Dolores o La Felicidad - David Olguin
Dolores o La Felicidad - David Olguin
Dolores o La Felicidad - David Olguin
de David Olguín
1995
Lo contemplamos y no lo vemos;
Su nombre es El Invisible.
Lo escuchamos pero no lo oímos;
Su nombre es El Inaudible.
Lo tocamos sin hallarlo;
Su nombre es El Sutil.
Lao-Tzu
Tao Te Ching, 14
Personajes*:
Las parcas:
Atropos
Láquesis
Cloto
El Angel
Lola Sola y sus dobles:
Lola Sola 1 Lola Madre
Lola Sola 2 Lola Abuela
Lola Sola 3 Lola Bisabuela
Lola Plástica 1 Lola Ejecutiva
Lola Plástica 2 Lola Secre
Lola Plástica 3 Lola Mocha
Lola Mearrastro Lola Robótica
Lola Asústame Lola Cura
Lola Mento Lola Mantra
Lugar: Una habitación blanca. Las paredes son una apariencia: ocultan otras
realidades. En un plano alto está una rudimentaria máquina de tejido. Es el
territorio de Las parcas. Se trata de un espacio mental, una especie de no lugar
donde conviven tiempos y espacios diversos. Domina la síntesis de elementos.
Vestuario: Las Parcas visten de negro. El Angel de gris y blanco. Lola y sus
dobles usan una misma gama de color en su vestuario.
I Las parcas
En un plano alto, Las parcas tejen el Destino. Cloto tiene mal de San Vito y un
defecto de habla. Cada vez que trata de sostener un hilo enmaraña más y más
la rueca. Láquesis, ocupada en su revista de moda, se olvida por completo del
huso. Atropos, con lentes oscuros, sostiene una tijera tan oxidada que apenas
puede cortar los hilos.
Cloto busca desenredar los hilos pero provoca el efecto contrario. Láquesis
continúa absorta en la lectura de su revista.
Cloto observa con impotencia el desastre: los hilos se han enredado en sus
manos, la rueca y su cuello.
Atropos se arroja, tijera por delante, sobre Láquesis. Esta se hace a un lado y
Atropos cae sobre Cloto.
Láquesis: ¡Cuidado!
Cloto: Los hilos...
Atropos: ¡Toma, perra ingrata! ¡Toma, recalcitrante!
Atropos acciona la tijera sobre Cloto, pero sólo corta hilos a diestra y siniestra.
Pausa.
II El Angel
Angel: (Sin ver a Las parcas.) Vengo a presentar una querella. ¡Estoy harto de
su estupidez!
Láquesis: ¿Y éste?
Atropos: ¿Pero qué palabras se te han escapado del cerco de los dientes?
Láquesis: Ay hermana, háblale en cristiano...
Atropos: ¿Acaso no sabes quienes somos?
Angel: Lo sé... Las parcas, de ingrata memoria. En pocas palabras, un trío de
imbéciles.
Atropos: Hombre funesto, pagarás cara tu insolencia. ¡Cloto, sostén su hilo!
¡Láquesis, pónlo en el huso...!
Cloto: No lo encuentro...
Atropos: ¡Ah, cielos, ya verás el poder de mi tijera!
Cloto: La rueca esta enredada.
Atropos: (A Cloto.) ¡Tú sí que eres una imbécil! ¡Busca el hilo, idiota!
Angel: No lo encontrará jamás. Mi reino es y no es de este mundo.
Láquesis: Cálmate. Déjalo hablar. (En secreto.) Es bastante atractivo.
Atropos: (A Láquesis.) No empieces.
Láquesis: Mira, cojea. Se ve interesante, ¿no?
Atropos: (Al Angel.) ¿Quién eres?
Angel: Un pobre diablo. (Deposita amorosamente el cuerpo de Lola Sola en el
piso.) En otra esfera mi brillo sería insufrible para los ojos físicos. Estoy ante
ustedes con un cuerpo que nace del éter. ¿Podría tu tijera cortar el aire?
Atropos: Claro que podría.
Láquesis: (Susurra.) Está oxidada, Atropos. Mejor ni digas.
Atropos: Tú cá-lla-te...
Láquesis: Escúchalo. Es guapísimo.
Atropos: ¿Quién eres...? Responde.
Angel: Ya te dije, un pobre diablo...
Láquesis: Es encantador...
Angel: Uno de los últimos mensajeros.
Atropos: ¿De quién?
Angel: De un dios muerto... Otro pobre diablo que se cansó de reinar sobre
esferas atrofiadas, sin música. Murió de hastío.
Cloto: ¿Cómo está eso, Atropos?
Atropos: (ACloto.) No seas metiche...
Láquesis: ¿Y estás hecho de éter?
Angel: La eternidad es mi materia. El tiempo, el aire que respiro. Mi cuerpo es
una sombra.
Cloto: ¿Qué es una sombra?
Atropos: Tu cerebro no daría para entenderlo. (Al Angel.) Vaya... el éter, la
inmortalidad... Pero hay formas de destruir a un ángel. Cortar tus alas, por
ejemplo. Tú lo sabes...
Angel: ¿Y qué más da? Han muerto millones de Tronos y Querubines,
Arcángeles, Principados... Han caído en la más ingrata de las formas
del tiempo: el olvido. (Señalando a Lola.) Por lo menos esta mujer todavía
me recuerda. Tiene fe.
Cloto: ¿Qué es el olvido, Atropos?
Atropos: Cállate, hija de... Júpiter...
Cloto: Es que no me acuerdo. ¿Qué es?
Atropos: Cierra el pico. Lo abres sólo para ponernos en vergüenza.
Láquesis: Este hombre tiene una lengua divina... Me la comería enterita. (Al
Angel.) Habla. ¿De dónde vienes?
Angel: Ya no hay otro cielo encima del que vemos. Un sol negro extiende sus
rayos sobre el humo de esta ciudad sombría. Tengo las alas rotas de tanto caer
del cielo.
Láquesis: Un ángel...
Angel: Un pobre diablo, ya te dije.
Láquesis: Es divino...
Cloto: (Después de mucho cavilar.) Claro, ya entendí... Es un ángel, Atropos.
¡Un ángel de verdad! Por fin conozco uno...
Láquesis: Ay, Cloto...
Cloto: Oye, ¿y vuelas?
Atropos: Ya es hora, ¿no? Bastante mala fama tenemos.
Cloto: ¡No...! ¡La mordaza no...!
Atropos: Como de que no.
Cloto: Por favor, la mordaza no...
Láquesis: Ni pareces del linaje de Júpiter.
Cloto: ¡Quiero hablar con él!
Láquesis: Lo siento. Es un visitante distinguido.
Láquesis amordaza a Cloto.
Cloto busca con rapidez en la maraña de hilos separando los que están rotos.
Atropos: Ya le tocaba.
Angel: Imposible. Lo hubiera sabido.
Atropos: ¡Ya le tocaba!
Angel: No ha terminado. No ha encontrado lo que busca.
Láquesis: ¿Y qué busca?
Angel: A Lola.
Láquesis: ¿Lola?
Angel: A sí misma.
Atropos: Oh, Dioses, otra más que se busca a sí misma... No, no, por favor...
Angel: ¡Busca ser feliz!
Atropos: ¡Lo que una tiene que oír!
Láquesis: ¿Y quién es ella?
Angel: Una mujer sola... Está perdida. No sabe qué hacer... Mucho podría
contarles, pero basta con hablar de su último día... El tiempo es el aire que
respiramos... Hay gestos que resumen una vida. Un salto al vacío es un suspiro
que no sale... Contener el aire y dejarse ir contemplando la inmensidad de la
noche... Su grito me desgarró el alma.
Lola 1: Empieza el día... Café, cigarro, café, cigarro... Otra cruda. “No se ve
bien en una dama”, dirá de nuevo el jefe. En la tarde me invitará a comer.
Tratará de tocar mis nalgas...
Lola 2: Podría coger con él. Despeñarme, hundirme... No valgo nada.
Lola Sola: Tres y quince y pienso que uno hace lo que puede...
Lola 2: ¿En dónde estás...?
Lola Sola: No me gusté a tu lado.
Lola 2: ¿Qué sueño habitas...? ¿En qué cama?
Lola Sola: Me desprecio y te desprecio...
Lola 2: Apenas son las cuatro de la tarde y ya no sé cómo terminar el día.
Lola 1: Mi cuerpo pesa.
Lola 2: Siempre pensé que eras un ángel con las alas rotas.
Lola 1: Mis párpados caen sobre este amanecer oscuro...
Lola 2: Jamás podríamos volar...
Lola 1: Cómo quisiera cerrarlos para siempre. No haber despertado. Las últimas
gotitas de licor hicieron que ya no pensara en ti. Pero el llanto del bebito de
abajo me siguió en sueños... Tenaz. La vecina cantaba arrullos de cuna. Su voz
me atravesó como un cuchillo. “Un aborto quita la carga”, pensamos... pero
¿quién se lleva el recuerdo? Siempre quise tener un hijo. Ahora todo es un
recuerdo. ¿Estaba dormida o despierta?
Lola Sola: Todavía suena la sirena. La ambulancia recogió a una mujer sola.
Quedó un charco de sangre en el piso. El grito enmudeció el canto de la vecina.
“Fue la del décimo. Estaba borracha”, le dirá el conserje.
Lola 1: ¿Estaba dormida o despierta?
Lola 3: En algún sitio podría empezar de nuevo. Donde nadie me conozca.
Salir, viajar...
Lola 1: ¿Estaba dormida o despierta?
Lola 3: Nueve y veinte y sigo aquí, despeñada... Cómo me gustaría ser otra.
Lola 2: Tus alas. Me ahogaría en tus alas azules, en el mar de tu mirada...
Lola 3: Soy una cobarde. Nueve y veinticinco... Debería largarme, debería...
Siempre debería: si yo hubiera, si yo pudiera, si yo tratara... Cuánta mierda.
(Mira su reloj.) Nueve veintiséis. Lárgate. ¡Ya lárgate!
Lola Sola: “Las mujeres valen menos que los hombres, hija”. Resígnate. “Niña
bonita, mujer solita, vieja arrugadita”. Resígnate.... Resígnate o
conquista, castra o cede, revienta o revienta...
Lola 3: ¡Bla, bla, bla, bla! Cuántas frases aprendidas, huecas... Lárgate de aquí,
Lola...Ten fe. Tú tienes fe, Lola. Empieza otra vida. Busca algo distinto...
Lola 2: Una isla... Si tuviera dinero me iría a Grecia. Ojalá pudiera volar sobre
tus alas.
Lola Sola: Huesos rotos que han amado. Mis labios, irreconocibles. Fracturas
de mandibula, cráneo, espalda... Los ojos fijos, abiertos...
Lola 3: Cómo me gustaría verte antes de irme, mamá. Nunca nos entendimos,
pero me gustaría verte de nuevo... Con los mismos ojos que cuando te vi por
primera vez.
Lola Sola: ¿Por qué hacerlo?
Lola 2: Por nada. Un gesto.
Lola Sola: Nadie tendría la culpa. Hoy mismo, tres treinta de la madrugada...
Lola 1: No, no, vete.
Lola Sola: “Bebía demasiado en las noches”, dirá el conserje.
Lola 2: “Era medio puta. Quería cogérmela. Pobre pendeja... de lo que se
perdió”.
Lola 3: El mar... Tus alas... El tiempo...
Cuando Lola Sola enfila decidida hacia el balcón, se hace el oscuro súbito. La
música crece.
Luz. Silencio. El Angel tiene, de nuevo, a Lola entre sus brazos. Se arrodilla y
deposita amorosamente su cuerpo en el piso.
Atropos: ¡Deja los hilos, Cloto! (Al Angel.) Lárgate. No podemos hacer nada.
Láquesis: Claro que podemos.
Atropos: No empieces, Láquesis.
Angel: No ha muerto. Encuentren el hilo.
Atropos: ¡Jamás nos equivocamos!
Láquesis: Cloto, busca ese hilo.
Angel: ¡Cometieron un error!
Atropos: ¡Vete!
Láquesis: ¡ Atropos, con un carajo...!
Atropos: Respeta a tu hermana mayor. No somos iguales. Háblame con respeto.
Láquesis: (Sarcástica.) ¡Aplaca, oh indómita, la funesta cólera...!
Atropos: ¡Infecta perra arrogante!
Láquesis: ¿Querías respeto, no?
Atropos: ¡Haber vivido tanto para oír estas burlas! ¡Qué impudente vejez!
Láquesis: ¡Ya, doña Atropina, ya..! Bájele, sea razonable por una vez en su vida.
Atropos: Yo no soy razonable; tú lo sabes.
Angel: ¡Lo que ustedes saben es que cometieron un error!
Atropos: (A Láquesis.) Simplemente no soy razonable. Guárdalo en tu cabeza.
Yo no soy razonable. Jamás lo he sido y nunca lo seré.
Angel: ¡Cortaron hilos a diestra y siniestra!
Láquesis: Sí, Atropos. No puede seguir este caos. (Señalando a Lola.) Con esta
criatura podríamos empezar a remediarlo.
Atropos: ¿Remediar qué?
Láquesis: Todo. Aquí los asesinos gobiernan, los narcos son policías y hasta las
esposas blancas tienen de pronto hijos negros...
Atropos: No seas imbécil. Ahora resulta que los cornudos también presentarán
su queja a Las parcas, ¿no?
Láquesis: Hay que arreglar el mundo.
Atropos: (A Láquesis.) Estoy harta de tus sueños de felicidad general. Unos
sufren; otros gozan, pero luego sufren. Así es y punto.
Láquesis: ¿Qué culpa tenía Lola?
Atropos: Mucha. Haber nacido.
Angel: Déjenla encontrar lo que busca.
Atropos: (Al Angel.) Ya lárgate, miserable cojo. ¡A buscar lástima a otro sitio!
Cloto que ha estado buscando un hilo, lo hace ahora con mayor desesperación.
Pausa.
Transición de luz.
V La anunciación
Lola observa alrededor tratando de comprender dónde está, qué sueño habita.
Lola: ¿Sueño?
Angel: No... La vida sigue tras los párpados cerrados. Real, tangible...
Lola: Dios mío, ayúdame... Estoy perdida.
Angel: Te traigo el mensaje, la llave que abre las puertas.
Lola: ¿Qué me está pasando?
Angel: Las puertas son de aire. Atraviesa el umbral. Viaja.
Lola: Todo me da vueltas.
Angel: Tu alma salió del cuerpo. Es un viaje circular... Viajas a otro país, un
territorio extraño donde eres y no eres. Soy y no soy. Tu casa es y no es tu casa.
No escuchas mi voz porque viene de otra parte. Es y no es.
Lola: ¡No te escucho!
Angel: Viaja mientras tu cuerpo queda en el aire. Desafía la gravedad. El cuerpo
encierra sueños.
Lola: ¿Dijiste sueño?
Angel: Quiero salvarte...
Lola: ¿Salvarme?
Angel: ¡Te llevaré a otros reinos!
Lola: ¡Habla más despacio!
Angel: Tú encierras a otras Lolas. Alguna debe ser feliz.
Lola: ¡No te entiendo, carajo!
Angel: ¡Escucha, con un demonio! La felicidad, Lola. Sígueme. Estoy contigo...
¡Escucha el mensaje!
Lola: ¡No entiendo!
El Angel: (La estruja.) ¡Búscala, con un demonio!
Oscuro.
Segundo acto
Diálogos superpuestos.
Plástica 2: ¡Lo que hace una para gustarle a los culeros, fíjate!
Plástica 1: ¡Oh, my god! Pero qué bien te ves.
Láquesis: La felicidad tiene un alto precio, mi reina. Altísimo...
Plástica 3: ¡Así me costó, querida!
Angel: ¡Stop, now ! Just relax...
Plástica 1: Te restiraron todo, my love.
Plástica 2: ¡Uf! ¡Y mi marido que ya me quiere quitar la tarjeta,
fíjate!
Plástica 3: ¡Hasta el fundillo, corazón!
Angel: ¡Dije que ya, chingao! Si no entienden, métanse a clases de inglés...
También hay que cultivar el espíritu, gordas... ¡Ah, qué marranas
estas! ¿Okey, honies...? Just relax... Just relax, now.
Entra Lola Sola con su maleta en mano. Observa extrañada. Atropos se acerca
a Láquesis.
Plástica 1 se aleja.
Atropos: (Fuera de papel.) Por Júpiter Tonante, te dije que mantuvieras los
ojos muy abiertos.
Láquesis: Ay, Atropos, me estaban contando un chisme buenísimo.
Atropos: Esto es peor que el Hades... ¿Dónde está Cloto, la de mirada torpe y
lengua atrofiada?
Láquesis: En el sauna.
Atropos: ¡Dioses! ¡Qué impudente vejez!
Se comen vivas.
Plástica 3: Ay, no me quiero reír. Me hice la cirugía para ser felíz, pero no me
puedo reír.
Plástica 1: I can´t believe it.
Plástica 2: ¿De veras...? ¿En el coche?
Plástica 3: Mientras mi marido hacía el super. No me puedo reír. Me lo prohibió
el doctor.
Plástica 2: ¿Te lo cogiste ahí?
Plástica 1: ¿Really? ¿A tu edad?
Plástica 3: ¿Pues cuántos años crees que tengo, idiota?
Plástica 1: Es un milagro que a tu edad...
Plástica 3: Estoy mejor que tú, pendejeta ésta...
Plástica 1: Okey, Abuela, okey.
Plástica 3: Puta.
Plástica 2: Venerable puta...
Plástica 3: (A Plástica 2.) Tú no te metas. Por algo te mandaron a hacer
cintura... Tocineta, bolsa de agua, fabada cuajada...
Plástica 2: ¡Vete al museo de cera, pinche araña!
Plástica 1: ¡Fuck off!
Angel: (Leyendo el peso.) ¡Un kilo menos! ¡Lo logró! ¡Un aplauso!
Cloto: Ay,ayayayayayayay....
Música rave. Las plásticas desvisten a Lola hasta dejarla en ropa interior.
Empiezan el diagnóstico.
Plástica 1: ¿Estatura?
Plástica 2: Uno sesenta y ocho.
Plástica 1: Hay que estirarla. ¿Ojos?
Plástica 2: Cafés.
Plástica 3: ¡Qué horror!
Plástica 1: ¿Cabello?
Plástica 3: Con orzuela.
Plástica 1: ¿Nalgas?
Plástica 3: Caídas.
Plástica 1: ¿Senos?
Plástica 2: Dos tres.
Plástica 1: ¿Edad? ¡Responde!
Lola: Treinta...
Plática 3: A tu edad yo era un cuero, mi reina.
Plástica 1: ¿Dentadura?
Plástica 2: Pésimo aliento, fíjate.
Plástica 1: ¿Piernas?
Plástica 2: Ay, Dios... ¡deplorables!
Plástica 1: ¿Diagnóstico?
Plástica 2: De-vas-ta-da.
Plástica 1: ¡Tratamiento general!
Angel: ¡A darle!
Cloto: ¡Qué júbilo!
Láquesis: (A Atropos.) ¡Me fascinaría estar en su lugar!
Plástica 1: ¡Implantes! ¡Bicarbonato! ¡El vestido! ¡Come on!
Angel: Pregunté
por la escalera al cielo,
el reino de los dioses
donde no habita el tiempo.
Angel: Hoy tengo en el estudio a cuatro damitas que traen su dolor a flor de
piel, que acumulan salitre en sus párpados de tanto llanto, sufrimiento y espera...
cuatro damitas que quieren compartir contigo su desesperación de mujer.
Y como todos los días, la ganadora recibirá el paquete “luna de miel” que
ofrece...“La eterna enamorada”, su programa predilecto de H- 69, el más
querido.
Lola Mearrastro: ¿Yo? ¿Yo qué? La mera verdá, yo me arrastro... Mi Jaime era
borrachito, pero lindo como pocos... Casi a diario llegaba en la madrugada
apestando a trago y un poquito, también, por qué no decirlo... a eso que
huele cuando una se pone... cuando una está en la cosa... O sea que me engañaba
con cualquiera... Yo lo sabía, pero la mera verdá mi Jaime era bien lindo... A
veces, cómo se dice, me Madreaba, pero pus yo le daba sus motivos... ¡Ay,
ese hombre! Nunca traía dinero a casa entre semana, pero eso sí... qué
pachangones los domingos, qué espléndido mi Jaimito comprándoles helados a
los chiquillos en Chapultepec... ¡Ay, esos domingos! Me acuerdo y de
veras que fui feliz con mi Jaime... (Empieza a sollozar.) Pero todo cambio un
día, como todo en este valle de lágrimas... Pienso en esa tarde y las palabras
se me atragantan en el buche y se me atascan lágrimas en los ojos... Todo
cambió el día en que a mi marido se lo raptó un hombre... Sí, señor, como usted
lo oye, se lo llevó por la fuerza, a punta de pistola, amarrado, encostalado, como
novia de pueblo... Pobrecito de mi Jaime.
Atropos: Qué degradación. Para raptos, el de Helena.
Láquesis: Silencio, Atropos.
Lola Mearrastro: (En pleno llanto.) Y si en algún lugar de la República te
encuentras, Jaimito, piensa que yo sigo esperando, que cuando te puedas
escapar de las garras de ese pinche puto, aquí tendrás a tu mujer de siempre, la
que te quiere, la única, la que te espera... Así que si ustedes me preguntan ¿y
yo qué? Pues yo, la mera verdá, yo me arrastro, yo no quiero puntos de
encuentro, yo no quiero casarme de nuevo, no me interesa ningún hombre...
¡Para hombres uno: mi Jaime...! ¡Ay, qué desdichada soy!
Angel: Qué dolor, qué dolor el suyo, señora...Usted ha recibido verdaderos
ramalazos de la vida, pero tengo que descalificarla......
Lola Mearrastro: ¡Cómo te fue a raptar ese pinche puto infeliz..
Angel: Este espacio es para solteras que buscan un punto de encuentro...
Lola Mearrastro: A mí me van y me vienen los puntos de encuentro. Haga lo
que quiera. Yo sólo vine a la radio para mandarle un mensaje a mi Jaimito...
Como decía mi mami, primero muerta que sola. Yo te espero... Yo...
¿Yo? ¿Yo qué? Yo me arrastro.
Una señal del Angel y el Trío ataca. Me Arrastro regresa con “Las
enamoradas”.
Angel: Gracias. Muchas gracias por su participación. Ahora queda con ustedes
nuestra siguiente concursante... Lola Mento. ¿Y usted qué?
Lola Mento: ¿Yo? Yo necesito una copita para relajarme. (Bebe.) Ay, Dios... Si
Alberto me viera haciendo estas caras, se defraudaría. Tanto esmero que puso
para enseñarme a tomar y nunca aprendí... Cómo lo lamento.
El Angel: ¿Y usted qué?
Lola Mento: ¿Yo? ¿Yo qué? Yo lo lamento. No saben cuánto, queridos
radioescuchas. Salud. (Suspira.) Ay, Alberto.¿Me oyes? (Bebe.) Nomás no te
olvido. (Saca una carta; la lee.) "Jamás te vi tan bella y graciosa a la par. Daría
la vida por estrecharte en mis brazos. Tengo la cabeza trastornada. ¡Ah si me
amases la mitad de lo que yo te amo! Alberto Zacarías.” Ay, Alberto... ¿Por qué
nunca llegaste a la iglesia, Alberto? ¿Por qué? ¿Por qué, mi vida? Me hiciste
pedazos. Y me dejaste como... (Se entona.)
"Macetita embalsamada,
con orillas de laurel
qué bonitos son los hombres
cuando empiezan a querer”.
Atropos: ¡Ya calle a esa borracha, señor locutor! ¡Para música, el trío Las arpas!
Angel: (A Lola Mento.) Lo lamento, señora, tengo que descalificarla. Vuelva a
su sitio.
Lola Mento: No, no, yo soy quien lo lamenta.
Atropos: ¡Movida, execrable adoradora de Baco!
Se acerca Lola Asústame, una mujer fea, gorda. Toma el micrófono con
decisión.
Lola Asústame: ¿Yo? ¿Yo qué? Yo soy fea, muy fea... Y tengo, por desgracia,
la mala suerte de la bonita...Cuando nací mi mamá gritó: “Ay, hija, ya´stuvo
que te quedaste p´ ajuarear santos”. Y sí...digo, para hablar claro ni
las moscas se me acercan y hasta los perros me ladran...
A púnto de irse, El Angel la detiene.
Angel: Nadie es perfecto, queridos radioescuchas. Vaya sustos que uno tiene
que aguantar. Y queda con nosotros... Lola Sola... ¿Y usted qué?
Lola Sola: Yo, ¿yo qué? Yo no sé qué decir...
El Angel: ¿Y usted qué?
Lola Sola: ...Yo vivía con un hombre. Nos amábamos. Mucho... Y tal vez por
eso... no sé... nos hicimos daño. Por una palabra, por el silencio, por tocarnos,
por un gesto, una mirada, un recuerdo, por un perro muerto, por todo crecía la
distancia... Y de pronto el otro desaparece. Se pierde, desaparece pero está ahí...
Respira... Tiempo después, sentí unas manos que la asfixiaban... Eran sus
manos. Por fin volvía a encontrarlo. (Pausa.) A veces pienso que deberíamos
encontrarnos en otra parte, en el aire, tú y yo... Debería, siempre debería. El
tiempo pasa. (Pausa.) Renté un departamento. El décimo piso; cerca del cielo.
Pero, en realidad, me sentía sin espacio, sin aire, sin nada... Una madrugada
sucedió algo muy extraño... Un tren se detuvo frente al balcón. Estruendo
enorme. Vapores a presión. El silbato de salida. Y corrí, corrí al descubrir lo
que siempre había anhelado... Irme, viajar, empezar de nuevo... Me parecía un
milagro. El tren estaba ahí... Suspendido en el aire. Tomé la maleta, me acerqué
al balcón, calculé la distancia entre el balcón y el estribo y lo hice... Di el paso...
Me fui.
Angel: ¡Extraordinario! ¡ Sublime! ¡Por fin una ganadora! ¡Lola Sola se lleva
el paquete “luna de miel” de “Punto de encuentro”!
Lola Sola: Gracias, pero no quiero ningún premio. Me voy.
Angel: Tú te quedas.
Lola Sola: No, yo sólo quería hablar. En serio.
El Angel: ¡Se nos casa Lola Sola...!
Las parcas festejan. Las otras mujeres desvisten a Lola Sola. Se resiste. Traen
el vestido de novia. La obligan a ponérselo.
Cuando todo ha finalizado, Lola Sola grita y se desploma. Todos salen con
excepción de Las parcas.
Oscuro súbito.
IV Lola en casa o el limbo
Una galería de espejos. Lola Bisabuela, Lola Abuela y Lola Madre tejen ropa
de bebé. Caminan con un solo vestido de novia -un gran miriñaque y tres torsos.
Arrullan con su canto el sueño de Lola Sola hasta que ella
despierta.
Lola Madre: Hola, hija. Qué gusto verte de nuevo.
Lola Sola: (Asombrada.) ¿Mamá?
Lola Abuela: Y la mamá de tu mamá y la mamá de la mamá de tu mamá...
Lola Bisabuela: Todas reunidas.
Lola Abuela: Tres Lolas.
Lola Madre: Juntas.
Lola Abuela: Una para todas y todas para una.
Lola Sola: (Pausa.) ¿Sueño?
Lola Bisabuela: Ay, mijita, qué preguntas. El tiempo es un sueño. Figúrate que
siento que apenas ayer me casé.
Ríen.
Lola Madre: Pero qué bien te ves en tu traje.
Lola Bisabuela: ¡Claro! Mira qué bonito traje.
Lola Abuela: Igualito al de nosotras.
Lola Bisabuela: Ay, Dios, como si no pasara el tiempo...
Lola Madre: Así que tú también te nos casaste...
Lola Sola: Sí.
Lola Madre: ¿Y?
Lola Abuela: ¿Cómo te ha ido?
Lola Bisabuela: ¿Ya encargaste, pilluela?
Lola Abuela: ¿Qué pasa, mijita?
Lola Madre: ¿Qué tienes?
Lola Sola: Me divorcié.
Lola Abuela: ¡¿Qué?!
Lola Bisabuela: ¿Qué es eso?
Lola Madre: ¿Por qué, Lola?
Lola Sola: Por que sí.
Lola Bisabuela: ¿Divorcio?
Lola Abuela: (A la Bisabuela.) Abandonar al marido, mamá.
Lola Madre: (A la Abuela.) No, una separación pactada, mamá.
Lola Sola: (A la Madre.) Es una bendición, mamá.
Lola Abuela: ¡¿Pero cómo te atreves?!
Lola Madre: (A Lola Sola.) Siempre has sido una rebelde.
Lola Abuela: (A Lola Madre.) Siempre has querido hacerme daño.
Lola Bisabuela: (A Lola Abuela.) Siempre haces lo contrario de lo que te digo.
Lola Sola: Siempre...
Lola Bisabuela: ¿De veras dejaste a tu marido?
Lola Sola: No lo dejé. Se terminó.
Lola Bisabuela: ¿Y quién le va a planchar y a lavar?
Lola Abuela: ¡¿Quién le hará de comer?!
Lola Bisabuela: Pobre hombre.
Lola Madre: ¡Qué no dirán de ti! ¡Y de mí! Me zumban los oídos...
Lola Sola: Que digan lo que quieran, mamá.
Lola Bisabuela: Eso en mis tiempos no se veía.
Lola Abuela: Tampoco en los míos.
Lola Bisabuela: Ese tal Juárez corrompió tantas cosas...
Lola Abuela: Trajo esa palabra tan ajena a nuestras costumbres...
Lola Bisabuela: En tiempos de don Porfirio era impensable un divorcio. Ni me
acordaba que existía esa palabra.
Lola Abuela: Todo tiempo pasado fue mejor, mamá.
Lola Sola: Sería mejor que no pasara el tiempo. Acabé odiándolo.
Lola Madre: Algo le habrás hecho.
Lola Sola: No más de lo que él me hizo.
Lola Bisabuela: Hablas como una hereje...
Lola Abuela: Como una sinvergüenza...
Lola Madre: No, como una puta.
Lola Bisabuela: Las mujeres valen menos que los hombres. Resígnate. (A Lola
Abuela.) Tú tienes la culpa. Te lo dije.
Lola Abuela: (A Lola Madre.) Te lo dije. (Señalando a Lola Sola.) Le faltan
principios.
Lola Madre: (A Lola Sola.) ¿Ves? Te lo dije. Siempre te lo dije.
Lola Sola: Era muy infeliz.
Lola Madre: Pues hay que aguantar.
Lola Bisabuela: Sí, hijita, hay que aguantar.
Lola Madre: Ruégale que regrese contigo, que te controle.
Lola Abuela: Es lo más conveniente.
Lola Sola: Ya no lo amo. ¿Para qué?
Lola Bisabuela: (Riendo.) ¿Amar? ¿Quién habló de amar?
Lola Abuela: El matrimonio no es para amar...
Lola Bisabuela: Es para tener hijos.
Lola Abuela: Al paso de los años son tu única compañía. (Irónica.): Si son
niñas. (A Lola Madre.) ¿O no, hija?
Lola Madre: (A Lola Sola.) Tú me dejaste sola.
Lola Sola: Era necesario.
Lola Madre: Jamás te lo perdonaré. Yo nunca, nunca dejé a mi Madre.
Lola Abuela: Ni yo.
Lola Bisabuela: Ni yo.
Lola Madre: No sabes cuánto daño me hiciste. Y eso, Lola, eso se paga.
Lola Bisabuela: Se paga.
Lola Abuela: Estás pagando.
Lola Sola, para evadir el regaño, canturrea una letanía infantil. Aparece El
Angel en un plano alto.
La luz se concentra en El Angel que tiene las alas extendidas en plenitud. Lola
lo contempla.
Una oficina de lujo. Suena “La culebra” en un radio antiguo. Lola Ejecutiva -
vestida con elegancia masculina- y Lola Secre bailan un minué totalmente
ajeno al ritmo tropical de la canción. El Angel observa. Lola Secre le dice, al
oído, algo a la Ejecutiva.
Sale. El Angel, con tacto sutil, se hace de la cartera. Revisa los billetes.
II Un beso en la tierra
Lola Sola: Ya tuve suficiente. En todos lados me ponen una camisa de fuerza.
Angel: Hay algo. Por fin empieza la pizca.
Oscuro.
Entra Lola Robótica -una escultural chica mecánica- y les entrega unos
catálogos.
Lola Robótica: Esta es una grabación. Pleasure and toys informa a su
distinguida clientela que el dolar afectó la importación de juguetes. Los
artículos de la página 4 están agotados. Los vibradores de doble enchufe sólo
quedan en color negro. ¿Condones músicales? Agotados. Ricky y Tony ya no
hacen Table. Sólo servicio completo. Yo trabajo en la sección S. M. Puedes
hacerme lo que quieras. Soy de hule. Esta es una grabación. Pleasure and
Toys te da la más cordial bienvenida. Thank you and welcome.
Atropos: ¡Por Júpiter Tonante ¿a dónde diablos hemos venido a parar?!
Cloto: ¿Alguna de ustedes podría...?
Láquesis: (Señalando el catálogo.) ¡Aquí está la felicidad, Atropos! ¡En algún
sitio teníamos que encontrarla! ¡Por fin! Mira qué papacitos...
Atropos: ¡Qué impudente vejez!
Atropos se entusiasma.
Lola Mocha: ¡El ángel de las aguas derramará su copa sobre el mar, y se
convertirá en sangre y toda alma viviente será muerta en el mar! ¡Ya viene la
ira de Dios!
Atropos: ¿Cuál ira? ¡Para Dioses, Júpiter!
Lola Mocha: ¡Cállate, gran puta de Babilonia!
Atropos: ¡Ah, execrable lengua bífida!
Lola Cura: ¡Largo de aquí, vieja mocha, santurrona...!
Lola Mocha: ¡Cristo! ¡Cristo! ¡Cristo!
Las Parcas: ¡Júpiter, Júpiter ra ra ra!
Lola Mocha: ¡Impías adoradoras de Dioses falsos!
Atropos: ¡Mortal impertinente!
Lola Mocha: ¡Angel del abismo!
Atropos: ¡Perra!
Lola Mocha: ¡Pecadora!
Atropos: ¡Puta!
Lola Mocha: ¡Frígida!
Atropos: ¡Ah... ay, Júpiter Tonante, haber vivido tanto para soportar ese insulto!
Láquesis: (Burlándose de Atropos.) De nuevo te pusieron en tu lugar.
Atropos: Ya vámonos, Láquesis...
Cloto: ¿Alguna de ustedes...?
Atropos: ¡Al Olimpo! ¡Qué impudente vejez!
Lola Cura: ¡Seguridad! ¡Seguridad!
Las parcas salen al tiempo que Lola Mocha agrede a Lola Cura y la echa fuera.
Lola Mocha: Véanla, véanla... ahí viene la bestia que surge del mar...
Siete cabezas y diez cuernos... diez diademas y sobre las cabezas de ella un
nombre de blasfemia...
Lola Sola se acerca. Hay un tapete hindú en el piso. Se para sobre él.
Angel: Sería como un suspiro... como el tiempo... Caímos del cielo como un
rayo. Nos hundimos en la tierra.
Lola Sola: Pero tiene sentido.
Angel: Hundirse... morir.
Lola Sola: Ayúdame. Queda poco tiempo.
Angel: Nada me contenta. El aire que respiro está enrarecido.
Le ofrece un pase a Lola que mira con tristeza una pared. Se lo dan.
Oscuro súbito.
VI. El paraíso
En el plano alto, las parcas aguardan al Angel. Atropos contempla la
rudimentaria máquina de tejido. Láquesis se entretiene con su revista de moda.
Cloto custodia un hilo y observa con desasosiego el reloj de arena
Láquesis: ¡Cuidado!
Atropos: ¿Qué? ¿Tienes miedo de que pudiera pasarle algo?
Cloto: (Recuperando su defecto de habla.) Atropos...mejor déjala donde estaba.
Te regreso tu tijera.
Atropos: No, ya no la quiero. Llegó mi hora, Clotito. La felicidad no es el único
don, pero cómo nos cuesta aceptarlo. ¿Ves la hora? Tu angelito no ha traído
nada. Y no me voy a contentar con el hilo de esa perra funesta.
Cloto: Atropos, por favor...
Láquesis: Si lo vas a hacer, toma vuelo.
Atropos: Los humanos viven mal, los ángeles son corruptos y los dioses nos
hemos vuelto un atado de imbéciles.
Cloto: No lo hagas. Perdóname.
Láquesis: Andale, Atropos. Que cante la gorda. Estoy harta de nuestro oficio.
Ya, en serio, que cada quien jale por su lado y si las conocí, ya ni me
acuerdo. Quiero regentear un burdel en el Hades.
Atropos: Puta descarada.
Láquesis: ¡Hazlo, frígida!
Atropos: ¡No me saques de quicio!
Cloto: Chicas, por favor...
Láquesis: ¡Jubílate y goza de los beneficios de la tercera edad!
Atropos: ¡Insolente!
Cloto: Calma, el ángel traerá la felicidad.
Atropos: Es un farsante.
Láquesis: ¡Hazlo, Atropos! ¡Atrévete! ¡El hongo nuclear! ¡La devastación!
¡El apocalipsis!
Pausa.
Intensa luz blanca. Dentro del departamento de Lola Sola hay una playa. Lola
Sola despierta en su silla como de un largo sueño. En otras áreas de la
habitación, hay dos mujeres con el mismo vestido del primer acto: Lola 1
escribe a máquina; Lola 2 recoge los pedazos de una pieza de madera para
tallar y empieza a pegarlos. La paz de Lola y sus dobles es absoluta. Suena el
mar. Lola 3 entra a la habitación con su maleta de viaje. Lola Sola voltea a
verla.