El Apostador
El Apostador
El Apostador
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Carlota Carvallo
El apostador quiso salvarlo, pero su amo se lo impidió. Poco después escuchó un rumor extraño, como un fuerte
Una maligna sonrisa se dibujaba en su rostro. aleteo, y la vieja lo ocultó dentro de un saco de paja.
Poco después, el muchacho desapareció entre las Por un agujero, el apostador vio a 10 inmensos cóndores
turbulentas aguas. Luego ordenó a su siervo que recogiera que llegaban hambrientos y cansados ...
los vestidos que había dejado en la orilla y se los pusiera a - Me huele a carne humana -dijo uno de ellos.
un muñeco de palo ... - ¡Aquí ha estado un mortal! -dijo el segundo.
Cuando los padres del joven fueron en busca de su hijo, Pero la vieja los tranquilizó.
y encontraron el muñeco con su ropa, se echaron a llorar. - La verdad es que aquí estuvo un pobre caminante, pero
ya se fue. Quería saber cómo haría para librarse del diablo
El apostador tenía buen corazón y no pudo contemplar que lo ha obligado a servirle de criado.
el sufrimiento de los pobres ancianos. - Qué dé la vuelta al mundo y haga tres buenas acciones -
contestó uno de los pájaros. Una de ellas sería devolver la
- ¡Devuélveles a su hijo, o no te serviré más! – exclamó. vida al muchacho que se ahogó en el río.
- ¿Y cómo sería posible? -preguntó la vieja...
Pero el caballero rio malignamente y no accedió a su - Debe de encontrar al muñeco de palo y quitarle los
petición ... vestidos. Luego buscará al demonio para volverle a apostar.
- ¿Y quién le ayudará en todo esto?
Aquella noche, mientras que el amo dormía a pierna - Que llame en su auxilio a la madre del agua...
suelta, su criado huyó. - Y a la madre del viento. –fueron diciendo uno tras otros
los cóndores.
Anduvo errante durante largo tiempo, escondiéndose,
pues a cada instante le parecía escuchar el galope del caballo Cuando éstos se entregaron al sueño, la vieja abrió el
de su amo, que lo estaba buscando. saco de paja, e hizo salir al apostador.
- ¡Ya lo has oído! -le dijo- ¡Ahora vete y que te acompañe
Cuando se hallaba ya extenuado por el hambre y el la suerte!
cansancio, encontró a una viejecita sucia y desgreñada,
asomada a la entrada de una cueva, al pie de una altísima El hombre bajó de la montaña y tomó el primer sendero
montaña. que tenía delante. Después de andar muchos días pasó por
la orilla del río, en donde se ahogó el niño. Encontró al
- ¿De quién vienes huyendo? -le preguntó la mujer... Y muñeco de palo que estaba enterrado debajo de un molle
cuando el apostador le refirió su historia, ella le dijo: Tu y le quitó la ropa que llevaba puesta. Entonces el muchacho
amo no es otro que el demonio. Pero no puedo alojarte, asomó la cabeza del agua y rio alegremente como si nada
porque no tardarán en llegar mis diez hijos, y ellos no te le hubiese sucedido ...
permitirán vivir aquí ... -¡Ya va la primera! –dijo una voz desconocida. Pero por
- Estoy tan cansado que no podría dar un paso más ... más que buscó no pudo descubrir quién había hablado.
¡Escóndeme por favor! Volvió a suplicar el hombre ... Anduvo errante durante algún tiempo. Cierto día una
mujer le regaló una hermosa chirimoya y se disponía a
En ese momento se volvió a escuchar el galope de un comerla, cuando encontró a un chiquillo que le suplicó:
caballo y la anciana, compadecida del apostador, lo escondió - Tengo hambre... ¡Dame esa chirimoya...!
dentro de la cueva ...
Olvidándose de sí mismo se desprendió de la fruta, para - Que destruyas toda la paja del campo, en seis leguas a la
que se la comiera el pobre niño ... redonda.
-¡Así lo haré! - exclamó ella. Y al peinar su caballera la
Una golondrina pasó volando y le dijo: hizo volar en todas direcciones, quemando así la mala
-¡Va la segunda! hierba.
Ya había visitado muchos lugares y estaba próximo a Cuando volvió al tambo el apostador, lo estaba esperando
llegar a su pueblo, cuando al atravesar un arroyo vio en la el diablo.
orilla a un pececito que daba saltos desesperados por volver -"¡Me ganaste” - le dijo ... Ya no tendrás que servirme.
al agua. Lo tomó entre sus manos y lo puso cuidadosamente - Aún falta la tercera – exclamó el apostador ... Te apuesto
en su elemento ... que dentro de un momento hago soplar un viento tan fuerte
- ¡Ya va la tercera! -dijo en voz bajita un grillo y corrió a que nadie pueda mantenerse en pie.
esconderse debajo de una piedra. Y el hombre comprendió - ¡Lo veremos! - dijo el demonio.
que ya estaba perdonado. Cuando llegó a su pueblo lo - Si gano me darás tu caballo negro ...
recibió muy contenta su mujer y todos sus amigos que ya
lo daban por muerto. Al día siguiente volvió al tambo y Y como el diablo aceptara, nuestro hombre subió a una
exclamó en voz alta. montaña y allí se puso a gritar:
- ¿Quién quiere apostar conmigo? - ¡Madre de los vientos!
Entre los parroquianos se hallaba un hombre cubierto Y llegó una hermosa mujer transparente y le preguntó:
con una capa y un gran sombrero negro. Lo reconoció - ¿Qué quieres?
inmediatamente. Era el demonio.
- Apostemos – dijo él también. Deseo que hagas soplar un viento tan fuerte que pueda
- Pero esta vez me toca a mí hacer la apuesta ... llevarse al demonio ...
- ¡Acepto! ¿Cuál es? - Así lo haré – dijo la mujer y desapareció.
- Apuesto que en una noche hago secar la laguna que está
en las afueras del pueblo. Luego empezó a rugir el viento, un viento tan espantoso
- Está bien – dijo el diablo. que arrancaba los árboles como si fueran briznas de hierba.
- Pero ten en cuenta que si gano me devolverás todo el
dinero que me quitaste ... El demonio al oír el estrépito se acercó a la puerta del
- Y si gano, volverás a ser mi criado. Mañana al amanecer tambo para ver lo que ocurría y el viento se lo llevó como si
nos encontraremos en el tambo –dijo el diablo. fuera una pluma y no lo dejó regresar nunca más ...
El apostador corrió a la laguna y se puso a llamar en El apostador volvió a su casa y encontró un hermoso
voz alta: caballo negro que lo estaba aguardando.
- ¡Madre de las aguas! - ¿De dónde vienes? - le preguntó su mujer.
- De apostar por última vez en mi vida - respondió él mientras
Y una hermosa mujer salió de la laguna y le preguntó: sonreía, lleno de satisfacción.
- ¿Para qué me necesitas?
- Para que hagas secar la laguna.
III.OPINIÓN
2. ¿Qué ganaría el diablo con la apuesta?
1. ¿Cómo pudo el hombre vencer el mal?