Cognitivismo y Arte
Cognitivismo y Arte
Cognitivismo y Arte
El arte es expresión de una de las capacidades más asombrosas del ser humano; la capacidad
de trascender todo el conjunto de condiciones objetivas que le rodean, favoreciendo alternativas
de acción que conducen a nuevas opciones para el desarrollo humano. (González Rey, 2008)
El arte en todas sus manifestaciones constituye una característica esencial que identifica al ser
humano, ha permitido transmitir la cultura en toda su extensión y ha sido y es básico para su
supervivencia. Nuestro cerebro necesita el arte. Ya en los primeros años y de forma natural el
niño juega, canta, baila, dibuja y todas estas actividades son imprescindibles para su correcto
desarrollo intelectual, sensorial, motor, cognitivo, emocional y en definitiva cerebral que le van
a permitir aprender a aprender.
Dado que el aprendizaje se encuentra dentro de una serie de conexiones entre las áreas
cerebrales que generan fenómenos conocidos como procesos mentales, cabe dentro del objeto
de estudio de una corriente psicológica que busca determinar y explorar los denominados
procesos mentales como base para explicar los fenómenos de la psique humana, llamada
Psicología Cognitiva o Cognitivismo.
Este último proceso se considera en la actualidad el tema relevante de estudio para la psicología
cognitiva y se exploran los diversos campos de su aplicación, entre ellos el arte.
PRINCIPALES CONSTRUCTOS DE LA PSICOLOGÍA COGNITIVA
Algunos de sus principales constructos son determinados por ideas en común dentro de sus
distintos campos de acción. Dentro de estos encontramos:
La psicología cognitiva enfatiza en los procesos cognitivos, dando pie a que la conducta
no puede ser explicada sin estos.
La organización jerárquica de los procesos mentales, partiendo desde los inferiores
hasta los superiores, determinados en base a su funcionalidad e interconexión entre
áreas cerebrales.
Abarca una serie de estudios complejos, debido a la diversidad de procesos mentales y
sus diversos niveles
Presencia de diversidad de fuentes de conocimiento en la Psicología cognitiva,
abarcando procesos desde las emociones, hasta la personalidad.
La interpretación de la realidad de las personas a partir de sus propios procesos
mentales.
A raíz de que estos constructos pueden aplicarse al estudio de la creatividad en el campo del
arte, se ha dado un nuevo impulso a explorar los procesos creativos como generadores de
conexiones entre funciones cognitivas inferiores y superiores.
Se ha observado en las últimas investigaciones, los diversos beneficios a nivel cognitivo que se
obtiene al estimular áreas encefálicas relacionadas con procesos mentales específicos como la
memoria, la atención, las emociones por medio de actividades sensoriales creativas como el
arte.
En la actualidad, la explosión del estudio de la creatividad como un proceso que integra diversos
procesos mentales y potencial las capacidades cerebrales y las conexiones interhemisferiales,
junto con el auge de la tecnología para estudiar el encéfalo como base de los procesos
mentales, hemos encontrado diversidad de relaciones entre la psicología cognitiva y el arte
como expresión aplicada de los procesos cognitivos.
Por mucho tiempo la creatividad fue un tema muy poco estudiado y muy poco abordado, hasta
hace pocos años, donde surgen teóricos cognitivos que se encargan de profundizar más,
desarrollando trabajos y aportaciones referentes al tema. Howard Gardner, a través de su libro
Arte, mente y cerebro, puso especial énfasis en la conexión entre el arte como base de diversos
procesos cognitivos potencializados por la misma, especialmente la creatividad.
En tiempos recientes, se observó que las neuroimágenes cerebrales revelan algunos indicios
de por qué las actividades artísticas son tan importantes. Así, por ejemplo, se sabe que ciertas
estructuras de la corteza auditiva solo responden a tonos musicales, que una parte importante
del cerebro y del cerebelo interviene en la coordinación de todo tipo de movimientos, como en
el baile, que en las recreaciones teatrales regiones del cerebro especializadas en el lenguaje
oral que están conectadas con el sistema límbico nos proporcionan el componente emocional
o, referido a las artes visuales, que nuestro sistema de procesamiento visual genera imágenes
reales o ficticias con la misma facilidad (Sousa, 2011).
Como podemos ver en la figura 1, cada actividad artística activa diferentes regiones cerebrales.
La música se procesa en la corteza auditiva que está en el lóbulo temporal, las artes que
conllevan movimiento como el baile o el teatro activan la corteza motora, las artes visuales
como la pintura se procesan principalmente en los lóbulos occipital y temporal, mientras que la
poesía o la prosa implican a las áreas de Broca y Wernicke relacionadas con el procesamiento
lingüístico (Posner et al., 2008).
Desde la perspectiva de la psicología cognitiva, interesan especialmente tres factores
imprescindibles para el aprendizaje que las artes pueden mejorar:
La memoria
En un estudio con alumnos de quinto grado (10-11 años) se diseñaron unidades didácticas
relacionadas con materias científicas (astronomía y ecología) siguiendo dos procedimientos
distintos: en uno se utilizó el enfoque tradicional y en el otro se integraron las artes en la unidad.
Así, por ejemplo, en el segundo caso, los alumnos realizaban actividades con objetivos
didácticos definidos que incluían actuaciones teatrales, dibujos de posters, recreación de
movimientos o utilización de la música. El análisis de los resultados reveló que los alumnos que
participaron en la unidad didáctica en la que estaban integradas las actividades artísticas
mejoraron la llamada memoria a largo plazo, especialmente los alumnos con dificultades
lectoras (Hardiman et al., 2014).
Las emociones
En un estudio longitudinal que duró tres años se quiso analizar cómo afectaba la integración de
diferentes programas artísticos al desarrollo personal de alumnos con edades entre 9 y 15 años
que pertenecían a entornos socioeconómicos desfavorecidos. En la primera parte del programa
se permitió elegir a los alumnos del grupo experimental entre diferentes formas artísticas como
la música, la pintura, la grabación de videos, la escritura de guiones o el diseño de máscaras;
en la segunda se profundizó más en los medios elegidos a través de un trabajo cooperativo; y
en la etapa final en la que intervenían todos los alumnos se escenificó una obra de teatro y se
grabó un video sobre la propia comunidad escolar. Los tres años de aplicación del programa
revelaron que los estudiantes mejoraron sus habilidades artísticas y sociales, redujeron sus
problemas emocionales y, en general, desarrollaron más que el grupo de control toda una serie
de competencias interpersonales como la comunicación, la cooperación o la resolución de
conflictos (Wright et al., 2006).
La creatividad
Las artes enseñan a los niños que los problemas reales suelen tener más de una solución
posible, que es necesario analizar las tareas desde diferentes perspectivas, que la imaginación
es una poderosa guía en los procesos de resolución o que no siempre existen reglas definidas
cuando tienen que tomar decisiones (Eisner, 2004).
Cuando se integran las disciplinas artísticas en las prácticas pedagógicas se promueve el
pensamiento creativo y divergente en los alumnos y no solo eso, sino que también desarrollan
un pensamiento más profundo. Un ejemplo sobre esto último lo podríamos encontrar en el
programa Artful Thinking desarrollado por el Proyecto Zero de Harvard que utilizaba el poder
de las imágenes visuales (ver figura 2), como las de las obras de arte, para estimular en los
alumnos procesos como la curiosidad, observación, comparación o relación entre ideas
imprescindibles para el desarrollo del pensamiento creativo y del aprendizaje (Hardiman, 2012).