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Dr.

Francisco José García Peñalvo


Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial
Universidad de Salamanca

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La Universidad en la Sociedad del Conocimiento
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Procuremos más ser padres de nuestro


porvenir que hijos de nuestro pasado
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Miguel de Unamuno

El profesor universitario necesita reconocerse en un contexto, además de


conocimiento y compromiso, para desarrollar su labor profesional [1]. Este capítulo
tiene el cometido de, precisamente, definir el contexto en el que se desenvuelve la
labor universitaria en la actualidad.

Este Proyecto Docente e Investigador se enmarca en el contexto universitario


español del siglo XXI, asumido plenamente el denominado Espacio Europeo de
Educación Superior (EEES) [2], que tenía en 2010 la fecha límite establecida por los
ministerios de educación europeos para incorporar todas las titulaciones de
educación superior europeas al EEES (estructura Grado/Máster/Doctorado;
medida del tiempo de trabajo del estudiante en créditos ECTS (European Credit
Transfer and Accumulation System) [3]; y sistema de garantía interno de calidad en
todas las enseñanzas oficiales).
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

En España, la plena incorporación a la convergencia europea en materia


universitaria se puede datar operativamente con la aprobación del RD1393/2007
[4]. Es en el curso 2008-2009 donde se ponen en marcha las primeras titulaciones
verificadas, bajo nuevos condicionantes académicos y organizativos. Este Proyecto
Docente e Investigador se presenta, en el cuso 2017-2018, después de unos nueve
años de experiencia real con la aplicación del EEES en las universidades españolas
y, particularmente, en la Universidad de Salamanca.

Por otro lado, más allá de la transformación que ha supuesto en la Universidad


Española el establecimiento de un nuevo diseño de las enseñanzas universitarias
(guías docentes, nuevas metodologías de enseñanza, nuevas formas de evaluación
de los estudiantes y, sobre todo, la integración “obligatoria” de los sistemas de

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garantía de calidad), se tiene una Universidad ubicada en una nueva sociedad.
Iniciado ya el siglo XXI, se está ante un mundo caracterizado por un avance

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tecnológico exponencial sin precedentes y una penetración en la vida personal y
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profesional en todas las edades de las Tecnologías de la Información y de la
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Comunicación (TIC), que está cambiando íntegramente toda la vida de las personas
[5]; la globalización de un modo de vida; la multiculturalidad; las crisis económicas;
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y hasta las crisis de pensamiento [6]. La Universidad, en todas sus facetas, debe
responder a esta digitalización, tanto desde el punto de vista de adecuar todos sus
procesos [7-9], como desde la reflexión para comprender los nuevos actores y los
cambios en las reglas de juego que están aconteciendo en el panorama de la
educación superior, los cuales amenazan su situación de privilegio sostenida por
más de ocho siglos [10-16].

La reflexión sobre el cambio y la evolución de la Universidad ya las abordaba a


principios del siglo XX José Ortega y Gasset cuando decía: “la raíz de la reforma
universitaria está en acertar plenamente con su misión” [17]. Así, un siglo después,
se siguen planteando debates similares, como se puede ver en el primer capítulo de
la primera parte “Cambios en la Misión de la Universidad” del Informe Universidad
2000 [18]. Pero no se trata tanto de cambiar la misión de la Universidad como de
adaptarla a los nuevos tiempos.

Se entiende que diseñar un Proyecto Docente e Investigador en este momento,


desde la experiencia de alguien que opta a un puesto de Catedrático de Universidad,
Capítulo 1

requiere de reflexión acerca de cuál debería ser la respuesta de la Universidad con


vocación docente ante estos cambios, con el fin de seguir sirviendo eficazmente a la
sociedad y a la construcción de una sociedad del conocimiento [19].

Además, la Universidad Española, pese a su autonomía, concedida por la


Constitución de 1978 [20], y de la formal separación del Estado, las universidades
públicas son instituciones con un fuerte carácter funcionarial, con un gobierno
burocrático, y, sobre todo, con una fuerte orientación profesionalizante [21]. El
sistema universitario español no solo certifica una habilitación académica, sino
también profesional (en especial, en los títulos habilitantes), al contrario de lo que
sucede, por ejemplo, en el mundo anglosajón, en el que la habilitación para el
ejercicio profesional la otorgan los gremios profesionales.

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Se va a reflexionar sobre el contexto universitario actual para, con la experiencia

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adquirida, proyectar la actuación hacia un futuro profesional docente e investigador.
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1.1. Claves: Conocimiento, innovación y transferencia
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Existe cierto consenso a la hora de hablar de la existencia de un nuevo tipo de


sociedad originada a partir de la década de los ochenta del siglo pasado.
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A partir de ese momento, la riqueza se empieza a generar con las actividades


vinculadas al sector terciario, es decir, el sector servicios, en lugar de al sector
secundario, esto es el sector industrial. Ya no se generará empleo en grandes
fábricas, sino en puestos dedicados a la generación, difusión, procesamiento y
almacenamiento de la información mediante el uso de las TIC. Es decir, a diferencia
de la sociedad industrial, se considera que son el conocimiento y la tecnología, en
lugar de la mera producción industrial, los elementos de mayor impacto sobre el
desarrollo económico y social de las naciones [21]. Sin embargo, las discrepancias
surgen a la hora de cómo denominar la sociedad que bautizo Castells como sociedad
red [22].

En el año 1962, el economista austro-estadounidense Fritz Machlup [23] es


consciente de que, por primera vez en la historia, el número de empleos vinculados
al manejo y la manipulación de la información es mayor que los relacionados con
algún tipo de esfuerzo físico, lo que le lleva a ser el primero en considerar el
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

conocimiento como un recurso económico y usar el concepto de sociedad de la


información (information society). Durante la década de los 70, los sociólogos Daniel
Bell [24] y Alain Tournaire [25] acunan en sus obras el término, pero lo declinan a
favor del de sociedad post-industrial.

Peter Drucker [26] empieza a utilizar en sus obras el concepto de sociedad del
conocimiento, a través de la idea de trabajador del conocimiento. También habla de
una nueva disciplina que puede ser enseñada y aprendida, la innovación.

Como señalan Majó y Marqués [27]: “en la actualidad podemos considerar que los
cambios, aunque de distinta naturaleza e intensidad según el nivel de desarrollo de
cada estado, nos están conduciendo a una nueva era a la que podemos llamar
sociedad de la información, o sociedad del conocimiento” (p. 85). Sin embargo, a

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pesar de existir cierto grado de acuerdo en el hecho de que está surgiendo una nueva

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colectividad, se continúa sin llegar a un acuerdo sobre cómo denominar la sociedad
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actual [27-33], para caer incluso a la incongruencia de utilizar en ocasiones
indistintamente ambos conceptos.
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En este Proyecto Docente e Investigador se va a utilizar el término sociedad del


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conocimiento, construida sobre los pilares de aprendizaje, tecnología y


conocimiento.

Mientras no aparezcan otros tipos de instituciones, la Universidad es el sistema de


Educación Superior responsable de la transmisión del conocimiento, de la ciencia y
de la tecnología; así como de su producción, a través de la investigación. Su papel,
por tanto, es fundamental, siempre y cuando se sea capaz de responder con
flexibilidad a las nuevas demandas de esta sociedad del conocimiento. La
Universidad empieza a hacer visible su carácter universal en un triple sentido:
sentido espacial o geográfico, pues es capaz de llegar a cualquier parte y en cualquier
momento a través del uso de las TIC [34]; sentido temporal, por su vocación
permanente (lifelong learning) [35-38]; y por su acceso, por el alto porcentaje de
jóvenes que acceden tras la educación secundaria [39].

En esta misión de transmitir y compartir el conocimiento va a tener un papel


fundamental el movimiento de Conocimiento en Abierto [40, 41].
Capítulo 1

La definición de Conocimiento Abierto aporta precisión al significado del término


«abierto» (open) cuando se aplica al conocimiento y promueve un procomún
robusto en el que cualquiera puede participar, maximizando su interoperabilidad.
El conocimiento es abierto si cualquiera es libre para acceder a él, usarlo,
modificarlo y compartirlo bajo condiciones que, como mucho, preserven su autoría
y su apertura. O de forma más sucinta, los datos y contenidos abiertos pueden ser
libremente usados, modificados y compartidos por cualquiera y con cualquier
propósito [42].

Conocimiento abierto es un término paraguas que engloba un amplio número de


iniciativas que se acogen al concepto de abierto, como son el acceso abierto [43-48],
la educación abierta [49-55], los contenidos educativos abiertos [56-59], la ciencia

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abierta [60-63], los datos abiertos [64, 65], el software abierto [66, 67], la innovación
abierta [68, 69] o el gobierno abierto [70] entre otros.

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En el fondo de esta tendencia hacia lo abierto se encuentra la idea de que el
conocimiento es un bien que debe ser compartido por todos y que los avances
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tecnológicos y, en particular, Internet ofrecen una extraordinaria oportunidad para


ponerla en práctica. La misión de una Universidad está con el desarrollo y la difusión
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del conocimiento a la sociedad, por tanto, el Conocimiento Abierto es inherente a


esa misión. Además, las universidades tienen el deber moral de apoyar el
compromiso con los sectores y sociedades menos favorecidos, es por ello que se
deben esforzar en hacer llegar a esos lugares el conocimiento como una puesta en
valor de la Tercera Misión [71].

La madurez de estas iniciativas abiertas, y en gran medida la repercusión que ha


tenido el fenómeno de los Cursos Online Masivos Abiertos (COMA, del inglés Massive
Open Online Courses – MOOC) [72-74], obliga a reflexionar sobre los modelos de
enseñanza que se aplican, ¿se puede seguir manteniendo el mismo esquema de
formación que en la época en la que Fran Luis de León impartía docencia en la
Universidad de Salamanca? Pues parece evidente que ante nuevas necesidades se
deben imponer alternativas distintas tanto en la formación como en la investigación.

En algunas universidades presenciales se ha aprobado en sus órganos colegiados un


modelo pedagógico, de formación y de aprendizaje, por ejemplo, el Modelo de
Formación de la Universidad de Deusto (MFUD) [75]. Sin embargo, es en las
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

universidades no presenciales, online o virtuales, donde el modelo pedagógico


presenta variaciones más significativas, en función del nivel de interacción con los
estudiantes y de los recursos tecnológicos utilizados, como pueden ser los casos de
la Universitat Oberta de Catalunya (UOC – https://goo.gl/Lgkxyd) y la Universidad
Internacional de la Rioja (UNIR – https://goo.gl/o8q4Ca). Ciertamente, en la
Universidad Latinoamericana y, particularmente, en España en las universidades
privadas, ha cuajado la necesidad de plantear un Modelo Pedagógico, más que en las
universidades públicas españolas.

La Universidad Pública en España utiliza los planes estratégicos para explicitar sus
objetivos, entre ellos el modelo docente. Algunos ejemplos pueden ser los planes
estratégicos de la Universidad de Salamanca [76], de la Universidad de Málaga [77],

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de la Universidad de Sevilla [78], de la Universidad de Oviedo [79], de la
Universidade da Coruña [80], de la Universidade de Santiago de Compostela [81], de

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la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria [82] y de la Universidad de Alicante
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[83] entre otros.
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Además, hay que tener en cuenta que, aunque proceso voluntario, en una gran parte
de las universidades públicas se ha implantado un Modelo de Evaluación de la
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Actividad Docente (Programa Docentia – https://goo.gl/utGu6c – promovido desde


la Agencia Nacional para la Evaluación y Acreditación de las Universidades, ANECA
[84]), que ha obligado a formular criterios de evaluación, donde se dejar intuir el
modelo pedagógico con el que comparar la actuación de los docentes.

En unos u otros casos, el énfasis en los Modelos Pedagógicos o en la Estrategia


universitaria sobre Docencia, se sitúa en la adquisición de competencias por parte
de los estudiantes, es decir, en el diseño de una formación universitaria en base a
competencias en respuesta a las demandas productivas actuales. En este sentido, las
titulaciones actuales se diseñan en función de los perfiles profesionales. Esta
transición desde un modelo formativo centrado en la enseñanza, hacia un modelo
centrado en el aprendizaje, implica un cambio cultural en la formación de
estudiantes activos, autónomos, estratégicos, reflexivos, cooperativos y
responsables [85-90].

La Universidad debe promover el cambio en la totalidad de su misión,


tradicionalmente la docencia, la investigación y las tareas de gestión.
Capítulo 1

Adicionalmente, desde finales del siglo XX, en el contexto de la construcción de una


Sociedad del Conocimiento [24], surge, especialmente con foco en el Reino Unido,
una corriente crítica del papel, misión y función de la Universidad. Como
consecuencia de este proceso de reflexión se incorpora a sus dos funciones básicas
de enseñanza superior e investigación una tercera misión clave para la sociedad:
“producir conocimiento aplicable y fomentar la innovación, formar y reciclar
profesionales cualificados a lo largo de la vida, valorizar la investigación y fomentar
proyectos emprendedores o llevar a cabo proyectos de desarrollo territorial en
colaboración con el resto de agentes del sistema económico” [91]. Esta tercera
misión incluye tareas muy diversas que son difíciles de clasificar, que involucran
desde la formación continua de los profesionales, con un especial énfasis en la
formación eLearning [92], hasta la creación de proyectos empresariales y la

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inserción de laboral de titulados y doctores. En general, el paradigma de la tercera

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misión se basa en dos pilares principales, por un lado la responsabilidad social
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institucional de la universidad; y, por otro, el compromiso de transformar el
conocimiento en valor económico, incidiendo en la competitividad y facilitando la
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innovación, la creatividad y el desarrollo cultural, científico y tecnológico [93]. Es


decir, los ejes principales de esta tercera misión son el emprendimiento, la
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innovación y el compromiso social [94], lo que es congruente con los conceptos que
se desarrollan a finales de la década de los noventa sobre la universidad
emprendedora [95] y la universidad como agente de la denominada triple hélice,
universidad-empresa-administración [96].

En los últimos años, la tercera misión de la universidad está más presente, debido al
vuelco hacia la sociedad que se le pide a la universidad del siglo XXI [97, 98]. Javier
Vidal [99] relaciona y ordena las tres misiones en base a dos variables:
obligatoriedad y formalidad, que gráficamente se muestran en la Figura 1.1Figura
1.1. Habida cuenta de las demandas actuales de la sociedad, las universidades deben
orientarse hacia la tercera misión de manera que integre las anteriores. Las
universidades deben constituirse como “un elemento dinamizador del progreso del
bienestar social a través de la gestión del conocimiento” [99].
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

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Figura 1.1. Las misiones de la Universidad. Fuente: [99]

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Las demandas sociales requieren de una formación que desarrolle competencias
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básicas y específicas en los estudiantes y vinculada a cuatro pilares de la educación:
aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos-aprender a vivir con los
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demás, y aprender a ser [100].


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Este modelo se ha visto favorecido por la integración de las TIC en la Universidad. Si


bien es cierto que las TIC conllevan nuevas exigencias sociales y demandas
formativas, también aportan múltiples beneficios en docencia, investigación,
gestión y transferencia. La comunicación síncrona y asíncrona facilita el contacto
entre los diferentes miembros de la comunidad universitaria promoviendo el
trabajo colaborativo, impulsan el aprendizaje autónomo y activo, facilitan un acceso
rápido a la información, etc. Es decir, las tecnologías modifican sustancialmente la
interacción profesor-estudiante y estudiante-estudiante, así como las posibilidades
para adquirir conocimiento también aumentan [7]. Javier Vidal [99] señala que
frente a las actividades tradicionales de enseñanza universitaria en un aula, las
tecnologías producen nuevas formas de enfrentar la relación enseñanza-
aprendizaje, bien a través de cursos, de acciones formativas orientadas a la
adquisición de conocimiento, algunas de acceso gratuito, como los MOOC [101-105].
En este sentido, Hernández Pina [106] señala que “los cambios producidos en la
sociedad han obligado a transitar de una formación basada exclusivamente en el
conocimiento a otra basada en las tecnologías de la información y la comunicación
Capítulo 1

(TIC). Y de aquí a otras dos basadas en las Tecnologías del Aprendizaje del
Conocimiento (TAC) y las Tecnologías de la Utilización del Conocimiento (TUC)” (p.
16).

La Universidad, por tanto, debe cumplir con las funciones que desde el informe
Delors [100] se le atribuyeron:

1. La preparación para la investigación y para la enseñanza.


2. La oferta de tipos de formación muy especializados y adaptados a las
necesidades de la vida económica y social.
3. La apertura a todos para responder a los múltiples aspectos de lo que se
denomina educación permanente en el sentido extendido del término.
4. La cooperación internacional.

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En esta misma línea, a raíz de las recomendaciones derivadas del proceso de Bolonia

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[2], las universidades deben mejorar las condiciones de movilidad de los estudiantes
PR
y establecer una relación más estrecha entre educación y mundo laboral. Sin
embargo, la distancia entre la Universidad y la Empresa en España (pero que es un
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problema mucho más global) es bastante grande. Como un indicador de este hecho
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se podría utilizar es la poca presencia de doctores en las empresas españolas. La tasa


de doctores empleados en el sector empresa en España, en 2009, es inferior al 16%,
mientras que para los países miembros de la OCDE la tasa está sobre el 30%, cifra
que es sumamente superior en el caso de Estados Unidos, 44%, o Francia, 62%, por
poner algunos ejemplos. Teniendo en cuenta además que la producción de doctores
en España está en cifras equiparables a otros países del entorno, ocupando la
undécima posición mundial en el año de referencia (2009) [107].

Por otro lado, el compromiso social de las universidades tiene que reflejarse
también en su apuesta por la mejora de la empleabilidad de sus egresados y el poder
transformador de la educación sobre las personas y la comunidad, pudiendo servir
como medio de ascenso social a las primeras y de impulso al conjunto de la
población [108]. En este sentido, el Observatorio de Empleabilidad y Empleo
Universitarios (https://oeeu.org) de la Cátedra UNESCO de Gestión y Política
Universitaria de la Universidad Politécnica de Madrid ha publicado los resultados
del I Barómetro de Empleabilidad y Empleo Universitarios en España [109] y más
recientemente el Barómetro de empleabilidad y empleo universitarios (Edición
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

Máster 2017) [110], cuyo sistema de información [111-113] ha sido realizado por
el Grupo GRIAL de la Universidad de Salamanca.

El proyecto VALS (Virtual Alliances for a Learning Society) [114-119], ubicado


dentro del Programa de Knowledge Alliances de la Unión Europea
(https://goo.gl/z8ccgA), es un claro ejemplo de práctica de innovación que intenta
reducir la distancia entre la universidad y la empresa. Promueve el establecimiento
de alianzas de conocimiento entre entidades de educación superior y el mundo de
los negocios a través empresas, fundaciones y proyectos, para llevar a cabo procesos
de innovación abierta en la que se tienden puentes entre ambos mundos, el
académico y el de los negocios, permitiendo una retroalimentación de lo mejor de
ambos en pos de un objetivo común de desarrollo e innovación basado en filosofías

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abiertas (Open Source [67], Open Innovation [120], Open Knowledge [40, 41]). Esta
colaboración, según plantea este proyecto, se instrumenta a través del desarrollo de

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prácticas en empresas y proyectos a nivel internacional que planteen problemas
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reales de negocio por parte de estudiantes, de informática y áreas de conocimiento
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afines, que estudian en entidades educativas europeas; en un proceso reglado a


través del establecimiento de un sistema de recompensas y retribuciones (no
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económicas) del cual salen beneficiados todos los actores involucrados (enfoque
win-win) [121].

De las diferentes lecciones aprendidas en el proyecto VALS [122] se destaca que no


es suficiente contar con una buena práctica y la infraestructura que permita
desarrollarla para lograr su éxito y su completa adopción por los actores
involucrados, las prácticas virtuales en este caso concreto. La realidad que separa la
academia del mundo empresarial, la resistencia al cambio y a abandonar sus
respectivas zonas de confort por parte de los principales actores, y las diferencias
de organización y estructura de las diferentes universidades europeas (y no solo
debidas a estar en diferentes países) han sido factores determinantes para
conseguir una velocidad de adopción de los procedimientos propuestos muy por
debajo de la esperada [123], lo que de nuevo pone de manifiesto la distancia
existente y el enorme camino que queda por recorrer para tener una cultura de la
transferencia de conocimiento entre universidad-empresa-sociedad totalmente
asentada y que lleve a una universidad más alineada con la sociedad del
Capítulo 1

conocimiento [8, 9] y las reglas de juego que se erigen sobre una infraestructura de
información que crece exponencialmente en lugar de sobre una perspectiva más
industrial y estática [124].

1.2. Un modelo de formación universitaria para el siglo XXI, centrado en


el aprendizaje de competencias

Los Proyectos Docentes Universitarios elaborados previamente al establecimiento


del Espacio Europeo de Educación Superior [125, 126] no disponían de los
referentes normativos de carácter pedagógico tan concretos como los actuales (los
antiguos planes de estudios estaban basados en listados de asignaturas troncales,
optativas o de libre configuración y en un mapa de titulaciones fijado desde el
Ministerio con competencias en educación). La aplicación del EEES en España, sobre

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todo a través de la aplicación del RD1393/2007 [4], ha normativizado el diseño, el

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desarrollo y el sistema de garantía interna de calidad (evaluación interna y externa)
PR
de todos los planes de estudio oficiales en las universidades españolas1. Cualquier
Proyecto Docente e Investigador que se elabore actualmente dentro de un plan de
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estudios oficial, no solo debe tener en cuenta los referentes académicos y


PR

profesionales propios de la materia, sino también su referente curricular


institucional (plan de estudios verificado y re-acreditado). En concreto, el plan de
estudio del Grado en Ingeniería en Informática de la Universidad de Salamanca fue
sometido a su proceso de renovación de acreditación en 2016 (comprendiendo los
cinco primeros cursos de implantación, desde 2010-2011 a 2014-2015) y el plan de
estudios del Máster en Ingeniería en Informática superó su proceso de verificación
en 20132.

Se plantea ahora el interrogante de hasta qué punto ser creativos en la elaboración


de este Proyecto Docente para los próximos años, estando integrado en procesos de
evaluación internos (seguimiento) y externos (acreditación) del conjunto de las
titulaciones. Pues bien, como se es responsable ciertas materias en los planes de

1 EL diseño del plan de estudios verificado (acreditación ex-ante) está configurado ya por elementos concretos:
justificación, objetivos y competencias, estructura, recursos humanos y materiales, sistema de garantía de
calidad, resultados previstos, etc.
2 Se puede acceder al informe de renovación de la acreditación del título Grado en Ingeniería en Informática y al

informe de verificación del título de Máster en Ingeniería en Informática a través del buscador de títulos
universitarios oficiales en Castilla y León (https://goo.gl/dTZp2j), de la Agencia para la Calidad del Sistema
Universitario de Castilla y León (ACSUCYL).
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

estudio afectados y, por tanto, de su constante evaluación para su mejora, en este


contexto, se sitúa el Proyecto Docente aquí presentado.

Los planes de estudios implementados actualmente en la Universidad están basados


en un enfoque por competencias (Real Decreto 1393/2007 [4]) y se centran en el
estudiante (Real Decreto 1125/2003 [127]) de ahí, que se orienten,
fundamentalmente, a los resultados de aprendizaje. Todo ello conlleva nuevos
planteamientos acerca de qué, cómo y cuándo aprende el estudiante y en qué
situaciones, cómo y cuándo deberá poner en práctica y demostrar lo aprendido
[128]. No se debe olvidar que tradicionalmente las competencias desarrolladas a
nivel universitario han estado orientadas, principalmente y casi de manera
exclusiva, a la formación intelectual y, en menor medida, a las competencias

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profesionales que se demandan en el contexto universitario actual.

I
El proceso educativo está orientado a la adquisición y desarrollo de competencias
PR
[129]. Este enfoque de formación basado en competencias parece querer dar
respuesta, en esencia, a una necesidad económica y productiva. Así la UNESCO, en la
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Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI: Visión y Acción de


1998, en el Artículo 7. Reforzar la cooperación con el mundo del trabajo y el análisis
PR

y la previsión de las necesidades de la sociedad, en el apartado a), ya ponía de


manifiesto la necesidad de incluir una formación basada en competencias que diese
respuesta a las necesidades del mercado productivo, concretamente determina
[130]:

a) En un contexto económico caracterizado por los cambios y la


aparición de nuevos modelos de producción basada en el saber y sus
aplicaciones, así como el tratamiento de la información, deberían
reforzarse y renovarse los vínculos entre la enseñanza superior, el
mundo del trabajo y otros sectores de la sociedad (p. 25).

Asimismo, el Real Decreto 1393/2007 [4], en su Artículo 9. Enseñanzas de Grado, en


el apartado 1, señala que:

Las enseñanzas de Grado tienen como finalidad la obtención por


parte del estudiante de una formación general, en una o varias
disciplinas, orientada a la preparación para el ejercicio de
actividades de carácter profesional.
Capítulo 1

En consecuencia, el contexto formativo universitario actual debe asumir


condiciones similares al entorno del ejercicio profesional. Como señala Juan Manuel
Escudero Muñoz [131], se debe fomentar “el aprendizaje a lo largo de toda la vida,
pero insistiendo más en el trabajo (empleabilidad) y en la individualización de las
necesidades, que en la vida y la cohesión social” (p. 67). En consecuencia, el contexto
universitario actual, a través de los planes de estudios implantados y diseñados en
base a competencias, trata de reducir la distancia tan acentuada, en unos casos, y
menos en otros, entre teoría y práctica, mundo educativo y laboral; en definitiva,
entre lo académico y lo profesional. Concretamente, tomando como referencia el
Proyecto Tuning [132], la inclusión de las competencias en el ámbito universitario
pretende:

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• Fomentar la transparencia en los perfiles profesionales y académicos de las
titulaciones.
• I
Promover un mayor énfasis en los resultados.
PR
• Desarrollar un nuevo paradigma centrado en el estudiante.
E-

• Ampliar los niveles de empleabilidad.


• Crear un lenguaje más adecuado para el intercambio y el diálogo entre los
PR

implicados.

No obstante, no todas las posturas y puntos de vista se muestran homogéneos


cuando se alude a las competencias en Educación, hay que reconocer la existencia
de posturas críticas ante el discurso dominante en dicha materia [133].

Inicialmente se plantea, de cara a la delimitación conceptual de competencia, una


revisión amplia y exhaustiva del término, así como de sus componentes,
posteriormente se hace alusión a algunos de los cambios referidos a los roles y
nuevas competencias de profesores, por un lado, y del estudiante, por otro.

1.2.1. Delimitación conceptual de las competencias

Muchos son los autores que han optado por definir y concretar el término
competencia. Miguel Ángel Zabalza [134] lo considera un “constructor molar que se
refiere a un conjunto de conocimientos y habilidades que los sujetos necesitan para
desarrollar algún tipo de actividad” (p. 70-71); Pilar Colás [135] lo concibe como “la
capacidad de los sujetos de seleccionar, movilizar y gestionar conocimientos,
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

habilidades y destrezas para realizar acciones ajustadas a las demandas y fines


deseados” (p. 107); Mario de Miguel Díaz [136] se refiere a “la capacidad que tiene
un estudiante para afrontar con garantías situaciones problemáticas en un contexto
académico o profesional determinado” (p. 34); y Juan Mateo [137], entre otros,
especifica que se trata de “la capacidad de usar funcionalmente los conocimientos y
habilidades en contextos diferentes y que a su vez implica comprensión, reflexión y
discernimiento teniendo en cuenta simultánea e interactivamente la dimensión
social de las actuaciones a realizar” (p. 520).

Si bien es cierto, para comprender mejor el concepto, es interesante relacionarlo con


otros términos afines integrados en el proceso de formación, que pueden inducir a
confusión entre estudiantes y/o docentes. A este respecto, se puede diferenciar

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entre tres conceptos fundamentales que deben tenerse en cuenta al adoptar un
enfoque de formación basado en competencias, concretamente: competencia,

I
resultado de aprendizaje y objetivo [138], como se recoge en la Tabla 1.1.
PR
Tabla 1.1. Definición de objetivos, resultados de aprendizaje y competencia. Fuente: [138] (p. 16)
E-

Son afirmaciones relativas a la docencia, redactadas desde el punto de vista de


aquello que intentará cubrir el profesorado con un determinado bloque de
Objetivos aprendizaje (módulo, materia, asignatura, etc.). Están escritos desde el punto
PR

de vista del profesor.


Pueden incluir conocimientos y habilidades de manera aislada.
Son afirmaciones sobre las que se espera que un estudiante pueda conocer,
comprender y ser capaz de demostrar después de haber completado un
proceso de aprendizaje (módulo, asignatura, materia, curso, etc.). Se centran en
lo que el estudiante ha alcanzado en vez de en cuáles son las intenciones del
Resultados de profesor. Se centran en aquello que puede demostrar el estudiante al finalizar
aprendizaje la actividad de aprendizaje.
Pueden incluir conocimientos y habilidades aisladamente. De la misma manera
que los objetivos, se pueden describir al finalizar cualquier unidad (módulo,
asignatura, etc.).
Implican el uso integrado de conocimientos, habilidades y actitudes en la
Competencias acción. Por su naturaleza, solo se podrán alcanzar estadios finales del proceso
educativo (prácticum, trabajo final de estudios, etc.)3.

3 Por ejemplo, la competencia para concebir, redactar, organizar, planificar, desarrollar y firmar proyectos en
el ámbito de la Ingeniería en Informática que tengan por objeto la concepción, el desarrollo o la explotación
de sistemas, servicios y aplicaciones informáticas, que corresponde a una competencia del perfil de
formación de un Ingeniero en Informática, se podrá alcanzar tras haber realizado el Trabajo Fin de Grado,
pero en cursos anteriores el estudiante habrá llevado a cabo diferentes actividades relacionadas con el
desarrollo de un proyecto software, por ejemplo en la asignatura Ingeniería del Software I. Es decir, de la
misma manera que hay niveles de complejidad diferente en el ámbito de la cognición (del recuerdo a la
aplicación o la evaluación), también es posible establecer niveles de complejidad en el ámbito de la acción,
de ejecuciones en procesos parciales en contextos simples a ejecuciones de procesos completos en contextos
complejos.
Capítulo 1

Con estas y otras afirmaciones, se argumenta sobre la necesidad de promover desde


la educación superior la generación de competencias profesionales, en lugar de la
simple conjunción de habilidades, destrezas y conocimientos; es decir, se debe
garantizar la comprensión de lo que se transmite, a través del saber, saber hacer, y
saber ser y estar [139]. En otras palabras, se debe asegurar y/o acreditar el saber
profesional. En consecuencia, del análisis de estas y otras definiciones sobre dicho
concepto se deduce que las competencias implican el desarrollo y ejecución de
distintas dimensiones y, por tanto, desde las universidades se debe:

[…] proporcionar al estudiante experiencias profesionales y de vida,


en las que pueda demostrar que tiene conocimientos sobre un
determinado ámbito profesional (sabe), que conoce y utiliza los
procedimientos adecuados para solucionar problemas nuevos (sabe

NT
hacer), que es capaz de relacionarse con éxito en su entorno (sabe

I
estar) y que actúa conforme a unos valores y criterios reales,
PR
democráticos y responsables (sabe ser) [140].

Tabla 1.2. Componentes y subcomponentes de una competencia. Fuente: [136] (p. 40)
E-

COMPONENTES SUBCOMPONENTES

1. Conocimientos 1.1. Generales para el aprendizaje


PR

Adquisición sistemática de conocimientos, clasificaciones, 1.2. Académicos vinculados a una


teorías, etc. Relacionadas con materias científicas o área materia
profesional 1.3. Vinculados al mundo profesional
2. Habilidades y destrezas 2.1. Intelectuales
Entrenamiento en procedimientos metodológicos aplicados, 2.2. De comunicación
relacionados con materias científicas o área profesional
(organizar, aplicar, manipular, diseñar, planificar, realizar, 2.3. Interpersonales
etc.) 2.4. Organización/gestión personal
3. Actitudes y valores 3.1. De desarrollo profesional
Actitudes y valores necesarios para el ejercicio profesional:
responsabilidad, autonomía, iniciativa ante situaciones
3.2. De compromiso personal
complejas, coordinación, etc.

A pesar de no existir un consenso sobre el término competencia, algunos autores se


esfuerzan por esclarecer, al menos, los elementos que la conforman. Así, Ángeles
Blanco Blanco [141] contempla como elementos básicos de la definición de
competencia profesional respecto a la formación universitaria, los siguientes:
“integra conocimientos, destrezas o habilidades y actitudes o valores; es solo
definible en la acción: se desarrolla, se actualiza en la acción; está vinculada a un
contexto, a una situación dada y permite dar respuesta a situaciones problemáticas,
facilitando la resolución de situaciones profesionales conocidas o inéditas”. Por su
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

parte, Mario de Miguel Díaz [136] muestra un enfoque desagregado de los


componentes de la competencia, tal y como se muestra en la Tabla 1.2.

Gráficamente, este mismo autor, de Miguel Díaz, ilustra los componentes de la


competencia como se puede apreciar en la Figura 1.2.

NT
I
PR
Figura 1.2. Componentes de las competencias. Fuente: [136] (p. 39)
E-

En el ámbito universitario, un trabajo de referencia sobre competencias en


educación superior es el proyecto Tuning Educational Structures in Europe [132].
PR

Dicho proyecto ha proporcionado una diferenciación entre competencias genéricas


(o transversales) y específicas. Las competencias genéricas o trasversales comparten
capacidades, rasgos o atributos comunes a cualquier titulación universitaria de
grado (por ejemplo, capacidad de aprender a resolver problemas, tomar decisiones,
trabajo en equipo, etc.), a la vez que diferencian entre competencias instrumentales,
interpersonales y sistémicas. Las competencias específicas, como su propio nombre
indica, se vinculan a áreas y capacidades concretas, singulares, de cada titulación.
Según figura en este proyecto, las competencias genéricas establecidas, a partir de
un consenso entre los distintos agentes implicados en la formación universitaria,
son las que se muestran en la Tabla 1.3.

Respecto a las competencias genéricas, Villa y Poblete [90, 142] advierten de la


necesidad de proporcionar una base de competencias genéricas que contribuyan al
desarrollo de la capacidad de adaptarse a los cambios de forma eficaz. Insisten, en
esta misma línea, en la necesidad de explicitar en los perfiles académico-
profesionales de las carreras las competencias genéricas y específicas.
Capítulo 1

Por otro lado, en un contexto de educación no universitaria, que afecta a la


formación de todos los ciudadanos, se reconocen como competencias propias de
todo individuo, cuatro tipos de destrezas ligadas a campos de conocimiento
específicos de la vida contemporánea: TIC, idiomas, competencias básicas de
carácter científico y tecnológico.

Tabla 1.3. Relación de Competencias Genéricas. Fuente: [132] (pp. 83-84)


• Capacidad de análisis y síntesis
• Capacidad de organizar y planificar
• Conocimientos generales básicos
• Conocimientos básicos de la profesión
• Comunicación oral y escrita en la propia lengua
INSTRUMENTALES • Conocimiento de una segunda lengua
• Habilidades básicas de manejo del ordenador
• Habilidades de gestión de la información (habilidad para buscar y
analizar información proveniente de fuentes diversas)
• Resolución de problemas

NT
• Toma de decisiones
COMPETENCIAS GENÉRICAS

• Capacidad crítica y autocrítica

I •

Trabajo en equipo
Habilidades interpersonales
PR
• Capacidad de trabajar en un equipo interdisciplinar
INTERPERSONALES
• Capacidad para comunicarse con expertos de otras áreas
• Apreciación de la diversidad y multiculturalidad
E-
• Habilidad de trabajar en un contexto internacional
• Compromiso ético
• Capacidad de aplicar los conocimientos en la práctica
PR

• Habilidades de investigación
• Capacidad de aprender
• Capacidad para adaptarse a nuevas situaciones
• Capacidad para generar nuevas ideas (creatividad)
• Liderazgo
SISTÉMICAS
• Conocimiento de culturas y costumbres de otros países
• Habilidad para trabajar de forma autónoma
• Diseño y gestión de proyectos
• Iniciativa y espíritu emprendedor
• Preocupación por la calidad
• Motivación de logro

El proyecto DeSeCo (Definition and Selection Competencies –


https://goo.gl/WWCD1W) [143]de la OCDE optó, en su momento, por un proceso
más dilatado y consultivo, por hacer un agrupamiento más sintético, limitando la
enumeración a tres categorías de competencias que se reflejan en la Tabla 1.4.

Por tanto, y para finalizar, en el planteamiento de un Proyecto Docente e


Investigador se deben considerar las características fundamentales de la formación
basada en competencias, señaladas por distintos autores y que se pueden resumir
en [144, 145]:
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

1. Las competencias que los estudiantes tienen que adquirir son


cuidadosamente identificadas, verificadas por expertos y de conocimiento
público.
2. Del mapa de competencias, que describe los resultados de aprendizaje
esperados, se derivan criterios de evaluación especificados también
públicamente.
3. El programa formativo se deriva a partir de y se vincula con las competencias
especificadas.
4. La formación se organiza entonces en unidades de tamaño manejable
(módulos).
5. Los procesos de enseñanza + aprendizaje permanecen atentos a las
características y necesidades del sujeto que aprende, individualizando la

NT
enseñanza tanto como sea posible.
6. Las experiencias de aprendizaje son guiadas por una frecuente
I
PR
retroalimentación y la medida del progreso se comunica al estudiante a lo
largo del programa.
E-

7. Los progresos del sujeto se determinan mediante la demostración de


competencias.
PR

8. La evaluación toma en cuenta el conocimiento, las actitudes y el desempeño


de la competencia como principales fuentes de evidencia

Tabla 1.4. Proyecto DeSeCo, categorización de las competencias clave. Fuente: [146]
Competencias claves para el éxito en la vida y el buen funcionamiento de la sociedad
Actuar de manera autónoma
Pensamiento crítico y enfoque holístico e

• Capacidad para defender y afirmar sus derechos, sus intereses, sus responsabilidades, sus
límites y sus necesidades
• Capacidad de concebir y de realizar proyectos personales
• Capacidad de actuar en el conjunto de la situación / el gran contexto
Utilizar herramientas de manera interactiva
integrado

• Capacidad de uso del lenguaje, los símbolos y los textos de modo interactivo
• Capacidad de utilizar el saber y la información de manera interactiva
• Capacidad de uso de la (nueva) tecnología de manera interactiva
Funcionar (intervenir) en grupos socialmente heterogéneos
• Capacidad de mantener buenas relaciones con los demás
• Capacidad de cooperación
• Capacidad de gestionar y resolver conflictos

Es, por tanto, importante en la actualidad que todo equipo docente universitario
tenga en cuenta y comprenda estos conceptos para poder diseñar y desarrollar un
proyecto educativo válido y adaptado al nuevo contexto universitario.
Capítulo 1

1.2.2. Nuevos roles y planteamientos para una formación basada en competencias

Ante este horizonte, el sistema docente universitario del siglo XXI necesita gestionar
y desarrollar un nuevo modo de actuar desde la perspectiva pedagógica, asumiendo
importantes cambios. Las principales diferencias parten del enfoque curricular, tal
y como señala Ángeles Blanco Blanco [141], ver Tabla 1.5. No obstante, se trata de
una perspectiva de universidad distinta que comporta cambios sustanciales, tanto
en el enfoque curricular, ahora basado en la formación por competencias, como la
asunción de nuevas funciones y roles por parte de profesores y estudiantes, que no
ha dejado de contener críticas desde el área académica de la Didáctica [147]; críticas
que se suelen verbalizar en forma de preguntas como:¿cambiar todo para que nada
cambie?; a pesar de los grandes esfuerzos en elaboración de planes de estudio tan

NT
exhaustivos, de complejas guías docentes, de alta ingeniería académica, la acción del
docente en las aulas, ¿se ha transformado tanto?; ¿cómo lo han percibido los
discentes? I
PR
Tabla 1.5. Comparación en algunos aspectos básicos del enfoque curricular tradicional y del
enfoque basado en competencias. Fuente: [141] (p. 45)
E-

ELEMENTOS ENFOQUE CURRICULAR


Tradicional Basado en competencias
PR

Fuentes del • Disciplinas científicas y • Disciplinas científicas y académicas


currículo académicas • Prácticas profesionales y mundo del
(inputs) trabajo
Guía del diseño • Los conocimientos que los • Las competencias identificadas en un
curricular docentes consideran que los proceso que incorpora también a
estudiantes deben adquirir en profesionales, empleadores y otros
cada materia para un agentes relevantes. Son la expresión de lo
desempeño futuro, que no está que los estudiantes deben poder ser
claramente definido capaces de hacer al término del periodo
formativo, en términos de resultados de
aprendizaje

Estructura • Materias separadas que • Modelos diversos


funcionan autónomamente y • Frecuentemente: materias o módulos
explicitan sus contenidos separados que definen de modo
específicos (programa) con coordinado sus objetivos, contenidos, y
referencias menores a los metodología y procedimientos d
aspectos metodológicos o evaluación con el fin de contribuir al
evaluativos desarrollo integral del referencial de
competencias

Ante esta situación, el profesorado se enfrenta a una docencia diferente, a la que


tiene que dar respuesta con una metodología adaptada a nuevas exigencias. En la
actualidad, las instituciones “exigen una preparación pedagógica del profesorado
universitario a efectos de estimular la innovación en sentido crítico y la creatividad”
[148] (p. 269). Aunque en el contexto de la Ingeniería [149-151] y más
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

específicamente en la actividad docente que se ha venido impartiendo en Grado,


Máster y Doctorado, la cual queda representada en este Proyecto Docente, el cambio
contextual no ha sido tan abrupto desde una perspectiva pedagógica, aunque sí
desde un punto visto de la carga de trabajo del profesor relacionada con el aumento
de la gestión de la actividad docente, carga que no se ve reflejada en ningún tipo de
reconocimiento específico [152].

En el contexto de la educación superior española, no ha habido directrices generales


ni planes nacionales o autonómicos para el diseño e implementación de la formación
del profesorado universitario, por lo que cada universidad ha puesto en marcha
planes de formación para atender las necesidades y las demandas de su personal
docente. Prácticamente en la totalidad de aquellas universidades que han

NT
conservado sus institutos de ciencias de la educación, es este el responsable de la
formación de su profesorado. Es el caso de las universidades de Sevilla, Oviedo,

I
Cantabria, Pontificia de Comillas, Barcelona, Oviedo, Cantabria, Girona, Lleida,
PR
Politécnica de Cataluña, Rovira i Virgili, les Illes Balears, Alcalá de Henares,
E-

Politécnica de Madrid, Alicante, Politécnica de Valencia y Zaragoza. En casos como


el de la Universidad de Salamanca, donde su Instituto Universitario de Ciencias de
PR

la Educación (IUCE), tiene estatuto de instituto de investigación, también sigue


siendo responsable de la formación pedagógica del profesorado universitario [153].

Sin embargo, la Unión Europea anuncia en 2013, mediante un comunicado de prensa


[154] la publicación del primer informe del “Grupo de alto nivel para la
modernización de la enseñanza superior de la Unión Europea” sobre la mejora de la
calidad de la enseñanza y el aprendizaje en las universidades. Este informe recoge
dieciséis recomendaciones, de ellas se quiere destacar la cuarta: “Todo el personal
docente de los centros de enseñanza superior en 2020 deberá haber recibido
formación pedagógica certificada. La formación continua del profesorado ha de ser
un requisito para los profesores de la enseñanza superior” [155].

No se debe perder de vista que el objetivo de la formación docente es la mejora del


aprendizaje de los estudiantes. De este modo, el hecho en sí de tener que programar
el trabajo académico del estudiante (a partir del establecimiento del concepto de
ECTS [3]), presupone plantear un sistema de enseñanza que dote de mayor
reputación al trabajo ejercido por el estudiante en el proceso de adquisición de unas
Capítulo 1

competencias establecidas [156]. De modo que se fomente no solo que los


estudiantes sean capaces de saber, sino también de saber hacer, de ser y estar. La
universidad actual debería preparar al estudiante con una visión de futuro,
enseñándole a gestionar e interiorizar la información que reciba, sin distinción en
su procedencia o de sus características. Solo así, se estará en condiciones de
garantizar el aprendizaje a lo largo de la vida (lifelong learning), que permite al
sujeto abordar, como miembro activo, la construcción de su propio conocimiento
[87] y adaptarse a los continuos cambios que se producen en la sociedad en la que
está inmerso.

En esencia, el proceso de enseñanza + aprendizaje no tiene otra finalidad que la de


enseñar al estudiante a aprender a aprender. Es decir, se debe permitir al discente el

NT
ejercicio de la autorregulación de su actividad de aprendizaje; como señalan Pérez
Echeverría y Mateos [87]:

I
PR
Se trataría de ayudarles a ser más conscientes de lo que saben y lo
que no saben, de lo que se proponen aprender, de lo que hacen para
E-

aprender y de lo que van logrando en ese proceso; en definitiva, se


trataría de ayudarles a desarrollar metaconocimiento con el objetivo
PR

último de facilitar el avance en la dirección de la autorregulación de


su propio aprendizaje (p. 406).

Esta nueva perspectiva obliga a la educación superior en España a asumir


modificaciones en el rol que ejerce el estudiante y, consecuentemente, cambios
también en el rol del docente, que debe centrar su atención no solo en la
investigación, sino también en docencia y formación pedagógica [157]. La
contribución debe estar, por tanto, orientada a una educación que sitúe al
aprendizaje y al estudiante en un puesto central [158, 159], lo que supone un cambio
importante respecto a las metodologías de enseñanza tradicionales [136] y nuevos
planteamientos frente al proceso formativo, para introducir enfoques basados en
métodos de aprendizaje activo [160, 161], sobre todo en el contexto de las
ingenierías [162, 163] y, más específicamente de la Ingeniería en Informática [164,
165]. Por tanto, la enseñanza centrada en el aprendizaje implica poner el énfasis en
cómo aprende el estudiante y, en consecuencia, en cómo enseña el profesor, quien
debe responsabilizarse de promover una docencia de calidad y eficaz.
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

De este modo, al demandar un estudiante activo [86, 90, 142], la labor del docente
no debe consistir únicamente en la transmisión de información, sino que se deben
asumir nuevas estrategias [166] como guiar, orientar y asesorar la actividad llevada
a cabo por los estudiantes, que en definitiva serán los responsables últimos de su
proceso educativo, que gestionarán personalmente los contenidos, así como el modo
y el momento en que quieren aprenderlos. Este cambio en el perfil docente ha sido
planteado por múltiples autores, como por ejemplo [87, 167, 168]. En definitiva, “el
profesorado asume el protagonismo de dar juego a los estudiantes y se convierte en
el gestor y moderador de un contexto de aprendizaje nuevo, que podrá ser más
significativo y generará más ansia de aprendizaje por parte de los estudiantes” [169]
(p. 81).

NT
El estudiante actual y futuro tiene que poder gestionar su conocimiento a través de
un aprendizaje que le ayude a comprender su contexto y a afrontar los nuevos retos,

I
desafíos y transformaciones del nuevo milenio y, todo ello, a través de nuevos y
PR
emergentes enfoques de gestión y desarrollo del aprendizaje permanente. Este
E-

cambio solo será posible si se analizan e identifican las necesidades del escenario
social y productivo y se comparan con las necesidades formativas de la educación
PR

superior [140]; o mejor aún, como subraya Juan M. Escudero la “urgencia por los
resultados, la elevación de niveles, la evaluación y el control de la educación por
parte de los Estados en el contexto de la globalización competitiva y la primacía de
las demandas del mercado son, desde luego, factores influyentes en el despliegue
actual de las competencias” [131] (p. 67).

El profesorado, por su parte, debe desarrollar nuevas competencias en su función


docente [134, 170-172].

1. Planificar el proceso de enseñanza + aprendizaje.


2. Seleccionar y presentar contenidos disciplinares.
3. Ofrecer informaciones y explicaciones comprensibles.
4. Manejar didácticamente las TIC.
5. Gestionar las metodologías de trabajo didáctico y las tareas de aprendizaje.
6. Relacionarse constructivamente con los estudiantes.
7. Tutorizar a los estudiantes.
8. Evaluar los aprendizajes (y los procesos para adquirirlos).
9. Reflexionar e investigar sobre la enseñanza [173].
Capítulo 1

10. Implicarse institucionalmente.

En relación con la definición competencial del profesorado universitario, el grupo


GRIAL, a través del subgrupo de Evaluación Educativa y Orientación (GE2O) y del
Instituto Universitario de Ciencias de la educación (IUCE) de la Universidad de
Salamanca, ha colaborado con el Grupo Interuniversitari de Formació Docente (GIFD)
a través del proyecto financiado por la Red Estatal de Docencia Universitaria RED-
u, Propuesta de un marco de referencia competencial del profesorado universitario y
adecuación de los planes de formación basado en competencias docentes (2012-
2014)4. En dicho proyecto se valoró la opinión de los estudiantes acerca de las
competencias que debe tener un buen docente a partir de un cuestionario aplicado
a una muestra amplia de docentes, profesores y gestores. Según los resultados
obtenidos las tres competencias mejor valoradas por los estudiantes de grado de sus

NT
profesores fueron competencia comunicativa, interpersonal y metodológica [174].

I
PR
Torra et al. [175] muestran los resultados de una investigación desarrollada en el
marco de los centros universitarios de formación catalanes donde identifican seis
E-

competencias que deben guiar la formación del docente universitario.


Concretamente aluden a competencia interpersonal, metodológica, comunicativa, de
PR

planificación y gestión de la docencia, de trabajo en equipo y de innovación. Estas seis


competencias constituyen, según los autores citados, el perfil docente actual del
profesorado universitario.

1.3. Reflexión final

En este primer capítulo referido a la Universidad en la Sociedad del Conocimiento se


pretendido reflexionar en torno a tres preguntas fundamentales: ¿qué función
cumple la Universidad en la sociedad actual?, ¿qué rol tiene el estudiante en la
Universidad?, y ¿qué papel debe asumir el docente?

La universidad europea está en un proceso de cambio impulsado por el EEES, pero


resulta paradójico que la idea actual de Universidad apenas haya cambiado en

4Subvencionado por la Red de Docencia Universitaria en la convocatoria 2012. Universidades participantes:


Universidad de Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, Universidad Politécnica de Cataluña,
Universidad de Girona, Universidad de Lleida, Universidad Rovira i Virgili, Universidad Pompeu Fabra,
Universidad Oberta de Cataluña, Universidad de Alicante, Universidad de Salamanca, Universdidad de Zaragoza,
Universidad de Sevilla, Universidad de las Islas Baleares, Universidad de Burgos y Universidad de Vic.
La Universidad en la Sociedad del Conocimiento

relación al concepto tradicional de la misma y, sin embargo, hayan sido los últimos
movimientos relacionados con la tecnología educativa los que están provocando
aires de cambio en los modelos de gestión universitaria, habida cuenta de que se
esté poniendo en jaque el papel predominante de la Universidad en el panorama de
la Educación Superior, especialmente por la aparición de nuevos agentes de los que
no se tenía conocimiento hace apenas un lustro.

Por todo esto, no debe replantearse la renovación únicamente por la eterna


tendencia al cambio y a la evolución, sino, además, por el ritmo impuesto por estas
transformaciones y demandas sociales, culturales, científicas y tecnológicas. Por
tanto, se requiere una universidad flexible y abierta para responder a los retos que
la sociedad, el desarrollo cultural, científico, técnico y profesional le demandan en

NT
cada momento histórico. Al mismo tiempo es necesaria independencia y autonomía
para mantener su capacidad de crítica. Debe existir también un equilibrio entre sus
componentes local y universal. I
PR
Para cerrar este capítulo, se va a utilizar una cita de Francisco Michavila del prólogo
E-

del libro Calidad de las Universidades y Orientación Universitaria [135]:


PR

[…] entre las trasformaciones radicales que convienen a la institución


universitaria se encuentra la sustitución de los “viejos” métodos de
enseñanzas, principalmente reactivos, por los nuevos sistemas de
aprendizaje con métodos proactivos y la participación esencial del
estudiante en el diseño de su currículo (p.11).
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