San Marcelino Champagnat
San Marcelino Champagnat
San Marcelino Champagnat
Esquema de la Novena
- Leemos el escrito de Marcelino que viene en referencia al día correspondiente. Pensar o dialogar
enero 1834
Señor,
Nacido en el cantón de St. Genêt Malifaux, departamento de la Loire sólo con infinitas dificultades
pude llegar a leer y escribir, por falta de maestros capacitados: desde entonces, comprendí la urgente
necesidad de una institución que pudiera, con menos gastos, procurar a los niños de las zonas
rurales, la enseñanza adecuada...
Elevado al sacerdocio en 1816, fui colocado en calidad de vicario en una zona rural;...lo que allí ví
con mis propios ojos me hizo sentir con más fuerza todavía la importancia de poner en práctica, sin
dilación, el proyecto que meditaba desde hacía mucho tiempo.
Empecé, pues, a formar a algunos maestros... Les di el nombre de Hermanitos de María. muy
convencido de que este solo nombre atraería un gran número de personas. Un rápido éxito, en pocos
años, ha justificado mis suposiciones y...superado mis esperanzas. En 1824, bajo la protección del
Administrador de la diócesis de Lyon, ayudado por este Prelado y por las buenas gentes de la región,
construí cerca de la ciudad de St. Chamond una casa amplia para establecer en ella la escuela
normal , de la nueva sociedad.
Setenta y dos personas de esta casa trabajan ya en un buen número de municipios,...sin contar unos
cuarenta novicios que se preparan para seguir los pasos de los primeros..
...Las numerosas peticiones que me llegan de todas partes y de distintos
Alcaldes (sobre todo a partir de la ley de 28 de junio de 1833), la aceptación de las autoridades
locales, del Sr. Prefecto de la Loire y de varios honorables diputados, que han tenido a bien
asegurarme su protección , me demuestran con toda evidencia la sintonía entre mi institución y el
espíritu del gobierno, entre la necesidad y los recursos de los municipios rurales, como para que
pueda dudar un solo instante del éxito de mi petición .
Estoy pues, Majestad, lleno de la dulce esperanza de que esta empresa, iniciada únicamente para el
bien de mis conciudadanos, será aceptada por Vuestra Majestad, dispuesta siempre a animar cuanto
es útil .Los Hermanos de María, habiendo recibido de vuestra real bondad una existencia legal, os
serán deudores de una gratitud eterna y se unirán a mí para declararse por siempre,
Señor muy humildes, muy obedientes y muy fieles súbditos de Vuestra Majestad.
Champagnat.
Sr. Superior:
La gran confianza que tengo en usted...
Siempre es en usted donde vengo a buscar ...
Con mucha confianza, vengo a pedirle un consejo y un consuelo en mis dificultades. Aquí me tiene,
solo, como sin duda ya sabe. Haga lo que haga me es imposible atender a todo. Es absolutamente
necesario que visite nuestras escuelas y que vea cómo marcha cada casa. Esto me resulta imposible si
no tengo alguien que se entienda bien conmigo. Somos casi ochenta; en nuestras escuelas tenemos
por ahora más de dos mil niños; me parece que esto debería ser tenido en cuenta.
1 de enero de 1837.
Muy amados, muy queridos Hermanos, amémonos unos a otros.
En este inicio del año, no podría emplear otro lenguaje más conforme con mis gustos y mis afectos; si
interrogo a mi corazón, a mis sentimientos, a la pena que me causa la más pequeña de sus
desgracias, a sus dificultades que son las mías, a los veinte años de preocupación, todo ello me
responde que puedo con atrevimiento y sin temor dirigirles las palabras que el discípulo amado pone
al principio de todas sus cartas: «Amadísimos, amémonos unos a otros, porque la caridad viene de
Dios».
Los deseos y votos que formulo al principio de este año son muy diferentes de los que el mundo se
esfuerza en expresar con lenguaje engañoso: abundancia de bienes, honores, placeres que el
corazón nunca disfruta, esto es lo que el mundo desea. Por mi parte, carísimos, amadísimos, cada día
que subo al altar santo, suplico a nuestro divino maestro se digne derramar sobre todos sus gracias y
bendiciones más abundantes, que los ayude a huir del pecado, como del único mal que hay que
temer, que allane el camino de las virtudes propias de todo religioso, propias, sobre todo, de los hijos
de María.
¡A Dios, queridísimos, amadísimos! Tengo el honor de ser su afectísimo Padre en Jesús y María,
Champagnat.
¡Viva Jesús, viva María, viva San José! Mis buenos amigos:
No se asusten, tenemos a María como defensa. Todos nuestros cabellos están contados, no caerá ni
uno solo de ellos sin que Dios lo permita. Estemos convencidos de que no tenemos mayor enemigo
que nosotros mismos. Sólo nosotros podemos hacernos daño, nadie más puede hacérnoslo. Dios ha
dicho al malvado: hasta aquí llegarás y de aquí no pasarás. Abandonémonos, pues, a la sabia y
amorosa guía de la Providencia.
Los dejo en los Sagrados Corazones de Jesús y de María. No los olvidamos en nuestras oraciones.
Recen también por nosotros. Tengo el honor de ser su afectísimo Padre en J. y M.
Champagnat,
Sup de los Hnos.
L’Hermitage de María, 5 de agosto de 1830.
Querido Antonio
Mis buenos amigos, multiplíquense para que su escuela marche bien. No pierdan de vista el mucho
bien que pueden hacer; vean el interés que el Salvador del mundo tiene para instruir a los niños,
encomienda a sus discípulos que dejen a los niños acercarse a su persona divina.
Digan a sus alumnos que tienen una dicha muy grande al ser tan queridos por Jesús, como lo son. Sí,
este Dios de bondad los ama hasta el punto de encontrar sus delicias en estar con ellos; sólo tienen
que abrirle su corazón y Jesús y María lo llenarán.
Interesen a María en su favor, díganle que, después de haber hecho ustedes todo lo posible, ella será
la responsable si sus cosas no van bien. Encomiéndenle mucho sus niños, hagan con ellos una
sencilla novena en su honor: la breve oración del Acordaos.
Se me hace muy larga la espera para ir a verlos y abrazarlos a los dos. Mientras tanto, los dejo en los
Sagrados Corazones de Jesús y de María. No los olvido en mis oraciones y me encomiendo a las
suyas.
Tengo el honor de ser su afectísimo Padre en J. y M.
Champagnat, Sup. de los Hnos.
Notre-Dame de l'Hermitage, 4 de febrero de 1831.
Carta al H. Teófilo invitándolo a poner su mirada en Dios y alabarlo desde lo concreto de su vida.
Deseo que reine siempre entre los Hermanos de María una obediencia total y perfecta;
Les encarezco también, muy queridos Hermanos, con todo el cariño de mi alma y por el que
ustedes me profesan que se comporten de tal modo que la caridad reine siempre entre ustedes.
Amense unos a otros como Cristo los ha amado. No haya entre ustedes sino un solo corazón y un
mismo espíritu. Ojalá se pueda afirmar de los Hermanitos de María lo que se decía de los primeros
cristianos: ¡Miren como se aman!... Es el deseo más vivo de mi corazón en estos últimos instantes de
mi vida. Si, queridos Hermanos míos, escuchen las últimas palabras de su padre, que son las de
nuestro amadísimo Salvador: “Amensé los unos a otros”.
Pido también al Señor y deseo con toda mi alma, que perseveren fielmente en el santo
ejercicio de la presencia de Dios, alma de la oración, de la meditación y de todas las virtudes.
¡Qué consolador resulta, cuando se va a comparecer delante de Dios, recordar que se ha vivido bajo
el amparo de María y en su Sociedad! Dígnese esta buena Madre conservaros, multiplicaros y
santificaros. Que la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu
Santo estén siempre con ustedes. Los dejo a todos, confiadamente, en los Sagrados Corazones de
Jesús y de María, hasta que tengamos la dicha de vernos juntos en la eterna bienaventuranza
CHAMPAGNAT.