L.11. - La Misericordia de Dios

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Estudios bíblicos

L: Los atributos de Dios


11- La misericordia de Dios
10/05/13

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Estudios Bíblicos
L.11.- La misericordia de Dios
1. Introducción
Dios merece ser alabado por esta característica de su divino carácter. El salmista exhorta a
los santos, veintiséis veces en el salmo 136, a dar gracias a Dios por este adorable atributo. Y
en verdad, esto es lo menos que puede pedirse a los que se han beneficiado tan grandemente
de su misericordia. Así inicia el salmo 136:
Salmos 136:1
Alabad a Jehová, porque es bueno; porque para siempre es su misericordia.

Cuando consideramos las características de esta excelencia divina, no podemos dejar de


bendecir a Dios. Dice el salmista que: “Su misericordia es grande”, “mucha”, “desde el siglo
y hasta el siglo sobre los que le temen”. También dice: “Loaré de mañana tu misericordia”.

2. ¿En qué se diferencian la “misericordia” y la “gracia” de Dios?


Gracia y misericordia generalmente son términos que se citan juntos cuando el creyente
desea agradecer a Dios por sus bondad. Se hace necesario establecer una diferencia entre es-
tos dos atributos. Podríamos definir gracia como la acción de Dios que da sin que el receptor
de esa dádiva merezca lo recibido. Misericordia podría ser definida como la acción de Dios
de guardarse el merecido castigo para el pecador. Podríamos afirmar entonces que el amor
de Dios provoca la gracia y la misericordia. Ambas son dadas de conformidad a la soberanía
y decretos divinos. En otras palabras, Dios las dispensa de conformidad con su voluntad, no
con base en merecimientos humanos. Tanto la gracia como la misericordia nacen de la bon-
dad de Dios.
Éxodo 33:19
…y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré
clemente.

La primera consecuencia de la bondad de Dios es su benignidad, por la cual Él da libremente


a sus criaturas; por eso ha dado y sostiene la vida a todas las cosas. La segunda consecuencia
de la bondad de Dios es su misericordia, la cual denota la pronta inclinación de Dios a aliviar
la miseria de las criaturas caídas. Así pues, la “misericordia” presupone la existencia del pe-
cado.

Aunque no pueda ser fácil a primera vista percibir una diferencia real entre la gracia y mise-
ricordia de Dios, nos ayudará a ello el estudio detenido de su proceder con los ángeles. Él
nunca ha ejercido misericordia en éstos, porque nunca han tenido necesidad de ella al no ha-
ber ellos caído bajo los efectos de la maldición. Aun así, los ángeles son objeto de la gracia
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soberana y gratuita de Dios pero no de Su misericordia. Eligió de antemano por gracia a


aquellos que lo acompañarían y no tuvo misericordia con los que se rebelaron.
2.1. Mostró gracia:
a. Porque los escogió de entre la generación angélica entera:
1 Timoteo 5:21
Te encarezco delante de Dios, del Señor Jesucristo y de sus ángeles escogidos, que
guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad.

b. Porque los preservó de la apostasía cuando satanás se rebeló y se llevó consigo una
tercera parte de las huestes celestiales:
Apocalipsis 12:3-4
Otra señal también apareció en el cielo: un gran dragón escarlata que tenía siete
cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas tenía siete diademas. Su cola arrastró la
tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra.

c. Al hacer de Cristo su Cabeza por lo que están asegurados eternamente en la condi-


ción santa en la que fueron creados
Colosenses 2:10
…y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potes-
tad.
1 Pedro 3:22
…quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos án-
geles, autoridades y poderes.

d. Debido a la elevada presencia inmediata frente a Dios, por servirle constantemente


en el templo celestial y recibir encargos honorables de Él.
Daniel 7:10
Un río de fuego procedía y salía de delante de él; miles de miles lo servían, y mi-
llones de millones estaban delante de él.
El Juez se sentó y los libros fueron abiertos.
Hebreos 1:14
¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que
serán herederos de la salvación?

2.2. No mostró misericordia:


2 Pedro 2:4
Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los arrojó al infierno y los en-
tregó a prisiones de oscuridad, donde están reservados para el juicio.

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Judas 1:6
Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propio ho-
gar, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran
día.

3. Tipos de misericordia divina


Al tratar de estudiar la misericordia de Dios según se nos presenta en las Escrituras, necesi-
tamos hacer una distinción triple para “trazar bien la palabra de verdad”.
3.1. La misericordia general
Hay una misericordia general de Dios que se extiende, no sólo a todos los hombres,
creyentes y no creyentes, sino también a la creación entera. Dios tiene compasión de
la creación irracional en sus necesidades y las suple con la provisión apropiada:
Salmos 145:9-10
Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras.
¡Te alaben, Jehová, todas tus obras, y tus santos te bendigan!
Hechos 17:25
…pues él es quien da a todos vida, aliento y todas las cosas.

3.2. La misericordia a todos los hombres


Hay una misericordia especial que Dios ejerce con los hijos de los hombres, ayudán-
doles y socorriéndoles a pesar de sus pecados. A éstos también Dios da lo que necesi-
tan:
Mateo 5:45
…hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueva sobre justos e injustos.

3.3. La misericordia en la salvación


Hay una misericordia soberana que está reservada para los herederos de la salvación
y que les es comunicada a través del pacto, por medio del mediador perfecto, Jesús.
Efesios 2:4-5
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun es-
tando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos).

Si nos fijamos un poco más en la diferencia entre las distinciones segunda y tercera que he-
mos mencionado, notaremos que las misericordias que Dios otorga a los impíos son de natu-
raleza puramente temporal; es decir, se limitan estrictamente a la vida presente. La miseri-
cordia no se extenderá para ellos, más allá de la tumba:
Isaías 27:11
Aquél no es pueblo de entendimiento; por tanto su Hacedor no tendrá de él misericordia, ni
se compadecerá de él el que lo formó.
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En este punto, puede presentarse una dificultad a algunos. La Escritura claramente define la
misericordia de Dios como eterna.:
Salmos 136:1
Alabad a Jehová, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia.

Para resolver esta aparente contradicción, hay dos cosas que hay que tener en cuenta. Dios
no puede dejar jamás de ser misericordioso porque ésta es una cualidad de la esencia divina,
sin embargo el ejercicio de su misericordia es regulado por su voluntad soberana. Esto ha de
ser así, porque no hay nada ajeno a sí mismo que le obligue a actuar de una forma u otra; si
hubiese algo, ese “algo” sería supremo y Dios dejaría de ser Dios. Es la gracia soberana de
Dios la que determina el ejercicio de la misericordia divina. Así lo afirma el Señor categóri-
camente:
Romanos 9:15-16
…pues a Moisés dice: «Tendré misericordia del que yo tenga misericordia y me compadece-
ré del que yo me compadezca». Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de
Dios que tiene misericordia…

No es la desdicha de la criatura la causa de la misericordia de Dios, debido a que nada ajeno


a sí mismo puede influir en Él. Si Dios fuese influido por la degradante miseria de los peca-
dores, los limpiaría y salvaría a todos.

Pero no lo hace así. ¿Por qué no? Porque no es de su agrado y propósito el hacerlo. Menos
aún pueden ser los méritos de la criatura los que hagan que Él conceda sus misericordias so-
bre ella, porque el hablar de ‘misericordias’ merecidas sería una contradicción. Obras y mi-
sericordia son opuestas una a la otra.
Tito 3:5
Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericor-
dia…

No son tampoco los méritos de Cristo los que mueven a Dios a otorgar sus misericordias so-
bre los elegidos:. Es “a través” o por causa de la tierna misericordia de Dios, que Cristo fue
enviado a su pueblo:
Lucas 1:78-79
…por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora,
para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros
pies por camino de paz.

Los méritos de Cristo fueron el medio y no la causa para que Dios, justamente, concediera
misericordias espirituales a sus escogidos, al haber sido satisfecha plenamente la justicia por
el Sustituto. La misericordia proviene solamente de la propia voluntad soberana de Dios.
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4. ¿Y los no creyentes?
Debemos observar detenidamente a quienes es mostrada su misericordia. Aun el arrojar a los
reprobados al lago de fuego es un acto de misericordia. Debemos considerar el castigo de los
impíos desde tres puntos de vista.
4.1. Es un acto de justicia
Desde el punto de vista de Dios, la condenación de los incrédulos es un acto de justi-
cia que vindica su honor. La misericordia de Dios nunca se muestra en perjuicio de su
santidad y justicia. Para los impíos, será un acto de equidad y merecimiento el hacer-
les sufrir el castigo debido a sus iniquidades. Pero, desde el punto de vista de los re-
dimidos, el castigo de los impíos (y no de ellos) es un acto de misericordia indecible
al haber sido descargado el castigo merecido por los creyentes sobre el eterno Hijo de
Dios hecho hombre… Jesús

4.2. Es un acto inminente


¡Qué terrible sería si el presente estado de cosas continuara para siempre; si los hijos
de Dios tuvieran que vivir rodeados de los hijos del mundo! Si los oídos de los santos
tuvieran que escuchar por siempre la burla y el lenguaje sucio y blasfemo de los re-
probados; el cielo dejaría de ser cielo en un momento. ¡Qué misericordia muestra el
hecho de que en la Nueva Jerusalén solo estaremos los creyentes!
Apocalipsis 21:27
No entrará en ella ninguna cosa impura o que haga abominación y mentira, sino so-
lamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

Que la misericordia de Dios se muestra en el castigo final a los incrédulos es una


realidad bíblica. Apelemos a las Sagradas Escrituras como prueba de lo que hemos
dicho. En el Salmo 143 y 136 leemos:
Salmos 143:12
Y por tu misericordia disiparás mis enemigos, y destruirás todos los adversarios de
mi alma: porque yo soy tu siervo.
Salmos 136:15
…arrojó a Faraón y a su ejército en el mar Rojo, porque para siempre es su miseri-
cordia.

Este acto fue de venganza sobre Faraón y los suyos, pero, para los israelitas, fue un
acto poderoso e intenso de “misericordia”.

4.3. Es un acto exclusivo


Qué vana es la esperanza presuntuosa de los impíos quienes, a pesar de su constante
desafío a Dios, cuentan con que Él será misericordioso. Cuantos de éstos hay que di-

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cen: “No creo que Dios me eche jamás al infierno; es demasiado misericordioso”. Tal
esperanza es como una víbora que se anida en el pecho… y les causará la muerte.

Dios es un Dios de justicia tanto como de misericordia, que ha declarado de forma


categórica:
Éxodo 34:7
…que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pe-
cado, pero que de ningún modo tendrá por inocente al malvado…

Sí, Él ha dicho que condenará a los impíos enviándolos al lugar de los muertos y de-
fine a los malos como aquellos que se olvidan de Él:
Salmo 9:17
Los malos serán trasladados al seol, todas las naciones que se olvidan de Dios.

5. El abuso de la misericordia
Es muy grave ver cuántos hay que abusan de esta perfección divina. Continúan despreciando
la autoridad de Dios, pisoteando sus leyes, viviendo en pecado y así y todo, se precian de su
misericordia. Dios no será injusto consigo mismo. Él demanda santidad a aquellos que Él re-
dimió pues Él mismo ha puesto la imagen de Su Hijo en ellos:
Romanos 8:29
A los que antes conoció, también los predestinó para que fueran hechos conformes a la ima-
gen de su Hijo…
Levítico 20:7
Santificaos, pues, y sed santos, porque yo, Jehová, soy vuestro Dios. Guardad mis estatutos
y ponedlos por obra. Yo soy Jehová, el que os santifico.
1 Pedro 1:14-16
Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra
ignorancia, sino, así como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda
vuestra manera de vivir, porque escrito está: «Sed santos, porque yo soy santo».

Aquellos que creen que la misericordia de Dios es inferior a Su justicia, están equivocados.
La justicia divina tiene dos momentos de ejecución: Sobre los impenitentes que la merecen o
sobre su Hijo a favor de los perdonados. La misericordia se muestra sobre los segundos y no
sobre los primeros.
Los que piensan que la misericordia de Dios los alcanzará y siguen pecando estarían dicien-
do: “Hagamos males para que vengan bienes”. De los que así hablan, está escrito:
Romanos 6:1-2
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡De nin-
guna manera!

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Tal presunción será frustrada; leamos cuidadosamente:


Deuteronomio 29:18-20
No sea que haya entre vosotros hombre o mujer, familia o tribu, cuyo corazón se aparte hoy
de Jehová, nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esas naciones; no sea que haya en
medio de vosotros raíz que produzca hiel y ajenjo, y después de oir las palabras de esta
maldición, él se congratule en su corazón, diciendo: Tendré paz, aunque ande en la dureza
de mi corazón, puesto que con la embriaguez se aplaca la sed. No querrá Jehová perdonar-
lo, sino que entonces humeará la ira de Jehová y su celo sobre ese hombre, se asentará so-
bre él toda maldición escrita en este libro y Jehová borrará su nombre de debajo del cielo.

Cristo es el propiciador espiritual, y todos los que desprecian y rechazan su autoridad pere-
cerán “en el camino, cuando se encendiere un poco su furor”
Salmos 2:10-12
Ahora, pues, reyes, sed prudentes; admitid amonestación, jueces de la tierra.
Servid a Jehová con temor y alegraos con temblor.
Honrad al Hijo, para que no se enoje y perezcáis en el camino, pues se inflama de pronto su
ira.
¡Bienaventurados todos los que en él confían!

6. En conclusión
Sea nuestro último pensamiento el de las misericordias espirituales de Dios para su propio
pueblo. Como dice el salmista:
Salmos 57:10-11
Te alabaré entre los pueblos, Señor; cantaré de ti entre las naciones, porque grande es has-
ta los cielos tu misericordia y hasta las nubes tu verdad. ¡Exaltado seas, Dios, sobre los cie-
los! ¡Sobre toda la tierra sea tu gloria!

Las riquezas de su maravillosa misericordia trascienden nuestros pensamientos más subli-


mes. Nadie puede medirla:
Salmos 103:10-14
No ha hecho con nosotros conforme a nuestras maldades ni nos ha pagado conforme a
nuestros pecados, porque, como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su mise-
ricordia sobre los que lo temen.
Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que lo temen, porque
él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.

En la carta enviada por el apóstol Pablo a los creyentes en Roma, los elegidos somos llama-
dos “vasos de misericordia”. En esta carta Pablo hace una larga disertación sobre la miseri-
cordia divina y la gracia soberana de la elección:
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Romanos 9:23-24
Él, para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de miseri-
cordia que había preparado de antemano para gloria. A estos también ha llamado, es decir,
a nosotros, no solo de los judíos, sino también de los gentiles.

Fue la misericordia la que nos vivificó cuando estaban muertos en pecado:


Efesios 2:4-5
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, vaun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo…

La misericordia derivada de Su bondad nos salvó, nuestras obras no fueron suficientes:


Tito. 3:4-7
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor para con la hu-
manidad, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nuestro Salvador, para que,
justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida
eterna.

Su gran misericordia nos regeneró para una herencia eterna:


1 Pedro 1:3-5
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hi-
zo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para
una herencia incorruptible, incontaminada e inmarchitable, reservada en los cielos para vo-
sotros, que sois guardados por el poder de Dios, mediante la fe, para alcanzar la salvación
que está preparada para ser manifestada en el tiempo final.

El tiempo nos faltaría para hablar de la misericordia que conserva, sostiene, perdona y pro-
vee. Para los suyos, “Dios es el Padre de misericordias”. Sus misericordias son constantes,
actuales y eternas. Es precisamente por eso que Él es nuestro Dios… el Dios de la miseri-
cordia.

Basado parcialmente en el libro “Los atributos de Dios” de Arthur W. Pink.


Las citas de las Escrituras son tomadas de la Biblia Reina Valera rev. 1995
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