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Causas del agravamiento de la pobreza en el Perú a fines de la década de 19801

Ponencia presentada en el Congreso de LASA2000,


15-18 de Marzo, Miami

Francisco Verdera V.2


IEP, Febrero 2000

Resumen

Los estudios sobre la pobreza generalmente ponen la atención en el comportamiento de las


familias o en la operación del mercado de trabajo, haciendo alguna referencia al contexto o
entorno macroeconómico. En esta ponencia sostenemos que el agravamiento de la pobreza en el
Perú a partir de fines de 1988 se debe a la severa reducción los ingresos reales por trabajo que se
produjo como consecuencia de la hiperinflación. Esta reducción fue un resultado conjunto de la
política de precios y de la política de contención salarial, esto es, al impedimento para que los
ingresos promedio por trabajo recuperaran el poder adquisitivo perdido. A esta pérdida se añadió
otra derivada de la reducción del gasto público social corriente real en educación y salud y al
consiguiente traslado de parte del costo de esos servicios sociales públicos a las familias. Estas
políticas –la de estabilización y la fiscal- se llevaron a cabo entre septiembre de 1988 y abril de
1989. El efecto del shock de agosto de 1990 fue congelar los sueldos y salarios reales al muy
bajo nivel en que los dejó el gobierno anterior. Las políticas diseñadas a partir de 1990 tienen
como propósito -- y han logrado-- impedir la recuperación de los ingresos reales por trabajo en
promedio, con lo que se mantiene a la población en condición de pobreza. En lugar de que se
recupere el gasto social real corriente se ha continuado con el traslado de parte de los costos de
los servicios de educación y salud a las familias. Si las políticas para reducir la pobreza no
modifican estos factores no se revertirá de manera significativa y permanente el mayor
empobrecimiento generado en esos años.

1
Esta ponencia forma parte del Informe “La pobreza en el Perú: causas y políticas para enfrentarla”, que estamos
culminando con el apoyo de CLACSO. Agradezco la colaboración de Williám Sánchez en el procesamiento de los
datos y la preparación de los cuadros.
2
Instituto de Estudios Peruanos y Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

1
Contenido

1. Introducción

2. Tendencias de evolución del producto y los ingresos

a) PBI per cápita


b) Ingresos y remuneraciones reales en Lima
c) Pobreza

3. Ajuste y pobreza

a) Política de estabilización
b) Política fiscal

4. Evidencias de las causas del agravamiento de la pobreza

a) Política de precios
b) Política de contención salarial
c) Reducción del gasto público social
d) Aumento del gasto familiar en educación y salud

5. Los programas de alivio a la pobreza

6. Conclusiones

Fuentes y referencias

2
Relación de esquemas

1 Causas del agravamiento de la pobreza como consecuencia de la política de ajuste


macroeconómico
2 Efecto del ajuste en el ingreso familiar total o social
3 Políticas de contención salarial para los trabajadores del sector privado asalariado
durante los gobiernos de A. García y A. Fujimori
4 Reajustes y pérdidas de las remuneraciones reales en 1988-1989
5 Valor nominal y real de los topes salariales
6 Resultados de regresiones (OLS)
7 Políticas de alivio a la pobreza

Relación de cuadros estadísticos y gráficos

Gráfico 1 Perú: PBI per cápita, 1950-1998.


Cuadro 1 Lima: Ingresos y remuneraciones reales mensuales promedio, 1979-1997.
Gráfico 2 Lima: Ingresos, sueldos y salarios reales mensuales promedio, 1979-1997.
Cuadro 2 Perú: Niveles de población en pobreza por áreas geográficas, 1985-1997.
Cuadro 3 Lima: Ratio de las variaciones de precios de grandes grupos de consumo
respecto a la variación del IPC, 1980-1998.
Gráfico 3 Lima: Ratio de las variaciones de precios para los grupos Cuidado y
conservación de la salud, Transportes y comunicaciones y Esparcimiento y
enseñanza respecto a la variación del IPC, 1980-1998.
Cuadro 4 Lima: Ratio de la variación mensual de precios del grupo de Esparcimiento, y
enseñanza respecto a la variación del IPC, 1988-1990.
Gráfico 4 Lima: Variación mensual de los precios de Libros escolares y Gastos de
enseñanza respecto a la variación del IPC, 1988-1990.
Cuadro 5 Lima: Variación anual del IPC y de los principales precios públicos de
servicios (tarifas públicas) y combustibles, 1982-1998.
Cuadro 6 Lima: Evolución de las remuneraciones reales y grado de sindicalización para
obreros y empleados, 1979-1997.
Gráfico 5a Lima: Evolución de los sueldos, remuneraciones del gobierno general y
sindicalización de empleados, 1979-1997.
Gráfico 5b Lima: Evolución de salarios, RMV y sindicalización de obreros, 1979-1997.
Cuadro 7 Perú: Evolución del gasto público social en educación y salud, 1970-1993.
Cuadro 8 Perú: Gasto anual en educación, en alimentos y en educación primaria sobre
el gasto total de los hogares según áreas geográficas, 1985-1997.
Cuadro 9 Perú: Indice del gasto real promedio anual en educación primaria pública por
hogares según área geográfica por rubros de gasto en educación, 1985-1997.

3
1. Introducción

El Perú es un caso de un país tradicionalmente pobre, en el que se ha producido un


marcado aumento de la pobreza desde fines de la década de 1980 (Webb y Figueroa, 1975).
Como consecuencia de la hiperinflación y las políticas de contención salarial el nivel de pobreza
se acrecentó en gran medida entre 1988 y 1989. El objetivo de la política salarial -- impedir la
recuperación de los ingresos reales-- se ha mantenido durante la década de 1990 por lo que la
pobreza no se ha reducido. Ha sido, en cambio, atenuada de manera temporal como resultado de
programas específicos denominados de “compensación social”.

A fines de la década de 1980 a la pobreza estructural o permanente se sumó la pobreza


reciente, derivada de las políticas de estabilización llevadas a cabo desde 1988, esto es, antes de
agosto de 1990. Por ello, la mitad de la población en el Perú está bajo la línea de la pobreza y un
quinto en extrema pobreza. El mayor empobrecimiento de la población ha sido uno de los
mayores de la región.3 No es sólo que aumentó la pobreza, sino que hubo un cambio sustancial
en la proporción entre pobres y no pobres.

El gran aumento de la pobreza en la década de 1980 se debe principalmente a los efectos


de las políticas macroeconómica y laboral sobre los ingresos de las familias, y no al
comportamiento de las familias ni del mercado de trabajo como sostienen la gran mayoría de
autores, como Escobal et al (1998), Figueroa (1998) o Nunura (1993).

Las causas del mayor empobrecimiento reciente en el Perú y de su persistencia son: i. La


política de elevación de precios a partir de septiembre de 1988; ii. La política salarial que
impidió que las remuneraciones nominales se reajusten en proporción al aumento de los precios;
iii. La política fiscal de recorte del gasto público social corriente, que trasladó parte del costo de
los servicios de educación y salud a las familias; iv. La elevación de las tarifas de los servicios
públicos y combustibles; v. La elevación de los impuestos indirectos y de los aportes de los
trabajadores.

Como consecuencia de estas medidas de política, las mejoras en la cobertura o acceso a


servicios como educación, salud, energía eléctrica, comunicaciones, agua potable, etc., que
representarían un avance en el bienestar de las familias, han sido compensadas por los mayores
pagos que éstas tienen que hacer por su uso.

Cuando se investiga o discute sobre la pobreza en el Perú no se tratan estos aspectos sino
que se concentra la atención en la definición de pobreza y en su medición, sea a partir de los
ingresos o de los gastos familiares, especialmente de los gastos en alimentación a nivel
microeconómico y con promedios per cápita o por familia. Sobre la base de la medición y de la
ubicación de las familias pobres se proponen y llevan a cabo programas de alivio a la pobreza y
hasta de erradicación. Estos programas no toman en cuenta las causas de la pobreza, ni cuál es la
relación entre la evolución de la política macroeconómica y la pobreza.
3
En el período 1993-1995, Perú tuvo la menor disponibilidad diaria de nutrientes por habitante en Kilocalorías y
gramos, el mayor porcentaje de población con insuficiencia alimentaria (49% contra un promedio de 15% para
América Latina) y el mayor porcentaje de población menor de 5 años con la menor relación estatura/edad (25,8% vs.
un promedio regional de 17,9%) entre siete países de América Latina según estimaciones de la FAO (1998 y 1996,
citados por Kilsztajn 1998).

4
De igual manera, la tenencia de activos, su acrecentamiento, o su mayor o mejor uso por
parte de los hogares pueden haber implicado una ligera variación en la desigualdad en la
distribución del ingreso y, a lo sumo, leves aumentos de los ingresos o del producto de los
hogares en promedio. En consecuencia, mal podrían compensar la caída de los ingresos reales
derivada de la política macroeconómica.

El contenido de esta ponencia es el siguiente. En la sección 2 se describe la evolución del


PBI per cápita, los ingresos reales y la pobreza. En la sección 3 se presenta los argumentos
centrales: el mayor empobrecimiento de la población en el Perú se ha debido a la evolución de la
economía y, en particular, a la combinación de políticas macroeconómicas y laborales que se
siguieron desde fines de la década de 1980 y que siguen en práctica en la actualidad. A ellas se
ha sumando la política fiscal que redujo el gasto social corriente y aumentó los impuestos
indirectos, dando prioridad desde 1990 al pago de la deuda externa. En síntesis, se sostiene que
la causa de la mayor pobreza reciente radica en las políticas de ajuste que se llevaron a cabo
entre septiembre de 1988 y abril de 1989.

En la sección 4 se presentan las evidencias sobre las causas del empobrecimiento y de su


persistencia. A la luz de los argumentos señalados, la sección 5 evalúa someramente las políticas
de alivio a la pobreza. Finalmente, la sección 6 contiene las conclusiones preliminares y esboza
algunas sugerencias de políticas para reducir la pobreza de manera permanente, alternativas a las
actuales.

2. Tendencias del producto y los ingresos

a) Evolución del PBI per cápita

La evolución del PBI per cápita en el Perú muestra una larga etapa de ascenso desde 1950
hasta mediados de la década de 1970 y luego una fase de crisis y de prolongado estancamiento
(Véase el Gráfico 1). La economía peruana vivió un período de gran crecimiento al impulso de
la economía primaria de exportación, especialmente por los booms del cobre y de la harina de
pescado a principios de la década de 1960. No obstante, la última fase de expansión se basó en el
endeudamiento público externo y en el crecimiento industrial. El PBI per cápita creció a una tasa
media anual de 2,5% y la inflación, para los estándares peruanos, fue relativamente baja, con un
promedio de 10% anual (Dancourt, 1999: p. 51).

A mediados de la década de 1970 se produce un punto de quiebre en esta tendencia,


iniciándose “una crisis de larga duración con ciclos violentos de recesión y auge..., a principios
de los años noventa el producto per cápita había retrocedido al nivel que tenía 30 años antes.”
Además de la caída del producto, se vivió un período de muy alta inflación, que culminó en una
hiperinflación en 1988-1990. Durante esos tres años, “el nivel de precios subió 39 veces por año
(4,049% anual), mientras que el producto real per cápita sufrió una caída sin precedentes, de casi
un tercio.” (Dancourt, 1999: p. 51).

A partir de 1993 se observa una recuperación del producto per cápita, a partir del bajo
nivel que mostraba como resultado del ajuste llevado a cabo en 1988-1989 y del shock de agosto
de 1990. El PBI per cápita aumenta a más de 3% anual y la inflación sigue una tendencia al
descenso, llegando al 6% en 1998. Como señala Dancourt, “la palanca real que ha permitido el

5
crecimiento económico durante 1993-1995 ha sido una enorme afluencia de capitales (de corto
plazo y para privatizaciones) sin precedentes en los últimos 45 años”. (Dancourt, 1999: p. 53)

Esta profunda y prolongada crisis de la economía peruana está a la base del


empobrecimiento de la población. No obstante, sorprende que el crecimiento reciente del PBI
real promedio per cápita no haya significado un aumento de los ingresos reales de los
trabajadores de manera que contribuya a reducir la pobreza de manera permanente. La creciente
diferencia entre el producto medio real en recuperación y los ingresos reales de la población
estancados ha permitido reducir los déficit fiscales, acumular reservas internacionales, aumentar
los montos y el ritmo de los pagos de la deuda externa e incrementar las ganancias de las grandes
empresas. Veamos a continuación la evolución de los ingresos y remuneraciones reales en Lima
y luego en cuánto aumentó la pobreza a nivel nacional. Esta evolución es consecuencia de las
medidas de estabilización llevadas a cabo durante el gobierno del presidente García, las mismas
que provocaron la hiperinflación, afectando severamente los ingresos reales de los trabajadores.

b) Evolución del ingreso y las remuneraciones reales en Lima

El nivel anual del índice del ingreso promedio mensual real por trabajo en Lima
Metropolitana muestra una impresionante caída, de 67,3 puntos en sólo dos años, entre 1987 y
1989 (Cuadro 1 y Gráfico 2). 4 En ese mismo corto período, los sueldos reales se reducen en
68,5 puntos y los salarios reales en 56,9 puntos.

La evolución del ingreso y las remuneraciones puede separarse en cuatro fases. La


primera es de ascenso, especialmente, entre 1970 y 1976 y entre 1980 y 1982, recogiendo la
expansión del PBI per cápita que se observa en el Gráfico 1. En la segunda fase se produce una
primera caída del ingreso real promedio con la recesión de 1983 y una ligera recuperación en
1987. Después, en un tercer momento, se observa la gran caída del ingreso real que provocó el
empobrecimiento de una gran parte de la población de Lima y del país. Entre 1987 y 1989 el
ingreso real promedio cayó a menos de un tercio, de un nivel de 96,0 soles a 31,4 soles (Cuadro
1, a precios de 1990). Finalmente, en una cuarta fase que corresponde al período posterior al
shock de precios de agosto de 1990, el nivel del ingreso real promedio se mantiene estancado, al
menos hasta 1997 (Gráfico 2).

Como señalamos en la sección anterior, llama la atención que la recuperación del


producto real per cápita a partir de 1993 no se refleje en un aumento similar, o siquiera en un
aumento, en el ingreso real promedio. El nivel del ingreso real promedio de 1997 es
prácticamente el mismo de 1989, el bajo nivel al que descendió después de la hiperinflación de
1988-1989.

4
La información corresponde a todos los trabajadores y proviene de las Encuestas de hogares del Ministerio de
Trabajo hasta 1995 y del INEI para 1996 y 1997. La fuente alternativa, la Encuesta de establecimientos, que recaba
la información de sueldos y salarios para establecimientos de 10 y más trabajadores, presenta cambios de
metodología –especialmente en 1986- y pérdidas de la muestra de empresas –en 1994 y1995 a raíz del ajuste de
1991- que afectaron la estructura de la muestra y que imposibilitan establecer una serie confiable. En todo caso, la
evolución de los sueldos y salarios según la Encuesta de establecimientos resulta bastante similar a la que proviene
de la Encuesta de Hogares.

6
En la medida que un porcentaje creciente de la fuerza laboral de Lima corresponde a
trabajadores independientes o no asalariados, podría pensarse que la caída del ingreso real
promedio se debe a la evolución de los ingresos de los trabajadores no asalariados. Si
observamos en el Gráfico 2 la evolución del ingreso real promedio por trabajo notamos que, con
variantes, el patrón de evolución es el mismo que el de los sueldos reales de los empleados y los
salarios reales de los obreros. Si el ingreso real promedio cae 3 veces entre 1987 y 1989, la caída
de los sueldos reales es ligeramente mayor, 3,2 veces, mientras que la menor caída, a partir de un
nivel inicial más bajo, corresponde a los salarios en 2,3 veces. 5

Una consecuencia de esta evolución es la previsible reducción de la desigualdad o


dispersión en la distribución de los ingresos por trabajo, en la medida que se produce una suerte
de compresión –hacia abajo- de la estructura salarial. Con ello, el aumento de la proporción y el
número de trabajadores que perciben un ingreso por debajo de una norma mínima de ingresos
resulta espectacular. En efecto, el subempleo por ingresos en Lima se incrementó de 22,4% en
1987 a 59,8% en 1989.6

No está de más poner énfasis en que la reducción del ingreso real se debió –en primera
instancia- a la hiperinflación y no a cambios en la operación del mercado de trabajo, digamos a
una caída en la demanda por efecto de la recesión, o a un gran aumento de la oferta de trabajo o a
cambios en la productividad del trabajo. Si la causa del empobrecimiento es una medida de
política, digamos una variable institucional que actúa en un período de tiempo corto, no son
aceptables argumentos como los que, por ejemplo, señala Figueroa: “El efecto de una variable
exógena sobre la pobreza dependerá de su efecto sobre el desplazamiento de la curva de
demanda de trabajo. Si el efecto es de expansión, la nueva solución en el mercado laboral será
con mayor salario real y mayor empleo. () Si el efecto es de contracción de la curva de demanda,
el efecto será a la inversa” (Figueroa, 1998: p. 12).

También llama la atención el argumento esbozado por Hentschel en el Informe del Banco
Mundial sobre Pobreza y Desarrollo. De una parte señala que se puede observar la contracción
de los salarios reales debido a la hiperinflación en 1990 -- en verdad en 1987-1989 como
veremos– y, de otra que éstos se han mantenido constantes desde 1991, tendencia que estaría
“íntimamente relacionada a la evolución de la productividad a nivel nacional.” (Hentschel, 1999:
p. 48). Sobre esta interpretación nótense tres cosas: i. Se acepta que la hiperinflación es la causa
de la contracción salarial y, no obstante, se propone que es necesario que aumente la
productividad para que los salarios reales puedan recuperarse. No existe simetría en esta
argumentación; ii. El PBI per cápita real, que puede tomarse como proxy de productividad,
aumentó sin que subieran los salarios reales, como hemos comentado más arriba; y, iii. Los
salarios reales no se recuperan del nivel de 1989 y no de 1991. No existe consistencia entre el
crecimiento del PBI real per cápita en 1993-1994 y la constancia de los salarios reales “desde
1991”.

5
Los sueldos de los ejecutivos, que no consignamos en el Cuadro 1 por su comparativamente reducido número, se
redujeron en 2,7 veces.
6
Según la Dirección de Empleo del Ministerio de Trabajo el aumento fue de 30,8% en 1987 a 72,9% en 1989. Estas
cifras sobrestiman el subempleo por ingresos pues encontramos que esta medición del subempleo por ingresos
abarcaba al subempleo por duración o tiempo. Una vez separado éste último, el subempleo por ingresos es el que
señalamos en el texto. Véase al respecto Verdera, 1995a: p. 3-5.

7
c) Pobreza

Al comparar los porcentajes de pobreza e indigencia en 10 países de América Latina, la


CEPAL incluye estimados de los porcentajes de hogares pobres en el Perú en 1986 por grandes
áreas geográficas. La tasa de pobreza era de 37% en Lima, 53% en el resto urbano y 64% en el
área rural, siendo - entre esos 10 países- sólo superado por Guatemala (Lagos y Arriagada, 1998:
p. 67). A la gran pobreza existente en el país en 1986 se sumó un mayor empobrecimiento dos
años mas tarde como consecuencia de la hiperinflación.

La evolución negativa del producto real per cápita y de los ingresos y remuneraciones
reales se expresan en la evolución de la tasa de pobreza. La información disponible sobre
pobreza proviene de las encuestas nacionales de niveles de vida (ENNIV), encuestas a hogares
patrocinadas por el Banco Mundial para los años 1985-1986, 1991, 1994, 1996 y 1997.
Corroborando las cifras anteriores sobre la caída de los ingresos reales, se observa que la
incidencia de la pobreza se acrecentó en gran proporción entre 1985-86 y 1991, período que
abarca los años de la hiperinflación. En el caso de Lima Metropolitana la tasa de pobreza
aumentó de 27,4% a 47,6% y, a nivel nacional, de 37,9% a 57,4% (Cuadro 2).7

En la primera mitad de la década de 1990, por una combinación de desinflación y de


políticas de alivio a la pobreza, se empieza a observar, según las ENNIV, un ligero descenso en
las tasas de pobreza promedio -- medidas en 1994 y 1997-- respecto a 1991. Esta reducción de la
pobreza, como se observa en el Cuadro 2, no se registra en todas las áreas geográficas. Aún
cuando como hemos mencionado las primeras encuestas ENNIV omiten algunas de las regiones
rurales más pobres, el porcentaje de la población en situación de pobreza en la Sierra rural, la
zona geográfica más pobre del país, sube en 23,5 puntos porcentuales entre 1985 y 1991, de
49.2% a 72.7%, desciende a 64,7% en 1994, para volver a subir a 68,3% en 1997. Un atenuante a
esta desfavorable evolución es que la población en extrema pobreza en esta área disminuyó en
1997 respecto a 1994, aunque sólo para mantener el nivel de 1985.

Según las ENNIV, el porcentaje de la población en extrema pobreza -- con un ingreso


menor al necesario para cubrir un gasto mínimo en alimentos-- se redujo entre 1994 y 1997, de
manera muy significativa en Lima y en el área urbana y, en mucho menor grado en las áreas
rurales, en las que aún muestra elevados niveles, de 36,4% en la selva rural y 32,6% en la sierra
rural. La desigualdad entre Lima y las áreas rurales, medida por el ratio entre sus porcentajes de
población en pobreza extrema en 1997, es de 9,8 veces mayor para la Costa, 13,6 veces para la
Sierra y 15,2% para la Selva.

El punto central a destacar es que la evolución de la tasa de pobreza de Lima


Metropolitana de acuerdo a las ENNIV sigue el mismo patrón que el señalado para los ingresos y
remuneraciones reales a partir de las encuestas de hogares: el porcentaje de pobres aumentó en
73.7% o 20 puntos porcentuales entre 1985 y 1991, se mantuvo en 42,4% en 1994 para
disminuir a 35,5% en 1997. No se observa empero una recuperación de magnitud similar en los

7
En 1991 no fue recabada la información para las áreas rurales de Costa y Selva, así como para tres departamentos
de la sierra sur, de elevada pobreza, debido a que esos departamentos y otras zonas rurales fueron declaradas de
emergencia por la presencia de grupos armados.

8
ingresos reales promedio en Lima entre 1994 y 1997.8 No obstante debemos tomar la reducción
de la tasa de pobreza en Lima que registra la ENNIV con cautela. Un Informe del FMI señalará
que desde 1994 la distribución no se mide por los ingresos sino que se mide sobre la base de
encuestas de gastos, lo que tiende a mostrar una menor desigualdad –y una menor pobreza- que
la que resulta de medir la distribución sobre la base de los ingresos (IMF, 1998: p. 30).9

En general se observa, a través de los índices que comparan los niveles de pobreza
respecto a Lima Metropolitana (Cuadro 2), que las tasas de pobreza para las áreas rurales son
bastante mayores que las de Lima. Siendo también importante, aunque menor que en el área
rural, la proporción de población pobre también aumentó en el área urbana, especialmente en la
Costa urbana, respecto a 1985.

En síntesis, sea que tomemos en cuenta la evolución del PBI real per cápita, los ingresos
reales y las remuneraciones o los estimados del porcentaje de población pobre, en todos los casos
se registra un drástico aumento de la pobreza entre 1987 y 1989 según las encuestas de hogares
en Lima o entre 1985 y 1991 según las ENNIV. Además, los bajos ingresos reales se encuentran
lejos de recuperar sus niveles de 1985-1986 y la reducción de la pobreza total y de la extrema
pobreza en las áreas rurales es poco significativa.

3. Ajuste y pobreza

La responsabilidad del ajuste estructural en el agravamiento de la pobreza ha sido


señalada específicamente por Stewart, quien examina la relación entre las políticas de ajuste y la
pobreza durante la década de 1980, centrándose en las regiones en las que la pobreza se ha
acrecentado más, Africa y América Latina, regiones en las que no se pudo lograr un ajuste con
protección de la población pobre. Stewart se ocupa del efecto del ajuste en el tiempo, pues la
idea de que un apoyo temporal frente al ajuste era todo lo que se requería al inicio del mismo ya
no es sostenible: el ajuste afectó el bienestar inmediato de cientos de millones así como también
su potencial para la actividad productiva futura. (Stewart, 1995: p. 1).

La política de ajuste se llevó a cabo porque existían grandes desbalances a inicios de la


década de 1980, especialmente por la aguda crisis de falta de divisas. No obstante, el ajuste llevó
a un alarmante e inaceptable deterioro de las condiciones de vida en algunos países que se
ajustaron, lo que significa que las políticas no fueron satisfactorias y que se requieren mejores
alternativas. Más aún, señala Stewart, el hecho de que algunos países hayan tenido éxito en
proteger a su población pobre durante el ajuste sugiere que el deterioro observado en otros países
no sólo habría sido inevitable sino que podría haberse obviado (Stewart, 1995: p. 2).

8
Una de las posibles explicaciones a esta diferencia entre 1994 y 1997 es que se modificó la metodología de la
Encuesta de Hogares cuando su aplicación pasó del Ministerio de Trabajo al INEI en 1996. La definición del ingreso
por trabajo se alteró incluyendo alimentación en el trabajo y otros pagos.
9
Entre las diversas observaciones que se pueden hacer a las ENNIV y a la medición de la pobreza a partir de ellas,
podemos citar por su claridad la de Hunt (1997:108) cuando comenta los procedimientos para establecer una línea
de pobreza a partir de valorizar una canasta mínima de consumo para un tamaño de familia representativo: “En el
año 1991, ese tamaño era de seis miembros: dos adultos y cuatro niños. Para 1994, un niño había desaparecido. La
familia representativa tenía cinco miembros. Este cambio introdujo un sesgo de magnitud incierta en las
comparaciones efectuadas entre 1991 y 1994.”

9
Los estudios sobre la pobreza generalmente no toman en cuenta el impacto de las
políticas macroeconómicas sobre la pobreza esto es, sobre los ingresos reales y el gasto de las
familias. Una excepción la constituye un ensayo Iguíñiz en el que se propone distinguir “...entre
los tradicionales factores estructurales de las desigualdades latinoamericanas y aquellos
(factores) que explican en gran medida la profundización de la pobreza registrada en la década
de los ochenta.” (Iguíñiz, 1994: p. 26). Entre estos últimos señalará a la inflación “correctiva” y
el deterioro salarial, la intervención del estado para asegurarse que los salarios se rezagan y el
aumento drástico de los precios y tarifas públicas (Iguíñiz, 1994: p. 49-50).

El resto de autores hacen referencias al contexto o entorno macroeconómico sin tener en


cuenta sus efectos o su relación directa sobre la pobreza, la misma que se explicaría, sea por la
operación del mercado de trabajo (Figueroa, 1998: p. 12; Flores, 1998: p. 388; Díaz, 1999: pp. 9-
10) o sea por el comportamiento de las familias (Escobal et al., 1998: p. 38).

En este texto nos ocupamos no de las causas de los desbalances, esto es, de las causas del
déficit en la balanza en cuenta corriente o del déficit fiscal, sino en cómo el ajuste condujo al
empobrecimiento de la población. Precisamente, el trabajo de Stewart pone el énfasis en cómo
el ajuste estructural es una causa directa del mayor empobrecimiento (Stewart, 1995).

En el Esquema 1 presentamos las causas del agravamiento reciente de la pobreza y la


secuencia que va desde una esquemática visión de la evolución macroeconómica hasta el
resultado final de las medidas de ajuste y sus efectos sobre la pobreza. Los aspectos señalados se
encuentran estrechamente interelacionados. Aquellos en los que las medidas de política actúan
directamente son la política de precios, la política de contención salarial, la reducción del gasto
público social corriente y el aumento de las tarifas de los servicios públicos, los impuestos
indirectos y los aportes de los trabajadores. En lo que sigue de esta ponencia trataremos de cada
uno de estos aspectos.

10
Esquema 1
Causas del agravamiento de la pobreza como consecuencia
de la política de ajuste macroeconómico

Evolución Medidas de ajuste y Efectos sobre Resultado final


macroeconómica efectos pobreza
Crecimiento del - Reducción del Reducción de Estancamiento, salvo
PBI / per cápita “exceso” de demanda consumo de las recuperaciones por
negativo - Alta tasa de interés familias causas exógenas
Inflación se acelera - Shock de precios Mayor aumento en Se reducen:
públicos bienes de demanda
rígida (educación, - Los sueldos y salarios
salud, tarifas) reales
Remuneraciones e Política de Remuneraciones e - El ingreso por trabajo
ingresos contención salarial: ingresos nominales de independientes
- Control de reajustes por trabajo se - El gasto público
- Prohibición de rezagan respecto de social corriente real
indexación la inflación - Pensiones reales
Déficit público - Reducción del - Reducción del
aumenta déficit mediante la consumo de bienes Aumentan:
reducción de gasto necesarios - El porcentaje de gasto
público social (alimentos, etc.) familiar en pagos de
corriente real - Disminución de la servicios sociales
- Aumento de los prestación y de la (educación, salud) y
impuestos indirectos, calidad de los públicos (luz, teléfono)
aportes y cobros por servicios públicos - Cobros por servicios
servicios públicos sociales (educación, públicos sociales
sociales salud, seguridad). (educación, salud)
- Reducción de las - El porcentaje del
pensiones reales pago de impuestos
Deuda externa - Pago y aumento de Reducción del gasto indirectos en el
aumenta deuda público social, consumo
- Aumento de pago parcialmente
como % del compensado con
presupuesto público nueva mayor deuda
Déficit del sector - Apertura y entrada Aumento de
externo aumenta de capital extranjero utilidades por
- Se mantiene el mayores tarifas de
déficit en cuenta cte. servicios públicos

11
El resultado final es una reducción drástica de las remuneraciones e ingresos reales por
trabajo, los denominados ingresos primarios y, en el conjunto, una reducción aún mayor del
ingreso social total de las personas.

Siguiendo a Stewart, podemos separar los ingresos de los trabajadores en dos categorías:
los ingresos primarios, que corresponden a la retribución que perciben por su trabajo, y los
ingresos secundarios, que resultan del ingreso neto que perciben en su relación con el Estado,
esto es, a la diferencia entre los pagos que efectúan al Estado, como impuestos y aportes, y los
ingresos y beneficios o prestaciones que reciben del Estado, esto es, educación y salud pública
gratuitas, alimentos donados, seguridad, pensiones.10 Las dos políticas que afectarán el bienestar
de la población los harán a través de su impacto en los ingresos primarios o ingresos reales por
trabajo a través de la política de estabilización de precios y la política de contención salarial y en
los secundarios a través de la política fiscal, tanto en materia de gasto público como de
recaudación tributaria (Stewart, 1995: p. 9-11)

a) Política de estabilización

Los desequilibrios en la cuenta corriente de la balanza de pagos llevaron a los países a


acercarse al FMI y al Banco Mundial por préstamos. La aprobación de los programas de ambas
instituciones concediendo los préstamos fue condicionada a que los países introduzcan cambios
en sus políticas, convirtiéndolas en políticas de estabilización drásticas o de “ajuste” (Stewart
1995: p. :5-6). O como lo señala Iguíñiz, los gobiernos compartían el diagnóstico según el cual
para estabilizar la economía y generar fondos para el pago de la deuda externa debía reducirse el
nivel de actividad y la capacidad adquisitiva de las remuneraciones (Iguíñiz, 1994: p. 47-48).

El ajuste en el Perú tuvo dos etapas. La primera, que generalmente no es tomada en


cuenta como parte del ajuste, corresponde a los años 1988-1989 en los que se redujo
radicalmente la capacidad de consumo así como también el gasto público social corriente. La
segunda, que es la que se toma normalmente como “el ajuste”, esto es, el ajuste a partir del shock
de precios de agosto de 1990, consistió básicamente en controlar la inflación mediante una gran
elevación de precios por una sola vez y en la eliminación del déficit fiscal mediante una nueva
reducción del gasto público y el aumento de la recaudación tributaria. Al mismo tiempo se
contrajo la oferta de dinero y se estableció un control estricto de la emisión monetaria.

Al inicio de la segunda fase del ajuste los organismos internacionales observaban la


pobreza solamente como un asunto interno de los países en lo que tenían poco que contribuir. Al
pasar los años de ajuste la pobreza fue aumentando agudamente en muchos países mientras que
el gasto social fue reducido, había una desaceleración en la mejora de los indicadores de
desarrollo humano y un empeoramiento en algunos casos. Por ello, el Banco Mundial empezó a
pedir que los informes sobre los países incluyan una breve descripción y evaluación del impacto
social de los programas de ajuste y los informes del presidente del Banco apoyando los
programas de ajuste pusieran atención especial su impacto de corto plazo en los pobres urbanos y
rurales, así como en las medidas para aliviar los efectos negativos (Stewart, 1995: p. 7). Nótese

10
Prescindimos de las transferencias privadas (remesas, ayudas familiares), las mismas que generalmente no están
registradas o no lo están sino parcialmente.

12
que la atención se pone en el impacto “social” del ajuste, no al impacto económico sobre los
salarios ni mucho menos en la política laboral.

b) Política fiscal

Dejaremos de lado el problema fiscal estructural, esto es, la discusión sobre temas como
la regresividad o no de la estructura tributaria y del gasto público, la falta de cobertura de los
servicios sociales públicos y la evasión tributaria. En el período de la hiperinflación, la
contracción de los ingresos reales y la falta de indexación de los ingresos tributarios, en general,
condujeron a una radical reducción de los ingresos fiscales. La crisis fiscal a su vez llevó a una
reducción drástica del gasto público social corriente.

La relación entre crisis fiscal e hiperinflación es compleja. La reducción del gasto público
social corriente y la continuidad en la prestación de los servicios públicos a costa – total o
parcial-- de los usuarios afecta a la población de tres maneras: i. Al reducirse el gasto social real
corriente en los servicios sociales públicos, con la congelación de los sueldos de maestros y
trabajadores de la salud, se reduce su cobertura –los días de clase o los horarios de atención- y
sobre todo su calidad; ii. Al empezarse a cobrar o aumentar los cobros por estos servicios suben
sus precios y con ellos el nivel general de precios, disminuyendo el poder adquisitivo de las
familias; y iii. La gran mayoría de familias con hijos en edad escolar o con alguno de sus
miembros enfermo se ven obligadas a destinar una mayor parte de su gasto familiar a cubrir los
mayores gastos en educación y salud a costa de la alimentación y otras necesidades.

Esquema 2
Efecto del ajuste en el ingreso familiar total o social
(en términos reales)
==============================================================
Ingreso total = Ingreso por trabajo (primario) Disminuye
Disminuye
más Gasto público social (en servicios) Disminuye
menos Gasto en servicios sociales Aumenta
más Pensiones a jubilados Disminuyen
menos Impuestos indirectos Aumentan
menos Tarifas por servicios públicos Aumentan
menos Aportes de trabajadores Aumentan
==============================================================

El efecto de la política de gasto fiscal sobre el ingreso social o total de las familias es
doble. A la vez que se reduce el gasto público social corriente real per cápita -- ingreso en
servicios que las familias dejan de percibir--, se incrementa el gasto de las familias para
proveerse de esos servicios. Por ello, a la reducción del ingreso real por trabajo o ingreso
primario se añade la reducción del gasto público social real y el aumento del gasto familiar en
servicios sociales, con lo que la disminución del ingreso social real o total es aún mayor. Esto
lleva a que se desvíen ingresos destinados a otros gastos de la familia, reduciéndose el monto
disponible para el gasto en alimentos y a un mayor empobrecimiento en esos términos.

13
Finalmente, en la medida que los ingresos y las remuneraciones reales que se registran en
las encuestas se expresan en términos brutos debemos tomar en cuenta las deducciones por
mayores impuestos al consumo, mayores tarifas de los servicios públicos y mayores aportes en el
caso de los trabajadores formales.

4. Evidencias de las causas del agravamiento de la pobreza

Como se ha mostrado la expansión del producto per cápita se frenó a mediados de la


década de 1970, iniciándose su caída. En este marco se produjo una fuerte recesión en 1982-
1983, intentándose a partir de 1985 una reactivación rápida de la actividad económica. Esta
reactivación se realizó sobre bases artificiales o endebles, llegándose a fines de 1987 con una
severa crisis que llevó a una primera devaluación en diciembre de ese año y a poner en práctica
un severo programa de estabilización a partir de septiembre de 1988.

Una de las paradojas del caso peruano es que buena parte del ajuste estabilizador –si no
casi todo- fue hecho antes del famoso shock de agosto de 1990. La hiperinflación fue
precisamente el principal mecanismo que condujo a la reducción de los ingresos reales por
trabajo y, de esta manera, además de frenar una fuente de presión inflacionaria, contribuyó a
estabilizar los precios con elevados márgenes de ganancia para las empresas que enfrentaban una
demanda inelástica.11 La diferencia entre la hiperinflación de 1988-1989 y el shock de 1990, es
que en el primer proceso se redujeron drásticamente las remuneraciones e ingresos reales
mientras que con el shock de 1990 recuperaron los bajos niveles previos a esa medida.

El propósito de esta sección es evaluar cómo diversos instrumentos de la política


macroeconómica condujeron al empobrecimiento entre 1988 y 1989. Empezaremos con la
política de precios.

a) Política de precios (y pérdida de ingresos reales)

El programa de estabilización significó una fuerte elevación mensual del nivel promedio
de los precios al consumidor, la misma que ocurrió entre septiembre de 1988 y abril de 1989.
Fueron 8 meses en los que se implementó un programa estabilizador con fuertes alzas de los
precios controlados anunciadas por el gobierno. De esta manera se desató la hiperinflación y,
simultáneamente, se practicó la contención a la recuperación de las remuneraciones. La
consecuencia inmediata, en esos 8 meses, fue la gran reducción de los ingresos reales por trabajo
que hemos presentado en la sección anterior.12

Debemos insistir en que el empobrecimiento se produjo por la política de estabilización


previa al ajuste estructural de agosto de 1990. En tal sentido resulta inexacta la apreciación de

11
Según varios autores, entre ellos Canales, 1993: p. 38, no se llegó a producir una hiperinflación porque no se
llegó a consolidar una dolarización total durante el segundo subperíodo del gobierno de A. García. Tan solo se vivió
una dolarización de precios importante y, por ello sostiene, se trató de un régimen de alta inflación. Frenkel
establece otro criterio para dilucidar esto, sostendrá que “La sustitución de las prácticas de indexación y pago es el
proceso de tránsito de la inflación a la hiperinflación” (Frenkel, 1988: p. iii).
12
“Pero en 1988 comenzaron a contraerse nuevamente (los salarios reales de la región) a causa de procesos
inflacionarios por los que atravesaban países como Argentina, Brasil, Ecuador, Uruguay y Venezuela, entre otros.”
(subrayado nuestro) (Lagos y Arriagada 1998:22).

14
Escobal et al en el sentido que la tasa de pobreza “…se incrementa dramáticamente hacia 1991,
luego de tres años de caída del producto y en plena implementación de un drástico programa de
estabilización macroeconómica.” (Escobal et al, 1998: p. 7). También resulta parcialmente
inexacta la apreciación de Escobal et al : “Las políticas populistas del gobierno de García habían
llevado a un total desequilibrio en las cuentas macroeconómicas y generaron un proceso
hiperinflacionario entre 1989 y 1990. De otro lado, 1991, fue el año más bajo en términos de
producto e ingreso nacional desde 1975. La caída de los ingresos fueron el principal
determinante del aumento en las tasas de pobreza…” (Subrayado nuestro) (Escobal et al, 1998:
p. 16). El incremento dramático de la pobreza ocurrió entre fines de 1988 e inicios de 1989.
Como hemos señalado la hiperinflación se originó en septiembre de 1988 y concluye en abril de
1989 y la enorme caída en los ingresos reales fue en ese período y no otro. El shock de agosto de
1990 no fue parte de un proceso hiperinflacionario sino al contrario, una gran elevación de
precios por una sola vez, paralela a un ajuste fiscal y a una severa restricción monetaria, para
acabar con la hiperinflación o alta inflación. Además, el año de menor producto fue 1992 y no
1991.

Una apreciación distinta es la de Figueroa al evaluar el desempeño del quinquenio de


gobierno de García, de 1985 a 1990, y compararlo al de Fujimori, de 1991 a 1996. Este autor
sostiene que: “La pobreza global ha aumentado en el segundo gobierno.” (Figueroa, 1998: p. 19).
13
Esto es también inexacto: el empobrecimiento se produjo entre 1988 y 1989. El resultado del
primer período de Fujimori fue que se mantuvo a la población en pobreza, no que se la aumentó.

Las Memorias del BCRP de 1988 y 1989 señalan que la inflación se aceleró como
consecuencia de medidas gubernamentales. Para 1988 sostiene: “La persistencia de los
desequilibrios llevó a la adopción de nuevas medidas en los meses de setiembre y noviembre,
acelerándose fuertemente el proceso inflacionario, Así mientras que la inflación de los primeros
ocho meses alcanzó 243 por ciento, en el período setiembre-diciembre la variación acumulada
del Indice de Precios al Consumidor fue de 431,4 por ciento.” (BCRP 1989: p. 19). En la
Memoria de 1989 indica que: “En los primeros cuatro meses del año la tasa promedio anual fue
de 45,1 por ciento reduciéndose en el período mayo-diciembre a 26,3 por ciento...Estos dos
períodos, marcadamente diferentes, estuvieron determinados mayormente por el grado de
reajuste de los precios de los productos controlados. Así, mientras que de enero a abril se decretó
importantes incrementos en los precios de los productos controlados, especialmente en alimentos
y combustibles, a partir de mayo disminuyó el ritmo de reajustes oficiales.” (BCRP 1990: p. 17).

Evolución de los precios promedio

En el Cuadro 3 presentamos, en la primera columna, la variación anual promedio de los


precios para Lima Metropolitana (del IPC) entre 1980 y 1998. Descomponemos la variación por
semestres entre 1988 y 1990 para que se pueda percibir el mayor aumento entre el segundo
semestre de 1988 y el primer semestre de 1990. El efecto acumulado de esos dos semestres fue
13
En su lectura de las cifras de esos años Figueroa (1998:19) encuentra que “La pobreza global ha aumentado en el
segundo gobierno (el del presidente Fujimori, de 1991 a 1996). Si se toma el período 1985-1990 como
correspondiente al del gobierno de García y el de 1991-1996 al de Fujimori, la media anual del PBI per cápita del
segundo período es 11% inferior comparado a la del primer período.” Esta interpretación de promedios de períodos
de cinco años de gobierno impide ver que la drástica reducción del ingreso real, esto es, el empobrecimiento, se
produjo entre 1987 y 1989.

15
de 5,836%. El gran incremento de precios fue distribuido en 8 meses, impidiéndose el reajuste
paralelo o posterior de los ingresos nominales. En cambio, la gran alza de los precios en ocasión
del shock de 1990 se produjo en un sólo mes y simultáneamente se reajustaron los salarios
mínimos, de manera que se compensó por esa momentánea mayor pérdida de ingresos reales, la
que se hubiera sumado a la enorme pérdida acumulada como resultado de la elevación de precios
de septiembre de 1988 a abril de 1989. 14

También se puede destacar a partir del Cuadro 3 (primera columna) que los elevados
niveles de inflación se redujeron sustancialmente a partir de 1992 hasta lograrse niveles por
debajo del 10% en 1997 y 1998. No obstante como mostramos en el Cuadro 1 y en el Gráfico 2,
los ingresos y las remuneraciones reales en promedio no se tampoco se recuperaron en esos años
respecto a los bajos niveles que alcanzaron después de las alzas de 1988-1989.

Los precios de la educación y la salud

El Cuadro 3 también contiene los ratios entre las variaciones anuales de los precios de los
grandes grupos de consumo y la variación del IPC o precios relativos. Resulta claro que las
mayores alzas de septiembre de 1988 correspondieron a los combustibles, razón por la cual el
ratio de los precios de Transporte y comunicaciones es de 1.42. Este aumento empero fue
sobrepasado por un gran incremento de los precios del sector privado. Fue el temor del sector
privado a perder ingresos ante la inflación que condujo a un comportamiento defensivo y al
resultado inflacionario de septiembre (Iguíñiz, 1993: p. 185).

Queremos llamar la atención sobre el ratio entre las variaciones de los precios del rubro
Esparcimiento, diversión y gastos de enseñanza y las del IPC.15 Se trata del grupo de precios que
lidera la elevada inflación desde el primer semestre de 1988 hasta el primer semestre de 1990.16
En el primer semestre de 1989 los precios del rubro indicado suben 5 veces más que el promedio
del conjunto de precios (Véase también el Gráfico 3). El incremento de los precios de este rubro
se observa desde 1984 y con más fuerza en 1986-1987. Pasado el período de hiperinflación, los
precios de este grupo siguen subiendo, en 1991 en el doble que el promedio, y así sucesivamente
muestra fuertes aumentos en 1994, 1997 y 1998. 17

Nótese que a partir del segundo semestre de 1990 y en 1991 se elevan también los precios
del rubro Cuidado y conservación de la salud. Este rubro, junto con el de Esparcimiento y

14
La inflación anualizada de agosto de 1989 a agosto de 1990 fue de 12,378%, en razón del aumento de agosto de
1990.
15
Iguíñiz señala que mediante el DS 153-88-EF se incrementaron los precios de los medicamentos y de los servicios
de tarifas públicas, agua y desagüe, servicios de salud, enseñanza y alquileres (Iguíñiz, 1993: p. 185n).
16
Iguíñiz cita a Canales y Fairlie (1991: p. 55ª) para señalar que “..el período que va de febrero de 1988 a marzo de
1989 se caracteriza por el liderazgo de los precios públicos en los saltos inflacionarios”. (Iguíñiz, 1993: p. 180).
Observando el gráfico que acompaña esta afirmación se observa que esto es válido hasta diciembre de 1988.
17
Este gran aumento debido a los gastos en educación –enseñanza y textos escolares- ha sido objetado por Escobal y
Castillo (1994) como producto de un error en el registro de los precios de los útiles escolares. Al respecto podemos
indicar que: i. El INEI se sostiene que el procedimiento de recojo de la información fue la misma que la de los años
previos y no se observó un aumento de precios semejante. ii. El grueso del porcentaje del gasto en este rubro
corresponde a gastos en enseñanza y no a útiles escolares. iii. Como veremos, la información sobre el mayor gasto
de las familias en educación confirma estos aumentos. Finalmente, iv. puede verse en el Cuadro 4, más adelante,
que la gran alza entre febrero y abril de 1989 fue en el Gasto en enseñanza y no en los útiles escolares.

16
educación sube fuertemente en 1994 y 1997. Finalmente, también destacan los mayores
aumentos de dos grupos de precios más, el del grupo Alquiler, vivienda, energía eléctrica y de
Transporte y comunicaciones a partir del segundo semestre de 1990, en razón de la disparada
(shock) de los precios públicos de agosto, medida realizada tanto para detener la inflación como
para reducir el déficit fiscal.

Al desagregar la variación porcentual mensual de los precios del grupo Esparcimiento y


enseñanza en subgrupos durante los años 1988 y 1990 (Cuadro 4 y Gráfico 4) se observa que las
alzas de precios que explican al gran aumento del grupo son Gasto en enseñanza en el primer
trimestre de cada año y el Gasto en libros, que incluye los textos y útiles escolares que suben más
bien en el segundo semestre de cada año, concretamente en octubre de 1988 y septiembre de
1990.

La Memoria del BCRP de 1989 registra las alzas en estos dos gastos: “Dentro de los
productos no controlados, el mayor incremento lo presentaron los productos transables ...que
incluye a ‘textos y útiles escolares’, item en el que se registró una tasa de crecimiento
desproporcionada que le otorgó un fuerte peso relativo dentro de la canasta de consumo”. Y
prosigue: “Los productos no transables variaron en 2,904.4 por ciento, registrándose los mayores
aumentos... en items como ‘matrícula y pensión de enseñanza’ de notable crecimiento en los
primeros meses del año.” (BCRP, 1990: p. 18).

Fairlie y Canales señalarán que el peso del sector de los servicios con “precios fijos”
(servicios de enseñanza, gastos por hospitalización, transporte) es “...el más significativo en la
dinámica inflacionaria (superior al 12%).” Y añaden, “...el Estado no atiende suficientemente,
con partidas adecuadas, la satisfacción de estas necesidades fundamentales” (Fairlie y Canales,
1997: pp. 20 y 22).

El atraso de los precios públicos y el shock de agosto de 1990

Después del alza de los precios públicos en septiembre y noviembre de 1988, estos
precios se atrasaron respecto a la variación del IPC. El Cuadro 5 contiene las variaciones anuales
de los principales precios de servicios públicos y de combustibles y los ratios entre esas
variaciones y la variación anual del IPC. También se muestra la diferencia - el grado de atraso o
de adelanto- entre esos ratios y la variación del IPC que se iguala a 1. Se observa un atraso en
los precios relativos de éstos bienes respecto a la inflación promedio en 1984-1989,
especialmente en los casos del gas y el kerosene doméstico, pero también en el agua potable y en
teléfonos, no obstante el alza de setiembre de 1988. Esto permitió que las familias tuvieran un
menor gasto relativo en el grupo de Alquiler, combustible y electricidad y Transporte y
comunicaciones en 1988 y 1989 (Véase Verdera, 1997: p. 204).

El atraso de los precios de los servicios públicos se revierte con el shock de precios
públicos de agosto de 1990 y las sucesivas elevaciones de precios con las privatizaciones
posteriores de las grandes empresas públicas proveedoras de estos servicios y productos.

La Memoria del Banco Central de Reserva de 1989 reseña el gran aumento de los precios
de ese año, responsabilizando por ese aumento a los precios no controlados en razón de “una
política empresarial dirigida a mantener los márgenes de ganancia.” (BCRP 1990: pp. 17-18).

17
Llama la atención esta aseveración porque generalmente se ignora que la elevación de precios y
el mayor gasto para cubrir una determinada canasta de bienes por parte de las familias guarda
relación con el aumento de los ingresos de los empresarios en los casos de los precios que
aumentan en mayor proporción que el promedio de precios. Al parecer, por las cifras que
mostramos en los Cuadros 3 y 5 y por las observaciones de Canales y Fairlie, en general, este no
fue el caso. (Canales y Fairlie 1997: pp. 3-5). Una de las mayores responsabilidades en generar la
hiperinflación en 1988 y 1989 estuvo en los servicios de educación y salud y no sólo en los
precios públicos.

Aunque, como otros autores, Canales y Fairlie ponen su atención en la dinámica de


precios desde el shock de agosto de 1990, también presentan la evolución de diversos tipos de
precios relativos a partir de 1986. Encuentran que los precios relativos públicos controlados
suben por encima del promedio, precisamente entre fines de 1988 y principios de 1989, para
luego tener un crecimiento menor al del promedio de precios hasta el shock de agosto de 1990
cuando se disparan. En verdad como señalan, tomaron al precio de la gasolina como referencia.
(Canales y Fairlie, 1997: Gráficos 3 y 4). Aún limitándonos a la gasolina nosotros no
encontramos que los precios de los combustibles suban por encima del promedio anual antes de
1990 (Cuadro 5).

Los precios públicos se adelantan sobre la variación del índice promedio de 1990 a 1998,
notoriamente en los casos de los servicios de agua potable, luz eléctrica y teléfono particular.
Adicionalmente, estas mayores tarifas van acompañadas de una mayor carga tributaria al
aumentar también la tasa del Impuesto General a las Ventas. En conjunto estos mayores gastos
llevan a una fuerte reducción del gasto en el grupo Alimentos y bebidas y en otros gastos
esenciales de las familias a partir de 1991, como en los casos de Vestido y calzado, Muebles,
enseres y mantenimiento de vivienda y Cuidado de la salud, contribuyendo a mantenerlas en
situación de pobreza.18

La caída en los ingresos reales

Volvamos sobre los ingresos reales. La evolución de las remuneraciones reales está
determinada por las trayectorias de las remuneraciones nominales y de la inflación Al subir
fuertemente el IPC, el denominador de la definición del ingreso real, la atención se centra en qué
pasó con el numerador, en la evolución de los ingresos por trabajo y los sueldos y salarios
nominales. Si estos se hubiesen reajustado o indexado con la elevación de precios el poder
adquisitivo de los ingresos se hubiera mantenido constante. Como vimos al principio (Cuadro 2)
esto no fue así: el gran aumento de los precios no fue acompañado de un reajuste salarial
equivalente y cayeron los ingresos reales por trabajo en un período muy corto.

Las Memorias del BCRP registran la drástica reducción de los ingresos reales para el año
1988 de esta manera: “En el transcurso del período...los ingresos reales de los trabajadores
mostraron un deterioro importante contrastando con la tendencia de años anteriores... De acuerdo
a los estimados que realiza el Banco Central los ingresos reales de los trabajadores dependientes
e independientes disminuyeron en 25 y 33 por ciento respectivamente. En ambos casos la severa

18
Véase Verdera 1997, p. 204. La estructura del gasto familiar corresponde a Lima y a una familia promedio. De
presentarse por estratos de ingreso o de gasto, el impacto en el estrato mayoritario de bajos ingresos sería mayor.

18
caída estuvo ligada fundamentalmente a la inflación creciente y a la recesión que se inició
durante al año.” (subrayado nuestro) (BCRP 1989: pp. 20-21). En la Memoria del año 1989 el
BCRP estima una severa contracción de los ingresos reales respecto a 1988, de 50 y 23 por
ciento para trabajadores dependientes e independientes, respectivamente (BCRP 1990: p. 19).

Resulta llamativo como esta pérdida no es percibida por algunos analistas. Para Canales y
Fairlie, “Los sueldos y salarios han tenido una dramática reducción desde la segunda mitad de
los ochenta…llegando a sus niveles mínimos con el shock de agosto de 1990. () A partir de 1993
se advierte una recuperación de los sueldos, y de los salarios en menor medida. Sin embargo, no
se han alcanzado aún los niveles previos al shock.” (Canales y Fairlie, 1997: p. 16). Esto último
es inexacto. Los niveles de ingresos reales que aún no se han alcanzado son los previos a la
hiperinflación de 1988-89 y no los previos al shock que ya eran muy bajos. De otra parte,
Canales y Fairlie utilizan la información de las Encuestas de establecimientos del Ministerio de
Trabajo que sobrestiman la recuperación a partir de 1993.19 En cualquier caso si se observa su
Gráfico 11 es fácil notar que la caída de las remuneraciones reales se da entre 1987 y 1989 y que
es gigantesca comparada con la leve recuperación de los sueldos y los salarios a partir de 1993.
La diferencia de las remuneraciones reales de 1993 respecto a las de 1987 es aún enorme. Otros
autores también centran la atención en las tendencias de evolución de las diferencias salariales,
discutiendo las variaciones, sin prestar atención a la enorme caída del promedio de ingresos y a
su posterior estancamiento (Díaz 1999).

b) La política de contención salarial

La segunda causa de la caída de los ingresos reales fue la política de contención o freno a
la recuperación de las remuneraciones en relación a la hiperinflación.

Los componentes tradicionales de la política salarial son tres: la regulación de la


negociación colectiva, la política respecto a la RMV y la política de remuneraciones en el sector
público.20 En el período que consideramos debemos añadir la política de reajustes
compensatorios a los trabajadores del sector privado sin negociación colectiva: “La política de
reajustes salariales para los trabajadores del régimen laboral de la actividad privada que no
negocian colectivamente...se inició en 1975, debido a la aceleración del proceso inflacionario, y
se prolongó hasta fines de 1990...” (Romero, 1992: p. 230).

El gobierno de A. García, además de utilizar los instrumentos tradicionales de la política


salarial, limitó la indexación salarial de los trabajadores con negociación colectiva y decretó
reajustes a los trabajadores sin negociación colectiva y a los trabajadores del sector público por
debajo de la inflación pasada. En tal sentido se trató de una política de contención salarial.

La política de contención salarial puede impedir la recuperación salarial respecto a la


inflación de manera directa, actuando sobre la negociación colectiva y sobre las remuneraciones,
o indirecta, afectando la estabilidad laboral y la fortaleza de los sindicatos y su capacidad de

19
Véase al respecto Verdera, 1995: p. 21-22.
20
“Los niveles de salarios son influidos por diversos instrumentos de política, que incluyen las leyes de salarios
mínimos, la fijación de sueldos (en el caso de los empleados públicos) y la legislación relativa a la actividad
sindical” (Webb 1975:69)

19
negociación colectiva o fijando los sueldos del gobierno y la RMV a niveles que afecten las
remuneraciones de los trabajadores del sector privado (Esquema 3).

Esquema 3
Políticas de contención salarial para los trabajadores del sector privado asalariado durante
los gobiernos de A. García y A. Fujimori

Trabajadores con negociación Trabajadores sin negociación


colectiva colectiva
Directa Interferir en negociación y Fijar remuneraciones o reajustes
restringir indexación (García) salariales por debajo de inflación
Prohibición de la indexación (García)
salarial (Fujimori)
Indirecta Fijar los sueldos del gobierno y la Fijar los sueldos del gobierno y
RMV (Ambos) a/ la RMV por debajo de la
Eliminar estabilidad laboral y inflación (ambos) a/
reducir fuertemente el grado de
sindicalización (Fujimori)

Elaborado sobre la base de Romero, 1992: p. 234, con algunas modificaciones.


a/ Se afectará de manera directa a los trabajadores del sector público y a los que perciben la RMV o cuyos
ingresos se encuentran alrededor de la RMV.

Durante el gobierno de A. García la contención de los sueldos y salarios se llevó a cabo


de manera directa, mediante la interferencia del estado que restringió la negociación colectiva,
con decretos que aumentaban las remuneraciones por debajo de las alzas de precios, y
reajustando de manera rezagada el salario mínimo legal.21 Estas medidas de política sólo
permitían una recuperación parcial de los ingresos reales, produciéndose su rápida y acentuada
caída. La pérdida de ingresos reales no se debió a la recesión, ni a una súbita reducción de la
productividad del trabajo o a un cambio en las condiciones de producción. Mientras las
condiciones de producción y del mercado de trabajo permanecían iguales se produjo un drástico
cambio en la distribución del ingreso en contra de los trabajadores.22

Como veremos más adelante, durante el gobierno de A. Fujimori la contención se ha


llevado a cabo de manera indirecta, eliminando la estabilidad laboral y debilitando los sindicatos
y a través de la fijación de los sueldos del gobierno central y la RMV.

Un informe del Banco Mundial reconoce que: "En la medida que la inflación se aceleró
en años recientes...en el sector formal los salarios reales fueron reducidos drásticamente ...()...las
fluctuaciones en los salarios reales en el sector formal provienen de una pobre indexación en los
contratos de trabajo – v.g. convenios colectivos -, la misma que fue extremadamente

21
Se fijaron topes a los aumentos por negociación desde 1976 y luego topes y cláusulas en los pliegos de reclamos
para una indexación primero trimestral y luego semestral.
22
Desde un punto de vista convencional se diría que el mercado de trabajo se ajustó mediante una enorme
flexibilidad de los salarios reales a la baja, a la vez que se mantenían los niveles de empleo, en parte porque no
existía flexibilidad para el despido. No obstante, había un régimen más o menos extendido de contratos temporales
con el PROEM. Además, al ser los salarios tan bajos resultaba muy barato mantener o contratar nuevos trabajadores.

20
distorsionadora en el período de hiperinflación". En cuanto al grado de empobrecimiento de los
trabajadores, ese mismo informe señalará que: "Estos extremadamente bajos salarios reales (en
el sector formal) son incompatibles con mercados de trabajo eficientes". (Subrayado nuestro)
(Banco Mundial, 1992: p. iv)

La información oficial

Las Memorias del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) de 1988 y 1989 describen
cómo se produjo la pérdida de ingresos reales por trabajo. La Memoria de 1988 puntualiza que:
“Si bien durante 1988 se decretó una serie de aumentos a los trabajadores del sector público y
privado no sujeto a negociación colectiva, éstos fueron insuficientes para compensar el acelerado
crecimiento de los precios internos.” (BCRP, 1989: p. 20).

La Memoria de 1988 señala más adelante que la política seguida durante 1988 de otorgar
aumentos estuvo enmarcada “...en el objetivo general de restricción del gasto público y en una
coyuntura de recursos fiscales limitados. Lo anterior, aunando a la agudización del proceso
inflacionario en el último trimestre, llevó a que el valor promedio de las remuneraciones reales
de los trabajadores estatales disminuyera en 60 por ciento en el transcurso de 1988” (Subrayado
nuestro) (Op. cit., p. 79).

La Memoria de 1989 explica la pérdida de ingresos reales en los siguientes términos: “En
el transcurso de 1989, los ingresos reales percibidos por los trabajadores de los diversos
segmentos laborales registraron una severa contracción en relación a sus similares de 1988...Este
desarrollo se explica principalmente por el entorno general de la economía y por la política
salarial adoptada, la que, a pesar de disponer reajustes periódicos en los niveles remunerativos,
no logró compensar el elevado ritmo inflacionario.” (Subrayado nuestro) (BCRP, 1990: p. 19).

En el siguiente cuadro resumimos, siguiendo las Memorias, las medidas de reajustes que
se tomaron en 1988 y en 1989 y la magnitud de la pérdida de ingresos reales. Se llevó a cabo
una política de reajustes diferenciada por grupos de trabajadores según si tenían negociación
colectiva o no, así como para los trabajadores del gobierno central y para el ingreso mínimos
legal.

21
Esquema 4
Reajustes y pérdidas de las remuneraciones reales en 1988-1989 a/

Años 1988 1989


Remuneración Reajustes Pérdida real Reajustes Pérdida real
Ingreso promedio n.a. -27,7% n.a. -36,9%
Ingreso Mínimo En cuatro 20 puntos Mensuales -51,7% .
Legal (IML) b/ oportunidades entre 88-III y
88-IV
Trabajadores - Reajuste Sueldos: - Dos aumentos -46%
privados sujetos al cuatrimestral 26,1% por decreto en Sueldos: -51,1%
régimen de - Topes bajos para la Salarios: - el tope de los Salarios: -45,3%
negociación remuneración de base 26,7% “Incrementos
colectiva para el cálculo. adicionales”,
-En septiembre llegando a I/.
anticipo de I/. 9 mil a 100 mil a
cuenta de aumentos partir de
que se acordaran en octubre
negociación.
Trabajadores sujetos Bonificación -25% Reajustadas Cayeron entre 44,3
al régimen laboral de excepcional por única mensualmente y 50% % c/
la actividad privada vez de I/. 3 mil , elevando la Sueldos: -47.1%
(no sindicalizados) bonificación Salarios: -42,0%
especial por
costo de vida.
Trabajadores del Cinco aumentos de -19% respecto Reajustes por - 59,2% .
Gobierno Central carácter general, en a 1987. compensación
marzo, julio, -60% en el por costo de
setiembre, noviembre transcurso de vida y
y diciembre. 1988 bonificación
por función
técnica
especializada
Trabajadores n.a. -32,8% n.a. Entre 23% y 41%
independientes d/

Fuentes: BCRP, 1989: p. 21-2, 1990: p. 19-21, 1992: p. 22; Romero, 1992; Nunura, 1993. n.a.
No aplicable.
a/ Porcentaje respecto al nivel promedio del año anterior, salvo que se especifique.
b/ Suma del Salario Mínimo Vital (hoy Remuneración Mínima Vital, RMV) y de una
bonificación complementaria. c/ La Memoria presenta dos estimaciones.

Se observa que las mayores reducciones corresponden a los trabajadores públicos y la


menor al Ingreso Mínimo legal. La reducción entre 1988 y 1989 es casi el doble de la reducción
entre 1987 y 1988, siendo mayor para los empleados, sobre niveles más altos, en comparación a
los obreros, con niveles más bajos y generalmente con mayor capacidad de negociación

22
colectiva. Nótese empero que las reducciones para los trabajadores del sector privado con
negociación colectiva son ligeramente mayores que las de los trabajadores sin negociación.

La magnitud de la pérdida real de las remuneraciones fue tal que el BCRP reconoce para
1989 que: “...la evolución negativa de las remuneraciones de los trabajadores del sector privado
hubiera sido aún mayor de no haber mediado incrementos unilaterales otorgados por los
empleadores.” (BCRP, 1990: p. 20).

La visión de los académicos

Para Romero (1992) y Nunura (1993) la contención salarial se expresa en la falta de


indexación salarial plena, esto es, en el no reconocimiento de derechos en relación a la pérdida
de ingresos reales como efecto de la hiperinflación. Como señala Romero: “La política de
reajustes salariales para los trabajadores del régimen laboral de la actividad privada que no
negocian colectivamente - que se inició en 1975, debido a la aceleración del proceso
inflacionario, y se prolongó hasta fines de 1990... no tuvieron una periodicidad constante ni
estuvieron asociados de manera explícita a la inflación observada” (Romero, 1992: p. 230).

De acuerdo a la legislación que se estableció, las modalidades de reajuste salarial para


estos trabajadores fueron cuatro: i. un porcentaje fijo; ii. un monto dado; iii. un porcentaje fijo
hasta determinado tope y a partir de éste un monto dado; iv. un porcentaje regresivo hasta
determinado tope y a partir de éste un monto dado (Romero, 1992: p. 234). No obstante esta
variedad de modalidades y que la política salarial no siguió una regla explícita de indexación a la
inflación pasada, estima que el grado de indexación para las remuneraciones promedio en el
período 1986-90 fue significativo, en alrededor de 70%, esto, cuando la tasa de inflación es la
única variable considerada en el modelo (Subrayado nuestro) (Romero, 1992: p. 243 y 253-4).
Nótese que se refiere a la indexación promedio de cuatro años y no a la de los años 1988-1989.

Por su parte, Nunura concluye su recuento de las medidas de política salarial del gobierno
de A. García puntualizando que “...en lugar de proteger el salario real, ...creó mecanismos para
impedir que los salarios nominales por negociación colectiva recuperen el poder adquisitivo
perdido a lo largo de la vigencia de la convención colectiva. En esa dirección operaron el uso de
la remuneración básica de inicio de la convención para calcular el incremento adicional de
remuneraciones (IAR) y la fijación de topes a esa remuneración.” (Nunura, 1993: p. 91).

Evolución de la política salarial del gobierno de A. García.

La primera medida -- en 1986 y por decreto -- fue eliminar los anticipos o pagos a cuenta
de incrementos futuros o de reajustes provenientes de la negociación colectiva así como eliminar
la propia libre negociación de las cláusulas de reajuste entre sindicatos y empresas. De esta
manera el gobierno regulaba directamente las cláusulas de reajuste e indirectamente también el
aumento general. El gobierno denominó a las cláusulas de reajuste como los IAR, fijó los meses
en que debería otorgarse y estableció las reglas para la determinación de su valor; también fijó el
factor de indexación salarial y definió la base salarial sobre la que se aplicaba el factor de
indexación (Nunura, 1993: p. 89-90).

Veamos, siguiendo a Nunura, cómo actúan los componentes de esta indexación parcial:

23
i. El factor de indexación era el índice de inflación acumulada entre el mes en que se
otorgó el último IAR (o el incremento general) y el mes anterior a la aplicación del nuevo IAR.
ii. La base salarial era la remuneración básica del trabajador, con dos restricciones: a.
Debía ser la vigente al inicio de la convención colectiva. Se prohibía así la acumulación del IAR
a la remuneración básica del inicio de la convención en los casos en que se otorgaba más de una
IAR al año. En estos casos, apunta Nunura, el salario nominal no se indexaba plenamente a la
inflación pasada y el salario real no recuperaba al nivel que tuvo al inicio de la convención ; b.
La remuneración básica tenía un tope por encima del cual la indexación era nula. Por lo tanto la
indexación era parcial. Añadamos que no sólo era parcial sino insignificante (Véase el Esquema
5 siguiente).
iii. Periodicidad de los reajustes por convención colectiva. De enero de 1986 a julio de
1988 fue semestral, de agosto de 1988 a diciembre de 1989 fue cuatrimestral y a partir de enero
de 1990 hasta julio del mismo año se autorizaron reajustes trimestrales.23

Nunura ilustra con detalle --véase el cuadro siguiente – la magnitud de la pérdida


resultante de la política de topes salariales para los trabajadores con negociación colectiva: “El
primer tope salarial se aplicó a partir del 1 de agosto de 1986, su valor nominal fue de I/. 10 mil
y tuvo vigencia de 23 meses, hasta el 30 de junio de 1988. En ese mismo período la inflación
acumulada fue de 460%, lo que implica que el valor real del tope salarial disminuyó a I/. 1,786 (a
precios de julio de 1986). Para recuperar el valor real máximo (el pico) del tope salarial (al
1.8.86), el valor nominal del nuevo tope salarial debió ser de I/. 56 mil. El gobierno, en cambio,
fijó el tope en I/. 20 mil, equivalente al 35,7% del valor necesario para recuperar el pico máximo.
Este porcentaje cayó mucho más, a 1,5%, en el nuevo reajuste del 1 de julio de 1989, valor que
tiende a decrecer hasta abril de 1990 y a recuperarse ligeramente de mayo a julio de 1990. Los
menores niveles que iba registrando el tope salarial en términos reales indican que a una
proporción cada vez mayor de asalariados les fue impedido reajustar sus remuneraciones.”
(Nunura, 1993: p. 143-44).

23
“A pesar de la alta inflación previa al ajuste de setiembre y de la elevación de los precios resultante de éste, así
como del mantenimiento de tasas inflacionarias muy elevadas durante los siguientes meses, el período para el
reajuste...se fijó en tres meses, lapso que para tasas de inflación mensual cercanas al 40% resultaba excesivamente
extenso.” (Iguíñiz, 1993: p. 196). En la experiencia argentina, Frenkel señala que el período de reajuste salarial
tendió a acortarse hasta alcanzar la periodicidad mensual, período que se impone por la disponibilidad de los índices
de precios así como la liquidación mensual de los salarios, período que persistió con tasas de inflación del orden del
20% mensual, vigentes durante largos períodos (Frenkel, 1988: iii).

24
Esquema 5
Valor nominal y real de los topes salariales
(en miles de intis, precios de julio de 1986)
Tope fijado Tope indexado Tope efectivo, valor real
Período de vigencia por el de acuerdo a la
gobierno, inflación Valor nominal Valor Variac.
valor acumulada sobre tope real del %
nominal indexado tope
(1) (2) (1/2 por 100) fijado
Ago 86– Jun. 88 10 -- -- 10 --
Jul. 88 – Jun. 89 20 56 35,7 3,5 -65
Jul. 89 - Sep. 89 50 3.324 1,5 0,15 -57
Oct. 89–Dic. 89 100 6.570 1,5 0,15 0
Ene. 90-Feb. 90 200 13.629 1,5 0,15 0
Mar. 90 300 23.099 1,3 0,13 -13
Abr. 90 350 30.640 1,1 0,11 -15
May. 90- Jun.90 750 42.069 1,8 0,18 64
Jul. 90 8.000 79.651 10,0 1,0 456

Tomado de Nunura, 1993: p. 144.

Entre las conclusiones de Nunura podemos destacar las siguientes: i. El tope salarial
estuvo desde octubre de 1987 por debajo del sueldo promedio de los empleados con negociación
colectiva, desde marzo de 1988 por debajo del salario promedio de los obreros y desde
noviembre de 19888 por debajo del salario mínimo legal; ii. Después de esas fechas, el tope
constituía una parte cada vez menor de tales remuneraciones. En junio de 1990, el tope
representaba el 29% del salario mínimo legal, 7,6% del salario y 6,4% del sueldo; ii. La caída del
valor real de los topes durante su vigencia fue mayor (90%) que la de los sueldos (66%) y
salarios (56,8%) promedios; y, finalmente, iii. Nunura vincula este proceso a la pobreza: estos
resultados llevan a la homogenización de la pobreza de los asalariados en su conjunto (Nunura,
1993: p. 144-45).

Romero, con el interés puesto en el rol de la indexación salarial en la inercia


inflacionaria, llega a la misma conclusión de Nunura. Según esta autora la política de reajustes
para los trabajadores sin negociación colectiva durante el período de 1975 a 1990 no tuvo un rol
indexador de acuerdo a los siguientes indicadores: i. no tuvieron periodicidad constante; ii. no
estuvieron asociados de manera explícita a la inflación observada; iii. no se establecieron reglas
para conocer un calendario y porcentaje de los reajustes (Romero, 1992: p. 230).

Continuidad de la política de contención salarial

La política de contención salarial prosigue con el gobierno de A. Fujimori a partir de


1990, aunque con características diferentes, empezando por los resultados: durante el gobierno
de A. García de produjo la gran pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, en cambio, en
los dos períodos de gobierno de A. Fujimori se han mantenido los muy bajos niveles salariales
heredados del gobierno anterior. No se registró en promedio un mayor empobrecimiento en

25
razón de la política salarial, manteniéndose los bajos niveles de pobreza -en términos de ingresos
reales por trabajo- en que los dejó el gobierno anterior.

La Memoria del BCRP de 1990 establece que “Desde agosto (de 1990), la política en
materia de remuneraciones se orientó por el objetivo de abatir la inflación mediante el
rompimiento con el criterio de ajustes en función de las tasas de inflación pasadas. Así se
dispuso aumentos compatibles con la inflación futura y con una menor frecuencia. En el mismo
sentido, a partir de octubre los principales conceptos remunerativos que fija el gobierno fueron
congelados durante el resto del año, en concordancia con la política económica que buscaba
eliminar el componente inercial de la inflación y, en el caso de las remuneraciones públicas,
evitar presiones adicionales sobre la inflación a través del déficit fiscal (BCRP, 1991: 24-25).24

En 1991, la nueva política salarial estuvo orientada “...a permitir el libre acuerdo de las
partes en la definición de las remuneraciones, así como a eliminar los esquemas de indización
(indexación) anteriormente vigentes que, aunque incluían sólo a una parte de los trabajadores,
contribuían a aumentar las expectativas inflacionarias” (BCRP, 1992: p. 21-22).

Las dos principales medidas adoptadas en 1991 dan la pauta para el resto de las gestión
del gobierno de A. Fujimori en materia salarial: i. La Remuneración Mínima Vital (RMV) fue
incrementada en una sola oportunidad en el mes de enero de 1991 y se mantuvo en el mismo
nivel de S/. 38 durante el resto del año. Ello implicó una caída anual de 32,2 por ciento en
términos reales; ii. Se dispuso que los pactos o convenios colectivos de trabajo no podían
contener sistemas de reajuste automático de remuneraciones fijados en función de índices de
variación de precios, o ser pactados en moneda extranjera (BCRP, 1991: p. 22-23).

En 1992 se prosiguió con la política de contención a través de la utilización de la RMV:


“...luego que fuera reajustada en febrero de 1992, se mantuvo en S/. 72 a lo largo del año...En
términos reales, su valor en diciembre de 1992 fue menor en 31 por ciento respecto al de
febrero;...” (BCRP, 1993: p. 23)

En cuanto a los trabajadores del sector público –indica la Memoria del BCRP de 1992- se
les otorgó una asignación excepcional de S/. 60 a partir del 1 de agosto de 1992 a los
profesionales del sector Salud y a los docentes así como a los servidores de los ministerios de
Salud y Educación. Asimismo, se fijó el ingreso total permanente de los servidores de la
administración pública , el mismo que no podía ser menor a los siguientes montos en cada grupo
ocupacional: profesional, S/. 150, técnico S/. 140 y auxiliar S/. 130 (BCRP, 1993: p. 24).

En resumen, en el gobierno de A. Fujimori, no sólo se elimina la regulación de la


negociación de las cláusulas de reajuste establecidas durante el gobierno de A. García sino que se
prohibe lo que antes se regulaba. En segundo lugar, se tomaron medidas para debilitar a los
sindicatos, en el plano de los derechos individuales, a través del fomento a la inestabilidad
laboral y a la contratación temporal, y en el plano de los derechos colectivos, obstaculizando la
negociación colectiva. En tercer lugar, se reajusta el salario mínimo legal respecto a la inflación

24
“Se establece que los convenios que se inicien a partir de agosto de 1990 pactarán ‘libremente’los reajustes
salariales entre empleadores y trabajadores. Asimismo, en setiembre del mismo año, se otorga por última vez una
bonificación permanente a los trabajadores del sector privado sin negociación colectiva” (Romero 1992: p. 233n.)

26
con grandes retrasos y de manera parcial. Finalmente, también se otorgan incrementos en las
remuneraciones del sector público por debajo de la inflación conduciendo todo ello a una mayor
pérdida de poder adquisitivo o en todo caso a impedir su recuperación.

Contención por vía indirecta

Como se mostró el Gráfico 2, el nivel promedio de las remuneraciones de Lima se


recuperó ligeramente en 1991-92 respecto a su nivel previo al shock, para luego permanecer
estancado. En el Cuadro 6 reunimos la información sobre sueldos y salarios reales –que proviene
de ese Cuadro 2- y añadimos la información sobre el grado de sindicalización, separando
obreros de empleados, para el período 1979 a 1997.25 El Gráfico 5a muestra que los sueldos
reales evolucionan de manera asociada a las remuneraciones del gobierno general. Suben y bajan
conjuntamente. No es el caso del grado de sindicalización de los empleados que muestra una
fuerte tendencia a caer. Se observa en el Gráfico 5b la misma asociación para los obreros, entre
los salarios reales y la RMV real.

Un ejercicio de regresión nos permitirá discutir si existe o no asociación entre la


evolución de los sueldos y salarios reales promedio en Lima con la política salarial del gobierno
y el grado de fortaleza o debilidad de los sindicatos.

Con la información de los cuadros mencionados ensayamos dos regresiones múltiples, en


las que las variables dependientes son el logaritmo de los sueldos reales y el logaritmo de los
salarios reales. Los resultados –en el Esquema 6- muestran que el coeficiente entre la variación
porcentual de los salarios reales y la RMV real, en el caso de los obreros, es 0,67. Como se trata
de coeficientes de elasticidad, esto significa que ante un aumento de la RMV real en un sol, los
salarios reales aumentarán en 67 céntimos. Por su parte, el coeficiente entre la variación
porcentual de los sueldos de los empleados y los sueldos del gobierno es 0,62. La falta de
significación de la variable grado de sindicalización puede explicarse por su drástica caída.26

25
El grado de sindicalización corresponde a los trabajadores de empresas de 20 y más trabajadores mientras que las
remuneraciones reales promedio corresponden al conjunto de trabajadores.
26
“Con relación al activismo sindical, la variable que refleja la situación del mercado se mostró poco significativa
para explicar la dinámica de las remuneraciones promedio”. (Romero 1992: p. 254).

27
Esquema 6
Resultados de regresiones (OLS)
=======================================================
Para obreros:
Período 1981-1997 (17 observaciones)
Variable dependiente: Log. del salario real
Variables Coeficiente t
C 1,36 3,6
Log. RMV real 0,67 10,7
Log. sindicalización 0,14 1,2
R2 Adj = 0,92; DW = 1.98

Para empleados:
Período 1983-1997 (15 observaciones)
Variable dependiente: Log. de sueldos reales
Variables Coeficiente t
C 1,42 2,7
Log. sueldos reales del 0,62 6,3
gobierno
Log. sindicalización 0,14 0,9
AR (1) 0,56 1,9
AR (2) -0,50 -1.9
R2 Adj = 0,84; DW = 2,18
========================================================

Aunque la serie es corta, podría usarse una dummy para separar los períodos antes y
27
después de la hiperinflación. Los resultados de estas regresiones no contradicen el argumento
que la política seguida en materia de RMV y de remuneraciones del gobierno después de 1990 ha
servido para mantener bajos los sueldos y salarios reales, impidiendo su recuperación a niveles
anteriores a la hiperinflación de 1988-1989.

c) La reducción del gasto público social corriente28

La crisis que se inicia en 1988 también se originó en una crisis fiscal. El déficit
económico del gobierno central aumentó en casi tres veces entre 1980 y 1987. Una de las formas
de afrontar el déficit fiscal fue reducir el gasto público, en particular el gasto social real, y de
este, el corriente. Esta reducción afectó los servicios prestados por los sectores educación y
salud, los mismos que constituyen casi la totalidad del gasto social. 29 Ponemos el énfasis en
27
Tratándose de series muy cortas se realizaron pruebas de estabilidad de los parámetros. Los resultados de las
pruebas CUSUM y CUSUM2 para la regresión con los salarios como variable dependiente indican que los
coeficientes estimados son estables a lo largo del período. El único coeficiente inestable corresponde a la variable
sindicalización que no es significativa en la regresión. En el caso de la regresión para sueldos, al haber utilizado las
variables AR(1) y AR(2) no es posible efectuar estas pruebas. Utilizando el test de Chow para los años 1989, 1990 y
1991 se rechaza la hipótesis nula de estabilidad de los parámetros, encontrándose estabilidad sólo al hacer el corte en
1992. En síntesis, el resultado de la regresión para los salarios es satisfactorio y no el de la regresión para los
sueldos.
28
Para mayor información puede verse Verdera, 1997: pp. 18-21.
29
El gasto en educación constituye el 98% del gasto social (Francke, 1994: p. 32).

28
señalar al gasto social corriente porque lo que se contrajo fueron los sueldos de los maestros y
del personal de salud.

En el Cuadro 7 presentamos la evolución del gasto público social real así como del gasto
en educación y salud. La información anual disponible llega hasta 1993, momento en que se
interrumpe la publicación del gasto público social corriente ejecutado. En su lugar primero se
publicaron cifras de la inversión pública en infraestructura de educación y salud - esto es, en la
destinada a la construcción de aulas escolares, colegios y postas médicas-- y luego se presentan
sólo cifras del gasto presupuestado.30

Lo que se observa en el Cuadro 7 es una gran reducción del gasto social corriente total y
per cápita en 1989 y en 1990. La caída entre 1988 y 1989 es de 40 puntos del índice o de –33%,
y entre 1989 y 1990 de 28 puntos o de –34,6%. La recuperación en 1992, sobre niveles muy
bajos, es de 10 puntos del índice o de 19,6%, no permitiendo su recuperación pues aún está 20
puntos por debajo del nivel del índice de 1988.

Como indica Francke el porcentaje del gasto social en relación al PBI en el Perú siendo
bajo, se redujo a partir de 1988. Hasta 1986 este porcentaje estaba entre 4 y 5%, del PBI, bajó a
niveles entre 2 y 3% del PBI desde 1987 y finalmente alcanzó su nivel más bajo en 1991 con
apenas 2,1% del PBI (Francke, 1994: p. 33).31

Por su parte, el nivel del gasto en educación, el más importante componente del gasto
social, habiendo llegado en 1993 a un 14,5% del gasto del gobierno, se encuentra aún por debajo
del 18,4% alcanzado en 1970-74.32 Francke destacará que el porcentaje del gasto en educación
cae del 3,5% del PBI en 1986 a 2,3% en 1987-88, a 2% en 1989 y a niveles de 1,5% en 1990-91
(Francke, 1994: Cuadro Nro. 1 del Anexo).

Nos interesa destacar en esta ponencia es que el menor gasto público social en educación
y salud fue en parte trasladado a -- y asumido por-- al gasto de las familias. En el caso de la
educación ello se produce a través de los cobros por matrícula, cuotas a las asociaciones de
padres de familia (APAFA), útiles, libros y materiales de enseñanza y pensiones. De esta
manera, la reducción del gasto en el caso de la educación se compensa con el mayor cobro
directo a los padres de familia. Esto se pone también en evidencia en otros dos indicadores: i. el
gran aumento de los precios de los servicios de enseñanza y, ii. el incremento del porcentaje del
gasto de las familias en educación. La elevación de los precios de los servicios sociales públicos
en educación es consistente con la reducción del gasto público social corriente y, como veremos,
con el mayor porcentaje del gasto en educación por parte de las familias.

30
A partir de 1993 en las Memorias del Banco Central de Reserva del Perú se omite el Cuadro 51 que presentaba
hasta 1992 el Gasto Público Social (Educación y Salud) del Gobierno Central. Véase Memoria de 1992, pág. 90 y
Memoria de 1993, pág. 99. Francke comentará: “Es interesante anotar que ni el Ministerio de Economía y Finanzas
ni el Ministerio de Educación procesan la información para saber a cuánto asciende el gasto público en educación”
(Francke, 1994: p. 106)
31
“Este nivel es bajo incluso para niveles latinoamericanos y países subdesarrollados. En Ecuador, por ejemplo, el
gasto social alcanza el 5% del PBI en 1991 (según un Informe del Banco Mundial).” (Francke 1994: p. 33).
32
“La reducción de gastos en educación y salud es también bastante común...” (Iguíñiz, 1994: p. 54).

29
Como vimos en el Esquema 2, la reducción del gasto público social real –que se expresa
en una menor cantidad y calidad de los servicios públicos gratuitos que se prestaban-- se suma a
la reducción de los ingresos reales por trabajo. En tal sentido la pérdida de bienestar es aún
mayor que cuando se considera por separado la caída de los ingresos reales o la reducción del
gasto social.

d) Mayor gasto de las familias en educación

El menor gasto público social corriente y los mayores precios de los servicios de
enseñanza y salud conducen a los prestadores de servicios a cobrar por ellos. Las familias se ven
obligadas a destinar una mayor proporción de su gasto familiar para cubrir esos mayores cobros.
Este fenómeno para el caso de los servicios de salud ha sido calificado como una privatización
de facto (Petrera 1993), mientras que Francke lo resume así: “...muchos peruanos no pueden
acceder a los servicios.de salud porque les quieren cobrar demasiado y porque el Estado no
destina los recursos públicos prioritariamente hacia ellos.” (Francke, 1998: p. 50).

Coincidentemente, la legislación que autoriza los cobros por enseñanza por concepto de
APAFA data de 1988. Los antiguos aportes o contribuciones que los padres de familia
efectuaban a los colegios cobraron fuerza de ley. Las Asociaciones de Padres de Familia
(APAFA) se formalizaron y cobran una cuota por cada educando, la misma que se utiliza para
cubrir gastos corrientes de la enseñanza así como mejoras en las escuelas. Esta cuota se elevó en
la fase de inicio de la hiperinflación.

En el Cuadros 8 presentamos la evolución del gasto anual en educación y en alimentos de


las familias a partir de las ENNIV. Se observa que el porcentaje del gasto de las familias en
educación sobre su gasto total se eleva de 4,4% en 1985-86 a 6,3% en 1994 y a 7,7% en 1997.
Esta progresión del porcentaje del gasto en educación tiene como una de sus contrapartidas la
reducción del porcentaje del gasto en alimentos sobre el gasto total. Mientras que el porcentaje
del gasto en educación crece en 43% y 22% entre 1985-1994 y 1994-1997, el porcentaje del
gasto en alimentos baja en 11% en cada uno de esos dos períodos. El mayor aumento del
porcentaje del gasto se registra en el período del empobrecimiento, de 1985-86 a 1994. No
obstante, en el período 1994-1997 en el que los ingresos reales por trabajo en promedio se
mantienen constantes, este porcentaje sigue subiendo. Una posible explicación a esto último es
que el gasto público social corriente haya continuado su descenso.

Por áreas geográficas el mayor nivel del gasto se observa en Lima, pero los mayores
incrementos en términos relativos se presentan en las áreas rurales entre 1985-86 y 1997: en la
costa de 1,2% a 6,3%, en la sierra de 1,8% a 5% y en la selva, de 1,9% a 4,7%.

Nótese en la última columna del Cuadro 8 que el número de educandos por hogar
prácticamente no varía en esos años. En otras palabras, al aumentar el porcentaje del gasto total
en educación también aumenta el porcentaje de gasto por educando. Finalmente, el Cuadro 8
contiene el porcentaje del gasto familiar sobre el total para la educación primaria y pública. Del
total de estudiantes en educación primaria, el 91% van a centros educativos públicos. Aunque
aumenta de 1% a 2,4% entre 1985 y 1997 se percibe claramente la enorme diferencia entre el
porcentaje del gasto de las familias entre la educación primaria pública y la privada, para el 9%
de los escolares, diferencia que va de 7 veces en 1985 y 1994 a 5,1 veces en 1997.

30
En el Cuadro 9 presentamos el índice del gasto real -promedio anual- en educación
primaria pública. Se observa una reducción del gasto real promedio en este nivel de educación
entre 1985 y 1994 y una posterior elevación en 1994-1997. Al comparar este resultado con el del
Cuadro 8 anterior concluimos en que mientras que cae el gasto total promedio de las familias en
educación entre 1985-86 y 1994, el porcentaje de su gasto en este rubro sobre el gasto total en
promedio aumenta. En otros términos, se trata de un servicio sumamente valorado: mientras cae
el ingreso y el gasto familiar y también el gasto en educación, sube su participación en el gasto.

Nótese que el rubro de Libros, textos y cuadernos, el nivel de gasto real de 1997 es mayor
que el de 1985. De otra parte, las mayores reducciones respecto a 1985 se registran en Uniformes
escolares y Pensiones, refrigerios y transporte. Como es conocido parte de los Programas de
alivio a la pobreza se han centrado en el reparto de uniformes y en la alimentación escolar.
Nótese que en el caso de la Sierra Rural, la zona de mayor pobreza extrema, el índice del gasto
real de las familias sube en 1994 respecto a 1985 en Matrícula y APAFA, de 127,5 a 160 y en
Libros , textos y cuadernos, de 186,3 a 296,4.

5. Los programas de alivio a la pobreza

Sin contar con un análisis de las causas de la pobreza o del empobrecimiento reciente, se
vienen implementando políticas destinadas inicialmente a erradicar la pobreza, más tarde para
reducirla, y finalmente para aliviarla, añadamos, temporalmente. ¿Cómo es posible que se actúe
de manera tan pragmática o superficial con un problema tan serio y severo? No es que no exista
prisa ni urgencia, precisamente por ello, las medidas de política destinadas a combatir la pobreza
deben ser bien fundamentadas y deben orientarse a lograr reducciones de la pobreza.

Como una forma aparente de ir sobre seguro en este pragmatismo, la propuesta de


algunos funcionarios del Banco Mundial es que, aunque el gasto social total se pueda reducir
durante el ajuste, el gasto social destinado a los pobres debe mantenerse. Por ello se ha
desarrollado la idea de focalización de la ayuda a los pobres (Francke, 1994: p. 31). Como ha
sido señalado este tipo de gasto es altamente discrecional. No se trata del derecho de los
ciudadanos de tener educación y salud pública gratuita y de calidad sino de la posibilidad de ser
seleccionados según su grado de pobreza y los criterios de los formuladores de políticas de
alivio.

Veamos primero cómo operan los programas de alivio a la pobreza para luego formular
una breve evaluación y sugerir opciones alternativas. Siguiendo el Esquema 7 digamos primero
que hay un aspecto de financiamiento de los programas. En los albores de estos programas, por
ejemplo en el caso de FONCODES, se pasó de pocos recursos en 1993 a contar con fondos en
exceso en relación a la capacidad de gasto. Resulta llamativo que mientras se reducía el gasto
público social corriente, no existían criterios claros para utilizar los fondos para los programas de
compensación social. Pero, además, el tema del financiamiento es complejo puesto que
alrededor del 50% de los fondos para los programas provienen del crédito externo. En otras
palabras, el alivio temporal de la pobreza conlleva un mayor endeudamiento con el exterior, que
será una carga para todos los contribuyentes, incluyendo a los pobres.

31
Esquema 7
Políticas de alivio a la pobreza
Aspectos de la Medidas de Implementación de Resultado final:
evolución política y las políticas efectos sobre la
macroeconómica financiamiento pobreza

Endeudamiento Mayor deuda para Focalización y - Alivio temporal


externo programas de reducción de por donaciones
compensación pobreza extrema, - Discrecionalidad
especialmente - Sesgo urbano
urbana - Posibilidad de
Déficit público Orientación del Aumento de mayor acceso a
gasto público social capacidad para servicios según
a alivio y a prestar servicios capacidad o
infraestructura. sociales públicos. disposición de pago.
Contención del Deterioro en calidad
gasto social de servicios de
corriente educación, salud y
Aumento de cobros seguridad.
(ingresos propios)

Un segundo aspecto es el contenido de los programas. Se han concentrado mayormente


en la construcción de infraestructura social con la idea de mejorar el acceso de la población
pobre a los servicios públicos sociales. De una parte, el alivio a la pobreza es temporal pues la
contratación de jornales y los salarios pagados se realizan mientras se lleva a cabo la obra. De
otra parte, ya hemos indicado que se cobra de manera creciente a la población pobre por estos
servicios, con lo cual no se garantiza que la población pobre tenga acceso efectivo a los
servicios.

Eficacia de las políticas

Lo anterior lleva a dudar de la eficacia de la política social , esto es, a considerar si los
ingentes fondos de que dispone el Ministerio de la Presidencia llegan a los pobres. Un estudio
reciente del Banco Mundial sostiene que los programas sociales del Ministerio de la Presidencia
tienen dificultades para llegar a los pobres. El estudio indica que sólo 17% de los beneficios de
los programas fueron a los pobres extremos, mientras que 48% fueron a los pobres y que 35% se
filtraron a los no pobres. Entre las razones de este resultado se señala que estos programas tienen
un sesgo urbano y debilidad en la focalización (IMF, 1998: pp. 42-43). (subrayados nuestros).

Según un Informe del FMI el gasto social total –incluyendo programas de alivio a la
pobreza- como porcentaje del PBI se ha recuperado desde 1992, pasando de 5,2% el PBI en 1992
a 8,2% en 1997, y el gasto en alivio de la pobreza se ha duplicado entre esos años. No obstante,
continúa, el gasto público en salud y educación como porcentaje del PBI en el Perú, de 4,8%,
está por debajo del promedio de América Latina. Tanto la relativamente baja presión tributaria
como el fuerte pago de la deuda externa limitan el gasto social. El gasto público en salud y
educación como porcentajes del gasto público se encuentran también por debajo del promedio de

32
América Latina y entre los más bajos del Hemisferio Occidental con un 1,3% y un 3,5% del PBI
en 1997, respectivamente. (IMF, 1998: pp. 32-33)

El Informe también da cuenta de que los sueldos de los maestros y del sector público
cayeron entre 1989 y 1993 en 28%. Actualmente, sólo 50% de los profesores de primaria tienen
título y se concentran en Lima y Callao. Los profesores más calificados dejan las escuelas
estatales o incluso la profesión de maestros.

Varios especialistas concuerdan en la importancia de la donación de alimentos para la


reducción de la pobreza. Para Francke, alrededor de 2 puntos porcentuales de la reducción de la
pobreza de cerca de 55% a inicios de la década de 1990 a 50% en 1997 se debe al reparto de
alimentos (Francke, 2000: p. 1). De igual manera, según Webb y Ventocilla: “Un factor que ha
tenido gran importancia en la disminución de la extrema pobreza lo constituye la donación de
alimentos efectuada por los programas sociales....A nivel geográfico la región más favorecida es
el área rural donde cerca del 65% de las familias han tenido acceso a este beneficio”. (Webb y
Ventocilla, 1999: p. 257). El director ejecutivo de FONCODES ha declarado recientemente que
este año 2000 se ha puesto atención especial al Programa Social descentralizado de desayunos
escolares para mejorar los niveles de alimentación y nutrición de escolares de 4 a 13 años de
edad y presentó cifras mostrando el aumento de la cobertura y la importancia del programa que
significó 50 millones de dólares en 1999.

Programa de desayunos escolares de FONCODES

Año Monto en millones Niños Monto por beneficiado


de dólares beneficiados en dólares
1993 4.8 237 mil 20,2
1999 50.0 2 millones 25,0

Es obvio que no estamos diciendo que deben cesar los programas de desayunos escolares,
sino que además de que son insuficientes, lo deseable es que una parte creciente de las familias
pudiera cubrir mayores gastos en alimentos. ¿Por qué no se elimina la cuota de la APAFA que
equivale en la actualidad al 50% del monto de este programa por beneficiado? ¿Por qué no se
eliminan los pagos adicionales a los centros educativos o para las atenciones en salud? ¿Por qué
el Estado no utiliza los ingresos por recaudación tributaria para hacer frente a esos gastos?

De manera preliminar, se podría decir que la política de alivio a la pobreza se origina en


el endeudamiento externo y en una política de gasto social que reduce el gasto social corriente y
privilegia el gasto en programas de alivio a la pobreza. Al reducir el gasto público social
corriente se obliga a las familias a pagar cuotas y tarifas por una parte del costo de la educación
y la salud públicas que deberían ser gratuitas y de calidad. Con los ahorros que hace el estado del
gasto corriente –al no mejorar los sueldos de maestros, médicos, personal de salud--, éste hace
frente a parte de los programas de alivio a la pobreza de manera focalizada y temporal y destina
otra parte a los pagos como los de la deuda externa. Al pagar la deuda recibe ayuda internacional
e incurre en mayor endeudamiento para hacer obras y distribuye alimentos.

33
6. Conclusiones y alternativas de política

En este artículo, de manera aún un tanto esquemática, presentamos una interpretación de


cómo el ajuste afectó los ingresos reales de la población. Una constatación es que el ajuste,
entendido como la gran reducción del nivel de vida de la población, se produjo en 1988 y 1989 y
no en agosto de 1990 o en 1991 como varios autores afirman. El ajuste de 1990 sirvió y sirve aún
para mantener los niveles de ingresos reales bajos y constantes.

Resulta sorprendente que este nexo, entre las políticas macroeconómicas y la evolución
de la pobreza no sea motivo de estudio. En gran medida los estudios impulsados por el Banco
Mundial a partir de las encuestas de hogares ENNIV ponen la atención en el comportamiento de
las familias, a las que de hecho se analiza al margen de la evolución macroeconómica y, en
particular, al margen del comportamiento de los gobiernos en materia de políticas de precios e
ingresos y de política fiscal.

Las políticas para reducir la pobreza deben ir justamente en el sentido contrario a lo que
ha ocurrido en estas tres políticas mencionadas.

Si hubo una drástica redistribución regresiva con la hiperinflación que cambió la


distribución del ingreso y empobreció más debe promoverse una redistribución del ingreso
progresiva a través de las políticas de precios y tarifas, de la política salarial y de la política
fiscal. No plantearse este cambio en las políticas significa consagrar la enorme pérdida de poder
adquisitivo ocurrida y la pérdida de bienestar de las familias, manteniéndolas en su condición de
pobreza de manera permanente.

Lo que decimos tampoco es un descubrimiento. Infante señalará que de acuerdo a la


experiencia reciente de América Latina, “...la combinación de un rápido crecimiento económico,
junto a una política activa de salarios mínimos y la mantención de un gasto social elevado
orientado hacia los sectores de menores ingresos, constituyen los ingredientes básicos de una
estrategia que permita reducir la pobreza” (Infante, 1994: p. 2). Añadamos que permitirían
reducir la pobreza de manera permanente.

Los programas de alivio a la pobreza son eso, de alivio, no de reducción de la misma.


Finalmente, la visión de que es necesario esperar que en el largo plazo --vía la inversión en
educación-- pueda aumentar la productividad del trabajo y así mejorar los ingresos y superar la
pobreza, tiene dos fallas. Primero, ignora las causas macroeconómicas del empobrecimiento
reciente, y segundo, al hacerlo, está creando las condiciones para que esta política continúe y
siga manteniendo a más del 50% de la población del país en condición de pobreza.

Fuentes de información utilizadas

PBI: Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), Memoria 1998.


Ingresos y remuneraciones: Ministerio de Trabajo, Bases de las Encuestas de Hogares.
Pobreza: Instituto Cuánto, Bases de las Encuestas Nacionales de Niveles de Vida,
(ENNIV) de 1985-86, 1994, 1997.
Precios: INEI, Compendios estadísticos.

34
Remuneración Mínima Vital y remuneraciones del gobierno: INEI, Compendios
estadísticos.
Grado de sindicalización: Ministerio de Trabajo, Bases de las Encuestas de Hogares.
Gasto público social: BCRP.
Gasto de los hogares: Instituto Cuánto, Bases de las ENNIV.

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36
Cuadro 1
Perú: Evolución del PBI per cápita
(Indice 1979= 100)
Año PBI per cápita Indice
1950 113.4 54.9
1951 119.7 57.9
1952 124.0 60.0
1953 127.3 61.6
1954 132.1 63.9
1955 134.8 65.2
1956 136.9 66.2
1957 142.3 68.8
1958 137.7 66.6
1959 138.9 67.2
1960 151.5 73.3
1961 158.1 76.5
1962 166.5 80.6
1963 167.7 81.1
1964 173.7 84.0
1965 177.1 85.7
1966 186.6 90.3
1967 188.3 91.1
1968 183.8 88.9
1969 185.5 89.7
1970 190.9 92.4
1971 193.4 93.6
1972 193.4 93.6
1973 198.2 95.9
1974 210.7 101.9
1975 211.9 102.5
1976 210.3 101.7
1977 205.4 99.4
1978 200.5 97.0
1979 206.7 100.0
1980 212.0 102.6
1981 217.4 105.2
1982 210.9 102.0
1983 181.6 87.9
1984 186.7 90.3
1985 187.7 90.8
1986 202.2 97.8
1987 213.9 103.5
1988 191.3 92.5
1989 165.6 80.1
1990 156.5 75.7
1991 158.2 76.5
1992 152.7 73.9
1993 159.7 77.3
1994 177.6 85.9
1995 187.4 90.7
1996 188.5 91.2
1997 198.1 95.8
1998 195.2 94.4

Fuente: Banco Central de Reserva.


Memoria 1998.
Gráfico 1
PERÚ: Producto Bruto Interno per Cápita 1950 - 1998
(Indice 1979 = 100)

110

100

90
Indice

80

70

60

50
50

53

56

59

62

65

68

71

74

77

80

83

86

89

92

95

98
19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19

19
Años

Fuente: Banco Central de Reserva, Memoria 1998.


Cuadro 1
Lima: Evoución del ingreso mensual promedio y de las remuneraciones reales,
1979-1997 a/ (Nuevos soles constantes de 1990)
Ingresos mensuales Sueldos b/ Salarios
Años
Reales Indice Reales Indice Reales Indice

1979 84.8 88.4 118.6 83.0 70.4 96.0


1980 81.7 85.1 96.5 67.5 72.3 98.6
1981 92.2 96.0 119.6 83.7 80.8 110.2
1982 99.5 103.7 128.7 90.1 92.4 126.1
1983 99.5 103.7 121.7 85.2 67.9 92.6
1984 92.5 96.3 142.8 99.9 69.6 95.0
1986 88.5 92.2 132.7 92.9 65.6 89.5
1987 96.0 100.0 142.9 100.0 73.3 100.0
1989 31.4 32.7 45.0 31.5 31.6 43.1
1991 32.6 34.0 38.7 27.1 23.5 32.1
1992 30.5 31.8 50.8 35.5 24.9 34.0
1993 29.2 30.4 39.2 27.4 22.6 30.8
1994 32.2 33.6 48.0 33.6 23.7 32.3
1995 35.2 36.6 52.8 36.9 26.3 35.9
1996 32.1 33.4 40.2 28.1 27.8 38.0
1997 43.1 44.9 56.4 39.5 28.8 39.2

Fuente: MTPS-DNEFP, Encuestas de Hogares.


a/ En 1979 a 1984 en soles, 1986 en intis,1987 y 1989 en miles de intis; de 1991 a 1997
en nuevos soles. En 1985 y 1988 no se realizaron las encuestas. Se descartó el dato
para 1990 puesto que el shock de precios se dio en el periodo de la encuesta.
b/ Excluye ejecutivos.
Gráfico 2
Lima: Evolución de los Ingresos, Sueldos y Salarios reales mensuales promedio, 1979 - 1997.

160.0

140.0

120.0
Nuevos soles (constantes de 1990)

100.0

80.0

60.0

40.0

20.0

0.0
79 80 81 82 83 84 86 87 89 91 92 93 94 95 96 97
Años

Sueldos Salarios Ingr. Promedio


Cuadro 2
Perú: Evolución de los niveles de la población en pobreza por áreas geográficas, 1985-1997.
(porcentajes respecto al total de la población de cada dominio)
Nivel de Nivel de
Area geográfica pobreza var.% Indice pobreza var.% Indice
total a/ b/ extrema a/ b/
Nacional
1985 37.9 14.9
1991 c/ 57.4 8.6 26.8 13.3
1994 53.4 -2.3 19.0 -9.7
1997 50.7 -1.7 14.7 -7.5
Lima Metropolitana
1985 27.4 1.0 3.4 1.0
1991 c/ 47.6 12.3 n.a. 10.1 32.8 n.a.
1994 42.4 -3.6 1.0 5.5 -15.2 1.0
1997 35.5 -5.4 1.0 2.4 -18.8 1.0
Costa urbana resto
1985 42.1 1.5 11.1 3.3
1994 51.9 2.6 1.2 12.2 1.1 2.2
1997 58.3 4.1 1.6 7.6 -12.6 3.2
Sierra urbana
1985 36.4 1.3 15.4 4.5
1994 51.6 4.6 1.2 14.6 -0.6 2.7
1997 37.7 -9.0 1.1 7.7 -15.8 3.2
Selva urbana
1985 48.2 1.8 23.3 6.9
1994 43.0 -1.2 1.0 12.0 -5.4 2.2
1997 44.2 0.9 1.2 7.2 -13.3 3.0
Costa rural
1985 50.0 1.8 26.6 7.8
1994 63.4 3.0 1.5 26.5 0.0 4.8
1997 52.8 -5.6 1.5 23.6 -3.6 9.8
Sierra rural
1985 49.2 1.8 32.3 9.5
1994 64.7 3.5 1.5 37.7 1.9 6.9
1997 68.3 1.9 1.9 32.6 -4.5 13.6
Selva rural
1985 68.0 2.5 43.9 12.9
1994 70.1 0.3 1.7 38.6 -1.3 7.0
1997 64.9 -2.5 1.8 36.4 -1.9 15.2

Fuente: Instituto Cuánto, 1999:258, para las ENNIV de 1991, 1994 y 1997, e INEI, 1988, e
Instituto Cuánto, 1995, para ENNIV 1985-86.
a/ Variación promedio anual.
b/ Definido como la razón entre la tasa de pobreza de cada area geográfica y las de Lima que
se toma como base de comparación (igual a 1).
c/ La ENNIV de 1991 no incluyó la Costa rural ni la Selva urbana y rural.
Cuadro 3
Lima: Ratio de las variaciones de grandes grupos de consumo respecto a la variación del IPC, 1980-1998.

Indice Ratios (IPC = 1)


Años general de Alimentos Vestido y
Alquiler, Muebles, Cuidado,
Transp. y
Esparcim., Otros
precios y bebidas vivienda, enseres, conservac. de divers. y bienes y
calzado comunic.
a/ Energ.eléc mantenim. salud enseñan. servicios

1980 60.8 0.94 1.34 0.71 1.42 1.10 0.63 1.24 1.18
1981 72.7 0.94 0.69 0.96 1.20 1.12 1.10 1.01 1.18
1982 72.9 0.99 0.65 1.01 0.85 1.10 1.09 1.00 1.22
1983 125.1 1.09 0.61 1.00 0.89 1.32 1.01 0.99 0.95
1984 111.5 0.92 1.10 1.00 1.04 1.17 1.25 1.18 0.89
1985 158.3 0.97 1.08 0.69 1.10 0.93 1.24 1.13 1.05
1986 62.9 0.96 1.84 0.47 1.08 1.07 0.33 1.41 1.34
1987 114.5 0.79 0.91 0.58 1.31 1.02 0.90 1.55 1.22
1988 1722.3 0.85 1.27 0.71 1.04 0.99 1.42 1.08 0.99
88-I 115.3 0.82 1.59 0.71 0.96 1.01 1.04 1.31 1.16
88-II 746.5 0.94 0.95 0.85 1.07 0.98 1.42 0.91 1.15
1989 2775.3 0.85 1.00 0.67 0.68 0.96 0.59 3.61 0.85
89-I 601.2 0.69 0.76 0.82 0.54 0.96 0.65 5.54 0.65
89-II 310.0 1.22 1.34 0.75 1.19 1.00 0.82 0.63 1.30
1990 7649.7 0.91 0.78 1.72 0.82 1.42 1.54 0.78 0.91
90-I 484.4 0.82 1.02 1.20 1.00 1.12 1.09 1.92 1.29
90-II 1226.0 1.08 0.75 1.51 0.80 1.31 1.45 0.40 0.72
1991 139.2 0.74 0.79 2.62 0.82 1.27 1.40 2.02 0.74
1992 56.7 1.03 0.65 0.89 1.12 1.10 1.08 1.18 0.86
1993 39.5 0.91 0.95 1.09 0.76 1.11 1.37 1.18 0.91
1994 15.4 0.79 1.21 1.81 0.74 1.54 0.45 1.61 1.05
1995 10.2 0.94 1.16 1.38 1.11 1.45 0.25 1.77 0.87
1996 11.8 0.96 0.62 1.14 0.65 1.17 2.10 0.86 0.56
1997 6.5 0.92 1.11 0.32 1.45 1.77 1.15 1.68 1.25
1998 5.8 0.97 0.93 0.97 1.43 1.26 0.50 1.50 1.31
Fuente: INEI. Compendio de Estadísticas Económicas y Financieras 1997-98.
a/ Alimentos y bebidas incluye tabaco entre 1980 y 1988.
b/ Otros bienes y servicios incluye alimentos y bebidas fuera del hogar entre 1980 y 1988, y tabaco desde 1989.
Gráfico 3
Lima: Ratios entre la variación de precios de Cuidado y conservación de la salud, Transportes y
comunicaciones y Esparcimiento y enseñanza respecto a la variación promedio de los precios (=1),
1980-98.

8.00

7.00

6.00

5.00
Ratios

4.00

3.00

2.00

1.00

0.00
80 82 84 86 88 I II 89 I II 90 I II 92 94 96 98
Años

Esparcim/enseñan Cuidado salud Transp.


Cuadro 4
Lima: Ratio mensual de la variación de precios del grupo de Esparcimiento, diversiones y
enseñanza respecto a la variación del IPC, 1988-1990
Ratios mensuales (IPC= 1)
Variación del
Gasto en libros
Años y Meses índice general de Indice del Gasto en
periódicos y
precios grupo enseñanza
revistas

1988
Enero 12.8 1.5 1.7 0.6
Febrero 11.8 1.7 0.8 2.8
Marzo 22.6 1.1 0.5 1.6
Abril 17.9 1.1 1.0 1.0
Mayo 8.5 1.2 1.8 0.9
Junio 8.8 1.1 1.1 0.6
Julio 30.9 0.9 0.3 1.4
Agosto 21.7 1.3 1.4 0.9
Setiembre 114.1 0.6 1.3 0.6
Octubre 40.6 1.7 3.1 1.5
Noviembre 24.4 0.9 0.9 1.0
Diciembre 41.9 0.7 0.9 1.0

1989
Enero 47.3 0.8 0.5 0.8
Febrero 42.5 2.0 0.9 3.6
Marzo 42.0 4.7 0.8 7.4
Abril 48.6 3.6 0.5 4.2
Mayo 28.6 1.3 0.9 1.3
Junio 23.1 0.9 1.3 0.9
Julio 24.6 0.9 1.1 0.9
Agosto 25.1 1.0 1.4 1.0
Setiembre 26.9 0.7 1.0 0.6
Octubre 23.3 0.4 1.2 0.3
Noviembre 25.8 0.4 1.7 0.3
Diciembre 33.8 1.1 0.6 1.0

1990
Enero 29.8 2.7 1.2 4.0
Febrero 30.5 3.0 1.0 4.0
Marzo 32.6 2.1 0.7 2.4
Abril 37.3 0.7 0.6 0.7
Mayo 32.8 0.5 0.8 0.4
Junio 42.6 0.5 1.4 0.3
Julio 63.2 0.4 1.4 0.3
Agosto 397.0 0.4 0.9 0.3
Setiembre 13.8 1.9 3.1 1.4
Octubre 9.6 0.9 0.4 1.4
Noviembre 5.9 1.3 1.0 1.3
Diciembre 23.7 0.6 0.7 0.3
Fuente: INEI. Compendio de Estadísticas Económicas y Financieras, 1997-98.
Gráfico 4
Lima: variación mensual de los precios de libros escolares y gastos en enseñanza respecto a la
variación promedio de precios (= 1), 1988-1990
8.0

7.0

6.0

5.0

Libros,revistas
Ratios 4.0
Enseñanza

3.0

2.0

1.0

0.0
E88 M M J S N E89 M M J S N E90 M M J S N

Meses
Cuadro 5
Lima: Variación anual del IPC y de los principales precios públicos de servicios y combustibles, 1982-1998.
Agua Luz Teléfono Pasaje Gas Kerosene Gasolina
Periodo Variación potable eléctrica particular inter propano doméstico 84 Oct.
IPC (30 m3) (30 Kwh)(150 Llds) urbano (24 Lb) (Lt) (Gln)
Variación %
1982-83 1.1 1.4 0.7 0.9 0.8 2.3 2.7 1.5
1983-84 1.1 2.7 1.7 1.1 1.2 1.0 1.1 1.1
1984-85 1.6 1.1 4.0 1.7 3.3 2.5 1.4 2.7
1985-86 0.8 0.7 0.3 0.4 0.5 0.3 0.0 0.4
1986-87 0.9 0.8 0.2 0.9 0.6 0.1 0.1 0.3
1987-88 6.7 2.8 2.4 3.1 7.8 3.3 5.9 5.4
1988-89 34.0 15.8 14.9 6.6 12.8 14.7 35.7 16.2
1989-90 74.8 ### ### ### 87.0 ### ### ###
1990-91 4.1 4.2 3.0 3.2 3.3 5.0 2.8 4.1
1991-92 0.7 0.8 1.4 0.9 1.0 0.9 0.7 0.5
1992-93 0.5 0.3 0.6 0.8 0.5 0.8 0.5 0.4
1993-94 0.2 0.6 1.6 1.0 0.3 0.3 0.2 0.3
1994-95 0.1 0.2 0.7 0.3 -0.2 0.1 0.1 0.1
1995-96 0.1 0.2 0.1 0.2 0.1 0.1 0.1 0.1
1996-97 0.1 0.2 0.1 0.2 0.2 0.1 0.1 0.1
1997-98 0.1 0.3 0.1 0.2 0.1 -0.1 0.0 0.0
Ratios
respec. al IPC Difer. Difer. Difer. Difer. Difer. Difer. Difer.
1982-83 1.0 1.2 0.6 0.8 0.7 2.0 2.4 1.3
1983-84 1.0 2.5 1.5 1.0 1.1 0.9 1.0 1.0
1982-84 a/ 2.0 3.7 ## 2.1 0.1 1.9 ## 1.8 ## 3.0 ## 3.4 ## 2.3 ##
1984-85 1.0 0.6 2.4 1.0 1.9 1.5 0.8 1.6
1985-86 1.0 0.9 0.4 0.6 0.6 0.4 0.0 0.5
1986-87 1.0 1.0 0.3 1.0 0.6 0.1 0.1 0.4
1987-88 1.0 0.4 0.4 0.5 1.2 0.5 0.9 0.8
1988-89 1.0 0.5 0.4 0.2 0.4 0.4 1.0 0.5
1984-89 5.0 3.4 ## 3.8 ## 3.3 ## 4.7 ## 2.9 ## 2.9 ## 3.7 ##
1989-90 1.0 1.8 5.2 5.6 1.2 2.5 2.6 1.5
1990-91 1.0 1.0 0.7 0.8 0.8 1.2 0.7 1.0
1991-92 1.0 1.1 2.0 1.3 1.3 1.2 0.9 0.7
1992-93 1.0 0.6 1.3 1.6 1.0 1.6 1.0 0.7
1993-94 1.0 2.5 6.7 4.1 1.3 1.2 0.9 1.1
1989-94 5.0 7.0 ## 15.9 ## 13.3 ## 5.6 ## 7.8 ## 6.2 ## 5.0 ##
1994-95 1.0 1.8 5.9 2.7 -1.7 0.9 0.6 0.5
1995-96 1.0 1.8 1.1 1.8 0.9 0.8 0.9 1.2
1996-97 1.0 2.9 0.6 2.9 2.5 0.7 1.2 1.2
1997-98 1.0 3.7 1.0 2.7 1.3 -0.9 -0.1 0.0
1994-98 4.0 ### ## 8.5 4.5 ### ## 3.0 ## 1.5 ## 2.6 ## 2.9 ##
Fuente: INEI - Dirección Técnica de Indicadores Económicos. Compendios Estadísticos 1994-95, p. 47 y 1997-98.
a/ Diferencia entre la suma de los ratios de las variaciones de precios o tarifas respecto a las del IPC y la suma de la variación del IPC
respecto a sí mismpo en cada período, v.gr. 5 para los quinquenios.
Cuadro 6
Lima: Evolución de las remuneraciones reales y grado de sindicalización para empleados y
obreros, 1979-1997.

Años Remuneraciones Grado de sindicalización


(a nuevos soles de 1990) (%) a/
Sueldos Salarios R.M.V. Gobierno Empleados Obreros
General b/ c/

1979 118.6 70.4 40.0


1980 96.5 72.3 45.0
1981 119.6 80.8 40.4 151.3 55.8 59.6
1982 128.7 92.4 39.7 146.5 52.5 58.3
1983 121.7 67.9 38.6 95.7 49.4 57.1
1984 142.8 69.6 31.1 112.6 49.7 61.0
1985 d/ 137.8 67.6 24.2 71.6 46.3 58.1
1986 132.7 65.6 27.3 81.4 42.9 55.2
1987 142.9 73.3 36.2 85.4 44.1 59.7
1988 d/ 94.0 52.5 16.0 79.5 46.5 56.1
1989 45.0 31.6 12.6 36.7 48.8 52.4
1990 d/ 41.9 27.6 11.9 32.2 48.9 49.7
1991 38.7 23.5 7.8 10.8 46.8 54.0
1992 50.8 24.9 7.6 15.8 40.9 42.7
1993 39.2 22.6 5.5 20.0 30.0 43.9
1994 48.0 23.7 7.9 29.6 32.5 40.2
1995 52.8 26.3 7.2 31.6 19.8 30.0
1996 40.2 27.8 7.5 29.3 12.7 19.6
1997 56.4 28.8 14.9 32.2 10.7 17.4

a/ Número de trabajadores sindicalizados sobre los sindicalizables (empresas de 20 y más trabajadores) por 100.
b/ La información de 1982 y 1983 estimada a partir de la variación promedio 84-94
c/ La información de 1982 y 1983 estimada a partir de la variación promedio 84-87
d/ Por interpolación lineal, salvo RMV y Remuneraciones del Gobierno y grado de sindicalización.
FUENTE: MTPS.DNEFP. Encuestas de hogares. Para RMV y Remuner. del gobierno, INEI, Compendio Estadístico.
Gráfico 5a
Lima: Evolución de sueldos, remuneración Gob. General y
sindicalización de empleados, 1979-1997.

140.0

120.0

100.0

80.0 Sueldos
Indice

Gob.Gener.
60.0 Gr.Sind.Emp.

40.0

20.0

0.0
80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97
Años
Gráfico 5b
Lima: Evolución de salarios, RMV y sindicalización, 1979-1997

140.0

120.0

100.0

80.0
Salarios
Indice

RMV
Gr.Sind.Obr.
60.0

40.0

20.0

0.0
80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 96 97
Años
Cuadro 7
Perú: Evolución del gasto público en educación y salud, 1970-1993

Gasto social real


Porcentaje sobre Distribución sectorial %
Año (indice: 1970=100)
PBI Gasto del Educación Salud Vivienda
Total Per cápita Gobierno

1970-74 115 108 4.7 24.9 18.4 4.9 1.4


1975-79 124 103 4.3 20.5 14.4 4.7 1.3
1980-84 137 101 4.3 18.8 13.2 4.7 1.0
1985 124 84 4.0 16.7 11.8 4.4 0.4
1986 158 105 4.7 21.6 16.4 4.7 0.5
1987 121 79 3.4 18.0 12.6 4.8 0.4
1988 121 77 4.3 26.0 14.7 4.6 0.3
1989 81 51 4.1 25.0 12.5 3.6 0.5
1990 53 33 3.4 19.3 9.2 3.0 0.2
1991 51 31 3.3 24.4 11.1 4.2 0.3
1992 61 36 3.4 23.2 13.8 4.9 0.1
1993 nd nd 4.0 26.1 14.5 4.4 nd

Fuente: BCRP. Perú: Compendio Estadístico del sector público no-financiero, 1989, pp. 217-8.
INEI. Compendio Estadístico 1993-94. T.III. Cuadro 21.16, p. 219 y Cuadro 21.17, p. 220.
Francke, 1994: Anexo estadístico, Cuadro 1 y 3, en base a BCRP, Subgerencia del Sector Público.
Cuadro 8
Perú: Gasto anual en educación y en alimentos sobre el gasto total y en educación primaria, pública y
privada, sobre el gasto total de los hogares según áreas geográficas, 1985-86, 1994 y 1997 (porcentajes)

Educación primaria
Gasto educ / Gasto alimen /
Area geográfica Gasto promedio anual / Gasto total Educandos por
Gasto total Gasto total
Público Privado Promedio total hogar
1985-86
Nacional 4.4 55.4 1.0 6.9 1.7 1.7
Lima 5.7 47.6 1.1 6.0 2.4 1.6
Resto costa urbana 2.7 49.1 0.9 3.3 1.2 1.7
Costa rural 1.2 67.7 0.8 n.s. 0.8 1.9
Sierra urbana 3.3 53.3 1.0 4.0 1.3 1.7
Sierra rural 1.8 78.5 1.0 n.s. 1.0 1.7
Selva urbana 2.1 49.3 0.6 3.9 1.0 1.7
Selva rural 1.9 72.7 1.0 n.s. 1.0 1.8
1994
Nacional 6.3 49.4 1.6 11.2 2.8 1.7
Lima 8.2 43.1 1.5 12.5 3.7 1.4
Resto costa urbana 6.9 46.7 1.9 9.2 3.2 1.6
Costa rural 3.3 61.9 1.9 n.s. 1.9 1.8
Sierra urbana 5.3 48.2 1.8 6.5 2.6 1.7
Sierra rural 3.2 68.7 1.5 n.s. 1.6 1.9
Selva urbana 5.4 56.1 2.8 4.5 2.9 1.8
Selva rural 2.7 69.3 1.6 n.s. 1.6 1.9
1997
Nacional 7.7 44.1 2.4 12.3 3.6 1.7
Lima 9.0 37.7 2.1 9.6 4.1 1.5
Resto costa urbana 7.2 43.6 2.6 10.0 3.9 1.6
Costa rural 6.3 60.9 3.7 n.s. 3.9 1.9
Sierra urbana 7.4 41.6 2.8 8.9 3.8 1.6
Sierra rural 5.0 63.1 3.0 n.s. 3.0 1.9
Selva urbana 5.1 48.5 2.7 5.4 2.9 1.8
Selva rural 4.7 63.3 3.0 n.s. 3.0 2.0
Fuente: Elaborado a partir de las bases de datos de las ENNIV de 1985-86, 1994 y 1997.
Cuadro 8a
Lima:
Evolución de las Remuneraciones reales y grado de sindicalización para obreros y empleados, 1979-1997.
(Indices)
Años Remuneraciones Grado de sindicalización
Sueldos Salarios R.M.V. Gobierno Empleados Obreros
General a/ b/

79 99.2 87.1 99.1


80 80.7 89.5 111.4
81 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
82 107.6 114.4 98.2 96.8 94.1 97.9
83 101.8 84.0 95.5 63.3 88.5 95.8
84 119.4 86.1 77.1 74.4 89.0 102.4
85 115.2 83.7 60.0 47.3 82.9 97.6
86 111.0 81.2 67.6 53.8 76.9 92.7
87 119.5 90.7 89.7 56.4 79.1 100.2
88 78.6 64.9 39.5 52.5 83.3 94.1
89 37.6 39.1 31.2 24.3 87.5 87.9
90 35.0 34.1 29.6 21.2 87.5 83.3
91 32.4 29.1 19.2 7.1 83.7 90.6
92 42.5 30.8 18.7 10.5 73.2 71.7
93 32.8 28.0 13.6 13.2 53.7 73.7
94 40.1 29.3 19.5 19.6 58.1 67.4
95 44.1 32.5 17.7 20.9 35.5 50.3
96 33.6 34.4 18.5 19.3 22.8 33.0
97 47.2 35.6 36.8 21.3 19.2 29.2
Cuadro 9
PERU: Indice del gasto real promedio anual en educación primaria pública por hogares según área geográfica por rubros de
gasto en educación, 1985-86, 1994, 1997 (1994 = 100)

Matrícula, Libros,textos, Pensiones, Gasto total Educandos Gasto por


Area geográfica Uniformes
APAFA, otros cuadernos refrig., transp. promedio por hogar educando
1985-1986
Nacional 131.7 233.2 143.6 157.8 183.0 1.7 181.2
Lima 152.6 251.9 194.7 236.1 249.6 1.7 212.6
Resto costa urbana 107.2 220.6 172.6 118.7 163.7 1.8 149.4
Costa rural 176.8 151.3 81.7 98.2 133.8 1.9 126.9
Sierra urbana 137.0 197.0 150.2 111.0 149.9 1.7 150.9
Sierra rural 127.5 186.3 98.1 201.3 165.8 1.7 184.9
Selva urbana 94.7 269.0 103.3 71.4 114.2 1.7 124.6
Selva rural 164.6 540.6 114.5 369.1 278.4 1.8 295.9
1994
Nacional 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 1.7 100.0
Lima 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 1.5 100.0
Resto costa urbana 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 1.6 100.0
Costa rural 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 1.8 100.0
Sierra urbana 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 1.7 100.0
Sierra rural 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 1.9 100.0
Selva urbana 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 1.9 100.0
Selva rural 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 1.9 100.0
1997
Nacional 114.0 274.3 113.1 105.1 132.6 1.8 129.4
Lima 122.1 287.6 121.5 145.6 161.9 1.6 145.0
Resto costa urbana 84.9 231.4 120.3 85.5 114.8 1.6 114.4
Costa rural 145.8 253.3 118.3 144.1 154.3 1.9 147.0
Sierra urbana 128.7 259.6 115.1 102.6 129.5 1.7 135.1
Sierra rural 160.0 296.4 114.0 105.4 139.0 1.9 140.4
Selva urbana 118.0 362.1 89.4 60.3 97.8 1.8 100.7
Selva rural 141.4 526.7 132.4 199.4 199.0 2.0 188.7

Fuente: Elaborado a partir de las bases de datos de las ENNIV de 1985-86, 1994 y 1997.

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