Aakeson C. VW Cosa Juzgada Administrativa Irrita 2

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SALA 1 CAMARA DEL TRABAJO -SEC.

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Protocolo de Sentencias
Nº Resolución: 42
Año: 2018 Tomo: 1 Folio: 255-274

EXPEDIENTE: 3214777 - - AAKESSON, JOSE RICARDO C/ VOLKSWAGEN ARGENTINA S.A. -

ORDINARIO - DESPIDO

SENTENCIA NUMERO: 42.

En la ciudad de Córdoba, a los nueve días del mes de marzo de dos mil dieciocho, se
constituye el Tribunal Unipersonal de esta Sala Primera de la Cámara del Trabajo a
cargo del Sr. Vocal Ricardo Agustín Giletta a los fines del dictado de sentencia en
audiencia pública en estos autos caratulados “AAKESSON JOSÉ RICARDO C/
VOLKSWAGEN ARGENTINA S.A. – ORDINARIO – DESPIDO – expte.
3214777”, de los que resulta: 1) Que a fs. 1/5 comparece José Ricardo Aakesson, con
el patrocinio de los Dres. Santiago Levin Balbi y Carlos S. Videla, promoviendo
demanda en contra de Volkswagen Argentina S.A., persiguiendo el cobro de la suma
de $ 615.553,03 que funda en los hechos que expone en su libelo.- Sostiene que
ingresó a trabajar para la demandada el 1 de septiembre de 1993 en la categoría 2C del
CCT de SMATA, siendo su mejor remuneración normal y habitual del último año
trabajado de $ 22.784,41.- Que encontrándose bajo tratamiento psicológico y gozando
de licencia por enfermedad, la empresa lo convención de hacer un acuerdo por
despido, y que por su estado de necesidad accedió, no obstante no encontrarse
emocionalmente apto para ello. Que la empresa le pidió que para instrumentarlo
consiga un certificado de alta médica y que adjuntado el mismo a otros otorgados por
la patronal, se lo trasladó al Ministerio de Trabajo para firmar. Que en el acta
respectiva consta que fue despedido el 31 de agosto de 2012 y se le abonó la suma de
$ 220.000.- Alega que el acuerdo en cuestión carece de valor legal, ya que las cifras
que se le abonaron no constituyen una justa composición de sus derechos, motivo por
el cual lo percibido debe considerarse como un pago a cuenta, reclamando en

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consecuencia la diferencia indemnizatoria y sirviendo la demanda como
emplazamiento válido en los términos del art. 2 de la ley 25.323 para el caso de que no
se accediere a abonar lo debido en la audiencia de conciliación. Pide se declare la
invalidez del acuerdo y la nulidad de la homologación si hubiere sido dictada, ya que
el monto del convenio no llega al 50% de lo que realmente le correspondía,
perjudicando al más débil de la relación laboral, que estaba enfermo y sin haber
existido justa causa de cesación.- Afirma haber continuado con tratamiento
psicológico después del despido, y que el alta médica la obtuvo ese mismo día por un
estado de necesidad y sin estar emocionalmente apto para ello. Resalta que ese mismo
día fue revisado por varios médicos, inclusive de la patronal, cosa que no es habitual.
Demanda igualmente por tal motivo el pago de la indemnización del art. 213 LCT,
dado que la empleadora sabía de su enfermedad, abusándose con mala fe de ese estado
y convenciéndolo a recibir una suma inferior a la que le correspondía. Solicita además
se tenga por intimada a la accionada en los términos del art. 80 LCT para la expedición
de las certificaciones enunciadas en dicha norma, y que si no lo hiciere se la condene
al pago de la sanción allí tarifada. Formula reserva del Caso Federal.- A fs. 7 amplía la
demanda y pide que para el caso de superar la indemnización del art. 245 LCT el tope
allí regulado, se aplique el criterio de la CSJN de la causa “Vizotti Carlos c/ AMSA” y
del TSJ de la Provincia en “Vega José Domingo c/ Fabi SA”.- 2) Que designada
audiencia de conciliación, la misma se lleva a cabo según constancias de fs. 22,
oportunidad en la cual, al no mediar avenimiento, la accionada, con el patrocinio del
Dr. Hernán Roca, contesta la demanda en los términos que constan en el memorial
agregado a fs. 14/21, solicitando su rechazo con costas.- Niega la mejor remuneración
denunciada; que hubiere convencido al actor a celebrar un acuerdo; que no estuviere
apto emocionalmente para celebrarlo; que hubiere sido trasladado al Ministerio de
Trabajo para firmar; que el acuerdo carezca de valor legal y no represente una justa

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composición de sus derechos; que la demanda sirva como intimaciones válidas para la
ley 25.323 y art. 80 LCT. Niega igualmente que el importe abonado sea el 50% de lo
que le correspondía y que el acuerdo sea inválido; niega haber actuado de mala fe; que
el actor continuara con tratamiento psicológico y adeudarle suma alguna.- Sostiene
que el accionante ha tergiversado los hechos y que el acuerdo cuestionado se llevó a
cabo por su expresa solicitud. Que estando éste de baja médica, concurrió a la planta y
se entrevistó con personal del área de recursos humanos, a quienes les expuso su
intención de desvincularse, siempre y cuando se le abonare alguna indemnización. Que
ante ello surgió la posibilidad cierta de arribar a un acuerdo, que se realizaría ante la
Secretaría de Trabajo para que el actor contara con las garantías del caso.- Que así,
previa presentación del alta médica, el 31 de agosto de 2012 ambas partes
concurrieron a la entidad, haciéndolo el actor con asistencia sindical y legal, ya que
concurrió el Secretario de Prensa del SMATA y su abogado Dr. Rodolfo Gómez. Que
en el convenio se dejó constancia de la fecha de ingreso, categoría profesional, jornal
horario de $ 41,97 y la remuneración básica mensual de $ 9082,31.- Que en la cláusula
segunda se le notificó al actor su despido sin causa y éste se anotició debidamente; que
en la cláusula tercera se convino el pago de la liquidación final y en la cuarta se dejó
constancia que el actor reclamaba las indemnizaciones de los arts. 245, 232 y 233 LCT
y que reajustaba dichos rubros a la suma de $ 220.000. Que en la cláusula quinta la
empresa aceptó el reajuste y se convino la forma de pago, aceptada por el trabajador
en la cláusula siguiente, manifestando las partes que una vez cumplido el convenio
nada tendrían que reclamarse. Sostiene que el acuerdo fue homologado el 6 de
septiembre de 2012 mediante resolución 04443 y que la realidad de los hechos
evidencia que el reclamante no fue obligado a firmar, ni estaba incapacitado
emocionalmente ni mucho menos estaba sometido a un estado de necesidad, sino que
se realizó porque resultaba de su conveniencia y satisfizo sus expectativas. Alega la

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doctrina de los propios actos, en orden al proceder contradictorio de Aakesson,
impulsor del negocio jurídico y que luego lo controvierte. Defiende la plena validez
del acuerdo celebrado y sostiene que la ley establece los mecanismos impugnativos del
caso para ser ejercitados en el ámbito correspondiente en caso de disconformidad; y
que sólo agotada la vía administrativa quedaría habilitada la judicial para reclamar en
el ámbito contencioso administrativo. Que por tal motivo opone subsidiariamente la
defensa de incompetencia, para ser decidida al fondo de la cuestión.- Manifiesta haber
obrado de buena fe y haber cumplido el pago pautado, y que el reclamante por el
contrario obra en violación a la regla del art. 63 LCT. Niega que la demanda pueda
operar como notificación o intimación válida en el marco del art. 2 de la ley 25.323 y
art. 80 LCT.- Plantea defensa de Cosa Juzgada para ser dirimida con el fondo de la
cuestión, en tanto el acuerdo en cuestión fue homologado por la autoridad de
aplicación, en el que las partes convinieron que una vez abonado el importe respectivo
nada tendrían que reclamarse. Que habiendo pasado en autoridad de cosa juzgada el
acto homologatorio, nada puede reclamarse en los presentes. Agrega que el acta fue
suscripta con total libertad y discernimiento del trabajador, con asistencia sindical y
legal, no existiendo vicio alguno que pueda haber afectado su decisión. Que el mero
hecho de que al actor no le satisfaga, ocho meses después, lo acordado, no lo habilita a
alterar la cosa juzgada administrativa.- Subsidiariamente impugna los montos
reclamados y la procedencia de los rubros pretendidos. En relación al art. 213 LCT,
sostiene que no fue despedido durante licencia médica sino con un alta otorgada, por él
presentada.- Manifiesta que no obstante no considerar a la demanda como una
intimación de entrega de la documentación laboral a que alude el art. 80 LCT, la
consigna en ese acto.- En el acta de la audiencia de conciliación se deja constancia de
la puesta a disposición del trabajador del formulario ANSES PS 6.2 de certificación de
servicios y remuneraciones, formulario PS 6.1 de Afectación de haberes y certificado

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de trabajo del art. 80 LCT.- Corrida vista a la parte actora, ésta retirar los instrumentos
a los fines de evacuarla.- 3) Que abierta la causa a prueba, las partes ofrecieron las que
hacen a su derecho.- 4) Elevadas las actuaciones a esta Sala y recibida la vista de
causa, quedan los actuados en estado de dictar sentencia, planteándose las siguientes
cuestiones a resolver: PRIMERA CUESTIÓN: Son procedentes los rubros reclamados
por el actor? – SEGUNDA CUESTIÓN: Qué resolución corresponde dictar en
definitiva? - A LA PRIMERA CUESTIÓN PLANTEADA EL SR. VOCAL
RICARDO AGUSTÍN GILETTA DIJO: El caso traído a decisión plantea el
siguiente cuadro en conflicto: un acuerdo administrativo celebrado en el Ministerio de
Trabajo de la Provincia en el que la empresa notifica al actor su despido sin invocación
de causa, detallándose su fecha de ingreso, categoría y remuneración básica mensual;
el trabajador reajusta el monto de sus pretensiones indemnizatorias por antigüedad,
omisión de preaviso e integración del mes de despido en la suma de $ 220.000; se
pautó la mecánica de pago y una cláusula liberatoria según la cual una vez abonada esa
cuantía nada quedaría por reclamarse.- Pero mientras el actor sostiene haber sido
convencido por la demandada para su suscripción; que no estaba psicológicamente
apto para llevarlo a cabo en tanto estaba de licencia médica siquiátrica; que fue llevado
por la empresa al Ministerio para firmarlo; que el convenio representaba menos del
50% que le correspondía y que por todo ello sería inválido y su eventual
homologación nula, la empleadora alega que fue el actor quien tuvo la iniciativa de
celebrar el acuerdo, negando haberlo llevado al Ministerio de Trabajo y sosteniendo
que obró con pleno discernimiento y libertad; que contó con asesoramiento letrado y
sindical; que el convenio fue de su conveniencia; y que existe en el caso Cosa Juzgada
al haber mediado homologación administrativa –que plantea como defensa-, siendo su
eventual revisión de competencia contencioso administrativa, por lo que también
invoca esta excepción.- Se advierte entonces que el eje central de la discusión versa

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sobre las circunstancias, efectos y alcances del convenio extintivo de la relación
laboral.- El planteo de incompetencia será en ese marco el primero que deba
resolverse, en tanto la accionada entiende que toda cuestión relativa al acto
homologatorio y sus efectos debió dirimirse por las vías procedimentales respectivas y
en su caso en sede contencioso administrativa.- A fs. 49/62 de autos se encuentra
agregado el expediente 0472-220534/2012 sustanciado en la Dirección de
Conciliación y Arbitraje y Reclamos Individuales de la Secretaría de Trabajo, en el
que consta (fs. 53) el acuerdo aludido y a fs. 58 la resolución homologatoria Nro.
04443 dictada con fecha 6 de septiembre de 2012 por el Director de Conciliación y
Arbitraje Dr. Mario Flores Fernández, no obrando constancias de notificación del
decisorio en cuestión.- Independientemente de que es cierto que el trabajador pudo
consultar el expediente, notificarse e interponer las vías recursivas administrativas y en
su caso recurrir a la jurisdicción contencioso administrativa, entiendo que la defensa
de incompetencia no puede admitirse. En primer lugar, resultaría un dispendio
procesal enorme y largamente criticable haber sustanciado la causa en su integridad,
incluyendo el debate oral, para luego declarar la incompetencia en el dictado de la
sentencia definitiva. Una decisión de esa naturaleza se aproximaría seriamente a una
verdadera denegatoria de Justicia, y en ese sentido se ha expedido de manera reiterada
esta Sala con toda su integración, y la Sala Laboral del Tribunal Superior de Justicia a
partir de la causa “Moreyra Pedro José c/ Tuduri Mario Esteban y Otro-ordinario-
Otros - expte. 39898/37” (Sent. Nro. 20 del 07/04/2011), criterio reiterado en
“Ledesma María del Carmen c/ Municipalidad de Villa María – ordinario – otros –
recurso directo - expte 445016” (Sent. 263 del 20/10/2015), entre muchos otros, al
sostener que la incompetencia no puede pronunciarse luego de avocado el Tribunal y
sustanciado todo el proceso.- En igual sentido se ha pronunciado la Sala Civil y
Comercial del TSJ, ya desde la vigencia del anterior ordenamiento procesal civil y

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comercial (vé “Fassi Juan Domingo c/ Rogelio Raúl Canelo y otro - Apelación y
Nulidad - Recurso Directo”, Sent. nº 182 de fecha 03/1198).- En esta causa se explicó
que “…los principios de economía procesal y seguridad jurídica imponen la
necesidad de relegar aquel temperamento y, por tanto, respetar la sede ante la cual se
ha sustanciado la controversia (…) En efecto, no se compadecería con el principio de
economía de actividad, entendido como la pauta directriz que abona el logro de una
tempestiva, apropiada y eficaz prestación jurisdiccional, si tras la superación de todas
las etapas del proceso en primera instancia, recién al resolver la causa se efectuara
una declaración de incompetencia. Sólo piénsese en el esfuerzo, tiempo y gastos que
se diluirán innecesariamente con esta manifestación, inutilizando el trámite de un
proceso que, sin haber aún concluido, se tornará inexorablemente inicuo”, reflexiones
éstas que llevaran, en definitiva, a concluir: “…es mayor lesión declarar la nulidad de
un proceso que ha arribado a la etapa decisoria, por considerarse incompetente el
Tribunal, que convalidar lo actuado permitiendo su conclusión ante el mismo.
Razones de seguridad jurídica, economía procesal y resguardo del derecho de defensa
en juicio avalan esta decisión.” Criterio reiteradamente ratificado por esa Sala
(“Pentasoft SH c/ Municipalidad de San Francisco – Recurso de Casación - Expte-
1317290” Sent. Nro. 21 del 15-3-2015, entre otros).- Pero además, la crítica al acuerdo
en cuestión no involucra una revisión exclusivamente administrativa propia de la
esfera contencioso administrativa, sino que se traduce en asuntos, institutos y normas
del Derecho del Trabajo, involucrando concretamente cuestiones tales como el
principio de irrenunciabilidad y los alcances de los acuerdos liberatorios (arts. 12 y 15
LCT), entendiendo que en casos como el de autos existe una competencia concurrente
entre el Fuero del Trabajo y el Contencioso Administrativo en la medida que lo que se
ataque sean los efectos del acto en relación a derechos individuales o colectivos de
naturaleza laboral involucrados y no cuestiones atinentes a la formalidad exclusiva de

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la actuación. Es que a mi entender se presenta claro que la Justicia Laboral, por su
especialización, es la que de manera natural (y por imperio del art. 1 incs. 1 y 5 de la
ley 7987) puede mejor valorar las circunstancias y los derechos eventualmente
conculcados; lo que no descarta que el trabajador pudiere optar por la vía contencioso
administrativa de plena jurisdicción, que por otra parte es la que decide cuestiones
laborales que involucran al empleo público y que por lo tanto tampoco es
absolutamente ajena a la temática laboral, aunque regida por otros ordenamientos. En
función de lo expuesto, reitero, la defensa relativa a la competencia no puede
acogerse.- Se ha planteado también la existencia de Cosa Juzgada, dejando a salvo el
reclamo con fundamento en el art. 80 LCT, que no fue objeto de acuerdo en sede
administrativa.- Al definir a la Cosa Juzgada, Palacio la conceptualiza como “la
inmutabilidad o irrevocabilidad que adquieren los efectos de la sentencia definitiva
cuando contra ella no procede ningún recurso (ordinario o extraordinario)
susceptible de modificarla” (Palacio, Lino E. Derecho Procesal Civil, Tomo V, Actos
Procesales, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires 1975), visión que en términos generales
es compartida por doctrina y jurisprudencia. Traspolando esa definición al marco
administrativo, como es el caso en debate, podemos colegir que mientras subsistan
impugnaciones posibles en contra del pronunciamiento por vías recursivas, no puede
considerarse que el mismo haya adquirido la condición de firmeza. En el caso de
autos, la resolución homologatoria no ha sido notificada a las partes en ninguna de las
formas que prevé la ley procedimental administrativa (arts. 54 a 57 de la ley 5350), por
lo que no ha adquirido la calidad de cosa juzgada que se le atribuye, justificando ello
el rechazo de la defensa en tal sentido.- Si bien el accionante percibió el importe
conciliado (tal como lo reconoció en debate) cuyo pago estaba condicionado a la
homologación, en todo caso pudo presumir que el convenio había sido aprobado pero
no corrían a su respecto plazos impugnativos en tanto no se operó notificación por los

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medios taxativamente enunciados en la ley 5350.- Ergo, reitero, el decisorio carece de
la firmeza propia del instituto de la cosa juzgada.- No puedo soslayar que en defecto
de la cosa juzgada, el Tribunal podría declarar una litis pendencia de oficio, como ya
lo ha hecho esta Sala en forma colegiada al sostener que “cosa juzgada y litis
pendencia son institutos que ya como excepciones o por vía de declaraciones
oficiosas, comparten un fundamento común: impedir que se dicten pronunciamientos
contradictorios sobre un mismo hecho y con los mismos involucrados.- No importa
que no haya sido planteada por la demandada bajo esa denominación, porque
restringir el asunto a una cuestión de mero título de un escrito implicaría no sólo un
rigor formal inadmisible sino que además supondría renunciar a la adopción de los
medios necesarios para evitar que se produzca la grave situación de que la Justicia
como Poder del Estado –independientemente de la jurisdicción a la que corresponda-
emita sentencias distintas sobre un mismo hecho que involucren a los mismos sujetos,
generando una esquizofrenia jurídica de evidente afectación a la institucionalidad
republicana.- Precisamente la finalidad del instituto en cuestión, como lo señala
Alsina, es impedir “que se divida la continencia de la causa” (Der. Proc. Civ./1971, T
III, P.107) y por ello “es procedente no sólo cuando exista la triple identidad de
partes, causa y objeto, sino también cuando sin darse esa triple identidad, puede
existir la posibilidad de dictarse sentencias contradictorias o bien cuando se trata de
dividir la contienda”( Ramacciotti-Comp. de Der. Proc. Civ. y Com. de Cba.-1978 T1.
p.447)” (“Loza Gladys Noemí c/ Mapfre Argentina ART SA – ordinario – accidente -
ley de riesgo – recurso de apelación – Expte. 3253134”, Auto Nro. 57 del 17-3-2017),
en un supuesto muy diverso al de autos.- Sin embargo en este caso ello no se justifica
de manera alguna, siendo que la presente demanda conlleva una impugnación del
acuerdo y un expreso planteo de nulidad de la homologación que se hubiere dictado
(fs. 2 vta), estando o no notificada, remitiéndome a lo expresado al analizar la

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competencia.- Es que incluso si estuviere firme la homologación con consecuente
‘cosa juzgada administrativa’, si la cuestión versa sobre términos pretendidamente
írritos de lo decidido, la posibilidad de revisión en sede judicial no puede soslayarse.
La Corte Suprema tiene dicho que la cosa juzgada constituye uno de los pilares sobre
los que se asienta la seguridad jurídica y un valor de primer orden, que no puede ser
desconocido con invocación de argumentos insustanciales y con la pretensión de suplir
omisiones o corregir yerros en cualquier momento, pues ataca las bases mismas del
sistema procesal y afecta la garantía del debido proceso (CSN, 21-8-89; “Méndez,
Virgilio H. y otros c/ caja Nacional de Ahorro y Seguro y otro”, D.T. 1989-B, 1325).
Sin embargo el principio no es absoluto, y así lo ha entendido también el máximo
tribunal nacional. Los diversos sistemas procesales garantizan (en nuestro CPCC vía
de recurso de revisión) el control de pronunciamientos firmes cuando se verifiquen
hechos o circunstancias que condujeron a error o ignorancia del tribunal, desconocidas
al momento del fallo y evidenciadas luego de su firmeza formal. Y la jurisprudencia ha
incorporado la posibilidad de revisar, vía acción ordinaria autónoma, aquellas
sentencias en que lo decidido fuere ‘intolerablemente injusto’, asumiéndose para esta
creación abogadil y jurisdiccional la denominación de ‘acción de revisión o nulidad de
cosa juzgada írrita’, sustanciable como acción autónoma en las vías ordinarias
respectivas.- Adán Ferrer se refiere a ella como “la acción procedente en supuestos
donde frente a un proceso sustanciado y concluido, en cuyo desarrollo e injusto
desenlace se conculcan derechos de jerarquía constitucional del vencido, no exista
posibilidad recursiva alguna que permita revertir lo resuelto”. La evolución
jurisprudencial del instituto, especialmente marcada por los fallos de la Corte Suprema
"Tiboldi" (Fallos: 354:320), "Campbell Davidson", Fallos: 279:59), "Bemberg" (Fallos
281:421), "Atlántida SRL" (Fallos: 283:66) y "Banco Central de la República
Argentina s/inc. de verif. tardía en: Centro Financiero S.A. Cía. Financiera"

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(Fallos:326:678), ha despejado el camino para la revisión de la cosa juzgada por vía de
una acción autónoma, no sólo mediando fraude sino también ante situación de
intolerable injusticia (ver Roland Arazzi, "El vicio de error como causal de revisión de
la cosa juzgada írrita", JA 2003-III-759; Augusto Morello y Pablo Grillo, "La
licuación de un sueño de $52.000.000", JA 2003-III-770-771, entre otros). Como
sostiene De Carlo, “cierto es que la seguridad jurídica y la cosa juzgada son institutos
necesarios en un Estado de Derecho, pero no menos cierto es que éste también
necesita indefectiblemente que aquellos valores se armonicen con la justicia. De lo
contrario, podría dotarse de perpetuidad aquellas arbitrariedades de quienes
eventualmente detentaron el poder. Y es bien sabido que en un Estado de Derecho esto
es intolerable en la medida en que convulsionaría enérgicamente las razones que
cimentaron su existencia, desde tiempos muy lejanos” (De Carlos Iván Lucas,
“Seguridad jurídica vs. Cosa juzgada írrita”, 20-3-2015, SAIJ: DACF150260).- En
este sentido, aunque la homologación estuviere firme, si es factible la revisión de la
cosa juzgada írrita de las sentencias judiciales, no puede negarse esa posibilidad a
pronunciamientos administrativos que deciden cuestiones sustanciales como la de
autos. La jurisprudencia laboral abunda en revisiones de decisiones administrativas
homologatorias (Ministerios de Trabajo provinciales, SECLO) que, sin recurrir
específicamente al instituto de la ‘cosa juzgada írrita’ (habitualmente circunscripto a la
cosa juzgada judicial) o sin mencionarlo de manera concreta aunque con abierta
vinculación a sus condiciones, fortalecidos por el principio de irrenunciabilidad, han
considerado que bajo ciertas condiciones la entidad del decisorio administrativo cae y
deja abiertas las puertas a la re-discusión de lo acordado, con el carácter riguroso y
restrictivo que impone el instituto en juego. En una final combinación de lo que he
dicho respecto de la competencia y cosa juzgada, agregaré que aún si se considerare
que la vía impugnativa era otra, y que la homologación estaba firme, la posibilidad de

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revisión en este fuero deviene plena en función de haberse sustanciado íntegramente la
causa con el debido contradictorio, que suple en el caso las vías impugnativas propias
de la esfera administrativa en tanto la cuestión no fue introducida ni resuelta como de
artículo previo. Y en ese contexto, en la medida que se acuse la nulidad del acuerdo
por vicios sustanciales, esto es, la perforación de mínimos inderogables como
menciona el Alto Cuerpo en Doitcheff, la resolución administrativa debe ser,
restrictivamente, reexaminada.- El acuerdo celebrado. El acuerdo en análisis,
agregado a fs. 53, fue suscripto el 31 de agosto de 2012 por ante la Secretaria de
Audiencia Romina Tagliavini, del área de ‘Acuerdo Espontáneos’ de la Secretaría de
Trabajo. La denominación del área se utiliza para diferenciar esta Secretaría de
aquellas que en la Dirección de Reclamaciones Individuales receptan denuncias, las
respectivas audiencias y en su caso los acuerdos que en éstas se produzcan. La
mecánica para ‘acuerdos espontáneos’ implica la previa concertación de un turno con
la/s Secretaria/s, lo cual integra las máximas de experiencia del ámbito abogadil del
Trabajo, que los apoderados de las partes y el suscripto –antes de mi actual
desempeño- hemos transitado durante muchos años; y ha sido además ratificado con el
testimonio de Miguel Angel Reyes según veremos.- Figuran en el acta el comparendo
del actor acompañado del Sr. Leonardo Almada, Secretario de Prensa del SMATA y
su letrado patrocinante Dr. Rodolfo Gómez; y por la empleadora el Dr. Gabriel
Cavagni en su calidad de apoderado.- Concedida la palabra a los comparecientes,
mencionan haber arribado al acuerdo que reproduciré: PRIMERO: El Sr. José Ricardo
Aakesson manifiesta que ingresó a trabajar a las órdenes de la empresa el 7/09/1993,
habiéndose desempeñado como Operario General de Producción de la Categoría 2C
y percibido un jornal horario de $ 41,97, lo que conforma una remuneración básica
mensual de $ 9082,31.- SEGUNDO: El este acto, Volkswagen Argentina SA notifica al
Sr. José Ricardo Aakesson que queda despedido a partir del día de la fecha.

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Concedida en este acto la palabra al Sr. José Ricardo Aakesson dice que toma
conocimiento en este acto de lo manifestado y se notifica del despido dispuesto.-
TERCERO: Ambas partes manifiesta que el Sr. José Ricardo Aakesson percibirá la
totalidad de las sumas correspondientes a la pertinente liquidación final dentro de los
diez días hábiles posteriores a la fecha, excluyéndose las indemnizaciones por
antigüedad, preaviso e integración del mes de despido que seguidamente s acuerda.-
CUARTO: En este acto el Sr. José Ricardo Aakesson reclama el pago de las
indemnizaciones por anriguedad, preaviso e integración establecidas en los arts. 245,
232 y 233 de la LCT, reajustando dichos rubros a la suma única y total de pesos
doscientos veinte mil ($ 220.000).- QUINTO: La empresa toma conocimiento de las
manifestaciones vertidas por el Sr. Aakesson, acepta el reajuste formulado y ofrece
abonar dicha suma en una sola cuota dentro de los diez días posteriores a la
notificación de la homologación del presente acuerdo, con lo que presta expresa
conformidad el Sr. Aakesson. En este acto el Sr. José Ricardo Aakesson solicita que el
importe aludido en la cláusula cuarta precedente, le sea depositado en la cuenta de
caja de ahorro que posee en el Banco Santander Río Nro (…), a lo que la empresa
manifiesta que en caso de no oponer reparo alguno esta autoridad de aplicación a esa
solicitud, nada tiene que observar al respecto.- SEXTO: las partes manifiestan que
una vez cumplimentado el presente acuerdo nada tendrán que reclamarse mutuamente
por ningún concepto derivado de la relación laboral habida y extinguida.- SEPTIMO:
La falta de pago en tiempo y forma del presente acuerdo, dará derecho al Sr. José
Ricardo Aakeson a emplazar a la empresa para que en el término de cinco días
cumplimente con el pago del presente acuerdo. Vencido el término indicado sin que se
haya verificado, el Sr. Aakesson podrá ejecutar el total de la deuda como si fuere de
plazo vencido por la vía legal a la que se considere con derecho” El convenio fue
homologado ‘en cuanto por derecho corresponda’ mediante la ya mencionada

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resolución Nro. 0443 del 6 de Septiembre de 2012 por el Director de Conciliación y
Arbitraje, quien entendió que en la conciliación se verificó una justa composición de
los derechos e intereses de las partes.- Para así decidir obviamente basó su decisorio en
las circunstancias volcadas en el acta de acuerdo (en tanto no había otras de que
valerse), del que surge que el actor tenía a ese momento diecinueve años de antigüedad
y una remuneración básica de $ 9082,31 mensuales.- Del cotejo de estos datos con las
tarifas indemnizatorias (19 meses por despido + 2 meses por falta de preaviso, sin
integración en tanto el distracto se produjo el último día del mes) surge que el importe
conciliado de $ 220.000 sería superior al tarifario, que arrojaba $ 190.728.51, lo que
implicaba una sobre-indemnización, que integra las facultades de disponibilidad de la
empresa en tal sentido. En ese marco, verificada la asistencia letrada del trabajador -
además de la sindical-, no existían en apariencia elementos para denegar la
homologación.- Pero en autos se puso en crisis todo ello: la voluntariedad del acuerdo,
el patrocinio letrado, el monto de la remuneración, la cuantía total indemnizatoria
devengada y la irrenunciabilidad a su respecto.- Entiendo importante antes de avanzar
en el marco teórico y jurídico, fijar los hechos en torno al acta acuerdo, para lo cual
recurriré a la prueba rendida.- En el debate se recepcionó la confesional del actor a
tenor del pliego de fs. 171 y posiciones formuladas verbalmente.- A la primera dijo
que era cierto que fue asistido por el médico siquiatra Dr. Luis Martos durante unos
tres años y hasta su deceso; que lo siguió atendiendo un tiempo después que se fue de
VW, sin poder precisar la fecha de su fallecimiento.- A la segunda, relativa a que el
absolvente pidió al Dr. Martos le extienda un certificado de alta médica, dijo también
que es cierto, porque era el momento para irse de la fábrica y necesitaba el certificado.
Aclaró que era la oportunidad de su retiro de la fábrica; que era como que había una
posibilidad de arreglo y por eso pidió el certificado. Que esa posibilidad de arreglo
surgió por una petición de él, pero primero no pudo ser porque la empresa no podía

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pagarlo; pero que después de unos meses lo llamó Cavagni por teléfono para avisarle
que la fábrica tenía el dinero y que podían hacer el acuerdo. Que entonces fue a pedir
el certificado médico y el Dr. Martos se lo expidió; luego lo llevó a la fábrica y
después de eso se hizo el arreglo, no recordando si asistió con abogado.- Se formuló
una tercera posición: “para que jure como es cierto que al momento de realizarse el
acuerdo en el Ministerio de Trabajo, fue asistido por un representante sindical y por
el Dr. Rodolfo Gómez, abogado de SMATA”, a lo que respondió que no recordaba, ya
que de ese momento tiene sólo pantallazos; que no recuerda ni cómo se llega al
Ministerio y que nunca fue otra vez allí. Aclaró que por entonces estaba con
medicación por un tratamiento de agorafobia, principalmente ansiolíticos. Pero que sí
recuerda que fue en colectivo a la empresa y desde allí lo llevó Cavagni al Ministerio y
firmaron el acuerdo.- La cuarta posición, también oral, fue “que el importe acordado
en el Ministerio fue cobrado por Ud”, a lo que respondió afirmativamente. Dijo que
vio la necesidad de irse por motivos económicos; que estuvo esperando y esperando,
hasta que le avisaron que estaba la plata para indemnizarlo. Que el dicente necesitaba
el dinero, pero no sabía cuánto era lo que tenía que cobrar.- Esta confesión del
accionante desarticula su argumentación relativa a que fue presionado a aceptar el
despido y a firmar el acuerdo, así como a requerir el alta médica. Sus dichos
evidencian que fue a su instancia que se produjo la negociación para la desvinculación
en función de su necesidad de dinero, y que ante un inicial fracaso de la gestión por
cuestiones económicas (u otras) de la empresa, luego se le comunicó que estaba
disponible el dinero y se celebró el acuerdo. También se demuestra que el alta médica
fue requerida por él a su médico tratante y llevada a la empresa para posibilitar la
transacción. Ninguna prueba aportó a la causa respecto de su incapacidad síquica para
celebrar el convenio.- La pericia siquiátrica del Dr. Pablo Hisse obrante a fs. 139/143,
que concluyera escuetamente que ‘el actor no podría encontrarse de alta médica al

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momento de suscribir el acuerdo de despido; éste solicitó el alta a su médico no
encontrándose apto para tratar el tema del despido’ carece de fundamentación
suficiente. Ninguna explicación brinda el perito respecto del por qué su cuadro era
invalidante concretamente para ‘tratar el tema del despido’, siendo que según el
propio actor ya había formulado antes el pedido de desvinculación.- No contó con
historial clínico, ni mencionó medicación empleada, tratamiento efectuado, ni ningún
basamento que explique su afirmación relativa a una situación de dos años atrás, que
aparece así huérfana de argumentos y sustentada en una mera apreciación personal y
en el sólo relato de la actor en la anamnesis.- Partiremos entonces de que el
mecanismo de desvinculación se puso en marcha a instancias del propio actor siendo
ello coincidente con la versión brindada por la demandada en su responde. Los pasos
ulteriores fueron la celebración del convenio ante la autoridad de aplicación en los
términos que hemos expuesto.- Habré de considerar el contexto en el que se produjo
esta actuación, que relataron los testigos de la causa, a fin de analizar posteriormente
sus implicancias en el caso.- GUILLERMO MARCELO BROGGI dijo conocer al
actor por haber sido compañeros en VW, donde trabajó desde el 2006 al 2011
aproximadamente. Explicó que le hizo juicio a VW porque tenían un sueldo fijo,
facturaba y no estaba en blanco, pero que lo arregló y nada le deben actualmente; que
fue patrocinado entonces por el Dr. Balbi. Que el dicente era médico, hacía controles
de ausentismo, controles anuales, daban altas y bajas; que el acuerdo que cobró lo hizo
en la Cámara y cobró unos $ 400.000. Relató que en la Clínica de la fábrica lo atendió
al actor por problemas siquiátricos, y que había sacado varias carpetas, a veces
prolongadas. Que él recibía el certificado y lo citaban a control con especialista si
hacía falta. Que en la planta ellos visaban el certificado. Que Cavagni estaba en
recursos humanos y allí iban todas las altas y bajas, refiriéndose a altas y bajas de
carpetas médicas. Que tenían reuniones con Cavagni para analizar el ausentismo de

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personal, para adecuar las modalidades de trabajo. Que el jefe del área, Dr. Gritti, tenía
un contacto directo con recursos humanos. Que si era una licencia prolongada, se lo
mandaba al especialista y si era necesario se llamaba a una Junta Médica. Que el actor
traía los certificados, y que cuando el dicente se fue el actor todavía estaba de licencia,
no sabe qué pasó después. Que siempre las altas de las carpetas prolongadas tenían que
estar avaladas por el médico tratante del trabajador. Que esto era si el trabajador quería
volver; que lo mismo era si el trabajador quería arreglar con la empresa, y que a esto
alguna vez lo vio durante su desempeño, es decir, que para desvincularse tenía que
tener el alta médica.- Que el alta del tratante era suficiente, no hacían revisión de parte
de la empresa en ese caso porque el trabajador se iba. Que respecto de los demás
casos, por lo general con el certificado bastaba, pero que si se sospechaba o se lo veía
que estaba bien, lo revisaban. Que en el certificado de alta se le pedía que el médico
tratante aclare que podía retomar tareas, para evitar complicaciones. Que en el caso de
tratamientos siquiátricos, generalmente se tomaba lo que decía el médico tratante. Que
a veces venía con la medicación indicada, otras no. Que siempre preguntaban qué
medicación estaba tomando y en qué horario, por una cuestión de seguridad en el
trabajo. Que los médicos cubrían las 24 horas, y eran seis en total; no había siquiatras.-
Que no tenían un servicio psiquiátrico de control y se manejaban con el médico
tratante únicamente.- MIGUEL ANGEL REARTES, empleado de VW, dijo trabajar
en la sección de recursos humanos desde su ingreso en 1991. Relató que siempre hubo
retiros voluntarios en la empresa, que se hacían bajo un ‘acuerdo marco’; que por lo
general eran y son por ajustes o disminución de personal; que como en ciertos
momentos sobra gente la empresa ofrece los retiros y formula acuerdos en la
Secretaría de Trabajo, bajo una fórmula marco para todos. Que siempre intervenía el
sindicato, porque por lo general eran de varios trabajadores; que si eran de una sola
persona también intervenía el sindicato. Que la persona interesada pedía sus números,

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es decir, lo que le tocaba por indemnizaciones, se pedía un turno en la Secretaría de
Trabajo; el día del turno iba el supervisor de laborales de la empresa con el acuerdo,
previo aviso al Gremio, y se encontraban allá. Que el retiro de Aakesson fue de esa
manera aunque no recuerda si era un retiro voluntario abierto o fue una petición
individual del trabajador. Que el procedimiento era que el personal que se quería ir iba
a RRHH, le daban los números y si le convenía volvía a Recursos Humanos y daba el
OK; y después se seguía el mecanismo que ya indicó. Que el dicente hacía la
liquidación de las indemnizaciones y que el retiro de Aakesson fue de la misma forma.
Que cree que la operatoria fue siempre la misma. Que Aakesson no estaba trabajando,
estaba de carpeta; que si se quería ir un trabajador de licencia, tenía que terminar la
licencia médica y después ver si le convenían los números. Que el trabajador tiene que
estar trabajando efectivamente, pero si estaba de licencia y traía el alta quedaba
habilitado para hacer el retiro en Recursos Humanos. Que luego se ponía en marcha el
sistema previsto. Que el Sindicato conoce de antemano los acuerdos marco de los
retiros voluntarios, pero no sabe en este caso si era un acuerdo marco general o
individual. Que el programa de retiros voluntarios se viene haciendo todos los años, y
en la época que se fue el actor también se había hecho. Que no sabe si a Aakesson se
le entregó previamente la copia de la liquidación, pero era el protocolo hacerlo
siempre, aunque no sabe en este caso. Que muchas veces el trabajador no estaba de
acuerdo y entonces no se hacía el retiro; que eso sucede muchas veces; que ahora hay
un proceso de retiro voluntario abierto y hay gente a las que no le cierran los números
y no se van, siguen trabajando. Que a veces después se le mejora la propuesta o el
trabajador acepta la oferta inicial y el retiro se hace igualmente. Que él nunca intervino
en los acuerdos en el Ministerio. Que la política de la empresa era ofrecer las
indemnizaciones de ley de mínima. Que el dicente en alguna oportunidad archivaba
los acuerdos. Que si el trabajador estaba de licencia médica, con el certificado de alta

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que llevaba el trabajador el acuerdo se podía llevar a cabo.- Era un formulario tipo;
que ese formulario llegaba a la oficina del dicente y luego hacían la liquidación. Que
el proceso era de un día para otro, se hacía la liquidación y se le entregaba la planilla al
trabajador. Que tienen que pedir el turno en la Secretaría de Trabajo; que lo pedía el
supervisor de laborales, que a veces era de un día para otro, porque la fábrica tiene
buena relación y por ahí le hacen un lugar, pero que a veces demoraba unos días más.-
LEONARDO JUAN ALMADA dijo ser empleado de VW con licencia gremial por
integrar la conducción de SMATA Córdoba, donde desde el 2008 es Secretario de
Prensa. Dijo conocer al actor, ya que fueron compañeros. Que en su función gremial
muchas veces acompañó a los trabajadores en acuerdos firmados en programas de
retiro voluntario. Que siempre hubo momentos en que la empresa se contacta con el
sindicato para implementar retiros voluntarios o una especie de ‘jubilaciones
anticipadas’, aclarando ante preguntas del tribunal que con eso se refiere a que el
trabajador se va pero sigue cobrando sin ir a trabajar. Que en estos programas el
sindicato exige que los trabajadores lo hagan voluntariamente; que en ocasiones se le
ofrecía a todo el personal y en otras ocasiones a algunas áreas. Tiene presente que en
algún programa de retiro voluntario participó Aakesson; que no recuerda como fue la
mecánica de ese acuerdo, ya que van variando en cada momento. Que por lo general el
trabajador se comunica con el gremio para ver las posibilidades y ellos lo acompañan
al Ministerio para que lea el acta; si estaba de acuerdo firmaba y si no, no firmaba y
seguía trabajando. Que iban con el abogado del gremio; que en el caso del actor puede
haber sido el Dr. Gómez, aunque también tenían otro abogado. Se le hace reconocer el
acta de fs. 53 y menciona que efectivamente él participó en ese acuerdo. Dijo que por
lo general, los programas de retiros tenían la anuencia del sindicato; y luego aclaró que
en realidad todos lo tuvieron. En muchos casos el trabajador iba a SMATA para ver
las condiciones, hablaban con el abogado, se interiorizaban; otras veces acordaban con

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la fábrica, hablaban con un delegado o directamente aceptan la propuesta y recién lo
veían en el Ministerio, ya sea que les avisaba la empresa o el trabajador.- Que se
controlaba si lo que le pagaban estaba bien o mal, es decir si se respetaba el acuerdo
marco. Que había un marco general que siempre partía de la indemnización hacia
arriba, con la condición de la voluntad del trabajador en aceptarlo.- Que no conoce
trabajadores que hayan ido con su propio abogado, que no sea del SMATA. Que
cuando va el dicente lo primero que habla con el trabajador es si los datos que allí
constan son los correctos y recién se firma si el trabajador da el visto bueno. Que si
había alguna duda o resquemor del trabajador, se le decía que no firmara; que por lo
general se hacía antes de ir al Ministerio y allí se reiteraba para estar todos seguros.
Que no se fijaban si el sueldo que figuraba era el mejor o si coincidía con los recibos,
se le preguntaba al trabajador si estaban bien los datos. Que si el trabajador se puso de
acuerdo con la empresa, el sindicato no se oponía. Que sabía que el actor venía de una
patología siquiátrica, que la levantó para irse de la empresa. Que eso lo sabe porque
tenía relación con el actor de alguna llamada telefónica; que eso se lo dijo el actor; que
levantó la carpeta para poder irse.- Que él no es médico para ver si estaba o no en
condiciones y que no conoce acuerdos durante la licencia médica. Que en algún
momento habló con el actor sobre si se iba o no, pero no recuerda los términos en que
lo conversó. Que los acuerdos marco se comunican a todos los dependientes y al
gremio. Que hubo programas donde los trabajadores se presentaban voluntariamente
para irse y cuando se completaba el cupo se cerraba, y otros en que se citó a todos los
trabajadores.- RODOLFO HORACIO GOMEZ declaró ser abogado del SMATA
Córdoba desde hace muchos años, recordando de vista al actor. Dijo haber intervenido
en muchos casos de desvinculaciones de VW, también en la del actor. Que
generalmente la empresa instrumenta un sistema de retiro voluntario y suele ser igual
en todos los casos; la empresa lo suele citar al empleado a Recursos Humanos y luego

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le informan al gremio que se va a celebrar el acuerdo; no recuerda si en este caso el
actor consultó el monto previamente. Que el dicente le suele explicar al trabajador lo
que le toca, porque es muy sencilla la mecánica de cálculo de las indemnizaciones
laborales. Reconoce el acuerdo de fs. 53, en el que participó. Dice que si el trabajador
no había ido a consultarlo antes, en el Ministerio él le pregunta si está de acuerdo con
el monto acordado, y si es su voluntad se procede a suscribir el acuerdo, y si no se
vuelve para rever los montos. Que el declarante no coteja el sueldo que figura en el
acuerdo con el recibo ni con otros elementos, se basa en lo que allí consta salvo que el
trabajador le diga que están mal los datos. Que él atendía en el sindicato, no en su
Estudio particular; nunca tuvo Estudio. Que si el trabajador tiene dudas, el acuerdo no
se firma. Que el dicente le explica que una vez firmado el acuerdo no se podrá
reclamar nada más; qué les explica sus derechos. Que por lo general los acuerdos se
instrumentan por despido para que el trabajador pueda cobrar el subsidio por
desempleo, pero la base mínima del acuerdo siempre es lo que corresponde si fuere
una indemnización. Que el monto que ofrece la empresa es equivalente a una
indemnización o más, aparte de la liquidación final.- Que el dicente era apoderado del
SMATA y así concurría, asesorando al trabajador. Que su función era patrocinar al
trabajador en el acuerdo. Que si les llevan los recibos, hacía el cálculo y si no, le dice
al trabajador que hagan el cálculo en base a las pautas que él les detalla; si están en el
Ministerio, al cálculo lo hacen allí y lo cotejan con el acuerdo que lleva la empresa. No
sabía que el actor había estado enfermo, no recuerda si se lo comentaron eso antes o
después, ya que pasaron muchos años.- El testimonio del Dr. Gómez y de Almada
abundaron en torno a lo que surge del instrumento público ‘acta de acuerdo’, esto es,
que estuvieron presentes en el acto, obviamente en asistencia al trabajador,
independientemente de la calidad de ese asesoramiento, que sería motivo de discusión
en otros ámbitos. Los testigos reseñados fueron en términos generales coincidentes en

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que la empresa instrumentaba de manera periódica, de acuerdo fundamentalmente a
circunstancias de la producción y previa comunicación al SMATA Córdoba,
programas de ‘retiros voluntarios’ destinados a reducir la planta de personal,
proponiendo –evidentemente en aras de evitar conflictividad social y gremial- el pago
de una suma dineraria que se establecía a través de un ‘acuerdo marco’ previamente
consensuado con la entidad gremial; acuerdo marco que en todos los casos suponía el
pago de mínima de las indemnizaciones derivadas de un despido sin causa; y que
luego los acuerdos se llevaban a cabo en sede administrativa con intervención sindical
(y patrocinio) en cada caso.- Pero también hubo coincidencia en que algunos acuerdos
que proponía la empresa eran de corte individual y no integrados a un retiro voluntario
generalizado, aunque con igual mecánica de formulación, sin que ningún testigo
hubiere podido aportar la certeza de que el actor hubiere concertado su convenio en
uno u otra posición.- Debo entender que se trató de un acuerdo individual, no
enmarcado en un programa de retiro voluntario, ya que ese extremo no fue introducido
por ninguna de las partes al proceso; nadie argumentó ni integró a la litis lo relativo a
la existencia de un ‘acuerdo marco’ ni sus presupuestos mínimos.- El actor no ha
manifestado haber aceptado un retiro voluntario, ni que se le pagó menos que lo fijado
en su acuerdo marco; y la demandada tampoco invocó como defensa haber respetado
esa pauta, que tengo por ende como ajena a la cuestión en debate.- Por el contrario, las
partes coinciden en que el contrato de trabajo se extinguió por despido sin justa causa,
versando la divergencia fáctica de los planteos en quién tuvo la iniciativa para
generarlo, extremo que ya hemos dilucidado al tener por cierto que fue el accionante
quien pidió e insistió para ser desvinculado.- Ahora bien, esa petición o iniciativa del
actor no fue obviamente extintiva de la relación. Sobre la base de un ‘preacuerdo’
como el que reconoció el propio Aakesson (aunque alegó desconocer el monto) y
señalaran los testigos como mecánica habitual, ya fuere individual o colectiva la

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propuesta, el contrato de trabajo podía extinguirse de varias formas: por renuncia del
trabajador y percepción de un importe bajo el concepto que las parte demandada
asumiere en base a lo convenio; por voluntad concurrente con igual percepción; o por
despido, en cuyo caso la empresa debía abonar las indemnizaciones correspondientes.-
Esta última opción fue la escogida, tal como surge de la cláusula segunda del
convenio, y como lo manifestara expresamente la demandada en su memorial a fs. 16
y 18 vta. y lo reiterara en sus alegatos. El letrado del SMATA Córdoba que declaró en
la vista de la causa y que participaba habitualmente en los acuerdos administrativos,
explicó que se utilizaba esa figura –el despido- para que el trabajador pudiere percibir
la prestación por desempleo. Si bien el despido aparece configurado de manera muy
concreta en el acta-acuerdo y en el relato de las partes más allá de las motivaciones
previas, resalto –tal vez innecesariamente- que ésa ha sido la forma de extinción, para
dejar bien en claro que pese al acuerdo preliminar que pudo existir, ninguna de las
partes invocó que la relación laboral se hubiere extinguido por voluntad concurrente,
que no generaba en su caso derechos indemnizatorios sin perjuicio de los acuerdos que
pudieren existir sobre gratificaciones o ‘retiros voluntarios’ a su respecto. Por el
contrario, repito, fue un despido sin causa lo que excluyó a Aakesson como empleado
de VW.- La cuestión a decidir es entonces, dentro del contexto señalado, si el acuerdo
en el que trabajador reajustó sus pretensiones, con cláusula liberatoria amplia en
caso de cumplimiento, homologado en sede administrativa, cerró o no de manera
defintiva el reclamo de diferencias indemnizatorias.- Veamos primero si tales
diferencias existen para luego, si se justificase, analizar los efectos del reajuste, la
cláusula liberatoria del convenio y su homologación.- El actor denunció en la demanda
que su mejor remuneración mensual, normal y habitual fue la de abril de 2012, de $
22.784,41, extremo que fue controvertido por la demandada, quien no obstante no
brindó una versión propia sobre cuál sería esa ‘mejor remuneración’.- La afirmación

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del accionante se corrobora con el informe Pericial Contable producido por la Cra.
Norma María Cuevas (detalle salarial de fs. 96 vta) y con el recibo de haberes de dicho
período (1ª quincena $ 11.590,02 y 2ª quincena $ 11.194,39), sobre los que no medió
desconocimiento de parte de la demandada en la audiencia de fs. 68.- La remuneración
se compuso con el salario básico de convenio, horas suplementarias, ‘premio noche’,
‘acta 10/05/94, sábado inglés y otros conceptos devengados -según los demás recibos-,
de manera habitual aunque con fluctuaciones en su cantidad, reiterando en este punto
que la accionada en su responde se limitó a negar la mejor remuneración denunciada,
sin cuestionar su composición ni explicar cuál hubiere sido el módulo a considerar en
su caso. Para verificar si ese importe supera el tope del art. 245 LCT (tres veces la
remuneración promedio del CCT de aplicación), debo señalar que en el caso de autos
este límite, en principio, no debería ser tenido en consideración. Ello con motivo de
que ninguna de las partes en sus libelos identificó concretamente la Convención
Colectiva aplicable, lo que constituye una exigencia en el marco del art. 8 de la LCT
que establece a su respecto que “Las que reúnan los requisitos formales exigidos por
la ley y que hubieran sido debidamente individualizadas, no estarán sujetas a prueba
en juicio”. Lo que contrario sensu implicaría que las que no lo estén deben ser objeto
de acreditación. No obstante ello, atenuando la disposición, que a la luz de las actuales
tecnologías disponibles para la búsqueda normativa podría resultar anacrónica,
considero pertinente tener en cuenta que la perita contadora ha informado que la
empresa aplicaba en la planta el CCT 8/89-E (fs. 106 vta), lo que no ha merecido
cuestionamiento de las partes. El convenio en cuestión fue suscripto originariamente
entre el SMATA y Autolatina SA, que nucleaba la producción de vehículos Ford y
VW. Producida la separación de capitales y con ello de plantas fabriles de cada marca,
tal como lo señalan las sucesivas resoluciones del Ministerio de Trabajo de la Nación
homologatorias de acuerdos salariales “la empresa VOLKSWAGEN ARGENTINA

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SOCIEDAD ANONIMA resulta continuadora de la citada y en ese carácter ha
celebrado numerosos acuerdos de diversa naturaleza con la entidad sindical y
respecto del cuerpo convencional en cuestión”.- Los topes publicados por la
Secretaría de Trabajo de la Nación para ese Convenio a partir del acuerdo salarial de
julio de 2012, vigente a la fecha de cese, eran de $ 22.724,10 para la planta VW en
General Pacheco y de $ 22.044,45 para la planta Córdoba (Resol. 407/13, dictada
como todas las demás mucho después de la vigencia del tope en cuestión). Estaré en
función de ello a este último importe, levemente inferior al mejor remuneración
mensual, normal y habitual tenida por cierta, que resultaba aplicable al caso y que no
perfora el mínimo inderogable que a criterio de la Corte no puede ser avasallado (vé
“Vizotti c/AMSA”), por lo que el planteo de inconstitucionalidad del art. 245 LCT
deducido en la ampliación de demanda deviene abstracto.- De modo que según la
antigüedad de Aakesson de diecinueve años, la indemnización tarifada del art. 245
LCT ascendía a la suma de $ 418.844,55.- La sustitutiva de preaviso, equivalente a dos
meses de remuneración, no debe ser calculada sobre la mejor remuneración en tanto
no era esa la que necesariamente iba a proyectarse en los dos meses en cuestión.
Resulta en la especie verdaderamente complicado determinar cuál pudo ser el salario
del actor en caso de no haber sido despedido, debiendo recurrir para ello a una
estimación prudencial, que de todos modos no dejará de ser meramente conjetural.- No
puedo replicar la primera quincena de agosto de 2012 (último período pagado, ya que
no consta el pago de la segunda, al menos en recibos y en el informe pericial contable)
por cuanto figuran pagadas en la misma una cantidad de horas marcadamente inferior
a las que integran una quincena jornal.- Por tal motivo, me parece razonable recurrir al
importe salarial del último mes abonado de manera íntegra, esto es, julio de 2012, en
el que Aakesson percibió $ 17.258,47.- De esta manera, la indemnización del art. 232
LCT hubiere sido de $ 34.516,94.- No corresponde calcular integración de agosto ya

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que el despido se produjo el último día del mes.- La sumatoria de ambas
indemnizaciones arroja la cantidad de $ 453.361,49.- En el cotejo de esta cantidad con
el importe que figura en el convenio ($ 220.000) se advierte que lo pagado equivalió al
48,526 % de lo devengado.- La homologación. Ya hemos visto que el acuerdo en
cuestión fue homologado por la Dirección de Conciliación y Arbitraje, entendiendo el
funcionario que –en base a los datos volcados en el acta- se configuró una justa
composición de los derechos e intereses de las partes; y vimos también que la
resolución homologatoria no está firme y carece por ende de valor de cosa juzgada por
cuanto no fue notificada a las partes. Ello no obstante, el acto administrativo existe, lo
que no resulta indiferente, en tanto hay un pronunciamiento de autoridad competente
que entendió que en el caso había elementos suficientes como para proceder a la
homologación respectiva. Por lo tanto, debo decidir el asunto asumiendo a la demanda
como un desarrollo argumental en contra de lo que el Administrador consideró una ‘
justa composición de los derechos’ de las partes, ya que si bien el accionante dijo no
conocer el acto homologatorio, planteó su nulidad para el caso de existir (fs. 2 vta),
remitiéndome a lo que expuse al tratar la defensa de incompetencia y cosa juzgada
planteadas para justificar el análisis de ese decisorio. Si bien los acontecimientos no
ocurrieron como dijo el actor, ya que no fue obligado a conciliar, ni estaba impedido
siquiátricamente para hacerlo, lo concreto es que el desahucio se formalizó a través de
un despido sin causa, que imponía en cabeza de la demandada las obligaciones
indemnizatorias que hemos señalado supra, independientemente de lo que las partes
hubieren podido convenir de manera preliminar.- En ese contexto, se imponen algunas
reflexiones relativas al tenor del acuerdo y la respuesta administrativa.- El accionar de
la Dirección de Conciliación y Arbitraje del Ministerio de Trabajo de la Provincia es
de suma relevancia para el mundo laboral, y así lo evidencia su prolífica actividad en
la solución de conflictos, que por su intermediación logran evitar el largo tránsito que

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lamentablemente implica la vía judicial.- Trabajadores y empleadores, pero
fundamentalmente los primeros (para cuya defensa está estructurada centralmente la
repartición), encuentran así una respuesta pronta a requerimientos que por su calidad
alimentaria no deberían admitir dilaciones.- El acuerdo conciliatorio o de
autocomposición es una mecánica de solución del conflicto que nuestro sistema
adjetivo se debe compatibilizar con el principio de irrenunciabilidad, en tanto si se
entendiese la primacía de éste último de manera absoluta, la conciliación sería una
figura abstracta y sin sentido.- El art. 15 LCT establece como requisito para la
viabilidad sustancial de acuerdos, para su homologación, que el funcionario
administrativo o el Tribunal juzguen que se verifica una justa composición de los
derechos de las partes. En realidad, la regla de ‘justa composición’ debe ser entendida
en beneficio del trabajador y no del empleador, en tanto es el primero el que está
amparado por la irrenunciabilidad, mientras que para el empleador las obligaciones
impuestas legal o convencionalmente (salarios, licencias, indemnizaciones, etc)
constituyen bases mínimas que puede superar a su voluntad, sin que por ello pueda
juzgarse que no existe una justa composición de sus intereses en caso de así hacerlo.
Compatibilizar la irrenunciabilidad del art. 12 LCT con la ‘justa composición’ de los
intereses del art. 15 implica en la práctica, en el caso concreto, mensurar en realidad
hasta qué punto es tolerable una renuncia formal de derechos, un reajuste, lo que
necesariamente impone al evaluador considerar al menos potencialmente las diversas
alternativas que se plantean. Así, la existencia, complejidad y magnitud del conflicto;
la falta de configuración clara del derecho en juego; la existencia de hechos negados o
discutidos, o que merezcan visiones valorativas diversas; la visualización de
dificultades probatorias concretas, e incluso y –por qué ocultarlo cuando la realidad lo
impone a diario- también de dificultades de cobrabilidad frente a la evidencia de que el
tiempo operará en contra de esa perspectiva o directamente la anulará, deben ser

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puestos en la balanza a la hora de asumir una decisión, que –además- considere la
voluntad de las partes, en especial de la del trabajador, sobre quien recae toda una
estructura de tutela legal y supra legal. La cuestión no puede ser resuelta
exclusivamente con purismos sustanciales que enarbolen la irrenunciabilidad como
valor absoluto, so riesgo de terminar luego el litigio con un rechazo de demanda por
falta de pruebas o con una empresa quebrada y sin capital. En ese marco, los acuerdos
que llegan para ser revisados en su adecuación al art. 15 LCT, deben ser evaluados
considerando la multiplicidad de circunstancias que se evidencien en el marco del
conflicto, que en ocasiones son explícitas en tanto constan en la tramitación del
expediente; en otras surgen del relato fáctico del propio trabajador al enunciar en su
demanda o denuncia las controversias previas que se suscitaron con su empleador y
que permiten avizorar desde ese relato mismo el panorama de la controversia aún sin
trabarse la litis; y en otras son relatadas por las partes del conflicto en el propio
acuerdo. Pero en el caso que ahora analizamos, el reajuste practicado por Aakesson no
parte de una situación de ‘conflicto’ preexistente sino todo lo contrario; no existió en
realidad ninguna controversia expuesta frente a la Dirección de Conciliación y
Arbitraje, donde se planteó lisa y llanamente un despido sin invocación de causa.- Sin
embargo, creo que el quid de la cuestión no se centra en ingresar a la añeja discusión
sobre la competencia administrativa del art.21 de la ley 8015, que establece que el
Ministerio intervendrá a pedido de partes en los ‘conflictos individuales o
controversias singulares del trabajo’ y verificar si en el caso hubo realmente un
‘conflicto o controversia’ que hubiere autorizado esa intervención, sino en realidad en
el monto de la remuneración mensual consignada en el acuerdo. En efecto, allí se
menciona un ‘haber básico’ de $ 9082,31, y si bien es cierto no se dijo que se tratare
de la mejor remuneración normal y habitual (base de cálculo del art. 245 LCT), actuó a
mi criterio solapadamente para justificar el quantum de una indemnización que no se

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ajustaba a los parámetros de la ley.- Entiendo que no otra ha sido la visión del
Administrador al homologar el acuerdo en cuestión, en tanto no tenía otros parámetro
para analizar que no sean la antigüedad del dependiente y la remuneración
denunciada.- En ese cotejo, ya vimos, lo que la empresa comprometía pagar aparecía
como superior a la tarifa legal, de modo que claramente existía aparentemente una
‘justa composición’ de intereses: para el trabajador porque cobraba más de lo que la
ley le garantiza como piso mínimo; y –ya dijimos- nada afectaba al empleador, que
puede a su arbitrio superar los pisos del sistema legal y convencional.- El
pronunciamiento administrativo ha sido emitido a mi criterio con sustento en un dato
equívoco (no falso), proporcionado por ambas partes, que afectó la validez de su
decisorio. Digo equívoco y no falso, porque en función del valor-hora de agosto/12, el
básico era precisamente el allí denunciado; pero se omitieron consignar el resto de las
remuneraciones, lo que a mi criterio indujo al error valorativo del Director.- Y dije que
también el dato equívoco es atribuible a ambas partes ya que ambas firmaron el
convenio. Si bien en el acta figura en la cláusula primera que es el actor quien
denuncia su fecha de ingreso y remuneración, integra las máximas de experiencia de
quienes hemos participado profesionalmente en ese ámbito, que en el Área de
Acuerdos Espontáneos los convenios deben llevarse ya redactados, habiendo
declarado los testigos Reartes y Gómez que al acuerdo lo llevaba la empresa a la
audiencia, amén de que ésta no podía desconocer obviamente las remuneraciones
conformadas de su dependiente. Máxime considerando que había existido un proceso
interno previo para llegar a esa concertación. Ello no obstante, el actor contó al
momento de su firma con asesoramiento letrado y sindical. No recordó el Dr. Gómez
si Aakesson había concurrido antes al sindicato para informarse; pero señaló que de
todos modos él no verificaba si la remuneración era la correcta sino que se lo
preguntaba al trabajador, que entiende le habría contestado afirmativamente, así como

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que estaba de acuerdo con el importe, ya que de lo contrario no se firmaba.- Entonces,
que hubo acuerdo en la ocasión no se discute; el mismo actor lo reconoció en el
debate.- Lo que sí se discute es el valor de ese acuerdo con un reajuste tan significativo
frente a un despido sin causa (que en nuestra ley procesal tiene vía de juicio ejecutivo)
y la cláusula liberatoria respectiva. No adornaré innecesariamente este
pronunciamiento con citas de doctrina y jurisprudencia referidas al principio de
irrenunciabilidad de los derechos explicitado en el art. 12 de la LCT, que alcanza a
aquellos que se generen en la extinción del contrato de trabajo, porque la norma es de
una contundencia ciertamente muy gráfica. Aunque debo reiterar el carácter no
absoluto de la regla, que convive con el desistimiento en sede judicial de derechos (art.
277 LCT) sin condicionamientos; y con la conciliación del art. 15 cuando se verifique
la ya referida ‘justa composición’, que demanda elementos concretos de valoración
como lo que he reseñado y que en el caso no se presentaban. Por el contrario, estamos
frente a un despido sin invocación de causa, notificado en instrumento público, en el
marco de un contrato de trabajo correctamente registrado, sin que la empleadora haya
introducido ni previo al acuerdo ni luego de su celebración (es decir, tampoco en
autos), elementos que puedan poner en tela de juicio el derecho a la percepción del
total indemnizatorio. Obvio es que el cuestionamiento formulado al contestar la
demanda con sustento en la existencia de un acuerdo liberatorio no puede entenderse
como ‘elemento de conflicto’ a valorar para decidir la validez de ese convenio, en
tanto encerraría una petición de principios (el acuerdo vale porque hubo acuerdo).-
También he de reiterar, pecando por exceso, que pese a que el cuadro fáctico
presentaba elementos para orientarse a una extinción contractual por voluntad
concurrente, la decisión fue ponerle fin por vía de un despido sin causa, no habiéndose
alegado que éste encerrare la figura del art. 241 LCT, que no integra por ende la litis.
Ello no se conmueve con el dicho del Dr. Gómez, que explicó que así se instrumentaba

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para que el trabajador despedido pueda acceder a la prestación por desempleo (y
agrego: también a la cobertura de obra social durante toda su percepción), en tanto más
allá de la motivación, el instrumento fue un despido.- En esos términos, el convenio no
debió ser homologado, ya que por encima de la existencia de patrocinio y
asesoramiento y la expresión de voluntad del accionante, no existían elementos de
ninguna naturaleza para justificar el renunciamiento de derechos que conllevaba.- No
soslayo que, como dije antes, la irrenunciabilidad convive con el desistimiento de
derechos en nuestro sistema sustantivo; desistimiento que a su vez puede ser total o
parcial, evidenciando la realidad conocida por todos en este ámbito, que detrás de los
desistimientos en innumerables oportunidades se esconden acuerdos extrajudiciales, o
que se utilizan –cuando son parciales- para adecuar los montos del convenio de
manera razonable a lo conciliado.- Pero esa mecánica, independientemente de la
opinión que pudiere merecer en el caso concreto, es ajena al ámbito administrativo,
cuya incumbencia se circunscribe exclusivamente al art. 15 LCT o a la
instrumentación en su caso de la disolución por la vía del art.241 LCT (competencia
expresamente prevista en la ley sustantiva).- Es claro que restar validez al ‘reajuste’
formulado y con ello a la cláusula liberatoria a la que está asociado, implica desandar
la conducta del propio trabajador y contraponerla, como bien sostiene la demandada,
con la denominada ´teoría de los actos propios’. Pero en nuestro marco tutelar, la
disponibilidad de derechos está protegida precisamente de la conducta del propio
interesado, con las salvedades que hemos apuntado; salvedades que no se llegan a
visualizar en el caso.- Por lo tanto, entiendo que el convenio no se adecua a las
exigencias del art. 15 LCT y resulta inoponible al trabajador en lo concerniente al
monto conciliado y la cláusula liberatoria que a él se vincula.- No quiero dejar de
señalar que no obstante haberse descartado la figura de un programa de ‘retiro
voluntario’ al que hubiere adherido el actor, el testigo Reartes, ofrecido por la parte

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demandada y que se desempeña en el área de Recursos Humanos de la empresa, dijo
haber sido el encargado de confeccionar las liquidaciones por cese en estos supuestos,
así como en los retiros individuales, y que ‘la política de la empresa era de ofrecer las
indemnizaciones de mínima’, lo que fue corroborado por la declaración de Broggi,
Almada y Gómez, lo que evidenciaría que incluso bajo la figura de un retiro acordado,
Aakesson habría tenido a derecho a percibir el valor de las indemnizaciones completas
y no un porcentaje inferior a la mitad.- Finalmente debo aclarar que el presente caso
no guarda total analogía, a mi criterio, con los precedentes “Brandán c/Perkins” y
“Doitcheff” del Tribunal Superior de Justicia, que cita la demandada en sus alegatos.-
En esos casos, en primer lugar, los acuerdos homologados estaban firmes. El
precedente Doitcheff involucraba un acuerdo salarial de siete años antes que la
impugnación, y el Alto Cuerpo negó la revisión de la cosa juzgada administrativa (que
aquí no existe), en mérito a que el principio de irrenunciabilidad debe ser apreciado en
concreto (lo que aquí se ha efectuado). Criticó en el caso que el Tribunal Aquo “
desdeñó una circunstancia relevante para la solución del caso: el tiempo transcurrido
entre la celebración del acuerdo y su impugnación en la órbita jurisdiccional” (en ese
caso, dije, eran siete años y en este ocho meses, sin notificación del acto
homologatorio) y agregó que “si después de siete años de la homologación de un
convenio (…) entre empleador y trabajadores, sin que se vulneraran los mínimos
inderogables, fuera posible la revisión de la cosa juzgada administrativa, se tornaría
ilusoria la posibilidad de negociar en el ámbito laboral”. Los subrayados me
pertenecen, en tanto sirven para evidenciar las diferencias fácticas de las situaciones:
Doitcheff cuestionó una merma salarial homologada y firme siete años antes, en un
contexto histórico diverso al del momento en que se efectuó la impugnación, sin que el
Tribunal hubiere considerado perforados ‘mínimos inderogables’ que eran los
mínimos del CCT, situaciones todas ellas diferentes a las de autos.- En el caso

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‘Brandán’ (se trataba de un dirigente gremial que cuestionó un acuerdo de cese) el
Tribunal sostuvo: “el juzgador omitió tener en cuenta que entre las partes se arribó a
un acuerdo en orden a las pretensiones reclamadas y de conformidad a las exigencias
normativas condicionantes de su eficacia, todo lo cual fue oportunamente
corroborado por la autoridad de aplicación mediante la homologación pertinente.- El
orden público laboral debe ser apreciado en concreto, so riesgo de lesionar la
seguridad jurídica. (…) La sentencia en crisis no aporta una razón válida para obviar
que la voluntad expresada por el trabajador lo fue en un marco de garantías que la
propia legislación establece como medio para atribuirle eficacia. Tanto la conclusión
sobre la apariencia de corrección formal del acto en pugna con el principio de
irrenunciabilidad, como la referencia a los parámetros económicos de aplicación
deviene retórica pues la validez formal y sustancial de la homologación no fue
objetada por el trabajador, y se trata de un dirigente asistido en aquella instancia por
el secretario general del gremio. No se evidencia se hayan visto avasalladas sus
facultades para una negociación eficaz.” Los subrayados que también me son propios,
demuestran a mi criterio que la analogía fáctica no es absoluta y la base jurídica muy
diversa: en autos no hay cosa juzgada administrativa; la resolución homologatoria no
fue notificada al accionante, y pese a ello planteó su nulidad para el caso de existir,
alegando la ausencia de una justa composición de derechos e intereses; y muy
fundamentalmente, en el sub lite hemos señalado que los elementos valorativos que
tuvo la Administración para emitir su decisorio –concretamente la remuneración
denunciada- eran manifiestamente equívocos e indujeron, a mi criterio, a un claro error
en la decisión, con lo cual, lo que fue ‘oportunamente corroborado por la autoridad
de aplicación’ (en la expresión del caso ‘Brandán’) no se compadecía con la verdad
sobre la que debía decidir.- Los rubros reclamados. En función de lo concluido,
deberá mandarse a pagar la diferencia de indemnizaciones por antigüedad y omisión

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de preaviso, que conforme los guarismos supra explicitados, asciende a la suma de $
233.361,49.- No corresponde admitir en cambio el incremento del art. 2 de la ley
25.323 sobre la diferencia adeudada. Es que, claramente, existieron motivos
justificados por parte de la accionada para resistir la pretensión de autos, en la medida
que sustentó argumentalmente de manera suficiente y fundada su oposición a la
diferencia reclamada, cuestión que por otra parte admite interpretaciones en sentido
diverso.- Por tal motivo, inscribiéndose como facultad expresa del tribunal en el texto
de la norma, resulta pertinente eximir a la accionada del recargo en cuestión.- Debe
finalmente desestimarse también la demanda con fundamento en el art. 80 LCT. Si
bien he sostenido de manera reiterada que la intimación efectuada a través de la propia
demanda es válida y resulta operativa a partir del momento de notificación de la
misma, en el caso de autos la accionada acompañó a la audiencia de conciliación las
certificaciones enunciadas a fs. 22 vta, que fueron retiradas por el actor a fin de
evacuar la vista que le fue corrida y que nunca contestó.- En ese contexto, debo tenerlo
por conforme con los instrumentos expedidos, de los que no se dejó copia en autos,
correspondiendo por ello desestimarse la pretensión indemnizatoria correspondiente.-
Intereses. – La diferencia indemnizatoria adeudada devengará intereses desde el
cuarto día hábil posterior al distracto y hasta el efectivo pago.- El actual Código Civil
y Comercial no contiene una norma como el art. 622 del Código Civil anterior, que
disponía que en caso de falta de previsión legal o convencional
los intereses moratorios sean fijados por los jueces, sin remisión a pauta alguna. El
art. 768 del CCC dispone: “Intereses moratorios. A partir de su mora el deudor debe
los intereses correspondientes. La tasa se determina: a) por lo que acuerden las
partes; b) por lo que dispongan las leyes especiales; c) en subsidio, por tasas que se
fijen según las reglamentaciones del Banco Central”. Aunque no esté ahora prevista la
determinación judicial, cuando el inciso c) hace referencia a las tasas ‘que se fijen

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según las reglamentaciones del BCRA’ debe entenderse que el sujeto de esa
composición gramatical es el Juez, ya que es quien decidirá la controversia entre
partes, incluso cuando el interés esté convenido o regulado normativamente. Es decir:
el Juez será siempre quien aplique la tasa de interés; y lo hará sobre el convenio de
partes o previsión legal si las hubiere, o recurriendo a tasas financieras reguladas por el
BCRA por defecto. En ese sentido interpreto entonces que la facultad determinativa
subsiste aunque ahora con referencia a tasas financieras. Ahora bien, el BCRA
conforme sus facultades (art. 2 Ley Orgánica) regula las tasas de interés del mercado
financiero pero no las fija, habiendo oscilado estas regulaciones en una mayor o menor
estrictez en orden a la determinación de tasas máximas o liberadas; pero quienes las
fijan en el caso concreto son las entidades financieras del sistema de acuerdo a sus
políticas de comercialización. Publica sí el BCRA relevamientos estadísticos sobre las
tasas promedio y su variación, y esos promedios se obtienen considerando las tasas
más altas percibidas pero también las tasas diferenciadas de bajo costo como las
implementadas para créditos personales para jubilados del BNA o las líneas de crédito
instituidas en el marco de programas y/o medidas de fomento o de ayuda social. Con
esto quiero significar que las tasas-encuesta que publica el BCRA no son las tasas que
cobran los Bancos en todas sus operaciones dentro de la categoría relevada sino un
promedio de éstas, que incluyen variables diversas- La Reglamentación del BCRA de
Tasas de Interés en Operaciones de Crédito con el texto ordenado el 3 de marzo de
2017–en consonancia con una anterior de diciembre del 2015- libera las tasas
de interés compensatorio (art. 1.1) y punitorios (art. 1.6.1), que pueden ser a tasas fijas
(art. 1.2.1) o variables (art 1.2.2). y éstas podrán contener un componente fijo o no.-
En este sentido, la tasa aplicada habitualmente en el fuero del Trabajo a partir del
precedente ‘Hernández c/ Matricería Austral’ del Tribunal Superior de Justicia del 2%
mensual con más la tasa pasiva promedio que publica el BCRA engarzaría dentro de

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las previsiones regulatorias del BCRA, que como dije ha liberado las tasas de interés.-
Decido la aplicación de la tasa mixta referida atento considerar que constituye un
mecanismo suficiente para compensar el menoscabo del crédito por inflación y para
reparar la rentabilidad frustrada por la indisponibilidad del dinero; tasa que mantiene
en la actualidad al Alto Cuerpo provincial.- Los intereses así obtenidos, al día de la
fecha, son: al 2% mensual (132.16%) $ 308.420,77 y la tasa pasiva promedio
(125.73%) $ 293.413,69, que sumados al capital de $ 233.361,49 arrojan un total de
pesos ochocientos treinta y cinco mil ciento noventa y cinco con noventa y cinco
centavos ($ 835.195,95), sin perjuicio de los intereses que se devenguen hasta el pago
efectivo.- Su eventual capitalización se producirá por única vez conforme lo dispuesto
por el art. 770 inc. c) del C.C.C, al vencimiento del plazo que se fijará para el pago, en
cuanto la norma autoriza el anatocismo cuando “la obligación se liquide
judicialmente; en este caso, la capitalización se produce desde que el juez manda
pagar la suma resultante y el deudor es moroso en hacerlo”. La ‘mora’ a la que se
refiere el inc. c) es única y se produce al vencimiento del plazo fijado en la sentencia,
no existiendo nuevas moras en cada liquidación posterior.- Dejo constancia que he
valorado la totalidad de la prueba rendida. La que no ha sido mencionada, fue tenida
igualmente en consideración, entendiendo que carecía de eficacia convictiva para
modificar lo decidido.- A LA SEGUNDA CUESTIÓN PLANTEADA, EL SR.
VOCAL RICARDO AGUSTÍN GILETTA DIJO: Conforme las conclusiones
precedentes, deberá dictarse resolución haciendo lugar parcialmente a la demanda
promovida por José Ricardo Aakesson en cuanto pretende el pago de diferencias de
indemnizaciones por antigüedad y sustitutiva de preaviso, rechazándola en lo demás;
condenando en consecuencia a Volskswagen Argentina SA a abonarle por capital e
intereses al día de la fecha la suma de pesos ochocientos treinta y cinco mil ciento
noventa y cinco con noventa y cinco centavos ($ 835.195,95), sin perjuicio de los

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intereses que se devenguen hasta el efectivo abono al 2% mensual con más la tasa
pasiva promedio que publica el BCRA, capitalizables por única vez al vencimiento del
plazo de pago, que se fija en quince días desde la presente.- Explico este plazo: si bien
el término recursivo es de diez días hábiles, se entiende como necesario, desde el
punto de vista práctico, otorgar un plazo adicional para el depósito de los rubros de
condena, toda vez que al haber mediado un acogimiento parcial de la demanda, la
sentencia puede ser también recurrida por el reclamante, de modo que la operatoria
para la gestión de fondos por parte del condenado y su transferencia a la cuenta abierta
por el Tribunal estará condicionada a que no medie casación de la contraria, extremo
que recién se conocerá al vencimiento del plazo recursivo.- Deberá también
homologarse el pacto de cuota litis que figura en la demanda, ratificado ante la
Actuaria a fs. 23, atento que no fue objeto de pronunciamiento hasta la presente y
haberse cumplido los recaudos del art. 277 LCT.- Las costas serán a cargo de la
accionada, con excepción de los honorarios del perito contador de control de la actora,
que serán a su cargo, debiendo regularse los honorarios de los apoderados del
accionante y peritos y diferirse la estimación del estipendio profesional del apoderado
de la accionada hasta que medie solicitud en tal sentido.- Los honorarios del Perito
Médico Siquiatra se regularán en el mínimo de ley atento la ausencia de
fundamentación suficiente y consecuente carencia de utilidad de su informe.- Por todo
ello, el Tribunal RESUELVE: I) Hacer lugar parcialmente a la demanda promovida
por José Ricardo Aakesson en cuanto pretende el pago de diferencias de
indemnizaciones por antigüedad y sustitutiva de preaviso, rechazándola en lo demás;
condenando en consecuencia a Volskswagen Argentina SA a abonarle por capital e
intereses al día de la fecha la suma de pesos ochocientos treinta y cinco mil ciento
noventa y cinco con noventa y cinco centavos ($ 835.195,95) sin perjuicio de los
intereses que se devenguen hasta el efectivo abono al 2% mensual con más la tasa

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pasiva promedio que publica el BCRA, capitalizables por única vez al vencimiento del
plazo de pago, que se fija en quince días desde la presente.- II) Homologar el pacto de
cuota litis obrante a fs. 3 vta. de autos.- III) Imponer las costas a la demandada, a
excepción de los devengados a favor del perito médico de control de la parte actora,
que son a su cargo; regulándose los honorarios de letrados de la parte actora, Dres.
Santiago Levin Balbi, Carlos S. Videla, Marcos J. del Campillo y Gustavo Balbi
en la suma de pesos ciento ochenta y siete mil novecientos diecinueve con ocho
centavos ($ 187.919,08), en conjunto y proporción de ley. Diferir la regulación de
honorarios del Dr. Hernán Roca hasta que medie solicitud en tal sentido.- Regular los
honorarios del Perito Siquiatra Dr. Pablo Hisse en la suma de pesos cinco mil
cuatrocientos veintitrés con cuarenta y cuatro centavos ($ 5.423,44),
determinándose en concepto de contribución de la ley 6469 (modificada por ley 8577),
la suma de pesos ochocientos trece con cincuenta y un centavos ($ 813,51) y los del
perito médico de control de la parte actora, Dr. Miguel A. Muscará, en la suma de
pesos dos mil setecientos once con setenta y dos centavos ($ 2711,72),
determinándose en concepto de contribución de la ley 6469 (modificada por ley 8577),
la suma de pesos cuatrocientos seis con setenta y cinco centavos ($ 406,75), a cargo
del actor. Regular los honorarios de la Perita Contadora Oficial, Cra. Norma Maria
Cuevas, en la suma de pesos seis mil ($ 6.000), determinándose en concepto de
contribución de la ley 8349 (modificada por ley 10.050) la suma de pesos seiscientos
($ 600). III) Emplazar a la demandada para que en el término de quince días abone la
tasa de justicia que asciende a la suma de pesos dieciséis mil setecientos tres con
noventa y un centavos (16.703,91), bajo apercibimiento del art. 295 del Código
Tributario de la Provincia de Córdoba; y para que en el término de cinco días
cumplimente con los aportes de la ley 6.468 modificada por la ley 8.404 en el plazo de
diez días cumplimente con la contribución de la ley 8349 modificada por la ley 10050.

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Emplazar a las partes para que en igual término cumplimenten con los aportes de la ley
6.469 modificada por la ley 8.577, todo bajo apercibimiento de ley. Protocolícese.-
Notifíquese al Perito interviniente.-

GILETTA, Ricardo Agustin

VOCAL DE CAMARA

TIRABOSCHI de D'ISEP, María Eugenia

SECRETARIO/A LETRADO DE CAMARA

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