Trabajo Cristología A Partir de Hebreos 4 - 14
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seguir.
Texto seleccionado: He 4.14-16
14Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó
los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra
profesión. 15Porque no tenemos un sumo sacerdote que no
pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que
fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado. 16Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el
oportuno socorro.
Objetos del estudio:
1. Teniendo un gran Sumo sacerdote. (tengo la búsqueda
hecha en Logos)
2. Jesús el hijo de Dios (naturaleza de Cristo)
3. Tentado en todo, pero sin pecado
Elena White escribe, En el sistema simbólico -que era sombra del sacrificio y del
sacerdocio de Cristo- la purificación del santuario era el último servicio efectuado por el
sumo sacerdote en el ciclo anual de su ministerio. Era el acto final de la obra de
expiación, una remoción o eliminación del pecado de Israel. Prefiguraba la obra final
del ministerio de nuestro Sumo Sacerdote en el cielo, en el acto de borrar los pecados de
su pueblo, consignados en los libros celestiales. 2
Escribe Dupertuis, Los escritores del Nuevo Testamento se preocuparon más por
enfatizar quién era Jesús que por explicar qué era, es decir, por tratar de dilucidar con
exactitud la naturaleza del Dios-hombre, la interrelación de lo divino y lo humano en
Emanuel. Se dieron por satisfechos con aceptar la revelación recibida y no se
preocuparon por indagar en su misterio. No ofrecieron ninguna especulación; más bien
se sintieron asombrados frente a la magnitud y profundidad de este misterio. De manera
que no nos detendremos en este punto tratando de entender plenamente toda su
profundidad.
b. En el Concilio de Nicea, que tiene lugar en el año 325 d.C., la iglesia hace frente
al arrianismo. Se declaró que Jesús no había sido creado, sino que poseía una naturaleza
divina de la misma sustancia (homousios) que la del Padre. Es decir, la segunda persona
de la Trinidad es una en sustancia con Dios el Padre. Es decir, el “ser” de Cristo es el
ser de Dios. No es solo semejante a la Deidad, sino que es la Deidad.
e. Pablo nos dice que en Él habita toda plenitud de la divinidad (Colosenses 1:19) y
que Jesús es más alto que los ángeles, un tema reiterado en el libro de los Hebreos.
Adorar a un ángel o a cualquier criatura, no importa lo exaltada que sea, es violar la
prohibición bíblica en contra de la idolatría. Los Yo soy del evangelio de Juan también
son un testimonio de la identificación de Cristo con la Deidad.
f. En el siglo quinto, el Concilio de Calcedonia (451 d.C.) afirmó que Jesús era
verdadero hombre y verdadero Dios. Las dos naturalezas de Dios, su humanidad y su
divinidad, eran sin confusión, sin mutación, sin división y sin separación.6
Lutero siguió la Escritura cuando escribió: “Cristo es una persona diferente (del Padre).
Pero aunque él no es el Padre, todavía: es el Creador del cielo y la tierra, tiene la esencia
y la naturaleza divina, y por consiguiente en tiempo fue nacido de la virgen María. Sin
embargo, no hay dos Cristos o Hijos, sino un solo Jesús.”7
Muchos dicen que Jesús no era como nosotros, que no era como nosotros en el mundo,
que él era divino, y que nosotros no podemos vencer como él venció. Pero Pablo escribe:
"Porque ciertamente [Cristo] no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la
descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para
venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar
los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso
para socorrer a los que son tentados" (Heb. 2: 16-18). "Porque no tenemos un sumo
sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado
en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Heb. 4: 15-16). Jesús dice: "Al que
venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he
sentado con mi Padre en su trono" (Apoc. 3:21).8
La Escritura nos enseña que Jesús no tenía inclinaciones naturales al mal como
nosotros; no poseía una naturaleza depravada. En una conversación con sus discípulos,
La gran diferencia entre Él y nosotros no tiene que ver con las aflicciones, sino con la
reacción ante ellas. Mientras que nosotros muchas veces caemos ante la prueba y
pecamos ante la tentación, Jesús nunca.9
Sin embargo, para que una tentación sea real no tiene necesariamente que apelar a una
naturaleza pecaminosa. La tentación puede muy bien ser externa. como lo fue la primera
tentación para Adán y Eva. Ellos habían sido creados perfectos
por el Señor (ver Géa. r.3l). y aunque el origen del pecado en sí es un misterio para
nosotros, sí sabemos que la tentación vino de afuera.
De igual manera, el pecado entró en el alma de Lucifer cuando el era perfecto. "perfecto
eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, basta que se halló en ti
maldad" (Eze. 28: 1 5).
Es claro que él. aunque vino como el segundo Adán, estuvo en claras desventajas con
respecto al primer Adán. La naturaleza física de Adán era perfecta y Cristo asumió la
humanidad 'después de varios milenios de pecado y degeneración. El primer Adán
estaba en un jardín con todas sus necesidades suplidas, Jesús incluso pasó por un ayuno
de cuarenta días en el desierto. Adán podía ser tentado sólo junto al árbol de ciencia del
bien y del mal. Jesús fue perseguido por el enemigo en todo lugar y en todo tiempo;
para él no hubo restricciones.