Demanda Ejecutiva Por Sentencia

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Sentencia T-657/06

ACCION DE TUTELA CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES-


Causales genéricas de procedibilidad/ACCION DE TUTELA
CONTRA PROVIDENCIAS JUDICIALES-Evolución jurisprudencial

PROCESO EJECUTIVO DE CUMPLIMIENTO DE


SENTENCIAS-Objeto

El proceso ejecutivo se torna de una vital importancia, toda vez que permite
la efectividad de las condenas proferidas por los jueces, asegurando la
justicia material y la coercibilidad de la decisión judicial en firme. La
doctrina ha considerado que la sentencia es el título primordial de la
ejecución, pero no toda clase de sentencia sino aquellas que cumplan con
ciertos presupuestos, a saber: (i) que la sentencia sea de condena, puesto que
las declarativas y las constitutivas no requieren para su cumplimiento
ulterior la ejecución forzada y (ii) la sentencia judicial de condena debe
encontrarse en firme o ejecutoriada. Lo anterior resulta necesario, toda vez
que el juicio de ejecución de providencia judicial, implica la pre-existencia
de un proceso, en el cual se han debatido las formalidades y el fondo del
asunto.

PROCESO EJECUTIVO DE CUMPLIMIENTO DE


SENTENCIAS-Solo es posible alegar las excepciones y nulidades
establecidas taxativamente

Se puede concluir que, por estricta disposición legal, el juez ejecutivo sólo
podrá declarar probadas las excepciones que se encuentren establecidas en el
numeral 2 del artículo 509 del Código de Procedimiento Civil. Así como la
nulidad originada únicamente en las causales 7 y 9 del artículo 140 de la
misma normatividad. De lo contrario, se podría originar un desconocimiento
abierto y expreso de una disposición legal, es decir podría producirse una vía
de hecho por defecto sustantivo.

ASAMBLEA DEPARTAMENTAL-Capacidad para ser parte en un


proceso judicial

LEY 80 DE 1993-Determina la capacidad para suscribir contratos/


ASAMBLEA DEPARTAMENTAL-Naturaleza jurídica/ASAMBLEA
DEPARTAMENTAL-Capacidad para suscribir contratos

De las disposiciones anteriormente referidas que: (i) la Ley 80 de 1993


establece la posibilidad de que organismos cuenten con capacidad
contractual, siempre que existe autorización legal previa y (ii) las Asambleas
Departamentales, al ser un organismo administrativo, deben cumplir con las
funciones establecidas en la Constitución y la Ley. En consecuencia, la
capacidad contractual debe estar expresamente señalada en ellas, la cual se
encuentra contenida en el artículo 110 Estatuto Orgánico del Presupuesto. Es
decir, a pesar de que la Ley 80 de 1993 no las consagre expresamente, el
Estatuto les ha otorgado a las Asambleas Departamentales la capacidad para
contratar, considerando su autonomía administrativa y presupuestal. De otra
parte, al tener capacidad contractual, su capacidad para ser parte en los
procesos resulta evidente.

VIA DE HECHO POR DEFECTO SUSTANTIVO-Desconocimiento


de norma aplicable al caso

Se concluye que se presentó un defecto sustantivo en el Auto del 27 de mayo


de 2004, proferido el Tribunal Superior de Ibagué, toda vez, que el Despacho
no dio aplicación al numeral 2 del artículo 509 del Código de Procedimiento
Civil, y en consecuencia la norma aplicable al caso fue claramente
desconocida y no tenida en cuenta por el fallador. Así mismo, a pesar del
amplio margen interpretativo que la Constitución reconoce a las autoridades
judiciales, la aplicación final de la regla fue inaceptable por tratarse de una
interpretación evidentemente contraria al ordenamiento jurídico.
Referencia: T-1250488

Peticionario: Sandra Liliana Aragón


Meneses

Accionado: Tribunal Superior de


Ibagué, Sala Laboral

Magistrado Ponente:
Dr. MARCO GERARDO MONROY
CABRA

Bogotá D.C., diez (10) de agosto de dos mil seis (2006)

EXTRACTO JURISPRUDENCIAL - NUEVA LEGISLACIÓN.


En cuanto a la capacidad contractual de las Asambleas Departamentales, debe llevarse a cabo un
análisis de las disposiciones que establecen la naturaleza jurídica de estos organismos.

El artículo 299 de la Carta Política define a la Asamblea Departamental como una Corporación con
autonomía administrativa y presupuesto propio, señalando que “en cada departamento habrá una
Corporación de elección popular que ejercerá el control político sobre los actos de los
Gobernadores, Secretarios de despacho, Gerentes y Directores de Institutos Descentralizados y,
que se denominará Asamblea Departamental. (...) Dicha Corporación gozará de autonomía
administrativa y presupuesto propio” (Subrayado fuera del texto).

De otra parte, el artículo 300, numeral 12 de la Constitución señala como parte de las competencias
de las Asambleas Departamentales “cumplir las demás funciones que le asignen la Constitución y
la Ley”. En este sentido, el Constituyente autoriza al legislador para imponer, además de las
constitucionales, diferentes funciones a este tipo de organismos, respetando siempre los principios
constitucionales que inspiran esta figura.

En virtud de esta mandato constitucional, el artículo 39 de la Ley 489 de 1998, reitera la naturaleza
administrativa de las Asambleas Departamentales, cuando establece:

“ARTICULO 39. INTEGRACION DE LA ADMINISTRACION PUBLICA. La Administración


Pública se integra por los organismos que conforman la Rama Ejecutiva del Poder Público y por
todos los demás organismos y entidades de naturaleza pública que de manera permanente tienen a
su cargo el ejercicio de las actividades y funciones administrativas o la prestación de servicios
públicos del Estado colombiano.

La Presidencia de la República, los ministerios y los departamentos administrativos, en lo


nacional, son los organismos principales de la Administración.

Así mismo, los ministerios, los departamentos administrativos y las superintendencias constituyen
el Sector Central de la Administración Pública Nacional. Los organismos y entidades adscritos o
vinculados a un Ministerio o un Departamento Administrativo que gocen de personería jurídica,
autonomía administrativa y patrimonio propio o capital independiente conforman el Sector
Descentralizado de la Administración Pública Nacional y cumplen sus funciones en los términos
que señale la ley.

Las gobernaciones, las alcaldías, las secretarías de despacho y los departamentos administrativos
son los organismos principales de la Administración en el correspondiente nivel territorial. Los
demás les están adscritos o vinculados, cumplen sus funciones bajo su orientación, coordinación y
control en los términos que señalen la ley, las ordenanzas o los acuerdos, según el caso.

Las asambleas departamentales y los concejos distritales y municipales son corporaciones


administrativas de elección popular que cumplen las funciones que les señalan la Constitución
Política y la ley.”(Subrayado fuera del texto)

Se concluye entonces de las disposiciones anteriormente referidas que: (i) la Ley 80 de 1993
establece la posibilidad de que organismos cuenten con capacidad contractual, siempre que existe
autorización legal previa y (ii) las Asambleas Departamentales, al ser un organismo administrativo,
deben cumplir con las funciones establecidas en la Constitución y la Ley. En consecuencia, la
capacidad contractual debe estar expresamente señalada en ellas, la cual se encuentra contenida en
el artículo 110 Estatuto Orgánico del Presupuesto. El artículo 110 señala:

“ARTICULO 110. Los órganos que son una sección en el Presupuesto General de la Nación,
tendrán la capacidad de contratar y comprometer a nombre de la persona jurídica de la cuál
hagan parte, y ordenar el gasto en desarrollo de las apropiaciones incorporadas en la respectiva
sección, lo que constituye la autonomía presupuestal a que se refieren la Constitución Política y la
ley. Estas facultades estarán en cabeza del jefe de cada órgano quien podrá delegarlas en
funcionarios del nivel directivo o quien haga sus veces, y serán ejercidas teniendo en cuenta las
normas consagradas en el Estatuto General de Contratación de la Administración Pública y en las
disposiciones legales vigentes.
En la sección correspondiente a la rama legislativa estas capacidades se ejercerán en la forma
arriba indicada y de manera independiente por el Senado y la Cámara de Representantes;
igualmente, en la sección correspondiente a la rama judicial serán ejercidas por la Sala
Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura.”
En los mismos términos y condiciones tendrán estas capacidades las superintendencias,
unidades administrativas especiales, las entidades territoriales, asambleas y concejos, las
contralorías y personerías territoriales y todos los demás órganos estatales de cualquier nivel
que tengan personería jurídica.
En todo caso, el Presidente de la República podrá celebrar contratos a nombre de la Nación (Ley
38/89, artículo 91. Ley 179/94, artículo 51).”(Subrayado fuera del texto)

Es decir, a pesar de que la Ley 80 de 1993 no las consagre expresamente, el Estatuto les ha
otorgado a las Asambleas Departamentales la capacidad para contratar, considerando su autonomía
administrativa y presupuestal.

De otra parte, al tener capacidad contractual, su capacidad para ser parte en los procesos resulta
evidente. En efecto, en virtud del artículo 149 del Código Contencioso Administrativo, los
organismos autorizados por el legislador para contratar, también están facultados intervenir en
representación de dichas dependencias en los procesos contenciosos que contra ellos se surta con
ocasión del contrato.
Con base en lo anterior, debe determinarse si existió por parte del juez una vía de hecho en la
decisión contenida en el auto del 27 de mayo de 2004 del Tribunal Superior de Ibagué, que revocó
el mandamiento de pago preferido contra la Asamblea Departamental del Tolima, considerando que
ésta no contaba con la capacidad para ser parte del proceso.

La Sala Sexta de la Corte Constitucional, integrada por los Magistrados


Humberto Antonio Sierra Porto, Álvaro Tafur Galvis y Marco Gerardo
Monroy Cabra, quien la preside, en ejercicio de sus competencias
constitucionales y legales ha pronunciado la siguiente

SENTENCIA

En la revisión del fallo de tutela adoptado por la Corte Suprema de Justicia,


Sala Laboral, el diez (10) de noviembre de 2005.

I. ANTECEDENTES

A. Hechos

1. La señora Sandra Liliana Aragón Meneses presentó demanda ordinaria


laboral contra la Asamblea Departamental del Tolima el 21 junio de 1999
con el fin de que se declarara que entre la accionante y el ente demandado
existió un contrato laboral, y no de prestación de servicios, y en
consecuencia se le condenara al pago de auxilio de cesantías, vacaciones,
prima de servicios, auxilio de transporte, sanción moratoria y costas
procesales.

2. El Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Ibagué, mediante Sentencia


del 7 de marzo de 2002, accedió a la pretensiones de la señora Sandra
Liliana Aragón Meneses, no interponiéndose recurso alguno por parte de
la Asamblea Departamental del Tolima.

3. Ante el incumplimiento de la entidad referida, la señora Aragón


Meneses procedió a iniciar la ejecución de las sumas objeto de la condena,
ante el mismo Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Ibagué.

4. El Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Ibagué profirió


mandamiento de pago a favor de la accionante y en contra de la Asamblea
Departamental del Tolima, mediante auto del 19 de noviembre de 2002.

5. El mandamiento de pago fue notificado al demandado, quien por


intermedio de apoderado judicial, interpuso recurso de reposición y en
subsidio apelación ante el superior.

6. Mediante auto del 6 de febrero de 2003, el Juzgado Cuarto Laboral


confirmó el mandamiento de pago proferido, concediendo el recurso de
apelación.
7. Afirma la accionante que el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Ibagué, Sala Laboral, mediante auto de fecha 27 de mayo de 2004,
Magistrado Ponente Dr. José Antonio Almanza, desató el recurso de
apelación y procedió a revocar el mandamiento de pago, argumentado que
la Asamblea Departamental del Tolima no contaba con personería jurídica
para ser parte en el proceso ordinario.

8. En opinión de la señora Aragón Meneses, el Tribunal Superior del


Distrito Judicial de Ibagué, Sala Laboral, Magistrado Ponente, Dr. José
Antonio Almanza, incurrió en una vía de hecho, al dejar sin efecto el
mandamiento de pago. En efecto, para la accionante, el Tribunal no podía
hacer consideración alguna de la sentencia objeto de la ejecución toda vez
que éste se encontraba debidamente ejecutoria y había hecho tránsito a
cosa juzgada.

9. Así mismo, considera que se presentó una violación directa y evidente


del artículo 509 del Código de Procedimiento Civil, que establece que en
los procesos ejecutivos en los cuales se persiga el cumplimiento de una
providencia judicial, sólo procede la excepción de pago o la de
prescripción de la acción. En este sentido, no era posible revocar el
mandamiento de pago con un argumento que debió ser debatido en el
trámite del proceso ordinario.

10. En consecuencia, la señora Aragón Meneses solicita dejar sin


efecto el auto proferido por el Tribunal Superior de Ibagué, Sala Laboral,
y se ordene seguir adelante con la ejecución contra la Asamblea
Departamental del Tolima.

B. Contestación del despacho accionado-

Mediante auto del 2 de noviembre de 2005, la Corte Suprema de Justicia, Sala


Laboral, Magistrado Ponente Gustavo José Gnecco Mendoza, admitió la
tutela interpuesta por la señora Sandra Liliana Aragón Meneses, ordenando
notificar a la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Ibagué. Sin embargo, el despacho demandado no hizo pronunciamiento
alguno.

Así mismo, la Corte Suprema de Justicia vinculó a la Asamblea


Departamental del Tolima y el Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de
Ibagué.

La Asamblea Departamental consideró que la acción de tutela no era el


mecanismo idóneo para lograr el pago de acreencias laborales. El Juzgado
Cuarto Laboral del Circuito de Ibagué no hizo pronunciamiento alguno.

C. Actuaciones procesales

Ante la ausencia en el expediente de tutela, del auto proferido por el Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Ibagué, Sala Laboral, el 27 de mayo de 2004,
Magistrado Ponente Dr. José Antonio Almanza, mediante el cual se revocó el
mandamiento de pago, esta Corporación consideró necesario solicitar copia
del expediente al Tribunal Superior del Distrito Judicial de Ibagué, Sala
Laboral. El cual fue remitido dentro la oportunidad correspondiente.

II. DECISIONES JUDICIALES

A. Primera Instancia

La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, consideró que el


juez de tutela carece de facultades para intervenir en asuntos de competencia
exclusiva de otros funcionarios judiciales. En este sentido, resulta
improcedente la acción de tutela contra una providencia, por virtud de los
principios constitucionales de cosa juzgada, separación de jurisdicciones y
autonomía judicial.

III. PRUEBAS

A continuación se relacionan las pruebas que fueron aportadas al expediente:

1. Demanda laboral ordinaria presentada por la señora Sandra


Liliana Aragón Meneses contra la Asamblea Departamental del Tolima
del 21 de julio de 1999.

2. Contestación de la demanda ordinaria laboral suscrita por la


apoderada de la Asamblea Departamental del Tolima, doctora Edna
Patricia Rangel Barragán.

3. Sentencia proferida dentro del proceso ordinario laboral por el


Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Ibagué, el 7 de marzo de 2002.

4. Solicitud de copias auténticas por parte de la señora Sandra


Liliana Aragón Meneses al Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de
Ibagué.

5. Solicitud presentada por la señora Sandra Liliana Aragón


Meneses, el 24 septiembre de 2004, al Presidente de la Asamblea
Departamental del Tolima con el fin de solicitar el cumplimiento de la
Sentencia del 7 de marzo de 2002.

6. Mandamiento de pago proferido por el Juzgado Cuarto Laboral


del Circuito de Ibagué del 19 de noviembre de 2002, proferido dentro
del proceso ejecutivo iniciado por la señora Sandra Liliana Aragón
Meneses contra la Asamblea Departamental del Tolima.

7. Copia del recurso de reposición y apelación interpuesto por el


apoderado de la Asamblea Departamental del Tolima contra el
mandamiento de pago del 19 de noviembre de 2002.
8. Copia del auto del 6 de febrero de 2003, mediante el cual el
Juzgado Cuarto Civil del Circuito de Ibagué confirmó el mandamiento
ejecutivo proferido el 19 de noviembre de 2002.

9. Auto del 27 de mayo de 2004, mediante el cual el Tribunal


Superior de Ibagué, Sala Laboral, revocó el mandamiento del pago
proferido por el Juzgado Cuarto Civil del Circuito de Ibagué.

IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL

A. A. Competencia

Esta Corte es competente, de conformidad con los artículos 86 y 241 de la


Constitución Nacional, y el Decreto 2591 de 1991, para revisar el presente
fallo de tutela.

B. Fundamentos jurídicos

Problema jurídico

En la presente ocasión, corresponde determinar a la Sala: si podría hablarse de


causales de procedibilidad de la acción de tutela contra providencias
judiciales, cuando en un proceso ejecutivo instaurado con base en una
sentencia de condena, el juez de conocimiento declara probada la excepción
de falta de capacidad para ser parte de una Asamblea Departamental. Para
determinar lo anterior, se procede a analizar estos aspectos jurídicos: (i) las
causales de procedibilidad de la acción de tutela contra providencias
judiciales, desarrolladas reiteradamente en la jurisprudencia de esta
Corporación; (ii) la taxatividad de las excepciones que en un proceso
ejecutivo de cumplimiento de sentencia establece el artículo 509 del Código
de Procedimiento Civil y (iii) la capacidad de las Asambleas para ser parte en
un procesos originados en la celebración de un contrato estatal.

(i) Procedibilidad de la acción de tutela contra providencias judiciales

La naturaleza subsidiaria de la acción de amparo y el hecho de que ésta no


debe reemplazar los mecanismos ordinarios, ha llevado a esta Corporación a
estudiar en forma específica el punto referido a la posibilidad de ejercer
acción de tutela contra providencias judiciales. En este sentido, a partir de la
sentencia C-592 de 19931, la jurisprudencia constitucional ha admitido
reiteradamente la procedencia excepcional de este mecanismo cuando el
pronunciamiento del funcionario judicial incurra en una vía de hecho. En
efecto, se reitera que la acción de tutela no tiene la virtualidad de reemplazar
los procedimientos ordinarios, ni está concebida como medio alternativo,
adicional o complementario de éstos.

1 M.P. Fabio Moron Díaz. En esta oportunidad la Corte dejó sentado que la procedencia de la acción de tutela
contra providencias judiciales se da cuando el funcionario ha proferido una decisión tal que, por arbitraria e
ilegítima, no puede ser considerada una providencia judicial propiamente dicha.
Recientemente, en sentencia C-590 de 20052, la Corte Constitucional
consideró que como regla general la acción de tutela no procede contra
decisiones judiciales. Lo anterior, en virtud del hecho que las sentencias
judiciales constituyen ámbitos ordinarios de reconocimiento y realización de
los derechos fundamentales proferidos por funcionarios profesionalmente
formados para aplicar la Constitución y la ley; por el valor de cosa juzgada,
por la garantía del principio de seguridad jurídica y, en tercer lugar, por el
principio de la autonomía e independencia que caracteriza a la jurisdicción en
la estructura del poder público inherente a un régimen democrático.

Sin embargo, para la Corte, lo anterior no se opone a que en ciertos y


excepcionales casos, cuando se presentan los requisitos de procedencia y
procedibilidad de la tutela, que la misma Corporación ha establecido, sea
posible la interposición y estudio de fondo de la acción de amparo contra una
decisión judicial.

Dentro de estos requisitos la Corte Constitucional ha distinguido unos de


procedencia de carácter general, que habilitan la interposición de la tutela, y
otros de procedibilidad de carácter específico, que tocan con el análisis del
fondo mismo del amparo.

Los requisitos generales de procedencia de la acción de tutela contra


decisiones judiciales son los siguientes:

“a. Que la cuestión que se discuta resulte de evidente relevancia


constitucional. Como ya se mencionó, el juez constitucional no
puede entrar a estudiar cuestiones que no tienen una clara y
marcada importancia constitucional so pena de involucrarse en
asuntos que corresponde definir a otras jurisdicciones. En
consecuencia, el juez de tutela debe indicar con toda claridad y
de forma expresa porqué la cuestión que entra a resolver es
genuinamente una cuestión de relevancia constitucional que
afecta los derechos fundamentales de las partes. (...)

b. Que se hayan agotado todos los medios -ordinarios y


extraordinarios- de defensa judicial al alcance de la persona
afectada, salvo que se trate de evitar la consumación de un
perjuicio iusfundamental irremediable (...)

c. Que se cumpla el requisito de la inmediatez, es decir, que la


tutela se hubiere interpuesto en un término razonable y
proporcionado a partir del hecho que originó la vulneración (...)

e. Que la parte actora identifique de manera razonable tanto los


hechos que generaron la vulneración como los derechos
vulnerados y que hubiere alegado tal vulneración en el proceso
judicial siempre que esto hubiere sido posible. (...)
2 M.P. Jaime Córdoba Triviño. En esta oportunidad la Corte estudió la constitucionalidad del artículo 184 de
la Ley 906 de 2004 que establecía la improcedencia de recursos frente a las sentencias de casación.
f. Que no se trate de sentencias de tutela.”

En cuanto a los requisitos específicos, la sentencia C-590 de 2005, haciendo


una síntesis de la jurisprudencia constitucional sobre los defectos que hacen
incurrir en una vía de hecho judicial, considera que para que proceda una
acción de tutela contra una sentencia judicial es necesario acreditar la
existencia de requisitos o causales especiales de procedibilidad, las que deben
quedar plenamente demostradas. Esto son:

“a. Defecto orgánico, que se presenta cuando el funcionario


judicial que profirió la providencia impugnada, carece,
absolutamente, de competencia para ello.

b. Defecto procedimental absoluto, que se origina cuando el juez


actuó completamente al margen del procedimiento establecido.

c. Defecto fáctico, que surge cuando el juez carece del apoyo


probatorio que permita la aplicación del supuesto legal en el que
se sustenta la decisión.

d. Defecto material o sustantivo, como son los casos en que se


decide con base en normas inexistentes o inconstitucionales o
que presentan una evidente y grosera contradicción entre los
fundamentos y la decisión.

f. Error inducido, que se presenta cuando el juez o tribunal fue


víctima de un engaño por parte de terceros y ese engaño lo
condujo a la toma de una decisión que afecta derechos
fundamentales.

g. Decisión sin motivación, que implica el incumplimiento de los


servidores judiciales de dar cuenta de los fundamentos fácticos y
jurídicos de sus decisiones en el entendido que precisamente en
esa motivación reposa la legitimidad de su órbita funcional.

h. Desconocimiento del precedente, hipótesis que se presenta,


por ejemplo, cuando la Corte Constitucional establece el
alcance de un derecho fundamental y el juez ordinario aplica
una ley limitando sustancialmente dicho alcance. En estos casos
la tutela procede como mecanismo para garantizar la eficacia
jurídica del contenido constitucionalmente vinculante del
derecho fundamental vulnerado”

Se concluye, entonces, que sólo en las situaciones en que se presente estos


errores, resulta procedente hablar de procedencia de la acción de tutela contra
providencias judiciales, y, en consecuencia, es posible, a través de la acción
de tutela, la protección de los derechos fundamentales.

En cuanto al defecto sustantivo, en la Sentencia T-043 de 2005 3, la


Corporación consideró que el defecto sustantivo se puede presentar cuando se
aplica una norma inaplicable a las circunstancias fácticas del asunto. En la
referida providencias se señaló:

“La procedencia de la tutela debido a la existencia de un defecto


sustantivo, se presenta cuando la decisión adoptada por el
fallador se funda en una norma claramente inaplicable al caso
concreto, bien porque (i) ha sido derogada y no produce efectos
en el ordenamiento jurídico; (ii) porque resulte claramente
inconstitucional y ante ello no se aplicó la excepción de
inconstitucionalidad; (iii) porque la aplicación al caso concreto
es inconstitucional; (iv) por declaratoria de inexequibilidad
declarada por la Corte Constitucional, o (v) porque a pesar de
estar vigente y ser constitucional, no se adecua a la
circunstancia fáctica a la cual se aplicó, porque a la norma
aplicada por ejemplo, se le reconocen efectos distintos a los
expresamente señalados por el legislador.”

Esta posición ha sido reiterada en Sentencia T-295 de 2005 4 estableciendo:


“La Corte Constitucional ha indicado que la interpretación indebida de
normas jurídicas puede conducir a que se configure una vía de hecho por
defecto sustantivo. Así, en la sentencia T-462 de 2003 (M.P. Eduardo
Montealegre Lynett) se expresó al respecto: “En otras palabras, una
providencia judicial adolece de un defecto sustantivo (i) cuando la norma
aplicable al caso es claramente inadvertida o no tenida en cuenta por el
fallador, (ii) cuando a pesar del amplio margen interpretativo que la
Constitución le reconoce a las autoridades judiciales, la aplicación final de
la regla es inaceptable por tratarse de una interpretación contraevidente
(interpretación contra legem) o claramente perjudicial para los intereses
legítimos de una de las partes (irrazonable o desproporcionada), y
finalmente (iii) cuando el fallador desconoce las sentencias con efectos erga
omnes tanto de la jurisdicción constitucional como de la jurisdicción de lo
contencioso administrativo, cuyos precedentes se ubican en el mismo rango
de la norma sobre la que pesa la cosa juzgada respectiva.”

Teniendo en cuenta lo anterior, se procederá a estudiar si se produce alguna


clase de defecto cuando en un proceso ejecutivo de ejecución de providencia
judicial, el juez de apelación revoca el mandamiento de pago, al considerar
que le entidad demandada en el proceso ordinario carecía de capacidad para
ser parte en él.

3 M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra. En esta oportunidad se estudió el caso de un proceso laboral para el
reconocimiento de una pensión, en la cual la accionante estimó que las decisiones judiciales de primera y
segunda instancia dieron aplicación indebida al artículo 46 de la Ley 100 de 1993.
4 M.P. Manuel José Cepeda.
Con el fin de estudiar estos puntos deberá analizarse dos temas
fundamentales: (i) la naturaleza del proceso ejecutivo de ejecución y las
taxatividad de sus excepciones y (ii) la representación de las Asambleas
departamentales dentro de los procesos judiciales, cuando la controversia
puede provenir de un contrato estatal.

(ii) Proceso ejecutivo de cumplimiento de sentencias

El artículo 488 del Código de Procedimiento Civil establece que podrán


demandarse ejecutivamente las obligaciones expresas, claras y exigibles, las
cuales pueden emanar de una “sentencia de condena proferida por juez o
tribunal de cualquier jurisdicción, o de otra providencia judicial que tenga
fuerza ejecutiva conforme a la ley, o de las providencias que en procesos
contencioso administrativos o de policía aprueban liquidación de costas o
señalen honorarios de auxiliares de la justicia”.

En este sentido, el proceso ejecutivo se torna de una vital importancia, toda


vez que permite la efectividad de las condenas proferidas por los jueces,
asegurando la justicia material y la coercibilidad de la decisión judicial en
firme . La doctrina ha considerado que la sentencia es el título primordial de
la ejecución, pero no toda clase de sentencia sino aquellas que cumplan con
ciertos presupuestos, a saber: (i) que la sentencia sea de condena, puesto que
las declarativas y las constitutivas no requieren para su cumplimiento ulterior
la ejecución forzada y (ii) la sentencia judicial de condena debe encontrarse
en firme o ejecutoriada. 5

Lo anterior resulta necesario, toda vez que el juicio de ejecución de


providencia judicial, implica la pre-existencia de un proceso, en el cual se
han debatido las formalidades y el fondo del asunto.

Es por ello, que el artículo 509 establece que en los procesos ejecutivos de
ejecución de providencias judiciales, sólo es posible alegar las excepciones y
nulidades establecidas taxativamente en dicha disposición, teniendo en cuenta
que nos encontramos en presencia de una decisión ejecutoriada frente a la
cual debieron proponerse los recursos y excepciones correspondientes.

De la misma manera, esta disposición sanciona al litigante negligente, que


esperaría hasta el proceso ejecutivo de ejecución para alegar una excepción
de fondo del asunto, que debió ser estudiada por el juez ordinario y no por el
ejecutivo. Lo anterior, puede observarse en la medida en que las causales
deben haberse configurado en forma posterior a la sentencia.

El artículo 509 señala que en el proceso ejecutivo pueden proponerse las


siguientes excepciones:

“1. Dentro de los diez (10) días siguientes a la notificación del


mandamiento ejecutivo, el demandado podrá proponer
5 Ver. Azula Camacho Jaime, “Manual de Derecho Procesal Civil. Tomo IV. Procesos Ejecutivos.” Temis y
Juan Guillermo Velásquez Gómez. “Los procesos ejecutivos”. Biblioteca Jurídica Dike.
excepciones de mérito, expresando los hechos en que se funden.
Al escrito deberá acompañarse los documentos relacionados con
aquéllas y solicitarse las demás pruebas que se pretenda hacer
valer.

2. Cuando el título ejecutivo consista en una sentencia o un


laudo de condena, o en otra providencia que conlleve
ejecución, sólo podrán alegarse las excepciones de pago,
compensación, confusión, novación, remisión, prescripción o
transacción, siempre que se basen en hechos posteriores a la
respectiva providencia; la de nulidad en los casos que
contemplan los numerales 7 y 9 del artículo 140 , y de la
pérdida de la cosa debida. En este evento no podrán proponerse
excepciones previas ni aún por la vía de reposición.

Los hechos que configuren excepciones previas deberán alegarse


mediante reposición contra el mandamiento de pago. De
prosperar alguna que no implique terminación del proceso, el
juez adoptará las medidas respectivas para que el proceso pueda
continuar; o, si fuere el caso, concederá al ejecutante un término
de cinco (5) días, para subsanar los defectos o presentar los
documentos omitidos, so pena de que se revoque la orden de
pago, imponiendo condena en costas y perjuicios. El auto que
revoque el mandamiento ejecutivo es apelable en el efecto
diferido, salvo en el caso de haberse declarado la excepción de
falta de competencia, que no es apelable."

Por su parte, los numerales 7 y 9 del artículo 140 del Código de


Procedimiento Civil señalan:

“Art. 140. El proceso es nulo en todo o en parte, solamente en


los siguientes casos:"

“7. Cuando es indebida la representación de las partes.


Tratándose de apoderados judiciales esta causal sólo se
configura por carencia total de poder para el respectivo proceso.

(...)

9. Cuando no se practica en legal forma la notificación a


personas determinadas, o el emplazamiento de las demás
personas aunque sean indeterminadas, que deban ser citadas
como partes, o de aquéllas que deban suceder en el proceso a
cualquiera de las partes, cuando la ley así lo ordena, o no se cita
en debida forma al Ministerio Público en los casos de ley.

Cuando en el curso del proceso se advierta que se ha dejado de


notificar una providencia distinta de la que admite la demanda,
el defecto se corregirá practicando la notificación omitida, pero
será nula la actuación posterior que dependa de dicha
providencia, salvo que la parte a quien se dejó de notificar haya
actuado sin proponerla.”

De lo anterior se puede concluir que, por estricta disposición legal, el juez


ejecutivo sólo podrá declarar probadas las excepciones que se encuentren
establecidas en el numeral 2 del artículo 509 del Código de Procedimiento
Civil. Así como la nulidad originada únicamente en las causales 7 y 9 del
artículo 140 de la misma normatividad. De lo contrario, se podría originar un
desconocimiento abierto y expreso de una disposición legal, es decir podría
producirse una vía de hecho por defecto sustantivo.

Teniendo en cuenta que en el presente caso, el juez de conocimiento parecería


haber considerado que existía una indebida representación, toda vez que la
Asamblea, en su parecer, no podría ser parte en el proceso ordinario ni
ejecutivo, procederemos a estudiar la pertinencia de esta declaración y su
concordancia con lo establecido en el artículo 509 del Código de
Procedimiento Civil.

(iii) Capacidad para ser parte en un proceso judicial de las Asambleas


Departamentales

El artículo 509 del Código de Procedimiento Civil establece que en los


procesos ejecutivos de cumplimiento de sentencia sólo podrán alegarse las
excepciones de pago, compensación, confusión, novación, remisión,
prescripción o transacción, y la nulidad en los casos que contemplan los
numerales 7 y 9 del artículo 140 , y de la pérdida de la cosa debida.

Teniendo en cuenta que en el presente asunto se debate la capacidad de las


Asambleas Departamentales para ser demandadas dentro de un proceso
judicial, procederemos a realizar el estudio de este tema en el campo del
derecho administrativo.

El artículo 149 del Código Contencioso Administrativo, subrogado por el


artículo 49 de la Ley 446 de 1998 señala:

“ARTICULO 49. REPRESENTACION DE LAS PERSONAS DE


DERECHO PÚBLICO. El artículo 149 del Código Contencioso
Administrativo, quedará así:

"Artículo 149. Representación de las personas de derecho


público. Las entidades públicas y las privadas que cumplan
funciones públicas podrán obrar como demandantes,
demandadas o intervinientes en los procesos Contencioso
Administrativos, por medio de sus representantes, debidamente
acreditados. Ellas podrán incoar todas las acciones previstas en
este Código si las circunstancias lo ameritan.
En los procesos Contencioso Administrativos la Nación estará
representada por el Ministro, Director de Departamento
Administrativo, Superintendente, Registrador Nacional del
Estado Civil, Fiscal General, Procurador o Contralor o por la
persona de mayor jerarquía en la entidad que expidió el acto o
produjo el hecho.

El Presidente del Senado representa a la Nación en cuanto se


relacione con el Congreso. La Nación-Rama Judicial estará
representada por el Director Ejecutivo de Administración
Judicial.

En los procesos sobre impuestos, tasas o contribuciones, la


representación de las entidades públicas la tendrán el Director
General de Impuestos y Aduanas Nacionales en lo de su
competencia, o el funcionario que expidió el acto.

PARAGRAFO 1o. En materia contractual, intervendrá en


representación de las dependencias a que se refiere el artículo
2., numeral 1, literal b) de la Ley 80 de 1993, el servidor público
de mayor jerarquía en éstas.

PARAGRAFO 2o. Cuando el contrato haya sido suscrito


directamente por el Presidente de la República en nombre de la
Nación, la representación de ésta se ejerce por él o por su
delegado."

Lo anterior significa entonces que, para determinar la capacidad para ser parte
en un proceso, debe establecerse la materia de la controversia, que en el
presente asunto parece surgir de un contrato estatal.

En efecto, el origen de la discusión proviene de la inexistencia de un contrato


de prestación de servicios suscrito por una Asamblea Departamental, el cual,
en realidad, era de naturaleza laboral. En consecuencia, resulta pertinente
estudiar la capacidad de las Asambleas para suscribir contrato, y si esto
implica la capacidad para ser parte de los procesos judiciales que de estos
pueden provocarse.

(iv) Capacidad contractual y judicial

La Ley 80 de 1993 dio fin a la discusión sobre el ámbito de aplicación de la


normatividad especial de contratación en ella establecida. En efecto, consagró
que aquella se aplicaría a los contratos celebrados por las llamadas entidades
estatales, definiéndolas en su artículo 2:
“ARTÍCULO 2o. DE LA DEFINICIÓN DE ENTIDADES,
SERVIDORES Y SERVICIOS PÚBLICOS. Para los solos
efectos de esta ley:
1o. Se denominan entidades estatales:
a) La Nación, las regiones, los departamentos, las provincias,
el distrito capital y los distritos especiales, las áreas
metropolitanas, las asociaciones de municipios, los territorios
indígenas y los municipios; los establecimientos públicos, las
empresas industriales y comerciales del Estado, las sociedades
de economía mixta en las que el Estado tenga participación
superior al cincuenta por ciento (50%), así como las entidades
descentralizadas indirectas y las demás personas jurídicas en
las que exista dicha participación pública mayoritaria,
cualquiera sea la denominación que ellas adopten, en todos los
órdenes y niveles.
b) El Senado de la República, la Cámara de Representantes, el
Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía General de la
Nación, la Contraloría General de la República, las
contralorías departamentales, distritales y municipales, la
Procuraduría General de la Nación, la Registraduría Nacional
del Estado Civil, los ministerios, los departamentos
administrativos, las superintendencias, las unidades
administrativas especiales y, en general, los organismos o
dependencias del Estado a los que la ley otorgue capacidad
para celebrar contratos.” (Subrayado fuera del texto)

La Ley 80 de 1993 facultó, no sólo a las personas jurídicas públicas a celebrar


contratos sino a todo organismo o dependencia del Estado a la que la Ley le
otorgue la capacidad para celebrarlos. Es decir, la capacidad para ser parte de
un contrato estatal de un organismo o entidad, no implica, necesariamente, su
carácter de persona jurídica.

Sin embargo, surge la pregunta si aquella facultad de ser parte en un contrato


estatal, presupone la capacidad para ser demandado o demandante en los
procesos judiciales que se surtan con ocasión de la celebración del contrato, o
si por el contrario, la representación judicial recae en el órgano al que se
encuentra adscrito o vinculado.

Esta discusión se ha suscitado en el interior de la doctrina del derecho


administrativo, planteándose como un problema de imputación a un sujeto de
las consecuencias jurídicas derivadas de su actuación o de la de otros. El
profesor Luciano Parejo Alfonso nos señala:

“Hoy día el tipo de imputación que conocemos es la relación


orgánica, pero inicialmente y durante mucho tiempo se utilizó la
noción de representación legal. El paso de una figura a otra fue
debido, de un lado, a la construcción por la doctrina alemana de
la teoría del órgano, como instrumento que habilitaba de
capacidad de obrar a la persona jurídica, y, de otro por la
necesidad de dotar de mayor seguridad jurídica a los terceros
que se relacionaban con un sujeto inmaterial. Así, el
representante imputa al representado los efectos jurídicos de los
actos que realiza por cuenta del representante, mientras que en
la relación orgánica el titular del órgano imputa todos los
aspectos de los actos que realiza a la persona jurídica de la que
forma parte; el acto del representante es del representante
mismo, y él se le imputa en cuanto acto; por contra, el acto
adoptado por el titular del órgano es de la propia persona
jurídica, tanto los estados mentales o intencionales, como los
estados de conciencia o calificación de la conducta se imputan
al representante mientras que en la relación orgánica se imputa
a la persona jurídica. A este cuadro general podemos añadir
alguna matización. Es cierto que toda persona jurídica puede
actuar mediante representante, pero en tal caso el ente no recibe
la imputación formal de los actos del representante, sino sólo de
sus efectos. También es cierto que no absolutamente todos los
actos y los aspectos psíquicos del titular del órgano le son
imputados; al ente; ello depende del grado de seguridad jurídica
que cada ordenamiento quiera dar al tráfico realizado por el
titular del órgano, pero en todos ellos es posible encontrar una
parcela de actuación personal del agente que no es imputable al
ente.

Sabemos que las organizaciones pueden haber sido


personificadas por el ordenamiento convirtiéndolas en sujetos
jurídicos, esto es, atribuyéndoles el grado máximo de aptitud,
para la producción e imputación de efectos jurídicos. En la
teoría del órgano lo que se produce es que una determinada
unidad o parte de la organización delimitada por la
personificación es calificada por la norma como idónea para
expresar la voluntad de dicha persona jurídica, o lo que es lo
mismo, la de la totalidad de la organización acotada por la
personificación.

De todo lo anterior, debemos concluir que toda organización


presenta un aspecto funcional constituido por unidades básicas
de actuación. A este aspecto funcional se le une un aspecto
jurídico y es el de su capacidad para la imputación de su
actuación. De aquí que una determinada unidad puede que no
sea considerada por la norma con capacidad de imputación, por
lo tanto, de vincularla externamente, a través de sus decisiones.
Dicha unidad en sí misma o un conjunto de unidades
relacionadas con un mismo interés pueden ser calificadas por la
norma como órganos, es decir, con capacidad de imputación
jurídica. Finalmente, la misma unidad o un conjunto de unidades
pueden ser calificadas por la norma como personas jurídicas. Es
importante, pues, saber cuál es el nivel de imputación con que
cuenta el aparato administrativo predispuesto para la tutela de
interés: cuanto más autónoma sea su posibilidad de imputación
más eficazmente, podrá velar por dicho interés. Si el interés se
confía a una mera unidad básica, dicho interés entrará en
concurrencia con el resto de los intereses atribuidos a las
distintas unidades que componen el órgano cuyo titular será, en
definitiva, quien actúe jurídicamente como portados de ese
interés. Igualmente, el interés de cada órgano debe concurrir
con el resto de los intereses de los demás órganos de una misma
persona jurídica, teniendo en cuenta que no todos los órganos
tiene atribuidas las mismas potestades para la tutela de sus
respectivos intereses y que dentro de un persona jurídica existe
una ordenación de la relación entre los distintos órganos,
algunos de los cuales tiene potestades de actuación sobre otros,
lo que les coloca en una posición de supremacía. Una gran parte
del estudio de la teoría de la organización es precisamente, la
que consiste en conceptualizar el tipo de relación que existe
entre cada organización bien cuente con esta personalidad
jurídica propia, lo que dará lugar a la relaciones intersubjetivas,
bien formen parte de un misma personas jurídica, lo que dará
lugar a las relaciones interorgánicas.”6 (Subrayado fuera del
texto)

De lo anterior, se puede concluir que es la Ley la que determina la capacidad


para ser parte en procesos judiciales de los organismos administrativos.

En efecto, la Ley 80 facultó, no sólo a las personas jurídicas públicas a


celebrar contratos, sino a todo organismo o dependencia del Estado a la que la
Ley le otorgue la capacidad para celebrarlos.

De otra parte, la pregunta sobre si esta capacidad implica la posibilidad de ser


parte en los procesos ha sido resulta por la reforma del artículo 149 del
Código Contencioso Administrativo, establecida por el artículo 49 de la Ley
446 de 1998, que señaló que en materia contractual, intervendrá en
representación de las dependencias a que se refiere el artículo 2., numeral 1,
literal b) de la Ley 80 de 1993, el servidor público de mayor jerarquía en
éstas. El artículo 2., numeral 1, literal b) establece:

“b) El Senado de la República, la Cámara de Representantes, el


Consejo Superior de la Judicatura, la Fiscalía General de la
Nación, la Contraloría General de la República, las contralorías
departamentales, distritales y municipales, la Procuraduría
General de la Nación, la Registraduría Nacional del Estado
Civil, los ministerios, los departamentos administrativos, las
superintendencias, las unidades administrativas especiales y, en
general, los organismos o dependencias del Estado a los que la
ley otorgue capacidad para celebrar contratos.”
6 Luciano Parejo Alfonso, A. Jiménez- Blanco y L. Ortega Álvarez. “Manual de Derecho Administrativo” 3
Edición. Corregida y puesta al día. Ariel Derecho. Págs. 186-187.
Es decir, el artículo 149 del Código Contencioso Administrativo, modificado
por el artículo 49 de Ley 446 de 1998, otorga a ciertos organismos
administrativos no sólo la celebración de los contratos estatales, sino que
éstos pueden actuar en forma autónoma en los procesos judiciales, al señalar
expresamente que “en materia contractual, intervendrá en representación de
las dependencias a que se refiere el artículo 2., numeral 1, literal b) de la Ley
80 de 1993, el servidor público de mayor jerarquía en éstas.”

Se puede concluir que la capacidad para contratar de los entes y organismos


administrativos depende de una autorización legal que así los faculte. Así
mismo, una vez otorgada dicha capacidad, ésta implica la autorización para
intervenir en procesos contenciosos.

En cuanto a la capacidad contractual de las Asambleas Departamentales, debe


llevarse a cabo un análisis de las disposiciones que establecen la naturaleza
jurídica de estos organismos.

El artículo 299 de la Carta Política define a la Asamblea Departamental como


una Corporación con autonomía administrativa y presupuesto propio,
señalando que “en cada departamento habrá una Corporación de elección
popular que ejercerá el control político sobre los actos de los Gobernadores,
Secretarios de despacho, Gerentes y Directores de Institutos
Descentralizados y, que se denominará Asamblea Departamental. (...) Dicha
Corporación gozará de autonomía administrativa y presupuesto propio ”
(Subrayado fuera del texto).

De otra parte, el artículo 300, numeral 12 de la Constitución señala como


parte de las competencias de las Asambleas Departamentales “cumplir las
demás funciones que le asignen la Constitución y la Ley”. En este sentido, el
Constituyente autoriza al legislador para imponer, además de las
constitucionales, diferentes funciones a este tipo de organismos, respetando
siempre los principios constitucionales que inspiran esta figura.

En virtud de esta mandato constitucional, el artículo 39 de la Ley 489 de


1998, reitera la naturaleza administrativa de las Asambleas Departamentales,
cuando establece:

“ARTICULO 39. INTEGRACION DE LA ADMINISTRACION


PUBLICA. La Administración Pública se integra por los
organismos que conforman la Rama Ejecutiva del Poder Público
y por todos los demás organismos y entidades de naturaleza
pública que de manera permanente tienen a su cargo el ejercicio
de las actividades y funciones administrativas o la prestación de
servicios públicos del Estado colombiano.
La Presidencia de la República, los ministerios y los
departamentos administrativos, en lo nacional, son los
organismos principales de la Administración.

Así mismo, los ministerios, los departamentos administrativos y


las superintendencias constituyen el Sector Central de la
Administración Pública Nacional. Los organismos y entidades
adscritos o vinculados a un Ministerio o un Departamento
Administrativo que gocen de personería jurídica, autonomía
administrativa y patrimonio propio o capital independiente
conforman el Sector Descentralizado de la Administración
Pública Nacional y cumplen sus funciones en los términos que
señale la ley.

Las gobernaciones, las alcaldías, las secretarías de despacho y


los departamentos administrativos son los organismos
principales de la Administración en el correspondiente nivel
territorial. Los demás les están adscritos o vinculados, cumplen
sus funciones bajo su orientación, coordinación y control en los
términos que señalen la ley, las ordenanzas o los acuerdos,
según el caso.

Las asambleas departamentales y los concejos distritales y


municipales son corporaciones administrativas de elección
popular que cumplen las funciones que les señalan la
Constitución Política y la ley.”(Subrayado fuera del texto)

Se concluye entonces de las disposiciones anteriormente referidas que: (i) la


Ley 80 de 1993 establece la posibilidad de que organismos cuenten con
capacidad contractual, siempre que existe autorización legal previa y (ii) las
Asambleas Departamentales, al ser un organismo administrativo, deben
cumplir con las funciones establecidas en la Constitución y la Ley. En
consecuencia, la capacidad contractual debe estar expresamente señalada en
ellas, la cual se encuentra contenida en el artículo 110 Estatuto Orgánico del
Presupuesto. El artículo 110 señala:

“ARTICULO 110. Los órganos que son una sección en el


Presupuesto General de la Nación, tendrán la capacidad de
contratar y comprometer a nombre de la persona jurídica de la
cuál hagan parte, y ordenar el gasto en desarrollo de las
apropiaciones incorporadas en la respectiva sección, lo que
constituye la autonomía presupuestal a que se refieren la
Constitución Política y la ley. Estas facultades estarán en cabeza
del jefe de cada órgano quien podrá delegarlas en funcionarios
del nivel directivo o quien haga sus veces, y serán ejercidas
teniendo en cuenta las normas consagradas en el Estatuto
General de Contratación de la Administración Pública y en las
disposiciones legales vigentes.

En la sección correspondiente a la rama legislativa estas


capacidades se ejercerán en la forma arriba indicada y de
manera independiente por el Senado y la Cámara de
Representantes; igualmente, en la sección correspondiente a la
rama judicial serán ejercidas por la Sala Administrativa del
Consejo Superior de la Judicatura.”

En los mismos términos y condiciones tendrán estas


capacidades las superintendencias, unidades administrativas
especiales, las entidades territoriales, asambleas y concejos, las
contralorías y personerías territoriales y todos los demás
órganos estatales de cualquier nivel que tengan personería
jurídica.

En todo caso, el Presidente de la República podrá celebrar


contratos a nombre de la Nación (Ley 38/89, artículo 91. Ley
179/94, artículo 51).”(Subrayado fuera del texto)

Es decir, a pesar de que la Ley 80 de 1993 no las consagre expresamente, el


Estatuto les ha otorgado a las Asambleas Departamentales la capacidad para
contratar, considerando su autonomía administrativa y presupuestal.

De otra parte, al tener capacidad contractual, su capacidad para ser parte en


los procesos resulta evidente. En efecto, en virtud del artículo 149 del Código
Contencioso Administrativo, los organismos autorizados por el legislador para
contratar, también están facultados intervenir en representación de dichas
dependencias en los procesos contenciosos que contra ellos se surta con
ocasión del contrato.

Con base en lo anterior, debe determinarse si existió por parte del juez una vía
de hecho en la decisión contenida en el auto del 27 de mayo de 2004 del
Tribunal Superior de Ibagué, que revocó el mandamiento de pago preferido
contra la Asamblea Departamental del Tolima, considerando que ésta no
contaba con la capacidad para ser parte del proceso.

C. Caso concreto

La Sala Sexta de Revisión procederá a realizar un análisis del proceso


ejecutivo iniciado por la señora Sandra Liliana Aragón Meneses contra la
Asamblea Departamental del Tolima con el fin de determinar si se presentan
las causales generales y específicas de procedibilidad de la acción de tutela
contra providencias judiciales.

La señora Aragón Meneses presentó demanda ordinaria laboral contra la


Asamblea Departamental del Tolima el 21 junio de 1999 con el fin de que se
declarara que entre la accionante y el ente demandado existió un contrato
laboral, y en consecuencia se le condenara al pago de todas las prestaciones
de ley. El Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Ibagué, mediante Sentencia
del 7 de marzo de 2002, accedió a la pretensiones de la señora Sandra Liliana
Aragón Meneses, no interponiéndose recurso alguno por parte de la Asamblea
Departamental del Tolima.

Ante el incumplimiento de la Asamblea, la señora Aragón Meneses procedió a


iniciar la ejecución de las sumas objeto de la condena, ante el mismo Juzgado
Cuarto Laboral del Circuito de Ibagué. El Juzgado Cuarto Laboral del
Circuito de Ibagué profirió mandamiento de pago a favor de la accionante y
en contra de la Asamblea Departamental del Tolima, mediante auto del 19 de
noviembre de 2002. El mandamiento de pago fue notificado al demandado,
quien por intermedio de apoderado judicial, interpuso recurso de reposición y
en subsidio apelación ante el superior. El Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Ibagué, Sala Laboral, mediante auto de fecha 27 de mayo de 2004,
Magistrado Ponente Dr. José Antonio Almanza, desató el recurso de apelación
y procedió a revocar el mandamiento de pago, argumentado que la Asamblea
Departamental del Tolima no contaba con personería jurídica para ser parte en
el proceso ordinario.

Sin embargo, en opinión de la señora Aragón Meneses, el Tribunal Superior


del Distrito Judicial de Ibagué, Sala Laboral, Magistrado Ponente, Dr. José
Antonio Almanza, incurrió en un defecto sustantivo al proferir una decisión
abiertamente contraria al artículo 509 del Código de Procedimiento Civil.

Como se explicó en la parte motiva de esta providencia, la Corte


Constitucional ha distinguido unos requisitos de procedencia de la tutela
contra providencias judiciales, unos de carácter general, que habilitan la
interposición de la tutela, y otros de procedibilidad de carácter específico, que
tocan con el análisis del fondo mismo del amparo.

En el caso en concreto se observa que se cumplen los requisitos generales


establecidos por la jurisprudencia constitucional. En efecto: (i) se discute una
cuestión de relevancia constitucional, puesto que podría desconocer el
derecho fundamental del acceso a la justicia, el hecho que un juez ordinario
proceda a terminar un proceso ejecutivo, con base en una causal no prevista
en la Ley, dejando sin posibilidad al afectado de hacer efectiva una
providencia judicial en firme, (ii) la señora Aragón Meneses no cuenta con
más recursos ni ordinarios ni extraordinarios para hacer valer sus derechos
dentro del proceso, puesto que todos ellos fueron agotados; (iii) la acción de
tutela fue interpuesta dentro de un término razonable, esto es menos de un año
de proferida la decisión objeto de discusión, (iv) la actora ha identificado en
forma razonable los hechos que generaron la vulneración como los derechos
vulnerados y (v) no se trata se sentencias de tutela.

Vistos ya los requisitos de carácter general, procederemos a estudiar si la


providencia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Ibagué, Sala
Laboral, de fecha 27 de mayo de 2004, incurrió en un defecto sustantivo, y en
consecuencia, resulte procedente la interposición de la acción de amparo en su
contra.
La señora Aragón Meneses, inició un proceso ordinario laboral contra la
Asamblea Departamental del Tolima, con el fin de que se declarare que el
contrato de prestación de servicios con ella celebrada constituía en realidad un
contrato laboral. El Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Ibagué, mediante
Sentencia del 7 de marzo de 2002, accedió a la pretensiones de la señora
Sandra Liliana Aragón Meneses, no interponiéndose recurso alguno por parte
de la Asamblea Departamental del Tolima. Así mismo, en el curso del proceso
no fue alegada la incapacidad para ser sujeto procesal por parte de la
Asamblea. Por el contrario, el Presidente de la Asamblea confirió poder a un
abogado para representar al organismo dentro del proceso.

No cumplida la providencia judicial por parte de la Asamblea, la señora


Aragón Meneses se vio abocada a iniciar un proceso ejecutivo de
cumplimiento de sentencia, cuyas excepciones se encuentran taxativamente
establecidas por el numeral 2 del artículo 509 del Código de Procedimiento
Civil que señala que cuando el título ejecutivo consista en una sentencia o un
laudo de condena, o en otra providencia que conlleve ejecución, sólo podrán
alegarse las excepciones de pago, compensación, confusión, novación,
remisión, prescripción o transacción, siempre que se basen en hechos
posteriores a la respectiva providencia; la de nulidad en los casos que
contemplan los numerales 7 y 9 del artículo 140 , y de la pérdida de la cosa
debida. En este evento no podrán proponerse excepciones previas ni aún por
la vía de reposición.

Es decir, el juez no podrá declarar probada excepción alguna o declarar la


nulidad del proceso por causales distintas a las referidas, o al hacerlo podría
desconocer abiertamente el artículo 509 del Código de Procedimiento Civil.

El abogado de la Asamblea Departamental alegó en su escrito de excepciones


que esta entidad no contaba con la capacidad de ser parte ni en el proceso
ordinario ni en el ejecutivo. Sin embargo, esto no fue alegado dentro del
proceso ordinario, y mucho menos esta excepción se encuentra contenida en
el artículo 509 del Código de Procedimiento Civil. Es decir, el juez declaró
probada una excepción que en los procesos ejecutivos de cumplimiento de
sentencia, por expresa disposición legal no está permitida.

En cuanto a las nulidades de los numerales 7 y 9 del artículo 140 del Código
de Procedimiento Civil, no se presentan, en razón de que no se está alegando
la indebida representación de la Asamblea, sino la falta de capacidad para ser
parte en el proceso, que es un asunto diferente. Además, no se presenta la
causal 9, toda vez que no se alegó que la notificación de la Asamblea se
hubiera hecho en forma ilegal.

Además, la Asamblea Departamental contaba con la capacidad para ser parte


del proceso, y por lo tanto resultaba improcedente la revocatoria del
mandamiento de pago.

En este sentido, podemos observar que la Asamblea contaba con dos


capacidades autónomas que han sido otorgadas por La Ley:
La primera de ellas, la capacidad para celebrar contratos otorgada por el
artículo 110 del Estatuto Orgánico del Presupuesto 7, como el de prestación de
servicios, considerado como estatal.8

En segundo lugar, en virtud del parágrafo 1 del artículo 149 del Código
Contencioso Administrativo, modificado por el artículo 49 de la Ley 446 de
1998, la Asamblea se encuentra facultada para ser parte en los procesos que se
presenten con ocasión de la celebración y ejecución de los contratos estatales
por ella suscritos, a través del funcionario de mayor jerarquía, esto es el
Presidente de la Asamblea.9

7 “ARTICULO 110. Los órganos que son una sección en el Presupuesto General de la Nación, tendrán la
capacidad de contratar y comprometer a nombre de la persona jurídica de la cuál hagan parte, y ordenar el
gasto en desarrollo de las apropiaciones incorporadas en la respectiva sección, lo que constituye la
autonomía presupuestal a que se refieren la Constitución Política y la ley. Estas facultades estarán en
cabeza del jefe de cada órgano quien podrá delegarlas en funcionarios del nivel directivo o quien haga sus
veces, y serán ejercidas teniendo en cuenta las normas consagradas en el Estatuto General de Contratación
de la Administración Pública y en las disposiciones legales vigentes. En la sección correspondiente a la
rama legislativa estas capacidades se ejercerán en la forma arriba indicada y de manera independiente por
el Senado y la Cámara de Representantes; igualmente, en la sección correspondiente a la rama judicial
serán ejercidas por la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura.

En los mismos términos y condiciones tendrán estas capacidades las superintendencias, unidades
administrativas especiales, las entidades territoriales, asambleas y concejos, las contralorías y personerías
territoriales y todos los demás órganos estatales de cualquier nivel que tengan personería jurídica.

En todo caso, el Presidente de la República podrá celebrar contratos a nombre de la Nación (Ley 38/89,
artículo 91. Ley 179/94, artículo 51).”(Subrayado fuera del texto)”

8 El artículo 32 de la Ley 80 establece “Son contratos estatales todos los actos jurídicos generadores de
obligaciones que celebren las entidades a que se refiere el presente estatuto, previstos en el derecho privado
o en disposiciones especiales, o derivados del ejercicio de la autonomía de la voluntad, así como los que, a
título enunciativo, se definen a continuación:
Son contratos de prestación de servicios los que celebren las entidades estatales para desarrollar
actividades relacionadas con la administración o funcionamiento de la entidad. Estos contratos sólo podrán
celebrarse con personas naturales cuando dichas actividades no puedan realizarse con personal de planta o
requieran conocimientos especializados.
En ningún caso estos contratos generan relación laboral ni prestaciones sociales y se celebrarán por el
término estrictamente indispensable.”
9 “ARTICULO 49. REPRESENTACION DE LAS PERSONAS DE DERECHO PÚBLICO. El artículo 149 del
Código Contencioso Administrativo, quedará así:

"Artículo 149. Representación de las personas de derecho público. Las entidades públicas y las privadas que
cumplan funciones públicas podrán obrar como demandantes, demandadas o intervinientes en los procesos
Contencioso Administrativos, por medio de sus representantes, debidamente acreditados. Ellas podrán
incoar todas las acciones previstas en este Código si las circunstancias lo ameritan.

En los procesos Contencioso Administrativos la Nación estará representada por el Ministro, Director de
Departamento Administrativo, Superintendente, Registrador Nacional del Estado Civil, Fiscal General,
Procurador o Contralor o por la persona de mayor jerarquía en la entidad que expidió el acto o produjo el
hecho.

El Presidente del Senado representa a la Nación en cuanto se relacione con el Congreso. La Nación-Rama
Judicial estará representada por el Director Ejecutivo de Administración Judicial.

En los procesos sobre impuestos, tasas o contribuciones, la representación de las entidades públicas la
tendrán el Director General de Impuestos y Aduanas Nacionales en lo de su competencia, o el funcionario
que expidió el acto.

PARAGRAFO 1o. En materia contractual, intervendrá en representación de las dependencias a que se


refiere el artículo 2., numeral 1, literal b) de la Ley 80 de 1993, el servidor público de mayor jerarquía en
éstas.
Se concluye entonces que se presentó un defecto sustantivo en el Auto del 27
de mayo de 2004, proferido el Tribunal Superior de Ibagué, toda vez, que el
Despacho no dio aplicación al numeral 2 del artículo 509 del Código de
Procedimiento Civil, y en consecuencia la norma aplicable al caso fue
claramente desconocida y no tenida en cuenta por el fallador. Así mismo, a
pesar del amplio margen interpretativo que la Constitución le reconoce a las
autoridades judiciales, la aplicación final de la regla fue inaceptable por
tratarse de una interpretación evidentemente contraria al ordenamiento
jurídico.

En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte


Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo, y por mandato
de la Constitución Política,

RESUELVE

PRIMERO : LEVANTAR la suspensión de términos para fallar el presente


asunto, decretada por la Sala en auto del 31 de marzo de 2006.

SEGUNDO : REVOCAR el fallo proferido por el por la Corte Suprema de


Justicia, Sala Laboral el diez (10) de noviembre de 2005, en su lugar,
CONCEDER la tutela al derecho fundamental al debido proceso de la señora
Sandra Liliana Aragón Meneses, por las consideraciones expuestas en la parte
motiva de esta providencia.

TERCERO : DEJAR SIN EFECTO la providencia de fecha 27 de mayo de


2004, proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Ibagué, Sala
Laboral, Magistrado Ponente Dr. José Antonio Almanza, mediante el cual se
revocó el mandamiento de pago, del 19 de noviembre de 2002, proferido por
el Juzgado Cuarto Laboral del Circuito de Ibagué, en el proceso ejecutivo de
Sandra Liliana Argón Meneses contra la Asamblea Departamental del Tolima,
y en consecuencia mantener en firme el mandamiento de pago del 19 de
noviembre de 2002.

CUARTO: Para los efectos del artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, el
juzgado de origen hará las notificaciones y tomará las medidas conducentes
para el cumplimiento de esta sentencia.

Cópiese, notifíquese, comuníquese, publíquese en la Gaceta de la Corte


Constitucional y cúmplase.

MARCO GERARDO MONROY CABRA


Magistrado

PARAGRAFO 2o. Cuando el contrato haya sido suscrito directamente por el Presidente de la República en
nombre de la Nación, la representación de ésta se ejerce por él o por su delegado."
HUMBERTO ANTONIO SIERRA PORTO
Magistrado

ÁLVARO TAFUR GALVIS


Magistrado

MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ


Secretaria General

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