Wilkie Collins - Una Cama Terriblemente Extraña

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UNA CAMA TERRIBLEMENTE -lamentablemente de sus respectivas

EXTRAÑA clases sociales.


Habíamos ido a ver gente sin
De Wilkie Collins escrúpulos, pero aquellos hombres eran
algo peor. Todo canalla tiene su aspecto
Poco después de finalizar mis estudios cómico más o menos apreciable; sin
en la universidad, me encontraba pasando embargo, allí no había más que tra-
unos días en París con un amigo inglés. gedia, una muda y extraña tragedia. El
Por aquel entonces, los dos éramos silencio de la habitación era
jóvenes y me temo que llevábamos una sobrecogedor: el joven delgado y
vida más bien desordenada en la ojeroso de pelo largo, cuyos ojos
encantadora ciudad que nos acogía. hundidos observaban con vehemencia'
Una noche, estábamos dando vueltas el descubrir de las cartas, no hablaba
por el barrio del Palais Royal, sin nunca; el jugador fofo con cara re-
decidirnos por cuál sería la siguiente gordeta y llena de granos, que
diversión a la que podríamos entre- comprobaba el juego de sus cartas con
garnos. Mi amigo propuso una visita a perseverancia para averiguar con qué
Frascati, pero su sugerencia no fue de frecuencia ganaba el negro o el rojo, no
mi agrado; me conocía Frascati al abría la boca; el viejo sucio y con arrugas,
dedillo. Allí había perdido y ganado de ojos de rapaz y con el gabán
muchas monedas de cinco francos por zurcido, que había perdido ya lo último
mero entretenimiento, hasta que dejó de que le quedaba y seguía mirando el
divertirme, y de hecho acabé hartándome juego desesperadamente, pese a que ya
de toda la espantosa respetabilidad no podía apostar más, no abría la
propia de esa anomalía social que es una boca. Incluso la voz del crupier"
casa de juego respetable. sonaba como si el ambiente de la
- ¡Por Dios! -le dije a mi amigo-, habitación la hubiese apagado y
vamos a algún lugar donde podamos ver espesado de modo extraño. Había ido a
algo del auténtico juego, el que se aquel lugar a reírme, pero el espectáculo
juega sin escrúpulos y por necesidad, sin que tenía ante mí era para llorar.
nada de ese falso relumbrón' que hay por Pronto advertí que necesitaba
todo Frascati. Olvidémonos del popular refugiarme en algo emocionante para
Frascati y vamos a un lugar donde no huir del desánimo que rápidamente se
pongan impedimentos a alguien que estaba apoderando de mí. Desa-
no lleve abrigo o vista uno lleno de fortunadamente, busqué la emoción más
remiendos. próxima acercándome a la mesa, y
- Muy bien -contestó mi amigo-, empecé a jugar. Más desafortunado aún
pero no hace falta salir del Palais Royal fue que ganara -tal como luego se
para encontrar el tipo de compañía que demostraría- prodigiosamente, de
deseas. Tenemos ese lugar justo en frente forma increíble, a tal ritmo que los
de nosotros; según todas las referencias, restantes jugadores de la mesa se
un garito de mucho cuidado. agruparon a mi alrededor, y, mirando
Poco después llegamos a la puerta y fijamente mis apuestas, con ojos de
entramos en la casa. Subimos hasta el ansiedad y superstición, se susurraron
final de la escalera y, después de haber unos a otros que el inglés iba a hacer
dejado nuestros sombreros y bastones al saltar la bancas.
portero, nos hicieron pasar a la sala El juego en cuestión era el rojo y
principal de juego. No encontramos negro. Lo había jugado en cada una de
mucha gente, pero, aunque fueron pocos las ciudades de Europa que visité, sin
los que alzaron la mirada al vernos entrar, preocuparme nunca por analizar la
todos ellos eran representantes auténticos teoría de las probabilidades (¡la piedra

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filosofal de todos los jugadores!). Por de la mesa (incluso el imperturbable
otra parte, no puede decirse que yo crupier golpeó su rastrillo contra el
fuera un auténtico jugador. Estaba libre suelo, enfurecido por lo inverosímil de
de la corrosiva pasión por el juego. mi suerte). Pero había uno de los
Jugaba simplemente por pasar el rato. presentes que conservaba la calma: mi
Jamás recurrí a él por necesidad porque amigo. Se me acercó y, susurrándome en
nunca he sabido lo que es no tener inglés, me rogó que me considerara
dinero. En ninguna ocasión había jugado satisfecho con lo que había ganado y
lo bastante como para perder más de lo abandonase el lugar. Debo hacerle
que podía permitirme o ganar más de lo justicia y decir que me repitió sus
que podía guardarme en el bolsillo, advertencias y súplicas varias veces, y
fríamente, sin perder la calma a causa de que sólo se marchó después de que yo
mi buena suerte. En resumen, hasta rechazase su consejo (estaba
ahora había frecuentado las mesas de prácticamente borracho por el juego)
juego por la misma razón que los salones de manera tan rotunda que le hubiera
de baile y los teatros de la ópera, o sea, resultado imposible volverme a hablar
porque me divertían y porque no tenía esa noche.
otra cosa mejor que hacer en mis horas Poco después de que se marchara, una
de ocio. voz ronca sonó a mis espaldas.
Pero esta vez se trataba de algo muy - Permítame, estimado caballero,
distinto: por primera vez en mi vida sentí permítame devolver a su sitio los dos
lo que era realmente la pasión por el napoleones4 que se le han caído. ¡Qué
juego. Al principio, mi buena estrella increíble suerte la suya, caballero! Le
me dejó perplejo; luego, me doy mi palabra de honor de viejo
emborrachó, en el sentido más literal soldado que a lo largo de mi dilatada
de la palabra. Por increíble que pueda experiencia en estos temas, jamás había
parecer, lo cierto es, no obstante, que visto suerte parecida a la suya. ¡Nunca!
sólo perdí cuando intenté determinar las Continúe, caballero. ¡Por todos los
posibilidades y jugué dejándome guiar santos! ¡Siga jugando con osadía y haga
por cálculos previos. Si lo dejaba todo en saltar la banca!
manos de la suerte y apostaba sin Me di la vuelta y vi a un hombre alto,
preocuparme o reflexionar en absoluto, vestido con un gabán adornado con
estaba seguro de ganar, a pesar de las galones y lleno de alamares, que me
claras probabilidades en favor de la sonreía y asentía con la cabeza. Si
banca. Primero, algunos de los jugadores hubiese estado en mi sano juicio, per-
presentes apostaban su dinero a mi sonalmente lo habría considerado algo
color con suficiente seguridad, pero sospechoso para ser un viejo soldado.
rápidamente aumenté mis apuestas hasta Tenía los ojos saltones e inyectados de
alcanzar sumas que no se atrevían a sangre, los bigotes asquerosos y la nariz
arriesgar. Uno tras otro abandonaron el rota. Su voz revelaba una entonación
juego, y miraban el mío conteniendo el vulgar de la peor especie, y tenía las
aliento. manos más sucias que jamás había visto
Sin embargo, seguí apostando cada vez (incluso en Francia). A pesar de todo,
más alto... y continué ganando. La estas pequeñas peculiaridades personales
emoción de la sala llegó a un punto no me repelían particularmente.
culminante. En medio de la loca emoción y el
El silencio era interrumpido por un atolondrado triunfo del momento, yo
coro de murmullos graves y me mostraba dispuesto a
exclamaciones pronunciadas en «confraternizar» con cualquiera que me
diferentes idiomas cada vez que las animase en el juego. Acepté el sorbo de
monedas eran arrastradas hasta mi lado rapé' que el viejo soldado me ofreció; le di

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varias palmadas en la espalda y le aseguré ¡Alegre y venerable granadero! ¡Champán,
que era el tipo más honesto del mundo, la naturalmente! ¡Un brindis inglés por un
reliquia más gloriosa del Gran Ejércitos que viejo soldado! ¡Hurra! ¡Hurra! ¡Y otro
jamás me había tropezado. brindis inglés por la diosa Fortuna! ¡Hurra,
- ¡Adelante! -gritó mi amigo militar, hurra, hurra!
chasqueando los dedos en un arrebato de - ¡Bravo por el inglés, el amigable y
entusiasmo-. ¡Adelante y a ganar! ¡Haga cortés inglés por cuyas venas corre la
saltar la banca, maldita sea! ¡Mi valiente sangre de Francia! ¿Otra copa? ¡Ah, bah!
camarada inglés, haga saltar la banca! ¡La botella está vacía! ¡No importa! ¡Viva
Y en efecto, seguí jugando a tal ritmo el vino! ¡Yo, el viejo soldado, pido otra
que al cabo de otro cuarto de hora el botella y media libra de bombones para
crupier anunció: acompañarla!
- Caballeros, la banca no va más por - ¡De ninguna manera, ex-combatiente!
esta noche. ¡Jamás, venerable granadero! Usted invitó
En ese momento, todos los billetes y la última vez; ahora me toca a mí. ¡Un
monedas de aquel «banco» estaban brindis por el ejército francés, por el
apilados bajo mis manos. ¡Todo el gran Napoleón, por los aquí presentes,
capital flotante6 de la casa de juego por el crupier, y por la mujer y las hijas
esperaba a ser trasladado a mis bolsillos! del honrado crupier, si es que las tiene!
- Envuelva el dinero en su pañuelo, ¡Por todas las damas en general! ¡Por
distinguido caballero -dijo el viejo todo el mundo!
soldado, al tiempo que yo hundía Al terminar la segunda botella de
enérgicamente mis manos en el montón champán, me sentí como si hubiese estado
de oro-. Envuélvalo, como solíamos bebiendo lava ardiendo; la cabeza me ardía.
hacer con lo que teníamos para cenar en el Nunca antes en mi vida un exceso de vino
Gran Ejército. Sus ganancias pesan había tenido semejante efecto sobre mí. ¿Se
demasiado como para metérselas en el trataba del resultado de un estimulante que
bolsillo del pantalón. ¡Ahí! ¡Eso es! había actuado en mi organismo cuando me
Póngalo todo dentro, los billetes encontraba en estado de gran excitación?
también. ¡Dios mío! ¡Vaya suerte! ¡Espere, ¿Tenía acaso el estómago particularmente
que se le ha caído otro napoleón! ¡Ah, trastornado? ¿O es que el champán era
maldito y pequeño polizonte de Napoleón! asombrosamente fuerte?
Al fin te he encontrado. Y ahora, - ¡Bravo ex-combatiente del ejército
caballero, dos nudos dobles bien apretados francés! -grité, loco de alegría-. ¡Estoy
en cada extremo, con su honorable ardiendo! ¿Cómo está usted? ¡Me ha
permiso, y el dinero estará seguro. encendido! ¿Me oye, héroe de Austerlitz?
¡Tóquelo! ¡Tóquelo, afortunado caballero! Vamos a tomar una tercera botella de
Duro y redondo como una bola de cañón. champán para sofocar el fuego.
¡Ah, bah!, si al menos nos hubiesen El viejo soldado movió la cabeza, y dio
disparado balas de cañón como éstas en vueltas a sus desorbitados ojos de tal modo
Austerlitz... ¡en el nombre de una pipa! ¡Si que yo esperaba verlos salirse de sus
al menos hubiesen sido como éstas! Y cuencas de un momento a otro. Luego,
ahora, ¿qué puede hacer un viejo apoyó su sucio dedo índice en un lado de
granadero y bravo ex-combatiente del su nariz rota, exclamó solemnemente «
ejército francés como yo? Eso es lo que ¡Café!», y corrió de inmediato hacia una
me pregunto. Simplemente esto: ¡Rogar a habitación interior.
mi estimado amigo inglés que comparta La palabra pronunciada por el
conmigo una botella de champán, y que excéntrico veterano pareció tener un
brinde por la diosa Fortuna con copas efecto mágico sobre el resto de los allí
rebosantes de espuma antes de marcharnos! presentes. De común acuerdo, todos se
- ¡Fabuloso y bravo ex-combatiente! levantaron y se marcharon. Quizás

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esperaban poder aprovecharse de mi de amigo.
borrachera, pero al ver que mi nuevo Apenas había terminado el bravo ex-
amigo estaba benévolamente decidido a no combatiente su discurso de tono
dejar que me emborrachara del todo, lacrimoso, llegó el café servido en dos
habían abandonado toda esperanza de tazas. Mi servicial amigo me pasó una de
prosperar tranquilamente a costa de mis las tazas haciéndome una reverencia. Me
ganancias. Cualquiera que fuese la razón, el moría de sed, así que me lo bebí todo de un
caso es que salieron todos juntos. Cuando trago. Casi de inmediato, noté que me
volvió el viejo soldado y se sentó de nuevo entraba un mareo y empecé a sentirme
a la mesa frente a mí, estábamos solos en la completamente embriagado, como jamás
habitación. Yo veía al crupier cenar solo en me había sentido anteriormente. La
una especie de vestíbulo situado a unos habitación me daba vueltas sin parar; el
pasos. El silencio era sepulcral. viejo soldado estaba ante mí y parecía
El «bravo ex-combatiente» también subir y bajar regularmente como si fuera el
había experimentado un cambio pistón de una máquina de vapor. Me quedé
repentino. Adoptó una mirada solemne y medio sordo a causa de un zumbido
siniestra y, al hablarme otra vez, no violento que sentí en mis oídos. Una
profirió juramentos, ni reforzó su forma sensación de total desconcierto, impotencia
de expresarse con el chasquido de sus e idiotez se apoderó de mí. Me levanté de
dedos, ni tampoco la animó emitiendo la silla, apoyándome en la mesa para
apóstrofe16 o exclamación alguna. no perder el equilibrio y, tarta-
- Escuche, mi querido señor -dijo mudeando, dije que me encontraba muy mal,
en un tono misteriosamente tanto que no sabía cómo iba a llegar a casa.
confidencial-, escuche el consejo de un - Mi querido amigo -contestó el
viejo soldado. He hablado con la viejo soldado, y también su voz parecía
señora de la casa (¡una mujer muy subir y bajar conforme iba hablando-, mi
encantadora y con gran talento para la querido amigo, sería una locura que se
cocina!) para convencerla de que fuese a casa en su estado. A buen
necesitamos que nos haga un poco de café seguro que perdería todo su dinero.
bueno y bien cargado. Debe bebérselo Alguien podría robarle y asesinarlo sin
para librarse de esa jovial exaltación de la menor dificultad. Yo voy a dormir
ánimos antes de volver a casa. ¡Debe usted aquí. Usted debe hacer lo mismo. En
hacerlo, mi buen y afable amigo! Con todo esta casa tienen unas camas
el dinero que se va a llevar a casa esta estupendas. Acuéstese y duerma hasta
noche, es su sagrado deber recobrar la que se disipe el efecto del vino.
serenidad. Varios de los caballeros Mañana, a plena luz, podrá volver
presentes esta noche están al corriente de seguro a casa con el dinero ganado.
sus extraordinarias ganancias. Puede Sólo tenía dos ideas fijas: una, que
decirse que se trata de personas excelentes en ningún momento debía separarme de
y muy respetables; pero son seres mi pañuelo lleno de dinero; otra, que
humanos, mi querido señor, que tienen sus debía tumbarme en donde fuese lo antes
debilidades; ¿debo decir más? ¡Claro que posible para abandonarme a un sueño
no! ¡Usted ya me entiende! Así pues, esto reparador. Así que acepté la propuesta
es lo que debe hacer: pida un coche cuando de la cama y me cogí del brazo del viejo
se recupere; una vez dentro, suba todas las soldado, llevando el dinero en la mano
ventanillas y diga al conductor que lo lleve que me quedaba libre. Precedidos por
a casa, indicándole que vaya únicamente por el crupier, recorrimos varios pasillos y
calles anchas y bien iluminadas. Siga mi subimos por unas escaleras que nos
consejo y usted y su dinero estarán a salvo. condujeron hasta el dormitorio que yo
Hágalo y mañana agradecerá a este debía ocupar. El excombatiente me
viejo soldado el haberle dado un consejo sacudió suavemente con la mano,

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propuso que desayunásemos juntos y, a Pronto me di cuenta no sólo de que
continuación, seguido por el crupier, salió no podía dormirme, sino de que ni
de la habitación para dejarme dormir. siquiera podía cerrar los ojos. Estaba
Me precipité hacia el aguamanil y totalmente desvelado y tenía mucha
bebí parte del agua que había en la jarra. fiebre. Tenía todos los nervios alte-
Luego eché el resto en la palangana y rados; todos y cada uno de mis
sumergí la cara en el agua. Poco sentidos parecían haber sido
después me senté en una silla para agudizados de forma sobrenatural. Di
intentar sosegarme. Al cabo de un vueltas y más vueltas en la cama
momento empecé a sentirme mejor. El probando todas las posiciones,
cambio de aire que experimentaron esforzándome con insistencia por
mis pulmones -de la atmósfera fétida encontrar los extremos fríos de la cama.
de la sala de juego al aire fresco de la Todo fue Inútil. Si ponía los brazos
habitación que ahora ocupaba- y el sobre las mantas, al poco rato los tenía
cambio de luz sufrido por mis ojos, casi otra vez debajo; si estiraba
igual de refrescante -de las violentamente las piernas hasta el
deslumbrantes luces de gas del salón a la fondo de la cama, inmediatamente las
pálida y tranquila luz de una vela encogía de golpe hasta ponerlas lo más
encendida en el dormitorio- colaboraron cerca posible de la barbilla; si sacudía la
a las mil maravillas con los efectos almohada arrugada, dándole la vuelta
reconstituyentes del agua fría. Ya no para ponerla del lado fresco, la alisaba y
estaba mareado y poco a poco empecé a luego me tumbaba tranquilamente, no
apreciar que recobraba la sensatez. El pasaba mucho tiempo antes de que,
primer pensamiento que acudió a mi furiosamente, la doblase en dos y la
mente fue el riesgo que suponía pasar apoyase verticalmente en la cabecera de
toda la noche en una casa de juego. El la cama para Intentar adoptar la
segundo tenía que ver con el todavía posición de sentado. Todo esfuerzo fue
mayor riesgo que entrañaba intentar en vano. Emití un gruñido de irritación
salir después de que la casa había sido al percatarme de que me esperaba una
cerrada, y dirigirme solo y de noche a noche de insomnio.
mis aposentos, por las calles de París, ¿Qué podía hacer? No tenía ningún
llevando conmigo una gran suma de libro para leer. Y, sin embargo, a menos
dinero. En mis viajes había dormido que encontrase algún método para
en sitios peores que éste, así que tomé distraer mi mente, estaba seguro de que
la determinación de cerrar la puerta con mi estado me haría imaginar toda suerte
llave y pestillo, poner algún obstáculo de horrores; me atormentaría presagiando
que impidiese la entrada y correr el todos los peligros posibles e imposibles.
riesgo de quedarme allí hasta la mañana En suma, iba a pasar la noche sufriendo
siguiente. todas y cada una de las variantes
Así pues, me había protegido contra imaginables del terror.
cualquier intrusión. Acto seguido miré Me incorporé apoyándome en un
debajo de la cama y dentro del codo y eché una mirada a la habitación
armario, y probé el cierre de la (estaba iluminada por una encantadora
ventana. Luego, satisfecho de haber luz de luna que penetraba directamente
tomado todas las precauciones necesarias, a través de la ventana) para ver si había
me desnudé de cintura para arriba, algún cuadro o adorno que pudiese
coloqué la vela -su luz era tenue- en el distinguir con claridad. Mientras mis
hogar entre un rastro de leves cenizas y ojos iban observando una pared tras
me metí en la cama, con el pañuelo otra, me vino a la memoria el delicioso
repleto de dinero colocado debajo de la librito de Le Maistre, "Viaje alrededor
almohada. de mi habitación". Decidí imitar al autor

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francés y encontrar la ocupación y el un viejo y oscuro retrato que la débil
entretenimiento suficientes que luz de la vela apenas me dejó ver. Se
disminuyesen el aburrimiento provocado trataba del retrato de un hombre
por mi insomnio. Para ello hice un tocado con un sombrero de copa español
inventario mental de todas las piezas de coronado por un penacho de altísimas
mobiliario que podía ver, y rastreé hasta plumas; un rufián de tez morena,
sus orígenes la multitud de asociaciones mirando hacia arriba atentamente -
que incluso una silla, una mesa o un protegiéndose los ojos con una mano- a
aguamanil pueden traer consigo. lo que podría ser una alta horca de la
La alteración nerviosa de que en ese que iba a ser colgado. De cualquier
momento era presa mi mente, hizo que modo, su aspecto era el de tenérselo
me resultase mucho más fácil llevar a bien merecido.
cabo el inventario que reflexionar sobre El cuadro hizo que, en cierto modo,
el tema, así que pronto abandoné toda yo también me sintiera impelido a mirar
esperanza de pensar en el imaginativo hacia arriba, al techo de la cama. Pero
recorrido de Le Maistre o, a decir era más bien tenebroso y en modo
verdad, de pensar siquiera. Me dediqué alguno interesante, por lo que volví la
tan sólo a observar los distintos mirada hacia el cuadro. Conté las plumas
muebles que había en la habitación. del sombrero del retratado que
En primer lugar estaba la cama sobresalían en relieve: tres blancas y
donde yo me encontraba; una cama con dos verdes. Observé la copa de su
cuatro columnas, ¡lo último que hubiera sombrero en forma de cono, según la
esperado encontrarme en París! Sí, una moda que se supone impuso Guido
pesada cama inglesa con cuatro Fawkes10. Me pregunté qué estaría
columnas, con la típica cubierta forrada mirando. Las estrellas no podían ser,
de zaraza18, la típica doselera 19 rematada pues semejante forajido no era
con flecos, las típicas sofocantes y astrólogo ni astrónomo. Tenía que estar
nada salubres20 cortinas que recordé contemplando su propia horca
haber descorrido mecánicamente hasta momentos antes de ser ejecutado. ¿Se
las columnas, sin apenas reparar en la quedaría el verdugo con su sombrero de
cama, justo después de entrar en la copa cónica y con su penacho de
habitación. Luego estaba el aguamanil, plumas? Volví a contar las plumas: tres
con la parte superior de mármol, del cual blancas y dos verdes.
aún goteaba sobre el suelo de baldosas, Mientras me demoraba en esta
cada vez más lentamente, parte del agua ocupación harto enriquecedora e
que yo había derramado a causa de la intelectual, mis pensamientos
precipitación con que la había vertido. A empezaron a vagar sin que yo pudiese
continuación, dos sillas pequeñas donde advertirlo. La luz de la luna que
había arrojado el abrigo, el chaleco y los iluminaba la habitación me recordó otra
pantalones; a su lado, un gran sillón noche de luna en Inglaterra, la noche
cubierto de bombasí de un blanco que siguió a una excursión al campo en
deslucido, con mi corbata y el cuello de cierto valle galés. Aunque no había
la camisa apoyados en el respaldo; cerca pensado en esa excursión durante años
de éste, una cómoda a la que faltaban (y si hubiese intentado recordarla,
dos tiradores de latón, y sobre la que seguramente habría conseguido
había, a manera de adorno, un ostentoso rememorar poco o nada de esa escena
tintero roto de porcelana; después estaba vivida largo tiempo atrás), volvió a mi
el tocador, decorado con un diminuto recuerdo todo lo acontecido en el
espejo y un enorme acerico 22. A viaje de vuelta a casa, a través de un
continuación podía verse la ventana -una hermoso paraje que la luz de la luna
ventana extraordinariamente grande- y hacía aún más encantador. De todas las

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maravillosas facultades que contribuyen estaba descendiendo el techo de la cama
a reafirmarnos en nuestra inmortalidad, lentamente, inexorablemente,
¿cuál revela esa suprema verdad más silenciosamente, horriblemente, justo
elocuentemente que la memoria? Aquí sobre donde yo me encontraba
estaba yo, en una extraña casa de lo más tumbado?
sospechoso, en una situación de Pareció helárseme la sangre. Una
incertidumbre e incluso de peligro que terrible sensación de frío se apoderó de
parecía dejar fuera de casi toda mí, dejándome paralizado, al tiempo que
consideración el sano ejercicio de la revolvía la cabeza en la almohada.
memoria; sin embargo, seguía Decidí comprobar si era verdad que el
recordando, de modo absolutamente techo de la cama se estaba moviendo,
involuntario, lugares, personas, con- para lo cual fijé la mirada en el hombre
versaciones, pequeños detalles de todo del cuadro.
tipo que yo creía olvidados para La siguiente mirada en esa dirección
siempre, que no podría haber fue suficiente: el perfil negro, sucio e
recordado, si lo hubiera deseado, incluso insulso de la doselera de la cama se había
en las circunstancias más favorables. ¿Y situado casi paralelo a la cintura del
qué era lo que en un momento había retratado. No dejaba de mirar,
dado lugar a este extraño, complicado y asombrado. Y de forma constante y
misterioso efecto? Tan sólo algunos lenta, muy lentamente, vi cómo la
rayos de luz de la luna penetrando por figura y el perfil del marco por debajo
la ventana de mi dormitorio. de ella desaparecían a medida que la
Todavía seguía pensando en la doselera iba descendiendo.
excursión, en nuestra alegría al volver a Por mi naturaleza no soy persona
casa y en la joven sentimental que que se asuste fácilmente. En más de una
recitaba el Childe Harold porque ocasión me he encontrado en peligro de
brillaba la luna. Me quedé absorto en muerte sin haber perdido la serenidad
estas escenas y diversiones pasadas en ningún momento. Pero, cuando por
cuando, de repente, el hilo del que vez primera tuve el convencimiento de
pendían mis recuerdos se rompió en que el techo de la cama se movía de
pedazos: inmediatamente volví a centrar veras, cayendo sin parar sobre mí, alcé la
mi atención más intensamente que nunca vista estremeciéndome, impotente, presa
en las cosas que me rodeaban y me del pánico, debajo de aquella monstruosa
encontré, sin saber por qué, mirando de máquina de matar que cada vez se acer-
nuevo fijamente el cuadro. caba más para asfixiarme donde estaba
Pero, ¿qué estaba buscando? echado.
¡Dios mío, el hombre se había Miré hacia arriba paralizado, sin habla,
llevado el sombrero hasta la cara! ¡No! sin aliento. La vela se había consumido y
¡El sombrero había desaparecido! con ella se había extinguido la poca luz
¿Dónde estaba la copa cónica? ¿Y las que había; no obstante, la habitación
tres plumas blancas y las dos verdes? seguía iluminada por la luz de la luna.
¡No estaban allí! En lugar del sombrero El techo de la cama seguía
y las plumas, ¿qué oscuro objeto era descendiendo sin detenerse, sin hacer
aquel que ahora ocultaba su frente, el menor ruido y, pese a ello, el pánico
sus ojos y la mano con que se cubría la y el terror que sentía parecían atarme
vista? más firmemente al colchón de la cama en
¿Se estaba moviendo la cama? que yacía. Cada vez estaba más abajo
Me acosté boca arriba y miré a lo hasta que percibí en toda su intensidad
alto. ¿Me había vuelto loco? ¿Estaba el olor polvoriento que despedía el
borracho? ¿Acaso estaba soñando? ¿Me forro del baldaquino 23.
sentía mareado otra vez? ¿O realmente

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En ese decisivo momento, el asfixia, tal como podría haber existido en
instinto de supervivencia me los peores días de la Inquisición, o en
sobresaltó sacándome del trance, y las solitarias hosterías de las montañas
por fin me moví. Tuve el espacio de Hartz o en los misteriosos
suficiente para rodar hacia un lado tribunales de Westfalia12. Sin embargo,
fuera de la cama. Justo cuando caí al al mirarla, empecé a recobrar la ca-
suelo silenciosamente, el extremo del pacidad de pensar y enseguida pude
baldaquino asesino me rozó el hombro. descubrir en todo su horror la
Sin dejar de respirar profundamente y conspiración asesina urdida contra mí:
sin haberme enjugado el sudor frío de habían drogado el café que yo había
la cara, me incorporé inmediatamente a tomado, ¡y de qué forma! Había podido
la vez que observaba el techo de la evitar perecer asfixiado gracias a que
cama. Me tenía literalmente hechizado. me habían administrado una sobredosis
Si hubiese oído pasos detrás, no podría de algún narcótico. ¡Cómo me había
haberme girado; si milagrosamente hu- irritado a causa del acceso de fiebre que,
biese encontrado un medio de en cambio, me había salvado la vida al
escapatoria, no habría sido capaz de mantenerme despierto! ¡Qué
hacer un movimiento para imprudente había sido al confiar en
aprovecharlo. En aquel preciso instante aquellos dos miserables que me
toda mi vitalidad se concentraba en los condujeron hasta la habitación,
ojos. decididos, para conseguir mis ganancias, a
Todo el baldaquino bordeado por el matarme mientras dormía, utilizando el
fleco descendía más y más, cada vez más seguro y horroroso de los
más. Tanto había descendido que ahora artefactos para eliminarme en secreto!
no había espacio para poner un dedo ¡Cuántos hombres, ganadores como yo,
entre el techo de la cama y el colchón. habrían dormido (tal como yo había
Me coloqué de lado y descubrí que lo que sugerido dormir) en esa cama y no se había
desde abajo me había parecido el vuelto a saber nada de ellos nunca más! Me
baldaquino ligero y corriente de una estremecí sólo de pensarlo.
cama de cuatro columnas, era en realidad Pero la visión del baldaquino asesino
un colchón amplio y grueso, oculto por moviéndose otra vez interrumpió
la doselera y su fleco. Al mirar arriba cualquier reflexión. Después de
vi cómo las cuatro columnas se alzaban permanecer sobre el colchón de la cama -
espantosamente desnudas. En medio del tan estrechamente unidos que parecían un
techo de la cama se podía ver un gran solo objeto- unos diez minutos, empezó a
tornillo de madera que evidentemente ascender de nuevo. Evidentemente, los
había ido bajando poco a poco a través malvados que lo estaban controlando desde
de un agujero practicado en el techo de el piso de arriba creían que su objetivo se
la habitación, del mismo modo que había cumplido. De la misma manera que
actúan las prensas normales sobre el aquel terrible techo de la cama había
material escogido para ser comprimido. descendido lenta y silenciosamente, volvió
El espantoso aparato había funcionado a elevarse hacia su lugar de origen. Al llegar
con todo sigilo. Al bajar no se había a los extremos superiores de las cuatro
oído crujido alguno. Y tampoco ahora columnas, alcanzó también el techo. No
se oía el más mínimo sonido dejaba ver ningún agujero ni tornillo
procedente de la habitación de arriba. alguno. La cama recuperó su aspecto
Inmerso en un terrible y absoluto si- normal; el baldaquino era otra vez un
lencio, observaba ante mí -en pleno baldaquino corriente, incluso para los ojos
siglo diecinueve y en la civilizada más desconfiados.
capital de Francia- una máquina Ahora, por vez primera, pude
pensada para el asesinato secreto por moverme, incorporarme, vestirme de

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cintura para arriba y pensar cómo podría tubería hasta la calle no me inspiraba el más
escapar. Si haciendo el mínimo ruido mínimo temor. Gracias a la práctica de la
revelaba que el intento de asfixiarme había gimnasia, había conservado la energía de
fracasado, era hombre muerto seguro. cuando era escolar para seguir siendo un
¿Había hecho ya algún ruido? Escuché atrevido y consumado escalador. Por eso
atentamente con la mirada clavada en la sabía que la cabeza, las manos y los pies me
puerta. No, afuera en el pasillo no se oían servirían fielmente para afrontar cualquier
pasos; en la habitación de arriba, ni la menor riesgo que presentara la subida o la bajada.
señal de pasos. El silencio era absoluto por Ya tenía un pie en el alféizar cuando de
todas partes. Además de cerrar la puerta pronto recordé que me había olvidado el
con llave y echar el cerrojo, la había pañuelo lleno de dinero debajo de la
atrancado con un viejo cofre de madera almohada. Bien podía haberme permitido
que había encontrado bajo la cama. el lujo de dejarlo allí, pero, por venganza,
Resultaba imposible desplazarlo sin hacer estaba resuelto a que los bellacos de la casa
algo de ruido (se me heló la sangre al de juego se quedaran sin su botín y sin su
pensar en cuál podría ser su contenido). víctima. Así que volví a la cama y, con la
Por otra parte, la idea de escapar a través de corbata, até el pesado pañuelo a mi
la casa, que ahora permanecía cerrada a cal y espalda. Justo cuando lo tenía bien atado y
canto por ser de noche, era una auténtica colocado en un lugar cómodo, creí oír la
locura. Sólo me quedaba una posibilidad: respiración de alguien detrás de la puerta.
la ventana. A ella me dirigí sigilosamente Al escucharla, sentí que la gélida sensación
caminando de puntillas. del horror recorría todo mi cuerpo de
Mi dormitorio estaba situado en el nuevo. Pero en el pasillo todavía reinaba
primer piso, encima de un entresuelo, y un silencio sepulcral: ¡sólo había oído la
daba a la calle de detrás. Levanté la mano brisa nocturna colándose en la
para abrir la ventana, sabiendo que de esa habitación! Al cabo de un instante
acción dependía totalmente la posibilidad estaba en el alféizar, y poco después me
de ponerme a salvo. Como es sabido, las agarré firmemente a la cañería con manos
Casas de los Horrores siempre están y rodillas.
vigiladas. Si crujía el marco o chirriaba la Me deslicé hasta la calle sin dificultad y
bisagra, estaba perdido. Debí emplear al en silencio o, al menos, eso me pareció.
menos cinco minutos -calculados en Enseguida pensé que debía acudir a una
tiempo real, aunque a mí me parecieron subprefectura de policía que sabía que se
cinco horas a causa de la ansiedad- en abrir hallaba en las inmediaciones. Hacia ella
la ventana. Conseguí hacerlo en silencio, me dirigí a toda velocidad. Allí me
con toda la destreza de un ladrón, y luego encontré con que, por casualidad, un
eché una ojeada a la calle. Saltar la distancia subprefecto y varios hombres escogidos de
existente entre la ventana y el suelo era casi entre sus subordinados estaban de guardia,
un suicidio seguro. A continuación, miré a madurando, según creo, algún plan para
ambos lados de la casa. Por el lado descubrir al autor de un misterioso crimen
izquierdo bajaba una gruesa cañería que del que todo París hablaba por aquel
pasaba cerca del borde exterior de la entonces. Cuando empecé a relatar mi
ventana. En el momento en que vi la historia, jadeante y en un francés
tubería supe que estaba salvado. Era la deficiente, pude advertir que el
primera vez que respiraba sosegadamente subprefecto sospechó por un momento
desde que viera el baldaquino de la cama que yo no era más que un inglés borracho
descender sobre mí. que había robado a alguien. No obstante,
A otros hombres, el medio de fue cambiando de opinión a medida que
escapatoria que acababa de descubrir les proseguí con la relación de los hechos, y
podría haber parecido difícil y peligroso; mucho antes de que hubiese finalizado,
para mí, la perspectiva de deslizarme por la metió todos los papeles que tenía ante sí

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en un cajón, se puso el sombrero, me dio manos a la espalda. Y ahora, caballeros,
otro a mí (yo iba con la cabeza subamos el piso superior.
descubierta), dio órdenes de que Todos los habitantes de la casa fueron
dispusieran un pelotón de agentes y les aprehendidos, y el «viejo soldado», el
pidió que preparasen todas las primero. Después de identificar la cama
herramientas necesarias para forzar puertas donde había dormido, nos dirigimos a la
y levantar suelos de terrazo; luego me habitación de arriba. No había ningún
cogió por el brazo del modo más objeto que pudiese llamar la atención. El
amigable y familiar posible para subprefecto paseó la mirada por la
conducirme con él fuera del edificio. Me habitación; mandó que todos
atrevería a decir que cuando el subpre- permaneciésemos en silencio; golpeó el
fecto era niño y lo llevaron por primera suelo con un pie por dos veces; pidió una
vez al teatro, no estaba la mitad de vela para inspeccionar el punto donde
contento que ahora con el caso que tenía había golpeado, y ordenó que levantasen
en perspectiva en la casa de juego. con cuidado el revestimiento del suelo en
Encabezando aquel formidable pelotón aquel lugar. La operación fue realizada en
de policías, anduvimos el subprefecto y yo un abrir y cerrar de ojos. Al acercar la luz
varias calles, sin dejar por ello de interro- pudimos ver una profunda cavidad
garme y felicitarme alternativamente. formada por los cabios 28, entre el
Nada más llegar a la casa, se apostaron suelo de esta habitación y el techo de la de
centinelas en la fachada y en la parte pos- abajo. A través de esta cavidad descendía
terior. Varios agentes aporrearon perpendicularmente una especie de caja de
violentamente la puerta. Una ventana se hierro muy engrasada, cuyo interior
iluminó. Yo había recibido instrucciones contenía el tornillo que comunicaba por
de esconderme detrás del grupo de debajo con el techo de la cama. Era de una
agentes. Una nueva sucesión de golpes en longitud desmesurada y hacía poco que lo
la puerta fue seguida por el grito de « habían lubricado; las palancas estaban
¡Abran en nombre de la ley!». Ante tan disimuladas con fieltro. Todas las piezas su-
terrible requerimiento, una mano invisible periores propias de una gran prensa
descorrió los cerrojos e inmediatamente (construida con diabólico ingenio para que
después el subprefecto se situó en el pasillo encajase con los accesorios inferiores
frente a un camarero a medio vestir y de restantes y que al ser desmontada ocupase
una palidez cadavérica. Ambos entablaron el menor espacio posible) fueron
un corto diálogo: descubiertas progresivamente y
- Queremos ver al inglés que duerme colocadas sobre el suelo. No sin
en esta casa. dificultad, el subprefecto consiguió armar
- Se marchó hace varias horas. el artefacto y, dejando que lo pusiesen en
- No señor, fue su amigo el que se marcha sus hombres, descendió conmigo
marchó. Él se quedó. ¡Llévenos hasta su al dormitorio donde yo había pasado la no-
dormitorio! che. Poco después, bajaron el
- Le juro, Señor Comisario, que no está asfixiante baldaquino, pero no tan
aquí. Él... silenciosamente como yo lo había visto
- Y yo le juro, Señor Camarero, que sí descender. Cuando se lo hice observar al
está. Durmió aquí y, como no encontró subprefecto, su respuesta, aunque simple,
cómoda la cama que le prepararon, vino a reveló un terrible significado:
presentarnos sus quejas. Está aquí entre mis - Es la primera vez -dijo- que mis
hombres. Y aquí estoy yo, dispuesto a ver hombres hacen bajar el techo de la cama;
si encuentro alguna pulga en el armazón los hombres a los que usted desplumó
de su cama. ¡Renaudin! -dijo, llamando a tenían mucha más práctica.
uno de sus subordinados y señalando al Abandonamos la casa acompañados
camarero-, detenga a este hombre y átele las sólo por dos agentes de policía, y allí mismo

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se dispuso que todos los inquilinos fuesen dramaturgos, pero nunca fue puesta en
trasladados a prisión. Después de dejar mi escena porque la censura prohibió la
colocación en el escenario de una réplica
declaración en su oficina, el comisario me perfecta del baldaquino de la cama de la
acompañó al hotel para examinar mi casa de juego.
pasaporte. Sin embargo, mi aventura tuvo un
- ¿Cree usted -le pregunté al resultado positivo que cualquier censura
entregárselo- que algún hombre ha sido habría aprobado: me curó para siempre de
asfixiado realmente en esa cama, tal la tentación de jugar al "rojo y negro". De
como intentaron asfixiarme a mí?
- He visto decenas de hombres ahora en adelante, la visión de barajas y
ahogados extendidos en el depósito de pilas de dinero sobre un tapete verde estaría
cadáveres -contestó el subprefecto-, en asociada para siempre en mi mente con la
cuyas billeteras hallamos cartas donde se
leía que se habían suicidado en el Sena por visión de un baldaquino descendiendo
haber perdido todo su dinero en la mesa para asfixiarme en medio del silencio y la
de juego. ¿Cuántos de ellos estuvieron en la oscuridad de la noche.
misma casa de juego que usted? ¿Cuántos
ganaron como usted, durmieron en la
misma cama que a usted le ofrecieron,
fueron asfixiados en ella y luego arrojados
por alguien al río, junto con una carta
explicativa escrita por los asesinos y
colocada en sus billeteras? Nadie podrá
saber si fueron muchos o pocos los que
sufrieron el destino del que usted ha
podido escapar. Las personas de la casa de
juego consiguieron mantener en secreto la
maquinaria del armazón de la cama,
¡esquivando incluso a la policía! Las
víctimas se llevaron consigo el resto del
secreto. Buenas noches, o mejor, buenos
días, señor Faulkner. Le espero de nuevo
en mi oficina a las nueve en punto;
mientras tanto, ¡hasta la vista!
El resto de mi historia se puede contar
brevemente. Fui interrogado una y otra vez;
la casa de juego fue minuciosamente
registrada de arriba abajo; los prisioneros
fueron interrogados por separado, y dos de
los menos culpables confesaron que el
viejo soldado resultó ser el dueño de la casa
de juego. La policía pudo averiguar que
había sido expulsado del ejército hacía años
por vagabundo, y que desde entonces
había cometido toda suerte de fechorías;
que poseía objetos robados, identificados
por sus auténticos propietarios; y que él, el
c r up ie r, otro cómplice y la mujer que me
había preparado la taza de café, compartían
el secreto del armazón de la cama. Al
parecer, existían razones para dudar de que
las personas del servicio de la casa
estuvieran al corriente de la maquinaria
asfixiante, y se beneficiaron de esta duda
siendo tratados como ladrones y va-
gabundos. En cuanto al viejo soldado y sus
dos principales secuaces, fueron
condenados a galeras13; la mujer que había
drogado mi café fue enviada a prisión por
un período de años que no recuerdo; el
personal permanente de la casa de juego
fue considerado «sospechoso» y puesto
bajo vigilancia; y por lo que a mí respecta,
me convertí, durante toda una semana -lo
cual as mucho tiempo- en la celebridad
de la sociedad parisiense. Mi aventura
fue adaptada al teatro por tres ilustres

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