El Exequator Enviar
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DEFINICION
Requisitos Exequátur
Para el Proceso de Exequátur deberá reunir la siguiente documentación:
Copia certificada de la partida de matrimonio extendida por el registro civil peruano
o por el Consulado Peruano.
Documento de identidad.
Sentencia extranjera de divorcio.
Constancias de Cosa Juzgada de la sentencia expedida por el Tribunal Extranjero.
Poder de representación legal para el abogado si así fuera el caso.
Los documentos deberán estar apostillados o estar legalizados, dependerá de que
país sea.
Si la documentación se encuentra en otro idioma, deberán hacerse las traducciones
respectivas.
FUENTE : http://resultadolegal.com/exequatur-peru/
Ruchelli y Ferrer: «La sentencia, como producto natural del poder de soberanía, que se
manifiesta mediante la jurisdicción, queda limitada, en cuanto a su eficacia, dentro de la
soberanía que se ejerce. Sin embargo, para poder comprender la validez y eficacia de la
sentencia extranjera fuera de la jurisdicción que la ha creado; en otras palabras, para analizar la
extraterritorialidad de la sentencia extranjera, debemos tomar posición en cuanto al análisis de
la misma, teniendo presente las distintas eficacias jurídicas de la sentencia extranjera».
2 ¿A qué eficacias jurídicas nos estamos refiriendo? Los efectos definitivos de una sentencia
firme son: fuerza de cosa juzgada, fuerza probatoria y fuerza ejecutoria.
La excepción de cosa juzgada para Rigaux es «Un medio de defensa que deriva de la fuerza
obligatoria de una decisión, permite a la parte que la utiliza obstaculizar la iniciación de una
nueva acción entre las mismas partes con el mismo objeto y la misma causa.
Esta excepción no puede, sin embargo, invocarse respecto de algunas decisiones cuya fuerza
está conectada a la persistencia de las circunstancias de hecho en que han sido dadas: así, una
decisión que establece una pensión alimenticia o decide sobre la guarda de un niño es
susceptible de ser revisada si la situación de las partes se modifica (Francois Rigaux, Derecho
Internacional Privado parte general, Madrid, Edit. Civitas S.A., 1985, p. 1988)
Como lo refiere Mortara citado por Sentís Melendo, «la presentación de una sentencia
extranjera como prueba no significa que el magistrado nacional deje de tener el poder de decidir
la controversia según la propia convicción, pues la sentencia no es, en tal caso, instrumento de
ejecución, sino elemento de convicción.( Santiago Sentís Melendo, op.cit., pág.95 )
Por tanto la fuerza probatoria de la sentencia extranjera es la de un documento probatorio de
un hecho realizado, que si bien ha sido obtenido en otro país y bajo otras leyes, eso no es
obstáculo para que pueda tener la calidad de prueba documental y será ameritada por el juez
que ve la causa en el conjunto del caudal probatorio. Esta es la opción legislativa asumida por
nuestro Código, concediéndole en este aspecto similar valor que a las sentencias nacionales
cuando éstas se presentan como prueba ante una autoridad peruana.
Weinberg señala que; «en el reconocimiento, el juez acepta un derecho consagrado por la
sentencia, como, por ejemplo, la existencia de un divorcio; en la ejecución, el titular del derecho
consagrado por la sentencia extranjera exige el concurso de la fuerza pública local por
intermedio del juez para obtener la satisfacción material, como por ejemplo, la ejecución de
bienes promovida por un acreedor». (Inés Weinberg de Roca, Competencia internacional y
ejecución de sentencias extranjeras, Buenos Aires, Edit. Astrea, 1994, p. 55.)
La diferencia entre ambos términos surge precisamente del carácter de las sentencias o
decisiones, de aquellos que no necesitan ejecución por ser declarativas o constitutivas.
2. Que el tribunal extranjero haya sido competente para conocer el asunto de acuerdo a sus
normas de Derecho Internacional Privado y a los principios generales de competencia procesal
internacional.
3. Que se haya citado al demandado conforme a la ley del lugar del proceso; que se le haya
concedido plazo razonable para comparecer; y que se le hayan otorgado garantías procesales
para defenderse.
4. Que la sentencia tenga autoridad de cosa juzgada en el concepto de las leyes del lugar del
proceso.
5. Que no exista en el Perú juicio pendiente entre las mismas partes y sobre el mismo objeto,
iniciado con anterioridad a la interposición de la demanda que originó la sentencia.
6. Que no sea incompatible con otra sentencia que reúna los requisitos de reconocimiento y
ejecución exigidos en este título y que haya sido dictada anteriormente.
Dichos requisitos se encuentran ilustrados en los fallos superiores y supremos que se han
presentado en el material de lectura para información de los presentes, más; serán motivo de
reflexión en este evento tres puntos centrales de diálogo:
• El tercero relativo a la oportunidad desde la cual surte efectos en nuestro país la sentencia
extranjera: ¿de la fecha de expedición de la sentencia de exequatur? o ¿declarada la
homologación, los efectos de la sentencia extranjera se retrotraen en el Perú a la fecha de su
expedición por el tribunal extranjero?
En relación con el primer tema relativo a la homologación de sentencias extranjeras con carácter
de cosa juzgada, es necesario precisar el alcance terminológico de la expresión sentencia.
Sentencia o decisión judicial extranjera son los términos que usualmente se emplean para
señalar a la materia del procedimiento de exequatur. Como bien lo define la Convención de la
Haya en su artículo 2°; se entiende como decisión judicial a la que sea reconocida y declarada
ejecutoria en el país requerido, y que a la vez no puede ser objeto de un recurso extraordinario
en el país de origen. Surge entonces la necesidad de distinguir la sentencia extranjera y el auxilio
judicial internacional.
Las cartas rogatorias constituyen el ruego y apoderamiento que dirige un juez o tribunal de otro
país para que realice determinados actos procesales. (Ej.: notificación de una decisión,
interrogatorio de un testigo, etc.) (Ministerio de Relaciones Exteriores, <>, Gaceta Jurídica, 1995,
p.11 )
Lecompte señala que «los exhortos o comisiones rogatorias son las diligencias mediante las
cuales los jueces se suplican entre sí para llevar a cabo ciertas actuaciones judiciales como
notificaciones, práctica de pruebas, etc; ya sea dentro del territorio del estado en el cual
administran justicia o hacia los que ejercen jurisdicción en otros. (Alvaro Lecompte Luna,
Derecho Internacional Privado, Bogotá, Edit. Temis, 1979, p. 122)
De lo que se colige que a pesar de que sean emitidos por un órgano con poder jurisdiccional no
son materia de reconocimiento, al tratarse meramente de actos judiciales de carácter
administrativo. ¿En este aspecto podrían ser objeto de exequatur las resoluciones expedidas en
procesos no contenciosos, de jurisdicción voluntaria?
Mortara señala: «la providencia de jurisdicción voluntaria no es, en realidad, un acto de función
jurisdiccional soberana; por lo mismo, no puede adquirir autoridad de cosa juzgada y no puede
ser ejecutada forzosamente sobre los bienes o contra la persona de quien se oponga a ello.
Calamandrei afirma que La llamada jurisdicción voluntaria no es tal jurisdicción sino que es
administración ejercida por órganos judiciales.
De ahí que nuestra ley expresamente en el segundo párrafo del artículo 2108° del Código Civil
señale que las sentencias extranjeras que versen sobre asuntos no contenciosos de jurisdicción
facultativa no requieren exequatur.
Explica la Dra. Revoredo que las sentencias extranjeras sobre asuntos de jurisdicción graciosa,
no requieren de exequatur, quedando sus efectos limitados a los de un medio probatorio.
Otra discusión que se plantea es en torno a que si el amparo judicial de la resolución sólo debe
comprender a las de carácter jurisdiccional, o corresponde incluir a las resoluciones que expidan
o autoricen funcionarios administrativos ajenos al ámbito jurisdiccional. Santiago Sentís señala:
«Los actos jurídicos no han de contemplarse desde el punto de vista del país en que se pide el
exequatur, sino del país de origen. Un acto será judicial o administrativo según lo regule la
legislación del país en que se ha producido, sin que en el extranjero sea posible cambiar su
naturaleza jurídica. El que un acto sea judicial o administrativo, lleva consigo no sólo un origen
diferente, sino procedimiento distinto y garantías más o menos sólidas. Si los actos judiciales
merecen una determinada consideración y ser objeto de tratados o legislación interna en un
determinado sentido, no es lógico extender el contenido de estos tratados o preceptos a unos
actos que, aún cuando por su naturaleza hubieran debido ser judiciales, sin embargo, se
desarrollaron en la órbita administrativa.»
De similar opinión Ruchelli y Ferrer afirman categóricamente que «deben excluírse en principio
las resoluciones que realicen o autoricen funcionarios administrativos ajenos al ámbito
jurisdiccional.
En el caso de Dinamarca, por ejemplo, existe junto a la vía jurisdiccional, la vía administrativa y
para poder acudir a ella es necesario que haya una causa de divorcio, que exista un acuerdo
entre las partes no sólo sobre el divorcio sino además sobre temas vinculados a él.
Las resoluciones dictadas por el órgano administrativo pueden ser recurridas ante el Ministerio
de Justicia, cuya decisión se encontrará sujeta a revisión judicial en la vía ordinaria. Por tanto,
como puede establecerse a nivel de la Comunidad Europea, es admisible el reconocimiento de
resoluciones judiciales como administrativas en el ámbito matrimonial y de relaciones
parentales.
Cierto es que son cada vez más frecuentes, por lo menos en la Corte Superior de Lima, las
solicitudes de exequatur de resoluciones administrativas que declaran el divorcio, provenientes
particularmente de peruanos que han contraído matrimonio en el Japón, que lo han inscrito en
los registros consulares respectivos, cuyo domicilio conyugal ha tenido como sede el Japón y que
mediante acuerdo han logrado la disolución administrativa autorizada expresamente en la ley
de Koseki. Al respecto, el Consulado General del Japón informó a la Dirección de Asuntos
Consulares del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, mediante documento de fecha 20
de enero de 1997, que de acuerdo al Código Civil de Japón los divorcios pueden ser por mutuo
acuerdo (artículo 763°) o mediante proceso judicial (artículo 770°). Señala que en el primer caso
si los cónyuges están de acuerdo en divorciarse, deberán tramitar el divorcio según la ley de
Koseki (Ley del Registro Familiar), ante los municipios.
En el segundo caso, cuando exista sentencia de divorcio el asiento de ésta deberá tramitarse,
según la referida ley, ante los municipios. En ambos casos los alcaldes de los municipios están
facultados para expedir certificados de divorcios, resultando sumamente lógico para las partes
que si nuestros registros admitieron la inscripción del matrimonio, admitan en consecuencia la
inscripción de la disolución.
Un sector de la doctrina sostiene que tiene un carácter constitutivo por cuanto sólo mediante la
intervención del juez nacional se puede obtener en el país los efectos de la sentencia extranjera;
de otro lado, quienes sostienen su carácter declarativo consideran respecto a la naturaleza de
la sentencia de reconocimiento, que el juicio de delibación y reconocimiento no crea la sentencia
sino que la declara ejecutoria, por cuanto ésta no pronuncia un mandato de contenido idéntico
al de la sentencia extranjera sino un mandato aceptando la idoneidad de ésta para producir
efectos en el propio Estado.
De ahí que quienes sostienen la segunda posición postulen que no se trata de efectos de la
sentencia nacional de reconocimiento, sino de efectos de la sentencia extranjera, argumentando
que la sentencia es una sola y sus efectos son los mismos cualquiera que sea el lugar donde haya
de producirse y, en ese entendido, otorgando a la homologación los efectos de la sentencia
extranjera en el país, se retrotraerían a la fecha en que fue expedido el fallo materia de
reconocimiento; mientras que quienes sostienen el carácter constitutivo de la sentencia de
exequatur postularían que la sentencia extranjera recién genera efectos en el territorio nacional
cuando se ha expedido ésta, como requisito indispensable para el valor y eficacia de la sentencia
extranjera que sólo mediante dicho procedimiento los adquiriría.
Cierto es que los estudiosos de esta especialidad podrán converger o diverger con estos
planteamientos interpretativos, más, seremos los magistrados quienes a través de nuestros
fallos orientaremos su sentido y alcance, impulsando jurisprudencialmente el desarrollo de ésta
importante área del derecho privado internacional.
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechopucp/article/viewFile/6434/6490