Evolución Del Lenguaje

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SALTOS FUNCIONALES

EN LA EVOLUCIÓN DEL LENGUAJE:


DE UN PROTOLENGUAJE
LÉXICO-SIMBÓLICO DISTRIBUIDO
AL HABLA DEL HUMANO
ANATÓMICAMENTE MODERNO
ALICIA ESCALONILLA

ABSTRACT. FUNCTIONAL STEPS IN LANGUAGE EVOLUTION:


FROM A DISTRIBUTED LEXICO-SYMBOLIC PROTOLANGUAGE
TO THE SPEECH OF ANATOMICALLY MODERN HUMAN
This paper presents the Extended TESE theory, which proposes the evolution
of language through three functional steps: distributed symbolic-lexical protolan-
guage; human speech, and recursion. This theory is based on an evolutionary
framework that includes biological emergencies (exaptation, epigenesis, symbiogene-
sis, deep homology) as an everyday process that complements the role of natural
selection. It is also based on a conception of the mind consisting of weak modules
or distributed functional neural systems. Finally, it sympathizes with a linguistic
description similar to what non-transformational generative grammars do.
This paper discusses the first two steps, stressing the symbiotic relationship
between protolanguage and symbolic processes, as well as anatomical and
neural specific peculiarities of speech. Extended TESE fits into an externalist
structuralism.
KEY WORDS. Distributed symbolic-lexical protolanguage, human speech, re-
cursion, biological emergencies, exaptation, epigenesis, symbiogenesis, deep
homology, weak modules, externalist structuralism.

1. INTRODUCCIÓN
Se presenta, como hipótesis de trabajo con relación al origen del lenguaje,
la teoría TELES3 1 cuyos fundamentos básicos se han explicitado en un
documento anterior 2. Ya entonces se defendía el origen emergente del
lenguaje a partir de estructuras previas. Se justificaba el origen “saltacio-
nal” del lenguaje por el hecho de que la mayor parte de los expertos están
de acuerdo en que el lenguaje humano es muy diferente de otros sistemas
de comunicación, ya sea por su simbolismo y abstracción (Deacon, 1997, y
Bickerton, 2009), por la sintaxis y la Gramática Universal (Chomsky, 1980a,
y Pinker, 1994), por la recursión (Hauser, et al., 2002), o por el habla

Departamento de Lógica y Filosofía de la Ciencia, Universidad Complutense de Madrid,


España. / [email protected]

Ludus Vitalis, vol. XXIII, num. 44, 2015, pp. 1-41.


2 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

(Lieberman, 2000). Asimismo, esta hipótesis resulta también acorde con los
planteamientos del nuevo paradigma biológico que enfatiza el papel de
las emergencias biológicas como un procedimiento cotidiano de la vida.
En ese sentido se mostraba que hay evidencias de eventos biológicos que
acaecen de forma abrupta: emergencias de punto crítico y emergencias
saltacionales por asociación (Reid, 2007); simbiogénesis (Margullis, 1998);
equilibrio puntuado, exaptación, homología profunda, y alometría y he-
terocronía (Gould, 2002). Los autores citados defienden que los cambios
relevantes acontecen necesariamente de forma súbita, y esto es aplicable
a cualquier unidad (holon) biológica. La visión “gencentrista” y neodarwi-
niana que presentaba la evolución dirigida por la selección natural y sus
consiguientes cambios lentos, ha sido revisada desde una perspectiva
epigenética, en la que el medio (interno y/o externo) que rodea a los genes,
puede provocar drásticos cambios funcionales.
Además, el documento citado realizaba la caracterización de una deter-
minada arquitectura mental acorde con los planteamientos de TELES3. Así,
se recordaba que hace décadas que una amplia corriente de la filosofía y
de la ciencia cognitiva describe una mente conformada mediante módu-
los. Desde la concepción de módulo encapsulado de Fodor (1983) atribuido
sólo al lenguaje y a la percepción, se llegó a una teoría de la multimodula-
ridad masiva (Pinker, 1997). El propio Fodor ha evolucionado hacia una
concepción de la mente con muchos módulos funcionales y explicables
desde el marco de la biología molecular (Fodor & Piatelli-Palmarini, 2010).
Con todo, es probable que la explicación filosófica más acorde con la
información que hoy nos reportan las técnicas de neuroimagen es la teoría
de la multimodularidad masiva débil de Carruthers (2006). Según esta
teoría, la mente está formada por un conjunto de sistemas funcionales
complejos, construidos jerárquicamente a partir de subsistemas previos.
En este contexto, el lenguaje es una facultad exclusiva que unifica otros
procesos cognitivos como el pensamiento aritmético, el pensamiento cien-
tífico, o una teoría de la mente lectora (Carruthers, 2002a y 2002c). Estas
tesis son compatibles con gramáticas generativas no transformacionales,
como la de Culicover & Jackendoff (2005), que abogan por una interfaz
sintáctico-semántica que tuvo que surgir por un proceso de implementa-
ción (“add-on”).
Una vez recordados los fundamentos teóricos de TELES3, el presente
trabajo los dará por supuestos a lo largo del mismo. Cabe ahora sólo matizar
los siguientes aspectos (la mayoría con relación al título de este documen-
to): (1) aquí se enfatiza, aún más, el carácter funcional (y no estructural) de
los cambios acaecidos en la evolución del lenguaje, por lo que está justifi-
cado hablar de saltos funcionales; (2) se caracteriza el protolenguaje inicial
como léxico (y no gestual o musical), enfatizando su origen como conse-
cuencia de la asociación de estructuras previas con otras tareas que coevo-
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lucionaron simbióticamente con el sistema responsable de los procesos


simbólicos; (3) este protolenguaje léxico-simbólico presenta una arquitec-
tura holística (desde un punto de vista funcional) y distribuida, que admite
ciertas características “modulares” pero evita expresamente un conexionis-
mo ignorante de constricciones internas; (4) ahora TELES3 se autodefine
como un estructuralismo externista (y no como un internismo débil como se
hacía en el trabajo aludido) y enfatiza el rol extendido del ambiente y, en
particular, la interrelación glosogenia-filogenia; (5) se caracteriza especial-
mente el segundo salto funcional, el habla humana.
Este trabajo sólo reflexiona sobre los dos primeros pasos de TELES3 3, y
está dividido en tres secciones principales (aparte de esta introducción).
En la sección segunda se justifica el porqué de la conveniencia de un
protolenguaje léxico-simbólico distribuido, a partir de estudios de autores
como Fitch, Lieberman, Deacon, etc. En la sección tercera se relaciona ese
protolenguaje con el proceso de hominización. En la sección cuarta se
fundamenta la consideración del origen del habla como un salto funcional
y, por ello, cabe destacar brevemente algunos de los argumentos que lo
justifican: (1) el habla es especial y específica; (2) se dan vocalizaciones com-
plejas en otras especies como ciertas aves canoras o algunos mamíferos
(ballenas, focas...); en esos casos, o bien son carentes de significado, o bien
están asociadas a selección sexual, mantenimiento del territorio o cohesión
social; (3) el habla humana implica imitación vocal compleja (Fitch), vocalizacio-
nes aprendidas y procesos simbólicos (Deacon), además de peculiaridades
(alta velocidad, producción de vocales cuánticas y consonantes oclusivas,
etc.) relacionadas con una anatomía y un sustrato neural único (Fitch, Lieber-
man, Ignacio Martínez y los paleoantropólogos del yacimiento de Ata-
puerca).

2. PRIMER SALTO FUNCIONAL DE TELES3:


UN PROTOLENGUAJE LÉXICO-SIMBÓLICO DISTRIBUIDO
2.1. UN PROTOLENGUAJE LÉXICO-SIMBÓLICO ES LA MEJOR HIPÓTESIS
A lo largo de las distintas teorías sobre la evolución del lenguaje se han
defendido posturas tanto gradualistas como “saltacionistas” (esto último
es lo que hace TELES3). Con independencia de esa distinción, en la mayoría
de los casos se ha aceptado la existencia de un hipotético estadio interme-
dio entre un sistema ancestral de pensamiento y comunicación, por un
lado, y el lenguaje moderno, por otro.
La noción de protolenguaje ligada a una acepción biológica fue introdu-
cida por Hewes (1973), aunque en realidad ya existía antes y después del
propio Darwin. Fitch (2010) analiza en detalle las tres modalidades de
protolenguaje tradicionalmente defendidas: el protolenguaje léxico, que
propone palabras individuales no conectadas por una sintaxis compleja;
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el protolenguaje gestual, como el de Condillac (1747), de tipo “manual/vi-


sual” y no “vocal/audio”; y el protolenguaje musical, como el que defiende
el propio Fitch, que incluye una fonología compleja y algunos aspectos de
sintaxis, pero sin el significado proposicional del lenguaje moderno. Al
tener en cuenta esta clasificación, y en el marco de la teoría TELES3 , la
hipótesis de un protolenguaje léxico, si bien con “algo” de sintaxis, es la
más parsimoniosa. Además, dado el énfasis de TELES3 en un lenguaje
surgido en un primer paso por la simbiosis de estructuras previas, resulta
muy oportuna la idea de Deacon (1997) según la cual este lenguaje primi-
tivo tuvo que coevolucionar con los procesos simbólicos. Así se justifica la
denominación de protolenguaje léxico-simbólico.
Si se analiza cada una de esas hipótesis, primero el protolenguaje gestual,
cabe decir que ha sido una hipótesis con bastantes adeptos en el pasado
(Condillac, Maupertuis, Rousseau, Herder y Darwin). Hoy en día cabe
destacar, entre otros planteamientos, la teoría de las neuronas espejo 4 de
Rizzolatti y Arbid (1998) que pone de relieve la existencia de un sustrato
neural, presente en el ancestro común de humanos y monos, para la
paridad 5 en la comprensión del gesto. Si consideramos las limitaciones de
esta teoría (no da cuenta de todos los conceptos ya que sólo puede
reconocer las acciones corporales de otros animales, y no explica el paso
hacia un sistema arbitrario de signos como el lenguaje moderno), Arbid
(2002 y 2005) propuso su hipótesis del sistema espejo extendido. Según este
modelo, se produjo —sólo en humanos— una asociación de áreas (el
sistema espejo del área manual F5) con otras áreas vecinas oromotoras
(incluida el área de control motor de la laringe). Así se implementa su
protolenguaje gestual inicial con otro gestual/léxico en el que los funda-
mentos siguen siendo la transmisión y comunicación de lo conceptual-in-
tencional. De acuerdo con la crítica del propio Fitch (2010), esta teoría tiene
limitaciones ya que sólo contempla la producción, y no la percepción vocal,
y une signo, gesto y habla de forma confusa, sin determinar cómo se pasa
de uno a otro.
En cuanto al protolenguaje musical o prosódico, Fitch (2010) es uno de sus
mayores defensores, pues enfatiza que es la hipótesis que mejor explica la
competencia fonológica, a la que la lingüística moderna considera un
poderoso sistema generativo. Toma la idea de Darwin (1971) y con él
suscribe la expresión la fonología primero y la semántica después. Es decir, se
trata de un protolenguaje carente de significado, pero que sí implicaría
ciertos aspectos sintácticos simples. Otra propuesta en la misma línea es la
del paleoantropólogo Steven Mithen. En The Singing Neanderthals (Mithen,
2005) defiende un protolenguaje musical “holístico, manipulativo, multi-
modal y musical” (“hmmmm model”) que lejos de ser un subproducto del
lenguaje, como defendía Pinker (1997), fue una innovación derivada de la
inteligencia cros-modal y caracterizaba especialmente a los neandertales.
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Por su parte, Steven Brown (2000) propone un modelo en el que música y


lenguaje modernos son homólogos derivados de un precursor primitivo:
“musical outgrowth”, si el sistema precursor es un protolenguaje y la música
es derivada de esta línea principal, y “language outgrowth” si es al revés. En
cualquier caso, y como Fitch (2010) reconoce, el problema de esta hipótesis
es que no explica cómo se infiltra el significado en un protolenguaje
musical.
Así pues, en el marco de TELES3 resulta más simple la hipótesis de un
protolenguaje léxico-simbólico emergido por la asociación de estructuras
previas relacionadas con tareas conceptual-intencionales y articulatorio-
perceptivas. La “prosodia/música” y el gesto serían otros sistemas que
reforzaron el efecto de retroalimentación de ese protolenguaje léxico sobre
los procesos semánticos y simbólicos.
Como uno de los representantes de un protolenguaje léxico cabe men-
cionar a Bickerton (1990 y 2009), quien propone unos precursores del
lenguaje conceptuales y no comunicativos. En Bickerton encontramos una
postura no continuista por cuanto el lenguaje no procede de un sistema
de comunicación anterior, como las llamadas y, por otro lado, continuista
porque el protolenguaje léxico evolucionó a instancias de un sistema de
representación compartido con otras especies. El salto hacia ese protolen-
guaje léxico carente —prácticamente— de sintaxis se produjo a instancias
de procesos medioambientales que se explican mediante la teoría de la
construcción del nicho y el efecto Baldwin. Calvin y Bickerton (2000) explican
que el módulo de la sintaxis propiamente surgió más tarde como una
exaptación de áreas dedicadas a aspectos motores (tiro con arco) o sociales
(altruismo recíproco). En realidad, pese a que el protolenguaje inicial no
contaba con una sintaxis propiamente, el modelo de Bickerton resulta
bastante global en la medida en que habla de áreas interconectadas res-
ponsables del razonamiento, de los conceptos y del lexicón (Bickerton,
1990).
Otro modelo acorde con TELES3 es el de Jackendoff (1999, 2002), el cual
también plantea aspectos audio-vocales, y precursores conceptuales y
simbólicos para unir sonidos con referentes arbitrarios. A diferencia de
Bickerton, que propone una evolución en dos pasos con un periodo
intermedio de cambios lentos, Jackendoff (como Pinker y Bloom, 1990;
Pinker, 1994; y Pinker y Jackendoff, 2005) enfatiza más el papel gradual de
la selección natural, y sostiene que desde el principio el protolenguaje
léxico evolucionó para la función comunicativa (TELES3 no comparte el
gradualismo, ni el adaptacionismo inicial). Por otro lado, también difiere
de Bickerton en que estipula una evolución del lenguaje en varios (y no
dos) pasos, y en que desde el principio, tras una fase muy inicial de “sólo
una palabra” parece estar presente una sintaxis rudimentaria. Se trataría
de un orden lineal que reflejaría ya ciertos roles semánticos.
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En los modelos de un protolenguaje léxico adquiere gran importancia


la cooperación como mecanismo para solventar la llamada paradoja de los
“aprovechados” (free-riders). En un marco neodarwiniano no se explica-
rían aquellos comportamientos que en apariencia no incidieran en una
reproducción diferencial favorecedora de la transmisión de los genes más
aptos. Para algunos, como Dunbar (1996, 1999), la desparasitación y el cotilleo
entre ciertos primates constituyen mecanismos para evitar a esos “aprove-
chados” y fomentar la cooperación. Otros abogan por modelos basados en
la reproducción por el parentesco (Kin selection); el altruismo recíproco, el castigo,
etc. Deacon (1997) propone el emparejamiento definitivo (matrimonio)
como organización social y reproductiva que fomentó la cooperación y la
estabilidad, y que propició el incremento de los procesos simbólicos 6 de
la comunicación en nuestra especie. El protolenguaje léxico surgió y se
consolidó, según Deacon, porque incrementaba la adaptabilidad y eficacia
de la referencia simbólica previa y específica de los humanos. Podría decirse
que un posible nicho catalizador de esa simbiosis “lenguaje léxico-referencia
simbólica” fue el matrimonio (así como el ritual).
El término referencia simbólica sería análogo al de comunicación proposicio-
nal en Fitch (2004a, 2007, y 2010). Sin embargo, en éste y en su propuesta
de un protolenguaje musical, primero sería el “habla/fonología” y luego el
significado proposicional, en tanto que en Deacon sería al revés: primero
el pensamiento simbólico (externalizable) y luego el lenguaje vocal selec-
cionado para incrementar la eficacia del primero. Ambos habrían coevo-
lucionado en un proceso dinámico, análogo al que se describe en la teoría
de sistemas complejos. No es posible un lenguaje sólo interno. Aquel
protolenguaje, muy deficitario vocalmente, debió surgir “junto con” otras
formas de expresión comunicativa (gestos, prosodia) que, en principio,
mejorarían su falta de eficacia y adaptabilidad. El lenguaje gestual articu-
lado y la música serían dos componentes (sistemas de comunicación) que
se separaron del “ancestro común”: el sistema de comunicación simbólica.
Los gestos y la prosodia que acompañan al lenguaje son hoy en día
vestigios de aquel pasado común.
Sin duda, un modelo de protolenguaje léxico como el de Deacon, se
conjuga muy bien con una teoría acerca de la evolución del lenguaje como
TELES3, que se fundamenta, entre otros marcos teóricos, en una concepción
emergente de la vida, donde los procesos simbióticos son muy relevantes
(Margulis, 1998). En ese sentido, cabe enfatizar que para Deacon (1997) el
protolenguaje inicial emergido por la fusión (emergencia) de varias áreas
del cerebro y seleccionado por su adaptabilidad para la comunicación,
coevolucionó simbióticamente con el sistema previo de la referencia simbólica.
Por otro lado, tanto Fitch (2010) como Deacon (1997) encajan perfectamen-
te en TELES3 cuando enfatizan el papel de la glosogenia 7 sobre la filogenia.
En estos términos, y al igual que cuando Deacon propone el matrimonio
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como nicho catalizador de cambios internos, corroboran otro de los funda-


mentos teóricos de TELES3, a saber, la importancia del medio sobre la
herencia, del rol extendido del ambiente ( Jablonka y Lamb, 2005):

it is becoming increasingly clear that glossogeny and phylogeny can interact


in important and unintuitive ways (...) and that language provides a prime
example of what biologist Kevin Laland and colleagues have termed “cultural
niche construction” (Laland, et al., 2001). Both the study of I-language and of
historical change can be of value in understanding the biological underpin-
nings of the instinct to learn language (Fitch, 2010: 34).
Ambos sostienen que las palabras que son fáciles de decir, los significados
que son relativamente transparentes, o las reglas que se adaptan muy bien
al sistema de aprendizaje serán más fácilmente adquiridos y, así, más
fácilmente establecidas que sus alternativas palabras, significados o reglas.
La evolución glosogénica supone una explicación alternativa al ajuste
entre el instinto de aprender y el sistema que ha de ser aprendido.
Esta idea encaja a la perfección en una teoría evolutiva del lenguaje
como TELES3 que plantea un lenguaje generado de forma emergente por
la simbiosis de sistemas neuronales con tareas previas, y que pese a este
origen “accidental”, rápidamente se convierte en un eficaz sistema de
comunicación.
TELES3 postula que la referencia simbólica es un rasgo específicamente
humano. Los sistemas de comunicación animal presentan una cierta ref-
erencialidad e intencionalidad, es decir, aspectos semánticos y pragmáti-
cos, pero carecen de una intencionalidad de segundo orden fuerte 8 (Fitch, 2010:
171), la que sería análoga a la referencialidad simbólica deaconiana, la cual, a
su vez, requiere del papel de un intérprete, tal como establece Deacon (1997:
68), en clara alusión a Peirce (1987 y 1903). Los símbolos representan cosas
en el mundo y también se representan unos a otros, son implícitamente
combinatoriales y se organizan en redes jerárquicas 9. En definitiva, lo que
hace de nuestro lenguaje algo único es la referencia simbólica coevoluciona-
da simbióticamente con un protolenguaje léxico. Incluso un lenguaje muy
simple con poco vocabulario, apenas sintaxis, etc., seguiría siendo muy
distinto de otros sistemas de comunicación no humanos (ecolocación en
ballenas, vocalizaciones en algunos primates, o en algunas aves, etc.) y
humanos (gritos, sollozos, gestos...).

2.2. UN PROTOLENGUAJE LÉXICO-SIMBÓLICO HOLÍSTICO


Con el término holístico se está caracterizando un protolenguaje que, desde
un punto de vista funcional, engloba ya —en un nivel muy básico— todos
los artefactos del lenguaje (semántica, pragmática y sintaxis), y desde un
punto de vista estructural está formado por circuitos neurales, por siste-
8 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

mas previos que, una vez conectados, originaron un todo mayor que la suma
de sus partes.
Bajo este esquema, y como otros estudiosos de la biología molecular del
desarrollo, Benítez Burraco (2009b) defiende que las regiones responsables
del lenguaje surgen como resultado de un proceso complejo de prolifera-
ción (regulado por genes como ASPM, MCPH1, CDK5RAP2, CENPJ, SHH,
ARFGEF2, ATR y SLC25A19), migración (regulado por genes como LISI
(PAFAH1B1), 14-3-3 epsilon (YWHAE), y ARX), especialización anatómica
y funcional de las neuronas que constituyen esas áreas, así como el
establecimiento de las conexiones necesarias entre ellas (factores quimio-
tácticos, hormonas, y genes como MECP2). Hay patrones histológicos
recurrentes y subprogramas genéticos específicos que se solapan, ya que
todo programa genético intrínseco es modulado a través de la comunica-
ción intracelular, y está sujeto al efecto del ambiente. Las mutaciones de
todos los genes implicados en estos procesos conllevan algún tipo de
incidencia sobre el lenguaje, o incluso su detención completa.
Así pues, parece que los “genes tempranos” representan una clara
constricción en el desarrollo de un programa genético interno del lengua-
je. Además, podría decirse que el lenguaje constituye un todo. No está claro
cómo determinadas funciones que interpretamos como un todo (y, en
particular, los componentes funcionales del lenguaje) surgen de la coor-
dinación de los procesos de computación que llevan a cabo redes de
neuronas activas (Benítez-Burraco, 2009b: 340-1). Parece claro que el reclu-
tamiento (exaptación) de ciertos circuitos neuronales encargados de de-
terminadas tareas, e integradas en un orden superior dio lugar a un nuevo
sistema funcional. Benítez-Burraco insiste en que un lenguaje holístico no
implica necesariamente la existencia de un cerebro generalista (Benítez-Burraco,
2009b: 356). Aunque nunca será posible encontrar genes responsables de la
flexión nominal o que regulen el procesamiento de las oraciones con cláusulas
incrustadas (Benítez-Burraco, 2009b: 358), y aunque el genoma no constituye
un diagrama exacto para el ensamblaje de la mente, ni tampoco una imagen de un
producto terminado (Benítez-Burraco, 2009b: 359), hay evidencias de un
cierto módulo lingüístico, que no excluye el papel de la experiencia en el
desarrollo del lenguaje 10: “La propiedades iniciales del módulo no condi-
cionarían su estructura final, pero sí limitarían los posibles itinerarios de
su desarrollo” (Benítez-Burraco, 2009b: 360).
Por otra parte, como Chomsky (2005), y como la interpretación que del
minimalismo hace Benítez-Burraco 11 (2009b), otro de los artífices (aparte de
Chomsky) de aquel enconado debate Hauser, et al. (2002) versus Pinker &
Jackendoff (2005), a saber, Tecumseh Fitch, también matiza sus propios
planteamientos y los de sus colegas en el susodicho debate. En efecto, Fitch
(2010) describe el lenguaje como algo complejo formado por varios arte-
factos, todos igual de importantes: “the very notion of a protolenguage
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requires that we abandon preconceptions about one core or central aspect


of language” (Fitch, 2010: 10).
Al matizar sus propias palabras en Hauser, et al. (2002), sostiene que la
denominación FLN se trataría sólo de una mera cuestión terminológica.
Chomsky se refería sólo a un aspecto del lenguaje: los mecanismos com-
putacionales de la sintaxis, que permiten un ilimitado conjunto de estruc-
turas formadas por un conjunto finito de reglas aplicadas sobre un
vocabulario finito (Fitch, 2010: 21). Pero aclara que ningún componente
del lenguaje es único. Sólo lo es la combinación de distintos mecanismos:
“It could transpire that no subcomponent of the language faculty is truly
unique and that only the combination of linguistic mechanisms is unique
to our species” (Fitch, 2010: 22).
Se muestra en ésta y en otras publicaciones (Fitch, 2009 y 2011) cómodo
con un modelo lingüístico cercano al sistema funcional distribuido de
Lieberman 12 (2000). Incluso llega a proponer la adecuación de teorías
lingüísticas generativas no transformacionales 13 que, en efecto, describen
el lenguaje de una manera más holística, sin una separación tan radical
entre sintaxis y semántica. Para Fitch esa separación constituye la diferen-
cia entre formalistas (la sintaxis como un algoritmo) y funcionalistas (las
oraciones tienen una función semántica). Si bien, la distinción entre ambos
define un continuum con pocos autores en sus extremos (Fitch, 2010: 111-3).
Al margen de la lingüística, y del lado de la biología, también enfatiza
(siguiendo a Deacon, 1997) los aspectos epigenéticos como determinantes
en la conformación de un sistema lingüístico complejo, global y plástico
que interactúa con el medio (Fitch, 2010: 286).
Deacon (1997) también hace hincapié en una arquitectura holística del
protolenguaje. Así, la sintaxis no es algo añadido, sino inherente a la
referencia simbólica. Sintaxis y semántica son profundamente interdepen-
dientes:

Without an explicit syntactic framework and an implicit interpretive mapping,


it is possible neither to produce unambiguous symbolic information nor to
acquire symbols in the first place. Because symbolic is inherently systemic,
there can be no symbolization without systematic relationships. Thus, syntactic
structure is an integral feature of symbolic reference, not something added and
separate. It is the higher-order combinatorial logic, grammar, which maintains
and regulates symbolic reference (Deacon, 1997: 100-1).

Para Deacon los cerebros más grandes tienen una mayor predisposición a
constituirse mediante sistemas distribuidos, y están mejor adaptados al
aprendizaje simbólico. Tal es el caso de los primates, cuyo índice de
encefalización (la relación entre el tamaño absoluto del cerebro y del
cuerpo) es mayor que en otros mamíferos. En el proceso evolutivo que dio
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lugar a esta situación tuvo mucha importancia el crecimiento alométrico


del prosencéfalo dorsal en los embriones humanos 14.
Esas alometrías y el comportamiento competitivo darwiniano de las
poblaciones neuronales dieron lugar a invasiones de regiones atrofiadas
y previamente destinadas a otras células, por parte de aquellas neuronas
que han crecido más. Así ocurrió con el gigantopithecus, experimento
mental deaconiano en el que se produce un individuo con un cerebro muy
grande (de primate superior) y con el cuerpo de un pequeño chimpancé.
Lo que ocurriría es que las áreas destinadas a los inputs y outputs periféricos
verían disminuir su conectividad, su espacio, en aras de otras poblaciones
neuronales destinadas a otras funciones. En esto consiste el desplazamiento.
Se trata de pura competitividad darwiniana. En la mayor parte de los
mamíferos los procesos de desplazamiento ocurren en el útero. En el caso
de los primates superiores y, en particular, en el humano, después del
nacimiento (Deacon, 1997: 212).
Al tener en cuenta todo lo anterior, Deacon concluye, como Fitch (2010)
y como Benítez-Burraco (2009b) que el sistema lingüístico debió emerger
por un nuevo uso de estructuras prexistentes (cooptación) y conectadas
(simbiosis) dando lugar a un todo mayor que la suma de sus partes.

2.3. UN PROTOLENGUAJE LÉXICO-SIMBÓLICO


CONSTITUIDO COMO UN SISTEMA NEURAL FUNCIONAL DISTRIBUIDO
Con la última expresión de este epígrafe se quiere hacer hincapié en ese
aspecto de la teoría TELES3 según el cual el protolenguaje léxico-simbólico,
descrito en el epígrafe anterior, presenta una arquitectura neural acorde
con los sistemas neurales funcionales distribuidos de Lieberman (2000 y 2007),
y también con los circuitos neurales de Deacon (1977), de Damasio H., et
al. (1996), de Fitch (2002, 2010 y 2011) y, en definitiva, con la información
reportada por las técnicas de neuroimagen (Laka, 2012 y 2014) y de la
biología molecular del desarrollo (Benítez-Burraco, 2009a, 2009b). Al pare-
cer, todos los cerebros biológicos presentan esta arquitectura que, por otro
lado, sería acorde también con los planteamientos de la teoría de la
multimodularidad débil de Carruthers (2006), e incluso con los del último
Fodor (Fodor y Piatelli-Palmarini, 2010). Con todo, si tenemos en cuenta
que una reflexión más profunda acerca del debate inicial sobre la modula-
ridad de la mente ya ha sido abordada en un trabajo anterior (ver nota 2),
aquí cabe centrarse en aportaciones más recientes, que corroboran una
concepción del lenguaje (y del protolenguaje que nos ocupa) como un
sistema funcional computacional, que pese a no estar encapsulado ni locali-
zado de forma concreta y fija, presenta una histología característica y unos
patrones de activación recurrentes, que acaban conformando su circuitería
más precisa a partir de la experiencia.
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 11

Las actuales técnicas de neuroimagen (MRI, fMRI, MEG, PET, PELL; ERPs; CT,
movimientos oculares, registros oculares 15...) han revelado la verosimili-
tud de una concepción holística y distribuida del lenguaje y, en consecuen-
cia, del protolenguaje léxico-simbólico, habida cuenta de la descripción
que del mismo hace TELES3. En general, se ha evidenciado que se producen
patrones de actividad diferencial muy similares ante tareas complicadas
usando diferentes modalidades de estímulos (presentación visual o audi-
tiva de palabras); el área prefrontal ventral parece activarse cuando se
requiere el análisis de las palabras; hay gran actividad en áreas del cerebro
medio. Por ejemplo, la repetición de palabras implica al área motora
suplementaria, y el análisis de palabras y tareas que requieren intensa
atención, al córtex cingulado; la actividad motora y el análisis de palabras
independientemente producen una intensa activación del cerebelo (en el
lado opuesto del cerebro, teniendo en cuenta las rutas que unen el córtex
cerebral y el cerebelo). Sin embargo, “language is not processed by some
general learning capacity, but by quite heterogeneous cognitive subs-
ystems, none of which is a language processor by design” (Deacon 1997:
298).
Estas técnicas se complementan con el estudio de pacientes con patolo-
gías adquiridas o innatas y ponen de manifiesto no sólo que las áreas
tradicionales relacionadas con un aspecto específico del lenguaje realizan
varias tareas lingüísticas, sino que además son responsables también de
otras actuaciones (motoras y/o cognitivas). Asimismo, estas técnicas evi-
dencian que son múltiples 16 las regiones del cerebro implicadas en el
comportamiento lingüístico.
En esta línea de investigación la neurolingüista Itziar Laka (2014) con-
cluye que el área de Broca se activa significativamente tanto en tareas
sintácticas, como semánticas, y también en tareas que no implican el
procesamiento gramatical o lingüístico. Dentro de Broca, en el área de
Brodman 44, se produce una mayor activación para violaciones sintácticas
que para las semánticas. Por otro lado, los aspectos sintácticos también
generan una considerable actividad en el “núcleo caudado” (dentro de los
llamados “ganglios basales 17”) y en el cerebelo, así como en la circunvala-
ción frontal inferior (inferior frontal gyrus, IFG).
A pesar de todo, Laka defiende una gramática computacional. No hay
áreas fijas y exclusivas, no hay módulos propiamente, las áreas tradicio-
nales del lenguaje no lo son, porque también se activan ante la ejecución
y percepción de acciones motoras y de varias tareas cognitivas. Aun así,
no parece sostenible un “conexionismo” no discriminatorio. En este senti-
do resultan muy interesantes los estudios de Laka (2012) sobre los “cere-
bros bilingües”. Laka concluye que los bilingües tempranos y competentes
utilizan el mismo sustrato neural para las dos lenguas, aunque no sucede
así para los bilingües tardíos, en los que se activan distintas zonas (eso sí,
12 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

dentro del área de Broca, de Wernicke, o de la circunvolución supra-mar-


ginal) para la lengua nativa, y para la no nativa. En todo caso, la edad de
adquisición de las lenguas es determinante para su representación neuro-
cognitiva. Todo ello sugiere la existencia de unos circuitos neurales lingüís-
ticos flexibles, con su propio patrón de desarrollo y maduración, y
conformados por áreas con otras tareas previas, que en algunos casos se
mantienen.
Cabe señalar que al igual que los estudios con las técnicas de neuroima-
gen, los estudios comparativos entre cerebros humanos y de otras especies,
proporciona evidencias a favor de una teoría del origen del lenguaje por
emergencia asociativa de estructuras neurales previas.
Fitch (2011) utiliza el término exaptación 18 (Gould & Vrba, 1982) y lo
relaciona con el origen neuranatómico abrupto, en principio de la sintaxis,
aunque al final lo admite para el lenguaje concebido como un todo. Para
ello plantea tres hipótesis, que comparten un mismo origen “exaptativo”,
en concreto, el incremento de conexiones entre distintas áreas del cerebro,
lo que implica unas emergencias por asociación de estructuras que previa-
mente tenían otra función, y el consiguiente cambio funcional. Sus con-
clusiones proceden de estudios comparativos entre cerebros humanos y
de otras especies, que intentan encontrar autapomorfías, es decir, rasgos que
nos diferencian de nuestros parientes más cercanos, y que no estaban
presentes en el último ancestro compartido.
Su objetivo es explorar la evolución de las autapomorfías neurales
implicadas en el lenguaje, focalizando en la sintaxis (en una concepción
muy amplia de sintaxis que también implica léxico y semántica). Para ello
toma en cuenta las investigaciones que comparan rasgos homólogos de
especies cercanas (por ejemplo, primates y mamíferos en general) para
derivar inferencias acerca de estados ancestrales, y postular así posibles
rasgos co-optados. Toma en cuenta, asimismo, la comparación de analogías
o rasgos evolucionados por convergencia, es decir, de rasgos similares que
han evolucionado independientemente. Mediante estos métodos compa-
rativos podría explicarse por qué los primates —parientes cercanos— no
pueden hablar y por qué ciertas aves —parientes más lejanos— sí pueden
articular fonemas con cierta complejidad.
A partir de aquí se está en disposición de poder comprender las tres
hipótesis de Fitch (2011). En esta sección se verá sólo la tercera, ya que las
otras dos son útiles para apoyar la autapomorfía del habla, es decir, del
segundo salto funcional en el marco de TELES3.
Pues bien, esa tercera hipótesis exaptativa se refiere a la propia evolución
de la denominada área de Broca. En realidad, se denomina así al conjunto
de varias regiones computacionales, donde los núcleos principales son las
áreas denominadas BA 44 y BA 45. Fitch alude a dos hipótesis “exaptativas”
acerca de la evolución del área de Broca y, en particular, de BA 45. La
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 13

primera, atribuible a Lieberman (1984), relaciona las computaciones sub-


yacentes en la sintaxis del lenguaje humano con el control motor y de
planificación 19. La segunda (de la que Fitch es partidario) propone que las
computaciones abstractas implicadas en el lenguaje humano (tanto habla-
do como de gestos) fueron “exaptadas” como consecuencia de la fusión
entre áreas destinadas al control jerárquico premotor (BA 6) y otras áreas
relacionadas con ciertos aspectos sociales y visuales (Fitch, 2010), en par-
ticular con el control de la mirada de los otros y de nuestros propios ojos
(posibilitado por BA 45B). Esos movimientos binoculares requieren una
fuerte comunicación intracortical desde áreas visuales y multimodales, así
como una fuerte interacción social. Para Fitch, ambas hipótesis pueden ser
complementarias. Esta hipótesis, aunque relativa sólo al área de Broca, es
muy relevante para TELES3 ya que:
1. Trata el lenguaje como un todo (sintaxis, semántica y pragmática), a
pesar de que ocasionalmente habla sólo de sintaxis 20.
2. Defiende, como las otras dos hipótesis (que veremos en la sección
cuarta), la asociación (“fusión”) de regiones del cerebro que originan
una exaptación: la emergencia de una nueva función, distinta de la de
las partes previas constituyentes.
3. Implica que ni los distintos artefactos del lenguaje, ni el lenguaje
considerado como un todo, son módulos aislados. Fitch destaca el
papel de la memoria 21 que ayudaría al sistema lingüístico a recuperar
ítems a lo largo de la comprensión y la producción lingüística. Por
ejemplo, permitiría recuperar la forma fonológica desde el léxico o
realizar interpretaciones semánticas en función del contexto. En defi-
nitiva, Fitch considera que la neuroanatomía del área de Broca es
consistente con una computación lingüística global.
Fitch muestra que los métodos comparativos que estudian homologías
y analogías entre humanos y otras especies resultan fructíferos. Así, se
puede explicar, por ejemplo, que en el cerebro de las aves capaces del
aprendizaje vocal, hay un área análoga al fascículo arcuato 22 con conexiones
directas hacia los músculos que controlan su siringe (el “órgano” de la voz
de los pájaros), mientras que los primates carecen de conexiones directas
córtico-motoras hacia las áreas del control de la laringe.
Ahora bien, cuando se habla de sistemas neurales funcionales distribui-
dos, se está haciendo especial referencia a Lieberman. En primer lugar,
cabe precisar que a pesar de que algunos consideran a Lieberman conti-
nuista con relación al origen del lenguaje (Fitch, 2010 y 2011), TELES3 no
comparte esta interpretación. Para Fitch estaría justificado porque para
Lieberman el lenguaje se compone de varios artefactos integrados con sus
correspondientes estructuras anatómicas y neurales, homólogas a las de
otras especies; además, el origen de estas estructuras, fruto de la selección
14 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

natural, es inicialmente adaptativo para la comunicación. Sin embargo,


Lieberman no es continuista en tanto que:
1. Defiende ciertos hitos abruptos en la evolución de las estructuras
anatómicas del tracto vocal supralaríngeo y de la laringe.
2. Defiende ciertos hitos abruptos en la evolución de las estructuras
neurales responsables de la coordinación y procesado de la activación
motora de esas estructuras recién descritas.
3. El carácter continuista anterior y otorgado a Lieberman por Fitch, y el
“saltacionista” ahora atribuido, son compatibles si se consideran los
cambios desde un punto de vista cualitativo o funcional. Tanto Lieber-
man como los principales autores comentados anteriormente —Dea-
con, Benítez-Burraco, Laka y el propio Fitch— plantean hipótesis
relativas a conexiones específicas entre distintas áreas del cerebro, lo
que origina —en el marco explicativo de TELES3— un cambio abrupto,
una función nueva, distinta de la realizada por cada una de las partes
iniciales. Se trata de una evolución a saltos del lenguaje por cambios
funcionales y no estructurales.
Lieberman sostiene que el cerebro (y, por tanto, el lenguaje) funciona
mediante circuitos y mallas de circuitos. Este autor (1984) critica enérgica-
mente la concepción chomskiana del lenguaje como un órgano, o como
un módulo, y como consecuencia de una macromutación. De la misma
manera critica la concepción del lenguaje y de la mente de Fodor 23 (1983)
en tanto considera que la explicación modular de la mente es una reliquia
de la frenología.
A favor de sus tesis contrarias al “locacionismo”, explica que las áreas
de Broca y de Wernicke no son específicas de determinadas tareas lingüís-
ticas, ni siquiera de tareas lingüísticas en general. Así, los enfermos de
afasia de Broca presentan deficiencias cognitivas y lingüísticas que van
más allá de la coordinación articulatoria y fonética (control motor de las
tareas lingüísticas, que es lo que se espera de esta área). Su habla es
agramatical y además presentan problemas de comprensión de las expre-
siones con recursión (subordinación). Lo mismo puede decirse del área de
Wernicke que si bien —supuestamente— está más relacionado con la
percepción lingüística, también afecta a la comprensión, es decir, a tareas
semánticas.
Asimismo, el córtex no es tan relevante como se ha supuesto. De hecho,
los enfermos de hidrocefalia, que debido a la presión del líquido, y en los
casos más graves apenas tienen unos milímetros de córtex, pueden realizar
con normalidad las tareas cognitivas, incluidas el aprendizaje 24 (Lieber-
man, 1984: 26-30).
Lieberman (1998) enfatiza que el cerebro humano no es equivalente a
un ordenador convencional (“modular”) con “artefactos discretos” (discre-
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 15

te devices) destinados a tareas particulares. Se trata de un sistema distribui-


do. Se identifica con Hannah & Antonio Damasio, et al. (1996) en su
modelo de la anatomía funcional del cerebro humano. La comprensión de
una oración implica circuitos que unen muchas estructuras neurales sub-
corticales y corticales distribuidas a través del cerebro como capas de una
cebolla. Así, por ejemplo, la afasia permanente (“big Broca”) ocurre sólo
cuando hay daño subcortical que afecta a los circuitos del lenguaje. Si sólo
está dañada el área de Broca, o de Wernicke, el déficit lingüístico se
recupera en unos pocos meses (Lieberman, 1998: 103-4).
Los estudios con tomografía por emisión de positrones (PET) muestran
que las regiones prefrontales del cerebro, tradicionalmente asociadas con
la cognición no lingüística, están implicadas en el lenguaje. De hecho, los
enfermos con afasia de Broca y los de Parkinson (que tienen afectados los
circuitos que transmiten información a y del córtex prefrontal), muestran
unas regiones prefrontales menos activas. Por tanto, el córtex prefrontal
está implicado en varios aspectos elevados de la cognición humana, tales
como resolución de problemas, o el cambio de estrategia cuando eso es
requerido, así como en tareas lingüísticas.
A la vista de las técnicas de neuroimagen cabe afirmar que la estructura
del cerebro consiste en una compleja circuitería con grupos de neuronas
en determinadas áreas del córtex conectadas a grupos de neuronas en otra
región del córtex o de alguna estructura subcortical. Estas poblaciones de
neuronas se proyectan a otras neuronas formando circuitos independientes.
Dentro de esta “circuitería” Lieberman destaca el papel de los ganglios
basales, esas estructuras “primitivas” ubicadas en una zona profunda del
cerebro, y que compartimos con reptiles así como con todos los mamíferos.
Estas estructuras, responsables originalmente de la actividad motora y de
la recepción de la información, adquirieron a lo largo de la evolución
nuevas funciones: encadenar información entre varias áreas del neocórtex.
Los estudios de Lieberman han concluido la hoy tan aceptada correla-
ción entre la enfermedad de Parkinson y los ganglios basales. Ciertas
lesiones en los núcleos de estas estructuras provocan déficits no sólo
motores, sino también relacionados con el habla, con el lenguaje en gene-
ral, y con otras tareas cognitivas. Muchos de esos síntomas están también
presentes en los enfermos de Broca, y también en sujetos expuestos
ocasionalmente a situaciones de falta de oxígeno, como les ocurre a los
montañeros que han escalado cimas de gran altura 25 (Lieberman, 1998:
105-119).
Los circuitos neurales funcionales constituyen, en realidad, sistemas neura-
les funcionales distribuidos. Pues bien, llegados a este punto, y pese a las
reiteradas críticas de Lieberman a los lingüistas y a los filósofos, que
apuestan por una concepción modular de la mente y del lenguaje (Lieber-
man, 1998: 109), parece coherente afirmar que sus sistemas neurales funcio-
16 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

nales tienen, al menos, algunas de las características atribuidas a los módulos


(filosóficos y biológicos). En primer lugar, son “independientes”, y en segun-
do lugar, consisten en uniones funcionalmente novedosas de neuronas que antes
tenían otra función. Por tanto, si bien es verdad que quedan muy distantes
del concepto de módulo encapsulado fodoriano (Fodor, 1983,) y de la
teoría de la mente de Chomsky (Chomsky, 1980a, 1980b, 1986), de Jacken-
doff ( 1994), y de Pinker (1994, 1998)), no parecen sistemas incoherentes con
una teoría de la multimodularidad débil como la de Carruthers (2006).
Tampoco parecen sistemas originados lentamente por la influencia de la
selección natural. El propio Lieberman menciona reiteradamente que
surgen por procesos darwinianos de pre-adaptación, es decir, de co-optación
en palabras de Gould, por tanto, como exaptación o como un proceso
emergente. No sólo el humano y actual sistema lingüístico funcional que
integra varios circuitos, sino todos los sistemas neurales funcionales distribui-
dos que trabajan en el cerebro implican un origen abrupto, un salto funcional
(Gould, 1991)) por el hecho de haberse constituido asociativamente como
todos mayores que la suma de sus partes (Reid, 2007).
Las conexiones de los circuitos que constituyen esas redes o mallas de
redes (sistemas neurales funcionales distribuidos) se producen con el apren-
dizaje, aunque determinadas estructuras neuroanatómicas están especializadas
en la producción de ciertos procesos. El cerebro humano no es una amplia y
amorfa red de neuronas. Hay diferentes estructuras citoarquitectónicas, es
decir, diferentes tipos de neuronas, que parecen ser responsables de
distinciones funcionales (Lieberman, 2000: 26-7). Con relación específica
al lenguaje, desde sus orígenes en nuestros ancestros (tal vez, 500,000 años
atrás), se puede decir lo mismo. Según Lieberman aquél era un protolen-
guaje léxico que carecía de la perfección del habla moderna 26.
Con una “arquitectura” del cerebro como la descrita es comprensible
que Lieberman esté en contra de las teorías lingüísticas que distinguen
entre los aspectos formales, semánticos y pragmáticos del lenguaje. Los
datos neurofisiológicos y comportamentales se integran mejor con un
lenguaje concebido como un todo, en el que la memoria de trabajo verbal
juega un papel fundamental e integrador 27.
Pues bien, conforme con Lieberman y con TELES3 nuestros ancestros
homínidos debieron tener, además de una memoria de trabajo, un sistema
neural lingüístico funcional distribuido que integrara, al menos, algunas
de las áreas que hoy constituyen nuestro lenguaje. Aquel protolenguaje
debió tener un origen “exaptativo”.

3. PROTOLENGUAJE LÉXICO-SIMBÓLICO Y HOMINIZACIÓN


Según Fitch hay dos hipótesis acerca de la secuencia en la evolución de los
humanos. La hipótesis multirregional plantea que los cambios ocurrieron en
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 17

paralelo a través del Viejo Mundo. Por el contrario, la hipótesis fuera de


África establece que todas las poblaciones de humanos modernos proce-
den de una única y ancestral población africana. Los datos moleculares
proporcionan más evidencias en este último sentido. El ADNmt podría ser
trazado volviendo hacia una única Eva mitocondrial que vivió hace alre-
dedor de 200,000 años, lo que no significa que descendamos de una única
mujer africana (Fitch, 2010: 274).
En cuanto a los ancestros que pudieron contar con un protolenguaje
como el que se ha venido describiendo, y en virtud de las pruebas paleo-
neurológicas (incremento del cráneo, la lateralización y una remodelación
anatómica de determinadas estructuras cerebrales), así como las eviden-
cias antropológicas, TELES3 se hace eco del diagnóstico de la mayor parte
de los estudiosos (Bickerton, 2009; Pinker, 1994; Deacon, 1997; Fitch, 2010,
Benítez-Burraco, 2009b; y un largo etc.) según el cual es muy probable que
en Homo habilis (1.6 y 2.3 millones de años) se diera ya un protolenguaje
emergido y descrito como se ha hecho hasta aquí.

3.1. EL PAPEL DE LOS GENES FUNCIONALES


EN LA EVOLUCIÓN DEL PROTOLENGUAJE
¿Qué es lo que caracteriza a los humanos modernos, y muy probablemente
a aquellos homínidos extintos que contaban con un protolenguaje, de
otros primates superiores? La diferencia, según Benítez-Burraco (2009b:
300) es un incremento en el nivel de expresión de casi todos los genes en
los que existe una expresión diferencial, y predomina entre ellos los que
codifican factores transcripcionales 28. Una gran parte de los llamados
“genes del lenguaje” (y, en particular, FOXP2) codifican ese tipo de facto-
res o elementos transductores de información 29. Eso explicaría el ensam-
blaje novedoso de un “órgano del lenguaje” tan complejo, con apenas
cambios estructurales. Asimismo, y al igual que la mayoría de los autores
citados en este trabajo, considera que otro factor importante en la evolu-
ción de aquel protolenguaje tuvo que ser el tamaño del cerebro, el creci-
miento alométrico que propició un incremento de las conexiones neurales,
y un incremento de la capacidad de almacenamiento, de la semántica, y
del aprendizaje.
Benítez-Burraco (2009b) expone que son varios los genes implicados en
la regulación del tamaño cerebral y que han experimentado una selección
positiva durante la evolución de los primates. De algunos de ellos se ha
hablado en otra sección anterior y, sin duda, desde un punto de vista
genético, FOXP2 es uno de los genes de los que más se conoce su implica-
ción en el lenguaje. Parece haber sido objeto de una selección positiva
durante la evolución humana reciente (Enard, et al., 2002b) de manera que
la secuencia actual podría haber quedado fijada hace alrededor de 200,000
años, lo que coincide con la aparición del hombre moderno (Arsuaga, et
18 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

al., 2000). Aunque datos más recientes han revelado su presencia en Homo
neanderthalensis 30, todo apunta a que las modificaciones se debieron
producir en un antepasado común a esta especie y Homo sapiens.
Benítez-Burraco (2009b: 322-339) plantea que las modificaciones produ-
cidas en la secuencia de la proteína FOXP2 a lo largo de la hominización
podrían haber dado lugar a una reconfiguración del área de Broca, que
facilitaría la emergencia de la sintaxis, y optimizaría el procesamiento
fonológico y/o la memoria de trabajo verbal; incrementaría la capacidad
articulatoria, y el lenguaje hablado en general (Corballis, 2004a), así como
una remodelación de la inervación motora del tracto supralaríngeo, desde
el sistema nervioso autónomo al encéfalo (Lieberman, 2002). Esto habría
supuesto la separación de las vocalizaciones dependientes del sistema
límbico emitidas espontáneamente ante determinadas situaciones de
aquellas emitidas bajo el control del sistema nervioso autónomo (Deacon,
2000), así como una remodelación de la inervación motora de los ganglios
basales (Lieberman, 2002), que son el sustrato neural responsable del
aprendizaje de las tareas motoras involucradas en la vocalización.
El gen ortólogo foxp2 (aves) se expresa también más allá de las regiones
subcorticales asociadas al aprendizaje del canto. En general, está involu-
crado con el sustrato neural responsable de los procesos de plasticidad
relacionados con el aprendizaje procedimental. En cualquier caso, la se-
cuencia de la proteína humana no encuentra correlato en las secuencias
de las proteínas ortólogas de ninguna especie de ave, ni de otros mamífe-
ros distintos del ser humano, incluso aunque sean capaces de aprender
sus llamadas vocales, como es el caso de murciélagos, ballenas y delfines.

3.2. EL PROTOLENGUAJE DE HOMO SYMBOLICUS


Deacon (1997) acuña la expresión Homo symbolicus para referirse a aquel
ancestro de nuestro linaje que alcanzó el umbral de la computación
simbólica y que en un proceso de retroalimentación fue agrandando el
córtex prefrontal, así como la facultad del lenguaje. Deacon sitúa el desa-
rrollo alométrico del cerebro que dio lugar a estos cambios en Homo habilis.
Al igual que TELES3, además de apelar al efecto Baldwin como motor de los
procesos selectivos, lo complementa con la versión biológica del proceso
de exaptación, y le da crédito a los responsables de este término (Gould &
Vrba, 1982): “there is probably neither complete abandonment of the
logical adaptative function nor takeover by a single new function” (Dea-
con, 1997: 351).
La secuenciación de pasos que propone Deacon para explicar el origen
del lenguaje humano es similar a lo que se hace en TELES3: primero un
protolenguaje simbólico “multimodal” (vocalización, gestos...) hace dos millo-
nes de años; segundo, el habla de Homo sapiens, y la consideración de que
la precisión y la velocidad de muchos aspectos de la articulación vocal
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 19

estuvieron en continuo desarrollo durante la mayor parte de la evolución


humana (Deacon, 1997: 351-58).
La teoría TELES3 asumiría bien estos pasos. Como se ha dicho antes, si el
protolenguaje léxico surge como un simbionte de los procesos simbólicos,
es verosímil que fuera acompañado de gestos (incluso de cierta prosodia,
acercándose a los planteamientos de Fitch). Los momentos de evolución
lenta o de estasis a cargo de la selección natural también forman parte del
marco teórico de TELES3. Tan solo se echa en falta una mención expresa a
la recursividad. En TELES3 el origen de ésta sería también exaptativo y
constituiría el último paso en la evolución del lenguaje moderno.

3.3. EL PROTOLENGUAJE DE HOMO HEIDELBERGENSIS


Martínez y Arsuaga (2009), dejan claro que se refieren al lenguaje como
sistema de comunicación, y enfatizan el papel de aquellos genes que han
variado en la línea humana desde el antepasado común con los chimpan-
cés, especialmente ELLA1, que interviene en el desarrollo del oído externo
y medio.
Asimismo, relacionan la eficiencia de la comunicación con el incremento
del índice de encefalización. En la Sierra de Atapuerca, la mayor colección
de fósiles humanos del género Homo datadas en más de 500,000 años, se
ha constatado que los moldes endocraneales manifiestan áreas de Broca y
de Wernicke más desarrolladas que las correlativas en los grandes simios
y en australopitecos. Puede afirmarse que tanto Homo heidelbergensis como
Homo neanderthalensis presentaban el mismo tamaño que Homo sapiens en
estas áreas.
Parece que, a diferencia de otras especies de homínidos no humanos,
aquellas presentaban una morfología, dimensiones del cráneo, y hueso
hiodes adecuados para una fonación similar a la nuestra. Aun así, Martínez
y Arsuaga (2009) así como Martínez, et al. (2012) afirman que un habla tan
eficaz como la nuestra es un rasgo exclusivo del Homo sapiens, tal como se
verá en la siguiente sección.

3.4. ¿TUVO HOMO NEANDERTHALENSIS UN LENGUAJE COMO EL NUESTRO?


Si tenemos en cuenta que las poblaciones humanas no africanas contienen
entre 1-4 por ciento de ADN neandertal, y que ha sido hallado FOXP2 en
fósiles neandertales del yacimiento asturiano del Sidrón, existe un debate
acerca de si los neandertales eran portadores de un habla como la nuestra,
o si la suya aún podría ser englobada en un paso previo o protolenguaje.
Benítez-Burraco (2012) se pregunta si el lenguaje (completo) es el resultado
de una transferencia genética entre neandertales y humanos modernos.
Concluye que es un rasgo sólo de los humanos anatómicamente modernos
(HAM), y aunque se ha evidenciado la presencia de FOXP2 en neandertales,
éstos no tendrían tal lenguaje. Su simbolización era escasa y no parece que
20 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

usaran ofrendas mortuorias, o si lo hacían cabría vincularlo más bien con


un comportamiento higiénico, o como síntoma de vínculos sociales o
afectivos. En cuanto a los pigmentos que a veces se ha dicho que usaban,
parece que podrían haber sido utilizados para otras funciones que nada
tenían que ver con el ritual, como el tratamiento de pieles animales.
Algunos sostienen, incluso, que los aspectos simbólicos presentes en Homo
neanderthalensis eran sólo una conducta imitativa de la tecnología de los
HAM. Así las cosas, no debía poseer un lenguaje complejo y su lenguaje
sería protosintáctico 31.
De todos modos, Benítez-Burraco defiende que al ser todas estas evi-
dencias indirectas, lo mejor es acudir al criterio genético. En este sentido,
no es correcto inferir que Homo neanderthalensis tuviera un lenguaje como
el nuestro sólo porque se haya encontrado en sus fósiles la variante
moderna de la secuencia codificadora de FOXP2. Tener FOXP2 es una
condición necesaria pero no suficiente, ya que este gen está implicado en
muchas tareas y, por otro lado, el lenguaje es un rasgo poligénico. En
cualquier caso, y a pesar de que parece evidente que sí se cruzaron, resulta
más factible que esa variante FOXP2 se encontrara en un antecesor común
a ambos, hace 300 o 400 Ka (o tal vez más, si atendemos a los resultados de
las investigaciones de Atapuerca).
Como se ha dicho, el lenguaje es un rasgo poligénico. Se da la circuns-
tancia de que otros genes también implicados en el desarrollo del sistema
neural, en el índice de encefalización, y por tanto, en el lenguaje, como
ASPM y MCPH1, han experimentado cambios en nuestra especie, los
neandertales presentan la variante ancestral existente en el chimpancé. Así
pues, la inferencia de un lenguaje moderno a partir de las evidencias de
cruce entre neandertales y HAM no son consistentes. Además, de acuerdo
con las tesis epigenéticas implícitas también en TELES3, la expresión de los
genes se ve afectada por multitud de factores adicionales, endógenos y
exógenos. En definitiva, incluso en el improbable caso de que neandertales
y HAM tuvieran el mismo genotipo, no conocemos la norma de reacción 32
del mismo, y por consiguiente, no podemos predecir si tenían lenguaje
moderno.
Para Benítez-Burraco y, en general para la Escuela de Oviedo 33, el
lenguaje moderno se caracteriza fundamentalmente por la sintaxis. Éste
sería el rubicón que separaría cualquier protolenguaje —sea cual sea su
modelo— del lenguaje específicamente humano. En el fondo subsiste la
célebre distinción chomskiana del debate Hauser, et al. (2002): sólo el
lenguaje en un sentido estricto (FLN) constituye el dispositivo computacio-
nal de carácter mental que distingue el lenguaje humano de otros sistemas
de computación.
Para Benítez-Burraco y sus colegas de Oviedo, las pruebas acerca de la
exclusividad del simbolismo (Deacon) o de las estructuras auditivas y del
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 21

habla del lenguaje (investigadores de Atapuerca) no son apropiadas. En


el caso de las evidencias de simbolismo habría que limitarse sólo a los
símbolos complejos, plantea Benítez-Burraco, sin atender a la minuciosa
distinción peirceniana utilizada por Deacon para defender la exclusividad
humana en el uso del símbolo. En el caso de las estructuras anatómicas del
habla, tampoco tiene en cuenta los últimos —y al parecer bastante conclu-
yentes— estudios de Ignacio Martínez Mendizábal y sus colegas de Ata-
puerca, que dejan clara la diferencia en el tracto vocal supralaríngeo (TVS)
entre HAM y neandertales. Por otro lado, Benítez-Burraco tampoco parece
tener muy en cuenta las técnicas de neuroimagen que muestran módulos
o sistemas funcionales distribuidos en los que el todo es mayor que la suma de
sus partes.
Como quiera que sea, todas esas evidencias —critica Benítez-Burraco
(2012)— plantean la cuestión del origen del lenguaje en términos de un
rasgo adaptado para la comunicación. Sin embargo, para este autor el
lenguaje humano es un
dispositivo de computación de carácter mental con la propiedad accidental de
interactuar con un sistema conceptual-intencional (en esencia un diccionario
de símbolos) y con un sistema vocal-auditivo (...), dando lugar a lo que Hauser
et al., 2002 designan como FL en sentido amplio o FLB (Benítez-Burraco, 2012:
223).

Por otro lado, está en lo cierto Benítez-Burraco cuando establece que tanto
Deacon como los investigadores de Atapuerca plantean un lenguaje adap-
tativo para la comunicación, aunque en el caso de Deacon el lenguaje surge
primero como un simbionte de los procesos simbólicos. En este sentido, la
teoría TELES3 demuestra la compatibilidad entre un origen emergente,
abrupto, y “casual” del lenguaje (por asociación de estructuras previas) y
su posterior selección para la comunicación. TELES3 se alinea con Gould
(2002) en el sentido de que la función actual no tuvo por qué ser la causa.
TELES3 sostiene con Benítez-Burraco que el final del primer paso (el proto-
lenguaje léxico simbólico que se viene proponiendo) en la evolución del
lenguaje, acaece con el HAM, pero discrepa con él acerca de cómo era el
lenguaje en ambos momentos. Para TELES3 el protolenguaje llevaba incor-
poradas las reglas (sintaxis) mediante las cuales se relacionan jerárquica-
mente esos símbolos, mientras que el lenguaje moderno se caracteriza por
la eficacia y rapidez del habla 34.
En una línea similar, pero con diferencias se manifiesta Johanson (2013),
quien también se plantea si los neandertales tuvieron un lenguaje moder-
no. Johanson coincide con Benítez-Burraco en que el hecho de que los
neandertales tuvieran FOXP2 no implica que hubieran desarrollado un
lenguaje completo, es decir, con sintaxis. Sin embargo, considera que el
sine qua non del lenguaje es que consiste en un sistema de comunicación
22 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

simbólico. Por tanto, a diferencia de Benítez-Burraco, es adaptacionista; el


lenguaje evolucionó como un sistema de comunicación, y acercándose a
Bickerton y a Deacon, sostiene que su función era la transmisión de los
conceptos y los símbolos. Aun así, este lenguaje carecía de sintaxis (como
Bickerton y como Benítez-Burraco), y consistía en una suerte de semántica
léxica, que como mínimo estaba presente en neanderthales y en heidelber-
gensis.
Johanson (2013) proporciona una serie de evidencias arqueológicas a
favor de la presencia del lenguaje simbólico mucho antes del Homo sapiens.
Habla de la revolución que no fue para referirse al proceso creativo consta-
tado en torno a 40,000 y 50,000 años atrás, y que supuestamente no tuvo
precedentes. Como otros, afirma que no es sino un síntoma de eurocen-
trismo entre los arqueólogos y que, en realidad, ese proceso creativo se ha
desarrollado durante más de 200,000 años. Así, la tecnología de la hoja para
cortar y el uso de pigmentos se remontan a 500,000 años, y los trabajos de
arte abstracto y ornamentos personales también son mucho más antiguos
que 40,000 años. Además, se han encontrado evidencias en el sur y también
en el norte de África, así como en Asia y en Siberia. Los neandertales usaron
herramientas musterienses comparables a la industria del sapiens de África
del Paleolítico Medio y a la de los actuales aborígenes de Tasmania. Usaban
adhesivos en los mangos de sus herramientas, lo que requiere un proceso
de múltiples pasos que implica control de temperatura y cognición sofis-
ticada. Su forma de explotar la fauna era similar a la del HAM. También hay
evidencias de enterramientos, pero no está claro si hacían o utilizaban
ofrendas en las tumbas. Cuidaban de los enfermos y de los que tenían
defectos de nacimiento. No es concluyente si hacían algún tipo de música
porque los huesos encontrados con muescas podrían ser simplemente
huesos dañados por carnívoros y no flautas como defienden algunos.
Tampoco es seguro si pintaban las cuevas, aunque sí usaban ornamentos
y pigmentos. Así que, para Johanson, antes del lenguaje completo (con
sintaxis) atribuible sólo al Homo sapiens, debió haber un protolenguaje
léxico simbólico con un habla bastante sofisticada. Para TELES3, como se
argumenta (en este capítulo con el apoyo principalmente de Deacon), la
referencia simbólica implica jerarquía y autorganización, y por tanto algo
de sintaxis. Por otro lado, como se va a desarrollar en el epígrafe siguiente,
el habla humana parece ser un rasgo exclusivo de Homo sapiens.

4. SEGUNDO SALTO FUNCIONAL DE TESE EXTENDIDA:


EL HABLA DE LOS HUMANOS ANATÓMICAMENTE MODERNOS
Uno de los rasgos lingüísticos que ha causado más admiración es el habla
humana. Para muchos el habla es especial 35. Sin embargo, otros como Fitch
arguyen que no es el habla lo especial, sino las estructuras neurales que
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 23

sustentan la imitación vocal compleja (Fitch, 2009b y 2010), y sostiene que no


hay tanta diferencia entre la producción vocal humana y de otros anima-
les. En un punto intermedio, Deacon (1997) enfatiza las vocalizaciones
aprendidas controladas por el sistema motor-músculo-esquelético de
aprendizaje pero partícipes también del sistema límbico. Para ambos estas
vocalizaciones protolingüísticas estaban ya presentes en algún homínido
ancestral, probablemente Homo habilis.
Del lado de los que consideran que el habla es especial se encuentra TELES3
que considera, junto con Lieberman y los investigadores de Atapuerca,
que si bien los homínidos anteriores presentaban una cierta capacidad
para el habla, la facultad del habla humana tiene suficiente entidad y
especificidad anatómica y neural como para ser considerada un paso
diferenciado y abrupto en la evolución del lenguaje. Y que es exclusiva de
Homo sapiens.

4.1. CÓMO EVOLUCIONÓ LA ANATOMÍA DEL HABLA SEGÚN LIEBERMAN


Como se ha explicado antes, Lieberman concibe la mente como un con-
junto de sistemas neurales funcionales distribuidos, y esto sería una carac-
terística compartida por todos los cerebros biológicos. Como TELES3, acepta
la posibilidad de un lenguaje homínido con sintaxis y con una habilidad
para el habla significativamente diferente de los sistemas de comunicación
de otros primates. Podría ser que Homo habilis ostentara ya esa facultad
(Lieberman, 2000: 135), pero indica que lo específico del lenguaje humano
es el habla (Lieberman, 1984, 1988 y 2000).
Los restos fósiles de nuestros ancestros muestran una diferencia crucial
con los cráneos del ser humano actual. La clave está en las estructuras
anatómicas de la laringe descendida y el tracto vocal supralaríngeo. Antes
de 500,000 o 250,000 años (Lieberman, 1984: 1-10, 233 y 271-4) otras especies
de homínidos presentaban lo que Lieberman denomina plan supralarín-
geo vocal estándar (standard plan supralaringeal vocal). El tracto vocal supra-
laríngeo (TVS) que permite el habla moderna debió aparecer después. Este
habla actual es lo que TELES3 denomina segundo salto funcional lingüístico y
como el primero, implica neurológicamente un incremento abrupto de la
interconectividad entre antiguas áreas del cerebro, lo que da lugar a la
co-optación de las mismas, y generándose así una nueva función, el habla
humana, con las características que veremos a lo largo de esta sección.
Como se ha dicho, Lieberman es “gradualista” desde el punto de vista
de la evolución de las estructuras neuroanatómicas, y “continuista” en
cuanto a que todos estos cambios suponen una ventaja adaptativa para la
comunicación. Es claramente “saltacionista” por lo que respecta a los
cambios abruptos de función que experimentan las estructuras co-opta-
das. Lieberman llama a estos cambios abruptos de función punto de
ramificación funcional (functional branch-point): “functional branch-point
24 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

theory for evolution by means of natural selection claims that a process of


gradual anatomical change can at certain points yield ‘sudden’ functional
advantages that will lead to qualitatively different patterns of behavior in
a species” (Lieberman, 1984: 256).
Los neonatos, igual que determinados homínidos anteriores a nosotros,
presentan grandes diferencias en la base del cráneo. Tal como demuestra
la teoría del desarrollo hay similitudes en los embriones —y en su desa-
rrollo— de distintas especies. Así, los embriones humanos de apenas 5 mm
de longitud, presentan algo parecido al esfínter que en los peces hace las
veces de laringe, permitiéndoles la entrada del aire en los pulmones
cuando salen del agua 36. Pero su función original era evitar que el aire
entrara en los pulmones, y así el pez flotase. Esto es un ejemplo de
co-optación.
Para Lieberman, la evolución de la laringe de los humanos actuales se
ha realizado en cuatro ramificaciones funcionales 37: con la primera, en la vida
todavía acuática, la primitiva laringe permitía la respiración aérea, en
algunos peces; con la segunda, aparecen los dilatores y cartílagos de la
laringe; con la tercera, aparecen las cuerdas vocales, y con la cuarta aparece
un tracto vocal supralaríngeo que permite el habla Lieberman, 1984: 264-5).
El tracto vocal supralaríngeo estándar (TVS-estándar) no permitía a los
diferentes grupos de homínidos que lo mostraban las mismas destrezas
que manifiesta el actual habla humana. Ese TVS-estándar es común entre
los niños recién nacidos actuales y otros mamíferos adultos y jóvenes. En
los niños se restructura hacia los tres meses (Lieberman, 1984: 276).
En nuestra especie se produjeron las adaptaciones anatómicas ligadas
a los correspondientes cambios neurales, que en su totalidad permiten la
alta velocidad que presenta el habla humana. A su vez, esta característica,
unida al poder cognitivo del cerebro humano, posibilitó un complejo
sistema de pensamiento, un lenguaje del pensamiento 38, así como un sistema
de comunicación muy eficaz. Así las cosas, es comprensible que estos
cambios se impusieran pese a su coste biológico (el riesgo de atraganta-
miento) (Lieberman, 1984: 305).
A la vista de los restos fósiles, el punto de ramificación IV tuvo que
sucederse a lo largo de la evolución de Homo erectus, aunque éste aún no
tenía una base del cráneo como la nuestra, y ni siquiera el H. neandertha-
lensis la presenta. No podían pronunciar todas las vocales y las llamadas
consonantes de parada al faltarles todos los mecanismos neurales para pro-
ducir y decodificar esos sonidos (Lieberman, 1984: 322-23).
En el marco de TELES3, estas ideas de Lieberman respaldarían el segundo
salto funcional del habla.
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 25

4.2. LA IMITACIÓN VOCAL COMPLEJA SEGÚN FITCH


En línea con su modelo de protolenguaje musical, Fitch (2010) también
enfatiza la importancia de las vocalizaciones en el lenguaje humano, en
particular la imitación vocal compleja, que está ampliamente extendida entre
aves canoras y de forma más restringida se da en algunos mamíferos
marinos (ballenas, delfines y focas) y voladores (murciélagos). Se trata de
un modo de evolución por convergencia 39.
La imitación vocal —según Fitch— está vinculada a la capacidad de
producir cantos. El único mamífero primate (aparte del hombre) capaz de
cantar es el gibón. Se ha demostrado que estas vocalizaciones complejas
están genéticamente determinadas y no hay evidencias de imitación. En
otros mamíferos que sí presentan estas vocalizaciones complejas (ballenas
barbadas, focas leopardo...), éstas han sido asociadas a selección sexual,
mantenimiento del territorio o cohesión social.
La capacidad de imitación vocal compleja presenta un periodo crítico
de madurez tanto en aves como en humanos. En éstos el balbuceo es
fundamental:

Babbling appears closely linked to speech the vocalizations produced late in


the babbling stage have an influence on the first words the child produces (...),
and tracheostomizaed children, prevented from babbling for medical reasons,
show a corresponding delay in their speech acquisition (...) babbling stage
represents a necessary period for the infant to master the control of its vocal
apparatus (...). Similarly, young songbird “babble” (...) the young bird passes
through a variable process of experimentation and selection of vocalizations
(Fitch, 2010: 345).

Si tenemos en cuenta que los primates no humanos no presentan este


comportamiento, cabe concluir que la imitación vocal compleja es un rasgo
análogo en pájaros y humanos, y no se adquiere socialmente, sino que es
un rasgo innato. Se trata de un instinto para aprender. Fitch (2010) enfati-
za, asimismo, los mecanismos neurales, compartidos con otras especies,
que subyacen en la imitación vocal compleja de los humanos:
1. El tronco del cerebro, con las neuronas motoras del núcleo facial y trigemial
(para cara y mandíbulas); el núcleo hipoglosal (para los músculos de la
lengua), y el núcleo ambiguo (laringe y diafragma).
2. La región del cerebro medio, que está implicada en el control vocal per se,
especialmente la región peri-acueductal gris.
3. El sistema de control cortical. Aquí, hay varias subrregiones. El sistema
medio cortical que comprende el córtex cingulado anterior y sus áreas
vecinas. Esta área es compartida con otros mamíferos y primates. Sin
embargo, el sistema cortical lateral, y en particular las conexiones directas
entre las áreas frontales motoras y el neocórtex lateral, así como con ciertas
26 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

neuronas motoras del tronco del cerebro, especialmente del núcleo ambiguo
implicado en el control de la laringe, son exclusivas de los humanos. Estas
conexiones son lo que en la sección anterior se comentaba como
hipótesis “exaptativas” de Fitch (2011) referidas al habla.
Las últimas, las conexiones directas córtico-ambiguales, son absolutamen-
te relevantes en las habilidades vocales humanas, y los chimpancés no las
presentan. Cabe señalar que las aves canoras, aun si les falta un tejido
comparable al neocórtex de los mamíferos, sí manifiestan estas conexiones
directas desde las áreas motoras del prosencéfalo a las áreas que controlan
su siringe (análoga a nuestra laringe). Para Fitch (2011) no es el tracto vocal
sino las estructuras cerebrales el hecho diferenciador, aunque en realidad
el tracto córtico-espinal 40 es un rasgo homólogo en todos los mamíferos. Las
conexiones directas de este tracto con el núcleo ambigual (conexiones córti-
co-ambiguales, encontradas en humanos adultos, y que juegan un papel
importante en el habla) constituyen una autapomorfía, y su origen debió ser
“exaptativo”. Se trata de la unión de dos áreas del cerebro que dan lugar
a una nueva función (emergencia saltacional por asociación, en palabras de
Reid (2007)).
La otra hipótesis exaptativa de Fitch (2011), referida a las conexiones
intracorticales implicadas en el habla, enfatiza el papel importantísimo del
fascículo arcuato en la interpretación del discurso y en la producción del
habla. El fascículo arcuato (sustancia blanca) que une el área de Broca con el
área de Wernicke, en el lóbulo temporal, presenta diferencias significativas
entre humanos y otros primates, ya que sólo en los primeros está conecta-
da con otras áreas prefrontales, temporales y parietales. Todo apunta a que
las conexiones intra-corticales del fascículo arcuato, inicialmente evolucio-
nado para el propósito de la imitación vocal, fueron “exaptadas”, al gene-
rar conexiones con otras áreas corticales, lo que dio lugar a una nueva
función: la comprensión de la sintaxis y la interpretación semántica, así
como la producción del habla. En el marco de TELES3, estas ideas de Fitch
respaldarían el segundo salto funcional del habla humana.

4.3. LAS VOCALIZACIONES APRENDIDAS DE DEACON


Para Deacon (1997) el habla humana también presenta características
específicas, y aunque generalmente defiende que el gesto y el habla han
coevolucionado, sí parece conceder que la implantación completa de la
última fue un proceso rápido que marcó un antes y un después: “With the
final achievement of fully articulate speech possible as recently as the
appearance of anatomically modern Homo sapiens just 100,000 to 200,000
years ago” (Deacon, 1997: 364).
En el capítulo “The talking brain”, Deacon (1997) explica cuándo y cómo
se debieron producir esas vocalizaciones controladas por el córtex y no
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 27

sólo por el sistema límbico, como ocurre en la mayor parte de las especies.
Enfatiza —como Fitch, aunque no lo nombra— las conexiones directas
córtico-ambiguales de los humanos, y cómo debieron originarse por el
fenómeno que él denomina desplazamiento. El crecimiento alométrico del
cerebro (la hipertrofia del córtex prefrontal) dio lugar a la invasión de ese
tejido neuronal sobre otras áreas que por ese mecanismo competitivo
resultaron aminoradas.
¿Qué es entonces lo que diferencia las vocalizaciones innatas de las
aprendidas? Después de hacer un repaso —como Fitch— de las áreas que
están implicadas en las vocalizaciones, enfatiza que mientras que los
músculos de la lengua y de la cara son más accesibles al control cortical
motor y premotor, los músculos de la laringe y del sistema de la respiración
están indirectamente influenciados por las estructuras del sistema límbico
tales como el hipotálamo, amígdala y córtex cingulado. Y es que los
humanos presentan un proceso dual de vocalización dual híbrido.
Las vocalizaciones innatas suelen incluir también dispositivos gestua-
les. En realidad más que un comportamiento aislado constituyen la expre-
sión de un comportamiento integrador de estados emocionales y de
excitación. Son comportamientos altamente modulares y, por tanto, prác-
ticamente invariables desde el nacimiento. Sin embargo, las vocalizaciones
aprendidas de humanos, cetáceos y pájaros se sustraen del control de los
sistemas motores viscerales. Requieren la asociación de dichos sistemas
con los sistemas musculares del esqueleto, y son más plásticas y flexibles.
Requieren un sistema ampliamente distribuido en el que intervienen los
ganglios basales y el cerebelo. Sólo cuando el sistema de control de los
músculos del esqueleto interviene en el proceso hay capacidad significa-
tiva de flexibilidad, aprendizaje y control intencional de producción de
sonido.
Una prueba de que las llamadas o vocalizaciones innatas no dependen
de áreas motoras corticales es que daños en estas regiones no producen
alteración en dichas vocalizaciones, pues no implican una complejidad de
movimientos de la boca y la lengua. El habla sí implica abundante y rápida
articulación de lengua con labios, lengua, paladar, y cambios simultáneos
en la forma de los labios, y abrir y cerrar las mandíbulas.
Deacon insiste en que la clave es la mayor desproporción entre las áreas
corticales y el tronco del cerebro. Esta alometría pudo propiciar ese despla-
zamiento del que habla, originando que los axones corticales reclutaran
áreas del tronco del cerebro y la espina dorsal durante el desarrollo. Así se
llegó a un mayor (respecto de otras especies de primates) control volunta-
rio de los núcleos motores responsables de los músculos de la cara y de la
lengua. En este proceso tuvo especial relevancia para el habla el control
motor de la laringe (núcleo ambiguo) y de la respiración (tronco del
cerebro y pare superior de la espina dorsal).
28 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

Igual que Fitch, y reforzando el segundo salto funcional de TELES3, Deacon


(1997) admite que esas conexiones directas córtico-ambiguales que conec-
tan el control motor de la laringe (y de la respiración) con determinadas
áreas corticales, constituyen una distinción humana: “the human ability
to speak is probably a consequence of all these systems being brought
under common cortical control” (Deacon, 1997: 250). Deacon, de nuevo
como Fitch, considera que la predominancia de las proyecciones corticales
sobre los sistemas motores viscerales también se manifiesta con el balbuceo
de los niños. Estas vocalizaciones tampoco están lideradas por regiones
relacionadas con lo emocional. Los niños no necesitan estar particular-
mente excitados para balbucear. De hecho es más bien al revés; cuando se
alteran dejan de balbucear y gritan.
Como se ha dicho antes, Deacon defiende una evolución del habla
gradual y lenta desde Homo habilis. TELES3 admite, junto con Lieberman,
que el supuesto protolenguaje de Homo habilis debía presentar un cierto
habla, pero como también reconoce el propio Deacon, esas primeras
vocalizaciones (del protolenguaje léxico-simbólico, según la terminología de
TELES3) eran muy pobres y debían ir complementadas con aspectos no
verbales (gestos y prosodia, evolucionados desde algún precursor común,
y luego separados, según el marco de TELES3) para ser eficaces en la
comunicación. Cabe decir entonces que (1) si aquel protolenguaje se
diferenciaba por la exclusividad de la referencia simbólica, y además ya
presentaba un cierto habla, entonces parece razonable considerarlo como
un hito evolutivo abrupto (primer salto funcional), y (2) si a homínidos
anteriores a sapiens, como Homo erectus, les faltaba el agrandamiento torácico
necesario para la producción de vocalizaciones como las actuales (Deacon, 1997:
253 ), y ningún resto fósil de homínido extinto presenta una base del
cráneo como la nuestra —como se verá a continuación— entonces también
parece razonable considerar el habla humana como otro hito evolutivo
abrupto (segundo salto funcional).

4.4. EL SISTEMA LINGÜÍSTICO FUNCIONAL


DE LIEBERMAN Y NUESTRO CEREBRO REPTILIANO
Como ya se ha explicado, Lieberman concibe los cerebros biológicos con
una arquitectura neural con base en sistemas neurales funcionales distri-
buidos. El protolenguaje léxico-simbólico defendido en TELES3, sería uno
de ellos. Homo habilis u Homo erectus podrían contar ya con él, y en
consecuencia con un habla rudimentaria (por las diferencias anatómicas).
Con todo, para Lieberman, lo específico del lenguaje humano no es la
sintaxis, ni la referencia simbólica, sino el habla y el sistema neural que
asume todas las tareas relativas a la producción, percepción y procesado
del habla humana, que es a lo que Lieberman denomina sistema lingüístico
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 29

funcional (SLF), y en él están altamente implicados los ganglios basales,


nuestro cerebro reptiliano:

The premise of this book is that language is not an instinct, based on genetically
transmitted knowledge coded in a discrete cortical “language organ”. Instead
it is a learned skill, based on a functional language system (FLS) that is
distributed over many parts of the human brain. The FLS regulates the com-
prehension and production of spoken language, which alone exists in no other
living species. Moreover, the FLS is overlaid on sensoriomotor systems that
originally evolved to do other things and continue to do them now. Although
the neural bases of language include the neocortex, some of the key structures
of the FLS are subcortical basal ganglia—our reptilian brain. It too has evolved
from its primeval reptilian form and, in concert with other structures of the
brain, may be the key to human language and cognition (Lieberman, 2000: 1).

Al reconocer trabajos de Alvin Liberman (Liberman, 1967), Lieberman


(1984) titula su capítulo siete “Speech is special”. En este contexto enfatiza
en especial la alta velocidad del habla humana comparada con otras
señales acústicas ligadas a otros sistemas perceptivos. Los experimentos
realizados en los años treinta para sistemas de telefonía, permitieron
sintetizar el habla humana, y concluir que es imposible segmentar los
elementos fonéticos que se corresponden con las letras del alfabeto. El
habla está codificada en ítems silábicos, lo que permite una velocidad de
transmisión de cerca de veinte o treinta segmentos fonéticos por segundo.
Además, el proceso de percepción del habla humana parece implicar
varias estructuras neurales ligadas que nos proporcionan pautas de frecuen-
cia formante 41 a partir de la señal acústica. Este proceso perceptivo del habla
es capaz de tomar en cuenta la extensión del TVS cuando correlacionamos
“etiquetas fonéticas” con pautas de frecuencia formante.
Ateniéndonos exclusivamente a los aspectos anatómicos, el habla hu-
mana es resultado de tres sistemas funcionalmente distintos: pulmones,
laringe y TVS. En principio, la energía acústica presente en la corriente de
aire que sale desde los pulmones es inaudible. Puede llegar a ser audible
en tanto que fonación periódica y/o ruido. La fonación periódica resulta de la
actividad de la laringe y de las cuerdas vocales de ésta, originándose una
serie de “soplos” de aire. La fonación realizada por la laringe puede
modular tanto la velocidad como las pautas en la salida de esos soplos de
aire. Se llama fonación de frecuencia fundamental (FO) a la velocidad a la cual
las cuerdas vocales se abren y cierran. La respuesta perceptiva de los
oyentes ante una determinada FO es lo que se llama tono de la voz de un
hablante. Los adultos machos tienen una baja FO, por lo que el tono de su
voz es bajo.
Otro concepto estudiado por Lieberman es el tiempo de salida de la voz,
voice-onset time (VOT), que consiste en el lapso de tiempo entre la explosión
30 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

del sonido y su fonación exterior, y es común a todas las lenguas humanas 42


(Lieberman, 2000: 41).
Una vez que la laringe ha producido la energía acústica, ésta es filtrada
por el TVS. El TVS humano es como un tubo cuya forma y longitud pueden
ser continuamente modificadas en función de los movimientos de nuestra
mandíbula inferior, del cuerpo y de la punta de la lengua, de los labios, de
la laringe y del velo del paladar. Así pues, el patrón de frecuencia formante
de un sonido de habla particular deriva de una determinada configuración
del TVS. Como no podemos mover esas estructuras anatómicas con una
velocidad infinita, las distintas configuraciones del TVS cambian gradual-
mente, y lo mismo ocurre con los patrones de frecuencia formante. El
resultado es una fusión acústica en la que el patrón de frecuencia formante
que especifica un sonido individual es “codificado” en unidades silábicas.
De este modo resulta imposible producir el sonido /b/ aislado. Necesaria-
mente se produce también algún tipo de vocal o “continuante” tal como
/ba/ o /bs/. Esto es lo que da lugar a la alta velocidad del habla humana. El
sistema perceptivo del habla sólo puede procesar esa información porque
las señales acústicas que comporta el habla humana están codificadas en
unidades silábicas.
La situación es aún más compleja porque, al parecer, las personas usan
diferentes patrones de control motor para alcanzar el “mismo” fin acústico.
Así, algunas vocales pueden ser obtenidas utilizando diferentes configu-
raciones del TVS. Se trata de un mecanismo motor compensatorio (presente
en muchos aspectos del comportamiento humano y animal) del habla
humana, que se adquiere a los tres años y es independiente de un supuesto
feed-back auditivo 43.
Ahora bien, como recuerda Lieberman, no sólo producimos, sino que
también procesamos habla, y por ello tenemos que tener interiorizada un
habla modelada subvocalmente (los gestos articulatorios, los comandos
musculares de esos gestos y todo lo relativo a la producción). Ambos
sistemas tienen que estar integrados. “The phonetic category effects ob-
served by Neary (1979) replicated previous experimental data that showed
that human listeners interpret speech sounds in terms of their expectations
concerning the length of the SVT that produced a particular utterance”
(Lieberman, 2000: 54).
Lieberman se pregunta si esa internalización de información auditiva y
articulatoria del habla; en definitiva, si ese conocimiento implícito de los
patrones de frecuencia formante es innato. Para Liberman & Mattingley
(1985) y para Pinker (1994) esto sería una prueba del innatismo del habla
y del carácter modular del lenguaje. Para Lieberman esas categorías del
modo de habla no necesitan estar determinadas de forma innata. Pueden
explicarse mediante mecanismos asociativos de aprendizaje en una red
neural, a cargo del sistema funcional lingüístico.
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 31

4.5. EL HABLA MODERNA SEGÚN LIEBERMAN


Y LOS INVESTIGADORES DE LA SIERRA DE ATAPUERCA
Los dos tipos de investigaciones referidos en el título de este epígrafe
defienden explícitamente —como TELES3— lo especial del habla humana y su
carácter de hito o paso específico en la evolución del lenguaje humano tras
una primera fase menos eficiente desde el punto de vista comunicativo.
Lieberman (2007) afirma que antes de la aparición del tracto vocal
humano actual debía haber habla. Ocurriría así porque la aparición de
dicho tracto supondría un riesgo (atragantamiento) demasiado grave
como para que el rasgo surgido se hubiera retenido, si no fuera porque ya
existía un habla —mucho menos eficiente— con respecto a la cual, el actual
cambio supusiera un incremento adaptativo 44 (Lieberman, 2007: 44). La
mayor parte de los patrones de frecuencia formante de vocales y consonantes
eran posibles, aunque no así los necesarios para las vocales cuánticas
(propias del habla moderna).
A diferencia de otros escritos (Lieberman, 1984) Lieberman (2007) apo-
yándose, entre otros estudios, en los de su propio hijo (D. Lieberman &
McCarthey, 1999), admite que el solo ángulo de la base del cráneo no es
evidencia suficiente para determinar si un antepasado adulto tenía un
habla completa o no. Es preciso correlacionar esto con la longitud de la
base del cráneo, es decir, con la longitud de la cavidad oral, y compararlo
con primates no humanos. Además, el descenso de la laringe está ligado
al descenso de la lengua hacia la faringe, lo que confiere a aquélla una
forma redondeada que es crucial para el habla moderna. Como el propio
Fitch (1997 y 2000a) reconoce, las vocalizaciones de aquellas especies cuyas
lenguas están posicionadas sólo en la boca están limitadas a las vocales
“schwa”, incluso si su laringe está descendida permanente o transitoria-
mente. Tal es el caso de los ciervos (Fitch and Reby, 2001) que tienen
laringes descendidas, pero sus lenguas permanecen ancladas en sus largas
bocas. Lo mismo cabe decir de los leones, cuyas laringes descienden
transitoriamente cuando rugen, así como de los chimpancés cuyas laringes
descienden un poco, pero sus lenguas no.
Por tanto, Lieberman (2007) enfatiza que en el caso del ser humano, son
imprescindibles los dos rasgos: la laringe más la lengua descendidas hacia
la faringe. En la ontogenia del tracto vocal humano, estos cambios junto
con el acortamiento del tracto vocal superior horizontal, transcurren du-
rante los primeros años de vida hasta dar lugar a una relación 1:1
TVSh/TVSv, con unas medidas de entre 127 y 134 mm. Si el cuello fuera más
largo, la laringe podría ejecutar maniobras, pero entonces, al estar el
cartílago cricoides de la laringe colocado en el pecho, el hueso del esternón
haría imposibles las maniobras del hueso hioides, que sujeta la laringe, y
la mueve hacia adelante y hacia atrás alrededor de 13 mm, lo que abre el
32 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

esófago y coloca a la laringe en una posición en la cual la comida no pueda


caer dentro de ella mientras se traga (Lieberman, 2007:47).
Pues bien, la morfología de los cráneos de los neandertales (que diver-
gen de los humanos cerca de 500,000 años) es diferente de la nuestra. La
ratio de su TVSh/TVSv es similar a la de un niño de 5 o 6 años ((D. Lieberman
& McCarthy, 1999; Fitch and Gield, 1999; Lieberman, 1984, 2000, 2006c).
Los neandertales tienen el cuello demasiado corto (120 mm) para acomo-
dar un tracto vocal humano (Lieberman, 1984: 290-6).
El famoso fósil Skhul V del Pleistoceno Medio (que siempre había sido
considerado moderno) tiene un TVSh relativamente largo y un cuello corto.
Por tanto, no presenta una ratio 1:1 TVSh/TVSv. Sólo evidencian esa ratio
los fósiles del Paleolítico Superior (cerca de 50,000 años).
A pesar de las características anatómicas del habla, Lieberman no olvida
la importancia de las estructuras neurales responsables de las mismas.
Como se ha comentado en varias ocasiones, son muy reconocidos sus
estudios acerca de la importancia de los ganglios basales en lo que TESE3
denomina el protolenguaje léxico-simbólico y en el habla moderna. Tam-
bién se ha comentado que el gen FOXP2, implicado en la codificación de
proteínas que regulan la expresión de otros genes, también lo está en la
actividad de los ganglios basales. Y aunque se ha encontrado la variante
humana de FOXP2 en cráneos de neandertal, Lieberman también rechaza
que tuvieran un habla completa, aunque sí un lenguaje vocálico.
Como muchos otros, Lieberman (2007) sostiene que alguna forma de
habla (protolenguaje con sintaxis) debió estar presente en el homínido
ancestro (africano) de neanderthal y sapiens (Homo ergaster, 1.8 – 1.4 millones
de años, u Homo erectus asiático y 1.8 - 0.2 millones de años; Lieberman
habla más bien de este último). Ya había lenguaje antes de las mutaciones
(FOXP2 implicado) que dieron lugar al tracto vocal supralaríngeo humano
y sus respectivos mecanismos neurales (Lieberman, 2007: 52).
El habla moderna surgió en el periodo comprendido entre 90,000 y
50,000 años, después de la mutación de FOXP2 (hace unos 100,000 años)
y es producto de un proceso darwiniano de co-optación, es decir, de
reutilización de estructuras ya existentes:

Contemporary human speech and cognitive capabilities, including enhanced


syntactic and lexical abilities, are species-specific properties of Homo sapiens
derived from anatomy and neural mechanisms that appear to have coevolved.
The FOXP2 gene is clearly implicated in the formation of neural circuits that
regulate human cognitive and motor capacities (Lieberman, 2007: 52).

Lieberman deja claro que FOXP2 interviene en este segundo paso, el de la


aparición del habla moderna. Si en otras especies los ganglios basales
también tienen, como parece, funciones motoras, y si su actividad también
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 33

está regulada por homónimos de FOXP2 (foxp2), entonces cabe inferir que
fue otra variante fox la que estuvo implicada en aquella primera etapa del
origen del lenguaje, en una especie anterior a la nuestra, y también fue un
origen emergente (asociación de sistemas funcionales previos; co-opta-
ción).
Con relación a los últimos estudios de los paleontólogos de Atapuerca,
éstos no hacen sino corroborar los datos de Lieberman (1984, 1992, y 2007).
Todas las pruebas apuntan a que los parámetros adecuados para diferen-
ciar el habla actual de la de neanderthal, son la laringe y la lengua descen-
didas a la vez hacia la faringe, y una relación 1:1 TVSv/TVSh. Al parecer
neanderthal tenía la laringe descendida pero no podría pronunciar las
vocales cuánticas /a/, /u/, /i/ debido a la mayor longitud del segmento
horizontal y al reposo de la lengua sobre dicho segmento.
Ignacio Martínez y sus colaboradores (Martínez, et al., 2012) han am-
pliado —al incrementar el tamaño de la muestra— otros trabajos anterio-
res de investigadores ajenos y de ellos mismos (Martínez et al., 2004). Sus
conclusiones revelan que los fósiles de la Sima de los Huesos (SH) de
Atapuerca muestran un patrón auditivo similar al de los humanos moder-
nos, y muy diferente del de los chimpancés. La comparación de oído
externo y medio en humanos modernos y en fósiles de la Sima de los
Huesos, muestra una banda de ancho mucho mayor (3.8 khz, principal-
mente) que en chimpancés (2.8 khz). En cuanto a las proporciones del
tracto vocal, se concluye que el segmento vertical es muy similar al de los
humanos modernos, y se corrobora que el segmento horizontal era signi-
ficativamente más largo, con, lo que la relación TVSv : TVSh queda por
debajo (0.80) de la humana. Esta relación es similar a la que caracteriza a
un niño de 10 años. Así pues, el cráneo 5 de la SH tendría amplias capaci-
dades para el habla . Sin embargo, una proporción TVSv : TVSh menor que
1.0 no permite todas las vocales. En definitiva, las proporciones del TVS del
H. heidelbergensis/H. neandertalensis eran claramente mejor adaptadas que
las del chimpancé, pero debían ser algo menos especializadas que las de
los humanos modernos (Martínez, et al., 2012: 6).
Una importante consideración con relación a las capacidades vocales es
el hueso hioides, que indica la falta de sacos de aire laríngeos. Esta ausencia
es importante para la producción de sonidos distintos y sutiles como los
del habla humana, y se han encontrado en el H. heidelbergensis (Martínez,
et al., 2008).
Si tenemos en cuenta las evidencias, podemos concluir que la anatomía
del TVS y del oído externo y medio de los homínidos del Pleistoceno Medio
de la SH era muy similar a la de los humanos modernos, y muy distinta de
la de los chimpancés:
34 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

The slight differences founded from modern humans in SVT proportions and
occupied bandwidths are compatible with a two-step model for the evolution
of communicative capacities in the human lineage. The first step, already
present in H. heidelbergensis, represents a clear improvement beyond the com-
municative capacities of a chimpanzee. In turn, modern humans may repre-
sent a further specialization in the efficiency of oral communication. Further
research may help to clarify and refine the suggestions outlined in the present
study (Martínez, et al., 2012: 7).
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 35

NOTAS

1 TELES3 significa Teoría de la Evolución del Lenguaje mediante Tres Emergencias y


Selección Natural. Las tres emergencias o saltos evolutivos son: la evolución de
un protolenguaje léxico-simbólico distribuido, la evolución del habla moder-
na, y la evolución de la recursión. Y entre cada una de ellas se considera que
se han sucedido periodos de estasis, con cambios graduales a cargo de la
selección natural.
2 Escalonilla, A. (2014): “Un módulo lingüístico emergido por simbiogénesis y
adaptado para una gramática generativa no transformacional”. Ludus Vitalis,
vol. XXII, núm. 42, pp. 17-39. El nombre original de la teoría, tal como aparece
en este primer documento que se cita, era TESE. Actualmente he preferido
modificar el acrónimo para enfatizar los tres pasos o emergencias con los que
se propone que ha evolucionado el lenguaje.
3 Se emplaza al lector a un artículo posterior que versará exclusivamente sobre
la recursión, a saber: Escalonilla, A. (en prensa, 2016): “Tercer salto funcional
en la evolución del lenguaje: Recursión”. Ludus Vitalis, núm. 45.
4 La teoría de las neuronas espejo fue planteada a partir de la observación de
macacos. Se trata de neuronas motoras que normalmente se activan mientras
los monos realizan u observan una misma acción. Rizzolati y Arbid han
evidenciado mediante técnicas de neuroimagen que en humanos una zona
análoga (F5 del Área de Broca) también presenta esta peculiaridad.
5 La paridad es un requisito de la comunicación. El significado intencional de
un mensaje requiere la inhibición voluntaria de la acción motora que de forma
automática tendería a repetir la acción o gesto observado.
6 Bickerton y Jackendoff utilizan el término símbolo de manera general, pero para
Deacon (siguiendo la distinción de Peirce (1897 y 1903) entre icono, indicio y
signo arbitrario), los dos primeros no son símbolos. Sólo lo son aquellos signos
arbitrarios que se pueden relacionar entre ellos. El vocabulario de un proto-
lenguaje puede incluir un amplio elenco de indicios (“ítems” que representan
un referente) y no tener ningún símbolo. Esto es lo que se da en chimpancés
u otros animales a los que se les entrena para aprender un lenguaje.
7 Término acuñado por el lingüista evolutivo Hurford (1990) para referirse a la
evolución de las lenguas.
8 Aquella que pretende modificar el estado mental del otro y su comportamiento.
Recuérdese la tradicional clasificación del nivel de intencionalidad según
Grice (1969), que establece una intencionalidad de orden cero, cuando el emisor
no tiene ninguna intención, pese a que la señal transmite un mensaje; una
intencionalidad de primer orden, cuando la señal es funcionalmente informativa,
pero para el emisor es simplemente una expresión de su estado emocional;
una intencionalidad de segundo orden, cuando el emisor tiene la intención de
informar, y posee una representación mental del que escucha; y por último,
una intencionalidad de segundo orden fuerte, a la que se alude en el texto
principal.
9 Deacon (1997: 100) critica que las gramáticas generativas transformacionales
no conciben que estos sistemas de reglas combinatoriales puedan tener
constricciones y, por tanto, cierta regularidad.
10 Benítez-Burraco asemeja estos planteamientos a los sistemas funcionales de
Lieberman, pero sorprendentemente también los hace compatibles con el
Programa Minimalista enfatizando el papel del denominado tercer factor, con
el que Chomsky (2005) plantea el ajuste epigenético, durante la ontogenia, de
la facultad del lenguaje en un sentido estricto (FLN,) a las propiedades
formales de los sistemas de la facultad del lenguaje en un sentido amplio
(FLB). Benítez-Burraco arguye —como Lorenzo (2001 y 2004)— que el mini-
malismo sería susceptible de ser incluido en una concepción no modular
tradicional, sino más bien funcionalista al estilo de Lieberman, tratándose, eso
sí, de un funcionalismo internista. TELES3 se desmarca de esta interpretación.
36 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

Sólo cuando se plantea el lenguaje como un sistema de representación y de


comunicación a la vez (lenguaje interno y lenguaje externo) podemos hablar
de un verdadero funcionalismo que, por otro lado, no tiene por qué renunciar
a ciertas constricciones biológicas. Para TELES3, el tercer factor, los factores
epigenéticos que inciden en el desarrollo de la facultad del lenguaje, no sólo
son relativos al ambiente ontogenético interno. Para TELES3 es más adecuado
hablar de un estructuralismo externista, concibiendo también como tercer factor,
el nicho cultural en general, y la propia glosogenia.
11 Véase la nota anterior.
12 Aunque no lo mencione sería también acorde con la teoría de la multimudula-
ridad débil de Carruthers 2006, que constituye uno de los cimientos filosóficos
de TELES3.
13 Tales como Head-driven Phrase Structure Grammar (HPSG, Pollard and Sag,
1987); Lexical Functional Grammar (LFG, Bresnan, 2001); Borsley, 1996; y Van
Valin, 2001.
14 Los genes homeobox tales como HOX, que producen un patrón de diferencia-
ción segmental del tubo embrionario, así como los genes Emx y Otx implica-
dos en la diferenciación divergente del cerebelo y del córtex cerebral, fueron
los responsables.
15 Se suelen utilizar las siglas de la expresión en inglés. MRI: imagen por
resonancia magnética; fMRI: imagen por resonancia magnética funcional;
MEG: magnetoencefalografía; PET: tomografía por emisión de positrones;
PELL: potenciales evocados de larga distancia; ERPs: potenciales relaciona-
dos con eventos; CT: tomografía computarizada.
16 Tras los estudios de los neurólogos Broca y Wernicke, se había venido
considerando, durante décadas, que sólo esas dos áreas que llevan sus nom-
bres, eran las responsables de la producción y procesado del lenguaje, respec-
tivamente.
17 Lieberman (2000) concede una enorme importancia a esta parte de nuestro
cerebro, con relación a la producción y percepción del habla humana. Los
ganglios basales son estructuras muy antiguas formados por una colección
de núcleos que se encuentran a ambos lados del tálamo, fuera y alrededor del
sistema límbico, pero debajo del giro cingulado y dentro de los lóbulos
temporales. El grupo más grande de estos núcleos es el llamado “cuerpo
estriado”, compuesto por el “núcleo caudado”, el “putamen”, el “globo páli-
do”, y el “núcleo acumbens”. Estas arcaicas estructuras son responsables de
una gran parte de nuestras tareas motoras, así como de varios aspectos
cognitivos. Ciertas lesiones en algunos de estos circuitos (especialmente el
núcleo de la “sustancia negra”) originan la enfermedad de Parkinson.
18 Otro concepto fundamental en el marco teórico de TELES3.
19 Esta es la hipótesis más verosímil para TELES3, si bien, como el propio Fitch
reconoce, ambas teorías no son incompatibles.
20 Incluso llega a citar como modelo de lingüística descriptiva de esta situación
neuroanatómica la “construction grammar” de Hagoort (2005b), encuadrada
en una corriente más general que podría denominarse “gramática generativa
no transformacional”, en la que también cabe incluir a Jackendoff (2002 y
2011), y Culicover & Jackendoff (2005). Resulta relevante constatar cómo ha
ido evolucionando la postura sintactocéntrica del Fitch partícipe del famoso
debate Hauser, Chomsky & Fitch (2002) versus Pinker & Jackendoff (2005)
hacia una concepción del lenguaje más unificada, en la que el léxico, la
semántica y la pragmática adquiere más protagonismo.
21 Algo así como la “memoria de trabajo” de la que habla Lieberman (2000), en
el contexto de una mente computacional distribuida, o algo así como el
“lenguaje natural” en la teoría de la multimodularidad débil de Carruthers
(2002c).
22 Sustancia blanca que une el área de Broca con el área de Wernicke.
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 37

23 Aunque, curiosamente, aún se expresa con los términos de Fodor (“mecanis-


mos neurales centrales”; “mecanismos periféricos” relacionados con la trans-
misión de “input-output” (Lieberman, 1984:22-23). Posteriormente
(Lieberman, 1998 y 2000) abandonaría esta terminología y sus correlatos
conceptuales, apostando decididamente por un sistema neural distribuido y
funcional que, en realidad, ya está presente aquí.
24 Contrasta, sin embargo, con la importancia que Calvin (y Bickerton) dan al
córtex (Calvin & Bickerton, 2000).
25 Son conocidos y muy relevantes los experimentos realizados por Lieberman
en el Everest (8.000 ms.), en el año 1993. Allí constató que los problemas por
falta de oxígeno en la montaña se presentan con los mismos síntomas de los
enfermos de Parkinson. Y es que las investigaciones neurofisiológicas mues-
tran que los ganglios basales son extremadamente sensibles a la falta de
oxígeno. Así, por ejemplo, tanto los enfermos de Parkinson como los sujetos
que padecen anoxia por excesiva altitud (y en este caso, también los enfermos
de Broca) son incapaces de articular “consonantes oclusivas” (“stop conso-
nants”: /b/, /p/, /d/, /t/, /g/, y /k/). Es decir, son incapaces de regular lo que se
denomina “voice onset time” (VOT), el tiempo que interviene entre el estalli-
do de un sonido y el comienzo de la fonación producida por la laringe. Al
parecer, las “consonantes oclusivas” se diferencian entre sí por ese VOT, de
manera similar en todas las lenguas. Curiosamente, son las primeras que
aprenden los niños, lo que puede llevar a concluir que tal vez se trate de un
universal lingüístico. En cualquier caso, Lieberman constató que sus alpinis-
tas recobraban el intervalo VOT que distingue entre sí a las distintas “conso-
nantes oclusivas”, una vez que se volvía al campo base. Recobraban,
asimismo, el tiempo normal necesario para la comprensión de sentencias
sencillas, lo que durante la ascensión había aumentado un 54 por ciento.
26 Al sistema que incorporó ese rasgo lo denomina Sistema del Lenguaje Funcional.
27 Las imágenes con PET y FMRI muestran que los sujetos neurológicamente
intactos presentan una memoria de trabajo verbal en la que están implicados
aspectos “ejecutivos” con un “ensayo encubierto” de la información verbal
(“silent speech”). Se trata de un sistema distribuido en el que intervienen las
áreas de Broca, de Wernicke, el córtex premotor, el área motora suplementa-
ria, el cerebelo y el giro cingular. Para Lieberman, que manifiesta en reiteradas
ocasiones su afinidad con gramáticas generativas no transformacionales (Lie-
berman, 2000: 135), es imposible procesar sintácticamente una oración sin
considerar la información léxica, y las propias constricciones sintácticas de las
palabras. Para comprender una oración se requiere el conocimiento proba-
bilístico, semántico y sintáctico codificado en el léxico. Y no se puede acceder
a estos datos desde el léxico sin que las palabras de una oración sean mante-
nidas en la memoria de trabajo (Lieberman, 2000: 78). Esta memoria de trabajo
verbal de Lieberman tendría el mismo papel que el lenguaje natural de
Carruthers (2002c). Y ambos manifiestan la misma concepción del léxico que
Jackendoff (2002y 2011).
28 Factor de transcripción: proteína que participa en la transcripción del ADN, pero
que no forma parte del ARN polimerasa. Los estímulos se producen por
señales citoplasmáticas. Esto produce la capacidad de regular la expresión
génica en el núcleo celular, activando o reprimiendo la transcripción de
diversos genes.
29 Transducción de señal: ocurre cuando una molécula de señalización extracelular
activa un receptor de superficie de la célula. A su vez, este receptor altera
moléculas intracelulares creando una respuesta.
30 Yacimiento asturiano del Sidrón (Krause, et al., 2007)
31 Una vez más se manifiesta el sintactocentrismo de Benítez-Burraco.
32 La norma de reacción es el fenotipo o conjunto de fenotipos a los que un
determinado genotipo puede dar lugar en diferentes condiciones ambienta-
les. Es sabido que neandethal y HAM vivieron en diferentes medios.
38 / LUDUS VITALIS / vol. XXIII / num. 44 / 2015

33 Expresión acuñada por mí para referirme al equipo de investigación, especia-


lizado en biolingüística, de la Universidad de Oviedo y dirigido por Guiller-
mo Lorenzo.
34 Y, eso sí, también por la recursión.
35 Speech is special, según Alvin Liberman, et al. (1967 y 1985) y según Philip
Lieberman (1975 y 1984)).
36 Lieberman (1984) reconoce los trabajos de Gould con relación a los factores
embrionarios, la homología profunda, etc., pero insiste en que los cambios
bruscos implícitos en una teoría de la ramificación funcional son cambios
funcionales sin grandes cambios —o ninguno— estructurales (anatómicos).
37 Lieberman sostiene que su teoría del punto de ramificación funcional (en realidad
el término fue acuñado por Mayer, 1978) es compatible con la teoría —fun-
damental en el marco de TELES3— del equilibrio puntuado (Gould & Eldredge,
1977) por un lado, y con el valor de los pequeños cambios atribuidos a la
selección natural, por otro. Aunque en realidad, Gould y Eldredge nunca
negaron el papel de la selección natural en los momentos de estasis en los que
aquélla era responsable de variaciones graduales. Pero sí sostenían —como
hace Lieberman— que los cambios significativos son siempre abruptos.
38 Clara alusión a Fodor (1975).
39 Homología profunda en palabras de Gould (2002).
40 Haz de neuronas desde el córtex motor hasta las neuronas de la médula
espinal, y que junto con el “tracto córtico-nuclear”, cuyas fibras también se
originan en la corteza cerebral motora pero no alcanzan la médula, constitu-
yen la llamada “vía descendente” o “vía piramidal”.
41 Las frecuencias con la máxima energía susceptibles de pasar a través de un
tracto vocal supralaríngeo.
42 Como se ha dicho anteriormente, Lieberman reconoce que esto podría ser un
universal lingüístico. Se han observado déficits de VOT —y en consecuencia
la incapacidad para pronunciar las llamadas “consonantes de parada”— en
afasias de Broca, en enfermos de Parkinson, y ante falta de oxígeno, como
ocurre en las cimas muy altas.
43 Puede tratarse de otro universal lingüístico.
44 Como se viene explicando, Lieberman siempre ha pensado en el origen del
lenguaje en términos adaptativos. Incluso afirmando que el habla moderna
fue fruto de una co-optación (functional branch-point para las estructuras
anatómicas vocales; unión de circuitos neurales existentes responsables de
esas estructuras anatómicas; etc). Lo cual, desde el punto de vista de Reid y
de Gould, debería ser contemplado como una emergencia.
ESCALONILLA / SALTOS FUNCIONALES / 39

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