El documento presenta la visión filosófica de Sócrates y Platón sobre la educación. Sostienen que el ser humano es un ser espiritual capaz de comprender las ideas eternas y la verdadera realidad, pero que se identifica erróneamente con su cuerpo mortal. La educación debe ayudar a las personas a descubrir su naturaleza esencial mediante el diálogo y la razón, no mediante la memorización o la dominación. El objetivo es que alcancen una vida auténtica, buena y feliz.
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El documento presenta la visión filosófica de Sócrates y Platón sobre la educación. Sostienen que el ser humano es un ser espiritual capaz de comprender las ideas eternas y la verdadera realidad, pero que se identifica erróneamente con su cuerpo mortal. La educación debe ayudar a las personas a descubrir su naturaleza esencial mediante el diálogo y la razón, no mediante la memorización o la dominación. El objetivo es que alcancen una vida auténtica, buena y feliz.
El documento presenta la visión filosófica de Sócrates y Platón sobre la educación. Sostienen que el ser humano es un ser espiritual capaz de comprender las ideas eternas y la verdadera realidad, pero que se identifica erróneamente con su cuerpo mortal. La educación debe ayudar a las personas a descubrir su naturaleza esencial mediante el diálogo y la razón, no mediante la memorización o la dominación. El objetivo es que alcancen una vida auténtica, buena y feliz.
El documento presenta la visión filosófica de Sócrates y Platón sobre la educación. Sostienen que el ser humano es un ser espiritual capaz de comprender las ideas eternas y la verdadera realidad, pero que se identifica erróneamente con su cuerpo mortal. La educación debe ayudar a las personas a descubrir su naturaleza esencial mediante el diálogo y la razón, no mediante la memorización o la dominación. El objetivo es que alcancen una vida auténtica, buena y feliz.
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“Conócete a ti mismo”.
Sócrates ante el jurado que lo condenó a
muerte, insistió en que él sólo se dedicaba a buscar razones y al parecer decía ser experto en amor. Platón fue un brillante discípulo de Sócrates, quien traslado una visión del hombre interpretada a nuestra manera y es: el hombre es un ser espiritual capaz de comprender, en cierto modo las ideas eternas, que son la esencia de las cosas. La realidad auténtica. La naturaleza material o corpórea del hombre no es más que una imagen de su esencia, inaccesible a los ojos de la carne. Pero el hombre en su caída, ignora su propia naturaleza y se identifica con un trozo de carne mortal, desatendiendo lo más importante que hay en él: la verdad y la justicia.
El cochero del carro que es la inteligencia debe de conducir a los dos
caballos el de la voluntad y el de los deseos. Pero el hombre por ignorancia se identifica con su peor parte: las pulsiones racionales y egoístas, y deja de gobernarse a sí mismo. Para una visión intelectiva, la educación es una visión esencial de la vida, que se identifica con la vida misma. La educación es el proceso por el cual salimos de la ignorancia. Nos damos cuenta de que una vida sin reflexión es una vida ilusoria y buscamos en la medida de lo posible comprender nuestra naturaleza esencial y la del resto de las cosas. En ese camino las personas llegan a saber y ser quienes son. La labor del educador consiste en ayudar a cada persona a que descubra ese conocimiento esencial que posee en sí mismo de manera innata. No se trata introducir en su mente vacía y por la fuerza cosas ajenas que no estaban, sino más bien limpiar de escorias una mente inconsciente de su propia sabiduría. Esto implica la necesidad de un diálogo amistoso o amoroso en el que el educando, que es el principal protagonista, tiene que estar comprendiendo la visión y su importancia vital y asintiendo cuando entiende o preguntando cuando duda. Solo bajo un estado de amor, de amor por el saber, puede haber verdadera educación. Y esto es así aunque sea un diálogo con uno mismo. Platón decía que pensar es dialogar con uno mismo. Ninguna educación mecánica, memorística, repetitiva puede enseñar nada. La educación debe apelar a la capacidad racional. El maestro preguntará mediante preguntas las insuficiencias de las creencias del alumno o de uno mismo y esto purificará a uno de su ignorancia. A partir de ahí podrá buscar el conocimiento auténtico mediante la dialéctica, es decir, el razonamiento acerca de las diversas opciones de respuestas. No se puede a nadie durante el proceso educativo culparle de su ignorancia, ni de su maldad, como tampoco alabarle por su sabiduría. Cada uno actúa según su mejor parecer y si alguien quiere cambiar sus actos, primero debe de cambiar sus convicciones. Si el alumno no disfruta con las enseñanzas del maestro, es porque no las entiende. Eso implica que el maestro no las presentó adecuadamente, tampoco puede ponerse el centro de la educación en los sentimientos intentando comprar la inteligencia, aunque hay que pensar que los sentimientos deben de estar en armonía con la razón. Esto se expresa en la tesis Socrático – Platónica optimista de que solo lo justo es feliz- es preferible sufrir daños a infringirlos, porque cuando te dañan tu dignidad queda intacta, pero cuando dañas es la mejor parte de ti la que sufre. Las objeciones o críticas que se le hacen a esta concepción es poner el acento fundamentalmente en la capacidad racional que desestima las otras facultades de los otros aspectos psíquicos como la voluntad y las emociones. Si solo hacemos lo que creemos correcto, entonces parece que no somos libres ni responsables de nuestros actos y para el sentido común las personas no actuamos así, sino que nos consideramos responsables y culpables por hacer el mal a sabiendas. Esta teoría choca con el sentido común. El Socrático contestará que una de las principales ignorancias consiste en que hacemos el mal a propósito. El arrepentimiento se da cuando comprendemos que no se debe hacer eso y no porque nos equivocamos. Esta es una moral muy difícil de aceptar porque habitualmente pensamos en términos de venganza, más que de razón y de justicia. También podemos objetar al intelectualismo moral que depende de una metafísica muy discutible y muy poco aceptada, de la que existe una esencia inmaterial de las cosas y que nosotros podemos captarla. Sin embargo, podemos compartir de la pedagogía Socrático - Platónica, sin compartir exactamente sus tesis metafísicas. Esta concepción antropológica pedagógica que llamamos Socrático - Platónica, tiene grandes virtudes. Desde esta visión se puede fundamentar una pedagogía que sea respetuosa con los alumnos y racional que ni amaestre bajo condicionamiento emocional, ni culpabilice, sino que valore todo el mal en la ignorancia y deposite toda su confianza en la educación. No le des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza, porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza. No empleemos la fuerza para instruir a los niños, que se eduquen jugando y así podremos conocer mejor de qué está dotado mejor cada uno de ellos. Hay dos caminos uno el de la del castigo y el otro camino llegó a la conclusión de que toda ignorancia es involuntaria y nada se querrá aprender sobre cualquier asunto quien crea que ya es sabio en eso. La educación del castigo conlleva muchos sufrimientos y da poco resultado. Las cuatro concepciones filosóficas sobre ¿qué somos? y ¿por qué nos conviene educarnos? De las cuatro podemos extraer enseñanzas muy útiles si intentamos armonizar los matices más importantes de cada una. La educación debe de servir para que el hombre tenga una vida auténtica, buena y feliz, y esto puede hacerse mediante una educación que trate al alumno como una persona basada en el respeto y no en una relación coercitiva o en una disciplina no deseada. No puede educarse para la comprensión mediante la memorización mecánica. No puede educarse para la libertad, mediante la esclavitud o la dominación. No puede educarse para la felicidad mediante el miedo, el aburrimiento y el dolor.