Pardo Lago

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Pardo Lago, Lázaro. Cuzco (Perú), p. m. s. XVII – s. m. s. XVII.

Pintor, dorador y escultor activo


en Cuzco (Perú) entre 1625 y 1670, aproximadamente.

Pintor, dorador y escultor criollo o mestizo, que figura entre los primeros maestros de
importancia que trabajaron en la antigua capital incaica. Su producción estuvo ligada sobre
todo a la Orden franciscana y su estilo más personal parece hacerse eco del primer
naturalismo hispánico, entremezclando la observación de la realidad inmediata con una
refinada estilización formal. Ya en 1630 Pardo realizó, por encargo de la recolección
franciscana de Cuzco, dos grandes lienzos de Los mártires franciscanos del Japón, que pueden
considerarse sus obras maestras. Ambas escenas revelan a un pintor de calidad excepcional a
juzgar por el minucioso preciosismo de su factura, el colorido diáfano y las cabezas
fuertemente caracterizadas de algunos mártires. Apelando a un ingenioso recurso expresivo
localista, Pardo ha representado a los frailes asiáticos con características similares a los
mestizos o indios hispanizados de su tiempo.

Por otra parte, Lázaro Pardo fue uno de los primeros artistas cuzqueños que se valieron de las
estampas de Pedro Pablo Rubens y su escuela como punto de partida para realizar sus
composiciones. Un ejemplo de ello es laAsunción de la Virgen, ejecutada en 1632 por encargo
de la parroquia de San Cristóbal, sobre la base de una obra homónima grabada por Cornellis
Galle, según diseño original de Rubens.

Espinosa de los Monteros, Juan. ¿Cuzco? (Perú), p. s. xvii – f. s. xvii. Pintor activo en Cuzco
(Perú) hacia 1638-1669.

Pintor probablemente mestizo, considerado entre los iniciadores de la escuela cuzqueña. El


despegue definitivo de su carrera llegó en el contexto de las obras de reconstrucción de la
ciudad posteriores al terremoto de 1650. Así, por ejemplo, en 1655 los franciscanos le
encomendaron una pintura de dimensiones monumentales con el propósito de que presidiera
la escalera de su nuevo claustro principal. Se trata del Epílogo de la Orden franciscana, un
gigantesco árbol genealógico que agrupa alrededor de ochocientas figuras representativas de
los más célebres franciscanos de la historia. Similares características asume otra vasta tela
colocada en el mismo claustro, que representa La fuente de gracia, alegoría mariana cuyo
motivo central es el Hortus Conclusus, un florido huerto fecundado por la sangre del Cristo
crucificado en la parte superior de la composición.

Por la misma época trabaja para el convento de Santo Domingo un Cristo ante el
sanedrín, basado en una difundida estampa flamenca, que incluye un probable autorretrato
orante. El personaje muestra el aspecto de los indios “ladinos” o hispanizados, lo que
corroboraría el origen indígena o mestizo del pintor. En los años siguientes, la vinculación del
pintor con los franciscanos resulta fortalecida a través de los cuadros que realizó con destino a
la recolección de Arequipa. Es probable que Espinosa se trasladara por algunos meses a esa
ciudad, donde habría realizado un par de cuadros votivos para esa nueva casa de la Orden
fundada en 1647. Son pinturas marcadamente tenebristas en las que el vigoroso realismo de
los retratos de donantes contrasta con los rasgos cada vez más estereotipados que iba
adoptando la representación religiosa.

Basilio de Santa Cruz Puma Callao fue un pintor peruano que vivió durante el tiempo de
la colonia, siglo XVII, en el Cuzco y tuvo al Obispo Mollinedo como su principal mecenas.
Su estilo está marcado dentro del Barroco pleno. Con su obra se puede apreciar por
primera vez un paralelo entre la pintura del Perú y la de España. Su pintura está
caracterizada por tener una composición dinámica, ser muy decorativa y de grandes
dimensiones. El estilo de Santa Cruz es muy diferente al de Quispe Tito, pues no está
basada específicamente en grabados sino que está más ligada al trabajo de los pintores
españoles como Murillo y Valdés Leal, quizás esto como consecuencia de las piezas que
el obispo Mollinedo trajo consigo desde Madrid.
Se puede apreciar parte de su obra en la Catedral del Cuzco. Es así que se observa en los
laterales del trascoro a la Virgen de Belén y a la Virgen de la Almudena. Y en
el transepto la serie de las Santas Mártires y la Aparición de la Virgen a San Felipe Neri.
También en el Convento de San Francisco del Cuzco podemos apreciar la Serie de la vida
de San Francisco, en la cual solamente se encuentra firmado el último cuadro, datado
en 1667.
En la Iglesia de la Merced podemos encontrar el Martirio a San Laureano, pintura barroca
con ángeles al estilo de Murillo.
Basilio de Santa Cruz Pumacallao creó, junto a José Lopez de los Ríos y Leonardo Torres,
las iconografías de los ángeles y arcángeles arcabuceros tan característicos de la escuela
cuzqueña y tan distintos de los ángeles que se representaban por la misma época en
Europa.
Riaño, Luis de. Lima (Perú), 1596 – Cuzco (Perú), 1667 post. Pintor, dorador y escultor.

Hijo del capitán español Juan de Riaño y de Ana de Cáceres. En 1611 ingresó al taller de
Angelino Medoro, pintor italiano establecido en Lima, para aprender el oficio durante seis
años. Se trasladó ya formado al Cuzco, en torno a 1620, y en esa ciudad y sus
alrededores desarrolló el resto de su carrera artística.

Como todos los pintores de su generación, Riaño reitera las fórmulas recibidas de su
maestro con un estilo arcaizante que incorpora, sin embargo, insólitos toques de verismo.
Una de las primeras obras firmadas de Riaño parece ser el lienzo de la Inmaculada que
realizó para la recolección franciscana, en la que recrea una conocida composición de
Medoro y le incorpora retratos de figuras infantiles a manera de ángeles, quizá los hijos del
artista, que contrastan con los angelillos convencionales dentro del mismo cuadro.

En el período 1626-1630 trabajó en la doctrina de Andahualillas, por encargo de su célebre


párroco Juan Pérez de Bocanegra. Allí realizó los lienzos del Bautismo de Cristo, San
Miguel Arcángel y la Ascensión, así como una serie de escenas de la vida de San Pedro y
San Pablo, las tapas de los órganos y varios murales.

Son obras en las que se manifiesta un marcado énfasis gráfico y plano de la imaginería
religiosa —manifiesto además en el gusto por los diseños “grutesco”—, combinado con
una gran riqueza cromática. Para otro pueblo indígena, Huaro, Riaño realizaba en 1634 la
decoración pictórica y escultórica de un retablo trabajado en blanco por el famoso
ensamblador Martín de Torres. En 1638 estaba nuevamente en la ciudad del Cuzco,
ejecutando las pinturas del retablo y la capilla mayor de la iglesia monacal de Santa Clara
que comprenden una Inmaculada y veintidós cuadros de Cristo, la Virgen y diversos
santos.
Gregorio Gamarra (hacia 1570-1642) fue un pintor peruano del siglo XVII del que no se
tienen datos de su vida. Fue seguidor de Bernardo Bitti. Llegó al Cuzco proveniente
de Potosí realizando en 1607 Aparición de San Francisco al Papa Nicolás V que se
encuentra en La Recoleta de Cuzco. En este lugar se encuentran también su Inmaculada
Concepción y La Visión de la Cruz, basada esta última en un grabado de Sadeler.
En la ciudad de La Paz ha dejado varias obras como la Virgen de Guadalupe, realizada en
Cuzco y firmada en 1609, La Porciúncula, la Visión del carro de fuego y una Inmaculada
con San Francisco y San Diego que se encuentran en el Convento de San Francisco de la
ciudad. En el Museo Nacional de Arte se encuentra la Adoración de los Reyes, basada en
grabado de Sadeler. Tiene una Virgen con el Niño, San Juanito y San José en colección
particular, un Cristo atado a la columna en la Universidad de La Paz y una Muerte de san
José en el Convento del Carmen.

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