LA AGUADA
Se utiliza generalmente combinada con
dibujos a pluma. Los efectos que se
consiguen son variados. Unas veces, se
refuerzan simplemente las sombras,
otras, el pincel añade detalles en las
partes oscuras. La aguada aporta al
dibujo nuevas calidades luminosas y
cromáticas.
A partir de la Edad Media, se trata el
papel destinado a la aguada glaseándolo
con cola o con alumbre. Una fórmula
fechada en 1745 recomienda la cola
blanca (hervida o disuelta en agua de
lluvia) o la cola de pescado. El glaseado
se aplicaba con una esponja o se
sumergía el papel en un baño de cola.
Los artistas comenzaron utilizando la
aguada para dar más veracidad y vida al
dibujo, ya que completaba la
representación lineal al añadir el juego
de luces y sombras, que representaba
mejor el modelado. Por medio de un
pincel que mojaban en una solución
teñida, pálida y transparente, o en agua
pura, distribuían una parte de los
pigmentos presentes en el dibujo.
Algunas veces reforzaban el efecto de
sus aguadas, o aumentaban su atractivo,
repasando el pincel húmedo sobre
algunas partes del dibujo, secas o no.
Encontramos numerosas indicaciones sobre esta técnica en el famoso
tratado sobre la pintura de Cennino Cennini, fechado en 1437:
"Recubrid los lugares escogidos con una aguada muy diluida (dos
gotas de tinta en una cáscara de nuez de agua), de manera que los
bordes no sean ni demasiado tajantes, ni demasiado intensos. Añadid
lentamente la tinta, gota a gota. Cuando trabajéis con un papel
preparado exprimid parcialmente el líquido del pincel, que sólo debe
estar húmedo a medias, con objeto de no dañar la capa inferior.
Continuad hasta que obtengáis sombras que floten como el humo".
Consejos similares dan los tratados holandeses y alemanes de la
misma época.
En el Renacimiento, el pincel de corte recto fue sustituido por un pincel
puntiagudo. La ejecución minuciosa de las transiciones entre los tonos
medios y las partes directamente iluminadas se hace gradualmente
más difuminada, al manejarse el pincel con mayor independencia y
autoridad. Una atención creciente se concedió a los valores plásticos
hasta que finalmente la utilización sin trabas del pincel puntiagudo se
convirtió en norma.
Entre los italianos, Guercino (1591-1666) fue el gran maestro de la
aguada, pero una vez más es Rembrandt quien la lleva a la
perfección. La libertad con al que consigue colocar en el lugar
adecuado los toques de aguada y la manera que tenía de graduar su
aplicación hasta la saturación no han podido ser igualadas. Claude
Lorrain fue el único en acercarse a su maestría. Como Rembrandt,
comenzaba por esbozar a la pluma las líneas esenciales del paisaje,
luego terminaba su dibujo a la aguada. En los siglos XVII y XVIII, la
aguada continuó siendo apreciada por sus cualidades lumínicas. En el
siglo XIX, también se utilizó, aunque más para representar el
modelado que como medio de expresión.
La clave de una buena técnica de la aguada reside en una buena
estimación del reparto de la luz en el dibujo, que debe ser enseguida
plasmada con una aguada más o menos diluida. Al poseer una amplia
gama de tonos, el éxito dependerá de una evaluación y de unas
comparaciones meticulosas de sus matices, observados en el tema y
en todo el dibujo. Por consiguiente, conviene actuar prudentemente
aumentar la intensidad tonal de tal o cual parte sólo tras una detenida
reflexión.
Todos los matices de pardo, nogal, bistre, índigo, caolín verde, tinta
neutra, sanguina, negro de carbono, son apropiados para la aguada,
así como la acuarela parda, los diferentes colores de gouache y la
tierra de Siena. Se puede aplicar sin problemas en los dibujos a lápiz y
a pluma y con precaución sobre el pastel, la tiza y el carboncillo.
La aguada es una técnica acumulativa, se comienza por aplicar capas
pálidas y transparentes, añadiendo capa sobre capa -sin perder nunca
de vista el conjunto del dibujo- hasta obtener los tonos más oscuros.
Es difícil rebajar la intensidad de un tono aplicado ya sobre el dibujo,
por lo que el exceso de tinta habrá siempre que evitarlo. La aplicación
de capas sucesivas, gradualmente más oscuras, pero siempre
transparentes, produce ese efecto de sombras aterciopeladas. El
procedimiento requiere mucha paciencia, ya que hay que esperar que
una capa se seque antes de aplicar la siguiente.
PREPARACIÓN DEL PAPEL:
Hay centenares de papeles excelentes en el
mercado. Lo más recomendables son los papeles
de acuarela. Yo siempre estoy probando papeles
nuevos, hay unos que uso constantemente, pero
experimentar con papeles diferentes es una buena
manera de mantener el trabajo interesante y
excitante.
La principal diferencia entre ellos es la densidad
del papel, que se mide en gr./m². A mayor gramaje,
mayor capacidad para soportar cargas de agua. A
partir de 130 gr./m² se puede trabajar con
acuarelas, pero se corre el riesgo de romper el
papel, con papeles de 240 o superior se trabaja
muy bien. La otra diferencia es la textura de la
superficie que puede ser lisa o rugosa. Cada una
de estas dos cualidades dejará un acabado distinto
(al gusto de cada uno).
Tensado del papel.
El papel antes de usarlo hay que estirarlo, para que pueda soportar los
lavados con agua sin deformarse. La manera más fácil de hacer esto
es como sigue...
Primero se rocían ambos lados de la hoja y se deja que
absorba el agua durante un tiempo. Se irá notando la
hinchazón del papel.
Luego se pega el papel a una tabla rígida con cinta de
papel adhesivo o a un bastidor como en los lienzos para
óleo.
Una vez seco el papel se encogerá a su tamaño original y
quedará una superficie tensa y firme, ideal para trabajar
después. El proceso de secado tiene que hacerse en
posición horizontal y despacio para que no seque antes
por algún lado, creando tensiones en el papel, que
pueden romperlo o deformarlo.
Cuando su trabajo se termine y esté completamente seco, se corta
alrededor de la cinta para quitarlo de la tabla o del bastidor.
Si se planea trabajar muy húmedo, se empapa el papel en una tina de
agua durante quince minutos y entonces se estira encima de una tabla
rígida, sujeta con grapas alrededor del borde.
EJEMPLOS:
FAROL DE ÚBEDA (FASES DEL DIBUJO)
Aquí tienes un ejemplo del proceso de realización con un dibujo mío.
Como es lógico existen multitud de formas de realizar un cuadro, esto
es solo un ejemplo del proceso de uno de los que tengo expuestos.
El primer paso ha sido realizar el dibujo completamente a lápiz. Un
dibujo sólo con líneas de contorno sin sombreados. 1
Después se pasan todas las líneas con plumilla y tinta. 1 - 2 (detalle)
1 2
En la tercera fase se comienza a sombrear con pincel y sucesivos
lavados de tinta, 3 hasta conseguir la tonalidad deseada para cada
zona del dibujo.
Por último, el acabado con algunos retoques nuevamente de plumilla
en algunas zonas. 4 (Dibujo final)
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