Necesidades Educativas Especiales

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TEMARIO DE EDUCACIÓN FÍSICA PARA EDUCACIÓN PRIMARIA


España 2007

TEMA 21

ALUMNOS CON NECESAIDADES EDUCATIVAS


ESPECIALES. CARACTERÍSTICAS GENERALES
DE LOS TIPOS Y GRADOS DE MINUSVALÍAS:
MOTORAS, PSÍQUICAS Y SENSORIALES EN
RELACIÓN CON LA ACTIVIDAD FÍSICA.

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ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN
2. CONCEPTO DE NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES
3. IDENTIFICACIÓN DE ALUMNOS CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES
3.1. Valoración de las necesidades educativas especiales con relación al área de
Ed. Física.
4. ALUMNOS CON NECESIDADES EDUCATIVAS MÁS FRECUENTES EN EL CONTEXTO
ESCOLAS:
4.1. Alumnos con deficiencias motoras.
4.2. Alumnos con déficits intelectuales.
4.3. Alumnos con deficiencias sensoriales: auditivos y visuales.
4.4. Alumnos con autismo.
4.5. Alumnos que presentan alteraciones o transtornos comportamentales.
5. ORIENTACIONES DIDÁCTICAS GENERALES
6. CONCLUSIONES
7. BIBLIOGRAFÍA

l. INTRODUCCIÓN
Actualmente asistimos a un cambio fundamental en la concepción de la Educación
Especial. Hablamos de alumnos con necesidades educativas especiales (n.e.e.) y del compromiso
del sistema educativo para dar respuesta a cada una de las necesidades de estos alumnos,
poniendo a su alcance todos los medios necesarios. Se trata de una nueva dimensión de la
educación, caracterizada por ser normalizadora. Endividualizada e integradora.
Este nuevo cambio va a llevar a una abolición de la clasificación de los/las alumnos/as
según las deficiencias y a partir como base para la toma de decisiones de una descripción
detallada de la necesidad especial en cuestión.
En este sentido, se consigue erradicar matices peyorativos, evitando la segregación,
temor o desprecio que términos como subnormal, idiota, imbécil o deficiente suscitan en
nuestra sociedad. Por otro lado, nos permite valorar la deficiencia desde el punto de vista
psicopedagógico, alejándonos de la idea de deficiencia como algo estable y eliminando el
concepto de enfermedad permanente.
Cuando hablamos, por tanto, de niños con necesidades educativas especiales
entendemos que las dificultades de aprendizaje no se encuentran en el niño, como se ha
concebido siempre, sino que el problema radica en la escuela, en la respuesta educativa que
planteará a las necesidades de estos alumnos.
Desde este punto de vista, podemos afirmar que la causa de las dificultades de
aprendizaje va a tener un carácter fundamentalmente interactivo ya que dependerá tanto de las
condiciones personales del alumno como de las características del entorno en el que se
desenvuelve (en este caso la escuela) así como también un carácter relativo, ya que sus
dificultades dependerán de las particularidades del alumno en un momento determinado en
relación con las condiciones y oportunidades del proceso de enseñanza aprendizaje.
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2. CONCEPTO DE NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES


Nos vamos a encontrar con un alumnado diverso. Ahora bien, ¿cuándo podemos afirmar
que un alumno realmente tiene necesidades educativas especiales? El criterio fundamental nos
lo proporciona Brennan (1988), quien especifica que un alumno tiene n.e.e cuando en el intento
de responder a sus necesidades se agotan todos los recursos ordinarios, necesitando ayuda
extra para resolver sus dificultades.
Podemos distinguir, por tanto, dos colectivos de alumnos:
‐ Aquellos que presentan diferencias individuales para aprender Se resuelven por medios
ordinarios que dispone el profesor (precisan, por ejemplo, de la propia habilidad del
docente).
‐ Aquellos caracterizados por presentar dificultades de aprendizaje. Son resueltos a partir de
recursos extras, ya sean educativos, psicológicos o médicos. En este caso, el nivel de
adaptación dependerá de la necesidad que presente el alumno: desde una adecuación
metodológica hasta un cambio más profundo en el tipo de currículum.
Por lo tanto, podemos considerar como n.e.e aquellas necesidades que precisan de
una intervención de apoyo al profesor o una creación de una situación de aprendizaje
alternativo para el alumno.
En este sentido, la definición de n.e.e. queda perfectamente delimitada en el Informe
Warnock, en el año 1978 donde se considera que las n.e.e. requieren:
‐ la dotación de medios especiales de acceso al currículum mediante un equipamiento,
unas instalaciones o unos recursos especiales, la modificación del medio físico o unas
técnicas de enseñanza especializadas.
‐ La dotación de un currículum especifico o modificado.

‐ Una atención particular a la estructura social y clima emocional en los que tiene lugar la
educación.
Esta nueva definición supuso un gran avance en dos sentidos:
‐ Por un lado, al centrarse en el currículum permite tener en cuenta a aquellos niños que,
ofreciéndoles el apoyo adecuado, podrán seguir el currículum escolar normal, incluidos
aquellos a los que les pudiera resultar inadecuado, siempre y cuando sea desarrollado en
una situación ajustada a las necesidades de aprendizaje del niño.
‐ Por otro lado, al centrarse en los medios requeridos, permite apreciar si las necesidades del
niño estaban siendo satisfechas a través de la comparación de los medios disponibles con
los requeridos.

Así pues, podemos considerar que el concepto de necesidades educativas especiales se


encuentra estrechamente relacionado con las ayudas o servicios educativos que determinados
alumnos puedan precisar a lo largo de su escolarización1 para el logro de su máximo desarrollo
personal y social. (Toro y Zarco, 1995).
De acuerdo con Brennan (1988) “hay una necesidad educativa especial cuando una
deficiencia ( física, sensorial, intelectual, emocional, social o cualquier combinación de éstas)
afecta al aprendizaje hasta tal punto que son necesarios algunos o todos los accesos especiales
al currículo, al currículo especial o modificado, o a unas condiciones de aprendizaje
especialmente adaptadas para que el alumno sea educado adecuada y eficazmente. La
necesidad que puede presentarse en cualquier punto en un continuo que va desde la leve
hasta la aguda; puede ser permanente o una fase temporal en el desarrollo del alumno."
Desde el MEC, se considera en base a estos dos autores que: "Un alumno tiene necesidades
educativas especiales cuando presenta dificultades mayores que el resto de los alumnos para
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acceder a los aprendizajes que se determinan en el currículo que le corresponde por su edad
(bien por causas internas, por dificultades o carencias en el entorno socio‐familiar o por una
historia de aprendizaje desajustada) y necesita para compensar dichas dificultades
adaptaciones de acceso y/o adaptaciones significativas en varias áreas de ese currículo”.
Este cambio terminológico supone considerar que las dificultades de aprendizaje no van a
tener únicamente una base biológica sino que determinados alumnos pueden tener
necesidades educativas especiales como consecuencia de una mala historia de aprendizaje o
de vivir en un contexto socio‐familiar de privación.
Con este nuevo enfoque, decir que un alumno/a tiene necesidades educativas especiales
significa que a lo largo de su escolarización puede presentar dificultades de aprendizaje. En
este sentido, un primer punto a considerar es que las dificultades no son algo concreto y
delimitado a un grupo de alumnos claramente identificables , sino que más bien, hacen
referencia a distintos grados (mayores o menores dificultades en todas o en algunas áreas de
aprendizaje), distintos momentos de aparición (al comienzo o final de la etapa evolutiva, etc.) y
duración variable (carácter más transitorio o permanente).

3. IDENTIFICACIÓN DEL ALUMNADO CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES.


Según el Diseño Curricular Base (1989) reivindicar una escuela con talante igualitario
y comprensivo no significa reclamar la uniformidad para todos sus alumnos y alumnas, sino
que supone educar en el respeto a las peculiaridades de cada estudiante. El desafío de la
escuela consiste, preferentemente, en ser capaz de ajustar su intervención educativa a la
diversidad e individualidad del alumnado.
El primer paso en este proceso de determinación y dotación de las ayudas necesarias y
adecuadas lo constituye la identificación de las necesidades educativas especiales de los
alumnos y alumnas, partiendo del convencimiento, tal y como expresa el DCB, de que las
motivaciones, intereses, y capacidades de aprendizaje entre el alumnado son diferentes debido
a factores tanto individuales como socio‐culturales, que interactúan entre sí.
La Ley Orgánica, 1/1990, de Ordenación General del Sistema Educativo (L.O.G.S.E) en su
capítulo V, dedicado a la Educación Especial, establece una serie de premisas referentes al
alumnado con necesidades educativas especiales y desarrolladas en los artículos 36 y 37 del
mismo. Concretamente, el punto segundo del artículo 36 expone textualmente:
“La identificación y valoración de las necesidades educativas especiales se
realizará por equipos integrados por profesionales de distintas cualificaciones
que establecerán en cada caso planes de actuación en relación con las
necesidades educativas específicas de los alumnos”.
En este proceso el profesor o la profesora tiene un papel fundamental por su proximidad
al alumnado. Esta posicion le convierten en una fuente privilegiada de informacion sobre las
características de los alumnos y alumnas. Ante determinados signos de alerta, o bien ante la
información otorgada por los padres y madres el profesor o profesora iniciarán el proceso de
identificación mediante la observación en el medio natural, en primer lugar, si esta no fuera
suficiente, se realizarla a través del proceso de valoración psicopedagógica.
Tras la identificación de las necesidades el profesorado tiene la posibilidad de intervenir
sobre la propuesta curricular, las estrategias y/o la organización mediante cambios que con
frecuencia pueden resultar suficientes para satisfacer y responder a las necesidades
anteriormente identificadas.
Una vez extremadas las medidas preventivas y de ajuste ordinario al alcance del tutor1 en
el caso de no ser suficientes, éste debe recurrir al profesor de apoyo para la Educación
Especial. Se tratará de una colaboración y nunca de una sustitución.
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Como última medida, una vez agotada la respuesta educativa a través de las fases del
proceso de identificación, cuando sea necesario1 o bien ante determinadas necesidades, debe
requerirse la participación del Departamento de Orientación Educativa y Psicopedagógica y/o
Equipo interdisciplínar sectorizado, con el fin de evaluar otros aspectos necesarios para poder
definir las necesidades educativas y señalar con mayor exactitud y rigor los apoyos específicos
que son requeridos y las formas precisadas para llevarlos a cabo. Una vez expuesto quiénes son
los y las profesionales que deberán realizar el proceso de identificación de necesidades
educativas especiales de los alumnos y las alumnas, pasaremos a centrarnos en las fases de
dicho proceso.
De acuerdo con la Resolución de 15 de Junio de 1989 de la Dirección General de
Renovación Pedagógica, el proceso de identificación de las necesidades educativas especiales
es el siguiente:
a‐ Evaluación de la competencia curricular.
b‐ Análisis de estilo de aprendizaje.
c‐ Evaluación del contexto de aprendizaje.
d‐ Evaluación del contexto socio‐familiar.

a.‐ Evaluación de la competencia curricular.


La estrategia propuesta por el M.E.C. para ayudar al profesor o profesora a analizar
hacía dónde y cómo dirigir los apoyos específicos necesarios consta de cuatro preguntas que
deben realizarse secuencialmente, más una pregunta adicional en el caso de que la ayuda no
funcione:
1‐ ¿Qué es exactamente lo que el alumno no consigue hacer?. La respuesta a esta pregunta
nos informa a cerca del qué enseñar, cómo que objetivo debería trabajar el alumno o alumna
en cuestión.
2‐ ¿Cuáles son los contenidos (conceptos, procedimientos y actitudes) que, siendo necesarios
para alcanzar ese objetivo, ya posee el alumno? ¿Cuál es el punto de partida para la ayuda?.
Este interrogante nos conduce, a partir de la evaluación inicial, a definir la competencia
curricular y el estilo de aprendizaje.
3‐ De los siguientes pasos para ayudar al alumno a alcanzar ese objetivo, ¿cuál es el más
estratégico?, esto es: ¿cuál es el primer paso en la secuencia de los aprendizajes que conduce
hacia la consecución del objetivo?. La información extraída de esta pregunta nos responde al
cuándo enseñar.
4‐ ¿Cuáles son las decisiones metodológicas más adecuadas al alumno para ayudar a dar ese
paso? Esta pregunta hace referencia al cómo enseñar y produce la definición de las opciones
metodológicas y el diseño de las actividades de aprendizaje.
5‐ ¿La ayuda que se le ha dado ha permitido al alumno dar ese paso hacia el objetivo?.
Supone determinar el grado de aprendizaje existente al final del proceso.
Este proceso de toma de decisiones conllevará adaptaciones en la evaluación,
adaptaciones metodológicas, adaptaciones en los contenidos y adaptaciones en los
objetivos.
b. ‐ Análisis de estilo de aprendizaje.
Además de la evaluación de la competencia curricular es necesario indagar sobre el
estilo de aprendizaje del niño o la niña con el fin de fijar el estilo de enseñanza más adecuado en
cada caso. Las motivaciones, preferencias, el tiempo que puede permanecer concentrado, su
manera de enfrentarse a las tareas, las situaciones que le son más favorables para prestarle los
apoyos necesarios y otras, son algunas de las cuestiones que es necesario plantearse.
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“La intervención del profesor ha de estar dirigida a hacerle consciente de sus


posibilidades y demostrarle capaz, a confrontarte con exigencias posibles que le
proporcionen la visión del límite de sus posibilidades y del valor del esfuerzo. Sólo así
puede aprender y sentirse eficaz, competente y apreciado” (DCB, 1989).
c.‐ Evaluación del contexto de aprendizaje.
Las necesidades educativas especiales del alumno o alumna han de identificarse en
relación con el contexto escolar y sólo a partir de éste es posible diseñar la respuesta. El
Proyecto Educativa de Centro, el Proyecto Curricular de ciclo, la Programación de Aula y el
análisis de le estilo de enseñanza son elementos en los cuales es necesario se tenga en cuenta la
evaluación del contexto escolar
d. ‐ Evaluación del contexto socio‐familiar.
Hay que evaluar las actitudes y el grado de colaboración de la familia con el centro, el
ambiente cultural ,económico, etc. La actitud de los padres y madres frente a la educación
influirá en el interés e implicación del niño o la niña en las tareas y en su grado de esfuerzo. Es
en el ambiente familiar donde se debe crear un clima que favorezca y fomente la
autoaceptación del niño o la niña, importante para la creación del autoconcepto y la
aceptación de los demás. Así pues, debemos buscar que los entes centro y familia sean núcleos
interactivos. La colaboración entre los mismos será siempre positiva.
En el caso que se escolarizará a un alumno o alumna que tuviera realizado el dictamen
por el E.O.E.P. (Equipo de Orientación educativa y Psicopedagógica), éste iría orientado,
naturalmente, a un nivel educativo determinado y con unas orientaciones concretas. El centro
educativo deberá analizar respuesta educativa desde su propio Proyecto Curricular de Centro.

3.1. Valoración de necesidades educativas especiales con relación al área de Educación


Física.
La detección de necesidades educativas motrices especiales es un proceso que tiene
por finalidad obtener un mayor conocimiento del alumno para poder realizar las
intervenciones adecuadas desde el aula de Educación Física.
Javier Hernández (1995) considera que el proceso de valoración se caracteriza por ser
complejo y delicado, describiéndolo como “... un proceso complejo intelectual que combina
habilidades de análisis, selección, interpretación y manipulación de información , toma de
decisiones y ejecuciones de acciones."
A partir de esta valoración inicial podemos establecer y configurar los objetivos y contenidos
a seguir, así como programar la metodología de trabajo1 tomando las decisiones adecuadas
para determinar el qué, cómo y cuándo imprescindible en todo proceso de programación
educativa.
Un proceso determinante será la elección del instrumento o instrumentos a utilizar para
realizar la valoración. En el ámbito de la motricidad se disponen de numerosos y diferentes
instrumentos como los tests, baterías, exámenes, balances psicomotores 7 listas de
observación..
En cualquier caso1 se suelen utilizar tests para la evaluación funcional, tests que nos van a
permitir valorar el nivel de competencia del alumno con respecto al área de motricidad, y no
como agravio comparativo respecto al umbral de normalidad. Se trata, pues, de obtener
criterios de competencia individual, centrados en las posibilidades del niño. (Javier Hernández,
1995).
Generalmente se utilizan escalas evolutivas que analizan las conductas perceptivo‐ motrices
de los sujetos, entre las que destacamos la batería de Ozeretski, Gesell, Amheim y Sinclair,
Lapierre, Da_Fonseca...
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4. ALUMNOS CON NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES MÁS FRECUENTES EN EL


CONTEXTO ESCOLAR.
Las necesidades educativas especiales más frecuentes que vamos a encontrar en el
contexto escolar son organizadas sobre la base de los grupos que a continuación se presentan.
No obstante, y dadas los múltiples tipos y grados de deficiencia, los equipos interdisciplinares
determinan que serán alumnos de centros ordinarios de integración aquellos que presentan
algunas de las siguientes características:
a) Tipo y grado de deficiencia:
‐ Motora ligera y media.
‐ Mental ligera y media.
‐Sensorial en todos sus grados.
‐ Problemas no graves de personalidad.
b) Edad:
‐ Aquellos que presentando necesidades educativas especiales estén en edad escolar (6
a 14 años)

4.1. Alumnos con deficiencias motoras


Son alumnos que van a presentar problemas de movilidad (limitaciones posturales,
de desplazamiento, de coordinación y de manipulación) a veces acompañados de trastornos
de tipo sensorial, perceptivo, de lenguaje… debido fundamentalmente a una alteración o
deficiencia orgánica del aparato locomotor o de su funcionamiento. Esta alteración puede
afectar al sistema óseo, articular, nervioso y/o muscular, de manera transitoria o
permanente y con grados variables de limitación de algunas actividades.
Conviene señalar los rasgos siguientes:
a) Alteraciones en el aparato locomotor. Prioritariamente son niños que presentan
dificultades en la ejecución de sus movimientos o ausencia de los mismos, a pesar de que
pueden venir acompañados de otros déficits.
b) Transitoria o permanente. Se trata de un estado físico. Muchos alumnos/as pueden
presentar accidentes transitorios que les lleven a una situación de desventaja motora como
por ejemplo las inmovilizaciones, aparatos ortopédicos, etc.
c) Grados variables; en cada caso podemos encontrar una capacidad funcional diferente.
Dentro del ámbito escolar es necesario atender a los movimientos y tipo de ejecuciones que
es capaz de realizar cada alumno en concreto.
d) Puede venir acompañada de otros tipos de trastornos: hay niños y niñas con déficits
motóricos que pueden presentar trastornos intelectuales, perceptivos, sensoriales y/o
emocionales asociados, siempre teniendo en cuenta que estos trastornos no son inherentes
a la deficiencia motora, y a que;
‐ No se da en todos los alumnos por igual
‐ Se dan en grados variables
Pueden responder a situaciones socio‐ambientales privadas de estimulación.
‐ La delimitación de estos trastornos asociados debe hacerse de manera individual.

4.1.1. Clasificación de las deficiencias motores.


Debido a la amplia gama de trastorno motores, son múltiples los criterios que se
pueden aplicar a la hora de realizar una agrupación.
Sin embargo, encontramos que la gran mayoría de trabajos sobre este tema basan su
clasificación siguiendo criterios etiológicos. En este sentido, podemos hablar de múltiples
causas de discapacidad:
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‐ Patologías de origen neurológico: déficits malformativos, encefalopatías


connatales,...
‐ Procesos degerativos provocados por problemas hormonales, infecciosos, incluso
genéticos o desconocidos...
‐ Patologías de origen traumático: amputaciones, pérdidas musculares,
aplastamientos óseos...

Sin embargo, nosotros vamos a seguir otra clasificación que encontramos en la obra de
Molina García (1994), en la cual la Discapacidad Física se agrupa según la existencia o no de
daño cerebral. Así diferenciamos por un lado la parálisis cerebral y por otro, la mayoría de
las discapacidades físicas.
a) Trastornos motóricos con afectación cerebral: la parálisis cerebral.
De entre todas las causas, la más frecuente y grave de las deficiencias motoras que
nuestros alumnos van a presentar es la parálisis cerebral.
La parálisis cerebral es un síndrome debido a una lesión orgánica cerebral, cuya causa
puede ser pre, peri o postparto, de carácter no progresivo, producido antes de que el
sistema nervioso central haya alcanzado su desarrollo.
Siguiendo a Ríos Hernández (1998), la parálisis cerebral se trata de “un trastorno del tono
postural y del movimiento, de carácter persistente pero no invariable, secundario a una
agresión no progresiva en un cerebro inmaduro”. De este se deduce que los síntomas de
esta disfunción son para toda la vida aunque siempre cabe la posibilidad de ciertas mejoras.
Desde el punto de vista educativo, nuestro interés debe centrarse en conocer las
principales alteraciones que sufre un niño o niña con P.C. Las diferencias van a variar en
función del tipo de alteración del tono muscular y de la extensión y localización de la
incapacidad, es decir, los segmentos corporales afectados:
En el primer caso encontramos:
‐ Parálisis espástica. La lesión se atribuye al sistema piramidal, aquel que rige los
movimientos voluntarios. Por lo tanto, encontramos una pérdida del control de
movimientos voluntarios, rigidez de movimientos e incapacidad para relajar grupos
musculares. Esta rigidez se manifiesta en contracciones y torpeza motriz (Toro y Zarco,
1995).
‐ Parálisis atetóxica. La lesión afecta al sistema que controla los movimientos involuntarios,
el tono muscular y los estados de vigilia (sistema extrapiramidal), Presentan, por tanto1
movimientos involuntarios lentos e irregulares impidiendo en ocasiones la correcta
realización de muchas acciones.
‐ Parálisis atáxica. Se debe a una lesión en el cerebelo. Existen graves problemas en la
adaptación postural (equilibrio, control postural) y la coordinación de los movimientos
voluntarios (global y oculo‐manual).
‐ Estados mixtos. En ocasiones, las formas anteriores se presentan combinadas.

Si atendemos a la extensión y localización de la lesión podemos destacar:


‐ Parálisis (no existe movimiento):
Monoplejia: de un solo miembro.
Hemiplejia: de un lado del cuerpo
Diplejia: de partes iguales a cada lado del cuerpo.
Paraplejía: afectación de las piernas
Triplejia: de tres extremidades.
Tetrapleiia: de los cuatro miembros.
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‐Paresia (cuando hay movimiento por muy pequeño que sea):


Monoparesia: parálisis ligera o incompleta de un sólo miembro.
Hemiparesia: parálisis ligera o incompleta de un lado del cuerpo
Parapesia: parálisis ligera de las dos piernas
Tetraparesia: parálisis ligera o incompleta de los cuatro miembros.

No obstante, aunque hagamos la más completa de las clasificaciones siempre


encontraremos distintos grados de afectación, lo que nos obligará a tender más
cuidadosamente el caso concreto con el que nos encontremos.

b) Transtornos motores sin afectación cerebral.


‐ LA POLIOMIELITIS
La infección viral que causa la poliomielitis está prácticamente erradicada en
nuestro país. Sin embargo, a día e hoy, personas afectadas por sus secuelas. La infección
empieza por la boca y llega al SNC a través de la sangre. Puede afectar las meninges y, en
menor medida, a las células del asta anterior de la médula espinal1 provocando su
destrucción. El daño que cause el virus dependerá de su poder para afectar a más_o_menos
neuronas, provocando problemas motores consecuentes. En los casos más graves se
desarrolla la tase paralítica de la enfermedad en la que se dan parálisis fláccidas con
pérdidas de reflejos tendinosos profundos. Pueden producirse mejorías, incluso totales,
aunque no en los casos más graves, debido a la falta de regeneración de las células
afectadas.
Además la Poliomielitis puede provocar deformaciones sobretodo cuando se trata de
niños/as en crecimiento. El tratamiento, en estos casos, va desde la ortopedia hasta la
cirugía. Pero la mejor solución es la prevención y la vacunación, que se está mostrando
tremendamente eficaz en la erradicación de la Poliomielitis.

‐ LA ESPINA BÍFIDA
Durante las primeras semanas de vida en el feto se desarrolla el proceso de
formación de los órganos, músculos, huesos, etc. momento en el cual también se forma la
columna vertebral. En este mismo proceso, se produce un fallo en el cierre de ésta y la
médula espinal que va por dentro de la columna, queda expuesta al exterior. Ríos
Hernández (1998) explica que “la Espina Bífida es una malformación congénita que consiste
en un fallo del cierre del tubo neural durante el período embrionario.”
Como en todas las afectaciones nerviosas, la gravedad de la lesión estará
determinada por el lugar donde se produce. Evidentemente, las salidas de la médula a
niveles altos (D1/D2) reportarán consecuencias más graves que a niveles medio (L2‐L3‐L4) o
bajo (L5‐Sacro). En los casos más comunes (el 69% de los casos se da a nivel de las vértebras
lumbares) es común encontrar parálisis de los miembros inferiores, falta de sensibilidad en
estos miembros, problemas de circulación sanguinea, de control de esfínteres,
malformaciones y deformidades. La Espina Bífida, de por sí, no comporta retraso mental1 a
no ser que éste se produzca como resultado de un tratamiento inadecuado de la
enfermedad que lleve falta de estimulación, de relación o de educación.

‐LA DISTROFIA MUSCULAR


Dentro de este apartado podríamos incluir innumerables dolencias agrupadas en
torno a las siguientes características:
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‐ La Distrofia Muscular conlleva una degradación de la masa muscular, produciendo


hipotonía.
‐ El origen de estas enfermedades es genético. La transmisión por herencia se
produce de padres a hijos.
‐ Muchas de ellas son progresivas, por lo que empeoran con la edad, llegando
incluso a provocar una muerte prematura. En la mayoría de los casos afecta a la
autonomía de la persona.
Dos de los casos más significativos de Distrofia Muscular son:
‐ Distrofia Muscular de Duchenne: enfermedad que afecta a un varón de cada
2.500/3.000. Se produce una destrucción de las células musculares y el niño/a pierde fuerza
paulatinamente. De no poder correr ni subir escaleras se pasa a la silla de ruedas. Tiene una
alta tasa de mortalidad.
‐ Distrofia Muscular de Landouzy‐Dejerine: afecta a ambos sexos y aparece más tarde
que la de Duchenne, siendo su evolución más lenta. Afecta primero a los músculos de la
cara, cuello y hombros.

‐ ESCLEROSIS MULTIPLES
La esclerosis afecta a las vainas de mielina que recubren las fibras nervios y que son
las encargadas de transmitir la información al cerebro y la médula. Dependiendo de la zona
afectada, las consecuencias pueden ir desde la debilidad muscular, falta de coordinación,
pérdida de equilibrio, rigidez muscular…
Después de describir las Discapacidades Físicas más importantes, no podríamos
olvidar otra serie de afectaciones igualmente importantes y con sintomatologías tan graves.
Hablamos pues de la Parálisis del Plexo Braquial (por traumas obstétricos u otros,
provocando parálisis total o parcial de las extremidades superiores), de las lesiones en la
médula espinal que pueden dar lugar a graves paraplejias (producidas por malformaciones
congénitas, enfermedades o traumatismos como en los accidentes de tráfico, etc.)
amputaciones (sobretodo por problemas vasculares y traumáticos), Artritis Reumatoidea
(que produce inflamaciones1 dolor, anquilosis, atrofias...), etc.

4.1.2. Necesidades educativas que caracterizan al alumno con déficits motores en


relación con la actividad fisica.
Las necesidades educativas que pueden presentar estos alumnos/as se van a centrar
fundamentalmente en problemas derivados de la movilidad y la comunicación, sin descartar
el análisis de otros factores en función de cada caso particular.
Los niños con problemas motores presentan dificultad del control de movimientos
disminuyendo las posibilidades de explorar, manipular y relacionarse con personas y objetos
de su entorno.
Por otro lado, y en relación con la comunicación encontramos que debido a los
trastornos motores carecen de un medio adecuado de expresión a pesar de poseer un
elevado nivel de comprensión del lenguaje hablado. Esto no debe provocar un análisis
infravalorado de la capacidad intelectual del alumno
Sentimientos de frustración1 miedo, fatiga, incapacidad para jugar... crean en el niño
actitudes de inestabilidad emocional, falta de cooperación1 falta de atención, depresión,
inmadurez social, etc. Estas conductas afectan al mundo de las relaciones sociales del niño/a
con su entorno y todos los que viven en él. En este sentido no podemos afirmar que las
limitaciones motoras impiden la posibilidad de relaciones sociales sino más bien aceptar que
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tan sólo las restringe. Desde el contexto educativo se debe procurar respuestas educativas
acertadas que posibiliten un desarrollo integral del alumno/a.

4.2. Alumnos con déficits intelectuales


Se trata de niños que van a presentar una deficiencia mental en distinto grado y que
va a generar dificultades de aprendizaje. La característica fundamental que puede definir a
estos alumnos es la dificultad en el proceso de aprender más o menos generalizada
Actualmente, el criterio legal para escolarizar a un niño/a deficiente mental en las
diferentes modalidades educativas es su C.I. (Coeficiente intelectual). La clasificación actual
que se sigue en nuestro país es la propuesta por la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.
1963, 1983). En ella, se hace referencia a cuatro niveles de deficiencia: ligera ( C.I. entre 50 y
70 ), media ( entre 35 y 50 ), severa ( entre 20 y 35 ) y profunda ( inferior a 20 ). _
Picq y Vayer (1972) realizan un profundo análisis de las características
morfofisiológicas, conductas neuromotrices y conductas psicológicas que permiten
acercamos a las peculiaridades que estos niños van a presentar con objeto de orientar y
facilitar nuestra respuesta educativa.

4.2.1. Deficiencia Profunda y Severa


Estos niños, como ya hemos mencionado anteriormente, no van a ser escolarizados
en centros ordinarios de Integración. Su educación y formación va a depender de los centros
de Educación Especial.
Estos niños se van a caracterizar por presentar alteraciones en el equilibrio y la
coordinación afectando fundamentalmente a la marcha (defectuosa, pies deparados y
arrastrados buscando la mayor base de sustentación posible). Por otro lado, y en cuanto a
las conductas neuroperceptivomotrices, estos autores señalan la imposibilidad de relajación
voluntaria, las dificultades en la apreciación, control, organización espacial debido a una
dificultad en los procesos de asociación al tacto, sentido muscular y kinestésico, etc.
De entre los estados emocionales más característicos, estos niños van a presentar
una sola forma de emoción, la ansiedad. Estos estados permanentes
de ansiedad provocan actitudes de miedo y angustia constantes en el niño impidiendo o
dificultando los procesos atencionales (fundamentales para el aprendizaje) así como
favoreciendo el fracaso en todo lo que intentan (aparecen actitudes de falta de confianza en
sí mismo, miedo de hacer...).
En cuanto al comportamiento intelectual es necesario señalar que su acusado déficit
es en gran parte la consecuencia del handicap motor y sensorial característicos de estos
niños.

4.2.2. Deficiencia media y ligera.


Los alumnos que presentan deficiencias mentales escolarizados en centros ordinarios
de Integración son aquellos cuyo C.I. les sitúa en una deficiencia de grado medio y/o ligero.
En este sentido, estos niños van a ser capaces de captar ciertas relaciones y analizar
situaciones concretas. Estos niños van a presentar, de entre sus conductas motrices y
psicomotrices, dificultades en el equilibrio (debido fundamentalmente a una actitud postura
defectuosa), diferencias notables con respecto a niños de su edad en cuanto a conductas
adaptativas (se desarrollan a un ritmo mucho más lento), en la orientación espacial y
estructuración espacio‐temporal y en aspectos relacionados con la rapidez y la precisión.
Por otro lado, y en cuanto al desarrollo de la coordinación y la lateralidad, no se encuentran
diferencias significativas. No obstante, cuando éstas existen, son bastantes más difíciles
superarlas.
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En cuanto a conductas psicológicas se refiere, estos niños van a presentar diferencias


ligeras con respecto a sus compañeros. No obstante, la falta de control sobre sí mismos y los
continuos fracasos crean sentimientos de inseguridad y desconfianza muy próximo a los
estados de ansiedad de los niños que presentan retrasos profundos y severos. La atención
es difícil de mantener o despertar. El aprendizaje de trabajos simples y de repetición suele
ser satisfactorio, no siendo así en aquellas tareas en las que se precisa la iniciativa y la
imaginación.

4.2.3. Necesidades educativas que caracterizan al alumno con déficits intelectuales en


relación con la actividad física.
En general, vamos a encontrar en estos niños una dificultad en el proceso de
aprender. Esto afectaría a todas las capacidades: autonomía, lenguaje, interacción social,
motricidad1 etc., en mayor o menor medida. Por ello es interesante conocer sus procesos de
aprendizajes así como los factores que están implicados, motivaciones, intereses, actitudes,
rendimiento, relaciones personales, etc.
Podemos encontrar dificultades en el proceso de enseñanza‐aprendizaje que pueden
orientarnos en nuestro proceso de actuación docente. Como son:
‐ La atención
‐ La percepción visual
‐ La memoria: aprendizaje y retención de información
‐ Simbolización v abstracción

‐ Estrategias para aprender a planificar


Por tanto, debemos procurar establecer condiciones que nos permitan:
‐ Generalización de los aprendizajes
‐ Asegurar la atención
‐ Desarrollar la percepción. Numerosos estudios demuestran que las aptitudes de
un individuo resultarán gravemente alteradas cuando los procesos visuales estén alterados
(en muchas ocasiones las capacidades cognoscitivas y linguísticas dependen de las
respuestas a estímulos visuales) (López Sepúlveda, 1988). Se deben desarrollar programas
basados en una profunda comprensión del proceso visual y de sus relaciones con los
factores cognoscitivos y contextuales). (Leonard E. Ross y Susan M. Ross (1982).
‐ Potenciar la memoria. Estimular a que el alumno ponga en relación sus experiencias y
aprendizajes previos con lo que realmente queramos que aprenda.
‐ Partir de lo concreto. Utilizar demostraciones e ilustraciones más que explicaciones
profundas.

‐ Ayudar a generalizar los aprendizajes1 programando la general ización,


estableciéndola como objetivo1 utilizando estrategias adecuadas y evaluándola.

4.3. Alumnos con deficiencias sensoriales.


4.3.1. Alumnos con déficits auditivos.
Son alumnos que van a presentar en el órgano de la audición una pérdida funcional
para la vida ordinaria. Fundamentalmente, y desde una perspectiva educativa, podemos
distinguir dos grandes grupos, en función del grado de audición:
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‐ Hipoacúsicos: son alumnos cuya audición es deficiente aunque de unas características


tales que es funcional para la vida ordinaria1 permitiendo así la adquisición del lenguaje oral
por vía auditiva.
‐ Sordos: son aquellos cuya audición no es funcional para la vida ordinaria y no permite
la adquisición del lenguaje por vía auditiva. Sin embargo es posible, en mayor o menor
medida, desarrollarlo por vía visual.

Estos dos grandes grupos nos permiten establecer, desde el punto de vista
educativo, enormes e importantes diferencias pedagógicas De hecho, la respuesta educativa
ha de ser totalmente diferente para cada uno de ellos, tanto en lo relativo a objetivos como
en lo relativo a métodos.
No obstante, es necesario analizar otras múltiples variables diferenciadoras que nos
van a resaltar la enorme variabilidad que podemos encontrar entre los alumnos que
presentan deficiencias auditivas, ya que estas variables van a incidir de manera diferente en
su desarrollo personal y escolar. De entre las variables destacamos:
a) Inicio de la sordera o momento en la que se produce la carencia auditiva. Desde este
punto de vista podemos destacar:
‐ Sordos prelocutivos, cuando la sordera se produjo antes de adquirir el habla.
‐ Sordos postlocutivos, cuando se produjo después de adquirir el habla.
En este sentido, las estrategias educativas van a variar, intentando, a grandes rasgos,
establecer una comunicación útil para los primeros, desarrollando programas de adquisición
del lenguaje y para los segundos estrategias para conservar lo adquirido, ayudándoles a
asumir el déficit auditivo, puesto que se van a producir cambios inevitables en sus
relaciones sociales y personales.
b) Momento de la detección. Del diagnóstico de la carencia auditiva va a depender una
intervención educativa significativa para el posterior desarrollo linguístico y académico del
niño. De hecho, ciertos fracasos escolares atribuidos a problemas atencionales y
emocionales, pueden ser causa desencadenante de pérdidas auditivas ligeras y medias no
detectadas adecuadamente.
c) Localización de la sordera: Se refiere al lugar donde se encuentra la lesión:

‐ Sorderas de transmisión o conductivas: la lesión se localiza en el oído externo o medio. No


suelen pasar de deficiencias auditivas. Tiene tratamiento médico o quirúrgico.

‐ Sorderas perceptivas o neurosensoriales: la lesión se localiza en el tejido del sistema


auditivo periférico y central. Es irreversible. Podemos encontrar pérdidas desde leves hasta
profundas.
‐ Sorderas mixtas. Cuando existen componentes transmisivos y perceptivos.

e) Cuando existe ambiente familiar y escolar: Tanto el ambiente sociocultural en el que se


desarrolla el niño así como la edad de escolarización van a incidir directamente en su
desarrollo personal y académico. Para ello, la aceptación por parte de los padres de la
sordera de su hijo así como sus habilidades para saber comunicarse con él van a ser
decisivos en las primeras fases de su desarrollo.

4.3.1.1. Necesidades educativas que caracterizan al alumno con déficits auditivos en relación a
la actividad física.
Los sentidos desempeñan un papel importante en el desarrollo del niño con su
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entorno. En este sentido, la carencia auditiva supone una desconexión con el medio
impidiéndole recoger toda la información que éste le proporciona diariamente. Esta pérdida
de información supone una importante dificultad a la hora de organizarla7 así como afecta
también la forma de comprender el medio en el que se desenvuelve. Sentimientos de
inseguridad en la relación con el medio por estar afectado el órgano de alerta van a ser
comunes en estos niños. Todo esto conlleva un lento proceso de desarrollo del niño en el
área cognitiva y motora, dadas las restricciones experienciales que supone el no oír. Por
ejemplo, vamos a encontrar niños con dificultades en la marcha (pesadez e inseguridad),
una inadecuada regulación motora (falta de habilidades coordinativas, rítmicas,
perceptivas...). No obstante, no oír no significa que estos niños sean deficientes mentales.
Su desarrollo es normal1 pero presentan ciertos retrasos en diferentes áreas. A partir de una
rica exposición de situaciones experienciales adecuadas a sus niveles de desarrollo y
necesidades este enlentecimiento podrá ser superado.

4.3.2. Alumnos con déficits visuales


Alumnos con déficits visuales son aquellos caracterizados, en líneas generales, por
una falta de visión. En este sentido, debemos distinguir entre el niño ciego (aquel niño que
no percibe la luz o únicamente tiene percepción luminosa) y el niño deficiente visual (aquel
niño que posee resto visual aprovechable en una u otra medida). Ambos términos se
encuentran estrechamente relacionados con el de “ceguera legal” en el que se intenta
englobar a todos aquellos sujetos cuya deficiencia visual se encuentra establecida dentro
de unos límites o normas legales, diferentes para cada país en función de su desarrollo
económico y cultural. En España la Organización Nacional de Ciegos Española considera a
una persona ciego legal cuando su capacidad no supera con corrección óptica 1/10 de la
visión normal.

4.3.2.1. Algunas causas de la deficiencia visual.


En lineas generales, la presencia de anomalías en alguno de los componentes del
sistema visual provoca una serie de perturbaciones en los diferentes aspectos que integran
la visión;
‐ En la agudeza visual. Su disminución supone una visión caracterizada por ser
borrosa, oscura ylo nebulosa.
‐ Alteraciones en el campo visual. Afecta fundamentalmente al desplazamiento (la
lectura), visión periférica, etc.
‐ Alteraciones en la percepción de colores. Problemas en la discriminación,
identificación y clasificación de los objetos por su color.
‐ Anomalías en la adaptación a la luminosidad ambiental. Algunos alumnos van a
presentar cierta sensibilidad a la intensidad de la luz. De éstos, unos se van a
desenvolver mejor en condiciones de media y baja iluminación (fotofobia. Uso
imprescindible de gafas de sol) y otros van a demandar una iluminación alta.

4.3.2.2. Necesidades educativas especiales de alumnos con déficits visuales en relación con
la actividad física.
Continuamente estamos recibiendo información a través del sentido de la vista,
información que nos permite conocer el entorno en el que nos desenvolvemos. En este
sentido, vamos a encontrar diferencias elementales en el desarrollo psicomotor, afectivo y
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cognitivo de niños normovidentes frente a niños deficientes visuales. De igual modo1 estas
diferencias van a ser significativas entre niños con visión nula y niños que presentan
disminución visual, diferencias que se verán acentuadas fundamentalmente en las primeros
años de vida. Este desfase en el proceso de desarrollo posteriormente tiende a estabilizarse.

En cualquier caso, los alumnos escolarizados que presentan deficiencias visuales van
a presentar déficits importantes en aspectos relacionados con el conocimiento del propio
cuerpo (esquema corporal) escaso control postural (actitudes de inseguridad y miedo
provocan sentimientos reacios hacia el movimiento reflejados diariamente en la motricidad
del niño: balanceos con el cuerpo, desplazamientos inestables, búsqueda del equilibrio
ampliando la base de sustentación...) nula organización y orientación espacial, movimientos
por norma general incoordinados, etc.

Por otra parte, estos niños se van a caracterizar por una inmadurez emocional
expresada en actitudes de aislamiento y retracción social, de inseguridad, miedo1 etc.
fundamentadas por la falta de lazos afectivos. De hecho, con estos niños es necesario buscar
otros mecanismos de comunicación basados en el contacto y diálogo corporal, en la
estimulación auditiva. ya que no pueden apreciar las expresiones faciales de aprobación o
satisfacción que usamos normalmente.
Desde la Educación y en especial desde la Educación Física las respuestas educativas
deben basarse en el movimiento como medio para proporcionar al niño la información que
no le llega debido a su déficit7 con objeto de conocer el mundo que le rodea así como las
formas de establecer relaciones con los objetos y con todos los que viven en él.

4.4. Alumnos con autismo.

Son alumnos que van a presentar un trastorno generalizado del desarrollo (DSM‐IIIR,
1987), caracterizado por:

‐ Un deterioro cualitativo en los patrones de interacción social (independientemente


del nivel de desarrollo intelectual)

‐ Un deterioro cualitativo en los patrones de comunicación (verbal o no

verbal)

‐ Conjunto de actividades e intereses repetitivos, restringidos y

estereotipados.

‐ Comienzo de estas alteraciones en la infancia o en la niñez.

4.4.1. El alumno autista en el contexto de enseñanza‐aprendizaje.

Es necesario conocer el estilo o forma de aprender y su nivel de motivación para


hacerlo, es decir, cómo aprende, cómo responde a las tareas y actividades que se les
presenta, cómo se relaciona con los objetos o con el medio físico, con sus iguales, cómo se
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adapta al aula1 cómo y ante qué refuerzos aprende mejor... Debemos recoger información
también sobre:
‐ Nivel de atención: suelen ser hiperselectivos, tienden a cansarse pronto.

‐ Presentan dificultades en las actividades de grupo y también para compartir cosas.


Aceptan bien la mediación del adulto.

‐ Presentan problemas motivacionales, pero ello no quiere decir que carezca de ellas. El
profesor deberá descubrirlas para promover el aprendizaje.

‐ Refuerzos que le resultan más positivos: responden ante refuerzos naturales, no


arbitrarios, y en la medida adecuada.
Dentro de las múltiples formas en las que el autismo puede aparecer podemos
distinguir, desde un punto de vista generalizado, por un lado alumnos caracterizados por ser
hiperactivos, intranquilos, impulsivos e irritables. Por otro lado, también podemos encontrar
alumnos pasivos con una falta de interés y apatía acusada, lo cual lleva cierta inactividad.

4.4.2. Necesidades educativas que caracterizan al alumno con autismo en relación con la
actividad física.

De entre las respuestas educativas que se pueden ofrecer desde el área de


Educación Física podrían ser las encaminadas fundamentalmente hacia el autocontrol,
control del entorno, aprender a relacionarse, a entender y a reaccionar a las demandas de
su entorno, ampliar las actividades que realizan, así como los intereses...
El docente deberá procurar estrategias adecuadas dirigidas a cubrir las necesidades
que estos alumnos demandan, creando contextos educativos estructurados, situaciones
concretas y específicas que favorezcan la generalización de los aprendizajes, sí como
ambientes sencillos que faciliten una percepción y comprensión adecuada de los mismos.

4.5. Alumnos que presentan alteraciones o trastornos comportamentales.


Se puede entender el comportamiento como el conjunto de actitudes y de
reacciones, a la vez gestuales y simbólicas. Ante los problemas de comportamiento que se
presentan en el contexto educativo debemos atender a:

Según el DSM III, la definición básica de trastorno comportamental es un patrón


persistente y repetitivo de conducta, en el que destaca la violación de los derechos
fundamentales de los demás, o las reglas o normas sociales adecuadas a la edad. Se trata,
pues, de una conducta más seña que las típicas picardias o travesuras de los niños y niñas.
Por tanto, para la identificación del trastorno hay que resaltar la referencia social.

4.5.1. Clasificación general de los comportamientos asociales.

Existen muchos intentos de clasificación cuya finalidad es descubrir con precisión los
trastornos de comportamiento/conducta. Pero la mayoría de las clasificaciones son
exhaustivas y poco fiables: no existen unos límites muy claros entre unos y otros tipos de
trastorno.
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Para analizar los factores que inciden en los trastornos de los sujetos en edad escolar
se realizan observaciones de la conducta a través de los padres, profesores, personal clínico
y trabajadores sociales, etc. Con el empleo de esta técnica multivariada se llegó a un modelo
de clasificación que incluye la inmensa mayoría de trastorno conductuales. Este modelo,
que se basa en el déficit de las habilidades sociales en la etapa escolar, sobre todo
adolescente, propone tres categorías:
‐ AGRESIVIDAD; los problemas conductuales revelan la presencia de un modelo que incluye
un comportamiento agresivo, tanto verbal como físico, asociado a una carencia en el plano
de las relaciones interpersonales con los padres y profesores.

‐ INMADUREZ: Se suelen manifestar una serie de conductas que corresponden al desarrollo


normal del niño/a en edades tempranas, pero que se han vuelto inadecuadas en relación a
las expectativas que la sociedad tiene de un adolescente, como la escasa capacidad de
concentración, torpeza, preferencia por compañeros o compañeras menores, pasividad,
incompetencia, ausencia de capacidades tales como compartir, responder a bromas y al
fracaso, concentración…
‐ RÉTRAIMIENTO: Son alumnos/as excesivamente inhibidos, con problemas de personalidad
o neurótico con perturbaciones. Los alumnos/as retraídos presentan los sentimientos o
ausencias siguientes: miedo, ansiedad, hipersensibilidad1 sentimientos de desolación,
ausencias en las actitudes prosociales como mantener una conversación, intergrarse en el
grupo, enfrentarse al miedo...

Estas tres categorías de trastornos están muy relacionadas con las deficiencias en el
aprendizaje.

Los profesores/as en particular, y la comunidad educativa del centro en general, antes de


intentar atajar el problema de comportamiento, deben tener en cuenta la gravedad del tipo de
conducta que presenta, es decir, si se trata de una conducta asocial pasajera o si por el contrario es
persistente y/o grave.
Para abordar los problemas de comportamiento no existe un modelo único. Dentro
de los límites con los que el profesorado se encuentra a la hora de afrontar la intervención,
la actuación de los adultos que están relacionados con el alumno/a con comportamientos
“inadecuados” podría centrarse en una serie de aspectos a tener en cuenta:

‐ Se debe utilizar una conducta anticipatoria de evitación del conflicto.


‐ Utilizar técnicas autoaplicables y de registro por parte del alumno/a, que serán
controladas por el orientador/a del centro o, en su defecto, por el profesor/tutor y/o
familia, según los casos y gravedad.

‐ Educación para el tiempo libre.

5. ORIENTACIONES DIDÁCTICAS GENERALES.

Javier Hernández (1995) establece una señe de orientaciones didácticas de


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ayuda para el docente. A través de estas consideraciones pretende que la acción pedagógica
del docente sea efectiva y significativa para el alumno que ve dificultado su proceso de
enseñanza.
En líneas generales, todo docente debe atender las siguientes observaciones:

‐ Evaluación inicial:

Es importante que el profesor verifique el nivel de partida y los conocimientos


previos del alumno. De entre los aspectos a evaluar, destaca no sólo la competencia motriz
sino también todos aquellos mecanismos que determinan la acción y la autonomía.
‐ Actividades de aprendizaje.

A partir de la evaluación vamos a obtener a un grupo de alumnos dispar. Estas


diferencias nos deben servir como referencia a la hora de elaborar las actividades de
aprendizaje teniendo en cuenta que:
 Las actividades propuestas puedan ser realizadas en mayor o menor medida por todos los
alumnos de la clase
 Éstas deben caracterizarse por ser progresivas atendiendo a los avances de los alumnos.

‐ Organización.

Partiendo del principio de la diversidad no buscamos una respuesta motriz única y


válida en todos los alumnos. Nuestro objetivo es desarrollar o mejorar la competencia
motriz del alumno con relación al punto de partida. En este sentido debemos evitar a la hora
de trabajar en grupo o asignar tareas basarnos en criterios tales como las características
morfológicas, el sexo o cualquier discapacidad.

‐ Un aprendizaje significativo

 Se deben plantear situaciones en las que el alumno, al realizarlas, conozca el para y el


porque de las mismas.
 Seleccionar aquellas actividades que impliquen la aplicación de todo lo aprendido a
situaciones reales de uso como por ejemplo los juegos.

‐ Recursos materiales y espacios.

Debemos evitar que las actividades propuestas dependan del tipo de material que
disponemos. Por ello, podemos recurrir a materiales más polivalentes, de uso habitual
entre los alumnos (globos, cuerdas, cajas, ruedas...).
El material a utilizar debe adecuarse a la edad, potenciando durante el aprendizaje
factores como la movilidad, manejabilidad...

El material novedoso y la distribución diferente de los espacios facilitan la atención


del alumno y su predisposición para el aprendizaje.

‐ Presentación de tareas motrices.


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 Tiempo de explicación breve.


 Se presentará paso a paso.
 Prácticas cortas y cambios frecuentes.

 Tareas novedosas. Ayudan a mantener la atención y predisposición del alumno hacia el


aprendizaje.
Por otro lado, y atendiendo a la programación de actividades, encontramos que
la mayoría de alumnos con necesidades educativas especiales con relación al área de
Educación Física van a presentar, independientemente del déficit, una serie de
inadaptaciones que según Picq y Vayer (1972) son:

 Alteraciones en la percepción y control del propio cuerpo e Incapacidad más o menos


acentuada del control respiratorio.

 Alteraciones en el equilibrio.

 Alteraciones en la orientación y

 Dificultades de organización espacio ‐ temporal.

En este sentido, el docente en su proceso de planificación y programación


de actividades, deberá dar prioridad a esos contenidos educativos centrados

fundamentalmente en el desarrollo psicomotor del niño.


El objetivo del desarrollo psicomotor es el control del propio cuerpo

para obtener de él todas las posibilidades de acción y expresión que a cada uno le
sean posibles. Este desarrollo conlleva un componente externo (la acción y el

movimiento) y un componente interno (la representación del propio cuerpo y sus


posibilidades.
En el desarrollo psicomotor podemos distinguir componentes
madurativos y relacionales. El desarrollo y control de sus componentes supone
conseguir el dominio del cuerpo
‐ Componentes madurativos. Hacen referencia al desarrollo físico y progresos
en el control postural.
‐ Componentes relacionales. Hacen referencia a los elementos básicos que hay

que desarrollar: el esquema corporal, equilibrio, tono, respiración, lateralidad1

espacio y tiempo.

Cuando el niño domina todos los anteriores componentes consigue el


conocimiento y el dominio de su cuerpo.
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6. CONCLUSIONES
Asumir y aceptar el principio de diversidad supone potenciar las

habilidades de cada uno de los sujetos, partiendo de su realidad social y


cultural, respetando sus ritmos o progresos y admitiendo la variedad y

diversidad de resultados finales, así como ofertar en la práctica facilidades y


posibilidades, orientando acorde a sus problemas y generando confianza,
seguridad y reconocimiento de los propios valores.

La variedad de dimensiones en tomo a intereses, capacidades y

disposiciones para el aprendizaje nos llevan a intentar adaptar los medios para
ajustarlos a las necesidades de aprendizaje de dichos alumnos. Se trata, pues, de
un laborioso proceso de actuación docente que trate de dar respuestas a esas
necesidades de aprendizaje de nuestros alumnos.

7. BIBLIOGRAFÍA

O Garrido Landívar, J. (1994): Adaptaciones curriculares. CEPE Madrid.

O Las adaptaciones curriculares y la Formación del Profesorado. Ministerio de

Educación y Ciencia. Centro Nacional de Recursos para la Educación Especial.


1989.

O Picq, L., Vayer, P. (1985): Educación psicomotriz y retraso mental.


Editoñal Científico ‐ Médica. Barcelona.

O Hernández, J.F. (1995): Torpeza Motriz. Un modelo para la adaptación


curricular. EUB. Barcelona.
O Toro y Zarco
O M.E.C. Adaptaciones curriculares, en Materiales para la Reforma.
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‐ Las necesidades educativas especiales en la escuela ordinaria.
C.N.R.E.E. Madñd.1992
‐ Libro Blanco para la Reforma del Sistema Educativo. Madrid.
1988.
‐ Diseño Curricular Base, Madrid. 1989.
O Sánchez Asín, A. (1993): Necesidades Educativas Especiales e
intervención psicopedagógica. P.P. U. Promociones Universitarias.
Barcelona.
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