Fabula Los Cerdos Asados
Fabula Los Cerdos Asados
Fabula Los Cerdos Asados
-Lo que usted dice está bien, pero solo en teoría. No va a andar en la práctica. Más
aún, es impracticable. Veamos, ¿qué hace usted con los anemotécnicos, en el caso de
que se adopte lo que sugiere?
-No sé -respondió Juan.
-¿Dónde coloca los encendedores de las diversas especialidades?
-No sé.
-¿Y los especialistas en semillas, en maderas? ¿Y los diseñadores de establos de
siete pisos, con sus nuevas máquinas limpiadoras y las perfumadoras automáticas?
-No sé.
-Y a los individuos que han ido al extranjero a perfeccionarse durante años, y cuya
formación ha costado tanto al país, ¿los voy a poner a limpiar cerditos?
-No sé.
-Y los que se han especializado todos estos años en integrar congresos y seminarios y
jornadas para la reforma y mejoramiento de El Sistema, si lo suyo resuelve todo, ¿qué
hago con ellos?
-No sé.
-¿Se da usted cuenta ahora de que la suya no es la solución que necesitamos todos?
¿Usted cree que si todo fuera tan simple no la hubieran hallado antes nuestros
especialistas? ¡A ver! ¿Qué autores dicen eso? ¿Qué autoridad puede avalar su
sugestión? ¡Usted se imagina que yo no puedo decirles a los ingenieros de
anemotécnica que es cuestión de poner brasitas sin llama! ¿Y qué hago con los
bosques ya preparados, a punto de ser quemados, que solo poseen madera apta para
el fuego-en-conjunto, cuyos árboles no producen frutos, cuya escasez de hojas hace
que no sirvan para sombra? ¿Qué hago? ¡Dígame!
-No sé.
-¿Qué hago con la comisión Redactora de Programas de Asado, con sus
departamentos de Clasificación y Selección de Cerdos, Arquitectura Funcional de
Establos, Estadística y Población, etcétera?
-No sé.
-Dígame: el ingeniero en Porcopirotecnia, Don J. C. de Figuración, ¿no es una
extraordinaria personalidad científica?
-Sí, parece que sí.
-Bueno. El simple hecho de poseer valiosos y extraordinarios ingenieros en pirotecnia
indica que El Sistema es bueno. Y, ¿qué hago yo con individuos tan valiosos?
-No sé.
-¿Ha visto? Usted lo que tiene que traer como solución es cómo hacer mejores
anemotécnicos, cómo conseguir más rápidamente encendedores del oeste (que es
nuestra dificultad mayor), cómo hacer establos de ocho pisos o más, en lugar de solo
siete como ahora. Hay que mejorar lo que tenemos y no cambiarlo. Tráigame usted
una propuesta para que nuestros becarios en Europa cuesten menos, o cómo hacer
Serie: O y M 4 Ica-Perú
una buena revista para el análisis profundo del problema de la Reforma del Asamiento.
Eso es lo que necesitamos. Eso es lo que el país necesita. ¡A usted lo que le falta es
sensatez, Sentido-Común! Dígame, por ejemplo, ¿qué hago con mi buen amigo (y
pariente) el presidente de la comisión para el Estudio para el Aprovechamiento Integral
de los Residuos de los ex Bosques?
-Realmente estoy perplejo -dijo Juan.
-Bueno. Ahora que conoce bien el problema, no vaya por ahí diciendo que usted lo
arregla todo. Ahora ve que el problema es más serio y no tan simple como se
imaginaba. Uno desde abajo y desde afuera dice.
Pero hay que estar adentro para conocer el problema y saber las dificultades. Ahora,
entre nosotros, le recomiendo que no insista con lo suyo porque podría traerle
dificultades con su puesto. ¡No por mí! Yo se lo digo por su bien, porque yo lo
comprendo; yo le entiendo su planteo, pero, usted sabe, puede encontrarse con otro
superior menos comprensivo; usted sabe cómo son, a veces ¿eh?…
El pobre Juan Sentido-Común no dijo ni mú. Sin saludar, entre asustado y atontado,
con la sensación de estar caminando cabeza abajo, salió y no se le vio nunca más. No
se sabe dónde fue. Por eso es que dicen que en estas tareas de reforma y mejora de
El Sistema, falta Sentido-Común.
La “Fábula de los cerdos asados”, de Gustavo F. J. Cirigliano, fue
publicada originalmente en la revista Cátedra y Vida, Buenos Aires, 1959.