Fallo Edenor
Fallo Edenor
Fallo Edenor
Fecha: 12/05/1998
Se refiere que el 23/10/93 se produce una baja de tensión de la energía eléctrica en toda la
cuadra. Al retornar excedida de los parámetros normales provoca un corto circuito que da
origen a un foco ígneo en el interior de la propiedad, produciéndole daños en los distintos
muebles y enseres que describe, y la consiguiente imposibilidad de usar y gozar del
inmueble alquilado por el período que devengó su reparación.
A la par de las obligaciones expresamente asumidas por las partes, la ley 24240 de defensa
del consumidor -que es de orden público impone al distribuidor el deber de garantizar la
seguridad de la cosa vendida, sustentando en el riesgo que importa su utilización y con el
fin de evitar la generación de daños a los usuarios o a sus bienes.
A su vez, la legislación citada prevé que en el caso de que existan conflictos entre ambas
partes contratantes siempre ha de estarse a la interpretación más favorable al consumidor
(conf. arts. 3 , 5 , 6 y concs. ley 24240).
De la prueba documental agregada surge que el 23/10/93 a las 18:40 hs. se dio aviso a la
guardia de Edenor sobre la existencia de inconvenientes en el suministro de energía.
Posteriormente, se encuentra descripto el cuadro de situación obrante en dichos lugares
relatado por sus operarios, que dice: "1) Quedó normal; se reparó fusible quemado en c/TB
Soler Dorrego 'SE' línea a C/TB Soler Arévalo 'SE' y en este último misma línea. 2) Queda
faltando única conexión quemada se pasa alta para... "ramaliar"; en dicha conexión hubo
intervención de Bomberos (se ligó el neutro y quemó artefactos) antes de normalizar el
cable se desabulona y se corta dicha conexión".
A ello debe sumarse la confesión del representante legal de la distribuidora que entre otras
cuestiones expresa: "el problema de la sobretensión se produce por una avería en la red...".
También reconoció que una tensión de 380 puede arrasar con bombitas y
electrodomésticos. Por lo que esta expresión describe daño de una envergadura tal que
aparejaría la destrucción de la cosa, y no un mero y simple daño como en todo momento
quiere significar la demandada.
También manifiesta "que previo al incidente Edenor realizó tareas de mejoras en la red
subterránea que alimenta el edificio y que las mismas consistieron en un cambio de tensión,
pasando de la obsoleta distribución de 3 por 220 a la que tiene actualmente que es 3 por
380" y comentó que al recibir una sobretensión los aparatos se pueden dañar, no quemar.
Sin embargo, la demandada alegó en su defensa que si los aparatos se dañaron es porque no
cumplían las normas IRAM 2092. En efecto, dicha normativa establece condiciones de
seguridad para la construcción de aparatos electrodomésticos y similares. El cumplimiento
de esas reglas por parte del fabricante asegura al usuario que el uso del producto en
condiciones y circunstancias normales o previsibles no producirá daños. Pero aquí mal
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podría pretenderse que el suministro de 380 voltios se considere normal cuando los
aparatos están preparados para funcionar con una tensión de 220 voltios.
Con las pruebas aportadas cabe concluir que, ante la magnitud de la falla en la red, el
cortocircuito que dio origen al siniestro igual se hubiera producido aun existiendo disyuntor
y cumpliendo los aparatos con las normas IRAM.
Otro elemento a tener en cuenta es que si bien Schejtman fue el más perjudicado, no fue el
único al que se le quemaron electrodomésticos. Los testigos Dominutti y Garrido, sufrieron
el mismo día y hora en el edificio en cuestión, la quemadura de un contestador telefónico y
de un televisor respectivamente, a pesar de contar con disyuntor.
Se responsabiliza a la demandada por los daños que las deficiencias en la calidad del
suministro provocaron al accionante
3. Con la escasa prueba aportada, la accionada se sitúa en una mera posición de expectativa,
limitándose a negar más que a probar la irresponsabilidad que pretende. Tampoco prueba
fuerza mayor, por lo que no logra desvirtuar la conclusión arribada.
exigible como patrón jurídico que la entrada a domicilios esté protegida por sistemas
adecuados a cargo del proveedor y en su ámbito; y que además, si pretende exonerarse por
falta o defectos de protectores de norma en el interior del domicilio, controle su existencia y
funcionamiento antes de autorizar la conexión o suministrar la energía. De lo contrario
cabe, en principio, hacer responsable a la empresa distribuidora de todo daño cuyo origen
aparezca encadenado causalmente a fallas en el suministro.
Debe resarcirse los daños materiales ocasionados, como daño emergente, puesto que en el
caso no hay ganancias dejadas de percibir, requisito indispensable para la configuración del
lucro cesante.
Por ende, cabe tener por configurado el daño moral pues ha mediado lesión de valores no
patrimoniales, pero que tienen valor primordial en la vida del ser humano, como ser la
libertad, dignidad, afectos íntimos, etc. inflingiendo a la víctima sufrimientos y molestias
(art. 522 CC. ).
I. INTRODUCCIÓN
Tanto la sentencia de 1: Instancia como la de 2º hace lugar al reclamo por los daños
producidos por la empresa de electricidad a consecuencia de una sobrecarga eléctrica y del
cual se pueden extraer consecuencias de diversa índole para establecer las
responsabilidades de las empresas prestadoras de servicios domiciliarios.
La Ley del Consumidor en el art. 5 establece que los servicios deben ser prestados sin
peligro alguno para la salud e integridad física de los consumidores o usuarios.
Los cuatro servicios esenciales (agua respecto de su pureza, electricidad, teléfono y gas,
que poseen riesgosidad por el contenido del bien inmaterial transportado, energía), debe
realizarse su transportación (para usuarios y terceros) así como el suministro domiciliario,
con inocuidad, respecto de la persona y los bienes de los usuarios.
En este caso que estamos analizando, el daño se produce por la acción de Edenor;
pensemos en los cortes de luz de Edesur, que por causalidad por omisión causan daños en
sentido inverso, es decir el no suministro de electricidad provoca daños económicos
(pérdida de alimentos en casa-habitaciones o en comercios) y morales (afectaciones
espirituales desde la incomodidad hasta la amargura y la congoja o sufrimiento).
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Es obvia la responsabilidad de la empresa por aplicación del art. 1113 CC. y ahora por la
nueva ley 24999 que restituyó con mejor redacción la responsabilidad objetiva y solidaria
por la manufacturación y comercialización de los bienes y servicios.
Una segunda línea de pensamiento que debemos recordar que coadyuva a este
razonamiento es que el art. 6 expresamente alude a la prestación con seguridad para el
usuario; además, el suministro en sí mismo debe responder a la característica de eficiente y
continuo.
La empresa prestadora de servicios domiciliarios por ser tal -empresa- y por poseer los
medios técnicos, es quien está en mejores condiciones de probar que la relación de
causalidad no condiciona el daño, sino que es otro el acontecimiento; esto evita lo que
normalmente se considera una actitud impropia de las empresas: la simple negativa.
Es importante por dos situaciones: la primera de fondo y que hace al contenido de los
derechos de los usuarios, que muchas veces se ven sorprendidos por dos cuestiones: la
primera, las cláusulas que desligan toda responsabilidad por los daños por el simple
suministro, a la cual debemos considerarla cláusula abusiva en los términos del art. 37 Ley
de Defensa de los Derechos del Consumidor 24240; la segunda cuestión, es que se
confunde la multa devenida por el incumplimiento que deriva en una sanción pecuniaria y
otra cuestión es la atinente a la reparación, que atiende a la magnitud del daño; ambas son
cuestiones independientes y concomitantes.
En este último sentido debemos hacer una salvedad respecto de la conducta del usuario.
Quiere decir entonces que la Ley del Consumidor coloca a las empresas en una obligación
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o carga (según como se califique, pero no cambia la característica) relacionada con la forma
de acceso al usuario al servicio: mecanismos técnicos de seguridad, por lo cual la empresa
debe probar para eximirse de responsabilidad que dicho mecanismo estaba y funcionaba,
como primer paso, y luego probar la culpa exclusiva del usuario, ya que la mera
concurrencia de culpas impide la eximición, pues como señalamos precedentemente, el
servicio debe ser inocuo, eficiente y continuo.
En suma, existe una presunción de responsabilidad objetiva sustentada por el art. 1113 CC.
y la ley 24999 , que la empresa deberá desvirtuar desde el derecho de fondo y procesal en
su formulación de prueba.
En el caso de autos, la sentencia condena a los daños emergente y moral, con sólidas
razones.
El servicio tiene una causa motivo en la contratación, son en principio dos, para la
casa/habitación, la calidad de vida del usuario que no es más que cubrir necesidades básicas
de consumo y para la actividad económica (comercial, industrial, etc.) la incorporación
como suministro en la elaboración o manufacturación de bienes y servicios.
En cuanto a los rubros, el daño emergente conforme al art. 519 CC. , se trata de pérdida
que efectivamente haya sufrido, que en el caso de casa/habitación, puede ser desde
alimentos colocados en refrigeradores o artefactos que hayan sido fulminados, etc.; para las
empresas o profesionales, además de los indicados, cualquier manufactura que haya
quedado inconclusa o invalidada y debido a esto no pueda comercializarse, etc. (un plano
en una computadora que se haya borrado; una línea o cadena de fabricación de alimentos
que tenga que desecharse por problemas de frío o proceso de calentamiento y cocción, etc.).
En el caso de actividad económica no sólo podrán reclamar el lucro cesante, sino a tenor de
los fallos de la Corte Suprema de Justicia el lucro cesante futuro.
En lo atinente al derecho de chance, que implica para las empresas incorporar como
derecho económico transable su lugar en el mercado o posicionamiento en el mismo,
cuando a consecuencia de un daño aquel sea afectado, deberá también repararse (vgr., corte
de suministro de "X" servicio que implica un insumo, lo cual lo hace rescindir contratos de
producción y/o comercialización de bienes o servicios, por lo cual esta pérdida implica una
disminución de posicionamiento).
En cuanto a los daños extraeconómicos, comencemos diciendo que resulta obvio que
cualquier daño relacionado con estos servicios que hacen a la calidad de vida, implica una
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afectación espiritual o daño moral (en los términos del art. 522 CC. , que estimamos por
notorios no deben probarse, sin perjuicio de que su acreditación tenga que relacionarse con
la cuantía reclamada).
También puede estar involucrando el daño psicológico; hay personas que después de un
accidente con energía o agua contaminada tiene aversión psicológica, la que debe ser
acabadamente probada, en cuanto si se trata de un tratamiento de recuperación o un saldo
irrecuperable, que afecta la calidad de vida.
Por último, conviene resaltar, aunque parece obvio, que cualquier daño, corporal o
biológico debe ser reparado, incluso si es necesario dictar una medida anticipatoria en
materia de rehabilitación, como lo ha señalado la Corte Suprema.
V. CONCLUSIÓN