Pensar en La Transcultura
Pensar en La Transcultura
Pensar en La Transcultura
Pensar en la
transcultura
Primera edición: 2011.
Plaza y Valdés, S. L.
Calle Murcia, n.º 2. Colonia de los Ángeles.
28223, Pozuelo de Alarcón.
Madrid (España).
: (34) 918625289
e-mail: [email protected]
www.plazayvaldes.es
Plaza y Valdés, S. A. de C. V.
Manuel María Contreras, 73. Colonia San Rafael.
06470, México, D. F. (México).
: (52) 5550972070
e-mail: [email protected]
www.plazayvaldes.com.mx
ISBN: 978-84-15271-10-9
D. L.:
Imagen de cubierta cedida por Ton Sant, fragmento de la obra Peixos d’estuc (1990).
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Índice
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ÍNDICE
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1. Digitalidad, comunicación
y transcultura
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Véase la profunda incursión realizada en las estructuras de lo nue-
vo por Boris Groys (2005).
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Véase una explicación extensa y desde ópticas paleoantropológicas
y psicológicas de los inicios de las culturas en Arsuaga (1999), Tomasello
(1999) y León (2004).
3 Incluso un territorio, o asentamiento efímero, entendido también
como tránsito lineal o circular.
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A pesar de su extensión, reproduzco un pasaje de la intervención
de Doria en un foro de la UNESCO (Río de Janeiro, 2006), dado su interés
para derribar los tópicos respecto al origen absoluto, o punto de Arquíme-
des, de nuestra cultura: «la filosofía —sigo aquí la tradición— nace con Ta-
les en Mileto, en Asia Menor, entre los siglos VII y VI a. C. Podemos citar
después a Heráclito de Éfeso, que vive a finales del siglo VI a. C. Herederos
que eran de una tradición cultural mestiza, de conflictos e intercambios en-
tre culturas frecuentemente muy distantes. Tradición que nos va a llevar a
los pensadores presocráticos de Jonia. Volvamos al siglo XIV a. C. Jonia no
existe, al menos con ese nombre. Al norte, en Asia Menor, un estado pe-
queño pero fuerte, por su poderío económico y militar, domina el estrecho.
Se trata de Wilusa, principado cuya capital es Taruwisa. En él reina el prín-
cipe Kukkuni, cuyo sucesor diré pronto quién fue. Al sur de Wilusa, una
isla le determina la frontera: Lazba. Si descendemos más por la costa, llega-
mos a dos ciudades, primero Ap’asa y, después, Millawata o Millawanda.
Esta última, en verdad, pertenece a soberanos que reinan sobre tierras de
ultramar, a occidente, los reyes de Ahhiyawa. A uno de ellos lo conocemos
por su nombre, es Attarissiyas. ¿Nombres extraños? Esperemos un poco,
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La colonia fue entregada por el Reino Unido a China con el cam-
bio de milenio. La ciudad se debatía entre el capitalismo más salvaje y una
economía comunista amenazante pero evanescente, entre una democracia
colonial y la dictadura del partido, entre diferentes concepciones teóricas de
libertad, entre una cultura oriental que se reforzaba frente a un occidente
que no terminaría por apagarse en el neón de sus bulevares. Hong Kong
comenzó a respirar, entonces, en la contradicción de su incierta trayectoria.
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La Universidad Indígena de Venezuela, UIV, se encuentra en Tau-
ca, a varias horas de Ciudad Bolívar.
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Parte de este epígrafe y del siguiente ha sido extraída y modificada del
capítulo «Una teoría de los conceptos» (García Gutiérrez, 2011, capítulo 2.º).
9 Nomos: para la filosofía griega, significaba regla, norma moral y
política (especialmente la ley de la polis).
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George Bensoussan, estudioso de los universos concentraciona-
rios y de la búsqueda de una explicación a la anti-Ilustración que represen-
tan los genocidios y holocaustos en Europa, va aún más lejos: para él, la en-
señanza del genocidio de los judíos no conduce a pensar ese desastre ni
como un «accidente» de la historia, ni como un paréntesis sin raíces. Si esta
enseñanza cuestiona la práctica y el discurso del antisemitismo, cuestiona
más todavía el establecimiento de una burocracia de Estado sin la cual el
crimen en masa no se habría podido cometer. La ideología sola no produce
el crimen de Estado, la tecnología y la burocracia contribuyen a él de igual
manera (Bensoussan, 2011).
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Espacio Tiempo
Señales Indicadores cuantitativos Indicadores cuantitativos
numéricas de posición, dirección y de momento, de periodo,
distancia de pasado, presente y
futuro
Señales Monumentos, Conmemoraciones,
onomás- localizadores y otros festividades, aniversarios
ticas geosímbolos y otros cronosímbolos
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Sistema/antisistema constituye una extendida dicotomía reducto-
ra que no comparto. Tampoco comparto la visión negativa que los medios
difunden de las protestas contrahegemónicas, centrándolas en episodios de
violencia callejera contra mobiliario público e ignorando las reivindicacio-
nes pacifistas. No sería exagerado afirmar que el conglomerado financiero y
la especulación transnacionales son los auténticos agentes antisistema de lo
público, imponiendo recortes de derechos sociales y democráticos y some-
tiendo a la hambruna y a la muerte a millones de desheredados del planeta.
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Conferencia en la Facultad de Comunicación de la Universidad
de Sevilla, en febrero de 2010.
15 Aunque la manipulación política de los ciudadanos en las deci-
siones directas, en una democracia participativa de la sociedad de masas, se-
ría otro esencial y complejo debate.
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2. El pensamiento
desclasificado
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De hecho, la epistemología es una manifestación de la modernidad
que potenció y aceleró la homologación de la propia diversidad cultural que
habitaba occidente, geográficamente hablando, a través de la producción
masiva de ciencia, normas y tecnologías, antes de aplicarse al exterminio cal-
culado o indiferente de otras cosmovisiones.
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Aun también, haciendo tributaria mi reflexión de «una dimen-
sión» de la concepción hegeliana de cambio, habremos de entender la obra
de Hegel como una filosofía sistémica derivada del «espíritu de su época».
Cualquier lectura diacrónica, por tanto, habría de ser críticamente indul-
gente con el propio Hegel, y con Kant, Marx o Platón. Véase el análisis po-
co benevolente en el tiempo, aun cargado de razón contemporánea, de En-
rique Dussel (1994: pp. 14-17) de las visiones hegeliana y kantiana respecto
a las culturas africanas, consideradas inferiores y subdesarrolladas. De ser
nuestros coetáneos, Kant y Hegel, con seguridad, habrían ido en la crítica
mucho más allá de Dussel. En esa retroactividad imposible, pero imagina-
ble, concibo la necesaria indulgencia y conciliación con las ideas pretéritas,
de un modo más próximo a M. Louise Pratt o Serge Gruzinski, aun recono-
ciendo las imprescindibles denuncias de Dussel o Galeano.
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Pocos pensamientos han llegado tan lejos en la sospecha como la
deconstrucción o, en un ámbito más puramente de epistemología sociológi-
ca, los experimentos de reflexividad radical llevados a cabo por Gouldner o
Mills.
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A pesar de que una exigencia social, el superego, estaría detrás de
muchos conflictos psíquicos.
6 Con la deconstrucción, la negatividad trascendería sus propios lí-
mites.
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El pensador venezolano Rigoberto Lanz dice respecto a la trans-
formación de la Universidad: «cuando planteamos la necesidad de asumir
las transformaciones en clave de cambios radicales no quiere ello decir que
debemos partir de cero, que todo lo dado está perdido, que hay que hacer
“borrón y cuenta nueva”. Desde luego, hay en todas las áreas de la vida so-
cial un acumulado histórico que debe potenciarse. Ese espesor cultural lo
damos por sabido. Allí no está el problema. La cuestión es colocarse en el
dilema esencial de la conservación de lo dado o su transformación verdadera
[...]. En ese contexto, sí podemos valorar el rol de este o aquel cambio, la
significación de las pequeñas mutaciones que se van encadenando “disipati-
vamente” (Prigogine). La clave en estos procesos de gestión del cambio es
encontrar los horizontes de sentido que conectan-subterráneamente-las di-
ferentes experiencias que se van suscitando en todos lados: sin comando
central, sin ninguna estrategia maestra urdida por el partido tal o cual, sin
ninguna “planificación”. El desafío mayor consiste justamente en lograr los
dispositivos de intersección de esas experiencias dispersas y desiguales, pues
en la medida en que cada iniciativa de cambio se agota en los límites de su
territorio acotado, en esa medida, el status quo se reproduce impunemente,
los esfuerzos se traducen en desgaste y la frustración se instala. No hay nin-
guna fórmula previa que asegure el destino exitoso de los pequeños cambios
encadenados en “la gran transformación”. Se trata por ello de apostar per-
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Hasta del horror y de la barbarie pasadas se saca partido si se usan
para revisar los errores y el sentido de lo humano. Reyes Mate (2008), por
ejemplo, ha centrado su obra en repensar la filosofía después del Holo-
causto. Todorov (2000), por su parte, reclamará la dimensión ejemplarizante
de la memoria.
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sus propios intereses. Casi nadie sabe por qué dispara, ni qué
defiende desde una sórdida trinchera, pero sí que debe salir al
toque de un silbato para evitar el patriótico tiro en la nuca del
oficial siempre vigilante.
El pensamiento al que me refiero, que ha dominado el
mundo desde mucho antes de Cristo, de Marco Antonio y
Alejandro, que ya imponían olvidados o desconocidos tiranos
de la memoria colectiva, a pesar de causar universos de sufri-
miento de hecho, por más remoto que nos parezca ahora, co-
mo Enshakushanna en el siglo XXV a. C. en la remota Meso-
potamia, Enmerkar de Uruk, el asirio Asurbanipal, Pithana el
hitita, señores poderosos que ya necesitaban, junto a las armas
de hierro y cobre, sutil armamento retórico para el someti-
miento simbólico, mediante eficientes imágenes que burlaban
la consistencia. La dominación se defiende esencialmente de
los dominados con el lenguaje, instrumento más económico,
leve y eficaz que la maquinaria de guerra. En la medida en que
los dominadores aprendieron esta lección, se centraron en su
gradual control y manipulación, urdiendo singulares cons-
trucciones que subyacen en su relación con los dominados:
consistencias verosímiles, coherencias versátiles, totalismo
concreto, estabilidad cambiante, permanencia renovada. En
los países democráticos occidentales, sería el marketing co-
mercial y político, los asesores de imagen, proxémica y discur-
sos quienes sustituirán a filósofos, validos y consejeros en una
labor trazada metacognitivamente y cada vez más eficiente.
El logos humano, una maquinaria de naturaleza contra-
dictoria, sería capaz de la mayor dominación y simultánea-
mente del mayor sometimiento, de la mayor entrega y del
mayor egoísmo. Esa naturaleza, no dual sino biúnica, nos se-
ría incesantemente recordada, aunque pretendamos ignorarla
o asfixiarla siempre resurge, a partir del cuerpo: en el dolor, en
el hambre, en el sexo, en el olor, en la codicia, en la muerte. La
dualidad práctica de nuestra naturaleza, la lucha de la razón
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Incluso en el sentido de Rorty. Para el filósofo neopragmatista, la
conversación será más crucial que el conocimiento mismo.
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La reivindicación de una insurrección permanente de la subjetivi-
dad ha de tener, no obstante, un beneficio colectivo como, de hecho, la pro-
pia actancialidad del sujeto no proviene de la nada o de su genética sola-
mente, sino de complejas redes sociales de sentido. Ya Hegel parecía no
considerar la condición de agente como capacidad natural de sujetos aisla-
dos sino producto de una mediación social, según analiza Michael Quante
(2010) en su denso estudio sobre la estructura de la intención y de la res-
ponsabilidad en la obra del filósofo alemán.
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(1989), queremos atar a los que nos suceden pero no ser ata-
dos por quienes nos preceden. La desclasificación propone la
auto-revisión como cláusula de obsolescencia. He aquí algu-
nas inercias inmediatas, de la propia subjetividad, sobre las
que habría de actuar la propia voluntad desclasificatoria:
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O un ejercicio incesantemente reinventado por determinadas
tendencias del arte y artistas como Marcel Duchamp, por ejemplo. A pesar
de reconocer la inestimable contribución del mundo de la creación, a la des-
clasificación, esta última se siente atañida y movida por el sufrimiento y la
discriminación humana, por una razón estésica, en suma, en tanto la crea-
ción artística suele ser impulsada por una razón estética (Sodré, 2002).
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En el sentido de la caología determinista.
En el arranque de su Fenomenología, Hegel (2000) partirá de una
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potente metáfora botánica para cimentar su filosofía del cambio.
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«El libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático»,
escribía, en Il Saggiatore, en 1623.
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Mi hipótesis sobre lo real se esboza en los intersticios del princi-
pio de indecibilidad de Wittgenstein conjugados con la voluntad incons-
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Y nada habría que reprochar a la frivolidad salvo que se disfrace
de rigor y solemnidad.
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Para Muniz Sodré (2006), ni siquiera es pertinente la distinción
entre las construcciones epistemológicas que estudiarían los diversos com-
ponentes, intereses, soportes o productos de la razón, las ciencias humanas
y naturales, y reclama «um pensamento menos dicôtomico, menos projetivo e
mais afinado com o que na razao há, concretamente, de sensível. Aí, uma di-
cotomia rígida que isole num dos polos as “ciencias humanas” será, no míni-
mo, publicamente embaraçosa, uma vez que no outro polo, só poderao estar
logicamente as “inumanas”» (p. 15).
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Conferencia «O Big Bang e depois: o lugar do homen no univer-
so», en el Seminario UNESCO Caminhos do pensamento, dedicado al de-
bate sobre las fronteras entre ciencias y humanidades, que fue coorganizado
por, y tuvo lugar en, la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro en junio de
2006.
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En otras múltiples disyuntivas elegiría, utilitaristamente, la op-
ción que procurara más felicidad a mayor número de personas; en otras,
elegiría incluso la epojé, la suspensión del juicio de epicúreos y pirronistas y,
al modo paraconsistente, me decidiría por ambas simultáneamente. Nuestra
época se caracteriza por solicitarnos opinión, toma de posición, juicio ante
innumerables irrelevancias. Un amigo me contaba que volvía a casa tan ex-
hausto, que suspendía el juicio exponiéndose a la televisión basura y no a
los serios programas de telenoticias (excluyendo de la teleinmundicia, gene-
rosamente por su parte, a buena parte de los programas informativos). Cra-
so error: los reality-shows solicitan la adhesión o rechazo constante y ago-
tador del espectador ante los supuestos trapos sucios de los personajes. Al
entrar en ese hipermercado ya estamos eligiendo una opción, personaje o
ultraje de sus estantes repletos de infamia.
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Quien rutinariamente va a trabajar por la mañana y a su casa por
la tarde pensará que esto es una exageración, pero se pregunta el filósofo
danés: «¿Cómo podría ocurrírsele que cae continuamente cuando camina
derecho tras su nariz?» (Kierkegaard, 1997: 51).
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Principio de la teoría de catástrofes que puede aplicarse a la cau-
salidad remota y a los comportamientos intermitentes, evidenciando la pre-
sencia de «eslabones» perdidos.
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Jesús Mosterín suele advertir una sutil incompatibilidad entre li-
bertad y democracia: la primera consiste en hacer individualmente lo que
queremos; la segunda consiste en plegarse a lo que impone la mayoría...
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Para los que conciben esa realidad, más allá de los conceptos, co-
mo el mundo de las divinidades, el paraíso, la realidad última, la jerarquía
cobra pleno sentido. Pero, por alguna razón poderosa, se asocia la divinidad
al verbo: no hay dioses exentos de concepto y relato.
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Por ejemplo, en el par religión/no religión, curiosamente, sale
perdiendo el polo negativo, justamente el que contiene sentidos más am-
plios y adscripcions más diversas.
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3. Apuntes de desclasificación
C
on la transcultura pasamos de una concepción de la je-
rarquía, la consistencia y la verticalidad, que rige el
pensamiento moderno y las culturas convencionales, a
un escenario en el que se hace posible la visión difusa, para-
dójica, débil y caótica que promueve el pensamiento desclasi-
ficatorio.
Las prácticas perceptivas o enunciativas del negro sobre
blanco no serían más que el resultado de una ofuscación de la
subjetividad por abrirse mundo en la opacidad de una realidad
impenetrable. Las ideas nítidas y discretas son producidas por
complejos procesos cerebrales de orientación y reorientación
—el cerebro humano es un órgano confinado por la evolución
en un oscuro sarcófago— que solo sirven, y nada menos sir-
ven, para procurar sensación de sabiduría y dominio respecto
a una insatisfacción que solo se salda situada o contradicto-
riamente.
La resolución de enigmas, y la alegría que conlleva, solo
se enturbia por los incesantes cierres de lo real a nuestro paso,
de hecho caminamos con los conceptos hacia su lado opuesto,
aunque, al quebrar la maleza con energía y machetazos,
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Norval Baitello Jr. advierte que todavía hablamos de «orientar-
nos» a pesar de «occidentarnos»...
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De acuerdo a los descubrimientos neurocientíficos, el órgano res-
ponsable de la producción de miedo sería la amígdala cerebral. Hay sujetos
que tienen parcial o totalmente inhibido el temor a causa de una obstruc-
ción, malformación o patología de la amígdala. ¿Podríamos imaginarnos un
mundo sin miedo?
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Ricoeur (1996) advierte la presencia de identidad, alteridad e ipsei-
dad en una concepción triádica del sujeto.
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Los procesos de rememoración que se despliegan a partir de auto-
rrelatos, en una tradición oral compartida, desde unas pocas fotografías en
blanco y negro de la niñez, o desde dos gigas de fotografías digitales que
saturan la experiencia, son de hecho muy diferentes.
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Saussure en particular, y el estructuralismo en general, no cesan de
reforzar el pensamiento dicotómico desde su propia lógica metalingüística.
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Tal institución es conocida, por los antropólogos, como sororato.
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Conversación con el mastozoólogo de Ciudad Guayana Hernán
Castellano, que tuvo lugar en Caño Tauca, Orinoco (diciembre de 2006).
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Sus propios idiomas se hacen cargo de estas cuestiones: por ejem-
plo, en lengua yekuana y eñepá, no hay diferencia en las denominaciones
que se dan a la madre o a la hermana de la madre, ni se distinguen hermanos
de hermanastros. Es curioso cómo la poligamia siempre la observamos des-
de el punto de vista androcéntrico, eurocéntrico y en relación a la poligamia
islámica, y no desde la óptica de la mujer que comparte marido con su her-
mana o desde la convivencia de los hijos de unas y otras, existentes en mu-
chas culturas. Esos modos de relación determinan, también, los modos de
pensamiento, conocimiento y memoria. Agradezco la aportación al antro-
pólogo gallego Luis Alcalá.
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Véase el proyecto de doble traducción zapatista en Mignolo,
Walter and Schiwy, Freya (2007).
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BIBLIOGRAFÍA
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BIBLIOGRAFÍA
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PENSAR EN LA TRANSCULTURA
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BIBLIOGRAFÍA
http://www.sorites.org/lp/articles/logica/aplicaci.html, con-
sultado en febrero de 2007.
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