Principios Fundamentales de La Contratación Civil. Su Función en La Ejecución Contractual
Principios Fundamentales de La Contratación Civil. Su Función en La Ejecución Contractual
Principios Fundamentales de La Contratación Civil. Su Función en La Ejecución Contractual
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TEMA RELEVANTE
MARCO NORMATIVO
• Código Civil: arts. 168, 1346, 1354, 1355, 1361, 1362, 1363, 1398, 1405, 1440, 1447
y 2012.
Introducción
Estos principios también han sido recogidos por casi la totalidad de legislaciones
extranjeras, con la finalidad de encauzar, disciplinar o simplemente, completar los
negocios que los particulares celebran.
Los principios del sistema contractual, son los que evitarán el recorte de facultades a
los ciudadanos y por ende permitirán que los contratos alcancen su objetivo, a tal
cuenta que en los sistemas que no respete tales principios no podría hablarse
propiamente de un Derecho contractual. Algunas Constituciones como la
norteamericana prohíben la expedición de leyes que vayan en contra de tales
principios, así expresa que: “ningún Estado aprobará alguna ley que menoscabe la
obligatoriedad de los contratos”.
Finalmente, sobre este punto, creemos que la evocación de los principios del sistema
de contratación del Código Civil, hoy más que nunca son fundamentales, para el
desarrollo, entendimiento, interpretación y aplicación del contrato, pues las voces que
hablan de la modernización de las diversas instituciones contenidas en el Código vía
reforma o enmienda de este, podrían ser perfectamente superadas a través de la
aplicación de los principios de la contratación civil.
Por último, hay quienes optan por una tercera corriente, esta se produce a merced de
la escuela del Derecho natural, nacida en los siglos XVII y XVIII y al pensamiento de la
ilustración. Esta escuela, sustentándose en la idea de la voluntad individual y humana,
llegó a la conclusión de que el fundamento racional de la creación de obligaciones se
encuentra en la libre voluntad de los contratantes.
Por nuestra parte, solo debemos agregar que más allá del sustento actual de la
obligatoriedad del contrato, sea con base en un sustento filosófico o cualquier otro
admitido por la doctrina; la intención del presente trabajo es ubicar la vigencia del
principio de obligatoriedad del contrato en las disposiciones legales vigentes; por ello
podemos afirmar que el contrato será obligatorio porque así lo establece la Ley, en
nuestro caso el artículo 1361 del CC, norma que precisa que: “Los contratos son
obligatorios en cuanto se halla expresado en ellos”.
Esta norma recoge lo que se conoce como obligatoriedad del contrato, fuerza
vinculante del contrato o que el contrato es ley entre las partes. Esta última idea es una
figura retórica, una metáfora, una parábola, para identificar que el contrato pese a ser
expresiones de la voluntad de los particulares, son de obligatorio cumplimiento para las
mismas; ahora bien, si nuestro ordenamiento desde el punto de vista normativo no
utiliza tal expresión, cuando intenta dar obligatoriedad a los contratos, si lo hacen otras
legislaciones (y de allí la fuerza y costumbre de tal expresión), artículo 1134 del Código
de Napoleón: “Las convenciones legalmente formadas tienen lugar de ley entre las
partes”; el artículo 1091 del CC español de 1889 y el artículo 1372 del CC italiano de
1942, que establecen: “Que los contratos o las obligaciones que nacen de ellos tienen
fuerza de ley entre las partes”.
1.1. Consecuencias de la obligatoriedad
En este punto es muy importante conocer que entendemos por normas imperativas y
dispositivas.
En efecto, ello es fundamental ya que el Código Civil peruano contiene normas tanto
imperativas como dispositivas. Al respecto la doctrina se escinde y por una parte
señalan que para que una norma legal tenga el carácter de imperativa, tiene que
contener una sanción por su omisión; sin embargo otra parte de la doctrina admite que
no es necesaria una sanción, sino simplemente que la norma contenga expresiones
como “deben, deberán, tiene, etc.” ejemplo de la primera es el artículo 2012 de Código
Civil que señala, “se presume, sin admitir prueba en contrario, que toda persona tiene
conocimiento del contenido de las inscripciones”. Y más claro aún podemos apreciar
este tipo de normas en el artículo 1405 del Código Civil que prescribe, “es nulo todo
contrato sobre el derecho de suceder en los bienes de una persona que no ha muerto
o cuya muerte se ignora”. Y de la segunda posición el artículo 168 del Código Civil de
1984 cuando señala que: “el acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que
se haya expresado en él y según el principio de la buena fe”.
No obstante la obligatoriedad de las relaciones jurídicas creadas por los contratos que
no adolecen de defecto alguno, existen posibilidades que se modifiquen tales
relaciones, como ocurre, por ejemplo, en los siguientes casos:
a) El contrato puede prever su propia revisión, por decisión de una de las partes.
Realmente no existe en este caso un atentado contra la fuerza obligatoria del contrato,
pues la modificación o revisión estaba prevista en el acuerdo.
Tenemos el caso del artículo 1398 del Código Civil, según el cual en los contratos
celebrados por adhesión y en las cláusulas generales de contratación no aprobadas
administrativamente, no son válidas determinadas estipulaciones que benefician a
quien las ha redactado.
Los sujetos quedan vinculados solo si existe consentimiento; así a los terceros no se
les permite vincularse a un sujeto sin su consentimiento; las partes tampoco pueden
mediante el contrato por ellas celebrado, vincular a sujetos que no han tomado parte
en el acuerdo. Este principio experimenta algunas excepciones, con la aparición de
algunas figuras contractuales modernas, por ejemplo en el contrato a favor de tercero,
en donde el efecto del contrato se da a favor del tercero, aunque este de todos modos
puede rechazar el beneficio.
Este principio se refiere a que a las partes solo se les ha concedido la libertad de
regular sus propias relaciones particulares (art. 1354 del CC y inciso 14 del art. 2 de la
Constitución del Estado) mas no a vincular a terceras no intervinientes. Recuérdese
que el contrato es la expresión del consentimiento de las partes, es la confluencia de
los acuerdos particulares y en donde no existe tal consentimiento no hay contrato, en
tal virtud el consentimiento libremente expresado solo vincula a sus titulares. Por ello
los terceros que no forman parte del consentimiento no pueden ser vinculados. Hay,
como se ha indicado, determinadas excepciones.
Por ello, hablar de relatividad del contrato, quiere decir que el principio de
obligatoriedad contractual, es relativo solo a las partes, es esto es que el contrato solo
relaciona a las partes.
3. El principio de buena fe
Las partes deben comportarse con lealtad y corrección, tanto en la fase de las
tratativas como en la de la celebración del contrato o en cualquiera que forme parte del
iter contractual, así también la buena fe debe ser tomada en cuenta al momento de la
interpretación del contrato, como así lo dispone también nuestro artículo 1362 del
Código nacional.
Quiere decir que la voluntad expresada por las partes en el contrato no puede ser
alterada por el juez. Es un principio sustentado en la autonomía de la voluntada de las
partes, voluntad que no puede ir en contra de las normas imperativas. En general los
tribunales no pueden revisar un contrato, solo tienen la tarea de interpretarlo y calificar
el contrato, pero no pueden rescribir el contrato, pues ello conduciría al juez arrogarse
la tarea del contratante.
Existe en doctrina hoy una discusión respecto a la posibilidad de que el juez pueda
revisar el contenido de los contratos, así en nuestra legislación se la admite en el caso
de la excesiva onerosidad de la prestación (art. 1440) como supuesto de revisión
judicial del contrato, en la lesión contractual (art. 1447) y en la revisión de la cláusula
penal (art. 1346).
5. El principio de autonomía (o libertad) contractual
Sobre este último precepto constitucional encontramos lo que se conoce como límite a
la autonomía de la voluntad. El Código Civil también contenía disposiciones similares
destinados a imponer límites a estas libertades y señalaba, en su artículo 1355 que: “la
ley, por consideraciones de interés social, público o ético puede imponer reglas o
establecer limitaciones al contenido de los contratos”. Sin embargo, dicha norma ha
sido derogada tácitamente por el artículo 62 de la Constitución de 1993, pues la norma
constitucional citada precisa que: “La libertad de contratar garantiza que las partes
pueden pactar válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato. Los
términos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de
cualquier clase. Los conflictos derivados de la relación contractual solo se solucionan
en la vía arbitral o en la judicial, según los mecanismos de protección previstos en el
contrato o contemplados en la ley.
Conclusión
Debido a la importancia que tienen los principios dentro del ordenamiento jurídico, y en
especial la que deberían tener en los sistemas legalistas como el nuestro, creemos de
suma relevancia conocer y aplicar los principios del Derecho y en especial los de la
contratación civil, pues ello acercaría la justicia y lo que realmente las partes quisieron
alcanzar a través del contrato, pues –casi siempre– el contenido de los contratos
necesitan de estos principios, pues los acuerdos no son claros o en su ejecución no
representan lo que realmente quisieron las partes; por ello los principios del sistema de
contratación nos ayudaran a saber el alcance real de los acuerdos contractuales, pero
que en la letra del contrato no se ve reflejada cabalmente.
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2 ALPA, Guido. “El contrato en el Derecho Privado italiano actual”. En: Estudio
sobre el contrato en General. Ara Editores, Lima, 2003, p. 143.