Residencial San Felipe

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RESIDENCIAL SAN FELIPE

RESIDENCIAL SAN FELIPE


Enrique Ciriani

Es uno de los proyectos emblemáticos del siglo xx y permanece como


vanguardia, fue uno de los proyectos mas ambiciosos y mejor logrado de la
capital y también es uno de los mejores logrados y es un símbolo de la clase
media, ya a sus 50 años de su construcción.

"Ubicado en los terrenos del antiguo hipódromo, sobre un área rodeada de


amplios espacios verdes y de urbanizaciones en proceso de consolidación. El
conjunto, con un total de 1599 departamentos, se construyó en dos etapas: la
primera cerca de la intersección de dos importantes avenidas (Gregorio
Escobedo y Pershing). La planta, en forma de cruz griega está formada por tres
tipos de volúmenes que albergan unidades seriadas de dos pisos, vivienda
duplex en cuatro pisos con calle corredor y 4 torres de 18 [14 pisos] pisos
rodeando una gran plaza central. La segunda etapa, cerca a la avenida
Huiracocha, contiene torres y edificios dispersos así como una zona comercial
en el centro.
Entrevista de José Gabriel Chueca a Enrique Ciriani.
"Estudio en la UNI, cuando nacía la Facultad de Arquitectura. En ese momento,
la Agrupación Espacio introdujo la arquitectura moderna.
¿Cuál era la idea con San Felipe?
Era una competencia por la idea más avanzada. La idea era tener las cuatro
torres (la primera etapa) y, al final del terreno, otras cuatro y, entre ambas partes,
una gran armazón lineal que diseñó Osvaldo (Córdova). Cada sistema de cuatro
torres era una entrada a esta ciudad. Ahí están las tiendas, el lugar de reunión
(el Ágora). Hay alturas dobles y triples por todas partes y calles aéreas porque
era una puerta. Es increíble que, con 26 años, me hayan dejado. Cuando visito
San Felipe, se me pone la carne de gallina. Con toda la fama y prestigio que
tengo ahora en Europa, no me dejarían hacer algo así.
¿Por qué no se hizo la idea original?
Se pidió densificar el proyecto. Iba a ser un gran parque. Pero, incluso así, San
Felipe tiene 75% de área verde. En Lima nadie vive así. Ni los que tienen plata.
Excepto los que viven lejos o en ciertos lugares de Miraflores y San Isidro.
Es un lugar espectacular...
Y la gente lo siente así. Quizá no entienden por qué, pero es como si uno se
sintiera bien ahí. Por eso los chicos de ahora y los de antes iban a jugar. ¿Y por
qué pasa esto? Porque es un sitio constituido, es urbano. La gente no es tonta,
tiene un sentido urbano.
Antes quisieron hacer un supermercado que rompía la arquitectura de San
Felipe. Los vecinos lo evitaron. Ahora, el alcalde quiere cambiarlo...
El diseño está inscrito. No puede tocarlo ni el alcalde. Pero la permanencia de
una obra depende de sus habitantes; si no, el mundo de hoy se la traga.
Usted se reunió con los vecinos.
Les dije que me parece que el municipio quiere hacer cambios porque algunos
vecinos se quejan de los chicos jugando con patinetas. Yo digo que es mejor que
los chicos jueguen. Hace 15 años había muchas drogas. Estas cosas hay que
recordárselas a los vecinos. Una señora se me acercó y me dijo: “¿Usted hizo
esto? ¡Qué gusto! San Felipe y yo hemos pasado cuatro terremotos juntos”. Fue
lindísimo. Yo puedo explicar la arquitectura, pero los vecinos la sienten. Por eso
llevé a mis estudiantes, para que vieran que se pueden hacer propuestas de
calidad y que la gente las va a apreciar.

ANALISIS ARQUITECTONICO E HISTORIA

Importante conjunto de viviendas de alta, media y baja densidad, gestado desde


la Junta Nacional de la Vivienda y construido en el gobierno del Arq. Fernando
Belaunde Terry, entre 1964-1966. Además de sus cualidades urbanísticas y
arquitectónicas, es fundamental para el urbanismo peruano pues significó la
apuesta del gobierno hacia la edificación de barrios de media densidad versus
las tendencias de otros grupos de expandir la ciudad con suburbios de casas.

Fue el presidente Fernando Belaunde Terry en su primer gobierno (1963-1968),


en su intento por dar una salida al imparable crecimiento urbano que desde la
década de los cuarenta se había producido en Lima. La migración a la ciudad
había afectado no solo los problemas de vivienda, sino los de los servicios
básicos también. Es así que impulsó la creación de este conjunto habitacional,
el primero en contar con edificios altos.
La Residencial San Felipe se construyó entre 1964 y 1966, en los terrenos que
habían sido parte de la pista de carreras del hipódromo de Jesús María, este
funcionó desde diciembre de 1938 hasta diciembre de 1960.

Ubicada en el distrito de Jesús María (Av. Gregorio Escobedo, Av. Salaverry y


Av. Faustino Sanchez Carrión), esta obra se inicia en 1963 y esta compuesta
de 2 etapas: la primera etapa fue propuesta por Enrique Ciriani, con el
magnifico diseño de la megaforma con el ágora como tema central. La idea era
tener las cuatro torres y, al final del terreno otras cuatro y entre ambas partes,
una armazón lineal que diseño Oswaldo Cordova. La segunda etapa surge a
partir del replanteo del diseño original, esta etapa consta de los aportes de
Jorge Páez, Jorge Bernuy por un lado y de Nikita Smirnoff por el otro.

Cuando el Hipódromo de San Felipe se mudó al moderno local que el Jockey


Club venía construyendo en Monterrico, los terrenos desocupados en la
Avenida Salaverry no tuvieron la misma suerte de la que antes habían gozado
los que quedaron libres en su primer emplazamiento de Santa Beatriz. Esta
ubicación inicial del Hipódromo - visitada con frecuencia por el presidente
Leguía y escenario del asesinato de Sánchez Cerro cuando éste lo
abandonaba - una vez liberada de la función hípica dio origen al gran parque
que se llamó desde entonces Campo de Marte. San Felipe, en cambio, fue
visto como un atractivo negocio inmobiliario apto para grandes residencias
particulares. Corrían los últimos meses del segundo gobierno de Manuel Prado
cuando se proyectó la lotización, propuesta por el Instituto de la Vivienda,
institución promovida por Pedro Beltrán Espantoso.

Prado no terminó su período y el gobierno militar que lo depuso fundó en


1962 la Junta Nacional de la Vivienda fusionando el mencionado Instituto de
Beltrán con la vieja Corporación Nacional de la Vivienda, creada durante el
régimen de Bustamante y Rivero. Fue en la Junta donde, a pesar de que ya
tenía algunos lotes comprometidos para su venta, nació la idea de destinar los
terrenos de San Felipe a un conjunto residencial de alta densidad, idea que se
concretó en el gobierno de Belaunde Terry bajo el impulso del arquitecto
presidente.

Pero no toda el área que dejó el Hipódromo fue entregada a la Junta de la


Vivienda para el programa habitacional. De las 37 hectáreas disponibles cerca
de 10 fueron asignadas a las Fuerzas Armadas y 1 a la
Sociedad Central Japonesa. Las 26 hectáreas de lo que sería después la
Residencial San Felipe y las 10 de los militares, quedaron separadas por una
calle, inacabada hasta ahora en el frente correspondiente a la Marina, que
cortó en dos el gran predio, en tanto el lote para la colonia japonesa quedó
incorporado en el conjunto habitacional.La Residencial es una isla de paz en el
distrito de Jesús María. A cuarenta años de su construcción, enclavada en una
ciudad congestionada, bulliciosa y cada vez más conflictiva, se valora cada vez
más la decisión de entonces, que permite a l600 familias de la clase media,
distribuidas en 33 edificios, gozar de una alta calidad de vida no solo habitando
una vivienda digna, sino también disfrutando de los servicios indispensables
que la complementan, de áreas verdes arboladas y generosas que la acercan a
la naturaleza y, libre de tránsito vehicular interno, sin padecer ruido cercano ni
atmósfera contaminante inmediata.
Tiene una influencia marcada del movimiento moderno, también aportes del
brutalismo británico. La propuesta de la primera etapa fue: tener un conjunto de
viviendas organizada a partir de un espacio central, más conocido como el
ágora, espacio de forma cuadrada encerrado por un anillo peatonal en el
segundo nivel que conforma una zona comercial, por cuatro torres de vivienda
de catorce pisos y por cuatro bloques de viviendas de cuatro pisos dispuestos
en duplex superpuestos.
La concepción arquitectónica implicaba en cada departamento un volado de
tres metros en sus dos frentes, a partir de una fuerte estructura interior de
placas gruesas de concreto en forma de H, solución que facilitó una expresión
de fachada con ventanas corridas sin interrupción, entre bandas de concreto
visto, al tiempo de producir una sensación notable de ligereza.
La belleza de las torres, apoyadas cada una en su hall de doble altura, ha
resistido exitosamente al tiempo, en cambio los volúmenes bajos han sufrido
algunas alteraciones sobre todo en el color, mientras los espacios comerciales
del Ágora han fracasado por su ubicación poco visible, fuera de las
circulaciones generales.
Las Gentes de San Felipe
Que el medio influye en el comportamiento de las personas es un hecho que
todos aceptan pero que en la Residencial San Felipe cobra una vigencia
militante. En contraste con el vecino San Isidro, en donde “no se permite
locales comerciales” como rezaba un cartel que negaba sitio a un nido infantil,
los habitantes de la Residencial conviven democráticamente con bodegas o
peluquerías, florerías o restaurantes, librerías o farmacias, gozando además,
de sus útiles servicios.
Sus vecinos, en general, no solo son conscientes de los valores cívicos y
ambientales de su barrio, sino que están dispuestos a no perderlos. La
arquitectura ha contribuido además a crear un sentimiento de solidaridad que
se manifiesta en los momentos en que esta se requiere. En efecto, cuando
hace unos años se pretendió construir un edificio más en uno de los jardines, la
reacción inmediata de los vecinos evitó que se disminuyese un área verde.
Hace pocas semanas un comité de defensa ha impedido se concrete la
concesión de una importante área que la municipalidad había acordado a favor
de una importante firma de supermercados. Es que los residentes y
propietarios están identificados con su lugar como ámbito de vida tranquila y
digna y no están dispuestos a permitir su degradación.
El elogio de una joya arquitectónica y urbanística, testimonio cultural del siglo
XX, que requiere ser puesta en valor y merece la calificación de patrimonio
nacional, entraña también, necesariamente, un elogio a los valores cívicos de
sus vecinos.

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