Las Horas de La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
Las Horas de La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
Las Horas de La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
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“Lo que más me gusta es que el alma
rumié continuamente mi Pasión.
El mundo se ha desequilibrado porque
ha perdido la memoria de mi pasión. El
mundo ha hecho como un niño que ya
no quiere reconocer a su madre, o un
discípulo que ya no quiere oír las
enseñanzas de su maestro. ¿Qué será
de este niño y de este discípulo?
Estas “horas” son el orden del universo;
pondrán en armonía el cielo y la tierra,
y harán que no se destruya el mundo.”
***
Antes de todo, hay que decir que cualquier meditación
acerca de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo es de suma
complacencia al Corazón adorable de Jesús, y de sumo
provecho espiritual para quien devotamente la hace.
El bien espiritual que obtiene el alma de la asidua y
cotidiana meditación de los padecimientos de nuestro
amorosísimo Bien Jesús, no hay lengua humana que lo
pueda dignamente expresar. Ante todo, es imposible que el
alma no se sienta inflamar día a día en amor hacía el divino
Redentor Jesús. Aquí se realiza lo dicho por el profeta:
“En la meditación el fuego se enciende”.
Del valor y del Provecho del Ejercicio de Estas Horas
de la Pasión
Y yo: “Amor mío, eso para mí, pero a aquellos que las harán,
¿Qué les darás?”.
“Hija mía, has de saber que con estas Horas, el alma toma mis
pensamientos y los hace suyos, mis reparaciones, las
oraciones, los deseos, los afectos y aún mis más íntimas
fibras, y las hace suyas; elevándose entre el Cielo y la Tierra
hace mi mismo oficio, y como corredentora dice conmigo:
”Ecce ego mitte me”, quiero repararte por todos,
responderte por todos e implorar el bien para todos”.
23 de abril de 1916
“Hija mía, cada pena que sufrí, cada gota de sangre, cada
llaga, oración, palabra, acción, paso, etc., produjo una luz tal
en mi Humanidad de embellecerme de manera de tener
raptados a todos los bienaventurados. Ahora, el alma, a cada
pensamiento de mi Pasión, a cada compadecimiento, a cada
reparación, etc. que hace, no hace otra cosa que tomar luz
de mi Humanidad y embellecerse a mi semejanza, así que un
pensamiento de más de mi Pasión será una luz de más que
llevará un gozo eterno.”
13 de octubre de 1916
2 de febrero de 1917
Al oír esto decía yo para mí: “Tal vez mi amado Jesús, para
mantener la palabra dada de que por cada palabra de las
Horas de la Pasión daría un alma, hace que no haya alma
salvada que no se haya servido de estas Horas. “Después he
vuelto en mi misma, y habiendo visto a mi dulce Jesús le he
preguntado si eso era cierto y Él me ha dicho:
“Hija mía, ¿por qué temes? ¿No sabes tú que por cada
palabra sobre mi Pasión, pensamiento, compasión,
reparación, recuerdo de mis penas... se establecen nuevas
comunicaciones de electricidad entre el alma y Yo, y por lo
tanto el alma se va adornando de tan múltiples y diferentes
bellezas? Esa alma ha hecho las Horas de mi Pasión y Yo la
recibiré como hija de mi Pasión, vestida y adornada con mis
Llagas. Esta flor ha crecido en tu corazón y Yo la bendigo y la
recibo en el mío como una flor predilecta.”
Mis penas, mis Llagas, mi Sangre, son fortaleza que quita las
debilidades, son luz que da vista a los ciegos, son lengua que
desata las lenguas y que abre los oídos, son camino que
endereza a los cojos, son vida que hace resucitar a los
muertos.
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SEGUNDA HORA – De las 6 a las 7 de la tarde
Jesús se separa de su Madre Santísima y se encamina al
Cenáculo
Con esto reparas por tantas almas consagradas a Ti, que con
tanto cuidado tratabas de formar como portentos de tu
amor, y ellas, ingratas, sin corresponderte, te hacen sufrir
más amarguras. Quiero reparar junto contigo para endulzar
el dolor de tu corazón.
Pero veo que quedas horrorizado ante la vista de Jerusalén,
y retirando de ella tu mirada, entras en el cenáculo. Amor
mío, estréchame a tu corazón, a fin de que haga mías tus
amarguras para ofrecerlas junto contigo, y Tú, miras
piadoso mi alma, y derramando en ella tu amor, bendíceme.
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TERCERA HORA – De las 7 a las 8 de la noche
La Cena Legal
“¡Ah hija mía, quiero todas las almas, y postrado ante ellas
como un pobre mendigo, las pido, las urjo, y llorando tramo
mis insidias de amor para tenerlas! Quiero, postrado a sus
pies, con esta agua mezclada con mis lágrimas lavarlas de
cualquier imperfección y prepararlas a recibirme en el
sacramento. Me importa tanto este acto de recibirme en la
Eucaristía, que no quiero confiar este oficio ni a los ángeles,
ni siquiera a mi amada Mamá, sino que Yo mismo quiero
purificarlas, aún las fibras más íntimas, para disponerlas a
recibir el fruto del sacramento, y en los apóstoles era mi
intención preparar a todas las almas.
Intento reparar todas las obras santas y la administración de
los sacramentos, sobre todo hechas por sacerdotes con
espíritu de soberbia, vacías de espíritu divino y de
desinterés. ¡Ah, cuántas obras buenas me llegan más para
deshonrarme que para darme honor! ¡Más para amargarme
que para complacerme! ¡Más para darme muerte que para
darme vida! Estas son las ofensas que más me afligen. Ah, sí
hija mía, numera todas las ofensas más íntimas que se me
hacen y repárame con mis mismas reparaciones, consuela
mi corazón amargado”.
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QUINTA HORA – De las 9 a las 10 de la noche
Primera hora de agonía en el Huerto de Getsemaní
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SEXTA HORA – De las 10 a las 11 de la noche
Segunda hora de agonía en el Huerto de Getsemaní
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SEPTIMA HORA – De las 11 a las 12 de la noche
Tercera hora de agonía en el Huerto de Getsemaní
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OCTAVA HORA – De las 12 de la noche a la 1 de la
mañana
La captura de Jesús
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NOVENA HORA – De la 1 a las 2 de la mañana
Jesús, atado, es hecho caer en el torrente Cedrón
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DECIMA HORA – De las 2 a las 3 de la mañana
Jesús es presentado a Anás
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UNDECIMA HORA – De la 3 a las 4 de la mañana
Jesús en casa de Caifás
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DUODECIMA HORA – De las 4 a las 5 de la mañana
Jesús en medio de los soldados
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DECIMATERCERA HORA – De las 5 a las 6 de la
mañana
Jesús en prisión
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DECIMACUARTA HORA – De las 6 a las 7 de la
mañana
Jesús de nuevo ante Caifás y después es llevado a
Pilatos
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DECIMASEXTA HORA – De las 8 a las 9 de la mañana
Jesús de nuevo ante Pilatos. Es pospuesto a
Barrabás. Jesús
es flagelado.
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DECIMASEPTIMA HORA – De las 9 a las 10 de la
mañana
Jesús coronado de espinas. “Ecce Homo.” Jesús es
condenado
a muerte.
“Hija mía, estas espinas dicen que quiero ser constituido rey
de cada corazón; a Mí me corresponde todo dominio; tú
toma estas espinas y pincha tu corazón y haz salir de él todo
lo que a Mí no pertenece y deja las espinas dentro de tu
corazón como señal de que Yo soy tu rey y para impedir que
ninguna otra cosa entre en ti. Después gira por todos los
corazones, y pinchándolos haz salir de ellos todos los humos
de soberbia, la podredumbre que contienen, y
constitúyeme Rey de todos.”
Corazón mío, Jesús, tus penas son las mías y hago eco a tus
reparaciones.
Pero veo que Pilatos queda atónito y se apresura a decir:
“¿Cómo?
¿Debo crucificar a vuestro rey? Yo no encuentro culpa en Él
para condenarlo.” Y los judíos haciendo escándalo gritan:
“No tenemos otro rey que el Cesar, y si tú no lo condenas
no eres amigo del Cesar; loco, insensato, crucifícalo,
crucifícalo.”
Pilatos, no sabiendo qué más hacer, por temor a ser
destituido hace traer un recipiente con agua y lavándose las
manos dice: “Yo soy inocente de la sangre de este Justo.” Y
te condena a muerte. Pero los judíos gritan: “¡Su sangre
caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Y al verte
condenado estallan en fiesta, aplauden, silban, gritan;
mientras Tú, oh Jesús, reparas por aquellos que
encontrándose en el poder, por vano temor y por no perder
su puesto rompen las leyes más sagradas, no importándoles
la ruina de pueblos enteros, favoreciendo a los impíos y
condenando a los inocentes; reparas también por aquellos
que después de la culpa instigan a la Ira Divina a castigarlos.
Pero mientras reparas todo esto, el corazón te sangra por el
dolor de ver al pueblo escogido por Ti, fulminado por la
maldición del Cielo, que ellos mismos con plena voluntad
han querido, sellándola con tu sangre que han imprecado.
Ah, tu corazón desfallece, déjame que lo sostenga entre mis
manos haciendo mías tus reparaciones y tus penas; pero tu
amor te empuja aún más alto, e impaciente ya buscas la
cruz. Vida mía, te seguiré, pero por ahora repósate en mis
brazos, y después llegaremos juntos al monte Calvario; por
eso permanece en mí y bendíceme.
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DECIMOCTAVA HORA – De las 10 a las 11 de la
mañana
Jesús toma la cruz y se dirige al Calvario donde es
desnudado.
“Hijas, no lloren por mis penas sino por sus pecados y los de
sus hijos.”
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DECIMANOVENA HORA – De las 11 a las 12 del día
La Crucifixión de Jesús
“Padre Santo, estoy aquí cargado con todos los pecados del
mundo, no hay pecado que no recaiga sobre Mí, por eso no
descargues más sobre el mundo los flagelos de la Divina
Justicia, sino sobre Mí, tu Hijo. Oh Padre, permíteme que
ate todas las almas a esta cruz y con las voces de mi sangre
y de mis llagas responda por ellas. Oh Padre, ¿no ves a qué
estado me he reducido? Es desde esta cruz que Yo
reconcilio Cielo y tierra, y en virtud de estos dolores
concede a todos paz, perdón y salvación. Detén tu
indignación contra la pobre humanidad, contra mis hijos;
están ciegos y no saben lo que hacen, por eso mírame bien
cómo he quedado reducido por causa de ellos; si no te
mueves a compasión por ellos, que te enternezca al menos
este mi rostro ensuciado por escupitinas, cubierto de
sangre, amoratado e hinchado por tantas bofetadas y
golpes recibidos. Piedad Padre mío, era Yo el más bello de
todos, y ahora estoy todo desfigurado, tanto, que no me
reconozco más, he llegado a ser la abominación de todos,
por eso a cualquier costo quiero salva a la pobre criatura.”
Mi Jesús, amor sin fin, quisiera tener tus ojos para llorar
ante la Majestad Suprema por la pérdida de tantas pobres
criaturas y por estos tiempos tan tristes.
Permíteme que tome tus lágrimas y tus mismas miradas,
que son una con las mías, y gire por todas las criaturas; y
para moverlas a compasión por sus almas y por tu amor les
haré ver que Tú lloras por su causa, y que mientras se van
ensuciando, Tú tienes preparadas tus lágrimas y tu sangre
para lavarlas, y al verte llorar se rendirán. Ah, con estas tus
lágrimas permíteme que lave todas las inmundicias de las
criaturas; que estas lágrimas las haga descender en sus
corazones y pueda reblandecer a tantas almas endurecidas
en la culpa y venza la obstinación de todos los corazones; y
con tus miradas las penetre, de modo de hacer que todos
dirijan sus miradas al Cielo para amarte, y no las dirijan más
a la tierra para ofenderte; así el Divino Padre no desdeñará
mirar a la pobre humanidad. Crucificado Jesús, veo que el
Divino Padre aún no se aplaca en su indignación, porque
mientras su paterna bondad, movida por tanto amor hacia
la pobre criatura ha llenado Cielo y tierra de tantas pruebas
de amor y de beneficios hacia ella, que casi a cada paso y
acto se siente correr el amor y las gracias de aquel corazón
paterno, la criatura siempre ingrata, despreciando este
amor no lo quiere reconocer, más bien hace frente a tanto
amor llenando el Cielo y la tierra de insultos, desprecios y
ultrajes, y llega a pisotearlo bajo sus inmundos pies,
queriéndolo casi destruir idolatrándose a sí misma. ¡Ah,
todas estas ofensas penetran hasta en los Cielos y llegan
ante la Majestad Divina, la Cual, oh cómo se indigna al ver a
la vilísima criatura que llega hasta insultarla y ofenderla en
todos los modos! Pero Tú, oh mi Jesús, siempre atento a
defendernos, con la fuerza arrebatadora de tu amor obligas
al Padre a mirar tu santísimo rostro cubierto de todos estos
insultos y desprecios, y dices:
---Desde aquí hasta el final de esta hora--- no forma parte del escrito
original de Luisa, fue escrita entre el año de 1916 y 1917, después de la primera edición
(1915), y a petición expresa de ella se agregó. Por tanto, la frase “estos tiempos tan
tristes” corresponde a los sucesos de la primera guerra mundial.
Jesús mío, ¿será posible que nos ames tanto? Tu amor
tritura este mi pobre corazón, y queriendo seguirte en todo,
permíteme que tome este tu rostro santísimo para tenerlo
en mi poder, para mostrarlo continuamente así desfigurado
al Padre, para moverlo a compasión de la pobre humanidad,
que está tan oprimida bajo el azote de la Divina Justicia, que
yace como moribunda; permíteme que me ponga en medio
de todas las criaturas y les haga ver tu rostro tan
desfigurado por su causa, y las mueva a compasión de sus
almas y de tu amor; y que con la luz que brota de ese tu
rostro y con la fuerza arrebatadora de tu amor, les haga
comprender quién eres Tú y quiénes son ellas que osan
ofenderte, y haga resurgir sus almas de en medio de tantas
culpas en las cuales viven muriendo a la Gracia, y las haga
postrarse ante Ti, todas en acto de adorarte y glorificarte.
Mi Jesús, crucificado adorable, la criatura va siempre
irritando a la Divina Justicia, y desde su lengua hace resonar
el eco de horribles blasfemias, voces de imprecaciones y
maldiciones, conversaciones malas, concertaciones para
decidir cómo destrozarse mejor entre ellas y llevar a cabo
matanzas. Ah, todas estas voces ensordecen la tierra y
penetrando hasta en los Cielos ensordecen el oído Divino, el
cual, cansado de estos ecos venenosos que la criatura le
manda, quisiera deshacerse de ella arrojándola lejos de Sí,
porque todas esas voces venenosas imprecan y claman
venganza y justicia contra ellas mismas.
¡Oh, cómo la Divina Justicia se siente incitada a mandar
flagelos; cómo encienden su furor contra la criatura tantas
blasfemias horrendas! Pero Tú, oh mi Jesús, amándonos con
amor sumo, haces frente a estas voces asesinas con tu voz
omnipotente y creadora, en la cual recoges todas estas
voces y haces resonar en el oído paterno tu voz dulcísima,
para tranquilizarlo por las molestias que las criaturas le dan
con otras tantas voces de bendiciones, de alabanzas, y
gritas:
+++
VIGÉSIMA PRIMERA HORA – De la 1 a las 2 de la
tarde
Segunda hora de agonía en la cruz. Segunda, tercera
y cuarta
palabra sobre la cruz
Tercera Palabra
Mi Jesús crucificado y atormentado, tus penas aumentan
siempre más.
Ah, sobre esta cruz Tú eres el verdadero Rey de los Dolores,
pero entre tantas penas no se te escapa ninguna alma, sino
que das a cada una tu propia Vida. Pero tu amor se ve
impedido por las criaturas, despreciado, no tomado en
cuenta, y no pudiendo desahogar se hace más intenso, te da
torturas indecibles; y en estas torturas va investigando qué
más puede dar al hombre para vencerlo y te hace decir:
Cuarta Palabra
¡No me abandonen!”
“¡Tengo sed!”
Sexta Palabra
Séptima Palabra
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VIGÉSIMA TERCERA HORA – De las 3 a las 4 de la tarde
Jesús muerto es traspasado por la lanza.
El descendimiento de la cruz
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VIGÉSIMA CUARTA HORA – De las 4 a las 5 de la
tarde
La sepultura de Jesús