Residentes Neuro 2019 PDF
Residentes Neuro 2019 PDF
Residentes Neuro 2019 PDF
ISSN: 2463-2384
© De la edición:
Asociación Nacional de Internos y Residentes
Regional Antioquia – ANIR
Residentes de Neurología
Facultad de Medicina, Universidad de Antioquia
Con el aval de la Asociación Antioqueña de Neurología
Editores académicos
Diana M. Castrillón Velilla
Mario Ardila Vera
Carolina Estrada Pérez
Carolina Ospina Villegas
Imagen de carátula
Imagen tomada de https://www.gettyimages.es/fotos/497749034
con intervención digital de Juan Esteban Casas Tejada
Editorial Artes y Letras S.A.S.
Diagramación e impresión
Editorial Artes y Letras S.A.S.
Residentes de Neurología, U de A.
E-mail: [email protected]
Facebook: Residentes Neurologia
Epidemiología
En estudios longitudinales en mayores de 70 años la prevalencia está
en el rango de 3–20%, siendo más frecuente de tipo amnésico en una
proporción con el no amnésico de 2:1.
Riesgo de progresión a demencia 10–15% por año en clínicas de me-
moria y en la población general del 6–10%.
Factores de riesgo
Hipertensión arterial, cardiovasculares, consumo de tabaco, sedenta-
rismo, metabólicos (diabetes, nefropatías, alteraciones hidroelectrolíti-
cas), endocrinos (hipotiroidismo), nutricionales (déficit de vitaminas),
tóxicos (exposición a metales pesados o consumo de medicamentos,
alcohol, farmacodependencia) trauma de cráneo, enfermedades psi-
quiátricas, apnea del sueño.
Genéticos: En general, los familiares en primer grado de una perso-
na con Enfermedad de Alzheimer tardía tienen dos veces más riesgo
que la población general de padecerla.
Quejas de memoria
La memoria es uno de los procesos cognitivos más complejos, cuyo
trastorno es la incapacidad de registrar y almacenar informaciones
nuevas.
El paciente con DCL se queja de tener dificultades con la memoria re-
ciente. Este tipo de memoria comprende la habilidad para registrar y evo-
car contenidos específicos al cabo de minutos u horas. Requiere la función
del hipocampo y de las áreas parahipocampales en el lóbulo temporal
mesial, tanto para el almacenamiento como para la evocación. La amíg-
dala no es esencial para el funcionamiento de la memoria reciente, pero sí
para la evocación del contexto emocional de eventos específicos.
En muchos casos, la persona va a darse cuenta de estas dificultades
y compensará utilizando notas, agendas y/o calendarios. Cuando el
DCL es por causa degenerativa y las alteraciones son de tipo amnésico,
lo más probable es que el paciente desarrolle una demencia por Enfer-
medad de Alzheimer.
En la demencia tipo Alzheimer, la alteración de la memoria episódi-
ca es una de las primeras manifestaciones.
16 Paciente con quejas de memoria | Margarita María Giraldo Chica
Síntomas neuropsiquiátricos
Un alto porcentaje de pacientes presentan al menos un síntoma psiquiá-
trico. Lo síntomas más frecuentes son apatía, depresión, irritabilidad.
En la demencia frontotemporal comportamental antes de presentar
problemas de memoria, los pacientes presentan trastorno comporta-
mental: apatía, inercia, disminución de la motivación, falta de interés
para realizar cualquier actividad o pasatiempo y aislamiento social.
Algunos muestran elevación del estado de ánimo que se asemeja a la
hipomanía. La desinhibición puede coexistir con la apatía y produce
acciones impulsivas dando lugar a falta de tacto, conductas sexual-
mente inapropiadas, pérdida del decoro y las normas sociales. El juego
patológico o la hiperreligiosidad, pueden ser algunas veces la primera
manifestación de la enfermedad. Los pacientes a menudo carecen de
empatía y pueden tener dificultad de adaptación a nuevas situaciones.
También son frecuentes los cambios en la conducta alimentaria, con
una alteración de la saciedad y preferencias hacia alimentos dulces. El
inicio es insidioso y la predominancia del cuadro conductual hace que,
en ocasiones, este síndrome se confunda con un cuadro psiquiátrico.
Este DCL es comportamental.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 17
Examen Físico
En los pacientes con DCL de tipo amnésico, usualmente, el exa-
men neurológico es normal al igual que en los pacientes con demen-
cia frontotemporal. En los pacientes con DCL de origen vascular es
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 19
Evaluación neuropsicológica
Se recomienda realizar evaluación cognitiva estructurada por perso-
nas especializadas en esta área, a cualquier paciente que consulte por
quejas cognitivas. En la consulta médica, usualmente, no es posible de-
terminar la magnitud del déficit. Una consulta detallada permite ver
los cambios en el seguimiento longitudinal.
El aporte de la neuropsicología a la investigación de la historia natu-
ral de la Enfermedad de Alzheimer en Antioquia ha sido posible por el
seguimiento longitudinal de las familias durante 38 años.
Exámenes de laboratorio
Se recomienda realizar algunos exámenes de laboratorio básicos que
permitan detectar trastornos metabólicos o sistémicos que puedan ser
la causa o contribuir al deterioro cognitivo. Éstos incluyen hemoleuco-
grama, glicemia en ayunas, función hepática y renal, función tiroidea,
niveles de ácido fólico y vitamina B12, VDRL.
Neuroimágenes
Lo ideal sería una resonancia magnética de encéfalo o en su defecto
tomografia simple de cráneo. La imagen es obligatoria en los siguientes
casos: evolución rápida (inferior a doce meses), antecedentes de trau-
matismo craneal, deterioro cognitivo en sujetos con menos de 65 años,
en presencia de síntomas o signos neurológicos focales, incluido el ede-
ma de papila.
En la resonancia magnética de encéfalo, en un paciente con DCL
que precede la demencia por Enfermedad de Alzheimer, la atrofia del
lóbulo temporal medial refleja la pérdida del volumen de la corteza
entorrinal, del volumen hipocampal y del cíngulo posterior.
Los infartos o la leuconcefalopatía sugieren origen vascular del DCL.
20 Paciente con quejas de memoria | Margarita María Giraldo Chica
Biomarcadores
Los biomarcadores no se usan de rutina en la práctica clínica, pero sí
en el contexto de investigación y son predictores del riesgo de demencia.
En los pacientes con la Enfermedad de Alzheimer genético ha sido
posible estudiar los tres estadios de etapas preclínicas de la enferme-
dad (PRE-DCL). (Figura 2).
Neuropatología
Como el DCL es un estado transitorio y representa varias condi-
ciones, su estudio neuropatológico no es fácil ya que no hay un sustrato
único que represente el DCL.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 21
Tratamiento
Una proporción de pacientes con DCL, no desarrollarán demencia.
Hay algunas causas de declive cognitivo como la depresión, los tras-
tornos de ansiedad, el uso de varios medicamentos simultáneos y otras
condiciones comórbidas tratables que pueden revertir DCL.
Terapia farmacológica
Existen algunas causas inusuales de deterioro de la memoria tal como
deficiencia de vitaminas o enfermedad tiroidea, que usualmente son
detectadas durante la evaluación inicial mediante el interrogatorio y
un análisis de laboratorio clínico. El tratamiento específico para estas
patologías debería ser instaurado, lo cual llevaría a la mejoría total del
trastorno de memoria.
El tratamiento con inhibidores de acetil colinesterasa (rivastigimina,
galantamina y donepecilo), moduladores de glutamato (memantina),
ginkgo biloba, vitamina E, no ha tenido resultado positivos en los pa-
cientes con DCL.
Terapia no farmacológica
• Mantener la mente en forma: tanto las actividades sociales recreati-
vas como realizar actividades nuevas y desafiantes son formas de es-
timular la mente. Existen también programas de entrenamiento cog-
nitivo desarrollados por profesionales expertos que han demostrado
ser beneficiosos para retrasar o tratar los problemas de memoria.
• Actividad física regular: aquellas personas que realizan ejercicio de
forma habitual (ej.: caminar al menos 30 minutos la mayoría de los
días) presentan menor atrofia cerebral que las personas sedentarias.
• Una alimentación saludable: una dieta que incluya frutas, verduras,
lácteos descremados, pescado, cereales, aceites en crudo y escasa
22 Paciente con quejas de memoria | Margarita María Giraldo Chica
Bibliografía
Dionis Vallejo
Profesora Neurología • Universidad de Antioquia
Enfermedades Neuromusculares - Neuroclínica
Presentación clínica
Cuando estamos ante un paciente con sospecha de SGB, el primer paso
es definir si efectivamente lo es.
La forma típica de SGB es una neuropatía predominantemente mo-
tora, aunque el dolor y las parestesias suelen ser las manifestaciones
iniciales de la enfermedad.
La debilidad es bilateral y puede existir algún grado de asimetría.
Generalmente, la debilidad es más marcada en el nivel proximal, pero
se extiende rápidamente a regiones distales. En el 10 a 15% el patrón es
descendente (6).
Los reflejos miotendinosos, casi siempre, están disminuidos o au-
sentes, pero en el 10% de los casos los reflejos pueden ser normales o
estar exaltados, especialmente en los casos de la variante axonal (7).
Los síntomas sensitivos generalmente son simétricos, muchos pacien-
tes se quejan de parestesias y es común la alteración de la sensibilidad vi-
bratoria y del sentido de posición en las extremidades. Hay dolor lumbar
o sacro que, en algunos casos, puede tener distribución radicular.
La afección de los nervios craneales se ve hasta en el 50% de los
pacientes, el más afectado es el nervio facial en forma bilateral y simé-
trica. Los oculomotores se afectan en 10 a 20% de los pacientes, princi-
palmente el sexto nervio craneal. La debilidad orofaríngea ocurre en la
mitad de los casos (6).
Del 20% al 30% de los pacientes tendrán falla ventilatoria a causa de
la debilidad diafragmática. La paresia facial y bulbar, además del corto
tiempo entre el inicio de los síntomas y la admisión hospitalaria son
predictores de necesidad de ventilación mecánica (6).
La disautonomía ocurre en el 65% de los casos. Las principales ma-
nifestaciones son: taquicardia, bradicardia y paro sinusal; arritmias su-
praventriculares, hipertensión e hipotensión paroxísticas, broncorrea y
bradicardia. Otras alteraciones autonómicas incluyen retención urina-
ria, íleo paralítico, hiponatremia y cianosis acral (8).
Pocos pacientes pueden tener pérdida auditiva, parálisis de cuer-
das vocales, papiledema, alteración de conciencia y leucoencefalopatía
posterior reversible (9,10).
No todos los pacientes se presentan con la forma típica, es por esto
que es importante conocer aquellas presentaciones menos comunes,
enunciadas en la tabla 1.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 27
Tabla 1. Características clínicas de los pacientes con SGB, Síndrome de Miller-Fischer (SMF)
y sus subtipos
Características clínicas
Categoría
Patrón de debilidad Ataxia Hipersomnolencia
SGB
Ninguna
SGB clásico Cuatro extremidades No
o mínima
Debilidad Bulbar, cervical y
No No
faringo-cervico-braquial miembros superiores
Debilidad faríngea aguda Bulbar No No
SGB paraparético Miembros inferiores No No
Biparesia facial con parestesias Facial No No
SMF
SMF clásico Oftalmoplejía Sí No
Oftalmopareisa aguda Oftalmoplejía No No
Neuropatía atáxica aguda No hay debilidad Sí No
Ptosis aguda Ptosis No No
Midriasis aguda Midriasis paralitica No No
Encefalitis de Bickerstaff Oftalmoplejia Sí Sí
Hipersomnolencia atáxica aguda No hay debilidad Sí Sí
Tomado de: Wakerley, B. R. et al. Nat. Rev. Neurol. July 2014; 138
Diagnóstico diferencial
Tendremos siempre que excluir otras causas de polineuropatía aguda,
como la porfiria que también produce una parálisis flácida con importante
compromiso autonómico o las neuropatías asociadas a vasculitis sistémicas.
Muchas condiciones que causan debilidad aguda hacen parte del
diagnóstico diferencial del SGB. La presencia de nivel sensitivo, pro-
minente afección de esfínteres desde el inicio, la asimetría persistente y
marcada de los síntomas y el compromiso de la conciencia y fiebre son
signos de alarma que obligan a descartar diagnósticos alternativos como
mielopatías agudas o encefalitis.
Los trastornos de la unión neuromuscular como la miastenia gravis
también causan debilidad aguda, la ausencia de sintomas sensitivos y la
fatigabilidad son puntos claves cuando esta es la sospecha clínica.
28 Enfoque del paciente con síndrome de Guillain Barré | Dionis Vallejo
Tomado de: Neuromuscular Disroders in Clinical Practice. Katirji B, Kaminski H, Ruff R. Springer Science +
Business Media. New York, 2014.
1. Medidas de soporte
Cerca del 15 al 30% de los pacientes con SGB necesitan soporte ven-
tilatorio. La hipercapnia y la hipoxemia son hallazgos tardíos de falla
ventilatoria por lo que los gases arteriales no son útiles para el mo-
nitoreo de la debilidad diafragmática en pacientes con SGB. La caída
progresiva de parámetros como la capacidad vital, el volumen tidal, y
la presión inspiratoria negativa son indicativos de la posibilidad de una
falla ventilatoria inminente.
En general, capacidad vital forzada menor de 15 mL/kg, presión
espiratoria máxima menor de 30 cmH2O, presión inspiratoria máxima
menor de 30cmH2O, PO2 menor de 56 y PCO2 mayor de 48, son indica-
tivos de falla respiratoria inminente y de intubación (11).
Paciente con debilidad facial, bulbar y disfagia e importante pare-
sia proximal de las extremidades superiores, tienen más riesgo de falla
ventilatoria.
En 2003, Sharshar y colaboradores propusieron el uso de una escala
para predecir el riesgo de falla ventilatoria (12):
Más del 85% de los enfermos con cuatro de estos seis predictores
requirieron intubación. Se propone que los pacientes con al menos uno
de estos criterios deben ser monitorizados en UCI.
La terapia respiratoria incentiva, la tos asistida y la aspiración de
secreciones son medidas necesarias para prevenir atelectasias y evitar
neumonía. Algunos pacientes requerirán traqueostomía, si no hay me-
joría de la función ventilatoria luego de las primeras dos semanas.
La disfunción autonómica ocurre en 65% de los pacientes y es poten-
cialmente fatal en el 20% de los casos. Puede ser necesario el uso de beta-
bloqueadores, vasopresores, antiarrítmicos o incluso marcapasos cardiaco.
No olvidar usar en forma rutinaria medidas de prevención de trom-
bosis venosa profunda, garantizar la nutrición efectiva cuando hay dis-
fagia, controlar el dolor, iniciar terapia física y ocupacional temprana, y
usar férulas para minimizar los riesgos de pie caído y acortamiento del
tendón de Aquiles. Además se debe manejar los síntomas de ansiedad
y garantizar el contacto con familiares, amigos y personal asistencial a
través del uso de tableros de comunicación o alternativas a este en caso
de ser necesario (13).
2. Inmunoterapia
Numerosos estudios han confirmado el beneficio de la plasmafére-
sis y la inmunoglobulina en el SGB, con igual efectividad, la cual se
evaluó en el tiempo necesario para liberación de ventilación mecánica
y en puntajes en escalas de discapacidad (14-20).
La plasmaféresis es más efectiva cuando se instaura durante las dos
primeras semanas de inicio de los síntomas, pero hay beneficio aun
cuando se empiece en los primeros 30 días. Son suficientes cuatro in-
tercambios plasmáticos en casos moderados a graves, seis intercambios
o más no mostraron beneficio adicional.
La plasmaféresis se administra usualmente en un volumen plasmá-
tico de 50 mL/kg en cinco sesiones por una o dos semanas.
La dosis recomendada de inmunoglobulina es 400 mg/kg/día por
cinco días.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 31
Intercambio de Plasma
IV Inmunoglobulina (IVIg) Tratamientos combinados Corticosteroides
(IP)
El tratamiento secuencial
IP es recomendado en IVIg es recomendado en
con IP seguido de IVIg no Los esteroides no se
pacientes no ambulatorios pacientes no ambulatorios
La mayor evidencia tiene un efecto mayor que recomiendan en el
dentro de 4 semanas del ini- dentro de 2 semanas del
apoya que: cualquiera de los tratamien- tratamiento del SGB.
cio de los síntomas neuro- inicio de los síntomas neu-
tos administrados solos. (Nivel A, Clase I)
páticos. (Nivel A* Clase II**) ropáticos. (Nivel A, Clase II
(Nivel A, Clase I)
• Hiponatremia
• Bloqueo de conducción de nervio peroneal
• Severa reducción de amplitud del CMAP (menos del 20% del límite
inferior normal) o nervios inexcitables
Para terminar…
El SGB continúa siendo la causa más frecuente de paresia flácida agu-
da. El enfoque inicial deberá orientarse a establecer, en forma correcta,
el diagnóstico, especialmente con las herramientas clínicas y a definir el
riesgo de falla ventilatoria y disfunción autonómica, para dar el soporte
y tratamiento adecuado.
Referencias
Paulina Bedoya
Neuróloga clínica
Diego Castaño
Neurólogo clínico- epileptólogo
Durante el evento
Esta información habitualmente sólo la puede proporcionar el testi-
go de la crisis.
Un grito o gruñido espiratorio con postura tónica de las extremi-
dades, seguido por una caída en bloque, con trauma y a continuación
movimientos rítmicos de las extremidades, que, finalmente, dan paso
a espasmos irregulares; posturas distónicas, versión oculocefálica, cia-
nosis y mordedura lateral de la lengua; son todos altamente sugestivos
de convulsión (2).
Un dato semiológico muy útil es el estado de los párpados durante
la convulsión. Un estudio demostró que más del 97% de las convulsio-
nes suceden con los ojos abiertos (8). Así que tener los ojos cerrados
durante una convulsión, predice una crisis psicógena con una sensibi-
lidad del 96% y una especificidad del 98%. Estos valores, sin embargo,
han sido obtenidos a partir de estudios de videotelemetría; la precisión
diagnóstica de este aspecto en el relato del familiar es más modesta. Por
otra parte, este dato no es útil en la diferenciación frente a un evento
sincopal (ojos abiertos en la mayoría de los casos).
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 41
Ítem Puntaje
¿Presencia de mordedura de lengua después del evento? +2
¿Sensacion de déja vu o jamais vu previo al evento? +1
¿Asociación de estrés emocional a la pérdida de consciencia? +1
¿Presencia de cefaloversión durante el evento? +1
¿Presencia de comportamientos anormales previos al evento?
Incluye falta de respuesta a estímulos, posturas inusuales, sacudidas en extre- +1
midades o amnesia del comportamiento presentado previo al evento.
¿Presencia de confusión posterior al evento? +1
¿Historia de episodios presincopales? -2
¿Presencia de diaforesis, previo a los eventos? -2
¿Asociación de sedestación o bipedestación prolongada a la pérdida
-2
de la consciencia?
Tomado y modificado de: Sheldon R, Rose S, Ritchie D, Connolly SJ, Koshman M Lou, Lee MA, et al. Histo-
rical criteria that distinguish syncope from seizures. J Am Coll Cardiol. 2002;40(1): 142–8.
60
Porcentaje con recurrencia de la convulsión
50
40
30
20
10
0
<1 1 2 3 4 5 >5
Tiempo después de primera crisis en menos de un mes y años
Tomado y modificado de: Krumholz A, Wiebe S, Gronseth GS, Gloss DS, Sanchez AM,
Kabir A, et al. Evidence-based guideline: Management of an unprovoked first seizure in
adults: Report of the Guideline Development Subcommittee of the American Academy of
Neurology and the American Epilepsy Society. Neurology. 2015;84(16):1705–13.
46 Enfoque del paciente con una primera convulsión | Paulina Bedoya, Diego castaño
Con respecto a las otras variables clínicas que incluyen edad del pa-
ciente, género, antecedentes familiares de convulsiones, tipo de crisis
y la presentación con estado epiléptico o múltiples convulsiones dis-
cretas (dos o más) dentro de 24 horas con recuperación entre ellas, se
ha establecido en diferentes estudios (16,18-20), que no están asociadas
con un mayor riesgo de recurrencia después de una primera convul-
sión no provocada en los adultos.
Anteriormente, se consideraba que una convulsión focal era mucho
más propensa a recurrir que una crisis generalizada. Las crisis focales
en gran parte están relacionadas con anormalidades en el EEG y causas
secundarias. Cuando se anula el peso de estos dos factores, que fueron
discutidos previamente, el hecho de que una crisis sea focal per sé no
adiciona mayor riesgo. Por lo tanto, las características de la convulsión
no tienen importancia para definir el riesgo de recurrencia.
Electroencefalograma (EEG)
El EEG a pesar de ser una herramienta diagnóstica relativamente
antigua, sigue siendo una ayuda fundamental para entender el proceso
subyacente y orientar al paciente y a la familia.
48 Enfoque del paciente con una primera convulsión | Paulina Bedoya, Diego castaño
Neuroimagen
Con el desarrollo de las nuevas técnicas en neuroimagen, muchas
guías promueven la realización de la resonancia magnética (RM) en
todos los pacientes con una primera crisis (2). No obstante, hay que
aclarar que en muchas circunstancias los hallazgos pueden no explicar
la sintomatología y ser solo lesiones incidentales que confunden el cua-
dro clínico.
El tipo de imagen cerebral y el momento de realizarla dependen de
cada paciente. La literatura al respecto demuestra que la neuroimagen
puede detectar causas de convulsión en alrededor del 10% de casos,
especialmente en personas mayores (18).
Por lo tanto, la recomendación es que en todas las personas mayores
de 18 años que consultan por una primera crisis no provocada, se rea-
lice una imagen cerebral.
Tal como lo demostró King y colaboradores en 1998, la RM es supe-
rior a la tomografía axial computarizada (TAC) para detectar anorma-
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 49
Índice pronóstico
Puntaje inicial
Convulsión única 0
Dos o tres convulsiones 1
Cuatro o más convulsiones 2
Adicionar, en caso de presentarse
Trastorno neurológico o déficit al examen físico 1
EEG anormal 1
Bajo riesgo 0
Riesgo intermedio 1
Tomado y modificado de: Kim LG, et al. Lancet Neurol. 2006; 5: 317–322.
Riesgo de Riesgo de
Riesgo de recurrencia
Conducta terapéutica recurrencia a recurrencia
a cinco años (%)
un año (%) a tres años (%)
Tratamiento
26 35 39
inmediato
Bajo riesgo
Tratamiento
19 28 30
diferido
Tratamiento
24 35 39
Riesgo inmediato
intermedio Tratamiento
35 50 56
diferido
Tratamiento
36 46 50
inmediato
Alto riesgo
Tratamiento
59 67 73
diferido
Tomado y modificado de: Kim LG, et al. Lancet Neurol. 2006; 5: 317–322.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 51
Referencias
8. Chung SS, Gerber P, Kirlin Ka. Ictal eye closure is a reliable in-
dicator for psychoge- nic nonepileptic seizures. Neurology.
2006;66:1730–1.
9. Hoefnagels WA, Padberg GW, Overweg J, van der Velde EA, Roos
RA. Transient loss of consciousness: the value of the history for
distinguishing seizure from syncope. J Neurol. 1991;238(1):39–43.
10. Manford M. Assessment and investigation of possible epileptic
seizures. J Neurol Neurosurg Psychiatry. 2001;70(Suppl 2:II):3–8.
11. Sheldon R, Rose S, Ritchie D, Connolly SJ, Koshman M Lou, Lee
MA, et al. Histori- cal criteria that distinguish syncope from seizu-
res. J Am Coll Cardiol. 2002;40(1): 142–8.
12. McCorry DJP, Cavanna AE. New thoughts on first seizure. Clin
Med (Northfield Il). 2010;10(4):395–8.
13. Kuehn BM. New Adult First Seizure Guideline Emphasizes an
Individualized Ap- proach. JAMA. 2015;314(2):111–3.
14. Kim LG, Johnson TL, Marson AG, Chadwick DW. Prediction
of risk of seizure recu- rrence after a single seizure and early
epilepsy: Further results from the MESS trial. Lancet Neurol.
2006;5(4):317–22.
15. Seizure F, Group T. Randomized clinical trial on the efficacy of an-
tiepileptic drugs in reducing the risk of relapse after a first unpro-
voked tonic-clonic seizure. First Seizure Trial Group (FIR.S.T.
Group). Neurology. 1993;43(3 Pt 1):478–83.
16. Kho LK, Lawn ND, Dunne JW, Linto J. First seizure presentation:
do multiple seizu- res within 24 hours predict recurrence? Neu-
rology. 2006;67(6):1047–9.
17. Berg AT, Shinnar S. The risk of seizure recurrence following a
first unprovoked seizure: a quantitative review. Neurology. 1991
Jul;41(7):965–72.
18. Krumholz A, Wiebe S, Gronseth G, Shinnar S, Levisohn P, Ting
T, et al. Practice Para- meter: evaluating an apparent unprovoked
first seizure in adults (an evidence-based review): report of the
Quality Standards Subcommittee of the American Academy
of Neurology and the American Epilepsy Society. Neurology.
2007;69(21):1996– 2007.
19. Hauser W, Rich SS, Annegers JF, Anderson VE. Seizure recurren-
ce after a 1st unprovoked seizure: an extended follow-up. Neuro-
logy. 1990;40(8):1163–70.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 55
20. Berg AT. Risk of recurrence after a first unprovoked seizure. Epi-
lepsia. 2008;49:13–8.
21. Jagoda A, Gupta K. The emergency department evaluation of the
adult patient who presents with a first-time seizure. Emerg Med
Clin North Am. 2011;29(1):41–9.
22. Schreiner a, Pohlmann-Eden B. Value of the early electroencepha-
logram after a first unprovoked seizure. Clin Electroencephalogr.
2003;34(3):140–4.
23. King MA, Newton MR, Jackson GD, Fitt GJ, Mitchell LA, Silvapulle
MJ, et al. Epi- leptology of the first-seizure presentation: a clinical,
electroencephalographic, and magnetic resonance imaging study
of 300 consecutive patients. Lancet. 1998;352(9133):1007–11.
24. Hauser WA, Rich SS, Lee JR, Annegers JF, Anderson VE. Risk of
recurrent seizures after two unprovoked seizures. N Engl J Med.
1998;338(7):429–34.
25. Marson AG. The SANAD study of effectiveness of valproate ,
lamotrigine , or topi- ramate for generalised and unclassifiable
epilepsy: an unblinded randomised con- trolled trial. Lancet.
2007;369(9566):1016–26.
26. Pohlmann-Eden B, Beghi E, Camfield C, Camfield P. The first
seizure and its manage- ment in adults and children. BMJ.
2006;332(7537):339–42.
27. ILAE Commission report. Restrictions for children with epilepsy.
Commis- sion of Pediatrics of the ILAE. International League
Against Epilepsy. Epilepsia. 1997;38(9):1054–6.
Uso clínico de
anticonvulsivantes en
paciente con epilepsia
recién diagnosticada
Reseña histórica
La historia de los anticonvulsivantes se remonta a la mitad
del siglo XIX, cuando en 1857 Sir Charles Locock reporta
la efectividad de los bromuros en el manejo de la ”epilep-
sia histérica catamenial”. La hegemonía de los bromuros
en el manejo de la epilepsia persiste hasta 1912, cuando se
descubren las propiedades anticonvulsivantes del feno-
barbital, a través de los trabajos realizados por el psiquia-
tra alemán Alfred Hauptmann. Hasta 1940, los bromuros
y el fenobarbital constituían la primera línea de manejo de
la epilepsia. En 1938, es aprobado el uso de la fenitoina en
Estados Unidos (EEUU) para la epilepsia. En las décadas
posteriores a este descubrimiento, se hizo una búsqueda
profunda de otros compuestos que tuvieran propiedades
anticonvulsivantes. La primera de estas sustancias fue la
carbamazepina, desarrollada en la industria farmacéutica
suiza en 1953. Tenía una estructura tricíclica, y su indica-
ción en principio fue la depresión y la psicosis, ampliando
su espectro en 1962 al obtener la licencia para su utiliza-
ción en neuralgia del trigémino. Para 1963, se reporta por
primera vez el uso de la carbamazepina como anticonvul-
sivante, en 1965 recibe aprobación para esta indicación
en Gran Bretaña, y sólo hasta 1974 se permite su uso en
los EEUU. El principal mecanismo de acción, el bloqueo
58 Uso clínico de anticonvulsivantes en paciente con epilepsia... | Juan Pablo Millán Sandoval
de canales de sodio, no fue reconocido sino hasta 1983, pero para ese
entonces la carbamazepina ya se había convertido en el fármaco anti-
convulsivante más prescrito en Europa y continúa siendo el estándar
de oro para los estudios comparativos de este grupo de medicamentos.
El primer reporte del efecto anticonvulsivante del valproato de so-
dio se publicó en 1964. Fue descrito por casualidad en un pequeño labo-
ratorio donde se estaba utilizando como solvente para otros fármacos
experimentales. En 1967, se aprobó en Francia para la epilepsia y diez
años después en los EEUU. El valproato de sodio y la carbamazepina
se han convertido en los anticonvulsivantes más prescritos. El valproa-
to es altamente efectivo en muchos tipos de epilepsia y es reconocido
como el fármaco de elección en epilepsia generalizada idiopática o ge-
nética, pero también es un fármaco con efectos adversos significativos,
particularmente la teratogenicidad. Entre 1989 y 2014 el impacto del
progreso de la medicina molecular comenzó a sentirse en esta área; ini-
cialmente con los estudios de los inhibidores GABAergicos y posterior-
mente con el avance en el entendimiento de las funciones cerebrales
excitatorias. Entre 1989 y 1994, cinco medicamentos fueron descubier-
tos: vigabatrina, lamotrigina, felbamato y la gabapentina. Entre 1995 y
2014, otros diez nuevos fármacos anticonvulsivantes aparecen en esce-
na: topiramato, tiagabina, levetiracetam, zonisamida, pregabalina, es-
tiripentol, rufinamide, lacosamida, retigabina y perampanel. De estos,
topiramato y levetiracetam, son ampliamente utilizados como agentes
de primera línea, mientras la retigabina y la tiagabina han sido en gran
parte abandonados. Al día de hoy llegamos a contar con más de veinte
opciones terapéuticas, dentro de las cuales debemos elegir, con base en
el perfil clínico del paciente, eficacia del medicamento para el tipo o
tipos de crisis, los posibles efectos adversos, las interacciones con otros
medicamentos, las condiciones médicas asociadas (enfermedad hepá-
tica y renal), la edad, el sexo, deseo de maternidad y el estilo de vida;
sin dejar de lado las preferencias del paciente y los costos económicos
asociados con la medicación.
Tratamiento
Desde el punto farmacológico, los anticonvulsivantes se han clasificado
según el espectro. Entre los medicamentos de amplio espectro encon-
tramos al ácido valproico, lamotrigina, levetiracetam, zonisamida, topi-
ramato, perampanel, los barbitúricos y las benzodiacepinas. En teoría,
estos medicamentos son útiles para cualquier tipo de crisis, en especial
para las epilepsias generalizadas.
Dentro de los anticonvulsivantes de espectro estrecho tenemos la
carbamazepina, la oxcarbazepina, la gabapentina, la pregabalina y la
lacosamida. En general, se piensa que estos son útiles para las crisis
focales, teniendo algunas excepciones como en la epilepsia rolándica
o de puntas centrotemporales, la cual constituye una epilepsia de tipo
focal pero genética, en donde el uso de los anticonvusivantes de espec-
tro estrecho como carbamazepina, fenitoina y oxcarbazepina podrían
empeorarla. Ver tabla 1.
Monoterapia vs Politerapia
Siempre se recomienda iniciar con monoterapia, utilizando la dosis
efectiva más baja posible. Otras características que se deben tener en
cuenta son: si el paciente es mujer en edad fértil, las comorbilidades y si
utiliza otro tipo de medicamentos pues es importante tener en cuenta
60 Uso clínico de anticonvulsivantes en paciente con epilepsia... | Juan Pablo Millán Sandoval
Efectos adversos
Dentro de los aspectos importantes que hay que tener en cuenta
al momento de elegir el tratamiento más apropiado, está el conocer el
perfil de efectos adversos de los anticonvulsivantes (ver tabla 2). El ma-
reo, la inestabilidad y la ataxia van a ser muy comúnmente encontrados
con bloqueadores del canal de sodio como la fenitoina, la carbamaze-
pina, la lacosamida y la lamotrigina. El insomnio es frecuente con la la-
motrigina y el felbamato. Los cambios de comportamiento y del estado
de ánimo van a estar relacionados con el levetiracetam, el fenobarbital,
el topiramato, la etosuximida y la zonisamida. La ganancia de peso con
anticonvulsivantes como el ácido valproico y la carbamazepina, mien-
tras que la pérdida de peso con el topiramato y la zonisamida.
De acuerdo con esto no se recomendaría en una persona con obe-
sidad la administración de medicamentos como el ácido valproico o la
carbamazepina, o a las personas que tienen un índice de masa corporal
62 Uso clínico de anticonvulsivantes en paciente con epilepsia... | Juan Pablo Millán Sandoval
Recomendado No recomendado
VPA, GBP, PGB, PER,
Peso Obesidad TPM, ZNS
CBZ
Bajo Peso TPM, ZNS
Benzodiacepinas
Sueño Insomnio LTG
Barbitúricos
Depresión LTG TPM, ZNS, LEV, PER
Trastornos
Trastorno afectivo bipolar CBZ, VPA, LTG TPM, ZNS, LEV, PER
psiquiátricos
Ansiedad GBP, PGB TPM, ZNS, LEV, PER
Trastornos
Migraña TPM, VPA LTG
neurológicos
Dolor neuropático GBP, PGB
LTG: Lamotrigina
FBM: Felbamato
PHT: Fenitoína
CBZ: Carbamazepina
LCM: Lacosamida
OXC: Oxcarbazepina,
LEV: Levetiracetam
VPA: Acidovalproico
ESM: Etosuximida
PB: Fenobarbital
TPM: Topiramato
ZNS: Zonisamida
GBP: Gabapentina
PGB: Pregabalina
PER: Perampanel
AZM: Acetazolamida
64 Uso clínico de anticonvulsivantes en paciente con epilepsia... | Juan Pablo Millán Sandoval
Conclusiones
Para terminar, recapitularemos todo lo dicho hasta el momento utili-
zando el acrónimo SAGE.COM (Síndrome, Age (edad), Género, Etio-
logía, Comorbilidades). En primer lugar, es de gran importancia defi-
nir el síndrome epiléptico al que nos estamos enfrentando y para esto
debemos utilizar la clínica y tener como complemento el EEG y la neu-
roimagen. El segundo elemento fundamental es conocer la edad de
nuestro paciente, pues a diferentes edades existen cambios fisiológicos
que pueden alterar el metabolismo del anticonvulsivante utilizado. El
género también es esencial, teniendo en cuenta que en las mujeres
en edad reproductiva no debemos utilizar inductores enzimáticos y
evitar el uso de ácido valproico. La etiología de la epilepsia también
es crucial pues nos permite anticiparnos a la resistencia a los anticon-
vulsivantes utilizados y realizar una evaluación pre quirúrgica si es
necesario. Por último, el tener en cuenta las comorbilidades propias
del paciente tales como la obesidad, el insomnio, las enfermedades
hepáticas, renales así como enfermedades psiquátricas, son esenciales
para elegir el tratamiento más adecuado. No sobra decir, que los costos
de cada uno de los anticonvulsivantes también son un factor que hay
que tomar en cuenta al momento de iniciar un tratamiento, pues la fal-
ta de accesibilidad es un elemento fundamental para que el paciente
no se adhiera al tratamiento instaurado.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 67
Bibliografía
Introducción
El ataque cerebrovascular (ACV) se manifiesta con un dé-
ficit neurológico de instauración súbita. Se debe a una le-
sión focal aguda de etiología vascular (1) y puede ser de
tipo isquémico (en el 85% de los casos) o hemorrágico (10
a 15%). En el mundo, el ACV es la segunda causa de muer-
te (2) y la primera de discapacidad adquirida en el adulto
(3). En Estados Unidos aproximadamente 795.000 perso-
nas sufren un ACV cada año, de los cuales 610.000 ocurre
por primera vez; en ese país se estima que, en promedio,
cada 40 segundos ocurre un ACV (4).
En Colombia las estadísticas son similares: en lo trans-
currido del 2018 el ACV es la segunda causa de muerte no
violenta después de la enfermedad coronaria, con un in-
cremento respecto al año anterior, cuando ocupó el tercer
lugar (5,6).
Desde el punto de vista fisiopatológico, en el ACV is-
quémico o infarto cerebral (de ahora en adelante se uti-
lizarán ambos términos indistintamente) el flujo sanguí-
neo cerebral (FSC)1 disminuye de manera abrupta por
El flujo sanguíneo cerebral (FSC) es el volumen de sangre que fluye a una can-
1
2
Estudio NINDS (National Institute of Neurological Disorders and Stroke): publicado en 1995, de-
mostró una mayor probabilidad de obtener un desenlace funcional favorable en el grupo de pa-
cientes que recibieron rtPA en las 3 primeras horas respecto al grupo placebo (31-50% vs 21-38%).
Gracias a este estudio la FDA (agencia regulatoria de medicamentos de Estados Unidos) aprobó el
tratamiento con alteplase para el infarto cerebral agudo de menos de 3 horas de evolución.
3
Usualmente se escribe y pronuncia esta palabra sin tener en cuenta su origen etimológico: trom-
bo-lisis. La manera correcta es acentuar esta palabra como esdrújula: trombolisis. Tomado de:
Pinzón, A. ¿Trombólisis o trombólisis? Acta Med Colomb Vol. 43 Nº 1_Enero-Marzo 2018
4
Estudio ECASS 3. En este ensayo clínico se asignó de forma aleatoria a 821 pacientes con ACV
isquémico agudo de 3 a 4,5 horas de evolución para recibir placebo o rtPA intravenoso. Los pa-
cientes que recibieron rtPA tuvieron un mejor desenlace funcional que los del grupo placebo (52
vs 45%, OR 1,34 IC 1,02-1,76).
5
MR CLEAN, SWIFT PRIME, EXTEND-IA, ESCAPE, REVASCAT, THRACE
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 73
Estudios: DAWN (DWI or CTP Assessment With Clinical Mismatch in the Triage of Wake Up and
6
“Tiempo es cerebro”
Todas las terapias de reperfusión con las que se cuenta hasta ahora son
dependientes del tiempo.
Es así como la trombolisis IV sólo puede considerarse en pacientes
con menos de 4,5 horas de evolución, por lo que son fundamentales
el reconocimiento rápido de los síntomas (por parte del paciente, fa-
miliares y personal paramédico) y el establecimiento de protocolos de
atención encaminados a agilizar la atención. De aquí la importancia
que tienen las campañas educativas a la comunidad, ya que para que el
paciente pueda beneficiarse, él o quienes se encuentren en su entorno
(familia, compañeros de trabajo, amigos, desconocidos) deben recono-
cer que algo anormal está ocurriendo y consultar (o llevar al paciente) a
urgencias lo más pronto posible. Muchos pacientes llegan por fuera
de la ventana terapéutica porque no sabían qué estaba ocurriéndoles,
porque pensaron que sería algo transitorio o no era una verdadera
emergencia. Pueden utilizarse escalas como la FAST (del inglés: face,
arm, speech, time), con la que se busca dar a conocer a las personas
que deben consultar inmediatamente en caso de aparición súbita de:
parálisis facial (F), debilidad de un brazo (A) y/o dificultad para hablar
(S), ya que la presencia de una de estas manifestaciones está presente
en el 88% de los ACV. Se requieren campañas de educación pública que
den a conocer la importancia del reconocimiento temprano de estos
síntomas, con el fin de incrementar el número de pacientes que puedan
beneficiarse de las terapias de reperfusión.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 75
Evaluación inicial
Lo primero que debe interrogarse a estos pacientes o a sus acompa-
ñantes es el tiempo de evolución de los síntomas: debe establecerse el
momento de inicio del déficit, para definir si el paciente se encuentra
en ventana terapéutica, que para la fibrinolisis intravenosa va hasta las
tres horas con posibilidad de extenderse hasta las 4,5 horas en ciertos
pacientes. Si el inicio no fue presenciado por algún familiar o testigo, se
considera que el momento del inicio del ACV fue la última vez en que
se vio al paciente sin déficit: “normal”. Cuando el déficit se evidencia al
despertar, se considera que el momento del inicio fue la última vez que
fue visto antes de acostarse.
Si en la evaluación inicial (triage) se considera que el paciente puede
estar cursando con un ACV agudo, debe dársele la misma prioridad de
un paciente con síndrome coronario agudo o trauma severo (triage 1),
por lo que debe trasladarse inmediatamente a la sala de reanimación o
de pacientes críticos.
La evaluación inicial es similar a otros pacientes críticamente enfer-
mos: evaluar vía aérea, respiración y circulación (ABC). Debe realizar-
se un examen físico general rápido, haciendo énfasis en signos vitales,
sistema cardiovascular y en búsqueda de posibles contraindicaciones
a la trombolisis; como son: lesiones en piel o mucosas que sugieran
coagulopatía de base, estigmas de una posible endocarditis infecciosa
subyacente o trauma severo reciente, entre otras.
Posteriormente se lleva a cabo la evaluación neurológica, la cual
debe acompañarse de la escala NIHSS (National Institutes of Health
Stroke Scale), que permite examinar de manera estructurada el grado
de compromiso neurológico. La escala evalúa once ítems en los que se
incluye nivel de consciencia, visión, presencia o no de desviación de
la mirada, asimetría facial, fuerza en las extremidades, coordinación,
sensibilidad (superficial y cortical), lenguaje y habla; el puntaje total
puede ir de 0 (no déficit evidente) a 42 (coma profundo, cuadriplejía)
permitiendo así cuantificar el déficit neurológico. Puede utilizarse ade-
76 Manejo médico del infarto cerebral agudo... | Paulina González Obando
Laboratorio
Durante la evaluación inicial pueden tomarse muestras de sangre
para evaluar electrolitos, hemograma, tiempos de coagulación, función
renal y otros, según se considere. Sin embargo, el único que es indis-
pensable para continuar con el manejo y toma de decisiones es la glice-
mia, que puede obtenerse con un glucómetro. La hipoglucemia puede
asemejarse a un ACV (ver a continuación simuladores), por lo que debe
descartarse y, en caso de existir, corregirse. El resto de exámenes no son
indispensables para la mayoría de pacientes, salvo que estén anticoa-
gulados con warfarina (para definir INR) o si se sospecha algún tipo de
coagulopatía. NO deben retrasar la toma de decisiones ni la trombólisis
intravenosa en caso de que cumpla los criterios de elegibilidad.
Neuroimagen
Luego de la evaluación inicial y tras haber descartado hipoglicemia,
debe realizarse una imagen cerebral, que puede ser una (TC) simple o
una resonancia (RM). Si bien esta última es más sensible, en especial
para infartos pequeños y en territorio vertebrobasilar, la TC tiene la
ventaja de ser un método más disponible y rápido, y lo suficientemen-
te sensible para definir si se trata de una hemorragia cerebral o no. La
mayoría de los estudios que evaluaron la efectividad de la trombólisis
intravenosa utilizaron únicamente TC. Todos los pacientes en quienes
se sospeche un infarto cerebral de menos de 4,5 horas de evolución y
que sean potencialmente elegibles para la trombolisis intravenosa (ver
criterios en tabla única) deben ser trasladados inmediatamente a TC
simple. Hasta ahora, tanto en las Guías Americanas como en las Cana-
dienses, la TC simple continúa siendo la única imagen necesaria para
determinar si puede realizarse trombolisis intravenosa.
En la TC además de sangrado debe determinarse si hay signos que
sugieran compromiso isquémico extenso. Para esto puede utilizarse la
escala ASPECTS (The Alberta Stroke Program Early CT Score). En esta
escala se evalúan diez regiones (C: caudado, L: núcleo lentiforme, IC:
cápsula interna, I: ínsula, junto con seis zonas del territorio de la arteria
cerebral media –ACM–: M1 a M6). Debe determinarse si existen zonas
hipodensas (lo cual sugiere isquemia aguda), por cada región hipoden-
sa se resta un punto. Una TC de cráneo normal tiene un puntaje de
ASPECTS=10. Entre más bajo el puntaje más extenso es el infarto: pun-
tajes inferiores a 7 se relacionan con peor desenlace funcional, mayor
riesgo de transformación hemorrágica.
Ciertos pacientes pueden beneficiarse de terapia endovascular. En
estos casos requieren además de la TC simple, una angio–TC (ver ima-
gen 2) para determinar si hay oclusiones de gran vaso (carótida distal
o ACM proximal) que puedan beneficiarse de trombectomía mecánica.
78 Manejo médico del infarto cerebral agudo... | Paulina González Obando
Imagen 1.
Imágenes de perfusión
Con éstas se busca evaluar la zona hipoperfundida y delimitar la
zona de penumbra isquémica. Pueden obtenerse tanto en TC como en
MR, pero su disponibilidad en urgencias es muy reducida en nuestro
medio. Hasta el momento, y ciñéndonos a las guías actuales de manejo,
no deben utilizarse de rutina ni para definir si un paciente se beneficia
de trombólisis IV o no. Sólo podrían utilizarse para guiar la decisión de
realizar trombectomía mecánica en pacientes estrictamente seleccionados
con más de seis horas y de evolución de los síntomas y oclusión de un
vaso grande, como la carótida distal o segmentos proximales de la ar-
teria cerebral media (ACM). Como hasta el momento, el único estudio
clínico que ha demostrado mejoría en los desenlaces funcionales y de
sobrevida por fuera de la ventana de las seis horas es el DEFUSE 3, las
guías americanas recomiendan aplicar los mismos criterios de elección
de pacientes y el protocolo que se tuvieron en cuenta en este estudio.
Medidas generales
Deben aplicarse a todos los pacientes con infarto cerebral agudo, sin
importar si están o no en ventana terapéutica y son candidatos a trom-
bolisis IV. La única diferencia está en las metas de presión arterial.
Trombolisis intravenosa
Se realiza con el (rtPA o alteplasa), que es una proteasa que cataliza
la producción de plasmina; esta última actúa disolviendo los trombos
de fibrina. La actividad de esta proteasa se incrementa con la presen-
cia de fibrina, lo cual favorece que la fibrinolisis ocurra en el sitio de
la trombosis. Hasta ahora, este es el trombolítico de elección. No hay
evidencia que soporte el uso de otros agentes como la estreptoquina-
sa o la desmoteplasa sobre el rtPA.
El tenecteplase es un trombolítico con una vida media mayor y más
especificidad por la fibrina que el alteplase, que se ha utilizado en in-
farto agudo de miocardio y que en los estudios clínicos que se han rea-
lizado, para determinar si puede utilizarse en el ACV isquémico, parece
tener un perfil de seguridad similar al rtPA, pero no se tiene certeza de
si es igualmente efectivo. En un ensayo clínico aleatorizado que inclu-
yó 1.100 pacientes con ACV isquémico de hasta 4,5 horas de evolución
y síntomas leves (NIHSS en promedio: 4) falló en demostrar superio-
ridad sobre el alteplase, aunque la efectividad y seguridad fue similar
entre ambos (18). Si bien podría ser una alternativa para el rt-PA, hasta
ahora no cuenta con la aprobación para este uso.
82 Manejo médico del infarto cerebral agudo... | Paulina González Obando
Protocolo de aplicación
Tras haber determinado tiempo de evolución, evaluado al paciente,
descartado hipoglucemia como principal simulador, hemorragia intra-
craneal en la tomografía y luego de revisar la lista de posibles contra-
indicaciones del paciente para la trombolisis IV puede definirse si se
beneficia o no de este tratamiento.
En caso de que el paciente sea candidato, se procede a aplicar el alte-
plasa: la dosis total es de 0,9 mg/kilo de peso, sin sobrepasar los 90 mg
de dosis total. El 10% debe aplicarse en bolo y el resto en infusión en los
siguientes 60 minutos. Deben tenerse los siguientes cuidados:
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 83
Criterios de inclusión
• Edad mayor o igual a 18 años (sin límite superior)
• Diagnóstico de ACV isquémico agudo de 3 a 4,5 horas de evolución
Criterios de exclusión (puede ser o ha demostrado ser nocivo)
• Tiempo de evolución incierto o mayor a 4,5 horas
• ACV en los últimos 3 meses
• Trauma craneoencefálico severo en los últimos 3 meses
• Cirugía craneal o en columna en últimos 3 meses
• Antecedente de hemorragia intracraneana (sin temporalidad)
• Neoplasia intracraneal intraxial
• Neoplasia maligna en tracto gastrointestinal o sangrado digestivo en los últimos 21 días
• Clínica sugestiva de hemorragia subaracnoidea
• Clínica sugestiva de endocarditis infecciosa
• Disección arco aórtico (conocida o si se sospecha)
• Recuento de plaquetas <100,000/mm³, INR >1,7, TPT > 40 segundos o TP > 15 segundos*
• Uso de heparinas de bajo peso molecular a dosis de anticoagulación en las últimas 24 horas
• Uso de anticoagulantes directos
• Hipertensión arterial (>185/110 mm Hg) que no logra controlarse con labetalol.
• TC con hemorragia
• TC con hipodensidad extensa (usualmente se define como más de un tercio del territorio
de la ACM)
Contraindicaciones relativas (puede considerarse en pacientes seleccionados)
• Síntomas de ACV leves o no discapacitantes
• En pacientes en ventana de 3 a 4,5 horas: NIHSS >25 (beneficio incierto)
• Embarazo
• Crisis convulsivas al inicio: considerar rtPA si se sospecha que el déficit residual es por ACV
concomitante y no por fenómeno postictal
• Punción arterial en sitio no compresible en últimos 7 días
• Punción lumbar en últimos 7 días
• Trauma (que no incluya TEC severo) o cirugía mayor en últimos 14 días
• Hemorragia gastrointestinal o de tracto urinario en últimos 21 días
• Infarto agudo de miocardio con elevación de ST en últimos 3 meses
Complicaciones de la fibrinólisis
La complicación más temida de la trombolisis IV es la hemorragia
intracerebral sintomática (HICs), que se define como aquel sangrado
que genera un deterioro clínico, con incremento al menos de cuatro
puntos en la escala de NIHSS inicial. Se estima que puede presentarse
en el 2 al 6% de los pacientes. Es por esto que el seguimiento estricto
luego de la trombolisis es tan importante. En caso de cefalea o deterioro
neurológico, debe realizarse una TC inmediatamente. Si se observa he-
morragia debe suspenderse la infusión de alteplasa si aún la está reci-
biendo. En caso de determinarse la presencia de HICs puede utilizarse
crioprecipitados o antifibrinolíticos para revertir el efecto fibrinolítico
del rt-PA, además el paciente debe ser evaluado por Neurocirugía para
determinar si requiere drenaje del hematoma.
Varios factores pueden ayudarnos a predecir qué tipo de pacientes
pueden tener mayor riesgo de HICs. Dentro de estos factores se en-
cuentran: infartos con mayor gravedad clínica (puntaje de NIHSS más
alta), edad avanzada, antecedente de diabetes, cambios isquémicos ex-
tensos en TAC de ingreso, hiperglucemia al ingreso, entre otros.
Otra complicación que puede presentarse es el angioedema orolin-
gual, el cual comúnmente aparece poco después del inicio del alteplasa.
En algunos casos el edema se localiza en la mitad anterior de la lengua
y en labios, pero en casos graves puede comprometer paladar, orofarin-
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 85
Trombectomía mecánica
Como este artículo está enfocado en el manejo médico, no profun-
dizaré en las terapias endovasculares. Es importante conocer esta al-
ternativa terapéutica, que puede realizarse en algunos pacientes luego
de la trombolisis IV o en aquellos que tengan contraindicaciones para
el rtPA (p. ej. anticoagulados) y que lleguen dentro de las seis primeras
horas de evolución. La trombectomía mecánica se reserva para pacien-
tes que tengan un infarto cerebral secundario a una oclusión de un
vaso de gran calibre, la cual debe documentarse mediante angioTC,
angioRM o arteriografía. Los criterios de selección son los siguientes:
Conclusiones
El infarto cerebral es la principal causa de discapacidad adquirida en el
adulto. Existen varios tratamientos que pueden reperfundir el tejido is-
quémico, disminuyendo la probabilidad de que el paciente quede con se-
cuelas neurológicas, sin embargo, los tratamientos que podemos ofrecer
en este momento son altamente dependientes del tiempo. Por este moti-
vo, es importante educar a la comunidad sobre signos de alarma y la ne-
cesidad de consultar oportunamente a instituciones de salud que puedan
ofrecer terapias de reperfusión; así como establecer protocolos de manejo
orientados a disminuir los tiempos de atención de estos pacientes.
Referencias
1. Sacco RL, Kasner SE, Broderick JP, Caplan LR, Connors JJ, Cu-
lebras A, et al. An updated definition of stroke for the 21st cen-
tury: a statement for healthcare professionals from the Ameri-
can Heart Association/American Stroke Association. Stroke. 2013
Jul;44(7):2064-89. doi: 10.1161/STR.0b013e318296aeca
2. http://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/the-top-10-
causes-of-death
3. Global Burden of Disease. Institute for Health Metrics and Eva-
luation. https://vizhub.healthdata.org/gbd-compare/ Página con-
sultada el 8/10/2018
4. Benjamin EJ, Virani SS, Callaway CW, Chamberlain AM, Chang
AR, Cheng S, et al. Heart Disease and Stroke Statistics-2018 Upda-
te: A Report From the American Heart Association. Circulation.
2018 Mar 20;137(12):e67-e492. doi: 10.1161/CIR.0000000000000558.
5. https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/poblacion/bt_esta-
disticasvitales_2018pre-28-septiembre-2018.pdf Página consulta-
da el 8/10/2018
6. http://www.healthdata.org/colombia Datos de mortalidad en Co-
lombia
7. Saver JL. Time is brain--quantified. Stroke. 2006 Jan;37(1):263-6.
Epub 2005 Dec 8.
8. Hacke W, Kaste M, Bluhmki E, Brozman M, Dávalos A, et al.
Thrombolysis with alteplase 3 to 4.5 hours after acute ischemic
stroke. N Engl J Med. 2008 Sep 25;359(13):1317-29
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 87
Sergio Vargas
Profesor Neuro-radiología en facultades de medicina •
Universidades de Antioquia, CES, y Pontificia Bolivariana.
Neurólogo en Hospital Universitario San Vicente Fundación y CediMed
Medellín - Colombia
Imágenes
Tomografía (TC)
Es el estudio de primera elección en pacientes con défi-
cit neurológico agudo. Permite:
90 Neuroimagen en accidente cerebrovascular isquémico | Sergio Vargas
Ganglionic level
Supraganglionic level
Resonancia (RM)
Es la modalidad más precisa para la detección de un infarto cere-
bral agudo. Se realizan diversas secuencias que permiten determinar el
92 Neuroimagen en accidente cerebrovascular isquémico | Sergio Vargas
1. Difusión (DWI) y Mapa ADC: Tiene la más alta sensibilidad para de-
tectar infarto temprano, observándose desde los primeros minutos
de evolución como una zona de hiperintensidad en DWI con hi-
pointensidad correspondiente en el mapa ADC. En el ADC persiste
la hipointensidad hasta una semana y en la difusión la señal es alta
por 10 a 14 días, luego se hace iso o hipointensa.
2. FLAIR: Señal hiperintensa seis a doce horas después del inicio de
los síntomas. La presencia de restricción en la difusión con hallaz-
gos negativos en FLAIR en un paciente con tiempo de evolución
incierto (ej. despertar) indica con cierta precisión la presencia de un
infarto en ventana; para algunos, es criterio suficiente para iniciar
tratamiento.
3. T2: Señal hiperintensa desde ocho horas después de la isquemia ini-
cial. Persiste en la fase subaguda y crónica. Tras una a cuatro sema-
nas después del infarto se torna isointensa con relación al parénqui-
ma (oscurecimiento o Fogging).
4. T1: Señal hipointensa desde dieciséis horas después del inicio de los
síntomas y persiste en la fase crónica. Pasados de tres a cinco días
del infarto, se puede observar un área de señal cortical hiperintensa,
conocida como necrosis cortical laminar.
5. Eco gradiente-susceptibilidad magnética: Es la secuencia más sen-
sible para detectar sangrado o transformación hemorrágica, obser-
vándose como zonas marcadamente hipointensas. Varía entre áreas
petequiales de micro sangrado a hematomas parenquimatosos ex-
tensos. Hasta la mitad de los pacientes con infarto cerebral pueden
tener microsangrados cuarenta y ocho horas después del inicio de
síntomas, sin que esto se asocie a peor pronóstico.
6. RM Contrastada : El patrón del realce con el contraste puede ayudar
a determinar el tiempo de evolución del infarto.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 93
Bibliografía
Algunos datos
El mareo, el vértigo y los múltiples síntomas afines cons-
tituyen una de las causas más frecuentes de consulta,
tanto en los servicios de urgencias como en el ámbito
ambulatorio. Afectan entre el 15% al 35% de las personas
en algún punto de su vida (1) y constituyen el 4% de los
motivos de consulta por urgencias en Estados Unidos,
con un gasto derivado de más de diez billones de dólares
anuales (2).
Además de la posibilidad de una causa grave subya-
cente, estos síntomas conllevan un impacto personal con-
siderable (1):
El síntoma
En muchas ocasiones, el mareo es un síntoma difícil de interpretar para
el médico, dada la cantidad de términos relacionados para expresarlo y
documentarlo. En un esfuerzo para estandarizar los conceptos, se han
propuesto ciertas definiciones de síntomas en la Clasificación Interna-
cional de Trastornos Vestibulares (ICVD) (5,6) (Tabla 1).
Sobrestimar la utilidad del tipo de síntoma como guía para el abordaje diagnóstico
Interpretar inadecuadamente el perfil temporal o los desencadenantes de los síntomas:
- Confundir duración de la enfermedad con duración de los episodios
- Confundir el movimiento como agravante vs. como desencadenante obligado
Sobrestimar la utilidad de una historia de factores de riesgo cardiovascular
Sobrestimar la utilidad de un examen neurológico general normal
Utilizar o interpretar inapropiadamente las pruebas de movimientos oculares:
- Aplicar HINTS a un paciente asintomático / con síntomas episódicos
- Aplicar Dix-Hallpike a un paciente con síntomas agudos y persistentes
Sobrestimar la utilidad de una tomografía de cráneo para descartar lesión central
Interneuronas
Nucleo IV
Nucleo vestibular
Inhibición
Nervio VIII ANORMAL
Excitación (derecho)
Rama vestibular
sacada correctiva
IZQUIERDA Laberinto (conducto DERECHA
semicircular lateral)
Figura 1. HINTs: a – c: Reflejo vestibulocular y prueba de impulso cefálico, evaluación del nistagmo y evalua-
ción del skew por cover test.
Enfoque práctico del paciente con mareo o vértigo | Mario A. Ardila Vera
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 111
• S – Skew
El skew hace referencia a una desalineación de la posición de los
globos oculares en el plano vertical, con un ojo más elevado (hiper-
trópico) que el otro (hipotrópico). Se produce por alteración en la
integración central de las aferencias graviceptivas (del utrículo) con
los oculomotores a la altura del tallo.
Puede ser evidente a simple vista o desenmascararse mediante un
test de oclusión alternante (cover uncover): mientras el paciente man-
tiene la mirada fija en un blanco (ej. La punta de un lapicero) se
ocluye de manera alternante uno y otro ojo, en busca de movimien-
tos verticales de re-fijación en el ojo que se descubre. Un movimien-
to hacia abajo al descubrir el ojo implica que este esta desviado hacia
arriba (en hipertropia) y visceversa.
Aunque rara vez (2 al 5%) puede verse skew en causas periféricas,
en general su presencia sugiere fuertemente una lesión en algún
nivel del tallo cerebral (ej. ACV). Por otra parte, solo alrededor del
30% delos ACVs se asocian a skew, por lo que su ausencia no es útil
para descartarlo (16).
Adaptado de: Kim, Ji-Soo, and David S. Zee. “Benign paroxysmal positional vertigo.” New England Jour-
nal of Medicine 370.12 (2014): 1138-1147.
Migraña vestibular
Constituye la causa más frecuente de vértigo episódico espontáneo,
afectando hasta el 1% de la población general (20). Se ha reconocido
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 121
Enfermedad de Meniére
Si bien es el prototipo clásico de vértigo episódico espontáneo, su pre-
valencia es baja (menos de dos en mil personas). Se relaciona a la fuga
de perilinfa hacia el espacio endolinfático con un consecuente aumento
del volumen (hidrops), causando disfunción vestibular y coclear ini-
cialmente transitoria pero que tiende a la cronificación. Para su diag-
nóstico se requiere (22):
Conclusiones finales
A manera de resumen se plantea un algoritmo (figura 3) para el enfo-
que de las presentaciones episódicas y agudas de vértigo, las cuales son
usualmente las más frecuentes en la práctica diaria. Finalmente, se ano-
ta que, a pesar de la gran utilidad de la categorización en los síndromes
descritos, existe cierto grado de superposición y es necesario el juicio
clínico para elegir cuál vía tomar para el estudio de estos pacientes.
126 Enfoque práctico del paciente con mareo o vértigo | Mario A. Ardila Vera
Adaptado de: Newman-Toker, David E., and Jonathan A. Edlow. “TiTrATE: a novel, evidence-based
approach to diagnosing acute dizziness and vertigo.” Neurologic clinics 33.3 (2015): 577-599.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 127
Referencias
Introducción
El delirium es uno de los trastornos mentales más comu-
nes que se manifiestan en los pacientes con condiciones
médicas patológicas, especialmente en los ancianos. Re-
presenta un desafío clínico en la medida que está asociado
a una compleja variedad de condiciones subyacentes que
lo hacen difícil de reconocer.
También es conocido como estado confusional agudo,
estado mental alterado, encefalopatía tóxico-metabólica,
entre otros más de treinta descriptores (1). De forma símil
a la condición de falla cardíaca, se puede concebir al de-
lirium como una falla cerebral aguda (2), y una vía final
común para múltiples mecanismos que exceden la reserva
homeostática cerebral.
Como se puede esperar, la complejidad de los pacien-
tes con estado cognitivo alterado hace difícil el desarrollo
de estudios sistemáticos y ensayos clínicos, por lo que las
recomendaciones entorno a la evaluación y tratamiento se
basan primordialmente en observación clínica y opinión
de expertos (3).
En el presente capítulo se abordarán tópicos como la
definición de esta condición, aspectos epidemiológicos
relevantes, las características nosológicas, haciendo hin-
130 Delirium | Juan Diego Vargas Murcia
Definiciones
Delirium es un síndrome neuropsiquiátrico agudo, transitorio, usual-
mente reversible, que se observa en contextos médicos o quirúrgicos
(4). Según la clasificación internacional de enfermedades versión 11
(CIE–11), el delirium se caracteriza por alteración en la atención (ca-
pacidad reducida para dirigir, enfocar, sostener y cambiar la atención)
y la conciencia (orientación reducida en el entorno) que se desarro-
lla en un período corto y tiende a fluctuar en el transcurso del día,
acompañado de otros trastornos cognitivos como déficit de memoria,
desorientación, alteración del lenguaje, habilidad visoespacial o per-
cepción. Pueden estar presentes las alteraciones del ciclo sueño-vigilia
(disminución del estado de alerta de inicio agudo o pérdida total del
sueño con inversión del ciclo sueño–vigilia). Los síntomas son atribui-
bles a un trastorno o enfermedad no clasificado en trastornos menta-
les o comportamentales, o debido a intoxicación o abstinencia de sus-
tancias o a un medicamento (5).
Acorde al manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales
versión 5 (DSM–5) la definición de delirium requiere alteración de la
atención y la conciencia que se desarrolla agudamente y tiende a fluc-
tuar (1,6); según el método para la evaluación de la confusión (CAM,
por sus siglas en inglés) se define delirium como un cambio agudo
o variación en el estado mental, inatención, aunado a alguno de los
siguientes: alteración del estado de conciencia o pensamiento desor-
ganizado (7,8).
En la tabla 1 se resumen los criterios diagnósticos de delirium DSM–
5 y CAM.
Etimológicamente, proviene del latín delirare (prefijo “de” indica ale-
jamiento; “lira” significa surco) que denota en agricultura salirse del
surco del arado (9). Metafóricamente se alude a los pensamientos ex-
travagantes y desatinados de los pacientes con esta condición.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 131
DSM–5
La presencia de delirium requiere todos los siguientes:
• Alteración de la atención y la conciencia.
• La alteración es aguda y tiende a fluctuar en gravedad.
• Al menos una alteración adicional en la cognición.
• Las alteraciones no son explicadas por una demencia preexistente.
• Las alteraciones no ocurren en el contexto de un nivel de alerta gravemente reducido o
coma.
• Evidencia de una causa o causas orgánicas.
CAM
La presencia de delirium requiere las características 1 y 2, y cualquiera de la 3 o 4:
• Cambio agudo en el estado mental con un curso fluctuante [1].
• Inatención [2].
• Pensamiento desorganizado [3].
• Nivel de conciencia alterado [4].
Epidemiología
Se estima que la prevalencia de delirium durante los ingresos hospita-
larios varía entre 14–24% con una incidencia del 6–56% durante la hos-
pitalización en la población general (10). De manera particular, los paci-
entes hospitalizados mayores de 65 años lo desarrollarán en 14–56% de
los casos, con una tasa de mortalidad hospitalaria asociada de 10–65%
(11,12). En el contexto quirúrgico es la complicación más común en
los pacientes ancianos con una incidencia de 15–25% después de una
cirugía mayor electiva, y 50% en procedimientos de alto riesgo como
fractura de cadera y cirugía cardiaca (1). En los pacientes bajo venti-
lación mecánica en unidades de cuidados intensivos la incidencia ex-
cede el 75% (1,10).
La prevalencia general del delirium en la comunidad se ha estimado
entre 1–2%, pero incrementa sustancialmente dependiendo de la edad
(10,12).
Diagnóstico
La herramienta más útil para la evaluación del delirium a la cabecera
del paciente es el método para la evaluación de la confusión (CAM, por
sus siglas en inglés), consignado en la tabla 1. Mediante este algoritmo
se establece el diagnóstico de acuerdo con la presencia o ausencia de
cuatro características clínicas: cambio agudo en el estado mental con
curso fluctuante, inatención, pensamiento desorganizado o nivel de
conciencia alterado. De forma alterna, se han diseñado instrumentos
basados en el método CAM para la evaluación del estado mental que
se pueden emplear en otros contextos como el método para la evalua-
ción de la confusión en unidad de cuidados intensivos (CAM–ICU),
el método para la evaluación de la confusión breve (bCAM) para los
pacientes en el servicio de emergencias, y la entrevista diagnóstica de
tres minutos usando el método para la evaluación de la confusión (3D–
CAM) para los pacientes de médicos generales (tabla 3). Todos estos
instrumentos son empleados para confirmar delirium en los casos sos-
pechosos (1,7). El diagnóstico también puede ser establecido mediante
los criterios DSM–5 consignados en la tabla 1.
Existen otros instrumentos diseñados para el cribado, diagnóstico y
estimación de la gravedad del delirium, basados en los distintos esce-
narios de tratamiento, así como en los diferentes grupos etarios. Uno
de los más usados recientemente para la clasificación de la gravedad
de esta condición es la escala de clasificación del delirium revisada–98
(DRS–R–98), que evalúa síntomas cognitivos y no cognitivos, sínto-
mas motores y contempla además ítems diagnósticos. Califica 16 pun-
tos, mayores puntajes indican mayor severidad del delirium y es útil
además en el seguimiento de los pacientes en el tiempo (13).
Una vez se ha definido que el paciente está cursando con un cua-
dro de delirium, se debe llevar a cabo una evaluación apropiada que
incluya una historia clínica detallada, examen físico y neurológico com-
pletos, así como exámenes de laboratorio e imágenes pertinentes, con
el fin de identificar causas reversibles que pongan en riesgo la vida
del paciente (1,3,7,16). Si bien los trastornos cerebrales agudos como el
ACV o las convulsiones pueden desencadenar delirium, la mayoría de
las causas tratables son explicadas por trastornos fuera del cerebro. Es
así como los médicos deben indagar por inicio, cambio o ajuste de me-
dicamentos, aparición de síntomas como disnea o disuria que susciten
134
Adaptado de: Marcantonio ER. Delirium in Hospitalized Older Adults. N Engl J Med [Internet].
2017;377(15):1456–66. Available from: http://www.nejm.org/doi/10.1056/NEJMcp1605501
Diagnóstico diferencial
Es importante tomar en consideración algunos diagnósticos dife-
renciales del delirium como son la demencia, depresión y psicosis/es-
quizofrenia (13,16,17). Si bien la demencia es un factor de riesgo para
desarrollar delirium, se pueden diferenciar porque este último es de
presentación aguda en tanto que el síndrome demencial es de evolu-
ción insidiosa, no se manifiesta con alteración del nivel de conciencia,
es irreversible y sigue un patrón de declinación progresiva. En vista de
que es posible que un paciente con demencia de base debute con deli-
rium sobreagregado, es sumamente importante tener documentación
del historial clínico del paciente aunado a información suministrada
por los familiares acerca de su estado basal para determinar cambios
agudos compatibles con delirium. De manera similar, la depresión
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 137
Tratamiento
El delirium en una emergencia psiquiátrica que requiere un correcto
diagnóstico, donde es de suma importancia encontrar y tratar las cau-
sas. Además, se deben identificar factores que contribuyan y perpetúen
su presencia. El manejo sintomático involucra tanto medidas no farma-
cológicas como farmacológicas (19-22).
Si durante la anamnesis se encuentra asociación estrecha entre el
inicio del cuadro confusional y el cambio de dosis o inicio de medica-
mentos (incluyendo los de venta libre), se puede considerar este el
agente causal y se debe proceder a retirar el mismo tras consultar esta
posibilidad con el equipo médico tratante. Adicionalmente, se deben
suspender todos los medicamentos innecesarios, especialmente aquel-
los con efecto anticolinérgico cuyas propiedades acumuladas podrían
explicar la génesis del delirium en casos en los cuales no es posible
atribuirlo a un solo medicamento (13,16).
En la tabla 6 se listan algunos de los medicamentos precipitantes
comunes y propuestas terapéuticas alternativas para su retiro.
138 Delirium | Juan Diego Vargas Murcia
Algoritmo 1.
Mecanismo
Medicamento Estrategia alternativa o sustituto
de efecto adverso
Sedación
Benzodiazepinas Protocolo de sueño no farmacológico.
y abstinencia.
Medidas analgésicas locales y regionales;
Toxicidad
analgésicos no psicoactivos (ej., acetami-
Opioides (especialmente anticolinérgica,
nofén, antiinflamatorios no esteroideos);
meperidina) sedación,
reservar los opioides para dolor severo o
impactación fecal.
escalar la terapia.
Hipnóticos sedantes no ben- Sedación
Protocolo de sueño no farmacológico.
zodiazepinas (ej., zolpidem). y abstinencia.
Antihistamínicos, especial- Protocolo de sueño no farmacológico;
mente de primera genera- Toxicidad pseudoefedrina para congestión respiratoria
ción (ej., doxilamina, difenhi- anticolinérgica. superior; antihistamínicos no sedantes para
dramina). las alergias.
Si hay historia de consumo pesado, monito-
Sedación
Alcohol. rear estrechamente y usar benzodiazepinas
y abstinencia.
para síntomas de abstinencia.
Disminución de dosis; uso de aproximaciones
Anticolinérgicos (ej., oxibuti- Toxicidad
comportamentales para incontinencia urina-
nina, benztropina). anticolinérgica.
ria (ej., ir al baño de manera programada).
Anticonvulsivantes (ej., Usar un agente alternativo o considerar parar
primidona, fenobarbital, Sedación.. su uso si el paciente tiene bajo riesgo de
fenitoína). crisis y no tiene historia reciente de estas.
Antidepresivos tricíclicos, Inhibidores de la recaptación de serotonina;
especialmente aminas Toxicidad inhibidores de la recaptación de noradrenali-
terciarias (ej., amitriptilina, anticolinérgica. na-serotonina; tricíclicos aminas secundarias
imipramina, doxepina). (ej., nortriptilina, desipramina).
Bloqueadores del receptor Toxicidad Disminución de dosis; antiácidos sustitutos o
de histamina H2. anticolinérgica. inhibidores de la bomba de protones.
Agentes antiparkinsonianos Toxicidad Disminución de dosis o ajuste de dosis por
(ej., levodopa, amantadina). dopaminérgica. horario.
Antipsicóticos, especialmen-
Toxicidad
te típicos de baja potencia Descontinuar o, en caso de ser necesario,
anticolinérgica,
(ej., clorpromazina, tiorida- usar bajas dosis de agentes de alta potencia.
sedación.
zina).
Sedación
Descontinuar gradualmente o sustituir por
Barbitúricos. y síndrome de
benzodiazepina.
abstinencia severo.
Adaptado de Marcantonio ER. Delirium in Hospitalized Older Adults. N Engl J Med [Internet].
2017;377(15):1456–66. Available from: http://www.nejm.org/doi/10.1056/NEJMcp1605501
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 141
Prevención
La prevención del delirium y sus desenlaces negativos, debe comenzar
por conocer la función cognitiva basal de los pacientes (especialmente
los ancianos) ingresados a salas médicas o quirúrgicas. Para ello, se pue-
den usar instrumentos como el mini examen del estado mental, la eva-
luación cognitiva de Montreal o la prueba mental abreviada (MMSE,
MoCA, AMT, por sus siglas en inglés, respectivamente), entre otros.
Una caída de dos puntos en varios de estos instrumentos en evaluacio-
nes ulteriores debería motivar la búsqueda de delirium. La evaluación
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 143
Efectos
Medicamento Tipo Dosis Rutas
adversos
Oral, Riesgo de extrapirami-
Antipsicótico Inicial: 0.25–0.5 mg
Haloperidol intramuscular, dalismo si se excede 3
típico. Máxima diaria: 3 mg.
intravenoso. mg al día.
Riesgo de extrapiramida-
Antipsicótico Inicial: 0.25–0.5 mg Oral,
Risperidona lismo menor a haloperi-
atípico. Máxima diaria: 3 mg. intramuscular.
dol a dosis bajas.
Inicial: 2.5–5 mg Oral,
Antipsicótico Mayor efecto sedante
Olanzapina Máxima diaria: 20 intramuscular,
atípico. que el haloperidol.
mg. sublingual.
Inicial: 12.5–25 mg Mayor efecto sedante
Antipsicótico
Quetiapina Máxima diaria: 50 Oral. que el haloperidol;
atípico.
mg. hipotensión.
Mayor efecto sedante
Inicial: 5–10 mg que el haloperidol;
Antipsicótico Oral,
Ziprasidona Máxima diaria: 40 riesgo de arritmia o falla
atípico. intramuscular.
mg. cardiaca; agranuloci-
tosis.
Mayor excitación pa-
Oral,
Inicial: 0.25–0.5 mg radójica y depresión
Lorazepam Benzodiazepina. intramuscular,
Máxima diaria: 2 mg. respiratoria que el halo-
intravenoso.
peridol.
Adaptado de: Marcantonio ER. Delirium in Hospitalized Older Adults. N Engl J Med [Internet].
2017;377(15):1456–66. Available from: http://www.nejm.org/doi/10.1056/NEJMcp1605501
Algoritmo 2.
Tomado de: Clinical Epidemiology and Health Service Evaluation Unit and Delirium Clinical Guidelines
Expert Working Group. Clinical Practice Guidelines for the Management of Delirium in Older People.
2018;(October):1–103. Available from: www.health.vic.gov.au/acute-agedcare
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 145
Referencias
11. Inouye SK, Rushing JT, Foreman MD, Palmer RM, Pompei P. Does
delirium contribute to poor hospital outcomes?: A three-site epi-
demiologic study. J Gen Intern Med. 1998;13(4):234–42.
12. Douglas VC, Josephson SA. Delirium. Continuum (Minneap
Minn) [Internet]. 2010;16:120–34. Available from: http://eutils.
ncbi.nlm.nih.gov/entrez/eutils/elink.fcgi?dbfrom=pubmed&i-
d=22810284&retmode=ref&cmd=prlinks
13. Clinical Epidemiology and Health Service Evaluation Unit and
Delirium Clinical Guidelines Expert Working Group. Clinical
Practice Guidelines for the Management of Delirium in Older
People. 2018;(October):1–103. Available from: www.health.vic.
gov.au/acute-agedcare
14. Marcdante K, Kliegman R. Altered mental status. 2014;sépti-
ma:634.
15. Inouye SK, Westendorp RGJ, Saczynski JS. Delirium in elderly
people. Lancet [Internet]. 2014;383(9920):911–22. Available from:
http://dx.doi.org/10.1016/S0140-6736(13)60688-1
16. Marcantonio E. Delirium. Ann Intern Med. 2011;
17. Oh ES, Fong TG, Hshieh TT, Inouye SK. Delirium in older per-
sons: Advances in diagnosis and treatment. JAMA - J Am Med
Assoc. 2017;318(12):1161–74.
18. Hosker C, Ward D. Hypoactive delirium. BMJ. 2017;357:1–8.
19. Clinical Epidemiology and Health Service Evaluation Unit and
Delirium Clinical Guidelines Expert Working Group. Clinical
Practice Guidelines for the Management of Delirium in Older
People [Internet]. 2006. 1-103 p. Available from: www.health.vic.
gov.au/acute-agedcare
20. Tropea J, Slee JA, Brand CA, Gray L, Snell T. Clinical practice gui-
delines for the management of delirium in older people in Aus-
tralia. Australas J Ageing. 2008;27(3):150–6.
21. Canadienne C, La P, Mentale S, Personnes DES. NATIONAL GUI-
DELINES FOR SENIORS ’ MENTAL HEALTH The Assessment
and Treatment of Delirium. Public Health. 2006;(May).
22. National Collaborting Centre for Acute and Chronic Conditions.
Delirium : pre prev vention , diagnosis and management. Nice
Clin Guidel. 2010;(July):1–33.
23. Angle C. Standardizing Management of Adults with Delirium
Hospitalized on Medical-Surgical Units. Perm J [Internet].
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 147
Coma
Se define como la falta de respuesta a estímulos externos con respuesta
ocular al dolor, no seguimiento visual o fijación de mirada y parcial
presencia de reflejos de tallo. El grado de coma es difícil de determinar
puesto que en el conocimiento general existen términos vagos como:
estupor, somnolencia, coma ligero; los cuales se deben dejar de utilizar
y en lugar de esto usar escalas de coma y describir los hallazgos físicos
neurológicos importantes, para que sean comparables con las próximas
evaluaciones (2).
Además, es necesario comprender que el estado de coma es pasa-
jero, menos de 2% permanece en coma, y la gran mayoría se recupera
entre una a dos semanas; el siguiente estado neurológico puede ser:
muerte cerebral, estado vegetativo persistente, estado de mínima con-
ciencia, total recuperación conciencia, pero con gran discapacidad mo-
tora o una buena recuperación (3).
Mutismo aquinético
El paciente se encuentra inmóvil con los ojos cerrados con poca o
nula vocalización, presencia de ciclos sueño/vigilia. Es resultado de una
lesión que interfiere con la integración del sistema reticular activador
(SRA) e integración cortical con una vía cortico espinal intacta. La dife-
rencia con el EVP es que muestra espasticidad y rigidez de extremida-
des, aunque en estadio temprano ambos son indistinguibles (5).
Síndrome enclaustramiento
Parálisis total por debajo de núcleo del tercer par craneano, por lo
que solo pueden abrir los ojos y realizar movimientos oculares en direc-
ción vertical. Es secundario a una lesión en la región ventral pontina y
en vías motoras eferentes (6).
Catatonia
Usualmente se asocia a enfermedad psiquiátrica (afectiva más que
psicótica). El examen neurológico es normal. Se caracteriza por tener
ojos abiertos, disminución del parpadeo, pupilas reactivas y respuesta
calórica normal, flexibilidad cérea.
Coma psicógeno
Sólo se debe pensar en éste como exclusión. El paciente presenta
los párpados firmemente cerrados y con resistencia a la apertura, tiene
152 El paciente en coma | Carolina Estrada Pérez
Valoración
Lo primero es evaluar el nivel de la alerta del paciente, esto se puede
realizar con varias escalas: Escala Glasgow y escala FOUR.
Escala Glasgow
Es universalmente conocida, evalúa la respuesta ocular, verbal y
motora. Para realizarla se debe tener en cuenta que no es una escala
para medir sensibilidad, no es un sustituto para examen neurológico
completo u orientación, no lateraliza lesiones, siempre se puntúa la me-
jor respuesta.
El estímulo doloroso debe ser en la región supra orbitaria, pellizco
en el trapecio o el pectoral, donde no se genera daño y cuenta como un
estímulo doloroso central.
Las extremidades superiores localizan el estímulo doloroso si cruzan
la línea media. Se debe evaluar tanto la región periférica (uñas), como
central en trapecio o pectoral.
El puntaje motor tiene una relación lineal con sobrevida y tiene
mayor contenido predictivo respecto al desenlace neurológico del pa-
ciente. En pacientes intrahospitalarios el componente ocular no agrega
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 153
Ayudas diagnósticas
• Se debe considerar una alteración metabólica aguda si tiene un re-
sultado por encima de los siguientes valores (tabla). Se debe solicitar
entonces: hematocrito, hemograma completo, electrolitos, glucosa,
urea, creatinina, función hepática, gases arteriales y función tiroidea.
Alteración Valores
Hiponatremia Menos de 110 mmol/l
Hipernatremia Más de 160 mmol/l
Hipercalcemia Más de 3,4 mmol/l
Hipercapnia Más de 67,5 mmHg
Hipoglicemia Menos de 2,2 mmol/l
Hiperglicemia Más de 50 mmol/l
Neuroimágenes
Predictores de desenlace
El desenlace es determinado por la causa subyacente. En las lesiones
cerebrales secundarias a evento hipóxico-isquémico existen cinco facto-
res pronósticos (2):
• Apnea
- Pre-requisitos: 1. Normo tensión 2. Normo termia 3. Euvolemia
4. Eucapnia (PaCO2: 35–45 mm Hg) 5. Ausencia de hipoxia 6. No
evidencia previa de retención CO2 (EPOC, obesidad severa).
- Se ajusta PAS a más de 100 mmHg.
- Pre-oxigenación por 10 minutos con oxígeno 100% para lograr
PaO2 superior a 200 mmHg.
- Reduce presión positiva de final expiración (PEEP) A 5 CM H20.
- Si la saturación se mantiene por encima de 95% se toman gases
arteriales de base.
- Se desconecta el paciente del modo de asistencia del ventilador.
- Preserva la oxigenación con un catéter que suministre oxígeno a
nivel de la carina FIO 100% a 6l/min.
- Se observa si realiza movimientos respiratorios por al menos
8–10 minutos; Respiración se define como excursión abdominal
o torácica.
- Detener la prueba si la presión arterial baja a menos de 90 mmHg
o satura a menos de 85% por más de 30 segundos.
- Si el paciente no realizó esfuerzo respiratorio se toman de nuevo
gases arteriales a los 8 minutos.
- Si no realizó esfuerzo respiratorio y la PCO2 es superior a 60
mmHg o un aumento de 20 mmHg por encima de la basal es una
prueba positiva.
• Pruebas auxiliares:
- En la práctica clínica se puede realizar EEG, Angiografía cere-
bral, PET–SCAN, doppler transcraneal. Se utilizan cuando exis-
te duda respecto al examen neurológico o no se puede realizar
test de apnea. Algunos lo utilizan para disminuir el tiempo de
observación.
- En adultos no es necesario solicitar pruebas auxiliares para el
diagnóstico y se deben de tener en cuenta los falsos positivos.
162 El paciente en coma | Carolina Estrada Pérez
• Número de evaluaciones:
- Neonatos (7 días a 2 meses) 2 evaluaciones neurológicas, 2 EEG
de 2 días por 2 días de separado.
- Niños de 2 a 12 meses: 2 evaluaciones neurológicas, 2 EEG de 2
días por 1 día de separado.
- Niños 12 a 18 años: 2 evaluaciones neurológicas CON 12 HORAS
DE SEPARADOS.
- Adultos: 1 examen neurológico.
- En Colombia sólo existe como condición especial ser menor de 5
años, para quienes el paraclínico confirmatorio es requerido.
- De 2 a 12 meses de edad el intervalo del examen neurológico
debe ser de 24 horas como mínimo.
- De 7 a 60 días de edad el intervalo debe ser de 48 horas como
mínimo.
- En menores de 7 días el diagnóstico de muerte encefálica no es
aplicable
Referencias
1. Posner JB, Saper CB, Schiff ND, Plum F. Plum and Posner’s diag-
nosis of stupor and coma, 4th Ed. New York: Oxford University
Press, 2007.
2. Wijdicks EFM. The comatose patient. New York: Oxford Univer-
sity Press, 2008.
3. Jennett B. The vegetative state: medical facts, ethical and legal
dilemmas. New York: Cambridge University Press, 2002
4. Gjessing LR, Harding GFA, Jenner FA. The EEG in cases of perio-
dic catatonia. Br J Psychiatry1967;113:1271–2.
5. Cairns H, Oldfield R C, Pennybacher J B, et al. Akinetic mutism with
an epidermoid cyst of the third ventricle.Brain1941;64:273–90.
6. McCusker EA, Rudick RA, Honch GW, et al. Recovery from the
locked in syndrome. Arch Neurol1982;39:145–7
7. Wijdicks EFM. The Glasgow coma scale in historical context and
the new FOUR score. Rev Neurol Dis2006;3:109–17
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 163
Introducción
La hipertensión intracraneal (HIC) se define como una
elevación de la presión intracerebral (PIC) que puede ser
ocasionada por múltiples etiologías. La presión intracere-
bral normal es de 5–15 mmHg (6–20 cm H2O) en adultos y
puede aumentar hasta 18 mmHg (25 cm H2O) en personas
obesas. Hay diferentes situaciones fisiológicas que pueden
aumentar la PIC como lo es la valsalva y los cambios de
posición; pero cuando hay un aumento de la PIC, que no
logra ser compensada por los mecanismos del organismo,
se ocasiona hipertensión intracraneal patológica, la cual,
si no se le da un tratamiento oportuno, podría ocasionar
daños irreversibles (1,2).
La hipertensión intracraneal es un síndrome neu-
rológico ocasionado por una variedad de patologías
tanto neurológicas como sistémicas incluyendo masas
cerebrales, TEC, ataque cerebrovascular isquémico o
hemorrágico, hidrocefalia, trombosis de senos venosos,
edema cerebral difuso, entre otros. Puede manifestarse
de diversas maneras, pero los síntomas principales son
cefalea, visión borrosa, vómito, alteración del estado de
consciencia, déficit neurológico focal e incluso puede lle-
var a la muerte (3).
Por lo anteriormente mencionado es un tema que
debe ser de manejo no sólo de especialistas relacionados
con la neurociencia, sino también por el médico general
166 Hipertensión intracraneal | Carolina Monsalve Muñoz, Diana Carolina Cardona Gallón
Fisiopatología
Para comprender la razón por la cual diferentes patologías pueden lle-
var a un aumento de la presión intracraneal se debe entender sobre
los mecanismos reguladores del organismo. Es necesario recordar que
los componentes intracraneales son el cerebro, la sangre y el líquido
cefalorraquídeo (LCR); estos tres componentes permanecen casi cons-
tantes durante todo el tiempo, pero cuando hay un aumento de alguno
de los constituyentes intracraneales debe haber una compensación por
medio de la disminución de otro componente, por ejemplo, una re-
ducción del LCR lleva a un aumento compensatorio de las estructuras
venosas y arteriales intracraneales. Si estos mecanismos reguladores no
ocurren o se sobrepasa la capacidad compensatoria del organismo, se
genera una alteración en la presión intracraneal. Teniendo en cuenta
lo anterior entonces se puede decir que la presión intracraneal está de-
terminada por la producción de LCR, absorción de LCR, presión de los
senos venosos y el flujo sanguíneo arterial (4,5).
Existen efectos intracraneales y efectos sistémicos ocasionados por
la HIC. Entre los principales efectos intracraneales está la disminución
de la presión de perfusión cerebral (PPF) y la disminución de las resis-
tencias vasculares cerebrales; y entre los principales efectos sistémicos,
está el aumento de la presión arterial, la disminución de la frecuencia
cardiaca, los cambios en PO2 y PCO2. Con base en estos mecanismos se
realizan las diferentes intervenciones terapéuticas en los pacientes con
HIC, las cuales serán mencionadas más adelante (5).
Etiología
Existen diversas enfermedades que pueden llevar a HIC, cada una de
ellas deberá ser sospechada luego de haber realizado una adecuada
anamnesis y un examen físico completo que orientarán hacia una etio-
logía específica. Entre los principales diagnósticos diferenciales para
tener en cuenta son los siguientes:
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 167
Adaptado de: Mollan SP, et al. J Neurol Neurosurg Psychiatry. 2018 Oct;89(10):1088-1100 (6).
Clínica
Es fundamental reconocer las manifestaciones de la HIC para permitir
su adecuado tratamiento oportuno.
En el caso del síndrome de hipertensión intracraneal aguda, se ma-
nifestará generalmente con cefalea, náuseas y vómito, visión borrosa,
disminución del nivel de conciencia y déficits neurológicos focales.
A pesar de la alteración en el estado de conciencia, siempre deberá
realizarse una evaluación neurológica completa con evaluación de los
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 169
Diagnóstico y monitoreo
La prueba diagnóstica más utilizada es la tomografía computarizada
simple de cráneo (TAC), en caso de dudas diagnósticas será comple-
mentada con la resonancia magnética craneal (1).
170 Hipertensión intracraneal | Carolina Monsalve Muñoz, Diana Carolina Cardona Gallón
Intraventricular
Epidural Subaracnoideo
Ventrículo lateral
Intraparenquimatoso
Cráneo
Duramadre
Parénquima
Aracnoides
Espacio
Subaracnoideo
Diferentes tipos de monitoreo. Un drenaje ventricular externo se considera el estándar de oro para la
medición de la PIC. Adaptado de: Management of Intracranial Pressure (3).
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 173
Indicaciones Contraindicaciones
Lesiones ocupantes de espacio intervenidas que requieran
ventilación mecánica, y que por tanto no se pueda evaluar
el estado de conciencia.
TEC moderados con lesiones intraaxiales no evacuadas
Coagulopatía no revertida.
que puedan aumentar de tamaño.
TEC moderados con lesiones extra axiales que requieran
analgesia profunda, y no se pueda pues realizar explora-
ción neurológica adecuada.
Tratamiento
En el síndrome de hipertensión intracraneal aguda, el tratamiento de-
berá ser guiado según la etiología, generalmente requerirá una mezcla
de actuaciones médicas y quirúrgicas (algoritmo). Se busca contrarres-
tar el círculo vicioso según el cual el aumento de la PIC genera una
disminución de la PPC, y con ello una disminución de las resistencias
vasculares cerebrales, lo cual redunda en el aumento del volumen san-
guíneo cerebral, y nuevamente en el aumento de la PIC.
Sin importar la causa de la HIC, deberá ser manejada como una
emergencia médica, algunos objetivos generales a lograr son (1,7):
Medidas generales
1. Favorecer el retorno venoso yugular:
174 Hipertensión intracraneal | Carolina Monsalve Muñoz, Diana Carolina Cardona Gallón
2. Terapia hiperosmolar:
Se emplean agentes como el manitol al 20% o la solución salina hi-
pertónica (SSH) al 3%, 7%, 20% o 23.4%. Para la utilización de este
tipo de terapias y su adecuado funcionamiento, la barrera hema-
toencefálica deberá encontrarse íntegra, ya que aquellos casos en los
cuales ha sufrido un daño, al utilizar estos agentes, sería probable
aumentar el edema cerebral.
El manitol deberá administrarse 0.25–1.5 gr/kg por vía intravenosa
en bolo, y podrá ser repetido cada cuatro a seis horas. Se debe vigi-
lar la osmolaridad plasmática meta menor de 320 mOsm/kg y sodio
menor 155–160 mmol/L. Al tener efectos como diurético osmótico,
se deberá monitorizar las pérdidas urinarias, trastornos electrolíticos
(hipokalema). Deberá ser evitado en aquellos con falla renal crónica,
dado que podría no ser excretado.
La SSH podrá administrarse como infusión continua, con NaCl al 3%
a 10–40 ml/hora, o como bolos intermitentes de 250–300 ml de 20 mi-
nutos de duración cada cuatro a seis horas. A diferencia del manitol,
provee un estado hiperosmolar y aumenta el volumen sanguíneo.
La decisión entre utilizar manitol o SSH dependerá e diversos fac-
tores, sin embargo las guías de la AHA (American Heart Associa-
tion/American Stroke --Association) no favorecen un agente sobre el
otro, dejando la elección al médico tratante (1,3,9,10).
2. Craniectomía descompresiva:
La craniectomía descompresiva será la forma más rápida de dismi-
nuir la HIC refractaria al tratamiento médico, se logra través de la
evacuación de cualquier lesión que ocupe espacio (hemorrágica o
masa), al permitir la hernia externa del cerebro, eludiendo la doctri-
na Monro-Kellie. Puede realizarse uni o bilateralmente, en pacien-
tes jóvenes con reflejos de tronco preservados; lo recomendable es
realizarla en fase precoz, siempre y cuando el cuadro de HIC pueda
beneficiarse de esta terapia sin olvidar sus posibles complicaciones
como son las infecciones, las fistulas de líquido cefalorraquídeo, her-
niación cerebral, hidrocefalia, higromas subdurales, hipotensión in-
tracraneal y la formación de hematomas (epidurales, subdurales o
parenquimatosos) (1,3,7,9).
3. Esteroides:
Se usan en edema vasogénico asociado a abscesos y tumores. No
tiene efecto sobre edema citotóxico o intersticial.
El ensayo CRASH es un ensayo clínico aleatorizado controlado,
comparó el placebo vs la metilprednisolona durante 48 horas en
10.000 pacientes con TEC. La administración de metilprednisolona
produjo un aumento significativo en el riesgo de muerte del 22.3%
al 25.7% (riesgo relativo 1.15, intervalo de confianza del 95% 1.07–
1.24). Este ensayo confirmó estudios previos y pautas que indican
que la administración rutinaria de esteroides no está indicada para
pacientes con TEC (11).
4. Hipotermia moderada:
Se obtiene enfriando al paciente con suero frío (intravenoso, por
sonda nasogástrica, por sonda vesical o mediante diálisis peritoneal)
o hielo local, hasta una temperatura corporal de 32–34°C. Busca dis-
minuir el metabolismo de forma general y secundariamente el cere-
178 Hipertensión intracraneal | Carolina Monsalve Muñoz, Diana Carolina Cardona Gallón
Terapias específicas
Éstas dependerán de la causa del síndrome de HIC, por ejemplo en
el caso de la hemorragia subaracnoidea podrá emplearse el nimodipi-
no, la fibrinolisis intraventricular estará indicada en las hemorragias
ventriculares con hidrocefalia asociada, en los casos de malformaciones
arteriovenosas se emplearán los tratamientos endovasculares como la
embolización y finalmente en el tratamiento de trombosis de senos ve-
nosos se ofrecerá tratamiento anticoagulante (1).
Referencias
Sebastián Urrego C.
Neurólogo • Universidad de Antioquia
Clínica CardioVID – Neuroclínica, Medellín
Evaluación
El primer paso es evaluar la agudeza visual, se recomienda evaluar cada
ojo por separado en un cuarto bien iluminado, lo ideal es usar la carta
de visión de lejos en la que el paciente se debe ubicar a seis metros,
sin embargo se puede usar la carta de visión de cerca que se localiza a
treinta centímetros del paciente. Si la agudeza visual es menor a 20/20
se debe revisar nuevamente con los lentes del paciente o con agujero
estenopéico; si la agudeza visual subnormal mejora se considera que el
defecto visual se debe a defecto refractivo (3).
El cambio en el brillo o la saturación en la visión de colores puede ser
un signo temprano de neuropatía óptica. La técnica más disponible es
comparar el brillo y la saturación de un objeto rojo cuando se presenta
frente a cada ojo.
El siguiente paso es realizar la campimetría por confrontación, en la
que el evaluador se ubica a la misma altura del paciente, a una distancia
de un metro (4). Se evalúa cada ojo por separado ya que, los defec-
tos monoculares pueden pasarse por alto por la sobreposición de los
cambios entre los dos ojos. Se solicita que todo el tiempo mantenga un
punto de fijación, por convención se le pide que mire todo el tiempo la
nariz del evaluador. Se recomienda combinar varias técnicas para me-
jorar la sensibilidad de la prueba: descripción de la cara del evaluador,
conteo de dedos, balanceo estático de los dedos (“static finger wiggle“),
movimiento de un objetivo rojo (5).
A continuación, se debe evaluar el tamaño, la forma y la reactividad
de las pupilas a la luz y a la acomodación. La prueba de iluminación
alternante se realiza con el objetivo de evaluar la presencia de defecto
pupilar aferente relativo (DPAR o pupila de Marcus Gunn). Normal-
mente, cuando se ilumina cualquier ojo se genera contracción de am-
bas pupilas; la constricción pupilar debe ser igual si la misma fuente de
luz se dirige a cualquiera de los dos ojos. Cuando hay una afección del
nervio óptico el estímulo recibido en los centros del tallo y la contrac-
ción pupilar será menor con respecto al ojo no afectado. Al iluminar
alternadamente cada ojo se evalúa esta diferencia entre los dos ojos. Se
considera que hay un DPAR si al iluminar nuevamente el ojo afectado
se observa una dilatación pupilar relativa (1,3,6,7). Si bien este signo es
altamente sugestivo de compromiso del nervio óptico, también puede
estar presente cuando hay un compromiso severo de la retina (por al-
teración de las células ganglionares).
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 183
Desprendimiento de retina
El síntoma inicial son fotopsias y micropsias de inicio súbito, el
paciente se presenta con compromiso de la visión central, sin dolor,
cuando el desprendimiento es extenso puede observarse defecto pu-
pilar aferente relativo. En el fondo de ojo se puede observar la retina
desprendida o verse un reflejo rojo que impide ver adecuadamente el
polo posterior (1).
Neuritis óptica
Típicamente las neuropatías ópticas inflamatorias se presentan con
alteración subaguda de la visión central, se acompaña de dolor con los
movimientos oculares. Es más frecuente en pacientes jóvenes. En el
examen físico se observa disminución de la agudeza visual, alteración
de la visión de colores, defecto pupilar aferente relativo. En un tercio
de los pacientes se observa edema del disco óptico (neuritis óptica bul-
bar); el resto de pacientes tienen fondo de ojo normal (neuritis óptica
retrobulbar) (1,2). La recuperación ocurre en cuatro a seis semanas, en
este momento se puede observar palidez parcial del nervio por atrofia
de las fibras afectadas (3).
Puede presentarse en enfermedades inflamatorias con compromi-
so del sistema nervioso central como esclerosis múltiple, sarcoidosis; o
enfermedades infecciosas, como la neurorretinis en la que se observa
edema del nervio óptico y exudados lineales rodeando la mácula (es-
trella macular) (3).
Referencias
6. Graves JS, Galetta SL. Acute visual loss and other neuro-ophthal-
mologic emergencies: management. Neurol Clin. 2012; 30(1): 75–99.
7. Nagia L, Eggenberger E. Differentiating retinal from optic nerve
syndromes. Curr Opin Ophthalmol 2013, 24:528 – 533
8. Ahmed R, Foroozan R. Transient monocular visual loss. Neurol
Clin. 2010; 28: 619-629.
9. Biousse V, Newman N. Retinal and optic nerve ischemia. Conti-
nuum (Minneap Minn) 2014;20(4):838–856.
- http://novel.utah.edu/Moran/collection.php
Enfoque de la meningitis
y encefalitis en el adulto.
¿Cómo diferenciarlas?
Meningitis
La meningitis es una enfermedad inflamatoria de las meninges (piama-
dre, aracnoides y duramadre) que rodean el cerebro y la médula espinal,
comprometiendo también el espacio subaracnoideo y se define por un
número anormal de leucocitos en el líquido cefalorraquídeo (LCR).
Se puede dividir la meningitis en séptica, aséptica según el perfil
clínico, hallazgos de LCR y la etiología.
Meningitis aséptica: Hay evidencia clínica y de laboratorio de in-
flamación meníngea con ausencia de microorganismos en la tinción de
Gram y negatividad de los cultivos habituales para agentes bacterianos
en el LCR.
Las causas más comunes son los virus, principalmente los enterovi-
rus (tabla 1). Otras causas son infecciones por micobacterias, hongos,
espiroqueta, medicamentos y tumores malignos.
Pueden tener curso clínico bifásico, iniciando con síntomas o signos
de una afección viral respiratoria, gastrointestinal o en la piel, presen-
tándose posteriormente la fase meníngea con síntomas más específicos
como cefalea, fiebre y signos meníngeos, similares a una meningitis
bacteriana; pero, a diferencia de ésta, tienen un curso autolimitado que
se resolverá sin una terapia específica.
Meningitis bacteriana
Epidemiologia
La epidemiología de la meningitis bacteriana ha cambiado como resul-
tado de la introducción de vacunas conjugadas contra H. influenzae, Neisse-
ria meningitidis y Streptococcus pneumoniae, esto generó una disminución de
casos de meningitis bacteriana tanto en niños como en adultos. Los pató-
genos causantes dependen de la edad y de los factores predisponentes (4).
La incidencia estimada es 1–3 por 100.000 habitantes por año en Es-
tados Unidos, Europa y Australia y puede ser hasta diez veces mayor en
países en desarrollo. La meningitis es una de las diez causas infecciosas
más comunes de muerte y causa alrededor de 135.000 muertes por año
en todo el mundo (5). S. pneumoniae es la causa más común en un 72%,
su mortalidad también es la más alta, con tasas de 20–51%, las tasas de
mortalidad por N. meningitidis son alrededor del 3–10% en el mundo
(6), y deja secuelas neurológicas permanentes en el 30−50% (7).
192
Factores de riesgo
Con respecto a la edad como factor de riesgo, ya se mencionaron los
más comunes en los adultos y aunque no es el objetivo de esta revisión
es importante conocer que en el primer mes de vida los principales pa-
tógenos son E. coli, Streptococo agalactide y L. monocytogenes, esta última
en relación con transmisión a través de alimentos (6).
Los pacientes inmunocomprometidos tienen mayor riesgo de presen-
tar meningitis por S. pneumoniae y L. monocytogenes; Las deficiencias de
células T, como la infección por VIH, aumentan el riesgo ocho veces, a
pesar de estar en tratamiento con antirretrovirales; existen, además, fac-
tores de riesgo genéticos como déficit del complemento y asplenia, facto-
res sociales y de comportamiento como fumar, vivir en hacinamiento (6).
En la tabla 2 se presentan los principales factores de riesgo relaciona-
dos con los microrganismos más frecuentes.
Patogénesis
Con respecto a la colonización de las meninges existen tres teorías:
que esta colonización se dé por contigüidad en relación con un proceso
infeccioso cercano: sinusitis, otitis media, mastoiditis; la segunda vía es
por diseminación hematógena la cual está en relación con neumonía y
endocarditis; la tercera, y más común, que es una colonización esporá-
dica en la cual no se reconoce el mecanismo y se cree hay una mezcla
de factores ambientales (infecciones previas por virus de influenza, ta-
baquismo, alcohol), factores genéticos, factores del huésped (asplenia,
déficit de complemento) y de la bacteria (4,6,8).
194 Enfoque de la meningitis y encefalitis en el adulto... | Yuliet Cartagena
Patógenos causantes de
Factores de riesgo específicos
meningitis
Hacinamiento
Infección viral concomitante
N. meningitidis
Fumar
Déficit del complemento y asplenia
Neumonía, otitis media, mastoiditis, sinusitis o endocarditis.
Asplenia, mieloma múltiple, hipogammaglobulinemia,
S. pneumoniae alcoholismo, desnutrición.
Enfermedad renal, pulmonar y hepática crónica, asma,
infección por VIH, malignidad, diabetes, fumadores.
Sinusitis, otitis media, epiglotitis, neumonía, diabetes melli-
H. influenzae tus, alcoholismo, asplenia, traumatismo craneal con pérdi-
da de LCR y deficiencia inmunológica.
Más frecuente en VIH positivos
Alcohólicos, cáncer, terapia con corticoides e inmunode-
primidos, diabetes, enfermedad renal y hepática crónica,
Listeria monocitogenes
enfermedad del colágeno.
Se adquiere por consumo de alimentos contaminados
como verduras crudas, leche y quesos.
Posterior a neurocirugía, TEC, derivaciones de LCR.
Diabetes, alcoholismo, insuficiencia renal crónica que re-
Staphylococcus aureus
quiere hemodiálisis, uso de drogas inyectables o tumores
malignos.
Tomado de: G. Mandell, J. Bennet, and R. Dolin, Enfermedades infecciosas principios y práctica.
Septima. 2012.
Manifestaciones clínicas
La meningitis bacteriana es una emergencia médica. El reconoci-
miento temprano y el tratamiento inmediato son esenciales.
En adultos se han realizado múltiples estudios que han demostrado
que la cefalea, fiebre, rigidez de cuello y alteración del estado mental
son signos y síntomas comunes al ingreso.
La tríada clásica de fiebre, rigidez del cuello y estado mental altera-
do, sólo se reporta en 41–51% de los pacientes. Una erupción petequial
196 Enfoque de la meningitis y encefalitis en el adulto... | Yuliet Cartagena
Tomado de: G. Mandell, J. Bennet, and R. Dolin, Enfermedades infecciosas principios y práctica.
Septima. 2012.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 197
Diagnóstico:
El diagnóstico se debe realizar con base en una adecuada historia
clínica, examen físico y en las ayudas diagnósticas, de las cuales la más
importante es el estudio de LCR. A continuación, se discutirán cada
uno de los métodos para realizar el diagnóstico.
Punción lumbar: Se debe verificar que sea segura para el paciente.
Las lesiones intracraneales ocupantes de espacio, el edema cerebral di-
fuso, el edema de fosa posterior, pueden generar aumento de la presión
intracraneana y se puede aumentar el riesgo de herniación cerebral
cuando se realiza una punción lumbar (PL) (1,4).
Teniendo en cuenta que la realización de una tomografía, previo
a la PL, puede prolongar el tiempo para el inicio del tratamiento, y
presentar mayores complicaciones; se realizó un estudio prospectivo
publicado en 2017 donde compararon las guías europeas ESCMID, las
guías americanas IDSA y las guías suecas (en las cuales la alteración del
estado mental y el inmunocompromiso no son criterios para hacer una
neuroimagen), y querían determinar la mortalidad y los desenlaces fa-
vorables en dos a seis meses de seguimiento. Concluyeron que con la
adherencia a las guías suecas se disminuía la mortalidad y se tenía un
mejor desenlace clínico, indicando que ni la alteración del estado de
consciencia ni el inmunocompromiso son indicaciones absolutas para
realizar neuroinmagen previo a una PL; dejando como principal indi-
cación el déficit neurológico focal (10).
Las contraindicaciones para la punción lumbar inmediata son tras-
tornos de la coagulación, shock séptico e insuficiencia respiratoria (1).
Es difícil establecer una relación causal entre la PL y la herniación,
puesto que el solo proceso inflamatorio de la meningitis puede generarla.
La herniación se produce generalmente cinco horas después de la PL, el
manejo de emergencia del síndrome de herniación es difícil, pero se cree
que el uso de agentes hiperosmolares y drenaje ventricular puede ser útil.
Las alteraciones clásicas del LCR en la meningitis bacteriana in-
cluyen: la presión de apertura elevada, recuento elevado de leucoci-
tos predominio de polimorfomonucleares (generalmente 1000−5000/
mm3), glucosa baja y proteínas altas. Un número bajo de leucocitos en
LCR (0–20/mm3) se asocian con un pronóstico desfavorable. La ausen-
cia de una pleocitosis del LCR (observada hasta en el 4% de las menin-
gitis bacteriana) es frecuente en neonatos y en el 10% de la meningitis
meningocócica (11).
198 Enfoque de la meningitis y encefalitis en el adulto... | Yuliet Cartagena
Patógeno Sensibilidad %
Cultivo de Gram de Cultivo de Látex de
PCR LCR
sangre LCR LCR LCR
Haemophilus influenzae 50 – 90 50 96 78 – 100 67 – 100
Streptoccocus pneumoniae 75 90 87 59 – 100 79 – 100
Neisseria meningitidis 40 – 60 70 – 90 82 22 – 93 91 – 100
Listeria monocytogenes 10 – 75 --- --- --- ---
Tomado de: C. N. van Ettekoven, D. van de Beek, and M. C. Brouwer, “Update on community-acquired
bacterial meningitis: guidance and challenges,” Clin. Microbiol. Infect., vol. 23, no. 9, pp. 601–606, 2017.
Tratamiento
Dada la alta mortalidad de la meningitis bacteriana aguda, el inicio del
tratamiento antibiótico no debe exceder una hora, se debe iniciar trata-
miento empírico ante la sospecha clínica, incluso si el diagnóstico no se
ha establecido.
Se deben realizar inmediatamente el estudio de LCR, hemocultivos
y análisis de sangre.
El inicio tardío del tratamiento antibiótico se asocia con alta mortali-
dad y malos resultados.
Si no se puede realizar PL al ingreso, se deben realizar hemocultivos
antes de la administración de antibióticos para aumentar la posibilidad
de identificar el patógeno causante, pero no se debe retrasar el inicio
de antibióticos (12).
La recomendación de antibióticos se hace de acuerdo con el diag-
nóstico etiológico presuntivo, en la edad, los patrones epidemiológicos
200 Enfoque de la meningitis y encefalitis en el adulto... | Yuliet Cartagena
locales de resistencia, sin tener aún los resultados de cultivos, una vez
que se ha determinado el patógeno causante y su susceptibilidad an-
timicrobiana específica, la terapia con antibióticos se cambiará para el
tratamiento dirigido (6,12).
La resistencia bacteriana, especialmente la resistencia a la penicilina
entre las cepas de S. pneumoniae, ha aumentado en todo el mundo, cam-
biando las terapias de elección en muchas partes. En marzo de 2008, el
Instituto de Estándares Clínicos y de Laboratorio (CLSI) revisó los pun-
tos de corte de susceptibilidad de la penicilina frente a S. pneumoniae. En
la meningitis neumocócica, la resistencia a la penicilina se produce cuan-
do la concentración inhibitoria mínima (CIM) es igual o mayor a 0.12μg
por ml, y la resistencia a la cefalosporina de tercera generación se define
como una CIM igual o superior a 2μg por ml; es importante conocer los
valores locales para decidir el inicio de la terapia empírica (4,6,11).
En las tablas 6 y 7 se encuentran las indicaciones de tratamiento em-
pírico según los factores de riesgo y según los patógenos implicados,
basado en las guías ESCMID
Tomado de: J. M. Costerus, M. C. Brouwer, M. W. Bijlsma, and D. Van De Beek, “Community-acquired bacte-
rial meningitis,” Curr. Opin. Infect. Dis., vol. 30, no. 1, pp. 135–141, 2017.
Tabla 7: Tratamiento antibiótico para la meningitis bacteriana adquirida en la comunidad según la guía de la ESCMID (6)
Tomado de: J. M. Costerus, M. C. Brouwer, M. W. Bijlsma, and D. Van De Beek, “Community-acquired bacterial meningitis,” Curr. Opin. Infect. Dis., vol. 30, no. 1, pp.
135–141, 2017.
201
202 Enfoque de la meningitis y encefalitis en el adulto... | Yuliet Cartagena
Complicaciones y pronóstico
Se estima que un tercio de los pacientes que sobreviven a un epi-
sodio de meningitis bacteriana tendrán alguna complicación a largo
plazo (4). Las secuelas más frecuentes son la pérdida de audición, el
deterioro cognitivo y la epilepsia.
Entre el 5 y el 35% de los pacientes con meningitis bacteriana desa-
rrollan pérdida auditiva neurosensorial y el 4% de los pacientes tienen
pérdida auditiva bilateral grave, que ocurren más frecuentemente en las
asociadas a S. pneumoniae. La pérdida de audición puede estar presente
al ingreso o puede desarrollarse durante el curso de la enfermedad (4).
La tasa de mortalidad más alta es causada por S. pneumoniae, oscila en-
tre el 20% y el 37% en países desarrollados, 50% en países en desarrollo.
Las convulsiones pueden aparecer antes del ingreso y continuar hasta
después del alta. Los anticonvulsivos están indicados, con frecuencia se
pueden suspender de dos a tres años después de la enfermedad.
Otras complicaciones también encontradas son: edema cerebral con
hidrocefalia, trombosis de senos venosos, ACV isquémicos y hemorrá-
gicos, produciendo déficits neurológicos en alrededor del 20 al 50%
(motores, visuales y afasia). También se puede observar, aunque con
menor frecuencia: empiema subdural, higromas, abscesos cerebrales y
ventriculitis (4,13). En la tabla 8 se enumeran las complicaciones más
comunes y se correlacionan complicaciones, frecuencias y tratamiento.
Encefalitis
Es la inflamación del parénquima cerebral. Tiene una tendencia a ser
subdiagnosticada o confundida con cuadros psiquiátricos. Su prevalen-
cia real no está bien establecida, se cree que va de 7.8 –13/100,000 habitan-
tes. En algunos casos, cuando se presentan brotes de encefalitis pueden
servir como marcador en la detección de infecciones emergentes (14).
Etiología
Puede ser de origen infeccioso de la cual los virus son los agentes
más frecuentemente asociados, correspondiendo al 50% de las causas o
pueden ser encefalitis postinfecciosa o no infecciosa como en el caso de
las encefalitis autoinmunes o de origen vascular.
Son muchos los virus que pueden ser responsables de la etiopato-
genia, en la tabla 9 se encuentran las principales características de los
virus más comunes en nuestro medio (15,16).
Existen otros virus implicados en casos de encefalitis que son menos
comunes en nuestro medio como son: Enterovirus, Zica, rabia, rubeola,
papera; de los cuales algunos pueden ser sospechados en áreas endé-
micas, se caracterizan porque no tienen tratamiento específico, pero
pueden ser prevenidos por medio de la vacunación (3).
Manifestaciones Clínicas
Su presentación clínica más común es la presencia de fiebre; ade-
más, por la inflamación del parénquima cerebral con afectación cortical
se pueden presentar signos neurológicos focales como hemiparesia,
afasia, parálisis de nervios craneales; suele afectar estructuras límbi-
cas, cuando compromete el área orbitofrontal la manifestación más lla-
mativa es la irritabilidad y desinhibición; otros síntomas como temor,
ansiedad y trastornos de memoria pueden indicar compromiso mesial
temporal principalmente la amígdala y el hipocampo; la alteración de
la atención está más relacionada con la afección de la corteza del cín-
gulo, y los trastornos del lenguaje pueden manifestarse como afasia o
disfasia nominal en el caso del izquierdo o disprosodia en el caso del
derecho. Además, pueden presentar ideas de religiosidad, alucinacio-
nes visuales, auditivas y olfatorias complejas que, en ocasiones, llevan a
diagnósticos erróneos de cuadros psiquiátricos (F); las crisis epilépticas
Tabla 9. Características de virus más comunes en nuestro medio, asociados a la etiopatología de la encefalitis.
(LCR) líquido cefalorraquídeo, (PCR) reacción en cadena polimerasa, (HVS) herpes virus simplex, (RM) resonancia magnética, (IV) intravenoso, (IFI) inmunofluorescencia.
206 Enfoque de la meningitis y encefalitis en el adulto... | Yuliet Cartagena
Diagnóstico
La identificación del síndrome clínico por medio de las característi-
cas previamente explicadas es fundamental para acercarse al diagnós-
tico, posteriormente se debe demostrar inflamación en el LCR y en la
neuroimagen, y en los casos con crisis epilépticas el electroencefalogra-
ma (EEG) puede apoyar el diagnóstico.
Estudio de líquido cefalorraquídeo: En la encefalitis se caracteriza
por pleocitosis de predominio monocítico, con elevación de proteínas,
sin consumo de glucosa, y generalmente no se encuentra elevada la
presión de apertura; (la tabla 13 se encuentran las diferencias en el LCR
de las diferentes neuroinfecciones). Cuando la muestra de LCR es to-
mada muy tempranamente hasta 5 a 10% puede ser normal y debe
repetirse en 24 a 48 horas cuando la sospecha diagnóstica es alta (18);
sin embargo, estos hallazgos no son específicos de encefalitis viral, por
lo tanto se requieren estudios más específicos como en test Film Array
el cual, lastimosamente, no está disponible en todos servicios de urgen-
cias; cuando se tiene, es una excelente herramienta, ya que identifica
catorce de los agentes más comunes que causan meningitis y encefalitis
(descritos en la tabla 10). El test consiste en la extracción de ácidos nu-
cleicos automatizados, transcriptasa reversa y amplificación de ácidos
nucleicos de los diferentes patógenos; tiene como ventaja que su resul-
tado puede ser obtenido en una hora lo que ayuda a guiar el tratamien-
to (19), además se cuenta con otras herramientas que son los cultivos,
los cuales se siguen considerando el estándar de oro, pero tienen como
desventaja que requieren mínimo 48 horas para obtener un resultado.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 207
Neisseria, Streptococcus
Herpes virus 6
meningitidis
agalactiae Parechovirus
Tratamiento
Como se indicó al principio del capítulo, el inicio temprano del tra-
tamiento ayuda a disminuir la mortalidad y las secuelas, por lo tanto,
se considera una emergencia médica y debe iniciarse en las primeras
seis horas, idealmente en la primera hora; se debe iniciar tratamiento
empírico basado en la sospecha clínica, mientras se obtiene informa-
ción microbiológica que permita un tratamiento específico. Cuando la
sospecha es de una encefalitis el medicamento de elección es Aciclovir
IV. En la tabla 11 se muestra la dosis de Aciclovir y los otros medica-
208 Enfoque de la meningitis y encefalitis en el adulto... | Yuliet Cartagena
Figura. Tiempos de tratamiento según estado de inmunidad del paciente con encefalitis
(PCR) reacción en cadena polimerasa, (HSV) virus Herpes Simplex, (VZV) Virus Varicella Zoster, (EEG)
electroencefalograma, (RM) Resonancia magnética.
Referencias
Definición
La neurosífilis es una infección del sistema nervioso cen-
tral causada por el Treponema pallidum.
Clínica
La neurosífilis no debe pensarse sólo como una manifes-
tación tardía de la sífilis, pues puede presentarse en cual-
quier momento durante el curso de la infección, de hecho,
entre el 25–40% de pacientes con sífilis temprana pueden
tener T. pallidum en el líquido cefalorraquídeo (LCR)(10).
Una vez el T. pallidum ha llegado al sistema nervioso
central, puede darse la resolución espontánea de la infec-
ción hasta en el 70% de los casos (11). La persistencia de
la misma, en el LCR, va a depender de diferentes condi-
ciones como el tipo de cepa bacteriana involucrada, los
214 Neurosífilis | Carolina Ospina Villegas
Figura 1
Diagnóstico
El primer paso para para realizar el diagnóstico de neurosífilis, es sa-
ber si el paciente tiene o tuvo sífilis. Para ello es necesario el tamizaje.
Tradicionalmente el tamizaje en los pacientes con sospecha, se iniciaba
con una prueba no-treponémica (usualmente VDRL), sin embargo, las
pruebas no-treponémicas pueden negativizarse con el tiempo (18) o
pueden aparecer falsamente negativas por el efecto prozona (resulta-
dos falsos negativos cuando un exceso de anticuerpos en el suero que
se está examinando impide la formación de la red para visualizar la
reacción de floculación positiva) (4) (Tabla 1).
Modificado de: Hobbs E, Vera JH, Marks M, Barritt AW, Ridha BH, Lawrence D. Neurosyphilis in patients
with HIV. Pract Neurol 2018; 18(3):211–8.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 217
Modificado de: Morshed MG. Current Trend on Syphilis Diagnosis: Issues and Challenges. In: Advances
in experimental medicine and biology. 2014. p. 51–64.
Figura 2
Figura 3
Manejo
El manejo debe ser integral, partiendo de la prevención en campañas
de enfermedades de transmisión sexual, la educación a los pacientes
para detectar los síntomas sugestivos, campañas para tamizajes a po-
blaciones en riesgo y alto índice de sospecha diagnóstica por el perso-
nal de salud, lo que permitiría identificar e iniciar el manejo a tiempo.
El tratamiento farmacológico de primera línea es:
Penicilina G cristalina intravenosa 3–4 millones UI cada 4 horas o en
infusión continua para un total de 18–24 millones de UI al día. Durante
10–14 días.
Aplica igualmente para gestantes y pacientes con VIH (21).
Un esquema alternativo sólo si se puede garantizar la adherencia sería:
Penicilina procaínica intramuscular 2.4 millones UI al día + Probe-
necid vía oral 500mg cada 6 horas, ambos durante 10–14 días.
Únicamente en los pacientes alérgicos a la penicilina y que no pue-
dan ser desensibilizados, la ceftriaxona entraría a considerarse como
una opción pero teniendo en cuenta que la evidencia es limitada (6,21).
La administración de la ceftriaxona puede ser intravenosa o intramus-
cular a una dosis de 2g/día.
Recomendaciones sobre el proceso de desensibilización pueden ser
revisadas en la Guías de Práctica Clínica colombianas basada en la evi-
dencia para la atención integral de la sífilis gestacional y congénita (24).
En pacientes con sífilis tardía, el CDC recomienda la aplicación se-
manal por tres semanas de penicilina G benzatínica intramuscular 2.4
millones UI al día, una vez terminado el esquema de neurosífilis con la
penicilina G cristalina (21).
Pronóstico
Es necesario tener claro que el objetivo del tratamiento es la mejoría clí-
nica, pero en algunas de estas entidades como en la demencia sifilítica y
la tabes dorsal, la reversibilidad de los síntomas no es frecuente; en estos
casos se buscaría entonces detener la progresión de la enfermedad (12).
En el caso de los síntomas neuropsiquiátricos, hay estudios pequeños
que sugieren una mejoría de los síntomas cuando se acompaña el mane-
jo de la sífilis con un tratamiento psicotrópico adecuado (25).
220 Neurosífilis | Carolina Ospina Villegas
Seguimiento
Debido a la dificultad en el crecimiento del T. pallidum en el LCR, la re-
solución de la neurosífilis se define por la resolución o estabilización de
los hallazgos clínicos y la mejoría en las variables del LCR.
6. Montes MI; Millán PA; Uribe CS. Arteritis de Nissl en sífilis me-
ningovascular y falla terapéutica con ceftriaxona. Informe de un
caso y revisión en la literatura. MedUNAB. 2006; 9:174–8.
7. Guerrero-Vega J, Ariza-Serrano LM, Ortiz P. Enfoque práctico de
la neurosífilis meningovascular: a propósito de un caso presunti-
vo. Acta Neurol Colomb. 2016; 32(3):233–7.
8. Volcy M, Villa LA, Franco AF. Neurosífilis en el Hospital San Vi-
cente de Paul de Medellín: nuevos aspectos clínicos. Acta neurol
colomb 2000; 16(3):216–20.
9. Jaramillo-Orrego YS, et al. Neurosífilis en pacientes con VIH/
SIDA y sin VIH/SIDA, descripción de casos en tres hospitales de
alta complejidad de Medellín 2004 a 2014. In Press: 1–16.
10. Hobbs E, Vera JH, Marks M, Barritt AW, Ridha BH, Lawrence D.
Neurosyphilis in patients with HIV. Pract Neurol 2018; 18(3):211–8.
11. Marra CM. Neurosyphilis. Contin Lifelong Learn Neurol. 2015;
21(6 Neuroinfectious Disease):1714–28.
12. Hook EW. Syphilis. Lancet. 2017;389(10078):1550–7.
13. Ghanem KG. REVIEW: Neurosyphilis: A Historical Perspective
and Review. CNS Neurosci Ther. 2010; 16(5):e157–68.
14. Berger JR, Dean D. Neurosyphilis. 2014; 121:1461–72.
15. Bäuerle J, Zitzmann A, Egger K, Meckel S, Weiller C, Harloff
A. The Great Imitator—Still Today! A Case of Meningovascular
Syphilis Affecting the Posterior Circulation. J Stroke Cerebrovasc
Dis. 2015; 24(1):e1–3.
16. Karsan N, Barker R, O’Dwyer JP. Clinical Reasoning: The Great
Imitator; Neurology. 2014; 83(22):e188–96.
17. Budhram A, Silverman M, Burneo JG. Neurosyphilis mimicking
autoimmune encephalitis in a 52 year old man. CMAJ. 2017;
189(29):E962–5.
18. Nayak S, Acharjya B. VDRL test and its interpretation. Indian J
Dermatol. 2012; 57(1):3–8.
19. Marra CM. Syphilis Screening in Neurology. JAMA Neurol. 2016;
73(8):926.
20. Morshed MG. Current Trend on Syphilis Diagnosis: Issues and
Challenges. In: Advances in experimental medicine and biology.
2014. pp. 51–64.
222 Neurosífilis | Carolina Ospina Villegas
21. Workowski KA, Bolan GA, Centers for Disease Control and Pre-
vention. Sexually transmitted diseases treatment guidelines,
2015. MMWR Recomm reports Morb Mortal Wkly report Re-
comm reports. 2015; 64(RR-03):1–137.
22. Janier M, Hegyi V, Dupin N, Unemo M, Tiplica GS, Potočnik M, et
al. 2014 European guideline on the management of syphilis. J Eur
Acad Dermatology Venereol. 2014; 28(12):1581–93.
23. Marra CM, Tantalo LC, Maxwell CL, Ho EL, Sahi SK, Jones T. The
Rapid Plasma Reagin Test Cannot Replace the Venereal Disea-
se Research Laboratory Test for Neurosyphilis Diagnosis. Sex
Transm Dis. 2012; 39(6):453–7.
24. Sistema General de Seguridad Social en Salud – Colombia. Guía
de práctica clínica (GPC) basada en la evidencia para la atención
integral de la sífilis gestacional y congénita. Bogotá: GPC-2014-
41; 2014. p. 15–125.
25. Sánchez FM, Zisselman MH. Treatment of Psychiatric Symptoms
Associated With Neurosyphilis. Psychosomatics. 2007; 48(5):440–5.
26. Marra CM, Maxwell CL, Tantalo LC, Sahi SK, Lukehart SA. Nor-
malization of Serum Rapid Plasma Reagin Titer Predicts Norma-
lization of Cerebrospinal Fluid and Clinical Abnormalities after
Treatment of Neurosyphilis. Clin Infect Dis. 2008; 47(7):893–9.
27. Marra CM, Maxwell CL, Tantalo L, Eaton M, Rompalo AM, Rai-
nes C, et al. Normalization of Cerebrospinal Fluid Abnormalities
after Neurosyphilis Therapy: Does HIV Status Matter? Clin In-
fect Dis. 2004; 38(7):1001–6.
Neurología aguda
Introducción
Los problemas neurológicos agudos constituyen el 20%
de los motivos de ingreso al servicio de urgencias. Las
condiciones más comunes son el ataque cerebrovascular
agudo (ACV)/ ataque isquémico transitorio (AIT), cefalea,
convulsiones, los trastornos funcionales neurológicos y
las descompensaciones médicas de lesiones neurológicas
ya conocidas. Algunas de estas entidades pueden ser difí-
ciles de diagnosticar y los retrasos en el reconocimiento y
el tratamiento pueden tener un resultado devastador.
Por otro lado, al igual que se auscultan el corazón y los
pulmones en alguien cuyo motivo de consulta es un déficit
neurológico agudo (ej. ACV), es razonable hacer un examen
neurológico básico a todos los pacientes con el fin de detec-
tar alteraciones que, de otra manera, serían pasadas por alto.
Hacer un examen neurológico completo puede tardar
varias horas. Por eso como médicos no neurólogos y espe-
cialmente en el servicio de urgencias, es necesario realizar
una evaluación neurológica práctica y eficiente. Es obli-
gatorio que como clínicos estemos capacitados en iden-
tificar cuál es el significado de los signos encontrados en
el exámen físico y conocer el rendimiento de las pruebas
clínicas practicadas. Por ejemplo, las pruebas de Rinne y
de Weber que, siempre nos enseñan, han demostrado con
el tiempo ser inexactas, por lo que no se recomiendan en
el examen rutinario de la disfunción auditiva a la luz de la
medicina basada en la evidencia.
224 Neurología aguda | Diana M. Castrillón Velilla
Curso
Tiempo de inicio Etiología probable
en el tiempo
Vascular (ACV)
Hiperagudo Segundos
Crisis convulsiva
Vascular
Tóxico-metabólico
Agudo Minutos
Lesiones compresivas
Síncope vasovagal
Tóxico - metabólico
Inflamación (infeccioso o inmuno-
mediado)
Lesión tipo masa en espacio cerrado
Subagudo Trascurso de 72h (hemorragia subdural)
Proceso infiltrativo o neoplásico
Miastenia gravis
Descompensación médica de enfer-
medad neurológica ya conocida
Retornando a estado basal en AIT (usualmente en menos de una
24h hora)
Recaída- remisión
Retornando a estado basal en Esclerosis múltiple
días-semanas Tóxico metabólico
Usualmente agudo o subagudo
en inicio, pero con aparición de Síndromes "ACV-like": vasculitis/
Escalonado
nuevos déficits en vez de pro- endocarditis
gresión de los ya existentes
Encefalitis autoinmune
Miastenia gravis y formas atípicas de
Semanas
Guillain Barré
Crónico, Síndrome Guillain Barré
progresivo Malignidad
Enfermedad neurodegenerativa:
Meses
Alzheimer, motoneuronal
Malignidad
Examen físico
Debe ser orientado a explorar la queja del paciente y en confirmar o re-
afirmar la hipótesis que nos formamos con el relato inicial del paciente.
Debe ser dinámico e individualizado, por ejemplo: ampliar la evalua-
ción mental en un paciente con problemas de memoria y minimizarlo
en una paciente cuya queja principal es visión doble.
3. Motor:
• Definir patrón de debilidad: La buena noticia es que cuando hay
lesión de la neurona motora superior, la debilidad resultante si-
gue un patrón predecible, que se conoce como ”patrón pirami-
dal”: los músculos distales siempre son más débiles que los mús-
culos proximales, los extensores son más débiles que los flexores
en miembros superiores (MMSS), y más fuertes en miembros in-
feriores (MMII). Otros patrones que pueden orientar son:
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 229
Para este punto ya se cuenta con los elementos necesarios para te-
ner un diagnóstico de trabajo. A continuación, nombraremos algunos
principios que nos ayudarán a completar el enfoque del paciente neu-
rológico ”agudo”:
Ayudas diagnósticas
Existe una probabilidad baja de llegar al diagnóstico basándose sólo
en resultados de paraclínicos; a no ser que planteemos la pregunta co-
rrecta. Aunque no existen ”exámenes de rutina”, dentro de los paraclí-
nicos esenciales en neurología se encuentran:
1. Exámenes en sangre
De importancia especialmente cuando se piensa en descompensa-
ción de condiciones neurológicas preexistentes como infecciones o
alteraciones metabólicas (epilepsia no controlada, alteración del es-
tado de conciencia, aumento de la espasticidad). Se solicita: hemo-
grama, ionograma, función renal y hepática, glucemia, PCR.
Otros estudios deben ser orientados por la presentación clínica, por
ejemplo:
- VSG: en mayores de 50 años con cefalea: Arteritis de células gigantes
- Función tiroidea: Siempre en temblor y demencia
2. Neuroimagen
- Tomografía axial de cráneo simple: Sospecha sangrado
- Resonancia cerebral: De elección
- Neuroeje: Raro en urgencias
Recomendaciones finales
1. Realice un examen neurológico básico en todo paciente. Entre mejor
sea la historia, más corta, directa e informativa será la evaluación física.
2. Maniobras provocadoras: Por ejemplo, si el paciente tiene proble-
mas para subir escaleras o deglutir, pídale que le demuestre estas
acciones. Si el paciente se queja de debilidad y fatiga, compruebe si
hay ptosis o desalineación ocular tras la fatigabilidad.
3. Durante cada prueba imagínese cuál es la vía implicada. Considere
especialmente los puntos en dónde se unen las diferentes vías (lo-
calización de la lesión). Esta capacidad de ”pensar en circuito” es la
que hace la diferencia en el éxito del examen neurológico.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 237
Lecturas recomendadas
Enfocando al paciente
Al realizar el enfoque clínico usted debe tener un orden claro para rea-
lizarlo con miras a evitar pasar por alto información valiosa, que le de la
pista clínica para el diagnóstico final. El enfoque es netamente clínico y,
de la precisión que se brinde a aspectos claves de la historia, dependerá
el éxito en su diagnóstico final. Para ello, se han diseñado las banderas
rojas de cefalea que agrupan las principales causas secundarias para el
estudio del paciente. Existen múltiples algoritmos y listas de chequeo,
con alguna de las cuales el médico se puede sentir más o menos fami-
liarizado. En este texto se propone la siguiente: TIENES GRAVE TU
FOCA (Tabla 1)
Se hacen algunas aclaraciones al respecto:
ACO: Anticonceptivos orales combinados. ACV: Ataque cerebrovascular. HSA: Hemorragia subaracnoidea. MAV: Malformación arteriovenosa. PL: Punción lumbar.
241
SAHOS: Síndrome de apnea hipopnea obstructiva del sueño. SVCR: Síndrome de vasoconstricción cerebral reversible.
242 Evaluación y manejo de la cefalea aguda en urgencias | Reydmar López González
Tratamiento
Luego de haber hecho un análisis juicioso y sistemático de las banderas
rojas, se encuentra que la mayoría de pacientes no tienen una causa
secundaria y su cefalea usualmente corresponde a crisis migrañosa. Se
hará énfasis en este capítulo en el manejo agudo de las más comunes
cefaleas primarias, ya que el manejo de las cefaleas secundarias irá en-
focado a controlar la causa de base.
Rehidratar al paciente
El paciente que ha vomitado antes o durante su estancia en urgen-
cias requiere hidratación. No obstante, a pesar de no haber estudios
clínicos controlados, la opinión de expertos sugiere que todos los pa-
cientes con migraña en urgencias deben recibir hidratación con líqui-
dos endovenosos, lo cual puede llegar a ser tan útil en la reducción de
la intensidad del dolor como la misma medicación. Además, ofrecen
un efecto protector contra el efecto hipotensor de medicamentos como
antagonistas de receptores de dopamina y sulfato de magnesio. Se re-
comienda usar solución salina al 0.9% en bolo de 1000–1500cc o en
infusión continua a 80–100cc/h. Tener precaución a la hora de usar en
pacientes con riesgo de sobrecarga de líquidos (falla cardiaca, enferme-
dad renal, entre otros) (13).
Uso de opioides
Ejemplos: tramadol, codeína, morfina, hidrocodona, oxicodona, me-
peridina, hidromorfona, otros. A menudo se observa que en los ser-
vicios de urgencias el tratamiento analgésico usado en general para
la cefalea y en particular para migraña incluye opioides. Estos son de
fácil consecución en los servicios de urgencias, son menos costosos, y
ejercen una rápida mejoría del dolor en algunos casos, lo que los hace
atractivos para el uso en general y para dar de alta tempranamente a
los pacientes. No parece tener un efecto benéfico en terminar los ata-
ques de migraña, pero pueden suprimir algo de dolor con base en su
efecto sobre receptores opioides Mμ. A pesar de esto, una vez el efecto
del medicamento desaparece, la tasa de recurrencia de la cefalea es
considerablemente alta llevando al paciente a reingresos instituciona-
les y menor respuesta a otras medicaciones (2).
Existe preocupación sobre crear tolerancia, dependencia y adicción,
los cuales pueden ocurrir insidiosamente, e iniciar en el servicio de ur-
gencias. Sin embargo, puede no ser la razón más importante para no re-
comendar el uso de opioides como manejo en migraña. A largo plazo, el
uso frecuente de este tipo de analgésicos lleva a refractariedad en la res-
252 Evaluación y manejo de la cefalea aguda en urgencias | Reydmar López González
Estatus migrañoso
Los ataques de migraña usuales duran 4–72 horas. Cuando el ataque
tiene una duración mayor a 72 horas es denominado estatus migraño-
so. En este caso, la medicación a elegir será la misma empleada para el
ataque de migraña mencionada previamente (hidratación intravenosa,
antieméticos, AINES, triptanes), pero es probable que se requiera el uso
de tratamientos adicionales, teniendo en cuenta el principio de combi-
nar estrategias de manejo.
Sulfato de magnesio: Produce efecto terapéutico mediante antago-
nismo sobre receptores N-metil-D-aspartato (NMDA), modulación de
la liberación de sustancia P, regulación de la producción de óxido nítri-
co y bloqueo de la propagación de la depresión cortical de la migraña
(17). Es especialmente útil en casos de migraña con aura o casos de
aura prolongada (más de 60 min) y en pacientes con hipomagnesemia.
Se usa a 1g IV c/12h (diluir en 100cc y pasar en 4h) hasta máximo 5g
total acumulado. Se recomienda que la infusión se pase de forma lenta
para evitar que se depure rápidamente por vía renal, y prevenir que su
uso sea obsoleto. Tener precaución en pacientes con enfermedad renal
crónica (13). El efecto adverso más común es “flushing“ facial con la
infusión, el cual es temporal y no afecta los desenlaces clínicos.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 253
1. Solución salina (SSN) 0.9% Bolo de 1000 – 1500cc o infusión continua de 80 – 100 cc/h
2. Metoclopramida 10 mg IV cada 8 h
3. Difenhidramina 12,5 – 25mg IV cada 8 h
4. Ketorolaco 30mg IV o 60mg IM cada 8 – 12 h
5. Dipirona 1 – 2 g IV cada 8 – 12 h
6. Diclofenaco 75 mg IV o IM cada 12 h
7. Sumatriptán 6mg SC cada 24 h
8. Sulfato de magnesio 1 g IV diluido en 100cc de SSN 0.9% y pasar en 4h cada 12 h
9. Dexametasona 6 – 24 mg IV cada 12 h
Conclusiones
La cefalea es frecuente motivo de consulta en urgencias. Es indispen-
sable que el médico esté atento a las pistas que ofrece la historia clínica
para determinar si está ante una cefalea con banderas rojas y proceder
de la mejor manera para evitar dejar pasar de largo cefaleas que, poten-
cialmente, amenacen la vida. No obstante, la mayoría de casos corres-
ponderá a una cefalea primaria exacerbada, para lo cual el adecuado
juicio clínico permitirá el uso prudente de medicación analgésica.
El tratamiento de migraña en urgencias va dirigido a usar varios
medicamentos con diferentes mecanismos de acción en el caso en que
sea necesario (hidratación endovenosa, antieméticos con efecto anta-
gonista dopaminérgico, AINES, triptanes, magnesio, entre otros). Pero,
lo que más se resalta es evitar el uso de opioides y dejar un plan de
manejo ambulatorio para evitar recurrencias y reingresos a urgencias.
No olvidar que hay cefaleas autonómico–trigeminales que, aunque
raras, son susceptibles de recibir atención adecuada dentro del servicio
de urgencias para el manejo de la crisis.
258 Evaluación y manejo de la cefalea aguda en urgencias | Reydmar López González
Referencias
15. Orr SL, Aube M, Becker WJ, et al. Canadian Headache Society
systematic review and recommendations on the treatment of mi-
graine pain in emergency settings. Cephalalgia. 2015;35:271–284.
16. Orr SL, Friedman BW, Christie S, et al. Management of Adults
with Acute Migraine in the Emergency Department: The Ameri-
can Headache Society Evidence Assessment of Parenteral Phar-
macotherapies. Headache. 2016;56:911–940.
17. Kelley NE, Tepper DE. Rescue therapy for acute migraine, part
1: Triptans, dihydroergotamine, and magnesium. Headache.
2012;52:114–128.
18. Friedman BW, Vinson DR. Convincing the skeptic. How to fix
emergency department headache management. Cephalalgia.
2015;35:641–643.
19. Kelley NE, Tepper DE. Rescue therapy for acute migraine, part
3: Opioids, NSAIDs, steroids, and post-discharge medications.
Headache. 2012;52:467–482.
20. Davenport R. Headache. Pract Neurol. 2008;8:335–343.
21. Silberstein SD. Preventive migraine treatment. Contin (Minneap
Minn). 2015;21:973–989.
22. Sinclair AJ, Sturrock A, Davies B, Matharu M. Headache manage-
ment: pharmacological approaches. Pract Neurol. 2015;15:411–423.
23. Newman LC. Trigeminal Autonomic Cephalalgias. Contin (Min-
neap Minn). 2015;21:1041–1057.
24. Tso A, Goadsby P. Headache. Semin Neurol. 2016;36:442–448.
Cefaleas crónicas
Migraña crónica
La migraña crónica es el tipo más común de dolor de ca-
beza crónico diario, visto por los especialistas en dolor
de cabeza. En el mundo, aproximadamente, el 2% de la
población experimenta migraña crónica; la prevalencia es
de 2.5 a 6.5 veces mayor en las mujeres (1.7%–4.0%) que
en los hombres (0.6%–0.7%). Aproximadamente el 3% de
las personas con migraña episódica progresan a migraña
crónica cada año; la progresión por lo general ocurre gra-
dualmente, con una frecuencia de ataque en aumento a
lo largo del tiempo. Sin embargo, en algunos pacientes, la
progresión puede ser abrupta.
La migraña crónica usualmente es el resultado de la pro-
gresión de una migraña con un patrón de alta frecuencia;
sin embargo, estas cefaleas frecuentes no necesariamente
son todas de migraña. Por definición los pacientes con mi-
graña crónica tienen, al menos, quince días de cefalea al mes
por más de tres meses, de los cuales ocho de ellos son días
de migraña en el mes. Es importante destacar que, si un pa-
ciente cumple con los criterios de diagnóstico para migraña
crónica, esto excluye un diagnóstico de cefalea crónica de
tipo tensión. Los pacientes no deben recibir ambos diagnós-
ticos, incluso si la mayoría de sus días de dolor de cabeza
son tipo tensión. Si tienen ocho días de migraña por mes,
tienen migraña crónica, incluso si tienen muchos días de ce-
falea por mes que se asemejan a la cefalea de tipo tensión.
262 Cefaleas crónicas | Natalia Hernández Beltrán
Fisiopatología en la cronificación
En la migraña crónica, la sensibilización central, observable por el
desarrollo de alodinia cutánea, se asocia con la actividad disfuncional
de las neuronas sensoriales trigeminales centrales, incluyendo la acti-
vación espontánea, la activación en respuesta a estímulos inocuos, y
un umbral de activación reducida. Esta actividad aberrante puede estar
mediada por un aumento de la facilitación descendente, una inhibición
descendente disminuida de la actividad nociceptiva, dentro del com-
plejo cervical trigeminal de centros moduladores del dolor del tronco
encefálico clave o una entrada nociceptiva periférica elevada (es decir,
sensibilización periférica). Es probable que la sensibilización central
contribuya a mantener los patrones de referencia del dolor en el nervio
trigémino y los aferentes cervicales superiores, así como en el dolor
persistente de la migraña crónica. Las personas con migraña crónica
presentan una híper excitabilidad cortical persistente, a menudo como
resultado en la alodinia cutánea (es decir, sensibilización central) inclu-
so durante el período interictal.
Bibliografía
Enfoque diagnóstico
El primer paso incluye la obtención de una historia clínica detallada. La
queja principal depende de la localización topográfica del movimien-
to y es más frecuentemente la sensación trémula en las extremidades
superiores. No es inusual que el paciente no note los movimientos de
las manos (en especial cuando se trata de un temblor de reposo), y es
frecuente en los casos de temblor cefálico, que sean los familiares o
compañeros de trabajo quienes noten la oscilación de la cabeza, antes
que el afectado. Otras quejas incluyen sensación de torpeza manual,
deterioro de la escritura, sensación interna de temblor y voz tembloro-
sa. Siempre debe indagarse por el impacto que tiene el movimiento en
las actividades de la vida diaria del paciente.
La observación de la fenomenología del temblor debe hacerse desde
antes de que el paciente entre al consultorio; no es infrecuente para
los clínicos experimentados, tener un diagnóstico en mente desde el
primer momento. Debe observarse la expresión facial en busca de hipo-
mimia, la espontaneidad global en los movimientos y la calidad la mar-
cha. También se debe observar la respuesta emocional del paciente al
describir sus síntomas dado que muchos de ellos pueden estar ansiosos
por recibir el diagnóstico de una enfermedad neurodegenerativa (por
ejemplo, enfermedad de Parkinson). Por otro lado, los pacientes con
temblor funcional pueden parecer relativamente indiferentes ante la
magnitud del temblor y puede, desde la conversación con el paciente,
observarse que una vez se distrae, el movimiento cesa.
El interrogatorio dirigido del paciente con temblor no debe pasar
por alto los siguientes puntos:
• Edad de inicio.
• Historia familiar de temblor u otros trastornos del movimiento
(como parkinsonismo o distonías).
• Evolución temporal (tiempo de evolución; curso estático versus pro-
gresivo).
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 273
Temblores de acción
Por otro lado, el diagnóstico diferencial de los temblores de acción es
bastante más extenso. Estos a su vez se subdividen en:
Temblor esencial
El temblor esencial (TE) es uno de los trastornos del movimiento más
frecuentes. Se estima que alrededor del 1% de la población mundial
lo padece. Es una entidad cuya definición cambia constantemente y
que, hasta el momento, es pobremente comprendida. Recientemente,
se ha definido como un síndrome clínico caracterizado por temblor
de acción aislado (es decir, sin otros hallazgos neurológicos) en ambas
extremidades superiores, con una duración mínima de tres años, que
puede tener asociado temblor en otras localizaciones (como la cabeza,
voz o extremidades inferiores) y en el cual hay ausencia de otros signos
neurológicos (como ataxia, parkinsonismo o distonía). Por otro lado, se
ha introducido el concepto de “temblor esencial-plus“, que se refiere a
un temblor que reúne las características mencionadas de TE pero que
tiene otros signos neurológicos sutiles que no son lo suficientemente
concluyentes para clasificarlo como otro tipo de trastorno del movi-
miento (por ejemplo, leve desequilibrio, quejas de memoria o dudosas
posturas distónicas).
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 277
Línea de
Agente Dosis Comentarios
tratamiento
120 – 320mg al día. Pue-
de usarse a necesidad
Reducción promedio del 55%
una dosis extra de 20 o
de la amplitud, limitado por
40mg cuando se anticipa
tolerancia (bradicardia sinto-
Primera Propanolol aumento de la gravedad
mática). Contraindicaciones
del temblor (por ejemplo,
relativas: enfermedad bron-
antes de dar una charla en
co-obstructiva y diabetes.
el simposio de residentes
de neurología).
En monoterapia ha mostra-
250 – 750mg al día. En
do reducción del 60% de la
Colombia disponible en
amplitud del temblor. Limita-
tabletas de 250mg. Usual-
ciones: somnolencia, ataxia y
Primera Primidona mente empezar con ¼ a
náuseas. Titulación lenta. En
1/8 de tableta e incremen-
combinación con propranolol
tar lentamente. Es medica-
puede mejorar su eficacia
mento de control.
(70%).
Segunda Topiramato 25 – 300mg al día Existe evidencia de ensayos
Gabapentina 100 – 1800mg al día clínicos controlados peque-
ños que soportan su uso. No
Alprazolam 0.125 – 3mg al día aprobados por INVIMA para la
indicación de temblor esen-
cial hasta 2018. Requieren
Clonazepam 0.25 – 4mg al día titulación lenta por efectos
secundarios cognitivos y som-
nolencia.
Conclusiones
El temblor es una causa frecuente de consulta y uno de los trastornos
del movimiento que más se encuentra en la práctica diaria de la neu-
rología. No en pocas ocasiones constituye un reto diagnóstico. Para
el abordaje clínico del paciente con temblor es necesario realizar una
historia clínica completa y un interrogatorio dirigido juicioso en busca
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 283
Bibliografía
Introducción
El ataque cerebrovascular (ACV) agudo es la principal
causa de discapacidad y la segunda causa de muerte en
el mundo, precedida únicamente por la enfermedad coro-
naria. EL ACV puede dividirse en dos subtipos principa-
les: isquémico y hemorrágico, que responden por el 85%
y 15% de los casos respectivamente. Los ACV isquémicos,
a su vez, pueden ser por enfermedad ateroesclerótica de
grandes y pequeños vasos, cardioembolia, causa no clara
(criptogénico) y por causas poco usuales como hemodiná-
micas, vasoespasmo y trombosis in situ.
El ACV cardioembólico representa un 20 – 30% de to-
das las causas isquémicas. El riesgo es directamente pro-
porcional a la edad, siendo su incidencia mayor en el
subgrupo de pacientes mayores de 85 años, en quienes se
convierte en la etiología única más frecuente, documen-
tándose hasta en el 36% de los casos (tabla 1). Además de
frecuente, el ACV cardioembólico se ha considerado como
la forma más devastadora de ACV por su alta mortalidad
hospitalaria, que oscila entre el 6% y el 27%, y el alto po-
tencial de recurrencia.
286 Ataque cerebrovascular... | Andrés Felipe Miranda-Arboleda, Laura Valentina López Gutiérrez
Diagnóstico
A continuación, se describe una aproximación clínica secuencial para
el enfoque clínico del paciente con ACV en el que se sospecha origen
cardíaco. Distribuiremos las ayudas diagnósticas en: básicas, aquellas
que se utilizan en un primer paso; y en adicionales para las que son
de mayor complejidad y que se utilizarán cuando la sospecha clínica
es alta.
Anamnesis
Interrogatorio: Siempre debe empezar por la identificación de los
factores de riesgo y antecedentes personales, deben buscarse activa-
mente comorbilidades cardiovasculares y enfermedad cerebrovascular
previa, como también episodios de hospitalizaciones recientes. En pa-
cientes sin comorbilidades cardiovasculares conocidas y que debutan
con un episodio de ACV, es necesario indagar sobre síntomas cardio-
288 Ataque cerebrovascular... | Andrés Felipe Miranda-Arboleda, Laura Valentina López Gutiérrez
Electrocardiograma
Siempre hacer una evaluación sistemática del ECG comenzando con
los aspectos técnicos, nombre, hora y fecha, y calidad del trazado. Una
herramienta útil siempre es indagar al paciente o a su acompañante por
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 289
Neuroimagen
Existen hallazgos en la neuroimagen que orientan a que la etiolo-
gía del ACV sea cardioembólica. Entre ellos se incluyen característi-
cas radiológicas como infartos múltiples simultáneos o secuenciales
en diferentes territorios vasculares, condición presente en aproxima-
damente la mitad de los infartos de esta etiología. Se pueden llegar
a presentar infartos bilaterales (en ambos hemisferios) o presentarse
infartos múltiples, que son altamente sugestivos de cardioembolis-
mo, por ejemplo compromiso simultáneo del territorio de la arteria
cerebral media izquierda, y de la arteria cerebral posterior derecha
(figura 2).
En ocasiones, puede haber infartos únicos, pero, característicamen-
te, son grandes (mayores a 1.5 cm), comprometen el territorio de la
arteria cerebral media, predominantemente, la ubicación es cortical,
debido a que los trombos se alojan en arterias distales, de allí las ca-
racterísticas del cuadro clínico anteriormente descrito con presencia de
signos corticales como afasia o déficit en campos visuales. Los infartos
corticales, clásicamente, tienen imagen en cuña con su base en la super-
ficie y el vértice hacia el interior (figura 3)
290 Ataque cerebrovascular... | Andrés Felipe Miranda-Arboleda, Laura Valentina López Gutiérrez
Monitoreo electrocardiográfico
¿A quién y con qué?
Se considera que 25–60% de los episodios de FA son paroxísticos y que
un tercio de los pacientes afectados por esta condición son asintomáticos.
A pesar de un estudio extensivo 30% de los ACV se quedan poten-
cialmente sin un diagnóstico etiológico y se cree que los episodios de
FA paroxística podrían ser responsables, en algunas ocasiones, del ACV
criptogénico.
Con vigilancia intrahospitalaria y monitoreo electrocardiográfico
continuo hasta 28 horas, se ha encontrado FA paroxística hasta el 18%
de los pacientes durante la hospitalización, índice posterior a un ACV.
No obstante, la mayoría de pacientes con ACV no ingresan a unida-
des de alta dependencia para monitorización ya que esta sólo aplica a
pacientes llevados a trombolisis o que se encuentran críticamente en-
fermos. En estos casos, se sugiere evaluar con frecuencia el pulso de
pacientes hospitalizados y además vigilar con ECG periódico tratando
de aumentar la detección de FA.
Dependiendo de las características clínicas y de la sospecha que exis-
ta de origen cardioemólico, es habitual en la práctica clínica la solicitud
de monitoreo ECG Holter de 24 horas en nuestro medio, pero dada la
naturaleza paroxística de la arritmia y la corta duración de los episodios
de FA, en ocasiones, se detectarán sólo el 4.6% adicional de pacientes,
dejando por fuera pacientes con FA que tendrán un alto potencial de
recurrencia.
El estudio EMBRASE, publicado en el año 2014, demostró que en pa-
cientes mayores de 55 años, con antecedente de ACV, que se estudiaban
con monitoreo EKG extendido a 30 días dentro de los primeros seis me-
ses del evento, se logró encontrar episodios de FA mayores de 30 segun-
dos en 16%, comparado contra 3% en el grupo de Holter de 24 horas.
Por su parte, el estudio CRYSTAL AF, también publicado en el año
2014, buscó activamente FA con el uso de un monitor electrocardiográ-
fico implantable en pacientes mayores de 40 años, instalado durante
los 90 días posteriores al evento índice. Luego de seis a doce meses de
seguimiento, se encontró una incidencia de episodios de FA mayores
de 30 segundos de duración en 8.9 y 12,4% respectivamente, en los
pacientes que recibieron monitor implantable contra 1.4% y 2% de los
pacientes asignados al grupo de Holter de 24 horas.
294 Ataque cerebrovascular... | Andrés Felipe Miranda-Arboleda, Laura Valentina López Gutiérrez
Etiología
Al igual que en todas las enfermedades causadas por trombosis, en
la embolia corazón–cerebro, se genera alteración en uno o más de los
tres componentes de la triada de Virchow (estasis, hipercoagulabilidad,
daño endotelial). Ver figura 5.
Fibrilación auricular/flutter (aleteo) atrial: La FA es la arritmia sos-
tenida más frecuente de la población adulta y la causa más frecuente
de ACV de origen cardíaco. Su presencia aumenta el riesgo de ACV hasta
cinco veces, puede causar hasta el 26% de todos infartos isquémicos y
afecta predominante la población mayor de 80 años, donde su prevalen-
cia alcanza hasta el 10%. Es una causa prevenible de recurrencia pues la
anticoagulación reduce en dos tercios la posibilidad de nuevos eventos.
Una vez demostrada la FA, la intervención terapéutica que tiene
mayor impacto en la morbimortalidad de estos pacientes es el uso de
anticoagulación oral. Sin embargo, no todos los pacientes se anticoagu-
lan y para definir esto se utilizan puntajes de riesgo para establecer el
riego de ACV al año. Para establecer el riesgo de ACV a partir de una
FA, se han usado diferentes puntajes, uno de los más recientes, mejor
validado y recomendado por las guías de manejo internacional es el
CHA2DS2VASc (ver tabla 2). El uso de este puntaje permite establecer
el riesgo anual de ACV y con ello definir la anticoagulación como estra-
tegia de prevención primaria o secundaria. Se recomienda anticoagular
a pacientes con CHA2DS2VASc ≥2 si es hombre o ≥3 si es mujer, siem-
pre y cuando uno de los puntos sea aportado por el género. Con un
menor grado de recomendación, se sugiere anticogular hombres con
CHADSVASC de 1 y mujeres con CHADSVASc de 2, pero la evidencia
en este punto es menor y siempre la anticoagulación en estos casos
debe hacerse con un anticoagulante oral directo (DOAC).
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 295
VI: Ventrículo Izquierdo, FEVI: Fracción de eyección de ventrículo izquierdo, FOP: Fora-
meen ovale permeable
ACV: Accidente cerebrovascular, AIT: Ataque isquémico transitorio, ACO: Anticoagulación oral, NIHSS:
National Institute of Health Stroke Scale, RM: Resonancia magnética, TC: Tomografía computarizada
Tomado de: Rev Esp Cardiol. 2017;70:50.e1-e84 - Vol. 70 Núm.01 DOI: 10.1016/j.recesp.2016.11.014
probable para este hallazgo son posibles trombos que se generan en las
zonas acinéticas y disquinéticas del ventrículo en el postinfarto. Tam-
bién la revascularización percutánea tiene riesgo de ACV, aunque bajo
(cerca del 0.1%) se asocia con un mayor riesgo que la población general.
En los últimos años es posible que esta asociación sea cada vez menos
frecuente, gracias a la revascularización temprana, mejores opciones
para el manejo antitrombótico y anticoagulación, junto a la disponibili-
dad de mejores estrategias de prevención secundaria.
Recientemente, el estudio ATLAS ACS –TIMI 46 demostró beneficios
en la reducción de eventos cardiovasculares mayores (MACE), utilizan-
do rivaroxaban a dosis bajas sumado a la doble terapia antiplaquetaria.
Sin embargo, la aplicación en la práctica clínica de esta conducta no se
ha masificado por el aumento significativo en los episodios de sangra-
do mayor, incluyendo hemorragia intracraneal.
Foramen ovale permeable (FOP): Aproximadamente el 25–30% de
la población general tiene FOP y éste facilita la embolia paradójica des-
de la circulación venosa al lecho arterial, en especial cuando se asocia
con la presencia de aneurisma del septum interauricular. También se ha
encontrado la presencia de FOP hasta en el 40% de personas jóvenes
con ACV, por lo demás criptogénico, sin embargo, esta asociación con-
tinúa siendo controversial ya que en algunos estudios se ha encontrado
mayor recurrencia de ACV en personas con FOP, pero en otros no. Has-
ta ahora, no se ha encontrado un beneficio de tratar los pacientes con
FOP, bien sea con anticoagulación, antiagregación o cierre para preve-
nir de manera primaria la aparición de un ACV.
Recientemente, en pacientes con ACV, por lo demás criptogénico y
presencia de FOP, se ha demostrado en diferentes meta-análisis que la
recurrencia de ACV es 6.3 veces mayor en el grupo de tratamiento mé-
dico comparado con el grupo de pacientes que fueron a cierre del FOP.
Estudios con asignación aleatoria como el RESPECT, CLOSE and Gore
Reduced demostraron reducción de la recurrencia de eventos neuro-
vasculares en personas con FOP y un primer evento cerebrovascular
sin clara explicación. La tendencia actual con respecto al manejo del
FOP y ACV considera el cierre percutáneo, con dispositivos, en aque-
llas personas jóvenes menores de 50 años con un primer ACV y en
quienes no se encuentran otras explicaciones como enfermedad ate-
roesclerótica, fuentes cardioemólicas, estado hipercoagulabilidad, di-
sección arterial, enfermedad de pequeño vaso, hipertensión o diabetes
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 299
Tratamiento
Las recomendaciones para el manejo inicial no difieren en pacientes
con ACV cardioembólico en comparación con otras etiologías de ACV
isquémico, éstas se revisarán en otros episodios de este libro.
Respecto a la trombolisis existen conclusiones de un meta-análisis
de datos individuales, que recoge información de nueve diferentes es-
tudios de asignación aleatoria diferentes, que concluyen que la trombo-
lisis se asocia de manera más frecuente con “buen desenlace neurológi-
co” de manera absoluta en un 10% más de los casos si se hace dentro de
las tres primeras horas luego del inicio de los síntomas. Entre 3 horas a
4.5 horas se logra una mejoría más leve del 5%.
Es importante tener presente que los pacientes con anticoagula-
ción pueden presentarse con ACV isquémico, a pesar de estar in-
clusive en rango terapéutico. En estos pacientes cuando están an-
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 301
Conclusiones
La cardioembolia es una causa frecuente de enfermedad cerebrovas-
cular, alcanzando a representar un tercio de los eventos isquémicos,
siendo aún más frecuente en el grupo poblacional mayor de 85 años.
El ACV cardioembólico es caracterizado por ser más grave, más
extenso, causar mayor discapacidad, tener un alto potencial de recu-
rrencia y una alta mortalidad intrahospitalaria, alcanzando, en algunas
series, hasta el 27%; es el subtipo de infartos cerebrales isquémicos con
mortalidad intrahospitalaria más alta durante la fase aguda del evento.
El ejercicio diagnóstico de cardioembolia comienza con la sospecha
clínica. Debe buscarse, activamente, desde el interrogatorio y las ayu-
das diagnósticas iniciales, que incluyen siempre la realización e inter-
pretación del ECG.
El monitoreo extendido electrocardiográfico prolongado para detec-
tar FA asintomática, en pacientes de riesgo que han sufrido un ACV,
no se recomienda de rutina y se deja para casos seleccionados, pues, a
pesar de detectar más episodios de FA de más de 30 segundos de du-
ración, no se ha logrado encontrar un beneficio clínico de esta práctica.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 303
Lecturas recomendadas
This was after a long series of fits. I always used to fall into a sort of
torpid condition after such a series, and lost my memory almost en-
tirely; and though I was not altogether without reason at such times,
yet I had no logical power of thought. This would continue for three
or four days, and then I would recover myself again. I remember my
melancholy was intolerable.
Fiodor Dostoevsky: The idiot. 1869 (1)
Introducción
El estatus epiléptico es una condición cada vez más pre-
valente en nuestro medio, debido a la presencia, frecuente
en nuestros pacientes, de lesiones antiguas que generan
crisis de novo, como las secuelas de accidentes cerebro-
vasculares, traumas encefalocraneanos, los tumores cere-
brales; así como la incidencia mayor de lesiones agudas
como la neuroinfección y los trastornos metabólicos. Todo
lo anterior, pone al estatus en una posición destacada den-
tro de las enfermedades fundamentales que debe conocer
el médico general, para su adecuada identificación y ma-
nejo en la práctica diaria.
Definición
Según el último consenso de la ILAE (International Lea-
gue Against Epilepsy, por sus siglas en inglés), el estatus
epiléptico es una condición caracterizada por una crisis
306 Estatus epiléptico | Yamile Calle López
Historia
Desde la civilización babilónica (siglo VII a.C.) existen menciones de
cuadros clínicos similares al estatus epiléptico, pero no fue hasta 1824
cuando Louis Calmeil hace una descripción del “état de mal” en va-
rios pacientes de los hospitales de La Salpêtrière y Charenton en París,
enfatizando en que la presencia de múltiples crisis sin recuperación
entre ellas era la causa de la mortalidad tan alta que se presentaba en
estos pacientes. Posteriormente, Bourneville, mientras trabajaba en Bi-
cêtre, identifica dos períodos en el estatus: el convulsivo y el meningí-
tico (equivalente al estatus sutil de las clasificaciones más recientes), y
nota que muchos de sus pacientes presentan una temperatura alta no
atribuible a infección alguna, y que ésta era un factor de mal pronóstico
(hallazgo también descrito por Charcot y Westphal). Unos años des-
pués, Trousseau le da el nombre de estatus epiléptico y habla en sus
trabajos de la gran mortalidad secundaria a este cuadro (3).
Estas primeras descripciones se habían realizado en pacientes institu-
cionalizados en las llamadas guardias de epilépticos, no fue hasta 1881
cuando Gowers (en el hospital nacional de paralizados y epilépticos en
Londres) reúne una serie de pacientes ambulatorios y concluye que la
condición es rara en esta población; lo mismo concluyen Trowbridge y
Mayberry en Estados Unidos en 1891. En 1903 Clark y Prout clasifican
el estatus en focal motor, tónico-clónico (el más frecuente en esta serie)
y de ausencia; y agregan que los pacientes con epilepsia que tienen ori-
gen en daños estructurales tienen una mayor probabilidad de desarrollar
estatus (conclusión a la que también llega Janz en 1964). Tanto Gowers
como Clark y Prout señalan la suspensión abrupta de anticonvulsivantes
(para la época las bromidas) como la causa principal de estatus en pacien-
tes previamente diagnosticados con epilepsia. En 1940, Kinnear Wilson
agrega a la epilepsia parcial continua como una forma de estatus; y en la
misma década, Whitty y Taylor demuestran que el retraso en el inicio del
tratamiento y la larga duración del estatus son factores de mal pronóstico.
En las décadas subsecuentes se describió la epidemiología y se hi-
cieron los primeros estudios de causalidad en estatus, incluyendo tra-
bajos en animales para definir los cambios cerebrales según el tiempo
de evolución de la condición; hasta llegar en 1962 a la primera defini-
ción oficial de estatus epiléptico dada en la conferencia de la ILAE en
Marsella: “una crisis que persiste por un tiempo suficiente, o se repite
frecuentemente, para producir una condición epiléptica duradera” (3).
308 Estatus epiléptico | Yamile Calle López
Epidemiología
La incidencia del estatus epiléptico en Estados Unidos es de 10–40 por
cada 100.000 habitantes al año, siendo 20–47% de éstos no convulsivos
(6); con un pico bimodal para todos los estatus, antes del primer año de
vida y después de los 60 años (7). El 54% de los estatus no han tenido
crisis previas (8), factor de mal pronóstico como veremos a continua-
ción. El 46% restante, con antecedente previo de epilepsia, tiene como
causa principal de su estatus la falta de adherencia a los anticonvulsi-
vantes (9). El 25% de los pacientes que sobreviven presentan deterioro
en su estado funcional, y el 16% presentan graves secuelas cognitivas.
La mortalidad general en los primeros treinta días se acerca al 20% (10),
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 309
elevándose hasta el 43% a los diez años (11). Según el estudio de esta-
tus epiléptico de Rochester, los factores que incrementan la mortalidad
son la duración mayor de veinticuatro horas (RR de 2,3), etiología agu-
da sintomática (RR de 2,2), y el estatus mioclónico (RR de 4) (11). En el
65% de los casos el estatus es la primera o segunda crisis no provocada,
y aumenta el riesgo de nuevas crisis en 3,3 veces (12), comparado con
una crisis única autolimitada. De todos los estatus, entre el 23 y el 43%
progresarán a refractarios (13), y de éstos el 20% a súper refractario
(14). En el estatus no convulsivo, según un estudio retrospectivo, los
pacientes sin antecedente de epilepsia, los que tenían un compromiso
grave de la conciencia y los que tenían complicaciones agudas (como
sepsis, falla respiratoria y sangrados) tuvieron una mortalidad mayor
(15). Asimismo, es importante anotar que el estatus no convulsivo sin
manifestaciones clínicas sutiles es más frecuente en los pacientes con
310 Estatus epiléptico | Yamile Calle López
Tomada de: Rossetti AO et al . Status Epilepticus Severity Score (STESS): A tool to orient early treatment
strategy. J Neurol. 2008;255(10):1561–6.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 311
Clasificación
La clasificación más reciente del estatus fue publicada por la ILAE en
2015 y consta de cuatro ejes: semiología, etiología, EEG y edad (2). Esta
clasificación busca unificar el lenguaje entre médicos, mejorar el trata-
miento (enfocándolo de acuerdo al tipo de estatus) y ayudar en estu-
dios epidemiológicos posteriores. A continuación hablaremos de cada
uno de los ejes.
Eje 1: Semiología
Se basa en dos premisas: la presencia o ausencia de síntomas mo-
tores prominentes y el grado de alteración del estado de conciencia. A
grandes rasgos se divide en convulsivo y no convulsivo. En la tabla 2 se
explican, en mayor extensión, los subtipos de estatus (2).
Eje 2: Etiología
Se divide en dos categorías grandes: conocida y desconocida. La
primera, se subdivide en: aguda (accidente cerebrovascular, intoxi-
caciones, infecciones, etc.); remota (postraumática, postencefalítica,
postaccidente cerebrovascular, etc.); progresiva (tumores cerebrales,
epilepsias mioclónicas progresivas, demencias); y síndromes electroclí-
nicos definidos (estatus tónico en los síndromes de Ohtahara, West,
Lennox-Gastaut, estatus mioclónico en el síndrome de Dravet, estatus
afásico en el síndrome de Landau-Kleffner, etc.) (2).
Entre las causas más comunes de estatus agudo están el accidente
cerebrovascular (22%), las alteraciones metabólicas (15%), la hipoxia
(13%), y las infecciones sistémicas (7%); de las causas de estatus remoto
(no relacionado con daño anatómico o funcional a nivel cerebral ocurri-
do en los últimos siete días), la más común corresponde a las bajas con-
centraciones de anticonvulsivantes en pacientes epilépticos (34%) (13).
Eje 3: EEG
Los estatus se caracterizan al inicio por descargas epileptiformes,
pero al progresar en el tiempo, aparecen otros patrones epileptiformes
menos específicos. El EEG es fundamental para el diagnóstico del es-
tatus no convulsivo, al demostrar la actividad eléctrica alterada a nivel
cerebral, en un paciente con manifestaciones clínicas sutiles o ausentes.
312 Estatus epiléptico | Yamile Calle López
Tabla 2: Semiología
*El estatus sutil corresponde a manifestaciones motoras leves (como nistagmus, mini-mioclonías de un
solo dedo, etc.), asociadas a coma.
**El aura continua puede corresponder a síntomas sensitivos, emocionales, visuales, olfatorios, auditivos,
gustativos, o experienciales.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 313
Eje 4: Edad
Este eje busca clasificar en grupos de edad para de esta manera sos-
pechar determinadas causas y síndromes epilépticos típicos de cada
edad, así como orientar el tratamiento. Los divide en neonatal (0–30
días), lactante (1 mes – 2 años), infancia (2 – 12 años), adolescencia y
adultez (12 – 59 años), y adultez mayor (mayores de 60 años) (2).
Paraclínicos
Mientras se administra el manejo, que se mencionará en la próxima
sección, se debe iniciar, rápidamente, la búsqueda de la causa que está
generando el estatus, la cual debe ser corregida lo más pronto posible,
para evitar la perpetuación de esta condición. La guía de la Sociedad
Americana de Cuidado Crítico Neurológico recomienda realizar, antes
que nada, un interrogatorio y examen físico general y neurológico ade-
cuado, teniendo en cuenta que puede haber síntomas, antecedentes y
hallazgos al examen físico que orienten hacia etiologías, como: la pre-
sencia de estigmas de enfermedad renal o hepática, signos de algunos
síndromes epilépticos, etc. (ver tabla 3). Además recomiendan solicitar
un panel metabólico básico, que incluya pruebas renales, hepáticas, ga-
ses arteriales y electrolitos; una neuroimagen (de acuerdo a disponibi-
lidad TAC o RMN) para descartar lesiones estructurales no conocidas;
una punción lumbar si se sospecha neuroinfección o encefalitis de otra
índole; y estudios toxicológicos si se sospecha una intoxicación como
causa (20).
314 Estatus epiléptico | Yamile Calle López
Procesos agudos
Alteraciones metabólicas Anormalidades electrolíticas, hipoglicemia, falla renal.
Infección del SNC Meningitis, encefalitis, absceso cerebral.
Accidente cerebrovascular isquémico, hemorragia intracere-
Infartos cerebrales
bral, hemorragia subaracnoidea, trombosis de senos venosos.
Trauma Hematoma epidural o subdural
Toxidromes por consumo de sustancias, síndrome de descon-
Drogas tinuación de opioides, benzodiacepinas, barbitúricos o alco-
hol o no adherencia al tratamiento antiepiléptico.
Hipertensiva, síndrome de encefalopatía posterior reversible,
Encefalopatía
hipóxica por paro cardíaco.
Encefalitis autoinmune Síndromes paraneoplásicos.
Procesos crónicos
Aumento en el número de crisis o descontinuación de anti-
Epilepsia pre-existente
convulsivantes
Uso crónico de etanol Intoxicación por etanol o síndrome de abstinencia.
Patologías estructurales
Tumores, infartos cerebrales, TCE, displasia cortical focal.
antiguas del SNC
Tratamiento
Para el tratamiento del estatus epiléptico convulsivo existen varias
guías de manejo, entre las cuales figuran la guía de la Federación Eu-
ropea de Neurología de 2010 (21), la guía de la Sociedad Americana de
Cuidado Crítico Neurológico de 2012 (20), y la más reciente guía de la
Asociación Americana de Epilepsia de 2016 (22). Cada una de ellas se
basa en una serie de estudios que demostraron la eficacia de algunas
de las benzodiacepinas y otros anticonvulsivantes (fenitoína, ácido val-
proico, levetiracetam, etc.) en el estatus epiléptico.
El manejo inicial en el servicio de urgencias debe ser metódico y
organizado, siguiendo una serie de pasos (ver tabla 4). En los primeros
diez minutos el paciente debe ser estabilizado hemodinamicamente y
tener asegurada la vía aérea. La meta es parar las crisis convulsivas tan
rápido como sea posible. El tratamiento anticonvulsivante posee tres
niveles, el manejo emergente de uso inmediato en urgencias o incluso
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 315
Tabla 4. Manejo médico de un paciente con estatus epiléptico en las primeras horas
del servicio de urgencias (20)
Tiempo en
Manejo médico Meta
minutos
Protección de vía aérea, oxime- Asegurar la ventilación y oxigenación
0–2
tría y glucometría Diagnosticar hipoglicemia
Asegurar ventilación en pacientes incons-
Intubación oro traqueal 0 – 10
cientes
Resucitación con fluidos
Acceso venoso periférico 5 – 10 Administración de anticonvulsivante
emergente IV
Descartar condiciones metabólicas que
Estudios de laboratorio 5 – 10
amenacen la vida
Mantener presión arterial sistólica por
Monitoreo cardíaco con ECG y
encima de 90mmHg o la presión arterial
uso de vasopresores
media por encima de 70
Revertir la deficiencia de tiamina y tratar
Tiamina seguido de dextrosa 5 – 10
la hipoglicemia
Evaluar posibilidad de lesión intracraneal
Examen físico neurológico 10 – 15
aguda
Tratamiento urgente con anti- Control de crisis en pacientes que persis-
20 – 40
convulsivantes (segunda línea) ten convulsionando
Catéter urinario 0 – 60 Evaluar la circulación sistémica
En pacientes que dejaron de convulsio-
EEG continuo 15 – 60 nar pero persisten con alteración de la
conciencia
En pacientes con sospecha de neuroin-
TAC o punción lumbar 40 – 60
fección o lesión ocupante de espacio
Anestésicos IV y traslado a Uni-
60 – 120 En pacientes con estatus refractario
dad de Cuidados intensivos
Modificado de: Brophy GM, et al. Guidelines for the evaluation and management of status epilepticus.
Neurocrit Care. 2012;17(1):3–23.
316 Estatus epiléptico | Yamile Calle López
Medicamento Dosis
Midazolam en urgencias 0,1 mg/kg IM/IV
Lorazepam IV 2–4 mg a 2 mg/minuto (puede repetirse una vez)
Diazepam IV 5–10 mg a 5 mg/minuto (puede repetirse una vez)
Fenitoína IV 18–20 mg/kg a velocidad máxima de 50 mg/minuto
Ácido valproico IV 20–30 mg/kg a 100 mg/minuto
Levetiracetam IV 20–60 mg/kg en más de 15 minutos
Fenobarbital IV 20 mg/kg a velocidad de 50–75 mg/minuto
Midazolam IV Bolo de 0,2 mg/kg, seguido de 0,2–0,6 mg/kg/hora
Bolo de 2 mg/kg, seguido de infusión
Propofol IV
de 0,03–5 mg/kg/hora
Bolo de 2 mg/kg, seguido de infusión continua
Tiopental IV
de 0,5–5 mg/kg/hora
Bolo de 5 mg/kg, seguido de infusión
Pentobarbital IV
de 0,5–5 mg/kg/hora
Conclusiones
El estatus epiléptico es una urgencia neurológica que puede dar al tras-
te con la vida y funcionalidad del paciente, si no es tratado prontamen-
te, con los fármacos adecuados y a las dosis correctas. Es importante
tener en cuenta que más del 50% de los mismos se presentan en pacien-
tes sin antecedentes de epilepsia, y hasta el 47% pueden presentarse
como estatus no convulsivos, por lo cual hay que tener un alto índice
de sospecha.
Por último, el estatus refractario y el súper refractario necesitan un
manejo interdisciplinario con los especialistas en cuidado intensivo, y
tienen una menor probabilidad de mejoría con los medicamentos dis-
ponibles actualmente; se requieren más estudios de farmacoterapia en
esta población específica para poder hacer una recomendación con ma-
yor evidencia en el tratamiento.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 319
Referencias
Cordón espinal C1
Agrandamiento Nervios cervicales
cervical (8 pares)
C8
T1
Canal vertebral
(espacio epidural)
Espacio
subracnoideo Nervios torácicos
(12 pares)
Agrandamiento
lumbosacro T12
Cono medular
L1
Saco dural espinal
Cisterna lumbar del
espacio subracnoideo Nervios lumbares
Cauda equina (5 pares)
Filum terminale
internum
L5
S1
Nervios sacros
(5 pares)
Filum terminale
externum S5
Nervio coccigeo
(1 par)
Vista lateral Vista anterior
Intervenido de: Cho, T. A. (2015). Spinal Cord Functional Anatomy. CONTINUUM: Lifelong Learning
in Neurology, 21, 13–35.
Ateria espinal
posterior
Plexo
arterial pial
Adaptado de: Cho, T. A, & Bhattacharyya, S. (2018). Approach to Myelopathy. CONTINUUM: Lifelong
Learning in Neurology, 24, 386–406.
Tabla 1: Miotomas
Miotomas Escala de fuerza
C5: Flexión codo 0: Ningún movimiento
C6: Extensión de muñeca 1: Contracción visible, sin movimiento
C7: Extensión de codo 2: Movimiento, no vence gravedad
C8 Flexión dedos de mano 3: Movimiento, vence gravedad
T1 Abducción dedos de manos 4: Vence gravedad y alguna resistencia
L2 Flexión cadera 5: Fuerza normal
L3 Extensión rodilla
L4 Dorsiflexión
L5 Flexión de Hallux
S1 Plantiflexión
328 Semiología medular: Fácil | Darwin S. Narváez Urbano
Miotomas
Además de los miotomas (Tabla 1), en la fuerza muscular hay otros
tres puntos adicionales relevantes:
Reflejos
Reflejos
Tricipital C7 – C8
Bicipital y estiloradial C5 – C6
Patelar L3 – L4
Aquiliano S1 – S2
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 329
Con los reflejos se debe tener en cuenta cuál es la raíz del nervio es-
pinal del que se originan y por ende, cuál es el nivel de la raíz dañado,
en el caso de no estar presente el reflejo.
Existen unos reflejos anormales que se producen cuando hay lesión
del tracto piramidal (neurona motora superior) por aumento del tono
muscular y la hiperreflexia que se da en estos casos; tales como el signo
de Babinski (extensión del primer dedo y abducción del resto de dedos
del pie ante la estimulación plantar). Este reflejo es normal o fisiológico
en niños menores de un año y medio por su mielinización inmadura.
Como resumen, si tomamos en el paciente unos puntos de referen-
cia, que van a ser los puntos en donde se evalúan los reflejos mioten-
dinosos e iniciamos un conteo de abajo hacia arriba iniciando por el 1,
así: Aquiliano: 1–2, Patelar: 3–4, Bicipital: 5–6, Estiloradial: 5–6, Tricipi-
tal: 7–8. Esto permite recordar la raíz de origen de los reflejos y que en
general corresponde al miotoma que realiza el movimiento al inducir
el reflejo. Por ejemplo: al evaluar el reflejo patelar que viene de la raíz
L3–L4 vemos que se produce extensión de la rodilla, sabemos entonces
que el miotoma de la raíz L3–L4 realiza ese movimiento: extensión de
la rodilla. De esta manera con el mismo sistema aprendemos los reflejos
y los miotomas a la vez (figura 4).
7,8 (C)
5,6 (C)
inferior Flexor plantar del tobillo S1 S1 S1 Flexor plantar del tobillo inferior
L5
derecha S2 S2
izquierda
S3 S3
Contracción anal voluntaria (Si/No) S4 - 5 S4 - 5 Presión anal profunda (Si/No)
TOTAL DERECHO (MÁXIMO) TOTAL IZQUIERDO (MÁXIMO)
(50) (50) (50) (50) (50) (50)
Semiología autonómica
La semiología del sistema nervioso autónomo se puede evaluar en
el examen físico. Sin embargo, en gran parte depende más de la anam-
nesis para su valoración. Siempre se debe indagar sobre aspectos como
historia de incontinencia urinaria o fecal, función sexual, entre otros.
Recordando lo planteado anteriormente, las fibras de todo el sistema
nervioso autónomo van de manera difusa por la parte lateral de la mé-
dula. Las del sistema simpático salen en el nivel toraco-lumbar y las del
parasimpático a La altura cérvico-sacro (“tienes un tórax simpático”).
Se plantearán las principales alteraciones asociadas a cada sistema.
Sistema simpático
Las lesiones al nivel de C8–T1 lesionan la salida de las primeras fi-
bras del sistema nervioso simpático que van a inervar la región ocular
y facial por ende producen el llamado: “Síndrome de Horner” (Ptosis,
miosis y anhidrosis).
Por otro lado, lesiones por arriba de T6 comprometen de una mane-
ra mucho más extensa las fibras simpáticas, llegando al punto de afec-
tar la función cardiovascular produciendo en su fase aguda el llamado
“choque neurogénico”, en el que se altera la eferencia simpática, pre-
dominando la acción parasimpática en la función cardiovascular. En la
fase aguda se presenta la triada de hipotensión, bradicardia y vasodila-
tación periférica (piel caliente); y ya en la fase crónica se presenta la lla-
mada “disreflexia autonómica”, caracterizada por crisis de hipertensión
y taquicardia por estímulos generados bajo el nivel de la lesión.
Sistema parasimpático
En la región sacra (donde predomina el sistema parasimpático), las
lesiones arriba del nivel S2–S4, en la fase aguda, tienen una presenta-
ción clínica tipo “síndrome de motoneurona inferior” de los nervios
de la micción con parálisis flácida del detrusor de la vejiga; ocurriendo
retención urinaria e incontinencia por rebosamiento y por el mismo
mecanismo, incontinencia fecal por hipotonía del esfínter anal. Luego,
con el paso del tiempo, inicia lo que se podría interpretar como un “sín-
drome de motoneurona superior” de estos mismos nervios, producien-
do espasticidad del detrusor de la vejiga, manifestándose con micción
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 333
Ascendentes o sensitivas
1. Tracto espinotalámico. Como su nombre lo indica, va de la médula
espinal al tálamo; se ubica en la parte lateral y anterior de la médula
y conduce la sensibilidad de temperatura, dolor y tacto grueso.
334 Semiología medular: Fácil | Darwin S. Narváez Urbano
COLUMNA DORSAL
lpsilateral Vibración
Posición
Discriminación de 2 puntos
Sensación profunda
TRACTO CORTICOESPINAL
Ipsilateral Parálisis, paresia
Espasticidad
Hiperreflexia
Clonus
Signo de Babinski
TRACTO ESPINOTALÁMICO
Contralateral Dolor
Sensación térmica
Modificado de: Gruener, G., & Biller, J. (2008). SPINAL CORD ANATOMY, LOCALIZATION,
AND OVERVIEW OF SPINAL CORD SYNDROMES. CONTINUUM: Lifelong Learning in
Neurology, 14, 11–35.
Su trayecto inicia cuando entran las neuronas sensitivas del nervio es-
pinal por su raíz posterior, hacen sinapsis en el asta posterior y desde
ahí suben dos niveles y se decusan hacia el lado contralateral, pasando
por delante del canal central por la llamada comisura anterior. Ya estan-
do al lado contrario a su entrada, se ubican en la parte lateral y anterior
de la médula, hasta llegar al tálamo contralateral al estímulo (figura 7).
2. Cordones posteriores. También van desde la médula espinal al tálamo,
pero como su nombre lo indica se ubican en la parte posterior de la
médula. Se compone a su vez de dos tractos: el Gracilis y el Cunea-
tus; conducen la sensibilidad profunda: propiocepción y vibración
y además el tacto fino.
Esta vía inicia al entrar las neuronas sensitivas del nervio espinal por
la raíz posterior, luego hace sinapsis en el asta posterior y desde allí
se ubica en la región posterior de la médula, subiendo por el mismo
lado en el que entra, hasta llegar a la parte más superior de la médula
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 335
Corteza
somatosensorial
Tálamo
Asta posterior
Estímulo periférico
Figura 7: Tracto espinotalámico Haz espinotalámico
lateral
Tomado de: http://neuroaprende.blogspot. Raiz nerviosa
com/2016/02/via-de-la-termoalgesia-espi- Haz espinotalámico
notalamica.html anterior
Descendente o motora
1. Tracto corticoespinal: Como su nombre lo indica va desde la corteza
hacia la médula espinal, se ubica en la parte lateral posterior de la
médula; conduce las órdenes motoras: es decir la inervación para la
fuerza muscular y control motor voluntario.
Se origina en la corteza cerebral, baja hasta llegar al bulbo raquídeo
del mismo lado, a unas estructuras llamadas pirámides (de donde
viene el nombre de sistema piramidal) y en la porción inferior de
éstas, se decusa al lado contrario, descendiendo siempre contrala-
teral a su origen en la corteza hasta llegar al asta anterior. Allí hace
sinapsis y sale de la médula por medio de la rama anterior del ner-
336 Semiología medular: Fácil | Darwin S. Narváez Urbano
Tálamo
Médula oblongada
Núcleo cuneatus
Núcleo gracilis
Área 4
Brazo posterior
Cápsula interna
Pedúnculo cerebral
Pirámide bulbar
Síndromes medulares
Se pueden clasificar básicamente para su aprendizaje así:
Uno. Daño de toda la médula o de la mitad:
• Mielopatía transversa
• Hemisección medular: Brown Sequard
nivel neurológico de la lesión será el nivel más caudal que tenga com-
pletamente normales tanto las funciones motoras como las sensitivas.
El choque medular es el primer período después de la lesión me-
dular, durante el cual se presentan signos similares al síndrome de
motoneurona inferior con cese de todas las funciones reflejas bajo el
nivel lesionado: hiporreflexia e hipotonía. El final de este período está
marcado semiológicamente por la “recuperación” del reflejo bulboca-
vernoso, momento en el cual se inicia la instauración del síndrome de
motoneurona superior típico de las lesiones medulares, con espastici-
dad, hiperreflexia, Babinski, Hoffman, entre otros.
Es de importancia diferenciar el término choque medular, del término
choque neurogénico, explicado previamente, consistente en la disfun-
ción del sistema cardiovascular por daño del sistema simpático medular
(baja presión arterial, baja frecuencia cardiaca y extremidades calientes).
Además, en este mismo contexto de trauma raquimedular se debe
clasificar el nivel ASIA de la lesión una vez se supere el período de
choque medular:
GRADO ASIA
A Lesión completa: motora y sensitiva.
Lesión incompleta: Debajo del nivel neurológico conserva niveles sensoriales, pero lo
B
motor está completamente abolido.
Lesión incompleta: Debajo del nivel neurológico conserva función motora, pero menos
C
de la mitad de los músculos claves tienen fuerza igual o mayor a tres.
Lesión incompleta: Debajo del nivel neurológico conserva función motora, con más de
D
la mitad de los músculos claves con fuerza igual o mayor a tres.
E Función motora y sensitiva conservada.
Conclusiones
• Para la semiología del sistema motor, conocer las raíces de los refle-
jos osteotendinosos nos ayuda a la vez a conocer los miotomas de
importancia (conteo ascendente): S1–2, L3–4, C5–C6, C7–8.
• La valoración del sistema sensitivo se realiza mediante los dermato-
mas y son de gran ayuda para la localización del nivel de la lesión.
• Los síndromes medulares se pueden entender de manera sencilla, si
se conocen básicamente tres vías o tractos: el espinotalámico (sensibili-
dad dolor y temperatura), los cordones posteriores (sensibilidad vibra-
ción y propiocepción) y el corticoespinal (control motor voluntario)
Bibliografía
Cordones posteriores
S L Tracto corticoespinal
T lateral (piramidal)
C
S Fibras descendentes
L
T autonómicas
C
S
Sistema anterolateral
L
T
C
Comisura anterior
Cordones posteriores
S L Tracto corticoespinal
T lateral (piramidal)
C
S
L Fibras descendentes
T autonómicas
C
S
Sistema anterolateral
L
T
C
Comisura anterior
Cordones posteriores
S L Tracto corticoespinal
T lateral (piramidal)
C
S
L Fibras descendentes
T autonómicas
C
S
Comisura anterior
L
T
C
Sistema anterolateral
Cordones posteriores
S L Tracto corticoespinal
T lateral (piramidal)
C
S Fibras descendentes
L autonómicas
T
C
S
Sistema anterolateral
L
T
C
Comisura anterior
Introducción
La inflamación aguda de la médula espinal ha sido llama-
da de diversas maneras en la literatura; dentro de ellas la
más conocida es la mielitis transversa, que, a mi parecer,
es inadecuado en vista de que casi nunca es transversa.
El concepto se reservó previamente para los casos idiopá-
ticos, pero actualmente se utiliza para abarcar el síndro-
me clínico general, se sepa o no la causa. También ha sido
llamada mielitis aguda, mielitis inflamatoria, mielopatía
inflamatoria (MI) entre otros, este último hará referencia
a los anteriores en esta revisión. Conocemos la MI como
un cuadro heterogéneo, que se manifiesta con síntomas
y signos de afección motora, sensitiva y autonómica atri-
buibles a la disfunción de la médula espinal, y que fue-
ron descritos en capítulo previo de este mismo volumen.
El término MI se ha aplicado ampliamente a los síndro-
mes mielopáticos en el contexto de autoinmunidad, en-
fermedad desmielinizante, infecciosa y postinfecciosa. El
diagnóstico de MI presenta un desafío para el clínico, ya
que la lista de posibles diagnósticos diferenciales es exten-
sa (tabla 1) y las mielopatías no inflamatorias con origen
etiológico neoplásico, vascular, compresivo o metabólico a
menudo imitan la MI.
346 Mielopatía inflamatoria aguda | Jorge Andrés Jiménez Arango
Tabla 1.
Diagnóstico
La MI es una afección neurológica rara que tiene una incidencia esti-
mada de hasta 3 por 100.000 pacientes año. Aunque es rara, la MI pue-
de tener efectos neurológicos devastadores en hasta dos tercios de los
pacientes, quienes tendrán un grado moderado a grave de discapaci-
dad residual. Esto da suma importancia a la certeza y velocidad con la
que se haga el diagnóstico. No se profundizará en los hallazgos clínicos
pues se mencionó de manera profunda en un capítulo anterior.
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 347
Resonancia magnética
La evaluación de la distribución de las lesiones en la RM también es
extremadamente importante. Inicialmente debe descartarse una causa
compresiva de la mielopatía pues requerirá manejo quirúrgico urgen-
te para evitar secuelas y discapacidad. En las imágenes, el patrón de
afección axial puede proporcionar información significativa sobre el
mecanismo patógeno subyacente. Por ejemplo, la esclerosis múltiple
(EM) afectaría preferentemente a las vías mielinizadas en la médula es-
pinal en cordones posteriores o laterales. De manera similar, una lesión
que afecte un área de irrigación limítrofe de la médula espinal sería
altamente sugestiva de una mielopatía isquémica. Las lesiones del tras-
torno del espectro neuromielitis óptica (NMOSD por su sigla en inglés)
afectan con mayor frecuencia la región central de la médula espinal en
el canal ependimario, donde se encuentra mayor concentración de los
350 Mielopatía inflamatoria aguda | Jorge Andrés Jiménez Arango
Figura 1.
tract involvement13
352 Mielopatía inflamatoria aguda | Jorge Andrés Jiménez Arango
Etiologías frecuentes
Esclerosis múltiple
La mielitis aguda ciertamente puede ser el evento inicial en un paciente
con esclerosis múltiple, típicamente se presenta como una mielitis par-
cial (figura 1) con los síntomas sensitivos, motores o autonómicos res-
pectivos. Los pacientes con mielitis por EM son más propensos a tener
hallazgos asimétricos con predilección por funículos posteriores. Un
síntoma clásico de la enfermedad es el signo de L´hermitte (sensación
de parestesias en columna y extremidades precipitadas por la flexión
del cuello), presente hasta en un tercio de los pacientes con EM. Este
signo no es específico para la enfermedad y aparece en otros tipos de
lesiones de la médula cervical, tanto compresivas como inflamatorias.
Los pacientes que presentan un síndrome desmielinizante monofocal,
como la mielitis asociado a la presencia de lesiones en la resonancia
cerebral compatibles con origen desmielinizante, tienen al alrededor
de 80% de probabilidad de cumplir con criterios de EM a 30 años, com-
parados con el 20% de los pacientes con resonancia normal. Para los
pacientes con mielitis aguda, los criterios más recientes para el diagnós-
tico de EM requieren sólo una lesión cerebral adicional para cumplir el
criterio de diseminación en espacio, y una lesión que capte gadolinio
(indicando inflamación actual) para cumplir el criterio de diseminación
en tiempo y así diagnóstico de EM clínicamente definida. Esto denota
la obligatoriedad de obtener una resonancia de cerebro en el enfoque
de pacientes con mielitis.
Figura 2.
Sarcoidosis (figura 3)
El perfil clínico de la sarcoidosis de la médula espinal es predomi-
nantemente mielopatía crónica progresiva; se manifiesta principal-
mente con síntomas sensitivos. Es posible encontrar principalmente
uno de dos patrones de IRM: una lesión del cordón central tumefacta o
lesiones parcheadas de varios niveles, casi todas con realce de contraste
durante la fase sintomática y algunas con el realce meníngeo nodular
característico. En una serie de pacientes con neurosarcoidosis la mayo-
ría debutan como mielopatía, haciendo hincapié en la importancia de
la sospecha diagnóstica. Todos los pacientes con mielopatía de causa
no clara requieren tomografía de tórax en búsqueda de hallazgos su-
gestivos de sarcoidosis pulmonar o mediastinal que dirija la biopsia y
así el diagnóstico de la lesión medular; en caso de ser normal y persistir
la sospecha, estudios como la tomografía de emisión de positrones son
útiles en búsqueda de sitios a biopsiar. La mayoría de los pacientes con
neurosarcoidosis demuestran anomalías en el análisis de LCR, no hay
un patrón específico, pero se observa pleocitosis linfocítica predomi-
nante con aumento de proteínas y algunos de ellos con bandas oligo-
clonales exclusivamente en LCR; la sensibilidad de la enzima conver-
tidora de angiotensina en el LCR es bastante baja lo que limita su uso.
Enfermedades infecciosas
Los síntomas, signos y aspectos adicionales de la historia del pacien-
te pueden, con frecuencia, sugerir una etiología infecciosa. Por ejem-
plo, la presencia de fiebre, meningismo, exantema (zoster, enterovirus),
infección sistémica concurrente (p. ej. neumonía o diarrea), un estado
inmunocomprometido (herpes zoster, citomegalovirus), un anteceden-
te de residencia en área endémica (tuberculosis, infección parasitaria),
infección genital recurrente (herpesvirus), dolor urente radicular con
o sin vesículas sugestivas de radiculitis zoster o adenopatías pueden
VII Simposio Residentes de Neurología | Neurología en la práctica clínica 355
Figura 3.
Tratamiento
Una vez la etiología inflamatoria está identificada debido al perfil clíni-
co, los hallazgos del LCR y la RM, el clínico debe decidir si hay riesgo
o no de una causa infecciosa. Cualquier síntoma sistémico de infección
(fiebre, escalofrío, rash, etc.) debe inducir a un protocolo diagnóstico
afín. Si el LCR muestra una pleocitosis importante, usualmente mayor
de 50 células, de predominio polimorfonuclear con glucosa consumida
356 Mielopatía inflamatoria aguda | Jorge Andrés Jiménez Arango
Lecturas recomendadas
Prólogo........................................................................................................................7
Delirium
Juan Diego Vargas Murcia........................................................................................129
El paciente en coma
Carolina Estrada Pérez.............................................................................................149
Hipertensión intracraneal
Carolina Monsalve Muñoz, Diana Carolina Cardona Gallón.............................165
358 Tabla de contenido
Neurosífilis
Carolina Ospina Villegas..........................................................................................213
Neurología aguda
Diana M. Castrillón Velilla........................................................................................223
Cefaleas crónicas
Natalia Hernández Beltrán......................................................................................261
Estatus epiléptico
Yamile Calle López....................................................................................................305