Tesis Completa. Antonio Rocha
Tesis Completa. Antonio Rocha
Tesis Completa. Antonio Rocha
Presenta:
Antonio Rocha Buendía
1
Agradecimientos
A Gloria y Miguel, mis padres, por su mecenazgo, pero sobre todo por su cariño y por su (a veces
francamente injustificada) confianza.
A Areli, mi compañera, con quien aprendí a amar y a preguntar. Gracias por tu infinito amor, por el
camino que hemos hecho juntos y por ayudarme siempre a combatir contra mí mismo.
A Jorge Armando, mi maestro, quien me hizo amar la filosofía y de quien aprendí, mediante el
ejemplo, lo que significa el compromiso con nuestra disciplina
A la Dra. Laura Benítez Grobet y el Dr. Luis Ramos-Alarcón, no sólo por la seriedad, el rigor y la
constancia con que revisaron este escrito, sino por su amistad y el apoyo brindado durante estos años
de trabajo. Así como al Dr. Mario Tortolero y la Dra. Alejandra Velázquez, quienes comentaron,
cuestionaron y corrigieron no poco esta tesis en su versión final, pero sobre todo durante el proceso
de investigación, en las sesiones del Seminario de Historia de la Filosofía.
Al Doctor Pedro Lomba Falcón, por sus valiosos comentarios y el apoyo ofrecido durante mi estancia
de investigación en la Universidad Complutense de Madrid.
A Daniel, Alejandro, Cristina, Yen y Apolo, Valente y Jorge, mis colegas y queridísimos amigos del
Seminario Spinoza Mx, quizá las personas que más han leído, comentado, padecido y soportado esta
tesis. Por haber aumentado juntos nuestra potencia de obrar y de pensar
A Migue, Juanito, Beto, Iván, Zaru, Yen, Dany, a las hermanas Rocha y las hermanas Buendía, por
ayudarnos a formar ese extrañísimo individuum compositum llamado familia.
A la Universidad Nacional Autónoma de México por el apoyo recibido para la impresión de este
trabajo a través del Programa de Apoyo a los Estudios de Posgrado (PAEP).
2
Índice
Introducción------------------------------------------------------------------------------------------- 4
Capítulo I
Investigación de una ratio causae en Spinoza ----------------------------------------------------- 8
1. Problemas metodológicos con los que se enfrenta la búsqueda de una ratio causae en
Spinoza --------------------------------------------------------------------------------------------12
2. Exposición de los textos relevantes para la reconstrucción de una ratio causae en
Spinoza. -------------------------------------------------------------------------------------------17
3. Problemas teóricos que debe enfrentar la reconstrucción de una ratio
causae spinoziana -------------------------------------------------------------------------------28
Capítulo II
Causa formalis-----------------------------------------------------------------------------------------39
1. La causa formalis como ratio causae en Spinoza ----------------------------------------41
Capítulo III
¿Qué es una forma para Spinoza? -------------------------------------------------------------------59
1. Versus formas susbtantiales -----------------------------------------------------------------61
2. La causalidad natural como formación -----------------------------------------------------64
3. Forma, causalidad e individuo ---------------------------------------------------------------79
Conclusiones ------------------------------------------------------------------------------------------97
Bibliografía ----------------------------------------------------------------------------------------- 101
3
Introducción
I thus ask Spinoza: if everything comes from divine necessity, following which the increasingly
weakened vibrations of this necessity gave rise to souls locked in bondage to the passions, how can
it come about that these souls should find, by means of their adequate ideas, more power to return
to God than they ever received from the moment of their existence, if they are not in themselves free
forces?
Pierre-Joseph Prudhon
¿Por qué una tesis sobre el concepto de causa en Spinoza? Dado que la primera parte de este
escrito está dedicada a ofrecer una justificación teórica y metodológica de nuestro trabajo, y
para no repetir lo que los lectores encontrarán mejor desarrollado desde el primer capítulo,
nos limitaremos aquí, por un lado, a proporcionar algunas breves indicaciones que sirvan
para orientar la lectura del texto y, por otro, a ofrecer una suerte de declaración de
intenciones, es decir, a hacer explícitas tanto las razones por las cuales juzgamos
ángulo particular desde el cuál decidimos leer e interpretar los textos del filósofo holandés.
términos que no son nunca definidos por Spinoza (existentia, exprimere, forma) pero que, no
obstante, están presentes a lo largo de toda su obra y son cruciales para entender otros
conceptos fundamentales (substantia, modus, attributum) y sus relaciones. Ya sólo por esto,
1
Moureau, Pierre-François, “Métaphysique de la substance, métaphysique des formes”, en Travaux et
documents du groupe de recherches spinozistes. Méthode et Métaphysique, Presses de l’Université de Paris
Sorbonne, Paris, 1989.
4
la tarea de determinar el significado de estas nociones transversales, y el de la de causa en
comprensión de la filosofía de Spinoza. Así, nuestro trabajo se presenta a este nivel como
establecer las coordenadas a partir de las cuales es posible leer a Spinoza. Partimos, pues, de
la premisa de que antes de embarcarnos en descifrar el sentido de sus textos o en calibrar las
consecuencias de sus tesis, era necesario ocuparse de aquellas nociones que, precisamente
por su carácter móvil y escurridizo, pueden desplazar por completo el sentido o la dirección
de cualquier lectura.
Pero existía al menos otra razón de peso para ocuparnos de la causalidad: lo que
verdaderamente nos interesaba aquí no era sólo refinar nuestra lectura de Spinoza. Se trataba,
más bien, de comprender en qué medida fue capaz nuestro autor de conciliar dos proyectos,
a la vez teóricos y prácticos, presentes a lo largo de toda su obra y a los que defendió con
igual firmeza y fortaleza teóricas: 1) la tesis del necesitarismo, que le permitió no sólo afirmar
la absoluta inteligibilidad de lo real, sino emprender también una crítica del milagro, la
teológico; y 2) la tesis según la cual todas las cosas, en tanto que se definen por una potencia
actuar y de comprender que define su libertad. ¿Cómo conciliar, pues, necesidad y libertad?
Nuestra apuesta es que es precisamente aquí donde podemos localizar el rendimiento teórico
entender cómo Spinoza logró, o al menos intentó superar esta dificultad en apariencia
quedaría redactada de la siguiente manera: fue una novedosa y profunda reformulación del
entre necesidad y libertad. Al esclarecimiento de tal reformulación está dedicado este trabajo.
ni de lejos, haber resuelto el problema. De hecho, sólo en las últimas páginas hemos podido
indicar la conexión entre nuestra búsqueda de una definición o, mejor dicho, de una noción
común de causa en Spinoza, y su rendimiento ético y político para una teoría de la acción que
concilie necesidad y libertad. La totalidad de este trabajo está dedicada únicamente a asentar
un primer bloque: ¿qué entendía Spinoza, en cada caso, cuando hablaba de relaciones
causales, cuando identificaba no sólo causa y ratio, sino sobre todo res y causa? Esperamos,
de una noción común de causa en Spinoza, así como la identificación de los textos relevantes
para orientar tal investigación y los principales problemas teóricos y metodológicos que debe
afrontar; se hallarán también en este primer apartado algunas observaciones sobre el estado
noción común a partir de la cual es posible leer e interpretar el resto de las relaciones causales
presentes en la Ethica. Ahora bien, debido a que este segundo capítulo afirma el carácter
inseparable de los términos causa y forma, el tercer y último capítulo está dedicado a exponer
escolástico y post-cartesiano.
6
Nota sobre las referencias y traducciones de las obras de Spinoza
En la presente tesis, las referencias a las obras de Spinoza aparecen de la siguiente manera:
Spinoza, Ética:
Los números romanos antes de la p indican a qué parte de la Ética se está haciendo referencia, mientras que los
números arábigos que siguen a p indican el número de proposición.
De tal modo que: EIIp40sc1 indica que se está refiriendo al primer escolio de la proposición 40 de la segunda
parte de la Ética.
Hemos consultado el texto latino siempre en la versión de las obras completas de Spinoza
editada por Carl Gebhardt. Para las traducciones al español, empleamos, para KV, TIE, PPC,
CM y TTP las versiones de Atilano Domínguez; para la Ética, la de Vidal Peña, y para el
Epistolario la de Juan Domingo Sánchez Estop, cuyas referencias completas encontrará el
lector en la Bibliografía. Cuando consideramos pertinente proponer o discutir alguna
traducción, lo hemos indicado siempre en una nota a pie de página.
7
Capítulo I
Investigación de una ratio causae en Spinoza
Que la noción de causa ocupa un lugar central en el pensamiento de Spinoza, es hoy algo
difícilmente contestable. Sólo en la Ethica, el término aparece un total de 397 veces. Pero su
centralidad está lejos de ser una cuestión meramente cuantitativa. Las ocurrencias del término
causa se dan casi siempre en lugares estratégicos, en los momentos más cruciales del
al problema de la causalidad fue una de las principales herramientas teóricas que permitieron
incluso que, para Spinoza, la categoría de causa no es meramente una noción entre otras, sino
que indica a la vez el principio a través del cual se constituyen y relacionan todas las cosas
epistemológica, pues no sólo indica el modo en el cual las cosas se producen y llegan a la
existencia, sino que representa también la herramienta conceptual a partir de la cual nos es
8
posible conocer verdaderamente ese proceso. En la medida en que, para Spinoza, el
afirmar que no conocemos realmente algo sino en tanto que hemos aprehendido la
No obstante, si bien todo esto nos permite afirmar su importancia, la especificidad del
concepto spinoziano de causa, sus funciones y significado están lejos de haber sido
del mismo libro podrían invitarnos a considerar la filosofía de Spinoza como un férreo
necesitarismo causal, tales pasajes, por sí mismos, no nos dicen todavía en qué podría
consistir dicho necesitarismo ni qué habría que entender aquí por “causal”.
Del mismo modo, no basta con sostener que, para Spinoza, el verdadero conocimiento
es el conocimiento por las causas, pues una proposición tal puede afirmarse, sin demasiada
dificultad, de tantas filosofías, procedentes de contextos diversos y con funciones a tal grado
distintas, que su mera formulación tosca, sin precisar el sentido en que deben comprenderse
cada uno de sus términos, resulta una banalidad. Así pues, si queremos comprender a
cabalidad el alcance y las consecuencias del concepto de causa en nuestro autor, debemos
La primera dificultad con lo que nos encontramos en esta labor es la parquedad del
propio Spinoza a la hora de aclarar su uso del término causa. En efecto, si bien se sirve de
este concepto una infinidad de veces en sus textos, no encontramos en toda su obra una sola
definición del mismo. Tampoco es posible hallar, como en algunos de sus interlocutores más
9
inmediatos, algún pasaje o momento de su obra dedicado a la discusión del sentido de la
investigación causal, su lugar dentro de la metafísica, los diversos modos en los que se dice
que algo es causa y qué significado común los reúne. Todo lo contrario. En Spinoza, la
metafísica moderna, sino incluso, como veremos, una serie de problemas, debates, y
para detenerse a ofrecer una summa de la cuestión o recomenzarla de raíz. Spinoza empieza,
por así decirlo, in media res. No necesita justificar o legitimar el rol fundamental que le
asigna a la categoría de causa en su filosofía; así como tampoco tiene necesidad de volver a
definir toda una serie de términos técnicos que, entre sus contemporáneos, constituían
auténticas monedas de uso corriente. Eran, por tanto, herramientas conceptuales de las que
podía servirse a la manera en que uno dispone del legado espiritual forjado y ganado en otra
Sin embargo, es precisamente este empleo corriente y, por así decirlo, dado por
específicamente spinoziano y, al mismo tiempo, lo que nos oculta los debates que subyacen
a dicho uso. En efecto, si bien Spinoza parece limitarse a heredar una serie de conceptos y
distinciones causales forjadas por el cartesianismo o la escolástica tardía, sin ofrecer de ellos
una nueva definición, la manera en que hace operar tales conceptos al interior de su filosofía
10
no sólo los carga de nuevos sentidos, sino, en numerosas ocasiones, de una franca intención
polémica.
Ahora bien, ¿cómo superar esta primera dificultad? Hay dos maneras, pensamos, de
llenar este vacío teórico dejado por el propio Spinoza. La primera de ellas, que podríamos
llamar con-textual, es rastrear la procedencia de las distinciones causales que nuestro autor
efectivamente emplea, buscando entre sus posibles interlocutores más cercanos y midiendo
al mismo tiempo las convergencias, las distancias y las oposiciones que mantiene con ellos.
causa a partir del modo específico en el que opera en los textos spinozianos; se trata, pues,
de identificar dónde y cómo aparece: ¿qué demostraciones le son encomendadas? ¿qué tesis
le son confiadas? ¿cómo y en qué medida es capaz de llevar a cabo sus funciones específicas?
permite orientar y delimitar la interpretación de los textos y, por tanto, sostener una discusión
sobre todo de la segunda vía, que hemos llamado intra-textual. Esto no significa que vayamos
a descuidar las referencias claves a los interlocutores del filósofo holandés, sino que las
filosofía de Spinoza. Así pues, las referencias a Descartes, Suárez o Heereboord sólo
aparecerán cuando sea necesario hacer explícitos los debates subyacentes a las tesis
11
1. Problemas metodológicos con los que se enfrenta la búsqueda de una ratio causae en
Spinoza
Pero antes de comenzar propiamente con el análisis de los textos, quizá sea conveniente
de una tarea como la que nos proponemos. En efecto, alguien bien podría preguntar, ¿y por
qué suponer que es necesario, o incluso posible, encontrar una definición común de causa en
Spinoza, que unifique las distintas maneras en las que este término es empleado? ¿no sería
mejor asumir sin más que estamos ante un concepto equívoco o con múltiples significados?
Asumiríamos así que, en lugar fatigarse buscando una imposible noción común, bastaría con
precisar que Spinoza emplea el término en un sentido cuando habla de causalidad de las ideas,
en otro distinto cuando habla de los cuerpos, en otro más cuando habla de Dios, etcétera.
auxiliares que buscan precisarlo o limitar su sentido: causa de sí, causa inmanente, transitiva,
próxima, primera, adecuada, inadecuada, formal, eficiente, etcétera. Pero sostenemos que
esta pluralidad de figuras o facetas del concepto de causa no debe, sin embargo, extraviarnos.
Al menos una cosa es segura: de los propios textos de Spinoza podemos concluir que, a pesar
de esta afirmación, pueden invocarse dos clases de apoyo. El primero es de tipo histórico; el
segundo, textual.
12
1.1 Soporte histórico
no es exclusiva a Spinoza, sino que ofrecía, ya entonces, una breve pero rica historia de
Cuando Spinoza compone su Ethica, en el periodo comprendido entre los años 1661
privilegiado. Como ha mostrado Vincent Carraud en su magnífico estudio Causa sive Ratio,
inteligibilidad de lo real, desplazando así a la vieja noción de principium2. Con una fuerza
cada vez mayor, la causa permite dar razón de la cosa: qué es, por qué es, cuáles son sus
del ente natural, objeto de la física o filosofía natural, para extender su potencia explicativa
Surgen, a partir de aquí, dos problemas a los cuales dedicará Suárez un largo,
minucioso y exhaustivo tratado sobre las causas, repartido entre las Disputaciones XII a
es decir, de una definición o concepto común de causa. La ratio causae pretende, en última
2
Carraud, Vincent, Causa sive ratio. La raison de la cause, de Suarez à Leibniz, pp. 7 – 21 y 103 – 126. Según la
tesis de Carraud, el desplazamiento conceptual de la noción de principium a la de causa tiene que ver con un
modo distinto de atender la pregunta por el fundamento de lo existente. Dicha transformación quedaría
atestiguada por la manera en que Suárez define la existencia “Quid enim aliud est existere, quam extra suas
causas esse?”, por oposición a la definición que podríamos encontrar, por ejemplo, en Ricardo de San Víctor:
“Quid est enim exsistere nisi ex aliquo sistere, hoc est substantialiter ex aliquo esse?”.
13
instancia, responder la pregunta, ¿qué significa causar, en virtud de qué decimos que algo
cuenta como causa? ¿cuál es, en fin, el sentido común que comparten las diversas maneras
¿a qué entidades no es lícito someter a investigación causal? ¿se puede emplear con sentido
el término causa cuando nos preguntamos por las esencias, los posibles o las verdades
eternas, con la misma legitimidad con la que lo usamos para dar cuenta de los entes realmente
existentes? En buena medida, se puede afirmar que estos dos problemas, con sus respectivos
límites dentro de los cuales se moverán las posteriores reflexiones sobre la causalidad en la
filosofía moderna.
De un modo u otro, cada pensador moderno tuvo que hacerse cargo de estas
preguntas. Sea prolongando las tesis suarezianas sobre la causalidad, sea oponiéndose a ellas,
tanto Descartes3 como Leibniz4, por mencionar sólo a dos de las figuras más reconocibles
del periodo, les dedicaron explícita o implícitamente algún momento de su labor teórica 5.
Estamos, por tanto, ante una problemática en ningún sentido secundaria o marginal, sino
3
Descartes, “Carta-Prefacio” en, Los Principios de la Filosofía”, trad. Guillermo Quintas, Alianza Editorial,
Madrid, 1995; y Meditaciones Metafísicas con objeciones y respuestas, Intr., trad. y notas de Vidal Peña,
Alfaguara, Madrid, 1977.
4
Leibniz, “Nuevo Sistema de la naturaleza y de la comunicación de las sustancias, así como de la unión del
alma y el cuerpo”, Trad. Ezequiel de Olaso, en Escritos Filosóficos, Antonio Machado, Madrid, 2003, pp. 527 -
541.
5
Cabe aclarar que no estamos afirmando que cada uno de estos pensadores dedicara efectivamente un
tiempo a la lectura, comentario y crítica de las Disputationes Metaphysicae, sino que, en un momento u otro,
tuvieron que confrontarse con las dos cuestiones que hemos señalado y cuya configuración primera y
específicamente moderna se debe a Suárez, a saber: a) La cuestión de la ratio causae o sentido propio de la
causa en tanto que tal; y b) su rango de aplicabilidad, su eficacia explicativa y los objetos que le pertenecen
en propiedad.
14
crucial para el desarrollo de la metafísica en su periodo moderno6. Así pues, no sólo es
legítimo pensar que Spinoza tuvo noticia de estas dos cuestiones, sino que, además, tuvo que
posicionarse respecto a ellas. Es necesario, por tanto, indagar sobre cuáles podrían ser esas
posiciones específicas.
Si esto es así, podemos apelar ahora a la evidencia textual. Ésta pude dividirse, nuevamente,
posible afirmar sin la menor duda que Spinoza extiende la potencia explicativa de la
causalidad a la totalidad de lo real. No sólo es legítimo interrogar por las causas en virtud de
las cuales son y actúan los cuerpos, sino que tal investigación puede y debe extenderse para
dar cuenta de Dios7, de las esencias8, las ideas9, la dinámica de los afectos e, incluso, de
causa posee un sentido unívoco, es atestiguado por los siguientes pasajes. En el escolio de la
proposición 25 del libro primero de la Ética, dice Spinoza: “en el mismo sentido en que se
dice que Dios es causa de sí, debe decirse también que es causa de todas las cosas”. Más
adelante, en el marco de su análisis de los afectos y el poder del alma sobre ellos, escribe:
6
Carraud llega al punto de preguntarse en qué medida la historia de la causalidad se identifica de hecho con
la historia de la metafísica en su época moderna. Cf, Carraud, Vincent, op. cit., pp. 7 – 33.
7
EIp11d2 y sc
8
EIp25 “Dios no sólo es causa eficiente de la existencia de las cosas, sino también de su esencia.”
9
EIIp5, 7sc y 9.
10
EIp11d2 “Debe asignársele a cada cosa una causa, o sea, una razón, tanto de su existencia, como de su no
existencia.”.
15
[…] nada ocurre en la naturaleza que pueda atribuirse a vicio de ella; la naturaleza es siempre
la misma, y es siempre la misma, en todas partes, su eficacia y potencia de obrar; es decir, son
siempre las mismas, en todas partes, las leyes y reglas naturales según las cuales ocurren las
cosas y pasan de unas formas a otras; por tanto, uno y el mismo debe ser también el camino
para entender la naturaleza de las cosas, cualesquiera que sean, a saber: por medio de las leyes
y reglas universales de la naturaleza.11
La segunda cita nos indica la unidad y universalidad de las leyes causales: todo fenómeno
debe poder explicarse a partir de ellas; las pasiones y los movimientos del alma, como
ejemplos radicales, tampoco escapan a su generalidad. El primer pasaje, por su parte, apunta
hacia la univocidad del concepto de causa: cuando decimos que Dios es causa de sí mismo,
actividad divina que habían sido tajantemente distinguidas por sus predecesores: la existencia
consecuencia, figuras distintas de la causalidad. Así pues, sea como sea que se determine,
por un lado, la “existencia por sí” de Dios, y por otro, el tipo de causalidad mediante el cual
crea al mundo, lo que era evidente, tanto para los escolásticos como para Descartes y aún
para Leibniz, era que en ambos casos estábamos tratando con dos sentidos distintos del
término causa. De ahí que la aseveración de este escolio resulte tan extraña y escandalosa:
Spinoza está afirmando no sólo que es posible aplicar la idea de causalidad a Dios, sino que,
11
EIII, praef.
16
Tendremos que volver a esta cuestión más adelante. Por lo pronto, basten este par de
causae spinoziana, es decir, un concepto básico y común de la causa. Todo nuestro problema
consistirá en definir en qué podría consistir tal forma básica de causalidad a partir de la cual
explicativa como para cubrir el amplio espectro de objetos que le confió Spinoza: Dios, las
análisis de los textos. Lo primero es identificar cuáles son los pasajes relevantes para una
discusión del problema de la causa en Spinoza. En ese sentido, hemos seleccionado tres
conjuntos de textos que nos parecen especialmente útiles al respecto; y que se ocupan de las
tres figuras principales de la actividad causal discutidas por nuestro autor: relación causal de
Dios consigo mismo (causa sui), relación causal entre Dios y sus creaturas (causa
immanens), y relación causal de las creaturas entre sí (causa transiens). Si bien es cierto que
Spinoza habla de bastantes más tipos particulares de causas, nos parece que tales pueden ser
En el primer conjunto, concerniente a la causa sui, nuestro texto principal es, desde
luego, EIdef.1. Aunque es importante no perder de vista los otros dos textos donde Spinoza
discute este concepto: KV, I, Cap. 1, y TIE, §§ 92 y 97; así como la Carta LX a Tchirnhaus.
La relación entre Dios y sus creaturas –en términos del KV y de los CM– o entre las
sustancia y sus modos –en términos de la Ethica– es tratada por Spinoza, principalmente, en
17
dos lugares de su obra. El primero es KV, I, cap. 3., así como los dos diálogos ubicados entre
los capítulos segundo y tercero, primera parte, de esa misma obra. El segundo es la Ethica,
Para la causalidad de los modos entre sí, las fuentes básicas son, sin duda, EIp28 y
36, que cierran el primer libro, así como el conjunto de lemas, axiomas y postulados ubicados
entre las proposiciones 13 y 14 del libro segundo, conocido entre los comentadores como el
Hay, finalmente, otra serie de pasajes de suma importancia para el problema que nos
ocupan de ninguna de las tres formas generales de actividad causal en específico, sino que,
sin llegar a ser en rigor una definición, se ocupan: a) o bien de algunas de las propiedades o
Toca ahora reconstruir, en términos generales, las tesis defendidas en estos textos así
Spinoza abre su Ethica con la definición de la causa sui, “Por causa de sí entiendo aquello
cuya esencia implica la existencia, o, lo que es lo mismo, aquello cuya naturaleza sólo puede
concebirse como existente.” Este término sólo reaparecerá, de manera relevante, tres veces
12
Spinoza se ocupa también de la cuestión en CM, II, cap. X., aunque nos parece que hay que tratar este texto
con mucha mayor cautela incluso que al KV. La razón es que, si bien es cierto que en ambos textos ya se
adelantan tesis o críticas típicamente spinozianas, la redacción de los Cogitata parece estar compuesta en
estricta continuidad con los PPC, y, por tanto, comprometida con las distinciones y presupuestos cartesianos,
como lo muestra el hecho no sólo de su publicación conjunta, sino de las constantes remisiones a él para
respaldar o apelar a tesis consideradas como ya probadas o explicadas.
18
más en toda la Ethica. Primero, en la demostración de EIp7, que sostiene: “A la naturaleza
de una sustancia pertenece el existir.” Veamos cuál es el camino que lo conduce hasta ahí.
proporciona una serie de axiomas, de los cuales el tercero y cuarto conciernen al concepto de
causa:
III. De una determinada causa dada se sigue necesariamente un efecto, y, por el contrario, si
no se da causa alguna determinada, es imposible que un efecto se siga.
Estos axiomas destacan las dos dimensiones o, mejor dicho, las dos funciones o exigencias
que Spinoza asignó a la categoría de causa: producir el ser del efecto y hacerlo inteligible.
Estos axiomas deben tomarse, pensamos, en conjunto con el axioma 5, “La cosas que no
tienen nada en común una con otra, tampoco pueden entenderse una por otra, esto es, el
concepto de una de ellas no implica el concepto de la otra”14. Pues ellos tres permiten
sustancias de la misma naturaleza, es decir, con algún atributo común. Ahora bien, si, como
reza el axioma 5, dos cosas que no tienen nada en común, no pueden entenderse una mediante
la otra y si, según el axioma 4, ser causa de algo implica precisamente que ese algo debe
13
EIax3 “Ex data causa determinata necessario sequitur effectus et contra si nulla detur determinata causa,
impossibile est ut effectus sequatur.”
EIax4 “Effectus cognitio a cognitione causae dependet et eandem involvit.”
14
“Quae nihil commune cum se invicem habent, etiam per se invicem intelligi non possunt sive conceptus unius
alterius conceptum non involvit.”
15
EIp6c.
19
pensarse a partir de su causa, es decir, de otra cosa, se sigue entonces que ninguna sustancia
pertenece el existir”. Por tanto, según la primera definición de este libro, será causa sui. Debe
notarse que, en ese punto, no se ha afirmado aún que las sustancias existen, sino sólo que, si
sustancia, sino que es invocada aquí como el operador conceptual que le permite a Spinoza
cerrar la brecha entre las dos exigencias de la causa: producir el ser del efecto y hacerlo
inteligible. Así, en la medida en que una sustancia no puede ser comprendida por otra cosa,
no puede ser tampoco producida por otra cosa. Pues una causa debe, simultáneamente, traer
Si sostenemos, por tanto, que la concepción por medio de otra cosa contradice la
noción de sustancia, pues ésta es, por definición, conceptualmente independiente, debemos
comprometernos con la misma firmeza a afirmar su existencia por sí. Es decir, con la idea de
Toda sustancia será, por tanto, causa de sí misma. La existencia de Dios, como una sustancia
noción de causa.
Debe asignársele a casa cosa una causa, o sea, una razón, tanto de su existencia como de su no
existencia. Por ejemplo, si un triángulo existe, debe darse una razón o causa por la que existe,
y si no existe, también debe darse una razón o causa que impide que exista, o que le quita su
20
existencia. Ahora bien, esta razón o causa, o bien debe estar contenida en la naturaleza de la
cosa, o bien fuera de ella.16
Tres cosas me parecen remarcables en esta cita. Primero, como ya hemos señalado antes,
Spinoza extiende el campo de objetos que puede ser causalmente comprendidos incluso a lo
no existente. Segundo, distingue dos maneras en las que es posible explicar causalmente una
En efecto, según la doble clasificación ofrecida, esta causa puede ser interna a la esencia de
la cosa o bien venirle de fuera. Así, igual que la sustancia existe en virtud de su sola esencia,
y es por ello causa de sí misma, un círculo cuadrado no existe porque su esencia implica
cosas cuya naturaleza no es contradictoria. De tal modo que la causa por la que, digamos, un
contradicción alguna, sino que hemos de rastrearla en “el orden de la naturaleza corpórea
como un todo”18, cuya trama causal nos hace comprender que dicho triángulo debe existir
16
“Cujuscunque rei assignari debet causa seu ratio tam cur existit quam cur non existit. Exempli gratia si
triangulus existit, ratio seu causa dari debet cur existit; si autem non existit, ratio etiam seu causa dari debet
quae impedit quominus existat sive quae ejus existentiam tollat. Haec vero ratio seu causa vel in natura rei
contineri debet vel extra ipsam.” Cf. también EIp8sc2. Citamos aquí sólo la segunda demostración de la
proposición 11 porque nos parece que recoge y amplía lo dicho en aquél otro fragmento.
17
Carraud observa muy bien que no es posible aquí, como en la escolástica y aún en Descartes, comprender
distributivamente el sintagma “causa sive ratio”; es decir, como si hubiera causas para algunas cosas y meras
razones para otras. Spinoza afirma la equivalencia lo mismo de Dios que del triángulo, de los hombres o de
cualquier modo finito. Rechazamos, no obstante, su lectura según la cual esto implicaría un aplanamiento de
la eficiencia de la causa sobre la mera implicación lógica de las razones. Como si, en última instancia, la ratio
terminara imponiéndose y ejerciendo su dominio sobre la causa. Al contrario, una explicación consistente del
pasaje debe dar cuenta de cómo es posible sostener, en un mismo concepto de causa, tanto la eficiencia o
productividad como la inteligibilidad o implicación lógica.
18
EIp11d2. Cf. también CM, I, Cap. 3. En los Cogitata Metaphysica Spinoza distingue dos formas en las que se
dice que algo es necesario o imposible: por la causa o por la esencia. La Ethica cerrará la brecha entre estas
dos modalidades distintas mediante la equivalencia entre ratio y causa.
21
La novedad radical de este texto consiste justamente en reunir, en un mismo concepto,
física o material. No es que, para cierta clase de objetos, debamos aplicar criterios lógicos y,
para otros, criterios causales en sentido estricto. Todo lo contrario. La causa sive ratio como
principio explicativo de la existencia, vale para toda realidad, sea ésta divina, humana o
triangular. El ejemplo del triángulo no es gratuito, sino que fue escogido con todo cuidado
por Spinoza. En tanto objeto geométrico, pareciera que debemos analizarlo únicamente con
criterios lógicos, pero Spinoza lo trata aquí como a cualquier otra cosa material: dado que su
existencia no se sigue de su esencia, esto es, dado que no es causa de sí mismo, la razón por
la que existe debe deducirse de la cadena infinita de causas y efectos que es la naturaleza.
Igual que en el caso de los hombres, las plantas, las guerras o los terremotos, cabe hablar de
causas, y no sólo de razones, cuando nos referimos al triángulo. Esto es, en el fondo, lo que
expresa la equivalencia causa sive ratio. Y si tal reunión es posible, si es posible pensar bajo
expresada en la doble función asignada a la causa en los axiomas 3 y 4. La causa debe ser, al
mismo tiempo, el principio de producción del efecto y su principio explicativo. No una u otra
cosa, sino ambas; de manera que es imposible separar, en la causa, su función explicativa de
Sólo así, pensamos, es posible comprender en toda su fuerza las dos pruebas a priori
22
concebir ninguna causa, ni física ni lógica, que impida su existencia19. La segunda prueba
reformula esta misma idea en un sentido positivo: dado que existir es algo positivo, cuanto
más realidad envuelve la esencia de una cosa, tanta más potencia tendrá para existir: “por
tanto, un Ser absolutamente infinito, o sea Dios, tiene por sí una potencia absolutamente
infinita de existir, y por eso existe absolutamente.”20 Dios será, pues, causa de sí mismo.
Lo que distingue a estos dos argumentos del argumento ontológico de San Anselmo21
ésta no expresa otra cosa que su esencia, la cual es absolutamente positiva, afirmativa; o,
causa de todas las cosas: “De la necesidad de la naturaleza divina deben seguirse infinitas
cosas de infinitos modos (esto es, todo lo que puede caer bajo un entendimiento infinito).”22
Spinoza abre la demostración afirmando que “esta proposición debe ser evidente
[manifesta] para cualquiera”. Ahora bien, ¿dónde radica su carácter manifiesto? Cierto es
19
“ni en Dios ni fuera de Dios se da causa o razón alguna que impida su existencia y, por ende, Dios existe
necesariamente.” [nec in Deo nec extra Deum ulla causa seu ratio datur quae ejus existentiam tollat ac proinde
Deus necessario existit.]
20
EIp11sc. “adeoque Ens absolute infinitum sive Deum infinitam absolute potentiam existendi a se habere, qui
propterea absolute existit.”
21
San Anselmo, “Proslogion” en: Obras Completas, 2. Vol., Trad. Julián Alameda, Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid, 1952.
22
“Ex necessitate divinae naturae infinita infinitis modis (hoc est omnia quae sub intellectum infinitum cadere
possunt) sequi debent.”
23
absolutamente infinita, debe poseer infinitos atributos o propiedades. Pero, como ha señalado
Alexandre Matheron, de ahí no parece seguirse, al menos en principio, que deba producir
infinitos efectos23. Spinoza apela aquí a su teoría de la definición: de la definición de una cosa
de dicha definición. Y entre más realidad envuelva la esencia de la cosa definida, tantas más
propiedades se seguirán de ella. Por tanto: “como la naturaleza divina tiene absolutamente
infinitos atributos cada uno de los cuales expresa también una esencia infinita en su género,
infinitos modos”.
definición de una cosa cualquiera) y efectos (producidos por una determinada causa)?
Nuevamente, la noción de causa es el operador conceptual que nos permite comprender esta
la medida en que una causa debe ser tanto principio de ser como principio de inteligibilidad,
podemos afirmar que todo lo que se sigue de la esencia divina será, al mismo tiempo y en el
mismo sentido, tanto una consecuencia lógica como un efecto real. Dicho de otro modo, el
Así, de la sola definición de Dios se sigue que éste es: causa eficiente de todas las
cosas24, causa por sí y no por accidente25, causa absolutamente primera26, causa libre27, causa
23
Matheron, Alexandre, Individu et communaute chez Spinoza, pp. 15 – 16.
24
EIp16c1
25
EIp16c2
26
EIp16c3
27
EIp17c2
24
próxima y no remota28. La consideración de la relación causal entre Dios y las cosas se cierra
con la proposición 18: “Dios es causa inmanente, pero no transitiva, de todas las cosas”29.
puede producir ni ser producida por otra sustancia30; Dios es un ser del que se afirman todos
los atributos31. De esto se sigue que todas las demás cosas deben ser y concebirse por él32; es
decir, que Dios es la causa de todo33. Y dado que en la naturaleza no pueden concebirse nada
más que las sustancias y sus afecciones34, se sigue que todo lo que Dios produce lo produce
El corolario de la proposición 25 confirma esta tesis al tiempo que la traduce, por así
particulares no son sino afecciones de los atributos de la sustancia, es decir, modos por los
cuales estos atributos se expresan de cierta y determinada manera. El escolio de esa misma
proposición, por último, viene a explicitar su contenido radical: la identidad de sentido entre
causa sui y causa immanens; es decir, la univocidad estricta entre la relación causal de Dios
consigo mismo y de Dios con las cosas: “en el mismo sentido en que se dice que Dios es
causa de sí, debe decirse también que es causa de todas las cosas”35. Ésta es la segunda
28
EIp28sc. Sobre esta clasificación de las causas y su atribución a Dios, puede consultarse también KV, I, Cap.
3. Hay que notar, no obstante, que entre el Tratado Breve y la Ética se producen variaciones importantes y
del todo significativas para comprender el sentido específico en el que Spinoza comprende la causa. Nos
ocuparemos de ello más adelante.
29
“Deus est omnium rerum causa immanens, non vero transiens.”
30
EIp6
31
EIp9 y 10sc
32
EIp15
33
EIp16
34
EIp4d
35
“eo sensu quo Deus dicitur causa sui, etiam omnium rerum causa dicendus est”.
25
2.3 Causa transiens
Restan los pasajes dedicados al estudio de la causalidad transitiva, esto es, a la relación causal
de las cosas –los modos– entre sí. El pasaje a esta última figura de la causalidad ocurre en la
proposición 28:
Ninguna cosa singular, o sea, ninguna cosa que es finita y tiene una existencia determinada,
puede existir, ni ser determinada a obrar, si no es determinada a existir y obrar por otra causa,
que es también finita y tiene una existencia determinada; y, a su vez, dicha causa no puede
tampoco existir, ni ser determinada a obrar, si no es determinada a existir y obrar por otra, que
también es finita y tiene una existencia determinada, y así hasta el infinito36.
Todo parece indicar que entramos en un registro distinto al que nos encontrábamos al
considerar la causa sui y la causa immanens. Interviene aquí, por vez primera, una relación
de exterioridad que era imposible de predicar en las dos causalidades anteriores: aquella que
guardan las cosas, unas respecto a otras, precisamente en la media en que son distintas.
Que nos hallemos ante un tipo de consideración distinta de la realidad, está fuera de
toda duda: así lo confirma el propio Spinoza al indicarnos que, hasta ahora, había hablado de
Natura naturans, es decir, de aquello “que es en sí y se concibe por sí, o sea, los atributos de
la sustancia que expresan una esencia eterna e infinita, esto es, Dios en cuanto considerado
como causa libre [Deus quatenus ut causa libera consideratur]”37. Mientras que ahora pasa
a investigar la Natura naturata, esto es, “todo aquello que se sigue de la necesidad de la
naturaleza de Dios […] esto es, todos los modos de los atributos de Dios, en cuanto
36
“Quodcunque singulare sive quaevis res quae finita est et determinatam habet existentiam, non potest
existere nec ad operandum determinari nisi ad existendum et operandum determinetur ab alia causa quae
etiam finita est et determinatam habet existentiam et rursus haec causa non potest etiam existere neque ad
operandum determinari nisi ab alia quae etiam finita est et determinatam habet existentiam, determinetur ad
existendum et operandum et sic in infinitum.”
37
EIp29sc
26
considerados como cosas que son en Dios”.38 Pero, ¿quiere decir esto que tratemos realmente
con una forma de causalidad distinta, separada de las anteriores? Esto, en cambio, no parece
ser el caso.
immanens como una y la misma forma de causalidad, sostenemos que las proposición 34 y
36 del De Deo, junto con su demostración, ligan la causa transiens con las dos anteriores,
englobándolas a todas en una misma unidad de sentido, logrando así la perfecta univocidad
Demostración: En efecto, de la sola necesidad de la esencia de Dios se sigue que Dios es causa
de sí (por la Proposición 11) y (por la Proposición 16 y su Corolario) de todas las cosas. Luego
la potencia de Dios, por la cual son y obran él mismo y todas las cosas, es su esencia misma.
Q.E.D39.
Tercera reaparición de la causa sui. Del hecho de que Dios se produce a sí mismo y produce
infinitas cosas únicamente en virtud su esencia, concluye Spinoza que ésta debe identificarse
con su potencia. La esencia de Dios es, pues, absoluta e infinitamente productiva. De ella,
como vimos, no sólo se derivan lógicamente infinitas propiedades, sino, realmente, infinitos
efectos.
Ahora bien, según lo afirmaba el corolario de la proposición 25, todo cuanto existe
expresa la esencia de Dios de una cierta y determinada manera; así, si la esencia de Dios y
38
Ibídem.
39
“Dei potentia est ipsa ipsius essentia. Demostratio: Ex sola enim necessitate Dei essentiae sequitur Deum
esse causam sui (per propositionem 11) et (per propositionem 16 ejusque corollarium) omnium rerum. Ergo
potentia Dei qua ipse et omnia sunt et agunt, est ipsa ipsius essentia. Q.E.D.”
27
su potencia son una y la misma cosa, se sigue que todas las cosas expresan no sólo la esencia
divina, sino también su potencia. Todos los modos son, en ese sentido, grados distintos de la
potencia de Dios40. Pero, de hecho, todo el De Deo está destinado a mostrar que, si es posible
Así, si los modos no son otra cosa que modificaciones de su potencia, esto quiere
decir que aquellos son, por la misma razón y en el mismo sentido, causalmente potentes,
productivos: “Nada existe de cuya naturaleza no se siga algún efecto”41. Con esta proposición
cierra Spinoza el libro primero de la Ethica; con ella culmina también la reunificación de los
tres tipos de relaciones causales bajo un mismo concepto: debido a que la esencia de Dios es
potente y productiva, cabe afirmar que él es causa sui y causa immanens de todas las cosas.
Del hecho de que las cosas son modificaciones finitas de dicha potencia, podemos afirmar
3. Problemas teóricos a los que se debe enfrentar la reconstrucción de una ratio causae
spinoziana
Hemos visto cómo la síntesis de una doble exigencia, a la vez lógica y productiva, bajo la
sola categoría de causa, permitió a Spinoza unificar causa sui, causa immanens, y causa
transiens. Pero, ¿hasta qué punto es esta síntesis realmente posible? Si queremos comprender
la singularidad del concepto spinoziano de causa, no debemos suponer que dicha síntesis es
ratio causae que funda y da sentido a las tres figuras de la causalidad discutidas en las páginas
anteriores, implica mostrar, como veremos, que Spinoza logró una comprensión original y
40
EIp36d.
41
EIp36. “Nihil existit ex cujus natura aliquis effectus non sequatur.”
28
propia de la causalidad como fruto de un intenso y arduo trabajo teórico, a saber, mediante
Que Spinoza no haya escrito un De causis no hace menos cierta nuestra hipótesis ni le quita
un ápice de fuerza. Pues, como ya hemos dicho, la crítica filosófica spinoziana no consiste
en contraponer nuevas definiciones a las de sus adversarios, sino en poner a trabajar sus
conceptos y distinciones contra ellos mismos, ya sea para mostrar sus inconsistencias o para
extraer consecuencias del todo insospechadas por aquéllos. En ese sentido, la refutación
spinoziana ocurre en y por el despliegue mismo de sus conceptos, en la manera en que los
superficial y exterior que consiste simplemente en sustituir una definición por otra42.
Pero antes de ensayar siquiera un esbozo de cuál podría ser esta ratio causae,
conviene que enunciemos los problemas teóricos a los se debe enfrentar su reconstrucción.
En efecto, no han sido pocos los autores que, ya en tiempos de Spinoza y aún en el nuestro,
problemas que nos parecen de mayor importancia para la consecución de nuestros objetivos.
1/ El primero y el más complicado de ellos es, sin lugar a dudas, el de la causa sui.
Decíamos antes que la segunda prueba a priori de la existencia de Dios, expuesta por Spinoza
42
Invocaremos sólo dos ejemplos en apoyo de esta lectura: 1) El hecho de que Spinoza no proponga un
concepto realmente nuevo de sustancia, sino que, como ha señalado Harry Wolfson, se limite a retomar el
concepto clásico, exasperándolo y llevándolo hasta sus últimas consecuencias: mostrando que, en última
instancia, sólo es posible aplicarlo con sentido a la totalidad de lo existente como realidad auto-productiva,
Cf. Wolfson, The philosophy of Spinoza, Vol. 1, Cap. 3, pp. 61 – 78. 2) En el contexto de una discusión ya no
metafísica, sino teológico-política, el TTP toma las nociones de ley divina, providencia, auxilio externo e
interno de Dios –por citar sólo unos pocos ejemplos- y los reformula en un sentido crítico, haciéndolos trabajar
contra su uso nocivo por parte de los teólogos, Cf. especialmente Cap. 3 y 4.
29
en el escolio de la onceava proposición del De Deo, debe comprenderse en un sentido
positivo. Y esto no sólo en relación con su primera prueba a priori, que pretende demostrar
negativamente a Dios a partir del hecho de que no hay ninguna causa, ni externa ni interna a
tradicional de la “aseidad divina”43. En efecto, para los escolásticos, decir que Dios es por sí
significa tan sólo afirmar que no es por otro, esto es, que su existencia no requiere causa
alguna. La aseidad, por tanto, tiene únicamente un significado negativo, en la medida en que
niega que Dios pueda ser demostrado a partir de una causa, mientras que la idea de una
Que Spinoza rompe con la definición negativa de la causa sui para afirmar, en
cambio, una definición positiva, puede verificarse en el propio itinerario intelectual del
holandés, particularmente en las distintas versiones de la definición de Dios que nos ofrece
En el TIE, en el contexto de una discusión sobre lo que contaría como una definición
adecuada, nuestro autor señala que la definición correcta puede ser, básicamente, de dos
tipos, según el objeto del que se ocupe: las cosas creadas o la cosa increada. Si se trata de una
cosa creada, “la definición deberá […] comprender su causa próxima”45. En cambio, si
estamos tratando con la definición de una cosa increada, los requisitos son distintos, pues
43
Cf. Laerke, Mogens, Spinoza’s cosmological argument in the Ethics. Y Carraud, Vincent, op. cit. pp. 266 –
287.
44
Cf. Descartes, Meditaciones Metafísicas, “Primeras objeciones”. Si bien es cierto que Descartes ya defendía
un sentido positivo de la noción de causa sui, las objeciones de Caterus y Arnauld lo harán retroceder sobre
su posición. El argumento de Descartes en las Cuartas Respuestas será que, si podemos comprender
positivamente la aseidad de Dios, es tan sólo a costa de comprender equívocamente la noción de causa.
Cuando decimos que Dios es causa de sí mismo, lo hacemos, pues, sólo por analogía.
45
TIE, §96 “Si res sit creata, definitio debebit, uti diximus, comprehendere causam proximam.”
30
ésta debe ser tal “que excluya toda causa, es decir, que el objeto no necesite de ningún otro
En esta obra, como vemos, Spinoza aún distingue entre dos realidades
común a Dios y a las cosas finitas obligará a Spinoza a someter a Dios a las leyes comunes
de la naturaleza. El gesto spinozano de determinar a Dios como causa sui debe comprenderse
en ese sentido: la regla que dicta que el verdadero conocimiento es el conocimiento a través
y a sus “creaturas”. Dios es cognoscible en el mismo sentido y por los mismos principios que
Que Spinoza concibió su definición de Dios como genética y, en ese sentido, sometida
a las mismas reglas de inteligibilidad que los modos, es claro por la Carta LX, a Tschirnhaus.
Ahora bien, para poder averiguar de qué idea de la cosa, entre muchas, se pueden deducir todas
las propiedades del sujeto, tan sólo me fijo en esto: que esa idea o definición exprese la causa
eficiente […] cuando defino a Dios como el ser sumamente perfecto, como esa definición no
expresa la causa eficiente (pues entiendo por causa eficiente tanto la interna como la externa),
no podré extraer de ahí todas las propiedades de Dios. En cambio, cuando defino a Dios como
el Ser, etc. Vea la definición VI de la parte I de la Ética…47
46
TIE, §97 “Ut omnem causam secludat, hoc est, objectum nullo alio praeter suum esse egeat ad sui
explicationem.”
47
Jam autem, ut scire possim, ex quâ rei ideâ ex multis omnes subjecti proprietates possint deduci, unicum
tantùm observo, ut ea rei idea, sive definitio causam efficientem exprimat […]Sic quoque cùm Deum definio
esse Ens summè perfectum, cumque ea definitio non exprimat causam efficientem, (intelligo enim causam
efficientem tam internam, quàm externam) non potero inde omnes Dei proprietates expromere; at quidem
cum definio Deum esse Ens, &c. vide Definit. VI. Part. I. Ethices.
31
La definición de Dios de la Ethica, por tanto, a diferencia de la del TIE, es una definición
positiva. No implica que Dios sea in-causado, sino que Dios existe en virtud de su sola
Pero, ¿qué podría significar la idea de una comprensión positiva de la causa sui, o de
una “causa eficiente interna”? Como nos lo ha recordado Mogens Laerke en su Spinozas’s
cosmological argument in the Ethics, muchas de las primeras reacciones críticas hacia la
Aubert afirmó que la noción de causa sui no era sino una contradicción masiva, algo
completamente absurdo, contradictorio e ininteligible para una mente sana. Otros, como el
cartesiano Christoph Wittich o Leibniz, afirmaron que Spinoza sólo logró hacer sentido a la
de sustancia y obscureciendo, por tanto, una y otra48. Para estos autores, la categoría de causa
implicaba, por un lado, que ella debe ser distinta de su efecto; y por otro, que debe serle
anterior. Así, al hablar de un objeto que es causa de sí, tendríamos que suponer que tal objeto
Por lo tanto: el restablecimiento de una ratio causae en Spinoza debe ser capaz de
responder a este primer grupo de objeciones, ¿cómo debemos comprender la causa de tal
concepto de causa. Quienes han esgrimido esta objeción contra Spinoza aducen, en general,
48
Véase Laerke, Mogens, Ibíd., pp. 451 – 2.
32
dos pruebas. La primera es que Spinoza se sirve del término “causa” antes de haberlo
definido, lo que le permitirá luego emplearlo en diversos contextos, sin explicar cómo tales
En ese sentido, como vimos, Spinoza define la causa sui (EId1), luego la identifica
con el concepto de sustancia (EIp7d), para finalmente atribuirla a Dios y determinarlo como
causa de sí mismo (EIp11sc). Y todo eso sin haber dicho una sola palabra de lo que entiende
por causa; es decir, sin aclarar cómo y por qué es legítimo recurrir a la causalidad para
concepto. A diferencia de otros autores como Suárez o Descartes, que comienzan por
explicitar los sentidos – y sus respectivos alcances- en los que utilizarán dicha noción,
Spinoza se habría abandonado a un uso vago, y por ello arbitrario, de la categoría de causa.
anterior, y tanto o más perfecta que su efecto en las Rationes Dei existentiam et animae a
a Descartes, en las Quartae Responsiones, a aclarar que cuando ha dicho que Dios puede ser
comprendido como causa sui, no ha utilizado la palabra “causa” sino en un sentido impropio
y por analogía con las verdaderas causas, que son las eficientes. Dios, nos dice, es causa de
sí mismo en la medida en que su naturaleza es tal que no necesita causa eficiente49. Es decir,
porque su naturaleza es la razón por la cual Dios no precisa de causa. En última instancia, lo
que observamos es, pese a los esfuerzos de Descartes, un retorno de la vieja separación entre
49
Cf. Descartes, Meditaciones Metafísica, especialmente, “Cuartas objeciones” y “Cuartas respuestas”.
33
legítimamente, a las pruebas de la existencia de Dios, y la reafirmación traumática de la causa
concepto: causalidad material e implicación lógica. Así, en ciertas ocasiones Spinoza nos
coloca ante relaciones que el sentido común fácilmente reconocería como “causales”,
series discretas de determinaciones y efectos51, etc. Mientras que, en otros casos, emplea el
término causa donde otros filósofos hablarían llanamente de implicación lógica: la definición
de círculo, nos dice, es causa de todas sus propiedades52; las ideas tienen por causa a otras
ideas53, los distintos géneros de conocimiento son causa de la verdad y de la falsedad54. Las
pruebas de la existencia de Dios no serían, por tanto, sino el lugar donde causación e
Así pues, si Spinoza puede emplear distinciones causales para referirse a relaciones
escribe que las ideas causan, se trata en el fondo un uso abusivo o incorrecto del término.
una doble tarea a la categoría de causa –dar razón del efecto y producirlo– se presenta ahora
50
EIIp13lemma3
51
EIp28
52
TIE, § 96
53
EIIp7sc y EIIp9
54
EIIp41
34
más bien como producto de un uso deliberadamente ambiguo, o por lo menos confuso, de tal
empleo sistemático del sintagma “seguirse de”, utilizado indistintamente para referirse a las
su estudio sobre la Ethica, Martial Gueroult muestra que las distinciones ofrecidas por
proporciona una lista comentada de ocho parejas de distinciones conceptuales, agrupadas del
siguiente modo:
1) Emanativa Activa
2) Immanens Transiens
3) Libera Necessaria
6) Prima Secunda
7) Universalis Particularis
8) Proxima Remota
55
Gueroult, Martial, Spinoza. I. Dieu (Ethique, I), Cap. VIII, pp. 243 – 257.
35
La confusión o inconsistencia en cuestión se centra en las dos primeras parejas:
Emanativa/Activa e Immanens/Transiens.
inmediatamente; por ejemplo, el calor como efecto inmediato del fuego. La causa activa es
aquella que produce su efecto agendo, es decir, en virtud de una mediación; el fuego, por
ejemplo, es causa activa del calor producido en otro cuerpo mediante la acción que consiste
en calentarlo. Como señala Gueroult, lo que separa a estos dos tipos de causa es la mediatez
o inmediatez con que producen sus efectos. En la emanativa intervienen sólo dos términos:
la causa y lo causado; mientras que en la activa intervienen tres: causa, efecto y causalidad
(o acción mediadora). Como consecuencia, la causa emanativa no puede darse sin que se dé
al mismo tiempo su efecto; la activa, en cambio, puede ocurrir sin que se dé necesariamente
La causa immanens, por su parte, produce su efecto en sí misma: así es como se dice
que el intelecto es causa de sus conceptos56. Causa transiens, por último, es aquélla que
primera parte del Tratado Breve y en el libro primero de la Ética. Si bien es cierto que en
definición de la causa sui (EId1) como en la proposición 16 del libro uno. En efecto, en
56
Este ejemplo, de Heereboord, es reproducido literalmente por Spinoza en KV, 1 er Diálogo, §12.
36
naturaleza de la cosa: la existencia es un efecto inmediato y necesario de la esencia de la
causa sui, de tal modo que ésta no puede concebirse sino como existente; no puede darse su
esencia sin que se dé al mismo tiempo su existencia. Del mismo modo, de la esencia de Dios
deben seguirse, necesariamente, infinitas cosas de infinitos modos. La esencia de Dios, pues,
Sin embargo, Spinoza habla también de la esencia de Dios según los criterios o las
proposición 28, Spinoza afirma que las cosas singulares son producidas por Dios, pero no
inmediatamente, sino por mediación de una modificación ella misma finita y determinada57.
Así, en el primer caso Spinoza habla de la esencia divina qua causa emanativa, como una
relación causal de dos términos: la causa (esencia de Dios) y lo causado (su existencia y las
infinitas cosas que se siguen de ella). En el segundo, en cambio, se habla de Dios qua causa
activa, como relación de tres términos: la causa (Dios), lo causado (las cosas singulares), y
la causalidad (los atributos de Dios, los modos infinitos y la propia serie causal de modos
finitos). Dicho brevemente, el problema es cómo es posible para Spinoza sostener, al mismo
el Tratado Breve58 como en la Ética, que Dios es causa immanens, pero no transiens de todas
las cosas. Es decir, según las definiciones citadas anteriormente, que produce sus efectos en
sí mismo y no fuera ni más allá de él. Aquí la dificultad radica, más bien, para recoger la
objeción de Vincent Carraud59, en cómo compaginar esta tesis con la del primer corolario de
57
También los modos infinitos mediatos son producidos, parece, según el modelo de la causa activa, Cf. EIp22.
58
KV, I, Cap. 3 y 1er Diálogo.
59
Carraud, Vincent, op. cit., pp. 307 – 311.
37
la proposición 16, que sostiene que “Dios es causa eficiente de todas las cosas”. Según
Carraud, sostener al mismo tiempo que Dios es causa inmanente y eficiente de todas las cosas
no es de ningún modo algo obvio, pues, si nos atenemos a la teoría causal cartesiana –que
constituye sin duda uno de los contextos teóricos más importantes para comprender a
Spinoza– la causa efficiens se distingue precisamente por ser anterior y distinta de sus
efectos60. Así pues, una causa efficiens es por definición una causa transiens. ¿Cómo,
entonces, puede Spinoza asimilar inmanencia y eficiencia en la causalidad divina? ¿bajo qué
Así pues, la tarea que se nos impone ahora es investigar cómo es conceptualmente
predecesores y contemporáneos al punto de poder sostener tesis que a aquéllos les resultaban
teóricas. La reconstrucción de una ratio causae spinoziana, en resumen, debe ser capaz de
atender todas estas problemáticas, o cuando menos señalar en qué medida y con qué
60
Cf. Descartes, Meditaciones Metafísicas, “Primeras respuestas”.
38
Capítulo II
Causa formalis
Recapitulemos, pues, las dificultades teóricas que tendría que resolver una reconstrucción
consistente de la ratio causae en Spinoza. Esta última debe, 1) ofrecer una definición de la
causa que haga posible, es decir, pensable, la idea de causa sui; 2) disolver la pretendida
cómo tal concepto puede, asimismo, asimilar causa emanativa y causa activa, por un lado, y
causa inmanente y causa eficiente, por otro. En última instancia, se trata de reconstruir una
definición que esté a la altura de satisfacer la doble exigencia asignada por Spinoza a la causa
en los axiomas 4 y 5 del libro primero de la Ética: la causa debe ser explicativa, principio de
inteligibilidad del efecto; pero también productiva, principio de actividad y eficacia. Dicho
Nuestra hipótesis de trabajo, para decirlo de una vez, es que tal ratio causae sería la
causa formalis o, mejor dicho, una versión crítica, propiamente spinoziana, de ella. Pero,
¿qué debemos entender, en tal caso, por causa formal? Dicho en términos generales,
39
entendemos por causalidad formal aquél tipo de eficacia por la que una esencia produce sus
Para decirlo de otro modo, una relación causal formal es aquella que existe entre la esencia
Ahora bien, para que se comprenda el sentido de esta hipótesis y para quitarle,
verosimilitud histórica; es decir, que una definición tal de la causa formal fue de hecho
posible –y, en cierta medida, incluso vigente– en tiempos de Spinoza. En efecto, como
mencionamos en las notas del capítulo anterior, podemos observar tanto en Suárez como en
de sus Disputationes Metaphysicae (1597), Franciso Suárez expone la causa formal como un
Descartes62, cuando intenta dar cuenta de la aseidad positiva de Dios, es decir, de pensarlo
como causa sui. En lo que sigue veremos cómo y en qué medida Spinoza se distancia de
Habrá, entonces, que exhibir la evidencia textual que nos permite apoyar tal hipótesis
de lectura, mostrando cómo la postulación de la causa formalis como ratio causae de Spinoza
para el último capítulo la tarea de demostrar en qué medida las nociones de forma y de causa
61
Suárez, Francisco, Disputationes Metaphysicae, XV. Cf. También Valtteri Viljanen, Spinoza’s Geometry of
power, Cap. 2, pp. 37 – 40.
62
Descartes, René, Quartae Responsiones. Cf. También, Hübner, Karoline, On the significance of formal causes
in Spinoza’s Metaphysics, pp. 212 – 216.
40
escolástica; pero tampoco b) una progresiva “de-causalización de la causa” (Vincent
nuestro trabajo ahí será mostrar que la apropiación spinoziana de las nociones de forma y
causa formal es ante todo una redefinición o, mejor aún, una crítica. Así, la forma spinoziana
es una categoría que ha pasado ya por la hybris del mecanicismo desenfrenado, puesto en
circulación por los cartesianos y adoptado como programa intelectual de la Royal Society;
cuya rehabilitación, por tanto, exige una superación del mecanicismo y no simplemente su
olvido.
Que Spinoza apoyó efectivamente una versión de la causalidad formal, tal como la hemos
De la necesidad de la naturaleza divina deben seguirse infinitas cosas de infinitos modos (esto
es, todo lo que puede caer bajo un entendimiento infinito)
[…] Pero yo pienso haber mostrado bastante claramente que de la suma potencia de Dios, o
sea, de su infinita naturaleza, han dimanado [effluxisse] necesariamente, o sea, se siguen
siempre con la misma necesidad, infinitas cosas de infinitos modos, esto es, todas las cosas;
del mismo modo que de la naturaleza del triángulo se sigue, desde la eternidad y para la
eternidad, que sus tres ángulos valen dos rectos.65
63
Cf. Carraud, Vincent, loc. cit.
64
Cf. especialmente Della Rocca, Michael, Spinoza, Routledge, New York, 2008, Cap. 1 y 2; y Della Rocca,
Michael, “A rationalist Manifesto: Spinoza and the principle of sufficient reason”, en Philosophical Topics, 31,
2003, pp. 75 – 93.
65
“Verum ego me satis clare ostendisse puto (vide propositionem 16) a summa Dei potentia sive infinita natura
infinita infinitis modis hoc est omnia necessario effluxisse vel semper eadem necessitate sequi eodem modo ac
ex natura trianguli ab aeterno et in aeternum sequitur ejus tres angulos aequari duobus rectis.”
41
Estos pasajes prueban que Spinoza sostuvo una concepción de relación causal como
eficiencia entre una esencia y sus propiedades. La cosa es causa de sus propria. Que la
relación sea a la vez lógica y productiva, es asegurado por el vínculo necesario entre las
propiedades de la cosa y la cosa misma. Si los efectos pueden no sólo existir en virtud de la
cosa, sino pensarse o, mejor dicho, colegirse mediante ella, es porque su vínculo no es
exterior, superficial, ocasional o adventicio, sino necesario. Las notas de la cosa se deducen
de su esencia:
[…] de una definición dada de una cosa cualquiera concluye el entendimiento varias
propiedades, que se siguen realmente, de un modo necesario, de dicha definición (esto es, de
la esencia misma de la cosa), y tantas más cuanta mayor realidad implica la esencia de la cosa
definida.66
Así pues, el uso del verbo effluere en el escolio de EIp17 no es casual: forma parte de la
necesaria entre una forma o esencia y lo que deriva de ella. “Fluir”, “emanar”, “influir” son
los vocablos a partir de los cuales se trataba de señalar la productividad de las formas67. En
ese sentido, se ve claro que, para Spinoza, hay cosas porque la esencia de Dios es causalmente
eficaz, productiva. La analogía con el triángulo refuerza esta misma idea: de la sola esencia
del triángulo se sigue, con absoluta necesidad, que sus tres ángulos valen dos rectos. Se
exterioridad, ya que los efectos se generan al interior de la causa, sin dejar, por ello, de ser
66
EIp16d “[…] ex data cujuscunque rei definitione plures proprietates intellectus concludit, quae revera ex
eadem (hoc est ipsa rei essentia) necessario sequuntur et eo plures quo plus realitatis rei definitio exprimit hoc
est quo plus realitatis rei definitae essentia involvit.”
67
Viljanen, Valteri, Spinoza’s Geometry of power, Cap. 2 pp. 33 – 53.
68
Spinoza explica la relación entre Dios y cosas como distinción modal (y no real ni de razón) en: CM, I, cap 1.
Para una discusión en torno a cómo es posible que Dios sea causa inmanente de sus creaturas sin que su
42
Se equivocan, pues, quienes pretenden atribuir a Spinoza una ratio causae asentada sólo
sobre las ciencias mecánicas69, pues tal modelo supone la exterioridad y la distinción real
entre causa y efecto; exterioridad que, al menos en lo que concierne a este par de pasajes,
Tu razonamiento es, pues, éste: que la causa, puesto que es productora de los efectos, debe
estar fuera de ellos. Y tú dices esto porque tan sólo tienes noticia de la causa transitiva y no de
la causa inmanente, la cual no produce en absoluto algo fuera de ella. Por ejemplo, el
entendimiento, que es causa de sus conceptos: por eso también yo lo llamo causa (en cuanto a
o en relación a sus efectos, que dependen de él); y, por otra parte, lo llamo todo, en cuanto que
consta de sus conceptos.70
Estamos ahora en condiciones de hacer frente a una de las dificultadas teóricas planteadas en
el primer apartado: si Spinoza puede sostener, al mismo tiempo, que Dios es causa immanens
y causa efficiens de todas las cosas, es porque él no opone, como pretende Carraud,
relación que reclama anterioridad, exterioridad y distinción real entre una causa y su efecto–
no es modo alguno la forma básica o modélica de la eficiencia, sino que la eficiencia es aquí
pensada como relación entre la esencia de Dios y lo que se sigue de ella como sus verdaderos
En efecto, Spinoza abre el brevísimo capítulo del Tratado Breve dedicado a elucidar
en qué sentidos se dice que Dios es causa, recordándonos: “que es costumbre dividir la causa
esencia se confunda con la de ellas, véase KV, I, 2° Diálogo, §§ 3 – 8; el ejemplo del triángulo en §6 – 7 es
particularmente ilustrativo.
69
Así, por ejemplo, Bennett, Jonathan, A Study of Spinoza's Ethics, Cambridge University Press, 1984, p. 216;
o Carreiro, John, “Spinoza on Final Causality”, en: Oxford Studies in Early Modern Philosophy, Volume II, ed.
Daniel Garber y Steven Nadler, Claredon Press, Oxford, 2005, p. 121.
70
KV, I, 1er Diálogo, §12
43
eficiente en ocho partes”71, para pasar de inmediato a posicionarse respecto a esas divisiones
y decir cuáles pueden ser predicadas de Dios y cuáles no. Spinoza, pues, se separa de la
Así, cuando más tarde en la Ethica hable de lo propio de la causa eficiente, se limita enunciar
que ésta “da necesariamente la existencia de la cosa”72, y a repetir el criterio según el cual
debe haber en la causa al menos tanta realidad o perfección como en el efecto 73, sin
entiende, por tanto, que puede haber relaciones causales eficientes transitivas74, pero que no
Dos dificultades deben ser ahora encaradas: 1) si es cierto que Spinoza concibió la
relación entre Dios y las cosas como vínculo necesario entre una esencia y lo que de ella se
sigue, ¿por qué afirmar que tal tipo de causalidad es formal y no simplemente causalidad
inmanente, como de hecho sostiene el propio Spinoza? Y 2) ¿En qué medida la causa
formalis no implica, como sostienen Carraud o Della Rocca, una reducción de toda relación
Respecto al primer señalamiento, diremos solamente que hemos procedido así porque
explicarnos mejor: si bien es cierto que en los esquemas escolásticos la causa formalis era
71
KV, I, cap. 3, §2
72
EIId5exp. “causa efficiente quae scilicet rei existentiam necessario ponit, non autem tollit.”
73
EIp11sc.
74
De hecho, la mayor parte de las relaciones causales tratadas en la Ethica, desde la segunda mitad del libro
II, son relaciones de este tipo. Se trata de la causalidad propia de lo finito; pero más adelante veremos en qué
sentido también esta transitividad se funda sobre la causalidad formal.
44
una sub-categoría, enclavada unas veces dentro de la causa emanativa, otras dentro de la
causa immanens, nuestra tarea implica de algún modo intervenir e invertir ese esquema. ¿En
suponía una jerarquización del ser, es decir, la distinción de diferentes niveles de realidad, la
igualmente unívoco y unitario de la causa. Así pues, si no hemos dicho que la causa
inmanente sea la ratio causae de Spinoza, es porque nos parece que no es posible extender
sus requisitos a todas las relaciones causales reconocidas por nuestro autor; es decir, puesto
que no toda causa es inmanente a sus efectos: las relaciones causales entre modos, la
dinámica de los afectos, las interacciones propiamente físicas son ejemplos suficientes de
ello. Hemos dicho, en cambio, que la causa inmanente puede ser leída como una instancia
específica de causalidad formal, porque nos parece que la causa formal sí que puede ser
transitiva. En la medida en que todas las cosas poseen esencias singulares, las relaciones
causales entre ellas no son nada más que la complicada red de entrecruzamientos, nudos,
enlaces y desenlaces de los efectos que derivan de cada una de ellas. Retomaremos la defensa
de la causalidad formal para comprender las relaciones causales entre modos finitos en la
última parte de este apartado, antes tenemos que atender la segunda dificultad planteada.
consiste en que ésta implicaría reducir las relaciones causales a meras relaciones lógicas, en
detrimento de la dimensión productiva y material que reclamaría una genuina relación causal.
Retomemos el pasaje del Tratado Breve citado arriba. Para explicar en qué sentido se afirma
que Dios es causa inmanente de todas las cosas, Spinoza utiliza el ejemplo del entendimiento:
45
“que es causa de sus conceptos: por eso también yo lo llamo causa (en cuanto a o en relación
Todo se juega en cómo debemos entender aquí esa dependencia: ¿se trata, en efecto,
de una relación puramente lógica, como parecería indicarlo el hecho de que la analogía se
Ethica y su explicación:
Entiendo por idea un concepto del alma, que el alma forma por ser una cosa pensante.
Explicación: Digo concepto, más bien que percepción, porque la palabra «percepción» parece
indicar que el alma padece por obra del objeto; en cambio, «concepto» parece expresar una
acción del alma76.
En efecto, la relación entre el entendimiento y sus conceptos implica para Spinoza algún tipo
cual quiere decir que éstas dependen de aquél no sólo en un sentido lógico, como las
en que la realidad de las ideas deriva y se explica por la realidad del entendimiento. En esa
medida, hay que comprender la relación de dependencia de Dios y sus efectos no sólo en el
sentido de que las ideas de las cosas estarían comprendidas en la idea infinita de Dios, sino
también, y sobre todo, en sentido material, según el cual la realidad efectiva del modo es
Pero podríamos alcanzar esta conclusión incluso sin salir del Tratado Breve. Ahí, al
Heereboord, a saber, entre causa emanativa y causa activa, Spinoza afirma sin más su
75
KV, 1er Diálogo, §12
76
“Per ideam intelligo mentis conceptum quem mens format propterea quod res est cogitans. Explicatio: Dico
intrinsecas ut illam secludam quae extrinseca est nempe convenientiam ideae cum suo ideato.”
46
identidad. Primero, sostiene que decir causa emanativa es lo mismo que decir productiva77.
Posteriormente, sienta la correlatividad de Dios qua causa emanativa y de Dios qua causa
activa, puesto que la operación productiva entre Él y sus efectos “se está realizando”.
causas emanativa y activa dependía de la mediatez o inmediatez con la que aquéllas producen
sus efectos. En la emanativa intervienen sólo dos términos: la causa y lo causado; mientras
implicación conceptual podría bien reducirse a una relación causal emanativa, en la medida
en que no interviene en ella ninguna acción mediadora real, pues al derivar consecuencias de
ciertos principios lógicos, nos limitaríamos a explicitar lo que de hecho ya estaba contenido
en esos principios. Pero esto es precisamente lo que niega Spinoza. Dios es causa emanativa
porque las cosas derivan de su esencia necesariamente; pero es causa activa porque la forma
específica en la que acontece esa derivación no es sólo la de una deducción, sino la de una
auténtica actividad productiva: Dios produce agendo; su acción está siempre realizándose.
Quizá esa sea la razón por la que Spinoza renunciará en la Ethica a la noción de causa
emanativa78.
77
KV, I, cap. 3, §3
78
De hecho, Spinoza identifica la causa eficiente con la activa, precisamente porque esta última implica
operatividad, acción. El pasaje completo dice: “Decimos, pues, que [Dios] es una causa emanativa o productiva
de sus obras; y en relación a que la operación se está realizando, (es) una causa activa o eficiente; pero
nosotros las consideramos como una, porque son correlativas.” KV, I, Cap. 3 §2. No dejaremos de insistir en
cuán lejos se encuentra Spinoza de reducir la eficiencia a la transitividad.
47
Hay, además, otra serie de textos que apoyan la propuesta de la causa formal como
ratio causae spinoziana. Se trata de un conjunto de fuentes que insisten sobre la idea de una
potentia para comprender su ontología, es al menos interesante volver sobre esos textos para
comprensión de la causa.
La idea de una productividad de las formas o esencias aparece ya desde los Cogitata
Metaphysica. Ahí, en el contexto de una discusión sobre las modalidades, Spinoza nos habla
de una “fuerza de [la] esencia, que es lo que yo entiendo por causa interna”79. Ciertamente,
en los CM Spinoza reserva esa idea para Dios: tanto la “causa interna” como la “fuerza de la
esencia” sólo pueden predicarse legítimamente de Él. Las cosas finitas, por el contrario,
carecen de fuerza propia y sólo pueden existir en virtud de la fuerza de su causa. Ahora, si
bien estos pasajes mantienen la brecha ontológica entre Dios y cosas, hay dos cuestiones que
es decir una “causa eficiente interna”, es decir una esencia o forma que es productiva; 2) que
la evolución del pensamiento de Spinoza implicó un verdadero trabajo sobre las nociones de
potencia, esencia y causa. En ese sentido, podemos rastrear la progresiva extensión de la idea
79
CM, I, cap. 3 “vi suae essentiae, quam per causam internam intelligo”.
48
Una cosa se dice necesaria o imposible de dos formas: respecto a su esencia o respecto a su
causa. Respecto a la esencia, ya sabemos que Dios existe necesariamente, ya que su esencia no
se puede concebir sin su existencia. Respecto a la causa, las cosas […] nunca pueden existir
por la fuerza o la necesidad de su esencia, sino únicamente por la fuerza de su causa […] Pues
es evidente por sí mismo que aquello, que no tienen ninguna causa, ni interna ni externa, para
existir es imposible que exista.80
Debe notarse que la verdadera distinción se establece no entre causa y esencia, sino entre
causas interna y externa. La esencia, por tanto, es algún tipo de causa eficiente propia e
interior a la cosa. En el pasaje citado, sin embargo, esta potencia causal de la esencia le es
negada a las cosas finitas. Más adelante, en su refutación de los contingentes reales, Spinoza
escribe: “que se requiere tanta fuerza para crear una cosa como para conservarla. Por tanto,
ninguna cosa creada hace algo con su propia fuerza, del mismo modo que ninguna comenzó
el apartado titulado “De la vida de Dios”: “Nosotros entendemos por vida la fuerza por la
que las cosas perseveran en su ser. Y como esa fuerza es distinta de las cosas mismas,
decimos con propiedad que las cosas tienen vida”81. En cambio, en la medida en que la fuerza
por la que Dios existe no es nada más que su esencia, puede afirmarse sin más que Dios es
80
Ibíd. “Duobus modis res dicitur necessaria, & impossibilis, vel respectu suae essentiae, vel respect causae.
Respectu essentiae Deum necessariò existere novimus: nam ejus essentia non potest concipi sine existentiâ […]
Respectu causae dicuntur res […] nunquam existere possunt vi, & necessitate essentiae: sed tantùm vi causae
[…] Nam per se manifestum est, id quod nullam causam, internam scilicet aut externam, habet ad existendum,
impossibile esse, ut existat”.
81
CM, II, cap. 6 “nos per vitam intelligimus vim, per quam res in suo esse perseverant. Et quia illa vis à rebus
ipsis est diversa, res ipsas habere vitam propriè dicimus”
82
“Visautem, quâ Deus in suo esse perseverat, nihil est praeter ejus essentiam, unde optimè loquuntur, qui
Deum vitam vocant” CM, II, cap. 6.
49
Lo relevante de este conjunto de textos es que prefiguran las consecuencias que
tendría el hecho de que la fuerza con la que las cosas perseveran o existen se identificara con
sus esencias. Tales consecuencias son todo lo que Spinoza niega en los CM: que la cosa tenga
potencia propia, que se conserve a sí misma y, en última instancia, que actúe, que sea de
algún modo eficaz. Todo eso que, precisamente, habrá que reconocerle a las cosas cuando,
uno de estos atributos, y cuando se asiente la tesis de la productividad del atributo. Las cosas,
la cosa y causas no contenidas en la esencia de la cosa. Ahora bien, tan sólo unas líneas abajo,
en EIp11sc, retoma la idea de los CM acerca de una vis esentiae; pero lo notable de ese pasaje
la cosa en general. De hecho, el argumento de este escolio, que pretende probar la existencia
la universalidad de la tesis según la cual cada cosa posee una potencia propia de existir,
potencia que se explica por o depende de su esencia: “cuanta más realidad compete a la
naturaleza de una cosa, tantas más fuerzas tiene de existir por sí”83. Dios, en tanto que le
83
“sequitur quo plus realitatis alicujus rei naturae competit eo plus virium a se habere ut existat”
50
corresponde una esencia absolutamente infinita, posee una potencia absoluta de existir y, por
tanto, existe absolutamente. La existencia de Dios, pues, es probada como un caso específico,
si bien paradigmático, del principio universal que dicta que cada cosa posee una fuerza propia
de existir, un grado determinado de potencia, y que esta fuerza o potencia no es nada más
que su esencia. Es decir, justamente aquello que había sido negado en los CM.
Pero, ¿cómo fue posible esta extensión del concepto de vis esentiae? ¿cómo no pensar
que se trata de un mero postulado ad hoc? Antes, solamente la esencia de Dios era
causalmente potente; ahora lo son las esencias de todas las cosas. Nuestra tesis es que tal
términos de causalidad formal. Dicho de otro modo, como un esfuerzo por zanjar la brecha
Cogitata era precisamente la tesis de la extensión como atributo de Dios: aparece allí como
una creatura: “La extensión, por ejemplo, la concebimos claramente sin ninguna existencia;
y por eso, como no tiene por sí misma ninguna fuerza para existir, hemos demostrado que
fue creada por Dios”84. Y por tanto. “no pudimos atribuir extensión a Dios”. Esta ausencia
84
CM, I, cap. 2 “extensionem clarè concipimus sine ullâ existentiâ, ideòque, cùm per se nullam habeat vim
existendi, à Deo creatam esse demonstravimus”.
85
En efecto, uno de los principales blancos de la crítica de Spinoza a Descartes será precisamente su definición
de la materia a partir de la extensión y la determinación de ésta como entidad puramente inerte. En la Carta
LXXX a Tschirnhaus, Spinoza expone los defectos de este modo de concebir la extensión: “En cuando a lo que
usted pregunta, a saber, si la variedad de las cosas puede ser establecida a priori partiendo de la sola idea de
la extensión, creo ya haber mostrado bastante claramente que es imposible. Por eso pienso que es mala la
definición de Descartes de la materia, a la cual reduce a la extensión, y que la explicación debe buscarse en
un atributo que exprese una esencia eterna e infinita”. Es decir, para asignarle dinamismo a la extensión, era
necesario concebirla como un atributo de la sustancia infinitamente activa y potente.
51
génesis del movimiento, la derivación de las cosas singulares, su consistencia y persistencia
en la duración, etcétera.
tesis de la esencia de Dios como potencia productiva, explotándola para extraer de ella todas
sus consecuencias. En efecto, la vis Dei esentiae pasará de ser tan sólo el soporte explicativo
que permitía dar cuenta de la existencia de Dios como causa sui86, a convertirse en la
condición de posibilidad de la atribución de potencia causal a todas las cosas. Dios, en efecto,
es un ser que consta de infinitos atributos, esto es, un ser cuya esencia es absolutamente
infinita87, por tanto, su fuerza de existir es absoluta88. De tal modo que de Él no podemos
negar ningún atributo, es decir, ninguna cosa que exprese una esencia de sustancia 89. Es así
que la extensión expresa una esencia de sustancia, en tanto que es en sí y puede concebirse
Y ya que cada atributo expresa la esencia eterna e infinita de Dios, la extensión, qua
atributo divino, queda determinada a su vez como potencia productiva. Ahora bien, en tanto
que cada cosa finita es la modificación de alguno de los infinitos atributos de Dios91, será,
potencia de Dios se extiende, o, mejor dicho, se expresa por los atributos; luego, la potencia
del atributo extenso se singulariza en potencia de los cuerpos finitos. Pero lo que está
86
Como, por otra parte, ya lo era para Descartes, aunque ya dijimos dentro de qué límites debe comprenderse
esta afirmación. Cf. Descartes, Meditaciones Metafísicas, “Tercera Meditación”, así como las Primeras y las
Cuartas Respuestas.
87
EId6
88
EIp11sc
89
EIp13d
90
EIp14c1 y p15sc
91
EIp25c
92
EIp36d
52
ocurriendo en esta comunicación de la potencia, a la vez como consecuencia y como
universalización de la vis esentiae como vis existendi lo que permitirá determinar a todas las
cosas singulares como causas formales, es decir, como esencia activas, productivas –si bien
en diversos grados; pero, a su vez, fue la determinación de Dios como causa formal, es decir,
como esencia causalmente eficaz, lo que hizo posible la comunicación de su potencia a todas
Que las esencias o formas de las cosas sean causalmente eficaces, es decir, que haya
tal cosa como causas formales, en el sentido que hemos venido exponiendo, permite entonces
explicar cómo fue posible para Spinoza sostener algunas de sus tesis más audaces.
Dios: “La potencia de Dios es su esencia misma”94; pero posteriormente de toda cosa finita:
El esfuerzo con que cada cosa intenta perseverar en su ser no es nada distinto de la esencia
actual de la cosa misma.
Demostración: Dada la esencia de una cosa cualquiera, se siguen de ella necesariamente ciertas
cosas, y las cosas no pueden más de aquello que se sigue necesariamente a partir de su
93
Es en este punto que nos permitimos diferir con la posición de Lærke Mogens, “Immanence et extériorité
absolue. Sur la théorie de la causalité et l'ontologie de la puissance de Spinoza”, Revue philosophique de la
France et de l'étranger, 2009/2 (Tome 134), p. 169-190. Laerke rechaza la pertinencia de la causalidad formal
para comprender las relacionas causales en Spinoza, argumentado que conlleva el peligro de reducir eficiencia
a consecuencia lógica y que, en todo caso, bastaría con atender al concepto de potencia para resolver todos
los problemas implicados por una teoría spinoziana de la causalidad. Sin embargo, nosotros pensamos que:
1) el mero recurso a la potencia no basta: puesto que hay que explicar, de todos modos, qué significa causar,
qué es una causa en el contexto de la filosofía spinoziana. Así, como dijimos, la sola apelación a la potencia
corre el riesgo de permanecer en un registro puramente ad hoc. Y 2) que es posible argumentar en favor de
una reelaboración spinoziana del concepto de forma, al punto de que éste ha dejado de significar solamente
implicación conceptual.
94
EIp34 “Dei potentia est ipsa ipsius essentia.”
53
determinada naturaleza; por ello, la potencia de una cosa cualquiera […] no es nada distinto de
la esencia dada, o sea, actual, de la cosa misma.95
forma: “dado un efecto, debe existir una causa que lo ha producido, debe poder remontarse
a partir de él hacia su causa”. Spinoza, en cambio, asevera: “De una determinada causa dada
es imposible que un efecto se siga”96. Es decir, las cosas son, en virtud de su sola esencia,
causalmente eficaces. Existir es, de algún modo, existir como causa, ser “causante”.
El paradigma de la causa formal viene, pues, a corroborar y dar sentido a una intuición
de Etienne Balibar, quien escribiera a propósito de nuestro autor: “Lo que llama la atención
en el uso que Spinoza hace del término causa es que siempre lo toma en sentido absoluto, no
relativo: las cosas son causas (en sí mismas), no “causa de x”. No pueden no ser causas.”97
Korte Verhandeling. Mientras que en el KV Spinoza se refería a las cosas finitas como
de la potentia esentiae: las cosas finitas, qua modos, han conquistado eficiencia causal,
95
EIIIp7 y dem. “Conatus quo unaquaeque res in suo esse perseverare conatur, nihil est praeter ipsius rei
actualem essentiam. Demostratio: Ex data cujuscunque rei essentia quaedam necessario sequuntur nec res
aliud possunt quam id quod ex determinata earum natura necessario sequitur; quare cujuscunque rei potentia
sive […] nihil est praeter ipsius rei datam sive actualem essentiam.”
96
EIax3
97
Balibar, Etienne, De la individualidad a la transindividualidad, p. 26.
98
“Por tanto, tampoco Dios es, respecto a sus efectos o creaturas, otra cosa que una causa inmanente” KV,
I, 1er Diálogo, §12
99
EIp28dem. “Además, esta causa, o sea, este modo” [Deinde haec rursus causa sive hic modus]
54
potencia propia; es por ello que ya no es posible entenderlas como meros efectos, sino como
auténticas causas singulares. En resumen, podríamos decir que, desde el punto de vista de
Spinoza, si una entidad es real, tiene efectos: “Nada existe de cuya naturaleza no se siga algún
Podemos observar, por tanto, que en el pensamiento spinoziano la causa formal no se plantea,
Ahora bien, no deja de ser cierto que sólo de Dios puede predicarse esto
absolutamente, pues sólo Él obra por las solas leyes de su naturaleza; las relaciones causales
entre modos finitos, en cambio, parecen implicar el tipo de exterioridad y distinción entre
causa y efecto (i.e., transitividad) que la causa formal excluye. Sin embargo, sostenemos que
este datum no le resta plausibilidad o generalidad al modelo, sino que, antes bien, vuelve
inteligibles las otras figuras o aspectos de la causalidad reconocidas por Spinoza. Resta por
ver, entonces, cómo es posible pensar la causalidad modal en términos de causas formales.
Debido a que, como se afirma en el TIE, en la naturaleza no existe nada aislado, sino
que todas las cosas están conectadas las unas a las otras, es decir, son a la vez producidas y
productivas101, los efectos con los que se relaciona un modo finito, a diferencia de Dios, no
se explican por su sola esencia, sino por una constelación de esencias implicadas en la
producción de tales efectos102. Esto, es, un modo finito rara vez puede explicar todo el
100
EIp36.
101
TIE, §41. Cf. también EIVp4dem.
102
Cf. Viljanen, Spinoza’s Geometry of power, pp. 45 – 53, “causality is not about regular succession of event
types but about finite things with essences in virtue of which they produce effects and determine each others’
manner of acting” ; Hübner, Karolina, On significance of formal causes in Spinoza’s Metaphysics, pp. 212 –
216.
55
conjunto de efectos con los que traba relaciones en el mundo a partir de su potencia causal
singular, es decir, de su forma; por tal razón, cuando pretendemos explicar un casus
que la explicación debe dispersarse a lo largo de una compleja trama de efectos derivados, a
externa, adecuada, inadecuada, etcétera. En la medida en que una cosa finita no pueda, por
su sola esencia, explicar todos los efectos con los que se relaciona, será una causa inadecuada
o parcial. La causa adecuada de tal efecto, por tanto, será el conjunto de formas que participen
no es en los mismo términos. Transitamos de una separación entre dos registros ontológicos
inconmensurables –Dios, cuya esencia es potente y eficaz; las cosas, que no posee ninguna
fuerza ni virtud propia– a uno donde causalidad externa e interna se fundan, ambas, en la
causa formal.
todos estamos sometidos por el mero hecho de ser entidades finitas. Ahí, la causa formalis
como ratio causae prueba su validez: “Un afecto cualquiera de un individuo difiere del afecto
de otro, tanto cuanto difiere la esencia del uno de la esencia del otro.”104 Es decir, las
pasiones, o más bien el modo en que éstas nos invaden, nos someten o, por el contrario, nos
103
EIIIdef1. “Llamo causa adecuada aquella cuyo efecto puede ser percibido clara y distintamente en virtud
de ella misma. Por el contrario, llamo inadecuada o parcial aquella cuyo efecto no puede entenderse por ella
sola.” [Causam adaequatam appello eam cujus effectus potest clare et distincte per eandem percipi.
Inadaequatam autem seu partialem illam voco cujus effectus per ipsam solam intelligi nequit.]
104
EIIIp57. “Quilibet uniuscujusque individui affectus ab affectu alterius tantum discrepat quantum essentia
unius ab essentia alterius differt.” El énfasis es mío.
56
alegran y fortifican, no obedece a una legalidad ciega y unilateral; no depende por entero de
la fuerza bruta e irresistible del mundo externo, sino que, al menos en un grado –pero ese
grado puede significarlo todo- depende también de nuestra propia esencia, es decir, de nuestra
potencia. Esto implica, por tanto, que hay un momento en el que las cosas finitas pueden
devenir activas: cuando llegamos a ser causa formal de nuestras afecciones; o sea, cuando
formal. El alma, nos dice, en cuanto conoce las cosas sub specie aeternitatis, esto es, como
siguiéndose necesariamente de la esencia de Dios, es causa adaequata seu formalis del tercer
género de conocimiento. Todas las ideas que deriven de este conocimiento, por tanto, se
Estamos en posición atender un conocido texto de EII donde tantos lectores han creído
encontrar la fuente de una lectura puramente mecanicista de Spinoza. Se trata del conjunto
de axiomas, lemas y postulados que siguen a la treceava proposición. Podemos leer ahora a
través del prisma de la causalidad formal. Veremos que en el corazón mismo de ese pasaje,
Todas las maneras en las que un cuerpo es afectado por otro se siguen de la naturaleza del
cuerpo afectado y, a la vez, de la naturaleza del cuerpo que lo afecta; de suerte que un solo y
mismo cuerpo es movido de diversas maneras según la diversidad de la naturaleza de los
cuerpos que lo mueven, y, por contra, cuerpos distintos son movidos de diversas maneras por
un solo y mismo cuerpo.
Incluso ahí, observamos, Spinoza introduce un matiz que arruina una lectura puramente
impacto, choque, posición y figura, sino que, en el seno de las leyes de la mecánica, se
57
introduce la idea de una “naturaleza” del cuerpo afectado y del cuerpo que lo afecta. ¿Cómo
no pensar que esta declaración constituye una suerte de reacción al mecanicismo, un retorno
a las formas sustanciales o la postulación de una fuerza vital irracional ínsita en todo lo
existente, al modo de los platonistas de Cambridge? Nuestra trabajo ahora será mostrar que
entre una esencia y los efectos que derivan necesariamente de ella, entendía por forma algo
estructura, esto es, como una ratio: relación de movimiento y reposo en el caso de los
cuerpos; relación de ideas en el caso de los modos del pensamiento; y esta comprensión del
58
Capítulo III
¿Qué es una forma para Spinoza?
esencia fue la tesis que permitió a Spinoza postular la productividad, primero de los atributos,
luego de los modos; pero a su vez, que esta identificación se deja pensar bajo la categoría de
causa formalis, entendida como una forma o esencia que es inmediatamente eficaz. En el
presente capítulo, por último, intentaremos probar que esta eficacia de las formas es
cuerpos, y como cierto ensamblaje de ideas, en el caso de los modos del pensamiento. Para
Spinoza, toda forma extensa será un modo del movimiento y el reposo (modo infinito
que ya no sea, como en la escolástica, un principio inmaterial que informe la materia, pero
tampoco, como en Descartes, una mera cantidad bruta, sino una forma singular y específica,
59
mostrar cómo la explicación de la esencia de una cosa singular a partir de su forma permitió
En primer lugar, habría que reconocer que el estatuto del concepto de forma en
Spinoza es tan escurridizo como el de causa, al que dedicamos la primera parte de este
trabajo. Igual que aquél, lo encontramos disperso a lo largo de toda la obra spinoziana,
caso, por ejemplo, de los sintagmas forma veri, forma hominis, forma erroris, etcétera.
Podríamos decir incluso, con Moureau, que la noción de forma pertenece a ese grupo de
que se articulan y se construyen otros conceptos, pero que, no obstante, no llegaron a ser
definidos por Spinoza105. Todo ocurre como si su carácter transversal, la amplitud de los
objetos y ámbitos a los que es posible aplicarlos, terminaran por dejar a estos conceptos en
intelección adecuada de lo que Spinoza entendía por forma es fundamental para comprender:
a) en primer lugar, respecto a los límites de esta tesis, qué es lo que estamos entendiendo por
causa formalis, a qué nos referimos cuando decimos que ésta es el paradigma spinoziano de
105
Moureau, Pierre-François, “Métaphysique de la substance, métaphysique des formes”, en Travaux et
documents du groupe de recherches spinozistes. Méthode et Métaphysique, Presses de l’Université de Paris
Sorbonne, Paris, 1989, p. 9.
106
Cf. Ramond, Charles, Dictionnaire Spinoza, Elipses Édition, Paris, 2007; Van Bunge, Wieg (Ed.), The
continuum companion to Spinoza, Continuum, London, 2011; Santos Campos, André (Ed.), Spinoza: basic
concepts, Imprint Academic, 2015.
60
la causalidad; pero también, b) en un sentido más amplio, la teoría spinoziana de la
francamente necio, puesto que a lo largo de toda su obra encontramos dispersos una serie de
pasajes que apuntarían más bien hacia lo contrario, es decir, a un recelo, cuando no un abierto
repudio por parte de Spinoza hacia la idea de forma. Desde cierto punto de vista, en efecto,
Spinoza se inscribe cabalmente en la línea de lo que por entonces se conocía como la “nueva
filosofía”; es decir, en ese grupo de pensadores que, por decirlo de algún modo, se forjaron
una suerte de identidad negativa en función de su oposición franca y violenta hacia los
las formas como “doctrina puerilis et nugatoria de Formis Substantialibus”107. Más aún, en
su correspondencia con Hugo Boxel, donde este último intenta defender el carácter racional
desprecia:
107
“la pueril y trivial doctrina de las formas substanciales” Carta XIII a Henry Oldenburg, Julio 1663.
61
las Formas susbtanciales y otras mil necedades, hayan fraguado los Espectros y Fantasmas
y hayan creído a las viejezuelas108
Este último pasaje, de hecho, deja claro que Spinoza estimaba que existía una conexión o
espectros que vagan sin cuerpo, hombres que son poseídos por espíritus nocivos,
transubstanciación109.
En los Cogitata Metaphysica, por otra parte, encontramos el siguiente texto, que
Ya hemos enseñado antes que en la naturaleza real no existen nada más que las sustancias y
sus modos; no se esperará, pues, que ahora digamos algo sobre las formas substanciales y los
accidentes reales; estas cosas y otras por el estilo son totalmente inútiles.110
Así pues, las substancias y sus modos son la única clase de seres que podemos identificar en
la naturaleza, así como las únicas categorías mediante las cuales es legítimo explicarla en
términos metafísicos. Formas substanciales, accidentes reales, etcétera no son sólo inútiles e
ilegítimas, sino, como vimos en el caso de Hugo Boxel, peligrosas, en la medida en que
108
“Non multum apud me Authoritas Platonis, Aristotelis, ac Socratis valet […] non enim mirandum est eos,
qui Qualitates occultas, Species intentionales, Formas substantiales, ac mille alias nugas commenti sunt,
Spectra et Lemures excogitasse et velutis credidisse” Carta LVI, a Hugo Boxel, Octubre de 1674. El subrayado
es mío.
109
Cf. Correspondencia con Hugo Boxel, Cartas LI a LVI, entre septiembre y octubre de 1674.
110
CM, II, Cap. I “Jam antea docuimus, in rerum natura praeter substantias, earumque modos nihil dari; quare
non erit hic expectandum, ut aliquid de formis substantialibus, et realibus accientibus, dicamus: sunt enim
haec, et hujus farinae aliae, plane inepta”
62
Por lo que respecta a aquellas tres almas, que atribuyen [los peripatéticos] a las plantas, los
brutos y los hombres, ya hemos demostrado suficientemente que no son más que ficciones,
cuando mostramos que en la materia no hay nada más que estructuras y operaciones
mecánicas.111
la materia a partir de sus operaciones mecánicas y sus estructuras, sin necesidad de recurrir
a las formas112.
Sin embargo, éste no es el único modo en que Spinoza pensó las formas. De hecho,
como puede observarse en todos los fragmentos citados, cuando el holandés critica la noción
de forma lo hace siempre entiendo por ésta forma substantialis. Es decir, en última instancia,
sustancialista. Por un lado, critica la idea de que cada forma finita llegue a concebirse como
una substancia individual, ya que para nuestro filósofo sólo existe una única sustancia que,
en cuanto tal, sólo puede pensarse como infinita113. Y por otro, crítica también la idea de
forma como separada o separable de aquello que informa, es decir, como una suerte de
Así pues, en lo que sigue estudiaremos dos usos spinozianos de la noción de forma,
dimensión operativa de la sustancia: (I) Natura naturans, (II) Natura naturata. El primero
111
CM, II, Cap. VI “nam quòd ad illas tres animas, quas plantis, brutis, & hominibus tribuunt, attinet, jam satis
demonstravimus, illas non esse nisi figmenta; nempe quia ostendimus in materiâ nihil praeter mechanicas
texturas, & operationes dari”
112
Para que no parezca que caemos en contradicción, recordemos que el aporte de Spinoza será concebir a
la forma ya no en términos de una entidad suprasensible, sino precisamente en términos estructurales.
113
Cf. EIIp10dem y sc.
114
Cf. EIIp13dem y EIIp21sc.
63
refiere a la determinación de la causalidad natural como proceso de formación de la sustancia
individuadas.
Como explicamos en la primera parte de este trabajo, la relación causal entre la sustancia y
sus modos (Deus quatenus causa rerum) se deja comprender como una relación de causalidad
formal: Dios produce necesariamente todo aquello que deriva de su esencia; los modos
derivan de ésta a la vez como propiedades necesarias y como efectos reales. Esto significa
que la manera específica en que acontece tal producción no depende de ningún modelo
previo, de ninguna finalidad extrínseca, sino sólo de la propia naturaleza de Dios, considerada
cosas, todo lo que produce, lo producirá en Él mismo; de tal modo que “en el mismo sentido
en que se dice que Dios es causa de sí, debe decirse también que es causa de todas las
cosas”116. Dicho de otro modo, lo que Spinoza establece aquí es la identidad de la actividad
productiva de Dios considerado como causa sui y como causa rerum: existe una sola y la
misma actividad mediante la cual, produciendo todas las cosas, Dios se produce a sí mismo.
Ahora bien, ¿en qué consiste dicha actividad? ¿cuál es el modo específico a través del
cual se despliega? ¿cuáles son, en última instancia, los efectos producidos por ella?
Sostenemos que la noción de forma, así como su expresión verbal formari, nos ofrece la clave
para responder a estas interrogantes. Sostenemos, para decirlo de otro modo, que es posible
115
Cf. EIp16 y dem., así como EIp17: “Deus ex solis sua naturae legibus et a nemine coactus agit.”
116
EIp25sc.
64
comprender el proceso de la causalidad natural descrito en la Ética como un proceso de
formación: mediante aquellas leyes intrínsecas a su naturaleza, Dios produce las cosas
formas, es indicado ya por los PPC, donde afirma que “la vía más eficaz para entender la
naturaleza de las plantas y de los hombres es considerar de qué formas nacen y se forman”117.
la materia asume, sucesivamente, gracias a esas leyes [i. e. las leyes naturales], todas las
formas de que es capaz, si examinamos por orden esas formas, podremos llegar, finalmente,
a aquélla que es la del mundo118
sobre la relación entre los principios universales y los fenómenos particulares, así como de
la vía para conocer las cosas singulares, rencontraremos esta misma idea en el prefacio al
117
PPC, III, 226, 19. “cùm ad Plantarum vel Hominis naturam intelligendam optima via sit considerare, quo
pacto paulatim ex seminibus nascantur, & generentur”. La traducción de Atilano Domínguez de “quo pacto
[…] nascantur et generentur” por “de qué formas nacen y se forman” se justifica, pensamos, porque el término
“pactum”, como participio del verbo “pangere”, poseía también el sentido de arreglo, compuesto,
ensamblaje; y, sobre todo, porque Spinoza, líneas más abajo, recurrirá explícitamente a la noción de forma.
Por otro lado, podría cuestionarse, con toda legitimidad, la utilización del texto de los PPC para argumentar
en favor de una tesis spinozina, ya que, como se lee el Prefacio de esa obra, compuesto por Ludwijk Meyer, y
como afirma el propio Spinoza en la Carta 13, se contienen allí “bastantes cosas contrarías a mi opinión”. Sin
embargo, consideramos el pasaje citado como auténticamente spinoziano por dos razones: a) la primera es
que afronta un problema ya discutido –y prácticamente en los mismos términos- en otra obra de Spinoza, a
saber, el TIE: de los principios más universales no es posible derivar inmediatamente los fenómenos
particulares, ya que de aquéllos se siguen infinitas cosas y no indican una en específico antes que otra. En
ambos casos, se trata de encontrar una vía para arribar al conocimiento de los singulares, Cf. TIE, §102. B) La
segunda razón es que la comprensión de la naturaleza de las cosas a partir de sus formas y de su constitución
como formación es un tópico que, como veremos, se repetirá en la Ética.
118
PPC, III, 228, 5 – 9 “Cùm enim earum Legum ope materia formas omnes, quarum est capax, successivè
assumat, si formas istas ordine consideremus, tandem ad illam, quae est hujus mundi, poterimus devenire”
65
libro tercero de la Ética: “naturae leges, et regulae, secundum quas omnia fiunt, et ex unis
Así pues, el mundo es un mundo de formas; y las leyes de la naturaleza divina (leyes
naturales) son la lógica de su composición, es decir, las reglas según las cuáles las cosas se
forman y llegan a transformarse. Como ha afirmado Yehouda Ofrat en un texto reciente, esta
serie de pasajes apoyarían la tesis según la cual la formación es la relación ontológica primara
formas121, tanto a nivel de la extensión (formas materiales), como a nivel del pensamiento
(formas eidéticas)122.
Ahora bien, decíamos antes que el blanco de los ataques de Spinoza es la noción de
lo que expresa con toda claridad la proposición décima de Natura et origine Mentis, donde
Spinoza aborda por fin el caso de una forma concreta y específica, a saber, la forma del
119
“son siempre las mismas, en todas partes, las leyes y reglas naturales según las cuales ocurren las cosas y
pasan de unas formas a otras”
120
Cf. Ofrath, Yehouda, “Le concept de forme dans la philosophie de Spinoza”, en Revue Philosophique de la
France et de l’étranger, 2014/2 (Tome 139), pp. 148 – 149. “La formation apparaît comme un concept
décrivant une relation ontologique primaire entre des choses qui précède la dichotomie spinozienne
fondamentale entre «être en soi» et «être en un autre»”. Así, para Ofrath “ser en otra cosa” significaría
fundamentalmente ser una forma formada en y a partir de esa cosa; mientras que la sustancia, en tanto “ser
en sí” designaría aquella realidad no-formada a partir de nada más que sí misma, “la substance comme non-
formation absolue”.
121
Cf., por ejemplo, “Y a fin de que todas las ideas se reduzcan a una, procuraremos después concatenarlas y
ordenarlas de tal modo que nuestra mente reproduzca objetivamente, en cuanto le sea posible, la formalidad
[formalitas] de la Naturaleza, en su totalidad o en sus partes” TIE, I, 34, 4-7 (§91). Y “Se sigue de ahí que la
potencia de pensar de Dios es igual a su potencia actual de obrar. Esto es: todo cuanto se sigue formalmente
[formaliter] de la infinita naturaleza de Dios, se sigue en él objetivamente, a partir de la idea de Dios, en el
mismo orden y con la misma conexión” EIIp7cor. En ambos casos, los términos empleados por Spinoza,
formalitas y formaliter, designan la realidad de la Naturaleza, la realidad de la cosa por diferenciación con su
mera representación objetiva en el pensamiento; forma, por tanto, equivale en cada caso a realitas, a aquello
que constituye esencialmente la cosa.
122
Cf. Ofrath, Yehouda, op. cit., p. 150 “Par l’emploi de ce verbe [formari], Spinoza crée un rapprochement
conceptuel entre la chose inteligible («chose pensante»), la notion que cette chose est active et la description
de cette activité comme formation des choses inteligibles”
66
hombre: “A la esencia del hombre no pertenece el ser de la sustancia, o sea, no es una
substancia lo que constituye la forma del hombre”123. Dos cosas deben ser notadas en este
pasaje, respecto al problema que nos atañe: a) niega la sustancialidad de la forma humana124;
b) mantiene, no obstante, la determinación de la forma como algo esencial, como algo que
no sólo tiene que ver, sino que se identifica con la esencia de la cosa. Tratemos de comprender
necesaria; así pues, si la forma de un hombre fuese una sustancia, existiría necesariamente,
forma humana se seguirían cosas igualmente absurdas, si atendemos a las otras propiedades
de la sustancia; es decir, se seguiría que todo hombre es infinito, indivisible, inmutable y que
no puede haber dos con la misma naturaleza. ¿Cuál, es, entonces, el estatuto ontológico de la
forma hominis? Reparemos en que la pregunta no sólo es qué puede ser la forma humana si
no es una sustancia, sino también qué debe ser, para poder seguir afirmando su carácter
esencial125.
Spinoza comienza por decirnos que, dado que hemos negado el carácter sustancial de
la forma del hombre, y dado que, como afirma EIp15dem, en la naturaleza no hay nada salvo
las sustancias y sus modos, la forma o esencia del hombre deberá estar constituida como un
123
“Ad essentiam hominis non pertinet esse substantiae sive substantia formam hominis non constituit” EIIp10.
124
El mismo argumento y las mismas proposiciones intervendrán más adelante para demostrar que los
cuerpos no se distinguen en razón de la sustancia, es decir, que no es una sustancia lo que constituye la forma
del cuerpo. Cf. EIIp13lem1
125
La equivalencia entre forma y esencia es explicitamente afirmada en EIVpreaf, donde puede leerse
“essentia, seu forma”
67
modo, es decir, como una afección constituida por ciertas modificaciones de los atributos de
Dios126.
Ahora bien, según la definición 2 del segundo libro de la Ética, lo que pertenece a la
esencia de una cosa es “aquello dado lo cual la cosa resulta necesariamente dada, y quitado
lo cual la cosa necesariamente no se da; o sea, aquello sin lo cual la cosa –y viceversa, aquello
que sin la cosa–no puede ni ser ni concebirse.”127 Es decir, hasta ahora sabemos dos cosas:
que la forma de una cosa está ontológicamente constituida como un modo, y que, para poder
afirmar su carácter esencial, debe incluir todo aquello que, dado, se da necesariamente la
infinita es sostenido por nuestro autor desde EIIp5dem, primero respecto al ser formal de las
ideas: “el ser formal de las ideas es […] un modo que expresa de cierta y determinada manera
la naturaleza de Dios, en cuanto que Éste es cosa pensante”, y luego generaliza el argumento
en EIIp6cor para abarcar al ser formal de toda cosa singular. Pero, ¿son estos dos conceptos,
forma y modus, simplemente intercambiables? Es decir, ¿no existe entre ellos nada más que
caso, sino que, de hecho, la noción de forma permite concretizar el concepto de modo128.
126
“Hinc sequitur essemtiam hominis constitui a certis Dei attributorum modificationibus” EIIp10cor.
127
“Ad essentiam alicujus rei id pertinere dico quo dato res necessario ponitur et quo sublato res necessario
tollitur; vel id sine quo res et vice versa id quod sine re nec esse nec concipi potest.”
128
Hemos tomado esta sugerencia del artículo de Yehouda Ofrat, si bien diferimos del modo en que él la
interpreta y expone. Discrepamos principalmente de su idea según la cual la cosa singular sería una formación
de varias formas, tantas como atributos constituyen su esencia, puesto que esto parecería introducir la
confusión de que una cosa es o participa de distintas realidades o niveles de realidad. Algo que Spinoza niega
explícitamente en EIIp7sc. “la substancia pensante y la substancia extensa son una sola y misma substancia,
aprehendida ya desde un atributo, ya desde otro. Así también, un modo de la extensión y la idea de dicho
modo son una sola y misma cosa, pero expresada de dos maneras” [substantia cogitans et substantia extensa
una eademque est substantia quae jam sub hoc jam sub illo attributo comprehenditur. Sic etiam modus
extensionis et idea illius modi una eademque est res sed duobus modis expressa].
68
Expliquémonos. Lo que sostenemos es que si bien la noción de modo da cuenta del
registro ontológico en el que se encuentran las formas (una forma no es una sustancia, ni
puede ser tampoco, por tanto, un atributo), no nos dice todavía qué sea una forma o qué
elementos debe incorporar su concepto. Antes bien, el concepto de forma permite especificar
al de modificación, en la medida en que nos dice cómo, a partir de qué elementos y procesos
mostrando cuáles son las leyes de composición de los cuerpos y de las ideas. Para decirlo
La théorie modale de Spinoza est conçue en des termes qui ne distinguent pas, et n’ont pas
pour bout de distinguer, entre les diférents ordres […] la formation explique la différence
réelle entre les êtres formels appartenant à chaque ordre. Dans les système spinozien, seules
les formes des choses singulières constituent leur similitude et leur distinction129
dentro de ese esquema general prefigurado por el primer axioma de la Ética, según sea vel in
se vel in alio130. Por ello, tanto una idea como un cuerpo pueden ser comprendidos como
modos finitos de Dios, sin ninguna otra especificación; pero si queremos aprehender el
carácter concreto de esa idea y de ese cuerpo singulares, debemos atender tanto a su forma
como a las reglas de formación específicas del atributo al cual pertenecen. Tal como lo
129
Ofrath, Yehouda, op. cit., p. 158 “la teoría modal de Spinoza está concebida en términos que no distinguen,
ni buscan hacerlo, entre diferentes órdenes de realidad […] la formación explica la diferencia real entre los
seres formales de cada orden de realidad, sólo las formas de cosas singulares constituyen su similitud y
distinción”.
130
EIax1 “Omnia quae sunt vel in se vel in alio sunt”. Como sabemos, el deserrollo de la Ética mostrará que
ese aliud no puede ser más que Dios: EIp15 “Quicquid est, in Deo est et nihil sine Deo esse neque concipi
potest.”
69
enuncia un pasaje anteriormente citado: “la vía más eficaz para entender la naturaleza de las
plantas y de los hombres es considerar de qué formas nacen y se forman”131. Así pues, la
forma es lo que dota de singularidad al modo, lo que constituye su essentia, es decir, lo que
explica qué es y cuáles son las cosas que se siguen de su naturaleza. Toda investigación sobre
la forma de una cosa debe explicar cuáles son las reglas de su composición, cómo es que ésta
ha llegado a la existencia, pero sobre todo qué elementos y procesos específicos la dotan de
El esfuerzo con que cada cosa intenta perseverar en su ser no es nada distinto de la esencia
actual de la cosa misma
Demostración: Dada la esencia de una cosa cualquiera, se siguen de ella necesariamente
ciertas cosas, y las cosas no pueden más que aquello que se sigue necesariamente a partir de
su determinada naturaleza132
Spinoza desarrolló su teoría de las formas extensas –es decir, de los cuerpos singulares– en
aquel famoso apartado comprendido entre las proposiciones 13 y 14 del libro segundo de la
Ética, que la literatura académica ha identificado como el esbozo de una física spinoziana.
holandés de una posición física definitiva y nos dejan, en numerosas ocasiones, con algunos
vacíos teóricos o preguntas sin responder, creemos que poseen una importancia insoslayable
no sólo para comprender el desarrollo de la lógica de los afectos expuesta en los libros tercero
131
PPC, III, 226, 19
132
EIIIp7 “Conatus quo unaquaeque res in suo esse perseverare conatur, nihil est praeter ipsius rei actualem
essentiam. Demostratio: Ex data cujuscunque rei essentia quaedam necessario sequuntur nec res aliud possunt
quam id quod ex determinata earum natura necessario sequitur”
133
Recordemos que Spinoza afirma explícitamente que sólo tratará ahí de la naturaleza de los cuerpos en la
medida en que “para determinar qué es lo que separa el alma humana de las demás y en qué las aventaja,
nos es necesario, como hemos dicho, conocer la naturaleza de su objeto, esto es, del cuerpo humano […] para
lo cual es necesario sentar previamente algo acerca de la naturaleza de los cuerpos” EIIp13sc
70
y cuarto, sino también para profundizar en su propuesta de una teoría de las formas134. Así
Los primeros tres lemas sientan las bases teóricas de la discusión y fijan los puntos
desde los cuales se abordará el tratamiento de los modos finitos de la extensión y sus leyes
de formación.
Lema 1. Los cuerpos se distinguen entre sí en razón del movimiento y el reposo, de la rapidez
y la lentitud, y no en razón de la substancia.
Lema 2. Todos los cuerpos convienen en ciertas cosas.
Lema 3. Un cuerpo en movimiento o en reposo ha debido ser determinado al movimiento o
al reposo por otro cuerpo, el cual ha sido también determinado al movimiento o al reposo por
otro, y éste a su vez por otro y así hasta el infinito.135
Hasta aquí, Spinoza parece permanecer fiel al mecanicismo cartesiano y a las opiniones
físicas de sus contemporáneos: no es una sustancia lo que constituye la forma singular de los
cuerpos, sino que, de hecho, es el hecho de que estén constituidos a partir de una misma
lo que hace posible que todos ellos convengan [conveniunt] en algo que les permite
sino por la determinación ejercida sobre él por otros cuerpos. Como aclara el corolario de
este último lema, del estado móvil o estático de un cuerpo dado, considerado aisladamente,
134
Otra dificultad, sin duda, es que si bien Spinoza ofreció una respuesta clara a la pregunta por qué es una
forma en el atributo extenso, a saber, una relación de movimiento y reposo, no fue igualmente claro al
responder la misma cuestión en el ámbito del atributo del pensamiento. Esta dificultad ha sido señalada y
rigurosamente atendida (inclusive ofreciendo posibles respuestas) en el bello libro de François Zourabichvili,
Spinoza, una física del pensamiento, Cactus, Buenos Aires, 2014, al cual nuestro trabajo debe mucho.
135
“Lemma 1: Corpora ratione motus et quietis, celeritatis et tarditatis et non ratione substantiae ab invicem
distinguuntur. Lemma 2: Omnia corpora in quibusdam conveniunt. Lemma 3: Corpus motum vel quiescens ad
motum vel quietem determinari debuit ab alio corpore quod etiam ad motum vel quietem determinatum fuit
ab alio et illud iterum ab alio et sic in infinitum.”
71
no podría seguirse otra cosa que la continuación de ese movimiento o de ese estado de reposo,
por lo cual toda alteración de dichos estados “acontece en virtud de una cosa que no estaba
en A [esto es, en tal estado de movimiento o de reposo], a saber, una causa externa”.
Todas las maneras en las que un cuerpo es afectado por otro se siguen de la naturaleza del
cuerpo afectado y, a la vez, de la naturaleza del cuerpo que lo afecta [ex natura corporis
affecti et simul ex natura corporis afficientis]; de suerte que uno solo y mismo cuerpo es
movido de diversas maneras según la diversidad de la naturaleza [diversitate naturae] de los
cuerpos que los mueven, y, por contra, cuerpos distintos son movidos de diversas maneras
por un solo y mismo cuerpo.136
Sin negar la necesaria determinación exterior al movimiento y al reposo de todo cuerpo por
parte de una causa externa, Spinoza está afirmando aquí que el carácter particular que tomará
naturalezas de los cuerpos implicados en dicha relación causal. Una vez más, habiendo
negado que los cuerpos finitos posean una sustancia propia y particular, Spinoza concede, no
obstante, que cada uno de ellos posee una naturaleza propia, diferenciada de las naturalezas
Pero, ¿qué podrían significar, en este contexto, los sintagmas natura corporis y
diversitate naturae? Dicho de otro modo, ¿qué está entendiendo aquí Spinoza por la
136
EIIp13lem3ax1a “Omnes modi quibus corpus aliquod ab alio afficitur corpore, ex natura corporis affecti et
simul ex natura corporis afficientis sequuntur ita ut unum idemque corpus diversimode moveatur pro
diversitate naturae corporum moventium et contra ut diversa corpora ab uno eodemque corpore diversimode
moveantur.”
72
Spinoza va a transitar ahora a una problematización de la extensión tanto anti-escolástica
individuum:
Cuando ciertos cuerpos, de igual o distinta magnitud, son compelidos por los demás cuerpos
de tal modo que se aplican unos contra otros, o bien –si es que se mueven con igual o distinto
grado de velocidad– de modo tal que se comunican unos contra otros sus movimientos según
una cierta relación [ut motus suos invicem certa quadam ratione communicent], diremos que
esos cuerpos están unidos entre sí y que todos juntos componen un solo cuerpo, o sea, un
individuo [unum corpus sive individuum] que se distingue de los demás por medio de dicha
unión de cuerpos.138
Tenemos ya el criterio de distinción de los individuos, es decir, de aquello que dota a los
cuerpos de una diversitas naturae: se trata, como se lee en la última línea de la definición, de
una unio corporum; pero no de una unión puramente externa y fortuita, sino de una suerte de
específica, no está dada por una mera reunión o aglutinamiento de cuerpos más simples, pues
tal aglomeración no sabría explicar a) por qué, si todos los cuerpos están formados a partir
de un mismo atributo extenso, pueden llegar a diferenciarse esencialmente; ni b) por qué, una
vez reunidos, tales cuerpos permanecen juntos constituyendo un mismo individuo, a pesar de
partes, etcétera. Dicho de forma breve, la mera conjunción exterior de cuerpos o su reunión
137
EIIp13lem3ax2a “pasemos ahora a los cuerpos compuestos.”
138
EIIp13def. “Cum corpora aliquot ejusdem aut diversae magnitudinis a reliquis ita coercentur ut invicem
incumbant vel si eodem aut diversis celeritatis gradibus moventur ut motus suos invicem certa quadam ratione
communicent, illa corpora invicem unita dicemus et omnia simul unum corpus sive individuum componere
quod a reliquis per hanc corporum unionem distinguitur.”
73
en un mismo espacio no ofrecen un criterio suficiente de individuación ni son capaces de
proporción, la relación específica según la cual sus partes se comunican unas a otras sus
singular. El siguiente axioma confirma que sólo a este nivel es que podemos hablar
naturaleza. En ellos encontraremos las diversas variaciones –y sus grados– que un individuo
puede experimentar sin destruir o, mejor dicho, sin trans-formar la relación de movimiento
y reposo que lo constituye, de modo tal que “ese individuo conservara su naturaleza tal y
como era antes, sin cambio alguno de su forma [absque ulla ejus formae mutatione]”142.
intercambiar con el exterior un gran número –y, en el límite, la totalidad– de sus partes, sin
la identidad del individuo no está codificada por la identidad de sus partes, sino por la relación
139
Para un tratamiento más completo de la teoría spinoziana de la individuación por oposición a la posición
mecanicista cartesiana. , Cf. Zourabichvili, François, op. cit., Cap. 1 y 2, pp. 11 – 86; así como Gueroult, Martial,
Spinoza II. L’âme. Cap VI, §XIII – XXIII, pp. 165 – 189.
140
EIIp13lem3ax3a
141
EIIp13lem4dem “id autem quod formam individui constituit, in corporum unione consistit”
142
EIIp13lem4
74
es cierto que necesita subsumir cuerpos más simples para ser, por decirlo de algún modo,
otro individuo, sólo le viene dado por el rol específico que desempeña en la relación de
concreta144.
disminución del tamaño de sus partes componentes, se conservará la forma del individuo,
siempre y cuando dichos crecimiento y disminución acontezcan en una proporción tal que se
Los lemas 6 y 7, por fin, tratan la cuestión del movimiento interno y externo de las
partes del individuo, respectivamente. Así, si ciertos cuerpos componentes cambian “el
configura al individuo se siga verificando. Spinoza cierra este apartado regresando al caso de
movimiento o al reposo de un individuo, considerado como un todo, por parte de una causa
externa. La relación causal puramente externa y mecánica entre dos cuerpos que chocan y se
143
Entrecomillamos el término actual porque Spinoza considera que toda relación, toda forma de existencia
es siempre actual. No hay posibles, ni esencias que sólo sean “en potencia”. Nuestra intención al recurrir a
este término es simplemente señalar que la forma de un cuerpo, entendida como una cierta relación
constitutiva, no depende de los cuerpos específicos que la verifican hic et nunc.
144
“Partes corpus humanum componentes ad essentiam ipsius corporis non pertinent nisi quaetenus motus
suos certa quadam ratione invicem communicant et non quaetenus ut individual absque relatione ad
humanum corpus considerari possunt”
145
Reservamos para el último apartado el comentario sobre los límites de esta afirmación.
75
A partir de ello, estamos por fin en posición de comprender en qué sentido cada cosa
es, como sostuvimos desde el primer capítulo, una causa formalis. Para el caso de los
cuerpos, ser una forma es ser una modificación finita de la extensión, esto es, una relación
forma de una cosa es comprender cómo está estructuralmente constituida a partir de dicha
relación; comprenderla como causa formal significa, por tanto, entender qué es todo aquello
que puede y debe seguirse de su relación constitutiva. Lo que un cuerpo puede, para decirlo
de otro modo, es todo aquello que se sigue como un efecto de la ratio de movimiento y reposo
que explica su existencia y que se esfuerza en todo momento por afirmar y conservar.
Antes de analizar cómo esta reformulación spinoziana del concepto de forma implica una
complejización de su teoría del individuo, nos gustaría regresar brevemente sobre la cuestión
noción de forma substancial como un error de los filósofos, sino que, de algún modo, la
La teoría escolástica de las formas, pues, no tiene nada que ver con una elucubración
extravagante de los filósofos, sino que, de hecho, es el modo en que se le presenta el mundo
al común de los hombres cuando se dejan guiar no por el intelecto, sino por la imaginación.
Ninguno otro sentido parece tener el famoso segundo escolio de la octava proposición del
De Deo, que es también el lugar donde aparece por primera vez la noción de forma en toda
la Ética:
146
Esta expresión toma su inspiración en Moreau, quien habla de una “métaphysique spontanée des sciences”,
Cf. Moreau, François, op. cit., p. 15.
76
No dudo que sea difícil concebir la demostración de la Proposición 7147 para todos los que
juzgan confusamente de las cosas y no están acostumbrados a conocerlas por sus primeras
causas; y ello porque no distinguen entre las modificaciones de las sustancias y las sustancias
mismas, ni saben cómo se producen las cosas [neque sciunt quomodo res producuntur]. De
donde resulta que imaginen [affingant] para las sustancias un principio como el que ven que
tienen las cosas naturales; pues quienes ignoran las verdaderas causas de las cosas lo
confunden todo, y, sin repugnancia mental alguna, forjan en su espíritu árboles que hablan
como los hombres, y se imaginan que los hombres se forman [formari] tanto a partir de
piedras como de semen, y que cualesquiera formas se transforman en otras cualesquiera
[quascumque formas in alias quascumque mutari, imaginantur]148.
La primera aparición del concepto de forma en la Ética tiene, pues, un sentido crítico, o
como un concepto inútil, sino de marcar una distancia entre su aprehensión imaginaria, propia
de quienes ignoran cómo se producen las cosas, y su comprensión racional. Tal es el sentido
común de la naturaleza” [communis naturae ordo], entendiendo por éste la inmediatez con
147
“Ad naturam substatiae pertinet existere” EIp7
148
“Non dubito quin omnibus qui de rebus confuse judicant nec res per primas suas causas noscere
consueverunt, difficile sit demonstrationem 7 propositionis concipere; nimirum quia non distinguunt inter
modificationes substantiarum et ipsas substantias neque sciunt quomodo res producuntur. Unde fit ut
principium quod res naturales habere vident, substantiis affingant; qui enim veras rerum causas ignorant,
omnia confundunt et sine ulla mentis repugnantia tam arbores quam homines loquentes fingunt et homines
tam ex lapidibus quam ex semine formari et quascunque formas in alias quascunque mutari imaginantur.”
149
Cf. EIIp10sc2. Ahí explica Spinoza la pertinencia de su definición de “[id] ad essentiam alicujius rei pertinere”
(EIIdef2) y la prioridad ontológica y epistemológica de la sustancia infinita respecto de los modos finitos.
150
EIIp29cor. El pasaje completo dice: “Hinc sequitur mentem humanam quoties ex communi naturae ordine
res recipit, nec sui ipsius nec sui corporis, nec corporum externorum adequatam, sed confusam tantum et
mutilatam habere cognitionem”
77
que la confusión vulgar del supersticioso, que imagina árboles que hablan, dioses que
devienen toros blancos o que los hombres pueden engendrarse a partir de piedras. En uno y
otro caso, lo que explica su error es la ignorancia de las “naturae leges, et regulae, secundum
quas omnia fiunt, et ex unis formis in alias mutantur”151. Es decir, atendiendo al orden común
de la naturaleza más bien que al orden del filosofar, producen espontáneamente una teoría
En el límite, las controversias de los filósofos se explicarían por esta fantasía de las
las cosas naturales por medio de las solas imágenes de éstas.”153 Es en ese sentido que las
produce por mera contraposición externa de tesis o argumentos, sino por una crítica interna
de los límites teóricos y las inconsistencias de sus adversarios. Así pues, la teoría de las
y superada por el progreso de la ciencia, sino que encuentra su justo lugar dentro de los
151
EIIIpraef.
152
Según Pierre-François Moreau, este “monde des métamorphoses” es lo que permite poner a un mismo
nivel la teología cristina, el mundo encantado de Hugo Boxel, y las “doctrinas de aristotélicos y platónicos”:
“au monde d’Ovide elle juxtapose celui d’Hugo Boxel; parce que la thélogie chrétienne (celle de la création ex
nihilo et de l’Incarnation) y apparaît de ce point de vue comme un simple prologement de la superstitio la plus
fruste”, op. cit., p. 15. Se puede encontrar otro bello y lúcido comentario sobre la crítica spinoziana de las
metamorfosis en Zourabichvili, op. cit., Cap. 7, pp. 205 – 242.
153
EIIp40sc1. “Quaere non mirum est quod inter philosophos qui res naturales per solas rerum imagenes
explicare voluerunt, tot sint ortae controversiae”
78
comprendiéndola, identificando las causas que explican tanto su emergencia, como su fuerza
En este último apartado nos ocuparemos, por fin, de la teoría de las formas como dispositivo
Asimismo, nos haremos cargo de los límites que encuentra nuestra tesis de la causa formalis
como ratio causae spinoziana cuando intentamos aplicarla al ámbito de los modos finitos.
Spinoza ofrece en la Ética dos definiciones de individuo o, más bien, dos criterios
Entiendo por cosas singulares las cosas que son finitas y tienen una existencia limitada
[determinatam]; y si varios individuos cooperan [concurrant] a una sola acción de tal manera
que todos sean a la vez causa de un solo efecto, los considero a todos ellos, en este respecto,
como una sola cosa singular154.
Así pues, según esta definición, tres rasgos nos permiten sostener la singularidad de una cosa:
de un mismo efecto. De este modo, a dos aspectos meramente negativos –puesto que tanto la
154
“Per res singulares intelligo res quae finitae sunt et determinatam habent existentiam. Quod si plura
individua in una actione ita concurrant ut omnia simul unius effectus sint causa, eadem omnia eatenus ut una
rem singularem considero”.
155
Si bien no se nos dice explícitamente cómo habría que comprender aquí tal determinación, nos inclinamos
por pensarla tanto en un sentido espacial como causal. Lo primero, porque Spinoza refiere en varias ocasiones
la idea de determinación a la de límite espacial, cf. Carta L a Jelles, sobre la idea de figura como límite y
negación; así como EIdef2 “Ea res dicitur in suo genere finita quae alia ejusdem naturae terminari potest.
Exempli gratia corpus dicitur finitum quia aliud semper majus concipimus. Sic cogitatio alia cogitatione
terminatur. At corpus non terminatur cogitatione nec cogitatio corpore.”; lo segundo, porque Spinoza afirma
que cada cosa existe y opera según la compelen, es decir, la determinan sus causas. Cf. EIp28 y dem.
79
incorpora un aspecto positivo: la efectividad o productividad de la cosa. La causalidad, en
clave para determinar qué contará como cosa singular, es decir, como un individuo. En tanto
acontecimiento de un efecto determinado, lo(s) consideraremos como una sola cosa singular.
observa claramente en EIp36, que ya hemos citado con anterioridad: “Nada existe de cuya
naturaleza no se siga algún efecto”; pero quizá sobretodo en el EIIp48sc, donde Spinoza
niega la voluntad libre. En efecto, lo que le permite ahí al filósofo negar la existencia o
criterio de eficacia causal: en la medida en que toda volición particular es un modo del
pensamiento que se explica por causas particulares, la voluntad sólo se relaciona con aquellas
real, no posee individualidad, puesto que no causa ni produce nada; ningún efecto puede
individuación? Pues si la presencia de un efecto permitiera sin más concluir que todos
aquellos factores que intervinieron en su producción deben contar como un solo individuo,
efecto, la mano de Diego Armando Maradona fue causa del primer gol con el que Argentina
derrotó a Inglaterra en los cuartos de final de la copa mundial de 1986, pero también lo fueron
156
Esa será el criterio de distinción entre una causa adecuada y una inadecuada. Cf. EIIIdef1: “Causam
adequatam apello eam cujus effectus potest clare et distincte per eadem percipi. Inadequatam autem seu
parcialem illam voco cujus effectus per impsam solam intellegi nequit.”
80
un error arbitral, la rivalidad histórica entre ambos países, la presión ejercida por los tan
numerosos como ruidosos aficionados argentinos, la timorata salida del arquero, el defensa
inglés que habilitó a Maradona y evitó el fuera de lugar, etcétera. Ahora bien, en la medida
en que todos estos factores concurrieron en la producción del gol, ¿podemos considerar a
todos ellos como un solo individuo? Y si no es así, ¿qué criterio nos permite detener la cadena
de causas, establecer un corte en el conjunto de individuos que podemos asignar como una
Cuando ciertos cuerpos, de igual o distinta magnitud, son compelidos por los demás cuerpos
de tal modo que se aplican unos contra otros, o bien –si es que se mueven con igual o distinto
grado de velocidad– de modo tal que se comunican unos contra otros sus movimientos según
una cierta relación [ut motus suos invicem certa quadam ratione communicent], diremos que
esos cuerpos están unidos entre sí y que todos juntos componen un solo cuerpo, o sea, un
individuo [unum corpus sive individuum] que se distingue de los demás por medio de dicha
unión de cuerpos.157
cierto grado el conjunto de individuos que podíamos considerar como cosa singular, pero no
afirmar la unidad de la causa. Esta segunda definición incorpora dos criterios ausentes en la
157
EIIp13def. Hemos citado ya el texto completo en latín en la nota 138
81
Así pues, una cierta relación de movimiento y reposo entre sus partes componentes,
singular para cada individuo, es lo que otorga unidad a la causa, aquello que permite
vez, que tal conjunto de causas o individuos causantes estén relacionados entre sí mediante
un vínculo preciso y determinado, a saber, una determinada ratio en virtud de la cual unos y
otros se comunican mutuamente sus movimientos. Aquello que concede, pues, unidad y
realidad al individuo es el hecho de que sus partes comparten y actualizan una relación
está dada por la noción de causa formalis. En efecto, un individuum es tal en la medida en
que produce efectos determinados y es causa de ciertas cosas; a su vez, sólo puede ser
considerado como una causa individual en virtud de que posee una forma, es decir, una
relación de movimiento y reposo entre sus partes constitutivas que explica necesariamente
individuación.
Sigue siendo cierto, sin embargo, que ambas definiciones –eficacia causal y posesión de una
forma determinada–, dotan a la teoría spinoziana del individuo de una movilidad y una
complejidad notables. Pues si bien establecen criterios firmes, intrínsecos y positivos a partir
de los cuales es posible afirmar el carácter de individuo de un modo finito, también amplían
y complican el espectro de cosas que podrían cumplir con su definición. De este modo,
82
EIIp13lem7sc despliega una compleja escala de individualidades, desde aquellos que se
Y hasta ahora hemos concebido un individuo que no se compone sino de cuerpos que sólo se
distinguen entre sí por el movimiento y el reposo, la rapidez y la lentitud, esto es, que se
componen de los cuerpos más simples [1]. Si ahora concebimos otro, compuesto de varios
individuos de distinta naturaleza [2], hallaremos que puede ser afectado de muchas otras
maneras, conservando, no obstante, su naturaleza. [...] Si concebimos, además, un tercer
género de individuos [3], compuesto de individuos del segundo género, hallaremos que puede
ser afectado de otras muchas maneras, sin cambio alguno de su forma. Y si continuamos así
hasta el infinito, concebimos fácilmente que toda la naturaleza es un solo individuo [T], cuyas
partes –esto es, todos los cuerpos– varía de infinitas maneras, sin cambio alguno del individuo
total159.
Spinoza identifica aquí al menos cuatro géneros de individuos: [1] se componen de los
cuerpos más simples, y por su grado de complejidad serían equiparables, quizá, a los órganos
organismos mismos, compuestos a partir de individuos tipo [1], en este grado se encontraría,
por ejemplo, el cuerpo humano; [3] indica individuos compuestos a partir de individuos del
segundo grado: una familia, un matrimonio, incluso un Imperium. [T] equivale finalmente al
Hay que aclarar, no obstante, que esta asignación de niveles de individualidad es sólo
tentativa, puesto que Spinoza mismo declara que entre uno y otro grado hay variaciones
158
Para un comentario sobre esta gradiente de individuos, véase: Matheron, Alexandre, Individu et
communauté chez Spinoza, Cap. III, pp.37 – 62.
159
“Atque hucusque individuum concepimus quod non nisi ex corporibus quae solo motu et quiete, celeritate
et tarditate inter se distinguuntur hoc est quod ex corporibus simplicissimis componitur. Quod si jam aliud
concipiamus ex pluribus diversae naturae individuis compositum, idem pluribus aliis modis posse affici
reperiemus, ipsius nihilominus natura servata […] Quod si praeterea tertium individuorum genus ex his
secundis compositum concipiamus, idem multis aliis modis affici posse reperiemus absque ulla ejus formae
mutatione. Et si sic porro in infinitum pergamus, facile concipiemus totam naturam unum esse Individuum
cujus partes hoc est omnia corpora infinitis modis variant absque ulla totius Individui mutatione”.
83
infinitas. No hay porque creer, tampoco, que la complejidad de grados de individuación posee
un carácter unilateralmente ascendente o integral, como si cada género subsumiera a los otros
en una unidad superior o mejor integrada. Lo único seguro es que la dispersión del espectro
ningún modo obvia ni se reduce a las figuras observables que nuestra imaginación recorta
mediante la vista.
efectos, y si tales causas están estructuralmente ligadas entre sí a través de una forma, ese
conjunto de causas podrá ser llamado con toda propiedad un individuum. Dicho criterio
permite, por tanto, predicar unívocamente individualidad tanto de un órgano como de una
comunidad política. Los Imperii, las clases sociales, los cuerpos humanos, los tejidos y las
piedras son individuos en el mismo sentido y por las mismas razones: en virtud de que todos
y cada uno de ellos se identifican con una forma y son capaces de producir ciertos efectos;
esto es, en la medida en que comunican y organizan los movimientos de sus partes
efectividad causal y posesión de una forma singular, nos obliga a preguntarnos por los límites
160
Pierre François Moreau reconoce la dificultad implicada en predicar individualidad de los Estados políticos:
“il est clair qu’ici l’usage politique du terme forme est compliqué du fait que le peuple et l’Etat ne sont pas des
objets naturels”, op. cit., p. 18. Sin embargo, no nos parece claro en qué sentido podríamos afirmar que los
Estados políticos “no son entes naturales”, ya que, desde un punto de vista estrictamente spinoziano, toda
cosa existente es a la vez un modo y un efecto de la infinita potencia productiva de la Naturaleza. Además,
como el mismo Moreau señala “le choix du mot forme sert sans doute justement à excédre ce cadre [i.e. un
marco puramente biológico]”; es decir, la elección del término forma para explicar la dinámica de la
individuación implica necesariamente desbordar una comprensión meramente biologicista de la
individualidad y poner en crisis la fácil identificación de organismo e individuo.
84
causa formalis en el ámbito de los individuos singulares? Dicho de otro modo, ¿hasta qué
punto el modelo de la causa formal, según el cual la relación de causalidad puede ser descrita
fundamentalmente como el vínculo, a la vez lógico y productivo, entre una esencia y las
propiedades que derivan necesariamente de ella, hasta qué punto –insistimos– puede soportar
ser trasladado al ámbito de las existencias finitas, signado por la duración, la variabilidad, la
de la duración, cada cosa está relacionada con un incontable número de causas, es decir, con
afirmación de su propia existencia, ¿cómo podría tal cosa ser aún una causa formal? Puesto
que los efectos con los que se relaciona no se explicarían únicamente por su forma (en una
sosteníamos que la causalidad formal aplica por igual y en el mismo sentido tanto a la
sustancia infinita como a los modos finitos; y que si bien es cierto que en este último registro
ontológico su aplicación encuentra algunos límites, estos no implican que tengamos que
renunciar a la tesis de la causa formal como ratio causae spinoziana, sino que comprenderla
cosa como un individuo singular y, por tanto, como una causa formalis.
Spinoza mismo identificó y enunció con toda claridad los límites de su comprensión
de las formas o esencias y de la teoría causal ligada a ella. En efecto, cuando se ocupa de las
relaciones causales en el campo de las existencias finitas, afirma sin ambigüedad que, a
diferencia de Dios o de los objetos geométricos, de quienes todo efecto con el que se
relacionan puede ser ligado y explicado por su sola esencia, los modos finitos se vinculan
85
con una infinitud de cosas, propiedades u acontecimientos que le son externos, es decir, que
modo finito no se deduce de su esencia, sino que depende del orden común de la naturaleza
y de la constitución de las cosas161. Esto es, que la cosa misma y el límite temporal dentro
del cual afirmará su existencia no dependen de su esencia, sino que están sometidos a la
existir.
será contingente: “llamo contingentes a las cosas singulares, en cuanto que, atendiendo a su
tanto ignoramos si las causas necesarias para producirlas ocurren efectivamente o no,
llamamos a esos mismos modos posibles: “llamo posibles a esas mismas cosas singulares, en
cuanto que, atendiendo a las causas en cuya virtud deben ser producidas, no sabemos si esas
causas están determinadas a producirlas.”163 En última instancia, toda cosa singular será tanto
contingente como posible, puesto que, qua finita, no es posible afirmar ningún vínculo
directo y necesario entre su forma, su continuidad en la existencia y las causas y efectos con
los que se relaciona mientras dura. Antes bien, toda esencia de modo finito posee un carácter
no-independiente y relacional, como se deduce con claridad del siguiente pasaje del TIE:
161
“Nostri corporis duratio ab ejus essentia non dependet […] Nostri igitur corporis duratio a communi naturae
ordine et rerum constitutione pendet”.
162
EIVdef3 “Res singulares voco contingentes quatenus dum ad earum solam essentiam attendimus, nihil
invenimus quod earum existentiam necessario ponat vel quod ipsam necessario secludat.”
163
EIVdef4 “Easdem res singulares voco possibiles quatenus dum ad causas ex quibus produci debent,
attendimus, nescimus an ipsae determinatae sint ad easdem producendum.”
86
De ahí que, si existiera en la Naturaleza algo que no tuviera comunicación alguna con otras
cosas, su esencia objetiva (aun cuando se diera), como debería convenir exactamente con la
esencia formal, tampoco tendría comunicación alguna con otras ideas […] Por el contrario,
aquellas cosas que tienen conexión con otras, como sucede con todas las que existen en la
Naturaleza, serán entendidas, y sus esencia objetivas tendrán esa misma conexión unas con
otras164.
No hay, por tanto, ninguna cosa singular aislada o que posea una esencia independiente de
las demás, sino que, en virtud de que forma parte del orden común de la naturaleza, está
conectada con una infinidad de causas que intervienen en su producción y de efectos en cuya
producción coadyuva. Esta misma tesis es retomada en la Ética, cuando Spinoza tiene que
mostrar la finitud y los límites de la esencia humana, esto es, el carácter no-absoluto de su
Es imposible que el hombre no sea una parte de la naturaleza, y que no pueda sufrir otros
cambios que los inteligibles en virtud de su sola naturaleza, y de los cuales sea causa
adecuada.
Dem. […] si fuese posible que el hombre no pudiera sufrir otros cambios que los inteligibles
en virtud de la sola naturaleza del hombre mismo, se seguiría que no podría perecer, sino que
existiría siempre necesariamente165
164
TIE, § 41 “Si ergo daretur aliquid in Natura, nihil commercii habens cum aliis rebus, ejus etiam si daretur
essentia objectiva, quae convenire omnino deberet cum formali, nihil etiam commercii haberet cum aliis ideis
[…] et contra, quae habent commercium cum aliis rebus, uti sunt omnia, quae in Natura existunt, intelligentur,
et ipsorum etiam essentiae objectivae idem habebunt commercium”. El subrayado es nuestro.
165
EIVp4 y dem. El texto complete en su version latina dice: “Fieri non potest ut homo non sit Naturae pars et
ut nullas possit pati mutationes nisi quae per solam suam naturam possint intelligi quarumque adaequata sit
causa. demo - Potentia qua res singulares et consequenter homo suum esse conservat, est ipsa Dei sive
Naturae potentia (per corollarium propositionis 24 partis I) non quatenus infinita est sed quatenus per
humanam actualem essentiam explicari potest (per propositionem 7 partis III). Potentia itaque hominis
quatenus per ipsius actualem essentiam explicatur, pars est infinitae Dei seu Naturae potentiae hoc est (per
propositionem 34 partis I) essentiae, quod erat primum. Deinde si fieri posset ut homo nullas posset pati
mutationes nisi quae per solam ipsius hominis naturam possint intelligi, sequeretur (per propositiones 4 et 6
partis III) ut non posset perire sed ut semper necessario existeret atque hoc sequi deberet ex causa cujus
potentia finita aut infinita sit nempe vel ex sola hominis potentia, qui scilicet potis esset ut a se removeret
reliquas mutationes quae a causis externis oriri possent vel infinita Naturae potentia a qua omnia singularia
ita dirigerentur ut homo nullas alias posset pati mutationes nisi quae ipsius conservationi inserviunt. At primum
(per propositionem praecedentem cujus demonstratio universalis est et ad omnes res singulares applicari
87
Este último pasaje enuncia con toda claridad los límites de la tesis de la causalidad formal:
los cambios experimentados por los hombres no pueden ser deducidos de su sola forma o
esencia; sin embargo, no nos parece que apunte hacia su renuncia, sino a la complejidad que
debe incorporar cuando la aplicamos a la intelección de los modos finitos. Si es cierto que
los efectos con los que se relacionan nuestro cuerpo o nuestra alma no pueden ser explicados
por su sola esencia, esto no significa que ésta sea improductiva o irrelevante para dar cuenta
de ellos, puesto que Spinoza afirma también con toda claridad que toda afección debe
explicarse a la vez por la naturaleza del cuerpo afectado y la del cuerpo afectante 166; quiere
decir, tan sólo, que el marco explicativo de la causa formal debe extenderse y complicarse,
de un determinado efecto.
por el hombre deben ser explicados a la vez por su propia forma y por todas las otras formas
con las que está relacionado en un contexto específico. Por ejemplo, la decisión que tomo
aquí y ahora de continuar escribiendo esta tesis no se explica exclusivamente como un efecto
derivado de mi esencia; depende también del hecho de que estoy inscrito en un programa de
posgrado que incluye al trabajo de tesis como una modalidad de titulación posible, del
calendario institucional que establece ciertas fechas como límite para presentar la tesis
concluida, de los tiempos del tutor que revisará y comentará este trabajo, etcétera. Es decir,
potest) est absurdum; ergo si fieri posset ut homo nullas pateretur mutationes nisi quae per solam ipsius
hominis naturam possent intelligi et consequenter (sicut jam ostendimus) ut semper necessario existeret, id
sequi deberet ex Dei infinita potentia et consequenter (per propositionem 16 partis I) ex necessitate divinae
naturae quatenus alicujus hominis idea affectus consideratur, totius Naturae ordo quatenus ipsa sub
extensionis et cogitationis attributis concipitur, deduci deberet atque adeo (per propositionem 21 partis I)
sequeretur ut homo esset infinitus, quod (per I partem hujus demonstrationis) est absurdum. Fieri itaque nequit
ut homo nullas alias patiatur mutationes nisi quarum ipse adaequata sit causa. Q.E.D.
166
Cf. EIIp16.
88
si bien podemos afirmar que el acto de escribir puede deducirse de mi esencia como su causa
formal, tal afirmación no puede sostenerse absolutamente, pues mi esencia sólo explica
parcialmente dicho acto, siendo entonces una causa inadequata seu parcialis; por tanto, si
queremos entender adecuadamente este efecto, debemos ampliar y complicar la red de formas
Pero cabe aún hacerse otra serie de cuestionamientos respecto a los límites de la causalidad
formal en el plano de los modos finitos, ¿pueden las formas mismas modificarse o
permanecen siempre invariables, idénticas a sí mismas mientras duran? Y si varían, ¿en qué
y axiomas que siguen a EIIp13, parece no dejar espacio para la duda: todo individuo puede
experimentar una serie de cambios, e intercambios “sin cambio alguno de su forma”, o sea,
de su esencia; es decir, que variando hasta cierto punto el individuo, la forma misma
permanece invariante. Sin embargo, más adelante Spinoza afirma explícitamente que se dan
ciertas “afecciones de la esencia humana”, y que por tales entiende “cualquier aspecto de la
constitución de esa esencia, ya sea innato o adquirido”167; lo cual indica claramente que
167
EIIIdefaff1exp. El texto latino reza: “Nam per affectionem humanae essentiae quamcumque eiusdem
essentiae constitutionem intelligimus, sive ea sit innata, sive quod ipsa per solum cogitationis, sive per solum
extensionis attributum concipiatur” Como puede observarse, el fragmento abre dos disyunciones: la segunda
de ellas es: o bien una afección dada de la esencia humana se concibe mediante el atributo del pensamiento
[sive per solum cogitationis], o bien se concibe mediante el atributo de la extensión [sive per solum extentionis
attributum concipatur]; la primera disyuntiva aparece, sin embargo, incompleta: nos dice que aquella afección
de la esencia puede ser o bien innata [sive ea sit innata], pero no enuncia cuál sería el otro extremo de la
disyunción. Vidal Peña ha seguido en su traducción la variante holandesa “of van buiten aangekomen”
[literalmente: “o llegado del exterior”] que completaría dicha disyunción. Creemos, por tanto, que el añadido
“o adquirido” completa bien el texto, no sólo porque está respaldado en la variante holandesa, sino porque
“adquirido” parece la alternativa lógica que mejor encaja con el otro disyunto “innato”, y, sobre todo, porque
el propio desarrollo de la argumentación spinoziana deja claro que toda esencia se modifica o varía en función
del comercio material y afectivo que sostiene con otras cosas singulares, es decir, con el resto de la naturaleza.
89
Spinoza admitía que las esencias o formas podían ser constitutivamente afectadas y, por
conjunto de variaciones que podríamos designar como variaciones anímicas, y que refieren
minuciosamente analizada por Spinoza en los libros tercero y cuarto de la Ética. En ambos
casos, sea variación material o anímica, la forma o esencia singular del individuo, permanece.
Respecto de los cambios físicos comentados, Spinoza sostiene que todos ellos acontecen
“absque ulla formae mutatione”. De igual modo, en el prefacio del libro cuarto, afirma que
las variaciones de la potencia de la cosa no implican en modo alguno que el individuo pierda
o cambie su forma: “Debe observarse, ante todo, que cuando digo que alguien pasa de una
menor a una mayor perfección, y a la inversa, no quiero decir con ello que de una esencia o
De hecho, como hemos visto, no es sólo que estas dos clases de variación no
impliquen un cambio de la forma, sino que se explican, al menos parcialmente, por ella. Así,
el intercambio material de partes que sostiene un cuerpo con su ambiente se explica tanto por
Las traducciones francesas de Apphun y Misrahi vierten también “qu'elle soit innée ou acquise”; los italianos
Graetano Duarte y Peri traducen “sia che essa innata, o indotta dall’ esterno” y “sia essa innata, sia acquistata
o sopravvenuta”, respectivamente.
168
EIIIpost1 “Corpus humanum potest multis affici modis quibus ipsius agendi potentia augetur vel minuitur et
etiam aliis qui ejusdem agendi potentiam nec madjorem nec minorem reddunt.”
169
“Notandum est, cum dico, aliquem a minore ad maiorem perfectionem transire, et contra, me non
intelligere, quod ex una essentia, seu forma in aliam mutatur”
90
el hecho de que éste sea una parte de la naturaleza –y por tanto, inexorablemente relacionado
con otros cuerpos–, como por la continua necesidad de ese cuerpo por regenerar y afirmar su
ratio constitutiva170. De la misma manera, Spinoza afirma que la idea de toda afección
anímica debe implicar la naturaleza o forma del cuerpo afectado, tanto como la del cuerpo
afectante171.
potencia ocurren en los límites dentro de los cuales una forma puede variar sin destruirse. En
efecto, a cada forma le es propio un umbral de variación, que está determinado por la
Por consiguiente, aquello que provoca que se conserve la relación de movimiento y reposo
que guardan entre sí las partes del cuerpo humano está conservando la forma del cuerpo
humano […] Por su parte, lo que provoca que las partes del cuerpo humano modifiquen su
relación de reposo y movimiento, ocasiona que el cuerpo humano revista otra forma, esto es,
que el cuerpo humano se destruya172.
Estamos, pues, en condiciones de hacer una nueva distinción: entre variación, por un lado, y
transformación, por otro. La diferencia tiene que ver con el nivel de profundidad de los
con lo que Spinoza llama “afecciones de la esencia”, es decir, con cambios que ocurren dentro
del umbral soportado por tal esencia: crecimiento de sus partes, desplazamiento en el espacio,
170
Cf., por ejemplo, EIIpost4 “Corpus humanum indiget ut conservetur plurimis aliis corporibus a quibus
continuo quasi regeneratur”.
171
EIIp16 y dem.
172
EIVp39dem. “Ergo quae efficiunt ut motus et quietis ratio quam corporis humani partes ad invicem habent,
conservetur, eadem humani corporis formam conservant […] Deinde quae efficiunt ut corporis humani partes
aliam motus et quietis rationem obtineant, eadem efficiunt ut corpus humanum aliam formam induat hoc est
ut corpus humanum destruatur”
91
esperanza, que favorecen u obnubilan la potencia de actuar y de pensar del individuo, pero
como toda forma, por ser una pars naturae, estaba sometida a las variaciones físicas y
anímicas descritas anteriormente, por la misma razón está en constante peligro de ser
aniquilada, superada por afecciones de causas externas que su ratio singular no es capaz de
soportar. De modo que, si bien es cierto que toda forma de un individuo singular es
absolutamente positiva, es decir, a ella no pertenece sino lo que afirma y pone su existencia,
puesto que toda modificación singular se haya embebida en el infinito juego fuerzas que es
la Naturaleza: “En la naturaleza no se da ninguna causa sin que se dé otra más potente y
fuerte. Dada una cosa cualquiera, se da otra más potente por la que aquélla puede ser
destruida”174
aniquilación de las partes que componían un cuerpo determinado, basta con que éstas
Entiendo que la muerte del cuerpo sobreviene cuando sus partes quedan dispuestas de tal
manera que alteran la relación de reposo y movimiento que hay entre ellas. Pues no me atrevo
a negar que el cuerpo humano, aun conservando la circulación sanguínea y otras cosas que se
173
EIIIp4 y dem “Nulla res nisi a causa externa potest destrui. Demostratio: Haec propositio per se patet;
definitio enim cujuscunque rei ipsius rei essentiam affirmat sed non negat sive rei essentiam ponit sed non
tollit. Dum itaque ad rem ipsam tantum, non autem ad causas externas attendimus, nihil in eadem poterimus
invenire quod ipsam possit destruere. Q.E.D.”
174
EIVax1 “Nulla res singularis in rerum natura datur qua potentior et fortior non detur alia. Sed quacunque
data datur alia potentior a qua illa data potest destrui.”
92
piensan ser señales de vida, pueda, pese a ello, trocar su naturaleza por otra enteramente
distinta. En efecto: ninguna razón me impele a afirmar que el cuerpo no muere más que
cuando ya es un cadáver175.
esto es, de una ratio reposo y movimiento que, si bien no se da nunca sin la subsunción de
partes materiales, no se reduce ni se identifica con esas partes. Dicho de otro modo, Spinoza
A modo de cierre, indicaremos dos vías de indagación posible que podrían prolongar
y fortificar nuestra tesis de la causa formalis como ratio causae spinoziana. Nos limitaremos
a enunciarlas brevemente, puesto que su desarrollo excede los límites de esta tesis y
teoría política; así, podríamos leer los tratos políticos de Spinoza en términos de una teoría
de las formas: cada Imperium sería así una forma singular, una trama de relaciones sociales,
culturales, religiosas, etc. que lo singulariza frente a otros Estados, lo que por otra parte es
Por consiguiente, lo único por lo que se distinguen las naciones entre sí, es por la forma de
su sociedad [ratione societatis] y de las leyes bajo las cuales viven y son gobernadas. Y por
175
EIVp39sc. “Sed hic notandum quod corpus tum mortem obire intelligam quando ejus partes ita disponuntur
ut aliam motus et quietis rationem ad invicem obtineant. Nam negare non audeo corpus humanum retenta
sanguinis circulatione et aliis propter quae corpus vivere existimatur, posse nihilominus in aliam naturam a
sua prorsus diversam mutari. Nam nulla ratio me cogit ut statuam corpus non mori nisi mutetur in cadaver”
93
lo mismo, la nación hebrea no fue elegida por Dios, antes que las demás, a causa de su
inteligencia y serenidad de ánimo, sino a causa de su organización social y de la fortuna,
gracias a la cual logro formar un Estado y conservarlo176
determinaciones, así como de los efectos que derivan de éstas. El ars politica, a su vez, sería
fundamento de una teoría de la acción. En efecto, uno de los grandes problemas del
como relación necesaria entre una esencia, concebida como causa interna, y los efectos que
derivan de ella, podría encaminarnos hacia la resolución de esta dificultad. ¿En qué sentido?
voluntad como facultad absoluta, no determinada y no-causada, por otro. La causa formalis
reubica la cuestión en los términos de una nueva contraposición, entre causas internas y
externas. Así pues, la libertad, para Spinoza, no debe concebirse como opuesta a la
176176
TTP, Cap. 3, 47 “Per hoc igitur tantum nationes ab invicem distinguuntur, nempe ratione societatis, &
legum, sub quibus vivunt, & diriguntur; adeoque Hebraea natio, non ratione intellectus, neque animi
tranquillitatis a Deo prae caeteris electa fuit, sed ratione societatis, & fortunae, quâ imperium adepta est,
quâque id ipsum tot annos retinuit.” Cf. También TTP, Cap. 4, donde Spinoza habla explícitamente de la
transformación o conservación de un Estado en términos de forma.
177
Cf. EIIp29sc “Digo expresamente que el alma no tiene ni de sí misma, ni de su cuerpo, ni de los cuerpos
exteriores un conocimiento adecuado, sino sólo confuso y mutilado, cuantas veces percibe las cosas según el
94
Digo que obramos, cuando ocurre algo, en nosotros o fuera de nosotros, de lo cual somos
causa adecuada; es decir cuando de nuestra naturaleza se sigue algo, en nosotros o fuera de
nosotros, que puede entenderse clara y distintamente en virtud de ella sola. Y, por el contrario,
digo que padecemos, cuando en nosotros ocurre algo, o de nuestra naturaleza se sigue algo,
de lo que no somos sino causa parcial.178
Esto es, actuar libremente no quiere decir actuar sin determinación, con independencia de la
serie causas con las estoy relacionado, sino ser capaz de producir los efectos que se siguen
necesariamente de mi naturaleza; o, mejor dicho, lograr que todos aquellos efectos con los
que me relaciono, se expliquen mayormente, cada vez más, por mi forma singular, y menos
por las causas que me son externas: devenir causa adequata. La acción libre, pues, no es
aquella que se sustrae a la necesidad, sino aquella que logra sobreponérsele, imponiéndole al
mundo externo cada vez más su forma singular. Como sabemos por los Tratados Políticos,
esto no se logra nunca, o de forma muy difícil, aisladamente, sino sólo a través de la
conformación de ese gran dispositivo para hacerle frente la contingencia que Spinoza teorizo
En cambio, los medios que sirven para vivir en seguridad y para conservar el cuerpo, residen
principalmente en las cosas externas; precisamente por eso se llaman bienes de fortuna:
orden común de la naturaleza, esto es, siempre que es determinada de un modo externo, a saber, según la
fortuita presentación de las cosas, a considerar esto o aquello; y no cuantas veces es determinada de un modo
interno —a saber, en virtud de la consideración de muchas cosas a la vez— a entender sus concordancias,
diferencias y oposiciones, pues siempre que está internamente dispuesta, de ese modo o de otro, entonces
considera las cosas clara y distintamente, como mostraré más adelante.” [Dico expresse quod mens nec sui
ipsius nec sui corporis nec corporum externorum adaequatam sed confusam tantum et mutilatam cognitionem
habeat quoties ex communi naturae ordine res percipit hoc est quoties externe, ex rerum nempe fortuito
occursu, determinatur ad hoc vel illud contemplandum et non quoties interne, ex eo scilicet quod res plures
simul contemplatur, determinatur ad earundem convenientias, differentias et oppugnantias intelligendum;
quoties enim hoc vel alio modo interne disponitur, tum res clare et distincte contemplatur, ut infra ostendam.]
178
“Nos tum agere dico cum aliquid in nobis aut extra nos fit cujus adaequata sumus causa hoc est cum ex
nostra natura aliquid in nobis aut extra nos sequitur quod per eandem solam potest clare et distincte intelligi.
At contra nos pati dico cum in nobis aliquid fit vel ex nostra natura aliquid sequitur cujus nos non nisi partialis
sumus causa.”
95
porque dependen, sobre todo, del gobierno de las cosas externas, que nosotros desconocemos;
y en ese sentido, el necio es casi tan feliz o infeliz como el sabio.
No obstante, para vivir en seguridad y evitar los ataques de los otros hombres y de los mismos
brutos, nos puede prestar gran ayuda la vigilancia y gobierno humano. A cuyo fin, la razón y
la experiencia no nos han enseñado nada más seguro, que formar una sociedad regida por
leyes fijas, ocupar una región del mundo y reunir las fuerzas de todos en una especie de
cuerpo, que es el de la sociedad179.
179
Cf. TTP, Cap. 3, 47 “At media, quae ad secure vivendum, & corpus conservandum inserviunt, in rebus externis
praecipue sita sunt; atque ideo dona fortunae vocantur, quia nimirum maxime a directione causarum
externarum, quam ignoramus, pendent: ita ut hac in re stultus fere aeque foelix & infoelix, ac prudens sit.
Attamen ad secure vivendum, & injurias aliorum hominum, & etiam brutorum, evitandum, humana directio,
& vigilantia multum juvare potest. Ad quod nullum certius medium ratio, & experientia docuit, quam
societatem certis legibus formare, certamque mundi plagam occupare, & omnium vires ad unum quasi corpus,
nempe societatis, redigere”
96
Conclusiones
El objetivo de esta tesis es, en términos generales, demostrar que la noción de causa formalis,
entendida como relación lógica y productiva entre una esencia y las propiedades que derivan
necesariamente de ella, es la noción común a partir de la cual podemos comprender todas las
Para cumplir con tal objetivo, en primer lugar, fue necesario justificar
significa, para nuestro autor, causar? ¿qué tipo de relación es la relación de causalidad? ¿en
virtud de qué decimos que algo cuenta como causa? Para ello, hubo que exponer las
definición del concepto de causa en Spinoza. En segundo lugar, tras haber distinguido y
de Dios consigo mismo (causa sui), relación de Dios con los modos (causa immanens) y
relación de los modos entre sí (causa transiens) – se mostró cómo el concepto de causa formal
permite no sólo atender las dificultades anteriormente señaladas, sino comprender y unificar
cada de uno de estos registros, conservando así el carácter universal y unívoco que Spinoza
asignó al término causa. Por último, se intentó mostrar en qué medida esta propuesta
97
interpretativa no implica reinsertar a Spinoza en un marco teórico escolástico o pre-
qua formal, lo condujo a una redefinición del propio concepto de forma en términos
Tres son las dificultades teóricas que debía resolver nuestra propuesta: 1) ofrecer una
física e implicación lógica. 3) dilucidar cómo es posible para Spinoza sostener que la
una relación que supone una distinción real entre dos términos, causa y efecto, así como la
necesaria anterioridad de la causa respecto del efecto. Según esta manera de concebir la
causalidad, decir que una cosa es causa de sí misma implicaría sostener que tal cosa es tanto
permite disolver estas dificultades en la medida en que postula una relación causal de un solo
término, a saber, la relación productiva existente entre una esencia y sus propiedades, es
decir, los efectos que derivan necesariamente a partir de ella. La causalidad formal, por lo
tanto, ofrece una base teórica que vuelve pensable la causa sui como relación causal de sí a
sí. Hemos hecho notar, entonces, que para Spinoza las esencias son algún tipo de causa
eficiente propia e interior a la cosa. La causa formalis sería, pues, un intento por zanjar la
exterioridad –la arbitrariedad– del vínculo entre causa y efecto, o, dicho en términos
de causalidad y principio de razón. Nosotros hemos intentado mostrar, por el contrario, que
si el holandés pudo reunir en un solo concepto tanto productividad material como implicación
conceptual, no fue debido a una confusión, sino una suerte de internalización de la relación
productivas permite comprender todas las propiedades que se siguen de ellas como efectos
cual derivan. La causa es, pues, a la vez principio de inteligibilidad y principio de producción
del efecto.
En relación a la dificultad que implica sostener que Dios es tanto causa inmanente
como eficiente de sus efectos, mostramos que dicha dificultad proviene, nuevamente, de una
exteriores y, por tanto, distintos de su causa, entonces ningún efecto puede ser inmanente a
su causa. Pero es precisamente esta forma de comprender la causalidad lo que niega Spinoza.
La noción de causa formalis permite disolver este problema incluso antes de que se presente,
Así pues, intentamos mostrar en qué medida sostener que las esencias o formas de las
cosas son causalmente eficaces, es decir, que haya tal cosa como causas formales, en el
sentido que hemos venido exponiendo, permite explicar cómo fue posible para Spinoza
99
enunciar algunas de sus tesis más audaces. La de la identidad de esencia y potencia, por un
lado, así como su extraña reformulación del principio de causalidad, reescrito de un modo
algún efecto.
Por último, demostramos que esta eficacia de las formas no implicó un regreso, ni
siquiera una concesión a las tesis metafísicas pre-modernas. En Spinoza, las formas fueron
cuerpos, y como cierto ensamblaje de ideas, en el caso de los modos del pensamiento. La
noción de forma le permitió al holandés no sólo relanzar una nueva y poderosa comprensión
de la causalidad, sino avanzar sobre una compleja e igualmente novedosa definición del
dos definiciones spinozianas de la individualidad está dada por la noción de causa formalis.
de ciertas cosas; a su vez, sólo puede ser considerado como una causa individual en virtud de
que posee una forma, es decir, una relación de movimiento y reposo entre sus partes
constitutivas que explica necesariamente dichos efectos. Causa y forma se funden, por tanto,
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