Licitacion Gordillo
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LA LICITACIÓN PÚBLICA
1. Ámbito de aplicación
1.1. La administración pública nacional, provincial y municipal
La licitación pública es, en la legislación argentina, el procedimiento de principio
para la contratación en la administración pública. Así lo establecen la ley de obras
públicas 13.0641 y el reglamento de contrataciones del Estado.2
Es más, hay autores que consideran que la propia Constitución nacional la
exigiría como principio.3 Para el derecho positivo la licitación es de principio y
sólo se puede hacer dispensa de ella por expresa previsión legal; lo demás son
disquisiciones parecidas al servicio público: lo que a cada autor le gustaría que
fuere el derecho positivo.4 A su vez, muchas constituciones provinciales la exigen,
a veces en forma harto terminante. En cuanto al derecho comparado, la requieren
las normas de la mayor parte de los organismos internacionales, y en el mismo
sentido, también las de la comunidad europea, la cual por lo demás tiende “a una
unificación de los marcos jurídicos de los Estados miembros”5 en lo referente a
esta materia.6 También en Brasil el art. 37 inc. XXI de la Constitución de 1998
la requiere, salvo las excepciones que establezca la legislación.7 La regla es
claramente
la misma en el derecho uruguayo.8 Hay un juego de palabras en quienes
sostienen que la licitación sólo es exigible cuando las normas la imponen,9 pues
en todo caso efectivamente las normas la imponen.10 Desde luego que la norma
general reconoce excepciones. En el caso de las constituciones provinciales, su
imposición no puede considerarse una regla de hierro y está sujeta a las
excepciones
que prevea la legislación, en tanto sean razonables.
En la nueva modalidad constitucional de municipios de primera categoría
autónomos, se prevén excepciones originales, p. ej. la contratación directa con
cooperativas pero sujeto a ratificación por referéndum popular, lo que nos parece
una sabia innovación aunque en el caso de Neuquén el Superior Tribunal y la
Corte Suprema de Justicia de la Nación lo han declarado —a nuestro juicio
indebidamente—
inconstitucional.11 Otra variante interesante es la contratación
directa previa audiencia pública vinculante.12 Son modos de transparencia y
publicidad que no pueden dejarse de lado en la nueva orientación que ve en el
usuario no un mero administrado, sino un “usuario-soberano,” en la expresión
de Benvenuti.13 En Brasil se exige, para grandes contrataciones, el doble recaudo
de audiencia pública y licitación pública.14
En cuanto a la corriente doctrinaria y jurisprudencial que sostiene que el
principio es la libertad de contratación salvo cuando la legislación impone lo
contrario,
15 es una discusión similar a la del servicio público.16 No se trata de hallar
la “esencia” de las cosas por alguna intuición o postulación ex cátedra, sino de
indagar cómo está resuelto el problema en el derecho positivo y a partir de allí
construir un sistema explicativo del orden jurídico. Y desde ese punto de vista no
hay dudas que todas las normas de nuestro país exigen como regla la licitación
pública, que cabe entonces interpretarla como requisito general, claro que sujeta
a las numerosas excepciones que en cada caso autoriza la legislación. Donde no
existe la excepción, retoma su aplicación la regla.17 Hasta el advenimiento de la
CICC, Convención Interamericana Contra la Corrupción, el procedimiento de la
licitación pública era una materia reglada con sólo algunas normas básicas en la
legislación, pero en que el grueso de la regulación provenía de las propias bases
de la licitación hechas por la misma administración licitante y demás normas
que ella misma dictaba. Lamentablemente, no ha cambiado, a pesar del carácter
frecuentemente arbitrario de tales reglamentaciones. Es que en ocasiones la
administración encuentra que el mejor modo de hacer libremente su voluntad
es predeterminando ella misma el camino que quiere seguir, con lo cual puede
luego alegar que se limita a cumplir la norma cuando en realidad está haciendo
su voluntad discrecional disfrazada de norma propia.18
Por ello lo fundamental no es el cumplimiento de la forma, sino de la sustancia:
publicidad adecuada, máxima concurrencia de ofertas, mejor comparación, precio
y oferta más conveniente, equilibrio contractual, precios razonables de mercado,
control público, etc.19 Conviene tener presente el orden jerárquico de las normas y
principios jurídicos (v. gr. constitucional y supraconstitucional de razonabilidad),
que no debe estar ausente del análisis de una norma licitatoria (también los
principios
supraconstitucionales de publicidad o transparencia, equidad y eficiencia
que impone la CICC.21 En este último aspecto, pues, la contratación pública en
general y dentro de ella la licitación pública es un procedimiento administrativo
que va recibiendo progresivas normas y principios supranacionales (la eficiencia y
justicia para los usuarios)22 que son derecho federal interno, obligatorio también
para las jurisdicciones provinciales y municipales. Están dados en garantía del
interés público,23 de las partes contratantes y de los usuarios y consumidores
afectados por el gasto del erario público y los efectos frente a terceros que el
contrato pueda tener, creando una serie de redes contractuales.
En las primeras existe una concurrencia36 de distintas empresas y por ello debe
mantenerse la igualdad —no un formalismo estéril, sino igualdad de que participen
y pujen el mayor número posible de interesados— entre los oferentes.
Debe advertirse que en realidad el fin último de obtener la mejor oferta se logra
cuando no se sacrifica la mayor competencia o concurrencia posible, procurando
suplir o hacer suplir toda deficiencia formal que disminuya tal concurrencia.37
Sin perjuicio que es bueno rodear de los mayores recaudos posibles la selección
del mejor contratista estatal posible, debe estarse siempre atento a no crear
obstáculos
que terminen conspirando contra aquella finalidad esencial.
Por ello, solamente en grandes contrataciones que afectan a un número importante
o incluso indeterminado de usuarios, es razonable entrar a exigir algunos
requisitos procedimentales adicionales. Entre ellos es de destacar la realización
de una previa audiencia pública en el caso de renegociaciones de concesiones
en las que se prevea prolongar el plazo, aumentar la tarifa, reducir las multas,
reducir el cronograma de inversiones o todo a la vez.
El tema es controvertido y más de una vez se sostiene, a la inversa, que es
en el estricto cumplimiento de las formas donde se obtiene el mejor resultado:
un ejemplo clásico es las presentaciones tardías. No compartimos esos criterios
formalistas. A nuestro juicio no corresponde rechazarlas automáticamente, si
alguien llega uno o varios minutos después de cumplirse la hora exacta prevista
para la apertura del acto, si el primer sobre no ha sido abierto: la hora que debe
tomarse en cuenta es la que efectivamente sea, recién al momento de producirse
la apertura del primer sobre. De lo que se trata es de evitar la posible presentación
de alguien con más de un sobre, que elige cuál entrega dependiendo de qué
monto tiene la oferta (ya pública) de otro. Si esa posibilidad materialmente no
existe, no hay motivo para rechazar una oferta que llega después de la hora pero
antes de abierto el primer sobre.
La administración debe procurar recibir el mayor número posible de ofertas,
para obtener una mejor comparación de ofertas y tomar la decisión que resulte
más oportuna y conveniente. A resultas de ello no puede la administración
adjudicar
el contrato a una empresa en condiciones distintas de aquellas por las
que llamó a licitación; en cambio, en la contratación directa la administración
puede apartarse de las bases con las cuales pensaba originariamente
contratar,
salvo que la contratación directa sea consecuencia
de una anterior licitación
pública fracasada.
En todos estos últimos casos queda la salvedad de que la contratación directa
no puede ser reservada u oculta, sino que su precio debe publicarse para que
sea el público quien determine, incluso contratándose por razones de urgencia o
especialidad, si se han respetado los precios del mercado.
3. Principios de la licitación pública38
Los pliegos hasta ahora se venden, a precios que oscilan entre carísimos y
prohibitivos.
Pues si se ha de vender en cientos de miles de dólares, como ha ocurrido,
es obvio que se trata de un precio destinado exclusiva y prioritariamente a
excluir su conocimiento público: su sólo precio es índice cierto de corrupción en
ciernes, de falta deliberada de transparencia. De ese modo conocen sus detalles
sólo el más pequeño manojo de interesados directos e inmediatos en el objeto del
llamado, excluyéndose así en forma deliberada —no creemos en la ingenuidad,
en este punto— el conocimiento y acceso por la opinión pública y la prensa y
demás interesados y asociaciones de usuarios o interesados. Así se construyen
los grandes negociados.
Además y lo que es mucho peor, al exigirse la compra del pliego para poder
ofertar se permite reducir el universo de potenciales oferentes al puñado de
adquirentes concretos de aquél. De este modo la administración ayuda a que los
reales interesados sepan de su existencia recíproca y por ende se reúnan, formen
clubes, acuerden en definitiva cómo van a ofertar y a qué precios. Si no fuera
porque la práctica de vender los pliegos es, por ello, indubitablemente corruptora,
forzoso sería concluir que es irremediablemente tonta.
Para perfeccionar el mecanismo, la administración suele exigir que se acompañe
a la oferta el recibo de compra del pliego, “estupidez” suprema porque ella, que
los vendió, ya sabe quiénes son. Es entonces no imperdonable tontera sino clara
amenaza mafiosa para que nadie “saque los pies del plato.” Todo esto es conocido
y común en infinidad de países y ha sido suficientemente denunciado mucho
antes de ahora.42 Sólo falta que alguien lo declare inmoral e inconstitucional y
lo prohíba o mande a la justicia de instrucción cada vez que ocurra.
Los pliegos de una licitación suelen ser preparados anónimamente: nunca nadie
se responsabiliza de ellos. Sin embargo, cada art. es objetivamente una toma de
decisión, que necesita sustento fáctico suficiente y adecuada motivación.44 ¿Por
qué se exige “X” capital? ¿Por qué se fija el plazo “Y”? ¿Por qué tales recaudos
técnicos?45 No es suficiente con elevar al órgano máximo un expediente en el cual
falta sólo su firma, pero no hay antes firma alguna que fundamente cada art. del
proyecto. Si el superior firma sin analizar demuestra impericia o negligencia.
Por ello debe desenfatizarse el clásico rigor formal en su aplicación46 y acentuar
en cambio la línea de precedentes que declaran, así sea tardíamente, la nulidad
de las cláusulas del pliego que se opongan a derecho,47 o justifican su razonable
incumplimiento.48
4.1. Introducción
Por de pronto, conviene recordar el principio que enunciamos en el cap. XI, que
en grandes proyectos o grandes concesiones o licencias, es necesaria la audiencia
pública previa. En la ley brasileña se impone tanto la audiencia pública como la
licitación pública para las contrataciones de gran monto.94 Acá es un criterio que
está progresando poco a poco. En lo que sigue nos referiremos al procedimiento
de la licitación pública en la ley de obras públicas; la parte vigente de la ley de
contabilidad contiene pocas normas generales y el procedimiento se rige por los
decretos reglamentarios
dictados por el Poder Ejecutivo. Hay que estar siempre
atento a las constantes novedades normativas que se van produciendo en un país
signado por la inestabilidad normativa.
4.2. No existe preclusión procesal
En derecho administrativo no existe la preclusión procesal para impedir la anulación
de un acto nulo de nulidad absoluta,
tanto que ni siquiera la prescripción
corre a su respecto. Este clase de afirmaciones son muy vapuleadas en algunos
pronunciamientos judiciales totalmente adversos a dichos principios, pero hay, a la
inversa, sensibles progresos en el control judicial de la contratación pública.95
Es además aplicable en la especie el clásico aforismo romano conforme al
cual: melius est intacta jura servare, quam vulneratæ causæ remedium quærere.
96 “Creemos que la falta de reclamación contra la adjudicación provisional no
puede tener la consecuencia de hacer perder la posibilidad de impugnar
la adjudicación
definitiva. La pasividad de los interesados no tiene por qué significar el
consentimiento de un acto que todavía no existe, ni tampoco ser una prueba de su
legalidad.”97 Si ni siquiera con la preadjudicación se puede hablar de preclusión
procesal, mucho menos antes de que ella se produzca.
4.3. Pliegos de la licitación
4.3.1. En general
En toda licitación pública se preparan los llamados “pliegos,” que no son sino
conjuntos de disposiciones reglamentarias98 de carácter minucioso destinadas a
regir al contrato. Los hay de “bases generales,” de “bases especiales,” de
“especificaciones técnicas,” etc., de acuerdo a un diverso contenido
y en su conjunto
forman una parte cuantitativamente muy importante del régimen jurídico del
contrato pertinente. Los pliegos de la licitación adolecen del excesivo e irrazonable
reglamentarismo que es consustancial a las viejas prácticas de la administración
pública,99 porque en cada nuevo acto licitario que hacen los funcionarios quieren
introducir en normas nuevas la experiencia del anterior: la tentación de legislar
es demasiado grande y luego no se envían los pliegos a la oficina de legales para
que verifique si están o no conforme a derecho. Además, es frecuente que se quiera
limitar o prohibir la impugnación de la adjudicación, lo cual es una norma que
puede reputarse inexistente por su absurdidad en un Estado de derecho y en una
sociedad democrática, donde acto alguno puede quedar exento del control tanto
administrativo como jurisdiccional.
Una de las formas de limitar la impugnación de los perdedores es fijar en el
pliego una suma suficientemente grande, a pagar como depósito, que se pierde si
el recurso es rechazado y se devuelve si el recurso se gana. Lógicamente aquel que
viene de perder la licitación no estará precisamente entusiasmado en arriesgar
dinero para ver si puede hacer revertir el criterio administrativo, con lo cual la
administración logra la impunidad por sus actos si la justicia no anula o declara
inexistentes normas de esta índole.
XII-23
la licitación pública
proyecto de contrato con el cual formalizar la relación con el adjudicatario, sin
consultar posibles alternativas de interés para los oferentes antes de presentar
sus ofertas.
4.3.3. El instrumento del contrato y el orden de prelación normativo
Ello ha llevado también a que la administración desnaturalice el procedimiento
y en ocasiones, luego de adjudicada la licitación, se ponga a discutir los términos
del contrato con el adjudicatario, lo cual es un verdadero dislate desde el punto
de vista de la igualdad de los oferentes.101 Toda variación que se introduzca en
dicho documento contraria a lo previsto en el pliego es desde luego nula de nulidad
absoluta. También es nula, a nuestro entender, la cláusula que a veces introduce
el pliego de la licitación en el sentido de cuál habrá de ser el orden de prelación de
las normas que integran el contrato. El orden de prelación es cuestión objetiva,
no materia susceptible de decisión en más de un sentido. Debe comenzar por las
normas de rango superior o más general, de las que no pueden apartarse las de
rango inferior, en particular el instrumento mismo del contrato.102 De admitirse
que el contrato puede modificar el pliego se destruye todo el sistema de la licitación
pública: publicidad, transparencia, concurrencia, igualdad. Es lo mismo
que no hacer licitación pública sino contratación directa y ello importa la nulidad
de las cláusulas del instrumento del contrato que se apartan de las normas que
rigieron el llamado, a menos que efectivamente se configuren las causales de
contratación directa. Ese orden de prelación es inexistente: tan grosera es la
violación al ordenamiento que comporta.
106 Bandeira de Mello, Curso..., op. cit., cap. IX, VII, § 73 a 75, pp. 525-6, “Licitações de grande
vulto e licitações de alta complexidade técnica,” Figueiredo, Direitos..., op. cit., cap. X; Lopes
Meirelles, Hely, Licitação e contrato administrativo, San Pablo, Malheiros, 2002, 13ª ed., p. 118;
Coelho Motta, op. cit., pp. 200 y ss.
107 Será competente el Presidente de la Nación, el ministro del ramo, etc., de acuerdo al monto
de la contratación.
108 Ver ley de obras públicas 13.064; ley de contabilidad (decreto-ley 23.354/56), art. 62.
XII-27
la licitación pública
también el precio de adjudicación, las condiciones del acto de adjudicación y sus
anexos y el precio final del contrato. En las contrataciones directas o por licitación
privada, si bien el llamado no necesita ser también tan abierto, el resultado sí, por
la misma razón del control de eficiencia que impone la CICC. El incumplimiento
de este requisito determina la nulidad.109 En caso de publicación por menos
días de los indicados en la ley, o en forma incompleta o imprecisa, el grado de la
nulidad dependerá a nuestro juicio de cómo ello ha afectado de hecho, en el caso
concreto, la publicidad del acto. En el mismo conforme al cual se aprecian todas
las nulidades y sus efectos en materia de actos administrativos en general.110 Si
ha tenido una razonable publicidad y las firmas interesadas
han podido enterarse
de él y de su contenido, no habría razón para decretar la nulidad.111 En cambio,
si de las constancias del caso resulta que la publicidad ha resultado insuficiente,
p. ej. porque se presentó un número demasiado reducido de empresas, entonces
correspondería anular la licitación. En el caso de grandes contrataciones que
requieren instrumentos contractuales complejos, la publicidad requiere hoy en
día que se realice una audiencia pública previa al perfeccionamiento del contrato,
o al comienzo del procedimiento como en el derecho brasileño.
5. La presentación de las ofertas
5.1. Inscripción en el registro
Se ha ido abandonando112 el recaudo de la inscripción en un registro especial de
constructores de obras públicas113
o de proveedores del Estado,114 requisito que
tenía excepciones.115 La tendencia actual es tener un registro de inhibidos para
cotizar, más que un registro de autorizados para hacerlo.
En todo caso, la globalización de la economía lleva a la internacionalización de
las licitaciones y de las ofertas, lo cual torna imposible a cada Estado determinar
ex ante la capacidad de cada oferente: no queda en tales casos otra alternativa que
estudiarlo en cada licitación, en ocasión del análisis del sobre “A” o de la
precalificación
de oferentes que se presente de cualquier parte del mundo. Ciertamente
que este mecanismo puntual y aislado no es tan eficaz como un registro previo
109 CSJN, Fallos, 181: 306, Empresa Constructora P.H. Schmidt vs. Provincia de San Juan, 1938;
179: 249, Empresa Constructora P.H. Schmidt vs. Provincia de Mendoza, 1937; PTN, Dictámenes,
79: 179, 182; Boquera Oliver, La selección de contratistas, op. cit., pp. 59-60.
110 Ampliar, infra, t. 3, El acto administrativo, cap. XI, “Sistema de nulidades del acto administrativo.”
112 Pérez Hualde, op. cit., p. 309. Ver también nuestro art. “La validez constitucional del decreto
2284/91,” en Después de la reforma del Estado, op. cit., cap. IX; Bustamante, Jorge Eduardo, Desregulación.
Entre el derecho y la economía, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1993.
113 Ley de obras públicas, art. 13 y su reglamentación; decreto 1724/93.
115 Decreto 6.808/61, arts. 1°, 16 y 27, en lo referente a obras públicas; art. 61, inc. 51, del reglamento
5720/72 de suministros.
XII-28 defensa del usuario y del administrado
y sistemático, pero es claro que tal registro no resulta materialmente posible
tenerlo con alcance universal, como es la economía de hoy.
5.2. Cumplimiento de obligaciones fiscales y previsionales
Es motivo de alguna duda, a nuestro juicio, el mecanismo establecido por el
órgano fiscalizador de impuestos nacionales116 para los proveedores del Estado,
que exige un certificado fiscal para contratar, acreditando su condición fiscal y
su cumplimiento impositivo y previsional.117
Sin perjuicio de reconocer la exactitud de las críticas formuladas por la na
brasileña a normas similares,118 nos parece que en una realidad de continua
emergencia fiscal como la nuestra, el contexto del caso es diferente.119 En efecto,
dado que una parte nada despreciable de la población ni siquiera cumple con sus
mínimas obligaciones fiscales formales, la exigencia de inscripción y presentación
regular y continua de las pertinentes declaraciones juradas, tiene más que
sustento fáctico suficiente y adecuado.120 Es por ello plenamente válida.
El Estado no puede contratar con un sistemático incumplidor fiscal. No significa
ello, que tener conflictos pendientes puede ser causal de inhabilitación per se.
Pero no parece irrazonable acreditar la condición fiscal y previsional. De hecho
es una práctica usual incluso en relaciones entre particulares.
Los pliegos suelen exigir que la entrega de las propuestas debe hacerse bajo sobre
cerrado y firmado (entendiendo por tal que las firmas cruzan el cierre), a veces
incluso lacrado y acompañada de los documentos
que acreditan haber comprado
el pliego y efectuado el depósito de garantía de mantenimiento de la oferta.126 El
primero de estos requisitos se presta a la corrupción, pues si el precio es
suficientemente
alto, es una forma de evitar que el público en general pueda controlar
la seriedad de los procedimientos licitatorios y sus bases.127
Ello incluye hoy en día, necesariamente, el control judicial de las graves
arbitrariedades o discriminaciones del pliego, por vía de amparo, sea por un
usuario128 o por una empresa que no compra el pliego pues quiere impugnar antes
sus cláusulas discriminatorias, etc.129
En todo caso y por lo que respecta a la compra del pliego, consideramos que
es un requisito tan absurdo como para merecer el calificativo de inexistente.
La falta u omisión de alguno de los documentos formales, en todo caso, puede
suplirse posteriormente.130 Dada la cantidad de antecedentes que se piden a los
oferentes, es usual que se trate de cajas en las cuales van incluidos distintos
sobres o carpetas por rubros, una de las cuales será el del precio. Pero es mejor
que se separen en distintos momentos temporales la recepción de las ofertas en
su faz técnica y administrativa o legal, sin el precio y que se deje la presentación
del sobre de precio para cuando todos hayan tenido oportunidad de sanear
cualquier defecto de su presentación. Ello evitará discusiones estériles sobre las
formas de cada presentación, permitirá el mayor número de oferentes y dejará
la discusión solamente referida al precio para su momento oportuno, cuando ya
no haya debates o discusiones formales pendientes.
Por cierto, si la administración quiere actuar corruptamente y no hay justicia
que controle, entonces es fácil desechar ofertas desde la presentación formal,
con argumentos falaces y dejar que intenten inútiles recursos de amparo que la
justicia rechazará in limine litis por tratarse de meras cuestiones contractuales.
De ese modo la justicia se hace cómplice de la restricción del número de oferentes
a aquellos que la administración quiere tener y permite excluir los competidores
que no participan del club de oferentes.
Vencido el plazo para la admisión de las ofertas, se abren los sobres en acto abierto
al público131 y se labra un acta donde se deja constancia de las ofertas presentadas
y sus montos. Se ha dicho que es un acto “solemne,”132 lo que podría explicarse por
el hecho de que interviene el grupo de funcionarios designados especialmente por
la autoridad licitante para realizar el acto,133 que todas las ofertas son firmadas
por ellos para asegurar su autenticidad y prevenir eventuales sustituciones y del
obvio interés y atención que prestan al acto los distintos oferentes.
No tiene sin embargo solemnidades jurídicas especiales. La administración,
por las dudas, lo hace a veces por acta ante escribano público. Terminado
el
acto, que se realiza con la asistencia (invitados, pero no obligados a asistir) de
los interesados, estos podrán dejar constancia en el acta de las observaciones
que deseen.134
No siempre, sin embargo, los funcionarios encargados del acto se avienen a que
los interesados dejen amplia constancia de sus impugnaciones. Por lo general los
invitan a ampliarlos posteriormente si así lo desean. En todo caso no hay en esta
materia preclusión procesal alguna, ya que las observaciones pueden hacerse con
posterioridad al acto, presentando un escrito en la repartición de que se trate en
cualquier momento posterior al acto de apertura.
En el acto de apertura de los sobres la administración
no puede devolver
ninguna propuesta ni resolver nada respecto a la admisión o inadmisión de las
ofertas, sino que debe abrir los sobres y consignar materialmente sus ofertas
en el acta respectiva, como así también las objeciones que reciban. El rechazo
de una oferta, p. ej. por no cumplir con las condiciones exigidas,135 sólo puede
ser decidido por la autoridad que a su vez tenga competencia para adjudicar la
licitación, previo cumplimiento de los requisitos normales de validez del acto
administrativo. Son ellos, como es sabido, audiencia del interesado, dictamen
letrado del servicio jurídico permanente, acto suficientemente motivado. Se sigue
de ello que es ilegítimo que la autoridad que tiene a su cargo el acto de apertura
rechace, en ese acto formal, una oferta.136
Si existen observaciones formales a alguna de las ofertas, a veces la administración
no abre el sobre de precio hasta que se resuelva la impugnación, lo cual
atenta contra el saneamiento de defectos formales y maximización del número de
oferentes. Y es, pues, una práctica administrativa viciada de nulidad. Se lo hace
para evitar que se conozca el precio del oferente desplazado, que podría dar así
una muestra de cuáles son las sumas en juego. El contra argumento que a veces
hacen los funcionarios, es que sería un precio no serio, pero ello no resiste la
crítica. Pues el precio no serio o irrisorio también puede ser desechado por acto
debidamente motivado. “El acto de apertura de las propuestas será necesariamente
formal y público.137 El acto de apertura como parte de un proceso
integral
puede sufrir irregularidades que se proyecten sobre el acto final de adjudicación
y provoquen su anulación en virtud de la presencia de una causal
de anulabilidad
[...] La existencia de infracciones que alteren el trato igualitario y el
comportamiento
correcto son las que deben provocar la invalidez
de las actuaciones.”138
5.6. Aclaraciones y saneamientos formales posteriores
Luego de abiertos los sobres que contienen la oferta económica, los oferentes
podrán hacer aclaraciones que no alteren la propuesta original o modifiquen
las bases de la licitación ni el principio de igualdad entre todas las propuestas.
Dicha solución clásica debe a nuestro juicio considerarse aplicable solamente en
cuanto al precio y condiciones. Lo relativo a documentación faltante no es una
aclaración sino una mera complementación instrumental que debe admitirse.139
Las aclaraciones pueden ser efectuadas en ese mismo acto o posteriormente, por
iniciativa de los oferentes o a pedido de la administración.
135 Las ofertas deben ser serias, firmes y concretas: Caetano, Marcello, Manual de direito administrativo,
t. 1, Río de Janeiro, Forense, 1970, p. 539; Bandeira de Mello, Curso..., op. cit., cap.
IX, § 123, “Requisitos das propostas,” pp. 550-2; Abreu Dallari, op. cit., p. 94 y ss.
136 PTN, Dictámenes, 90: 6; reglamento, art. 85 in fine: La presentación en término, a nuestro
juicio, incluye las ofertas que lleguen después de hora pero antes de comenzada la apertura de los
sobres. En la práctica, con todo, la administración aplica literalmente la norma en desmedro de la
mayor concurrencia.
137 Figueiredo, Direitos dos licitantes, op. cit., p. 59.
139 Ley 13.064, art. 17; Vinyoles i Castells, op. cit., p. 113. En contra Figueiredo, Curso..., 2000,
4ª ed., op. cit., cap. XVI, § 9, p. 454; Escola, op. cit., pp. 348-9.
XII-32 defensa del usuario y del administrado
5.7. Mantenimiento de las propuestas
Una vez presentada una propuesta, el proponente no puede traspasarla, en
todo o en parte, sin consentimiento de la autoridad.140 “Los proponentes deben
mantener las ofertas durante el plazo fijado en las bases de la licitación;” si
retiraran
su oferta con anterioridad, perderán el depósito de garantía, sin perjuicio
de la suspensión en el registro.141 En las contrataciones encuadradas en el decr.
1023/01 y 436/00 se establece un procedimiento para el caso de transferencia o
cesión del contrato por parte del adjudicatario una vez perfeccionado el mismo.142
Cabe distinguir, según la tradición de nuestro derecho administrativo, el plazo
de mantenimiento de las ofertas, del de su validez. El segundo hace expirar
automáticamente la oferta al vencimiento del término, en tanto que el primero
requiere para su operatividad el retiro expreso de la propuesta y caso contrario
ella sigue en pie. Hoy en día son cuestiones expresamente resueltas en los pliegos
o en las reglamentaciones.
sus referencias.
XII-42 defensa del usuario y del administrado
comisiones ni deliberaciones o consultas adicionales de ninguna especie. Lo hemos
visto utilizar con apreciable eficacia.
5.13. Requisitos especiales
Como muy bien advierte Dallari,191 legalmente “no se puede impedir que durante
el término de publicidad del pliego las personas se preparen, ajusten y adapten
para atender los requisitos de participación. Especialmente en la concurrencia
[...] no es posible fijar requisitos que deban ser cumplidos antes o en el momento
de la publicación del llamado.” “Eso solamente sirve para propiciar la venta
de información privilegiada para favorecer determinados oferentes y violar el
principio de igualdad.”
6. La aceptación de la oferta: la adjudicación
6.1. Preadjudicación
No siempre se establece en los pliegos, ni en la legislación, la necesidad de hacer
una preadjudicación previa a la adjudicación definitiva. Sin embargo es un
elemento de fundamental importancia práctica para los propios funcionarios y
para la administración, además de los oferentes, pues al ser publicada y otorgarse
vista simultánea a todos los interesados, se puede obtener un debate con las
impugnaciones
que se efectúen,192 lo cual permite mejor apreciar y fundamentar la
decisión que se adopta o, en su caso, modificar la que resulta de la preadjudicación.
Se ha discutido si es o no un acto administrativo:193 a nuestro juicio es un acto
administrativo interlocutorio, que no produce todavía los efectos definitivos de
la adjudicación pero resulta susceptible de impugnación por la vía recursiva.
6.2. Razonable discrecionalidad. Oferta más conveniente194
“Establecer que la adjudicación debe recaer sobre la oferta más conveniente no
implica investir a los órganos administrativos de facultades omnímodas sino
darles mayor amplitud de apreciación de los distintos elementos de aquélla, más
allá del precio, lo que no excluye sino que exige una motivación más cuidadosa y
precisa en el acto respectivo, que objetive la ponderación que se realice
(Dictámenes,
146: 451) y que la apreciación de la oferta más conveniente es una facultad
que, si bien discrecional, en manera alguna puede quedar exenta del sello de
razonabilidad que debe ostentar toda actividad administrativa para producir
efectos jurídicos válidos (Dictámenes 114: 124).”
6.3. Contratación directa por razones de urgencia195
“El requisito de la urgencia debe ir plenamente acreditado mediante estudios
técnicos, objetivos, previos y serios que la califiquen como cierta ya que de modo
alguno puede quedar librado al criterio subjetivo de funcionarios cuya apreciación
exclusivamente personal podría desvirtuar el sentido de la norma reglamentaria
impuesta en defensa del interés del Estado”196 pues “de otro modo podría darse
por supuesta una situación de urgencia inexistente, generalizándose así un régimen
de excepción que debe, como tal, ser de interpretación y aplicación restrictiva;”
197 “[...] la razón de urgencia no basta para realizar una adquisición” “sino
que además, se deben adoptar las medidas eficientes198 para efectuar la compra
con premura”199 de manera que la conducta de la administración y la situación
de excepción hallen una coherente respuesta en relación a las necesidades y el
tiempo de su satisfacción.
Es que “el apremio debe ser concreto e inmediato y de tal naturaleza que no
pueda satisfacerse en tiempo oportuno más que por vía de la contratación directa
pues la demora normal de un llamado a licitación provocaría mayores daños al
interés público que los que ocasiona la omisión de un requisito exigido por razones
de conveniencia y moralidad administrativa, en cuyo resguardo se halla también
interesado ese mismo interés público.”200
6.4. Carácter no obligatorio de la adjudicación
De acuerdo al art. 18 de la ley 13.064 “La presentación de propuestas no da
derecho alguno a las proponentes para la aceptación de aquéllas,” lo que ha sido
interpretado en el sentido de que la administración no está obligada a efectuar
la adjudicación a ninguno de los proponentes incluso aunque sus ofertas fueren
admisibles y además convenientes. Asimismo el art. 20 del decr. 1023/01 y su
reglamentación establecen que podrá dejarse sin efecto el procedimiento de
contratación
en cualquier momento anterior al perfeccionamiento del contrato, sin
195 El derecho brasileño es más exigente en el punto y contempla la “emergencia” —no la urgencia—
como dispensa de licitación, como señalaban normas anteriores a la actual legislación:
Motta, Carlos Pinto Coelho, Licitação e contrato administrativo, Belo Horizonte, Lê, 1990, p. 57,
transcribiendo un dictamen de Hely Lopes Meirelles.
196 Quancard, op. cit., p. 93 y sus referencias. Dictámenes, 75: 165; 77: 43 y 205 y 103: 5, etc. Es
preciso destacar que la urgencia, por si misma, no revela al órgano administrativo de efectuar
invitaciones
a los posibles oferentes. Ver arts. 25 del decreto 1023/2001, 26 y 27 del decreto 436/2000
y circular nº 10/2003 de la O.N.C. (Oficina Nacional de Contrataciones.)
197 Dictámenes, 89: 106.
198 Obsérvese cómo el principio jurídico de la eficiencia de resultado, que ahora contiene expresamente
el art. III inc. 5° de la CICC, viene ya preanunciado hace décadas por la Procuración.
199 Dictámenes, 74: 391.
XII-47
la licitación pública
El devenir del tiempo produce cambios en el mercado y es posible que existan
nuevos interesados ofreciendo mejores condiciones que los presentados. Deben
por ello, a nuestro juicio, admitirse ofertas tardías mayores que tengan garantía
suficiente de mantenimiento y —tomándolas como base, previa garantía de
mantenimiento de su oferta— realizar un nuevo llamado. Lo hemos visto en
licitaciones de quiebras y ha sido eficaz.
6.7. Eficiencia
De todas maneras, ya hemos explicado213 que el art. III inc. 5° de la CICC exige
que la contratación sea eficiente,214 lo cual en la práctica ha de manejarse por los
letrados de la administración con el mismo cuidado que la urgencia.
Ello significa que debe haber un informe técnico, suficiente y razonado, proveniente
de los organismos permanentes de asesoramiento técnico, que demuestren
fundadamente cómo y por qué el objeto contractual y el acto mismo de
adjudicación
reúnen tal característica.
La eficiencia ha quedado transformada, de un simple requerimiento algo ingenuo
de la ciencia de la administración, en principio jurídico de nivel supranacional,
cuya aplicación y cumplimiento es jurisprudencialmente inexcusable para
todos los funcionarios y agentes del Estado argentino. Es un principio jurídico
indeterminado, que se transforma en facultad reglada cuando se configuran los
hechos determinantes.
6.8. Equidad y justicia. Razonabilidad
Lo mismo cabe decir de la equidad que la misma norma exige y que debe
traducirse
como justicia del contrato que celebra la administración respecto de los
terceros a los cuales afecta.
Aquí también el valor de justicia, que se entendió siempre de carácter sublegal,
viene ahora a quedar transformado en un principio de carácter supralegal y
supranacional y así debe aplicárselo, con los mismos recaudos de razonabilidad
y justificación antes expuestos. Su transgresión no es materia de filosofía del
derecho, es cuestión de derecho escrito, positivo, que además es iusfilosóficamente
justo. Lo exige también el art. 2º inc. h) de la ley de ética pública, en cuanto
213 “Un corte transversal al derecho administrativo: la Convención Interamericana Contra la
Corrupción,” LL, 1997-E, 1091.
214 También aparece exigida en el decreto 229/00, art. 4º, inc. g): “Transparencia: Los organismos
217 Iniciada la publicidad y difusión del procedimiento, las aclaraciones y modificaciones al pliego
224 Ha dicho así la PTN que “la urgencia, invocada como razón de excepción al procedimiento de
licitación pública, para ser probada requiere estudios técnicos objetivos previos y serios que la califiquen
como cierta. De modo alguno puede la determinación de la misma quedar librada al criterio
subjetivo de funcionarios cuya apreciación exclusivamente personal podría desvirtuar el sentido
de la norma” (70: 127; 77: 43 y 265; 86: 367; 89: 260, etc.). Y no sólo debe haber estudios técnicos
que acrediten la urgencia, sino que ella debe además estar corroborada por la propia conducta
de la administración pública al celebrar el contrato: “No basta para usar de un procedimiento de
excepción al régimen general de las licitaciones, calificar una compra de urgente, sino que deben
tomarse, además, todas las medidas eficientes para efectuarla con premura” (75: 165 y 168 vta.;
86: 369; 89: 106, 110, en materia de suministros).
XII-51
la licitación pública
ordenamientos jurídicos como medio de prescindir de trámites y formalidades
requeridos por la ley.225
La administración, con todo, es muy renuente a invocar la causal de urgencia,
quizás porque el escrutinio público es fácil al respecto. Es muy fácil al poder central
declarar u obtener legislativamente la declaración genérica de las categorías
de necesidad y urgencia, o emergencia, etc., pero los órganos de ejecuión saben
bien que la invocación de la urgencia para una contratación directa despertará
siempre sospechas si no es justificada objetivamente. (Epidemias, pandemias,
desastre, etc.)
7.4. Reserva
La ley 13.064 autoriza la contratación directa “Cuando la seguridad del Estado
exija garantía especial o gran reserva;” el régimen de contrataciones de la
administración
nacional, por su parte, lo dispone “Por razones de seguridad o defensa
nacional.” Entendemos que esta causal debe interpretarse
restrictivamente226
y que deben aplicarse las mismas exigencias
establecidas con referencia a la
urgencia; luego, la necesidad de mantener el secreto debe estar debidamente
acreditada mediante informes técnicos serios y razonables. Un caso especial
es el de la legislación militar que autoriza operaciones bajo reserva, lo cual ha
dado lugar a grandes escándalos de ventas de armas a países de los cuales hasta
éramos garantes del proceso de paz. Ello demuestra más que suficientemente que
las normas de la CICC deben tenerse como supralegales y operativas también
en materia militar: publicidad, equidad, eficiencia, son parámetros que ninguna
contratación pública puede hoy desoír sin incurrir en grave violación interna e
internacional.
7.5. Especial capacidad
La ley 13.064 se refiere a que “para la adjudicación resulte determinante la
capacidad artística o técnico-científica” y el régimen de contrataciones de la
administración nacional a “Las obras científicas, técnicas o artísticas cuya eje-
cución debe confiarse a empresas, personas
o artistas especializados.” Se aplica
también aquí lo dicho más arriba.
7.6. Marca, patente o privilegio
La ley de obras públicas y el régimen de contrataciones de la administración
nacional prevén que el ejecutor del trabajo tenga patente
o privilegio, o se trate
de bienes cuya fabricación o venta sea exclusiva. La marca no constituye de por
sí causal de exclusividad, salvo que no haya sustitutos convenientes. En todos los
casos la determinación de que no existen sustitutos
convenientes deberá basarse
en los correspondientes informes técnicos en los que expresamente se consignen
las razones de conveniencia.
7.7. Licitación pública desierta
Cuando no se ha presentado ningún proponente a una licitación pública esta se
considera desierta
y puede contratarse directamente, según lo establecen las
dos leyes comentadas.
7.8. Licitación pública fracasada por inadmisibilidad de las ofertas
Dichas normas prevén como causal de contratación
directa el que una licitación
pública anterior haya fracasado porque “no se hubiesen presentado en la misma
ofertas admisibles.”
Oferta “inadmisible” no es oferta “inconveniente,”
sino una
oferta que —conveniente o no— no se ajusta a los requisitos de los pliegos y bases
de la licitación; en otras palabras, se trata de una oferta que no ofrece exactamente
lo solicitado, o no lo ofrece en las condiciones o con los requisitos requeridos. Por
ello el concepto de inadmisibilidad se vincula con las exigencias específicas del
pliego de condiciones y “sería erróneo, en cambio, atribuir carácter de «oferta
inadmisible» a la que, aunque ajustada al pliego de condiciones, se estimara
inconveniente
por razones de precio, financiación u otras circunstancias.”
227
Es por tales razones que no se puede contratar directamente en base a esta
causal “cuando se han recibido propuestas que si bien son aceptables (admisibles)
por ajustarse a las bases del remate, resulten
inconvenientes a juicio de la
administración.”228 Al igual que en el caso anterior, la contratación directa que
se efectúa debe hacerse con las mismas condiciones y requisitos que la licitación
pública fracasada, pues de lo contrario se facilitarían procedimientos irregulares,
tales como exigir en una licitación pública ciertas condiciones que por su
imposibilidad de ser cumplidas
determinarán la segura inadmisibilidad de todas
las ofertas,
para luego, suprimiéndolas, realizar una contratación directa con la
firma que se quiera. Otra variante es realizar un segundo llamado con modifi-
227 Dictámenes, 77: 43 y 265; 80: 49; 89: 106.
228 Dictámenes, 77: 265.
XII-53
la licitación pública
caciones al pliego; de fracasar el segundo se puede contratar directamente, pero
sólo con el segundo pliego.
7.9. Licitación pública anulada
En la práctica a veces se habla impropiamente de “licitación pública anulada”
para referirse al caso en que se ha decidido no adjudicar porque las ofertas
presentadas son inconvenientes; ello desde luego, no configura jurídicamente
una anulación ni permite tampoco contratar directamente. Ahora bien, si la
licitación fuera efectivamente declarada inválida en razón de un vicio cometido
en su sustanciación, la situación no varía, pues la ley no prevé un caso tal como
causal de contratación directa y además la extinción vuelve a las cosas a su
estado anterior: es decir, no ha habido en verdad licitación pública.
8. El régimen de iniciativa privada
Fue instituido en la reforma del Estado229 pero prontamente cayó en disfavor y
de hecho se desalentó en los casos ocurrentes. Como siempre, la administración
es temerosa, quizás con razón, a adoptar decisiones frontales, y por ello prefiere
sea la contratación directa, sea la licitación pública.
Ver “La iniciativa en obras y privatizaciones” y “El pliego de la iniciativa” en nuestro libro
229
Después de la reforma del Estado, op. cit., pp. 10-23 y el capítulo III del decr. 436/00.