Marcador Discursivo Claro
Marcador Discursivo Claro
Marcador Discursivo Claro
Abstract. Among the studies of discourse markers, the description of claro has dealt mainly with
the wide spectrum of values that the form can assume as conversational marker of epistemic modality
(assertion, ratification, approval, agree). Although undoubtedly this is the most typical value of this
discourse marker, the form has other important metadiscoursive functions such as rectification and self-
adjustment, and it also presents informative structure organising functions such as continuity, closing
or shift in the sense in the development of a topic. For this reason a further analysis of the form requires
extending its range of uses and meanings. The present study has relied on the University of Los Andes’
CIAL (Investigation and Linguistic Attendance Centre) Sociolinguistic Corpus from the city of Mérida.
VERBA,
VERBA,2006,
ISSN vol.
0210-377X, 2006, vol. 33: 261-279
33: 261-279
262 Francisco Freites Barros
After the extraction and analysis of the cases a classification matrix of its uses has been proposed to
finally reach a definition of the marker that included all of them.
Keywords: discourse markers, conversation, claro
1. Preliminares
La razón por la que se ha escogido este modelo tiene que ver con el hecho de que sigue un
criterio semántico-pragmático. Siendo que las palabras que constituyen la clase de los marca-
dores del discurso forman parte de distintas categorías léxico-gramaticales y que la definición
de marcador que se ha asumido aquí hace hincapié en los efectos de sentido y la orientación
de las inferencias en la interacción verbal, es la clasificación de Portolés Lázaro la que mejor
se aviene con tales presupuestos. Por otra parte, una de las bases del trabajo de este autor es
la búsqueda de ese significado común a todos los usos de un marcador. La utilidad de una cla-
sificación de este tipo es clara: con ella se evita que aparezca el mismo marcador en distintas
clases, lo cual sería signo de exhaustividad deficiente.
En el esquema propuesto por Portolés Lázaro para la clasificación de los marcadores se
hallan los estructuradores de la información, los conectores, los reformuladores, los opera-
dores discursivos y los marcadores de control de contacto. (2001:146).
Los estructuradores “permiten la organización informativa de los discursos, esto es, la creación de tópicos
y comentarios” (2001:137). Esta clase se subdivide en comentadores (“que presentan el miembro que in-
troducen como un nuevo comentario”), los ordenadores (que desempeñan una doble función: por una parte
“indican el lugar que ocupa un miembro del discurso en el conjunto de una secuencia discursiva presentada
por partes” y por otra “presentan el conjunto de esta secuencia como un único comentario y cada parte como
un subcomentario”) y los digresores (que “introducen un comentario colateral con respecto a la planificación
del discurso anterior”). (Portolés Lázaro, 2001:137-139).
Los conectores “son marcadores discursivos que vinculan semántica y pragmáticamente un miembro
del discurso con otro miembro anterior; o con una suposición contextual fácilmente accesible” (2001:139).
El autor propone para esta clase tres subgrupos: los conectores aditivos (que “unen a un miembro discursivo
anterior otro con la misma orientación argumentativa”, con lo cual permite la inferencia de conclusiones
producto de la relación que establecen), conectores consecutivos (que, como su nombre lo indican, “presen-
tan el miembro del discurso en el que se encuentran como una consecuencia de un miembro anterior”) y los
conectores contraagumentativos. (que “vinculan los dos miembros del discurso, de tal modo que el segundo
se presenta como supresor o atenuador de alguna conclusión que se pudiera obtener del primero”). (Portolés
Lázaro, 2001:139-140).
Los reformuladores “son marcadores que presentan el miembro del discurso en el se encuentran como
una nueva formulación de lo que se pretende decir con un miembro anterior.” (2001:141). Se clasifican,
siempre según Portolés Lázaro, en refomuladores explicativos (“presentan el miembro del discurso que in-
troducen como una reformulación que aclara o explica lo que se ha querido decir con otro miembro anterior
que pudiera ser poco comprensible”), reformuladores rectificativos (que “sustituyen el primer miembro, que
presentan como una formulación incorrecta, por otra que la corrige o, al menos, la mejora”) , reformuladores
de distanciamiento (que “presentan expresamente como no relevante para la prosecución del discurso un
miembro del discurso anterior a aquel que los acoge”) y reformuladores recapitulativos (que “presentan su
miembro del discurso como una conclusión o recapitulación a partir de un miembro anterior o una serie de
ellos”). (Portolés Lázaro, 2001: 141-143).
Los operadores discursivos “son aquellos marcadores que por su significado condicionan las posibi-
lidades discursivas del miembro del discurso en que se incluyen, o al que afectan, pero sin relacionarlo por
su significado con otro miembro anterior” (2001:143). La subclasificación propuesta por el autor incluye los
operadores de refuerzo argumentativo (cuyo significado “refuerza como argumento el miembro del discurso
en el que se encuentran frente a otros posibles argumentos” y “al tiempo que se refuerza su argumento, se li-
mitan otros como desencadenantes de posibles conclusiones”), los operadores de concreción (que “presentan
el miembro del discurso en el que se localizan como una concreción o ejemplo de una generalización”) y los
operadores de formulación (con un solo miembro, bueno, que “presenta su miembro del discurso como una
formulación que transmite satisfactoriamente la intención comunicativa del hablante”).
A propósito de esta clasificación es preciso observar que hay marcadores que por la
misma naturaleza de los discursos y del tipo de interacción (directa o diferida) aparecen más o
menos en la oralidad o en la escritura. Así, la conversación, como prototipo de la comunicación
verbal oral, favorece enormemente el empleo de marcadores de discurso característicos. Ello se
debe a que esta actividad tiene entre sus funciones básicas no sólo la informativa sino además,
y fundamentalmente, la interactiva, esto es, la orientada hacia el interlocutor. Por ello, Martín
Zorraquino y Portolés Lázaro (1999:4082) proponen una clase de marcadores caracterizada,
precisamente, por su mayor empleo (que no exclusivo) en el discurso oral dialogado. Esta clase
es la de los marcadores conversacionales. Entre ellos se encuentran cuatro tipos: los marca-
dores de modalidad epistémica (que indican el grado de certeza, de evidencia que se atribuye
al miembro ―o miembros― de discurso que vinculan: claro, desde luego, por lo visto...), los
marcadores de modalidad deóntica (que señalan distintas actitudes volitivas del hablante en
relación con el miembro ―o miembros― de discurso en que aparecen: bueno, bien, vale...),
los enfocadores de la alteridad (que orientan la situación del hablante frente a su interlocutor
en la relación dialógica: mira, oye, hombre...) y los metadiscursivos conversacionales (cuya
utilidad tiene que ver con la estructuración de la conversación tanto en lo que concierne a la
distribución de la información como a los turnos de habla: bueno, eh, este...).
Por otra parte, para el estudio de los marcadores propios de la oralidad resulta ventajoso
el recurso al análisis de la conversación. Esta actividad, en efecto, es la más representativa de
los usos orales (más todavía, constituye el uso lingüístico por antonomasia) y como disciplina,
el análisis ha aportado importantes conocimientos tanto teóricos como metodológicos.
Entre los aportes de los estudios sobre la conversación se encuentra la descripción de
los niveles semántico y estructural de este tipo de actividad comunicativa verbal. La estruc-
tura semántica de la conversación se asocia con la organización temática. A este respecto,
la función que desempeñan los marcadores del discurso tiene que ver con la orientación de
las inferencias semánticas que se esperan del interlocutor, esto es, el modo como el hablante
desea que sean interpretados los contenidos de sus intervenciones. En este proceso, los mar-
cadores de discurso orientan el sentido en que ha de seguirse la sucesiva entrega de informa-
ción. El plano formal, por su parte, se vincula con lo que en gramática textual se denomina
la superestructura del texto, esto es, los esquemas fijos subyacentes a cada discurso según
su tipología. En la conversación, esta estructura es la alternancia de intervenciones. Una
intervención es un “turno dotado de contenido proposicional, que se encarga del desarrollo
Por último, se encuentran los marcadores del control de contacto, denominación tomada de Briz
(1998:224-230), quien los define como términos que “manifiestan la relación entre los participantes de la
conversación, sujeto y objeto de la enunciación, y de éstos con sus enunciados, [...] refuerzan o justifican
los razonamientos de los hablantes ante su(s) interlocutor(es), sean argumentos o conclusiones; bien como
retardos en la comunicación; como llamadas de atención para mantener o comprobar el contacto; o como
fórmulas exhortativas y apelativas que impliquen activamente al interlocutor”.
temático del discurso” (Gallardo Paúls, 1998:34). Esta es la unidad conversacional básica;
junto con otra intervención, constituye un intercambio, que es la estructura mínima para que
exista conversación propiamente dicha. La alternancia de los turnos dentro de una conver-
sación obedece a reglas que determinan el cambio de hablante. Dentro de una conversación
adecuadamente estructurada la selección del hablante viene dada por ciertas estrategias de
cesión o mantenimiento de la palabra dentro de los límites de la cortesía (positiva o negativa).
Uno de los múltiples recursos de que se valen los hablantes en este proceso es el empleo de
determinados marcadores discursivos que indican el inicio o término de una intervención, la
cesión del turno o la interrupción de éste..., todo de acuerdo con lo que Grice (1975) ha dado
en llamar principio cooperativo, según el cual la conversación es un comercio fluido en el
que se espera que los hablantes contribuyan con sus intervenciones.
El empleo de claro como marcador del discurso guarda semejanza, en tanto que puede
alternar o sentirse como equivalente, con uno de sus usos como adjetivo: el de atributo. Así,
el significado de estructuras como Claro que es importante o Claro que iremos puede inter-
pretarse en sentido amplio como Está claro que es importante o Está claro que iremos. Por
ello no es de extrañar que este significado general sea el que fundamentalmente despliega
claro como marcador de evidencia.
Como se ha visto, en la clasificación de Martín Zorraquino y Portolés Lázaro claro aparece
dentro del grupo de los marcadores conversacionales de modalidad epistémica. Por modalidad
se entiende generalmente un tipo de actitud subjetiva relacionada con el contenido proposicio-
nal de lo dicho pero independiente de él. Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999:4145)
distinguen (siguiendo a Palmer, 1986) dos tipos de modalidad: epistémica y deóntica. La moda-
lidad epistémica guarda relación con la posibilidad o la necesidad, la evidencia (sobre todo la
percibida mediante los sentidos) y lo oído o expresado por otros. La modalidad deóntica, por su
parte, se asocia con las actitudes que tienen que ver con la voluntad o la afectividad.
Los marcadores de modalidad epistémica aparecen sobre todo en enunciados declara-
tivos y afectan a un miembro discursivo que es (o forma parte de) una oración enunciativa o
aseverativa. Más todavía: los marcadores constituyen por sí mismos una aserción que revela
el modo como el hablante enfoca lo dicho (por él o por el interlocutor) a fin de orientar el
modo como debe ser interpretado. Por ello no resulta extraño que aparezcan en ocasiones
como elemento único de una intervención.
Si bien las intervenciones se delimitan semánticamente, desde el punto de vista estructural constituyen los
elementos básicos de la armazón de la conversación, por lo que forman parte de la estructura textual.
Martín Zorraquino y Portolés Lázaro (1999:4158, nota 111) afirman, a propósito de la frecuencia de uso de
claro que, que “es reflejo del tipo de entidad categorial a la que pertenece: un adjetivo adverbializado que
refleja el resultado de un proceso de gramaticalización a partir, probablemente, de claro está o de claro es
(cf. seguro que..., cierto que..., etc.), sintagmas muy frecuentes también en los textos (como incisos o como
oraciones atributivas no parentéticas)”.
Las partículas epistémicas, siguiendo, una vez más, a Martín Zorraquino y Portolés
Lázaro (1999:4147) se pueden subdividir en dos grupos: las que indican evidencia (en efecto,
claro, desde luego...) y las que orientan al interlocutor sobre el origen del mensaje que intro-
ducen o en el que aparecen (por lo visto...).
Los marcadores de evidencia funcionan como reforzadores de la aserción. Esta particu-
laridad se manifiesta en el hecho de que la mayoría puede confirmar la aserción del miembro
anterior a aquel en el que aparecen o que se comporten como reforzadores de sí o no tema-
tizándolos con que (claro que sí, por supuesto que lo creo). Una importante extensión de
esta función es la de índice de solidaridad y cooperación en la interacción conversacional.
Estos marcadores, efectivamente, se convierten con frecuencia en elementos incluso fáticos
que, sin embargo, contribuyen efectivamente a que la conversación progrese en términos
amigables. Con frecuencia estos marcadores son empleados, pues, como marcas de cortesía
positiva. Este valor de cortesía positiva con que funcionan en la conversación viene dado por
dos de los principios que caracterizan a los marcadores epistémicos de evidencia: la asig-
nación de validez general al miembro del discurso precedente o a aquel en el que aparecen
y la confirmación del mensaje que el miembro discursivo representa. (Martín Zorraquino y
Portolés Lázaro, 1999:4147).
Dentro de los marcadores conversacionales de modalidad espistémica se reconocen
dos subtipos según admitan o no tematización con que del segmento de discurso que refieren
(claro que, por supuesto que vs. en efecto, efectivamente). Esta distinción no es sólo formal.
En efecto, los marcadores que admiten tematización con que comentan y valoran un miembro
de discurso anterior; se comportan habitualmente como conectores pero con frecuencia, por
su significado y funcionamiento, pueden asimilarse a los operadores. Los marcadores que no
admiten tal tematización actúan siempre como conectores en tanto que remiten a una porción
de discurso anterior, que confirman y amplían o explican.
De lo que va dicho queda establecido que claro, siguiendo una secuencia de especiali-
zación gradual, esto es, de categorías más generales a otras más puntuales, puede ser catalo-
gado como un marcador discursivo conversacional, de modalidad epistémica, indicador de
evidencia, del subgrupo de los que admite eventualmente tematización mediante la partícula
que. Conviene apuntar que de entre los marcadores que conforman su grupo (desde luego,
naturalmente y por supuesto) es el que mayor uso tiene. Desde otro punto de vista, a pesar de
la gran variedad de efectos de sentido que despliega en el discurso, presenta bastante regula-
ridad, por lo que un intento de sistematización es posible.
3. Los datos:
sexo (hombres y mujeres), edad (cuatro grupos etarios en rangos de 15 años a partir de los
16) y niveles socioeconómicos (alto, medio alto, medio, medio bajo y bajo). La duración de
cada entrevista es de media hora. Las grabaciones y transcripciones son propiedad del CIAL,
Centro de Investigación y Atención Lingüística, de la Universidad de Los Andes, Mérida,
donde reposan las matrices. La responsabilidad de la dirección del equipo que ejecutó la
recolección y transcripción del corpus fue de Carmen Luisa Domínguez y Elsa Mora. De los
cuatro hablantes de cada “casilla” (v.g., mujeres de clase baja entre 46 y 60 años) se tomaron
para este trabajo sólo dos, con lo cual se ha consultado la mitad de corpus pero con inclusión
proporcional de todos los estratos. De cada entrevista se extrajeron todos los casos de claro
con sus respectivos contextos. El número total de apariciones fue de 397. A partir del análisis
de estos materiales se ha construido la matriz de funciones que se propone a continuación:
4. El análisis:
Los distintos usos del marcador claro pueden clasificarse de acuerdo con su función
esencialmente pragmática, metadiscursiva u organizadora de la estructura temática. Con-
viene señalar desde ahora que las categorías propuestas no son excluyentes sino que se trata
más bien de un asunto de jerarquías; los ejemplos que las ilustran así lo evidencian. Como
existe casi siempre una función del marcador que destaca sobre las demás, es esa la que se
ha señalado en cada caso.
La matriz clasificatoria de usos que se propone comprende las funciones pragmáticas,
metadiscursivas y organizadoras de la estructura temática.
Bajo el rótulo de funciones pragmáticas se engloban los casos en los que el marcador
actúa como elemento coadyuvante en la construcción de la coherencia argumentativa del
discurso, no sólo por parte del hablante, que conduce el hilo de su enunciación de acuerdo
con sus propósitos, pretensiones o metas, sino también del interlocutor en tanto que partícipe
del proceso de negociación de significados que, en general, constituye una conversación. Se
estudian aquí los casos en los que claro aparece como un elemento lingüístico útil tanto en la
construcción de una determinada interpretación del mundo como para la adecuada interpre-
tación referencial de tales discursos.
En torno a las funciones metadiscursivas se propone una clasificación de usos que tiene
como elemento común el hecho de que permiten rectificaciones o precisiones en la estruc-
tura discursiva. La producción y formulación de mensajes en la conversación, en efecto, se
acuerda y reajusta constantemente, lo cual supone la puesta en práctica de estrategias que
permitan al hablante la conducción coherente de sus argumentos, sí, pero también la organi-
zación de la actividad discursiva misma. Siguiendo a Briz (1993:40-1), puede afirmarse que
“la función de estos marcadores, más que en establecer o marcar una relación argumentativa
Más detalles acerca del diseño y acopio de este corpus pueden verse en Domínguez (1996).
(sin por ello negar que en ocasiones la tengan), consiste en servir de apoyo a los interlocuto-
res para formular y reformular las partes de su mensaje; son agarraderos de discurso con los
que el hablante parece asegurar el orden y organización del mismo.”
Los marcadores de discurso desempeñan también un importante rol en el desarrollo de
la estructura temática de la conversación, dando pistas (orientando) acerca de la continuidad,
finalización o cambio de sentido en el discurso. Como es bien sabido, la coherencia textual
depende en buena parte del equilibrio entre los principios complementarios de la continui-
dad y la progresión. Así, los elementos recurrentes que forman el hilo conductor aseguran,
por una parte, la necesaria continuidad temática, mientras que, por otro lado, el aporte de
informaciones nuevas hacen avanzar el texto asegurando su progresión. (Cf. Vivero Gra-
cía, 2001:155). Asimismo, una vez que el hablante considera agotado un tema o decide por
cualquier razón un cambio temático, ha de introducir el nuevo que propone de modo apro-
piado, marcando de algún modo este giro en la conversación a fin de que la actividad fluya
coherentemente. Entre los mecanismos útiles tanto a la continuidad como a la progresión en
un tema, por una parte, como para la señalización de cierre y cambio de tema, por otra (con
relevo de turno o sin que ello ocurra), se halla el empleo por el hablante, entre otros posibles,
del marcador de discurso, claro.
4.1.1. Afirmación enfática: Consiste en el empleo del marcador del discurso como
rasgo que acentúa el valor afirmativo de una respuesta. Puede ir acompañando al sí o susti-
tuyéndolo.
A.: Y ahí se incluye de una vez... la tarjetería, e... los títulos de la Universidad que también...
se los enseñan a llenar a uno...
B.: ¿Tú llenaste el título, por supuesto, el tuyo?
A.: Sí, claro, sí...
B.: ¿Fue más satisfacción, verdad?
A.: Claro, todo el mundo me preguntaba “¿y adónde va mandar a llenar el título?” y yo “ay,
por favor, esa pregunta” [[risas]] sí, esa pregunta está... así como de más. No, pues yo,
quién más, ¿mandarlo a llenar por ahí para que me quede bien feo? ... yo sé que a mí me va
quedar bonito... [[risas]]. [MDA3FA].
Parte de las funciones pragmáticas y metadiscursivas que se enumeran de aquí en adelante están inspiradas
en el artículo de Bauhr, (1994:88 y ss), dedicado al estudio de bueno como marcador discursivo.
Cada hablante del corpus posee un código que lo identifica según los factores sociales del grupo al que repre-
senta. Las dos primeras posiciones, MD, refieren la ciudad, Mérida; la tercera, la edad (A = 16-30 años, B =
31-45, C = 46-60, D = más de 60); la cuarta, el estrato (1 = alto, 2 = medio alto, 3 = medio, 4 = medio bajo y 5
= bajo); la quinta, el sexo (F, M) y la última (A, B, C, D) distingue al hablante de los demás que comparten con
él los mismos rasgos sociales. Se informa de esta codificación porque en lo sucesivo los ejemplos provienen
todos del corpus y están acompañados del código que facilita la identificación del informante.
B. Tengo esta mesa, esta banca con esta silla, que eran de una tía de mi mamá...
A.: Mm...
B.: ... que era merideña y (no se entiende).
A.: ¿Usted las conoció cuando era niña, o las vio cuando era...?
B.: Sí, claro, eran de la casa de la tía, a quien yo conocí ¿no? [MDD2FA]
A.: Yo quiero estudiar... quiero hacer otras cosas, pero... cuando... con dos niños ya es muy
distinto, ya me tengo que dedicar es a ellos solamente...
B.: Claro.
A.: Ni siquiera le puedo dar el tiempo a Ch. Porque tengo que estar pendiente de los niños...
[MDA1FA]
En esta función la solidaridad con el punto de vista del hablante aparece frecuente-
mente tematizada mediante la extensión que sí o que no:
A.: Y nos metimos en este proceso de... revisión curricular que antes... te señalé, te conté un
poco de esa experiencia, para tratar, como te digo, de... de dejar una Escuela que... de
dejarle un aporte, un pequeño grano a la Escuela de Ciencias Políticas...
B.: Mjm.
A.: ... y yo creo que lo hemos hecho...
B.: Claro que sí.
A.: ... lo hemos logrado, y... y hemos logrado, también, revisarnos a nosotros mismos dentro
de la Escuela, tanto los profesores como los estudiantes... [MDA1MB]
A.: Pues sí, bueno señor S. se... mire se pasó el tiempo volando y usted ni cuenta se dio.
B.: Me hubiera gustado que fuera como una hora más para habernos quedado mucho tiempo
A.: ¡Claro! no, lo tendremos en cuenta entonces... [MDB4MA] .
En el ejemplo el marcador claro se interpreta como consentimiento a participar en una entrevista más extensa
en el caso de que fuera necesario. Este consentimiento puede aparecer de modo más categórico como res-
puesta ante una petición explícita del tipo A.: ¿Me puedes prestar dinero? B.: ¡Claro! Este tipo de usos, sin
embargo, no se registró en el corpus, lo cual no significa su inexistencia en el español merideño.
c) Concesión: es esta una respuesta verbal en la que el marcador se emplea como una
aceptación retórica sobre la que se construye inmediatamente una objeción o una precisión
de lo dicho por el interlocutor. Es un tipo de refutación cortés a la que Briz (2000: 197) se
refiere como un “ falso acuerdo sobre el que se edifica una oposición”.
A.: Bueno... no sé por qué... no sé los motivos por qué... no hayan puesto... e... cafetín o algún
comedor... ya eso sería cuestión de... de... del dueño...
B.: Del dueño.
A.: Sí.
B.: Pero siempre les hace falta.
A.: No, claro... o... o... no se... no se requeriría tanto de eso sino... también alguna cosa que
tuviera uno aquí e... que si una cocina, así para...
B.: Aunque fuera para preparar...
A.: Sí, el café... [MDB5FA]
4.1.5. Comentario evaluador: En estos casos, el uso de la partícula señala que el interlo-
cutor cae en la cuenta de que dos hechos están conectados (Cf. Martín Zorraquino y Portolés
Lázaro, 1999: 4156). El marcador aparece en secuencias reactivas con la estructura melódica
propia de las exclamaciones y frecuentemente acompañado de partículas interjectivas.
A.: Mire S. de sus compañeros ninguno ha venido por ahí, que usted los haya...
B.: Ah, claro... y profesores...[MDB5FA]
A.: Quizás eso también, como es un hombre honesto, a pesar de los problemas que tuvo con la
esposa y todo, quizás levante cabeza.
B.: Y es... ya mayor, porque no es muy joven.
C.: No, pues claro, es un hombre ya de cierta... o sea... no, no...
B: No es tan viejo pero tampoco tan joven. [MDD4MA]
... allá, bueno, allá no hemos tenido problemas con las becas, allá nos han llegado
las becas que se han metido, y los reclamos que se han hecho sí la... claro, que no...
no les ha llegado a todos, por ejemplo, un representante tiene tres alumnos y recibe
pues uno solo... [MDC3FA].
A.: ...las... benditas discotecas, por ejemplo, eso no existía antes, hijo.
B.: Sí.
A.: Claro, los que... les gustaba la parranda pues... hacían su fiestecitas, natural...
[MDD3MA]
Con el marcador de discurso claro, la autocorrección aparece con frecuencia como una
reorientación argumentativa ante una eventual refutación del interlocutor. En estos casos la
“partícula confirma anticipadamente las palabras del posible interlocutor: sale al paso de una
previsible objeción concediendo de antemano la razón al supuesto oyente”. (Martín Zorra-
quino y Portolés Lázaro, 1999:4157).
Así por ejemplo, en el fragmento de conversación siguiente, en el que se habla del alza
de precios en los artículos de primera necesidad, el hablante se autocorrige en virtud de que ha
mencionado un rubro que no es del tipo señalado y que puede debilitar su argumentación:
A.: ... hay mucha gente, que es la clase media, que hoy en día tiene hambre ya, tenemos, ya no
podemos... gastar lo que gastábamos ¿verdad? porque... no le alcanza, los gastos son muy
grandes...
B: Y además ahora que un kilo de queso amarillo sale... (no se entiende)...
A.: Un kilo de cochino, claro que eso no es... esto una cosa básica... de alimentación pero...
pero hay gente que le gusta su cochino...
B: Te provoca... [MDD4MA].
O en este otro texto, donde el hablante se percata de que su opinión de que los niños
pueden ser castigados por sus maestros no será fácilmente admitida por el interlocutor y
decide voluntariamente matizar su juicio:
A.: Un profesor es como un segundo padre, para un niño, claro, tampoco castigarlo demasiado
tampoco ¿no? pero sí... saber cómo castigar a un... a un alumno [MDC4FA]
La rectificación propia, asimismo, puede venir inducida por el interlocutor. Una inter-
vención suya influye sobre el hablante, quien decide entonces enmendar por sí mismo su
argumentación. Esta objeción puede transmitirse abiertamente, como en el diálogo siguiente,
en el que el hablante, aunque en principio no admita que al alza de precios haya afectado el
negocio en el que trabaja, termina admitiendo el perjuicio por insistencia de su interlocutor:
A.: Mire, este... S. ¿y con la... con los costos tan altos ahorita de las habitaciones, no los ha
afectado mucho?
B.: No, pues si supiera que... que no, mucho no... no ha afectado, porque son... precios módi-
cos, más o menos... como el hotel tampoco se presta...
A.: Sí.
B.: ... así para... poner una cantidad muy alta...
A.: Sí, pero de todas formas siempre... para venir con un grupo, por lo menos familiar, que
siempre acostumbran venir cinco o seis de una casa... por más que sea siempre golpea un
poquito el bolsillo ¿no?
B.: No, claro, siempre hay quejas, y ponen una cara de asombro pero...
A.: Ajá. [MDB5FA].
A.: Ahí [en Nueva York] pasan tantas cosas, pero cosas así que uno las pueda decir como anéc-
dotas, no sé, no sé... que uno ve gente famosa en cualquier parte, o sea, me he encontrado
a Al Pacino, me he encontrado con John Kennedy... que, claro, uno los ve como a ocho
metros y de broma, pero sí... o sea, es esa sensación de estar... en la capital del mundo.
[MDB1FB]
La función de la continuidad temática, que es una de las más típicas y generales del
marcador, tiene que ver con el empleo de la partícula por el hablante para indicar que el dis-
curso se orienta hacia la prosecución en el mismo tema.
Puede ser el propio hablante quien indica con claro su decisión de persistir en la temática:
A.: La soledad me ha envainado mucho hijo, ya cuatro... hace cuatro años ahorita el... en abril...
B.: Ajá.
A.: ... de la muerte de la vieja. Claro, como dicen los médicos “señor T. tiene que reponerse,
tiene que superar esa etapa”, les digo “sí pero...” ese vacío a mí me ha quedado en el... en...
en el hogar. [MDD3MA]
A.: De repente es un poco también como de cobardía, o sea, uno debería hacer eso y listo,
llegar allá...
B.: Sin pensarlo mucho y...
A.: Claro, y si es pasar hambre quince días y después conseguir algo, vale ¿no?, pero la
cosa es entonces el temor a a... para mí sería el temor a tener que volver a regresarme.
[MDB3MA].
En estos dos ejemplos, el desarrollo de los temas que los hablantes han seguido hasta el
momento (la muerte de la esposa y la toma de decisión fijar residencia en un país extranjero)
han arribado a un punto en que pudieran ser sustituidos por otro. Las intervenciones de los
interlocutores son simples turnos de apoyo y tras ellas los hablantes deciden proseguir con
los temas que venían comentando.
Pero lo más frecuente es que sea el oyente, quien, mediante una intervención de apoyo
con claro manifieste su propósito de no tomar el turno que le corresponde o que se le ofrece,
permitiendo así al hablante que prolongue el suyo. Se trata de una señal de cortesía positiva
que, al tiempo, desempeña una función fática: lo mismo que se desecha la posibilidad de
ejercer el derecho de turno en la conversación, se muestra cortésmente atención sobre lo que
dice el hablante, animándolo a continuar.
A.: Yo de ir a decirle a uno de mis trabajadores “yo no le puedo pagar el sueldo mínimo” pre-
fiero decirle que se vaya...
B.: Claro.
A.: ... y si tengo que llegar a la... a la necesidad de cerrar las puertas y quedarme yo, lo que yo
pueda hacer, y más nada. [MDC3MA]
A.: Yo hubiera perfectamente, con el otro señor, haber hecho otro negocio, económicamente
hubiera sido más favorable.
B.: Claro.
A.: Pero... no, el negocio lo hice en base, repito, que... yo había visto ya la zona de la casa.
[MDD2MA]
Dentro de los usos de la progresión temática también cabe mencionar el empleo del
marcador por el interlocutor con sentido de preconclusión, esto es, para señalar que da por
agotado un tema y se proponer otro, que la actividad en curso está por finalizar o que se
aproxima algún tipo de cambio. Esta indicación puede provenir tanto del locutor como del
oyente. El texto siguiente, en el que el empleo de claro aparece como señal de consecuencia,
pero también de cierre temático, ilustra el primer caso:
A.: En el tiempo de Pérez Jiménez si uno no era casado o... sea que no... si no estaba casado
uno, como... así que... tuviera un hijo nacido... soltero... tenía uno que renunciar. Entonces
la... caporal que era... una muchacha que venía de Barinas “ay mija, tiene que renunciar”
porque si no lo botaban a uno.... claro, uno con el miedo que no lo fueran a botar tenía que
verse obligado a que lo... a que lo... a renunciar [MDC5FA]
El extracto de conversación que sigue demuestra que también puede ser el interlocutor
quien ponga fin al desarrollo de un tema mediante el uso de la partícula:
A.: Total de que... la única forma de que ellas me cancelaran el dinero fue que... decirle al
esposo de ella... que hiciera unos trabajos en la oficina que él montó, de estadística, enton-
ces, ellas lo hicieron, y lo que Ch. le iba a pagar a él, Ch. me lo pagó a mí... porque fue Ch.
el que me pagó a mí, pero por lo menos no perdí mi dinero.
B.: Claro. Tiene la niña como un huequito en el brazo ¿eso es una vacuna? [MDA1FA]
Pero también el hablante puede reaccionar ante un intento de cambio de tema por el
interlocutor empleando el marcador como signo de que proseguirá en el desarrollo del pri-
mero. Claro se convierte aquí en una marca de cortesía que permite desechar una proposición
de cambio de tema y la persistencia en el anterior.
A.: Ese fue el... el... ese fue el peor susto de de la carrera, y el más costoso, y...
¿qué?...
B.: Siempre en esas graduaciones yo no sé por qué a mí me... me... me da el temor porque
siempre pasan cosas, por eso, por el cansancio ¿qué sé yo?.
A.: Claro y... y lo que más me... me disgusta es que... bueno, hubiese ido ebrio o cualquier otra
cuestión, está bien ¿no? pero ni siquiera... [MDA3MA]
A.: Dígame por lo menos cuando tocaba la... la multiplicación, uno les hacía aprender de
memoria la tabla de multiplicar, y eso no se olvida nunca, y en realidad un muchacho que...
claro, tenía uno varios métodos ¿no? aprendérselas bien, con... en la pizarra, haciendo
las... lo los cajoncitos aquellos... las tablitas ¿no? [MDD3FB]
A.: Entonces me iba para una falda yo, carajita, y... le robaba la yuca a mi tío, le escarbaba la
yuca por abajo y nos traíanos la yuca para comer con mojito de ají, y claro, no teníanos qué
comer [MDD5FB]
Por último, cabe señalar el uso del marcador desprovisto prácticamente de significado
semántico y funcional y empleado como simple muletilla que permite ganar tiempo mientras
se ordena el discurso. El hablante no desea abandonar el turno en la conversación y emplea
la partícula como recurso superfluo mientras planifica su enunciación. Este empleo de claro
también puede interpretarse como una indicación al interlocutor de que hay una reestructu-
ración del discurso en progreso:
A.: Hubo un tiempo que nos separamos y él duró un año fuera de la casa, y yo lo volví a recibir,
claro, como él vivía en... claro, yo yo salía con él en la noche, pero hasta las nueve, a las
nueve yo me quería venir para mi casa porque yo tenía sueño, y él se... seguía rumbeando.
[MDB3FB]
A.: Queremos mucho a Mérida, es que se siente uno como atrapado acá en Mérida
¿no?.
B.: Claro, no, es que Mérida es una ciudad muy bonita, y siempre como que tiene cosas nue-
vas ¿no? [MDC1FA]
Cuando se quiere señalar el sentido evidente de una enunciación, si bien puede usarse
también claro, normalmente se prefieren otros marcadores. Entre otros posibles señalamos
sólo a manera de muestra el empleo de lógico. Obsérvese cómo en los ejemplos siguientes la
irrebatibilidad de la evidencia no viene indicada por el marcador claro que aparece en ellos,
sino por la adición de lógico, que actúa como refuerzo:
B.: Uno... ya está un poquito viejo... pero... sus hijos y su esposa ¿ve?
A.: Claro, tiene que pensar en ellos ¿verdad?
B.: No, lógico. [MDB4MA]
A.: Todo el mundo debe pensar que... las cosas hay que pensarlas positivamente, pero claro,
lógico, también yo digo, también sentarse analizar y dialogar con bastante... o intercambiar
ideas con bastante... gente para uno después dar ese paso. [MDB4MA]
habla (las que constituyen el Corpus Sociolingüístico de la ciudad de Mérida), sino que se
ha procurado, además, ordenar tales usos sobre la base de su funcionamiento pragmático,
metadiscursivo y organizador de la estructura temática. Por la naturaleza misma de los datos
se colige que la validez de la matriz que se propone queda circunscrita al empleo oral y no,
desde luego, al escrito.
Entre las funciones pragmáticas, esto es, las que tienen que ver con la ilación argu-
mentativa del discurso según los propósitos del hablante y su comercio lingüístico con los
del interlocutor, se han incluido los usos en los que el marcador señala afirmación enfática,
ratificación, aprobación o conformidad. Se trata, ya se ve, de casos que tienen en común el
hecho de que en todos ellos claro sirve como evidenciador explícito de la veracidad de los
enunciados, bien por parte del hablante en la construcción de su discurso, bien por el inter-
locutor, que manifiesta, en cooperación más o menos abierta con quien dialoga, la admisión
de la transparencia de los hechos. Esta función se manifiesta en distintos grados, que van
desde la demostración del acuerdo máximo hasta la concesión de un hecho para una poste-
rior refutación de otro asociado a él, pero en todos los casos aparece como rasgo común el
reconocimiento de la incontrovertibilidad ―de la totalidad o al menos de una parte― de los
juicios manifiestos en la enunciación. Debido a este carácter (pragmático) de valoración de la
verdad de la proposición también se incluyen en la función los comentarios evaluadores en
los que claro manifiesta que en el momento mismo de la enunciación alguno de los hablantes
advierte un vínculo incontestable entre dos hechos del discurso.
La tipificación de las funciones metadiscursivas se asocia básicamente a la reorganiza-
ción de la estructura del discurso por inducción ajena (rectificación) o enmienda propia (auto-
corrección) dentro del proceso de negociaciones, acuerdos y entendimientos que caracteriza
la conversación. Este uso para la redirección de la disposición del discurso tiene por objeto no
tanto la salvaguarda del hilo argumentativo (aunque tampoco este desprovisto de beneficio a
este respecto) como la de la continuidad discursiva misma. El marcador se emplea entonces
como instrumento eficaz en la organización del discurso en tanto actividad.
En relación con las metadiscursivas (pero más específicas en cuanto conciernen a la
continuidad y progresión de los asuntos de los que se trata en el discurso y la permanencia
en el turno de habla o su cesión en función del tema), se hallan las funciones organizadoras
de la estructura temática, en las que el marcador de discurso claro funge como guía para la
continuidad o cambio en los temas y los relevos de turno en la conversación. Así, el marca-
dor aparece como recurso contributivo del equilibrio necesario entre permanencia y tránsito
temáticos, por una parte, y el intercambio de turnos de habla, por otro lado, que garantiza el
adecuado flujo de la conversación dentro de los límites de la cortesía.
Después del establecimiento de una relación de efectos de sentido tan plurales como
la que se ha configurado hasta aquí, complejidad de funciones a la que hay que sumar su
frecuencia de uso, (claro, en efecto, es el de más abundante empleo de entre los marcadores
conversacionales epistémicos de evidencia que admiten refuerzo mediante que), resulta parti-
cularmente ardua la tarea de perfilar un concepto que incluya todos sus valores funcionales.
Este ejercicio, sin embargo, resulta ahora insoslayable en coherencia con los presupuestos
teóricos adoptados al inicio según los cuales un marcador debe poseer en todos sus usos un
elemento de identidad común. Tal elemento común, de acuerdo con los principios de la teoría
de la gramaticalización ―que es también un presupuesto teórico admitido en este estudio―, ha
de estar asociado en principio con su posible origen etimológico. Por ello se propone a conti-
nuación y como tarea conclusiva de esta revisión, una definición que abarca, a juicio propio, el
espectro de usos y funciones de claro. Para ello se ha debido evaluar el rasgo (o los rasgos) de
significado eventualmente subyacente en todos los usos. Creemos que tal rasgo fundamental es
la transparencia que se presume en la enunciación a la que claro acompaña. Esta nitidez de sen-
tido se muestra en distintos grados, desde el apoyo cortés de una aserción del interlocutor que
no necesariamente se compromete con el hablante hasta la presentación de argumentos como
irrebatibles, pasando incluso por el señalamiento de la obviedad de un planteamiento.
Sobre este basamento puede definirse, finalmente, la partícula claro como el marcador
que esclarece, comenta o explica un miembro discursivo del que forma parte o del que es
adyacente de modo que tal comentario se presenta razonablemente como incontrovertible.
La natural irrefutabilidad de aquello que claro focaliza lo convierte en un marcador
propio de la cortesía positiva, por lo que resulta especialmente adecuado en las situaciones en
las que se desea mostrar solidaridad en el progreso de la actividad comunicativa.
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