Elefante y El Raton
Elefante y El Raton
Elefante y El Raton
-¿Qué haces ratón impertinente? Te voy a aplastar con mi enorme pata para que aprendas a
no molestarme mientras duermo.
-Te soltaré solo porque me das lástima, pero no para que me debas un favor. ¿Qué podría
hacer un insignificante ratón por mí?
Entonces el elefante soltó al ratón. Sucedió que semanas más tarde, mientras el ratoncito
jugaba con sus amigos, se encontró con el elefante atrapado bajo las redes de un cazador.
Estaba muy débil porque había luchado mucho para liberarse, y ya no tenía fuerzas para nada
más. El ratoncito se puso a roer las cuerdas y después de un rato, logró liberarlo. El elefante le
quedó sinceramente agradecido, y nunca más volvió a juzgar a nadie por las apariencias.
La moraleja de la fábula
Nunca hay que juzgar a nadie por su apariencia, sin conocerla. Las cualidades que no se ven a
primera vista son las que definen a una persona.
Mulas y ladrones
Pero de repente, desde atrás de unos arbustos en donde se habían escondido, dos ladrones les
salieron al camino. Con unos bastones le pegaron a la mula de las monedas de oro hasta
dejarla tirada en el suelo, le arrebaraton los sacos de monedas y escaparon a toda velocidad,
sin hacer ni caso de la otra mula.
La mula que llevaba el grano ayudó como pudo a la otra a levantarse, y juntas siguieron su
camino. ¡La mula del grano estaba muy contenta
con su carga ordinaria!
La moraleja de la fábula
La ostentación exagerada de la riqueza solo trae
desaventuras.
La moraleja de la fábula
Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.
Lobo y la grulla
La moraleja de la fábula
Nunca confíes en las promesas de malvados y deshonestos: mucha paga tendrás si te dejan
sano y salvo.
Al poco se sintieron humilladas por tener un simple leño como monarca, y volvieron a ver a
Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, porque éste era demasiado tranquilo.
Entonces Zeus, indignado, les mandó una serpiente de agua muy activa y movediza que, una a
una, las atrapó y devoró sin compasión.
La moraleja de la fábula
A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de a uno
muy emprendedor pero malvado o corrupto.