Sabato - La Clase Dominante en La Argentina

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GLOSARIO DE ESTRUCTURA SOCIAL

CÁTEDRA DE ESTRUCTURA SOCIAL

ADRIANA CHIROLEU
CLAUDIA VORAS
ANDREA DELFINO
MARIA ELENA NOGUEIRA

FACUL TAO DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES


UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

AÑ02008
2

PRESENTACIÓN

El objetivo de este trabajo es presentar algunos conceptos de uso frecuente en el


desarrollo de la asignatura Estructura Social; la intención es efectuar una presentación
sintética y a la vez compleja, que permita ampliar su comprensión y contribuir a su
claridad expositiva.

Pretendemos de esta manera construir una herramienta que resulte de utilidad y puede
constituirse en une elemento de consulta de los análisis que se plantean a lo largo del
curso. Se trata por Jo tanto de un instrumento pedagógico que será actualizado y ampliado
en la medida en que Ja práctica docente indique esta conveniencia.

Cátedra de Estructura Social

1 BURGUESIA
CLAUDIA VORAS 1

El término burguesía tiene su origen en la Alta Edad Media y representaba a un


estrato social ubicado entre la aristocracia y la nobleza y aquellos artesanos o
trabajadores dependientes del dominio feudal. Esta acepción del término se fue
modificando a lo largo de la historia para cobrar una nueva connotación a partir del siglo
XVIII, en el marco de un contexto histórico distinto, surgido a partir de la Revolución
Industrial y las transformaciones políticas y sociales de la época.

Desde esa perspectiva la burguesía es la clase propietaria de los medios de


producción, como contraposición al proletariado, que sólo posee su fuerza de trabajo
(nota de Federico Engels a la edición inglesa de 1888 del Manifiesto del Partido
Comunista). Esta visión, planteada desde el marxismo, se presentó en el marco de un
modelo teórico y de acción cuya dialéctica, en el desarrollo del capitalismo, iba a
producir, inevitablemente, la destrucción de la clase burguesa y el triunfo del proletariado,
producto del enriquecimiento acompañado de una reducción numérica de la primera y el
empobrecimiento y masificación del segundo. Esta visión, más ideológica, del destino de
la burguesía la mostraba como una clase homogénea contraponiéndose a otra
interpretación más sociológica del propio Marx, presente en otros escritos, que permite
reconocer cierta diversidad al interior de la clase.

En este sentido, muchos autores analizan a la burguesía partiendo de divisiones


en subclases, como por ejemplo alta, media y baja (Gallino, 1995:78) o gran burguesía,
burguesía media, burguesía intelectual (Bobbio, Matteucci y Pasquino, 1997:154),
reconociendo dentro de ellas matices que tienen una base económica pero que engloban
también aspectos culturales, políticos y sociales. La complejización de la sociedad
moderna, durante el siglo XX, dio lugar a una expansión de la burguesía, sobre todo de la
baja, a través de la incorporación de profesionales, técnicos y administrativos producto del
desarrollo industrial, permitiendo la consolidación de nuevas categorías de análisis (por
ejemplo clases medias) tan imprecisas como el propio término burguesía.

Otros autores, por ejemplo Weber, en contraposición a la mirada marxista de la


burguesía, prefieren otorgarle un origen espiritual a esta clase, basado en motivaciones,
en formas de actuar y pensar, con un cimiente religioso y cuya consecuencia, pero no su
3

origen, deviene en acumulación de capital, producto de la maximización de la ganancia.


Es a partir de esta concepción más amplia que se adjetiviza el concepto de burguesía
dando lugar al uso de términos como arte burgués, vida burguesa, pensamiento burgués,
etc.

La historia contemporánea ha dado cuenta de la hegemonía alcanzada por la


burguesía en su sentido más amplio, no sólo como sustento del capitalismo sino como
actor político y social, trascendiendo las fronteras del mundo occidental. No obstante, es
necesario reconocer la inexistencia de un núcleo sólido ya que si bien la gran burguesía
ha podido reacomodarse frente a las crisis del sistema capitalista, fortaleciendo su
posición en los momentos críticos también podemos reconocer el deterioro de ciertos
sectores de la baja burguesía que, en el marco de las vertiginosas transformaciones
tecno-productivas de las últimas décadas en el mundo, no pudo sostener esa misma
capacidad adaptativa de los sectores dominantes y en la sociedad actual su pertenencia
de clase resulta mucho más difusa.

En su análisis de la estructura social latinoamericana, García (1970) afirma que


en la región conviven varios tipos de burguesía: la tradicional de comerciantes y
banqueros, la industrial y la que se ha formado en las prácticas de la especulación
financiera. Cabría agregar a la burguesía agraria, en combinación con aquellas.
Considera, al mismo tiempo, que estas burguesías se sostuvieron por medio de privilegios
políticos y sociales, apoyándose en el hábito de operar en pequeños y estancados
mercados internos, con un carácter monopólico u oligopólico.

El mismo autor, en su escrito que tiene ya más de 30 años, sostiene que nuestras
burguesías presentan una tendencia al consumo suntuario y persiguen un status de
privilegio, diferenciándose de la evolución de las burguesías europeas, sufriendo por esto
mismo una desviación señorial basada en dos aspectos clave:
1) la ausencia de una actitud productivista de las inversiones y, por lo mismo, la no
conformación de condiciones para una intensa y extensa formación de capital;
2) la eliminación de posibilidades de formación, integración y profundización del mercado
interno a través de la inequitativa distribución del ingreso, vía deterioro de los salarios.

De todos modos, cabría aclarar que este planteo presenta a la burguesía latinoamericana
con un grado de homogeneidad que no permite reconocer los matices que ofrecen las
distintas realidades nacionales.

Para el caso argentino los aspectos descriptos no se manifiestan con tanta


claridad a lo largo de la historia. Resulta necesario identificar el peso relativo de distintas
expresiones de la burguesía, como por ejemplo la agraria o la industrial en períodos
diferenciados de su evolución.

La gran burguesía agraria argentina, afirma Sidicaro (1982:52), está constituida en


su núcleo central por un conjunto de propietarios de grandes establecimientos rurales
localizados en la región pampeana. El autor, al analizar la evolución de este sector social,
considera que la incapacidad de dirigir, es decir de formular un proyecto que superara los
intereses de su propio sector, combinada con el poder de invalidar cualquier otro proyecto
que limitara esos mismos intereses, se constituyen en el rasgo socio-político más
característico de esta gran burguesía.
4

Por otra parte, en relación a la burguesía industrial, distingue dos fracciones


enfrentadas: la tradicional, operando en las ramas llamadas vegetativas, que desde su
origen presentaba un accionar subordinado a los intereses de la burguesía agraria,
defendiendo ambas el librecambio y, la nueva burguesía industrial, cuyo surgimiento
estuvo acompañado de tensiones y conflictos con la gran burguesía agraria. Esta fracción
de la burguesía industrial demandaba un proteccionismo económico, la profundización del
proceso sustitutivo de importaciones y se correspondía con los sectores de la producción
más dinámicos.

A la luz de los acontecimientos de las últimas décadas en nuestro país, sobre todo a partir
del gobierno militar de 1976, debemos considerar también el profundo proceso de
concentración del capital, la consolidación de la burguesía financiera, con un carácter
netamente especulativo y la transferencia de actividades del sector industrial al de
servicios, sustentado en una indiscriminada apertura de la economía, como elementos
clave para comprender la complejización de las relaciones existentes entre distintos
subsectores de la burguesía argentina.

BIBLIOGRAFIA

BOBBIO, Norberto, MATTEUCCI, Nicola y PASQUINO, Gianfranco (1997), Diccionario de Polftica, México,
Siglo XXI, 1Oº edicíón en español.
GALLINO, Luciano (1995), Diccionario de Sociologfa, México, Siglo XXI.
GARCIA, Antonio (1970), "La Estructura Social y el Desarrollo Latinoamericano", en CARDOSO, F.H. y
WEFFORT, F., América latina: ensayos de interpretación socio/ógico-polftica, Santiago de Chile, Editorial
Universitaria.
MARX, K., ENGELS, F. (1983), Obras Escogidas, Moscú, Editorial Progreso.
SIDICARO, Ricardo (1982), "Poder y Crisis de la Gran Burguesía Agraria Argentina", en ROUQUIÉ, Alain
(comp.), Argentina Hoy, Buenos Aires, Siglo XXI.

1 CAMPESINO ANDREA DELFINO 1

En América Latina, buena parte de las investigaciones centradas en el campesinado son


subsidiarias del estudio pionero del teórico Alexander Chayanov sobre el campesinado
ruso. Sin embargo, la traspolación casi mecánica del tipo ideal ruso a la heterogénea
realidad latinoamericana conllevó un sinnúmero de debilidades empíricas e
inconsistencias teóricas.
De esta manera y como señala Miguel Murmis (1991) la "unidad campesina por
excelencia", es decir la unidad de producción descripta por Chayanov sólo debe constituir
un punto de referencia para cualquier estudio del campesinado alejado de la formación
histórica y social en que se basaba dicho estudio. Como agrega el mismo Murmis, el
término campesino no constituye un concepto teórico sino una categoría dinámica con
una debatible delimitación. Dentro de esta perspectiva es imposible hablar de campesinos
en abstracto y su explicación sólo puede radicar en la formación social concreta en la que
se desenvuelve.
En nuestro país, la pequeña producción campesina sólo tiene una importancia regional y
detrás de esta categoría encontramos las formas más variadas de producción, con niveles
5

tecnológicos diferentes, orígenes distintos y funciones no siempre iguales (D'Alessio,


1993).
Teniendo en cuenta las anteriores consideracíones definiremos, en princ1p10, a los
campesinos como aquellos sujetos sociales agrarios que manejan unidades de
producción delimitadas entre dos puntos extremos: un piso señalado por aquellas
unidades productivas cuya significación es sumamente limitada, o nula, por ser muy
pequeñas o semiproletarias; y un techo indicado algo más ambiguamente, que para
algunos autores, es el nivel que evita que la unidad de producción se base en la renta de
la tierra, y para otros es la capacidad para comprar trabajo asalariado y comenzar a
acumular (Posada, 1993). Así, la unidad campesina forma parte de un conjunto más
amplio de unidades de producción que en algo difieren de las más típicas unidades
capitalistas de la economía global.
La unidad campesina es aquella en la cual lo fundamental es la combinación de tierra y
trabajo familiar, uno y otro constituyen los recursos centrales en el proceso productivo. Sin
embargo, la combinación que se establece entre ambos factores productivos puede tomar
diversas formas.
Entre los diferentes autores que abordaron esta problemática para el caso de Argentina,
existe un relativo consenso en torno a la centralidad de un segundo elemento en la
definición de la unidad campesina: la ausencia de un proceso autosostenido de
acumulación de capital, a causa de restricciones estructurales que lo impiden. En este
contexto, el campesino asume una conducta que lo lleva a maximizar su ingreso global,
para alcanzar la subsistencia del grupo familiar que vive en la explotación.
Una visión de este tipo, para el caso argentino, no dista demasiado de la esbozada por
Chayanov para la realidad rusa. De manera similar, el autor ya había planteado que la
actividad económica de la familia campesina se rige por el equilibrio existente entre el
consumo de los miembros de la misma y la autoexplotación del trabajo. Así, una actividad
económica de este tipo tendría como objetivo la reproducción, de ciclo en ciclo, de las
condiciones de vida y de trabajo.
Sin embargo, la persistencia, en Argentina, de estos dos elementos centrales en la
definición del sujeto social campesino se da en el marco de la hegemonía de las
relaciones de producción capitalistas. Dentro de este contexto, las unidades campesinas
son monoproductoras de insumos agrícolas, integran ramas industriales, producen para el
mercado interno y, fundamentalmente, coexisten con otro tipo de productores.

BIBL/OGRAF[A
Archetti, Eduardo (1993), "E! Proceso de Capitalización de Campesinos Argentinos" en Posada, Marcelo
Germán (comp), Sociología Rural Argentina Estudios en tomo al Campesinado. Buenos Aires, CEAL.
D'Alessio, Néstor (1993),"Chaco: un Caso de Pequeña Producción en Crisis" en Posada, Marcelo Germán
(comp), Sociología Rural Argentina Estudios en tomo al Campesinado. Buenos Aires, CEAL.
Murmis, Miguel (1991), "Tipologia de pequeños productores campesinos", en Rura/ia, Revista Argentina de
Estudios Agrarios, Buenos Aires, FLACSO, Nº 2.
Posada, Marcelo Germán (comp) (1993), Sociología Rural Argentina. Estudios en tomo al Campesinado.
Buenos Aires, CEAL..
Tsakoumagkos, Pedro (1993), "Sobre el Campesinado en Argentina" en Posada, Marcelo Germán (comp),
Sociología Rural Argentina. Estudios en tomo al Campesinado. Buenos Aires, CEAL.
6

1 CLASES MEDIAS
CLAUDIA VORAS 1

En la bibliografía especializada sobre el tema se utiliza el término clase media o clases


medias dando, en general, una justificación a la elección de una u otra expresión. El
punto en el que acuerdan la totalidad de los autores es que no se puede hablar de clases
medias si no es en el marco de una estructura de clases. Estos posicionamientos
relativos, el comportamiento de los sectores medios en distintos momentos históricos y en
distintas realidades sólo puede ser comprendido en relación al conjunto de la sociedad.

Gino Germani (1981), por ejemplo, utiliza el término en singular, porque considera que si
bien los grupos funcionales que la integran presentan características heterogéneas, a
veces antagónicas, el tipo de existencia tiende a ser uniforme, por lo menos en ciertas
manifestaciones. Reconoce el uso que otros autores hacen del concepto en plural pero
insiste en que la unicidad presente en la valoración social es mucho más fuerte que las
diferenciaciones económicas al interior de la clase.

Martínez (1999), por su parte, encuentra dos razones fundamentales para pluralizar el
término: en primer lugar, por la profunda heterogeneidad que presenta a su interior, la
gran disparidad de situaciones existentes dentro de lo que se consideran clases medias y,
en segundo lugar, por la diversidad de interpretaciones presentes entre los distintos
autores que abordan esta temática.

Sea cual fuera el criterio que se adopte (en nuestro caso nos inclinamos por el de clases
medias) lo cierto es que su origen se encuentra históricamente ubicado a partir de la
Revolución Industrial, en forma simultánea con el de clase trabajadora. Su significación
original la vinculaba con un lugar intermedio entre quienes realizaban trabajos manuales y
percibían un jornal y quienes estaban jerárquicamente ubicados en una posición alta,
cuyas actividades eran consideradas improductivas. Las clases medias, en cambio,
percibían un salario, ocupaban una posición social relativa y, por lo mismo, una cierta
distinción social (Williams, 2000:66).

La clasificación de clases propuesta por Marx en el inconcluso capítulo 52 de El Capital


reconocía la existencia de terratenientes, capitalistas y proletarios. Las transformaciones
del capitalismo, principalmente durante el siglo XX, dieron lugar a lecturas neomarxistas
que intentan dar cuenta de la expansión de vastos sectores sociales que no encuadran
en la teoría marxista original.

Desde distintas posiciones teóricas se ha intentado en las últimas décadas dar respuesta
al papel que estas clases medias cumplen dentro de una estructura de clases, en lo
político y en su relación con el capitalismo. Las interpretaciones varían en forma
sustancial desde puntos tan divergentes como negar la posibilidad de su proletarización,
ubicarlas en clara oposición a la clase obrera, pasando por considerar que constituyen
una nueva clase obrera o situarlas, en el otro extremo, en clara sintonía con la tradicional
clase trabajadora en el desarrollo de un proyecto político.

Erik Wright (1995), uno de los principales estudiosos del tema, desde la vertiente
neomarxista, cuestiona la premisa tácita de que cada "posición" en la estructura de clases
7

está sólo en una clase. Es así que acuña la expresión "posición contradictoria dentro de
las relaciones de clase" para fundamentar que existen algunas posiciones dentro de la
estructura de clases que pueden estar en dos o más clases en forma simultánea. Aplica
este concepto al caso de los directivos que pertenecen al mismo tiempo a la clase obrera
porque venden su fuerza de trabajo y a la capitalista porque ejercen poder y dominación
sobre otros trabajadores.

También ubica dentro de esta posición contradictoria a los profesionales, los expertos, los
especialistas y técnicos que ejercen control sobre su propio proceso laboral pero que, al
mismo tiempo venden su fuerza de trabajo.

Por último, los pequeños empresarios que trabajan a la par de sus empleados también se
encuentran en una posición contradictoria ya que asimismo son explotadores de los
obreros que dependen de ellos.

El propio autor encuentra limitaciones teóricas a este planteo y propone una segunda
solución para analizar la estructura de clases, a través del concepto de "explotaciones
múltiples", señalando una distinción entre dominación (que sería propia de la posición
contradictoria) y explotación, vinculada a las calificaciones adquiridas por los individuos,
que les permite apropiarse de un excedente, basado en sus credenciales. En este
sentido, también son explotados capitalistamente al mismo tiempo que son explotadores
de organización.

En otra línea analítica, Goldthorpe (1995), desde la corriente neoweberiana, introduce el


término "clase de servicio" para referirse a la clase de empleados profesionales,
administrativos y de dirección. Si bien no asimila explícitamente este concepto al de
clases medias se puede interpretar que presentan cierto grado de similitud por el tipo de
ocupaciones a que refiere, a lo que el autor destaca como rasgos distintivos el ejercicio de
una autoridad delegada (por los superiores), la aplicación de un conocimiento experto, el
grado de autonomía y discrecionalidad con que cuentan y como consecuencia de todo
esto, los niveles de confianza alcanzados en la relación entre ellos y sus empleadores.

En relación al surgimiento de las clases medias en América latina, García (1970)


reconoce al menos dos tipos: las antiguas, vinculadas a la sociedad tradicional e
integrada por la burocracia, las profesiones liberales, el artesanado y la pequeña
burguesía rural y las nuevas, compuestas por los funcionarios técnicos de las empresas,
del Estado, las nuevas profesiones técnicas relacionadas con el desarrollo, la inteligencia
científica y los pequeños industriales y empresarios agrícolas. Las primeras, adoptan una
actitud conservadora, imitando a la clase alta que le sirve de imagen; las segundas si bien
llegaron tarde a la escena social, intentaron conformar la ideología de los movimientos
nacionales y populistas.

Graciarena (1976), en cambio, si bien reconoce el valor heurístico de esta tipología


prefiere hablar de clases residuales y emergentes, ubicando a las residuales en una
estrecha relación con las clases altas, en cambio las emergentes son más autónomas ya
que no dependen de los sectores tradicionales para su proyección económica. Esta
clasificación se fundamenta también en el papel que cada una de ellas jugó
oportunamente en el desarrollo del capitalismo y de la democracia liberal. La diferencia
señalada por Graciarena entre estas dos tipologías se sustenta en que la primera
responde más a un modelo de análisis propio de la realidad norteamericana y, por ende,
está más orientado a estudiar el peso de los sectores intermedios en la conformación de
8

la opinión pública. En cambio, la segunda pretende sostenerse en la relación de estas


clases con las clases altas, desde una perspectiva más económica.

En la actualidad esta distinción perdió vigencia y las diferencias entre una y otra se han
diluido. Las transformaciones productivas, tecnológicas, los grados de especialización
alcanzados, las diferenciaciones ocupacionales y salariales provocaron nuevas
heterogeneidades sociales no sólo al interior de las clases medias sino también en
relación a las otras clases.

BIBL/OGRAFIA

GARCÍA, Antonío (1970), "La Estructura Social y el Desarrollo Latinoamericano", en CARDOSO, F. H. y


WEFFORT, F., América latina: ensayos de interpretación sociológico-política, Santiago de Chile, Editorial
Universitaria.
GERMANI, Gino (1981), "La clase media en la ciudad de Buenos Aíres. Estudio Preliminar", en Revista
Desarrollo Económico, Vol. 21, Nº 81, abril-junio 1981, Buenos Aires, IDES.
GOLDTHORPE, John (1995), "Sobre la clase de servicio, su formación y su futuro", en CARABAÑA, J. y DE
FRANCISCO, Andrés (comp.), Teorías Contemporáneas de las Clases Sociales, Madrid, editorial Pablo
Iglesias.
GRACIARENA, Jorge (1976), Poder y Clases Sociales en el Desarrollo de América Latina, Buenos Aires,
editorial Paidós.
MARTÍNEZ, Resalía (1999), Estructura Social y Estratificación. Reflexiones sobre las desigualdades sociales,
Madrid, Miño y Dávila editores.
WILLIAMS, Raymond (2000), Palabras Clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad, Buenos Aires,
Nueva Visión.
WRIGHT, Erik (1995), "Reflexionando, una vez más, sobre el concepto de Estructura de Clases", en
CARABAÑA, J. y DE FRANCISCO, Andrés (comp.), Teorías Contemporáneas de las Clases Sociales, Madrid,
editorial Pablo Iglesias.

1 CLASE OBRERA
ANDREA DELFINO 1

El desarrollo del concepto clase social en su sentido moderno corresponde al periodo


transcurrido entre 1770 y 1840, es decir al periodo coincidente con la Revolución
Industrial y su influencia decisiva en la reorganización de la sociedad.
De lo anterior podemos derivar, entonces, que el concepto de clase obrera se originó en
el proceso de industrialización ocurrida en el marco de la economía capitalista.
Este concepto es utilizado en la actualidad por todas las corrientes del pensamiento
sociológico, sin embargo es sólo dentro de la tradición marxista donde su significación es
sinónimo de proletariado.
Luciano Gallino (1995), define a los obreros como la clase de trabajadores dependientes,
dedicados casi exclusivamente a operaciones manuales o con un contenido manual
importante, para la producción de bienes materiales, que no poseyendo medios de
producción propios ni otros medios para mantenerse, vive vendiendo su fuerza de trabajo,
como si fuera una mercancía, a empresarios particulares o empresas industriales, a
cambio de un salario, sobre la base de un "contrato" individual o colectivo.
9

En lo que se refiere a la compos1c1on de la clase obrera se toman en cuenta,


fundamentalmente, los siguientes atributos: calificación, escolaridad, procedencia étnica y
nacionalidad, edad, sexo, movilidad social y rama de actividad.
La interacción de estas variables hace que la estructura interna de la clase obra sea
extremadamente diferenciada entre las diferentes ramas dentro del sector industrial, entre
las diferentes regiones e incluso entre una sociedad y otra.

BIBLIOGRAFIA
Castel, Robert (1997), La Metamorfosis de la Cuestión Social, Buenos Aires, Paidós.
Gallino, Luciano (1995), Diccionario de Sociología, México, Siglo XXI.
Raymond, Williams (2000), Palabras Claves. Un Vocabulario de la Cultura y de la Sociedad. , Buenos Aires,
Ediciones Nueva Visión.

1 ESTRUCTURA SOCIAL
ADRIANA CHIROLEU 1

El concepto de estructura social, a pesar de ostentar una importancia central para la


Sociología, constituye aún un campo fértil de debate para las diversas perspectivas
analíticas que le otorgan diferente formato y contenido según el aspecto del mismo que
iluminan.

De esta manera, para la perspectiva marxista, estructura social es sinónimo de estructura


de clases mientras para otras perspectivas de análisis el concepto aparece como más
abarcativo, haciendo referencia a los diversos grupos que conforman la sociedad, entre
ellos, las clases.

Algunos autores identifican como rasgos comunes a todas las definiciones de estructura
social, el hecho de que se refieran a las características de las colectividades, los grupos y
las sociedades, rasgos no imputables a los individuos y que ejercen un fuerte efecto sobre
las creencias y las acciones de los mismos (Feito Alonso, 1995, Martínez, 1999).

Ossovsky (1969:17), sociólogo polaco que en pleno dominio stalinista plantea, desde el
marxismo, una revisión del concepto de clases, sostiene que la estructura social es un
concepto más extenso que la estructura de clases, puesto que está compuesto por
diversos grupos (grupos de edad, étnicos, etc.) además de por las clases sociales.

Se sostiene que la estructura social se refiere a las relaciones ordenadas, duraderas y


pautadas entre los elementos de una sociedad. Al respecto, Salvador Giner sostiene que
está constituida por el conjunto relativamente estable de las interrelaciones entre las
diversas partes de una sociedad, más la distribución de estas partes según un orden
dinámica. Estas interrelaciones poseen un grado considerable de permanencia que muy
frecuentemente trasciende la duración de la vida de los individuos (Feito Alonso, 1995,
Martínez, 1999) ..

Para el marxismo ortodoxo, la población se distribuye de acuerdo a su inserción en el


sistema productivo, obteniéndose de esta manera las distintas clases sociales, las cuales se
definen en función de su relación con los medios de producción. Sin embargo, el silencio de
10

Marx a la hora de efectuar una definición puntual de las clases sociales (muere sin completar
el capítulo 52 de "El Capital" en el cual lo estaba desarrollando) ha generado interpretaciones
encontradas al respecto.

Desde la perspectiva estructural funcionalista en su versión parsonsiana, la población se


distribuye de acuerdo al acceso que tiene a distintos niveles de ingresos así como a los
bienes y servicios materiales, sociales y culturales que se consideran necesarios para la
reproducción generacional y el mantenimiento cotidiano de la población. Aplicando este
criterio se obtienen distintos estratos o sectores sociales. La estructura social aparece aquí
como el sistema pautado de las relaciones sociales entre los actores.

Si Marx pone el acento en la esfera de la producción y Parsons en la del consumo, Weber


por su parte, rescata la importancia de ambas, al distinguir entre clases, estamentos y
partidos, y considerar que éstos no son diferentes dimensiones de la estratificación, sino
fenómenos de la distribución del poder. La clase, designa a un conjunto de individuos que
comparten la misma situación de clase, es decir ocupan una posición igual en el mercado.
De esta manera, así como los que poseen propiedad se diferencian entre sí según el monto
de sus posesiones, los que sólo pueden ofrecer servicios se dividen según los tipos de
servicios que ofrecen (Weber, 1992, Giddens, 1992:271)1 .

Por su parte, los estamentos (o grupos de status) son conjuntos de hombres definidos por
cierta posición en la jerarquía del honor y del prestigio. En opinión de Bourdieu (1969:87)
Weber opone la clase y el grupo de status como dos tipos de unidades nominales que
pueden restituir más o menos completamente la realidad según el tipo de sociedad pero que
son siempre el resultado de la elección de acentuar el aspecto económico o el aspecto
simbólico, aspectos que coexisten siempre en la realidad. Sin embargo, las distinciones
simbólicas son siempre secundarias respecto a las diferencias económicas que expresan.

En opinión de Giddens (1979:49), clases y estamentos representan dos formas posibles y


competitivas de formación de grupos respecto a la distribución del poder en la sociedad,
siendo que en el capitalismo la primera se extiende en desmedro de la segunda. Bourdieu
por su parte resalta el mérito de Weber al reconocer la importancia tanto del plano material
como del simbólico, aunque el autor sólo los haya podido ubicar como característicos de dos
formas sociales distintas.

Para Bourdieu 2 en cambio, la clase objetiva puede definirse como un conjunto de agentes
que ocupan posiciones semejantes y que, situados en condiciones semejantes y
sometidos a condicionamientos semejantes, tienen todas las probabilidades de tener
disposiciones e intereses semejantes y de producir, por lo tanto, prácticas y tomas de
posición semejantes (1990:284, 1991a:99-100)).
La clase así constituida es una construcción, es decir una "clase en el papel" producto de
una clasificación explicativa; no es, en cambio, una clase actual en el sentido de grupo
movilizado para la lucha. La definición de la clase no se efectúa sólo por el lugar que
ocupan los agentes en las relaciones de producción, aunque éste resulte trascendental al
dirigir las prácticas "a través de la intermediación de los mecanismos que controlan el

1
Weber define a la clase social como un grupo de individuos que compartiendo la misma situación
de clase, es decir, la misma situación de mercado, tienen las mismas oportunidades típicas en los
mercados de los bienes y del trabajo, condiciones de existencia y experiencias personales.
2
Para una ampliación de este tema puede recurrirse a Chiroleu, 2000.
11

acceso a las posiciones y que producen o seleccionan una clase determinada de habitus".
Deben tenerse en cuenta además, una serie de "características auxiliares o secundarias;
en este sentido, la clase no es resultado de la sumatoria de estos elementos, sino que
resulta de la intervención de todos sus factores constitutivos; de esta manera "a través de
cada uno de estos factores se ejerce la eficacia de todos los otros" (Bourdieu, 1990 y
1991).
Esto implica que para el análisis de las clases sociales, junto a la forma de participación
en las relaciones de producción debe tenerse en cuenta las prácticas 3 que las mismas
desarrollan. Al respecto, las relaciones simbólicas de los individuos que las componen,
expresan las diferencias de situación y de posición según una lógica sistemática, que las
convierte en distinciones significantes (1969:86).

Más recientemente, las corrientes neomarxitas y neoweberianas han desarrollado


interesantes actualizaciones del debate de clases, poniendo en el primer caso el énfasis en
los alcances del concepto de clases medias por considerar que éstas pueden tener un alto
poder explicativo en la formación de clases en el capitalismo contemporáneo
(Wright, 1983, 1994 y1995), y en el segundo, a través de la profundización del concepto y los
alcances de la clase de servicio (Goldthorpe, 1995).

El concepto de Estratificación Social

Otra forma de plantear el mismo tema, es a partir del concepto de Estratificación, el cual
hace referencia a las "desigualdades estructurales entre diferentes agrupamientos de
individuos". De esta manera, puede verse a las sociedades como compuestas por
'estratos' que se ordenan jerárquicamente, con los más favorecidos en la cima y los
menos privilegiados más cerca de la base (Giddens, 1994:247). Los estratos por su parte,
pueden definirse como colectividades de personas que ocupan posiciones de jerarquía
igual o parecida (Mayer, 1961:16).

Desde esta perspectiva, pueden distinguirse cuatro sistemas de estratificación básicos:


esclavitud, casta, estado y clase.

BIBLIOGRAF{A

BOURDIEU, Pierre (1969), "Condición de clase y posición de clase" en Autores Varios, Estructurafismo y
sociofogfa, Buenos Aires, Nueva Visión.
BOURDIEU, Pierre (1989a), "Estructuras sociales y estructuras mentales", prólogo de La Noblesse d'etat.
Grandes éco/es et esprit de corps, ed. de Minuit, Paris, trad. de Emilio Tenti Fanfani.
BOURDIEU, Pierre (1989b), "Génese histórica de urna estética pura", O poder simbólico, Lisboa-Río de
Janeiro, Difel-Bertrand.
BOURDIEU, Pierre (1990), "Espacio social y génesis de las clases", en Sociología y cultura, México, Grijalbo.
CHIROLEU, Adriana (2000), "Algunos conceptos básicos en la obra de Pierre Bourdieu", Anuario de
Sociología, Departamento de Sociología, Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales,
Universidad Nacional de Rosario, Rosario, UNR Editora.

3
En este sentido, ei modo de ser de una clase o fracción de clase está constituido por el barrio en
que viven sus miembros, la escuela a la que envían a sus hijos, los lugares a los que van de
vacaciones, lo que comen y la manera en que comen, sus preferencias en pintura, música, etc.
(García Cancliní, 1990:16-17).
12

FEITO ALONSO; Rafael (1995), Estructura social contemporánea. Las clases sociales en tos paises
industrializados, Madrid, Siglo XXI.
GIDDENS, Anthony (1979), La estructura de clases en tas sociedades avanzadas, Madrid, Alianza.
GIDDENS, Anthony (1994), Sociología, Madrid, Alianza.
GOLDTHORPE, Hohn (1995), "Sobre la clase de servicio, su formación y su futuro", en J. Carabaña y AA. De
Francísco (comp.), Teorfas Contemporáneas de las Clases Sociales, Madrid, Ed. Pablo Iglesias.
MARTINEZ, Resalía (1999), Estructura social y estratificación. Reflexiones sobre tas desigualdades sociales,
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Carabaña y AA. De Francisco (comp.), Teorfas Contemporáneas de las Clases Sociales, Madrid, Ed.
Pablo Iglesias.

/ INFORMALIDAD
ANDREA DELFINO 1

La noción de "economía informal" fue utilizado por primera vez por el antropólogo británico
Keith Hart en un estudio sobre los mercados de trabajo urbanos de África, editado a
principios de la década del 70 y rápidamente difundido por el hoy clásico Informe sobre
Kenya. El mismo fue publicado por el Programa Mundial de Empleo de la Oficina
Internacional del Trabajo (OIT).

El escenario descrito por este informe era el de sociedades caracterizadas por fuertes
procesos de migración rural-urbana, cuyo impacto en las grandes ciudades no se daba a
través del desempleo abierto sino, más bien, a través del desarrollo de actividades de
pequeña escala que proveían de medios de subsistencia a los migrantes rurales y a los
pobladores urbanos incapaces de conseguir empleo en el sector moderno. Dentro de este
contexto, el sector informal abarcaba las unidades productivas de pequeña escala en el
medio urbano, las cuales se caracterizaban por una organización rudimentaria basada en
el trabajo intensivo, con tecnología anticuada, bajos niveles de productividad, escaso
monto de capital utilizado y baja capacidad de acumulación. Así, las investigaciones
desarrolladas en esta época enfatizaban la importancia del sector informal en la
generación de empleos (Charmes, 1991). Según Portes (1999), el concepto ideado por
Hart ponía énfasis en el notable dinamismo y la diversidad de este tipo de actividades. Sin
embargo, y según el mismo autor, esta característica del sector informal va a ir
desdibujándose hasta prácticamente desaparecer en la década del 80.

Años después de su surgimiento, el término comenzó a utilizarse para caracterizar los


mercados de trabajo en otros países del Tercer Mundo, convirtiéndose así en un concepto
clave para este tipo de análisis. Sin embargo, y a la par de la difusión de su uso, esta
herramienta teórica se fue tornando cada vez más compleja y polisémica.

En América Latina, la problemática de la deficiente capacidad de las economías


nacionales para generar puestos de trabajo venía siendo uno de los temas centrales en la
discusión socio-política desde hacía como mínimo una década. El debate en torno a la
13

noción de marginalidad constituye la cristalización en el plano teórico de esa


problemática. Durante la década del 70, y al decir de Bassols (1990), se produce un
principio de traslape4 del sector marginal con el informal. Desde entonces, la problemática
de la informalidad ha sido ampliamente abordada y debatida en nuestro continente. La
definición teórica del fenómeno constituyó, y todavía constituye, la piedra angular de ese
debate. A continuación se presentan las tres principales vertientes interpretativas sobre la
temática, desarrolladas en América Latina en las últimas décadas:

a) La interpretación PREALC (Proyecto sobre el Empleo en América Latina y el Caribe)


Esta primera vertiente es subsidiaria de la caracterización del sector informal
elaborada por el pionero informe sobre Kenya e "incorpora la dimensión histórico-
estructural, al situarla en el contexto latinoamericano" 5 (Tokman, 1991 a: 15). Sin lugar a
dudas la obra de Victor Tokman constituye el enfoque paradigmático dentro de esta
vertiente.
Desde esta perspectiva, el origen del sector informal se encontraba en la
heterogeneidad estructural que caracterizaba a las economías latinoamericanas, y en el
excedente de fuerza de trabajo -en su mayoría migrantes provenientes de zonas rurales-
que fue incapaz de encontrar un espacio de inserción en los sectores modernos
(formales) o que voluntariamente se mantuvo ocupada en actividades tradicionales, las
cuales no se transformaron durante el proceso de modernización (Tokman, 1991a). Las
actividades desarrolladas en el sector informal de la economía constituyen así la única
posibilidad de amplias capas de la población de proveerse un ingreso y de afrontar las
necesidades de la supervivencia material.

Esta posibilidad está dada, fundamentalmente, por la facilidad de acceso, la cual se


presenta asociada con la manera cómo se organiza la producción y con la forma de
insertarse en los mercados. Las actividades productivas del sector informal se
caracterizan por ser de pequeño tamaño, con una producción de mano de obra intensiva y
poca -e incluso atrasada- tecnología, con escasa o nula explotación de capital, con
mínima división del trabajo y dependiente de mercados no regulados y competitivos.

Consecuentemente, se deriva de esta perspectiva la existencia de dos sectores


diferenciados en el mercado de trabajo urbano. El primero, un sector formal que concentra
las actividades económicas organizadas. Éste sector incluye, por el lado de la demanda
de mano de obra, los puestos de trabajo disponibles en las empresas organizadas y los
servicios personales requeridos por los estratos de mayores ingresos. Por el lado de la
oferta comprende a las personas más calificadas o con mayor experiencia dentro de cada
categoría ocupacional (Souza y Tokman, 1991). Y el segundo, un sector informal que
concentra a los ocupados que normalmente no ejercen su actividad en las empresas
organizadas y constituye el resultado visible del excedente relativo de fuerza de trabajo.
En este sector se incluye a la mayor parte de los trabajadores por cuenta propia; el

4
La idea de traslape o solapa hace referencia a la función que permite establecer la labor de dos
fases operando superpuestas, parcial o totalmente, sin crear conflicto, o también a una teja que
cubre parte de la inmediata, dejando descubierto lo demás.
5
Desde la perspectiva de Tokman (1991 a), a diferencia del debate africano, esta perspectiva
incorpora la dimensión histórico-estructural, la cual es retenida del debate de la marginalidad.
14

servicio doméstico y los ocupados (patrones o empleados) en empresas pequeñas no


organizadas formalmente (Souza y Tokman, 1991).

El marcado esquema dualista diseñado por esta perspectiva es suavizado ante el


reconocimiento de la existencia de relaciones entre los dos sectores y diferentes grados
de homogeneidad en los mismos. Para Souza y Tokman (1991), ambos sectores (de
estructura productiva heterogénea) participan en un mismo mercado y existen entre ellos
relaciones complementarias y competitivas.

b) El enfoque neomarxista, estructuralista o de Ja modernización con explotación


Desde una mirada que incorpora los cambios recientes en el sistema de producción a
nivel internacional para explicar la existencia universal del sector informal y su
persistencia a través del tiempo, las obras de Castells y Portes consideran que los
procesos económicos informales cortan transversalmente toda la estructura social.
En este sentido, serán considerados informales todas aquellas actividades redituables
que no estén reguladas por el Estado en entornos sociales en los que sí están reguladas
actividades similares. De esta manera, la diferencia básica entre lo formal y lo informal no
estriba en el carácter del producto final, sino en la manera en que ese producto es
producido y/o intercambiado 6 .

Partiendo de esta definición, el concepto de informalidad debe ser utilizado en la


actualidad para dar cuenta de fenómenos de naturaleza diferente, derivados de las
transformaciones de la economía internacional. Ellos son:
1.- El exceso estructural de fuerza de trabajo en relación a la dinámica capitalista
2.- Las estrategias que siguen las empresas capitalistas para enfrentar la crisis.
Dentro de este aspecto, pueden tratarse de unidades productivas del sector formal
orientadas al logro de una mayor flexibilidad gerencial y menores costos laborales
por medio de contrataciones no registradas y de subcontrataciones de
emprendimientos informales; o bien, de pequeñas empresas con el objetivo de
lograr la acumulación de capital generando mayor flexibilidad y costos mas bajos.

Así, la informalidad no es una particularidad del Tercer Mundo únicamente, sino que es
observable también en los países avanzados, por ser una característica constitutiva del
sistema capitalista. Los sectores formal e informal se complementan, constituyendo este
último una parte integral de la economía moderna, y no un conjunto de actividades
excluidas de ella. Mientras que en América Latina la informalidad genera ingresos bajos y
escasa capacidad de acumulación, en los países desarrollados los ingresos obtenidos en
empresas subcontratistas exceden los salarios pagados en el sector moderno, aun

6
Dentro de esta perspectiva, el concepto de economía informal se va a diferenciar de los de:
economía ilegal: comprende la producción y distribución de productos y servicios prohibidos
legalmente,
economía no declarada: consiste en acciones que rodean o evaden las reglas fiscales establecidas
tal como aparecen consignadas en las regulaciones impositivas,
economía no registrada: abarca las actividades que eluden los requerimientos de las agencias
gubernamentales.
15

cuando pueden significar pérdida de la protección laboral y de estabilidad ocupacional. El


sector informal debe entonces definirse no sólo por el tipo de organización de la
producción a nivel microeconómico, sino también por el contexto estructural en que se
inserta. Este último es el que varía según el nivel de desarrollo y en particular, según la
existencia o no de mano de obra excedente, el tipo de articulación con el resto de la
economía y el sistema de regulación del proceso de trabajo excedente.

c) La interpretación legal-institucional
Esta perspectiva, subsidiaria de los enfoques neoliberales, se desarrolla con fuerza en
América Latina desde la segunda mitad de la década del 80. Para Hernando De Soto, un
ejemplo de esta vertiente, la informalidad surge como respuesta popular a los rígidos
Estados mercantilistas. La causa de la informalidad radica en la naturaleza de la
intervención del gobierno que se traduce en legislación inadecuada, engorrosos y lentos
procedimientos, y burocracia ineficiente. Así, los emprendimientos informales constituyen
la irrupción de genuinas fuerzas de mercado en una economía constreñida por las
regulaciones estatales.

Aquí, informalidad e ilegalidad son similares y la existencia del sector informal se explica
por la imposibilidad de cumplir con las regulaciones existentes. La legislación, los
procedimientos y el gobierno son señalados como los responsables de la significativa y
creciente proporción de empleos de baja productividad y escasa remuneración. Se
argumenta además que dicho marco de regulación constituye la barrera principal que
impide el desarrollo de las actividades informales, ya que es sólo a través del mismo que
se puede acceder a los recursos productivos y a los mecanismos más dinámicos.

Sin lugar a dudas, la denominada economía informal incluye una notable variedad de
actividades cuyo único punto en común es el factor negativo de quedar por fuera de la
economía oficial controlada por el Estado. Este proceso es producto tanto de
transformaciones de larga duración como de consecuencias temporales de la crisis
económica y social. Desde la perspectiva de Mingione (1993), las crisis económicas
largas y profundas producen como reflejo típico un incremento del empleo por cuenta
propia y del trabajo estacional o irregular, y un retorno a las actividades tradicionales, a
las actividades del mercado local o a aquellas ajenas al mercado como consecuencia del
elevado desempleo. Pero los problemas actuales del empleo no serían sólo un resultado
de la recesión económica o un crecimiento lento. A largo plazo, la automatización, la
reestructuración y la redistribución geográfica de la industria reducen de manera creciente
los niveles de empleo formal en las áreas industrializadas, tanto en términos numéricos
como de duración. Para el autor, la difusión de las actividades informales es en gran
medida un producto del ritmo de la terciarización y el modo de expansión de los servicios
no puede interpretarse en absoluto como un acontecimiento contingente.

En este sentido, los diferentes tipos de procesos de informalización no constituirían más


que aspectos parciales dentro del cuadro global del cambio social. En consecuencia, sólo
pueden ser explicados a partir de una comprensión de la lógica general subyacente a la
nueva división internacional del trabajo, de los procesos a través de los cuales se está
llevando a cabo la reestructuración del trabajo y de la economía, y de las nuevas formas
de marginación o promoción social de los diferentes estratos. Sin embargo, las diferencias
16

existentes en los procesos hace necesario situar el debate en el proceso socio-histórico-


económico de la sociedad que se analiza.

BIBL/OGRAF{A

Bassols, Mario (1990), "La marginalidad urbana: una teoría olvidada", en Polis. Anuario de
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17

1 MOVILIDAD SOCIAL
ADRIANA CH!ROLEU 1

La movilidad social puede definirse como los movimientos de los individuos y las unidades
familiares entre las distintas posiciones socioeconómicas o, desde la perspectiva
marxista, entre las distintas clases sociales (Boudon, 1990:434, Giddens, 1994:274).

La existencia de una movilidad social sostenida dentro de una sociedad determinada es


un indicador del grado de apertura o permeabilidad que la misma tiene.

Existen distintas formas de clasificar la movilidad social. Torrado distingue entre movilidad
social en sentido amplio y en sentido restringido. La primera designa un desplazamiento
entre diferentes "lugares" sociales (rural-urbana, entre ciudades de distinto tamaño, entre
las ramas de la economía). Para otros autores, en este caso corresponde hablar de
movilidad horizontal.

La movilidad en sentido restringido hace referencia a los desplazamientos entre


posiciones jerárquicas dentro de la pirámide de estratificación social, posiciones que, a su
vez, pueden definirse en términos ocupacionales o en términos de ingresos. (Torrado,
1992:313). Dentro de la misma pueden distinguirse según Torrado:

a) movilidad estructural: se vincula con la modificación en el número relativo de


posiciones disponibles de cada categoría, como consecuencia de la evolución de la
estructura de producción económicaª.
b) movilidad por circulación o reemplazo: se origina en el hecho de que cierta parte de
los individuos dejan las posiciones que ocupaban en un momento dado, las cuales
quedan disponibles. Al respecto señala Filgueira (2000:8) que cuanto más rígida o
estamental es un sistema estratificado, hay menor probabilidad de que exista este tipo
de movilidad y en consecuencia menor es también la probabilidad de que las
posiciones ocupacionales sean ocupadas de acuerdo a calificaciones y capacidad de
desempeño ..
c) movilidad demográfica: derivada de la menor fecundidad relativa de las familias de
determinadas posiciones, las que no logran por ello cubrir todas las plazas
disponibles, de suerte que se producen puestos "vacantes" para ser llenados por otros
estratos sociales.

La movilidad puede darse además, dentro de una misma generación o entre


generaciones. Desde esta perspectiva de clasificación puede hablarse de movilidad
intrageneracional entendiéndola como los desplazamientos de los individuos hacia arriba
o hacia abajo dentro de la escala social.

La movilidad intergeneracional, hace referencia a los desplazamientos de los individuos


hacia arriba o hacia abajo dentro de la escala social, a través de las generaciones.

7
Este es el caso de Giddens (1994:274), para quien ésta alude a la traslación geográfica entre
vecindades, ciudades y regiones.
8
Algunos autores hablan de movilidad vertical refiriéndose al desplazamiento hacia arriba o hacia
abajo en la escala socioeconómica (Giddens, 1994:274).
18

BIBLIOGRAFÍA

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1 POBREZA
ADRIANA CHIROLEU 1

La preocupación por estudiar la pobreza está en los orígenes mismos del análisis
sociológico. Es así como ya en el siglo XVIII algunas encuestas sociales procuraban abordar
el fenómeno ante la magnitud que el mismo adquiría como consecuencia de la Revolución
Industrial. La evolución posterior del sistema capitalista permitió en muchos países
controlarla, y el posterior surgimiento del Estado de Bienestar dio una cobertura mínima a los
individuos en estado de pobreza.

Analizando la historia de la pobreza, es de destacar que su heterogeneidad es un rasgo


siempre presente a través de los siglos. En la Edad Media por ejemplo, los umbrales de
pobreza eran tan variados que el concepto mismo de pobreza asumía un carácter relativo. El
devenir histórico, las revoluciones industriales, el maquinismo, etc., profundizaron y
ampliaron las diferencias entre los pobres, hasta que el Estado de Bienestar sin eliminarla,
fija, en su intervención, ciertas condiciones mínimas que tienden a paliar la situación de los
más necesitados. En estas circunstancias, la pobreza parece perder parte de su
heterogeneidad, la cual recuperará ante la retirada del estado de sus obligaciones sociales.

La pobreza puede ser definida desde perspectivas diversas, de distinto alcance e incluso
utilizando indicadores meramente económicos u otros más abarcativos.

1- Desde una concepción absoluta se considera pobres a aquellas personas o familias que
no pueden cubrir las necesidades establecidas como mínimas, es decir cuyos ingresos no
alcanzan a cubrir el costo monetario de una canasta de bienes necesarios para atender las
necesidades "mínimas" (alimentación, vestido, vivienda) 9 •

Una concepción relativa de pobreza, en cambio, vincula las necesidades "mínimas" con el
grado de desarrollo alcanzado por el conjunto de la sociedad. Serían pobres, aquellas
personas o familias cuyos recursos son tan escasos que no acceden a las pautas de
consumo y actividades que integran el nivel de vida aceptable en la sociedad a la que
pertenecen 10 .

2- Una definición política hace referencia al "nivel de ingresos o de satisfacción de las


necesidades esenciales en el cual la sociedad siente alguna responsabilidad de dotar a
todas las personas" (Boltvinik, 1991).

9
Este es el sistema empleado en Estados Unídos para establecer el umbral oficial de pobreza.
10
Para una ampliación de esta discusión puede consultarse Boltvinik, 1999
19

Puede definírsela también como la situación más o menos permanente de los hogares cuya
insuficiencia de ingresos redunda en carencias críticas en la satisfacción de las necesidades
básicas (Kaztman, 1989:141).

Sin embargo, los elementos que componen esta definición son susceptibles de diferentes
definiciones, lo cual supone la construcción de modelos de pobreza diferentes según se
realcen unos u otros, según la forma en que se construyan los indicadores pertinentes.

En este sentido, por ejemplo la duración de la "situación de insuficiencia de ingresos" se


constituye en un elemento central a la hora de distinguir diferentes tipos de pobreza y
avanzar así hacia una comprensión de la heterogeneidad que esta categoría conlleva.

Si analizamos en cambio, el significado intrínseco de la "situación de insuficiencia de


ingresos" podemos observar que desde el punto de vista metodológico, la misma se aborda
a partir de la construcción de la denominada línea de pobreza (L.P.) 11 : ingreso mínimo
requerido para que los hogares logren asegurar el desarrollo psicofisiológico y la integración
social de sus miembros. Existen, sin embargo, diferentes formas de captación/medición de la
L.P. y cada una de ellas permite la obtención de datos diferentes, y por lo tanto de diferentes
magnitudes de la pobreza.

Una dificultad adicional surge de la definición de las "necesidades básicas". Al respecto,


como en el caso de la L.P .. definiciones alternativas tienden a ampliar o restringir los
límites de la pobreza.

3- El nivel de ingresos de la persona o familia puede constituir el umbral de la pobreza, u


éste puede construirse de una manera mucho más compleja incluyendo otros indicadores,
como analfabetismo, esperanza de vida al nacer, etc. El primer método es utilizado por
instituciones como el Banco Mundial o la CEPAL, mientras que el PNUD construye su Índice
de Desarrollo Humano que procura incluir variables de distinto origen 12 .

Señala Boltvinik (1999) que en la práctica, la pobreza se mide casi siempre, con la vara
monetaria, mientras que los indicadores sociales son usados en forma paralela, no
integrada. Predomina de esta manera, una especie de "esquizofrenia social" que expresa la
disociación de los ámbitos económico y social, de la producción y el consumo, de los valores
de uso y los valores de cambio.

Los abordajes metodológicos de la pobreza y sus limitaciones 13

La cuantificación de la pobreza, es un proceso difícil en razón de que supone la combinación


de diferentes criterios, algunos estrictamente técnicos y otros políticos. En Argentina se

11
La Línea de Indigencia por su parte estaría constituida por una canasta familiar formada sólo por
alimentos. Aquéllos que no alcanzan a cubrir ni siquiera las necesidades alimentarias serían
considerados indigentes.
12
El Índice de Desarrollo Humano, en términos simples, es una media aritmética de un indicador de
cantidad de la vida (esperanza de vida al nacer), una de conocimiento (combinación de
alfabetización y nivel de instrucción) y una de disponibilidad general de valores de uso comprados
~PBI per capita) (Boltvinik, 1999).
3
Para el abordaje de este tema han resultado de especial utilidad los trabajos de Kaztman, 1989,
--,,._ Boltvinik, 1991 y 1999, INDEC, 1990, Minujin, 1992 y Minujin y Kessler, 1995.
o
20

utilizan básicamente dos métodos, el de la Línea de Pobreza y el de las Necesidades


Básicas Insatisfechas.

a) Línea de Pobreza (L.P.)

La L.P. se construye a partir de un cálculo de los ingresos necesarios para cubrir el costo
de una canasta básica de alimentos y otros bienes y servicios "de costo mínimo", de
acuerdo a las pautas culturales de consumo en un momento determinado de la respectiva
sociedad. Básica significa que incluye sólo aquellos elementos que resultan
indispensables para la vida, y además entre ellos se escogerán los más económicos
(costo "mínimo").

Para su construcción es preciso:


1- Definir cuáles son las necesidades básicas a los efectos de construir la canasta normativa
correspondiente. Al respecto existe cierto consenso en que las mismas deben incluir:
alimentación, alojamiento, vestido, equipamiento doméstico, agua potable, servicios
sanitarios, transporte público, servicios de salud, educación y cultura y empleo.

2- Calcular el costo de esta canasta.

3- Comparar dicho costo con el ingreso del hogar y de esta manera clasificarlos en pobres y
no pobres.

b) Necesidades básicas insatisfechas (N.B.I.)

Este método es utilizado para la elaboración de los denominados mapas de la pobreza. Para
su construcción se debe:

1- Definir cuáles son las necesidades básicas insatisfechas y seleccionar los indicadores que
las expresan. Se consideran habitualmente como necesidades básicas:
a) Alojamiento y equipamiento doméstico mínimo adecuado para el hogar. Implica el tipo de
vivienda y los materiales de construcción,
b) Infraestructura que garantice estándares sanitarios mínimos. (disponibilidad de agua
potable, tipo de sistema de eliminación de excretas, condición de hacinamiento).
c) Acceso a servicio de educación (asistencia de los menores a la escuela primaria)
d) Capacidad de subsistencia del hogar (medido a partir de la relación entre el nivel
educativo del jefe del hogar y la tasa de dependencia económica, número de personas a su
cargo).

2- Fijar un nivel mínimo para cada indicador.

3- Clasificar como pobres a los hogares o personas, con una o más necesidades
14
insatisfechas .
La aplicación de ambos métodos ha obtenido resultados diferentes en la captación de la
pobreza. En este sentido, puede decirse que ambos describen fenómenos diferentes.

14
En algunos países se consideran pobres extremos a las personas que presentan dos o más
indicadores por debajo del mínimo definido.
e
N
21

La Línea de Pobreza tiende a captar la pobreza nucleada en los hogares pauperizados; en


este sentido, al utilizar como indicador principal el nivel de ingresos, es un método altamente
dinámico. Sin embargo, existen otros indicadores de importancia a los efectos de captar la
pobreza. Entre ellos, el derecho de acceso a servicios o bienes gubernamentales, la
propiedad o derecho de uso de activos (patrimonio), el tiempo disponible para la educación y
el descanso

Por otra parte, señala Torrado (1999) que habitualmente se critica la excesiva
dependencia de este método de los vaivenes de la inflación, y se lo considera válido sólo
en períodos de estabilidad monetaria15 • Por otra parte, quienes rechazan de plano este
método sostienen que no resulta adecuado que sólo aquellas condiciones de vida que se
expresan directamente en unidades monetarias sean incluidas en la medición de la
pobreza (Boltvinik, 1999). En opinión de Forni, la L.P. permite ejercer la contabilidad
social, pero no necesariamente tiene valor sustantivo.

El método de N.B.I. tiende a captar la situación de pobreza de los denominados pobres


históricos o estructurales y, en opinión de Torrado (1999) "identifica a los pobres meramente
en función de las deficiencias de su vivienda".

En su definición quedan excluidas variables tan importantes como salud, alimentación,


vestido, calzado y transporte. El conjunto de variables que finalmente se define es muy
acotado por lo cual en muchos casos representa una simplificación del fenómeno.

Por otra parte, por sus propias características no permite captar el dinamismo que
caracteriza a las transformaciones sociales. Esto es así porque indicadores como
características de la vivienda no necesariamente presentan alteraciones inmediatas al
producirse una situación económica crítica de larga duración. En opinión de Kaztman (1989),
este índice se comportaría en una forma relativamente desfasada en relación a
transformaciones sustanciales en el nivel de ingresos y sólo se vería afectado ante una crisis
económica muy severa y de larga duración.

Este método se ha mostrado útil para diferenciar situaciones polares en un momento


dado, pero su validez resulta dudosa para observar la evolución de la pobreza: se puede
habitar una vivienda aceptable pero carecer de ingresos (por desempleo por ejemplo)
para cubrir las necesidades básicas nutricionales (Torrado, 1999).

Es en este sentido que Kaztman (1989) señala que es probable que en el corto plazo estos
indicadores muestren una trayectoria en apariencia independiente de las variaciones en el
ingreso por habitante cuando el hogar cae por debajo de la L.P.

Además, la definición de los niveles mínimos de satisfacción de las necesidades es


altamente subjetivo.

15
Al respecto, explica Torrado (1999) que los hogares que se contabilizan como pobres en un pico
hiperinflacionario suelen no tener las mismas características sociales que aquellos que se
contabilizan como tales en momentos de inflación nula. Y señala, "desconocer este hecho es lo
que encubre ciertas falacias del discurso oficial acerca de la disminución de la pobreza como
efecto de la aplicación del modelo de ajuste".
22

Existen sin embargo, diversas propuestas alternativas que procuran una aproximación
más rigurosa al universo de la pobreza. Desde una perspectiva, se propone la
combinación entre L.P. y N.B.I. Esto permitiría captar las manifestaciones más o menos
permanentes del fenómeno de la pobreza. De esta manera los resultados tienden a
componer la evolución y composición de la pobreza.

En este sentido, Forni y Nun (Autores Varios, 1993) proponen la categoría franjas de
pobreza a los efectos de una captación más acorde del fenómeno. Esto es así en tanto los
métodos hasta ahora empleados son de tal imprecisión, 1 que hace que las personas que
apenas superen los límites de la L.P. estén en parecidas condiciones de vulnerabilidad que
los que apenas no la alcanzan.

De adoptarse este criterio, sin embargo, resulta evidente que los índices de pobreza se
expandirían en forma importante. De esta manera tendríamos quizás una imagen más
realista de las dimensiones del fenómeno.

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PRODUCCIÓN FAMILIAR/ CHACARERO

Ma. Elena Nogueira

Nuestro punto de partida es la gran heterogeneidad que caracteriza al mundo


agropecuario en relación al universo social que lo compone, es decir, aquellos que
denominamos sujetos sociales del agro. Desde terratenientes hasta campesinos, la
variedad de sujetos entre estos dos -podríamos decir- "polos", se relaciona, más allá
de las categorías teóricas, con la pertenencia de los sujetos en formaciones socio-
históricas específicas.

Si consideramos en particular el término "producción familiar'' una primera característica


estará relacionada con la presencia del productor en la explotación, su vinculación con las
tareas de gestión y administración de la misma y su presencia personal y familiar en las
labores físicas que ésta requiera. El término "familiar" trasciende entonces la presencia
del productor y coloca la mirada en su familia como proveedora de mano de obra y
sustento productivo. Esta primera aproximación excesivamente simplificada es, no
obstante, un buen punto de partida que nos permite aseverar en la línea de Murmis (1991)
que el término convocante no constituye en rigor un "concepto teórico" sino más bien una
categoría analítica amplia sobre la que existen algunos consensos y numerosos disensos.
23

Una primera línea divisoria se ha dado hace ya un tiempo con la referencia a la


"producción familiar capitalizada". En este sentido, el desarrollo del capitalismo en el agro
dificulta la persistencia de categorías compactas en el análisis de la producción familiar
por lo que la limitación y el estudio de las "zonas grises" en estos productores se hace
necesaria.

Entonces, es preciso abordar, la vigencia de una teoría de la producción familiar en el


capitalismo avanzado. Esta debe ser entendida en relación a la dinámica capitalista que
transforma y renueva sus atributos. En esos términos, la producción familiar necesita del
capitalismo para su reproducción aún cuando contempla las especificidades derivadas de
distintas formaciones sociales. La producción mercantil se constituye como una forma de
producir en el capitalismo: "mientras la producción mercantil simple requiere de una
economía capitalista, el capitalismo no requiere de ningún modo de ella aún cuando le
proporciona una condición necesaria (aunque no suficiente) a la existencia del segundo"
(Friedmann, 1981 :3).

En esta línea también se encuentra el análisis de Buttel (1980) para quien el avance del
capitalismo y la inevitable tendencia a que las relaciones salariales dominen la agricultura
manifiestan tanto una comprensión del fenómeno como una adaptación en el contexto.
Menciona este autor: "(. .. ) ya no es posible o deseable, restituir la tradicional
independencia que ocupaba la producción familiar a fines de la Segunda Guerra Mundial"
(Buttel, 1980:99. Traducción propia).

El concepto de producción familiar aparece entonces con un gran dinamismo que permite
su renovación en cuanto a las particularidades adoptadas. Esto puede observarse por
ejemplo, si tomamos el pionero análisis de Chayanov para la producción campesina. 16

En el ámbito de la Sociología Rural de nuestro país, Tort y Román (2005) se proponen


revisar el uso del término "explotación predominantemente familiar'. Estas autoras
advierten que con frecuencia cuando se utiliza el término "explotación familiar'' se incluyen
tanto campesinos como productores comerciales. Este tipo de productor puede
reconocerse como un "personaje híbrido" y ser de manera simultánea propietario,
empresario y trabajador. Ciertamente no ocurre lo mismo en relación a los ingresos en
correspondientes roles en el mercado: renta, ganancia y salario, de ahí una primera
restricción. En términos generales, el productor familiar ha transferido la renta
quedándose con su porción de salario. Parece haber consenso, siguiendo a Chía (1995),
en reconocer que la explotación familiar debe cumplir una triple función: 1- de producción,
2- de consumo, 3- de acumulación del patrimonio.

Retomando a Lamarche, las autoras consideran que la coexistencia de distintas


modalidades excluye la posibilidad de definir la producción familiar como un "modo de
producción específico". Se destacan algunos requisitos para distinguir explotaciones
"medianas" de otras "pequeñas" de base campesina (Tort y Román, ídem: 12):
1- poder mantener un nivel significativo de ahorro,
2- imputar un cierto retorno por separado al capital, el trabajo y la tierra.

-
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U\
16
Véase el concepto de "campesino" en este mismo Glosario.
24

Para distinguirlas de las grandes, se indica:


3- la participación del productor y su familia en las labores del campo,
4- la responsabilidad directa del titular en la administración de la explotación.

Por su parte, Bartolomé (1975 y 1977) enfatiza la necesidad de no establecer dicotomías


rígidas al estilo farmers capitalistas o campesinos, dado que esto no sería reflejo de lo
que ocurre en nuestra región. Este autor recupera el término family farm para dar cuenta
de la empresa agrícola orientada comercialmente, donde el grupo doméstico se constituye
como principal proveedor de mano de obra. Este tipo de productor comparte con el
campesino una "preferencia" por la mano de obra familiar. Además, estas explotaciones
no se orientarían a la obtención de una tasa de ganancia superior al excedente regular
que, por otra parte, se re-invierte en la explotación. Como bien se menciona, esta
característica no exime al productor17 de poseer una conducta especulativa, sin embargo,
los "criterios" para evaluar el funcionamiento de la explotación y su rentabilidad difieren de
un análisis ortodoxo (Bartolomé 1975:244).

En base a esto, este autor construye una tipología de tipos sociales agrarios
estableciendo a partir de las variables "acumulación de capital" y "uso de mano de obra",
dos tipos de "colonos". 18 Más recientemente, Neiman et. al. (2001) y Quaranta (2003), a
partir de los datos del censo de 1988 consideran "familiares" a las explotaciones que se
desarrollan "exclusivamente" con aporte de mano de obra familiar. Además de la
presencia del productor familiar capitalizado con ingresos casi exclusivamente prediales,
existe el caso del productor empresarial con pluralidad de ingresos. Aquí destacan el
fenómeno de la multiocupación que no es exclusivo de productores más "pobres".

Como puede observarse en esta apretada síntesis, la discusión académica sobre la


categoría "producción familiar" es amplia y no reconoce límites geográficos. El uso de la
categoría se hace más difícil a la hora de diseñar e implementar políticas públicas
orientadas a estos sujetos ya que muchas veces, un campesino del nordeste argentino
dista de poder homogeneizarse con uno del Cuzco peruano o, nuestro típico chacarero
sólo puede observarse en la pampa argentina manifestando ciertas diferencias con el
farmer de la zona maicera de Estados Unidos. Dado que nos interesa complementar las
características establecidas por Ansaldi (1983 y 2000) a continuación indicaremos
algunas discusiones abiertas sobre este sujeto social familiar tan típicamente pampeano.

El chacarero como categoría socio-histórica


Como sabemos, para Ansaldi (1983) "el chacarero es un chacarero". Esto es, un sujeto
sui generis, típico de la pampa argentina que puede -o no- ser propietario de su
explotación; utiliza mano de obra familiar en las tareas pero puede contratar mano de obra

17
Bartolomé utiliza el término "colono".
18
Es interesante el planteo de Vessuri (1973) mencionando el "carácter intermedio" de estos
productores, siendo entonces un tipo transicional en la evolución del capitalismo. Esto se
contrapone con análisis como el de Friedmann para quien, como mencionamos, esta forma de
producir ocurre en y durante el capitalismo. Aunque no lo planteamos aquí, el otro gran referente
es el famoso estudio de Archetti y Stolen sobre los colonos en Santa Cecilia, al norte de Santa Fe.
En este trabajo, el colono capitalista tendría algún parentesco con el farmer que definen como "un
productor que combina trabajo doméstico v trabajo asalariado v que acumula capital, lo que
permite, en un lapso significativo, ampliar el proceso productivo aumentando la productividad del
trabajo" (Archetti y Stolen, 1975:149. El subrayado es nuestro).
25

asalariada (o vender la propia en casos de necesidad). Sin embargo, su característica


esencial es la acumulación de capital al final del ciclo productivo. Así, la única variable
verdaderamente excluyente estaría dada por la posibilidad de acumular algún capital. 19
Este autor, desde una perspectiva claramente marxista observa la constitución del
chacarero como clase para sí en la medida que comunitaria y organizadamente se
involucra en la lucha política, que se materializará alrededor de 191 O con los primeros
conflictos chacareros.

Al decir de este autor "chacarero" como categoría histórica o identificación de sujetos ha


sido utilizada indistintamente como "arrendatario" o "colono" pero no sucede lo mismo al
"traducirla" en categoría analítica (Ansaldi, 1991: 3). Luego de definirlo, Ansaldi indica que
de 1920 a esta parte es posible encontrar "chacareros arrendatarios" y "chacareros
propietarios" en relación a los cambios en la tenencia de la tierra. Esta distinción sin
embargo, no opaca los atributos de clase que antes hemos definido sino que le agrega
una nueva forma de diferenciarlos. 20

Estos chacareros del Centenario cuya constitución como clase este autor trabaja, serían
en su mayoría arrendatarios. En este sentido, también la obra de Palacio, destaca la
presencia de "medianos y pequeños arrendatarios y subarrendatarios" (La Capital,
Suplemento Campo, 12 de diciembre de 2004). Por su parte, para Zeberio se trata de una
"capa de pequeños y medianos productores que desarrollaron explotaciones entre 200 y
500 has. que logran una buena capitalización" (Zeberio, 1993: 216). 21

Entre 1900 y 1930, según datos presentado por esta última autora, el 70% de los
productores medios pampeanos (forma en que Balsa (2004) denomina al chacarero)
serían arrendatarios y, a diferencia de lo que pregona cierta visión estereotipada del
desarrollo agropecuario, estos productores -en su gran mayoría inmigrantes- no
habrían accedido a la propiedad de la tierra en ese entonces por haber encontrado más
rentable -en términos económicos-y operativos -en términos de la vuelta a la patria-
la opción por el arrendamiento. De más está recordar que los primeros conflictos
chacareros no estaban ligados al reclamo por la propiedad de las parcelas trabajadas. En
esta línea, tanto Zeberio como Ansaldi afirman "la tendencia de los chacareros a invertir
los beneficios obtenidos en la extensión de la superficie arrendada en vez de intensificar
capital" (Ansaldi, 1991: 11 ).

Por otra parte, en algunos discursos de dirigentes de la recién creada Federación Agraria
Argentina que Ansaldi presenta en su texto de 1991, el chacarero aparece simplemente
como "agricultor" y hasta como campesino (en palabras de Grela). Incluso si vemos este
discurso más actualmente, 22 su presidente, Eduardo Buzzi apela a la supervivencia de
"productores chicos y medianos" ante la desaparición de casi 60.000 productores de estas
características. La apelación a aquél viejo chacarero que tan bien ilustra Ansaldi sigue
asociada a este pequeño y mediano productor que, como ya hemos visto, hasta en su

19
Ansaldi también estratifica, con el mismo criterio antes citado, a los chacareros. Los introduce
como una clase producida, no da cuenta de una clase anterior transformada, tiene una identidad
colectiva parcial -en tanto se define como clase en relación a otras- y "no es ajena a la
historicidad ni puede concebirse como algo dado" (Ansaldi, 2000:2).
20
Recordemos que otro de los sujetos que da cuenta de la estructura agraria de ese momento es
el colono (propietario) que desarrolla Gallo en La pampa gringa.
21
Debe decirse que el análisis de Zeberio está restringido a la zona sudoeste de la actual provincia
de Buenos Aires.
22
">-- Véase "Muchas hectáreas en pocas manos" en La Nación, 7 de octubre de 2001.
O>
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26

interior marca diferencias. En este sentido, somos de la oprrnon que la categoría


chacarero posee una verdadera trascendencia socio-histórica que se ha renovado
últimamente no tanto de la mano de sus atributos diferenciales, esto es, la acumulación
de algún capital y la presencia de mano de obra, sino a partir de algunos elementos
culturales que a continuación presentamos.

Resultado de un largo y complejo proceso, en palabras de Balsa (2004) habría un cierto


aburguesamiento en el productor medio pampeano comúnmente denominado chacarero.
En sus orígenes, y a diferencia de lo ocurrido con los farmers en Estados Unidos, existe
una "falta de valoración de la vida rural chacarera". Es que de hecho, el chacarero no es
un ser rescatado en términos positivos en la construcción del "ser'' nacional. No se
dedican más que al "Gaucho", al "Indio" o al "Criollo" las obras de Arte y Literatura
nacionales donde el chacarero tal cuál lo hemos descrito no aparece más que en el
cuadro "Chacareros" (1935) de Antonio Berni. Dice Balsa al respecto: "la pampa
chacarera es una gran ausente de la literatura argentina y las pocas veces en que
aparece, en obras de escasa significación, no lo hace en función celebratoria" (Balsa,
2004: 298).

La idea de aburguesamiento utilizada por este autor está ligada a un proceso de


"urbanización" del chacarero, en la medida que muchos de ellos, hacia la segunda mitad
del siglo XX, se convierten en rentistas, pierden contacto con el oficio, con el ser productor
que, de alguna manera, los constituía identitariamente. Pierden contacto con lo rural
manifestando apego por el confort que venden las ciudades. Esto transforma además los
lazos de socialización de sus hijos que lejos de manifestar alguna predisposición para
volver al campo se suman a las ciudades y su trajín. A pesar de lo esquemática de esta
descripción, y sin dudas reconociendo la variedad de situaciones reales, el "nuevo"
chacarero cambia de status: "se flexibilizó la identidad laboral (de chacarero a productor
agropecuario) englobando no sólo diferentes escalas económicas, sino también muy
distintos modos de vida detrás de una identidad más abstracta/flexible" (Balsa, 2004: 295.
Énfasis nuestro).

El chacarero, como sujeto de la producción familiar, más particularmente de la


capitalizada, es una especie de "categoría viva" por lo que también merece ser mirado a
través del cristal de la actualidad renovando así sus atributos. Sin embargo, algunos de
ellos son esenciales a su composición a pesar de los grises que necesariamente ocurren
en la realidad social.

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