Maximo Gorki. Viaje A Nueva York
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Twain y el A Club
La debacle moral
Según Filia Holtzman, “fue solo cuando los editores del World se
enteraron de que Gorki había firmado un contrato exclusivo con
el New York American [...] que decidieron lanzar esta información
al público americano”. La bajeza de este proceder tiene
consecuencias incalculables, no solo para Gorki y “su
acompañante”, pues la persecución no queda limitada a la
“prensa amarilla” ni a la buena y decente burguesía neoyorquina
–en la Asociación Republicana de Mujeres del Estado se
preguntan: “¿No deberíamos nosotras, como mujeres, hacer algo
contra este hombre?”–, sino que se extiende, con la fuerza que
solo la mojigatería posee, a los círculos políticos, académicos y
literarios del país, e incluso a una “izquierda radical” incapaz de
superar sus propios prejuicios pequeñoburgueses. Además, tal
bajeza anima a las más retrógradas fuerzas de la Rusia imperial,
al zar mismo, quien hace llegar la noticia justo con la esperanza
de destrozar la credibilidad revolucionaria de Gorki.
La otra verdad
Epílogo
Al año siguiente de la debacle neoyorquina, el filósofo francés
Georges Palante publica su ensayo “Anarquismo e
individualismo”, donde apunta que “entre la coacción del Estado y
la del sentimiento y la costumbre no hay sino una diferencia de
grado. En el fondo son lo mismo: el mantenimiento de un cierto
conformismo moral útil al grupo y con los mismos procedimientos:
vejación y eliminación de los independientes y los refractarios [...]
Proudhon tiene razón al decir que el Estado no es sino el espejo
de la sociedad. Es tiránico porque la sociedad es tiránica [...] El
espíritu gregario o espíritu de sociedad no es menos opresivo
para el individuo que el espíritu estatista o el espíritu sacerdotal
[...] ¿En qué sentido soy libre si la sociedad me boicotea? [Así] se
legitiman todos los atentados de una opinión pública infectada de
beatería moral. [Así] se edifica la leyenda de la libertad individual
en los países anglosajones”, y a continuación, en una nota al pie
de página, nos recuerda que es justo esto lo que le acaba de
ocurrir a Gorki en Nueva York. ~