociones o
especies semejantes en el sistema emanativo, y se les llama mentales emanativos de lo
mental.

Luego, la Psique procede del Reino emanativo; el Espíritu, de la pronta cólera


emanativa; lo mental, de la prudencia o más bien de la información emanativa; la vida
del Padre emanativo, y la unidad del Longánimo emanativo.

Se sabe además que cada una de estas cinco personas está dividida en diez
numeraciones en cada uno de los mundos. De donde resulta que todas las Psiques,
Espíritus, Mentales están subdivididos según los cinco grados de todos y cada uno de
los mundos emanativo, creativo, formativo y factitivo.

9) Esto puede hacernos comprender por qué se dice en el tratado Talmúdico de las
bendiciones que el Rey David había dicho cinco veces, psique mía, alaba a Dios, Sal.
103, vv. 1, 2, 22; Sal. 104, vv. 1, 35. Era la indicación de los cinco nombres dados a
las almas, es decir Nefesh, o psique, o alma inferior; Ruah o Espíritu o alma media;
Neshamah o mental o alma superior; Hayah o la vida divina; Yehidah o la unidad, es
decir la unión.

Sabemos ahora que es así como se llaman: en efecto, al Reino, la pronta cólera y la
Madre de las formas se les dice Nefesh, Ruah y Neshamah, o Psique, Espíritu y
Mental: En cuanto a la Sabiduría11 se le llama la vida o Hayah, porque en ella está la
fuente de las vidas, según la palabra mística del Ecles. 7, v. 13: La sabiduría
vivificará a los que la poseen. La Corona12 se llama Yehidah o unidad, porque el
Longánimo único es en cierto modo célibe, al no tener esposa por sí, mientras que el
Padre tiene una esposa que es la Madre, y la pronta cólera una esposa que es la Reina
o el Reino.

[Observemos que por esposas divinas no entendemos otra cosa sino la tendencia a
comunicarse con el mundo inferior y poner al día un mayor número de conceptos
restringidos y especializados, para que la inteligencia del contemplador no sea
aplastada por la generalidad y la amplitud de las ideas. La noción de las esposas puede
referirse, por otra parte, al Rigor y a la Justicia que no se encuentra en los más
elevados conceptos, donde reina la mayor clemencia.]

10) Así, en el momento de la creación, el Adam protoplastos contenía todos los tipos
o especies de las que hemos hablado, desde la Psique factitiva hasta la Unidad
emanativa. Tal es el Espíritu de la Escritura en Ez. 34, v. 32: Sois Adán, es decir, es
con razón que os llaman Adán. He aquí el sentido de esto: si el texto debiera ser
interpretado literalmente, se objetaría fácilmente que todos los pueblos del mundo, los
Gentiles, son hombres con la misma razón que los Israelitas, es decir en posición
recta. En este caso hubiera debido decirse: sois hombres. Pero no es más que esto [y el
sentido real es: es de vuestras almas que estaba constituido el microcosmos de Adán].
Y esto se refiere a lo que han dicho nuestros maestros, de buen recuerdo, en Job 38, v.
4, 13
: ¿Dónde estabas tú cuando fundaba yo la tierra?; donde el sentido es el
mismo que si el Santo-Bendito hubiera dicho a Job: ¿dónde estaba tu Efah, tu medida,
en el Adam protoplastos?

11) El estado de las cosas es tal, en efecto, que todos los mentales, espíritus y psiques,
han estado sin ninguna excepción comprendidos en el Adam Protoplastos en el
momento de su formación; algunas de esas almas estaban destinadas a la cabeza de
Adán, otras a sus ojos, otras a su nariz, o a uno cualquiera de sus miembros de los
cuales dependían. Así pues, en el principio de la creación del Adam protoplastos,
todas las almas existían en él, todas aquellas que eran originarias del bien; todas, digo,
estaban contenidas en él y dependían de él. Pero, cuando pecó, el mal se mezcló con
el bien, y la confusión del bien y del mal se hizo de tal manera que, más tarde, los
pueblos paganos salieron de la parte mala. De ahí resulta que la parte fundamental del
Adam protoplastos fue buena: las almas de los Israelitas provienen de ella. Esto es lo
que la Escritura declara en el lugar que hemos citado: Sois Adán. (Lo que quiere decir
que las Almas de los Israelitas son el Adam protoplastos mismo), y sois sus chispas y
sus miembros14. Ella es la razón por la que en 2 Samuel 7, v. 23, se dice de los
Israelitas que son el único pueblo sobre la tierra. He aquí las propias palabras: ¿Qué
pueblo es como tu pueblo? ¿Qué nación como Israel es la única Los otros pueblos no
pueden ser llamados Adán. Esto es porque, en efecto, no han salido más que de la
parte mala que fue mezclada al Adam protoplastos.

12) Cuando comió del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, de ese modo,
mezcló el mal con el bien, de manera que el bien que se encontraba en él fue
confundido con el mal de las cortezas masculinas, es decir de Samaël, a quien se
llama Adam Belial, Prov. 6, v. 12. Por la misma razón, el bien que estaba en Eva se
mezcló con el mal de la esposa de Samaël, (Lilith) que es la baba de la serpiente;
porque la serpiente había tenido relaciones (sexuales) con Eva. De ahí resulta que sólo
la muerte ofrecía un medio de restitución y de liberación, para salir de esa baba y de
ese veneno, para él y para los hijos y las hijas que había engendrado. Esto es lo que
significa las palabras de la Gemará: Si nuestros primeros padres no hubieran pecado,
no habríamos venido al mundo. Es por el ministerio de la muerte que el bien se separa
del mal, y es por esto que ha sucedido que los otros pueblos han nacido de la especie
del mal y todos los Israelitas de la especie del bien. Sin embargo, éstos han
conservado también una cierta cantidad de mal, a saber: , o naturaleza
concupiscible, ¡que es inherente al hombre, y le induce al pecado! Con la muerte del
hombre, esta naturaleza se pudre en la tierra, y el mal es absorbido, no queda más que
el bien, que, un cierto día, volverá a la vida en el cuerpo glorioso del hombre, cuando
la resurrección de los muertos.

13) Eso sucedía en el tiempo de la promulgación de la ley, entonces no había


podredumbre en ellos y no tenían necesidad de morir. Pero, al levantar el becerro de
oro, los Israelitas fueron infectados de nuevo15, y de nuevo el mal se mezcló con el
bien, y la muerte volvió a ser el punto de partida necesario, como lo indica la
Escritura, Éxodo 32, v. 16. La voz , grabada en la tabla y que era la escritura de
la ley, y que más bien hay que leer , indica que las tablas los declararon
liberados del Ángel de la muerte, así como a la sujeción a los reinos extranjeros. No es
en efecto más que por el poder del mal, por esta parte de él que está aún en nosotros,
por lo que el Ángel de la muerte y los reyes extranjeros han podido dominar sobre
Israel.

14) Además de lo que hemos dicho, es necesario señalar que las almas de los Israelitas
estaban repartidas en el Adam protoplastos en doscientos cuarenta y ocho miembros,
de los que dependía todas aquellas de la fuente buena: paralelamente, los otros
pueblos estaban también en 248 miembros16 (formando otras tantas cohortes, armadas
del reino del maligno, contenidas en Samaël, de las que dependían todas las almas
malas). El resultado del pecado de Adán, cuando comió del árbol de la Ciencia, fue
mezclar las almas buenas con las almas del Adam Belial, las cuales las revistieron y
las encerraron, de manera que cada miembro fue envuelto en el miembro
correspondiente (como si cada uno de los soldados de la armada del mal hubiera
hecho cautivo a uno de los soldados de la armada del bien), de suerte que la cabeza
fue envuelta en la cabeza, los pies en los pies, y así las otras partes.

15) Lo mismo que los tipos, psiques o almas inferiores están repartidas en los 248
miembros del Adam protoplastos, y se encuentran todas envainadas en los 248
miembros del Adam Belial; lo mismo ocurre para los tipos espíritus, e igualmente
para los tipos mentales. Todos están revestidos, como hemos dicho, y situados en el
interior de los doscientos cuarenta y ocho miembros del Adam Belial, tanto psiques,
como espíritus y mentales.
16) Esto nos hace pensar que un alma que pertenecía, en el estado de santidad, a un
miembro grande y de orden elevado ha debido ser introducida en un miembro
correspondiente del mundo de las cortezas. Esto es lo que parece significar la palabra
del sabio que dice: Aquel que es mayor que su vecino lleva también en él mayor
concupiscencia que la que existe en el otro. Pues, cuando un alma excelente es
introducida en las cortezas, le es completamente difícil salir de ellas, puesto que el
mal que la encierra es correlativamente enorme. A esto se refiere lo que se dice de
hombres, no obstante excelentes, que no por ello cometieron menos pecados atroces y
detestables, tales como Jeroboam, Acab, Manasés, y sus semejantes. Esto hay que
recordar particularmente.

17) En otra parte explicaremos igualmente cómo, por el pecado del Adam
protoplastos, los miembros de su alma fueron arrancados y echados a las cortezas
como hemos dicho más arriba. A esto se refiere lo que se dice en los suplementos del
Zohar. Proverbios 27, vv. 7 y 8: Como el pájaro que quita su nido Así la gloria
cohabitante cae en el exilio, es decir es involucrada en las diez numeraciones de la
impureza, según la palabra del Sal. CIII, v.19: Y establecerá su reino sobre todas las
cosas. Así, las almas de los justos están también exiliadas y revestidas por la envoltura
del mal de la que hemos hablado. Es por esto que se dice en otra parte en los
suplementos: Porque se van y vagan de una y otra parte y de lugar en lugar.

18) En todo período de las generaciones y de las épocas, algunas almas emergen de
ese mal y vienen al mundo según el precepto del Génesis 1, v. 28, sobre la
proliferación y la multiplicación, que el Santo-Bendito nos ha dado con miras a esta
finalidad. Recuérdese. Según, pues, el modo de la generación o de la época, y según
una proporción que siguen las almas que salen de las cortezas, son algunas veces
almas de la cabeza, otras veces de los pies, otras veces vienen de otras partes. Hay una
relación (matemática) constante entre estas almas y las de los miembros de la gloria
cohabitante que permanecen en el interior de las cortezas en ese mismo instante; y las
almas que son seleccionadas y salen en ese tiempo son del mismo género. [Podemos
preguntarnos si cuando Pablo habla del instrumento de selección, Hechos 9, v. 15, es
en el mismo sentido que aquí; ya que en efecto debía seleccionar y separar las almas
del mal de la gentilidad para hacerles compartir ese bien que reside en la vida divina.
Igualmente, debemos preguntarnos si, en la mayoría de los sitios en los que Pablo
habla de selección, es en el sentido de la selección de los fragmentos de los vasos
cuya totalidad componía el Adam protoplastos, como en Efes. 1, v. 4, o de la selección
para la alianza de Dios y de la Iglesia, o con miras a una vida mejor, Apoc. 17, v.15].

Hasta donde podemos estar informados en esta última generación en la que vivimos 17,
es la gloria cohabitante de los pies de Adán la que la ocupa: Así pues, todas las almas
que salen a la luz ahora son del tipo de los pies del Adam protoplastos. Cuando todas
estas almas estén al fin separadas (de las cortezas) hasta la última, entonces el Mesías
vendrá.

Todo esto puede ayudarnos a comprender por qué los Israelitas están sometidos al
exilio y dispersados por todos los confines del mundo, y, además, por qué la gloria
cohabitante está exiliada con ellos. He aquí la razón de ello: por el pecado, los
Israelitas fuerzan a sus almas a entrar en las cortezas; de esto resulta que es necesario
que sean exiliados a los cuatro vientos del mundo, entre los 70 pueblos, y que la gloria
cohabitante sea exiliada con ellos de manera que, si se encuentra un alma buena
mezclada con la corteza de éste o de aquel de los pueblos entre los cuales los Israelitas
se encuentran en exilio, ella, exiliada también, saca a estas almas, las conforta y las
purifica, mediante la fuerza de su santidad, como un fuego que devora al fuego.
[Según la Epístola a los Romanos, 9, vv. 6, 31; 10, vv. 19, 21; 11, vv. 8, 9, 10, los
Cristianos han aprendido otra causa completamente distinta de esta dispersión].
Cuando todos sean reintegrados, cuando el bien sea separado del mal, y que de este
modo el bien que estaba en los pies del alma del Adam protoplastos sea extraída de
los pies de la impureza, entonces el Mesías vendrá.

[Pablo, Rom. 11, v. 25 y el Cristo, Luc. 21, v. 24, anuncian de manera un poco
diferente la venida del Mesías]. Esto mismo es lo que está indicado en el Zohar,
sección Pekude, mediante estas palabras: En el momento en que los pies llegarán a los
pies. Recuérdese. [Véase si Zacar. 14, v. 4, se refiere a lo que acabamos de decir].

20) He aquí: en la última Generación, la del rey Mesías, no quedará nada que no sea
seleccionado, nada que quede fuera del conjunto del Adam protoplastos, si no es sus
talones. Sabido es que desde que sean seleccionados, el Mesías vendrá. El verbo
da en efecto en sus tres letras las iniciales de los nombres de Adán, de David y del
Mesías. A esto se refiere lo que se dice en Sal. 89, v. 52. Que los talones del Mesías
están cubiertos de oprobio; entendiendo esto como la última generación.

Esto es lo que hace decir a nuestros sabios: Cuando se llegue a los talones del Mesías
las violencias se multiplicarán. En efecto las partes de los pies al ser completamente
materiales y groseras, las almas que dependen de estas partes están más próximas a la
materia y más inducidas a la violencia. Nuestros maestros han dicho también: El hijo
de David no vendrá antes que no sean liberadas todas las almas que han formado
parte del cuerpo (el del protoplastos). Recuérdese bien.

CAPITULO SEGUNDO

1) Ahora que hemos explicado de qué manera el mal fue mezclado con el bien,
expliquemos las palabras del Eclesiastés 8, v. 9. Existe un momento en que el hombre
ha dominado sobre el hombre para su desgracia. Adam Belial, es decir las cortezas
han dominado sobre el Adán Santo, o almas del Adam protoplastos, las han envuelto y
disimulado bajo ellas mismas: lo han hecho con la idea de sacar una ventaja para
ellas; ahora bien, en realidad, como vamos a explicar, no han conseguido más que
causarse un daño.

2) Sabemos bastante, y más de lo que hace falta, por qué las envolturas externas se
desencadenan en este mundo de manera que empujan al hombre al pecado, y sacuden
toda piedra, de modo que excite la cólera de su santo Creador, y que su gloria
cohabitante sea enviada al exilio y que el lugar de su santuario sea devastado. Todo
esto no es sino el resultado de los pecados de Israel. En cuanto a la manera en que esto
sucede, vamos a decirla: Los Exteriores18 o cortezas son las escorias, los excrementos;
la impureza de los siete reyes de Edom, sus nombres, es la muerte; mientras que al
contrario, lo que se separa de ellos se llama la vida. Durante tanto tiempo pues como
alguna cosa santa permanece en el medio de los exteriores, les mantiene lugar de vida,
y les suministra la vitalidad, la nutrición, el aliento; privados de esta santidad,
perecen. Se esfuerzan pues para arrastrar al hombre al pecado, para guardar bajo su
sujeción, encadenada en su medio, al alma que les asegurará la vida y les alimentará
en la tranquilidad. Como los otros, ellos trabajan con miras a su conservación; y como
está escrito en Prov. 6, v. 29: no se puede cubrir de oprobio al ladrón que ha robado
para colmar su alma, cuando tenía hambre.

3) En suma, todo el asunto se reduce al hecho de que un alma de Israel no puede,


puesto que es santa, incluso si ha pecado y desaparece bajo las cortezas (véase, 2 Sam.
14, v. 14), ser completamente rechazada, ya que la menor chispa de santidad (no
puede ser perdida). Y como ésta desciende del lugar donde está la santidad de aquel
cuyo nombre sea bendito; es él mismo quien envía alimentos a estas almas
encadenadas bajo las cortezas, y es por su mediación que las cortezas se nutren. Lo
mismo ocurre con el árbol que bombea el jugo en interés del fruto, no obstante que las
hojas y las cortezas toman su parte: si el fruto es recogido, hojas y cortezas se secan.

4) Pero esto no es todo: hemos dicho, en el capítulo primero, que la gloria que
cohabita en el medio de los Israelitas sufrió con ellos su exilio. Al ser un fuego que
consume, ella reúne todas las chispas de almas que se encuentran entre ellos. Ahora
bien, las almas, lo mismo que la gloria cohabitante19, revestidas de cortezas, atraen un
vasto aflujo. Todo el esfuerzo de esas cortezas consiste pues en hacer pecar a los
Israelitas para poder encerrar en ellas su alma y la gloria cohabitante.

5) Cuanto mayor es la santidad del alma, más abundante es el aflujo que ellas sacan de
ella gracias a ella. De donde se desprende, que ellas se esfuerzan sobre todo en hacer
pecar a las almas mejores, para enterrarlas en las profundidades corticales, y que los
discípulos de los sabios están asediados por mayor número de cortezas que los otros
hombres. Esto es lo que hace decir a nuestros venerados maestros: El discípulo del
sabio debe guardase de salir solo a la noche. Al mismo tema se refiere igualmente
una palabra que ya hemos citado en el capítulo primero: Aquel que es mayor que su
vecino, contiene también mayor cantidad de malos deseos. Tal es la razón por la que
vemos a hombres ilustres y superiores a los otros, abandonarse a los más grandes y
detestables pecados: con la ayuda de Dios, daremos más amplia explicación de este
hecho en este mismo capítulo.

6) Aunque hayamos dicho que fue con el fin de reunir todas las chispas que la gloria
cohabitante fue exiliada, no obstante, es del propio hombre que depende todo, por la
razón de que es causa de todo: pues aquel que ha deteriorado algo es quien debe
repararlo. Y he ahí por qué se nos ha dado el precepto de la proliferación y de la
multiplicación, en virtud del cual debemos santificarnos en el momento de la
copulación marital20, para poder atraer y sacar las cortezas de las almas que estén así
separadas del mal.

7) Pero como, a causa de nuestros pecados, no cumplimos este acto bastante


escrupulosamente ni bastante perfectamente, las almas que extraemos están mezcladas
con algún mal. Aquí reside el misterio de la concupiscencia, que es por así decir
creado con el hombre, cuya tarea es emplear toda su vida en liberarse de este mal que
permanece en él, mediante sus propias operaciones. [Aquí, vemos apuntar ese
fariseísmo combatido por el Cristo y los Apóstoles. No podemos en efecto salvarnos
mediante nuestras propias fuerzas sino mediante la fe y la oración, gracias a la nueva
alianza obtenida del Padre con la ayuda y el concurso del Espíritu].

8) Sin embargo todo esto no basta todavía; el mal no está nunca completamente
separado hasta el día de la muerte. Es entonces cuando se pudre en el polvo terrestre,
y es sacado del hombre y desaparece. Es por eso que se sella a los muertos en el
sepulcro: tema del que trataremos más ampliamente con la ayuda de Dios.

9) Es a propósito de esto que nuestros venerados maestros han podido decir que ellos
no morían más que a causa del consejo de la serpiente (causa del pecado de Eva).
Esto puede también proporcionar la respuesta a esta pregunta: ¿cómo puede ser que
ellos puedan morir sin pecado? Lo cual sería cargar a Dios de una iniquidad: toda la
explicación es que el mal estaba previamente en ellos, y que fue mezclado con sus
almas, en el momento del pecado de Adam protoplastos, cuando la serpiente inyectó
en su alma toda su impureza. Este mal previo no puede serles quitado sino por la
muerte, según la palabra de Dios, Génesis 2, v. 17: El día que comieres de él, morirás.

10) Desde el día en que Adán pecó, todos nuestros esfuerzos tanto en pensamientos
como en acciones no han debido tener otro fin más que hacer salir a las almas del
medio de las cortezas mediante la operación que hemos dicho. Esto es lo que nos
muestra el Sal. 68, v. 35:

Rendid gloria al poder de Dios. Si fuéramos justos, si nuestra conversión fuera


perfecta, nos sería dada la facultad de retirar de una sola vez de las cortezas, todas las
almas que ahí yacen, y en seguida el Mesías vendría; como lo dicen muy bien nuestros
Rab. venerados: el hijo de David no vendrá sino cuando todas las almas que están en
el cuerpo21 hayan salido de él. Pero nuestros pecados debilitan, si puedo hablar así, el
poder del creador. Esto es lo que indica la Escritura, Dt. 32, v. 18: Debilitas la piedra
que te ha creado.

11) Cuando, pues, esas almas hayan salido completamente de las cortezas, cuyo
nombre es la muerte, al mismo tiempo la gloria cohabitante, exiliada hoy en el medio
de dichas cortezas, y que las unifica, saldrá también: y las cortezas serán libradas a la
muerte, serán absorbidas y perecerán [ya que no habrá ni privación, ni disminución, ni
mal deseo, que son la razón formal de la existencia de las cortezas. A propósito de
esto, véase Pablo, 1 Co. 15, vv. 24 a 28, donde es empleada la palabra
(acción de abolir, kata argeô), 15, vv. 53-54]. Esto mismo es lo que ha
declarado Isaías 25, v. 8: Abolirá la muerte para siempre. Esto son las cortezas que
llevan el nombre de muerte. ¿Qué se dice de ellas? Que, desde que la gloria que se
llama vida haya salido del medio de ellas, serán abolidas por la eternidad, y no serán
nunca restablecidas, como sucedía en tiempos de la promulgación de la ley, cuando la
muerte era relegada en su antiguo estado.

12) Hemos dicho ya en otra parte que cuanto más buena es el alma, y cuanto más
profundamente sumergida está en las cortezas, tanto más se esfuerzan también, los
enemigos exteriores, para ensuciarla de todos los pecados posibles, para que
permanezca por mucho más tiempo en ellos y saquen de ello la mayor ventaja. Su
temor es que a veces un justo cabal no las arranque por copulación conyugal de tales
almas; ya lo hemos dicho. Antes pues que un justo no les quite tal alma, y que pierdan
la subsistencia que sacan de ella, ¿qué hacen? En cuanto perciben un lugar
completamente corrompido, [por ejemplo, un cuerpo del más detestable
temperamento, en el cual un alma debe ser enviada para un embrión nuevo bajo esta
generación], empujan al alma muy buena a entrar en ese lugar, donde, con todo el mal
que está ahí ya ayudando, podrán empujarla al pecado y corromperla más
violentamente aun que antes, de manera que esté forzada a volver a su poder más
viciado que anteriormente, y que de este modo les permanezca sumisa para siempre.
Así, como dice el Eclesiastés 8, v. 9: Ejercen sus poderes sobre el hombre, creyendo
hacerlo en su propio interés, cuando al contrario, es en su detrimento.

13) En efecto las cosas ocurren así. El Santo-Bendito es, Dt. 32, v. 4, la piedra cuya
obra es perfecta. Ya que, por el pecado de Adán, las almas han caído en poder de las
cortezas, él no quiere sacarlas de ahí sino con razón. ¿Qué hace? Espera encontrarse
en presencia de algún lugar viciado como hemos descrito, después lo muestra a los
exteriores diciendo: Quiero que tal o cual alma sea introducida en ese lugar impuro
(donde se desliza el Temperamento corrompido). Los Exteriores creen,
contrariamente a la intención, que tendrán gran provecho de haber empujado ahí
adentro a un alma superior, y se libran al goce de hacerlo. Dios muy-alabado,
deseando conducir hasta el final la cosa como es debido, realizar la obra de su buena
voluntad, ocurre completamente lo que sabemos que ocurrió en la historia del macho
cabrío conducido a Azazel y que arrastró todos los pecados de los Israelitas. Cuando,
en efecto, un alma santa como esa de la que hablamos es enviada a un ligar muy vil,
por ejemplo al hijo de un hombre completamente impío, a un extranjero, o a un
cuerpo semejante, los exteriores gritan su goce, pensando que la tienen
completamente en su poder, y en la imposibilidad, en ese caso, de ser nunca
reintegrada.

14) Pero sucede que esa alma robusta y santa se defiende noblemente, brilla por la
excelencia de sus acciones y se separa completamente de las cortezas, no solamente
ella, sino otras chispas que lleva consigo del propio fondo cortical. Esto es lo que
sucedió a nuestro padre Abraham (la paz sea con él) que era hijo de Téraj, idólatra y
gran sacerdote de los falsos dioses, del que se dice en el Génesis12, v. 5: Almas que
habían adquirido (las cuales eran extranjeras) en Jarán. Esto es lo que ocurrió a
muchos extranjeros que eran Justos: Rut, Tamar, Rahab y todos los reyes de la casa de
David, y al propio Mesías; después a R. Akiba y R. Meïr, y a varios otros semejantes.
Fue en este grado que David, que había salido de ahí, consiguió despojar
completamente la corteza de la que estaba revestido. Hablaremos en su lugar de la
corteza de Moab en la cual había sido sumida la psique de David. Más tarde,
distribuyó a cordel la tierra de Moab de la que había matado a los habitantes. De
donde resulta que Adam Belial había ejercido su dominación sobre un santo, pero que
fue para su propia desgracia, así como para la de todo hombre perverso, como se ha
dicho más arriba.

Resulta también de ahí que, cuanto más vale un alma, más es sumergida en las
cortezas, más grande y temible es también su concupiscencia. No hay que extrañarse
pues de las faltas que cometió David con Betsabé y Abigaíl.

Lo que está muy claro también, es que a veces, el justo puede ser el hijo de un impío
mientras que los justos solamente merecerían dar a luz hijos justos, semejantes a ellos.

Traducción: Miguel A. Aguirre.

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