El Niño A Travès de La Historia .Psicologia

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EL NIÑO A TRAVÈS DE LA HISTORIA-INFANCIA

La niñez ha sido vista de diferentes formas a lo largo de la historia. Hubo una época
en que se veía al niño como "adulto pequeño", es decir no se conocía la infancia.
Luego aparecen dos formas totalmente opuestas de ver a los niños
como"esencialmente malos" o "esencialmente buenos".

El niño, antes de la modernidad, era consideradocomo un adulto pequeño, hacía parte


del engranaje de una sociedad y se educaba para ser adulto, para ayudar a conservar
el grupo social. Al desintegrarse esa cohesión, se vuelca la mirada al sujeto individual.
Dentro de esa concepción empieza a configurarse el niño como sujeto, como ser real
capaz de percibir el mundo de una manera diferente a la del adulto.

El término “niño” no ha tomado su acepción moderna sino hasta el siglo XVII. Antes,
no se sabían distinguir las diversas edades, y el término de niño se aplicaba muchas
veces incluso a los adolescentes de 18 años. Sólo en los siglos XVII y XVIII aparecen
palabras de sentido más limitado, como “bambin” o “marmot”, a las que el siglo XIX
añadiría la de “bebé”.

Esta conquista del niño ha sido paulatina y solo hasta principios del siglo XX, con los
aportes de la psicología congnitiva y del psicoanálisis, con los conceptos de desarrollo
evolutivo, con la mirada hacia la infancia para descubrir los origenes de los complejos
y los caracteres, con la plenitud de la conciencia histórica del hombre, es que la noción
de niño llega a configurarse como un estatuto digno de ser mirado y estudiado desde
todas las disciplinas.

Los saberes modernos privilegiaron la infancia como objeto de investigación científica


y de intervención social y tuvieron como efecto una ampliación y complejización de la
mirada sobre la infancia, la cual se convirtió en la etapa de mayor importancia en la
vida del ser humano.

Mientras distintas disciplinas científicas se preocupan por entender y conocer más


sobre el niño y las etapas de su desarrollo evolutivo, la situación social y económica
fue dando lugar a la aparición de la idea del niño como propiedad, se le veía como un
ser inferior, cuyo destino debía ser controlado por los adultos; se le exigía una actitud
conformista y pasiva, y se le valoraba únicamente por su capacidad de trabajo. Así
surgió también la necesidad de crear leyes para regular el trabajo infantil.

En el contexto del interés superior del niño, la Convención Internacional de los


Derechos del Niño establece su protección en cualquier trabajo que obstaculice su
desarrollo integral, y ubica a niñas, niños y adolescentes como principales destinatarios
de las políticas sociales. Esto deja claro que la sobrevivencia económica de la familia
no puede ser excusa para justificar el trabajo infantil. No es a las niñas, niños y
adolescentes a quienes compete suplir las carencias familiares.

Aunque la concepción del niño en el plano psicológico, ético y jurídico ha


evolucionado, la realidad económica y social que dio lugar a la idea del niño como
propiedad o recurso económico persiste y sirve de sustento ideológico a la práctica del
trabajo y la explotación económica de millones de niñas, niños y adolescentes en todo
el mundo.
Hace 100 años, los niños tenían una significativa presencia como fuerza laboral en los
países industrializados (en algunos casos de hasta un 50%), trabajando jornadas
laborales de hasta 13 horas diarias.

Actualmente el problema no ha sido resuelto, y se carece de información


suficientemente confiable acerca del número real de niñas y niños en esta situación.

En América Latina, las niñas y los niños trabajan mayoritariamente en el sector


informal de la economía, con frecuencia invisibilizados en talleres caseros de
reparación, en la producción artesanal de bienes de consumo, como vendedores
ambulantes en las calles, o bien en los basureros recolectando desechos.

Entre los años 30 y la década de los 50 el conductismo dictaminó que lo que


verdaderamente cuenta en el desarrollo es lo que viene de afuera: el aprendizaje. La
psicología navega entre dos alternativas: el niño viene a este mundo dotado de
estructuras innatas y posee mecanismos propios para el desarrollo de las mismas o bien
el niño es una "tabula rasa" y todo, lo adquiere en contacto con el medio.

Partiendo de la definición de aprendizaje entendido como “modificación continua del


propio comportamiento en base a la experiencia adquirida”, podemos trazar las líneas
que caracterizan este cambio. La edad que a nosotros nos interesa es la del niño y ha
sido durante muchos años objeto de estudios e investigaciones, aunque no siempre con
fines didáctico-pedagógicos. Hemos pasado del concepto de “niño” como un hombre
pequeño que se prepara para la vida, al concepto de la mentedel niño que se asemeja
a una tabla rasa, sobre la que todo está por escribir. Hoy, podemos afirmar que el niño
tiene una autonomía propia y una dignidad propia en cuanto tal, y no en preparación
de algo. Y podemos también afirmar que no todo está por escribir, porque los factores
del aprendizaje pasan a través del patrimonio genético e interacción con el medio
ambiente, mediados por las formas significativas de la experiencia.El niño es
seguramente una esponja, especialmente en la franja de edad que comprende de los
5 a los 12 años, que absorbe todo lo que entra en contacto con ella, para después
volver a sintetizar y “recordar” solamente aquellas formas de experiencia que
considera significativas.

El niño es esencialmente sugestionable. Si se le dice sin cesar que es malo, torpe,


egoísta, embustero, etc., se le hunde, se le hace decaer de tal manera que no podrá
salir de allí. Los niños tienen más necesidad de estímulos que de castigos.

La idea del juicio o de la opinión que de ellos se tiene desempeñan en el niño un papel
importante en la elaboración de esa madures psicológica en la que bordan cada día sus
actos y pensamiento.

Recordemos la observación de Goethe, aplicable a los niños y a los hombres: "Si


consideramos a los hombres como son, los haremos ser más malos; si los tratamos como
si fueran lo que deberían ser, los conduciremos a donde deben ser conducidos".

Tanto en la alabanza como en la reprensión, en el premio como en el castigo, es


necesario tener mesura, lógica y justicia. Mesura, porque el exceso termina por
desconcertar y hasta hace dudar del juicio de quien ejerce la autoridad. Lógica, porque
¿qué significa felicitar hoy una acción que mereció ayer una crítica?; Justicia, porque
un premio no merecido pierde su interés y su fuerza.
Se debe estimular al niño, más por el esfuerzo que ha empleado, que por el resultado
obtenido. Es necesario conseguir que la aprobación de sus padres tenga para él más
importancia que una golosina.

El período de desarrollo que va de los seis a los doce años, tiene como experiencia
central el ingreso al colegio. A esta edad el niño debe salir de su casa y entrar a un
mundo desconocido, donde aquellas personas que forman su familia y su mundo hasta
ese momento, quedan fuera. Su éxito o fracaso en este período va a depender en parte
de las habilidades que haya desarrollado en sus seis años de vida anteriores. Este hecho
marca el inicio del desarrollo del niño como persona en la sociedad a la que
pertenece, la cual hace exigencias que requieren de nuevas habilidades y destrezas
para su superación exitosa, y es, a través del colegio, que se le van a entregar las
herramientas necesarias para desenvolverse en el mundo adulto.

La entrada al colegio implica que el niño debe enfrentar y adecuarse a un ambiente


nuevo en el cual deberá lidiar con demandas desconocidas hasta ese momento para él,
aprender las expectativas del colegio y de sus profesores y lograr la aceptación de su
grupo de pares. La adaptación y ajuste que el niño logre a este nuevo ambiente, como
veremos posteriormente, tiene una importancia que trasciende lo inmediato.

El desarrollo del niño lo podemos separar por áreas; sin embargo existe una estrecha
relación entre los aspectos intelectual, afectivo, social y motor. Lo que vaya
ocurriendo en un área va a influir directamente el desarrollo en las otras, ya sea
facilitándolo o frenándolo o incluso anulándolo, y provocando el regreso del niño a
conductas o actitudes ya superadas

En el ámbito cognitivo, el niño de seis años entra en la etapa que Piaget ha


denominado OPERACIONES CONCRETAS. Esto significa que es capaz de utilizar el
pensamiento para resolver problemas, puede usar la representación mental del hecho
y no requiere operar sobre la realidad para resolverlo. Sin embargo las operaciones
concretas están estructuradas y organizadas en función de fenómenos concretos,
sucesos que suelen darse en el presente inmediato;

Otra etapa importante es donde el niño debe desarrollar sus cualidades corporales,
musculares y perceptivas, debe alcanzar progresivamente un mayor conocimiento del
mundo al que pertenece y en la medida en que aprende a manejar los instrumentos y
símbolos de su cultura, va desplegando el sentimiento de competencia y reforzando su
idea de ser capaz de enfrentar y resolver los problemas que se le presentan. El mayor
riesgo en esta etapa es que el niño se perciba como incapaz o que experimente el
fracaso en forma sistemática, ya que esto va dando lugar a la aparición de sentimientos
de inferioridad, los cuales van consolidándose como eje central de su personalidad.

El intercambio con los compañeros permite al niño poder confrontar sus opiniones,
sentimientos y actitudes, ayudándole a examinar críticamente los valores que ha
aceptado previamente como incuestionables de sus padres, y así ir decidiendo cuáles
conservará y cuales descartará. Por otro lado, este mayor contacto con otros niños les
da la oportunidad de aprender cómo ajustar sus necesidades y deseos a los de otras
personas, cuándo ceder y cuándo permanecer firme.

BIBLIOGRAFIA
 Erikson, E. (1963). Infancia y Sociedad, Nueva York, Norton.
 Mussen, P.H., Conger, J.J., y Kagan, J. (1969) Desarrollo del Niño y su Personalidad.
New York: Harper y Row.
 Maier, H. (1979) Tres Teorías Sobre el Desarrollo del Niño: Erikson,
 Piaget y Sears. Amorrortu Editores. Buenos Aires.
 Piaget, J. (1984) Seis Estudios de Psicología.Barral Editores S.A. España.
 Papalia, D.E., Wendkos, S. (1993) Psicología del Desarrollo de la Infancia a la
Adolescencia. Mc Graw-Hill, México.

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