Guía #3 Leyendas Chilenas
Guía #3 Leyendas Chilenas
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EL CALEUCHE
La Añañuca
Es una flor típica de la zona norte de nuestro país, que crece
específicamente entre Copiapó (Región de Atacama) y el valle de
Quilimarí (Región de Coquimbo). Pocos saben que su nombre proviene
de una triste historia de amor.
Cuenta la leyenda que en tiempos previos a la Independencia de Chile,
en la localidad de Monte Patria, vivía Añañuca, una bella joven indígena
que todos los hombres querían conquistar, pero nadie lograba.
Un día llegó al pueblo un minero que andaba en busca de un tesoro. Al
conocer a Añañuca, surgió el amor entre ambos, por lo que decidieron
casarse.
La pareja fue feliz durante un tiempo, pero una noche, el joven tuvo un
sueño donde un duende le revelaba el lugar en donde se encontraba la
mina que por tanto tiempo buscó. A la mañana siguiente, sin avisarle a
nadie, ni siquiera a su mujer, partió a buscarla.
Añañuca, desolada, lo esperó y esperó, pero pasaban los días, las
semanas, los meses y el joven minero nunca regresó.
Se dice que éste habría sido víctima del espejismo de la pampa o de
algún temporal, causando su desaparición y, presuntamente, su muerte.
Añañuca pronto murió, producto de la gran pena de haber perdido a su
amado. Fue enterrada por los pobladores en pleno valle en un día de
suave lluvia. Al día siguiente, salió el sol y todos los vecinos del pueblo
pudieron ver un sorprendente suceso. El lugar donde había sido
enterrada la joven se cubrió por una abundante capa de flores rojas.
Desde ese momento, se asegura que esta joven se convirtió en flor,
como un gesto de amor a su esposo, ya que de esta manera
permanecerían siempre juntos. Así fue que se le dio a esta flor el nombre
de Añañuca.
El Basilisco
Criatura que tiene cabeza de gallo y un cuello largo como el de una
serpiente. Nace de un pequeño huevo incubado por una gallina vieja o
un gallo rojo.
Cuando en los gallineros aparece, de vez en cuando, un pequeño huevo
blanco-grisáceo, de aproximadamente un centímetro de diámetro,
redondo, de cáscara gruesa y rugosa, el pánico se apodera de la gente
de Chiloé, ya que de él nace el terrible y despiadado monstruo llamado
Basilisco, también conocido como Fasilisco, Athrathrao o Lagarto. Si se
desea evitar que nazca, el huevo, puesto por una gallina vieja o un gallo
rojo, se debe quemar de inmediato.
El aspecto del Basilisco es una mezcla entre ave y reptil. Tiene cabeza
de gallo, un cuello largo y ondulante como de serpiente, cuerpo con
forma de ave, con alas y patas pequeñas.
En el día se esconde bajo el piso de la casa en donde vive. En la noche,
cuando todos duermen, sale de su guarida emitiendo un hipnotizante
canto parecido al gallo, que hace caer en una especie de coma a los
moradores. De esta forma, se introduce en los dormitorios y les absorbe
el aliento y la saliva a sus ocupantes, robándoles su fuerza interna.
Quien es atacado comienza a sufrir una tos seca y a enflaquecer, hasta
que queda reducido a un esqueleto. El final es trágico, pues uno a uno
los habitantes de la casa enferman y fallecen. La única forma de
terminar con este monstruo es quemar la casa.
El Basilisco no sólo seca a los moradores de las viviendas, sino que
también puede sorprender a una madre que está amamantando. Cuando
esta duerme, le succiona la leche de sus pechos, mientras entretiene a
su bebé dándole a chupar su cola.
Este engendro también posee el poder de matar a quien lo vea, sólo con
su mirada. Si solamente le alcanza a divisar un brazo o pierna, el
individuo no muere, pero queda con aquel miembro paralizado por el
resto de sus días.
El Imbunche
Se dice que cuando los brujos necesitan de un cuidador para su cueva,
raptan al primogénito de alguna familia. También se cree que muchas
veces es el mismo padre quien vende al niño o lo regala, a cambio de
favores de parte de los brujos.
Este niño es el Imbunche (también conocido como Ivunche, Invunche ,
Vuta Macho, Machucho o Chivato de la Cueva), a quien los hechiceros
deforman quebrándole una pierna, la que luego le tuercen sobre su
espalda. También le doblan la cabeza hacia atrás y sus orejas, boca,
nariz y dedos son torcidos igualmente. Además, le aplican sobre su
espalda un ungüento que le hace crecer un pelo grueso.
Para caminar se apoya en su pierna buena y en sus dos brazos y manos,
por lo que se dice que anda en tres patas. El Imbunche no puede hablar
y sólo emite sonidos guturales y desagradables parecidos al balar de un
chivo. Además, los brujos le parten la lengua en dos, para que no pueda
revelar los secretos de su secta; existen historias sobre imbunches que
lloran bajo la Luna, como si recordaran a su familia.
Durante el período de lactancia es alimentado con leche de gata negra
(mujer india). Después con carne de cabrito (niños de corta edad) y, a
partir de la juventud, de carne de chivo (carne de adulto). Los alimentos
deben serle servidos sólo por los brujos.
Su función es proteger la entrada de la Cueva de los Brujos, participar en
algunos rituales y arbitrar como un patriarca en algunos juicios.
Si bien debe permanecer en su puesto, en ocasiones el Invunche sale,
cuando escasea el alimento o cuando los brujos lo utilizan como un
asesino a larga distancia para aquellos que se atreven a interponerse en
el camino de los hechiceros.
Cueva de Quicaví
Se dice que en la localidad de Quicaví (comuna de Quemchi) se
encuentra una cueva que también es llamada Casa Grande. Esta sería la
guarida donde vive el Supremo de los Brujos (un rey o gobernador) y
estaría resguardada por el Imbunche.
En ella se encuentra una serie de objetos de brujería, como, por
ejemplo, uno que revela el pasado, el presente y el futuro, y todo cuanto
el Supremo desee conocer. También está el Macuñg, que es un chaleco
luminoso que llevan los brujos por las noches y que les sirve para volar;
este está hecho de piel humana.
Los brujos, cuando desean quedar a oscuras, se bajan el poncho, y si
quieren luz, se lo suben.
Otros dicen que allí estaría el Libro o Revisorio, un instrumento usado
para hacer diversos exámenes, y el Chayanco, utilizado para vigilar a
todos los miembros de la comunidad de brujos.
La Cueva tendría su entrada en una quebrada y mediría
aproximadamente 200 metros de largo y sería un sitio subterráneo con
muchas dependen
El Pillán
Los principales dioses del pueblo mapuche eran imaginados como malos
espíritus a los que había que apaciguar mediante algunos sacrificios. La
más poderosa de estas divinidades era Pillán, el dios del trueno y el
proveedor del fuego. Este dios provocaba los temblores de la tierra, las
erupciones volcánicas y los relámpagos.
Se representaba como una divinidad corporal en varias formas. Los jefes
guerreros que morían luchando eran reabsorbidos por Pillán y se
convertían en volcanes; los simples guerreros lo hacían en nubes. A
partir de esta creencia se elaboró el siguiente mito: durante una
tempestad los indígenas miraban al cielo para ver hacia qué lado se
dirigían las nubes, suponiendo que significaban la batalla entre ellos y
los españoles invasores. Si las nubes iban hacia el sur, los mapuches se
lamentaban porque significaba la derrota indígena; en cambio, si lo
hacían en dirección al norte se alegraban por la derrota española que
representaba.
El dios Pillán tenía como servidores a otros espíritus llamados wekufus,
que para hacer el mal poseían la facultad de transformarse a su antojo.
Los mapuches atribuían a estos espíritus todas las enfermedades y
algunos de los fenómenos meteorológicos que ocurrían a destiempo,
como por ejemplo que lloviese en el momento de recoger la cosecha.
La divinidad benéfica que tenían los mapuches era Anchimayén, la Luna,
esposa del Sol. Protegía a este pueblo de los desastres y expulsaba a los
malos espíritus, que huían por miedo a ella.
El Trauco
Es tal vez uno de los más representativos. Según la leyenda chilota, se
trata de un hombre pequeño, deforme y de baja estatura, que habita en
los bosques de la región. Sus facciones son gruesas y toscas, y su
cuerpo, además de asemejarse al tronco de un árbol, está cubierto de
fibras de quilineja (planta trepadora usada para la fabricación de
canastos y cordeles). Usa un gorro en forma de cono, como un
cucurucho, y porta una pequeña hacha de piedra o bastón de madera
llamado pahueldún, con el que es capaz de derribar cualquier árbol,
pues tiene la fuerza de un gigante.
Se dice que es capaz de matar a una persona con la mirada, siempre
que la vea antes de ser observado; pero es más frecuente que ella
quede deforme, con el cuello torcido, o sentenciada a morir dentro de un
año.
Tiene instintos lascivos y procura siempre apoderarse de alguna mujer
para abusar de ella.
La Pincoya
Es una mujer joven de extraordinaria belleza que representa la
personalidad de los mares y las playas. Sale de la profundidad de las
aguas a danzar en las playas o sobre las olas, semi-vestida con un traje
de algas. Sus brazos y piernas son similares a los de una persona.
Cuando realiza su baile mirando hacia alta mar, significa que abundarán
los peces y mariscos. En cambio, si lo hace con el rostro en dirección
hacia la playa, indica que los peces y mariscos serán escasos. Si por la
ausencia de la Pincoya la escasez se mantiene, es posible hacerla volver
por medio de una ceremonia mágica donde intervienen brujos o machis.
Cuando los isleños naufragan, la Pincoya acude a su auxilio. A veces
algunos pescadores la ven entre los roqueríos peinando su larga
cabellera, rojiza o rubia. Su acompañante, como hermano o esposo, es el
Pincoy.
La Fiura
Es una mujer de horrible aspecto, pequeña estatura y mal aliento que
habita en los bosques. Es coqueta; se baña en las vertientes o cascadas,
y luego peina su larga y abundante cabellera con un peine de cristal.
Después del baño, se sienta sobre el musgo y permanece desnuda
durante horas. Tiene un gran poder de seducción, y una vez que logra
atraer a su víctima lo enloquece. Por eso las expresiones populares dicen
que “lo tentó la condená”.
Representa lo femenino de la perversidad y se deleita haciendo el mal a
quienes la rechazan, sean estos animales o seres humanos. El mito dice
que la Fiura los tuerce con el poder de su aliento, produciéndoles ciática
o “tullimiento”. Los animales quedan “descuadrilados” o quebrados sin
tener señales de golpes o garrotazos.
El Camahueto
Es otro de los personajes que aparecen en la mitología chilota. Se trata
de un ternero parecido al unicornio, de pelaje color plomizo muy
brillante. En la frente posee un cuerno dorado que brilla a la luz de la
luna. Los que lo han visto dicen que es un animal muy ágil y vigoroso, de
gran hermosura. Nace y habita en las quebradas donde existe una caída
de agua, y en lagunas pantanosas. En ese lugar permanece hasta los 25
años y después emigra al mar, pero para llegar a su destino destruye la
naturaleza circundante y los sembrados de los agricultores. Según la
leyenda, cuando alguien sabe que se está desarrollando un Camahueto
en su terreno, busca un machi o brujo para que lo atrape en el
plenilunio, laceándolo con una soga de sargazo, y lo conduzca al mar sin
provocar daño. El machi que captura al Camahueto recibe una
recompensa en dinero o especies y el cuerno del animal.
La Calchona
Muchas son las versiones que se han tejido en torno a la fantástica
historia de la Calchona. Mientras algunas personas se refieren a ella
como una mujer fea y malévola que ataca a los jinetes, otras dicen que,
tomando forma de animal, ataca a los hombres desobedientes e infieles.
Existe, además, la versión de la mujer que por las noches se transforma
en diferentes animales.
Aquí te presentamos una de ellas: cuenta la historia de un matrimonio
que vivía sin problemas en el campo, junto a sus dos hijos. Sin embargo,
la familia no sabía que la mujer era bruja y que en su hogar escondía
varios frascos con unas cremas que, al aplicarlas sobre su cuerpo, le
permitían transformarse en el animal que ella eligiese. Todas las noches
realizaba el rito de colocarse los ungüentos y salir a pasear por los
campos. En la mañana regresaba, se aplicaba sus cremas y volvía a
recobrar la forma de madre.
Así pasó el tiempo, hasta que un día sus hijos la vieron, e imitando a su
mamá se pusieron las cremas, transformándose en múltiples animales.
Pero cuando quisieron volver a ser niños, no supieron cómo, y
convertidos en animalitos se pusieron a llorar. El padre despertó con los
sollozos de los hijos, pero su sorpresa fue enorme, pues en lugar de
verlos a ellos encontró solamente pequeños animales. Con inteligencia,
logró encontrar el frasco con la pócima indicada y consiguió que los
niños se transformaran nuevamente en niños; pero para evitar que les
volviera a ocurrir lo mismo, tomó las cremas y las botó en las aguas de
un río.
La madre, convertida en oveja negra, regresó a su casa, comenzó a
buscar sus cremas por todos lados, y como no pudo encontrarlas, quedó
para siempre convertida en ese animal. Por eso, cuando se siente balar
una oveja negra que vaga de noche sola por los campos, los campesinos
saben que se trata de la Calchona. Todos acostumbran dejarle un plato
de comida para que se alimente, ya que es totalmente inofensiva.
La Cuca
De la leyenda de la Cuca se conocen tres versiones: la Cuca negra, la
Cuca blanca y la Cuca cordillerana. La primera es un ave que vuela de
noche. Cuando lo hace en las noches de luna, si su sombra toca a una
persona, esta muere antes de cumplirse un año. Su grito se asemeja al
rebuzno de la mula. Si lo lanza sobre una casa, al poco tiempo muere
uno de los moradores de ella.
La Cuca blanca es un ave benéfica que ayuda a las personas que andan
extraviadas a encontrar el camino. Cuando canta, dice: ¡Cuca! ¡Cuca!
La Cuca cordillerana habita cerca de los Andes y es un ser mitad mujer,
mitad vaca que siempre anda con la cabeza tapada. Entra en las casas,
saca a las personas mientras duermen y las deja en un sitio distante sin
causarles ningún daño.
El Chonchón
El Chonchón se presenta como una cabeza humana, de la que nacen
unas enormes orejas que usa a modo de alas para volar. Su presencia es
delatada por su fatídico grito de tué, tué, que indica que una persona va
a morir. Revolotea alrededor de la habitación de los enfermos, lucha con
el espíritu de estos, y, si los vence, chupa la sangre de los pacientes.
Se considera a los Chonchones como brujos que tienen el secreto para
volar. Esto lo hacen untándose unas cremas en la garganta, con lo que
logran que salga a volar sólo la cabeza, diciendo: Sin Dios ni Santa
María. El cuerpo permanece en la casa.
Para ahuyentarlos se reza la siguiente oración: San Cipriano va para
arriba, San Cipriano va para abajo, sosteniendo una vela del buen morir.
Con estas palabras el Chonchón cae al suelo. También se le echa sal al
fuego de la cocina y se dice: Pasa, Chonchón, tu camino, o vuelve
mañana por sal. Al día siguiente se presentará alguien a pedir sal y no
hay que negársela.
El Pihuchén
En mapuche significa secar a la gente. Es un personaje cuya existencia
se registra más allá de la zona central, pues también aparece en
Coquimbo, La Araucanía y Chiloé.
Se trata de un culebrón verdoso, de alrededor de medio metro de largo,
que vive en el corazón de los árboles huecos. Chupa la sangre de las
ovejas o de los cristianos desde lejos.
Su presencia se reconoce por las huellas de sangre que deja.
En algunos campos, a los rebaños de ovejas se les ponen seis o más
cabros, pues la sangre de estos animales es muy fuerte y ahuyenta a los
pihuchenes.
Para matarlo, se cubre el árbol en que está escondido con una tela
fuerte, para que no pueda huir, y en seguida se prende fuego al árbol.