Caso 1
Caso 1
Caso 1
El caso presenta trata diversas problemáticas que constituyen barreras para el acceso, el
aprendizaje y la participación, desde el contexto familiar, comunitario y desde la relación escuela-
familia-comunidad. Tiene el propósito de sensibilizar a los docentes con las realidades que
pueden encontrarse en su práctica educativa e incluso ver reflejada situaciones y problemas de
su institución educativa en algunos pasajes de los casos que se analizan.
En tal sentido, este análisis debe promover la indagación y la reflexión sobre diversos aspectos
de carácter socio-cultural, económico-material, político, psicológico y pedagógico que se
constituyen en barreras que limitan la inclusión socioeducativa y el desarrollo integral de los
niños, jóvenes y adolescentes.
Didácticamente, este Estudio de casos va dirigido al análisis de las problemáticas desde una
postura inclusiva y un compromiso con el derecho humano de crecer y vivir en contextos
socioeducativos que potencien el desarrollo integral y la felicidad.
Tiene el propósito de identificar las barreras para el acceso, la participación y el aprendizaje que
se presentan en el contexto familiar, comunitario y desde la relación escuela-familia-comunidad.
Este estudio de casos se presenta como una herramienta que entrena a los docentes en el
diagnóstico de barreras y la proyección de posibles soluciones.
Actividad I:
1. Realice la lectura del caso detenidamente.
2. Comente y reflexione en su grupo sobre las problemáticas y fortalezas que se evidencian.
3. A partir del análisis anterior identifiquen las barreras para el acceso, la participación y el
aprendizaje que se presentan en la dimensión “BARRERAS ACTITUDINALES”, en el contexto familiar,
comunitario y desde la relación escuela-familia-comunidad, según los indicadores del
instrumento.
Actividad II:
1. A partir del análisis que ya han realizado de las dimensiones e indicadores propuestos
en el instrumento, propongan otros que considere que faltan.
2. Formule preguntas que constituyan inquietudes sobre el tema tratado y que no
quedaron totalmente satisfechas durante la charla y el taller.
- Seguramente los niños, me reciben con gran entusiasmo y curiosos por conocer a su
nueva maestra; me imagino el asombro cuando vean que soy tan joven.
Una incertidumbre fue sustituyendo la ilusión y las esperanzas en la maestra, a medida que
avanzaba, avizora un camino angosto y difícil de transitar, y el chofer le explica que es allí donde
debe quedarse y cómo avanzar por aquellos caminos hasta llegar a la intrincada escuelita del
lugar. Por fin llegó a un viejo, mal cuidado y maltratado local, parecía más un almacén que una
institución educativa y hacía un frío que la aterraba. Fue un impacto el recibimiento, éste señor
se presentó con 8 miembros de familias de los niños, que parecían congelarse por el frío, no
encontró una mirada directa y alegre, más bien distancia y hasta se sintió un poco cuestionada.
Supo que esas personas, eran algunos familiares que fueron los que accedieron a venir a pesar
de que llevaba un mes convocándolos a todos.
Entró a un salón espacioso, con grandes ventanales deteriorados por el tiempo, falta de higiene
y muy desorganizado, encontró algunos viejos muebles y servía como departamento de
dirección. El señor Manuel Sinchi que la recibe, estaba en medio de un correctivo a unas
personas, donde el tema era la prohibición de droga y alcohol, Sinchi saluda y de inmediato indica
a Juan Quishpe que la lleve al aula.
“El aula”, al entrar; -que decepción-, es un local, que parecía más un depósito de muebles rotos,
mal acomodado unos encima de otros, muy desorganizado, insalubre, muy viejo y deteriorado;
no había libros de textos, tampoco cuadernos, ni material didáctico. En un lugar de aquel
deshabitado salón tenía su guarida una rata, que compartía su hábitat con los niños; en aquel
salón de clase era muy común la ausencia de los niños por diversos motivos.
Luego de un momento, entra al aula la maestra que se retiraba e Irma aprovecha para pedirle
que le caracterice brevemente a los niños, sus familias y a la comunidad en general con la que,
de ahora en adelante, Irma trabajará. La maestra saliente le hizo algunos comentarios que
impactaron a Irma:
- “Las familias de estos chicos son un desastre, no les ayudan en la casa a realizar los
deberes. Sobre todo los de matemáticas y lenguaje; y eso que, últimamente, solo les
envío a terminar las tareas que no han hecho en la clase, y ni eso hacen.”
Ante este comentario, Irma le consulta sobre los padres de los estudiantes, y la maestra le
contesta:
- “Bueno, algunos papás son analfabetos, pero les toca ayudarles y no hacen ningún
esfuerzo. Cuando les reclamo, otros me dicen que tienen que ir muy pronto a trabajar en
el campo y que regresan muy tarde, que no tienen tiempo. ¡Imagínese cómo la escuela
va a cubrir toda esa falta de responsabilidad que los padres tienen! Aproveché una
reunión de padres de familia para hablarles porque no demostraban responsabilidad, les
dije que hay muchos problemas, que algunos chicos de 9, 10 años no saben leer y que
yo, como única profesora de toda la escuela, no puedo ayudarles más, que es
responsabilidad de los papás colaborarme en que ellos aprendan, al menos a leer y
escribir. Algunos papás se comprometieron a ayudar, pero no pasó nada. Y después de
eso, a la próxima reunión que convoqué, solo vinieron tres padres de familia, y justo de
los chicos que estaban mejor”.
Irma, asustada, por los criterios de la maestra decide no preguntar más, pero la maestra saliente
sigue su discurso con todo lo que le preocupaba:
- Lo peor, ya se va a dar cuenta, es que se les ocurrió aceptar a un niño incluido. Imagínese
que además de tener retraso mental venía en silla de ruedas. Le tiene que traer la mamá
o el papá y a veces no viene porque tienen que cargarlo a él y a la silla de ruedas por el
camino difícil. Ese chico para mí siempre fue un problema, porque algunos padres
protestaron porque sus hijos se iban a atrasar más, porque yo tenía que atender más a
Pablo y dejaba de atender a los demás. Incluso un día, una de las mamás esperó en la
puerta a los papás y les dijo que dejaran a su hijo en su casa, que era donde debía estar
y no molestando en la escuela. Entonces Pablito es un problema con el que va a tener
que lidiar, es más, ni se le entiende lo que habla, tienen una dificultad de lenguaje que
quién sabe qué es. Lo único que podía hacer con él es darle plastilina a que haga figuritas
y para que los demás no tengan ganas de hacer lo mismo, tenía que poner a Pablito al
fondo de la clase, donde pueda estar solo y no distraiga a sus compañeros. En fin, le
deseo suerte con los chicos, pero me imagino que usted va a durar poco, así como yo.
Antes de irse, la maestra saliente le deja claro que lo importante es que los niños coman su
refrigerio, porque no llegarían lejos y que al menos lo que les da el Ministerio lo pueden
aprovechar para que los niños se alimenten y luego vayan a trabajar, porque muchos ayudan a
sus padres en su trabajo en el campo.
Irma, incómoda con tanta queja y pesimismo de la maestra, le pide que le muestre las
planificaciones y los textos que la maestra estaba utilizando, ante lo que ella le responde que no
tiene, que con tantos niveles que tiene que atender y tantos problemas de aprendizaje que tienen
los niños, ella no dedica tiempo a planificar, no pierde el tiempo en esa burocracia, que la realidad
ahí es diferente.
En una ocasión durante una actividad, una de las niñas se quejó de dolor de la barriga, al indagar,
Irma descubre que ella y otros chicos no habían desayunado, por lo que decidió en ese momento
compartir con ellos el cereal y otros alimentos ligeros que traía en su cartera. Historias como esta
fueron cotidianos en las relaciones entre los alumnos y la maestra.
Los estudiantes cada día se iban fascinando con el actuar humano, solidario, respetuoso,
ecuánime, seguro y muy sensible de Irma. Esta dedicación, cariño y entrega por el aprendizaje
de los chicos, reconociendo e involucrándose en sus vidas y problemas, también fue teniendo un
profundo impacto en Sinchi y en los padres. Sucede un día que, la abuelita de Bryan -que era
quien cuidaba de él porque sus papás estaban en EEUU-, que era el chico más travieso del
grupo, elogia a Irma por sus métodos educativos, pues en poco tiempo había logrado ver los
cambios, ya no se perdía con sus amigos por largo tiempo, ni faltaba a la escuela, lo que era
cotidiano, pues nunca quería asistir.
Bryan vivía con su abuela y cinco hermanos en condiciones extremas de pobreza, sus papás
habían migrado hace 4 años y como era el mayor de los hermanos tenía que ayudar en las
labores agrícolas y domésticas a sus abuelos, Angelita, la abuela encomienda a la maestra su
nieto, ya que estaba segura, a pesar de que ella era analfabeta, que éste tenía altas posibilidades
de desarrollo pero pareciera que también, en esa conversación, le estaba trasmitiendo con su
mirada, el siguiente mensaje: “Yo sé que mi nieto es un estudiante malo, es uno de los más
indisciplinados, sé que va por mal camino, se me pierde, a veces no me quiere ayudar con sus
hermanos, no le gusta estudiar y no sé cómo hacer con él, pero también sé que sabe mucho,
solo que ha tenido una vida muy dura. No tiene a sus papás, los maestros no lo querían.
Ayúdeme, maestra”. Sucedieron varios encuentros directos entre la maestra y Bryan, quien ya
tenía 13 años y apenas estaba alfabetizado. En una ocasión el joven se disculpó con la maestra
por su conducta, ya que le gustaba mucho molestar y hacer travesuras que afectaban a los
demás niños, Irma fue muy comprensiva y le retribuyó las disculpas.
La maestra aplica un examen, no para calificar con una nota, sino para determinar el nivel escolar
en que estaba cada uno y a partir de ahí organizar su proceso de enseñanza, en esa oportunidad
tuvo un primer encuentro desagradable con la madre de dos niñas que, desde una autoridad
rígida e irrespetuosa, las sacó del examen, alegando de una manera muy desmedida, que ellas
tenían otras tareas en su casa, como ordeño de ganado, cuidado de los hermanos y otras.
Aquella madre se negaba a que sus hijas estudiaran, para ella las mujercitas solo debían
prepararse para casarse, ante las alertas por parte de la maestra, de cuál debía ser el papel de
aquella madre con las niñas, recibió algunas ofensas por ésta en reiteradas ocasiones, este
escenario, fue transformándose en la medida en que esta madre fue comprendiendo la buena
voluntad de la maestra, no era fácil cambiar sus creencias y prejuicios.
Un día Irma descubre que la mamá utilizaba a sus hijas también para traducirle escritos que
recibía, debido a su analfabetismo. A partir de ese momento, Irma, que ya había indagado sobre
la escolaridad de las familias, se propone alfabetizar a esta madre y a todos aquellos padres y
familiares que eran analfabetos, y que se fueron sumando a pesar de que vivían en zonas muy
distantes de la escuela y debían atravesar caminos peligrosos y angostos para llegar.
Las adversidades no mataban las motivaciones de Irma, ni el compromiso por una educación de
calidad e inclusiva para aquellos chicos. Un día de fin de semana, se quedó en aquel frío lugar,
habló con un papá que tenía un carro y fueron al pueblito más cercano a comprar: pintura,
materiales de limpieza y otros útiles para el aula. Bien temprano amanece el domingo subida en
una mesa pintando y limpiando ventanas. Esa actitud conmovió a tres familias que se habían
acercado a curiosear si era cierto que la maestra iba a arreglar las condiciones de la escuela el
domingo, pues los había convocado. Varios alumnos se incorporan a ayudar a la maestra, entre
ellos, el que más convocaba y cooperaba, era Bryan.
Irma, otro fin de semana de nuevo invita a Sinchi, pero esta vez ya se incorporan varios padres
y dos madres, porque, aunque la mayoría quería estar en la escuela cooperando aun resultaba
difícil tener la comprensión y aprobación de los esposos y la comunidad para su participación.
Comenzó una mañana a organizar la minga para arreglar la escuela y realizar una colecta para
recoger dinero para comprar muebles, materiales didácticos, otros útiles escolares, ropa y
zapatos para los alumnos más necesitados. Aquella reunión fue un éxito porque lo mejor fue la
unión y la participación de todos. Incluso las madres que comúnmente no participaban en las
reuniones porque sus esposos no les dejaban y aquellas otras que habían sido en otras
ocasiones irreverentes, mal educadas, irrespetuosas y con muy malos hábitos ante sus hijos;
todos comprendieron y comprobaron que era un sacrificio voluntario de la maestra con el único
fin de educar mejor a sus hijos y que su deber era cooperar. A partir de ese momento se fue
logrando unión y participación de la mayoría de la comunidad, sin importarles la inclemencia del
clima, las distancias y las vicisitudes que vivían en esa complicada vida en las majestuosas
montañas. Incluso los padres y familiares de los niños de la escuela se organizaron para ayudar
a la familia de Pablito para su movilización, lo que favoreció que comprendan más la situación
que vivía su familia, esto contribuyó a que se involucren más en el contexto de la comunidad y
la escuela.
El primer día que los chicos entraron a su aula transformada, después de todos los arreglos,
habilitada con materiales y muebles, sus caritas también se transformaron en una linda sonrisa
y un haz de luz y esperanza brilló en sus ojos, porque como si fuera poco ese día la maestra
antes de la clase, les enseñó un lindo lugar donde colocarían sus mejores trabajos y les ofreció
a todos unas ricas manzanas que trajo de su casa.
Un día el señor Sinchi, conmovido por las acciones de la maestra fue hasta donde el coordinador
del distrito y luego de contarle le invitó a visitar la escuela. El coordinador no salía de su asombro,
muy apenado, se apuró a pedirle disculpas a la docente por la falta de apoyo y confianza y de
inmediato se retiró prometiendo que ese mismo día regresaría. En apenas 4 horas el coordinador
aparece cargado de libros y antes de que llegara la maestra, que andaba en una excursión
cercana como parte de la clase de ese día de geografía con los chicos, el señor muy
entusiasmado había cambiado todos los muebles por pupitres y sillas, los alumnos e Irma se
emocionaron mucho y felices le dieron las gracias, en el caso de la maestra, ya con lágrimas en
los ojos por la emoción. El coordinador ofreció además generar un proceso de reconstrucción de
la escuela y dotarla de más docentes. Ahora Irma está a la espera de ese ofrecimiento.