El Tratamiento de La Técnica Del Suspense en Los Capítulos VIII y Ix Del Quijote PDF
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FILOLOGÍA
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5
Religión, profanación y satanismo en Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírge-
nes?, de Jardiel Poncela / Religion, desecration and satanism in Pero... ¿hubo
SUMARIO/CONTENTS
alguna vez once mil vírgenes?, by Jardiel Poncela
Cécile François................................................................................................................................................... 49
Literatura en América Latina: la historia no escrita / Literature in Latin
America: the non-written story
Juan-Manuel García Ramos............................................................................................................... 67
El nacimiento del discurso cinematográfico a partir del texto literario:
Griffith y Poe / The birth of the cinematographic discourse from literary
texts: Griffith and Poe
Francisco Jiménez Calderón................................................................................................................ 79
Cuerpo y lugar en el provincianismo de Claudio Rodríguez / Body and
place in the provincialism of Claudio Rodríguez
Ching Yu Lin...................................................................................................................................................... 95
Entre Toledo y Berlín. Las crónicas literarias de Máximo José Kahn (1927-
1936) / Between Toledo and Berlin. The literary chronicles of Máximo José
Kahn (1927-1936)
Mario Martín Gijón.................................................................................................................................. 111
Entrevista / Interview
Desde las ruinas hasta la novela: entrevista a Juan Goytisolo / From the
ruins to the novel. An interview with Juan Goytisolo
Ferdinando Guadalupi............................................................................................................................ 173
Recensiones / Reviews
Ángel Martínez Fernández, Epigrafés Polyrrinias, Pascual Molina Barreto...... 185
Marcos Martínez Hernández, Sófocles. Erotismo, soledad, tradición, Ángel
Martínez Fernández................................................................................................................................................... 187
Mário Matos, Postigos para o mundo. Cultura turística e livros de viagens na
6
Resumen
Este artículo traza la novedosa y sintomática utilización de la técnica narrativa del «suspense»,
por parte de Cervantes, en los capítulos viii y ix del Quijote.
Palabras clave: suspense, narrativa, Cervantes.
abstract
This article discusses the innovative and symptomatic use of the narrative technique of
«suspense» by Cervantes in Don Quixote, chapters viii and ix.
Key words: suspense, narrative, Cervantes.
7
que cualquier otra cuestión previa, tanto desde unas mínimas y necesarias premisas
profesor Valles Calatrava (2002), dos parámetros básicos, que pasamos a resumir, en
la consideración y arquitectura del suspense como técnica narratológica:
[...] parece claro [...] que en la consideración del suspense, y dejando al margen por
el momento sus diferentes valores semánticos, intervienen dos factores diferentes
aunque estrechamente concatenados: el primero, concerniente estrictamente al
discurso, alude a la distorsión o expansión sintagmática del mismo y al retraso en la
conclusión de un proceso, así como a los mecanismos textuales desarrollados para con-
seguirlo, primordialmente con el papel esencial representado por la lógica narrativa y
las estructuras secuenciales que guían/organizan racionalmente el relato; el segundo,
referido al lector/espectador, incide en la expectativa que causa en él la estrategia
intratextual que el texto plantea en busca de una determinada actitud psicológica y
cooperación interpretativa del destinatario implícito (Valles 2002a:18)1.
1
Los subrayados son míos. En esta línea, además, pueden ubicarse los diferentes tipos de
definiciones que de la categoría suspense aportan una serie determinada de diccionarios de términos
literarios o de estética; así aparece detallada dicha unanimidad en las aportaciones definitorias que se
9
pales términos —intra y extratextuales— de la teoría de la narrativa (Diccionario de
Teoría de la Narrativa, 2002), una propuesta, entre otras muchas, de definición del
El suspense o suspensión (del latín, suspendere), al que también se ha denominado con tér-
minos más vinculados a sus efectos sintagmáticos dilación o retardación, es un fenómeno
que actúa en un doble nivel: textualmente, organizando una expansión y amplificación
sintagmática, un alargamiento discursivo que se vincula, en el plano secuencial de la
ofrecen del suspense en esta nómina representativa de la cuestión referida: Greimas y Courtès (1976),
Beristáin (1985), Estébanez Calderón (1996), Souriau (1990) y Prince (1987).
2
«[...] el suspense aparece así, en su vinculación con la lógica secuencial, como un mecanismo
intratextual que actúa, de cara a la narración, posponiendo y enfatizando los signos que revelan la
conclusión de un proceso y, de cara al lector, generando una expectativa psicológica de diversos tipos a
partir de la misma naturaleza de los hechos narrados y de la espera del lector en la conclusión necesaria
de un proceso previamente abierto y aún no ultimado» (Valles 2002a: 20-21), a lo que habría que
añadir toda una amplia gama de factores diversos tanto de índole textual como contextual e intertextual.
EL MODELO DE CERVANTES
Pues inventarse el suspense supone —es obvio— inventarse además al lector al que
le hace un guiño cómplice, inventarse el sentido mismo de la ‘ficción real’. El qué
va a pasar luego es lo que constituye la trama de hilos con que se va urdiendo cual-
quier narración válida, el secreto auténtico de la novela tal como la entendemos y
tal como surge desde la picaresca hasta el Quijote (Rodríguez Gómez 2003: 142).
a) El autor (¿cuál?) de esta historia la dejó pendiente en esta batalla porque no halló
nada más escrito sobre las hazañas de Don Quijote.
b) Pero el segundo autor (¿cuál?) de esta historia no quiso creer que todo hubiera
quedado en el olvido [...] ni que los curiosos ingenios de La Mancha (aquí,
claro, solo hay sarcasmo) no tuviesen en sus archivos o en sus escritorios
algunos papeles que tratasen de este caballero.
c) Así, ese segundo autor (pero ¿cuál?, nos volvemos a preguntar casi obligadamente)
no se desesperó de hallar el fin de esta historia y en efecto la encontró «del
modo que se contará en la segunda parte» (Rodríguez Gómez 2003: 143-144)3.
11
el procedimiento denominado encadenamiento4, esto es, que la conclusión de una
secuencia constituya también el inicio de la otra (Bremond 1966, 1973), de acuerdo
3
«Lógicamente, Cervantes nos está remitiendo a la segunda parte de este primer libro
(dividido, como decíamos, en cuatro), que es quizá la mejor situada de todas. Pero en este caso no
ocurre en absoluto así. La primera parte termina justamente con el suspense de la batalla, y se supone
que el lector buscará con avidez lo que se cuenta en la segunda parte para enterarse al menos de lo que
ocurre al fin con las heridas y las espadas» (Rodríguez Gómez 2003: 144).
4
«Así, el encadenamiento es propio de la novela de acción, de aventuras, de espionaje,
bizantina, picaresca, etc., que está presidida por la hilazón de acontecimientos distintos y yuxtapuestos
en sucesividad» (Valles 2002b: 549).
[...] porque aquellos bultos negros que allí parecen deben de ser y son sin duda algu-
nos encantadores que llevan hurtada alguna princesa en aquel coche, y es menester
deshacer este tuerto a todo mi poderío (El Quijote, 1998: 99)5.
(a2) Tras acometer don Quijote a uno de los frailes, poner en fuga al otro y ter-
minar Sancho apaleado por intentar despojar al religioso caído, se dirige nuestro héroe a
la dama vizcaína, que iba a embarcar a las Indias y que venía tras la pareja de los referidos
12
frailes, para que se dirija al Toboso y le cuente a Dulcinea cómo la ha liberado de aque-
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 7-18
lla «gente endiablada y descomunal» (ibid.: 100), y creyendo el escudero vizcaíno, que
acompañaba a la dama, que don Quijote estaba molestando a la misma «[...] se fue para
don Quijote y, asiéndole de la lanza, le dijo, en mala lengua castellana y peor vizcaína,
[...]» (ibid.: 102) que o dejaba de molestar o él lo despediría, desencadenándose un cruce
de provocaciones que culminaría en un duelo brutal entre ambos.
5
Todas las notas textuales de la obra proceden de la siguiente edición, Miguel de Cervantes
[1605-1615] (1998): Don Quijote de la Mancha (dir. Francisco Rico), Instituto Cervantes-Crítica, Barcelona.
6
«La velocidad narrativa responde fundamentalmente a la posición y tratamiento que dé el
narrador al material diegético: una posición de respeto a la cantidad temporal de la historia provocará
efectos de isocronía y de identidad durativa historia/relato (escena), el intento de manipulación —por
condensación, supresión o ampliación— de la misma generará los de anisocronía (sumario, elipsis, ralentí).
De este modo, se generan efectos rítmicos bien diversos: avance mantenido (escena) y detención (pausa),
aceleración más o menos rápida (elipsis, sumario) y desaceleración (ralentización)» (Valles 2002b: 591).
13
de don Quijote, de las que deja referidas. [...] y [...] no se desesperó de hallar el fin
desta apacible historia, el cual, siéndole el cielo favorable, le halló del modo que se
7
«causóme y a mi parecer semejan ser ya los primeros atisbos de la irrupción de Cervantes
en el texto. Sólo que aquí hay una estrategia narrativa básica: el Cervantes supuesto lector de su libro
Primero nos cuenta cómo la historia ‘se paró’ (ésta es la conciencia del suspense) y
quedó ‘destroncada’ sin que su ‘autor’ nos dijese dónde se podía hallar lo que faltaba
[...] De entrada rompe con ciertas opiniones tradicionales que aceptan sin más la
cuestión de que Cervantes lo único que habría hecho en este capítulo IX [...] su-
pondría un mero burlarse de uno de los topoi caballerescos ya aludidos tantas veces.
Es decir, burlarse de la imagen del manuscrito (más o menos mágico) ‘hallado’ en
algún sitio no menos mágico y donde ya se narra la historia del caballero desde su
nacimiento hasta su final a veces inabarcable [...] (Rodríguez Gómez 2003: 145).
nos está incitando a sentirnos arrastrados por el mismo gusto y a sentir (como él) el hechizo de lo que
aún queda por leer» (Rodríguez Gómez 2003: 147).
8
«La pausa consiste en la detención del tiempo diegético, de la acción, dando entrada a
pasajes descriptivos. Es un procedimiento de desaceleración, en el cual el tiempo de la historia es menor
que el del relato (TH>TR) [...]. Explica M. Bal (1977: 84) que la pausa se ha abordado de distinta
manera en los diversos períodos de la historia de la literatura. Además, según añade con posterioridad
Genette (1983: 25), puede distinguirse otro tipo de pausa que no es descriptivo, hablamos de la
digresión reflexiva. Desde el punto de vista de la composición produce el mismo efecto de parada de la
acción que la pausa descriptiva. Se trata de fragmentos discursivos, de tesis, argumentación o valoración.
Suele utilizarla sobre todo el narrador omnisciente y está ligada a la expresión de la subjetividad [...]»
(Álamo 2002: 62-63).
15
à Resolución —desenlace— conclusión diferida
(B)
9
«Las formaciones de transición se caracterizan por una coexistencia de modos de
producción, a nivel estructural, y en consecuencia por una ‘mezcla’ (una lucha por tanto inevitable)
entre los diversos tipos de relaciones sociales que en ellos coexisten» (Rodríguez Gómez 1974: 32).
Puestos y levantados en alto las cortadoras espadas de los dos valerosos y enojados
combatientes, no parecía sino que estaban amenazando al cielo, a la tierra y al abismo:
tal era el denuedo y continente que tenían (ibid.: 110).
(b1) Correspondería ya al inicio del capítulo x (De lo que más le avino a don
Quijote con el vizcaíno y del peligro en que se vio con una turba de yangüeses) con el
retorno a la secuenciación encadenada de los acontecimientos de la historia.
deviene en el comienzo, entre tantas otras cuestiones, de algunas de las nuevas técnicas
y estructuras teórico-ideológicas que estaban anunciando la literatura —la novela—
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Es tan verdad, señor —dijo Sansón—, que tengo para mí que el día de hoy están
impresos más de doce mil libros de la tal historia; si no, dígalo Portugal, Barcelona y
Valencia, donde se han impreso; y aún hay fama que se está imprimiendo en Amberes,
y a mí se me trasluce que no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzga.
Álamo Felices, F. (2002): El tiempo en la novela. Las categorías temporales en «El lápiz del carpintero»
de Manuel Rivas, Almería: Universidad.
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17
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Highsmith, P. [1987] (1966): Cómo se escribe una novela de intriga, Barcelona: Círculo de Lectores.
Resumen
En este trabajo se presentan tres modelos teóricos: la semántica de las condiciones de verdad,
el análisis componencial y la teoría de los prototipos. El objetivo es evaluar los subsidios que
estas teorías podrían ofrecer para la generación de definiciones.
Palabras Clave: definición, significado, teorías semánticas.
Abstract
In this paper we concisely present three theoretical models: the truth-conditional semantics,
the componential analysis, and the prototype theory. The aim is to evaluate the benefits that
these theories could provide for the formulation of definitions.
Key Words: definition, meaning, semantic theories.
19
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 19-34
INTRODUCCIÓN
Atkins y Rundell (2008: 263) llaman la atención sobre la disparidad entre los di-
versos «sentidos de una palabra» que el diccionario describe y los «significados de
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las palabras», tal como los conciben los usuarios de tales obras. Los autores plantean
el problema de la siguiente manera: de una parte, está el hecho de que identificar y
describir los significados de las palabras es la principal tarea que le toca al lexicógrafo;
de otra parte, sin embargo, está la falta de acuerdo sobre qué serían los «sentidos de
las palabras», o incluso sobre si efectivamente existirían. En resumen, se puede decir
que «Lexicographers are therefore in the position of having to describe something
whose nature is not at all clear» (Atkins y Rundell 2008: 264).
Tras numerosas discusiones tanto en el marco de la filosofía como de la lin-
güística, la imposibilidad de formularse una definición objetiva de «significado» ya
queda expuesta con meridiana claridad. Sin embargo, la existencia de un contenido
semántico en las expresiones lingüísticas resulta insoslayable. Los lexicógrafos, pues,
tienen frente a sí una verdadera paradoja al momento de generar las definiciones. El
acto de definir involucra dos aspectos complementarios, pero claramente diferencia-
dos: (a) optar por una concepción de significado y (b) explicitarlo por medio de una
*
Becaria del Programa de Doctorado-Sandwich DAAD-CNPq (Brasília, DF/Brasil).
EL SIGNIFICADO EN EL MARCO
DE UNA TEORÍA SEMÁNTICA
21
(2010) reconoce cinco escuelas o corrientes.
En segundo lugar, hay que considerar también si los lexicógrafos, de hecho,
1
Según Bugueño Miranda (2009), la teoría semántica es uno de los parámetros en los
que debiera anclarse una «teoría general de la definición». Los demás parámetros son una taxonomía
de paráfrasis explicativas y un pattern sintáctico.
2
Dos ejemplos de concepciones antagónicas del significado son las de Baldinger (1977)
y Fillmore (1982).
3
Sobre el concepto de nivel de organización de la lengua, cf. Henne (1982). En Riemer
(2010: 21-22), por otro lado, hay una interesante discusión sobre la correlación entre los niveles de
organización de la lengua y la semántica.
1. semántica formal
Es sólo a fines del siglo xix que, en el ámbito de la lógica, se engendran dos conceptos
fundamentales para la (meta)lexicografía. Frege (2008) es el primero en reconocer
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 19-34
la necesidad de distinguir los dos aspectos del significado, a los que denominó Sinn
y Bedeutung (traducidos corrientemente hoy como sentido [Sinn] y referencia [Re-
ferenz] [cf. Vater 2005: 13])4. Para explicar la distinción establecida, Frege (2008)
usa el célebre ejemplo de las designaciones estrella matutina [Morgenstern] y estrella
vespertina [Abendstern]: ambas tienen la misma referencia, pero no el mismo sentido,
una vez que cada expresión alude a una propiedad específica de la referencia5. De esa
manera, se concibe la sinonimia como una identidad de referencia.
4
Tanto Lyons (1989: 119) como Vater (2005: 13) llaman la atención sobre lo poco feliz
que ha sido la elección de los términos fregeanos. Lyons (1989) explica que la selección de los términos
Sinn y Bedeutung es producto de la concepción de lenguaje de los filósofos, que entienden la «referencia»
como una relación semántica básica. El autor añade que el alemán poseería términos más apropiados
para designar las nociones en cuestión: Bedeutung estaría mejor empleado en lugar de Sinn, a la vez
que Bezeichnung (al igual que Referenz) podría sustituir el término Bedeutung.
5
Lyons (1989) y Vater (2005), una vez más, hacen notar que el ejemplo propuesto por
Frege (2008) no es completamente oportuno. Las designaciones Morgenstern y Abendstern se acercan
a los nombres propios. Vater (2005: 29-30) advierte que «von EN [i.e. Eigennamen] nehmen die
2. semántica estructural
23
Greimas (2007: 6) recuerda que la semántica ha sido tradicionalmente vista
como «la parente pauvre de la linguistique». Sin embargo, tras un largo periodo de
meisten Semantiker (allerdings nicht alle) an, dass sie nur Referenz, aber keinen Sinn haben». En este
marco es, pues, legítimo preguntarse si las expresiones Morgenstern y Abendstern tendrían significado.
6
Los destacados están en el original.
7
Los destacados están en el original.
8
Lyons (1989: 318) señala que la versión americana del análisis componencial se desarrolló
de forma independiente.
9
Sobre el particular, cf. Baldinger (1977). La noción propuesta por Baldinger (1977) se
diferencia poco de la propuesta por Rey-Debove (1967: 142-143).
10
Así pues, el análisis componencial del lexema fauteuil puede aplicarse a la formulación de
una paráfrasis explicativa intensional como «Siège à dossier et à bras, à une seule place» (PRob 2001:
s.v. fauteuil, ac.1).
11
Según la definición de Geckeler (1988: 151), la «lexemática», o «estudio funcional del
vocabulario», es «the organization of the content-level of language by means of functional lexical
oppositions».
25
12
Sobre el particular, cf. Dupuy-Engelhardt (1995: 151). Geckeler (1988: 15), por otra
parte, define la «dimensión» como la opción metodológica que permite ofrecer una suerte de «scale for
3. semántica cognitiva
sería una disciplina superflua si la competencia lingüística del hablante fuera suficiente para acceder al
significado, de tal forma que al especialista no le costara hacer las precisiones conceptuales necesarias.
14
Singleton (2000: 76) subraya que se ha criticado el análisis componencial debido a un
supuesto valor universal que se les atribuiría a los rasgos, pese a que éstos son culturalmente determinados.
Dicho de otro modo: el sistema de rasgos constituiría una aporía. No obstante, respecto a esta objeción,
hace falta recordar que la crítica no es procedente, una vez que la semántica estructural no aspiraba a
ser «universalista», sino que pretendía describir una lengua natural en particular.
15
A este listado, debiera añadirse aún la semántica de los frames. Wegner (1989) ilustra la
aplicación de la semántica de los frames a la generación de definiciones lexicográficas. La teoría de los
frames postula que todo significado forma parte de un sistema de alternativas lingüísticas que se asocia
a instancias escénicas prototípicas. La representación semántica de una unidad léxica, pues, pone de
manifiesto un verdadero escenario de designaciones y conceptos asociados. El mismo fenómeno de las
colocaciones sería una consecuencia de este principio. En lo que concierne a las paráfrasis explicativas,
Wegner (1989: 895) considera que la teoría de los frames podría representar una contribución significativa
a su formulación, en la medida que permitiría calcular qué expresiones podrían ayudar a componer la
definición. Así, por ejemplo, la representación escénica [frame] de cable tiene presente enchufe, de forma
que, en la descripción lexicográfica de enchufe, sería muy difícil que no se tomara en consideración cable.
16
Wotjak (1997: 31) señala que ni todas las mencionadas teorías aportan algo esencialmente
innovador a la descripción del significado.
27
1) La semántica prototípica no es otra cosa que la reanudación de ideas anteriores
17
Con este principio la teoría de los prototipos trata de derrumbar dos de los principales
pilares sobre los que se asienta la teoría clásica de la categorización.
18
Geeraerts (2001: 6-7) recuerda que, aunque los límites entre «conocimiento lingüístico»
y «conocimiento enciclopédico/del mundo» se han vuelto difusos con la semántica prototípica, eso
no significa que no se distinga más entre diccionario y enciclopedia. Ahora bien, frente a lo expuesto,
es perfectamente posible que el diccionario comporte determinados tipos de informaciones no
estrictamente lingüísticas.
19
Geeraerts (2001) aspira a establecer una secuencia para la disposición de las acepciones,
utilizando como ejemplo la palabra fruta. El autor plantea que se debe considerar, primeramente, las
significaciones más prototípicas (con ejemplos extensionales) y, en seguida, las menos prototípicas. En
función de los resultados obtenidos, debe generarse una suerte de «red» polisémica cuyo eje central
sea la significación más prototípica y donde las extremidades correspondan a las significaciones menos
prototípicas. La propuesta de Geeraerts (2001), sin embargo, merece las siguientes observaciones:
(a) la propuesta de disposición de las acepciones es perfectamente aplicable al diccionario de uso y
al diccionario contemporáneo de la lengua, pero no así al diccionario general de la lengua. En este
caso, la disposición etimológico-histórica sigue siendo la opción metodológica más apropiada; y (b)
si el objetivo del diccionario es facilitarle al usuario informaciones relacionadas con su conocimiento
lingüístico más inmediato, la ordenación por frecuencia es igualmente válida.
20
La incorporación de informaciones enciclopédicas y la vaguedad del significado no están
en desacuerdo con la semántica estructural. Las informaciones extralingüísticas pueden integrarse en
una paráfrasis explicativa de carácter extensional, si es que existe un pattern sintáctico que lo permita.
El concepto de vaguedad, por otra parte, ya se hace presente en los modelos estructurales a través de
los «virtuemas».
29
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Respecto a la expresión del contenido semántico mediante una paráfrasis,
lo único que hasta el momento hemos podido concluir es: (a) las definiciones —
en especial, las de los sustantivos— aspiran a establecer una «categorización» del
signo-lema; (b) las definiciones analíticas22 combinan intensión y extensión, y (c)
la extensión juega un papel más importante que la intensión en lo que respecta
a la elucidación del significado (cf. Farias 2009b; 2012). Los conceptos clave
son, por tanto, y conforme hemos aclarado ya al comienzo: «categorización»,
«intensión» y «extensión». A continuación recapitulamos de forma esquemática
las nociones de «categorización», «intensión» y «extensión» en cada uno de los
modelos semánticos estudiados:
Las «paráfrasis explicativas analíticas» son las que expresan el contenido semántico de
22
una unidad léxica por medio de una proposición, contraponiéndose así a las «paráfrasis explicativas
sinonímicas» (cf. Bugueño Miranda 2009: 249).
Ejemplo de hombre «ser animado ra- donna «Essere umano adulto Mensch «Männer, Frauen
definición cional» (DPRAE 2007: di sesso femminile» (PCDIt und Kinder als Indivi-
s.v., ac.1) 2009: s.v., ac.1) duen» (PGWDaF 2011:
s.v., ac.2)
No se trata, pues, de una «categorización» de la realidad extralingüística, tal como la plantean las demás teorías.
*
30
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 19-34
1) Como hipótesis básica de investigación, se asumió que toda definición está consti-
tuida por una dimensión intensional y otra extensional (cf. Rey 1977: 100).
Dicho en términos más simples, en toda definición hay una dimensión que
se refiere al contenido de una unidad léxica, al mismo tiempo que ésta se
proyecta sobre la realidad infinita en la medida en que conviene o no a deter-
minadas entidades del mundo. La distinción entre intensión y extensión que
hace la semántica de las condiciones de verdad, permite que, en al ámbito de
la (meta)lexicografía, se reconozca el real valor de la extensión en la formu-
lación de las definiciones. Por otra parte, la noción de categorización sirve
de blanco a muchas críticas. Kleiber (2004: 31-37) señala que la semántica
formal tiene un poder explicativo fuerte, pero un poder descriptivo débil. De
hecho, el modelo es irreprochable al plantear la pertenencia de la entidad x a
la categoría Y en función de un conjunto de rasgos necesarios y suficientes.
Sin embargo, al momento de describir las especies naturales, se muestra
31
definiciones, ni tampoco cuándo habría que usarlas.
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Natalia Carbajosa
Universidad Politécnica de Cartagena
Resumen
La poesía siempre se ha sentido atraída por las artes visuales, y así lo ha manifestado, entre
otras prácticas, a través de la écfrasis (esto es, la descripción verbal de una imagen). Sin em-
bargo, son pocos, comparativamente, los poetas que optan por la descripción de escultura
en lugar de pintura. En el presente trabajo se investigan los antecedentes de la écfrasis escul-
tórica y se analizan en la poesía de un poeta americano contemporáneo, Scott Hightower.
Aflora así, entre otros conceptos, la disparidad estética que surge de la contemplación de un
monumento del pasado de excepcionales matices —la estatua del ángel caído— con los ojos
de la postmodernidad.
Palabras clave: Écfrasis, Ut Sculptura Poesis, modernismo, postmodernismo, percepción
estética.
Abstract
Poetry has always been attracted by the visual arts, and it has been so manifested, among
other practices, through ekphrasis (that is, the verbal description of an image). However,
35
there are few poets, comparatively speaking, who opt for the description of a sculpture instead
of a painting. In the present article, the origins of ekphrasis in sculpture are studied, and
INTRODUCTION
The fruitful comparison between the visual and the verbal arts has been, and
still is, the focus of innumerable academic studies. Within this general focus, the
relation of poetry with painting constitutes a privileged field of aesthetic and episte-
mological reflection, and from different viewpoints. Among such viewpoints, we may
highlight the following three: Leonardo’s paragone, a concept which he takes from the
2007: 11). They write poems about sculptures but not in the way of the ancient
poets like Simonides and Pindar, who follow the classical concept of paragone in
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 35-48
order to emphasize the superiority of poetry over sculpture. Instead, «in the case
of poets such as Goethe, Rilke, Yeats or Pound, an acquaintance with and study of
sculpture has had a more pervasive and lasting effect than the composition of any
particular ecphrastic poem» (Giannakopoulou 2007: 12). The public quality of
classical monuments becomes, in the works of these poets, neither a mere starting
point for building a panegyric of a battle or a character, nor a faithful description
of the original, but a source of introspection into the poet’s own identity in relation
with the flow of civilization and culture.
Furthermore, during the nineteenth century, the interest of poets in sculpture
finds its correlative in the massive erection of «literary» monuments by public autho-
*
Research for this study was funded by a grant from The Regional Ministry of Culture of
the Regional Autonomous Government of Castile & Leon (ref. number SA012A10-1).
1
Leonardo’s Treatise on Painting was written around 1498, although it was first published
in 1680. His comparison of the verbal and visual arts helps establish a tradition of clear-cut separation
between them. This difference is later emphasized, among other well-known works, in Lessing’s Laocoon.
An Essay upon the Limits of Painting and Poetry (1766).
37
sculpture in the nineteenth century, when the main parks, squares and fountains
of European cities bloomed with literary models made of stone or bronze. These
In 1877, the Spanish sculptor Ricardo Bellver finished his most famous
work, El Ángel Caído. It is a bronze statue mounted on top of a public monument
formed by a granite fountain, a pedestal and the statue itself. It is located in the well-
38
known Parque del Retiro in Madrid, a very centric, typical spot for Sunday walks,
street music and all kinds of open-air activities. The statue gives evidence of three
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 35-48
artistic influences: the Hellenic (mainly the sculpture group formed by Laocoön and
His Sons), the Baroque (Bernini) and the Romantic one. As a curiosity, it must be
added that it is one of the very few statues dedicated to the fallen angel, and popular
wisdom, especially of esoteric nature, asserts that it pays homage to Lucifer or to the
notion of the Evil. There is a similar monument in Turin, Italy, and a third one —of
a more controversial nature, as it was erected during Franco’s dictatorship— in the
Spanish insular town of Santa Cruz de Tenerife.
Bellver’s statue shares many of the aesthetic modes and assumptions of its
era, both in the source of its composition and in the public condition that it was
conferred by the local authorities. It won the First Class Medal at the Exposición
Nacional de Bellas Artes in Madrid in 1878. The catalogue of the exposition quotes
2
North (1990: 867) has also studied an unwanted side-effect of the aesthetic major change
introduced by the avant-garde in public monuments: in the Nazi and Stalinist totalitarian governments,
modernist aesthetics ironically converted the masses in urban sculptures who, unconsciously, reproduced
the force of their leaders.
a few verses from the first Canto of Milton’s Paradise Lost, when Satan proclaims his
non serviam furious statement. The literary influence of Milton in the construction
of the statue is evident not only in the choice of the character, but also in its exter-
nal appearance: the Retiro statue does not certainly show a monster-like figure but,
rather, delivers the fallen angel to the spectators as a very attractive youth3. Some
39
of the qualities attributed to Milton’s Satan can be traced in this statuary version:
3
The famous Spanish novelist Carmen Martín Gaite, in her unfinished, posthumous
novel Los parentescos (2001), writes the following eloquent description of the statue: «Y quien se figure
feo al demonio es que no ha ido al Retiro de Madrid, donde tiene una estatua, subido en su pedestal,
bien alto. Y allí se ve claramente, para el que no lo sepa, que se está cayendo del cielo. A ver. Como que
primero era un ángel. Un poco a su aire, pero ángel. [...] Yo voy mucho a esa plaza y me fijo en todos
los detalles de la estatua de don Ricardo, que sigue allí, tal como él la puso y con razón, mirando al
cielo, por mucha serpiente que le quiera enredar los pies y se le suba al cuerpo. ¡Qué frente tan limpia
la del ángel caído! Luego ya en lo que esté tramando detrás de esa frente no nos vamos a meter nadie.
Es una cuenta que prefiere llevar él solo» (62-63).
... la estatua del Ángel Caído, por lo atrevido de su composición, por su original
actitud y también por la materia en que ha sido fundida, tal vez no produzca todo
el efecto apetecido, encerrada cual está en los estrechos límites de una sala, mientras
que colocada en un sitio público, al aire libre con más espacio y horizonte, luciría
ventajosamente el mérito de tan bella creación, sirviendo al mismo tiempo de ornato e
iniciando de este modo al público en la contemplación de los buenos modelos del arte
plástico que tan poderosamente contribuye a su cultura (quoted in Reyero 2002: 50).
to the unusual choice of the character —Satan or Lucifer— and the literary source
—Milton—. The personality of Milton’s angel, in effect, is transferred to the statue,
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 35-48
and it can be appreciated as such by the character who speaks about it in Martín
Gaite’s mentioned novel: «Es una cuenta que prefiere llevar él solo». If this literary
and statuary fallen angel seems so appealing to the observer, it is precisely owing to
its emphasized individuality, to the incongruence it displays in regard to the common
ground and expectations generated by tradition.
«JEFFERSON’S FAVORITE»
In his 2012 book Self-evident, the American poet Scott Hightower4 inclu-
des a poem about Ricardo Bellver’s statue. Hightower is, arguably, one of the most
ekphrastic American contemporary poets, thus continuing a tradition which has
been fruitful, among others, in such authors like William Carlos Williams, Wallace
4
A native of Texas, Scott Hightower teaches at NYU, lives in Manhattan and sojourns
in Spain. He is the author of four books of poetry and also works as a poetry reviewer for numerous
41
results are poems with a powerful insight which emerges primarily from the partial
descriptions unified in the final composition, and only secondarily from personal
Though, compositionally,
he is slightly higher, they face each other
almost eye-to-eye.
Their shoulders and palms provide a kind
of balance. At the end
publications. His translations of poems by the Spanish-Puerto Rican poet Aurora de Albornoz garnered
him a prestigious Willis Barnstone Translation Prize.
5
Statements made by Hightower in an informal conversation.
First of all, the compositional display of the stanza —repeated in the two
following ones that form the poem— must be taken into account. It is subjected
to a fixed schema which is repeated every four lines, and is based on different levels
of indentation. Such schema advances in a kind of flow, a smoothness of rhythm,
notwithstanding the presence of enjambments («a kind / of balance», «his right hand
/ opens and hovers»), which shows a clear correlation with the fluidity of opposing
gestures in the picture (arms, hands, heads), eloquently named and described in the
poem. Every single element in the stanza, the same as in the image, acquires full
meaning only in relation to the whole (light, depth, color and figures in van der
Werff ’s work; typographic display, alliteration, combination of terms indicating
position and movement of parts of the body in Hightower’s). The final impression
is strongly visual and, more precisely, statue-like. Thus, the contemporary poet’s
glossing of this work of the past is conveyed mainly by mimesis —the reproduction
43
of the scene. It is this beauty, turned into decorum, what leads the poem towards the
inevitable conclusion: «Her hair falls tenderly / down into the rich / voluminous
«ÁNGEL CAÍDO»
«Ángel Caído»
(Ricardo Bellver, El Retiro, Madrid, 1878).
The poem is shorter than «Jefferson’s Favorite» and it may seem, at first
sight, more direct, less subtle in its descriptions. It is fairly enlightening, however, in
regard to the dialogic oppositions which have been previously discussed in reference
to the Ut sculptura poesis metaphor: the public/collective (a monument exhibited
in the open air, carrying its own cultural connotations and values of past centuries)
and the private (the contemporary, individual look of the poet). Furthermore, the
44
45
Jefferson’s and Moore’s quotations, the reference enhances the historical resonances
of the ekphrastic exercise, which ceases to be unidirectional, and it purposefully
the final line. This option is utterly ekphrastic because it reproduces the openness
of interpretation which has been identified not only in Bellver’s statue but also in
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 35-48
Milton’s poem. Did they mean, by any chance, that evil is attractive or that it teaches
better, as in Yeats’s lines «The half-wisdom of daemonic images / Suffice the ageing
man as once the growing boy?»
CONCLUSION
At the initial stages of this article, the disparity between the poet’s approach
to a public monument of the past and the monument itself was discussed. The time
lapse, together with the indefiniteness about where the public domain finishes and
where the private one starts, make it a stimulating ekphrastic exercise beyond mere
6
The period evoked by the lines «more than half / a century» corresponds to Franco’s dicta-
torship in Spain. In an open, postmodern approach to the interpretation of the poem, «the notion of a
sole voice» recalls, however indirectly, both Franco’s and God’s monolithic, unquestionable discourse,
being «sole» a fully charged term here.
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REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 35-48
Cécile François
Universidad de Orleans
Resumen
El presente trabajo analiza los fragmentos censurados en la edición de 1939 de Pero... ¿hubo
alguna vez once mil vírgenes?, la tercera novela de Jardiel Poncela. El examen del texto muestra
que parte de los cortes concierne al tratamiento irreverente y desacralizador que el narrador
y los personajes infligen al tema de la religión. En realidad, lo que hace Jardiel Poncela no
es sino extremar y desorbitar los rasgos de impiedad y sacrilegio que configuran el personaje
de Don Juan para proponer al lector una versión paródica del mito en una obra subtitulada
precisamente «la novela del donjuanismo moderno». Para llevar a cabo el proceso de desmi-
tificación del personaje legendario, el autor recurre al humor acre, violento e iconoclasta que
es uno de los distintivos del jardielismo novelesco.
Palabras clave: Jardiel Poncela, desacralización, desmitificación, humor, parodia.
Abstract
This article is based on the analysis of the censored passages from the 1939 edition of Pero...
49
¿hubo alguna vez once mil vírgenes?, the third novel written by Jardiel Poncela. An examination
of the text shows that the removed sections relate to the irreverent and desacralising attitude
Por lo visto, tanto el narrador como los personajes de Pero... ¿hubo alguna
vez once mil vírgenes? parecen aprovechar cualquier oportunidad que se les presente
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 49-66
1
La trilogía consta de tres novelas redactadas entre 1928 y 1930. Se titulan respectivamente
Amor se escribe sin hache (1928), ¡Espérame en Siberia, vida mía! (1929) y Pero... ¿hubo alguna vez once
mil vírgenes? (1930).
51
grandes crines venerables» (Valle 1969: 53). Sin embargo, en la obra del escritor
gallego, este tipo de descripción no va más allá del mero «chiste irrespetuoso» como
había acudido a repartir porrazos a derecha e izquierda [...], lo que motivó que el
viejo conquistador dijera a su Santo aliado : «- ¡Santiago, hombre, que te entusiasmas
arreando!... » (258).
de Zorrilla. Igual que Don Juan, humilde y cohibido ante doña Inés, Valdivia se
sentó a los pies de Vivola, «le cogió la mano y se la llevó a los labios con el temblor
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 49-66
y la reverencia con que habría cogido y llevado a sus labios una hostia [...]» (456).
Lejos de reaccionar como doña Inés, Vivola Adamant contesta a don Pedro
con frialdad. El desdén de la amante hace nacer en el protagonista un sentimiento de
despecho. Y es en este contexto, en el momento preciso en que Vivola rechaza el amor
de Valdivia, cuando se menciona por primera vez la imagen votiva. El narrador nos dice
que don Pedro se acercó a ella y «permaneció allí unos momentos, dándole la espalda
a Vivola» (457). Este ademán del donjuán crea una especie de suspense, una expecta-
ción durante la cual el lector se interroga: ¿qué estará haciendo?, ¿se habrá vuelto para
disimular unas lágrimas de dolor o de rabia? o bien, en esta atmósfera de recogimiento
y fervor religioso, ¿estará rezando ante la imagen de Santa Ana e implorando ayuda al
Cielo? La espera no se prolonga mucho y la explicación llega inesperada e iconoclasta:
«Pedro encendía su cigarrillo en la llamita de la hornacina» (457).
2
Para el filósofo José Ortega y Gasset, la novela no solo ha entrado en su fase de decadencia
sino que «se halla, de cierto, en su período último», por haber sido explotadas ya todas sus potencialidades
(Ortega 1995: 19).
53
indignación de los censores franquistas fue precisamente esta mezcla de religión y
erotismo que encontramos a lo largo y ancho de la trilogía. En Pero... ¿hubo alguna
(«de amor») es una etiqueta que servía en la época para hablar eufemísticamente de
la literatura «sicalíptica» o «pornográfica», fácilmente se comprende que la trilogía
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 49-66
3
A lo largo de la trilogía, Jardiel Poncela se complace en jugar con esta exclamación
lexicalizada, devolviéndole su contenido semántico de origen. Así, al principio de la novela, en la
secuencia del accidente, el narrador comenta la actitud de la heroína con esta frase suprimida en la
edición de 1939: «Ella exclamó, acordándose de Dios (segunda vez en su vida): Dios mío» (186). (Todas
las cursivas de las citas son del autor).
4
Sobre la colaboración de Jardiel Poncela en las grandes revistas humorísticas de la época y
su incorporación a la «otra generación del 27», véase en particular el artículo de David Roas y Fernando
Valls: «Jardiel Poncela en la revista Gutiérrez», en el número 660 de la revista Ínsula.
55
entre la figura sagrada de Cristo y la amante sensual y ardorosa de Pedro de Valdivia.
El personaje de María Cristina de Orellana es particularmente interesante
Cogí por el brazo al primer pasajero que pasó ante la puerta de mi camarote y le
obligué a hacerme suya [...] Era un virtuosísimo sacerdote de Antofagasta que se
tiró al mar de madrugada, desesperado de su culpa y después de atarse al cuello [...]
un Misal de la biblioteca vaticana (251-252).
Más allá de la inversión paródica del mito de Don Juan, toda la sal de la
secuencia estriba en el comentario que remata la aventura. En efecto, haciendo alarde
de erudición, el narrador intenta acreditar la veracidad del episodio, haciendo las
veces de cronista neutro que apunta meros datos:
Claro que el párrafo, redactado en letra bastardilla para mejor llamar la aten-
ción sobre lo «virtuoso» de las intenciones de su autor, difícilmente podía engañar al
lector ni prevenir los eventuales anatemas de la censura puesto que, a renglón seguido,
el narrador introduce otro inciso en el que, con acento entre burlón y provocador,
apunta: «(Notas de cultura religiosa que el autor destina a congraciarse con el elemento
ortodoxo español, que le tacha de irreverente)» (252). Por supuesto, el lance erótico de
la bella María Cristina y del sacerdote no se libró de la censura franquista.
LA DESACRALIZACIÓN DE LA MUERTE
Y DE LOS RITOS RELIGIOSOS
Es infalible.» (176). Este desenfado irrespetuoso del personaje está puesto de relieve
en una escena posterior en la que el suicidio de una de sus amantes se hace efectivo.
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 49-66
— ¡Se ha suicidado! ¿No lo ha visto usted? ¡Se ha suicidado! –gritó Luisito Campsa
retorciéndose para observar tras la mirilla trasera del coche.
— Sí. Ya lo he visto –replicó Valdivia aplicando el encendedor eléctrico a su ciga-
rrillo–. Es la séptima que se me suicida este mes (334).
He aquí la mejor pistola que se fabrica [...] provista de balas explosivas y con la cual
le bastará a usted una ligerísima presión sobre el gatillo para deshacerse el cráneo
sin posibilidad ninguna de curación (519).
57
bacará, el donjuán de la novela tiene que recorrer un largo camino que ha de llevarlo,
a medianoche, al corazón del edificio:
(79)
Había muerto de ese modo helado en que mueren los Don Juanes: sin gustar del
amor.
Había muerto de ese modo terrible en que mueren los Papas: sin recibir la bendición
de Su Santidad (524).
Cabe notar para concluir que, en Pero... ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?,
este tratamiento irreverente de la muerte, así como de los símbolos y ritos cristianos
que la acompañan, no es privativo de los episodios en que aparece el donjuán de la
novela. Don Félix, el tío ateo de Valdivia, ya imaginaba en su lecho de muerte sus
propias exequias de manera harto irónica y sacrílega.
Sobre mi tumba [le dice a su sobrino] pondrás una losa de mármol gris con un
epitafio que dirá:
Este tipo de comicidad cínica y áspera, emparentada con lo que Freud llama
el «chiste tendencioso», es el que preside en la novela de Jardiel Poncela a la desacra-
lización de la religión y de la muerte. Como señala Franck Evrard, a diferencia de lo
trágico que sublima, el humor negro degrada, deprecia, desacraliza:
59
El humor negro le quita toda sublimidad a lo que se considera elevado o sagrado,
rebajando lo espiritual a nivel material, favoreciendo lo concreto, lo material, lo
Como hemos visto, a diferencia de lo que pasa con el libertino ateo que le
sirvió de mentor, la religión sigue presente en la vida del protagonista jardielesco,
aunque bajo una forma degradada e intrascendente. A medio camino entre el Tenorio
convertido de Zorrilla y el estudiante endiablado de Espronceda, Pedro de Valdivia
es un donjuán que, sin ser tocado por la gracia divina, no ha renegado totalmente de
Dios. Ahora bien, en su artículo «Sobre la demonología de los Burladores», Aurora
5
«L’humour noir ôte toute transcendance à ce qui se donne comme élevé, sacré, en
rabaissant l’ordre spirituel au niveau matériel, en prenant le parti du concret, du matériel, du corporel,
en privilégiant le sens propre, littéral, par rapport au sens figuré et abstrait» (Evrard 1996: 26-27).
las imágenes que configuran los rasgos demoníacos de El burlador son, sin embargo,
algo más que caracterizaciones de la maldad del personaje, ya que se corresponden
con la tesis central de la obra y la articulan estructuralmente [...] (Egido 1988: 37).
Por otra parte, los estudiosos del mito han insistido en el papel del criado
de Don Juan como encarnación de la conciencia del héroe. En Pero...¿hubo alguna
vez once mil vírgenes?, no le hace falta al criado desempeñar ninguna función moral
o aleccionadora puesto que el narrador introduce una larga secuencia en la que el
donjuán entabla un diálogo consigo mismo, o mejor dicho con la voz de su con-
ciencia (408-412)6. En esta escena, siguiendo el procedimiento de la mayéutica,
la voz le hace descubrir poco a poco los motivos de su desazón. Al escuchar a este
interlocutor que se le dirige con tono paternal, Valdivia va tomando conciencia de su
enamoramiento. La conversación discurre, pues, por vías serias y el lector se espera
que don Pedro tome una decisión importante que constituya un viraje decisivo en
su vida, a ejemplo de lo que pasó con el Tenorio de Zorrilla.
Sin embargo, en el momento en que el seductor empedernido hace la pre-
gunta decisiva susceptible de precipitar el desenlace: «¿Puede enamorarse Pedro de
Valdivia, el hombre para quien el amor ha sido siempre una fórmula matemática?»
(409), asistimos a un lance imprevisto. En vez de contestar afirmativamente como
lo había hecho antes, animando a don Pedro a descubrirse a sí mismo, la voz cambia
bruscamente de tema, relajando la tensión con una exclamación fuera de propósito:
«¡Cuidado con ese charco!» (409). Al desviar la atención del protagonista —y del lec-
60
tor— hacia un obstáculo material, la voz le quita a la escena gran parte de su impacto
y de su trascendencia. En un mundo novelesco en que Dios y la religión son mofados
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6
«Vocecilla», «voz interior» son los términos utilizados por el narrador de la novela. Nunca
aparece la palabra «conciencia» pero el campo léxico de la moral («reprochó», «confesándose») no deja
lugar a dudas sobre la naturaleza de este interlocutor invisible de Valdivia.
7
«Yo creo que sea él mismo / un diablo en carne mortal / porque a lo que él, solamente /
se arrojara Satanás» (Zorrilla, vv. 1940-1944).
61
La degradación paródica del Tenorio no podría ser completa sin una inversión
total de los papeles de los amantes. En Pero...¿hubo alguna vez once mil vírgenes?, si
8
«Que son regard se pose sur une femme, elle ne peut plus se détacher de lui, le démon
l’entraîne, la corruption l’attire».
9
«No sé qué fascinación / en mis sentidos ejerce, / que siempre hacia él me tuerce / la mente
y el corazón» (Zorrilla: vv. 1624-1627).
10
«Se me abrasa la mano / con que el papel he cogido» (Zorrilla: vv. 602-1603); «¡Ay!
¿qué filtro envenenado / me dan en este papel / que el corazón desgarrado / me estoy sintiendo con
él?» (vv. 1732-1735).
(164)
Siguiendo la línea marcada por los escritores de principios del siglo xx, el
donjuán que Jardiel Poncela pone en escena se ha despojado de sus características
satánicas. Al laicizarse, el mito se ha desvirtuado y Don Juan ya no es más que un
libertino mundano sin trascendencia alguna. En el ambiente profano de la novela,
privado de la doble autoridad paternal y divina, el protagonista ya no tiene motivos
de rebelión. Y la actitud abiertamente blasfema de Valdivia aparece a menudo arti-
ficial y vaciada de la fuerza subversiva de la del Tenorio, de don Félix de Montemar
e incluso del Burlador de Sevilla.
Pero, aunque el donjuán jardielesco ha abandonado su papel de transgresor de
las leyes divinas, no por eso se libró la novela de los tijeretazos de la censura, puesto
que si la profanación y el sacrilegio pueden tener cabida dentro de límites aceptables
en una obra ejemplarizante, en cambio el enfoque paródico de estos temas debió de
constituir una auténtica provocación para los censores. Por cierto, si el humor negro
11
Don Luis completará el retrato de Don Juan con estas palabras: «Parece que le asegura /
Satanás en cuanto intenta. / No, no; es un hombre infernal» (Zorrilla: vv. 1041-1044).
La risa es una fuerza subversiva que libera al hombre de todo aquello que le oprime
y aterroriza: la muerte, lo sagrado, lo sobrenatural, las fuerzas de la naturaleza, la
autoridad civil y religiosa [...].
63
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 49-66
12
«La literatura antirreligiosa que abarrota los últimos años veinte y primeros treinta fue
mucho más cuantitativa que cualitativa: muchos escritores geniales cayeron en la tentación de publicar
un panfletito antirreligioso e irrelevante» (Martín 1997: 209).
13
Si Miguel Martín pone el ejemplo de Rafael Alberti con El hombre deshabitado, hace falta
señalar también a los dadaístas que, como Max Jacob y su famoso Cubilete de dados, participaron de
esta tendencia irreverente, anticlerical y blasfema (Noguez 1996: 143).
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Madrid: Alianza Editorial.
Pérez-Bustamente, Ana Sofía (ed.) (1998): Don Juan Tenorio en la España del siglo xx. Literatura y
cine, Madrid: Cátedra, «Crítica y estudios literarios».
65
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 49-66
Resumen
Abstract
The new spaces of literary creation are no longer confined to the nation-states or to the
states-nation, nor in the desirable federal subcontinent dreamt by Bolívar, but rather fall
within the vague frames of the pop culture, the cyberspace, the blogosphere and the open
mentality of great migrations. The History, as we can see, is different, and as a consequence,
the literature too.
67
Key Words: Literature substitute of History, new dialogue between Latin-American and
Parto de una reflexión que tomo prestada de José Miguel Oviedo (1997:
73): «En América Latina, la Historia ha sido, desde los cronistas coloniales, una
preocupación mayor de su literatura». Y continúo con Oviedo, sosteniendo que la
literatura de América Latina ha tenido que enfrentar la responsabilidad de corregir a
una historia la mayoría de las veces falsificada, cuando no tergiversada o silenciada.
En la clásica distinción aristotélica entre literatura (poesía) e historia, entre
lo que pudo o debió suceder, y lo que realmente sucedió, cabe, en el ámbito de la
América a la que nos referimos, una tercera posibilidad: la literatura que sustituye y
corrige a la historia cuando esta miente o se escabulle de sus tareas canónicas.
Quizá el problema se agrava más en esa América porque no solo rivalizan
las construcciones de la literatura y de la historiografía académica o extraacadémica,
mundo una versión más apacible, también más completa, de lo sucedido. En ese sentido,
nos parece un acierto la breve y lúcida reseña que el mexicano Jorge Volpi ha hecho
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 67-78
de Cien años de soledad para el especial «Babelia» del diario madrileño El País (28-11-
2009) con motivo del Bicentenario de la independencia americana. Dice allí Volpi:
Imaginemos una América Latina sin Cien años de soledad. Su autor, un brioso pe-
riodista de izquierdas, apenas conocido [...] jamás concluye su novela. [...] En este
escenario, tal vez el boom hubiese existido, pero el realismo mágico habría perdido
su carácter de espejo único de América Latina. Dictadores y rebeldes hubiesen sido
retratados con crudeza, sin delirios sobrenaturales. Los pobladores de esta región no
nos habríamos convertido en apáticos testigos de las prodigiosas calamidades que nos
azotan. Y nuestra historia no hubiese sido leída como una intrincada saga familiar.
En resumen: sin esta novela, el mundo habría percibido una América Latina más
real, pero infinitamente más triste y anodina.
Si nos fijamos bien, en esas páginas de García Márquez, tan ponderadas por
Volpi, se nos da cuenta de lo que significó la utopía del Descubrimiento de América,
la Conquista, la Colonia, la Independencia, las dictaduras posteriores, la neocolo-
nización estadounidense... La columna vertebral de la crónica de la familia Buendía
ha sido capaz de humanizar una historia que, como sostenía José Miguel Oviedo, se
negó siempre a ser contada con la seriedad y el rigor requeridos.
69
adelante el estudio de los factores reales del país. Conocerlos basta, sin vendas ni
ambages, porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una parte de la verdad,
1
«La confusión americana creó estas realidades imaginadas: Estados nacionales, instituciones
republicanas, ciudadanías comunes, soberanía popular, banderas e himnos nacionales, etc., así como la
liquidación de sus opuestos conceptuales: Imperios dinásticos, instituciones monárquicas, absolutismos,
sometimientos, noblezas heredadas, servidumbre, ghettos, etc.». En Benedict Anderson (1993):
Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, traducción de Eduardo
L. Suárez, México, FCE, 4.ª reimp., p. 121.
En este mismo sentido, también ha de consultarse la obra Escribiendo la Independencia. Perspectivas
postcoloniales sobre la literatura hispanoamericana del siglo xix, Madrid, Iberoamericana Vervuert, 2010,
cuyo título ya nos informa de lo perseguido por sus autores.
algunas de sus propuestas, tan seguidas al pie de la letra por las nuevas naciones de la
América liberada en el siglo xix: «Un poeta es el creador de un pueblo, le ofrece un
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 67-78
mundo para que lo contemple, y sostiene el alma del pueblo en la palma de su mano»3.
Esfuerzos literarios abarcadores de las primeras décadas de la Independencia,
como los liderados por Andrés Bello y continuados por un José Joaquín de Olmedo
o un José María Heredia, fueron sustituidos gradualmente, a medida que se confor-
maban los nuevos pueblos producto del desgajamiento de los antiguos virreinatos
y los enfrentamientos de los caudillos de las guerras de liberación4, por esfuerzos
literarios centrados en levantar acta identitaria de las nuevas realidades nacionales.
La mirada panorámica generosa se convertía en la mirada local e interesada. A esa
2
Cfr.: Berlin, Isaiah (2000): Vico y Herder. Dos estudios en la historia de las ideas, edición
de Henry Hardy y traducción de Carmen González del Tejo, Madrid, Cátedra, p. 232.
3
Ibídem, p. 257.
4
En una de las conversaciones entre Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, recreadas por
Gabriel García Márquez (1989) en su El general en su laberinto, el «Gran Mariscal de Ayacucho» le
dice estas palabras al Libertador: «Tal parece como si hubiéramos sembrado tan hondo el ideal de la
independencia, que estos pueblos están tratando ahora de independizarse los unos de los otros». En la
edición de Madrid, Mondadori, p. 26.
71
historicistas e indigenistas que jalonaron ese periodo, hasta desembocar, como bien
subrayó en su momento Ángel Rama (Díaz Caballero, 1997: 325-348), en lo que
no estamos hablando, que quede claro, del subgénero de la vieja (vgr.: Jicoténcal,
1826, de autor anónimo hasta hoy, a pesar de las atribuciones hechas al respecto) o
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 67-78
nueva (vgr.: Los perros del paraíso, 1983, de Abel Posse) novela histórica que toma
su formato del Romanticismo, sino de una tendencia generalizada de la literatura
narrativa en general, como ha insistido José Emilio Pacheco5: «La novela [latinoa-
mericana] ha sido desde sus orígenes la privatización de la historia [...], historia de
la vida privada, historia de la gente que no tiene historia [...]. En este sentido todas
las novelas son novelas históricas».
Pareciera que, a pesar de los avances formales exigidos por la evolución y la
reformulación de lo literario, las deudas de la literatura de América Latina con la
historia siguen pendientes para muchos de sus creadores. ¿Una dependencia crónica
nacida en el siglo de la Emancipación? ¿Acaso generada desde la Colonia?
Quizá tengamos que volver a las afirmaciones de José Miguel Oviedo y acep-
tar que la corrección de la historia de América Latina sigue siendo una labor de la
literatura de esa región, una literatura que ha llegado a superar los ensimismamientos
5
Cito por Seymour Menton (1993), La nueva novela histórica de la América Latina, 1979-
1992, México, Fondo de Cultura Económica, p. 32.
73
antiguos sabían: la historia es una presencia en blanco, un rostro desierto. El poeta
y el novelista deben devolver a ese rostro sus rasgos humanos. Es una empresa que
tura de la palabra rivaliza con la cultura de la imagen, del pop, del rock, del vídeo,
del walkman —la sofisticada tecnología de la comunicación humana—, y, como
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 67-78
6
Habría una tercera antología, ridiculizadora de estas dos principales: la que propuso en 1996
el narrador chileno Roberto Bolaño en su formato de «diccionario de autores infames»: La literatura
nazi en América, una de las parodias más divertidas de la historia real de la literatura latinoamericana,
pero que solo se queda en eso, en su papel corrosivo.
7
Nada distinto parece suceder en el ámbito de la última poesía latinoamericana. La antipoesía
de Nicanor Parra y el concretismo brasileño de principios de los años cincuenta del siglo xx, es decir, la
antivanguardia del primero de esos movimientos y el intento de reposición de la vanguardia, del segundo,
constituyen «la aceptación de un ciclo poético terminado: el ciclo del lamento-por-lo-que-fue la poesía
occidental y la aceptación de lo que la poesía es en ese presente histórico», tal y como ha afirmado el
poeta y crítico uruguayo Eduardo Milán (2007): Pulir huesos. Veintitrés poetas latinoamericanos (1950-
1965), Barcelona, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, pp. 13-14. La poesía que cubre las décadas
finales del siglo xx y primeras del xxi parece circular, según el mismo Milán, a partir de una vocación
de exploración y adopción de los márgenes que aquellos momentos poéticos radicales —la antipoesía
y el concretismo— relegaron.
8
Cfr.: Manifiesto Crack, Lateral. Revista de Cultura, México, núm. 70, octubre de 2000.
75
literatura del siglo xxi nace de la duda, hermana mayor del conocimiento.
Esa literatura se mueve, como nos ha aclarado Claudio Magris (2008: 33),
a)Monografías
Anderson, Benedict (1993): Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del na-
cionalismo, traducción de Eduardo L. Suárez, México, FCE, 4.ª reimp.
Berlin, Isaiah (2000): Vico y Herder. Dos estudios en la historia de las ideas, edición de Henry Hardy y
traducción de Carmen González del Tejo, Madrid, Cátedra.
Bolaño, Roberto (1996): La literatura nazi en América, Barcelona, Seix Barral.
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Sánchez-Barba, Madrid, Editora Nacional, 3.ª ed.
Folger, Robert y Leopold Stephan (eds.) (2010): Escribiendo la Independencia. Perspectivas postco-
loniales sobre la literatura hispanoamericana del siglo xix, Madrid, Iberoamericana Vervuert.
García Márquez, Gabriel (1989): El general en su laberinto, Madrid, Mondadori.
76
Magris, Claudio (2001): Utopías y desencanto. Historias, esperanzas e ilusiones de la modernidad, tra-
ducción de J. A. González Sainz, Barcelona, Círculo de Lectores.
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 67-78
—— (2008): «En el camino de don Quijote», en El infinito viajar, traducción de Pilar García Colme-
narejo, Barcelona, Anagrama.
Manifiesto Crack (2000): Lateral. Revista de Cultura, México, núm. 70, octubre.
Menton, Seymour (1993): La nueva novela histórica de la América Latina, 1979-1992, México, Fondo
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Rojo, Grínor (2008): Discursos/prácticas, Universidad de Chile, núm. 2, (Sem. 1), p. 95.
77
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 67-78
Resumen
El presente trabajo refleja los procedimientos que empleó David Wark Griffith, pionero
del cine, para dar forma al discurso cinematográfico de sus películas a partir de su recurso
a ciertos relatos de Edgar Allan Poe. En concreto, se comparan los filmes The Sealed Room
(1909) y The Avenging Consciense (1914) con los textos The Cask of Amontillado (1846),
The Tell-Tale Heart (1843) y el poema Annabel Lee (1849). En el proceso de comparación
surgen con claridad las estrategias narrativas de Griffith, muchas de ellas claves para el cine
posterior, y también se enriquece el análisis de las obras de Poe, cargadas de sutilezas visuales.
Palabras clave: literatura y cine, David Wark Griffith, Edgar Allan Poe.
Abstract
This article explores the procedures used by David Wark Griffith, pioneer of the cinema,
when shaping the cinematographic discourse of his movies. We will focus on Edgar Allan Poe’s
contribution, specifically, the movies The Sealed Room (1909) and The Avenging Consciense
(1914), which are compared with the stories The Cask of Amontillado (1846), The Tell-Tale
79
Heart (1843) and the poem Annabel Lee (1849). Through the comparison, Griffith’s narrative
strategies, which many were essential in later cinema, arise clearly, and the analysis of Poe’s
1
La intertextualidad es un concepto amplio, pues existen muchas formas de inclusión de un
texto dentro de otro. Además, dado que el término contiene la palabra «texto», no sería estrictamente
válido para el cine, si bien suele utilizarse en el ámbito cinematográfico sin mayor conflicto; acaso un
término como «interdiscursividad» sería más objetivo, como también sugieren Marchese y Forradellas
(1989: 218; vid. también Estébanez Calderón 1996: sub voce «intertextualidad»). En relación con
ello, hemos de aclarar que preferimos el término «discurso», en lugar de «lenguaje», «relato» o «texto»,
para referirnos al procedimiento cinematográfico, pues nos parece más acorde con la expresión fílmica.
Acerca del asunto, vid. Stam, Burgoyne y Flitterman-Lewis (1999) y Mitry (1990).
2
Acerca de la vida y la obra de Poe, la bibliografía es amplísima. Entre las últimas publicaciones
aparecidas, puede consultarse Martynkewicz (2005). Para los fragmentos de las obras de Poe, se ha
utilizado la edición de Stern (1977).
The ordinary novel is objectionable, from its length, for reasons analogous to those
which render length objectionable in the poem. As the novel cannot be read at one
sitting, it cannot avail itself of the immense benefit of totality. Worldly interests,
intervening during the pauses of perusal, modify, counteract and annul the im-
pressions intended. But simple cessation in reading would, of itself, be sufficient
to destroy the true unity. In the brief tale, however, the author is enabled to carry
out his full design without interruption. During de hour of perusal, the soul of the
reader is at the writer’s control (Poe 1977: 566).
81
During the whole of a dull, dark, and soundless day in the autumn of the year,
I was sick —sick unto death with that long agony [...]. Yet, for a while, I saw;
but with how terrible an exaggeration! I saw the lips of the black-robed judges
[...]. I saw that the decrees of what to me was Fate, were still issuing from those
lips. I saw them writhe with a deadly locution. I saw them fashion the syllables
of my name.
I may take another man’s basic idea, but I must be permitted to develop it according
to my own conceptions. This is my art... whatever poetry is in me must be worked out
actual practice. I must write in my own standards (apud Madeira y Oliveira 2004: 1).
—How can you tell a store jumping about like that? The people won’t know what
is about.
—Well —said Mr. Griffith—, doesn’t Dickens write like that
(apud Madeira y Oliveira 2004: 3).
83
Sin duda, Griffith advirtió que, mutatis mutandis, todos los recursos narrativos
que ofrecía la literatura podían ser importados por el cine. De hecho, la perspicacia
3
Acerca del cine de Griffith, la bibliografía continúa aumentando; vid., como obras de referencia,
Mottet (1984), Brunetta (1987), Gunning (1994) y Marzal (1998), en las que pueden encontrarse
diferentes puntos de vista en torno a la relación de Griffith con sus fuentes literarias.
[El cine se concibe] como un medio para hablar, un medio para comunicar ideas,
comunicarlas mediante un lenguaje fílmico especial, mediante una forma especial
de discurso fílmico (Eisenstein 1986: 225-226)4.
Quizá el principal equívoco suscitado por las novelas de Griffith («yo hago novelas
en cuadros») estribe en entenderlas únicamente —pese a su concreción— bajo el
aspecto temático. Si puede hablarse, con mayor o menor licitud, de cierto dicken-
sianismo en la obra de Griffith, no es menos cierto que las similitudes con el gran
novelista inglés son de índole estructural (Company-Ramón 1987: 20)5.
ya recurrido a los tres principales géneros literarios: For Love of Gold (1908) fue una
adaptación de la novela Just Meat, de Jack London; The Heart of O’Yama (1908)
partió de la pieza teatral Tosca, de Victorien Sardon; y con After Many Years (1908) se
adaptó el poema Enoch Arden, de Alfred Lord Tennyson. Griffith no dejó de acudir
a la literatura en ningún momento de su carrera, y, aunque no fue lo más frecuente,
4
La cursiva es del original.
5
Company, además, somete a análisis dos obras de Griffith (The School Teacher and the Waif
[1912] y The Lonely Villa [1909]) para reflexionar en torno a los cambios en los puntos de vista del
relato, cambios que considera, en cierto modo, insalvables en la adaptación fílmica, lo cual repercute
inevitablemente en la peculiaridad de la narración cinematográfica.
6
No obstante, deben tenerse en cuenta las circunstancias en las que se desarrolló el cine de esa
época, y que permitieron, e incluso pudieron provocar, las innovaciones de Griffith. Sobre ello, vid.
Gunning (1994), especialmente el capítulo «Mastering New Narrative Forms within an Industry in
Conflict» (57-84).
85
alegría por el rey, quien le muestra las reformas de la habitación. Sin embargo, en
cuanto el rey vuelve la espalda, se ve a la reina coqueteando con uno de los músicos
7
Al margen del recurso a obras o autores consagrados, el cine de Griffith bebió abundantemente
de fuentes como el teatro popular o el melodrama del siglo xix, si bien el análisis de tal proceso
desborda las pretensiones del presente estudio. Para una visión profunda del asunto, vid. los trabajos
de Fell (1977), que matiza la deuda literaria de las primeras producciones cinematográficas, asociadas
también a ciertos procesos de la época (en relación con lo expuesto por Gunning [1994]); y Brooks
(1995), quien, además de aportar referencias explícitas al cine de Griffith en relación con el melodrama
(fundamentalmente en su «Preface»), documenta la presencia del género en la tradición literaria a la
que el propio Griffith había recurrido. En una línea similar, incluso con mayor atención al cine de
Griffith (vid. pp. 148-167 y 349-370), se sitúa el estudio de Landy (1991).
un papel en el relato. A Griffith, de acuerdo con las características del cine mudo,
tal condición le habría resultado difícil, y, en The Sealed Room y en la mayoría de
sus películas, dispone de un narrador omnisciente que se manifiesta mediante los
intertítulos, redactados en tercera persona, y también a través del montaje y las imá-
genes. Así, el espectador dispone de más información que los personajes, pues asiste
a todas las escenas que componen y que dan significado a la historia: contempla el
adulterio que el rey desconoce y la venganza que los amantes ignoran.
El planteamiento de la historia es también diferente. Poe se centra exclusi-
vamente en el desarrollo de la venganza, al margen de sus motivos, que ya se han
producido. No hay, por tanto, preámbulos, y los personajes son presentados de un
8
El motivo se halla en otros relatos de Poe, aunque de manera más explícita, como enterramiento
en vida. Ocurre en The Fall of the House of Usher, cuando, al creerla muerta, se encierra a la hermana del
protagonista en una cripta; y en The Premature Burial, donde se dan detalles de varios enterramientos
a personas que aún vivían. Por otra parte, aunque el sellado de la habitación aparece también en el
relato de Balzac, la ejecución y el efecto de la venganza acercan más la película al cuento de Poe, según
argumentamos más abajo.
87
sonaje; además, Montresor muestra, bromeando acerca de la masonería, una paleta
de albañil a Fortunato, con lo que anuncia el método de la ejecución sin que, lógi-
9
Una lectura arriesgada del filme podría sugerir cierta rebeldía por parte de la reina, que se ve
privada, en cierto modo, de libertad. Piénsese que el rey prepara la habitación para ella sellando las
ventanas. La habitación, de este modo, representaría una jaula, tal y como se explicita en el desenlace. El
adulterio, por tanto, funcionaría como rebelión. Sobre la rebelión femenina en Griffith, vid. Merritt
(2004: 20).
89
de matar a su tío para heredar su fortuna y volver con su amada. Estrangula, pues, a
su tío y esconde el cadáver en el hueco de la chimenea, que tapa con ladrillos. Pero
10
Podría existir cierta correspondencia con la biografía de Poe, a la que ya recurrió Griffith en
la película que lleva por título el nombre del escritor. Poe, en efecto, tuvo fuertes desavenencias con
su padre adoptivo, que no apoyó muchas de sus decisiones, incluida una relación amorosa que no
se concretó, entre otras cosas, porque las cartas del escritor a su amada fueron interceptadas. En The
Avenging Concience, el tío dice a la chica —mediante un intertítulo— que es una mujer demasiado
vulgar para su sobrino.
los acontecimientos. Es decir, Griffith provoca que el reflejo del relato sea explícito,
y pretende llamar la atención sobre sus procedimientos cinematográficos. Un detalle
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 79-94
resulta muy revelador al respecto: recuérdese que el asesino de The Tell-Tale Heart
encontraba enervante el ojo de su víctima, que describía como «the eye of a vulture
—a pale blue eye, with a film over it». Pues bien, el anciano de la película lleva puesto
un parche, lo cual constituye todo un gesto por parte de Griffith: al tapar el ojo,
declara que cambiará el motivo del asesinato y, por tanto, el argumento. Es decir, el
cineasta advierte de la transformación del código, del paso del discurso literario al
cinematográfico, precisamente a través del ojo, siendo el cine un arte visual, sobre
todo en la etapa muda. Según lo dicho, el relato de Poe sirve doblemente de inspi-
ración, tanto a Griffith para su película como al protagonista para su crimen. Pero,
efectivamente, Griffith, consciente de que su medio de expresión es otro, introduce
variaciones. Y, curiosamente, en algunos de esos cambios se acerca la película a la
referencia anterior, la de The Cask of Amontillado.
En primer lugar, Griffith dispone, como ocurría con The Sealed Room, tres
grandes etapas para la película, y en la primera, la que corresponde a la exposición
de las circunstancias en que se sitúan los personajes, el cineasta se ve en la necesidad
de introducir un motivo que lleve al conflicto, a la parte central del relato. Si a Poe
le basta con algo tan simple como «I made up my mind to take the life of the old
man, and thus rid myself of the eye forever», Griffith necesita una causa sólida que
91
cometer su crimen. O, mejor dicho, se trata de una locura transitoria que se manifiesta,
no antes del asesinato, sino después, cuando, a causa del remordimiento, el personaje
5. CONCLUSIONES
etapa primitiva del cine en que se encuadran sus películas. Poe, siendo pionero en
su género, no lo era en su arte, la literatura, cuya tradición estaba entonces más que
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 79-94
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Landy, Marcia (1991): Imitations of Life. A Reader of Film & Television Melodrama, Detroit: Wayne
State University Press.
93
Madeira, Maria João y Luís Miguel Oliveira [coords.] (2004): D. W. Griffith, Lisboa: Cinemateca
Portuguesa.
Ching Yu Lin
Universidad Católica Fu Jen
Resumen
Claudio Rodríguez, poeta zamorano de la promoción de los años 50, compone sus versos
mientras camina por los pueblos castellanos de España. Su temperamento humilde y diligente
también se refleja en el pensamiento poético del provincianismo, que proporciona el cono-
cimiento sublime acerca del ser y la tierra. Indagaremos en la concepción del lugar aplicada
por Claudio Rodríguez en su poética a la hora de enfrentarse a los fenómenos actuales del
urbanismo y la glocalización. Partiendo de una mirada contemplativa del campo y de la zona
rural, se produce una suerte de elogio utópico a la ciudad Zamora, esbozada con su cuerpo
errante y alma elevada. Por consiguiente, los versos claudianos encierran un espíritu protector
del espacio del que se sirve el poeta para defender los valores de la cultura primigenia.
Palabras clave: Claudio Rodríguez, Zamora, provincianismo, cuerpo, lugar.
95
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 95-110
Abstract
Claudio Rodríguez, a Spanish poet featured in the promotion of the 50s, composed his verses
walking on foot through the Castilian villages of Spain. His humble and diligent temperament
also reflects on the poetic thought of provincialism, which provides the most sublime knowledge
about the Being and the land. This study issues the concept of place applied by Claudio Rodrí-
guez in order to face the current phenomena of urbanism and glocalisation. Based on certain
contemplative scenes of the countryside and rural areas, a sort of utopian praise is produced on
the city of Zamora outlined with his body and soul. Therefore, the Claudian verses enclose the
protective spirit of the place that the poet obtains firmly to defend the values of primitive culture.
Key words: Claudio Rodríguez, Zamora, provincialism, body, place.
*
La autora agradece el respaldo financiero brindado por el Consejo Nacional de Ciencias
de Taiwán a través del proyecto NSC 100-2410-H-030-069-.
97
la cultura cosmopolita se va expandiendo hacia la rural con propósitos lucrativos.
Ese «hábitat humano mayoritario» de la urbanidad se sobrepone al minoritario del
2
En su valioso estudio crítico sobre la poética de la provincia de Claudio Rodríguez, señala
que en rus in urbe se realiza una paradoja de que el campo se vive desde la ciudad de provincias.
3
En su excelente obra titulada Los no-lugares, Marc Augé indica que el espacio se ve desig-
nado en el lenguaje ya estereotipado de las instituciones de viaje, como por ejemplo, «espacio de ocio»
y «espacio de juego». Entre el espacio y el viajero se atisba una relación ficticia en que el individuo se
siente como espectador sin que la naturaleza le importe verdaderamente. En suma, «el espacio del viajero
sería así el arquetipo del no lugar» (Augé 91). A nuestro entender, la noción de espacio se desarrolla en
forma sistemática en aras de conseguir la eficacia y la especificación. El lugar, por el contrario, encierra
en sí mismo los espectáculos contemplados por el pasajero, que se encuentra inmerso en busca de lo
entrañable y lo correlativo. Por ello, se podrían iniciar algunos discursos relevantes a través del trayecto,
así como los genealógicos, arqueológicos y escenográficos.
4
Prieto de Paula hace hincapié en la importancia del «reducido mundo pastoril moderno» de
Claudio Rodríguez, destacando que la naturaleza caracterizada en su composición lírica no es una faceta
del mundo; es el mundo. Pese a la «poesía de la naturaleza» clasificada en el género estético claudiano,
más allá de la escenografía ruralista del costumbrismo, el terruño provinciano trae consigo una alabanza
interna con la que el poeta alcanza la verdad, otra forma de identificación afirmada respecto al mundo.
99
acción de gracias referido a toda realidad y a toda existencia» (Peiper 49). Por consi-
guiente, la fiesta se basa en reconocerla como tal y, seguidamente, en la alegría que
5
Recordemos que en el poema titulado «La calle sin nombre», en Casi una leyenda (1991),
Claudio Rodríguez sugiere que el paso que dejamos por la calle debería ser tan decisivo y limpio como
el agua: «La calle se está alzando. ¿Y quién la pisa? / Hay que dejar que el paso, como el agua, / se
desnude y se lave» (Rodríguez 2008: 304). Dicho argumento responde al símbolo de la piedra blanca
del que se vale en el ensayo de María Zambrano.
6
Merece citar la obra más representativa de Richard Sennet, Carne y piedra: el cuerpo y la
ciudad en la civilización occidental. El autor sostiene que «las relaciones espaciales de los cuerpos humanos
determinan en buena medida la manera en que las personas reaccionan unas respecto a otras, la forma en
que se ven y escuchan, en si se tocan o están distantes» (Sennet 19). A lo largo de la historia de ciudades,
desde la antigua Atenas hasta la moderna Nueva York, se puede observar el individualismo fortalecido
por la hegemonía metropolitana en el que todo lo multicultural y lo particular se ven sometidos a las
pretensiones individualistas. El espacio urbano contrarresta la acción de recorrer del cuerpo humano,
disminuyendo la capacidad de experimentación interna. Por ello, surge el fenómeno invertido en que
se requiere la gran velocidad con la que uno se mueve desde un espacio urbano. «Ahora las personas se
trasladan con rapidez, especialmente hacia estos territorios periféricos, y dentro de los mismos, cuyos
fragmentos sólo comunican por automóviles» (388-389).
Su oscuridad, su vuelo
a ras de tierra, como el del vencejo
o a medio aire como el de la alondra,
su ronquera nocturna, y este viento de marzo
entre tu voz, y la ciudad, y el tráfico... (Rodríguez 2009: 284)
Se encuentra a la espera de la luz cada vez que pasea por un rincón incógnito
del alma, persiguiendo al don de la claridad y de la embriaguez y, a continuación,
Solo la luz aún tierna pasea estas calles que dan al Duero, al campo, calles que son
surcos de la patria. Y, mientras sube de esta tierra una gran calma a juntarse con la
que baja del cielo, no existe el adiós porque aquí todo es presente; no hay pasado,
ni porvenir porque aquí todo es eternidad. (Rodríguez 2011: 88)
siones humanas destacadas por el pensador filosófico del siglo xviii Charles Fourier.
No obstante, la geografía de un deseo no se debe al fanatismo humano por cierto
lugar, sino que más bien proviene del espíritu de unidad con el que se concilian los
seres humanos alejándose de cualquier dogmatismo. Por ende, la ciudad castellana,
la del alma, se presenta de manera metafísica e ilimitada para dejar constancia de
una identidad firme junto al cuerpo ocupado en un llamado espacio rural y en
reflexiones microscópicas.
La visión panteísta dentro de la pequeña provincia se caracteriza por una
«hierofanía» (Carpio 95), que se define como la manifestación de lo sagrado, que
conduce a la Verdad. En la ciudad descrita por Claudio Rodríguez se muestra la
epifanía a través de los objetos contemplados por el sujeto poético, sin quedarse
atrapado por ellos. Conviene citar unos versos del poema titulado «Ciudad de me-
seta», recogido en Alianza y condena (1965) para explicitar la vinculación entre el
espacio santo y la representación corporal. El poema comienza con una referencia
7
La utopía consiste en la proposición de un modelo alternativo, de manera que el valor del
discurso no estriba en su característica viable o inviable. Sirviéndose del idealismo racionalista, el proyecto
ideal pasa a significar una visión opuesta al fenómeno de la sociedad existente, hasta el punto de ser una
suerte de predicación en la que las situaciones actuales resultan condenables por yuxtaposición sarcástica.
8
En su excelente trabajo, Miguel Bastons proporciona ciertas ideas extremadamente signifi-
cativas y reflexivas acerca de la estrecha vinculación entre el ser humano y la organización espacial. Dado
el desarrollo del funcionalismo urbanístico, que da lugar a la apreciación del espacio físico, creemos que
la «proximidad», que nos aporta la metrópoli contemporánea, está a nuestro alcance. Paradójicamente,
«la ciudad une y, a la vez, separa físicamente» (Bastons 543), puesto que organizar el espacio físico es
lo mismo que establecer limitaciones. Y esto podría devenir en una crisis del acto de habitar.
zación humilde. Ajeno a la figura del bohemio, el sujeto poético desempeña un papel
de protector por medio de sus discursos corográficos versificados. La versificación se
considera como el instrumento más eficaz para conservar las culturas letradas, de las
que carecen los pueblos. La imagen libresca acierta a elaborar axiologías en el patri-
monio local (Verdesio 378). En líneas generales, se puede sostener que los habitantes
del campo no piensan ni articular ninguna palabra dado su aislamiento geográfico.
El pensamiento poético de Claudio Rodríguez sería todo lo contrario. Así lo explica:
«Mi único anhelo, en realidad, es que mi poesía sea natural (no directa, o realista,
o simbólica, etc.), de acuerdo con lo que puedo hacer y con lo que estoy viviendo»
(Rodríguez 1963: 91). La naturaleza no se refiere a la carencia del conocimiento ni
al vacío de la civilización. Mejor dicho, la idiosincrasia de la naturaleza reside pre-
cisamente en el acto de revelar y el de versar sobre el «lugar de la certeza poética»9.
9
Dionisio Cañas señala que la poesía se pone en «lugar de la certeza poética». ¿En qué consiste
la denominada certeza poética? El crítico comenta que «el poema es lo que de algún modo conserva
los restos del instante poético como la epifanía, revelación y momento de la verdad» (Cañas 1984:
83). En concreto, el lugar del poeta, que no dispone del tiempo, viene a iluminar lo que posiblemente
preexista y lo que se prevea. Dentro del lugar se recoge la verdad epifánica, cuya quintaesencia quizá
no sea precisa para la mayoría de nosotros, los contempladores actuales.
Y como yo veía
que era tan popular entre las calles
pasé el puente y, adiós, dejé atrás todo.
Pero hasta aquí me llega, quitádmelo, estoy siempre
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 95-110 106
CONCLUSIÓN
corporal, lo material, por muy pesado que sea, finalmente revela lo trascendente y lo
sublime a su conocimiento. Entre las piedras y los muros, los monumentos espirituales
estarán siempre para recordar a los seres vivos que no vivan con el pasado muerto.
La poesía de Claudio Rodríguez disponde de una altura desde la que nos
volvemos cada vez más humildes e indulgentes. Sus cantos corpóreos, destinados
a proteger el provincianismo, no constatan el desequilibrio del medio ambiente ni
la apoteosis de la naturaleza. En realidad, intenta dejar constancia de sus vivencias
inextricablemente unidas a la conciencia ética y moral, al mismo tiempo que nos hace
una pregunta significativa: ¿Dónde está el lugar en el que cuaja nuestra identidad y
en el que nos damos cuenta de nuestra insignificancia e impotencia? Tal vez aún no
hayamos encontrado la respuesta.
Resumen
En este trabajo se analizan los ensayos y artículos de crítica literaria de Máximo José Kahn
(1897-1953), escritor judío, autor de una interesante obra prácticamente olvidada. En sus
artículos para revistas literarias alemanas como Der Querschnitt y Die literarische Welt y espa-
ñolas como La Gaceta Literaria, El Sol o Luz, Kahn fue un mediador entre culturas, dando
a conocer las obras más destacadas de la literatura alemana, en un momento especialmente
brillante de esta.
Palabras clave: Máximo José Kahn, literatura española, literatura alemana, crítica literaria
Abstract
In this paper we analyse the literary critical work by Máximo José Kahn (1897-1953), a
Jewish writer with a valuable but forgotten literary production. In his literary chronicles,
published in German jounals like Der Querschnitt and Die literarische Welt, or Spanish like
La Gaceta Literaria, El Sol or Luz, Kahn played the role of a mediator between cultures,
Entre los escritores españoles exiliados en 1939, uno de los casos más excep-
cionales es el de Máximo José Kahn, escritor judío nacido en Fráncfort del Meno
en 1897, que decidió emigrar a España en 1921, donde se casó y estableció en una
antigua mansión toledana. En 1934, a raíz de la llegada de los nazis al poder, adoptó
la nacionalidad española y dos años más tarde fue nombrado, en plena guerra civil,
cónsul de la República Española en la ciudad griega de Salónica, que por entonces
contaba con la más importante colonia de judíos sefarditas. Tras la derrota de la
República, Kahn se exilió en México y posteriormente en Argentina, donde sus perte-
nencias española y alemana fueron remplazadas por una recuperación de su identidad
judía, dentro de la cual fue autor de una amplia obra ensayística y novelesca, que ha
Kahn, que había llegado a España en 1921, al tiempo que aprendía con rapi-
dez y amplitud prodigiosas el idioma castellano y devoraba la literatura actual de su
nuevo país, con el entusiasmo del neófito y valiéndose de una inventada condición
de corresponsal del Berliner Tageblatt, no dudó en escribir a Federico García Lorca
para pedirle «alguna prueba, hasta ahora inédita, en prosa o verso, sea capítulo de
novela, parte de una composición, poema o algo de crítica y al mismo tiempo, si mi
pretensión no le parece exagerada, en algunas frases su autobiografía»2, o a través de
Gómez de la Serna, una vez publicado, un ejemplar del Romancero gitano que Kahn
esperaba «con vivísimo interés»3.
En 1925, Kahn y su esposa viajaron por unos meses a Alemania. Entre otras
ciudades, visitaron Leipzig, donde contemplaron una exposición de Gustav Wolf
sobre motivos meridionales, como «retratos de viejos árabes, de judíos marroquíes,
de bellas mujeres andaluzas, pordioseros levantinos». Ya entonces, en la propia
Alemania, Kahn se interesaba por cualquier destello de cultura española, mientras
que en España seguía con puntualidad la actualidad artística y literaria alemana, en
un trayecto pendular, un vaivén que será constitutivo de su compleja personalidad.
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 111-124 112
Hombre que gozaba de la soledad pero que sabía comportarse con exquisita
cordialidad en sociedad, Máximo José Kahn conoció en Madrid a Ernesto Gimé-
nez Caballero, quien había venido de Estrasburgo, con gran afán de colaborar en
el proyecto de europeización cultural de España que también impulsaba Ortega y
Gasset. El inquieto madrileño, que se convertiría en uno de los más importantes
agitadores culturales de la época, vio en Kahn un colaborador interesante y lo invitó
a participar en La Gaceta Literaria desde sus inicios, dando noticias de la actualidad
literaria alemana, en una revista que tenía una marcada vocación cosmopolita. Las
colaboraciones de Kahn se centrarían inicialmente en dos secciones: «Escaparate
1
Véase Jacobo Israel Garzón, «Redescubriendo a Máximo José Kahn a los cuarenta años
de su partida», Raíces, 17 (1993), pp. 27-36; Leonardo Senkman, «Máximo José Kahn. De escritor
español del exilio a escritor del desastre judío», Raíces, 27 (1996), pp. 44-52; Mario Martín Gijón,
«Máximo José Kahn, un escritor de tres exilios», Clarín, 88 (julio-agosto de 2010), pp. 47-52.
2
Carta desde Toledo, 2 de noviembre de 1924. Fundación García Lorca.
3
Carta de Gómez de la Serna a García Lorca, 30 de junio [de 1928]. Citada por Ian
Gibson, Federico García Lorca. 1, De Fuente Vaqueros a Nueva York (1898-1929), Barcelona, Grijalbo,
1985, p. 549.
4
«Libros alemanes. Alfred Kerr: O’ Spanien!». La Gaceta Literaria, 2 (15 de enero de
1927), p. 4.
5
«Libros alemanes. Gertrud Richert: Barcelona». La Gaceta Literaria, 16 (15 de agosto
de 1927), p. 4.
6
«Libros alemanes. Kasimir Edschmid: Vascos, toros, árabes. Un libro sobre España y
Marruecos», La Gaceta Literaria, 18 (15 de septiembre de 1927), p. 4.
7
«Libros alemanes. Oskar Juergens: Spanische Staedte. Su desarrollo y formación
arquitectónica», La Gaceta Literaria, 26 (15 de enero de 1928), p. 4.
consiste en centrar cada obra sobre un tema abstracto, como el sacrificio, en el caso
de Die Bürger von Calais o lo grotesco en Der Zentaur14.
La buena acogida que estas «postales» tuvieron, hizo que Kahn fuera invitado
a colaborar en el semanario argentino Caras y caretas, popular revista ilustrada de
Buenos Aires15, donde publicó su artículo «Un escritor que odia los viajes», sobre el
8
«Libros alemanes. Franz Kafka: El castillo». La Gaceta Literaria, 17 (1 de septiembre de
1927), p. 4.
9
Véase R.M. Tenreiro, «Franz Kafka.- Der Prozess. Verlag Die Schmiede. -Berlín, 1925.-
Schloss. Kurt Wolff Verlag.- München, 1926», Revista de Occidente, 48 (junio de 1927), pp. 385-389.
10
«Un libro de Mann». La Gaceta Literaria, 30 (15 de marzo de 1928), p. 5.
11
«Libros alemanes. Joseph Ponten: El último viaje». La Gaceta Literaria, 10 (15 de mayo
de 1927), p. 4.
12
«Libros alemanes. Rudolf G. Binding: Instrucciones de montar para una amante». La Gaceta
Literaria, 11 (1 de junio de 1927), p. 4.
13
«Postales alemanas. Herman Hesse cumple cincuenta años». La Gaceta Literaria, 14 (15
de julio de 1927), p. 5.
14
«Postales alemanas. Georg Kaiser», La Gaceta Literaria, 19 (1 de octubre de 1927), p. 5
15
«Un escritor que odia los viajes», Caras y caretas, Buenos Aires, 1517 (29 de octubre de
1927), p. 44.
16
«El libro alemán contemporáneo». La Gaceta Literaria, 33 (1 de mayo de 1928), p. 2.
17
Este artículo de Kahn, que tan elogioso panorama dibujaba para la difusión de la cultura
alemana en España, fue reproducido en el anuario Das Deutsche Buch, 7 (1927), p. 12.
18
José-Carlos Mainer, «Notas sobre La Gaceta Literaria (1927-1932)». Anthropos, 84 (mayo
1988), p. 40.
19
Véase Willy Haas, Die literarische Welt. Erinnerungen, Múnich, Paul List Verlag, 1960,
pp. 162-198.
20
«Die literarische Situation in Spanien. Gespräch mit Giménez Caballero», Die literarische
Welt, (15 de junio de 1928), p. 1.
21
«Aus Spanien» Die literarische Welt, vii, 3 (16 de enero de 1931), p. 2.
22
«Aus Spanien». Die literarische Welt, vii, 27-28 (3 de julio de 1931), p. 2.
23
«Aus Spanien». Die literarische Welt, viii, 3 (15 de enero de 1932), p. 2. Las traducciones
son mías.
24
«Aus Spanien». Die literarische Welt, vii, 18 (1 de mayo de 1931), p. 2.
25
«Aus Spanien». Die literarische Welt, vii, 26 (26 de junio de 1931), p. 2.
26
«Aus Spanien». Die literarische Welt, viii, 38 (16 de septiembre de 1932), p. 8.
27
Haas, op. cit., p. 198.
28
Curiosamente, Wedderkop caería, como Giménez Caballero, bajo la fascinación de
Mussolini, a quien dedicaría una entrevista, por lo que los responsables de la casa editorial Ullstein,
propietaria de la revista, decidirían sustituirle por Victor Wittner al frente de la redacción.
29
Peter de Mendelssohn, Zeitungsstadt Berlin, Fráncfort del Meno, Ullstein, 1982, pp.
321-323.
30
Véase: Azorín, «Ein Hidalgo». Der Querschnitt, vi, 4 (abril 1926), pp. 276-277; Ricardo
Baeza, «Die Oliven von Majorka». Der Querschnitt, vi, 10 (octubre 1926), pp. 771-774; José Ortega
y Gasset, «Der Deutsche und der Spanier». Der Querschnitt, vi, 11 (noviembre 1926), pp. 844-849;
José Ortega y Gasset, «Hypertrophie der Wappen». Der Querschnitt, ix, 8 (agosto 1929), pp. 539-541;
Ramón Gómez de la Serna, «Schwindel». Der Querschnitt, ix, 11 (noviembre 1929), pp. 776-777;
Ramón Gómez de la Serna, «Greguerías». Der Querschnitt, x, 2 (febrero 1930), pp. 90-92; Ramón
Gómez de la Serna, «Greguerías». Der Querschnitt, x, 7 (julio 1930), pp. 436-437; Ramón Gómez
de la Serna, «Vor dem Goldfischglas». Der Querschnitt, xi, 6 (junio de 1931), p. 402.
31
Véase Der Querschnitt, vi, 4 (abril 1926),
32
«Spanischer Knigge», Der Querschnitt, xiii, 1 (enero 1933), p. 52.
33
«Libros. Felipe ii. Schneider, Reinhold. Philip ii oder Religion und Macht». Luz. Diario de
la República, 7 de mayo de 1932, p. 2.
34
«Libros. Godoy. Madol, Hans Roger. Godoy». Luz. Diario de la República, 2 de junio de
1932, p. 2.
De todas partes surgen libros sobre la guerra y de la guerra, malos y buenos. Acaba
de publicarse una novela de Erich Maria Remarque, que, si no nos engañan todas
las señas, será la novela clásica de la guerra europea para las generaciones futuras.
Como título lleva aquellas frases simples y estoicas que tantas veces se leyeron en
las notas oficiales: Im Westen nichts neues («En el Oeste, nada nuevo»), y tras las que
se ocultaban miseria, sufrimiento, martirio35.
35
«Actualidad literaria en el extranjero. Alemania». El Sol (10 de marzo de 1929), p. 2.
36
«Actualidad literaria en el extranjero. Alemania». El Sol (29 de diciembre de 1929), p. 3.
37
«Actualidad literaria en el extranjero. Alemania». El Sol (17 de agosto de 1930), p. 2.
38
«Actualidad literaria en el extranjero. Alemania». El Sol (7 de diciembre de 1930), p. 2.
39
«Libros. El Vaticano. Bernhart, Joseph. Der Vatikan als Thron der Welt». Luz. Diario de la
República, 7 de febrero de 1933, p. 2.
40
«El orbe católico. Malina, J.B. Orbis Catolicus». Luz, 5 de febrero de 1932, p. 2.
41
«Notas críticas. Historia. Fülöp-Miller, René. Macht und Geheimnis der Jesuiten». El Sol
(24 de enero de 1930) p. 2.
42
«Libros. El comunismo a vista de pájaro. Rosenberg, Arthur. Geschichte des Bolschewismus.
Koerber, Lili. Eine Frau erlebt den roten Alltag». Luz. Diario de la República, 16 de diciembre de 1932, p. 2.
43
«Teología comunista. Kohn, Hans. Der Nationalismus in der Sowjetunion». Luz. Diario de
la República, 17 de marzo de 1933, p. 2.
44
«Revista de libros. Viajes. Goldschmidt, Alfons. Die dritte Eroberung Amerikas». El Sol
(26 de abril de 1930) p. 2.
45
«Libros. El hombre más rico del mundo. Winkler, John K. John D. Rockefeller». Luz. Diario
de la República, 16 de noviembre de 1932, p. 2.
46
«Libros. Cómo nacieron los U.S.A. Reinhardt, Walther. George Washington». Luz. Diario
de la República, 15 de octubre de 1932, p. 2.
47
«Revista de libros. Memorias. Herbert, Eulenberg. Heinrich Heine, Memoiren». El Sol, 16 de
agosto de 1929, p. 2. Años después, Kahn traduciría la biografía de Heine escrita por Max Brod (1945).
48
«La herencia de Kafka». Crisol, 16 de octubre de 1931, p. 2.
49
«Libros. La novela de la sangre. Waggerl, Karl Heinrich». Schweres Blut. Luz. Diario de la
República, 6 de mayo de 1932, p. 2.
50
«Crítica literaria. El asesinato de Rathenau. Von Salomon, Die Geächteten». Crisol, 1 de
octubre de 1931, p. 2.
de las infames hogueras nazis. Kahn destaca cómo Kesten ridiculiza, aunque con
amargura, a quienes se sienten imbuidos del «deber de salvar el mundo». Entre
otras obras de narradores exiliados, Kahn reseñaría poco después Paradiese des
Teufels de Balder Olden, igualmente exiliado nada más tomar los nazis el poder52.
Hacia finales de 1932, Máximo José Kahn, quien había mantenido hasta
entonces separadas sus identidades judía y alemana, comenzó a atreverse a mani-
festar sus intereses como judío en unas páginas en las que hasta ahora sólo había
ejercido como difusor de la cultura alemana. Así, al reseñar el primer volumen
de la magna obra del historiador Elias Auerbach, Wüste und gelobtes Land. Ges-
chichte Israels von den Anfängen bis zum Tod Salomons, llama la atención sobre
las aportaciones del pueblo judío a la civilización, pues «la historia primitiva del
pueblo de Israel interesa a todas las culturas por haber modelado esta tribu el
dios monoteísta de nuestra era, por haber inventado [...] el alfabeto y por haber
51
«Los últimos días de la vieja Alemania. Kesten, Hermann. Der Scharlatan». Luz. Diario
de la República, 24 de mayo de 1933, p. 9.
52
«Libros. Paraísos del diablo. Olden, Balder. Paradise des Teufels». Luz. Diario de la República,
28 de agosto de 1933, p. 10.
53
«Libros. La Biblia engarzada en la Historia. Auerbach, Elías. Wüste und gelobtes Land.
Geschichte Israels von den Anfängen bis zum Tod Salomons». Luz. Diario de la República, 9 de
diciembre de 1932, p. 2.
54
«Libros. Dos libros hebraicos. Kasten, Josef. Uriel da Costa. Feuchtwanger, Lion. Der
jüdische Krieg». Luz. Diario de la República, 28 de diciembre de 1932, p. 2.
55
«Libros. Historia universal del pueblo judío. Dubnow, Simon. Weltgeschichte des jüdischen
Volkes». Luz. Diario de la República, 20 de febrero de 1933, p. 2.
56
«El José faraónico y el masacre de los armenios». Diablo Mundo, 7 (9 de junio de 1934), p. 8.
57
Véase Antonio Rivero Taravillo, Luis Cernuda. Años españoles (1902-1938), Barcelona,
Tusquets, 2008, p. 321.
58
Según aparece reflejado en ABC, 26 de marzo de 1936, p. 33.
Miguel Á. Perdomo-Batista
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Resumen
En este trabajo tratamos de formular algunos principios que sirvan para orientar la actividad
historiográfica en el ámbito de la lingüística. Partiendo de un enfoque hermenéutico, propo-
nemos un marco metodológico que tiene como referencias el fenómeno de la intertextualidad
y el análisis del discurso.
Palabras clave: historiografía de la lingüística, filología, discurso, siglo xviii.
Abstract
In this work we try to establish some principles to guide historiographical activity in the field
of linguistics. Based on an hermeneutic approach, we propose a methodological framework
that has as references the phenomenon of intertextuality and discourse analysis.
Key Words: linguistic historiography, philology, discourse, 18th century.
Así pues, para Swiggers (2009: 70) la tarea del historiógrafo consiste «en
describir, interpretar y explicar (segmentos de) la historia de la lingüística». Y añade
después (p. 71) que en la naturaleza final del producto historiográfico influyen de
forma decisiva tres factores.
Como puede advertirse, Swiggers no hace una exposición crítica de los di-
ferentes tipos de historiografía que muestre las ventajas y limitaciones de cada uno,
ni señala los criterios sobre los que podría basarse tal crítica.
E.F.K. Koerner (2007: 17-24) ha distinguido cuatro formas de escribir la his-
toria de la lingüística según las distintas motivaciones de los historiadores. La primera
modalidad corresponde a lo que él denomina compendios, y consisten en llevar a cabo
una recapitulación de los avances de una escuela, una corriente o una época con la
convicción de que ya se ha alcanzado el objetivo deseado. Otra clase de historias de la
lingüística es la denominada propagandística, pues suponen un intento por parte de sus
autores de impugnar las doctrinas dominantes hasta el momento. En su empeño por
demostrar la superioridad de las nuevas ideas frente a los avances previos, reescriben la
historia mostrando que los planteamientos anteriores eran insuficientes o claramente
inadecuados. Se trata de historias propagandísticas cuando no sesgadas, caracterizadas
por la voluntad de mostrar una clara ruptura con el pasado. El tercer tipo lo conforman
[...] un cuarto tipo [...] esto es, el de presentar nuestro pasado lingüístico como una
parte integral de la propia disciplina y, al mismo tiempo, como una actividad fundada
sobre principios de investigación bien definidos que puedan rivalizar, en términos de
solidez del método y rigor de aplicación, con los de la propia lingüística. Este cuarto
tipo, ahora normalmente denominado «historiografía lingüística», o más propiamen-
te, la Historiografía de la Lingüística, exige que la Historia de la Lingüística no se
convierta en una mera ciencia auxiliar de la disciplina, sino que asuma una función
comparable a la de la historia de la ciencia para los científicos de la naturaleza.
1
El examen de la alternancia del protagonismo entre los centros de irradiación y las periferias
en el desarrollo de la historia de la lingüística ha sido aplicado por Hans-Josef Niederehe (2002) al
estudio de la lingüística española.
Al margen de la utilidad de estas categorías, estamos de acuerdo con Niederehe cuando afirma (ibíd.)
que «no hay lingüística unitaria ni un marco teórico homogéneo para estudiar todas las facetas y todos
los fenómenos que ofrece el lenguaje humano aunque algunos lo pretendan». Lo que existe, añadimos
2. EL ENFOQUE HERMENÉUTICO
DE LA HISTORIOGRAFÍA DE LA LINGÜÍSTICA
nosotros, es una historia de la lingüística que los comprende todos. De ahí la necesidad de la historia
de la lingüística para una comprensión global de la disciplina.
2
Las aportaciones de estas disciplinas a la historiografía de la lingüística han sido examinadas
más detenidamente por Koerner (1996).
bierto los procesos históricos mediante los cuales tal atribución ha sido efectuada.
El enfoque hermenéutico parece adecuado para este propósito, pues se parte de los
datos históricos de la realidad que se trata de comprender, pero, al mismo tiempo, y
a través de un proceso circular, se interpretan tales datos y se les da sentido. Como
puede suponerse, este enfoque hermenéutico tiene una dimensión textual y discursiva.
3
Respecto de las limitaciones del método seguido por algunos estructuralistas para historiar
las ideas sobre el lenguaje en el siglo xviii, puede verse también Miguel Á. Perdomo-Batista (2011a:
i, 35-40).
4
Un buen ejemplo podemos hallarlo en la compilación editada por Victoriano Gaviño
Rodríguez y Fernando Durán López (2010), que plantean un enfoque muy acertado de la filología
española del siglo xviii. En el ámbito de la historiografía de la lingüística, es la primera vez que advertimos
una investigación global de la filología dieciochesca con un criterio historiográfico comprensivo que
supere la descripción historicista, la confusión entre la historiografía de la lingüística y la historia de
las ideas, y la tendencia, de origen estructuralista, a identificar la historia de la disciplina en un período
determinado con la colección de los tópicos y los argumentos más comunes sobre el lenguaje en esa
misma etapa. Por el contrario, la obra trata de estudiar orgánicamente una serie de manifestaciones
que durante el siglo xviii estuvieron muy relacionadas.
5
En este contexto resulta inexcusable una referencia a la obra de Hans-Georg Gadamer
(1994-1997).
6
Parece oportuno recordar las palabras de Koerner (1996: 64): «Da la casualidad que creo
que algunas versiones históricas son más ciertas que otras; el empleo de datos históricos y la evidencia
textual para establecer que la interpretación particular de un documento tiene alguna validez no son
el resultado de una fantasía del historiador».
En efecto, si definimos el discurso como una «práctica social que implica una
relación dialéctica entre un evento discursivo particular y la situación, la institución
y la estructura social que lo configuran»7, se advierten enseguida las conexiones entre
hermenéutica y análisis del discurso. La relación dialéctica que se da entre discurso,
instituciones y prácticas sociales es similar a la que se da entre las partes y el todo en
el ámbito de la interpretación hermenéutica, pues «el discurso es socialmente cons-
titutivo» al tiempo que «está socialmente constituido». Podría decirse que el análisis
hermenéutico de las prácticas y significados sociales y de la historia del conocimiento
finalmente deviene análisis del discurso. Como podría decirse que el interés por el
estudio de la finalidad social de los usos lingüísticos convierten al análisis del discurso
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 125-140 132
en una hermenéutica del habla en sentido general. Una hermenéutica que estudia
la finalidad de la creación cultural del conocimiento. Naturalmente, el análisis del
discurso puede centrarse en las cuestiones más propiamente lingüísticas y comunica-
tivas o en los aspectos sociales e históricos de la creación del discurso8. La adopción
de esta perspectiva centrada en los aspectos sociales e históricos de la creación de los
discursos aproxima la historiografía de la lingüística a la historia cultural del cono-
cimiento, que estudia los procesos de creación, legitimación, institucionalización e
instrumentalización del conocimiento9.
7
Tomamos la definición de Helena Calsamiglia Blancafort y Amparo Tusón Valls
(1999: 15), que citan a Fairclough y Wodak.
8
En el trabajo de Perdomo-Batista (2011a), por ejemplo, los textos no se examinan desde
el punto de vista morfosintáctico o léxico-semántico, sino desde una perspectiva global que tiene en
cuenta el contenido, la base pragmática y las relaciones de interdiscursividad de los eventos discursivos.
Respecto de la filología dieciochesca, señala que las apologías del español y de las letras hispanas en los
textos y paratextos (prólogos y dedicatorias) de las obras filológicas a menudo tienen una dimensión
pragmática de valor epistemológico, es decir, sirven como justificación epistemológica de la propia obra;
y otro tanto sucede con el discurso sobre la decadencia de las letras o del idioma.
9
Si se quiere tener una idea general de la situación de los estudios sobre el discurso en España,
pueden consultarse las Actas del I Congreso Internacional de Análisis del Discurso en Casado Velarde y M.ª
Como se sabe, desde los años 70 del pasado siglo pueden distinguirse dos
tendencias en los estudios sobre el discurso: la escuela francesa de análisis del discurso
y lo que luego se conocería como análisis crítico del discurso. La primera, represen-
tada por Michel Pêcheux y Dominique Maingueneau entre otros, se interesa por
las relaciones sistemáticas de ciertas regularidades lingüísticas de los textos con las
prácticas sociales y los actores que los han producido, es decir, con sus condiciones
sociohistóricas de producción. Algunas de las aportaciones teóricas de esta corriente,
como el concepto de polifonía, la clasificación de las relaciones de intertextualidad,
el estudio de los géneros discursivos y el análisis léxico del discurso, por ejemplo,
pueden resultar muy útiles a la historiografía de la lingüística en el estudio de las
relaciones entre obras y autores y en el estudio de la historia de las ideas lingüísticas.
La otra tendencia, representada por Teun A. van Dijk, Ruth Wodak y otros, está más
interesada por el análisis de las relaciones de poder en una coyuntura determinada.
Ambas corrientes presentan diferencias teóricas y terminológicas, pero coinciden
en la definición del discurso como una relación entre una superficie textual y las
condiciones extralingüísticas que la hicieron posible.
Pues bien, en relación con el interés de la escuela francesa de análisis del
discurso por el análisis léxico de los textos, se han venido desarrollando en las últimas
décadas los estudios lexicométricos o de estadística textual. Estos estudios se apoyan
en las técnicas estadísticas desarrolladas por la Escuela Francesa de Análisis de Datos.
El Análisis Estadístico de Datos Textuales comprende diferentes procedimientos que
consisten en el recuento de las ocurrencias de las unidades verbales y la aplicación
Victoria Romero Gualda (2006). Pueden consultarse también la página web del Grupo de Análisis del
Discurso de la Universidad de Navarra (GRADUN), la del Grupo de Estudios del Discurso (GED) de
la Universidad Pompeu Fabra y la de Instituto de Lengua, Literatura y Antropología (ILLA) del CSIC.
10
Pincemin (2010) examina las relaciones de la textometría con la semántica interpretativa.
11
Para tener una idea del desarrollo de los estudios de textometría, puede consultarse la
página web de la revista Lexicometrica, en la que también puede hallarse un enlace a las actas de JADT
(Jornadas Internacionales de Análisis Estadístico de Datos Textuales).
En este sentido, el análisis del discurso puede ser un instrumento útil para la tarea
crítica y hermenéutica de la historiografía de la lingüística, y puede contribuir a esa
reflexión sobre los fines y los métodos que Habermas reclama para toda ciencia que
se considere crítica (cit. por Mario de la Fuente García, 2001-2002: 409).
Pero no es solo el análisis crítico epistémico el que afirma la necesidad de
reflexionar sobre la propia actividad académica y sobre las repercusiones sociales
de cualquier investigación (y, naturalmente, también la investigación lingüística).
En realidad, esta exigencia se halla presente en los diversos enfoques del análisis del
discurso, y está relacionada con la dimensión ética de la lingüística y la filología13.
12
Partiendo de las investigaciones de Hyland y Swales, Van Dijk (2010: 184-185) enumera
los rasgos que caracterizan las estrategias discursivas empleadas comúnmente en los artículos científicos.
13
Véase, por ejemplo, lo que afirma Van Dijk (2010: 179) sobre el análisis crítico del discurso:
«Esta clase de investigación se asienta sobre una ética explícita, fundada en última instancia sobre la
base de los derechos humanos universales y los criterios de legitimidad derivados de ella».
Para refutar a quienes acusan al análisis crítico del discurso de tendencioso (político), Van Dijk aduce que
toda actividad académica y científica es social y, por lo tanto, política; y que el análisis crítico del discurso
solo formula explícitamente su posición, al contrario de otros estudios del discurso pretendidamente
objetivos e implícitamente políticos. Citado por Mario de la Fuente García (2001-2002: 413).
14
Véase, por ejemplo, el trabajo de Susana Rodríguez Barcia (2010), en el que se examina la
pervivencia del «estereotipo panhispánico católico» en los diccionarios publicados por la Real Academia
entre 1770 y 1843. Puede consultarse también un artículo de Isabel Gómez Díez (2004), en el que la
autora examina cómo influyen ciertos movimientos e ideas de la Posmodernidad en las concepciones
y las formulaciones teóricas recientes de la lingüística.
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Calsamiglia Blancafort, Helena y Amparo Tusón Valls (1999): Las cosas del decir. Manual de
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15
Véanse, por ejemplo, los trabajos de Johannes Kabatek (2003 y 2004) o el informe
presentado por Margarita Borreguero et al., (2006) en el I Congreso Internacional de Análisis del
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Carmela Pérez-Salazar
GRISO. Universidad de Navarra
Resumen
Este trabajo revisa las características gramaticales y de contenido de las expresiones que con-
tienen una maldición halladas en el Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gonzalo
Correas, en contraste con los rasgos que la imprecación adopta en el discurso libre en el Siglo
de Oro. Refranes y fórmulas que trasmiten el deseo del mal conforman un corpus generoso y
heterogéneo; aun así, en el repertorio de Correas, excepcionalmente rico y fiel a la realidad oral
de su tiempo, es posible descubrir esquemas sintácticos constantes y contenidos recurrentes.
Palabras clave: español clásico, fraseología, refranes, maldición.
Abstract
This chapter analyzes the grammatical and content features of the cursing expressions
included in Gonzalo Correa’s Vocabulario de refranes y frases proverbiales, in contrast to the
characteristics adopted by non-phraseological cursing discourse in the Spanish Golden Age.
The proverbs and formulae which convey the desire of evil constitute an abundant and hete-
1. INTRODUCCIÓN
*
Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación Autoridad y poder en
el Siglo de Oro. Segunda fase. Programa Jerónimo de Ayanz. Gobierno de Navarra.
1
Véase Scandola (2006) para una revisión histórica de la terminología fraseológica en los
diccionarios de español. Sobre problemas terminológicos y conceptuales, ver Montoro del Arco
(2006: 31-33) y García-Page (2008: 16-20).
2
Para comprender el recorrido que ha realizado la investigación fraseológica durante este
tiempo, basta comparar las palabras introductorias de Corpas Pastor (1996) y Hernando Cuadrado
(2010). Hernando Cuadrado (2010: 12-36) destaca las aportaciones de Wotjak, Martínez Marín,
Ruiz Gurillo, Corpas Pastor y García-Page en el desarrollo de los estudios sobre fraseología española.
3
Presenta esta autora objetivos y pautas metodológicas indispensables para el estudio
diacrónico de las UFS. Años después, Vicente Llavata (2010: 34-35) se refiere también a la importancia
de esta perspectiva, y ofrece testimonios de su vitalidad actual.
4
Remito, para estas cuestiones, a Casares (1992 [1950]: 185-204), Ruiz Gurillo (1997:
45-48), Montoro del Arco (2006: 23-70), García-Page (2008: 15-81), Hernando Cuadrado
(2010: 18-26), y Manero (2011: 82-92).
5
Anscombre (2010: 18-20) y Manero (2011: 93-94) reclaman análisis lingüísticos para el
refrán. Bosque (1982) defiende y demuestra que las unidades de la «lengua literal» cotidiana se rigen
por su propio código gramatical.
6
Baste la mención de una obra de inminente publicación, Los poderes de la palabra. El insulto
en la cultura hispánica del Siglo de Oro [Pérez-Salazar, Tabernero y Usunáriz (eds.) 2013], en la
que se analiza el improperio en el período áureo desde las perspectivas histórica, literaria y lingüística.
3. EL VOCABULARIO DE CORREAS
7
Me referiré, exclusivamente, a la maldición en el sentido de ‘imprecación’ o ‘deseo explícito
del mal ajeno’, y no, por tanto, en los de ‘difamación’ o ‘injuria’. Véase Loureda (2003: 53-55, 63-65
y 93-97).
8
Además de Correas (Vocabulario), Hernán Núñez (Refranes o proverbios).
9
Los elementos del discurso repetido son, según Coseriu (1991: 115), supervivientes de
la diacronía en la sincronía.
10
Cantera y Sevilla (2005: 37-40); Hernando Cuadrado (2010: 55-58).
11
Sería imposible mencionar todos los trabajos que analizan la presencia de refranes en la
literatura del Siglo de Oro. Cito solo algunos sin ánimo de exhaustividad —Gates (1947), Morreale
(1957), García Yebra (1997), González Martín (1997), Quilis (2006)— y remito a Sevilla y
Cantera (2002: 79-127).
12
Prólogo, en Colombi, (1989: ix).
(Vocabulario: xi). Aun así, las expresiones relacionadas con la maldición se pueden
reducir a dos tipos esenciales: refranes que contienen el deseo de un mal y fórmulas
optativas que no constituyen refranes16.
Valga recordar que el Vocabulario de Correas, «tesoro de sabiduría popular»
según el prologuista de la edición académica, Miguel Mir, dista de ser una mera com-
pilación17: el autor da cuenta de variantes, o explica el significado de las secuencias
que registra, descubre la motivación, o incluso informa de cuestiones gramaticales
(en adelante, señalo en cursiva los comentarios de Correas):
13
Véase Tabernero (2006: 1741-1743) sobre la atención que ha recibido el Vocabulario y
sobre la asistematicidad que caracteriza este repertorio.
14
En Correas, Vocabulario: xi, Jammes repara en esta heterogeneidad y en el respeto del
autor a la realidad oral.
15
Utilizaré indistintamente los términos paremia y refrán, como hace Combet (1996). Sobre
términos y conceptos paremiológicos, véanse Colombi (1989: 4-7), Corpas Pastor (1996: 132-169),
Anscombre (1997: 44-52 y 2007: 18-32), Hernando Cuadrado (2010: 25), y Manero (2011: 82-95).
16
Cito los testimonios del Vocabulario por la edición de Combet.
17
Vocabulario: xiii (cito por la edición de Combet). Véase Tabernero (2006: 1747-1749)
para la información enciclopédica que aporta Correas en su obra.
18
A los orígenes culto y popular atribuidos, respectivamente, a proverbio y refrán se refieren
Anscombre (1997: 44) y Hernando Cuadrado (2010: 40:42).
19
Casares (1992 [1950]: 192-194), Zuluaga (1980: 200-203), Lázaro (1980: 219-226),
Corpas Pastor (1996: 148), García Yebra (1997: 14), Anscombre (1997: 45-53).
20
Una revisión rigurosa en Manero (2011: §II).
21
Según he podido comprobar, la mayor parte de los refranes registrados por Correas se
encuentran también en los Refranes y Proverbios en romance de Hernán Núñez.
Si bien, ocasionalmente, hay refranes para maldecir en los que solo intervie-
nen elementos nominales, y que por tanto, en ausencia de un verbo en subjuntivo y
de otros recursos modalizadores, no manifiestan gramaticalmente el valor desiderativo:
(10) Mal hubiese la falda / de mi sombrero / que me quita la vista / de quien bien
quiero,
(11) ¡Oh, mal haya la falda de mi sobrero, que me quita la vista de quien bien quiero!
22
Correas anota, para ambos, su empleo como maldiciones.
23
Así pues, los refranes que contienen una maldición no se ajustan a la tendencia nominal
de otros refranes, que anotan Lázaro (1980: 231-232) y García Yebra (1997: 15).
24
Son las palabras que pronunció el Cid cuando fracasó en su persecución de Bellido Dolfos.
Esta frase, señala Horozco, quedó «por proverbio y aun para aviso que ninguno pudiendo cabalgue
sin espuelas» (Proverbios: 37).
25
Congosto Martín (2006: 597-606), Pérez-Salazar (2013: 224-226). No obstante, es
más frecuente la maldición sin partículas.
(12) Mal haya el amigo que lo fue del padre y no lo es del hijo
(13) Mal haya el ave que en su nido no cabe
(14) Maldito sea el hombre que fía en el hombre
26
Además, es posible observar en ocasiones la alternancia de una y otra como variantes.
Así sucede, por ejemplo, con Mal haya la espina que de suyo no espina, pica y aguija, que en Núñez es
Maldita sea la espina...
27
Sobre aspectos sintácticos del refrán, véanse Colombi (1989: 26-35), Lázaro (1980:
227-232), Anscombre (2007) y Hernando Cuadrado (2010: §4).
28
En la edición de Combet el refrán concluye con la expresión «en tal compañón». Sin
embargo, en nota 36 —señala el editor— Correas subraya «en tal kompañon», así que parece texto
dudoso. En Núñez (Refranes o Proverbios), solamente aparece «Maldición, y pulgón, y potra, y sauañon».
pero son más frecuentes las oraciones complejas (cfr. supra sobre la subordinación
adjetiva):
Los sujetos que se proponen como agentes del mal, Dios o el diablo, varían
su posición; pero solo Dios ocupa el comienzo absoluto (como en 39 y 40, pero
obsérvese también 37):
29
Canellada (Canellada y Pallarés 2001: 431) se refiere a la anteposición del elemento
más importante en los refranes.
pero otras veces adquiere una representación expresiva. Algunos nombres propios
o comunes, a menudo realzados con recursos como los apreciativos o el morfema
de género (56), y escogidos para rimar, se especializan en esta función: Aguedita,
Mariquita, Olalla, Sansón, monacillo, molinillo, ovejita, ave o pájara se emplean (casi
siempre como vocativos31) para referirse a un individuo cualquiera, presente o ausente:
(57) Ni más fea ni peor tocada, ansí se te vuelvan las pulgas en la cama
(58) Ansí andes en vano, como abrigo en verano
30
Uno de los rasgos que Lázaro (1980: 230-231) señala entre las peculiaridades sintácticas
de los refranes. También Manero (2011: 105).
31
Las denominaciones expresivas abundan en los refranes. A la presencia de nombres
propios para la rima se refiere Lázaro (1980: 226-227). En algunos casos, como en el de Sansón, el
nombre aporta además valor evocador. Véase Martín Valbuena (2008-2009) sobre el vocativo en el
Vocabulario de Correas.
32
Igualmente sucede en el discurso libre: Pérez-Salazar (2013: 216-218).
(59) Mal haya el vientre que del bien recibido no le viene miente
(60) Mal haya el vientre que del pan comido no se le viene miente
(61) Mal haya vientre que del bien hecho no le viene miente
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 141-158 150
33
Véase Manero (2011: 114-116) para una reflexión sobre la agudeza, la gravedad y la
moralidad de los refranes.
34
No se trata, sin embargo, de argumentos razonados y desarrollados, sino de justificaciones
del deseo del mal, que adoptan una estructura de sintagma nominal («ovejita de Dios»), o, más
frecuentemente, una proposición de relativo especificativa con que («que tanto responde», «que del
bien recibido no le viene miente») o una proposición de relativo introducida por quien («A quien me
engaña una vez»).
35
Si bien Correas presenta una lectura literal de este refrán: «maldición al que aborrece los
peces», parece posible interpretar que maldice metafóricamente a los malhablados. En Cantera y Gomis
(2007: s.v. boca) mala boca se interpreta como ‘persona que habla mal de los demás’.
(90) Haga quien hiciere, calle quien lo viere, y mal haya quien lo dijere
(91) No fies de los hombres, niña; ¡mal haya quien dellos fía!.
(92) Ansí medre mi suegro, como la cama tras el fuego;
refranes en los que el destinatario del mal (o la actitud que reproduce) se expresa
metafórica o metonímicamente:
36
En la edición digital de Zafra (Correas 2000) se explica la metáfora de la barca para
referirse a la madre.
tanto, la extensa nómina de secuencias descorteses que incluyen una maldición de las
que dispone el Siglo de Oro, y que encuentran lugar en las páginas del Vocabulario.
La mayoría conserva su valor original, pero algunas han visto atenuado el contenido
optativo, o incluso la malignidad38, y han llegado a manifestar ironía, sorpresa o
complicidad39.
A falta de contexto que permita, en este análisis, apreciar los valores y mati-
ces que pueden transmitir, Correas aporta, también para estas secuencias, amplia y
precisa información pragmática (incluyo en los testimonios todos los comentarios)40.
Así, determina las circunstancias de la enunciación:
37
Corpas Pastor (1996: 170-75), Hernando Cuadrado (2010: 23).
38
Corpas Pastor (1996: 182) lo describe como «oscurecimiento diacrónico de su significado
denotativo primario».
39
Véase Bosque (1982: 144-154) sobre la necesidad del nivel pragmático para la interpre-
tación de las expresiones fijas.
40
Las fuentes literarias muestran con claridad la especialización de ciertas secuencias, que
pueden manifestar indignación, lamento o sorpresa Pérez-Salazar (2013: 212-215).
(3) El toro se lo rompa. Dícenlo por donaire a uno que sale con vestido nuevo. «El toro
te la rompa»: la capa.
(4) Mejor te cuelguen. Al que sospechan no dice verdad.
(5) Fuego de San Marzal. Maldición, Más de ordinario a bestias y brutos,
o se refiere al valor exacto de ciertas fórmulas, de manera que llega a establecer, por
ejemplo, una jerarquía de maldiciones (cfr. infra): airada, corregida, leve, sin rancor
o entera, de valor irónico o de donaire.
También señala posibles variantes léxicas o gramaticales:
(7) Y quién más le quiere que yo. Añádese esto a maldición: «Quemado él sea, y quien
más le quiere que yo». «Maldito tú seas, y quién más te quiere que yo».
41
Sobre frecuencia y distribución textual de partículas desiderativas en textos de los siglos
xvi y xvii, véase Congosto Martín (2006: 597-606).
(15) Eso le venga. Eso me venga. Eso os venga, eso te venga. Dícese a bueno y a mal fin.
(16) Tal sea su salud. Es maldición que se desea suceda al que lo hace.
(17) Tal nos viniera. Tal me venga. Cuando es cosa buena o cosa mala: «Tal te venga»
también es pulla.
(18) Tal te acontezca. Cuando es cosa de pulla. «Tal me acontezca»: en cosas buenas.
(19) Tal te veas. Es pulla: que te veas como una preñada, o semejante cosa.
(20) Tal te venga. Cuando la cosa es mala; o pulla.
(21) Tal te venga. A cosa mala, como ser preñada. A vec[es], en bien.
42
Interpreto que como partícula indicadora de optatividad; así pues, se ha producido prolepsis
del sustantivo landre. La anteposición del elemento más representativo de la maldición respecto de la
partícula es frecuente en las imprecaciones, según he podido constatar.
(37) Ansí las tenga v.m. como Catalina de León. Dándose las buenas pascuas, o
noches, se responde a esto con gracia maliciosa, torciendo el sentido de «las» en narices,
como Catalina de León [...].
(38) No vea yo luz a la hora de mi muerte. Con esto algunos afirman su verdad, y
con estótro: «No vea yo esta luz, si no es como digo».
(39) Que me maten si no fue así. Afirmando algo.
(40) Que me corten la cabeza. Que me corten las orejas. Cuando uno afirma o
5. FINAL
43
En la comedia celestinesca, el tratamiento de vos se encuentra en las ofensas verbales. Ver
Herrero (2007: 352).
44
La literatura del Siglo de Oro ofrece abundantes testimonios de este recurso (Pérez-
Salazar 2013: 214-215).
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45
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Resumen
El artículo analiza las relaciones que la poesía y la filosofía mantienen en dos poetas, en un
principio disímiles, como son Wallace Stevens y Antonio Colinas. En sus ensayos Wallace
Stevens afirma que la poesía es siempre superior a la filosofía, aunque para él la llamada poesía
suprema es aquella que contiene un pensamiento filosófico. Para Stevens, la filosofía busca
la verdad a través de la razón mientras que la poesía lo hace mediante la imaginación. Son
dos caras de una misma realidad. La razón se expresa mediante proposiciones mientras que la
imaginación medita. Por su parte, Antonio Colinas estudia las relaciones entre pensamiento
y poesía. Para Colinas filosofía y poesía participan del desvelamiento del misterio. El poeta es
aquel encargado de interpretar esa segunda realidad. Entiende que existe una incompatibili-
dad entre razón y poesía, pero no entre poesía y reflexión. Ese interés por la reflexión le lleva
a adentrarse en tres ámbitos: la mística, el Romanticismo y la filosofía de María Zambrano.
Para Colinas la poesía es un método de conocimiento.
Palabras clave: Wallace Stevens, Antonio Colinas, poesía, filosofía.
Abstract
Wallace Stevens y Antonio Colinas son dos autores cuyas obras, en un princi-
pio, parece que no compartan nada. El norteamericano vivió y escribió en la primera
mitad del siglo xx, siendo parte importante del movimiento llamado Modernism en
los dos términos que ha tenido lugar en la tradición literaria española en los siglos
xix y xx pues dicho análisis ayudará a entender el sentido profundo que la relación
adquiere para Colinas.
La importancia que la filosofía tiene en sus respectivas obras queda aclarada
en algunas cartas que escribieron. Stevens afirma en una que envió a Bernard Her-
ingman en 1949: «I have never studied systematic philosophy and should be bored
to death at the mere thought of doing so» (Stevens 1966: 636). Unos años antes,
en 1945, sin embargo, había escrito a Julio Rodríguez Feo: «A world of creation is
one of the areas, and only one, of the world of thought and there is no passion like
the passion of thinking which grows stronger as one grows older» (Stevens 1966:
513). A ello debe añadirse lo que Ragg afirma certeramente: «What Stevens made
of philosophy is most noticeable in his expression of an abstract vocabulary, albeit a
rhetoric essentially jettisoned in his late career as the poet absorbed the consequences
of abstraction» (3). Stevens reflexiona sobre el hecho filosófico y el literario, pero
además se esfuerza por crear un vocabulario poético de raigambre filosófica con el
* Este artículo forma parte del proyecto de investigación «El lenguaje de las vanguardias:
una nueva identidad poético-visual» (SA 012A10-1) financiado por la Junta de Castilla y León.
del poeta: los filósofos poéticos y los poetas filosóficos (Stevens 1997: 677).
Stevens termina el ensayo con una reflexión sobre el poeta y la imaginación.
Es una suerte de esbozo de ensayo sobre el recorrido de su poesía. En dicho repaso
hará aquello que le indique la imaginación. No le queda otro remedio si desea con-
tinuar como poeta, pues la poesía es la imaginación de la vida (Stevens 1997: 684).
Una vez más Stevens une vida y poesía, y una vez más muestra un aliento cercano
al determinismo poético. El poeta lo es porque no le queda otra opción. Vive en
la imaginación, y la imaginación de la vida reina sobre él y sobre los lectores. La
diferencia entre estos y él la encontramos en su deseo de ser poeta y de ofrecerse a
la hija del Minotauro, y no en la intensidad de la experiencia (Stevens 1997: 685).
A esto hay que añadir, como señala Ragg, que no hay descanso para quien entra
en el laberinto de lo irreal («the labyrinth of the ‘unreal’»), que es, por cierto, la
imaginación de la vida. El poeta del que habla en el ensayo representa la identidad
elusiva de la imaginación (Ragg 2010: 128). Acaba, pues, Stevens con un regreso a
los mitos griegos y a una religión pagana que se entendía a principio del siglo xx, y
también ahora, como un hecho cultural que proporcionaba una cobertura trascen-
dental sustituta de cualquier religión verdadera. Al mismo tiempo, el mito era un
modo filosófico anterior al descubrimiento del logos filosófico que lo reemplazó. Es
el modo anterior a Sócrates que Nietzsche reivindica en su ensayo sobre la filosofía
griega, El nacimiento de la tragedia.
metafísica en poesía que ha atravesado el siglo xx (Blasco 2003: 22). Como se puede
observar, en la propia poesía española del siglo xx Colinas pudo encontrar modelos
que le animaran a pensar las relaciones entre filosofía y poesía.
Colinas entiende la palabra poética como un hecho de cultura en el sentido
antropológico. Es una necesidad humana y no algo que surge como adorno. Hay
que entender que la palabra poética esencial es aquella tal y como se concibió en un
principio, y que, por tanto, puede adoptar formas muy diferentes, sobre las cuales
nada dice el poeta leonés. Este se limita simplemente a distinguir entre pensamien-
to, o acto debido al hombre, y palabra poética, o acto debido a los dioses (Colinas
2008: 20). Enseguida añade que tal división es falaz pues las relaciones entre poesía
y pensamiento son múltiples y a veces difíciles de percibir. Una de las más impor-
tantes es la que tiene lugar con el concurso de la armonía (Colinas 2008: 20-21).
Tal concepto lo entiende como aquel estado que la lucha de contrarios engendra.
Resulta curioso que utilice ese vocablo y no otro cuando a continuación afirma la
superioridad de la poesía sobre la razón, y la ruptura del pensamiento racional que
la poesía efectúa al elegir vías irracionales o asistemáticas. En realidad rechaza la
razón que no deja espacio para nada más. Entiende que existe una incompatibilidad
entre razón y poesía, pero no entre poesía y reflexión (Colinas 2008: 21). Esto es
muy interesante porque aquí plantea Colinas el campo del ensayo. No le interesa la
filosofía como exposición sistemática de unas ideas o saberes, sino que su campo de
Esta apuesta de María Zambrano por lo que está, según sus palabras, más allá, es lo
que verdaderamente sustenta su razón poética. Este calificativo — poética — ya nos
lleva directamente no sólo a la admiración y a la fidelidad que esta autora sintió hacia
la poesía y hacia los poetas, sino también a reconocer que, para ella, la poesía es una
forma esencial de conocimiento y valoración de la realidad (Colinas 2008: 316).
ensayos, cambian filosofía por pensamiento, a veces por razón, y añaden el de imagi-
nación con una amplitud tan grande que abarca tanto las creaciones filosóficas (en
un sentido no ortodoxo del término, como ya he señalado) como las poéticas. Hay
que resaltar, pues, el interés de ambos poetas por el pensamiento. Esta sutil distinción
entre filosofía y razón o pensamiento (thinking en palabras de Stevens) plantea el
problema de las relaciones entre filosofía y poesía en sus justos términos. Filosofía
en ambos casos quiere decir ánimo introspectivo y meditativo con el propósito de
escribir una poesía en la que el pensamiento desempeñe un papel fundamental sin
que por ello los rasgos propios de la escritura poética desaparezcan o tengan una
importancia menor. Los dos se declaran poetas en primer término. Los dos además
coinciden en acercar el pensamiento a lo visionario y hacer de él un pensamiento
inspirado, poético, alejado de la aridez expositiva de la filosofía. Este hunde una de
sus raíces de manera muy evidente en el Romanticismo (que es, por supuesto, el
Romanticismo tal y como se interpretó a inicios del siglo xx y en su segunda mitad)
y otra de ellas en el pensamiento oriental.
Alonso, Luis Miguel (1997): «La originalidad creadora de Antonio Colinas», en El viaje hacia el centro.
(La poesía de Antonio Colinas), Madrid: Calambur: 71-90.
—— (2000): Antonio Colinas, un clásico del siglo xx, León: Universidad de León.
Argullol, Rafael (1990a): El Héroe y el único, Barcelona: Destino.
—— (1990b): «Introducción. Una lectura del Zibaldone», en Giacomo Leopardi Zibaldone de pen-
samientos. Barcelona: Tusquets.
Bevis, William W. (1988): Mind of Winter. Wallace Stevens, Meditation, and Literature, Pittsburgh:
University of Pittsburgh Press.
Blasco, Javier (2003): «Unamuno, poeta metafísico», en Javier Blasco Pascual, Pilar Celma y Ramón
González (eds.), Miguel de Unamuno: poeta, Valladolid: Universidad de Valladolid: 117-158.
Carroll, Joseph (1987): Wallace Stevens’ Supreme Fiction: A New Romanticism, Baton Rouge: Lousiana
State University Press.
Ferdinando Guadalupi
Universidad de Trento
manera en el juego de Bajtin de la parodia de la alta cultura por la baja cultura, que
se transforma a su vez en alta cultura con otras percepciones, con otros propósitos.
Y era para mí —digamos— un desafío el escribir esto, y sabía que iba a ser muy mal
comprendido, especialmente en París. Cuando salió el libro, la redactora del mejor
semanario literario comentó el asunto a unos amigos míos y dijo exactamente: «Pour
qui se prend-il pour parler de Paris de cette façon?». Una reacción de indignación.
Yo creo que todo lo que aparece en el libro se ha ido convirtiendo en realidad. Es
un libro muy profético. Es decir, desde los atentados absurdos a la islamofobia, todo
se ha ido realizando. El cambio climático, todas las fantasías del personaje, se han
ido cumpliendo.
F.G.: Hemos hablado de Flaubert, entonces. Paisajes se abre con una cita de
Bouvard et Pecuchet para especificar, como ha usted subrayado en un ensayo contenido
en Contra las sagradas formas, la filiación flaubertiana de la novela. En aquel ensayo
especifica también que Flaubert, durante los últimos años de su vida, se dedicó tan
obstinadamente a esa novela que se identificó con sus propios protagonistas y sus
antojos. ¿Puede ser una explicación a la necesidad de retomar el viejo personaje de
Paisajes... para la escritura de El exiliado de aquí y allá? ¿Es un personaje al cual se
siente especialmente ligado? ¿Le ocurre como al último Flaubert, cuya biografía está
influenciada por sus personajes, o es más bien lo contrario?
J.G.: Bueno, yo soy un flaubertiano y tengo una gran admiración por Ma-
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 173-184 178
una noches y me encanta Sherezade, que dice siempre «se cuenta que...», «se dice
que...», pero luego hay una contradicción en lo que se dice, en lo que se cuenta. Es
el territorio de la duda. Yo no creo en el Corán ni en la Biblia ni en la Torah ni en
el Evangelio. Creo en las Mil y una noches, porque todo es dudoso. Y la novela no
está para dar respuestas sino para plantear preguntas al lector, para que el lector se
plantee nuevas preguntas. Todo el mundo da respuestas, todos los gobiernos, todos
los partidos. Todos los sistemas dan respuestas. La mayor parte falsas, pero en fin,
son respuestas. En cambio, hay que hacer preguntas.
F.G.: He considerado La saga de los Marx como el final lúdico de una vi-
cisitud compositiva planteada en Paisajes... En la novela, la autobiografía grotesca
parece mezclada con los hechos de un Karl Marx que tiene que enfrentarse con un
mundo postmarxista. ¿Es esta una especie de alegoría de la desilusión vivida por usted
mismo después de haber descubierto, desde hace mucho tiempo, que el realismo
social que aplicaba al arte las teorías marxistas y engelsianas ya no era suficiente para
describir la realidad? ¿O es más bien que el realismo, de cualquier tipo, ya no podía
ser utilizado para describir la realidad?
J.G.: Yo tuve una experiencia. Viajé por la Unión Soviética en los años se-
senta. Estuve dos veces invitado por la Unión de Escritores. Y allí me di cuenta de
una cosa: de que aquello no podía funcionar. Porque era una experiencia continua:
F.G.: Se reconoce una sutil diferencia entre la risa provocada por Don Quijote
y Sancho Panza, por Bouvard y Pecuchet, por los personajes de Rabelais, y la risa
del «monstruo»: no es una comicidad inocente, es una comicidad sin ilusiones. Hay
un estrecho vínculo con la actualidad y una realidad irónicamente extremada en las
perversiones sexuales, en la pedofilia sarcásticamente referida a Lewis Carroll, en la
revolución vista como postmarxismo y en la misantropía. A principios de siglo, era
todavía posible una experiencia como la del soldado S’veik, pero desde la segunda
posguerra hasta ahora la ironía se ha hecho cada vez más dura, feroz, satírica y des-
ilusionada. ¿Piensa que hay un punto sin retorno para la inocencia cervantesca y
rabelaisiana? ¿Hay más necesidad de inocencia o de sátira?
J.G.: Yo creo que en Paisajes... hay alguna condensación de toda la proble-
mática urbana y mundial que el personaje está viendo. ¿Quién hablaba en 1982 del
cambio climático? El personaje imagina ya que el nivel del mar ha subido, compra
unos terrenos y ve la agonía de sus vecinos sumergidos en el mar, etc. Es decir, hay
de todo. Me gusta mucho leer —soy muy curioso— anécdotas en los periódicos,
las pintadas de las paredes, etc. Todo me estimula la creatividad. La última vez que
estuve en México, fue una gozada para mí ver los alrededores del Zócalo, tan parecidos
a los de la plaza de Marrakech y al mismo tiempo con inscripciones como... Una
farmacia enorme que se llamaba «La Farmacia de Dios»: «Una farmacia enorme —yo
pensé—, ¡con el tiempo que lleva y la cantidad de medicamentos que necesita, pues,
REVISTA DE FILOLOGÍA, 31; 2013, PP. 173-184 182
una farmacia inmensa!» (risas). Y, por otra parte, alguien al otro lado había escrito en
la pared un pensamiento que decía: «Cada día que amanece, el número de idiotas
crece» risas). Me parecía bastante acertado.
F.G.: Como escritor de ficción y crítico, ¿tendría usted más confianza en las
aserciones sobre su poética de un autor-narrador o en los esfuerzos exegéticos autó-
nomos de un crítico? ¿Y cuáles son las posiciones del escritor a las cuales referirse,
las programáticas, las hechas con las obras en curso o las ex post?
J.G.: Siempre he dicho que el esfuerzo de la obra pertenece al autor y el
resultado a todo el mundo, con excepción del autor. Es decir, una obra debe hablar
por sí misma, obviamente si dice algo. Tuve una vez una experiencia en EEUU de
un cursillo bastante especializado sobre mi obra, y de vez en cuando daban inter-
pretaciones divergentes y me miraban a mí como para que yo diera razón a alguien.
¡Yo no tenía que hacerlo, esto no me corresponde a mí! Lo escrito estaba escrito
y cada uno podía leer. Lo que pasa es que las lecturas cambian, cambian según la
perspectiva. Proponía dar un curso, por ejemplo, sobre Cervantes, contratar a seis
profesores que hicieran cada uno un enfoque distinto. Proponía Cervantes, pero
podía proponer cualquier obra rica o cualquier novela moderna, por ejemplo La
Conciencia de Zeno, o Si una noche de invierno un viajero. Y que cada uno diera un
enfoque distinto: meramente lingüístico, pasar del adivinar el contexto a partir del
Adiós madrastra inmunda, España, país de siervos y señores. Adiós tricornios de charol,
adiós pueblo que los soporta. Quizás yo, tras el mar del estrecho, esconderme podré de tu
tirano, de sus ojos que todo lo escudriñan, de su oído que nada escucha en vano.
Xemáa El-Fna que estaba contando algo parecido pero haciendo una serie de gestos.
La gestualidad en la oralidad es importante, y quien lo captó muy bien también fue
Diderot. En Jacques el fatalista siempre el lector interviene. Interviene y dice: «¿Bueno,
y qué has hecho de la historia?». «¡No tengas prisa lector!», y al final no cuenta la
historia. Es decir, siempre el lector está interviniendo de una forma muy creativa en
la novela. Para mí la experiencia de la oralidad en la plaza fue muy importante. Ver
cómo un episodio del Libro de buen amor cobraba su sentido viendo y escuchando
a uno de los mejores cuentistas, que luego falleció, me ha hecho siempre tener un
interés enorme por las culturas antiguas. Recuerdo haber leído, en un ensayo sobre
los versos de Homero, que este era leído y adaptado al ritmo de la gente que lo es-
taba escuchando. Hay pasajes de mis novelas que están absolutamente escritos para
leerlos en voz alta, con un ritmo muy preciso, muy marcado. Esto lo encontramos
en Carlo Emilio Gadda, por ejemplo. No domino el italiano, pero intenté leer la
Via Merulana, que es una maravilla. Está muy bien traducido al español. Cuando
no entendía el texto en italiano recurría a la traducción española. Pero, claro, es un
poco difícil, no es lo mismo que leer una novela italiana «normal». Para mí Calvino,
Gadda y Svevo son los tres grandes italianos del pasado siglo.
Ángel Martínez Fernández, Epigrafés Poly- un capítulo de láminas (Pinakes, pp. 203-260)
rrinías, Athens: Hellenic Ministry of Culture y otro de mapas (Chartes, pp. 261-264). En el
and Tourism (Publications of the Archaiologikon apartado dedicado a las láminas se recogen 164
Deltion No. 103), 2012, 266 pp. ISBN: 978- figuras con fotografías en blanco y negro de una
960-386-028-0. gran calidad y con facsímiles y copias de un buen
número de las inscripciones estudiadas. De estas
Este libro ha sido editado por el Servicio de figuras, las siete primeras están dedicadas a la
Publicaciones del TAPA (Dimosieumata tou Ta- arqueología de la antigua ciudad de Polirrenia
meiou Archaiologikon Poron kai Apallotrioseon) (pp. 205-207), las nueve siguientes se refieren
del Ministerio de Cultura y Turismo de Grecia a textos de inscripciones griegas que aluden a
(Ypourgeio Politismou kai Tourismou tis Elladas) Polirrenia pero que no han sido encontradas
en su prestigiosa Colección de Anejos de Archaio- en el emplazamiento de la antigua ciudad (pp.
logikon Deltion Número 103 (Dimosieumata tou 207-212), y las 148 restantes corresponden a las
Archaiologikou Deltiou 103; ISSN: 1108-1244). inscripciones del corpus que son objeto de estudio
Como todas las publicaciones incluidas hasta en la presente obra (pp. 213-260).
1), se pone al lector en antecedentes sobre los cuyo estudio encuentro de lo más interesante.
principales problemas teóricos y metodológicos En este sentido me gustaría destacar los trabajos
que giran en torno a la literatura de viajes lato de Fernando Clara, a quien se le menciona en
sensu, se indican también algunos aspectos varias ocasiones a propósito de sus reflexiones
importantes sobre la orientación teórica que su sobre las dificultades de encontrar un encuadre
autor sigue en este libro y se explican los motivos teórico que aborde la gran diversidad de textos
que justifican la elección del tema, así como los que caracteriza la literatura de viajes. Este repaso
criterios de selección del corpus de análisis. El exhaustivo por las principales corrientes teóricas
autor fija como objeto de estudio el fenómeno le permite llegar a conclusiones interesantes
del viaje y sus múltiples formas de representación que repercuten en la metodología de su propio
en la RDA, que, de acuerdo con el profesor Ette, trabajo. Por un lado, y de acuerdo con la aproxi-
acomete desde un punto de vista transdiscipilinar maciones de tipo sociohistórico, representadas,
y policontextural. Entiende así la literatura de sobre todo, por los trabajos de Wolfgang Griep,
viajes como literatura en movimiento. Asimismo, el autor llega a la conclusión de que los múltiples
se propone rellenar la laguna existente en torno contextos extraliterarios influyen de forma deci-
al estudio de la producción y recepción de la siva en la producción y recepción de los propios
literatura de viajes en la RDA. Tras la introduc- textos de viajes (2010: 51). Por otra parte, ante
ción, en el capítulo segundo, se traza un excelente la diversidad y heterogeneidad del género de la
estado de la cuestión que ofrece un panorama literatura de viajes se hace precisa una concep-
actual sobre las principales corrientes teóricas y ción policéntrica, un modelo policontextural
metodológicas que se han acercado al estudio de que defiende y aplica en su trabajo. Para llevar a
la literatura de viajes, haciendo especial hincapié cabo este método es necesario analizar los puntos
en que dividió su corpus, esto es, al análisis de los las bibliotecas españolas intenten hacerse con un
textos de viajes sobre el mundo no socialista. En ejemplar para sus fondos, por lo menos, aquellas
este caso, por motivos metodológicos necesarios vinculadas a todas las universidades que cuentan
—a nuestro juicio—, el autor seleccionó textos con grupos de investigación en esta dirección.
de viajes sobre una misma región, en este caso,
París, y estudia las diferentes representaciones que Elia Hernández Socas
Buenos Aires en 1964 y que no se publicó hasta en el libro y ayudan a comprender mejor la vida
1996. La investigadora presenta una autocrítica y la obra de estos dos autores que con trabajos
que escribió el propio Valenzuela, hasta ahora tan rigurosos como este no caerán en el olvido.
inédita, y estudia la obra a través de los diálogos
de los personajes. Javier Rivero Grandoso
blas andaluzas y las portuguesas meridionales más del origen histórico o de las características sociales
próximas, centrándose en aspectos fonológicos. de la villa de Barrancos ni tampoco desliga esto de la
El barranqueño en comparación con el literatura oral y de la música popular, formas de ex-
«fronterizo» es el siguiente tema tratado en el vo- presión en la lengua propia de la localidad. El lector
lumen. Ambos constituyen casos de variedades de puede realizar diferentes acercamientos a esta obra,
contacto a través de las fronteras administrativas o bien desde la óptica de las lenguas en contacto, o
entre zonas hispanohablantes y lusófonas, una bien desde los estudios culturales.
en la Península Ibérica y la otra en América del Creemos que la labor investigadora de María
Sur. De este análisis la autora destaca «un aspecto Victoria Navas sobre Barrancos y el barranqueño
común a estas comunidades de frontera, que se —la mayoría publicada en diferentes artículos y
refiere a la actitud positiva, es decir, a la fidelidad compilada en este volumen— merece la atención,
que hacia la lengua y cultura de la que proceden no solo de todo aquel investigador que pretenda
manifiestan estas poblaciones» (p. 200). ocuparse de las variedades de contacto en la Pe-
Cambiando de registro, el capítulo cuarto nínsula Ibérica a ambos lados de la frontera admi-
está dedicado a la literatura oral y tradicional y a la nistrativa hispano-portuguesa, sino de cualquiera
música popular. Esta parte de la obra se ha elaborado otra persona que desee acercarse a una realidad
gracias al material recogido por la estudiosa en la social, lingüística y cultural relativamente cercana
propia localidad de Barrancos y a otras fuentes hasta pero desgraciadamente poco conocida, como
ahora inéditas. En primer lugar se analizan paremias tantas veces sucede con los asuntos relacionados
y refranes barranqueños, que dan cuenta de la situa- con nuestro vecino Portugal.
ción de contacto entre portugués y español, si bien
«preside una prosodia en la que domina una marca Diego Muñoz Carrobles
amor que siente por lo que ella misma llama la A lo largo de estos siete apartados, queda de
«fuerza creadora» de esa tierra oceánica. La volun- manifiesto una vez más que La isla y los demonios no
tad primera de rendir un homenaje a un espacio solo ha nacido como un ejercicio de conocimiento
real en el que se ha vivido, la Gran Canaria de del espacio insular, sino como un ejercicio de cono-
sus dieciséis años de residencia, se ve superada en cimiento de la condición humana sin más, como
La isla y los demonios por la irrevocable vocación un ejercicio de conocimiento de las limitaciones
narrativa de Carmen Laforet, por el esfuerzo que la moral colectiva dicta a la libertad personal
creador de la novelista que llevaba dentro, ese y como el hallazgo del sufrimiento de la doble o
afán por erguir personajes que todo narrador de triple orfandad padecida por Marta: huérfana de
verdad nunca puede evitar. padre, hija de una mujer enajenada y ausente y
La Marta Camino de La isla y los demonios hermanastra de un hombre que la ignora. Si la
está muy lejos de ser una mera excusa para cele- Andrea de Nada asiste en Barcelona y Madrid a la
brar una geografía (un territorio singular, unos revelación del derrumbe de una manera de vivir
mitos, unas leyendas; en el peor de los casos: tras la guerra padecida por toda una sociedad, la
una simple postal turística...) y termina por Marta de La isla y los demonios descubre en Gran
alcanzar el rango de una criatura con alma que Canaria los palos que la vida le atraviesa en la rueda
se enfrenta a un entorno familiar y extrafamiliar de su maduración personal, y, en el entretanto,
que van modelándola como un ser humano en solo apreciará ráfagas de los efectos colaterales de
el que el descreimiento en general y la poca fe en la contienda bélica de marras, con la llegada de
la conquista y el disfrute de la libertad personal algunos familiares rebotados de la Península y con
de la joven se imponen a la felicidad de la niña la marcha al frente de Sixto, uno de los muchachos
que ha dejado ya de serlo. Marta Camino es una deslumbrados por nuestra protagonista.
1. El documento se configurará con márgenes de 2’5 cm por los cuatro lados y con espaciado inter-
lineal sencillo.
2. Se utilizará como tipo de letra Times New Roman (12 puntos para el texto principal y 10 para
notas, citas destacadas y bibliografía). No se admite el uso de la negrita ni del subrayado. El
uso de la cursiva ha de limitarse a su mínima expresión dentro del texto: títulos de libros,
nombres de revistas o periódicos, obras de arte, palabras extranjeras o que quieran señalarse
de modo particular y para lo cual el empleo de la letra redonda entre comillas no bastase.
3. El artículo llevará: título centrado (en MAYÚSCULAS); debajo y también centrado, nombre del
autor del trabajo (en letra redonda); en la línea siguiente, y centrado, se pondrá la universidad
o institución a la que el autor pertenece (en letra redonda).
4. A continuación, separado por tres marcas de párrafo (retornos), se incluirá el Resumen en español
y las Palabras clave; y seguidamente el Abstract y Key Words.
5. Salvo en los casos en que se indica otra cosa, la alineación del texto deberá estar justificada y no se
utilizará la división de palabras con guiones.
6. Las notas se colocarán a pie de página con numeración correlativa e irán a espacio sencillo. Las llamadas
a notas han de ir siempre junto a la palabra, antes del signo de puntuación. Se recomienda que
sean solo aclaratorias y que se incluyan dentro del texto aquellas en las que se citen únicamente
el autor, año y página (Alvar 1996: 325).
7. Las citas intercaladas en el texto (inferiores a tres líneas) irán entre comillas bajas o españolas («...»),
sin cursiva. Las omisiones dentro de las citas se indicarán mediante tres puntos entre corchetes:
[...]. Si en una cita entrecomillada se deben utilizar otras comillas, se emplearán las altas (“...”).
8. Las citas superiores a tres líneas se sacarán fuera del texto, sin comillas, con sangría simple (1,27
cm), en letra de tamaño 10 pt.
9. Las ilustraciones (figuras, gráficos, esquemas, tablas, mapas, etc.) se incluirán en el documento
electrónico o en archivos separados (indicando claramente en el texto el lugar en el que
deben insertarse). Todas las ilustraciones deben enviarse en formato «jpg», «tiff» o «gif» con
calidad suficiente para su reproducción. Los autores de los trabajos serán los responsables de
obtener, en su caso, los correspondientes permisos de reproducción.
10. En las recensiones, el nombre del autor de la misma debe ir al final del trabajo, y al principio se
incluirán todos los datos de la obra reseñada. Ejemplo:
José Paulino Ayuso: Antología de la poesía española del Siglo xx, i, 1900-1939, Madrid:
Castalia, 1996, 450 pp. isbn 84-7039-738-9.
11. Si el texto está dividido en apartados, se utilizará MAYÚSCULA y centrado para el título principal,
y para los subapartados, alineados a la izquierda, lo siguiente: 1. versalita; 1.1. cursiva;
1.1.1. redonda.
12. Las referencias bibliográficas se colocarán al final del trabajo, separadas del texto por cuatro marcas
de párrafo (retornos), bajo el epígrafe BIBLIOGRAFÍA, dispuestas alfabéticamente por
autores y siguiendo este orden:
Deberán indicarse en primer lugar los apellidos (en versalita) y nombre (en letra redonda)
del autor (en el caso de obras firmadas por hasta tres autores, tras los apellidos y nombre del
primero se indicará nombre [en letra redonda] y apellidos [en versalita] de los otros; si la
obra está firmada por más de tres autores, los apellidos y nombre del primero estarán seguidos
de la expresión et al.). A continuación se señalará el año de publicación (entre paréntesis y con
la distinción a, b, c... en el caso de que un autor tenga más de una obra citada en el mismo
año). Seguidamente, se tendrá en cuenta lo siguiente: