Cuaderno Didáctico La Alhambra
Cuaderno Didáctico La Alhambra
Cuaderno Didáctico La Alhambra
INTRODUCCIÓN
Decir que el agua es un elemento esencial para el desarrollo de la vida en la tierra parece una
afirmación bastante banal y poco apropiada para comenzar un estudio de arte. Sin embargo, es el
imprescindible punto de partida de nuestro trabajo. La cultura local granadina se ha ido fraguando a lo
largo de la historia con la perpetua mirada hacia las cumbres blancas de Sierra Nevada que transforma sus
nieves en limpios y cristalinos ríos. Tres son los que bañan la capital, omnipresentes tanto en la vida
cotidiana como intelectual de la ciudad. El río Darro es el más querido por sus habitantes. La une y al
mismo tiempo la separa en dos colinas. Da de beber a todos los barrios de la medina, a la parte baja del
Albaicín y a la colina de la Alhambra. El Genil tiene menos presencia en la vida urbana, pero no así en la
Vega, regando alquerías y cultivos. El río Beiro es el hermano menor. Nace como remanente de la
acequia de Aynadamar en el término de Alfacar pero se hace río en Viznar, al principio del Fargue. Baja
por el referido pueblo hasta Cartuja y, pasando junto a San Lázaro, camina hacia el Genil. Se une a él en
las cercanías de Purchil.
El hombre ha buscado siempre lugares cercanos a un manantial o curso de agua para asentarse.
Los trabajos arqueológicos nos muestran que en el Albaicín hubo asentamientos desde muy antiguo, sin
duda gracias a la cercanía del Darro. Conocemos con bastante certeza las conducciones de agua utilizadas
por los romanos que la traían de Deifontes o fuente de los dioses. De la etapa musulmana tenemos un
amplio conocimiento de las infraestructuras hidráulicas, las técnicamente mejor desarrolladas y
perdurables en el tiempo puesto que la mayoría de ellas han llegado hasta nosotros. Todo un conjunto de
ensayos y progresos acumulados a lo largo de la historia, listos para ser utilizados en los albores de la
modernidad por los nuevos pobladores de Granada.
Cuando llegaron los Reyes Católicos a la ciudad se encontraron toda una red de acequias que
traían el agua directamente desde nacimientos o la cogían de los ríos para uso doméstico y agrícola. Para
el abastecimiento de la población se contaba con más de una treintena de aljibes públicos diseminados por
los distintos barrios y arrabales de la ciudad. Existían ya casas con agua corriente y los baños eran
edificios que no podían faltar en la vida de cada barrio. Por tanto, los conquistadores solo tuvieron que
cuidar estas infraestructuras a través de unas Ordenanzas del Agua que se imprimieron por primera vez
en 1521, actualizándose en los años 1552 y 1670.
Pero aunque en esencia no se modificara el tratamiento de las conducciones de agua, es lógico
pensar que los nuevos poderes civiles y religiosos adaptaran la ciudad a sus propósitos políticos y a su
propia mentalidad. Las calles y plazas se verán engalanadas con fuentes y pilares con cartelas que
recuerdan la fecha de ejecución y el corregidor de turno que las mandó levantar. En los edificios públicos
tampoco podía faltar el agua. Era necesaria en hospitales, carnicerías, pescaderías... Aquí pocas veces se
consiguió un tratamiento cuidado de las fuentes, más bien eran simples pilones donde se recogiera el agua
que manaba de un pequeño caño. La excepción que confirma la regla la encontramos en la Chancillería o
en el Hospital Real.
La nobleza castellana implantada en Granada va a introducir en sus casas-palacios el agua
mezclando la tradición autóctona con los nuevos gustos europeos en una simbiosis muy curiosa. Por su
parte, el clero no renunciará a tenerla dentro de sus conventos. A parte de su uso doméstico no faltará
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 2
nunca una gran fuente que centre el claustro o pilares en sus compases. En este caso, es el nexo de unión
entre la comunidad religiosa y los fieles que pueden acceder libremente a beber.
En este ambiente de transformaciones que sufre Granada en el siglo XVI hemos querido centrar
nuestro trabajo para apreciar de manera más clara las diferencias arquitectónicas de las dos culturas y, a la
vez, resaltar el reconocimiento de los conquistadores (aunque sea para su propio beneficio) de la
superioridad de la ingeniería hidráulica musulmana. Ampliar el margen cronológico al siglo XVII es una
consecuencia de la investigación realizada. En casi todos los casos, los ejemplos de fuentes en la
arquitectura conventual pertenecen ya al siglo XVII por razones obvias: estas obras suelen ser apéndices
decorativos que se colocan una vez finalizado el conjunto. Y precisamente son las fuentes de los
conventos las que llamaremos las grandes fuentes barrocas granadinas y las que hoy disfrutamos y
admiramos en las plazas y paseos de la ciudad.
Es necesario hacer una última observación: el problema cronológico. Es muy difícil fechar todas
las obras sin temor a equivocarnos, al menos desde este nivel de profundización. En un futuro trabajo más
exhaustivo, buceando en las fuentes documentales, y con mucha paciencia, quizá logremos nuestro
propósito. Pero ahora, con los instrumentos y los elementos de juicio que tenemos, nos encontramos con
muchos pilares y fuentes que, aún perteneciendo a un edificio perfectamente ubicado cronológicamente,
no podemos afirmar que se trate de la misma época. Partimos de la base que el límite inferior de la fecha
de la obra en cuestión coincide con la fecha del edificio donde se haya ubicada. En ese caso continente
(que para nosotros será el edificio) y contenido (fuente o pilar) son contemporáneos. Pero es difícil llegar
a esa afirmación, a no ser que tenga la fecha escrita, única garantía total. Puede ocurrir que se trate de una
pieza de nueva adquisición o perteneciente a otro conjunto y que ha llegado hasta allí en una fecha muy
posterior a la del edificio. Otro camino seguido para averiguar la fecha de nuestras obras es a través de las
crónicas de la época. Tampoco es un método infalible por varios motivos: el primero es que no siempre
hacen referencia a fuentes y pilares y cuando lo hacen aparecen de forma muy sucinta, insuficiente para
relacionarlos con los que estemos estudiando en ese momento. Otro obstáculo es que la literatura al
respecto se centra en los ejemplos públicos y casi nunca en la arquitectura privada, campo en el que
tenemos mayor problema.
Por tanto intentaremos especificar qué fuentes y pilares tienen una fecha concreta o, al menos
aproximada. Las obras que no la tengan intentaremos analizarlas formal, estilística y decorativamente
para lanzar una posible ubicación cronológica, siempre sin perder de vista el lugar dónde están ubicadas.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 3
a) Ambientación histórica
Antes de profundizar en el tema que nos ocupa es necesario hacer un recorrido por las distintas
etapas musulmanas que ha vivido la ciudad para ubicar las obras hidráulicas más importantes en su
contexto histórico.
La colina del Albaicín ha sido habitada por distintos grupos a lo largo de la historia. El mismo
solar de la Iliberri ibérica fue la Ilíberis romana y la Iliberri visigoda, en torno a la plaza de S. Nicolás y
ahora, en los inicios de la dominación musulmana, se convierte en una guarnición militar de la medinat
Ilbira, situada en la falda de la sierra del mismo nombre, muy cerca de Atarfe.1Sobre la ocupación de esta
colina en época antigua los autores no se ponen de acuerdo, sobre todo en su ubicación exacta. Uno de los
obstáculos más importantes para este estudio es la dificultad a la hora de realizar excavaciones
arqueológicas. En un espacio densamente habitado, sólo se puede trabajar en solares en obras. En este
caso, antes de comenzar los trabajos constructivos es el momento de poder aclarar un poco más nuestro
pasado más lejano, pero es un trabajo forzado por el escaso margen de tiempo que deja la ley, llegando a
ser en ocasiones poco fructífero. La etapa musulmana es la mejor conocida y a ella nos vamos a dedicar a
continuación.
En la rebelión de los muladíes del siglo IX que toman Hisn Garnata, las tropas árabes deben
refugiarse en la colina de la Sabika, futuro recinto de la Alhambra, ocupando la parte más occidental de
la Alcazaba. Por tanto, ya vemos como a mediados del siglo IX se asientan las bases de las dos colinas
más importantes en la historia urbanística y social de la granada musulmana: Alhambra y Albaicín.
También en este tiempo se formará la judería a la falda del monte Mauror, primer barrio extramuros de la
ciudad. Tan elevado era el número de judíos asentados en Granada que la mayoría de los cronistas
musulmanes la llaman Garnata al Yahud o la Granada de los judíos.
Con la destrucción de medinat Ilbira (1010), la capital de la cora se traslada a la colina del
Albaicín, que nunca había sido abandonada, y pasó a llamarse Hisn Garnata o castillo de Granada.
Hisn Garnata se consolida como núcleo principal de población. Este recinto militar coincidía con
el perímetro de la ciudad romano-visigoda en torno a la actual plaza de S. Nicolás convirtiéndose en sede
de los gobernante Ziríes que instalan su palacio en la conocida Casa del Gallo o Casa de la Lona. En el
entramado urbano actual coincidiría este perímetro al norte con la calle del Aljibe de la Gitana, baja por
occidente por la calle del Pilar Seco y calle del Almirante hasta enlazar con la calle del Aljibe del Trillo,
de oeste a este, uniéndose con la Cuesta y el Carril de las Tomasas hasta la calle de S. Nicolás. Hacia el
norte, para cerrar el recinto, pasa por María de la Miel y Placeta de las Minas. La única puerta de este
recinto primero que se ha conservado es la Bab-Qastar convertida en Capilla de S. Cecilio.
1
ORIHUELA UZAL, A. y VILCHEZ, C. "Aljibes públicos de la Granada islámica". Edita Ayuntamiento
de Granada. Granada 1991, pp. 15-22.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 4
El abastecimiento de agua de este primer recinto, según Antonio Orihuela, sería la qawraya,
coracha o espolón, que subía el agua desde el río Darro hasta aquí “ya que parece que la acequia de la
etapa romana, que arrancaba de Deifontes, al norte no estaba en uso.”2(Ver fig. 1)
El rey Badis, de la dinastía zirí, amplió este primer núcleo al norte hasta Bib al-Unaydar o
Puerta Monaita. De aquí giraba al sur por la Cuesta de la Lona, San Miguel Bajo, calle de la Cruz de
Quirós, callejón del Perro hasta la plaza de S. Gregorio. De aquí tomaba dirección este por el comienzo de
la cuesta de San Gregorio para enlazar con la Calle S. Juan de los Reyes. En la calderería se abría otra
puerta, la Bib al-Hassarin, junto al convento de S. Gregorio el Bético. La muralla entonces corría paralela
a la calle San Juan de los Reyes hasta puerta de los Conversos (Bib al-Ta’ibin) frente a la iglesia del
mismo nombre y de allí giraba hacia el norte buscando la primitiva muralla a la altura del convento de las
Tomasas, donde se abría otra puerta, la Bib al-Bonud.
Este amplio recinto, convertido en Qasabat Garnata, cuenta ya con un entramado urbano
consolidado. Dos calles, la actual calle de S. José y la unión de las calles de Santa Isabel y Camino Nuevo
de San Nicolás, se convierten en los principales ejes de comunicación. Dos plazas, la de Nicolás y la de
San Miguel Bajo completan el trazado urbano.
La mezquita más importante es la masyid al-Muratibin, convertida en época cristiana en la
iglesia de San José, aunque por fortuna se conserva el alminar. El Bañuelo es un de los hitos de esta
época.
El abastecimiento de agua de la Qasabat Garnata provenía de la Acequia de Aynadamar, aunque
la qawraya se sigue perfeccionando. Badis termina la Bib al-Difaf o puerta de los tableros, confundida
generalmente con el puente del Cadí, al que haremos referencia, y Abd Allah la une con la Alhambra y
con Hisn Mauror.
La Alhambra adquiere una relativa importancia cuando el rey Badis encomienda su defensa al
visir judío Samuel Ibn Nagrella que se instala en la fortificación.
En esta etapa zirí será también cuando se extienda la ciudad más allá de las faldas de la colina
del Albaicín, surgiendo la Medina Garnata. La nueva muralla que debía defenderla comenzaba en el
recinto de la Alcazaba junto a la mencionada Puerta Monaita. En dirección sur a grosso modo pasaba por
la Puerta de Elvira, descendía pasando por el Boquerón del Darro situado al principio de la calle Arandas
donde se abría la Bib Arba’t ‘Ayun continuaba hasta la puerta de San Jerónimo y la Iglesia de San Justo
y Pastor. Giraba entonces al este por la calle Escuelas, calle de la Trinidad, calle Salamanca buscando el
Darro hasta la plaza del Campillo, para subir por la plaza de la Mariana, plaza de Santo Domingo, plaza
de Fortuni, calle Honda del Realejo, placeta del Hospicio Viejo, placeta de la puerta del Sol para enlazar
con las torres Bermejas y bajar otra vez a la Bib al-Difaf.
Estamos habando ya de una gran ciudad desde el siglo XI donde se ubicará la Mezquita Aljama,
el Zoco o Alcaicería y la Universidad o Madraza. Dentro de esta vasta ciudad, una de las más prósperas
de la Baja Edad Media en el mundo occidental, el entramado urbano aparece como un conjunto de barrios
o arrabales cerrados mediante murallas internas cuya única función que le queda es la de guardar la
intimidad durante la noche. La superposición de murallas es la consecuencia de la creación de barrios
extramuros que necesitan ser cercados nuevamente. Estos barrios eran de reducidas dimensiones, a veces
2
Ibídem. Pág. 16.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 6
un par de calles, y aglutinaban por lo general a vecinos de un mismo oficio. Otras veces, el barrio era sólo
una calle sin salida o adarve que contaba con su propia puerta que se cerraba por la noche. Eran células
casi autónomas contando con mezquita (los de mayor tamaño), baños y aljibe propios.
En la etapa Almorávide y Almohade es cuando se produce un crecimiento de población tal que
se rebasan las murallas de la medina. Aparecen arrabales tan importantes como el de al-Bayyazín o
arrabal de los Halconeros en torno a Plaza larga, situado al norte de la Alcazaba, el de al-Fajjarin o arrabal
de los Alfareros ocupando las Cuesta del Progreso, Aixa, Cuarto Real de Santo Domingo hasta la puerta
del Pescado (Bab al-Hayar) y el de al-Ramla o arrabal del arenal en torno a la actual calle Mesones.
En este periodo se corta la qawraya por motivos militares para que los rebeldes al poder
almohade, establecidos en la Alcazaba de la Alhambra, en los incidentes de 1162 no pudieran acceder a la
Alcazaba de Granada, a través de la puerta-puente de los Adufes.3
En la ribera del río Darro, bajo la calle San Juan de los Reyes se ha ido formando otro barrio, el
de los Axares que limita al este con la Cuesta del Chapíz y la Bib al-Xumays, conocida en el siglo XVI
por la Puerta del Sol o de Guadix Alta.4
En 1238 Yusuf ibn al-Ahmar funda el emirato nasri (nazarí) en Granada, único que va a
sobrevivir en tierras del al-Andalus después de la dominación Almohade y durará hasta 1492 con la
entrada de los Reyes católicos. Es una etapa floreciente, sobre todo en la arquitectura. En estos dos siglos
se levantará la ciudad palatina de la Alhambra y el Generalife y se terminará de cercar la ciudad
amurallando los barrios extramuros que surgieron en la etapa anterior.
La capital administrativa y el poder civil se trasladan a la Alhambra, así como la residencia del
soberano. La Alcazaba del Albaicín se le llama ahora Alcazaba al-Cadima (la antigua) para diferenciarse
de la nueva. La colina de la Sabika se convierte en una verdadera ciudad dentro de la ciudad. Además del
emir y su corte vive en la Alhambra todo un cuerpo administrativo y burocrático en un barrio situado en
los actuales jardines del Partal. En la zona del “secano” de la Alhambra se ubicaría el barrio de los
artesanos, muchos de ellos dedicados a las obras reales. El barrio de los comerciantes se formaría en torno
a la Calle Real y dentro de la Alcazaba fue muy importante el barrio castrense o de los militares que
contaba con baño y aljibe propios. Dentro de las murallas de la Sabika se levantarán también palacios de
la nobleza nazarí como es el caso del Palacio de los Abencerrajes situado en el paño sur de murallas entre
la puerta de los Carros (de época cristiana), la Torre de los Siete Suelos y el barrio del Secano o el palacio
sobre el que se levantará el Convento de San Francisco.
Los reales Alcázares se dividen en tres palacios o “Cuartos” que se van superponiendo. El más
antiguo es el conocido a partir del siglo XVI como Cuarto Dorado o Mexuar edificado por Isma’il. Es el
conjunto que más cambiado ha llegado hasta nosotros puesto que además de las modificaciones realizadas
por sus sucesores Yusuf I y Mohammad V fue bastante transformado por los Reyes Católicos. El Cuarto
de Comares fue realizado por Yusuf I aunque la decoración se debe a su hijo Mohammad V, artífice del
Cuarto de los Leones. En el siguiente apartado dedicado al agua en los palacios musulmanes
profundizaremos en este tema.
3
Ibídem. Pág. 20.
4
Estamos enumerando algunas puertas musulmanas, no todas, porque es estos espacios serán colocados
algunos pilares o fuentes con posterioridad o estarán relacionados con ellos. No es un estudio sistemático
de todas las puertas y lienzos de muralla de esta época.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 7
En cuanto a la medina, en época nazarí se cercarán los arrabales nacidos en época anterior. El
rabad al-Ramla (arrabal del arenal) se une con la medina en la actual plaza de la Trinidad donde se abría
la Bib al-Masdá, llamada por los cristianos Bilbamazán en la unión de la plaza con la calle Mesones. Por
el sur llegaría la cerca hasta la actual calle Alhóndiga y de allí subiría para buscar, otra vez, el Darro. En
este punto estaba la otra puerta del barrio que coincide con la llamada Puerta del Rastro primero y Puerta
Real después.
Otro arrabal cercado es el de los Alfareros uniéndose a la medina en la actual Cuesta del
Progreso bajo el reinado de Mohammad II. Contiguo a este barrio, el arrabal de la Loma (rabad al-Nayd)
se encontraba entre la Cuesta de Escoriaza y el Campo de los Mártires y por el este hasta el Barranco del
Abogado. De entre sus puertas destacamos la Bib al-Nayd (o de la Loma) que pasó a llamarse en época
cristiana Puerta de los Molinos o Puerta de Güéjar.
El último barrio cercado será el rabad al-Bayyazin (arrabal de los Halconeros) a mediados del
siglo XIV por Yusuf I. La cerca comenzaba en la Cuesta del Chapíz, donde se unía con el barrio de los
Axares y ascendía hasta la actual Ermita de San Miguel que no fue más que un torreón defensivo en
tiempos árabes llamado Torre del Aceituno y convertida en época cristiana en ermita. A este tramo de
muralla pertenece la mencionada Puerta de Guadix. En el norte se abría otra puerta, la Bib Fayy al-
Lawza o puerta del Collado de los Almendros, bastante bien conservada aunque con modificaciones del
siglo XIX. Desde aquí bajaba hasta enlazar con la muralla anterior en la puerta de Elvira. Por esta zona
existía una puerta para comunicar el arrabal con la Medina llamada Bib al Hadid, Bib al-Aqaba o puerta
de la Cuesta. Este extenso barrio contaba con dos plazas abiertas junto a sendas puertas: la plaza de Bab
al-Bonud cuyo nombre que nos ha llegado sin apenas variación a nuestros días y la rabbat al-Ziyada junto
a la puerta del Ensanche. Unía estas dos plazas la calle del Baño, actual calle del Agua, llamada así por
ubicarse en ella el baño público del barrio y el de mayor tamaño de la ciudad de Granada. El rabad al-
Bayyazin era el resultado de la unión de varios barrios más pequeños como el barrio de la Casa Blanca, el
barrio de la Pareja, el de la Rawda, el del Collado de los Almendros o de Fayy al-Lawza, el de la
Explanada, el de la Calzada y el de la Cuesta. Ya desde época nazarí todo este entramado urbano más la
Alcazaba al-Cadima y el barrio de los Axares se conoce con el nombre genérico de Albaicín.
b) Infraestructuras y servicios
Para abastecer una ciudad en continua expansión los musulmanes tuvieron que concentrar todos
sus esfuerzos en la creación de una amplia red hidráulica. A parte de la visión mitificada e idílica de los
árabes asentados en nuestra ciudad fascinados por la abundancia de agua y vegetación, y algo tuvo que
influir, lo cierto es que primaban las necesidades de toda una sociedad. Manuel Rodríguez de la Zubia
expone de manera muy escueta su visión acerca de los antecedentes en el tratamiento de las aguas, en su
caso aplicado a los cármenes en un facsímil de la colección “Los papeles del Carro de S. Pedro” titulado
Los Cármenes, sus huertos-jardines antecedentes. Estamos plenamente de acuerdo con él. Los
importantes progresos que los musulmanes experimentaron en el territorio de al-Andalus en la ingeniería
hidráulica se deben a su propia tradición cultural y a un vasto imperio que controlaron los árabes desde
antes de Mahoma en los valles de los ríos Tigris, Eufrates y Nilo. Estaban acostumbrados a habitar y
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 8
cultivar zonas cercanas a cursos de agua, pero a la vez muy áridas, de modo que el único sistema era el de
regadío. Los romanos, con su archiconocida trilogía mediterránea (cereales, vid y olivo) controlaban a la
perfección los cultivos de secano así que no necesitaban irrigar grandes extensiones de terreno. Pero no
nos engañemos, los romanos desarrollaron una magnífica red hidráulica. También utiliza Rodríguez de la
Zubia la tesis de que los muladíes, portadores de la tradición romana, eran una comunidad sometida y por
lo tanto es muy difícil que influyeran en algo tan importante como es el tema que estamos tratando. Llega
a la conclusión, que compartimos, que la red hidráulica granadina en la edad media es obra y logro
musulmán. Este avance tan temprano ha llegado hasta nosotros con muy pocas variaciones como iremos
viendo a lo largo de todo nuestro trabajo.
La ciudad a partir de la dinastía zirí ya no era el recinto cerrado de Hisn Garnata, abastecido por
una simple qawraya. Para dar agua a esta creciente ciudad, se supo aprovechar el cauce de los dos ríos
más importantes de la ciudad y sacar de ellos numerosas acequias que dieran de beber a los diferentes
barrios además de una vasta operación de ingeniería para traer el agua de Fuente Grande en el término de
Alfacar hasta la ciudad a través de la Acequia de Aynadamar.
El río Darro nace en el término municipal de Huétor Santillán. Francisco Enríquez de Jorquera
nos ofrece una descripción muy bonita del lugar: “El río Darro tiene su nacimiento en las faldas de la
sierra que llaman de Huétor5 que se incorpora al Oriente con Nevada Sierra y levantase en altos picachos,
unos más altos que otros (caminando al norte toma nombre de Alfacar y de Cogollos por estar puestos en
sus faldas estos lugares y los de Viznar y Nibar, hasta que mudando el nombre le llaman Iznalloz) en una
quiebra de esta sierra mirando al Oriente, a poco menos de tres leguas de Granada, no lejos de la villa de
Huétor Santillán, en cuyo término en espacio de media milla a quien llaman Darro se ofrece risueña esta
nativa fuente, que formándose de ella bullicioso arroyuelo, que agregando a su corriente nuevos cristales
de otras fuentecillas que le pagan tributo al humilde arroyo”6.
Cuando el río Darro llega a la ciudad se ramifica en varias acequias dando así de beber a todo el
valle y las colinas circundantes.
La primera acequia que vamos a examinar es la Acequia de la Alhambra o del Rey. Según el
escritor magrebí del S. XIV Ibn Jaldun, fue edificada por el fundador de la Dinastía Nazarí, Ibn al-Ahmar
en el Siglo XIII. Quinientos años después, el padre Juan de Echevarría dice, sin base alguna, que esta
acequia se remonta a la época romana. Quizá su afirmación sea una explicación egoísta del origen de tan
ingeniosa obra para no atribuirla a los árabes.
La acequia en cuestión comienza cerca del cortijo de Jesús del Valle en la ribera derecha del
Darro. Antes de dirigirse a la Alhambra se divide, corriendo paralela a la cuenca del Darro una acequia
hasta el molino del Rey y desde allí baja hacia el acueducto que cruza el Darro.
Siguiendo su recorrido, la Acequia Real se divide en dos ramales principales. Uno de ellos, el
superior toma el nombre del Tercio o del Generalife. Surte de agua a toda la parte superior del Cerro del
5
Hemos actualizado la ortografía por motivos meramente informáticos, no guardando fidelidad al texto
de Hernández de Jorquera.
6
HENRÍQUEZ DE JORQUERA, F. "Anales de Granada. Descripción del Reino y Ciudad de Granada.
Crónica de la Reconquista (1482-1492). Sucesos de los años 1588 a 1646. Edición facsímil en Granada,
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 9
Sol hasta llegar a la zona de los Albercones. El más importante de ellos y el único conservado de esta
época es el albercón de las Damas. De allí se reparte el agua para el regadío de los huertos y jardines. La
zona de los albercones, además de almacenar agua, era un excelente lugar de recreo. No siempre hubo en
el Generalife el mismo procedimiento para llevar el agua hasta ellos. Antes que se construyera el ramal
alto de la Acequia Real, el agua llegaba al Albercón de las Damas por elevación. Se ha descubierto una
galería subterránea en las inmediaciones del Paseo de las Adelfas donde debía tomarse el agua de la
Acequia Real que se dirige a la Alhambra y pasa por las inmediaciones.
Fig.2 : Río Darro y sus acequias. Croquis obtenido del libro “Los Aljibes públicos de la Granada
islámica”
Facultad de Filosofía y Letras, 1934. Reedicción en dos volúmenes, Granada, Universidad, colección
"Archivum", nº 1, 1987. Página 38
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 10
El agua se extraía mediante un sistema de pozos, utilizando una noria de tiro para sacarla del
último que se encontraba a gran profundidad (16,50 metros), subiendo por presión. Para aliviar esta
presión los nazaríes construyeron hasta tres pozos aliviaderos a lo largo de la galería.7
El ramal de los dos tercios es el que se dirige hacia la Alhambra pero no sin antes pasar por el
Palacio del Generalife junto con una rama del ramal superior que ha vuelto a él unos metros antes de
llegar a los actuales aparcamientos. Este ramal en el palacio dibuja una de las estampas más bonitas del
conjunto Alhambreño en el Patio de la Acequia y que tendremos ocasión de estudiar después. Cruza la
acequia desde el Cerro del Sol hasta la Sabika por el barranco conocido actualmente como la cuesta de los
Chinos mediante un pequeño acueducto hasta llegar a la Torre del Agua. Después de esta torre el
7
Éste es un interesante tema para detenerse pero se nos escapa de nuestros límites cronológicos. El
estudio de la etapa musulmana ha de ser claro y sucinto.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 11
viaducto, destruido desde el siglo XVI, cruzaba toda la zona conocida hoy como “secano de la Alhambra”
hasta la calle Real. Allí surtía entre otras cosas los Baños de Polinario (hoy museo de Ángel Barrios) y
llega a la Alcazaba donde había un aljibe y unos baños públicos.
Parece ser que esta parte de la Alcazaba fue abastecida en un primer momento por medio de
una qawraya o espolón que bajaba hasta el río Darro. Al tramo de qawraya que unía el río con Hisn
Garnata hay que unirle la puerta de los Adufes o Bib al-Difaf levantada por el rey Badis y el tramo desde
el Darro hasta las Torres Bermejas pasando por la Alcazaba al-Cadima. Fue construido por el último zirí:
Abd Allah. El recinto fortificado de la Alcazaba de la Alhambra nació como guarnición militar y baluarte
defensivo no sólo ante los ataques exteriores sino ante las posibles revueltas internas. En el siglo XI era
habitado por un barrio aristocrático judío al mando del visir de los ziríes Ibn Nagrella. A su palacio, en el
extremo occidental de la Sabika, volveremos cuando estudiemos la fuente de los Leones pues Jesús
Bermúdez Pareja lanza la hipótesis de que procediera de este palacio. En definitiva, deducimos que el
abastecimiento de agua en la Alcazaba desde su creación hasta el siglo XIII viene dado por el citado
espolón y que sólo entrará en desuso con la llegada de la acequia Real de la Alhambra.
Ni que decir tiene que a su paso por la Alhambra la Acequia Real abastecía a cuantos palacios y
barrios se encontraban en su recinto. Además de los Cuartos Reales proliferaron palacios o casas
nobiliarias sobre todo en la zona del Secano como por ejemplo el palacio de los Abencerrajes y los
palacios sobre los que se edificó el Convento de S. Francisco. Todas estas construcciones gozaban de
agua corriente para uso doméstico y finalidades estéticas y decorativas.
Un poco más abajo del Jesús del Valle toma el agua la acequia de la ciudad y a la altura del
Molino de la Higuera se divide en la acequia de Santa Ana y la acequia de San Juan.
La acequia de Santa Ana o Romayla discurre por la margen izquierda del río entrando por la
fuente del Avellano. Pasa por el barrio de la Churra y la iglesia de Santa Ana. De los dos ramales
principales, uno debía cruzar otra vez el Darro para llegar por el Zacatín hasta las casas del Arzobispo y el
aljibe de Bibarrambla. El otro ramal seguía por la margen derecha y se adentraba en el Realejo hasta San
Francisco Casa Grande (actual Capitanía), la calle Duque hasta llegar a la alhóndiga del Carbón.
A la misma altura de la anterior nacía la acequia de los Ajsaris o de San Juan pero esta vez por
la margen derecha del Darro. Esta acequia corría por debajo del camino del Sacromonte hasta la Cuesta
del Chapíz por donde subía. A la altura de la calle San Juan de los Reyes giraba a la izquierda y
continuaba toda la calle. No sabemos su recorrido exacto a finalizar esta calle pero debería girar por la
calle Elvira, porque moría en la puerta del mismo nombre. Antes, un brazo tendría que salir hacia el sur
de la medina ya que sabemos que “bajaba para echar el agua que huviere menester a la fuente de
Bibarrambla”. La altura donde se realizaba el reparto debía coincidir con la actual calle Azacayas -que
significa acequia-. De hecho en el plano de Granada árabe de Seco de Lucena el barrio que va desde la
calle Elvira hasta la alhóndiga de los Genoveses es conocido por rabad zacayat-albacery o el barrio de la
acequia de los Abaceros. En su tramo final tenía un repartidor en el adarve que hacía llegar el agua hasta
la puerta de Bibamazda.
Quizá sirva de resumen para las acequias del Darro el fragmento de Francisco Bermúdez de
Pedraza que incluye el profesor Orihuela en su trabajo: “(El Darro) corre entre dos cerros muy altos y va a
meterse en la ciudad por junto a la puerta de Guadix, sacanse del acequias con que se riega los cármenes y
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 12
guertas que están en las laderas de los dos cerros, una dellas va a Ginalarife, y de allí a la Alhambra, y a
otras partes [la acequia Real], y otra entra en la ciudad por la falda del cerro de la Alcaçaba, donde está el
monasterio de nuestra señora de la Victoria, y passa derecha a San Juan de los Reyes, proveyendo las
fuentes de las casas del Barrio del Haxariz, va a los pilares públicos y a casas particulares [la acequia de
San Juan]. Demás de estas dos acequias ay otra que se toma del mesmo río y la llaman acequia de los
molinos, la qual a la parte de la Alhambra, y por baxo del barrio de la Churra va a la parochia de Santa
Ana y de allí se reparte de manera que nos se tiene por casa principal la deste barrio, que no tiene propia
dentro [la acequia de Santa Ana]...”8
La primera acequia, como se ha dicho fue realizada por Ibn al-Ahmar en el siglo XIII pero de las
otras dos acequias de la ciudad no se tiene una fecha concreta oscilando entre los siglos XII y XIII. El
tema de las acequias musulmanas de Granada es susceptible de una investigación más profunda
estudiando sus recorridos, los ramales y su ubicación exacta, sus tomaderos, etc., y con todo ello elaborar
un nuevo plano hidráulico de la época. Dado el grado de complejidad, no es posible realizarla en este
momento.
El río Genil nace en el término municipal de Güéjar Sierra, en el corazón mismo de Sierra
Nevada “de dos fuentes que tiene su principio en la cumbre de más alta sierra (...) no lejos de una gran
laguna que dicen que se corresponde con el mar”.9 Pasa por el citado pueblo bajando hasta Pinos Genil y,
recogiendo las aguas del río Aguas Blancas en Cenes, llega hasta la ciudad por la parte más llana.
Estamos acostumbrados a ver el río Genil atravesando la ciudad muy cerca de lo que conocemos como “el
centro” pero en época medieval y aún en la edad moderna su curso corría por las afueras de las murallas
que recordemos llegaban hasta el castillo de Bibataubín, actual Diputación, para subir dirección a Santo
Domingo. Era, por tanto, un río utilizado mayormente para el regadío de huertas, jardines y numerosas
arquerías que estaban diseminadas por la vega. No lejos del Humilladero recibe al Darro terminando así
su cauce propio e individual. Esta descripción no es gratuita pues ya veremos más adelante las quejas de
los vecinos de esta zona por los malos olores que despide el Darro y que provocarán una serie de medidas
municipales.
Volviendo a las construcciones musulmanas, existían dos acequias en este río: la acequia gorda y
la acequia del Cadí.
Varios autores escriben acerca de la fecha y el artífice de la acequia gorda o zaqaya Alquebira
Para Luis Seco de Lucena fue realizada por el alfaquí Ahmed ben Jalaf ben Aldelmelec ben Algazani
Alcolaisi, ministro de Badis ben Habbus en el año 1073. Gallego Burín dice en su Guía de Granada que es
obra del alfaquí Abu ya’far en el siglo XI sin especificar año. Antonio Orihuela sigue a Ibn al-Jatib y
atribuye la acequia Gorga, junto con la del Cadí, también a Ahmed ben Jalaf ben Aldelmelec ben
Algazani, aunque bajo el mandato de ‘Abd Allah (1077-1090). No estamos seguros si se trata del mismo
alarife con diferente grafía dada la complejidad de la lengua o de dos autores distintos.
8
Ibídem.
9
HENRÍQUEZ DE JORQUERA, F. "Anales de Granada. Descripción del Reino y Ciudad de Granada.
Crónica de la Reconquista (1482-1492). Sucesos de los años 1588 a 1646. Edición facsímil en Granada,
Facultad de Filosofía y Letras, 1934. Reedicción en dos volúmenes, Granada, Universidad, colección
"Archivum", nº 1, 1987. Página 37.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 13
Entraba a la ciudad por la Bib al-Nayd o puerta de Güéjar, conocida también como la puerta de
los Molinos pues eran bastantes los situados junto su ribera. De la etapa medieval no hemos encontrado
más datos que los que aportan los autores anteriormente citados. Es necesario un estudio más profundo.
En el siglo XIX se la llamó de los Quintos porque se dividía en cinco: La acequia de Arabuleila,
la de la ciudad, la Tarramonta, la del Jaque y la de Santa Fe. Las tres primeras se ramifican antes de la
unión de los dos ríos. La acequia de Arabuleila se dirige a Armilla tras cruzar por el puente verde. La de
la Ciudad comienza en el partidor de los Infantes. El siguiente partidor es el de Alvarillo (del molino
harinero del mismo nombre sito en la bomba) y de él toma el agua la acequia Tarramonta en dirección a
Vegas del Genil. Después de cruzar el Darro, la acequia gorda se divide en la acequia del Jaque en el
Molino del capitán a la derecha y en la acequia de Santa Fe a la izquierda. En el siglo XIX más de
cincuenta industrias se instalaron alrededor de la Acequia Gorda para aprovechar sus aguas como fuerza
motriz y en la calle y cuesta de los Molinos se llegaron a contabilizar hasta 10 molinos, algunos de ellos
como la Casa-Molino de Ángel Ganivet y la Casa-Molino del Marqués son de época musulmana.
La acequia del Cadí o de las Tinajas corre paralela por encima de la anterior. Entra a la ciudad
por el Barranco del Abogado y surte a todo el barrio de la Antequeruela hasta San Cecilio donde se une a
la acequia del Realejo. Ésta, a su vez, venía de los derrames de la Acequia Real de la Alhambra después
de pasar por el monte de los Mártires y Torres Bermejas y moría, como se dijo, a unirse con la acequia
Romayla.
Recopilando, la gran medina de Granada estaba perfectamente abastecida de agua con las
diferentes acequias que atravesaban barrios como los Axares, y arrabales como de Mauror, Antequeruela,
Zacayat-Albacery y llegaban hasta los arrabales de la Rambla y de la Loma por citar los más importantes.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 14
Fig.3 : Río Genil y sus acequias. Croquis obtenido del libro “ Los aljibes públicos en la Granada
islámica.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 15
Hemos dejado para el final la Acequia de Aynadamar por ser a nuestro parecer la obra hidráulica
más completa y compleja que hicieron los árabes en Granada. Es la que recorre más distancia desde su
nacimiento en la Fuente Grande de Alfacar y la que suministra agua a mayor número de población. A ella
se debe toda la red del Albaicín y los pagos de Aynadamar y Almajáyar al norte de la ciudad. Tanto
Enríquez de Jorquera como Bermúdez de Pedraza elogian esta fuente, para ellos la más grande y hermosa
de la ciudad: “... la ofrece por la parte del Norte el lugar de Alfacar el agua de su mayor y más celebrada
fuente que al pie de la más alta cumbre y sierra y puerto del Alfaguara, en una deleitosa floresta de vides
que le sirve de alfombra bordada de diversas y matiçadas flores a quien este maravilloso sitio, que sirve
de mirador goçando de la extendida vega, naturaleza dio nativa fuente de las mayores que el reino de
Granada goça del tamaño de una placeta redonda por las tres partes, que por otra parte da principio a un
desaguadero de que se forma una grande y ancha acequia de mas de un estado de fondo.”10 Bermúdez de
Pedraza nos la describe como excelencia de Granada: (La Vega) tiene últimamente al septentrión los
frescos cármenes de Dinadamar y Fargue, palabras árabes que significan ‘ojo de lágrimas’ y ‘división’
por estar divididos estos dos pagos, respectivamente. So legua y media de huertas en las laderas del
Albaicín, que mira hacia la Vega con una acequia o río de agua de la fuente de Alfacar, lugar dos leguas
de Granada. Esta fuente está al pie de la sierra de Cogollos, cércanla tres robles tan grandes, que aunque
el circuyto de la fuente es grandísimo, lo abraçan todo; por lo cual goza todo el Verano de perpetua
sombra, y ayre suave, y delicioso, es en forma redonda y tan grande como un buen patio; no nace en
forma de caño, sino toda la capacidad de su sitio mana hazia arriba, y della sale río referido, con el cual
pueden moler quatro ruedas de molino. El agua el salutífera, y medicamento contra tercianas, y tan
prompta para la digestión, que por abundante que sea el alimento, lo deshaze en el estómago; su
temperamento es el natural de las fuentes, templada de invierno y fría de verano, y tan deleitosa a la vista,
así por su grandeza, como por verla salir hazia arriba, que por ella fuera excelente Granada, cuando no
tuviera otras muchas excelencias”11.
Para describir el recorrido de la acequia de Aynadamar vamos a seguir a Antonio Orihuela
puesto que hace una descripción detallada y muy clara. Desde su nacimiento la acequia se dividía en tres
sectores. El primero iba desde Fuente Grande al Carmen del Madroño, el segundo desde allí hasta el
Fargue y el tercero hasta Manflor. (Ver fig. 4)
En este punto la acequia se dividía en dos ramales secundarios. Uno de ellos se dirigía al
Hospital Real y el otro atravesaba la Puerta de Fajalauza, bajaba por la placeta de la Cruz de Piedra y la
calle San Luis hasta Santa Isabel de los Abades. Antes de su último destino la acequia se dividía en varios
principales: uno para la plaza del Aliatar y otro para la vereda de los Pinchos por la calle San Luis.
El ramal principal pasaba por encima de la puerta de Fajalauza atravesando la muralla exterior.
Bajaba por el callejón de la Albérzana y la calle San Gregorio. Atravesaba el aljibe del Paso hasta la Casa
de los Mascarones y de allí bajaba por la calle del Agua. En el número 1 de esta calle, donde se ubicaban
los baños más importantes del arrabal, la acequia giraba por la calle Panaderos, y hacia la derecha un
10
Ibídem, pág. 41.
11
BERMÚDEZ DE PEDRAZA, FRANCISCO. “Antigüedades y excelencias de Granada, por el
licenciado don...”. Capítulo III. Año 1608. Pág. Esta misma cita la recoge Antonio de Orihuela en sus
“aljibes públicos de la Granada islámica”.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 16
principal bajaba por la Cuesta de Alhacaba surtiendo su aljibe. La acequia principal llegaba hasta la
iglesia del Salvador, antigua mezquita mayor. En todo este recorrido existían tomaderos o cauchiles que
desviaban el agua a casas particulares, aljibes y cármenes. Por ejemplo en la parte alta de la calle de San
Gregorio se encontraban los cauchiles para los cármenes de Carrillo y de Arquelladas en la calle María de
la Miel y en la puerta de San Gregorio otros tomaderos servían para llevar el agua a las casas del Chapíz y
al Carmen de la Victoria. En la calle del agua desde los cauchiles se abastecían las casas y los aljibes de la
zona de San Bartolomé y San Cristóbal. Frente al número 19 de esta misma calle estaba el cauchil para
los aljibes Colorado y de San Ildefonso. En la calle Panaderos había un tomadero que iba hacia los aljibes
de Bibalbonut, de las Tomasas y del Trillo. Más adelante el cauchil de otro principal permite la
desviación hacia los aljibes de la plaza del Salvador y del Peso de la Harina.
En la plaza Larga la acequia formaba un sifón para que el agua tomara la suficiente presión y
elevarla hasta el nivel de la Alcazaba. Un subramal pasaba por la Bab Qastar o puerta del Rastro hasta el
aljibe de S. Nicolás. El ramal más importante atravesaba la muralla por debajo de la Bib al-Ziyada o Arco
de las Pesas y surtía el aljibe de la Gitana y el aljibe del Rey. Desde aquí se volvía a dividir en dos
acequias y un principal. El principal iría a la calle de María de la Miel, abasteciendo el aljibe del Gato,
bajaría por la cuesta del Granadillo cruzando la calle Aljibe del Trillo y desembocaría en la plaza del
Almez. Una de las acequias bajaba hacia la Dar al-Horra terminando en el Arco de las Monjas. De allí
continúa un principal hacia los aljibes de San Miguel y de San José. De este principal salían dos
secundarios. Uno abastecía el aljibe de Oidores en la plaza del mismo nombre y otro llenaba el aljibe del
Zenete después de circular por las calles Bocanegra y Cruz de Quirós. El otro bajaba hasta la esquina del
Camino Nuevo de San Nicolás. Aquí se dividía en dos principales: uno que se dirigía por la calle
Almirante, surtía el aljibe de la Cruz Verde, continuaba por la cuesta de San Gregorio y desembocaba en
la placeta de Porras; el otro bajaba por la calle Tiña, Muladar de Doña Sancha, placeta de Sánchez hasta
la calle Bravo.12 Con la detallada descripción de Antonio Orihuela y el plano de situación nos damos
cuenta de que estamos ante una red hidráulica perfectamente coordinada y ramificada. La única zona que
no llega ningún ramal de lo que se conoce desde el siglo XIV como Albaicín es el barrio de los Axaris,
ya que, como vimos, es un arrabal independiente y se abastece con la acequia del mismo nombre
proveniente del Darro. Es curioso como los últimos ramales llegan hasta casi las antiguas murallas del
arrabal y hasta los bordean como es el caso del ramal que va al aljibe del Peso de la Harina.
El desarrollo del trabajo nos lleva a hablar de los aljibes de la ciudad de Granada. El término
aljibe proviene del árabe al-yibb y significa cisterna. Se trata de un depósito subterráneo realizado
generalmente en ladrillo, con cubiertas abovedadas y paredes enlucidas destinado a almacenar agua de
lluvia o desde una acequia. Según sus dimensiones los aljibes pueden tener una o varias naves separadas
por pilares. En este caso la cubierta de cada nave es independiente, pudiendo estar paralelas entre sí o en
cruzándose en algún punto, bien en forma de cruz o en T.
12
ORIHUELA UZAL, A. y VILCHEZ, C. "Aljibes públicos de la Granada islámica". Edita
Ayuntamiento de Granada. Granada 1991, pp. 34-35.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 17
El tema de los aljibes musulmanes daría para otro trabajo de investigación como el que
pretendemos realizar con los pilares y fuentes de la edad moderna. Existen pocas aproximaciones y sería
muy interesante. Ahora sólo daremos una visión general de su ubicación y funcionalidad.
Partimos de la base que la función de un aljibe es la de almacenar agua para el uso humano ya
sea público como privado. En esta época ya llegaba el agua a muchas casas particulares a través de
atanores de barro. El agua recibida se almacenaba en tinajas, albercas o aljibes situados generalmente en
el patio. Para otros vecinos, los más humildes, el acceso a este bien tan preciado era a través de los aljibes
públicos. Esta es la verdadera razón del gran número de ellos y la proximidad entre unos y otros.
Desconocemos el número exacto de estas obras en la gran medina de Granada. Antonio Orihuela incluye
en su trabajo 28 aljibe públicos: en la alcazaba Cadima 11 aljibes, en el arrabal del Albaicín 14 y en la
medina sólo 3. Sin embargo, este número no nos sirve para hablar de los aljibes que existieron en nuestra
ciudad porque son los que sobreviven en la actualidad y con carácter público. El número total debió ser
muy superior.
Hay barrios enteros que no han conservado ningún ejemplar, pero ello no significa que no
existieran en su momento: arrabal de los Alfareros, el arrabal de la Loma, el del Arenal. En el barrio judío
se conserva uno y en la medina otro junto a la Capilla Real.
Es lógico pensar que el abastecimiento debería ser igual en todos los barrios de la ciudad, más
aún cuando sabemos que éstos actuaban de una manera casi independiente. La red de canalizaciones,
como ya vimos, llegaba a todos los arrabales a través de acequias del Darro o del Genil. Entonces, ¿por
qué no han llegado a nuestros días? O por lo menos, ¿por qué tenemos tan pocas noticias de su
existencia?.
Desde la llegada de los Reyes Católicos hasta nuestros días no ha cesado la transformación de la
antigua medina de Granada, excepto el arrabal del Albaicín. En los otros barrios se van asentando los
cristianos viejos junto con innumerables conventos, iglesias, colegios... . El Albaicín será desde entonces
el barrio de los moriscos, un gueto. En el siglo XVI va a variar poquísimo su fisonomía, limitándose las
actuaciones en la transformación de las mezquitas en iglesias. En la ciudad baja el abastecimiento de agua
se resuelve mediante pilares ubicados en las plazas que en estos momentos empiezan a sistematizarse, en
edificios públicos, en hospitales y en la arquitectura privada. En las viviendas de la medina continuarán
los aljibes y albercas de tradición morisca que conviven con pilares “castellanos”. Ante este panorama de
cambios es fácil explicar el motivo de la desaparición de los aljibes musulmanes. Aún así, la red de
canalizaciones de la etapa anterior se mantendrá hasta mediados del siglo XX cuando se generaliza el
agua potable.
Otro tema es el uso de estos aljibes. Generalmente se relacionan con la función ritual asociados a
las mezquitas. Es verdad que el agua es un elemento esencial en la religión musulmana (y en la cristiana)
pero es falso pensar que todos los aljibes pertenecen a ellas. En su estudio, Orihuela sólo pudo probar la
relación mezquita-aljibe en la mitad de los casos estudiados. La explicación parece clara: el musulmán es
consciente de la importancia del agua en su vida cotidiana: en la vida doméstica, en la vida religiosa y en
los momentos de placer. Muestra de ello es la omnipresencia del agua en los palacios y jardines de la
Alhambra y del Generalife, la proliferación de baños públicos en los distintos barrios.... . Entonces, si
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 19
están tan atentos a estas cuestiones “secundarias”, ¿cuanto más pensarían en el uso del agua para las
necesidades primarias?.
Para probar el uso público exclusivamente de algunos aljibes nos apoyamos en su ubicación
junto a puertas y murallas. Es el caso de los aljibes de Bibalbonut y de la Alhacaba. Otros, pese a
pertenecer a una mezquita, comparte la función ritual con la pública, dando de beber a los vecinos como
es el aljibe de San Salvador. Lástima no tener información de los aljibes de la medina pues sería muy
interesante establecer relaciones entre éstos y la vida de cada barrio, tanto cotidiana como laboral. El
barrio de alfareros, por ejemplo, en la Antequeruela, tuvo que gozar de cisternas que almacenaran el agua
de la acequia del Cadí para su labor profesional. No podemos olvidar que esta acequia se conoció también
como de las Tinajas. Podemos interpretar este nombre en relación con el oficio o por la abundancia de
estos recipientes. No deja de ser esta reflexión una mera hipótesis derivada de la nomenclatura y
necesitaría un estudio más profundo.
Los aljibes privados debieron ser muy abundantes. Muestra de ello es la compleja canalización
que llevaba el agua desde las acequias hasta el interior de las viviendas.
No vamos a entrar en el análisis tipológico ni en la cronología de los aljibes pues nos basaríamos
y repetiríamos el trabajo de D. Antonio Orihuela. Nuestra pretensión es dar una visión general y
panorámica de la ciudad islámica.
Una última cuestión: existen en la actualidad dos aljibes de época cristiana que estudiaremos en
su momento: el aljibe de la Plaza de los Aljibes en el recinto de la Alhambra y el aljibe del Zenete.
Los puentes son muy necesarios en una ciudad como Granada, dividida por el río Darro. No sólo
unen las dos riberas sino distintos barrios tan próximos físicamente como lejanos e inaccesibles a causa
del mismo río. En el plano árabe de Luis Seco de Lucena se contabilizan nueve puentes sobre el Darro y
uno sobre el Genil (Ver fig. 5) . Estas obras van a ser cuidadas por el Cabildo Municipal durante la edad
moderna y gran parte de la contemporánea hasta que se decidió el embovedado del Darro en la segunda
mitad del siglo XIX. A continuación intentaremos identificar los puentes árabes y relacionarlos con los
que subsisten en la actualidad, sus nombres y, en la medida que sea posible, su cronología. Desde la
puerta de Guadix hasta la unión con el Genil nos encontramos:
Cántara al-Harracín o puente de los labradores. Corresponde al actual puente del Aljibillo
reformado varias veces en el siglo XIX. Parece ser que hasta entonces el puente se había conservado
prácticamente en su forma original salvo unos piramidones de piedra en los extremos colocados en época
cristiana. Constaba de un solo arco de medio punto peraltado con dovelas irregulares de piedra y
plataforma sin inclinación. Tras las reformas del siglo XIX, se reconstruyó tras hundirse totalmente en
1861.
Cántara Aben Rasik o puente de las Chirimías. En la Edad moderna es conocido así por estar
situado junto a casa de Las Chirimías. José Manuel Barrios Rozúa duda de la fecha concreta de su
construcción y se basa en el hecho de no aparecer este puente en la plataforma de Ambrosio de Vico, de
modo que no se sabe si “se construyó o se reconstruyó en el siglo XVII o a principios del siglo XVIII”13.
Al igual que el anterior, se hundió completamente, en este caso, en el año 1881, construyéndose otro
13
Ibídem. Pág. 61.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 20
puente de ladrillo y sillarejo. Nos inclinamos a pensar que, aunque no aparezca en la plataforma, tuvo que
existir un puente, aquí mismo o muy próximo a él puesto que se conserva la nomenclatura árabe.
El siguiente puente fue conocido en esta etapa por cántara al-Cadí o puente del Alcalde y
conocido a partir del siglo XVI como puente de Santa Ana por estar próximo a la iglesia de este nombre.
Constaba de un arco peraltado y pretil de piedra y era muy similar a los conservados en la actualidad.
Según Ibn al-Jatib lo mandó construir ‘Ali b. Muhammad b. Tawba, cadí del rey Badis en 1055.14 En
1720 el puente amenazaba ruina, derribándose y reconstruyéndolo por completo al año siguiente. En la
actualidad este puente no existe debido al embovedado del tramo del río que va desde la iglesia de Santa
Ana a Plaza Nueva. Tradicionalmente se ha confundido este puente con la Bab al-Difaf o puerta de los
Tableros, también llamada puerta de Guadix Baja. Ésta era en realidad una puerta-puente compuesta por
la mencionada Bab al-Difaf y el puente de las Compuertas. En el puente se colocó una reja de hierro y así
impedir la entrada por el cauce sin obstaculizar el flujo del agua. Este conjunto remataba la qawraya y a la
vez servía de puerta inferior al barrio de los Axares. Hoy se conserva el arranque del arco de la margen
izquierda del río. Según esto, en su plano árabe Seco de Lucena comete un error pues coloca el cántara
al-Cadí junto a la Bab al-Difaf y nombra al verdadero puente del alcalde cántara
al-Hayyamin o puente de los Barberos en la actual plaza de Santa Ana. Gallego Burín también confunde
los restos actuales del puente de las compuertas con el puente del Cadí, siguiendo fielmente a D. Luis.
El cántara Hammin-el-Tix, puente del Baño de la Corona, de los Leñadores o de los barberos era
el puente más importante de la ciudad pues enlazaba la calle Elvira con los barrios de la orilla izquierda
del Darro. Será, como veremos, el embrión de Plaza Nueva en el siglo XVI.
Tanto Seco de Lucena como Gallego Burín, a llamar Puente del Cadí al puente de las
Compuertas, llevan un desfase de nombres con respecto a Barrios Rozúa. Es decir, el puente de los
Barberos para los primeros es el puente del Baño de la corona para el último y el puente del Cadí o de
Santa Ana para Rozúa son dos puentes distintos para Seco de Lucena y Gallego Burín.
Esta diferencia entre autores de la primera mitad del siglo XX y los últimos estudios habría que
analizarla con profundidad en trabajos posteriores.
En el tramo de la actual calle Reyes Católicos entre la Plaza Isabel la Católica y Puerta Real,
donde estaban las murallas exteriores de la Medina, en la etapa nazarí existían cuatro puentes:
Cántara al-Garraqin o puente de los Zapateros. Fue realizado seguramente en la segunda mitad
del siglo XIV. Después de la conquista comenzó a conocerse como el puente de la Gallinería, de los
Sastres o de San Francisco, éste dado porque el puente unía la Alcaicería con San Francisco Casa Grande.
El siguiente es el cántara gigida o puente nuevo. Unía el centro comercial con la Alhóndiga
Gigida, conocidos desde el siglo XVI como puente del Carbón y Corral del Carbón respectivamente. Se
componía de un arco de medio punto con rosca y pretil de sillería y plataforma llana.
14
GALLEGO Y BURÍN, A. "Guía artística e histórica de la ciudad de Granada". Editorial Comares.
Granada 1987. Pág. 341.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 22
Frente a la actual plaza del Carmen y enlazando con la calle Salamanca existió un puente que en
tiempos nazaríes era conocido como cántara al-Dabbagin y después de la conquista como puente de los
curtidores o del álamo.
En el mencionado plano árabe aparece un puente (cántara el-Aabil o puente de lo justo) que no
aparece en la lista que ofrece Gallego Burín en su Guía.
Desde el puente de los curtidores curso abajo los puentes serán ya realizados en los siglos XVI y
XVII. Se estudiarán en su momento.
Del apartado de infraestructuras y servicios públicos nos queda analizar los baños públicos.
En el mundo musulmán, al igual que en el romano, el baño es algo más que un acto de higiene
corporal. Además, para él el agua tiene connotaciones de limpieza espiritual.
Para el lavado corporal, las clases humildes utilizaban barreños grandes y aguamaniles, mientras
que las clases adineradas contaban con bañeras. Dentro de las infraestructuras, Granada disfrutaba de un
gran número de baños públicos, procurando ubicar uno en cada arrabal, o al menos, en los más grandes.
Hubo al menos doce baños públicos en la gran medina de Granada.15
Las clases aristocráticas contaban en sus palacios con salas de baño de estructura similar a las
termas romanas. Los más nombrados y mejor conservados son los Baños Reales de la Alhambra. En la
ciudad palatina existían varios baños además de éstos. Los baños públicos estaban, uno en la Alcazaba,
entre la puerta de las Armas y la Torre de la Vela, y el otro se hallaba en la calle Real de la Alhambra,
llamado Baños del Polinario. En la actualidad ha quedado convertido en el Museo de Ángel Barrios.
Hoy sólo sobrevive un baño árabe en nuestra ciudad. Está situado en el barrio de Axaris, muy
cerca de la puerta de las Compuertas o Bab al-Difaf. Es el conocido como Bañuelo aunque su verdadero
nombre era Hamman al-yawza o baño del Nogal. También fue conocido como el baño de Palacios o de la
puerta de Guadix.16 Es el baño musulmán más importante y de mayor tamaño conservado en Al-Andalus
y “de las obras más antiguas de Granada musulmana.”17
La estructura de un baño participa de la tradición romana. Consta de tres salas diferenciadas. Un
vestíbulo daba paso a la sala de agua fría, donde se recibían las sandalias de madera y las toallas. Esta sala
era llamada frigidarium y era de dimensiones más reducidas que el resto de habitáculos. La segunda sala
o tepidarium es la sala del agua templada. El caldarium o sala de agua caliente era la última de ella y solía
tener el techo más bajo que el resto para facilitar la condensación del agua. En una habitación contigua a
ésta, o incluso debajo, se hallaba la caldera asociada a un gran horno que mantenía a altísimas
temperaturas el agua. Generalmente esta dependencia, llamada también hypocaustum, solía tener una
puerta al exterior que daba a una calle de servicio con el fin de agilizar la llegada del combustible, la
madera. Esto se ve muy bien en el caso de los Baños Reales de la Alhambra. Jesús Bermúdez18 identifica
la existencia de una calle secundaria entre el palacio de Comares y el de los Leones, llamada de los
leñadores.
15
Este es el número de baños que analiza Gómez Moreno en su Guía.
16
GÓMEZ MORENO, M. "Guía de Granada". Edición facsímil, Universidad de Granada. Colección
Archivum. Dos volúmenes. Granada 1982. Pág. 415.
17
GALLEGO Y BURÍN, A. “Guía artística e histórica de la ciudad de Granada”. Editorial Comares.
Edición actualizada por Francisco Javier Gallego Roca. Granada, 1996. Pág. 344.
18
BERMÚDEZ PAREJA, J. “El baño del Palacio de Comares en la Alhambra de Granada. Disposición
definitiva y alteraciones” Cuadernos de la Alhambra. Tomo 10-11. (1974-75) Pp. 99-116.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 23
El Bañuelo conserva todavía sus dependencias. En su planta rectangular se observa una primera
dependencia moderna que da paso a un pequeño patio. En el testero Occidental se abre la puerta de
ingreso. El primer habitáculo que encontramos es un recibidor rectangular y al Norte se abre el acceso a la
primera sala o frigidarium.
Es una pequeña sala rectangular abovedada y con una alcoba en cada extremo limitada por dos
arcos de herradura y una columna central. La bóveda que cubre estas dependencias es de cañón. En el
centro del muro Norte nos volvemos a encontrar otra abertura que
comunica con la gran sala templada. En esta ocasión el cuadrado
está cubierto con bóveda esquifada, aligerada con claraboyas
estrelladas. Alrededor de un espacio central se articula tres galerías
que resultan de utilizar arcos de herradura sostenidos por diez
columnas. En el mismo eje de la entrada a esta sala se abre otro
arquillo escarzano que da acceso a la sala caliente con la misma
disposición y tamaño que la sala fría. Esta vez se abre en los
laterales dos estancias donde estarían las albercas para el agua
caliente. Están cubiertas con bóvedas de cañón con lunetos. En el
centro se vuelve a abrir una puerta que da paso a la sala donde
estaría el horno para la calefacción del agua, es decir, el
hypocaustum.
Para aislar convenientemente el interior de estos baños se
realizan unos muros muy gruesos de argamasa (cal grasa con arena
y piedras). Con ellos, el Bañuelo presenta desde el exterior un
aspecto compacto y pesado, solo aligerado por los lucernarios de
las bóvedas.
En los años de Manuel Gómez Moreno este edificio
estaba prácticamente en ruinas y lo describe tal y como lo
encontró. El Bañuelo fue declarado monumento Nacional en 1918 y restaurado por el arquitecto Leopoldo
Torres Balbás.
El resto de baños públicos de Granada participa de la morfología del Bañuelo. No vamos a
analizar caso por caso pues nos llevaría a un estudio profundo y carecemos de tiempo. Pero sí señalar una
serie de circunstancias comunes a todos ellos. Son baños de reducido tamaño y planta rectangular con
sucesión de salas. El final de todos estos baños fue casi el mismo. A la llegada de los Reyes Católicos se
vendieron a particulares y con el beneficio obtenido se quiso cambiar la vestimenta de las mujeres
moriscas. En manos privadas, los baños comenzaron a formar parte de las viviendas que se adosaban a
ellos. Y se fueron destruyendo a medida que se derribaron las casas.
El baño del Albaicín ocupó el número uno de la calle del Agua, junto a la Plaza Larga. Se
accede a él a través de un patio de la misma casa donde se ubicó un pequeño aljibe. De ahí se entraba
directamente a la habitación donde se desnudaban los bañistas. Enfrente de la entrada se abría un arco
escarzano, que comunicaba con la sala principal o tepidarium. Constaba de galerías a ambos lados,
separadas del centro mediante arcos ligeramente apuntados. Estaban cubiertas estas galerías por bóvedas
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 24
19
GÓMEZ MORENO, M. "Guía de Granada". Edición facsímil, Universidad de Granada. Colección
Archivum. Dos volúmenes. Granada 1982. Pp. 483-84.
20
BARRIOS ROZÚA, J.M. “Guía de la Granada desaparecida”. Editorial Comares. Granada, 1999. Pp
74-75.
21
Ibídem. Pp. 169-70
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 25
Cuando estructuramos el trabajo distinguimos entre arquitectura doméstica y jardines. Pero, una
vez “metidos en faena”, como vulgarmente se dice, nos hemos dado cuenta que son dos realidades
imposibles de separar en Granada. E incluso, no deberíamos tratar aparte los palacios, pues participan de
la misma esencia que el ámbito doméstico, aunque lo haremos para estudiar con más detenimiento el caso
de los palacios nazaríes de la Alhambra. Incluiremos en este apartado el Generalife porque, como
veremos, es la perfecta unión entre arquitectura y jardín, entre jardín y agua y entre la primera y la
última.
La vivienda típicamente mediterránea se articula en torno a un patio, centro de toda actividad
doméstica y familiar, y habitaciones alrededor. Al patio abrirán todas las ventanas para recibir de él luz y
ventilación, de modo que al exterior sólo dé la puerta de acceso. A partir de este sencillo esquema se van
a formar todos los prototipos de casas: griegas, romanas, musulmanas y, en Granada, la vivienda de
tradición morisca que llegará hasta nuestros días.
Si buscamos el origen de esta estructura tenemos que viajar hasta el origen mismo de la vivienda.
En el Neolítico las chozas solían dejar un orificio central para la salida de humos pues en este espacio
central se localizaba el hogar. Este agujero va a ir aumentando hasta formar el patio. En ciudades
mesopotámicas como Ur en el tercer milenio antes de nuestra era las mejores viviendas presentaban un
lugar espacioso en el centro, un patio abierto pavimentado con ladrillos.
En Grecia encontramos ya en el siglo VIII a. C. una enorme difusión de las casas de planta
cuadrada. Al principio se trata de una sola dependencia en torno a un pilar de madera que sostiene el
techo. Poco a poco esta estructura se va complicando, motivada por un crecimiento económico. La
habitación primitiva se multiplica en diversas estancias para distintos usos en torno a ese gran hueco
convertido en patio. No es objetivo de este trabajo estudiar la evolución de la vivienda a lo largo de la
historia, pero es muy interesante resaltar los paralelismos que existen entre los prototipos de todas las
civilizaciones del mediterráneo. Así, por ejemplo, en la ciudad de Priene en el siglo III a. C. a las
viviendas se accede por un pasaje estrecho, presumiblemente cubierto, tras dejar atrás un pequeño
vestíbulo. Este pasaje da a un patio abierto rectangular o cuadrangular. La habitación más importante se
localiza en la parte norte del patio y a ella se accede a través de dos columnas entre antas. En el otro
lateral del patio se sitúan los almacenes y dormitorios. En definitiva, la casa griega consiste en un patio
(gunaikonitis) rodeados de habitaciones, tras un primer patio (andronitis) y desde el cual se accede.
La estructura de la vivienda romana participa de la misma esencia por el contacto con la cultura
griega. La entrada de la casa estaba elevada una o dos gradas del nivel de la calle y enmarcada con dos
columnas. Entre éstas y la puerta, que siempre abría hacia el interior, había un pequeño espacio llamado
vestíbulo. Tras la puerta se accedía al atrio por un trocito de corredor, las fauces. El atrium o patio vuelve
a ser el centro de la vida doméstica. Frente a la entrada, en el otro extremo del patio, aparece el tablinium.
Es la sala más importante de la casa donde se reúne la familia, se trabaja y se reciben las visitas. Al fondo
del patio, pero ahora ocupando los extremos, están las alae. Son rincones aprovechados para archivos y
los recuerdos familiares. El atrium en realidad es un patio rodeado de un pórtico. El tejado inclina sus
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 26
aguas hacia él. A la parte superior formada por los aleros del tejado se conoce con el nombre de
compluvium. En el centro del patio hay una pequeña alberca para recoger el agua de lluvia (recibida
gracias a la inclinación del tejado.) Asociada al estanque puede aparecer una fuentecilla para renovar el
agua o bien, ésta sale por una abertura lateral hacia una cisterna más profunda.
Las familias acomodadas con posibilidad de aumentar su vivienda, lo hacían de forma
horizontal, nunca hacia arriba. Adquirían un solar contiguo al suyo, al fondo o en un lateral, volviéndose a
repetir la estructura antes expuesta, pero ahora alrededor de un peristilo. Aquí aparecía el jardín con
diversidad de plantas, numerosas fuentes y obras escultóricas.
La cultura islámica también desarrollará su arquitectura doméstica hacia el interior. El musulmán
es muy celoso de su intimidad. Los barrios de la ciudad se cierran con murallas y puertas constituyendo
células casi independientes entre sí. Para él el ámbito privado va más allá de su propia morada, sobre todo
en el caso de los adarves. Aquí, la calle es una prolongación de las viviendas de sus vecinos y viceversa
pues la única puerta de acceso al adarve comunica y a la vez independiza esta zona con el resto de la
ciudad. En su vivienda no hay vanos a la calle más que la puerta de acceso. Pero encontramos una
diferencia con los casos anteriores. El zaguán aquí no es recto sino en recodo para que desde la calle no se
pueda ver el interior. De aquí se pasa a un patio donde suele haber una alberca, aljibe o pozo para el
abastecimiento interno de agua. Alrededor, como siempre, se articulan las habitaciones. Ahora pueden
tener un segundo piso, generalmente destinado a las mujeres. En este piso sí pueden aparecer vanos al
exterior, aunque cuidando muy mucho que no coincidan en la altura con la del vecino. A veces se abren
pasadizos volados que comunican unas viviendas con otras para que las mujeres puedan relacionarse
entre sí sin necesidad de salir a la calle. La separación entre sexos es muy acentuada. El piso inferior o
principal es dominio casi exclusivo del hombre, quedándose relegado el piso alto a las mujeres, al harem.
Los vanos aquí se tapan con celosías de modo que desde dentro puedan ver sin ser vistas. Los pórticos del
patio suelen ser dos y situados en los lados menores. Los lados mayores son de menor altura y en ellos se
abren estas ventanas.
En Granada conservamos esta estructura en los palacios de la Alhambra (al fin y a cabo se trata
de una residencia) y en casas moriscas supervivientes como la Casa del Chapíz. El sistema porticado no
es omnipresente en la arquitectura doméstica granadina pero sí el patio central aunque su nivel de
desarrollo depende del espacio existente y de la economía de sus dueños. También es bastante común en
este espacio la existencia de un aljibe, alberca o pozo para el uso doméstico. El agua almacenada llega
hasta aquí a través de tuberías de barro. Desde las acequias salían los atanores. El atanor conduce el agua
hasta un registro y en su interior varios departamentos o registros más pequeños son los encargados de
llevar a cada casa el agua a través de unas tuberías más pequeñas. La mayoría de las casas poseían una o
varias tinajas de distinta capacidad (hasta las 230 arrobas de agua) que se llenaban mediante estas tuberías
generalmente en verano si el uso era el consumo humano. También se solía colocar entre estas y aquellas
una tela tupida a modo de filtro para impedir la entrada a grandes partículas y otras impurezas.22
El viajero alemán Jerónimo Münzer nos ilustra claramente lo que estamos exponiendo. “Las
casas de los sarracenos son en su mayoría tan reducidas –con pequeñas habitaciones, sucias en el exterior,
22
RUIZ RUIZ, M. Et BARBOSA GARCÍA, Mª V. “El agua en Granada y su entorno.” Cuaderno
didáctico. Emasagra S.A. Junta de Andalucía. 1998. Pág. 41.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 27
muy limpias interiormente-, que apenas es creíble. Casi todas tienen conducciones de agua y cisternas.
Las cañerías y acueductos suelen ser dos: uno para el agua clara y potable; otros para sacar las suciedades,
estiércoles, etc. Los sarracenos entienden de esto a la perfección. Hay abiertos en todas las calles canales
para las aguas sucias, de manera que cada casa que no tiene cañería por las dificultades del lugar, pueda
arrojar durante la noche sus inmundicias en aquellos canales. No abundan las cloacas, y, sin embargo, los
hombres son limpísimos. [...] También los nobles y los sarracenos ricos poseen en Granada magníficas y
famosas casas, con atrios, jardines, agua corriente y otras cosas.23
Los jardines no debieron ser muy numerosos entre las clases populares debido a la densidad de
población existente en la ciudad y en especial en el Albaicín y la escasez de suelo. López Guzmán señala
la existencia de solamente cinco jardines al principio del siglo XV: “En los libros de Habices de 1527, en
el Albaicín, existían tres jardines en la parroquia de S. Miguel ‘...un huerto de treze varas de largo y
quatro de ancho...’ y dos en la de San Cristóbal (denominadas huerta de Francisco de Marrof y del
Moradí). Una vsita realizada en 1571 revela la presencia de seis: uno de la parroquia de San Cristóbal,
uno en la de San Martín, tres en la del Salvador y tres en la de S. Miguel.24 Sin embargo, las casas nobles
y las reales de recreo gozaban de un gran huerto-jardín. El ejemplo más espectacular es el Generalife.
Aquí lo más importante es el jardín, no la arquitectura que se integra perfectamente en el paisaje llegando
a pasar desapercibida.
El concepto de jardín musulmán difiere mucho del europeo. Está más cercano al huerto que al
25
jardín ornamental. Lucie Bolens-Halimi distingue entre dos términos: Bustân equivale en castellano a
vergel y se refiere a jardín de producción –huerto- y Riyâdh sería el jardín de paseo o para tomar el fresco
por las noches. Estos dos conceptos no son independientes, sino que pertenecen a una misma realidad: el
jardín granadino, y a partir del siglo XVII será conocido como Carmen.
23
MÜNZER, J. “Viaje por España y Portugal. Reino de Granada.” Estudio preliminar de Fermín
Camacho Evangelista. Granada, 1987. Pp. 47-48.
24
LÓPEZ GUZMÁN, R. "Tradición y clasicismo en la Granada del siglo XVI. Arquitectura civil y
Urbanismo". Granada, C.O.A.A.T., Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Granada y
Diputación Provincial, Biblioteca de Ensayo n 10, 1987. Pág. 181. Para dar estos el doctor López Guzmán
acude a Carmen Villanueva Rico en su libro “Casas, Mezquitas y tiendas de los hábices en la ciudad de
Granada.” Madrid, Instituto Hispano-árabe de Cultura, 1961 y Vicent Bernard. “L’Albaicín de Grenade
au siècle (1527-1587). Melanges de la casa de Velázquez” (1971) Tomo VII. Págs. 187-222.
25
BOLENS-HALIMI, L. “Jardines de Al-Andalus: Naturaleza e historia de un encuentro cultural.”
Cuadernos de la Alhambra, 1992. Pp. 15-24. Pág. 20.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 28
pequeños estarían las hortalizas mezcladas con las plantas aromáticas y cerca de la vivienda se plantarían
flores, especialmente rosales. Naranjos, limoneros, laureles, higueras conviven con las berenjenas,
alcachofas, espinacas, sandías, melones y flores como azucenas, violetas, rosas, lavanda y un sinfín de
plantas de todos los tamaños, colores, aromas y sabores que le infiere a este jardín cualidades
paradisíacas. Todas se entremezclan, dando una apariencia silvestre, de naturaleza viva, dinámica y
desbordante. Pese a todo, no se trata de un espacio anárquico. El jardinero cuida muy mucho la
disposición de cada planta para la recreación de los sentidos sin olvidar que se trata de un huerto para el
abastecimiento de sus dueños.
El agua es aquí primordial. Se almacena en albercas situadas en las paratas más altas de la finca
durante el invierno o en las noches de verano con agua cogida de las acequias generales. De estos
estanques salen pequeñas acequias o canalillos, generalmente descubiertos, y se diseminan por todas
partes para el regadío. Otra función del agua es la ornamental. Se dirige hacia fuentecillas y surtidores
junto a los paseos para refrescar el ambiente. Su murmullo complementa al susurro del viento en las hojas
y al trino de los pájaros. Las fuentes son sencillas, principalmente gallonadas, y utiliza sobre todo el
mármol. Son muy bajas, casi no sobresalen del suelo y de su surtidor brota el agua con serenidad,
resbalando por los bordes. El mármol es un material noble y al mismo tiempo sobrio, sin ostentaciones,
de manera que el recipiente pase desapercibido y solamente es protagonista el agua. Las acequias y
canales no son simples conducciones. Se convierten en instrumentos sonoros con el paso del líquido.
El jardín musulmán (y por extensión el granadino) es una mezcla de color, sabor, musicalidad y
creando una atmósfera de sosiego y paz.
El jardín granadino más famoso es el Generalife. Reúne todo lo expuesto anteriormente. Mejor
dicho, reunía, pues el Generalife que conocemos en la actualidad es el resultado de las continuas reformas
llevadas a cabo desde 1492 hasta nuestros días. Por fortuna conserva la esencia en tanto que sigue siendo
un jardín rodeado de agua. Pero la vegetación dista mucho de ser la original y los paseos habilitados para
las visitas distorsionan el ambiente acogedor que tuvo en su época.
El nombre de Generalife ha sido interpretado de varias manera. Para Lucie Bolens-Halimi
significa jardín del arquitecto del término Djannat al-‘Arif. Tiene su lógica pues para el islamita Alá es el
jardinero omnipotente y el sultán es su representante en la tierra. La riqueza de la naturaleza es el
resultado de la gracia de Dios. Sin ella el hombre vive en el desierto. La recompensa a una vida entregada
será un paraíso que en poco varía del Generalife. El sura 55 reza así:
“Quién haya temido el emplazamiento
de su Señor, tendrá dos jardines frondosos.
En ellos habrá dos fuentes de agua
Corriente... de toda clase de frutos dos
Especies... la cosecha de ambos jardines será
Inmediata... habrá dos jardines oscurísimos
Por lo frondoso de su vegetación...
En ambos habrá frutos, palmerales y granados” 26
26
KUGEL, CHRISTIANE E. “Un jardín hispanomusulmán, paraíso para los sentidos.” Cuadernos de la
Alhambra, 1992. Pp. 27-36. Pág. 28.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 29
27
KUGEL, CHRISTIANE E. “El agua de La Alhambra”. Cuadernos de la Alhambra, 1992. Pág. 45.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 31
inclinación contracorriente del canalillo retiene un mínimo de agua en el vaso de la fuente, pero se acelera
la salida del resto por la misma angostura del canal y la inclinación general de la pieza que impulsan al
agua a caer en una cavidad ancha trazada como arco de herradura apuntando, a cuyas curvas se adapta,
partiéndose el caudal en dos ramales que a la salida del arco toman dirección opuesta cruzándose y
chocando contra los lados paralelos de un canal más ancho que el primero, en el que el agua zigzaguea
relampagueando hasta el extremo de la gárgola, en donde el canal vuelve a estrecharse, ahora con suaves
curvas y levemente sumergido en la alberca para que el agua que llega sin impulso se congele y forme un
cuerpo sólido, sin choques que promueva ondas concéntricas, de suerte que se mantiene la tersura del
espejo...”28
Esquema obtenido del libro “ Los jardines de Granada” de Francisco Prieto Moreno.
Los ejemplos más hermosos de fuentes esquemáticas en los palacios de la Alhambra están en los
extremos de la alberca del patio de los Arrayanes.
Tanto las albercas como las acequias nacen con un fin utilitario: las primeras para almacenar
agua y las segundas para conducirla. Son obras realizadas con materiales pobres. Formalmente son
depósitos las primeras y zanjas las segundas excavadas en el terreno. Paredes y suelo de estas cavidades
se recubren con muros de fábrica, básicamente ladrillo o mampostería. Su bajo coste facilita la realización
de gran número de acequias para el servicio comunitario como ya vimos en el apartado anterior y la
proliferación de albercas en las viviendas con espacio suficiente en patios o huertos. En la Alhambra la
funcionalidad se enmascara con un alto sentido de la estética, de modo que la Acequia Real se convierte
en la protagonista en el Patio de la Acequia del Generalife y la alberca hace lo propio en el Patio de los
Arrayanes.
28
Ibídem, Pág. 44.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 32
Las albercas son “pocos profundas rectangulares y –siguiendo a Jesús Bermúdez- sin desagüe
inferior. Se nutre –en el caso más sencillo del agua que viene de una pequeña arqueta instalada en uno de
los lados menores, que por su parte mana el agua al recipiente en cantidades mínimas por medio de un
tubo de cerámica”29. Alrededor de la alberca suelen situarse unos canalillos pocos profundos cuya
finalidad es aceptar el agua que rebosa del estanque y devolverla al depósito. Por eso están
completamente llenos, coincidiendo el nivel del agua con el nivel del suelo del patio. Las fuentes
esquemáticas que antes explicábamos sirven para que el agua no esté totalmente quieta, fluya con lentitud
por los canales y sea absorbida por la gran masa del estanque.
La lámina de agua desarrolla en el entorno del patio múltiples funciones. Es el complemento
ideal a la arquitectura. En el Patio de los Arrayanes suple la sobriedad de los muros laterales matizando su
tonalidad según las horas del día y las estaciones del año. Los pórticos norte y sur multiplican su belleza.
Gracias al espejo del agua, ya no son cinco sino diez los arcos de entrada a la Sala de los Embajadores.
Además, el lento movimiento de las aguas infunde vida a columnas y arcos haciendo más cercana, si
cabe, la arquitectura. Tal es la importancia del estanque, que si pudriéramos eliminarlo por un momento,
este Cuarto perdería todo su encanto. Su tamaño (es el mayor de todo el conjunto Alhambreño) está
relacionado con lo que antes hablábamos de la relación del agua con la distinción de clases.
El tratamiento del agua en el Cuarto de los Leones es totalmente distinto. Sin perder su
protagonismo, se hace más cercana y accesible al hombre a través de fuentes y canalillos. Todo en este
Cuarto gira alrededor del número 4. Cuatro son las salas que rodean el patio, cuatro fuentes gallonadas
unen éstas con aquél, cuatro son los canales que salen de la fuente central y doce (múltiplo de cuatro) son
los leones que sujetan la gran taza de la más famosa fuente. El agua en este entorno pasa más
desapercibida. Al entrar en el recinto desde el patio de los Arrayanes sentimos un gran cambio. Aquí todo
es serenidad, murmullo, paz. Las fuentes gallonadas que centran las salas están dispuestas de tal modo
que sean accesibles al hombre. Al ser pilas bajas aquel que está sentado sobre cojines y alfombras en el
suelo puede perfectamente estirar la mano y tocarla, mirarla cómo lentamente fluye por los canales hacia
el patio y oír su suave murmullo. Corre sin obstáculo alguno, en plena libertad, sensación conseguida
utilizando como soporte material el mármol por su color blanco y su pulida textura. Las finas láminas de
agua que permanecen en las tazas reflejan los techos de mocárabes de las salas de modo que el que
disfruta de la fuente también ve la cúpula sin necesidad de levantar la mirada.
El patio de los Leones es una evocación al paraíso prometido. Los cuatro canales de la fuente son
los cuatro ríos paradisíacos (leche, miel, vino y agua) dividiéndolo en cuatro parterres donde,
originariamente, se plantarían árboles frutales y plantas olorosas. Con ellas se ejercita los dos sentidos que
nos faltaban: el olfato y el gusto. Para el musulmán no hay diferencia entre interior y exterior, el patio es
una prolongación de la sala, de modo que las fragancias del jardín entran en los aposentos y el agua de las
fuentes sale hasta el jardín. Lástima que las diversas reformas del patio hayan hecho desaparecer en gran
medida este ambiente intimista y acogedor.
Nos vamos a detener poco en la Fuente de los Leones porque consideramos que es necesaria una
investigación más profunda y actualizada, cosa que no hemos podido hacer. Jesús Bermúdez Pareja en su
artículo “La Fuente de los Leones” publicado en “Cuadernos de la Alhambra” en 1967, habla de la
29
Idem.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 33
posibilidad de ser una adaptación de una antigua fuente perteneciente al Palacio del visir judío Ibn
Nagrella en el extremo occidental del Castillo Rojo en el siglo XI: “De las ruinas del palacio de Ibn
Nagrella donde la citada poesía nos dice que había una fuente con doce leones, pudo salir la Fuente de los
Leones de Muhammad V. Entonces tendríamos confirmada la fecha del siglo XI para la fuente, como lo
sugiere su estilo, sobre todo si se acepta como más primitivo de ella la taza de la Sala de los Abencerrajes,
de igual forma y dimensión que la sostenida ahora por los leones, pero de modulación más conforme con
el estilo de éstos que con el arte nazarí del siglo XIV”30. La poesía a la que hace referencia el doctor
Bermúdez es la que halló y publicó Frederik P. Bargebur en 1956. Su autor es Ibn Gabirol y dice así:
Hay un copioso estanque que semeja
El mar de Salomón,
Pero que no descansa sobre toros,
Tal es el ademán de los leones,
Que están sobre el brocal, cual si tuvieran
Rugiendo los cachorros por la presa;
Y como manantiales derraman sus entrañas
Vertiendo por sus bocas caudales como ríos.
Y junto a los canales, hincadas, corzas huecas
Para que el agua sea trasvasada
Y rociar con ella en los parterres
Las plantas y asperjar los juncos de aguas puras
Y el huerto de los mirtos con ellas abrevarlo;
Y siendo como nubes, salpican un ramaje
Fragante, con aromas de esencias, cual si fuera
De mirras incensado.
Nuestras futuras investigaciones se centrarán en el estudio estilístico de la fuente para determinar
si pertenece a una época arcaica, como opina Bermúdez Pareja, o si es contemporánea al resto del Cuarto.
Otro tema interesante de estudio sería el simbolismo del número doce. Unos opinan que se trata de un
reloj de agua; otros, que hace referencia a los signos del zodiaco; otros, que guardan relación con los ríos
del Paraíso, perteneciendo tres a cada uno.
También nos ha llamado la atención que Bermúdez Pareja trate esta fuente como pila de
abluciones. Pensamos que no está acorde esta finalidad con su ubicación: “... y si el perfil medieval de la
de los Leones, aunque tiende al tipo de fuente baja, como oriental, no adopta por completo el esquema
conocido de las fuentes musulmanas granadinas, obedece sin duda a ser fuente de ablución, o al evidente
origen judío.”31 El único oratorio existente en la Casa Real Vieja se localiza en el Cuarto de Machuca,
muy alejado de aquí y totalmente independiente pues pertenece a otro palacio. Además, ya hemos
expuesto ampliamente que este recinto está pensado para el goce íntimo del sultán, de modo que todo
haría referencia al gobernante mismo. Así lo demuestra el poema de Ibn Zambrak que rodea la taza:
30
BERMÚDEZ PAREJA, J. “La fuente de los leones”. Cuadernos de la Alhambra, 1967. pp. 21-29. Pág.
23.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 34
“Bendito sea aquél que concedió al imán Mohamad mansiones embellecidas con espléndidos adornos.
¿Por ventura, este jardín no nos ofrece una obra cuya hermosura no quiso Dios que tuviera igual?
Formada con perlas de trémulo resplandor, adorna su base con las perlas que á ella misma sobran. Se
desliza líquida plata entre sus alhajas, sin semejante por la belleza de su blancura y brillantez.
Confundiéndose a los ojos la (plata) líquida con las sólidas (joyas), de modo que no sabemos qué se
desliza. ¿No ves como el agua rebosa por los bordes, y cómo las tuberías las ocultan al momento? Del
propio modo un amante, cuyos párpados están llenos de lágrimas, se esfuerza en contenerlas por el temor
de ser observado. Y en verdad, ¿qué es ella sino una nube que derrama desde sí sus beneficios á los
leones? Á semejanza suya, la mano del califa, desde que amanece, derrama también sus dádivas sobre los
leones de la guerra. ¡Oh tú que miras estos leones puestos en acecho! Tal es su veneración (hacia el
Califa) que detiene su fiereza. ¡Oh descendientes de los Anzares, y no por línea trasversal! Has heredado
ese grande honor, á cuyo lado son nada todas las grandezas. La salud de Dios sea contigo, por siempre
prolónguense tus festines y disípense tus enemigos”.32 El poema ensalza el agua y al Califa, aunque haga
referencia a Dios.
Según Bermúdez Pareja, en tiempos de Muhammad V se labró una nueva pila, a la que se le
añadió el poema, y se colocó sobre los primigenios leones, y la taza original se colocó en la vecina Sala
de los Abencerrajes.
Entre la torre de Comares y las Sala de las Dos Hermanas se sitúa los Baños Reales. Lo
incluimos aquí para repasar el agua en los palacios de la Alhambra pero no profundizaremos en ellos. Son
de planta casi rectangular, disponiéndose el vestíbulo junto a la Sala de las Ninfas. Este vestíbulo es
conocido como la “Sala de las Camas”. Gómez Moreno nos informa que este recinto fue profundamente
modificado entre los años 1843 y 1866 de modo que “de lo primitivo solamente respetaron las columnas,
el pavimento y parte de los azulejos, y al reconstruir lo demás introdujeron arbitrarios cambios y
adiciones, según acusan los dibujos más antiguos”33.
Los baños privados en el recinto Alhambreño tampoco se limitaron a los Baños Reales de
Muhamed V. Por las excavaciones realizadas en varios palacios nobles se han localizado restos de este
tipo de estructuras. Así pasó en la excavación realizada en 1945 en el antiguo convento de San Francisco,
hoy Parador Nacional de Turismo, donde se encontraron los restos de un gran baño34 perteneciente al
palacio preexistente y sobre el que se fue construyendo el convento franciscano. El palacio de los
abencerrajes (de estos dos palacios hablaremos a continuación) contaba con al menos dos baños pues
Barrios Rozúa anota que “uno debió quedar abandonado cuando se puso en funcionamiento el más
moderno.” Y prosigue el texto describiendo la forma de uno de ellos: “Éste, el más próximo a la calle
Real, contaba con un frigidarium y un tempidarium con zócalos y solerías con azulejos. El caldarium
31
Ibídem. Pág. 24.
32
GÓMEZ MORENO, M. "Guía de Granada". Edicción facsímil, Universidad de Granada. Colección
Archivum. Dos volúmenes. Granada 1982. Pp. 61-62.
33
Ibídem. Pág. 97.
34
Ibídem. Pág. 123.
La arquitectura del agua: fuentes y pilares de la Edad Moderna en Granada 35
estaba estucado y pintado en rojo. Todas las salas se cubrirían con bóvedas y contaban con arcos apeados
en columnas intestadas en los muros.35
Dentro del recinto de la Alhambra se fueron edificando numerosos palacios de la nobleza nazarí.
Como ejemplos citaremos dos: Dar Abenzerraj o Casa de los Abencerrajes y el palacio nazarí sobre el que
se ubicó el convento de S. Francisco.
El primero estuvo situado entre “el secano” de la Alhambra y la muralla meridional y entre la
Puerta de la Justicia y la puerta de los Carros abierta ya en el siglo XVI para facilitar la entrada de
materiales en la construcción del palacio de Carlos V. Según Seco de Lucena “sus restos se conservaron
hasta los comienzos del siglo XIX”36. En el informe sobre la “Campaña de actuación arqueológica
desarrollada en 1990 en la Alhambra” dirigida por Antonio Malpica Cuello y su equipo se ofrece un dato
que nos interesa. El palacio estuvo estructurado en torno a una alberca central. (Otro tema que tendríamos
que investigar es la estructura de los palacios desaparecidos de la Alhambra y Generalife)
El palacio nazarí que existió en el espacio hoy ocupado por el Parador Nacional de San
Francisco fue erigido en tiempos de Muhammad III (1303-1309) y reformado en tiempos de Yusuf I y
Muhammad V. Parece ser que la estructura del palacio era muy similar a la de palacio del Generalife.
Articulose en torno a un patio rectangular atravesado por una acequia y cerrado por dos pórticos. El
mirador fue utilizado en época franciscana para construir la capilla mayor y el crucero. Volveremos a él
cuando hablemos de la fuente que centra el claustro.
Fuera de la Alhambra existieron numerosos ejemplos de casas-palacios en torno a una alberca
central. En el Albaicín la Casa de las Monjas, situada en la calle Oidores y derribada en 1877, fue un
palacio construido por Muley Hacén. Se accedía a través de un zaguán y de aquí a un patio centrado por
una alberca. En la Cuesta del Chapíz se encuentra la Dar Albaida, hoy conocida como Casa del Chapíz,
con la misma distribución. Obviamos seguir enumerando palacios porque en todos ellos el tratamiento del
agua es similar. En futuras investigaciones intentaremos ofrecer datos inéditos que amplíen el
conocimiento de estas construcciones.
En las afueras de la ciudad los reyes árabes gustaban poseer casas de recreo para pasar el verano:
La Casa de las Gallinas en el camino de Cenes del siglo XV o el alcázar del Genil, perteneciente a la
madre de Boabdil, entre otros muchos. Todos tenían algo en común: la alberca. En el último caso se dice
que se celebraban juegos navales en el gran estanque de 125,50 metros de largo por 28 metros de ancho.
Batallas navales también había en el albercón de Cartuja, situado dentro de los cármenes de Aynadamar.
El ramal de la acequia de Alfacar hizo de estos terrenos hermosísimas huertas y jardines ocupando, como
dice Mármol, legua y media por la ladera del Albaicín y llegando hasta cerca de los muros de la ciudad.37
35
BARRIOS ROZÚA, J.M. “Guía de la Granada desaparecida”. Editorial Comares. Granada, 1999. Pág.
130.
36
SECO DE LUCENA PAREDES, L.”Plano de Granada árabe”. Editorial D. Quijote. Granada, 1910.
Pág. 73.
37
Cada punto que tratamos debería ser estudiado con profundidad: Los albercones, por ejemplo.