Documentos Especiales Archivistica
Documentos Especiales Archivistica
Documentos Especiales Archivistica
ARCHIVÍSTICA
México 2008
© Gumaro Dámian Cervantes (en trámite)
Edición electrónica y portada: El autor
México, D. F. 2008
II
Especialmente a mi vida, que son ustedes.
Porque al palpitar mi corazón en vez de sonar pum-pum, susurra:
“Carmen…
Axelito”
III
A mi familia:
IV
Sobre el autor:
V
TABLA DE CONTENIDO
Introducción VII
Conclusiones 86
Bibliografía 88
VI
INTRODUCCIÓN
A partir del siglo XIX, con la creciente aparición de nuevos soportes y formatos de
información documental, los centros de información y las disciplinas encargadas de su
estudio, se han visto obligados a buscar formas o métodos de trabajo acordes a las
características que los nuevos acervos exigen. Sin embargo el problema no inicia con la forma
de procesamiento técnico. Las dificultades parten desde su denominación y significado
mismo.
En el ámbito de los archivos existen pocos estudios acerca del concepto y características de
éstos documentos, a los que llamaremos especiales, mismos que carecen de un enfoque
común o que incluso caen en contradicciones; predominando la ambigüedad y la falta de un
análisis integral desde la perspectiva de la teoría archivística. Por lo tanto, impera una visión
diversa, confusa e intuitiva y en consecuencia carente de uniformidad.
Por otra parte, si consideramos a la Archivística como una disciplina conformada por un
conjunto de conocimientos metódicamente estructurados, resultado del análisis minucioso de
la práctica y del razonamiento lógico; debemos saber ubicar cualquiera de sus partes dentro de
dicha estructura, considerando de manera objetiva las características que las vinculan con ese
todo.
Es por lo tanto de suma trascendencia analizar e identificar cuales son los componentes y
aspectos que permiten tanto la definición clara como la ubicación exacta de estos acervos
dentro del cuerpo teórico de la archivística; así como de las consecuencias metodológicas
aplicables a los mismos.
Con base en lo anterior, se plantea que el problema central en este trabajo reside en encontrar
los elementos necesarios para definirlos y ubicarlos como objeto de estudio de la archivística,
VII
partiendo de las bases teóricas de ésta. Es decir, el objetivo del presente estudio reside en
proponer los criterios que unifiquen la conceptualización objetiva de los documentos
especiales, delimitando su ubicación dentro de la estructura teórica de la archivística e
identificando las diferencias en los procesos de archivo aplicables a los mismos.
El presente estudio fue sustentado como trabajo recepcional para obtener el título de
licenciado en Archivonomía, en la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía; fue
asesorado por la Lic. María del Carmen Petrichole y revisado por los licenciados Arturo
Hernández Rojas y Gustavo Villanueva Bazán así como por la Maestra Georgina Flores
Padilla. A ellos se les agradece infinitamente las recomendaciones sugeridas.
Posteriormente se establecen las bases teóricas que permitirán una conceptualización objetiva
de los documentos especiales. Es decir, se establece el sistema de conceptos que fundamenta
la construcción del concepto que importa a este trabajo y en el cual el mismo ha de quedar
inserto.
Finalmente se explica grosso modo y en términos genéricos, la forma en que las cualidades de
los documentos especiales afectan su procesamiento archivístico, para cerrar el trabajo con las
conclusiones que se obtuvieron tras el desarrollo del presente estudio.
VIII
Capítulo 1 Documentos especiales: de la diversidad de conceptos a la ambigüedad del
significado
Esta acotación plantea la existencia de una amplia variedad de documentos, que a pesar de
que presenten características distintas mantienen su condición de pertenencia al archivo. En
consecuencia se genera la necesidad de establecer una categorización de clases documentales,
que permita precisar de manera clara los términos y acepciones que los habrán de designar.
Y es éste segundo grupo el que presenta una problemática en los tres ámbitos mencionados
previamente: términos, conceptos y categorización; derivando a su vez en que no se les
ubique claramente dentro del cuerpo teórico de la archivística. Por tanto, heterogéneas son
también las perspectivas en cuanto a su tratamiento técnico.
Es así que en el desarrollo del presente estudio se tratarán de dilucidar las cuestiones
señaladas, aunque desde un punto de vista genérico, es decir, de dichos documentos en su
conjunto y no de cada clase en particular. Razón de ello, la secuencia lógica deductiva que
exige el análisis por un lado; y por otro que se requiere de una investigación independiente
por cada caso concreto de los documentos que se están abordando.
Se inicia con las interrogantes: ¿Cómo se designa a estos documentos distintos a los
tradicionales?, ¿qué significado se le da a dichas denominaciones? Las respuestas que
aparentan sencillez y sentido común, terminan siendo tan variadas como contradictorias.
Veamos.
1
SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos. Principios y técnicas, p. 42.
2
CRUZ MUNDET, José Ramón. Manual de archivística, p. 288.
1
En algunos casos se esboza una definición en la cual se pueden identificar claramente los
elementos que la conforman. En otros es de manera implícita y a través de ejemplos como se
identifica la existencia de estos documentos no tradicionales en la teoría y práctica
archivística. Así mismo se pueden encontrar acepciones dirigidas al documento como célula y
unidad funcional indivisible dentro de un archivo, como definiciones que toman a un conjunto
de ellos integrando un grupo documental con características muy particulares. Se ilustra esta
situación descriptivamente, con las notas de algunos autores.
Por su parte Cruz Mundet al exponer sobre descripción en su Manual de Archivística, asevera
en forma simple que “…existen otros tipos documentales corrientes en nuestros archivos
desde hace siglos –documentos gráficos- y otros cada día más abundantes –los informáticos-;
también podemos encontrarlos de distinta naturaleza: los iconográficos –dibujos,
litografías…-, los fotográficos – positivos, negativos, placas de vidrio, videos, films…- y los
sonoros – discos, cintas magnetofónicas, etc.-” 4 a los cuales llama documentos especiales. El
mismo término emplea Carmen Pescador para referirse a los que no son textuales.
Para Juana Molina Nortes y Victoria Leyva Palma “Los documentos considerados especiales
son aquellos que presentan un formato y soporte diferente a los documentos textuales en
papel” 5 . Como se observa, aquí las autoras trascienden a la mera ejemplificación, esbozando
una definición con elementos más objetivos.
Couture y Rousseau en un apartado de su obra los Archivos en el siglo XX, disertan sobre el
tratamiento de documentos esenciales, entendiendo por estos, aquellos cuya importancia
3
CSEVE, Magdalena, y ZOLTA, Bodi. El Archivero de soportes especiales, una crisis de identidad, p. 1-2.
4
CRUZ MUNDET, José Ramón. Manual de…: Op. cit., p. 288–289.
5
MOLINA NORTES, Juana, y LEYVA PALMA, Victoria. Técnicas de archivo y tratamiento de la
documentación administrativa, p. 96.
6
Consejo Internacional de Archivos. Norma Internacional General de Descripción Archivística, p. 11-12.
7
Consejo Internacional de Archivos. Norma Internacional General de Descripción Archivística. 2ª ed., p. 12.
8
Universidad de Salamanca. Curso: Elaboración de calendarios de conservación [en línea]. Disponible en Web:
<http://www.web.usal.es/nolivera/calendariospract.html>. [Consulta: 14 de febrero de 2007]
2
resulta relevante para la institución generadora por afectar directamente sus operaciones,
derechos u obligaciones 9 . Esta noción poco tendría que ver con el presente análisis, de no ser
porque se da un significado análogo al de los documentos de valor especial que se expone en
el Diccionario de terminología archivística de Colombia, sólo que enfocándose en particular
a documentos de interés para la defensa de un país, para su diplomacia y su investigación
científica; y considerando que la palabra especial es recurrente entre los autores de la
disciplina al referirse al tema en cuestión, resulta insoslayable su inclusión en el trabajo. Por
otra parte, en el diccionario referido, por documentos esenciales o vitales se concibe a los que
reflejan las actividades sustantivas de la institución. 10
Hasta aquí se han enlistado enfoques que apuntan al documento como unidad individual. Se
prosigue ahora con los que retoman a grupos documentales completos en sus comentarios, ya
sea a nivel de archivos, de colecciones, de secciones o de series.
La Doctora Antonia Heredia Herrera señala que las “Secciones facticias son agrupaciones
documentales realizadas voluntariamente en los archivos a partir de sus fondos y responden
a motivos de conservación o instalación determinados habitualmente por sus soportes o su
grafía” 11 entendiendo facticio como sinónimo de artificial o no natural, y siendo éste un
término usual en la archivística española.
El mismo autor introduce también el concepto de archivos especializados que bifurca en: a)
“aquellos en los que predomina o es exclusivo un tipo documental” 16 , por ejemplo un archivo
de expedientes personales y; b) “…los que contienen los documentos sustantivos o
característicos de un tipo de institución: archivos eclesiásticos, sindicales,
universitarios…” 17
9
Cfr. COUTURE, Carol, y ROUSSEAU Jean- Yves. Los Archivos en el siglo XX, p. 22.
10
Archivo General de la Nación (Colombia). Hacia un diccionario de terminología archivística, p. 50.
11
HEREDIA HERRERA, Antonia. Archivística General. Teoría y Práctica, p. 232.
12
Ministerio de Cultura, Subdirección General de Archivos Estatales. Diccionario de terminología archivística,
p 27, 28.
13
TAMAYO, Alberto. Archivística, diplomática y sigilografía, p. 45.
14
Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (México). Glosario de terminología archivística y de
ciertas expresiones de administración, p. 22.
15
VÁZQUEZ MURILLO, Manuel. Administración de documentos y archivos: planteos para el siglo XXI, p. 75.
16
Ibídem.
17
Ibídem.
3
También el Diccionario de terminología archivística de Colombia enuncia lo que es un
archivo especial, del cual asegura “comúnmente es una sección del archivo histórico,
físicamente separado, encargado de la adquisición, preservación y difusión de documentos
que presentan alguna característica no convencional sobre todo en el soporte… sin embargo
también pueden caracterizarse por ser una sección que guarda documentos de uno o muy
pocos tipos documentales o de uno o pocos temas, en soporte convencional.” 18 Como se
aprecia, la segunda parte rompe con la delimitación impuesta en la primera.
La tercera parte del libro El archivo en la empresa moderna escrito por Italo Baldini se titula
Archivos especiales, sin embargo no se vincula con el tema en cuestión ya que aborda tópicos
como el manejo de correspondencia, impresos y solicitudes de empleo entre otros. Este caso,
así como el anterior donde se define archivos especializados, es necesario incluirlos en el
presente estudio a pesar de ser muy divergentes a la mayoría de las ideas expuestas, ya que
nos proporcionan elementos importantes para llegar a un concepto con fundamentos más
sólidos.
Prosiguiendo, se observa que el Doctor Aurelio Tanodi, al parafrasear a Joaquín Pardo, señala
que podemos encontrar colecciones especiales como la fonografoteca, cinemagrafoteca y
mapoteca 19 ; sin abundar en mayor explicación.
Cuando Arévalo Jordán diserta sobre las clases de archivos en su obra Técnicas documentales
de archivo, menciona tres categorías que interesan en este momento: los audiovisuales, que
son “aquellos que conservan documentos en forma gráfica y/o auditiva” 21 ; los cartográficos
que “conservan los documentos que contienen información geográfica en forma gráfica” 22
como mapas y planos y; los legibles a máquina que contienen “información codificada,
grabada en soportes magnéticos, cintas, tarjetas perforadas o documentos producidos en el
transcurso de un proceso electrónico” 23 . Además conviene puntualizar que el mismo autor en
su diccionario retoma literalmente del Glosario de terminología archivística de la ENBA, la
definición de archivos especiales en su primera acepción, agregando la idea de que se
conforman con tipos documentales especiales. Contradictoriamente en la misma fuente al
definir archivo, hace una división de estos en tres clases: públicos, especiales y privados,
indicando que en los segundos se agrupan los pertenecientes a instituciones y corporaciones. 24
18
Archivo General de la Nación (Colombia). Hacia un diccionario de terminología archivística, p. 12.
19
TANODI, Aurelio. Manual de archivología hispanoamericana. Teorías y principios, p. 35.
20
Committee of the International Council on Archives. Elsevier’s lexicon of archive terminology, p. 33.
21
ARÉVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas documentales de archivo. Ordenación y clasificación de los
documentos de archivo, p. 160.
22
Ibídem, p. 161.
23
Ibídem, p. 161.
24
ARÉVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Diccionario de términos archivísticos, p. 42-51.
4
para su procesamiento técnico, guarda y preservación; y cuyo acceso depende de
intermediación tecnológica”. 25
Por último, otras formas de llamar a estos archivos consiste en posponer a ésta, una palabra
relacionada con el soporte o tipo de información que contiene, por ejemplo: archivos orales. 26
Podría parecer suficiente con lo enlistado hasta este momento. Sin embargo, por la estrecha
relación entre la archivística y la biblioteconomía 27 , no esta demás comentar que en el ámbito
bibliotecario también se percibe cierta heterogeneidad cuando afrontan esta temática. Por
ejemplo es recurrente la nominación de colecciones especiales, como se aprecia en el libro del
mismo nombre de Manuel de Ezcurdia, quien se refiere a “todo acervo bibliográfico,
hemerográfico, o material de archivo que por su antigüedad, temática, rareza, riqueza, etc.
merece tratamiento y uso diferente” 28 al resto de los materiales bibliográficos en general.
Para no extender demasiado este punto y resumiendo, Fothergill puntualiza que existe una
diversidad de términos para designar este tipo de acervos como: metalibros, multimedios,
materiales audiovisuales, medios especiales, o no impresos. A su vez Rafael Pagaza hace la
misma advertencia, con calificativos semejantes y otros como no bibliográficos o no
librarios. 29
25
Archivo General de la Nación (Colombia). Hacia un diccionario de…: Op. cit. p. 49.
26
Cfr. MARTÍNEZ TERÁN, Flavio, y CONDE LÓPEZ, Eric Guillermo. El rescate de los archivos orales en el
municipio de Huehuetlán, San Luís Potosí, p. 85-89.
27
Interesantes razonamientos expone Schellenberg en el capítulo intitulado Relaciones Bibliotecarias de su
magna obra, ya citada con anterioridad, donde al establecer las diferencias subraya las semejanzas entre
ambas disciplinas. Así mismo Antonia Heredia y Cruz Mundet, en sus textos también ya mencionados, elucidan
sobre el espacio que corresponde a nuestra profesión en lo que se ha dado por llamar ciencias de la
documentación o información documental, poniendo de manifiesto los rasgos comunes a ellas; y
proporcionando la pauta que permite comentar someramente sobre la definición del tema que nos ocupa, en
algunas fuentes de perfil bibliotecario.
28
EZCURDIA Y VÉRTIZ, Manuel de, y MAAS MORENO, Margarita. Las colecciones especiales, p. 13.
29
PAGAZA GARCÍA, Rafael. Acerca de la enseñanza de la catalogación de materiales no libro, p. 51.
30
FOTHERGILL, Richard. Materiales no librarios en las bibliotecas: guía práctica, p. 13.
5
Para afianzar la inclusión de estas perspectivas bibliotecarias, valga comentar que Vázquez
Murillo dedica el capítulo cuatro de Administración de documentos, planteos para el siglo
XXI a lo que considera como casos especiales de documentos de archivo. En particular el
primer tema de dicho capítulo trata aquellos que son comunes a archivos y bibliotecas, entre
los cuales menciona materiales cartográficos, grabaciones sonoras, películas y
videograbaciones, entre otros; que como se puede notar, tienen relación con el tema que se
está debatiendo. Ya en su momento se esclarecerá cómo aunque estos soportes sean comunes
a ambos centros de información, existen cualidades muy precisas para delimitar e identificar a
aquellos de naturaleza archivística.
Como se pudo apreciar, estas clases documentales poseen más de un apelativo. Esto se
traduce en una ausencia de homogeneidad y común acuerdo por parte del gremio archivístico
en la terminología aplicada en su área de conocimiento y en particular en la denominación del
tema que ocupa el presente estudio. De esta manera se observa que los términos empleados de
manera recurrente son: soportes especiales, soportes audiovisuales, documentos especiales,
documentos no textuales, documentos esenciales, documentos de valor especial, Secciones
facticias, colecciones facticias, series facticias, archivos especiales, archivos especializados,
colecciones especiales, archivos audiovisuales, archivos legibles a máquina, documentación
especial, acervos especiales, archivos orales. De entre esta gama de palabras sobresale el
adjetivo especial, situación relevante que será necesario retomar cuando se proponga la
denominación y significado más acorde según el contexto teórico de la archivística.
En cuanto a los conceptos se repite la misma situación. Los significados atribuidos a los
documentos distintos a los tradicionales denotan una falta de uniformidad de criterios por
parte de los autores. Las acepciones se orientan en diferentes sentidos: Los que toman como
referencia el soporte, los que se centran en que el lenguaje empleado no sea textual, los que
retoman ambas ideas, los que resaltan el contenido o valor informativo de la documentación,
además de algunas variantes o combinaciones de los anteriores.
En síntesis esta falta de homogeneización lleva a una serie de preguntas: ¿Cuál es el término
correcto? ¿Son válidas todas las denominaciones? ¿Cuál es la acepción más coherente? ¿Es
necesario uniformar juicios? ¿Trae esta heterogeneidad consecuencias en el estudio de la
archivística?
Se inicia analizando el primer elemento, es decir, el término. Mejor dicho los términos, ya que
como se ha insistido se recurre a más de uno para nombrar el objeto que se estudia en este
6
trabajo. Por sentido común el ser humano emplea palabras para nombrar todo aquello que le
rodea, ya sean cosas concretas o abstractas, ya sean objetos, personas o animales. En algunos
casos se observa como hay objetos que pueden ser designados de forma distinta sin que
cambie el objeto en si. Por ejemplo coche y automóvil se refieren a una misma definición
(sinonimia). Si este fuera el caso con las denominaciones asignadas a los documentos no
tradicionales, el problema no trascendería mas allá de convenir que nombre es el más
pertinente. Sin embargo desde las mismas palabras utilizadas surge una contrariedad al no ser
siempre estas referentes a una sola idea del objeto a definir.
Véanse a través del siguiente cuadro los términos más comunes para llamar a estas clases
documentales y los autores que los utilizan, para proseguir con el análisis.
Cruz Mundet, Juana Molina Nortes y Victoria Leyva Palma, norma ISAD
documentos especiales
G, Carmen Pescador.
7
documental: especiales, audiovisuales, no textuales, esenciales, de valor especial, vitales,
facticios, especializados, legibles a máquina, orales.
Otro aspecto que se puede subrayar en este cuadro de términos recurrentes, es que algunos
autores aparecen en más de una fila. Dicho en otras palabras, algunos de ellos suelen utilizar
más de una denominación para referirse a estos documentos. En ocasiones en la misma fuente
documental, como es el caso, por ejemplo, de Magdalena Cseve quien titula su trabajo ya
citado con anterioridad, “El archivero de soportes especiales, una crisis de identidad”,
haciendo alusión primaria al material en que esta asentada la información, y mas adelante en
el cuerpo de la obra retoma además las características del lenguaje empleado al denominarlos
“soportes audiovisuales”. Otra situación es la de quienes emplean nombres distintos en libros
diferentes. Ejemplo de ello Arévalo Jordán, quien maneja en un mismo contexto de ideas,
pero en fuentes bibliográficas distintas, archivos especiales, audiovisuales o legibles a
máquina.
Hasta aquí se han considerado las formas de designación, sin contemplar que la ambigüedad
puede ser mayor si se contempla que varios autores omiten dar una definición concreta de los
documentos específicos a que se refieren.
Corresponde entonces analizar el segundo elemento del problema que se discute: el concepto
que se atribuye a los términos que se revisaron en el punto anterior. Al hablar de documentos
no tradicionales, los autores necesariamente transmiten también la idea que de ellos tienen. El
conflicto reside, como se ha insistido, en que los significados quedan ambiguos en muchos
casos, y en otros no solo no coinciden sino que se refieren a ámbitos de la archivística
completamente desiguales.
31
Nota: Los conceptos académicos de estos términos se verán en los subtemas pertinentes.
8
Así como existe la sinonimia, según el ejemplo citado páginas atrás, también se puede
presentar la homonimia al momento de asignar nombres a las cosas o seres. Es decir, llamar
de igual forma a dos personas u objetos distintos. Como muestra se puede tomar la palabra
gato, que según el contexto puede significar una herramienta mecánica o un mamífero de la
familia félida. O visto desde otra perspectiva es un caso de polisemia si la atención se centra
en el término, ya que se tiene una palabra con varios significados. Esta circunstancia se
manifiesta en la literatura de la disciplina en relación al tema que ocupa el presente estudio, y
en consecuencia se hace necesario revisar conceptos que no tienen relación con los
documentos especiales, excepto por el nombre. Así mismo se percibe como cada autor se
inclina por alguna cualidad particular del documento para ubicarlo dentro de la categoría de
no tradicionales.
Para ilustrar mejor esta situación véase el siguiente cuadro donde se identifica la
particularidad de cada uno de los conceptos distinguidos y los autores que los postulan.
AUTORES CONCEPTOS
Antonia Heredia, Glosario de terminología archivística ENBA, Consideran tanto el soporte como el
Diccionario de terminología archivística de Colombia, Planes lenguaje de transmisión de la
de estudio ENBA información
Toma como base la existencia o
Vázquez Murillo, Diccionario de terminología archivística de dominio de un solo tipo documental.
Colombia Se refieren a documentos
tradicionales
Por la institución que los genera:
Arévalo Jordán
instituciones y corporaciones
9
Reincide en este cuadro el hecho de encontrar algunos autores o fuentes en más de una fila.
Obvia afirmar que se debe a que manejan conceptos divergentes ya sea en la misma o en
diferente obra, ejemplo de ello el Diccionario de terminología archivística de Colombia o
Arévalo jordán, nuevamente. Relevante el caso de éste autor, pues da a archivos especiales
dos significados que no convergen en lo mas mínimo.
Por otra parte los conceptos de algunos estudiosos de la archivística presentan rasgos de
ambigüedad, por lo que pueden quedar a interpretación del lector. Por ejemplo; en la
definición de Molina y Leyva se observa la palabra formato, que se refiere al soporte del
documento, del cual también hacen precisión, por lo que formato podría interpretarse en
relación al lenguaje empleado, sin embargo no es algo que aclaren las autoras. Lo mismo
sucede cuando el significado, implícito, se infiere a partir de la ejemplificación con las clases
o tipos documentales que los autores ubican como no tradicionales, tal es el caso de Aurelio
Tanodi entre otros.
Se identifica también que algunas ideas van enfocadas hacia documentos tradicionales,
situación que hace inexorable el esclarecimiento de la terminología empleada cuando se trata
el tema de documentación especial. Por lo tanto es necesario descartar como tema de este
trabajo aquellas definiciones que no se centran en el soporte o en el código o lenguaje
empleado en los documentos. De esta manera, y sin pretender un análisis a fondo por no ser
materia en cuestión, se infieren dos nociones cuya denominación podría llegar a causar
confusión, mismas que salen del ámbito del presente estudio: la de aquellas agrupaciones
documentales que por su contenido y carácter pueden llegar a afectar las operaciones y/o
situación legal de la institución generadora, que se coincide en este trabajo con Couture y
Rousseau en identificarlos como esenciales; y la de aquellos archivos que se conforman con
la documentación sustantiva de determinadas instituciones o corporaciones, es decir los que
Vázquez Murillo califica como especializados. En cuanto a la clasificación de archivos que
hace Arévalo en su diccionario, se difiere completamente de su opinión en el presente ensayo.
Las ideas mas recurrentes consideran las cualidades del soporte o la naturaleza del código
empleado para transmitir la información, enfoques con los cuales coincide este trabajo y que
en todo caso habrá que puntualizar las características de estos elementos y la razón por la cual
no entran en la categoría de pertenencia a los documentos tradicionales. De hecho con el
análisis realizado hasta aquí, se podría postular un planteamiento respecto al problema que se
esta tratando, sin embargo se considera de mayor pertinencia fundamentarlo con el cuerpo
mismo de la archivística, por lo que se hará más adelante.
Para cerrar este segundo punto, hay que comentar brevemente sobre los términos comunes a
la archivística y la biblioteconomía. Estos se ilustran a continuación:
Este aspecto del análisis que se hace es únicamente para comparar cómo en esta disciplina
hermana enfrentan, por lo menos a nivel terminológico, una contrariedad similar. En todo
caso puede llegar a trascender el conflicto si no se discierne claramente el material de
10
naturaleza archivística del de origen bibliotecario. Fuera de eso, no se deben confundir las
acepciones que en la literatura de ésta se presentan para tipificar los materiales que salen del
estándar de sus acervos. Por lo tanto, independientemente de que en algunos casos exista
coincidencia con algunos documentos que definen como no libro, jamás habrán de tomarse
como sinónimos. Colecciones especiales y materiales audiovisuales, son solo términos
comunes entre ambas disciplinas, como tantos otros existentes (catalogación, clasificación,
etc.), pero que difieren en su contenido y naturaleza.
Pero… ¿Por qué es necesario dilucidar lo que se habrá de entender por documentos
especiales? ¿Trae consecuencias la ambigüedad imperante sobre el tema en otros ámbitos de
la archivística? Véase a continuación.
En cualquier ámbito de la vida cotidiana es necesario llamar a las cosas por su nombre para
evitar errores en la comunicación. Cuando se nos presenta un caso de personas homónimas, es
necesario recurrir a otro elemento de diferenciación para no confundirlos. Si ambos se llaman
Juan, agregamos entonces el apellido para distinguir a uno del otro. Y si hubiese coincidencia
en el apellido también, será preciso buscar un distintivo más para saber de quién se habla. No
establecer la identidad de cada uno podría llevar a enredos hilarantes o situaciones incomodas
para los involucrados, o en casos extremos hasta malentendidos más serios o problemas que
podrían afectar directamente los intereses de las personas cuyo nombre es el mismo.
De igual forma sucede con los sinónimos. Cuándo una idea se puede expresar con el mismo
apelativo, puede llevar a algún desconcierto si en un proceso de comunicación alguno de los
emisores o receptores desconoce el significado que se pueda atribuir a determinada palabra.
Por ejemplo, si un enamorado le declara su amor a la chica que perturba su sueño y en el
momento de expresar su sentimiento le dice que desea de ella un ósculo, es probable que
reciba una bofetada si la susodicha desconoce el sentido de dicha palabra.
32
ARNTZ, Reiner, y PICHT, Heribert. Introducción a la terminología, p. 23.
11
uniformidad en algunos rubros de la terminología archivística como un problema, que a su
vez desencadena otros conflictos.
Esta falta de uniformidad enfatiza la vaguedad que puede cobrar el sentido del tema que se
analiza. Entre más opciones de significado, más posibilidades de interpretación errónea.
Cómo se vio anteriormente, se encontraron por lo menos cuatro acepciones completamente
divergentes en relación a términos análogos a documento especial. Mientras no se puntualicen
objetivamente todas estas denominaciones, existe un nivel de ambigüedad que influye en el
estudio de estas clases documentales. La posición que se adopta en este trabajo se presentó, en
parte, párrafos atrás.
Conjeturando un poco, se puede señalar que toda esta circunstancia descrita, posiblemente
repercute en el poco desarrollo que hay sobre el tema; en lo somero de los señalamientos que
al respecto hacen los principales teóricos de la archivística y; en que se manifieste el
desarrollo de teorías paralelas al margen de la archivística.
Como se apuntó en un inicio, la mayor parte de la literatura del área versa sobre documentos
tradicionales. A simple vista la bibliografía especializada en temas particulares de la
disciplina no es abundante. Los archivistas de mayor renombre cuentan con obras sobre lo que
Antonia Heredia califica como archivística general, o sobre temas medulares como la
valoración, la clasificación o la descripción por ejemplo. La disertación de temas específicos
en ocasiones se observa en artículos de revistas especializadas o en ponencias presentadas en
congresos y reuniones de archivística.
12
En las obras de carácter general se aprecia cómo el análisis que se hace de los documentos
especiales y su tratamiento es a nivel básico. En algunas fuentes se les considera al establecer
clases o tipos de archivos, se llegan a observar recomendaciones generales para su instalación,
clasificación, o conservación principalmente. Habría que evaluar si con esos apuntes
elementales es suficiente para fundamentar una adecuada administración archivística de estos
acervos. En este trabajo se considera que no.
Sin embargo, todo esto no quiere decir que se carezca completamente de bibliografía o
estudios que desarrollen el tratamiento, ya sea integral o en alguna de sus partes, de estas
clases documentales; siendo pocas las fuentes que lo hacen desde una perspectiva archivística
como es el caso del Consejo Internacional de Archivos (CIA), auspiciado por la UNESCO,
que ha desarrollado alguna literatura importante al respecto.
La IASA “fue establecida en 1969 en Amsterdan, para fungir como un medio de cooperación
internacional entre archivos que preservan registros sonoros y documentos audiovisuales” 33
abarcando tópicos como la adquisición e intercambio de documentación, ética y derechos de
autor, publicaciones, conservación y preservación entre otros. Mantiene un vínculo de trabajo
con la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura) y celebra anualmente reuniones de trabajo al respecto, en 2007 se llevó a cabo en
Riga, Letonia, en el mes de septiembre.
La FIAT/IFTA “se fundó en 1977 en Roma, por la ARD (Alemania), la BBC (Reino Unido),
el INA (Francia) y la RAI (Italia). Actualmente tiene 180 miembros de alrededor de 70
países” 34 Sus objetivos también están encaminados a la cooperación entre archivos de
televisión y otras instituciones que resguarden acervos audiovisuales y cuyo interés se enfoca
a la colección, preservación y uso de estas clases de documentos. Realiza también
conferencias y seminarios locales, regionales e internacionales. Las conferencias más
33
Asociación Internacional de Archivos Sonoros y Audiovisuales [en línea]. Disponible en Web:
<http://www.iasa-web.org/index.htm> [Consulta: 13 de febrero de 2007]
34
Fédération Internationale des Archives de televisión [en línea]. Disponible en Web:
<http://fiatifta.org/aboutfiat/whatis/> [Consulta: 13 de febrero de 2007]
13
recientes de carácter mundial se realizaron en Nueva York en la CBS en el 2005 y en la
Universidad Carlos III, en la ciudad de Madrid en 2006.
Por su parte la FIAF se fundó en 1938. En sus inicios “contaba con cuatro miembros. Hoy día
agrupa a más de 120 instituciones pertenecientes a más de 65 países”. 35 Sus objetivos van
relacionados con la preservación del material de cine; el tratamiento de dicha documentación,
la capacitación, la cooperación entre sus miembros y la promoción de la cultura
cinematográfica, entre otros puntos. Entre sus actividades está la celebración de reuniones
periódicas entre sus miembros y la publicación de revistas como el Journal of Film
Preservation. El congreso de la FIAF de 2006 tuvo lugar en Sao Paulo, Brasil; y el de 2007 se
efectuó en Tokio, Japón.
Otro caso similar es el del Sistema Nacional de Fototecas (SINAFO). Fundado en 1993 con el
objetivo “de normar y coordinar la conservación, catalogación, digitalización y reproducción
de los archivos fotográficos bajo custodia del INAH [Instituto Nacional de Antropología e
Historia]” 36 , ha realizado entre otras actividades el Encuentro Nacional de Fototecas, en el
cual se reúnen especialistas y personas involucradas en la organización y conservación de
fotografías para exponer sus vivencias y opiniones en la materia.
Y no se trata de tomar aquí una posición de recelo profesional por el hecho de que estudiosos
de otras áreas invadan el ámbito propio de la archivística, sino de tomar conciencia de la
responsabilidad que atañe al gremio archivístico en la investigación y estudio de los
documentos especiales, para de esta manera cumplir cabalmente el papel social que nos
compete.
35
Federación Internacional de Archivos Fílmicos [en línea]. Disponible en Web:
<http://www.fiafnet.org/es/whatis.cfm> [Consulta: 13 de febrero de 2007]
36
Sistema Nacional de Fototecas [en línea]. Disponible en Web:
<http://www.sinafo.inah.gob.mx/quienes/quienes.html#>. [Consulta: 13 de febrero de 2007].
14
el tema han señalado los estudiosos de la archivística y de un examen de los materiales que se
pretenden definir. Con estos referentes y a través de una labor de razonamientos se podrá
proponer una conceptualización con fundamentos sólidos.
A continuación se exponen los elementos que pueden fundamentar una propuesta para la
definición de documentos especiales.
15
Capítulo 2 Fundamentos para la conceptualización de los documentos especiales
El mensaje se elabora a partir de un código, entendiendo por este “todo grupo de símbolos que
pueden ser estructurados de manera que tengan algún significado para alguien.” 38 Mismo
que es componente de un lenguaje, el cual “consiste en un conjunto de símbolos significantes
(vocabulario) más los métodos significativos para su combinación (sintaxis)” 39
Los profesionistas de una disciplina, como sistema social, requieren por lo tanto de un
lenguaje para comunicarse. Y si no lo tienen deben construirlo como se ha construido la
lengua común: “Gradualmente el hombre creó el lenguaje con el fin de expresar sus
significados a sí mismo y a los demás, para lograr que ante otras personas tuvieran iguales
significados y para emitir respuestas que aumentaran su capacidad de influencia.” 41
Partiendo del hecho de que la definición de un concepto está enmarcada en un lenguaje y que
éste a su vez involucra necesariamente al proceso de la comunicación, se trata de elucidar el
concepto de documentos especiales durante el desarrollo del presente trabajo. Sin embargo
esta labor debe realizarse en forma racional, considerando por un lado la estructura del
conocimiento archivístico y por otro los elementos que se toman en cuenta en la elaboración
de terminologías. A continuación se exponen los elementos que pueden sustentar una
conceptualización objetiva de estas clases documentales, objeto del presente estudio.
37
BERLO, David K. El proceso de la comunicación, p. 25.
38
Ibídem, p. 45.
39
Ibídem, p. 130.
40
Ibídem, p. 34.
41
Ibídem, p. 130.
16
2.1 Lenguaje especializado en las ciencias
Apunta Mario Bunge que “toda ciencia construye un lenguaje artificial propio que contiene
signos tomados del lenguaje ordinario, pero se caracteriza por otros signos y combinaciones
de signos que se introducen junto con ideas peculiares de esa ciencia.” 42 Es decir, partimos
del hecho de que existe un lenguaje establecido empleado por la sociedad en general y que a
partir de éste es válido crear otros propios para cada área del conocimiento científico. La
archivística por lo tanto puede generar un léxico propio. Más allá de entrar en debate de si
esta disciplina es una ciencia o no, es posible encontrar en ella algunos de sus rasgos, lo que
permite tomarla como referencia para fundamentar la necesidad y pertinencia de dilucidar el
concepto y definición de los documentos especiales.
Retomando al mismo autor se puede afirmar que las ciencias están conformadas por un
sistema de ideas. Es decir un conjunto de conocimientos con un orden estructural y una
interrelación lógica y fundamental. Para la ciencia los hechos pierden significado si se les
considera aislados y sin ubicarlos en un esquema general. Su cualidad de racional la obliga a
llegar a nuevos conocimientos por medio del método científico, a través del razonamiento y
no de la intuición u opinión. Al ser objetiva busca que su cuerpo teórico concuerde con la
realidad. De hecho lo que hace es explicar esa realidad y aprovechar ese conocimiento en
beneficio de la sociedad.
“El conocimiento científico es claro y preciso: sus problemas son distintos, sus resultados
son claros (…) la claridad y la precisión se obtienen en ciencia de las siguientes
maneras:
42
BUNGE, Mario. La investigación científica, su estrategia y su filosofía, p. 65.
43
Ibídem, p. 9.
44
Ibídem, p. 20-21.
45
Ibídem, p. 129.
17
que aún no estén adjudicadas, o sea, que no puedan confundirse con otras.” 46 De esta
manera se va desarrollando un lenguaje especializado que servirá para que los científicos y
técnicos puedan comunicarse con mayor exactitud. La precisión de los conocimientos será
incluso en el ámbito lingüístico. O visto desde otro ángulo, no puede haber precisión en la
ciencia, si no lo hay en el lenguaje empleado. En esta asignación de conceptos y
denominaciones se deben enfrentar y superar problemas como la sinonimia, la polisemia y la
homonimia.
“El lenguaje especializado es el área de la lengua que aspira a una comunicación unívoca y
libre de contradicciones en un área especializada determinada…” 47 Como se comentó con
anterioridad parte del lenguaje común y se fundamenta decisivamente en la terminología
existente en cada área del conocimiento, entendiendo por esta “…el conjunto completo de
conceptos de un área especializada y sus denominaciones.” 48
Hablar de terminologías conlleva a identificar los elementos que la componen, esto es: los
términos, los conceptos, las denominaciones y las definiciones. Al generarse un nuevo
conocimiento, una idea nueva, al introducirse un objeto hasta entonces desconocido; se forma
un nuevo concepto, para el cual se requiere un nombre, una denominación; lo anterior se
sintetiza en un término. El concepto debe precisarse en palabras, de ahí que se elabore su
definición.
“Un término, como un elemento de una terminología, es una unidad constituida por un
concepto y su denominación (…).” 49
El concepto es la idea o conjunto de ideas con que se identifican o reconocen objetos, ya sean
concretos o abstractos; ya sean individuales o generales. La creación de nuevos conceptos se
da “…haciendo una síntesis mental de diversos objetos basada en sus rasgos comunes…” 50
Por tanto se puede entender que un concepto es “…una unidad del pensamiento que abarca
las características comunes asignadas a objetos,” 51 que se utilizan para estructurar el
pensamiento, para hacer posible la comunicación y que resumen en sí, el conocimiento que se
tiene del mundo y la realidad.
De hecho es necesario ubicar los conceptos dentro de sistemas 52 , donde estarán ordenados en
forma jerarquizada y de acuerdo a las relaciones que los vinculan; de esta manera se les
deberá estudiar como parte de un todo y no en forma aislada. Es así que “toda disciplina tiene
que elaborar de manera sistemática sus conceptos y las denominaciones correspondientes.
No es posible la comprensión de una disciplina sin conocer esas bases semánticas” 53 . Para
está elaboración de terminologías es necesario identificar ciertas ideas, como la comprensión,
la clase y la extensión de conceptos. En cuanto a la primera se puede decir que “la totalidad
de las características que permiten una síntesis mental de objetos individuales y la mutua
delimitación de los conceptos constituyen la comprensión de un concepto” 54 ; la segunda
46
ARNTZ, Reiner, y PICHT, Heribert: Op. cit. p. 42.
47
Ibídem, p. 28.
48
Ibídem, p. 27.
49
Ibídem, p. 58.
50
Ibídem.
51
Ibídem.
52
Ibídem, Cfr. p. 102-137. [En este apartado se desarrollan los principios para la elaboración de sistemas de
conceptos y los tipos de relación que se dan en estos].
53
Ibídem, p. 102.
54
Ibídem, p. 71.
18
“…es la totalidad de objetos que corresponden a un concepto (…) [y] la extensión del
concepto es el conjunto de conceptos situados en el mismo nivel y subordinados a otro
concepto” 55
Los nuevos conceptos que se van generando por lo regular parten de la combinación de otros
ya conocidos, pudiendo ser, de acuerdo a Arntz y Picht, (1995, Págs. 75-77) por:
55
Ibídem, p. 73.
56
Ibídem, p. 78.
57
Ibídem, p. 87.
19
Otras de menor uso son las genéticas y operacionales (relación de las operaciones que llevan
a determinar el objeto) y; por el contexto.
Entre los requisitos que deben cubrir estas definiciones están el empleo de términos
unificados, que sea acorde al fin para el cual se elabora, y que sea actualizado regularmente
para que no se desfase con la evolución del conocimiento humano.
También se debe evitar caer en errores como elaborar definiciones circulares (uso de
sinónimos, o que la denominación esté en la definición), demasiado amplias (que no
delimiten bien el objeto), muy limitadas (que excluyan algunas características u objetos) o,
que sean redundantes.
Siguiendo al autor en que se ha apoyado esta parte del trabajo (Arntz y Picht, 1990, Págs.
143-155) se considera que los términos además de que deben ser lingüísticamente correctos,
precisos y concisos; deben cubrir con los siguientes requisitos:
• Fáciles de retener
• Fáciles de pronunciar y,
• Apropiados para la formación de derivaciones
Por otra parte su formación puede ser a partir de los siguientes criterios:
58
Ibídem, p. 58.
20
Se han identificado los elementos necesarios para hacer posible, desde el punto de vista
lingüístico, la precisión de un concepto: los documentos especiales. Término que deberá
contar una definición que permita un significado unívoco dentro del lenguaje archivístico,
para favorecer una correcta comunicación entre los agremiados de esta disciplina y de esta
manera hacer posible el abordarlos en forma sistemática en análisis y estudios que lleven al
desarrollo de la profesión.
Tal es la posición de autores como Antonia Heredia, Carrera Estampa, Cruz Mundet, Núñez
Fernández, Mendo Carmona, Martín-Pozuelo Campillo y Arévalo Jordán, solo por citar
algunos ejemplos. Aunque también hay que precisar que determinados estudiosos la
consideran como una ciencia emergente o en desarrollo, por ser su cuerpo teórico poco vasto.
Tal es el caso de Cruz Mundet, Núñez Fernández o Martín-Pozuelo Campillo. Se exponen a
continuación las ideas de algunos de los archivistas mencionados.
“Podemos conceptuar a la archivística como una ciencia emergente. Es ciencia por cuanto
posee un objeto, los archivos en su doble consideración: los fondos documentales y su
entorno; posee, además, un método, compuesto por un conjunto de principios teóricos y
59
Cfr. HEREDIA HERRERA, Antonia: Op. cit., Capítulo 5: Ciencias de la Documentación e Información:
Analogías y diferencias, p. 155-170.
60
HEREDIA HERRERA, Antonia: Op. cit., p. 11.
21
procedimientos prácticos, cuya evolución constante la perfilan con mayor nitidez día a día. Y
un fin: hacer recuperable la información documental para su uso.” 61
Eduardo Núñez resalta el debate que puede despertar el hablar de la Archivística como una
ciencia:
“…Aunque hoy en día se mantiene viva la discusión acerca del estatuto científico de la
Archivística y se viene imponiendo comúnmente este vocablo a la ciencia ocupada del
estudio, la organización y el servicio de los archivos…” 62
Por lo tanto en el presente trabajo se entiende a la Archivística como una ciencia que va
forjando poco a poco un conocimiento sistemático propio (y científico por supuesto), y que va
a dirigir sus esfuerzos al estudio de los archivos desde sus diferentes perspectivas:
organización, descripción, disposición y conservación documental, así como lo relativo al uso
y acceso a la información por parte de los diversos tipos de usuarios posibles. Sin perder de
vista su contexto de creación y tratamiento, o dicho en palabras de Cruz Mundet, su entorno.
Así mismo y en concordancia con la cualidad multidisciplinaria de cualquier otra disciplina,
se ha de apoyar en otras ciencias o técnicas que le permitan cumplir sus fines.
Hasta aquí se responde la pregunta formulada al inicio del presente subtema. No obstante
resulta pertinente hacer algunas acotaciones al respecto, sin pretender se tomen como un
análisis completo y a profundidad. En particular en relación a las denominaciones empleadas
para referirse a esta ciencia: Archivística, Archivología y Archivonomía. Incluso, hasta hace
algunos años en México, Administración de Documentos.
En algunas fuentes se pueden observar como sinónimos. En otras como conceptos distintos.
Veamos:
Carrera Stampa en las notas complementarias que agrega al hacer la traducción al castellano
de la obra de Schellenberg, Los archivos modernos, toma como equivalentes a la Archivística
y a la Archivología, diferenciando a la Archivonomía como aquella que se encarga de la
administración de los archivos. Éste último término es empleado de manera formal para
designar a la profesión en la ENBA, pues sus egresados obtienen el título de licenciados en
Archivonomía; fundamento para que muchos enarbolen el apelativo para la disciplina a nivel
profesional, distinguiéndola con ello de un nivel técnico. Sin embargo, más allá de la
denominación formal, se carece de una argumentación elaborada y profunda para sostener el
término.
61
CRUZ MUNDET, José Ramón. Manual de…: Op. cit. p. 64.
62
NÚÑEZ FERNÁNDEZ, Eduardo. Organización y Gestión de Archivos, p. 23.
63
SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos: Op. cit. p. 43 [*Nota: Esta definición de archivística es
una aportación del Dr. Carrera Stampa a la Obra de Schellenberg al momento de hacer la traducción al
castellano].
22
Arévalo Jordán considera a la Archivología según el planteamiento generalmente aceptado, es
decir como la ciencia que estudia los archivos, y a la Archivística la caracteriza como aquella
que incorpora tecnologías nuevas.
Núñez Fernández considera válido hacer una distinción entre Archivística y Archivología, en
tanto la primera, según se infiere de su argumento, se enfoca a la parte práctica y de
aplicación y la segunda a la parte teórica y de investigación académica. De ahí que hable del
Archivero (práctico) y del archivólogo (teórico).
También es posible encontrar fuentes donde se define a la Archivología como la que estudia a
los archivos históricos. 64
Y por último están aquellos autores que entienden a la Archivística y Archivología como dos
términos de un mismo concepto. Idea sostenida por Cruz Mundet y Antonia Heredia. Cabe
subrayar que el primero de ellos, al igual que Núñez Fernández, identifica dos esferas de
aplicación: la teórica y la práctica, aunque dentro de la misma disciplina, sin diferenciarlas
con nombres distintos.
Tampoco se puede referir a la Archivística como un área del tratamiento documental que
incorpora nuevas tecnologías, puesto que la informática resulta también una tecnología
auxiliar relevante para el funcionamiento de cualquier archivo.
64
Cfr. Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (México), Glosario de…: Op. cit. p. 20.
23
En cuanto a sesgar la ciencia en una parte práctica y otra teórica, significaría dividir un todo
en dos. La una no puede darse sin la otra. La teoría deviene de la práctica, como lo sostiene
Mendo Carmona:
“La Archivística es una disciplina que se ha desarrollado a partir del análisis, el trabajo de
campo y la investigación operativa sobre las organizaciones que producen documentos y los
acumulan, constituyendo archivos, ya sea con fines materiales o culturales. Así ha llegado al
establecimiento de unos principios esenciales, una metodología y un lenguaje propios que la
identifican y distinguen de otras ciencias o disciplinas afines, con las que está integrada en el
conjunto de las Ciencias de la Documentación y la Información” 65
Como se comentó páginas atrás, la ciencia busca concordar con la realidad, es decir la teoría
debe reflejar los hechos, lo real. Por el otro lado la práctica debe fundamentarse en la teoría
desarrollada, de tal modo que en el presente resultaría antiarchivístico no aplicar el principio
de procedencia o el ciclo vital, por ejemplo. La archivística como ciencia es una, quienes la
ejercen o practican pueden hacerlo a nivel técnico o profesional; pueden aplicarla únicamente
o investigar sobre ella. Todo dependerá de su nivel de formación y de sus intereses
profesionales.
Como se observa, este modelo no aborda un objeto de estudio distinto, ni se contrapone a los
principios archivísticos de organización o descripción. Lo que introduce es la idea de un
mayor control de la documentación y; en particular, la necesidad de la eliminación de
cantidades importantes del acervo documental, fundamentando esta actividad en la
valoración. Lo anterior como respuesta al fenómeno conocido como explosión documental.
Ésta última propuesta fue la única que encontró oposición entre los archivistas tradicionales,
acostumbrados a la conservación total e íntegra de los fondos documentales, sin embargo
poco a poco fue teniendo aceptación a nivel global.
65
MENDO CARMONA, Concepción. Los archivos y la archivística: Evolución Histórica y actualidad, p. 34.
66
MARTÍN-POZUELO CAMPILLO, M. Paz. La construcción teórica en archivística: el principio de
procedencia, p. 166.
24
Y para puntualizar que la ciencia que trata sobre los archivos, cualquiera que sea su tipo, es la
archivística, independientemente de que por cuestiones geográficas o de cultura se le pueda
denominar de otras formas, cerremos este breve análisis con palabras de Concepción Mendo:
“A partir de 1952 los archivos ingleses fueron reestructurados según el modelo americano.
En el resto de Europa Occidental las teorías archivísticas americanas concienciaron a los
archiveros la necesidad de conciliar las dos dimensiones tradicionales de la Archivística: la
histórica, consolidada en el siglo XIX, y la administrativa, entonces redescubierta, ya que los
archivos de hoy son la historia del mañana” 67
Pasando a otro punto, se analizará sucintamente cual es la finalidad de la ciencia que se acaba
de definir. Schellenberg sostiene que “Los fines de todo esfuerzo archivístico son los de
preservar los documentos valiosos y disponerlos para dar servicio.” 68 Afirmación en la que
se identifican dos elementos: la preservación y el servicio. Y es alrededor de una de estas dos
vertientes sobre la que orbitan la mayoría de las ideas cuando se diserta sobre los fines de la
Archivística. Encontrándose casos en los que se suma alguna otra idea para argumentar la
finalidad de ésta disciplina, así como puntos de vista que se inclinan únicamente por la parte
del servicio y utilización de la información.
Se tiene por ejemplo a Antonia Heredia, quién afirma que: “La finalidad no es otra que el
servicio de los archivos a la sociedad, materializado en el ofrecimiento de la información ya
sea a las instituciones productoras, ya sea a los ciudadanos, sean o no estudiosos.” 69 Quién,
como se observa, se inclina por el servicio como finalidad de la Archivística. Cruz Mundet
reafirma la perspectiva de Heredia al aseverar que su fin radica en hacer que la información se
pueda recuperar y utilizar eficientemente, como se lee en una cita del autor hecha páginas
atrás.
Núñez Fernández agrega la organización como otro elemento de los fines de la Archivística,
asentando que “su finalidad [es] la organización del fondo con vistas a su posterior
utilización aunque siempre bajo la perspectiva del respeto a su origen y a la estructura
orgánica a la que pertenecen…” 70
Una conclusión pronta y somera a partir de las proposiciones planteadas por los autores
citados, llevaría a establecer como fin de la archivística las tareas de organización y
preservación de los archivos y el servicio de información a los usuarios. Sin embargo se
puede llegar a otro razonamiento.
Partiendo del hecho de que esta disciplina tiene un carácter científico, deviene la
consecuencia natural de su carácter benéfico a la sociedad, puesto que Bunge afirma que entre
las características de la ciencia está el ser útil. Cualidad que “es una consecuencia de su
objetividad: sin proponerse necesariamente alcanzar resultados aplicables, la investigación
los provee a la corta o a la larga” 71 Este provecho que se obtiene, es a partir del ejercicio
profesional de quienes se dedican a la aplicación de cualquier área de la ciencia. Ortega y
Gasset pone énfasis en esta utilidad:
67
MENDO CARMONA, Concepción: Op. cit. p. 31.
68
SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos: Op. cit. p. 323.
69
HEREDIA HERRERA, Antonia: Op. cit. p. 11.
70
NÚÑEZ FERNÁNDEZ, Eduardo: Op. cit. p. 32.
71
BUNGE, Mario: Op. cit. p. 32.
25
“Las carreras o profesiones son tipos de quehacer humano que, por lo visto, la sociedad
necesita (…) Toda colectividad de occidente ha menester hoy de un cierto número de
médicos, de magistrados, de militares… y de bibliotecarios. Y ello por que, según parece,
esas sociedades tienen que curar a sus miembros, administrarles justicia, defenderse y
hacerles leer.” 72
Y faltaría agregar que también dichas sociedades requieren archivistas. Los médicos, en las
instituciones de salud, deben contar con el expediente clínico de sus pacientes para contar con
información que les permita tomar las decisiones acertadas en sus diagnósticos y tratamientos.
Los sistemas de justicia no pueden impartirla de manera ecuánime si no se respaldan en la
documentación que refleja los procesos judiciales… En resumen, tales grupos humanos tienen
que contar con una memoria tangible que refleje y sustente las atribuciones que competen a
cada institución establecida, dando por hecho que éstas existen para que puedan funcionar los
Estados y las sociedades en general.
Corresponde ahora precisar cómo se tomará aquí al objeto de estudio de la archivística, ya que
desde la misma concepción de ésta disciplina se puntualiza con precisión que ha de dirigir sus
esfuerzos al análisis de los archivos desde todas sus perspectivas, situación que hace
inexorable delimitar el concepto.
Sin embargo, a pesar de todos estos estudios, o quizá por ellos, persiste cierta problemática
que sale a flote en la mayoría de los casos. Esta realidad la retoma Vázquez Murillo,
72
ORTEGA Y GASSET, José. Misión del bibliotecario, p. 39.
26
destacando lo que ya Schellenberg apuntaba en su Archivos Modernos: la dualidad de
significados atribuible al término archivo. A continuación se tratará de explicar esta situación
en forma breve y somera.
Partiendo del significado etimológico, archivo proviene del latín archivum, y este del griego
ἀρχεῖον, residencia de los magistrados. Esto por que “En Atenas cada magistratura tenía sus
propios archivos, instalados en el Archeion, o sede de la magistratura.” 73 Probablemente a
ello se deba que se llega a encontrar como una de las acepciones de archivo al “Lugar en que
se custodian documentos públicos o particulares.” 74
Pero el archivo trasciende al lugar, su esencia son los documentos, de tal modo que
Schellenberg lo define de la siguiente manera:
“Son aquellos registros de cualquiera institución pública o privada que hayan sido
considerados ameritar su preservación permanente con fines de investigación o para
referencia y que han sido depositados o escogidos para guardarse en una institución
archivística.” 75
Por su parte, en el análisis de este término, la Doctora Heredia trata de resumir un concepto,
en el cual incluye los elementos que considera esenciales; documentos, organización y
servicio, quedando su planteamiento así:
“Archivo es uno o mas conjuntos de documentos, sea cual sea su fecha, su forma y soporte
material, acumulados en un proceso natural por una persona o institución pública o privada
en el transcurso de su gestión, conservados, respetando aquel orden, para servir como
testimonio e información para la persona o institución que los produce, para los ciudadanos
o para servir de fuentes de historia.” 76 .
Rescatando, con ésta idea, la parte de los archivos administrativos que se le escapó a
Schellenberg y subrayando que no es suficiente que existan los documentos, sino que también
se encuentren organizados, conservados y puestos en servicio para su utilización, aunque
omitiendo la indicación de donde se harán estas tareas, aspecto que si apunta el archivista
norteamericano.
Fuster Ruiz realiza también un examen minucioso del concepto e identifica diversos aspectos
en las definiciones de archivo dadas por distintos autores y fuentes: institución, documentos,
entidad productora, local, organización, personal capacitado y servicio. Con estos elementos
estructura una definición con la cual intenta una idea lo más completa posible:
73
COUTURE, Carol, y ROUSSEAU Jean- Yves: Op. Cit., p. 3-4.
74
SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos: Op. cit., p. 42-43. [*Nota: Esta definición de archivo es
una aportación del Dr. Carrera Stampa a la Obra de Schellenberg al momento de hacer la traducción al
castellano. En ésta, básicamente sigue el Diccionario Histórico de la Lengua Española].
75
SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos: Op. cit., p. 42.
76
HEREDIA HERRERA, Antonia: Op. cit., p. 89.
27
cualquier persona, como testimonio de la gestión de actos administrativos y/o jurídicos, o
como información para fines científicos o culturales.” 77
- Antonia Heredia también se centra en los documentos, precisando que puede ser más
de un grupo, e incluye otros elementos que van más allá de la documentación, puesto
que mantener el acervo organizado y en servicio implica tareas que alguien debe
realizar.
Esta situación puede visualizarse como un dilema. Por un lado, por que un archivo como
institución automáticamente incluye otros factores que trascienden a la documentación,
mismos que Fuster Ruiz sintetiza en su definición. De igual forma, es un hecho que los
archivos generales, ya sea a nivel nacional o estatal, además de contar por lo común con más
de un fondo, con frecuencia cuentan con colecciones entre su acervo, conjunto documental
considerado la antítesis de la noción de archivo como agrupación de documentos.
Por otra parte, entender archivo estrictamente como grupo documental, excluye las ideas de
organización y servicio, por que los documentos por si solos no se organizan ni sirven,
además de que podría entenderse como sinónimo de fondo (véase temas 2.3.1 y 2.3.2),
poniendo con esto en tela de juicio el significado de otros términos, por ejemplo; archivo de
trámite o archivo contable, en los que el conjunto de documentos a que hacen referencia sus
respectivos conceptos es solo una fracción del fondo. Este cuestionamiento no es permisible si
se considera que el primero de estos dos conceptos es fundamental en el contexto del ciclo
vital del documento. 79
77
FUSTER RUIZ, Francisco. Archivística, archivo, documento de archivo... Necesidad de clarificar los
conceptos, p. 110-111.
78
MARTÍN- POZUELO CAMPILLOS, M. Paz: Op. cit., p. 107-108.
79
Nota: Véase el tema 2.2 de éste trabajo donde se comenta sobre el ciclo vital. Esta teoría en México se traduce
en los Archivos de trámite, concentración e histórico. Cfr. ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN (MÉXICO).
28
Esta dualidad de significados atribuible al término archivo, ya la había subrayado el Doctor T.
Schellenberg al hacer una acotación para la mejor comprensión de su obra:
“Los alemanes emplean el término ‘Archivalien’ para designar los materiales, pero su
equivalente en inglés ‘archivalia’ nunca ha encontrado aceptación general. Para aclarar esta
diferencia se usarán en este libro las palabras “institución archivística” cuando se designe la
institución, mientras que la palabra “archivos” se usará con referencia a los materiales que
conciernen a la institución archivística.” 80
Con esta observación deja de manifiesto la necesidad de emplear términos distintos para
referirse a los documentos como agrupación y a la entidad encargada de su administración,
optando él por emplear archivos para la primera e institución archivística para la segunda.
“Todo material escrito, gráfico (dibujos, mapas, planos), multigrafiado, reprógrafo, sonoro,
audiovisual (películas) proveniente de una entidad, producido o recibido en función de sus
actividades o, en general, relacionado con su vida administrativa, desde el momento en que
cumplió su función inmediata que originó su creación y se conserva con fines
administrativos, jurídicos y científicos o culturales.” 83
Este término, prácticamente en desuso en la archivística mexicana, aún es tratado por autores
argentinos seguidores del Doctor Tanodi, como Arévalo Jordán o Vázquez Murillo. En
particular éste último insiste en su pertinencia al analizar la noción de archivo y archivalía.
Es así que para Manuel Vázquez “La archivalía es el contenido orgánico de un archivo y
puede estar constituido por uno o muchos fondos documentales”, 84 definición que también
Los Sistemas Red de Archivos del Gobierno Federal. Manual de Organización de los Sistemas Red de Archivos.
59 p.
80
SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos: Op. cit., p. 37.
81
SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos: Op. cit., p. 42-43. [*Nota: Esta definición de archivo es
una aportación del Dr. Carrera Stampa a la Obra de Schellenberg al momento de hacer la traducción al
castellano. Como se observa es una definición ya mas elaborada, a diferencia de la anterior en la que
únicamente sigue al diccionario].
82
SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos: Op. cit., p. 43. [*Nota: Esta definición de archvalía es
una aportación del Dr. Carrera Stampa a la Obra de Schellenberg al momento de hacer la traducción al
castellano].
83
TANODI, Aurelio: Op. cit., p 15.
84
VÁZQUEZ MURILLO, Manuel: Op. cit., p. 60.
29
plantea como “… los conjuntos de documentos de gestión o de archivo que se conservan
orgánicamente desde que se inicia la tramitación, hasta el fin de su existencia.” 85 Éste autor
cuestiona la acepción de Tanodi por considerar que excluye fondos personales o familiares,
por que omite la exigencia de que la documentación se encuentre organizada y por que puede
entenderse como sinónimo de fondo.
Desde esta perspectiva, Vázquez, al igual que Tanodi y Carrera, elimina para el término
archivo el significado centrado exclusivamente en los documentos, definiéndolo así:
Concepto bastante cercano al articulado por el Doctor Aurelio Tanodi: “Entendemos bajo el
término archivo las secciones de entidades y las instituciones que reúnen, conservan,
ordenan, describen, administran y utilizan la archivalía y eventualmente los documentos
históricos que no son archivalía” 87
El acierto de Tanodi, que retoma a la postre Vázquez, reside en considerar como archivo no
únicamente a las designadas como instituciones archivísticas por Schellenberg, sino también a
aquellas unidades de información denominadas como archivos de trámite o de concentración,
que no representan al conjunto total de documentos generados por una institución, sino solo a
una fracción de estos, ya mayor, ya menor. Otra aportación relevante estriba en contemplar la
posibilidad de encontrar colecciones entre el acervo documental de los archivos, al
puntualizar que estos llegan a conservar eventualmente “documentos históricos que no son
archivalía.”
Es así que el significado de archivo trasciende al conjunto orgánico de documentos, idea más
cercana a la noción de fondo que de archivo, por que implica todos esos elementos sugeridos
por Fuster Ruiz, con la acotación de que el factor documentos puede estar representado por
una fracción 88 de fondo, por uno íntegro o por varios de ellos. Aunado a lo anterior, solo a
una unidad administrativa o a una institución es posible conferirle atribuciones, mismas que
en este caso han de cumplir tomando como insumo sustantivo los documentos que lo
conforman. Antonia Heredia afirma que son funciones de un archivo las tareas de recoger,
conservar y servir la documentación, puntualizando que:
Otro argumento que refuerza esta idea, y que de alguna manera se mencionó ya, es el relativo
a las consecuencias de llevar a lo pragmático el modelo de la teoría del ciclo vital del
85
Ibídem, p. 58.
86
VÁZQUEZ MURILLO, Manuel: Op. cit., p. 70.
87
TANODI, Aurelio: Op. cit., p 14.
88
Nota: Se apunta fracción de fondo, por que puede estar representada por una o varias series, por una o varias
secciones o parte de ellas.
89
HEREDIA HERRERA, Antonia: Op. cit., p. 95.
30
documento, principio ineludible a estas alturas de la evolución de la Archivística. Lo anterior
se traduce en tratar los fondos documentales, particularmente los abiertos o de instituciones en
activo, según la utilidad de sus documentos, situación que se va a reflejar en el
establecimiento de sistemas de archivo conformados por diferentes unidades, a saber, las de
trámite, concentración e histórico, cohesionados por un conjunto de políticas y
procedimientos cuyo fin es permitir el funcionamiento en forma correcta y armoniosa de
todos estos elementos como un todo. Esta situación la explica Núñez Fernández con las
siguientes palabras:
“Si entendemos el concepto de sistema archivístico como reflejo del ciclo vital del documento
y su aplicación a la organización y gestión del fondo de una institución cualquiera que sea la
dimensión y complejidad de ésta, debemos proceder a definir sobre la realidad documental
los distintos estadios o fases por los que transita ese fondo archivístico, que dan lugar a otros
tantos tipos de archivos.” 90
Este hecho lo reconoce la Doctora Heredia Herrera cuando afirma que “…en la práctica
diaria necesariamente habremos de tener en cuenta dos acepciones [de archivo]
(administrativos e históricos), partiendo de la incidencia de ciertos problemas y el especial
tratamiento de la documentación y de la información en unos y otros.” 91
90
NÚÑEZ FERNÁNDEZ, Eduardo: Op. cit., p. 149.
91
HEREDIA HERRERA, Antonia: Op. cit., p. 95.
31
Una aclaración más: cuando se menciona entre paréntesis que excepcionalmente un archivo
puede albergar alguna colección, no se quiere decir que sea su función formarlas, puesto que
va contra los principios de organización archivística. Más bien se plantea que como un hecho
real es posible llegar a encontrarlas particularmente en archivos históricos y/o como parte de
algunos fondos personales o familiares. Estas agrupaciones documentales, aunque artificiales,
se conforman generalmente por materiales netamente archivísticos, desde la perspectiva de
haberse generado en el transcurso de un trámite administrativo (véase tema 2.3.3) y que por
razones diversas fueron extraídas de su contexto de origen. Una vez reunidos con otros
documentos, generalmente bajo criterios temáticos, y habiendo llegado a una institución o
unidad de archivo, es necesario también dotarlos de una organización, para lo cual la teoría
archivística también contempla determinados criterios, particularmente en su clasificación.
Bajo estos criterios en la concepción del término archivo, se vuelve más coherente la frase de
Cruz Mundet citada páginas atrás al definir archivística: “Es ciencia por cuanto posee un
objeto, los archivos en su doble consideración: los fondos documentales y su entorno…” Es
decir los documentos y el resto de elementos que contempla Fuster Ruíz, amén del contexto
de creación del acervo documental.
Hablar de este principio, sin embargo, no es tan simple. Tanto su origen y autoría, como sus
posibles interpretaciones pueden suscitar polémica. Pero al no ser ésta el objetivo del presente
trabajo, se abordará de manera sencilla planteando las ideas de aceptación general. A cambio,
se dan los siguientes comentarios a manera de recomendación para conocer más sobre estos
tópicos:
32
Por otro lado, en cuanto a las interpretaciones del significado de procedencia, Herman
Hardenberg (1985) en su texto “Algunas reflexiones sobre los principios para el
ordenamiento de archivos” identifica hasta ocho principios. De igual manera Arévalo
Jordán (2003, p. 145-146) plantea al respecto argumentos desde varias perspectivas.
Duchein por su parte trata de aclarar los problemas que pueden suscitar la noción de
procedencia y el concepto de fondo (1985).
Aún con dichas controversias por lo común se reconoce como responsable de su enunciación
al historiador y paleógrafo Natalis de Wailly, quién por entonces fungía como jefe de la
Sección Administrativa de los Archivos Departamentales, subordinados al Ministerio del
Interior de Francia.
Las ideas de Natalis se reflejaron en las “Instructions pour la mise en ordre et le classement
del archives départamentales et comunales” (“Instrucciones para poner en orden y clasificar
los archivos departamentales y municipales”), circular signada por el Conde Duchatel,
Ministro del interior, el 24 de abril de 1841, en la cual:
“… está formulado el principio básico de respect des fonds, según el cual todos los
documentos que se originen de una ‘autoridad administrativa, una corporación o una
familia’ tienen que ser reunidos en fonds, dentro de los cuales deben ordenarse los
documentos por asuntos o materias cronológica, geográfica y alfabéticamente. Las
interrelaciones de los grupos de asuntos y materias dentro de los fondos se determina por su
contenido.” 92
De esta manera se rompe con la forma tradicional de establecer las agrupaciones principales
de archivo a partir de criterios temáticos, y se opta por tomar como base el origen institucional
de la documentación, estableciéndose con ello la noción de fondo.
El primero de Julio de 1881 el historiador Heinrich Von Sybel, director de los Archivos del
Estado Prusiano, establece en el Regulative Für die ordnungsarbeiten im Geheimen
Staatsarchiv, el Provenienzprinzip y el Registraturprinzip; principios regidores en la
organización documental. En el primero se recoge la idea de Natalis sobre el respeto de los
fondos. En el segundo se instaura el respeto a la procedencia no solo a nivel institucional, sino
además a nivel oficina creadora:
Este principio, que en castellano se identifica como Principio de respeto al orden original,
complementó aquel planteado en 1841 y permitió consolidar el método para la clasificación
archivística. Cabe comentar que a pesar de que el reglamento que lo enuncia fue firmado por
92
SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos: Op. cit. p. 95.
93
Ibídem, p. 223.
33
Sybel, se atribuye su formulación al historiador y archivista Max Lehmann con el apoyo de
otros archivistas vanguardistas como Bailleu y Hegert.
Algunos de los elementos que dan consistencia a estos principios, permitiendo a la vez su
comprensión y análisis, son los conceptos de entidad productora o institución, procedencia y
fondo. Toda institución al dar cumplimiento a sus funciones a través de gestiones
administrativas, genera y recibe documentos que se van acumulando y que al mismo tiempo
comprueban el cumplimiento de sus atribuciones y contienen la memoria de su devenir. Este
conjunto documental cuyo origen (procedencia) esta en la administración de dicha institución
representa un fondo de archivo.
De ahí que Martín Pozuelo afirme que “fondo de archivo, procedencia y cuadro de
clasificación suponen la triada de conceptos derivada del primer nivel de aplicación del
principio de procedencia” 94 Idea en la cual la noción de institución juega un papel relevante,
al ser quien genera la documentación. Sostiene Víctor Hugo Arévalo que: “La entidad
productora tiene vital importancia en la archivología, puesto que determina la
procedencia” 95 . Permitiendo con ello la delimitación del fondo.
Por lo tanto si se toma como fondo la suma total y sistémica de documentos que resultan de la
gestión administrativa de una institución, será inexorable precisar el concepto de esta, para
que no exista ambigüedad en el significado de dicho término. Siendo relevante definir a la
entidad productora desde la perspectiva archivística, independientemente de que pueda tener
otras acepciones.
Michel Duchein hace una gran labor al establecer aquellos criterios que permiten delimitar a
un organismo productor de fondos, partiendo del análisis del concepto de fondo propuesto por
Hilary Jenkinson. Este excelente estudio conviene consultarlo en su fuente original 96 . Dichos
planteamientos permiten establecer desde la óptica archivística a la institución como:
94
MARTIN- POZUELO CAMPILLO, Ma. Paz: Op. cit. p. 130.
95
ARÉVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas Documentales de Archivo… p. 145.
96
Cfr. DUCHEIN, Michel. El respeto de los fondos en Archivística: Principios Teóricos y problemas prácticos,
p. 74-77.
97
MARTIN- POZUELO CAMPILLO, Ma. Paz: Op. cit. p. 86.
98
Ibídem, p. 130.
34
Es así que se reafirma en este trabajo el principio de procedencia como teoría eje de la
archivística, tal como se refleja en la siguiente aseveración, que sintetiza implícitamente lo ya
argumentado y que sirve para concluir este tópico:
“El procedimiento archivístico parte de su misma historia, señala el origen de los papeles
que encierra. La clasificación constituye un destacado método documental escalonado desde
las grandes agrupaciones de documentos hasta la pieza simple. La pieza documental está
constituida por la mínima unidad documental, sea el documento, el expediente o la pieza
documental en algunos casos como unidad indivisible” 99
Esta idea se concretiza y vuelve mas objetiva, al complementarse con estas palabras de Cruz
Mundet:
99
ARÉVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas Documentales de Archivo…: Op. cit. p. 38.
100
Cfr. SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos: Op. cit. Capítulo VII Principios de Clasificación, p.
82-94; y COUTURE, Carol, y ROUSSOE, Jean Yves. Op. Cit. Parte III, Capítulo IV Clasificación, p. 225-237.
101
HEREDIA HERRERA, Antonia: Op. cit. p. 186.
102
CRUZ MUNDET, José Ramón. Manual de…: Op. cit. p. 239.
35
“…el cuadro de clasificación supone una estructuración jerárquica y lógica de los fondos,
los divide en grupos evidenciados por ser reflejo de una acción, función o actividad. Cada
grupo posee identidad propia y se relaciona jerárquicamente con los demás, sin dar lugar a
la ambigüedad; es decir, la adscripción de los documentos por su origen a un grupo, excluye
toda posibilidad de pertenencia a otro.” 103
En cuanto al fondo, se trató en forma suficiente en el tema anterior. Baste reafirmar que por él
se entiende a la totalidad de documentos reunidos orgánicamente por una persona moral o
física, pública o privada, en el transcurso de sus actividades y cumplimiento de sus
atribuciones.
Por otra parte y como se mencionó ya, es posible hallar en los archivos, grupos de
documentos que no se encuentran reunidos por que hayan resultado de la gestión
administrativa de la misma institución. Por lo tanto su cohesión como conjunto no reside en
su procedencia, sino en algún otro elemento, ya sea la temática o asunto u otra característica
común, como los rasgos físicos de la documentación. Estas agrupaciones son conocidas como
colecciones, y se les califica de artificiales por que en contraposición con los fondos que
resultan en forma natural, son reunidos por voluntad de una persona o institución. Se les sitúa
en la jerarquía de unidades mayores por que se constituyen como independientes para su
tratamiento de organización y descripción. A diferencia de los fondos, es imposible aplicar en
ellos el principio de procedencia y orden original, puesto que el origen de sus componentes
esta en un número indeterminado de entidades productoras. En consecuencia, representa el
único caso válido para emplear un sistema de clasificación por asuntos o temas.
103
Ibídem, p. 244.
104
ARÉVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas Documentales de Archivo…: Op. cit. p.257.
36
Las secciones son la primera subdivisión del fondo. Se establecen a partir de la
documentación generada por las unidades administrativas de mayor jerarquía de la entidad
productora; o en su caso, por la producida en el ejercicio de las funciones principales de la
misma. También pueden tomarse como pautas, rasgos de orden geográfico o cronológico.
Heredia plantea además la existencia de otras dos clases de secciones: aquellas que por su
volumen y naturaleza requieren un tratamiento independiente al aplicado al fondo del que
provienen y; las que no responden exclusivamente a la procedencia, sino a una agrupación
posterior a su creación. A las primeas las denomina secciones de fondo y a las segundas
históricas o de archivo.
Otra unidad documental son las series. Se integran por un conjunto de expedientes que
resultan de la misma actividad administrativa realizada por un órgano u oficina de la entidad
productora. Los documentos van a presentar una homogeneidad más o menos regular en
cuanto a tipología y carácter de información, lo que permite manejarlos como unidad para la
utilización de un método de ordenación.
Por último están los expedientes, mismos que constituyen la unidad básica de la serie. Por lo
general en los archivos no se manejan documentos sueltos. Siempre se agrupan en fólderes o
carpetas. El criterio que se toma para reunirlos reside en que todos se refieran a la gestión de
un asunto específico; de tal manera que refleje el inicio, seguimiento o proceso y resolución
del mismo. Regularmente se le identifica con un nombre, ya sea de una persona física o
moral, de algún programa o de acuerdo a los asuntos que tramite la unidad generadora. En
determinadas situaciones, cuando la gestión administrativa así lo exige, se agrupan según la
tipología documental por periodos cronológicos (días, semanas, meses, trimestres, semestres,
años), como sucede con buena parte de la documentación de áreas financieras.
Se advierte por lo tanto, como un fondo representa una unidad de documentos integral e
independiente respecto a otros, en cuanto es una estructura con elementos perfectamente
definidos, diferenciados e interrelacionados. Se aprecia que la documentación de archivo no
debe verse aislada, sino en función del grupo a que pertenece respectivamente: expediente –
37
serie – subsección – sección - fondo. Cada una de estas agrupaciones tiene características
propias, por lo que no se les debe confundir entre si.
Es así que el archivista habrá de ver siempre al documento como parte de un todo al realizar
su labor profesional. Sin embargo, conceptualmente y para efectos de estudio se le puede
analizar en sus partes o elementos que lo integran. Y representando el componente esencial de
un archivo, resulta necesario precisar los elementos diferenciadores del documento de archivo
con respecto a otros, así como descomponerlo en sus elementos mínimos a fin de contar con
bases más sólidas para la conceptualización de los documentos especiales.
Desde esta perspectiva existe una gran variedad de documentos: revistas, periódicos, cartas,
videos, oficios, libros, pinturas, fotografías, postales, etc. De los cuales no todos se enmarcan
en el ámbito archivístico. Algunos recaen sobre el sector de la biblioteconomía, como los
libros, revistas y periódicos; otros en el campo de la museografía como las pinturas. Pero hay
casos en que pueden pertenecer a un archivo o biblioteca, como los videos por ejemplo; o en
el caso de las fotografías pueden estar en los tres ámbitos.
38
se desprende la relevancia de la entidad productora por ser quien lo genera. En consecuencia,
se debe entender al documento archivístico, como aquel que se produce en el contexto de una
institución; concibiendo por ésta, a personas tanto físicas como morales, así como públicas y
privadas, tal como se planteó al definir fondo y archivo.
A ello obedece que las características de clase y tipología documental no sean resultado del
azar o la arbitrariedad, sino que precisamente las particularidades de la gestión sean las que
lleven a moldear o determinar dichos rasgos en la documentación. De ahí que sean tan
diversos los tipos documentales como variadas pueden ser las actividades que se ejecutan en
la administración de una organización. También de dicha situación se desprende que no
encontremos fondos documentales iguales, es decir, que no sea posible encontrar la misma
documentación en archivos distintos.
Es precisamente esa la naturaleza de los documentos de archivo, misma que hará posible
discernir con toda seguridad aquel acervo que presenta cualidades archivísticas de aquel que
no las posee. Con tal argumento se torna diáfano el límite entre lo que debe estar en un
archivo y lo que no. Y ello permite también rechazar la aplicación de procedimientos no
archivísticos en el manejo y tratamiento de la documentación, que pudieran afectar la relación
del documento con su contexto de creación, en virtud de que en dicho vínculo reside su
esencia, como se aprecia en la siguiente afirmación:
107
MARTIN- POZUELO CAMPILLO, Ma. Paz: Op. cit. p. 103.
108
Ibídem, p. 82.
109
Ibídem, p. 89.
39
Para Arévalo Jordán, “archivísticamente hablando, significa cualquier escrito o imagen
impregnado en un soporte relativo, sirve para suministrar o conservar la información”. 110 Si
bien esta aseveración puede quedar poco específica como parte de una terminología propia
para la disciplina, aclara que “los archiveros prefieren delimitar el concepto, encerrándolo en
aquellos documentos producidos por una determinada actividad, lo cual ayuda a limitar los
elementos que son propios de un archivo”, 111 puntualizando con ello su concepción.
Vázquez Murillo explicita esta cualidad de origen en la gestión, además de agregar la utilidad
del mismo en términos más específicos y no genéricos como lo hace Arévalo. Para Vázquez
“… es un soporte modificado por un texto a él adherido que surge como resultado de una
tramitación o gestión y tiene como fin impartir una orden, testimoniar oficialmente algo o
meramente probar una información útil para el trámite.” 112
Por su parte Heredia Herrera no solo resalta el origen, sino que además pone de manifiesto a
la entidad productora. Plantea que la distinción de los documentos de archivo con respecto a
los que se enmarcan en otros ámbitos se basa “… en su génesis que es la que los va a
diferenciar, en cuanto se estiman como tales los producidos o recibidos por una persona o
institución durante el curso de su gestión o actividad para el cumplimiento de sus fines.” 113
Martín-Pozuelo comulga con las ideas anteriores, sumando a su definición la idea de los
valores inherentes a la documentación, mismos que están ligados a la utilidad que se les da.
Es así que afirma:
De dichos rasgos se entiende, en forma muy simple, como documento archivístico aquel que
resulta de las actividades administrativas de una institución. La especificación de que dichas
110
AREVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas documentales de archivo…: Op. cit. p. 21.
111
Ibídem, p. 27.
112
VÁZQUEZ MURILLO, Manuel: Op. cit. p. 23.
113
HEREDIA HERRERA, Antonia: Op. cit. p. 89.
114
MARTIN- POZUELO CAMPILLO, Ma. Paz. Op. cit. p. 98.
40
diligencias son para que la organización cumpla con sus atribuciones, así como la utilidad que
tienen los documentos, quedan sobreentendidas. Sin embargo, para mayor precisión, pueden
explicitarse. El presente trabajo se adhiere a una de las definiciones más completas, la del
doctor Theodore R. Schellenberg, que reúne las ideas ya expuestas, y es casi seguro que las
haya influido:
“Son todos los libros, papeles, mapas, fotografías u otros materiales documentales, sin
consideración de sus características o formas físicas, hechos o recibidos por cualquier
institución pública o privada en secuencia de sus obligaciones legales o en conexión con la
transacción de sus propios asuntos, y preservados o apropiados para su conservación por esa
institución o sus legítimos sucesores, como evidencia de sus funciones, política, decisiones,
procedimientos, operaciones u otras actividades, o por el valor informativo de los datos que
contengan.” 115
Asevera la Doctora Heredia Herrera: “Son pues la génesis, el carácter seriado, y su calidad
de únicos las notas que caracterizan a los documentos archivísticos.” 116 Tales atributos,
desde su perspectiva, los plantean diferentes autores. Por ejemplo María Paz Martín-P. (1996,
págs. 101-103) argumenta que son: contexto de creación, unicidad, autenticidad,
heterogeneidad de su contenido y que todos estos estén siempre presentes. Por su parte,
Molina y Leyva (1996, págs. 20-21) consideran los siguientes: la génesis, cualidad de
seriados, su exclusividad y unicidad; esta última la subdividen en integridad, autenticidad y
forma (original o copia). Para Cruz Mundet (1994, p. 99-100) solo son el carácter seriado, la
génesis, la exclusividad y la interrelación.
A simple vista parecería que existe una divergencia de opiniones. Sin embargo es solo
aparente. En realidad exponen las mismas ideas: algunos con términos distintos, otros en
forma más somera o más profunda. En síntesis los elementos que distinguen al documento de
archivo son los siguientes:
115
SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos: Op. cit. p. 42.
116
HEREDIA HERRERA, Antonia: Op. cit. p. 90.
41
en términos materiales como informativos. No existen dos originales idénticos, salvo
escasas excepciones donde el propio acto administrativo así lo exige. Por otra parte,
los datos que contiene no se encuentran en otros en la misma extensión e intensidad;
de ahí el carácter heterogéneo que argumenta Martín-Pozuelo. Esta cualidad de
exclusivos la explican Molina y Leyva de la siguiente manera:
Además de estas peculiaridades del objeto estudiado, los elementos que lo constituyen son
también muy propios del documento archivístico, y en uno de ellos se cimienta la naturaleza
de los documentos especiales: la clase documental; misma que forma parte de los caracteres
externos del documento.
Este análisis, necesario para estudiar el documento archivístico, lo hizo hace más de medio
siglo el Doctor T. R. Schellenberg en su obra Técnicas descriptivas de archivos, denominando
a los primeros como caracteres externos y a los segundos como internos. Siendo estos últimos
en los que se encuentran los datos que nos permiten identificarlo como documento de archivo;
117
MOLINA NORTES, Juana, y LEYVA PALMA, Victoria: Op. cit. p. 21.
42
ya que los otros pueden ser comunes a documentos de otros ámbitos, como el bibliotecario
por ejemplo.
Plantea Víctor Hugo Arévalo que al estudiar este tópico se consideran principalmente la
forma y el contenido: “Al hablar de caracteres externos lo hacemos entonces de la forma, los
datos evidentes, como lo califican algunos autores. Al hablar de caracteres internos lo
hacemos de su contenido, los datos latentes” 118
En esencia, prácticamente todos los autores consultados siguen en mayor o menor grado las
ideas de Schellenberg, complementando con observaciones propias. Por lo anterior la
exposición de este tema se sustenta de manera particular en el notable archivista
norteamericano ya referido, 119 y se enriquece con apuntes pertinentes de otros estudiosos de
la archivística.
Los caracteres externos son el tipo, clase, formato, cantidad y forma. De estos se puede decir
que:
“Consisten en las distintas propiedades que conforman la apariencia y estructura física del
documento, como su color, tamaño, grosor, etc.; son aquellos que a simple vista nos dan un
indicio de que trata el documento (…) agilizan la identificación visualmente relacionada a la
función que se realiza y nos dan pautas aproximadas de sus contenidos.” 120
El formato se refiere al modo en que se agrupan los documentos físicamente para su guarda,
pudiendo ser en volúmenes (encuadernados) o unidades archivables (carpetas o fólderes de
cualquier tipo).
118
AREVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas documentales de archivo…: Op. cit. p. 27.
119
SCHELLENBERG, Theodore R. Técnicas descriptivas de archivos. Capítulo II, Los caracteres externos e
internos de los documentos, p. 17–39.
120
AREVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas documentales de archivo…: Op. cit. p. 122–123.
121
SCHELLENBERG, Theodore R. Técnicas descriptivas…: Op. cit. p. 21.
43
A estos caracteres Arévalo Jordán, Núñez Fernández, Molina y Leyva, Cruz Mundet, así
como Antonia Heredia, coinciden en sumar otra perspectiva al formato y además incluir el
soporte.
Sobre el primero, además de señalar la manera en que están reunidos los documentos,
consideran las dimensiones o forma física de las hojas, o en el caso de los documentos
informáticos o procedentes de cualesquier otra tecnología, a las dimensiones o características
de almacenamiento.
Por otro lado, el soporte como cualidad externa del documento, identifica el material sobre el
que esta plasmada la información. Está estrechamente vinculado al formato desde el enfoque
recién planteado, en virtud de que lo condiciona: al identificar un documento tamaño carta,
oficio o legal implica necesariamente hablar de que está en soporte papel, por ejemplo. O
cuando se menciona una videograbación en formato vhs, forzosamente estará la información
en cinta magnética. Sobre éste carácter , Molina y Leyva plantean que:
“Es la configuración física del documento, que depende de los materiales utilizados para su
composición y de la manipulación para crearlo. Según la materia empleada para crear un
documento podemos hablar de: documentos en soporte papel (artesanal o industrial);
soportes fotográficos (filmes, fotografías, microformas, etc.); soportes magnéticos (cintas de
video, cintas de casete, diskettes); soportes ópticos (CD ROM)” 122 Esta forma de clasificar los
soportes toma como base la tecnología o procedimiento por el cual se elaboran, aunque si se
pretende mayor objetividad, el material de que están hechos además de papel, puede ser
acetato, poliéster u otros.
También conviene indicar que cuando Antonia Heredia aborda la clase y el tipo, lo hace en un
contexto más general (el estudio del documento) y no en el marco de los caracteres internos y
externos.
Pasando al siguiente aspecto, los caracteres internos son aquellos que conforman el contenido
informativo del documento y que dan noticia de su producción o procedencia: la entidad
productora, los orígenes funcionales, la fecha y lugar de producción, y el contenido
sustantivo. Es en ellos donde se sustenta la naturaleza archivística de la documentación.
122
MOLINA NORTES, Juana, y LEYVA PALMA, Victoria: Op. cit. p. 24.
44
fenómena (lo que acontece a las personas y cosas, así como lo relativo a problemas,
movimientos, programas u otros sucesos). En este punto coinciden tanto Heredia como Cruz
Mundet al considerar, retomando una idea también de Schellenberg, la forma en que viene la
información en los documentos. Esta puede ser: intensiva, muchos datos sobre asuntos
concretos; extensiva, pocos datos de varios elementos (en forma muy amplia) y; diversa, datos
variados sobre cuestiones diversas, por ejemplo, un informe de gobierno.
Sobre los caracteres internos, Núñez Fernández dice que su análisis “…conlleva la
delimitación de su autor o productor, del destinatario de la gestión, de la estructura
documental y de los documentos que contiene el tipo documental, de la legislación y
normativas que dan origen al tipo y de la tramitación o fases de confección del mismo.” 123
Antonia Heredia agrega que estos “…hacen referencia a la lengua empleada (latín,
castellano); al autor, al destinatario, al formulario y cláusulas, al contenido o mensaje.” 124
Por lo tanto se puede contar entre los caracteres internos al destinatario y lengua en que está
escrita la información. Lo planteado por Núñez en relación a la estructura documental y
legislación, así como lo expuesto por Heredia en relación a las cláusulas, está más vinculado a
la tipología, y la discusión respecto a si es atributo interno o externo, queda fuera de los
objetivos del presente trabajo, por lo que se le considera según los planteamientos de
Schellenberg.
El tipo por lo regular se identifica como un caracter externo. Desde esta perspectiva se debería
identificar a partir de la observación de las cualidades materiales del documento, es decir, a
partir de ciertos elementos cuyo punto de partida sea el soporte o el aspecto tangible de la
escritura. Arévalo defiende este criterio al afirmar que este caracter se relaciona con la figura
que presenta la documentación y que “…contrariamente a lo que se piensa, se caracteriza
por sus propiedades extrínsecas, como puede ser el color, el tamaño, la forma.” 125
123
NÚÑEZ FERNÁNDEZ, Eduardo: Op. cit. p. 112.
124
HEREDIA HERRERA, Antonia: Op. cit. p. 92-93.
125
AREVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas documentales de archivo…: Op. cit. p. 124.
45
Sin embargo, dicho carácter trasciende el mero aspecto corporal: “El término ‘tipo’ se refiere
a algo más que a las características físicas del documento. Por lo general el ‘tipo’ revela
tanto el contenido como la estructura física del documento.” 126 Esta afirmación se sustenta en
el hecho de que para identificarlo es necesario tener un conocimiento previo de los rasgos que
lo caracterizan, de lo contrario será necesario recurrir a elementos intrínsecos del documento,
tal como señala la Doctora Heredia: “La delimitación de los tipos, su fijación e identificación
vendrán determinados por el análisis de los caracteres externos e internos de los documentos
y de su mensaje o información.” 127
Dicho carácter guarda un vínculo estrecho con el contenido, por eso lo proyecta. Existe entre
ambos una interdependencia: el uno permite identificar al otro, en forma reciproca.
“Esto es cierto por que en los tipos documentales se reflejan las diversas clases de acción.
Por lo tanto el término ‘cuestionario’ revela que este tipo surgió con el fin de plantear ciertas
preguntas; el término ‘libro de cuentas’ revela que este tipo fue creado para asentar ciertos
datos financieros, etc. Estos datos informativos sobre la acción revelan el contenido
sustantivo de documentos.” 128
Una gran cantidad de documentos indican el tipo a que pertenecen de manera explicita,
generalmente en la parte superior: un informe, una factura, una nómina, un recibo de pago,
etc. Y cuando no lo hacen, la forma en que está dispuesta la información o su lectura, dará
noticia de ello. El hecho de reflejar la acción de la que derivan y la esencia del contenido no
es fortuito. Hay que recordar que el documento archivístico se produce por una necesidad de
administración, y que esta lo necesita:
“… para materializar su actuación, siendo estas actuaciones variadas, serán así mismo y
como consecuencia variadas las tipologías de aquellos documentos. Tipologías que, por su
naturaleza no son caprichosas sino que responden a un procedimiento concreto que, como la
propia actuación, queda sometido a las leyes que son quienes los dictan.” 129
Esta situación no es privativa del tipo documental, sino del documento íntegro. Cada uno de
los caracteres internos y externos está condicionado a ser como es por las necesidades del
trámite que origina su creación. Por lo tanto la condición de los documentos en cuanto a clase,
soporte y formato tampoco es fortuita. Sobre todo si se contempla la relación entre el tipo y la
clase; pero particularmente entre ésta y el soporte, de cuya estrecha interrelación depende el
formato.
126
SCHELLENBERG, Theodore R. Técnicas descriptivas…: Op. cit. p. 26.
127
HEREDIA HERRERA, Antonia: Op. cit. p. 95.
128
Ibídem.
129
MARTIN- POZUELO CAMPILLO, Ma. Paz: Op. cit. p. 82.
46
las clases existentes. Arévalo enriquece la discusión sumando el concepto general de dicho
término y precisando cuales serían los rasgos que llevan a que un documento pertenezca a
determinada categoría:
“La clase es un orden. Este orden se manifiesta como una determinada cantidad de sujetos u
objetos del mismo grado, calidad u oficio (…) La clase corresponde a un grupo taxonómico
que abarca varios órdenes con muchos caracteres comunes. (…) La clase conforma un grupo
de cualidades que se integran, caracterizadas por la homogeneidad de condiciones de forma
y materia” 130
Disintiendo con Arévalo, se considera en este trabajo que el carácter homogéneo corresponde
a la forma y no a la materia, sin contemplar que la relación entre ambas pueda llegar a ser
interdependiente. Al menos para efectos de establecer la clase como carácter externo del
documento.
Tomando como referencia precisamente la forma en que está presentada la información, que
implica fundamentalmente el lenguaje empleado en la constitución del documento, se
distinguen las siguientes clases en la literatura archivística: textuales, fotográficos, gráficos,
iconográficos, cartográficos, en imagen, sonoros, audiovisuales, legibles por máquina y
electrónicos o informáticos. Sin embargo, no necesariamente coinciden los autores en los
términos, definiciones y conceptos empleados. En la siguiente tabla se presenta un
comparativo de las clases contempladas por los autores que se consultaron para el presente
análisis, a fin de identificar las analogías y discrepancias entre sus planteamientos.
130
AREVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas documentales de archivo…: Op. cit. p. 123.
47
compactos.
Audiovisuales Audiovisuales Imagen o sonido Películas
(Lo subdividen cinematográficas,
en: imagen fija, vistas fijas y discos
imagen móvil, sonoros
registros
sonoros)
Audiovisuales Audiovisuales Audiovisuales Imagen en Filmes, cintas de
movimiento y video, video
sonido en discos.
conjunto.
Legibles por Legibles Electrónicos o Informáticos Informáticos Son los Fichas perforadas,
máquina por informáticos generados en el cintas y disquetes
maquina entorno de los magnéticos, discos
ordenadores: ópticos, CD ROM,
etc.
De acuerdo a este esquema, se observa que la única clase en que convergen de forma unánime
las ideas, es la textual. En el caso de los informáticos se distingue una ligera discrepancia en
cuanto a la denominación, pero el concepto no varía. Éste último aún no lo contempla
Schellenberg por que para su tiempo los incipientes ordenadores aún no se reflejaban en la
documentación de archivo.
La clase audiovisual se contempla desde dos perspectivas, la que se subdivide en: a) imágenes
fijas, b) imágenes en movimiento, c) registros sonoros o, d) la combinación de ambas y; la
que considera exclusivamente esta última. Los autores que arguyen la segunda idea
consideran como una clase más la sonora, para la documentación en lenguaje verbal o
auditiva exclusivamente.
De todo lo anterior se infiere que son únicamente cuatro las clases documentales que se
pueden encontrar en un archivo: textual, iconográfica, sonora y audiovisual.
Documentos textuales. Estos presentan los datos por medio de una escritura alfabética (por lo
menos en el caso de la cultura occidental), quedando plasmados en el soporte en forma de
texto escrito. La fijación de la escritura puede ser por medios mecánicos (manuscritos,
mecanografiados o impresos por cualquier medio), o electrónicos en el caso de documentos
generados en un ámbito informático.
En estos dos primeros casos se puede o no requerir de algún equipo para su consulta,
dependiendo del formato que presenten.
48
Documentos sonoros. Esta clase transmite la información por medio de un lenguaje verbal o
mediante sonidos. Requiere determinado equipo tecnológico tanto el registro de los datos en
el soporte, como su consulta. Son diversos los formatos y soportes, mismos que reflejan la
evolución de la tecnología.
Al delimitar estas clases a partir del lenguaje empleado para comunicar la información, se
descarta el considerar como categorías independientes los materiales fotográficos o
cartográficos, en virtud de que por sus rasgos entran dentro de los iconográficos. De igual
manera no es coherente anotar como una esfera más a los documentos informáticos, ya que
independientemente de que su elaboración esté vinculada a los ordenadores, el lenguaje que
se emplea en ellos puede variar, por lo que dependiendo de éste se identificarán como
textuales, iconográficos, sonoros o audiovisuales. Algo similar ocurre con los microformatos;
no se les puede considerar automáticamente como iconográficos solo por ser de naturaleza
fotográfica, generalmente serán textuales, a menos que los documentos reproducidos no
pertenezcan a dicha clase y sean por ejemplo mapas, planos o dibujos.
Otro de los aspectos que se considera relevante explicar para poder conceptualizar los
documentos especiales, es el soporte. Previamente se puntualizó en qué consiste dicho
carácter y se indicó que el concepto de Molina Nortes y Leyva Palma se inclinaba a
clasificarlos tomando como pauta, de manera particular, su proceso de elaboración. Sin
embargo los ejemplos que terminan poniendo se enfocan más al formato que al soporte,
probablemente por la relación intrínseca que existe entre ambos. Para poner en claro esta
situación que podría llevar a una interpretación errónea de dichos caracteres, o a confundirlos
entre sí, se toma la siguiente clasificación de soportes documentales, para los cuales:
49
• Disco de vinilo: discos de gramófono
• Sistemas de almacenamiento óptico: disco compacto musical, CD ROM.” 131
Para complementar esta parte del análisis, se puede confrontar la propuesta de Fothergill con
la que expone Vázquez Murillo:
Como se observa, no existen diferencias de fondo entre ambos planteamientos. Excepto que el
segundo incluye soportes paleográficos, ya en desuso; complementando con ello la
clasificación. En cuanto a los soportes epigráficos, como la piedra o metales, no son
materiales que suelan estar en archivos aunque su naturaleza sea archivística. Por su
antigüedad suelen estar más en museos.
También es conveniente precisar que el material específico de que está hecha la película
puede ser nitrato de celulosa, acetato de celulosa o poliéster, principalmente. La cinta
magnética generalmente es de poliéster. El tipo específico de plástico también puede variar.
De hecho, para especificar las particularidades de cada soporte sería necesaria una
argumentación demasiado extensa para los objetivos de este subtema y del trabajo en general,
por lo que se considera suficiente con lo explicado hasta aquí.
Como se observa, de la interacción entre la clase y el soporte deviene el formato. Por lo cual a
pesar de que juega un papel relevante en el estudio de los documentos especiales, su jerarquía
es secundaria para la delimitación de estos. Razón por la que se omite una explicación mas
detallada de dicho carácter externo.
131
FOTHERGILL, Richard: Op. cit. p. 13.
132
VÁZQUEZ MURILLO, Manuel. Administración de documentos… Op. cit. p.33.
50
Hasta aquí, además de precisar la problemática para conceptualizar los documentos
especiales, se ha tratado de establecer a partir de qué argumentos se puede forjar dicho
concepto. Por tanto, ahora corresponde fijar los rasgos que han de caracterizarlo y a partir de
ello, establecer una categorización de estos acervos especiales y del como sus características
afectan su tratamiento archivístico.
51
Capítulo 3 Documentos especiales: conceptualización y análisis archivístico
Con lo desarrollado en los capítulos anteriores se construyó el cimiento para poder elaborar el
término-definición de los documentos especiales, idea que se planteará en el presente apartado
del trabajo. Sin embargo no será suficiente. Por que al dilucidar el significado de esta clase
documental, será necesario vincularlo al sistema de conceptos al que pertenece, no solo en la
elaboración misma de su definición, sino además en la perspectiva que se estudia cualquier
otro documento. Y siendo en archivística esencial la percepción de estos como agrupaciones
cohesionadas por su procedencia, mismas que están estructuradas en diferentes niveles
jerárquicos; resulta inexorable explicar cual sería la situación de dichos documentos en
relación a los diversos grupos documentales, así como a su tratamiento archivístico. Razón
por la cual también se expondrá esta situación más adelante.
Es importante apuntar que se parte del razonamiento de considerar a la archivística como una
ciencia y, que como tal, es una consecuencia natural el que cuente con un lenguaje
especializado propio, mismo que representa el sistema de conceptos que ha de incluir aquel
que se pretende formular en esta disertación.
También hay que recordar que la elaboración de terminologías se apoya en la lengua común y
en los conceptos ya establecidos en el sistema conceptual de la ciencia respectiva, en este caso
la archivística.
Por lo tanto la elucidación de la idea en cuestión no debe surgir de la nada, sino emerger de lo
que ya existe: las ideas que al respecto han planteado diversos estudiosos de la disciplina y el
cuerpo teórico general de ésta.
Indubitablemente el punto de partida para esta argumentación son las nociones concebidas al
respecto por los autores consultados en el tema 1.1. Habiase observado ya, que son diversas
las opiniones expresadas por dichos estudiosos, tanto en las designaciones empleadas, como
en los conceptos articulados. Sin pretender un orden de secuencia exacto en la exposición del
tema, se iniciará con el análisis de la denominación.
¿Cómo nombrar a esta clase documental? En primera instancia los apelativos identificados se
componen de dos palabras: un sustantivo que hace referencia al documento, ya sea en forma
singular o plural (aunque no como masa o aglomeración, sino como grupos documentales con
características muy particulares); y otra que funge como adjetivo para especificar las
cualidades del primero.
Los sustantivos empleados son: documento, soporte, acervo, colección, archivo, sección y
serie. Aunque aparentemente esto no refleja mayor problema, en realidad sí representa un
aspecto toral, que de no esclarecerse puede llevar a interpretaciones contrapuestas. Porque en
52
archivística es significativo precisar si se habla de documentos como unidades individuales o
como agrupaciones. Las dos primeras denominaciones hacen alusión a la unidad básica dentro
de un archivo, la pieza documental (o a parte de ésta, en el caso de soporte) misma que es
funcionalmente indivisible y que a la vez en unión intrínseca con otros de su misma
naturaleza, conformará agrupaciones documentales que según sus características pertenecerán
a alguna categoría de las que se identifican cuando se habla de clasificación archivística.
Por lo tanto, como primera conclusión se tiene que para mayor precisión en el concepto, se
debe llamar en singular, y no con la palabra soporte, puesto que este solo denota una parte de
la unidad y no al todo individual, quedando también sesgada la idea. Documento o
documentos será el sustantivo apropiado, cuando en términos generales se haga alusión al
concepto que se trata de dilucidar en el presente trabajo.
Los otros sustantivos, excepto soporte por la razón argumentada en el párrafo anterior, se
deben emplear cuando representen exactamente la agrupación a que hace referencia cada
término. Por ejemplo; cuando todos los documentos provengan de distintas entidades
productoras y se traten como una unidad mayor, se le llamará colección; o cuando
correspondan a la primera división de un fondo se le denominará sección. En cuanto a acervo,
se le puede emplear en la misma tónica que se hace comúnmente, obvio, cuando se trate de
documentos especiales.
53
En cuanto al término facticio, su utilización presenta dos inconvenientes. Primero: que dicho
vocablo es sinónimo de artificial, y por lo tanto no se puede emplear para designar una
agrupación natural, es decir, cuando se tenga una sección o una serie integradas por
documentos especiales con una procedencia común, sería incorrecto denominarla como
facticia. Segundo: cuando los españoles hablan de secciones o series facticias, incluyen
también la posibilidad de que dichos grupos se conformen con documentos tradicionales, lo
cual rompe completamente con el concepto que se pretende formular en este trabajo.
Finalmente, el más socorrido es el término especial. Adjetivo que califica a los documentos
como diferentes, pero, sin precisar las características que los hacen distintos a los
tradicionales. Es decir, es un adjetivo no excluyente, por que permite manejar un campo mas
amplio de cualidades para la elaboración del concepto que interesa en el presente trabajo. Es,
en consecuencia, la segunda palabra recomendada para la denominación, quedando como se
había manejado desde el inicio del presente ensayo: Documentos especiales. Designación
formada según los planteamientos de Arntz y Picht estudiados en el segundo capítulo,
mediante composición al sumarse dos palabras, un sustantivo y un adjetivo.
En el lenguaje común por especial se entiende aquello que es “Singular o particular, que se
diferencia de lo común o general.” 133 Tal noción permite retomar dicha palabra para los
propósitos que aquí se pretenden. De entrada otorga la oportunidad de enfatizar que los
documentos especiales, lo son por distinguirse de los que predominan comúnmente en los
archivos, denominados tradicionales por contraposición a aquellos. Sin embargo, para efectos
de elaborar un término especializado no es suficiente. Deben precisarse las características en
forma diáfana, ya que como se señaló páginas atrás, la ciencia debe ser clara y objetiva.
133
Microsoft. Encarta. Diccionario de la Real Academia Española. 2006. [D.V.D.]
54
adjetivo forman ya una unidad en la sintaxis; y por ende, el significado será de la
denominación íntegra manejada como una palabra compuesta.
Para construir el concepto se deben determinar las características comunes a los documentos
no tradicionales. Lo anterior se puede hacer a partir de la medición u observación de sus
propiedades, siendo más viable lo segundo por centrarse el análisis a atributos tangibles que
no exigen de precisión matemática. En este caso se habrán de tomar rasgos característicos de
estado, es decir cualidades propias a esta documentación en cuanto a forma física y material.
Remembrando los conceptos planteados por los autores consultados en el capítulo primero, se
pueden clasificar en dos grupos, los que contemplan documentos tradicionales en sus
definiciones y; los que tratan de enfocarse específicamente a los que no lo son. Entre los
primeros están las siguientes concepciones, que por su naturaleza se descartan como base para
la dilucidación del tema que se desarrolla:
• Los que se centran en el soporte, considerando que este sea distinto al papel.
• Los que se enfocan en que el lenguaje empleado para transmitir la información no sea
textual.
• Los que consideran ambos dos criterios.
• Los que exponen una definición por extensión: ejemplificando o enumerando aquellas
clases documentales que incluyen en su acepción.
55
Con base en lo anterior, en la definición ya no se enumerarán las características del concepto
documento, puesto que es un término perfectamente delimitado en el sistema conceptual de la
archivística, mismo que se expuso con anterioridad en el capítulo dos.
• Documentos especiales: Son aquellos que presentan una o ambas de las siguientes
características: a) el lenguaje que emplean para transmitir la información es distinto
al textual, pudiendo ser iconográfico, sonoro o audiovisual; b) el soporte en que se
presentan es distinto al papel. O aun siendo de tal material, su formato varia a los que
usualmente se encuentran en los archivos, exigiendo condiciones particulares para su
instalación.
Por ejemplo, Cseve y Bodi plantean que las diferencias entre éstos son las propiedades físicas
y el carácter de la información, que dicen; incide en su tratamiento y además precisan que
pueden ser fuentes de distintos tipos de información. 134 Por su parte Núñez Fernández en el
contexto del estudio de los tipos documentales y como parte de los caracteres externos,
asienta que: “En el análisis del soporte conviene precisar, especialmente, si se trata de
soportes magnéticos o digitales, las características técnicas e informáticas del soporte y
demás datos esenciales que permitan en un futuro conocer las técnicas para su
interpretación.” 135 Y subraya como diferencia esencial entre los documentos informáticos y
los tradicionales, el que los primeros requieren de un equipo determinado para acceder a su
lectura.
En síntesis, otras cualidades que denotan las acepciones expuestas en el primer capítulo se
enfocan en forma general a cuestiones de instalación, conservación, tratamiento técnico, así
como de acceso y uso. Aspectos que se analizarán más adelante y que no se consideran como
características para la definición, en virtud de que no aplican de manera uniforme a todos los
documentos especiales; siendo válidos en casos diferentes o particulares.
56
archivos están vinculados a la documentación producida por las áreas sustantivas de la entidad
productora, salvo algunas excepciones. Es así, que cuando se habla de archivos clínicos no se
hace referencia a la documentación de todo un hospital o clínica, sino exclusivamente a los
expedientes clínicos de los pacientes. Lo particular por lo tanto no reside de manera directa en
los documentos, sino en la forma en que ocurre la gestión administrativa de la que derivan, así
como en la necesidad de dominar el área del conocimiento que reflejan los documentos. Por
lo tanto el archivista requiere especializarse en ello. Aunque no es el tema central de este
trabajo, se consideró necesario hacer esta puntualización por lo cercano de los términos y por
lo frecuente con que se les confunde con los especiales.
Para omitir profundizar en el tema innecesariamente, por no ser medular en este trabajo, baste
con remitir a la clasificación que plantea Antonia Heredia 137 , misma que presenta criterios y
estructura racionales a pesar de considerar errónea la distinción de archivos por el carácter de
la documentación o por su soporte, ámbito en el cual hace referencia a los audiovisuales y
cartográficos. Aunque pudiera causar polémica la validez de una tipificación de archivos por
la documentación que contienen o por su contenido temático, es un hecho que en la práctica
profesional se escuchan referencias a archivos contables, jurídicos, de personal, fotográficos,
sonoros, clínicos, entre otros muchos.
137
Cfr. HEREDIA HERRERA, Antonia. 5ª ed. Op. cit. p. 101-105.
57
El cuestionamiento inmediato sería si deben determinarse los tipos de archivo y la forma de
agrupación de estas clases documentales a partir del lenguaje empleado para transmitir la
información, o considerando su soporte. Podría resultar obvia la respuesta, sin embargo
resulta prudente puntualizar algunas ideas al respecto.
Cuando Antonia Heredia habla de los nuevos documentos, se refiere precisamente a aquellos
que se encuentran en soportes distintos al papel, a los que también denomina como
audiovisuales, englobando la mayoría de los que se han definido aquí como documentos
especiales. Apunta la doctora que:
“En el caso de los nuevos documentos, no hay duda que el calificativo va unido
exclusivamente a los nuevos soportes. ¿Son por lo tanto algo distinto? En cuanto que el
soporte es algo externo, material, la esencia no varía. Para ser rigurosos habría que decir no
«nuevos documentos» sino «documentos con nuevos soportes».” 138
Perspectiva análoga, aunque en otro contexto, a la de Ma. Paz Martín-P. cuando afirma que
“El soporte, por su parte, no supone ningún elemento diferenciador (…) entre los distintos
tipos de documentos…” 139
Si la información es lo relevante para el usuario, lo que utiliza, lo que requiere para que el
documento cumpla el objetivo por el cual se generó, el soporte en efecto resulta solo el medio
para que aquella pueda fijarse y transmitirse. Por lo tanto el elemento material podrá variar,
más no su contenido. En cuanto al lenguaje, es la necesidad de gestión la que lo condiciona y
define. Un informe, una factura, un plano, una grabación sonora, responden a orígenes
funcionales distintos. El formato y el soporte dependerán no solo de las necesidades, sino
también de las posibilidades tanto económicas como tecnológicas, así como de las limitantes
jurídicas.
138
Ibídem, p.151.
139
MARTIN- POZUELO CAMPILLO, Ma. Paz. Op. cit. p. 100.
140
ARÉVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Reflexiones sobre el término audiovisual utilizado en prensa y archivos,
p. 34.
58
Resultado de lo anterior, es que los documentos se reúnen en forma natural, consecuencia de
su carácter archivístico; atendiendo no al material en que esta la información, sino al lenguaje
en que se presenta ésta. Es así que la división de los archivos especiales ha de hacerse no
sobre el tipo de soporte sino sobre el modo de transmisión de la información, es decir sobre la
clase como carácter externo del documento.
Agruparlos por el soporte sería romper con su procedencia, y desvincular la relación existente
entre el contenido informativo de los documentos: en materiales magnéticos se puede tener lo
mismo información textual, que iconográfica, sonora o audiovisual. En contraste, en un
archivo fotográfico independientemente de que puedan coexistir soportes magnéticos,
película, papel o plástico, entre otros; persistirá siempre el mismo lenguaje que responderá a
las necesidades de administración de la entidad productora.
Cuando Arévalo diserta sobre el empleo del término audiovisual en el ámbito, no solo de los
archivos, sino de los medios de comunicación, identifica como canales de información 141 , los
que se establecieron como lenguajes o modos de trasmitir el contenido de los documentos.
Partiendo de otro enfoque distinto a los caracteres del documento, concluye también en los
que se delimitaron en el presente trabajo.
De tal manera que las consideraciones de Schellenberg siguen siendo válidas cuando asienta
que:
“En la mayoría de los grupos de archivos americanos los documentos caen en tres clases
físicas. En la clase audio-visual se encuentran las películas cinematográficas, las vistas fijas
y los discos sonoros; en la clase cartográfica, los mapas y cartas. La clase de documentos
textuales está compuesta de muchísimos tipos físicos” 142
Ideas que re-estructuradas según las conclusiones relativas a la clase documental, permiten
inferir que existen las siguientes categorías de archivos o agrupaciones de documentos
especiales:
Lo que ya no estaría a discusión sería que pueden existir estas agrupaciones de documentos
especiales cuya naturaleza se identifique perfectamente como archivística. Desde autores
clásicos como Schellenberg o Tanodi, hasta contemporáneos como Heredia o Arévalo, han
141
Cfr. Ibidem, p. 33.
142
SCHELLENBERG, Theodore. Archivos Modernos: Op. cit. p. 275.
59
puesto claros ejemplos de cuándo las fotografías, los mapas, filmes o las grabaciones sonoras
tienes cualidades de pertenencia a un archivo y cuando no, y que siempre se resumen a que su
producción y uso estén vinculadas a las actividades que desarrollan las instituciones o
personas en el cumplimiento de sus atribuciones.
Antes de continuar, es conveniente indicar que se entenderá como archivo cuando los
documentos especiales sean el conjunto principal o único de la unidad de información, de
acuerdo al concepto de archivo esbozado en el capítulo dos del presente trabajo. Por el
contrario, se tomará como agrupación documental cuando representen solo una parte del
mismo, ya sea como colecciones íntegras, o como secciones o series, sean estas naturales o
artificiales. Estas ideas se comentarán en el tema 3.3.
Otro aspecto que resulta pertinente comentar es el siguiente. El sufijo “-teca” “(Del gr. θήκη,
caja)… [que] significa lugar en que se guarda algo” 143 , se emplea con cierta frecuencia para
formar las denominaciones que usualmente se utilizan para referirse a las instituciones o
unidades de información que resguardan documentos especiales como fotografías, mapas,
planos, documentos sonoros, videos o filmes. De esta manera quedan términos como fototeca,
planoteca, mapoteca, fonoteca, videoteca o filmoteca. Por tal razón, en este trabajo se utilizan
dichas designaciones, sin distingo de que los grupos documentales que conserven sean de
carácter natural o artificial, quedando como términos análogos al del respectivo archivo de
que se trate, por ejemplo: archivo fotográfico, archivo de mapas, archivo fonográfico,
etcétera. Aunque ésta situación puede ser motivo de polémica o debate, es un hecho que desde
una perspectiva amplia los términos adoptados pueden llegar a tener una validez etimológica
y pragmática.
La primer categoría de documentos especiales, que pocas veces es identificada como tal en la
literatura, es la que corresponde a los documentos que aún estando expresados mediante un
texto escrito; se encuentran plasmados sobre soportes distintos al papel, y que en
consecuencia, exigirán alguna variante en su tratamiento archivístico.
143
Microsoft. Diccionario de Encarta. Op. cit.
144
Cfr. RUÍZ RODRÍGUEZ, Antonio Ángel. Aplicaciones tecnológicas en el tratamiento técnico de las
imágenes en el archivo. P.67-99 (Sólo por citar un ejemplo).
60
Los tipos de archivos específicos dentro de esta categoría son los de microfilm, los digitales y
los electrónicos, claro está, siempre y cuando contengan datos textuales. Los dos primeros
implican un proceso de reproducción de la documentación original, que conlleva todo un
análisis y proceso de planeación, cuyas características dependerán de los fines que se persigan
con su aplicación. En un sentido estricto, se tendría que decir que son archivos en copia, o
formados con reproducciones de fondos u otras agrupaciones documentales. Los últimos, aún
incipientes, son tema de debate y polémica entre los profesionistas del área, y se hacen cada
vez más presentes en algunos espacios de las organizaciones.
Estos archivos se obtienen a través de toda una serie de operaciones en las que se requiere de
cierto equipo. Para reproducir los documentos es menester el uso de cámaras rotativas, o
planetarias principalmente, aunque también están las de paso y repetición, el Computer
Output Microfilm (Sistema COM), o los equipos híbridos. Siendo un procedimiento
fotográfico se requiere de procesadores y duplicadores para revelar las películas o para la
obtención de copias. Finalmente para poder consultar la información es necesario contar con
lectores o lectores impresores.
Las películas pueden ser de acetato o poliéster, las de nitrato por su inestabilidad se dejaron de
emplear. Se utilizan como negativos originales aquellas cuya emulsión esta compuesta por
sales de plata, pudiéndose emplear para usar como copias las de diazo o las vesiculares.
Los formatos más comunes son el rollo y las microfichas, sin menoscabo de la tarjeta de
abertura, el jacket o la ultraficha.
145
COUTURE, Carol, y ROUSSEAU Jean- Yves. Op. Cit. p.27.
61
Cuando se emplea esta tecnología, se obtiene la película que se toma como original negativo
de los documentos reproducidos y que se resguardará bajo las condiciones necesarias que
permitan su adecuada conservación, a partir de la que se sacarán las copias necesarias para el
servicio.
Los soportes en que se puede almacenar la información son los denominados informáticos y
pueden ser diversos, aunque los más recurrentes son los ópticos, en particular los discos
compactos y los d.v.d. Aunque la información también puede guardarse en soportes
magnéticos, éstos están quedando poco a poco en desuso y sería difícil encontrar
documentación en dichos soportes por la práctica frecuente de migrar la información a
soportes más recientes que permitan tanto su guarda como utilización.
¿Por qué separar los archivos digitalizados de los electrónicos? En realidad son dos casos
distintos. La automatización de procesos en un archivo puede enfocarse a diversas tareas o
actividades, ya sean archivísticas o meramente administrativas. Elaboración de instrumentos
de descripción, sistemas de control de gestión, control del servicio, transferencias
documentales, difusión mediante el uso del Internet, o los sistemas integrales para la gestión
documental y de archivos son algunas de las aplicaciones que puede tener la informática en
146
RUÍZ RODRÍGUEZ, Antonio Ángel. Op. Cit. P. 91.
62
éstos. El manejo automatizado de imágenes a través de la digitalización es otra de las ventajas
que ofrece dicha tecnología. Empero, como se planteó con anterioridad, consiste en copiar los
documentos ya existentes y, por lo tanto, no se hablaría de archivos genuinos, necesitándose
en la mayoría de los casos los documentos originales para verificar su autenticidad. En
síntesis se trata de manejar un duplicado de la documentación para facilitar algunas funciones
del archivo. Con éste argumento se afirma que aunque un fondo este digitalizado en su
totalidad, no debe tomarse como un archivo electrónico.
Es así que los documentos electrónicos han de tomarse como originales, con todas las
cualidades de aquellos que pertenecen a los archivos. Vázquez Murillo pone en la mesa de
debate el tema cuando habla de la oficina sin papeles, 148 ejemplificando un caso de gestión
administrativa en el que todo queda plasmado en documentos electrónicos, sin necesidad de
que estos sean impresos en papel.
Como lo afirma la definición, su producción será por medios electrónicos, es decir mediante
equipo de cómputo. Los soportes de estos documentos son magnéticos u ópticos. Entre los
primeros, cada día más inusuales, están los discos flexibles de 8, 5 ¼ y 3 ½ pulgadas, o los
carretes de cinta. En los segundos se puede identificar al disco compacto y al d.v.d.
principalmente.
Hoy día se debate sobre algunos de los retos que plantean los documentos electrónicos en el
ámbito de la archivística: la autentificación (quizás de los más trascendentes), la conservación
preventiva, la organización y el acceso.
De hecho ya desde hace varios años, en particular desde los noventas, se vienen cuestionando
muchos profesionistas sobre el alcance que puedan tener en un futuro las aplicaciones de la
informática en los archivos; y en particular la trascendencia que puedan cobrar los
documentos electrónicos. De llegar a ocupar un espacio mayor a los documentos, hasta hoy
tradicionales, quizá dejarían de ser especiales, y se tendría que replantear el sistema
conceptual de la archivística.
Esta categoría abarca varios tipos de archivos cuya naturaleza puede ser muy distinta en
cuanto a su contenido, a sus orígenes funcionales y al lenguaje específico en que están
expresados. Sin embargo todos transmiten la información a través de imágenes, formas,
líneas, colores y signos no textuales, entrando por lo tanto en este grupo. Los archivos
147
ESTEBAN NAVARRO, Miguel Ángel. Los archivos de documentos electrónicos, p. 41.
148
Cfr. VÁZQUEZ MURILLO, Manuel: Op. cit. p.53-54.
63
referidos son los fotográficos o fototecas, de planos o planotecas, cartográficos o mapotecas, y
los Dactiloscópicos. También habría que considerar la posibilidad de encontrar otras
agrupaciones de documentos iconográficos que no se ubiquen entre en los ya mencionados,
por ejemplo dibujos.
En todos los casos se sobreentiende que se integran por conjuntos de documentos que resultan
de las actividades administrativas de una institución o de alguna de sus áreas orgánicas,
independientemente de que formen agrupaciones naturales o artificiales.
“Las fototecas, museos y archivos fotográficos, entendidos en un sentido amplio como lugares
para la guarda de fotografías, serán los sitios que se encarguen de adquirir, conservar,
organizar y difundir dichos testimonios gráficos y creaciones artísticas que en tales casos
tampoco pueden considerarse documentos de archivo, sino más bien colecciones
documentales.” 149
Poco después de su aparición esta clase documental empezó a ser utilizada en los trámites
administrativos en París, alrededor de 1839. Es de los documentos especiales que tienen
mayor presencia en los archivos. Ejemplifica Tanodi como es posible encontrarlas en éstos:
“En la policía, las fotografías de las personas que solicitan cédulas de identidad, agregadas
al expediente personal, o las fotografías de los criminales adjuntas a los sumarios, forman
parte de la archivalía, por que testimonia la actividad de la entidad…” 150
En los archivos públicos pueden encontrarse tanto documentos fotográficos cuya génesis esta
en la administración de la entidad productora, como otros que carecen de esta cualidad. “Las
fotografías de origen administrativo se presentan, unas veces, acompañando a los
expedientes formando parte inseparable del mismo, y otras, formando verdaderos archivos
fotográficos creados por diferentes unidades.” 151 Se les puede encontrar en cualquiera de las
unidades de archivo, ya sea trámite, concentración o histórico. En este último es donde por lo
general cobran mayor relevancia y en el cual se llegan a encontrar además en forma de
colecciones. Es frecuente también encontrar fotografías de origen privado:
149
VILLANUEVA BAZÁN, Gustavo. La fotografía como documento de archivo y su procesamiento técnico, p.
62-63.
150
TANODI, Aurelio. Op. Cit. , p. 33.
151
MUÑOZ BENAVENTE, Teresa. El patrimonio fotográfico: la fotografía en los archivos, p. 39.
64
“Éstas, suelen presentarse, bien como archivos fotográficos, resultado de la actividad de un
profesional o aficionado, o aparecer entre los documentos, generalmente textuales, de un
archivo privado. Éstas últimas pueden presentarse sueltas o en forma de colecciones,
construidas éstas con un criterio sobre todo estético o determinadas por un tema concreto.
Las fotografías de origen privado ingresan en los archivos como fruto de una política de
recuperación de Patrimonio que incluye la compra, donación o depósito de este tipo de
documentos.” 152
Es común que en los archivos personales de profesionistas de diversas áreas, tales como
antropólogos, arqueólogos, biólogos, entre otros; existan fotografías que reflejen sus estudios
e investigaciones.
El contenido informativo de las fotografías puede ser muy diverso: imágenes de personas, de
objetos, de lugares, de construcciones, de fenómenos naturales o acontecimientos sociales.
Los soportes igualmente son extensos: películas de acetato con emulsión de sales de plata en
rollo o en hojas, placas de cobre, de vidrio, papel, soportes magnéticos y ópticos. Los
formatos están vinculados a los soportes y a las técnicas fotográficas: rollos de 125, 110 y 35
mm., placas de diferentes tamaños, negativos, diapositivas, positivos en papel en dimensiones
diversas, ambrotipos, albúminas, daguerrotipos, visores estereoscópicos, discos flexibles y
cintas magnéticas, discos compactos, dvd, las mismas memorias de las computadoras, de las
cámaras digitales o las memorias USB.
Otro tipo de archivo iconográfico es el que se constituye por planos. Documentos que el
Doctor Aurelio Tanodi define con las siguientes palabras;
“Plano es la representación gráfica en una superficie plana (de ahí proviene el nombre), de
un terreno, de construcciones humanas, etc.; se relacionan con las actividades del hombre
sobre las superficies espaciales, y generalmente abarcan sectores más pequeños que los
mapas. Los planos se asemejan a los croquis, los cuales son diseños de un terreno hecho a la
ligera, o dibujos de construcciones; a los croquis como dibujos se asemejan los dibujos
arquitectónicos, en general, e industriales relacionados con la construcción” 153
Un plano por lo tanto expresará la estructura de una construcción o de los trazos hechos sobre
un espacio de la superficie terrestre, ya sea en forma exacta y precisa o en forma de esbozo o
borrador. Estos se elaboran con para servir a alguna gestión en particular aunque en algunos
casos se elaboren y publiquen con fines comerciales o culturales, caso en el cual no serán
material de archivo.
Las instituciones públicas encargadas de planificación de obras públicas, del trazo de calles y
avenidas, de servicios de drenaje entre otras tareas, tendrán la necesidad de producir y
manejar planos para poder cumplir con sus obligaciones y atribuciones. Generalmente esta
152
Ibídem, p. 40.
153
TANODI, Aurelio. Op. Cit., p. 28- 29.
65
clase documental habrá de vincularse con otra documentación administrativa, a la que estará
intrínsecamente ligada, y por lo tanto de la que no se deberá desvincular al momento de su
organización y descripción documental. Un ejemplo de este material como documentos de
archivo es el siguiente: “En catastro, los planos son comprobantes visuales, con exactitud
matemática de medición, de las porciones de terrenos pertenecientes a los municipios,
provincias o nación, y a las personas físicas o jurídicas privadas, con el fin de comprobar
derechos…” 154
El soporte principal será papel de distintos tipos, como el albanene por ejemplo, y por lo
general será de dimensiones mucho mayores a las de los documentos tradicionales. También
será posible encontrarlos en soportes electrónicos, como los mencionados recientemente.
Las mapotecas son aquellas unidades de información que reúnen, organizan, conservan y
sirven mapas como documento central de su acervo.
Sostiene Arévalo que: “Los archivos cartográficos conservan los documentos que contienen
información geográfica en forma gráfica, fotográfica, fotogramétrica, mapas, cartas, planos,
incluyendo documentos textuales anexos.” 155 De esta definición solo se tendría que prescindir
de los planos, pues presentan una naturaleza distinta, como se vio en el subtema anterior. En
síntesis estos archivos resguardan materiales que resultan de la cartografía. Ésta se refiere a la
ciencia y técnica aplicada en la elaboración de mapas, misma que requiere conocimientos de
geografía y diseño gráfico.
Los mapas son representaciones gráficas de las superficies terrestres “Podemos mencionar los
mapas geográficos o topográficos, que constituyen la representación de la tierra o de alguna
de sus partes sobre una superficie plana…” 156 además hay mapas temáticos o de navegación.
La mayoría de las veces no presentan cualidades archivísticas por ser elaborados, editados y
publicados con fines culturales más que de gestión. Sin embargo si pueden llegar a
encontrarse en instituciones de archivo, generalmente históricas, salvo aquellos casos en que
se producen o utilizan como instrumentos necesarios para la realización de trámites
administrativos; por ejemplo el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática.
Apunta Tanodi que:
“El mapa, como producto, directo puede transformarse en archivalía, cuando sirve como
parte integrante de una actividad institucional; es lo que ocurre en el Estado Mayor de un
ejército, con mapas sobre los cuales se dibujan las operaciones defensivas u ofensivas, los
cuales se archivan juntamente con otro material producido durante los estudios que realiza el
154
TANODI, Aurelio. Op. Cit. , p. 30.
155
AREVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas documentales de archivo…: Op. cit., p. 161.
156
TANODI, Aurelio. Op. Cit. , p. 28.
66
ejército o durante las operaciones militares. También pertenecen a la archivalía todos los
proyectos, planos y dibujos parciales, que han servido a la entidad productora para la
preparación de los mapas.” 157
Los mapas generalmente son elaborados sobre papel, aunque de igual forma pueden
encontrarse hechos sobre tela, en ambos casos sus dimensiones serán mucho mayores a los
documentos tradicionales. Los soportes ópticos también pueden albergar éste tipo de
información. Incluso es posible encontrar en estos archivos reproducciones de sus materiales
en diapositivas.
• Archivos Dactiloscópicos
Estos acervos son netamente archivísticos al ser inconfundibles con el material perteneciente
a las bibliotecas u otras unidades de información, por generarse a partir de una necesidad de
gestión administrativa en el contexto de una institución determinada. Curiosamente es difícil
encontrar referencias sobre estos en obras generales de la especialidad. Para acercarse a su
estudio por lo general hay que remitirse a literatura especializada en dactiloscopia o a las
instituciones que los generan, como las judiciales o forenses.
La dactiloscopia, cuya etimología proviene del griego (daktylos= dedo; skopein= examen o
estudio), es la disciplina encargada del análisis y estudio de las huellas digitales de las manos
de una persona con fines de identificación, en virtud de éstas que son únicas e irrepetibles en
cada individuo. Precisamente por sus objetivos es empleada en el ámbito policiaco para
registrar la identidad de los delincuentes y en su caso reconocerlos; de igual manera que se le
emplea en la medicina forense para la identificación de cadáveres.
Es precisamente con los registros de las huellas dactilares con los que se integran estos
archivos. Las impresiones digitales se asientan en fichas dactiloscópicas, también llamadas
decadactilares, en las que están dispuestos los espacios para asentar las imágenes de los dedos
de ambas manos, denominándose serie a las de la derecha y sección a las de la izquierda. En
la otra cara de la ficha se anota la filiación de la persona.
Por el dominio que exigen estos archivos de conocimientos de dactiloscopía, por lo regular no
son administrados por archivistas, sino por peritos expertos en la materia.
Los archivos iconográficos ya mencionados son los más frecuentes. Más remembrando los
conceptos enunciados en el primer capítulo, se identifican otros documentos especiales que no
en todos los casos se abarcan en los ya mencionados: los dibujos, litografías y grabados.
157
Ibídem, p. 29.
67
Amén de que podrían existir otros, sean archivísticos o no, pero que se encuentren
constituyendo agrupaciones documentales dentro de un archivo.
Por ejemplo los dibujos que elabora un caricaturista, como Rius por citar alguno,
representarían parte fundamental de su archivo personal. Los carteles o trabajos de diseño
gráfico dentro de una agencia de publicidad, también serían parte esencial de su fondo. Igual
que en estos casos, se podría presentar que en alguna organización o dentro de algún archivo
personal, o en un archivo histórico; exista documentación cuyas características respondan a la
clase iconográfica y que formando grupos naturales o artificiales, sea necesario darles
tratamiento archivístico para ponerlos en servicio al público.
Con fundamento en lo anterior, no se debe ceñir el criterio del archivista a los archivos o
clases documentales ya clasificadas, sino estar abierta y alerta a la documentación que se
encuentre en los archivos y que por su naturaleza archivística o histórica deba permanecer en
estos.
Otra categoría dentro de los archivos especiales corresponde a los sonoros. En estos no se da
una diversificación tan amplia como en los iconográficos, por lo menos en cuanto a lo
específico del lenguaje empleado. La división de estos se basa primordialmente en su
contenido, que tiene que ver con la entidad productora o con los fines por los cuales se
establecen, como se verá en forma somera más adelante.
Los archivos sonoros o fonotecas se integran por documentos con sonidos grabados. Se les
llega a denominar como orales cuando su contenido lo constituyen exclusivamente materiales
con lenguaje verbal. Pueden o no, encontrarse vinculados a documentos escritos. “El vocablo
‘fonoteca’ fue introducido por Gabriel Timmory para la Fonoteca Nacional Francesa en el
año 1932 con la idea de conservar” 158 materiales de esta clase con valor histórico.
Fátima Miranda plantea la existencia de diferentes tipos de fonoteca 159 de las cuales las de
conservación y en particular las nacionales y las de radio son las que presentan cualidades
propiamente de archivo. El resto comulgan más con centros cuyos rasgos responden a
funciones o fines semejantes a los de las bibliotecas o centros de documentación.
Por su parte Magdalena Csceve y Sola Bodi identifican la existencia de archivos sonoros
nacionales, de radio y tv., de instituciones de investigación científica o, académica 160 . Estos
autores tienen una visión predominantemente archivística que se refleja en la clasificación que
exponen.
Las unidades de información que poseen las estaciones radiofónicas, ilustran claramente la
función que desempeñan como archivos dentro de una organización, puesto que se crean para
responder a las necesidades de programación y emisión de las mismas. Sin la existencia de
documentos sonoros sería materialmente imposible que una estación de radio pudiera cumplir
con sus funciones sustantivas: “Las fonotecas son la esencia de la organización de la radio y
cumplen la misión de: adquirir los fondos, conservarlos, organizarlos físicamente, controlar
158
MIRANDA REGOJO, Fátima. La fonoteca, p. 20.
159
Cfr. Ibídem, p. 43.
160
CSEVE, Magdalena, y BODI, Sola. Op. cit., p. 4.
68
los servicios de audición y de préstamo interno, así como catalogarlos para que sirvan de
apoyo a la creación y radiodifusión de programas.” 161 Entre su acervo hay además de
ediciones sonoras comerciales, grabaciones propias sean o no musicales; originales, que son
usadas en los programas de radio. Conservan también programas completos y emisiones en
directo que quedan grabadas.
Pero existen otros documentos sonoros que corresponden de igual manera al ámbito de la
disciplina archivística. “Un ejemplo clásico para estos archivos son las cintas magnetofónicas
o de otro tipo donde se graban las sesiones plenarias de los órganos políticos de
representación popular (ayuntamientos, congresos, senado, etc.) y los que registran
sistemáticamente las llamadas telefónicas de los cuerpos de seguridad pública.” 162 En la
misma tónica apunta el Aurelio Tanodi:
“Un disco o una cinta grabada, magnetofónica, tomada durante una declaración en un
proceso, es archivalía, lo mismo que la conferencia de una aspirante en un concurso, o los
discursos de los altos funcionarios públicos unidos al resto de la archivalía que da cuenta de
su actividad oficial, conservados con fines documentales y no de divulgación.” 163
Estos archivos pueden encontrarse en el ámbito administrativo como histórico. Tal como se
comentó que estudiosos de algunas ciencias recurren a la fotografía para documentar sus
investigaciones, sucede lo mismo con los documentos sonoros. Caso frecuente en las áreas de
etnología y antropología. Y que a pesar de que en estos casos las características de estas
agrupaciones lleva a identificarlas como colecciones, su relevancia histórica las ubica dentro
del ámbito de la archivística.
- Aquellos cuyo registro está basado en métodos acústicos y electroacústicos; como los
discos de acetato de 33, 45 o 78 revoluciones por minuto.
- Los que se basan en sistemas de registro óptico como los discos compactos.
161
MIRANDA REGOJO, Fátima. Op. cit., p. 64.
162
NÚÑEZ FERNÁNDEZ, Eduardo. Op. cit. p. 107.
163
TANODI, Aurelio. Op. Cit. , p. 33.
69
exclusivamente a aquellos que conjuntaban tanto información en lenguaje sonoro como visual
en movimiento, independientemente que en algunas fuentes se tomara como parte de esta
clase, también a las imágenes fijas o a las fuentes auditivas. Así mismo es necesario indicar
que los primeros documentos de esta naturaleza aunque eran sin sonido, se les contempla en
este mismo rango.
Concepto al que habría que modificarle en la última línea el “y/o” por solamente “y”, para
delimitar el concepto según se establecieron las clases documentales previamente en este
trabajo.
Estos archivos se identifican con las filmotecas y las videotecas. Esta dicotomía se basaba
principalmente en el soporte y en el caso de las primeras en el contenido.
Sobre ambos opina Antonia Heredia que sus cualidades son más de centros de documentación
que de archivos y comenta lo siguiente:
164
AREVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas documentales de archivo…: Op. cit., p. 160.
70
producidos por entidades cuyo conjunto, en la línea de la creatividad, del arte o de la
cultura, no tienen otra vía que esos soportes. Estos documentos audiovisuales no son
propiamente documentos de archivo por faltarles las notas esenciales que afectan a los que lo
son.” 165
Los archivos audiovisuales o videotecas que interesan al archivista, son las encargadas de
agrupar, organizar y conservar materiales cuya información esta presentada por medio de
imágenes en movimiento y sonido, y cuya grabación resultó de las actividades propias de una
institución. Estos documentos pueden estar tanto en película, como en cintas magnéticas o
soportes ópticos, y su finalidad será servir a la administración que los produjo, o a la postre, a
la sociedad por su utilidad histórica.
“Si las produce una dependencia del ministerio de guerra, durante la realización de
maniobras o en el transcurso de una guerra, para obtener datos concretos, que sirvan como
auxiliares en las decisiones operativas, ellas forman parte de la archivalía, juntamente con
los informes escritos de las unidades subalternas. Las películas de las oficinas de turismo o
de propaganda, que son elaboradas como productos directos, tal como lo hacen las empresas
cinematográficas con fines lucrativos, no pertenecen, en cambio a la archivalía.” 166
Según se deduce de las palabras de Tanodi, estos documentos pueden estar vinculados a otros
de carácter textual, que por lo regular será lo privativo. Sin embargo también se podrán
presentar casos en que no. Un ejemplo de videotecas con rasgos claramente archivísticos, son
las que poseen las empresas de televisión. En estas unidades se resguarda tanto material
propio como producciones comerciales externas. Todo este acervo representa la
documentación sustantiva de la organización, sin la cual el logro de sus fines sería imposible.
Será posible encontrar esta documentación tanto en el ámbito administrativo como histórico.
Los soportes en que se encuentran estos documentos ya se mencionaron, y los formatos
podrán ser diversos, algunos ejemplo son: películas de 16 y 35 mm.; VHS, BETA y formatos
de estudio en el caso de las cintas magnéticas y en el caso de los soportes ópticos, CDs. y
DVDs.
165
HEREDIA HERRERA, Antonia. 5ª ed. Op. cit. p. 153.
166
TANODI, Aurelio. Op. Cit. , p. 33.
71
parte de cualquiera de las unidades documentales comentadas con anterioridad: expedientes,
series, secciones, fondos, colecciones.
Una de las formas más comunes en que se identifica a estos documentos es cuando forman
parte de un expediente. Comenta el profesor Villanueva, en el caso de las fotografías, que
tienen un carácter testimonial, probatorio e ilustrativo y que perderían su significado original
si se les separará de los documentos textuales con los que se relacionan, afirma también que
dichas fotos “…se toman para testimoniar eventos específicos y (…) se guardan en sus
respectivos expedientes.” 167 Muñoz Benavente, en la misma línea apunta que:
En los apuntes del doctor Aurelio Tanodi referidos páginas atrás, se ilustra en forma diáfana
este fenómeno en relación a documentos sonoros y audiovisuales, así como en los casos de
mapas y planos.
En tal situación, los documentos especiales jamás deben perder el vínculo con el resto de la
documentación del trámite a que pertenecen, siendo imperativo el que se les ubique en el sitio
exacto que les corresponde dentro de la gestión. En los archivos administrativos regularmente
se mantienen resguardados dentro de su expediente, pudiendo suceder que exista una unidad
que los agrupe como serie o sección, aunque siempre vinculados a su respectivo asunto. En
los archivos históricos por lo regular se separan de sus expedientes para favorecer su
tratamiento y uso.
72
“Los mapas y planos se conservan: a) en unidades orgánicas, en grupos, series o secciones
especiales; b) o se han dispersado, lo que ocurrió especialmente durante los siglos pasados, y
hoy se reúnen en colecciones, en las cuales a menudo, se mezclan mapas y planos que
constituyen ex-archivalía y otros que son productos directos, pero como unos y otros tienen
un interés histórico, conviene conservarlos en mapotecas, dentro de las colecciones de
documentos históricos.” 169
Aunque este ejemplo se centra en los mapas y planos, puede ser válido para otros casos. El
hecho es que se plantea la conservación de documentos especiales formando grupos de
diferente categoría.
Hay que recordar que Alberto Tamayo al referirse a las unidades documentales conformadas
por el acervo que se analiza en este trabajo, las denomina series facticias. Y que sobre el
mismo tópico Antonia Heredia a su vez, conservando el segundo componente del término, las
llama secciones. La pregunta sería: ¿Cuándo designarlas de un modo y cuándo del otro?
La otra situación posible es que los conjuntos documentales sean artificiales. Para determinar
aquí que término emplear, será necesario ubicar la agrupación con relación al todo. Es decir,
observar que categoría le toca a la clase dentro del fondo o de la colección. De esta manera se
podrá delimitar si es una serie o una sección especial. Como se sugirió y enfatizó líneas atrás,
no convendría emplear el término facticio, por dejar este un margen en el que pueden
abarcarse documentos tradicionales.
Al respecto valga hacer una acotación. El término sección, como se vio, puede adaptarse a
varias circunstancias exigidas por la realidad que puede presentar un archivo, y por lo tanto se
toma como un término flexible y que no ocasionaría mayor discusión si se le nombra así a una
agrupación de esta naturaleza. En cuanto a “serie” implica un significado muy preciso que sí
169
TANODI, Aurelio. Op. Cit. , p. 30.
73
podría suscitar polémica si se toma con éste término a una agrupación artificial. Sin embargo
sería más complejo generar una denominación nueva. Por lo que si se tiene presente que es un
grupo no natural y se toma sólo como referente su relación con el todo y la semejanza en
cuanto a la temática especifica de su documentación, se puede emplear la designación serie
especial, aunque se trate de una colección.
Otra unidad documental que pueden conformar estos documentos son, precisamente, las
colecciones, como unidades mayores. Expone Muñoz Benavente, hablando de fotografías
que:
Es decir, en estos casos los documentos especiales no estarán reunidos por contar con una
procedencia común basada en la gestión administrativa de una sola entidad, sino por
responder a una misma temática o a un mismo soporte o clase documental. Plantea Arévalo
que las colecciones documentales resultan del “… coleccionismo, investigación y hasta
hobby. Y que de alguna forma se encuentran depositados en archivos” 171
A diferencia de las secciones o series especiales de carácter artificial, que pueden llegar a
pertenecer a un fondo por haber sido entresacados de él, las colecciones como unidades
documentales mayores en su totalidad, resultan de la voluntad de alguien y no de un proceso
administrativo. Aunque regularmente éstas tienen origen en distintas y diversas entidades
productoras, puede acontecer que tengan una procedencia común. Por ejemplo, es posible
encontrar colecciones fotográficas, o de material sonoro o audiovisual, que hayan sido
elaborados por una sola persona.
170
MUÑOZ BENAVENTE, Teresa. Op. cit., p. 39.
171
AREVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas documentales de archivo…: Op. cit., p. 40.
74
Pero también es prudente resaltar la acepción de archivo como institución archivística. Desde
esta perspectiva se consideran aquellas instituciones que preservan un acervo que se compone
por documentos especiales, generalmente de una sola clase, complementados en ocasiones por
otros materiales. Lo recurrente será que el carácter de éstos corresponda a la noción de
colecciones, más que de fondos. La finalidad primordial que deben cumplir se enfoca a la
preservación de determinados documentos especiales y se constituyen como fuentes primarias
de investigación.
Fothergill, en el tema “2.6 Los materiales no librarios como material de archivo” 172 de su
obra referida con antelación, plantea algunos ejemplos de archivos en Inglaterra que se
ocupan de este tipo de materiales como el Nacional Archive Collections of Audiovisual
Materials Forum, el Nacional Film Archive y el Nacional Sound Archive.
Se pueden citar como archivos de esta naturaleza la Fototeca Nacional ubicada en Pachuca,
Hidalgo, la ya citada Filmoteca de la UNAM y la Mapoteca Manuel Orozco y Berra. Las dos
últimas poseen mayoritariamente un acervo con cualidades no archivísticas, pero su finalidad
es la conservación y representan fuentes primarias para los investigadores.
172
Cfr. FOTHERGILL, Richard. Op. cit., p. 69.
75
Capítulo 4 Consecuencias en la metodología archivística
Para que los archivos puedan cumplir con su misión de servir como fuentes de información,
es necesario que los documentos sean procesados de tal modo que sean conservados en forma
organizada, para que sea posible localizarlos cuando se les requiera. Este tratamiento a
grandes rasgos implica: la formación de expedientes por cada trámite específico; la
clasificación y ordenación de la documentación, su descripción, la guarda de las carpetas en el
mobiliario correcto; la valoración de los documentos para aplicar las acciones de disposición
documental necesarias y la consideración de las medidas preventivas o en su caso correctivas
para favorecer la conservación del acervo, procurando con esto evitar su deterioro.
El punto a discutir es si las cualidades que hacen que un documento sea especial, inciden en la
forma en que se les han de aplicar los procesos o tareas archivísticas. ¿Qué dice la bibliografía
de la especialidad al respecto? Esta pregunta se la hizo también Magdalena Cseve y Sola Bodi
cuando indagaban sobre el tratamiento de estas clases documentales “… esperábamos
encontrar las soluciones más rápidas en la literatura archivística, pero (…) los archiveros de
otros países luchaban (…) con los mismos problemas…” 173 Y resulta que cuando se encuentra
información en fuentes de la disciplina, no siempre coinciden en sus puntos de vista sobre
como se han de organizar dichos acervos. “El caso es que nos encontramos ante una especie
de anarquía teórica y metodológica al referirnos a las fotografías como documentos de
archivo.” 174 Comenta el profesor Gustavo Villanueva.
Sin embargo los tres autores hacen una acotación pertinente, que aclara la perspectiva que
sostienen en relación a éste tema: afirman que la instalación y conservación sí exigen
condiciones distintas cuando se trata de documentos especiales. Falta analizar a fondo el caso
para determinar si únicamente sobre estos dos aspectos deben contemplarse ajustes al
procesar estas clases documentales.
Por que Cseve y Bodi insisten en que los contrastes entre los documentos tradicionales y
especiales determinan diferencias en su tratamiento. Además sugieren que también imponen
rasgos distintivos entre los archivistas que se ocupan de unos y otros. Consideran que las
propiedades físicas de los documentos especiales determinan su manejo y que el carácter de la
información puede determinar su tratamiento, así como definir el uso que se les puede dar.
173
CSEVE, Magdalena, y BODI, Sola. Op. cit., p. 1.
174
VILLANUEVA BAZÁN, Gustavo. Op. cit., p. 61.
175
HEREDIA HERRERA, Antonia. 5ª ed. Op. cit., p. 153.
176
MUÑOZ BENAVENTE, Teresa. Op. cit., p. 40.
76
Las variaciones en el procesamiento de estos documentos también lo comentan los
bibliotecarios, refiriendo la complejidad que implica su catalogación y observando que por la
“…variedad de sus formatos; y sus singulares características que lo distinguen, al demandar
cuidados especiales en su manejo, equipo específico para su uso y mobiliario adecuado para
su almacenamiento” 177
Como se observa, las opiniones no comulgan al cien por ciento. Pero se deduce que en menor
o mayor medida sí es necesario particularizar ciertas tareas implicada en el tratamiento de
dichos documentos. A continuación se explica cuando resulta inexorable tal acción.
La organización de fondos implica los procesos de clasificación y ordenación, tareas a las que
algunos autores agregan la instalación o guarda física del acervo. Por medio de la descripción
se han de elaborar los instrumentos de control y acceso a la documentación como lo son
inventarios, catálogos y guías. La valoración permite establecer los criterios que indiquen los
tiempos de guarda documental (a partir de su utilidad) en las unidades de archivo de trámite y
concentración; así como determinar su destino final: baja definitiva o conservación
permanente en un archivo de histórico.
• Clasificación
Cuando Arévalo Jordán diserta sobre los caracteres externos e internos del documento,
identifica los primeros con la forma o datos evidentes y a los segundos con el contenido o
datos latentes. Después hace una inferencia muy interesante: “Estos aspectos son
determinantes de la ordenación y la clasificación en la archivología, así tenemos que los
documentos se ordenan por su forma y se clasifican por su contenido” 178 Vincula también al
primero con la tarea de archivar y al segundo con la elaboración de los instrumentos de
descripción y con la informatización.
Al respecto Molina y Leyva sostienen que los documentos especiales se pueden encontrar
como parte de un expediente o sueltos sin relación alguna con otra documentación. En el
primer caso, en la misma línea recién citada, proponen que se deben separar de su expediente
para favorecer su conservación y acceso. De esta forma quedarían integrados a manera de
177
PAGAZA GARCÍA, Rafael. Op. cit., p. 51.
178
AREVALO JORDÁN, Víctor Hugo. Técnicas documentales de archivo. Op. cit., p. 28.
77
series o secciones artificiales dentro del mismo fondo: “En ellas resulta imprescindible el uso
de un sistema de testigos que posibiliten las referencias cruzadas necesarias para respetar el
principio de procedencia de la documentación.” 179
Sobre la segunda situación a que se refiere dice que “En este caso se le dará la instalación
adecuada, sin que preocupe el relacionarlo con otra documentación.” 180 Y habría que
puntualizar que si se trata de una agrupación natural, su clasificación habrá de atender a un
criterio funcional. De lo contrario se aplicará un sistema temático si se trata de una artificial.
Regresando al primer caso, es fundamental que aunque los documentos especiales se separen
de su respectivo expediente, no pierdan vínculo con él. Físicamente estarán separados, pero
intelectualmente se deberán considerar como una unidad. En el lugar donde se sustraiga
deberá quedar una referencia que indique que documento se encontraba ahí y la ubicación que
le corresponde dentro de la agrupación artificial. De hecho algunos archivistas, como el
profesor Villanueva, recomiendan dejar como sustituto una reproducción. En contraparte, el
documento retirado debe remitir a su expediente de origen con una nota adjuntada al mismo.
En este caso los instrumentos de descripción desempeñan un papel trascendente, ya que
permitirán vincular a la agrupación artificial con sus unidades de origen, es decir, indicarán a
que expediente, a que serie y a que sección del cuadro de clasificación del fondo respectivo,
corresponde cada documento especial que haya sido separado para formar una agrupación
artificial por conveniencias de conservación e instalación. De ésta manera se respetará el
principio de procedencia y de respeto al orden original. Realizada ésta tarea, por medio de
índices el acervo se puede tratar como colección si de este modo se favorece el servicio a los
usuarios.
• Ordenación
Sostenía Arévalo que los documentos se ordenan y archivan por su forma. Sin embargo se
mencionaba que otros archivistas afirmaban que la organización, y por tanto la ordenación, no
difiere en los documentos especiales:
“¿La ordenación de fotografías tiene que utilizar unidades de orden distintas de las que se
utilizan para los documentos textuales (fecha, albafeto, lugar)? ¿Sería adecuado establecer
otras unidades de ordenación que hasta ahora la archivística no recomienda, como el
tamaño, los soportes, las técnicas de elaboración?” 181
78
catálogo topográfico, el cual dice estará ordenado “… por el mismo orden que los discos,
cassettes y cintas en el depósito. Cada tipo de soporte, por tanto, tendrá su propio cajón en el
fichero ya que su disposición en el depósito ha de ser también independiente.” 182
Esta lógica es muy sencilla. Si los documentos especiales se separan de sus expedientes de
origen para favorecer su permanencia, es por que por sus características físicas no son
compatibles con el mobiliario o espacio asignado para la documentación tradicional. O
incluso cuando en un archivo que conserva una misma clase especial, hay diversidad de
formatos, será necesario ordenarlo y archivarlo en forma separada. Por ejemplo en una
fonoteca que resguarde diversos soportes y formatos, será poco recomendable ordenar
indistintamente discos de acetato, casetes y CDS. Generalmente se guardaran atendiendo a sus
características físicas, en mobiliario acorde a su forma material, es decir, tomando en cuenta
su formato.
Por lo tanto un primer criterio de orden será que los documentos especiales queden agrupados
por clase y posteriormente por tipo de formato (que implícitamente ya condiciona el soporte).
Una vez reunidos de esta manera, se aplicará un método de ordenación según se haya
determinado, sea alfabético, cronológico, numérico u otro. La clasificación y el respeto a la
procedencia se mantendrán a través de los instrumentos de descripción, tal como se mencionó
párrafos atrás.
• Instalación
Esta dependencia del mobiliario al formato documental, la plantea así Carmen Pescador:
“…su elección [de estantes, archiveros, etc.] está condicionada en primer lugar por el tipo y
forma de los documentos que contiene y en segundo por el servicio que vamos a tener que
prestar con ellos.” 183 Es así que los muebles que resguarden la documentación deben
favorecer tanto su buena conservación, como facilitar el acceso a los mismos. Estas
afirmaciones se traducen en que al planear la instalación de agrupaciones documentales,
además de considerar la fase del ciclo vital en que se encuentre el archivo, las características
del local y los servicios de información a ofrecer; habrá que tomar en cuenta además el
material, la forma y dimensiones de los documentos, en particular ya constituidos como
unidades archivables. Por tal razón resulta ineludible deducir que ante la clara diferencia entre
un expediente en una carpeta convencional y un rollo de película de 35 mm., éste exige una
forma de guarda distinta. La misma autora lo explica así:
182
MIRANDA REGOJO, Fátima. Op. cit., 198.
183
PESCADOR DEL HOYO, Ma. Del Carmen. El archivo Instalación y conservación, p. 12.
79
“Pero además de estos muebles clásicos para documentos escritos tenemos que contar con la
necesidad de instalar aquellos que se llamaban documentos especiales y que cada día son
más corrientes. Me refiero a los documentos gráficos que sobrepasan el tamaño de folio y a
los que producen las nuevas técnicas de grabación en ficha y cintas por sistema magnético,
sin olvidar los fotográficos y fonográficos.” 184
Molina Nortes y Leyva Palma también formulan en forma expresa esta situación:
“La instalación de documentos especiales. Existen documentos que, por su formato o tipo de
soporte no tradicional, no pueden ser doblados e instalados de manera habitual y que
requieran unas condiciones físicas adecuadas para que no se perjudique su estado de
conservación. 185 ”
Por su parte, Pescador del Hoyo explica también diferentes tipos de mobiliario para la
instalación documentos especiales, que coincide en muchos aspectos con lo ya expuesto.
• Descripción
“…A éstos se añaden los relativos a la naturaleza fotográfica del documento: técnica,
soporte, dimensiones, estado de conservación, etc.; además de los datos relativos a la
indización de la fotografía: descriptores onomásticos, toponímicos y de materias; sin olvidar
184
Ibídem, p. 35.
185
MOLINA NORTES, Juana, y LEYVA PALMA, Victoria. Op. cit., p. 95.
186
Cfr. VILLANUEVA BAZÁN, Gustavo. Op. cit., p. 66-67.
80
los datos relativos a la propiedad intelectual, usos de la fotografía, datos de publicaciones,
exposiciones, etc.” 187
La elaboración de los instrumentos descriptivos por lo tanto, tendría que realizarse bajo el
método archivístico, tomando como base las normas aplicables al respecto, y como parte de
estas las reglas de descripción multinivel (descripción de lo general a lo específico,
información pertinente para el nivel de descripción, vinculación de las descripciones, no
repetición de la información). De está forma serían catálogos en los que se reflejarían
principalmente diferencias en relación a aquellos que describen documentos tradicionales;
consecuencia natural de una descripción detallada de una unidad documental menor.
• Valoración
81
completo al procedimiento archivístico común. Es decir, los documentos especiales deben
valorarse en su contexto de creación como parte del expediente y serie a que pertenecen, así
mismo debe considerarse el marco jurídico pertinente y la utilidad que tienen para que la
institución que lo generó pueda cumplir con las atribuciones que le competen.
Por otra parte se tiene un Estudio del Ramp (Programa de administración de documentos y
archivos) sobre valoración de fotografías, en el que se plantea necesaria su valoración y
depuración por la gran cantidad que de éstas se producen. Entre las directrices que propone
para su valoración, algunas bien pueden considerarse como generales en el sentido de que
aplican también a los documentos tradicionales, como tomar en cuenta los valores
informativos, o el no perder de vista el principio de procedencia evaluando las fotografías en
su conjunto y contexto general de producción y no en forma aislada. Sin embargo algunos
aspectos son exclusivos de esta clase documental por sus caracteres tanto internos como
externos. Por ejemplo se torna necesario considerar los siguientes criterios:
Al igual que las fotografías, los materiales sonoros son producidos en gran cantidad en ciertos
ámbitos. En consecuencia resulta inexorable realizar también labores de valoración y
depuración. Explica Miranda:
190
MUÑOZ BENAVENTE, Teresa. Op. cit. p. 41.
191
UNESCO, CIA. Evaluación de fotografías para archivo, p. 57-63.
82
“Una de las tareas más importantes y delicadas de los archivos de radio es la de la selección,
cuando los programas ya se han emitido. La cantidad de materiales que en estos entra es tan
inmensa que si no se borra parte de él periódicamente, llegaría un momento en que los
depósitos se verían desbordados (…) Esta es la razón de que exista un archivo temporal y
otro definitivo para los documentos más excepcionales y los susceptibles de ser emitidos
nuevamente” 192
En cuanto a los documentos audiovisuales también existe un Estudio Ramp sobre evaluación
de imágenes de movimiento, en el cual de la misma manera se percibe la necesidad de contar
con criterios específicos para la valoración de esta clase documental. En este texto también se
expone sobre lo inexorable de realizar esta actividad para la conservación únicamente de
aquello que tenga una utilidad para la sociedad y se distinguen entre los materiales de
naturaleza filmográfica, los pertenecientes a empresas televisoras y los procedentes de otras
instituciones; indicando que son mayorías los de las dos primeras y que en estos los criterios
de selección estarán mas enfocados a su valor informativo. 193
192
MIRANDA REGOJO, Fátima. Op. cit., 64.
193
KULA, Sam. La evaluación de las imágenes en movimiento de los archivos: un estudio del RAMP con
directrices, p. 55-58.
194
MOLINA NORTES, Juana, y LEYVA PALMA, Victoria. Op. cit., p. 22.
83
almacenamiento. También contribuye al deterioro documental la forma de manipulación y uso
de la documentación.
Fothergill subraya que “Los principales causantes de deterioro de los materiales no librarios
son la temperatura y humedad extremas, el polvo y los campos magnéticos.” 195 Por lo cual en
su obra, capítulo tres “Los materiales”, 196 recomienda las medidas generales para el cuidado
de los diferentes soportes y formatos para favorecer su adecuada conservación. Por su parte
Miranda se extiende proporcionando recomendaciones sobre el uso y limpieza de los discos
de vinilo y casetes de cinta magnética. 197
195
FOTHERGILL, Richard. Op. cit., p. 341.
196
Ibídem, p. 88-122.
197
MIRANDA REGOJO, Fátima. Op. cit., p. 140-155.
198
KUON CARRERO, Rosa. Manual de los archivos universitarios, p. 97-99.
199
MIRANDA REGOJO, Fátima. Op. cit., p. 138.
200
FRACORNEL, Guilherme. Op. cit., p. 83-84.
84
Convergen las opiniones de los estudiosos de esta temática en cuanto a la necesidad de contar
con los equipos, máquinas o mecanismos adecuados para la consulta del contenido
informativo de los documentos especiales, que si bien no es una regla general, si es un
requerimiento recurrente. Núñez Fernández resalta el caso de los documentos electrónicos 201 ,
Fátima Miranda hace lo propio con los sonoros 202 y Richard Fothergill abarca todos los que
presentan tal exigencia 203 .
El tener tales equipos en un archivo implica por un lado contar con los suficientes recursos
financieros para la adquisición de los mismos, además de personal con los conocimientos
necesarios para su mantenimiento y operación. En otros casos, como por ejemplo con mapas y
planos, el mobiliario en las salas de consulta deberá tener las dimensiones apropiadas al
tamaño de dichos documentos.
“Contar con un laboratorio dotado del equipo necesario para realizar duplicados con
calidad de archivo y el personal técnico capacitado, son fundamentales para que estas tareas
se efectúen de manera eficiente, sin poner en riesgo la integridad física de los materiales.” 204
De la misma manera en el caso de otros acervos, trátese de mapas, planos, materiales sonoros
o audiovisuales, será necesario contar con los artefactos que permitan su reproducción con
fines de servicio.
201
Cfr. NÚÑEZ FERNÁNDEZ, Eduardo. Op. cit. p. 123.
202
Cfr. MIRANDA REGOJO, Fátima. Op. cit., p. 212-214 y 219-224.
203
Cfr. FOTHERGILL, Richard. Op. cit., p. 57-62.
204
FRACORNEL, Guilherme. Op. cit., p. 65.
85
Conclusiones
Después de haber disertado sobre los documentos especiales desde diversas perspectivas…
¿qué se puede concluir? A continuación se plantean los siguientes razonamientos.
Los documentos especiales difieren de los tradicionales por su forma y no por su contenido,
por lo tanto en esencia su naturaleza archivística permanece inmutable. En consecuencia su
tratamiento no debe quedar al margen del procedimiento genérico aplicado a los documentos
tradicionales, y en todo caso adecuarse a las exigencias que impongan el lenguaje o el soporte
en cada uno de los procesos específicos que debe recibir.
Finalmente se determinó que el manejo y tratamiento de estas clases documentales debe partir
del procedimiento general de la archivística y en lo particular adecuarse a las características y
exigencias particulares de cada clase de documentos especiales. Siendo la clasificación la que
permanece inalterable y el resto pudiendo variar en mayor o menor medida.
Los documentos especiales son una realidad en los archivos. Situación que exige a los
archivistas una formación que les otorgue herramientas suficientes para darles un manejo y
tratamiento adecuado. Para ello es fundamental adentrarse al conocimiento de los procesos y
técnicas involucradas en su elaboración y producción. Probablemente se puedan concebir
como áreas de especialización para los profesionales de los archivos, en virtud de que cada
clase conlleva toda una cultura de por medio. Los mapas todo un conocimiento de la
86
cartografía, la fotografía un dominio de los procesos, técnicas, soportes y formatos
fotográficos. La microfilmación, los documentos sonoros, los audiovisuales también implican
un saber que trasciende a la archivística misma.
Para el estudio profundo de cada categoría de los documentos especiales será necesario no
solo estudiar fuentes de la ciencia de los archivos, sino también y principalmente, todo lo que
al respecto han desarrollado otros especialistas, como aquellos que integran asociaciones
como la IASA, la FIAT y la FIAF; hablando de organismos internacionales. O en su caso
otras de carácter nacional como el SINAFO. Lo importante es que se desarrolle un
conocimiento de estos acervos desde una perspectiva claramente archivística.
También es necesario que los archivistas tengan una visión alerta y abierta. Que sean
conscientes de la evolución del conocimiento y por lo tanto de lo inestable de sus conceptos.
Los soportes documentales devienen de la evolución de la ciencia y la tecnología. Antes del
papel fueron otros materiales escriptorios. A partir de la aparición de la fotografía a mediados
del siglo XIX han surgido paulatinamente nuevos soportes, en particular en los años mas
recientes. La tecnología avanza a pasos agigantados, con soportes que a veces resultan
fugaces y que se traducen en documentos que pasan por los archivos efímeramente. Esta
velocidad que distingue a la tecnología, sobre todo de la información, plantea retos
importantes a los archivistas profesionales. No falta el comentario en el ámbito de los
archivos de que los documentos en papel fenecerán paulatinamente y; que los que resultan de
las nuevas tecnologías informáticas ocuparán su lugar. Como se comentó en el cuerpo del
trabajo, ésta situación llevaría a replantear diversos aspectos de la teoría archivística, entre los
cuales habría que redefinir el concepto de documentos especiales.
87
Bibliografía
Archivo General De La Nación (México). Los Sistemas Red de Archivos del Gobierno
Federal. Manual de Organización de los Sistemas Red de Archivos. México: AGN, 1986. 59
p. Colección Normas para la Administración de Documentos, 2.
CORTES ALONSO, Vicenta. Manual de archivos municipales. 2ª ed. Madrid: Anabad, 1989.
159 p. Biblioteca Profesional De Anabad. II Estudios. ISBN: 84-300-81380.
88
COUTURE, Carol, y ROUSSEAU, Jean Yves. Los Archivos en el siglo XX. México: AGN,
1988. 434 p. Clásicos Modernos de la Archivonomía. ISBN 968-805-51 8-2.
CRUZ MUNDET, José Ramón. Manual de Archivística. Madrid: Fundación Germán Sánchez
Ruipérez / Pirámide, 1994. 408 p. Biblioteca del libro; 33. ISBN 8.1-86168-94-5.
89
HEREDIA HERRERA, Antonia. Archivística General. Teoría y Práctica. 4a ed. Sevilla:
Diputación Provincial de Sevilla, 1989. 389 p. ISBN 84-7798-008-X
KULA, Sam. La evaluación de las imágenes en movimiento de los archivos: un estudio del
RAMP con directrices. París: UNESCO, 1983. 81 p. Programa General de Información y
UNISIST.
KUON CARRERO, Rosa. Manual de los archivos universitarios. Lima: Biblioteca Nacional
del Perú, 1999. 229 p.
MARTÍNEZ TERÁN, Flavio, y CONDE LÓPEZ, Eric Guillermo. El rescate de los archivos
orales en el municipio de Huehuetlán, San Luis Potosí. La zona de Huichihuayán: las culturas
Tenek, Náhuatl y Pame. En: Archivo General de la Nación. VI Congreso Nacional de
Archivos. México: AGN, 1995, p. 85- 89. Serie Información de archivos; 34. ISBN 970-628-
131-2.
90
MUÑOZ LARA, Tania. Organización del archivo dactiloscópico. México: el autor, 2005. 89
p. [Tesina para obtener el título de Licenciado en Archivonomía, S.E.P. E.N.BA]
ORTEGA Y GASSET, José. Misión del bibliotecario. México: CNCA, 2005. 92 p. Colección
biblioteca del bibliotecario. ISBN 970-35-0748-4.
PESCADOR DEL HOYO, Ma. Del Carmen. El archivo Instalación y conservación. Madrid:
Ediciones norma, 1988. 249 p. ISBN: 84-7487-042-9
PESCADOR DEL HOYO, Ma. Del Carmen. El archivo. Instrumentos de trabajo. Madrid:
Ediciones Norma, 1986. 229 p. ISBN: 84-7487-03 1-3.
TABORGA, Huáscar. Cómo hacer una tesis. 13a. ed. México: Grijalbo, 1991. 220 p.
Tratados y manuales Grijalbo. ISBN 970-05-0265-1.
91
VÁZQUEZ MURILLO, Manuel. Administración de documentos y archivos: Planteos para el
siglo XXI. Buenos Aires: Alfagrama, 2004. 144 p. ISBN 987-95615-6-2.
92
Documentos
93