Anexo U1 2019
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Concepto de ficción
Pero el concepto de ficción no puede ser concebido como rasgo común de toda la literatura,
porque no todas las sociedades, en tiempos pasados y en el presente, compartieron o comparten los
mismos criterios e cuanto a lo que es la ficción. Por ejemplo, algunas personas leen las biografías de
personajes famosos como literatura, como ficción, porque perciben que parte de esa historia de vida
que se relata allí fue inventada por el biógrafo; por el contrario, otras personas las leen como si fueran
textos históricos, considerándolos relatos que cuentas sucesos verdaderos.
Cosmovisión
Como se remarcó con anterioridad, la literatura y las diferentes expresiones artísticas son
dinámicas puesto que cambian en el tiempo. En cada época predomina un conjunto de códigos
(normas estéticas, pautas culturales, convenciones literarias, costumbres, ideologías, etcétera) que
significan un cambio respecto a la época anterior. En el ámbito artístico es lo que nos permite
distinguir, por ejemplo, diferentes períodos, movimientos y escuelas.
Este predominio de rasgos determinados en una época está relacionado con la cosmovisión que
es inherente a cada contexto histórico. El concepto de cosmovisión deriva del término alemán
Weltanschauung o “visión del mundo” que hace referencia a la manera en que una cultura o una
sociedad interpreta el mundo. Las cosmovisiones son
integrales: abarcan todo un sistema de creencias o
“intuiciones” sobre el mundo que definen, por ejemplo, qué
existe y qué no, por qué existe lo que existe, cómo lo sabemos,
cuál es el lugar que ocupa el hombre en el cosmos, o qué está
bien y qué está mal.
Si nos centramos en las cosmovisiones literarias podemos afirmar que cada una de ellas puede
expresar, a su vez, toda una gama de cosmovisiones literarias: mítica, épica, trágica, realista,
fantástica, maravillosa, etcétera. En cuarto año nos centraremos en las cosmovisiones míticas, épicas y
trágicas.
Suele hablarse, además, de un canon clásico, una lista selecta de lo que con frecuencia se llaman
las obras clásicas, esas que se siguen leyendo con interés desde hace siglos, aunque en apariencia nos
parezcan muy antiguas. Esa lista, por general, se mantiene sin grandes variaciones generación tras
generación, ya que el grupo de obras que la conforman goza de sólido prestigio social y se considera
un elemento fundamental de la educación. Son ejemplos de clásicos las tragedias de Sófocles, el Cantar
del Mío Cid o Don Quijote de la Mancha, de Cervantes.
I. Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: «Estoy releyendo...» y nunca
«Estoy leyendo...».
Es lo que ocurre por lo menos entre esas personas que se supone «de vastas lecturas»; no vale
para la juventud, edad en la que el encuentro con el mundo, y con los clásicos como parte del mundo,
vale exactamente como primer encuentro.
El prefijo iterativo delante del verbo «leer» puede ser una pequeña hipocresía de todos los que
se avergüenzan de admitir que no han leído un libro famoso. Para tranquilizarlos bastará señalar que
por vastas que puedan ser las lecturas «de formación» de un individuo, siempre queda un número
enorme de obras fundamentales que uno no ha leído. (…)
Esto para decir que leer por primera vez un gran libro en la edad madura es un placer
extraordinario: diferente (pero no se puede decir que sea mayor o menor) que el de haberlo leído en
la juventud. La juventud comunica a la lectura, como a cualquier otra experiencia, un sabor particular
y una particular importancia, mientras que en la madurez se aprecian (deberían apreciarse) muchos
detalles, niveles y significados más. Podemos intentar ahora esta otra definición:
En realidad, las lecturas de juventud pueden ser poco provechosas por impaciencia,
distracción, inexperiencia en cuanto a las instrucciones de uso, inexperiencia de la vida. Pueden ser
(tal vez al mismo tiempo) formativas en el sentido de que dan una forma a la experiencia futura,
proporcionando modelos, contenidos, términos de comparación, esquemas de clasificación, escalas de
valores, paradigmas de belleza: cosas todas ellas que siguen actuando, aunque del libro leído en la
juventud poco o nada se recuerde. Al releerlo en la edad madura, sucede que vuelven a encontrarse
esas constantes que ahora forman parte de nuestros mecanismos internos y cuyo origen habíamos
olvidado. Hay en la obra una fuerza especial que consigue hacerse olvidar como tal, pero que deja su
simiente. La definición que podemos dar será entonces:
III. Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por
inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el
inconsciente colectivo o individual.
VI. Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.
VII. Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que
han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han
atravesado (o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres).Esto vale tanto para los clásicos
antiguos como para los modernos.
IX. Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos,
inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad. Naturalmente, esto ocurre cuando un clásico
funciona como tal, esto es, cuando establece una relación personal con quien lo lee. (…) Llegamos por
este camino a una idea de clásico muy alta y exigente:
X. Llámase clásico a un libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de
los antiguos talismanes. Con esta definición nos acercamos a la idea del libro total, como lo soñaba
Mallarmé. Pero un clásico puede establecer una relación igualmente fuerte de oposición, de antítesis.
(…)
XI. Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en
relación y quizás en contraste con él. Creo que no necesito justificarme si empleo el término «clásico»
sin hacer distingos de antigüedad, de estilo, de autoridad. Lo que para mí distingue al clásico es tal vez
sólo un efecto de resonancia que vale tanto para una obra antigua como para una moderna pero ya
ubicada en una continuidad cultural. Podríamos decir:
XII. Un clásico es un libro que está antes que otros clásicos; pero quien haya leído primero los
otros y después lee aquél, reconoce en seguida su lugar en la genealogía (…)
XIII. Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a categoría de ruido de fondo, pero al mismo
tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo.
XIV. Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más
incompatible se impone. Queda el hecho de que leer los clásicos parece estar en contradicción con
nuestro ritmo de vida (…).
No queda más que inventarse cada uno una biblioteca ideal de sus clásicos; y yo diría que esa
biblioteca debería comprender por partes iguales los libros que hemos leído y que han contado para
nosotros y los libros que nos proponemos leer y presuponemos que van a contar para nosotros.
Dejando una sección vacía para las sorpresas, los descubrimientos ocasionales. (…)
Después tendría que reescribirlo una vez más para que no se crea que los clásicos se han de
leer porque («sirven» para algo. La única razón que se puede aducir es que leer los clásicos. (…).
La literatura es una expresión de los modos en que una época interpreta el mundo. Así, una
forma de periodizar la historia de la literatura es a partir de la cosmovisión que predomina en cada
momento. Podemos demarcar cuatro grandes períodos:
Período clásico (siglos VIII a.C. –VI d.C.): cosmovisión geocéntrica (la Tierra es el centro del
universo). Unidad y armonía como ideales estéticos. En Europa, se caracteriza por el
predominio de la literatura épica (Ilíada, de Homero), la tragedia (Antígona, de Sófocles) y la
comedia.
Período medieval (siglos VII-XIV): cosmovisión teocéntrica (el sentido del mundo y del hombre
reside en Dios). Predominio de la literatura religiosa, los romances y los cantares de gesta
como el Poema de Mío Cid.
Período moderno (siglos XV- XIX): cosmovisión humanista (el hombre es el centro de todas las
cosas). Abarca el Renacimiento (Lazarillo de Tormes) , el Barroco (Don Quijote de la Mancha,
de Cervantes), la Ilustración y el Romanticismo (Los miserables, de Victor Hugo o La cautiva,
de Esteban Echeverría).
Período contemporáneo (fines del siglo XIX en adelante): cosmovisiones múltiples. Incluye
diversos movimientos y escuelas, por ejemplo: simbolismo, modernismo, vanguardias,
literatura de posguerra, etcétera.
1. Literatura clásica
Corresponde a las producciones de autores griegos y romanos durante los siglos
VI a.C. y I d.C. Las obras se centran en la búsqueda de la armonía y el equilibrio entre el
contenido y la forma. Predominan la épica, la comedia, la tragedia y la sátira. Son
representativas de este período La Ilíada y La Odisea, de Homero; La Eneida, de Virgilio;
y las obras dramáticas de Sófocles, Plauto y Terencio.
Luego, entre el siglo VI y el XIV, transcurre la
Edad Media. En este período surgen las lenguas
romances como consecuencia de la fragmentación
del Imperio romano. Hasta el siglo XII, las obras
literarias fueron una expresión artística oral, que se
difundía por medio del canto, como sucedió con la poesía lírica o por medio de la
2. Literatura renacentista
Recibe este nombre la época que comienza en Europa en el siglo XV y se extiende
hasta el siglo XVI. Desde el punto de vista histórico, es el momento que sucede a la Edad
Media y que inaugura la Edad Moderna. El nombre Renacimiento proviene del francés
renaissance y fue creado en el siglo XVIII por escritores que vieron en esa revolución
moral y artística un retorno a la antigüedad clásica, un “renacer” de los ideales que el
mundo antiguo había inspirado.
3. Literatura barroco
En 1492, España logra liberar Granada, último bastión moro. En el mismo año,
Elio Antonio de Nebrija escribe la primera gramática española y Cristobal Colón cree
1
Transposición de las letras de una palabra, pero de significado distinto. Ejemplo: “Ducados compran ducados/ escudos pintan
escudos” de Góngora.
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Entonces, recordemos que:
Renacimiento Barroco
Equilibrio y armonía entre forma y contenido. Desequilibrio, inestabilidad entre forma y
contenido.
Revalorización de lo clásico greco-latino. Revalorización de lo medieval sin olvido de lo
clásico.
Claridad. Claroscuro que provoca dificultad.
Uso medido de los recursos de estilo. Multiplicación y acumulación de los recursos de
estilo.
Lenguaje llano: naturalidad. Renovación lingüística mediante la
incorporación de cultismos y neologismos.
Arte: expresión de la alegría de vivir. Arte: expresión del desengaño vital.
4. Literatura neoclasicista
Al morir Carlos II de Austria a fines de 1700 y luego del caos económico que provocó su
gestión, sumado a que no había dejado descendencia, una nueva dinastía se sentó en el trono español
al mando de Felipe V. La asunción del nuevo monarca cambió el rumbo del pensamiento español.
Influida directamente por Francia, que desde fines del siglo anterior se había convertido en la primera
potencia del continente, España se volcó al Neoclasicismo, movimiento artístico en el que la razón
restringe toda manifestación de la subjetividad y para el cual la perfección estética solo puede
lograrse mediante la imitación de los modelos grecolatinos.
La filosofía que alienta a este movimiento es el racionalismo 2 cartesiano. Su creador fue Renato
Descartes (1596-1650), considera que el principio de todo quehacer filosófico es la duda. De ahí que
haga de la duda el método propio de sus indagaciones. A diferencia del renacimiento, Descartes no
considera válida la evidencia de los sentidos. Ante la idea de que todo cuanto lo rodea es pura ilusión,
concluye que hay algo que no lo es: la existencia humana. Surge así el aforismo: “Pienso, luego existo”.
Ya que el hombre es, en tanto ser pensante, para Descartes lo único válido es la razón. Así nace el
racionalismo. También es importante destacar el auge que adquiere el estudio de las ciencias, esto
provoca que el estudioso del siglo XVIII quiera saberlo todo y llevaron el nombre de ilustrados y
enciclopedistas. Esto último por haberse designado enciclopedia al primer intento de codificar todos
los conocimientos alcanzados por el hombre en un libro.
2
Doctrina filosófica cuya base es la omnipotencia e independencia de la razón.
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El predominio de la prosa: afán de difundir las novedades científicas es que se manifiesta
el género epistolar y hasta las obras de teatro se escriben en prosa. La poesía de esta
época es pobre. Predominan los metros cortos y los temas bucólicos: la represión de los
sentimientos por la razón impide la manifestación empírica.
Arte sujeto a cánones: al querer imitar el arte grecolatino, indujo a estudiar las
preceptivas literarias de los antiguos y los comentarios y ampliaciones que algunos
enciclopedistas habían hecho de ellas.
Temática científica y espíritu crítico: se propician los ensayos de divulgación científica.
También son objeto de crítica las costumbres, la lengua y el arte general. .
Finalidad docente: la literatura se vio influenciada por los avances de la ciencia, es por
ello que se subordinó a su objetivo docente.
Entonces, recordemos que:
Barroco Neoclasicismo
Expresión de angustias y desengaños vitales. Expresión de lo perfecto y razonable.
Desequilibrio. Equilibrio.
Subjetivismo. Objetividad.
Renovación lingüística sobre la base del latín Incorporación de galicismos.
y del griego.
Sentido nacionalista de las artes. Afrancesamiento de la vida y el arte.
Originalidad. Sujeción preceptista.
Derroche de ingenio en fórmulas lingüísticas Claridad expresiva.
con valor retórico.
Finalidad estetizante. Finalidad docente.
Neoclasicismo Romanticismo
Apego a la tradición grecolatina Culto a la Edad Media
Redescubrimiento de la Mitología. Exhumación de leyendas religiosas.
Disciplina. Anarquía literaria.
Sujeción a normas. Libertad absoluta.
Arte dirigido a la razón. La obra poética, producto de la sensibilidad y
de la imaginación.
Concepción universalista del hombre. Individualismo, egocentrismo.
Objetividad. Subjetividad.
Sentimiento contenido por el deber o por el Desborde de la pasión.
honor.
Tipo humano: el intelectual, hombre Tipo humano: el poeta, el artista, hombre
reflexivo, de cultura enciclopédica. apasionado, de cultura heterogénea.
Para finalizar con las características de este período, compartimos una cita de Federico de Onís:
“El Modernismo- como el Renacimiento o el Romanticismo- es una época y no una escuela, y la unidad
de esa época consistió en producir grandes poetas individuales, que cada uno se define por la unidad
de su personalidad, y todos juntos por el hecho de haber iniciado una literatura independiente, de
valor universal, que es principio y origen de gran desarrollo de la literatura hispanoamericana
posterior.”.