Ejercicios Espirituales de San Ignacio e PDF
Ejercicios Espirituales de San Ignacio e PDF
Ejercicios Espirituales de San Ignacio e PDF
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*
BIBLIOTHÉQrE
DES
ERCICES DE SMGNACE
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EJERCICIOS ESPIRITUALES
DE SAN IGNACIO.
Varios Prelados de España han concedido 2400 dias de in
dulgencia para todos los que leyeren ú oyeren leer un ca
pitulo ó página de cualquiera de las publicaciones de la
Librería religiosa.
EJERCICIOS ESPIRITUALES
SE
SAN IGNACIO
EXPLICADOS POR
OREMUS.
Tres
Deus,
Avequi
Marías
corda
á lafidelium,
pureza deetc.
María santísima.
ORACION PREPARATORIA.
Dios y Señor mio , yo creo firraísimamenle que
estais aquí presente.
Os adoro , Dios mio , con todo el rendimiento y
afecto de mi corazon , y os pido humildemente per-
don de todos mis pecados.
Os ofrezco , Señor y Padre mio , esta meditacion ,
y espero me concederéis las gracias que necesito
para hacerla bien. A este mismo fin acudo á Vos,
— 14 —
Virgen santísima, madre mia, Ángeles y Santos,
para que intercedais por mí y me alcanceis lo que
he menester para hacer con fruto esta meditacion.
Amen.
CONCLUSION DE LA MEDITACION.
ACCION DE GRACIAS.
Os doy gracias , Dios mío , por los buenos pen
samientos, afectos é inspiraciones que me habeis
comunicado en esta meditacion.
Ofrecimiento. Os ofrezco los propósitos que
en ella he formado, y os pido gracia muy eficaz
— 1S — .
para ponerlos por obra, y á este fin os suplico á
Vos, María, madre mia, Ángeles y Santos de mi
devocion ,Jque intercedais por mí y me alcanceis
esta gracia. Amen.
EXÁMEN DE LA MEDITACION.
1. ° Antes de empezar la meditacion, ¿he re
flexionado á qué iba, y á qué fin?
2. ° ¿La he comenzado con deseo eficaz de ha
cerla bien, y aprovecharme de ella?
3 . ° ¿He prevenido antes los propósitos que de
bía hacer, y las gracias especiales que debia pedir?
4.° ¿He avivado la fe de la presencia de Dios ,
creyendo que iba á hablar con el mismo Dios?
5 . ° ¿ Le he ofrecido la meditacion , y he pedido
gracia para hacerla con fruto?
6.° ¿He descuidado la composicion de lugar?
7.° ¿He leido con detención los puntos, pen
sando que Dios me hablaba, y he aplicado lo que
leia al estado presente de mi alma?
8. ° ¿He sacado de aquí propósitos prácticos?
9. ° ¿He guardado la conveniente compostura
del cuerpo?
10. ¿ Me he dejado vencer del sueño ó pereza ?
11. ¿He dado lugar á pensamientos inútiles?
12. ¿ Me he envanecido por el fervor sensible ?
13. ¿Me he inquietado por las sequedades 6
desolaciones?
— 16 -
14. ¿He dejado los coloquios y súplicas?
15. ¿Me he detenido demasiado en discurrir,
ó en otra operacion del entendimiento?
16. ¿Me he detenido poco en la mocion de los
afectos?
17. ¿He abreviado la meditacion por motivo
de sequedad, tentacion ú otro pretexto?
18. ¿Qué propósitos he sacado? ¿Pienso hoy
mismo ponerlos en práctica?
19. ¿He pedido para este fin la gracia y lo de
más que necesito?
20. ¿He dejado de rogar para quienes estoy
obligado, y para toda la Iglesia?
Si se halla haber faltado , se pedirá perdon y se pro
pondrá la enmienda; y si no se encuentra falta alguna, se
darán gradas á Dios por ello.
Por fin, aquello que mas habrá movido se recogerá como
una flor para tenerlo en el corazon todo el dia, y si es fá
cil se escribirá, á fin de que no se olvide, como lo advierte
san Ignacio.
El examinarse despues de la meditacion es utilísimo,
así para el fruto de la misma, como para aprender el
modo práctico de hacerla : en consecuencia , siempre
que sea posible lo hará, no solo en tiempo de ejercicios,
sino tambien en todos los días del año.
- 17 -
MEDITACION PREPARATORIA.
AVISO IMPORTANTÍSIMO.
Debes persuadirte, alma cristiana que tienes la
dichosa suerte de ser llamada á estos santos Ejer
cicios, que ninguna cosa te importa tanto como el
hacerlos bien. Piensa que quizá será la última vez
que los harás , ó porque no te se proporcionará
otra ocasion , ó porque la muerte te llevará antes
de otro tiempo en que se harán. ¿Quién sabe si de
ellos depende tu salvacion ó condenacion? Debes,
pues, hacerlos con todo esmero y fervor, como si
fueran los últimos de tu vida, como si fueran para
ir á morir y rendir cuentas á Dios.
Esta meditacion preparatoria tiene tres puntos :
el 1.° es de la necesidad de los ejercicios; el 2.° de
sus ventajas y excelencias, y el 3.° de las disposi
ciones para hacerlos bien.
ORACION PREPARATORIA.
Dios y Señor mio, yo creo flrmísimamente que
estais aquí presente. Os adoro, Dios mio, con todo
el rendimiento y afecto de mi corazon, y os pido
humildemente perdon de todos mis pecados. Os
2
— 18 —
ofrezco, Señor y Padre mio, esta meditacion, y
espero me concederéis las gracias que necesito para
hacerla bien. Á este mismo fin acudo á Vos, Vir
gen santísima, madre mia, Ángeles y Santos, para
que intercedais por mí y me alcanceis lo que he
menester para hacer con fruto esta meditacion.
Amen.
PRELUDIO PRIMEBO,
Ó SEA COMPOSICION DE LUGAR.
Imagínate que ves al glorioso san Ignacio con el
libro de los Ejercicios en la mano, y que á su al
rededor tiene un sinnúmero de justos confirmados
en gracia, de pecadores convertidos, y de tibios
enfervorizados ; y que dirigiéndote á tí la palabra
te dice: toma, hijo, este libro, y medita séria-
mente las verdades que están en él contenidas.
Luego imagínate que ves aquella gran muchedum
bre que nadie puede contar, de todas naciones ,
tribus, pueblos y lenguas, que están ante el trono
y delante del Cordero, revestidos de un ropaje
blanco, con palmas en sus manos, con que simbo
lizan la victoria que han reportado, ya de los tira
nos , ya de sus propias pasiones , y que exclamando
á grandes voces, dicen : La salvacion la debemos á
nuestro Dios, que está sentado en el solio, y al
Cordero, y á los Ejercicios de san Ignacio \
1 Apoc. vil, 9,10.
— 19 —
PRELUDIO SEGUNDO,
Punto 1.°
Una deNecesidad
las graciasdegrandes
los santos
y extraordinarias
ejercicios. que
Punto 2.°
AFECTOS.
1. ° De admiracion. Bendito sea Dios, que se
ha dignado enseñar los ejercicios de san Ignacio
en estos tiempos para santificar las almas de un
modo especial. ¡Oh qué héroes han producido en
la santa Iglesia!
2. ° De propósito. Yo propongo hacerlos del
mejor modo que sepa y pueda , y espero sacar de
ellos , con el auxilio del Señor, la gracia que los
demás han sacado , pues que comprendo muy bien
que el tiempo de los ejercicios es tiempo aceptable
al Señor, y sus dias son dias de salud *.
Punto 3.°
CONCLUSION DE LA MEDITACION.
Accion de gracias. Os doy gracias, Dios mio.
por los buenos pensamientos y afectos que me ha
beis comunicado en esta meditacion.
Ofrecimiento. Os ofrezco los propósitos que en
ella he formado, vos pido gracia muy eficaz para
ponerlos por obra.
- 37 -
MEDITACION H.
MEDITACION \
La oracion preparatoria como la de la pág. 16.
Preludio primero , ó sea composicion de lugar.
Imagínate que ves á Dios lleno de majestad y gran
deza sentado en su trono , y que oyes la voz que
dice : Yo soy el principio y el fin *. Tambien te pue
des imaginar que ves un mar inmenso de donde sa
len muchos rios, y que todos vuelven á él, y que
este mar te indica que es la bondad de Dios , de
quien salen todas las criaturas y á él vuelven , y que
tú eres una de ellas , que de él has salido y á él de
bes volver.
Preludio segundo , 6 sea peticion. Dios y Señor
mio , os pido que me deis á conocer mi fin , que
lo procure y consiga , y os suplico me concedais
gracia para hacerme superior á mí mismo , y ven
cer todos los obstáculos que me lo puedan estorbar.
Proposicion (son palabras del Santo) . « El hom-
AFECTOS.
1 . ° Acusacion de sí mismo . ¡ Oh Dios mio I de
masiado conozco los desórdenes de la vida que he
tenido hasta ahora. Mi único fin y negocio debia
haber sido el amaros , el serviros y glorificaros con
todo mi corazon : y no debia haber empleado un mo- '
mento , ni proferido una palabra , ni hecho obra al
guna sino por vuestra gloria y honor. . . Pero ¿có
mo me he portado? Tantos millares de horas de mi
vida, tantos millares de palabras que ha proferido
mi boca, tantos millares de obras de mis manos , ¿á
— li —
qué objeto se han dirigido? ¡ Oh , cuántas á las cria
turas , y cuán pocas á Vos , ó Dios mio ! . . . Mas esto
es lo menos. ¿Cuántos dias han pasado en los cuales
no haya cometido nuevos ultrajes y nuevas ofensas
contra Vos? ¡Miserable de mí! ¡Cuán descuidado,
cuán ingrato y cuán perverso he sido, Señor!...
2.° Acto de dolor. No puedo hacer mas, ó Dios
mio, que implorar vuestra infinita misericordia, pi
diéndoos humildemente perdon; por tanto detesto y
abomino con todo mi corazon y con todas las fuer
zas de mi alma , cuanto me es posible , todos los mo
mentos que no he empleado en vuestro honor y glo
ria. . . ¡ Ah ! si pudiese recobrar tantas horas precio
sas que he perdido y he empleado muy mal ! Per-
don , Señor , perdon ; ya me pesa de haber pecado :
misericordia, Dios mio y Padre mio.
Punto 2.°
AFECTOS.
1. a Acto de esperanza. ¡Oh Dios! [Oh bon
dad infinita! ¡ Cuán consoladora es para mí esta ver
dad! El cielo es mi patria, el cielo es mi heredad,
el cielo es mi premio , es mi último fin. . . sí , así es ;
Dios lo ha criado para mí... Si yo le sirvo y amo,
llegará un dia en que yo resplandeceré con una her
mosura superior á la del sol y de la luna ; en el que
yo contemplaré el paraíso con mis propios ojos; en
el que podré libremente estrecharme con mi amado
Jesús ; en el que el cuerpo y el alma estarán sumer
gidos en un mar de delicias. ¡Oh dia feliz! ¿Puedo
yo esperarle? Sí que io espero, y lo espero con se
guridad : Jesús mismo me lo ha prometido. . . Basta
que guarde su ley... que corresponda al fin de mi
creacion
2. ° Desprecio de todo lo temporal. ¡Pero có
mo ! si el cielo es mio , ¿ cómo no desprecio yo el
mundo, y todo lo que el mundo puede dar?. . . ¿Por
qué me entristezco por las penas y dolores del cuer
po, si llegará un dia en el cual este mismo cuerpo
no tendrá sino puras delicias, y por toda la eterni
dad? ¿Por qué siento tanto que los hombres me des
precien , si por toda la eternidad he de ser amado
1 Si vis ad vilam ingredi, serva mandata. (Hatth. xix, 17.)
— Deum time, el mandata ejus observa ; hoc est enim om-
ali homo. [Ecclei. xu, 13).
— 48 -
y honrado de Dios y de lodos los Sanios?... ¡ Ah
cuán ciego he sido hasta ahora , ó Dios mio , en es
timar tanto los bienes vilísimos de esta tierra!...
Para en adelante quiero y propongo despreciar lo
temporal, y amar lo eterno y celestial.
Punto 3.°
No puede haber cosa mas necesaria que aspirar
al último fin , amando , sirviendo y glorificando á
Dios de lodo corazon. Asi es, almamia: al criarte
Dios ha tenido por fin su honor y gloria , y debe
obtener, y obtendrá infaliblemente, este su fin con
tanta certeza, cuanto es cierto que Dios es aquel
Dios que es. Por lo que mira y reflexiona :
1. ° Dios es bondad infinita yjusticia infinita. Im
prime profundamente, ó alma mia, en tu corazon
estas verdades. Por ser bondad infinita, es impo
sible que no ame y que no premie eternamente á
todos los que le han glorificado , servido y amado;
y siendo justicia infinita, es imposible que no abor
rezca y castigue eternamente á lodos aquellos que
le han despreciado. ¿ Has comprendido bien estas
verdades? Pasemos adelante.
2. ° Por ser bondad infinita ha criado el paraí
so, y por ser justicia infinita ha criado el infierno.
En el paraíso amará y premiará eternamente á las
almas que le hayan sido fieles , y ellas en corres
pondencia le alabarán y bendecirán eternamente.
— 49 -
En el infierno aborrecerá y castigará eternamente
á las almas infieles , y ellas le maldecirán y blas
femarán eternamente... En el paraíso será alabada
por toda la eternidad su infinita bondad y miseri
cordia ; en el infierno su majestad y justicia será
exaltada y cumplida... ¿Qué se sigue de esto? se
sigue que...
3.° Dioslogrará siempre ¿infaliblementesufin. . .
Haz enhorabuena lo que te agracie , pero siempre
será verdad que servirás á la gloria de Dios. . . Sir
viendo y amando á Dios en la tierra , amarás y ala
barás eternamente su misericordia en el cielo ; no
sirviéndole en la tierra, glorificarás eternamente su
justicia en el infierno. Á un señor de infinita gran
deza, cual es Dios, le honra igualmente el premiar
por toda una eternidad á sus fieles siervos, que el
castigar eternamente á los rebeldes. Represéntate
ahora, ó alma mia, con una viva imaginacion, de
una parte el cielo abierto , y aquellos gozos inmen
sos que allí disfrutan los escogidos , y de otra el in
fierno con aquellos inmensos tormentos que sufren
allí los condenados, y discurre así contigo: yo de
beré necesariamente glorificar á Dios por toda una
eternidad ; este es un decreto suyo , tan irrevocable
é invariable, cuanto es imposible que Dios deje de
ser Dios. ¡Verdad terrible!... con qué una de estas
dos cosas me locará: 6 vivir eternamente en el cielo,
ó vivir eternamente en el infierno, supuesto que en
4
— 50 —
el otro mundo todo es eterno. . . Esta mi alma ala
bará ó blasfemará, amará ó aborrecerá eternamenle
á Dios, pues que es eterna; mi cuerpo estará siem
pre sumergido en las celestiales delicias , ó gemirá
en los tormentos infernales , porque tambien será
eterno. . . Estas mismas manos abrazarán sin fin á
Jesús cuanto quieran , ó estarán aprisionadas con
las cadenas del infierno, poique serán eternas; mis
propios ojos contemplarán sin fin los cuerpos res
plandecientes de los ciudadanos del cielo , ó los hor
ribles espectros del infierno, porque ellosserán eter
nos; mi misma carne, todos los sentidos de mi cuer
po gozarán para siempre de una incomparable bien
aventuranza, ó arderán para siempre en el fuego y
entre las llamas , porque todos son eternos. . . Ter
rible y espantosa alternativa, pero ciertísima. ¿Qué
resuelvo? En mi arbitrio está escoger uno ú otro. . .
mas uno de los dos debe tocarme eternamente , y
me tocará el que escogeré.
AFECTOS.
1 . ° De temor. ¡ Qué d iré yo , ó Dios mio ! ¿Iré
yo al cielo, ó al infierno?—Piegunta terrible, que
nace estremecer el corazon... ¿Iré al paraíso? no
puedo saber si será esa mi suerte , pero sé que Vos
habeis dicho... Quien ama su vida en este mundo,
la perderá; y el que la aborrece en este mundo, la
conservará para la vida eterna. Estas son vuestras
— 81 —
palabras... Amar su alma en este mundo significa
entregarse á la sensualidad y al pecado , obedecer
á su propia voluntad, huir los desprecios, airarse
contra los que nos ofenden; aborrecer su alma sig
nifica mortificarse generosamente, negar la propia
voluntad , buscar los desprecios , volver bien por
mal. —¿Lo he hecho yo así? ; pobre de mí! ¡ay,-que
la boca de Jesús me condena ! yo no he sido del nú
mero de los que han aborrecido su alma.
2. ° Propósito. ¡Pero cómo, Dios mio! Si de
adquirir mi fin depende una entera y bienaven
turada eternidad , y de la pérdida de este una eter
nidad infeliz , ¿cómo es posible que yo esté con tanto
descuido para conseguirlo? ¿No debería yo en este
momento sacrificar mi vida con alegría, si fuese ne
cesario, para adquirir el cielo? ¿no debería yo en
este momento derramar toda mi sangre por evitar
el infierno? Así es; adquirir un bien infinito y evi
tar un mal infinito son dos objetos por los cuales
nunca se puede hacer demasiado ó padecer mucho:
pues yo resuelvo aquí mismo, ante vuestro divino
acatamiento, procurar buscar mi último fin , ó Dios
mio, á toda costa, y para conseguirlo con seguri
dad resuelvo tambien seguir fielmente todo aquello
que en estos santos ejercicios conozca ser necesario
y ventajoso al efecto.
3.° Invocacion. Mas ¿cuántas veces he hecho
estos propósitos , y otras tantas he sido desleal y
4*
— 58 —
omiso en cumplirlos? Bien veo que si no me ayu
dais con una fuerza superior, soy perdido; me vuel
vo á Vos, ó Dios mio, y con el corazon contrito y
humillado clamo: Perdonadme, ó sumo Bien, mis
pecados y mis negligencias; no mireis mis deméri
tos, sino vuestras misericordias; no me trateis se
gun el rigor de vuestra justicia infinita , sino segun
la benignidad de vuestra infinita clemencia. Conce-
dedme nuevas luces , las cuales me hagan compren
der claramente la importancia de mi fin... nuevos
impulsos, que conmuevan íntimamente mi corazon;
concededme nuevas gracias , que me hagan cons
tante en mis propósitos. ¿De qué me aprovecharía
que me hubiéseis criado, ó celestial Padre mio, si
pereciese eternamente ? ¿ De qué me aprovecharía
que hubiéseis derramado por mí vuestra sangre, ó
divino Hijo, si me perdiese? ¿De qué me aprove
charía, ó divino Espíritu, el haberme hecho here
dero por gracia, si yo me condenase?
MEDITACION III.
Punto 1.°
AFECTOS.
1. ° Reconocer el supremo dominio de Dios. Así
es ¡oh sumo Bien! Vos sois el Dios supremo; á Vos
pertenece el mandar , y á mí el obedecer ; yo estoy
obligado á serviros, pero de aquella manera que á
Vos agrade. Renonozco este vuestro supremo do
minio, y le adoro profundamente. ¡Ay del siervo
voluntarioso! Querer servir á Dios segun nuestro
propio capricho, y ño como él quiere ser servido,
es tratar a Dios como siervo, y querer uno hacerse
su dueño. ¿Qué premio podrá esperarse por un des
orden de esta naturaleza? ó mas bien, ¿qué castigo
no debe esperarse y temerse?
2 . ° Arrepentimiento . Mas ¿ cómo es posible, ó
Ser infinito , que haya uno solo que pretenda ser
viros y amaros á su propio gusto y no al vuestro?
¡Ay! que por desgracia son muchos, muchos estos
necios , y yo mismo me veo obligado á confesar con
rubor que he sido hasta ahora uno de ellos. Quiero
serviros y amaros con salud , pero de ningun modo
con enfermedad; quiero serviros y amaros, pero
solamente cuando soy amado y honrado , mas no en
manera alguna en medio de los desprecios, opro
bios, persecuciones;... quiero serviros y amaros,
pero hasta el punto que las cosas me salen bien, y
- 58 -
mientras una devocion tierna me dilata el corazon,
mas no en las tinieblas , desolaciones , tentaciones. . .
¿Es esto servir y amar á Dios como su Majestad
quiere? ¡Ah! ¡pobre de mí! ¿qué es lo que he hecho?
Punto 2.°
La providencia de Dios exige de mi un corazon
santamente indiferente. Cuanto es cosa ardua y di
fícil el conseguir su último fin sin una total indife
rencia santa, tanto es cosa fácil, alma mia, el con
seguirle con ella : para convencerte de ello clara
mente pondera esta verdad.
l.° Dios es una sabiduría y ciencia infinita;
sabe y conoce aquellos medios que te conducirán
con toda seguridad á la consecucion de tu último
fin. Todos los medios son idóneos para conseguir el
último fin , la salud y la enfermedad , la honra y la
deshonra , un destino honorífico y una ocupacion
despreciable , con tal que de ellos se haga buen uso;
mas díme, si es que lo sabes : ¿qué cosa te condu
cirá con mas seguridad á tu último fin? ¿El tener
una salud robusta , ó una complexion enfermiza?
¿El ser honrado y amado, ó el ser mas bien vitu
perado y aborrecido? ¿El tener un puesto elevado,
ó el tener una baja ocupacion? Esto no lo sabes tú,
ni yo, ni ningun otro del mundo: todos estos son
misterios que no los puede penetrar sino la sola vista
de aquel que todo lo puede.
— 59 —
2. ° Dios es amor infinito, que siempre ordena
para las almas los medios mas seguros para que con
sigan su último fin , con tal que se mantengan siem
pre en esta santa indiferencia y equilibrio. Dios se
porta con las almas como una madre que ama en
trañablemente á su tierno hijo. Cuanto es incapaz
una verdadera madre de dar veneno á su querido
hijo, tanto, y mucho mas, es incapaz Dios de or
denar ninguna cosa nociva á un alma que se aban
dona á él con indiferencia. Persuádete bien de una
vez , alma mia , que si Dios te visita con una en
fermedad , este es entonces el camino mas seguro
para conducirte á la consecucion de tu último fin;
cuando permite que seas despreciado y vilipendiado,
cuando te pone en las tinieblas , en las desolaciones
ó en las tentaciones , este es el camino para tí mas
seguro para dirigirte á tu último fin.
3. ° Dios es omnipotencia infinita, y conduce
infaliblemente á su último fin á una alma constante
en esta santa indiferencia y equilibrio. ¿Y quién
será aquel osado ó atrevido que á Dios le pueda po
ner obstáculo ? Ni ángel , ni hombre , ni cielo , ni
tierra , ni todo el infierno puede tenérselas tiesas con
una Omnipotencia infinita: tú sola, ó alma mia, tú
sola puedes ponerle obstáculo, y frustrar sus amoro
sos designios, sustrayéndote de las disposiciones que
ha formado sobre tí , abandonando tu indiferencia
santa; mas si te mantienes firme en ella, tan cierto
- 60 -
es que conseguirás lú último fin , como es cierto que
Dios es un Dios de infinito amor, de infinita sabi
duría y de infinito poder.
AFECTOS.
1. ° Confianza. ¡ Oh ycuán consoladora es esta
verdad ! Aquel que me gobierna es una infinita sa
biduría , que sabe y conoce los medios que me son
mas convenientes. . . Aquel que me guia es un infi
nito poder, y no hay quien pueda precipitarme si
él me sostiene y me fortifica. Aquel que me ama es
un amante infinito, el cual de hora en hora dispone
aquellos medios que para mí son los mejores. . . Con
este conocimiento, ¿podré yo admitir en mi cora
zon alguna desconfianza? No me suceda esto jamás,
ó Dios mio. Yo me abandono enteramente en el seno
de vuestra paternal Providencia , y lleno de con
fianza exclamo : Vos me quereis en vuestra compa
ñía en el paraíso , y me quereis en un alto grado de
gloria. . . tan grande como todo esto es vuestra bon
dad , y tambien mi esperanza : Vos sois mi Padre,
y vuestro amor me conducirá á tanta dicha...
2. ° Confusion de si mismo. Mas ¿cómo podré
yo esperar tanta dicha? Tal y tan grande seguridad
no la pueden concebir sino aquellas almas que sir
ven y aman á Dios como él quiere , y que caminan
en su presencia con una perfecta y santa indife
rencia. ¿Soy yo una de estas almas? ¡ Ay cuán dis
— 61 —
tante está de mi corazon semejante disposicion!
¡Qué alegría no manifiesta en las alabanzas y en
los honores , en las prosperidades y riquezas , y qué
tristeza no siente en los desprecios , pobreza y mi
seria ! ¡ Cuánto se complace mi corazon en la épo
ca de una tierna devocion y de los consuelos , y
cuánto se conturba en las tentaciones y desolacio
nes ! ¡ Con cuánto gusto hace aquello que se le man
da, si es segun su voluntad é inclinacion, y con
qué disgustolo que no le place! ¿Es esta, por ven
tura , aquella indiferencia santa que se requiere
para el perfecto amor? ¡Oh Jesús, tened piedad de
mí ! Un corazon tan mal dispuesto no es capaz de
amaros , y se puede decir que no ha puesto aun la
primera piedra para el edificio de la santidad y de
la salvacion...
Punto 3.°
La justicia divina exige la santa indiferencia y
equilibrio de mi corazon. Si tú , alma mia , no te
sometes á las disposiciones de la divina Providen
cia, y si no abrazas con humilde sumision aquellos
medios que va disponiendo para tu último fin , cae
rás en las manos de la divina justicia... ¿Y qué
se seguirá de esto? Un cúmulo de males que no se
podrán llorar bastantemente. Piénsalo bien , por
que :
1.° Es ciertísimo que una alma semejante ne
- 62 -
cesariamente tiene que padecer en este mundo mu
cho mas que otra que esté indiferente santamente.
Te engañas mucho, alma mia, si te lisonjeas de
poder librarte de aquellas molestias que el amor
que Dios te tiene ha dispuesto , como medios para
tu último fin : no ciertamente, no lo podrás con
seguir jamás ; padecerás , y necesariamente tendrás
que padecer aquellos dolores y aquellas enferme
dades, aquellos desprecios y aquellas opresiones
que Dios desde la eternidad ha dispuesto que pa
dezcas \ Si tienes un corazon indiferente y lo su
fres todo con paciencia , darás gusto á Dios , y él
te fortalecerá con el influjo de sus gracias, te dará
una continua paz y tranquilidad , y te hará fácil y
suave el camino de la cruz. Si te falta esta santa
indiferencia, y llevas con impaciencia los contra
tiempos, desagradarás á Dios, y él te negará todo
vigor y aliento, y toda clase de paz y consuelo , de
jándote desfallecer bajo el peso de tu cruz.
2.° Es muy cierto que perderás por toda la
eternidad aquel alto grado de gloria que te estaba
destinado por tu último fin. No es posible adquirir
aquel grado de gloria sino por los medios que Dios
tiene destinados ; pero si tu corazon no está indife
rente, y no te vales de tales medios abrazándolos
de buena gana, te fatigarás en vano, y perderás
1 Aut facies quod Deus vult, aut patieris quod tu non vi9.
(S. Avg.).
- 63 -
tu último fin. Ello es cierto que te encuentras en
peligro de no conseguir tu eterna salvacion , ni aun
en un grado inferior de gloria... Una alma que no
tiene esta indiferencia santa, cae necesariamente
en muchas y graves tentaciones. .. ¿Á qué cosa no
impele en tales circunstancias la cólera y la indig
nacion , la pusilanimidad y la tristeza , la soberbia
y el temor de los desprecios? ¿Á qué no estimula
el capricho y la propia voluntad, la perturbacion
y el tumulto interior , y la rebelion de las pasiones
indómitas? ¡Ah! que para superar estos riesgos se
ria necesaria una particular asistencia de Dios.
Pero ¿la concederá él á.un alma que no quiere su
jetarse á sus disposiciones, que llena de ira arroja
de sí los medios que Dios tenia ordenados , que no
quiere servirle sino a su modo, que no quiere re
conocerle por su dueño y señor", y que descara
damente resiste á sus órdenes? Espérelo quien pue
da esperarlo : la contienda es muy arriesgada,
mucho...
AFECTOS.
1.° De humillacion. ¡Oh sumo bien, Dios y Se
ñor mío! ¡Cuántos defectos descubro en esta hora
en mi alma! ¡cuánta ceguedad en mi entendimien
to! ¡cuánto desarreglo en mi voluntad! Yo miro los
dolores y las indisposiciones como el mayor de los
males, y Vos los apreciais como medios los mas efi
- 64 -
caces para mi santificacion. — Yo juzgo los despre
cios como la cosa peor del mundo, y Vos los esti
mais como el mejor medio para mi exaltacion en
el cielo. — Yo digo que las desolaciones y tentacio
nes son mi ruina, y vos decís que ellas han de for
mar la mayor parte de mi gloria en el paraíso. —
Así, pues, me ha engañado mi propio juicio, y
hasta á este extremo ha llegado la ceguedad de mi
entendimiento \ Mas ¡ay! que no acaba aquí mi
miseria, porque á la ceguedad de mi entendimien
to corresponde igualmente la corrupcion de mi vo
luntad. La concupiscencia y las comodidades, los
honores y la estimacion de las criaturas , una dul
ce paz y tranquilidad del corazón , una obediencia
que concuerde con mi genio , es únicamente á lo
que me inclino ; todo lo demás me retrae y me es
panta. —Extiendo siempre ambas manos al vene
no, y aparto de mí la medicina que podría cu
rarme.
2.° Propósito. ¿Qué remedio para esto? Dos
cosas he conocido en este dia ¡oh Dios mio! La pri
mera , que es necesario serviros y amaros como Vos
quereis, yno como quiero yo. — La segunda, que
no puedo serviros ni amaros así , si no tengo un
corazon indiferente y si no me sirvo de los medios
que Vos me destináis : sin esto no puedo serviros
1 Erravi sícut ovis quse periit; quaere servum tuum.
{Psalm. cxvm, 176).
- 65 -
ni amaros, ni santificarme y salvarme. — Si esto,
pues, es así, en esle momenlo depongo ante vues
tro divino acatamiento ludo apego á las criaturas,
y todo el aborrecimiento que siento patacon ellas.
— Honor y desprecio, salud y enfermedad, con
suelo y desconsuelo , esta ó aquella ocupacion, se
rán para mí cosas indiferentes : gima y laméntese
la naturaleza cuanto quiera, la gracia hade triun
far en adelante. Esta es, pues, la resolucion de mi
corazon ¡oh Dios y Señor mio! Quiero serviros y
amaros como Vos queréis, y no como me agrada á
mí... Así emplearé los dias, las horas y lodos los
momentos que me restan de vida.
3.° Invocacion de la gracia. ¡Oh cuán bien
aventurada es el alma que está así dispuesta! Ella
tiene el fundamento de la santidad ; ella tiene ya de
la misma la propia esencia, que es la caridad per
fecta ; ella está ya en el camino derecho que la con
duce á unirse con Dios. ¡Ay! ¿quién me conserva
rá en esle estado? Yo no ¡oh Jesús mio! yo no
puedo tanlo ; es demasiado grande mi debilidad,
está demasiado arraigada en mí la inconstancia :
solo vuestra omnipotencia puede remediar mi mi
seria, y conservarme. — A Vos, pues, ó Jesús mio,
dirijo los mas ardientes suspiros de mi corazon :
quitad de mí lodo deseo y amor hácia aquellas cria
turas que solo agradan á mi amor piopio; alejad
de mí todo temor y aversion de las que le desagrá
— 66 —
dan ; ponedme en una total indiferencia santa , y
haced que no desee yo otra cosa que agradaros á
Vos, ni otra cosa tema sino solo el disgustaros á Vos.
¡Oh Jesús! ¡Oh Padre de las misericordias! ayu
dadme con vuestra poderosa gracia.
MEDITACION IV.
Punto 1.°
Son palabras del Santo. « El primer punto será
«traer á la memoria sobre el primer pecado, que
«fue de los ángeles : y luego sobre el mismo el en-
«tendimiento discurriendo; luego la voluntad, que-
« riendo lodo esto memorar y entender por mas me
«avergonzar y confundir, trayendo en comparacion
« de un pecado de los ángeles , tantos pecados mios :
«y donde ellos por un pecado fueron al infierno,
«cuántas veces yo lo he merecido por tantos. Digo
«traer en memoria el pecado de los ángeles, como
«siendo ellos criados en gracia, no se queriendo
«ayudar con su libertad para hacer reverencia y
« obediencia á su Criador y Señor , viniendo en so-
«berbia, fueron convertidos de gracia en malicia,
«y lanzados del cielo al infierno : y por consiguien-
« te discurriréis mas con el entendimiento y mo-
« viendo mas los afeólos con la voluntad. »
1Explicacion.
Scito, et vide, quam
De la
malum
penaetimpuesta
amarum est
á los
reliquisse
ánge-
(Luc. x, 18).
— 71 —
preséntate vivamente la miseria de estos espíritus
reprobos : observa su figura tan horrible y tan es
pantosa , que ningun mortal podria mirarla sin mo
rir de miedo. Su habitacion es una prision la mas
terrible, todo al rededor circuida y abrasada de
fuego : los tormentos que sufren son tan atroces,
que no hay entendimiento que los pueda compren
der. — Despues de haber observado estas cosas,
discurre así contigo mismo: Estos mónslruos fueron
un tiempo espíritus hermosísimos, hijos dilectísi
mos del Altísimo , hechuras de la divina Omnipo
tencia , los primeros habitadores y el mas hermo
so ornamento de la mansion celestial. — ¿Qué mal
han hecho para haber caído en lan gran desdicha?
Toda la culpa se reduce á un pensamiento solo,
consentido en un instante ; á una desobediencia sola,
á un solo pecado ; y por este pecado solo , arden
hace ya cerca de seis mil años, y arderán por to
da la eternidad. — ¿Y quién es el que ha pronun
ciado una tan terrible sentencia contra ellos? Dios.
¡Oh verdad terrible! ¡Dios! Es preciso, pues, de
cir, ó que Dios no es sabiduría infinita, justicia
infinita, misericordia infinita, ó que el pecado es
verdaderamente un mal infinito ; lo primero no se
puede pensar, luego lo segundo se ha de confesar,
y decir que el pecado es un mal infinito.
— 78 -
AFECTOS.
t.° Admiracion. ¡Oh Dios mio! yo no sé qué
deba admirar mas, si el rigor de vuestra justicia
con la que habeis tratado á los ángeles rebeldes , ó
la grandeza de la misericordia que habeis mostra
do conmigo. Aquellos nobilísimos espíritus, aque
llas bellísimas imágenes de vuestra divinidad, co
metieron un pecado solo, y por este solo pecado los
reprobástcis por toda la eternidad ; yo, que soy un
puñado de tierra y de polvo, he cometido tantos
pecados, ¡y Vos me habeis sufrido!... Yo he abu
sado de vuestra misericordia, y despues de haber
me perdonado mis pecados anteriores he cometido
otros de nuevos, ¡y Vos de nuevo me habeis per
donado! Aun ahora al presente, en este mismo pun
to, me mirais con ojos paternales, y extendeis há-
cia mí los brazos de vuestra misericordia. — Espí
ritus soberanos, carísimos escogidos, dad una mi
rada desde el cielo hacia mí , y veréis en mí tantos
monumentos de la misericordia y longanimidad de
un Dios, cuantos son los pecados que he cometido.
¡Ah! suplid por mí lo que yo debería, pero que no
soy capaz de hacer. — Alabad... bendecid á Dios
porque es bueno, y grande la misericordia que de
mí ha tenido.
2.' Arrepentimiento. Mas esta misma miseri
cordia es la que llena mi corazon de dolor. — Yo
— 73 —
he ofendido á un Dios que me ha amado mas que
á tanlos millares de millones de nobilísimos espí
ritus ; á un Dios que, al mismo tiempo que yo co
metía las mayores iniquidades, me acogía en el se
no de su misericordia ; á un Dios que, no obstan
te mis pecados, me quiere amar por toda la eterni
dad. Y yo, ingrato, ¿cómo he podido despreciar
tanto amor, y ofender lan gran bondad? ¿Cómo
puedo ahora recordar tantas maldades , y no pro-
rumpir en dolorosísimas y amargas lágrimas? ¡Oh
Jesús mío! reconozco, confieso, me arrepiento,
abomino todos mis pecados. . .
Punto 2.°
Son palabras del Santo. « El segundo es hacer
«otro tanto, es á saber, traer las tres potencias
«sobre el pecado de Adán y Eva , trayendo á la rae-
«moria como por el tal pecado hicieron tanta pe-
«nilencia, y cuánta corrupcion vino en el género
«humano, andando lanías genies para el infierno.
«Digo traer á la memoria el segundo de nuestros
« padres, como despues que Adan fue criado en el
«campo damasceno, y puesto en el paraíso terre
gal, y Eva ser criada de su costilla, siendo veda-
«do que comiesen del árbol de la ciencia, y ellos
«comiendo, y asimismo pecando : y despues vesti-
«dos de túnicas pellíceas , y lanzados del paraíso,
«vivieron sin la justicia original que habían per
— 74 —
«dido, toda su vida en muchos trabajos y mucha
« penitencia ; y consecuente discurrir con el enten
dimiento , mas particularmente usando de la vo-
« luntad , como está dicho. »
Explicacion. Por la pena impuesta á nuestros
primeros padres se conoce el infinito mal que es el
pecado. No se ha visto jamás en el mundo una fe
licidad semejante á aquella en que Dios crió á nues
tros primeros padres.
1. ° ¡Cuán deliciosa era su habitacion , esto es.
el paraíso terrenal! No estaba sujeto al frío, ni al
calor , ni á la lluvia , ni á los vientos , sino que con
tinua y apaciblemente gozaba de la vista del sol.
Sin necesidad de fatiga alguna los árboles produ
cían de suyo excelentes frutos, las vides uvas sa
brosísimas, yla tierra admirables renuevos de plan
tas y flores.
2. ° ¡Cuán perfecto fue su dominio sobre los
animales ! Á la primera voz bajaban los pájaros del
aire , y mostrábanles su dependencia ; á una pala-'
bra corrían los animales, y poniéndoseles a sus
piés les daban pruebas de su obediencia ; á una se
ñal los peces venían nadando por el agua á la ri
bera , y les manifestaban su alegría.
3 . ° ¡ Cuán maravillosa fue la felicidad del cuer
po! No estaba sujeto ni á la fatiga, ni al cansan
cio, niá los dolores, ni á la enfermedad, ni á la
ancianidad , ni tampoco á la muerte; bastaba que
— 75 —
comiesen del fruto del árbol de la vida para man
tenerse siempre en toda la flor de la juventud.
4.° ¡Cuan admirable fue la felicidad del alma!
Esta tenia el mas perfecto dominio sobre todas las
pasiones : ni ira, ni tristeza, ni envidia, ni odio,
ni ninguna otra inclinacion desordenada osaba le
vantarse contra la razon ; estaba dotada de un pleno
conocimiento de Dios, de una ardentísima caridad,
de tiernísimo afecto hácia su divina Majestad ; y
finalmente , estaba prometido á nuestros progeni
tores, que despues de una larga y felicísima vida,
sin que precediese enfermedad ni muerte , serian
trasladados al cielo en cuerpo y alma para reinar
allí eternamente con Dios. Pero tan magnífica como
fue la liberalidad de Dios para con estos nuestros
primeros padres, no fue menos monstruosa su in
gratitud para con él. No quisieron servirle como
quería ser servido ; pecaron , é incurrieron en la
pena. — Ahora pondera las circunstancias de esta
pena, y en ellas la gravedad del pecado.
1. ° Por solo este pecado queda Adan despoja
do de toda felicidad... Es maldecida la tierra, la
cual en adelante no producirá otra cosa que abro
jos y espinas ; maldecido el cuerpo , y condenado á
los dolores , á las enfermedades y á la muerte ; mal
decida el alma, y, cual enemiga de Dios, dester
rada del paraíso en este valle de lágrimas.
2. ° Por este solo pecado es condenada igual
- 76 —
mente toda la posteridad á las mismas desgracias.
Figúrate un terreno, como por ejemplo, de una
legua encuadro y como media de altura, todo lle
no de calaveras, y díte a tí misma: todos estos
millares de millones de hombres han tenido que
sucumbir á la muerte por este solo pecado.
3. ° Por solo este pecado, todos los niños que
mueren sin Bautismo quedan privados por toda la
eternidad del paraíso. Supongamos que en toda la
tierra mueren cada año diez millones de niños : con
que es decir que desde la Natividad de Jesucristo
habrán muerto mas de diez y ocho mil millones.
Todos estos están excluidos del cielo por toda la
eternidad por solo este pecado.
4. ° Por este solo pecado la mayor parte de los
adultos se condenan por toda la eternidad... Todo
el que se condena, se condena por las indómitas
pasiones del corazon, que lo arrastran al pecado.
Esla furia de las malas inclinaciones es un castigo
de aquella desobediencia que cometieron nuestros
primeros padres... si, y lo que es aun mas terri
ble, si el mundo por un imposible durase eterna
mente en el estado presente, cada año caerían por
toda la eternidad millones de hombres en el fuego
del infierno por este solo pecado.
5. ° Por este pecado Jesús ha muerto en la cruz.
¡Estupendo milagro! el supremo Señor del cielo y
de la tierra, la santidad por esencia, el Hijo uni
— 77 —
génifo de Dios es condenado por su propio Padre
á la ignominiosa muerte de cruz ; y esto por el pe
cado.
6.° No obstante esta muerte, continúa el Pa
dre celestial en castigarnos á los miserables hom
bres por el pecado : perdido el paraíso ; nosotros
peregrinos en un valle de lágrimas ; la vida col
mada de amarguras ; la muerte llena de angustia
y de terror ; dudosa la eterna salvacion ; y no hay
otro camino para entrar en el cielo sino el de la pe
nitencia y el de las lágrimas.
AFECTOS.
1.° Temor. /Oh fe santa! cuán sorprenden
tes son las verdades queme pones á la vista! ¡Los
mas bellos ángeles precipitados del cielo ; todo el
género humano desterrado del paraíso ; millones
de almas condenadas al infierno! ¡Jesús, Hijo de
Dios, muere en la cruz , y muere en ella por la vo
luntad de su eterno Padre ; y lodo esto por un solo
pecado! ¡Oh pecado, cuán grande es el mal que
en ti ocultas! Pues si el eterno Padre trató con tan
ta severidad á su dilectísimo y unigénito Hijo por
causa del pecado, ¿con cuánto rigor no me tra
tará á mi, que he cometido tantos pecados? ¿á mí,
que he permanecido tanto tiempo en ellos? ¿á mí,
que despues del perdon he recaído en ellos tantas
veces?
- 78 —
2.° Arrepentimiento. Veo muy bien ¡oh Dios
mio! que para mí no puede haber otro escape sino
vuestra misericordia infinita por parte vuestra , y
una verdadera y constante penitencia por parte
mia ; por tanto me postro delante de Vos , detes
tando con todas las fuerzas de mi espíritu todos los
pecados que he cometido. He hecho mal, lo conoz
co y lo confieso ; no debia haber ofendido jamás á
una bondad infinita, antes debia haber muerto, y
aun dar mil vidas, que cometer tanto mal. ¡ Ah !
¿quién dará una fuente de amarguísimas lágrimas
á mis ojos, y un dolor tan intenso á mi corazon
cuanto he menester?. . .
Punto 3."
AFECTOS.
1. ° Arrepentimiento. El cielo y la tierra me
dan testimonio de que teneis un odio infinito al
pecado. ¡Ah, si cayese una sola gola de ese santo
odio en mi corazon! Desgraciado de mí, ¡qué es lo
que yo he hecho! No hay cosa que tanto merezca
ser amada de mí como Jesús; no hay cosa que
tanto deba ser aborrecida de mí como el pecado;
y yo insensato he aborrecido a Jesús y amado al
pecado. ¡Oh impiedad digna de ser castigada eter
namente en el infierno! Lo conozco, ó Dios mio,
y lo lloro; ¡cuánto mejor hubiera sido para mí
haberme podrido bajo la tierra antes que pudiese
pecar! Mas estos suspiros vienen ya muy tarde,
¡lle pecado; he pecado tantas veces; he pecado
enormísimamente! Perdonadme, Jesús mío, yo me
arrepiento.
2. ° Agradecimiento. Mas esla enormísima ma
licia mia me recuerda vuestra misericordia: no
puedo pensar sino con temblor y espanto en aque
lla hora funesta, en la cual pequé por primera
vez. ¡Hora infelicísima! ¡Ah! ¡ojalá que jamás
hubiera llegado! ¡Oh Dios! si me hubiérais tratado
entonces como tratásleis á los ángeles, ¡cuánto
- 81 -
tiempo haría que estaría yo en el infierno! ¡Ah!
que sola la memoria de aquel tremendo peligro en
que se halló entonces la preciosísima, única é in
mortal alma mía , me hace estremecer. Vos habeis
tenido misericordia de mí , y me habeis dado tiem
po de hacer penitencia. ¡Oh cuántas alabanzas,
cuántas bendiciones y cuántas acciones de gracias
os debo !
3.° Invocacion. Tened misericordia de mi,
ó Dios mio , tened misericordia de mi : ahora co
nozco la malicia infinita que contiene el pecado; lo
conozco por el fuego de los espíritus rebeldes; lo
conozco por la suerte de los hombres desterrados
del paraíso; lo conozco por las penas y tormentos
de Jesús muerto en una cruz... ¡Misterio portento
so! ¡El Hijo de Dios tiene que morir, y morir de
este modo, por mis pecados! ¿Hubiera podido yo
cometer un mal mayor que este? ¡Conducir á Jesús
á la cruz! ¡Oh pecado! ¡oh maldito pecado! ¿có
mo has podido parecerme dulce y agradable? ¡Oh
Jesús! por aquella misma sangre que habeis derra
mado por los pecados , os ruego me concedais aque
llas gracias particulares que me son necesarias para
poder llorar amargamente los pecados pasados, y
evitar y aborrecer los futuros mas que la muerte.
MEDITACION V.
Punto 1.°
Son palabras de san Ignacio. «Se ha de apli-
«car el entendimiento^ la memoria sobre el pe-
«cado particular¡de^cada uno, que por un pecado
«mortal es ido al infierno; y otros muchos sin
«cuento por menos pecados que yo he hecho. Digo
«hacer otro tanto sobre el tercer pecado particu
— 83 -
«lar, trayendo á la memoria la gravedad y malicia
«del pecado contra su Criador y Señor : discurrir
«con el entendimiento como en el pecar y hacer
«contra la voluntad infinita, justamente ha sido
«condenado para siempre; y acabar con la volun-
« tad , como está dicho.
«Ahora traer á la memoria todos los pecados de
« la vida, mirando de año en año, ó de tiempo en tiem-
« po. Paralo cual aprovechan tres cosas: la primera ,
«mirar el lugar y la casa en donde he habitado;
«la segunda, la conversacion que he tenido con
« otros; la tercera, el oficio en que he vivido.
«El segundo ponderar los pecados, mirando la
«fealdad y la malicia que cada pecado mortal co-
« metido tiene en sí, dado que no fuese vedado.
«Mirar quién soy yo... ¡ay! una llaga y postema
«de donde han salido tantos pecados y tantas mal-
«dades, y ponzoña tan torpísima!
«Considerar quién es Dios, contra quien he pe-
«cado, segun sus divinos atributos, comparándolos
«á sus contrarios en mí. »
Explicacion. 1.° En el mismo momento en
que se comete el pecado, el alma, que es una be
llísima imágen de Dios , queda transformada en un
horribilísimo mónstruo. No es posible que se pueda
comprender la admirable belleza de que está "ador
nada un alma que goza la gracia de Dios. Hallán
dose en este estado , ella es un retrato y una copia
6*
- ,84 —
de la belleza misma divina, para cuya formacion
se requiere nada menos que una sabiduría y poder
infinito. Mil vidas (dijo un dia una gran Santa,
santa Teresa de Jesús, á quien Dios habia hecho
ver esta belleza), mil vidas perdería gustosa, y
mil muertes padecería, por conservar la hermo
sura de una sola alma de estas. Mas cuanto la
gracia hermosea á una alma, otro tanto la afea el
pecado. Un alma pecadora y un espíritu condena
do se asemejan perfectamente en la deformidad:
y asi como un hombre no podría ver un demonio
en su propia figura sin morir de espanto, así tam
poco podría ver un alma que está en pecado sin
morir de terror.
2. ° En el momento que se comete el pecado,
se hace el alma extremamente odiosa á Dios. No es
posible que se llegue á comprender por ninguna
inteligencia del cielo ó de la tierra, cuán grande
sea la abominaoion , y cuán entrañable el odio que
Dios tiene al pecado. Sí; Dios aborrece al pecado,
y necesariamente le aborrece; de tal manera que
así'como no es posible que deje de amarse á sí
mismo como sumo bien, así tampoco lo es que deje
de aborrecer al pecado como sumo mal.
3. ° En el momento en que se peca,, el alma,
de hija que era de Dios,, se hace esclava del demo
nio. Es digno de compasion el estado de un poseso,
el cual se ve precisado á hospedar en su propio
- 88 -
cuerpo dia y noche aun demonio del infierno; pero
mucho mas lastimoso es el estado de aquel cuya
alma, por el pecado, se hace esclava del demonio,
y está obligado á vivir bajo su tiránica potestad :
el primero puede suceder que sea hijo del Altísi
mo, que goce de su gracia y tenga total confianza
de ir á gozarle eternamente en el cielo ; pero el se
gundo es enemigo de Dios, está privado de su gra
cia, y siempre á punto de caer en el infierno, ar
rastrándole á él su mismo amo para atormentarle
allí eternamente.
4.° En el momento en que se peca, cae el alma
en el estado mas vil y despreciable. No hay cosa
mas vergonzosa que el pecado, ni mas infame que
el pecador. Figúrate, alma mia, que Dios abre los
ojos á todos de modo que puedan ver claramente
en tu corazon todos los vicios, y todos los pecados
que has cometido en tu vida en pensamientos , pa
labras y obras. ¡Oh Dios, qué rubor y que ver
güenza seria la tuya! ¿No irias antes á esconderte
en las grutas y cuevas de los desiertos , que com
parecer delante de los hombres? Hé aquí como, á
juicio de la misma recta razon natural, no hay
cosa mas vergonzosa que el pecado , ni cosa mas
infame que el pecador. ¡Ah, cuánto deberías son
rojarte delante de Dios, en cuya presencia come
tiste tantos pecados, yá cuyos ojos está manifiesta
continuamente toda la fealdad de tu vida!
— 86 -
AFECTOS.
1. ° Rubor de mí mismo. ¡Oh Dios mio, cuán
tos pecados he cometido! ¡No hay potencia en mi
alma ni sentido en mi cuerpo con que no os haya
ofendido! ¡Desgraciada memoria, de cuan indignos
recuerdos no te has alimentado! ¡Desgraciado en
tendimiento, cuán malos pensamientos no has pro
ducido! ¡Desgraciada voluntad, á cuántos desor
denados afectos no has consentido! ¡Lengua infeliz,
cuántas palabras libres no has proferido! ¡Manos
indignas, cuántas acciones prohibidas no habeis
ejecutado! ¡Corazon desarreglado, cuántas cosas
no has amado, cuántas no has aborrecido desor
denadamente! ¡Oh Dios mio! si un pecado solo os
causa náusea, horror y abominacion infinita, ¿en
qué forma comparecerá delante de Vos mi alma,
en la cual no se ve otra cosa sino pecados? ¿ Á
dónde huiré yo para esconderme y encubrir mi
fealdad? ¡Oh pecado! ¡cuán amable pareces á quien
te comete; cuán amargo y detestable despues de
haberte cometido! Á la verdad, si todos me cono
ciesen como me conoce Dios , no habría santo en el
cielo ni hombre en la tierra que no volviese la
vista á otro lado por el grande horror. . .
2. ° Invocacion. Sonrojado estoy de mí mis
mo, ¡oh Dios mío! y todo horrorizado me siento al
reflexionar mi sumo frenesí. ¡Ay Dios mio! ¿á
— 87 —
quién recurriré sino á Vos , Dios de eterna bondad
y de misericordia infinita? Dignaos por vuestra
piedad de concederme tanto dolor que penetre todo
mi corazon , y sea tan eficaz que llegue á purificar
mi alma de todas sus inmundicias; yo no puedo
concebirlo sin una ayuda particular de vuestra gra
cia; concedédmela ¡oh Señor! y el cielo y la tierra
tendrán un nuevo motivo de alabar y bendecir
vuestra misericordia.
Punto 2.°
La suma malicia del pecado por razon de la suma
vileza y bajeza del hombre que ofende á Dios...
Reflexiona atentamente, alma mia, lo que tú eres,
y despues juzga del pecado.
l.° Tú eres una criatura que de tí misma no
tienes ningun bien. Porque ¿qué bien puede tener
una criatura que se puede llamar la misma nada?
Hace pocos años que ella era una nada; ahora en
cuanto al cuerpo es un puñado de barro; dentro
de poco será tirada en un sepulcro para que allí
se convierta en podre , sirva de pasto á asquerosí
simos gusanos, y vuelva otra vez á ser polvo : ¿qué
bien puede tener un ser tan despreciable á quien
no puede comprender ningun entendimiento, y de
cuya nada ni las mismas soberanas inteligencias,
ni aun la santísima Virgen , solo Dios puede pene
trar con su vista esta profundidad y medirla?... Y
— 88 —
sin embargo, esle puñado de polvo, este gusano
de la tierra, esta criatura vilísima, ha tenido la
osadía de hacerse fuerte contra Dios, y de opo
nerse á su voluntad; y su temeridad ha llegado
hasta despreciar al Altísimo, diciendo con los he
chos, si no con las palabras, ¿quién es el Señor
que me quiere obediente á su voz? yo no conozco
dueño que sea superior á mí...
2.° Tú eres una criatura con quien Dios se ha
mostrado infinitamente liberal. Dios te ha colmado
de innumerables beneficios, alma mia, y no ha ha
bido en lodo el curso de tu vida un solo momento
en que no hayas experimentado algun nuevo rasgo
de su beneficencia; y no habrá en adelante por
toda la eternidad un punto (como por tí no quede)
en el que no te dispense algun nuevo favor. Esta
liberalidad te la ha mostrado con un amor eterno,
porque el Señor no se ha amado antes á sí mismo
que á tí; con un amor no merecido, porque no
necesita de tí ni de tus obras ; con un amor mag
nánimo, porque hubiera podido conferir estas gra
cias á otros que le hubieran servido mejor que tú :
, ¡y aun así fuiste tan temeraria é ingrata, alma
mia, y tuviste valor de ofender á un Dios tan be
néfico para contigo , y de ofenderle tantas veces y
con tanta desvergüenza! — ¡Qué monstruosidad no
seria la de un hijo que se atr eviese á cometer á
vista de su padre lodo género de infamias, y aun
— 89 -
llegase á escupirle en el rostro! ¡AJi! ¿y no hiciste
tú otro tanto, vilísima criatura, contra tu Dios,
que siempre se ha mostrado contigo amantisimo
Padre?
3. ° Tú eres una criatura que todo se lo debes
á Dios. Sí, ó alma mia, de cualquiera cosa que
haya en tí, eres deudora á tu Criador. Él es quien
te lo ha dado y quien te lo ha de conservar: ¡qué
impiedad el abusar de los beneficios y de las gra
cias recibidas de Dios , y servirse de ellas en afrenta
y ultraje de su incomprensible Majestad! ¿Qué
monstruosidad no hubiera sido, si uno á quien
Jesucristo hubiese curado -milagrosamente una
mano paralítica, la emplease despues esta misma
en azotarle? ¿qué indignidad si la lengua de un
mudo, puesta expedita por Jesucristo con un por
tento, se desatase despues con blasfemias, hasta en
la cruz? ¡Ah! vuelve á tí los ojos, alma mia: ¿quién
te dió esa lengua, quién esos ojos, esos oidos, esas
manos , y todos los demás miembros del cuerpo , y
las potencias del alma , con que tantas veces has
ofendido á tu Dios? ¿Esta ha sido la recompensa
por tantos favores?
4. ° Tú eres una criatura á quien Dios ha sa
cado del infierno por la fuerza de su poder y mise
ricordia \ Alma mia, si has pecado una vez sola,
1 Misericordia tua magna est super me, eruisti animam
ex inferno inferiori. (Psalm. txxxv, 13).
has merecido el infierno , y eres deudora única
mente á la misericordia de tu Dios de no estar
sumergida en él ; así te lo enseña la fe : pero esta
circunstancia ¿cuánto no agrava tus pecados? Si
hoy mismo librase Dios del infierno á un conde
nado y le concediese tiempo para hacer penitencia ,
y no obstante tan gran beneficio volviese mañana
otra vez á blasfemarlo, ¿qué te parecería? Te ha
brá Dios librado ya del infierno diez, veinte y aca
so mas veces; y despues de haber usado contigo
de una misericordia tan extraordinaria, ¿qué es lo
que tú has hecho?
AFECTOS.
1.° Humillacion y sincera confesion delante de
Dios. Amabilísimo Dios mio , yo me abismo ante
vuestro divino acatamiento hasta lo mas profundo
del infierno, ya que no podría hallar lugar que
me sea mas propio. — ¿Soy otra cosa que polvo y
ceniza? y sin embargo me he atrevido á rebelarme
pérfidamente contra el Dios altísimo de cuya mano
lo he recibido todo: cuanto soy, cuanto tengo,
cuanto puedo, todo es don de Dios, el cual á todas
horas me inunda como un torrente inmenso con
beneficios siempre nuevos. Contra Dios, que des
pues de un exorbitante número de pecados , por un
exceso de su misericordia me ha perdonado. ¡Oh
Diosmio! confieso que mi conducta ha sido mas
— 91 —
que diabólica; que no merecía un infierno, sino
mil. Vosotros, miserables espíritus condenados,
vosotros no sois mas infelices que yo por haber
pecado mas, no, sino únicamente lo sois porque
Dios fue menos misericordioso con vosotros de lo
que ha sido conmigo. —Vosotros no tuvisteis sino
un momento, yo tantos años; vosotros cometisteis
un pecado solo, yo innumerables; á vosotros se os
concedió una gracia sola, á mí millares; Dios os
reprobó por un pecado solo, y á mí me ha querido
perdonar despues de tantos y tantos : con todo esto
he seguido ofendiéndole; — ¿no deberían mis ojos
verter un mar de lágrimas para llorar las horas
todas que me restan de vida?
2.° Arrepentimiento. Vos penetrais ¡oh Dios
mio! todos los senos de mi corazon; mi voluntad
es detestar, aborrecer, maldecir sinceramente, y
con todas las fuerzas de mi alma, todos los peca
dos que he cometido hasta este momento. ¡Ah!
¡Ojalá pudiese concentrar en mi corazon todos los
dolores y arrepentimientos de todos los penitentes
mas contritos, para llorar y detestar mis pecados,
si no cuanto merecen, á lo menos cuanto me fuera
posible! En compensacion os ofrezco el dolor, la
amargura y agonía que padeció Jesús por mis pe
cados, los cuales le hicieron sudar sangre en el
huerto.
— 1)2 —
Punto 3.°
Se convence la malicia infinita del pecado por la
suprema Majestad de Dios, á quien se ofende co
metiéndole. Cuanto es mayor la dignidad de la
persona á quien se ofende, tanto mayor y mas
grave es la ofensa que ella recibe : descargar en el
rostro de un poderoso monarca una bofetada, seria
una ofensa incomparablemente mas grave que si
se descargasen ciento en el de un esclavo; la razon
natural lo enseña: pondera tú ahora, alma mia,
segun este principio la gravedad del pecado. ¿Quién
es Dios?
1.° Dios es infinitamente bueno. Es un ser el
cual contiene en sí mismo todas las perfecciones
posibles ; es bondad infinita, omnipotencia infinita,
misericordia infinita, liberalidad infinita; en suma,
posee infinitas perfecciones. — Mas así como es su
mo bien en sí mismo , así es tambien el origen y la
fuente de todos los bienes que se encuentran en la*
criaturas: no hay poder, bondad, santidad, her
mosura, misericordia ni liberalidad , sea en el cielo
ó en la tierra, en los Ángeles ó en los hombres, ni
eu ninguna otra criatura, que no dimane de Dios,
como único é inagotable manantial que es. —Ofen
der, despreciar, deshonrar advertida y deliberada
mente á un Dios tan grande, ¡oh qué malicia)
2 . ° Dios es infinita majestad y grandeza. Ele
— 93 —
va tus miradas al cielo, alma mia, y figúrate ver
allí sentado al Señor en un trono, con millares de
Ángeles al rededor que lo circundan sobrecogidos
del esplendor de su divinidad , y que se esfuerzan
á alabarle y bendecirle con toda la facultad de sus
potencias , y conociendo que no pueden ensalzarlo
cuanto merece su grandeza se postran humillados
sobre su rostro, y confiesan que debe ser mas ama
do y glorificado infinitamente, y mucho mas de lo
que ellos son capaces. Pues ahora mientras esto se
practica en el cielo, donde todos los espíritus bien
aventurados compiten á porfía en alabar y glorifi
car aquella gran Majestad, se levanta un hombre
vilísimo de la tierra á afrentar aquella misma su
prema Majestad , cargándola de oprobios y denues
tos. — ¿Qué enorme é incomprensible malicia no
es esta? ¡Ah, que no se puede explicar, alma mia!
Dos pensamientos servirán para darte de ello una
pequeña idea.
1 .° Imagínate que todos los Ángeles desciendan
del cielo y tomen cuerpo humano ; que todos los
hombres que han vivido desde el principio del
mundo salgan de sus sepulcros , y todos hagan por
espacio de mil años la mas rigurosa y horrible pe
nitencia; y finalmente, que todos derramen por
amor de Dios su sangre con los mas exquisitos mar-
lirios; ¿podrían ellos con todo eslo resarcir la ofen
- 94 —
sa que se hace á Dios con un solo pecado? no, que
esto no es posible. . .
2.° Si todos los Ángeles del cielo, con todo el
esfuerzo de su entendimiento, se pusiesen á ahon
dar en el conocimiento del pecado por toda la eter
nidad, jamás podrían llegar á comprender el abis
mo de su malicia.
AFECTOS.
1.° Sincera acusacion de sí mismo. La luz que
me concedeis, ó Dios mio, me hace conocer que
mi malicia ha llegado á lo sumo : yo os he ofendi
do... ¿Quién soy yo? No un querubín, no un án
gel, ni otro espíritu nobilísimo, sino un miserable
hombrecillo, un puñado de polvo, un gusano de
la tierra... ¡Yo os he ofendido á Vos! ¿Quién sois
Vos? No algun monarca, no algun ángel ó serafín,
sino un Dios , suma bondad , fuente y origen de to
do bien , supremo señor del cielo y de la tierra. —
¡Yo os he ofendido! ¿y dónde? No en secreto, ni
en vuestra ausencia, sino en vuestra presencia, y
en medio del esplendor de vuestra majestad... ¡Yo
os he ofendido! ¿con qué? Con aquellos ojos, con
aquellos oidos, con aquella lengua , con aquellas
manos, con aquel corazón queme habeis dado por
pura misericordia. — ¡Yo os he ofendido! ¿mas por
qué? No por la esperanza de adquirir un reino, ni
— 98 —
por temor de estar amenazado de la muerte, smo
por una vil satisfaccion de los sentidos ; por temor
de alguna ligera confusion. — ¡Yo os he ofendido!
¿mas cuántas veces? ¡Ah, Diosmio, Vos sabeis el
número! — ¡Yo os he ofendido! ¿cuándo? En la
hora misma en que Vos estábais ocupado en con
servarme la salud corporal, en colmar mi alma de
nuevos beneficios, en enfrenar el furor del demo
nio para que no me arrastrase consigo al infierno.
— ¡Oh Dios! ¡Cuán enorme es mi ingratitud , mi
locura, mi furor, mi malicia! Y sin embargo, aun
es ante vuestros ojos infinitamente mayor de lo que
yo puedo conocer...
2.° Arrepentimiento. Hé aquí cómo he vivi
do ¡oh Dios mio! ¿Y cuál ha sido el modo con que
os he ofendido? Mas : ¿cuál ha sido despues mi do
lor y arrepentimiento? He hecho de cuando en
cuando algun acto de contricion, me he dado gol
pes de pecho, y despues he continuado en vivir
tranquilamente como si estuviera ya asegurado del
perdon. — Mas cómo, ¿despues de tantas ofensas á
Dios me contentaré con un arrepentimiento tan dé
bil y tan breve? ¿No debería estar mi corazon con
tinuamente sumergido en el dolor, y no deberían
mis ojos verter continuas lágrimas? He ofendido al
sumo é infinito Bien ; esto basta para no cesar nun
ca de dolerme. —¡Ah! ¡quien jamás os hubiera
ofendido, ó Ser infinitamente amable! ¡Y por qué
- 96 -
no he sacrificado mil veces antes mi cuerpo y mi
vida!...
3.° Propósito. Pero ya el mal está hecho ;
me he dejado engañar de los sentidos , y vencer y
arrastrar de mis perversas inclinaciones. Perdo
nadme ¡oh Dios mio! os lo suplico por vuestra in
finita misericordia, y por los méritos de la precio
sísima sangre de vuestro Hijo Jesucristo. — Ahora
vuelvo á Vos con todo mi corazon , y resuelvo en
vuestra presencia preferir antes la muerte que vol
ver á pecar nunca jamás. ¡ Oh santo propósito !
¡bienaventurada resolucion! Pero ¿es sincera? Sí,
Jesús mio , así lo resuelvo sinceramente : Señor,
que teneis el dominio de la vida y de la muerte, si
preveis que tengo de cometer un nuevo pecado , os
suplico me saqueis del mundo antes que llegue tan
triste dia. . .
MEDITACION VI.
7
Punto 1.°
i
La oracion preparatoria como en la pág. 13.
Son palabras de san Ignacio :
« Primer preámbulo , composicion de lugar, que
« es aquí ver con la vista de la imaginacion la lon-
Kgura, anchura y profundidad del infierno.
« El segundo, demandar lo que quiero : será aquí
« pedir interno sentimiento de la pena que padecen
«los dañados, para que si del amor del Señor eter-
«no me olvidare"por mis faltas, á lo menos el te-
«mor de las penas me ayude para no venir en pe-
«cado.
« El primer punto será ver con la vista de la ima-
«ginacion los grandes fuegos y las ánimas como en
«cuerpos ígneos.
« El segundo^ oir con las orejas llantos, alaridos,
«voces, blasfemias contra Cristo nuestro Señor y
«contra sus Santos.
«El tercero, oler con el olfato humo, piedra azu-
«fre, sentina y cosas pútridas.
«El cuarto , gustar con el gusto cosas amargas,
«así como lágrimas, tristeza, y el verme (ó gusa-
ano) de la conciencia.
«El quinto, tocar con el tacto, es á saber, cómo
«los fuegos¡tocan y abrasan las ánimas. »
Explicacion. Mira, alma cristiana, á un hom-
- 99 —
brecon todos los males, con ningun bien. El cris
tiano condenado en el infierno pierde á Dios, sumo
bien y eterna felicidad. Perder á Dios es un mal
que excede tanto á todo lo que puede alcanzar nues
tra imaginacion, que es tan imposible compren
derlo como lo es el comprender el infinito bien que
hay en poseerlo ; sin embargo , podemos concebir
alguna oscura idea : entra, pues, dentro de tí mis
ma , alma mia, y pondera sériamente qué quiere
decir perder á Dios.
1.° El condenado pierde la fruicion de Dios.
Al momento que entra un alma en el cielo , la re
viste Dios con una luz tan clara , que puede conocer
perfectamente, cuanto es capaz una criatura, todo
el abismo de su infinita esencia, y la inflama en tan
encendido deseo de gozarle, que una dilacion, aun
que momentánea, la causaría infinito dolor : pero
porque ella desea ardentísimamente este bien, y al
mismo tiempo le goza perfectísimamente, con la cer
teza infalible de que lo gozará eternamente , siente
en sí tal y tanta inundacion de gozos , que todos los
demás deleites del paraíso se pueden reputar por
nada en comparacion de estos... En el infierno su
cede todo al contrario : al entrar el alma en él der
rama Dios sobre ella una luz tan viva, que puede
conocer, en cuanto alcanza su capacidad , la gran
deza de su infinita y divina esencia, y la enciende
en un deseo tan impaciente de gozarle , que aun la
7*
— 100 —
dilacion de un solo instante la causa ya unas infi
nitas ansias. Por lo que deseando con tan grande
ardor la posesion de tanto bien , y viéndose al mis
mo tiempo violentamente apartada, con la certeza
de que no le gozará por toda la eternidad , nace de
aquí tal y tanta tristeza, que al frente de ella todos
los otros tormentos del infierno los reputa por na
da. .. En suma , cuanto es sobre toda medida la ale
gría de un alma en el paraíso por la adquisicion de
Dios, tanto es desmedida la tristeza de un alma en
el infierno por la pérdida del mismo Dios.
2 . ° El condenado pierde la providencia de Dios
sobre si. Mientras que vive el hombre tiene Dios
cuidado de él, le ilustra el entendimiento con so
beranas luces, le excita la voluntad con santos de
seos , le estimula al bien , le retrae del mal , le con
suela y le fortalece en sus penas ; pero nada de esto
tiene que esperar un alma que ha entrado ya en el
abismo eterno : ya Dios no piensa en ella, y la mira
como una cosa que no le pertenece ya ; y así por
toda la eternidad no volverá á ilustrarla el enten
dimiento, no excitará ya su voluntad al bien, no
la despertará ya en el corazon ningun piadoso de
seo, y la hará incapaz de toda obra buena ; en su
imaginacion no habrá mas que espectros espanto
sísimos ; en el entendimiento solo reinarán pensa
mientos los mas funestos ; la voluntad será agitada
perpétuamente de furor, de rabia, de desespera
- 101 —
cion ; la memoria se verá siempre angustiada con
los mas aflictivos recuerdos ; y á donde quiera que
se vuelva la desgraciada alma, no encontrará otra
cosa
3.°queEltinieblas,
condenadoconfusion
, perdiendo
y amargura.
á Dios, pierde
AFECTOS.
1 . ° Confesion. ¡ Oh Jesús ! ¡ cuán terribles son
vuestros juicios, y cuán severa vuestra justicia !
¡ Oh qué mal tan grande es el pecado , y cuán amar
gos son sus efectos ! Ser arrojado por toda la eter
nidad del paraíso, maldito por toda la eternidad de
los escogidos, despedazado y oprimido eternamen
te de la tiranía del demonio ; hé aquí cuál es el pre
mio del pecado : ¿he creído yo hasta ahora estas
verdades? ¡ Ay , que esto es cabalmente lo que agra
va mi malicia! He creído que un solo pecado bas
ta para hacerme perder á Dios , y con Dios toda mi
felicidad para siempre, y con todo eso he pecado,
— 103 —
y lo he hecho sin reparo alguno , sin ningun temor :
no sabré determinar si fue mayor mi ceguedad ó
mi malicia. ¡Oh Jesús! no retireis de mí vuestra
misericordia.
2.° Propósito. Mas ¿qué haré? ¿qué es lo
que resuelvo? ¡ Ah! yo quiero de todos modos po
der contemplaros en vuestra gloria. ¡Oh Dios su
premo y último fin mio! Aunque esto haya de cos
tar mil vidas, he de llegar absolutamente al cielo
para abrazaros allí , Jesús mio , mi amado Reden
tor ; aunque no pueda llegar á Vos sino por medio
de los mas crueles tormentos, he de veros y ama
ros á Vos, ó mi queridísima Madre , y á vosotros,
carísimos escogidos en el paraíso, aunque sea á cos
ta de toda la sangre de mis venas. . . Esta es mi re
solucion , querer antes mil veces morir que come
ter un solo pecado. Espíritus angélicos, sedme tes
tigos de la sinceridad de mi corazon. Sí, mil veces
morir, y nunca mas pecar; nunca mas... y me
confesaré
ta aquí. y arrepentiré de los que he cometido has-
Punto 2.°
El condenado en el infierno halla á Dios como
sumo mal. Así es ; quien pierde á Dios como su
mo bien , le halla como sumo mal. Pero ¿cómo pue
de ser que Dios, que es sumo bien y la bienaven
turanza del hombre , se convierta en sumo mal y
— 104 —
única infelicidad del mismo hombre ? Escucha con
atencion, almamia, lo que obra Dios con los con
denados, y conocerás claramente esta verdad.
1. ° Dios infunde y conserva en el réprobo m
vivísimo conocimiento de su hermosura, con un de
seo el mas ardiente de gozarle. Si el alma no tu
viese en el infierno un conocimiento mucho mayor
del que tiene en esta vida, se ahorraría el mayor
tormento ; mas porque este conocimiento es viví
simo en ella, y le representa vivísimamente aque
lla inmensa felicidad y bienaventuranza que po
dría gozar en Dios , de aquí proviene que experi
menta una amargura que no se puede concebir,
siendo en todo momento impelida hácia Dios con
los mas ardientes deseos, y viéndose tambien á ca
da instante rechazada del Señor. ¿Qué tormento no
experimentaría un sediento que atado de piés y ma
nos por mil años, estuviese viendo siempre delante
de sí una gran vasija de la mas deliciosa bebida, y
no pudiese llegar los labios, ni gustar una gota de
ella?
2. ° Dios conserva en el réprobo la vista de su
rostro indignado. Jamás se representa Dios á los
ojos del alma condenada bajo otro aspecto que el
de un señor sumamente indignado , armado siem
pre para la venganza, y siempre ocupado en ator
mentarla y perseguirla : ella se esfuerza con todo
su poder por sustraerse de tan atormentadora vis
— 105 —
ta, par huir de su presencia y librarse de su in
dignacion ; pero cuanto mas se esfuerza, tanto mas
se le acerca Dios, para hacerla sentir el peso de su
mano y toda la amargura de su cólera. No será
difícil conjeturar la atrocidad de esta pena. Así co
mo solo la vista del amabilísimo rostro de Dios bas
ta para colmar á todos los bienaventurados de un
infinito gozo; así tambien la vista del rostro airado
de Dios basta solo para imprimir en lodos los con
denados un espanto infinito y una infinita pena.
3.* Dios conserva al condenado la vida. El
deseo mas vehemente que tiene un condenado en
el infierno es de morir1, porque conociendo la im
posibilidad de aplacar jamás á su Dios airado con
tra él, desea la muerte como único medio para li
brarse de angustias ; pero en vano la deseará, por
que mientras que viva Dios vivirá tambien el con
denado ; y así como Dios conservará eternamente
á los Santos en el cielo para recrearlos con nuevos
placeres , así tambien conservará eternamente á los
condenados en el infierno para atormentarlos siem
pre con nuevos tormentos.
4. ° Dios conserva su ira contra el condenado.
Este desgraciado maldecirá mil y mil veces sus pe
cados; prorumpiráen suspiros lastimosísimos, ca
paces de mover á compasion aun á las piedras ;
1 Qucrent marten , et non invenient eam : et deside
rátumt mori , et fugiet morí ab eis. (Apoc. ix, 6),
i
- 106 —
derramará lágrimas bastantes á inundar toda la
tierra ; arderá por tanto tiempo, que se podria de
cir que por cada pecado mortal habia ya sufrido
en aquellas llamas mil millones de años : mas todo
esto no calmará el enojo de Dios , ni le moverá ja
más á piedad. El Señor continuará mostrándose
indignado con él , ni acabará de aborrecerle por
toda la eternidad. Pues ahora, sabiendo esto el con
denado se abandonará á una total desesperacion ,
se enfurecerá , se llenará de rabia, y con sumo des
pecho morderá sus propias carnes, y no satisfecho
aun con esto, concebirá un odio eterno contra Dios :
vendrá, por decirlo así, á ser demonio vomitando
contra el Señor continuas maldiciones y blasfemias,
y tendrá contra él tal ojeriza, que si le fuese posi
ble maquinaria su total aniquilamiento.
AFECTOS.
1.° Temor. ¡Oh qué cosa tan gustosa es te
ner contento á Dios, y cuán amarga es tenerle ir
ritado! ¡Cuán dulce es experimentar á Dios remu-
nerador ; y cuán sensible experimentarlo vengador !
¡Cuán agradable estar sumergido en un torrente
de placeres , que derramará Dios sobre los escogi
dos, y cuán terrible hallarse estancado en el abis
mo de todos los males , que Dios hará caer como
una lluvia sobrelos condenados! ¡Cuán dulce es
gozar de Dios por toda la eternidad, cuán amargo
— 107 -
perderle por toda ella! ¿Cómo haré yo para librar
me de este infinito mal? ¡Ay, alma mia! despues
del pecado no hay otro remedio sino una íntima de
testacion del pecado y una verdadera confesion : á
esta me acojo, y volviéndome á Vos, Dios mio, llo
rando
rosos suspiros.
con todas.. mis
os digo
fuerzas,
que me
y con
pesalos
de mas
haberdolo--
pe
Punto 1.°
La pena de sentido en el infierno es terribilísima
en su esencia. Figúrate, alma mia, que te hallas
en una noche oscura en la cumbre de un altísimo
peñasco, que debajo de tí se hiende el profundo
valle, y que la tierra se abre de manera que pue
des con tu vista descubrir en su seno el infierno.
Figúrate que es una cárcel colocada en el centro
de la tierra, que tiene muchas leguas de profun
didad, toda llena de un fuego sulfúreo, de tal modo
cerrada y circundada de montañas impenetrables,
que por toda la eternidad ni aun el humo podrá
salir. En esta prision yacen los condenados, con
tanta estrechez amontonados unos sobre otros como
los ladrillos en un horno. . . Pondera ahora la cali
dad del fuego en que arden.
t.° Es universal, y atormenta todo el cuerpo y
toda el alma. El condenado yace en el infierno
siempre en aquel mismo sitio que le fue señalado
por la divina justicia, sin poderse mover, como en
un cepo: el fuego de que está, como el pez en el
— 112 —
agua, todo circuido, le quema al rededor, á dies
tra, á siniestra, por arriba y por abajo. La cabe
za, el pecho, la espalda, los brazos, las manos y
los piés, todo está penetrado del fuego, de manera
que todo parece un hierro hecho ascua, como si
en este momento se sacase de la fragua; el techo
bajo el cual habita el condenado, es fuego; el ali
mento que toma, es fuego; la bebida que gusta,
es fuego; el aire que respira, es fuego; cuanto ve
y cuanto toca, todo es fuego... Mas este fuego no
se queda solo en el exterior, sino que pasa tam
bien á lo interior del condenado : penetra el cere
bro, los dientes, lengua, garganta, hígado , pul
mon, entrañas, vientre, corazon, venas, nervios,
huesos, medula de estos, sangre1; y lo que es
mas terrible, este fuego, elevado por divina vir
tud, llega tambien á obrar contra las potencias de
la misma alma, inflamándolas y atormentándo
las Ahora pues, si yo me encontrase encade
nado en un horno de hierro, de manera que tu
viese todo el cuerpo al aire libre, pero con solo un
brazo en el fuego, y que Dios me conservase la
vida por mil años en este estado, ¿qué tormento
tan intolerable no seria este? Pues ¿qué será estar
1 In inferno erit ignis inextinguibilis, verrais immor-
talis , foetor intolerabilis, tenebrae palpabiles , flagella ceden-
tium, horrida visio dxmonum, confusio peccatorum, despe-
ratio omniam bonorum. (S. Greg.).
1 Nomine ignis omnis afllictio designatur.
- 113 —
todo penetrado y circuido de fuego, no en un bra
zo solo, sino en todas las partes del cuerpo y en
todas las potencias del alma?
2. ° Este fuego es mucho mas terrible de lo que
el hombre puede imaginar. Tenga enhorabuena
el fuego natural de esta vida toda la actividad que
se quiera para quemar y atormentar, pero no será
ni aun sombra de el del infierno. Dos son las cau
sas porque este es incomparablemente mas atroz
que aquel: la primera es la justicia de Dios , que
se sirve de él como de instrumento para vindicar
la injuria hecha á su suprema majestad , y por eso
ha suministrado á este elemento una actividad de
abrasar que cási toca á lo infinito. . . ; la segunda
es la malicia del pecado , porque conociendo Dios
que el fuego de este mundo no es suficiente para
castigar el pecado cuanto merece, ha comunicado
al fuego del infierno una virtud tan eficaz, queja-
mas se podrá comprender por ningun entendi
miento humano... Pero en fin, ¿cómo abrasa este
fuego? Abrasa tanto, alma mia, que segun dicen
los maestros ascéticos, si una sola centella de él
cayese en una piedra de molino, la reduciría en
un momento á polvo; si sobre un globo de bron
ce, lo derretiría al punto como si fuera cera; y si
en un lago reducido á hielo, le haría hervir en un
instante.
3. ° Párale aquí un poco, ahia mia, yrcspon-
8
- 114 -
de á algunas preguntas que te voy á hacer. En
primer lugar te pregunto : si á fuerza de fuego se
redujese á una ascua un toro de bronce, como lo
acostumbraban hacer para atormentar los santos
Mártires, y despues pusiesen á tu vista todo géne
ro de bienes que el humano corazon puede desear,
con la añadidura de un reino el mas floreciente, y
se te prometiese todo esto á condicion de que solo
por media hora te encerrasen en aquel, ¿qué elegi
rías? ¡Ah! dirías: si se me ofreciesen cien reinos,
jamás seria tan necia que me determinase á aceptar
con tan bárbara condicion esa oferta, aunque tan
grandiosa , y aun cuando estuviese cierta que en
tal tormento me conservaría Dios la vida. Pregun
to en segundo lugar: ¿si estuvieses ya en posesion
de un gran reino, y nadases en un mar de inesti
mables bienes, de manera que nada te quedase
que desear, y en este estado sorprendida por el ene -
migo fueses aprisionada entre grillos , y obligada á
renunciar el reino ó á sufrir el estar dentro del
toro encendido solo por media hora, ¿qué respon
derías? ¡Ah! dirias: antes preferiría pasar toda la
vida en una extrema pobreza, y estar sujeta á otra
cualquiera miseria y calamidad , que padecer tan
gran tormento. Ahora vuelve el pensamiento de lo
temporal á lo eterno : para evitar el tormento del
loro, el cual no duraría mas que una pequeña me
dia hora, te privarías tú de todas las cosas, aun
- 116 -
de las mas queridas y agradables, padecerías cual
quier otro mal aunque gravísimo: ¿y por qué no
discurres así cuando se trata de lo eterno? Dios
amenaza, no ya con media hora en un toro de
bronce, sino con una prision de fuego eterno:
pues para evitarlo ¿no deberías privarte de todo
lo que ha prohibido, por mas deleitable que te
pueda ser, y abrazar con gusto todo lo que ha man
dado, aunque te sea sumamente penoso '? Acuér
date de esta máxima: El deleite pasa en un mo
mento, y lo que te atormentará durará eterna
mente.
1 Momentaneum éstquod delectat, seternum quod crú-
ciat.
Jesucristo dirá: DiscedKe a me, maledicti, in igriem
leternum, qui paratus estdiabolo, et angelis ejus. (Matth.
xxv, 41).
Et postea : Ibnnt hi in supplicfum «eternum , jústi autem
in vitatn wternam. (Id. 46).
Ubi vermis eorum non moritur, et ignis non extinguitur.
(Mare. ix,47).
Ducunt in bonis dies suos, etin puncto ad inferna descert-
dunt. (Job, xxi, 13).
Quantum glorificavit, et in deliciis fuit, tantum date iIIi
tormentum , et luctum. (Apoc. xvin, 7).
Qnis poterit habitare de vobis cum igne devorante, aut
quis habitabit ex vobis cum ardofibus sempiternis? (Isai.
xxxiii, 14).
Quod quisque fecit patitur, auctorem scelus.
Repetit, suoque premitur exemplo nocens. (Séneca poeta).
Facilis descensus averni ;
Sed revocare gradura , superasque evadere ad auras ,
Hoc opus , hic labor est. (Virgilios).
8*
AFECTOS.
1 . ° Temor. Todas estas verdades me eran ya
conocidas, y yo las creia ¡oh Dios mio! Mas ¿cómo
he vivido? ¡ Ay cuán dolorosa me es esta pregunta!
Yo he pecado y merecido el infierno; ¿y por qué?
¿Se me ofreció algun reino si pecaba, ó se me
amenazó con la muerte si no pecaba? ¡Ah! no; el
objeto por el cual yo pequé lo sabemos Vos y yo, y
me sonrojo; por un objeto tan vil pequé y merecí
el infierno; tanta fue mi ceguedad, mi necedad, y
tan cruel fui conmigo mismo : mas lo pasado espero
me lo habréis perdonado ya ¡ oh Dios mio miseri
cordiosísimo! Lo que me hace temer y temblar es
lo futuro. Puedo pecar de nuevo, puedo morir en
pecado y condenarme : aun no han muerto las ma
las inclinaciones que otras veces me han hecho
caer; la mortificacion es muy poca; la justicia di
vina no está enteramente satisfecha; aun no me
puedo lisonjear de haberme granjeado perfecta
mente la bondad de Dios; el fervor es muy tibio.
¡ Ay! que ello es demasiado cierto que puedo pecar
de nuevo, que puedo morir en pecado, que puedo
así condenarme!
2. ° Humilde súplica para obtener la gracia.
¡Oh Dios mio! en esta incertidumbre de mi salva
cion no sé hacer otra cosa que elevar á Vos los
ojos, el corazon y las manos, para implorar con
- 117 -
mis gemidos vuestra misericordia. ¡Oh Jesús mio!
mi Dios, mi Redentor, mi todo; acordaos de aque
llas llagas que os dejasteis abrir por mí; de aque
llos dolores que por mí padecisteis, de aquella
sangre preciosísima que por mí derramásteis. . .
Acordaos de aquella paciencia que ha sobrellevado
tanto tiempo mis pecados; de aquella misericordia
que tan paternalmente me ha convidado á la peni
tencia; de aquella benignidad que tan graciosa
mente me ha perdonado... Acordaos de aquella
bondad con que, prefiriéndome á millares, me ha
beis llamado á estos santos ejercicios; de aquella
longanimidad con que pacientemente habeis tole
rado hasta ahora mi impiedad ; de aquel amor con
que, despues de abusar de tantas gracias, me 11a-
másteisde nuevo á la perfeccion... ¡Ah! todo eslo
será posible que sea cosa perdida para mí! Sí, ¡oh
Jesús! todo será perdido si Vos no teneis miseri
cordia de mí. . . ¡ Ah ! volved , pues , vuestros pater
nales ojos hácia mí ¡oh Jesús! y salvadme: acaso
el cielo no tendrá motivo mayor de bendecir vues
tra misericordia, si me la concedeis despues de
tantos pecados.
— 118 -
Punto 2.°
AFECTOS.
1.° Accion de gracias. Ahora entiendo en
parte ¡oh mi Dios! qué cosa es el infierno: es un
lugar de extremo dolor, un lugar de desesperacion
extrema, y este es el lugar que yo he merecido
por mis pecados , y en el que estaria ya aprisionado
hace tantos años si vuestra inmensa misericordia
no me hubiese librado... Yo iré repitiendo mil ve
ces estas palabras : el corazon de Jesús me ha ama
do, de otro modo en este momento me hallaría ya
en el infierno; la misericordia de Jesús ha tenido
piedad de mí , pues de lo contrario ya estaría en el
infierno ; la sangre de Jesús me ha reconciliado
con el Padre celestial, sino ya habitaría en el in
fierno. Este será el himno que yo quiero cantaros,
Dios mio , por toda la eternidad : sí , desde ahora
es mi intencion repetir estas palabras tantas veces
cuantos momentos han pasado desde aquella hora
infeliz
2 . ° enArrepentimiento
que por primera
. vez
Mas os
, ¿ cuál
ofendí.
ha sido des
— 123 -
pues mi ingratitud para con Dios por esta piadosí
sima misericordia que ha usado conmigo? Me ha
librado del infierno, ¡oh caridad inmensa! ¡oh
bondad infinita! Despues de un beneficio tan gran
de, ¿no debería haberle dado todo mi corazon, y
amádole con el amor de los Serafines mas inflama
dos? ¿No debería haber dirigido todas mis accio
nes, y buscar en todo y solamente su divino bene
plácito, y aceptar todas las contradicciones con
alegría para manifestarle mi recíproco amor? ¿Po
día hacer menos que esto despues de un beneficio
tan señalado? Y sin embargo, ¿qué es lo que he
hecho? ¡Oh ingratitud digna de un nuevo infierno!
Yo os he echado á un lado ¡oh Dios mió! y he cor
respondido á vuestras misericordias con nuevos
pecados y ofensas: conozco que he hecho mal, ó
Dios mío, y me arrepiento de todo mi eorason.
¡ Ah si pudiese derramar un mar de lágrimas para
llorar tan monstruosa ingratitud ! ¡Oh Jesús! tened
misericordia de mí, que al presente estoy del todo
resuelto á querer mil veces morir antes que volver
á ofenderos.
MEDITACION VIII.
Punto 1.°
En esta parábola el padre te representa á Dios
nuestro Señor; el hijo mayor, tan humilde, obe
diente y tan bueno, representa á un buen cristiano
que en todo y por todo guarda la ley de Dios, y
el hijo pródigo es la figura mas expresa de un pe
cador.
La juventud es la primera causa de su perdi
cion; como j<Wen se deja llevar de ilusiones, de
amor á las diversiones, juegos, paseos, compañe
ros amigos de holgar, de ver y ser visto, y por lo
mismo vestir siempre un traje elegante.
Como jóven se deja arrastrar de sus pasiones,
singularmente de la impureza, y en lugar- de re
sistirlas, él mismo las despierta con las conversa
ciones que tiene con sus compañeros y amigos:
— 127 -
busca y anda siempre en medio de las tentaciones
de impureza, de modo que el no pecar seria ma
yor milagro que el de aquellos tres jóvenes que
fueron echados en el horno de Babilonia, y anda
ban entre las llamas sin quemarse. Mas hay una
diferencia muygrande entre estos y aquel; que estos
no se echaron ellos sino que los echaron otros, y
por esto Dios los preservó con un milagro ; pero
este hijo pródigo él mismo se echó y permaneció
voluntariamente, y por esto se perdió tan misera
blemente.
Como jóven apeteció la independencia y huir de
la sujecion paternal, no obstante que tan suave y
provechosa le eraá él mismo; y además tiene la
audacia y atrevimiento de pedir á su padre que le
dé la porcion que le corresponde; ¡qué ingratitud!
¡qué maldad!
AFECTOS.
1.° De propio conocimiento. Alma mia, aquí
llenes un retrato de lo que tú has hecho. Tú te
has entregado á los placeres y diversiones de toda
especie; tú te has metido en medio de las llamas
delas pasiones, y has quedado de ellas tan en
cendido, que por todas tus potencias y sentidos
fichas fuego de impureza con que escandalizas é
incendias á los demás. Tus ojos están llenos de
adulterio, como dice san Pedro; tu boca es como
— 128 -
un sepulcro abierto, de donde salen palabras tor
pes, cuentos y chistes indecentes, y cantares des
honestos con que empañas la blanca plata de la
castidad de cuantos tienen la desgracia de oirte.
Tus acciones, ademanes y vestido afectado, todo
revela lo que eres. Este mismo vicio te hace ape
tecer la independencia de Dios, de tus padres y
superiores, y te quedas un completo libertino. Tú
tienes la audacia de pedir á Dios tu padre lo que
te toca segun tu naturaleza. No lo pides , lo arre
batas, y abusas de todo el patrimonio; abusas de
tus potencias, sentidos, y de todas las gracias na
turales, como son salud, hermosura, riqueza, y
de lodo lo demás , que no es tuyo sino de Dios.
¿Qué tienes que no lo hayas recibido?
2.° De arrepentimiento. ¡ Ay de mí , qué he
hecho!... ¡Qué ingratitud! ¡qué injusticia! ¡Oh
qué perjuicios me he causado!
Punto 2.°
AFECTOS.
Punto 3.°
El hijo pródigo pone por obra su proyecto : al
instante se le presentarían dificultades, tendría que
vencer ciertos respetos humanos, tendría que so
breponerse á lo que podrían decir los de su casa,
amigos, parientes y vecinos; no hay duda que él
mismo se diría : ¡ Ay ! todos se ocuparán de tí , todos
te mirarán , todos hablarán , lodos suscitarán y re
cordarán lo que antes eras, decías y hacías; y aho
ra al verte así, ¿qué dirán?... Pero él, intrépido lo
vence y supera todo, se presenta en su casa, su
padre lo recibe con toda ternura , amor y alegría ,
y todos aquellos obstáculos y dificultades que antes
se le presentaban como insuperables, los ve desva
necidos como el humo.
Ea, alma cristiana, resuélvete de una vez; pon
luego por obra lo que tienes proyectado; anda,
corre á tu Padre, no tengas miedo, no te dejes
engañar de Satanás; él te presentará obstáculos
insuperables : te pintará tu conversion como cosa
poco menos que imposible; te formará un muro
impenetrable de que Dios no te perdonará tantos y
tan grandes pecados; que el confesor, que está en
lugar de Dios, no te admitirá; que te despedirá
bruscamente; te dirá Satanás que ya no tienes re
medio; que tú no puedes dejar el vicio; que es
imposible que tú te abstengas siempre mas de aque
- 133 —
líos gustos y placeres : tambien te presentará lo que
dirán los mundanos. . . No dés crédito á Satanás :
conviértete de veras , haz una buena confesion ge
neral de todos tus pecados , y verás que todas esas
dificultades se desvanecerán como el humo.
El padre confesor te oirá con toda dulzura y ca
ridad ; él no se asusta, ni se incomoda por los mu
chos y grandes pecados del penitente; lo que le da
pena, y muy grande, es si ve que el pecador se
presenta indispuesto y sin ganas de convertirse ,
esto sí que le amarga y aflige su celoso corazon :
pero si ve que el pecador se presenta con un co
razon contrito y humillado , no puede ni sabe des
preciarlo; al contrario, lo abraza y lo aprieta con
tra su seno, y llora de ternura y amor; da gracias
al Señor al ver la grande misericordia que ha der
ramado sobre aquel pecador, y admira su valor y
resolucion en haberse vencido á sí mismo , á Sata
nás y á todos los respetos humanos. ¡Oh qué gusto
tan grande! ¡oh qué placer tan singular siente el
pecador cuando el padre confesor, oída la confe
sion, le echa la absolucion! Dice, en medio de los
sollozos de ternura, aquellas palabras de san Agus
tín: Mas dulces me son estas lágrimas que derra
mo de dolor de haber pecado , que todos los gustos
y placeres de los teatros y diversiones mundanas \
1 Dulcieres mihi sunt lacrymae pcenitentiae, quam gau-
dia theatrorum. (S. August.).
— 134 -
¡ Oh , qué transportes de alegría no siente su corazon
cuando se siente revestido de la graoia santificante
por medio del sacramento de la Penitencia! Pero
sube de punto su gozo cuando se ve admitido á la
mesa eucarística. ¡Oh, qué júbilo!... le parece que
toda la corte celestial viene á celebrar su fiesta en
su mismo corazon...
AFECTOS.
1. ° Resolucion. Ya estoy resuelto , me con
fesaré hoy mismo; no quiero tardar mas; yo diré
todos mis pecados al padre confesor; yo espero
alcanzar el perdon de lodos ellos ¡Oh Padre mio!
¡cuánto sienlo el haber pecado! Jamás, Padre mio,
jamás volveré á pecar, ayudado de vuestra divina
gracia.
2. ° Ruegos. ¡Oh María, madre mia amoro
sísima, abogada de los pobres pecadores que se
quieren enmendar! yo quiero enmendarme de ve
ras; yo quiero confesar bien todos mis pecados:
por vuestros santísimos dolores alcanzadme un ver
dadero dolor de haber pecado. ¡ Ay cuánto lo sien
to, Madre mia, el haber pecado! ¡el haber ofendido
á Dios y á Vos! ¡el haber con mis pecados vuelto
á crucificar á vuestro santísimo hijo Jesús!
¡Oh Jesús mió! á Vos me acerco lleno de dolor
de haber pecado; estoy confundido y avergonzado
al ver que yo con mis pecados os he puesto en
— 135 -
esa cruz , pero me animo al recordar que Vos desde
la cruz rogais por los mismos que os han crucifi
cado. Vuestra sangre preciosísima no pide venganza
como la de Abel, sino piedad, clemencia, perdon
y misericordia; y así lleno de confianza digo:
MEDITACION IX.
PRIMER PROPÓSITO.
En tiempo de los ejercicios hacer una confesion
general de toda la vida, ó desde la última general .
con un examen exacto, con tanto fervor, con tan
repetidos actos de contricion , y con tal sinceridad
en la acusacion de los pecados, que pueda decirte
siempre la conciencia: he hecho cuanto Dios exige
para perdonar los pecados , ahora puedo compare
cer sin temor ante su tribunal. ¡Oh alma mia!
¡Qué dulce consuelo, qué quietud interior tan fun
dada, qué esperanza tan segura de la vida eterna
se adquiere de semejante confesion!...
SEGIWDO PROPÓSITO.
Despues de haberte asegurado de esta manera
(en cuanto es posible en esta vida) de la gracia
presente, de la gloria futura, hacer las demás con
fesiones con tan exacto exámen , con tan íntima con
tricion, con tanta sinceridad como si se supiese con
certeza que aquella era la última de la vida.
Punto 2.°
PRIMER PROPÓSITO.
Practicar con extraordinaria diligencia y fervor
los medios satisfactorios que Dios tiene ordenados
por los pecados; los principales son: 1.° El santo
sacramento de la Penitencia. 2.° El santo sacrificio
de la misa. 3.° Las santas indulgencias. 4.° Fre
cuentes actos de verdadera contricion , y lo mas
intensa que sea posible. S.° Las obras penales y las
mortificaciones.
SEGUNDO PROPÓSITO.
Soportar en silencio por amor de Dios todas las
molestias que trae consigo el propio estado, y to
das las contrariedades que nos Tienen de la divina
Providencia ; en todos los contratiempos que te so
brevengan , sea este el suspiro de tu corazon : ¡Oh
Bien misericordiosísimo ! lo que yo he merecido es
una pena eterna y horrible en el infierno, y lo que
aquí padezco es una cruz bastante ligera y breve.
Punto 3.°
El tercer fruto que debe sacar el alma de estas
meditaciones es el evitar todos los pecados venia
les, especialmente aquellos que abren camino álos
pecados graves. No basta, almamia, tener un fir
me propósito de sufrir antes la muerte que consen
- 141 -
tir en ningun pecado grave ; es necesario lener igual
propósito aun con respecto á los pecados veniales :
el que no descubre en sí esta voluntad , no puede
estar seguro. No hay cosa que pueda dar tan cier
ta seguridad de la salvación eterna , como una con
tinua cautela en evitar aun los pecados veniales mas
ligeros, y un fervor grande y universal que se ex
tienda á todas las prácticas de la vida espiritual :
fervor en la oracion y trato con Dios ; fervor en la
mortificacion y abnegacion de sí mismo ; fervor en
la humildad y tolerancia de los desprecios ; fervor
en la obediencia y renuncia de la propia voluntad ;
fervor en la caridad de Dios y del prójimo. El que
quiera adquirir este fervor y conservarle, debe ne
cesariamente tener el propósito de querer siempre
evitar los siguientes pecados veniales: 1.° Dar en
trada en su corazon á cualquiera leve sospecha ó
juicio siniestro contra el prójimo. 2 . ° Introducir dis
cursos sobre los defectos ajenos, ú ofender de cual
quier otra manera la caridad , aunque sea ligera
mente. 3.° Dejar por pereza los ejercicios espiritua
les, ó hacerlos con negligencia voluntaria. 4.° Te-
jier alguna aíicioncilla menos ordenada á alguna
persona. 5.° Tener alguna estimacion ó compla
cencia de sí mismo y de sus cosas. 6.° Recibir los
santos Sacramentos con flojedad, con distracciones
y otras irreverencias, y sin una séria preparacion.
7.° Impacientarse en las cosas que le son contra-
— 142 —
rías, no recibiéndolas como venidas de la mano de
Dios, poniendo de este modo obstáculo á los de
signios ó disposiciones de la divina Providencia so
bre sí. 8.° Dar ocasion á que, aun remotamente,
pueda ser empañado el candor de la santa pureza.
8.° Ocultar con advertencia las malas inclinacio
nes, debilidades y mortificaciones a aquellos que
deben saberlas, queriendo hacerse de este modo
un camino para la virtud , no con la direccion do
la obediencia sino guiado de su propio capricho.. .
Alma mia , si no te resuelves á dejar estos pe
cados veniales, no sacarás el mas mínimo fruto de
estos ejercicios espirituales ; jamás pondrás el pié
ni aun sobre el mas ínfimo escalon de la perfeccion
del espíritu ; jamás lograrás tener, ni la comuni
cacion con Dios, ni la paz y quietud interior del
corazon , ni un estado en el cual puedas esperar la
muerte sin ningun temor. Mas si te resuelves á evi
tarlos, postrada de rodillas con el Crucifijo en la
mano, preséntale tus propósitos en la forma si
guiente.
¡Oh Dios mio! ¡oh amor mio crucificado! ¡Je
sús mio! por vuestra infinita misericordia me ha
beis iluminado suficientemente : ahora conozco qué
cosa es poseeros eternamente , y qué significa per
deros eternamente. .. ¡ Dichoso yo si llego á posee
ros ! ¡Oh infeliz de mí si llego á perderos! Bien co
nozco que no podré esperar lo primero y que siem
- 143 —
pre deberé temer lo segundo , mientras no me re
signe enteramente en vuestras manos, evitando
lodos los pecados, aun los mas ligeros, y comen
zando á serviros con diligencia y fervor. . . Sí , así
lo resuelvo , y con el afecto mas íntimo de mi co
razon os amo y os abrazo ¡oh Jesús mio! Vos sois,
sumo Bien , dignísimo de ser amado sobre todas las
cosas, mas que todos los Ángeles y los hombres.
MEDITACION X.
Punto 1.°
Debes considerar, alma mia, de cuánta impor
tancia sea el huir las ocasiones de pecar , y lo co
nocerás por las razones siguientes. — Es máxima
asentada entre los filósofos : Quien quita la causa
(¡uila el efecto que de ella proviene ; así es que
apagado el fuego se extingue el calor; secándose la
fuente cesa de correr el arroyo ; y no quitándose
la causa, en vano se procuran impedir los efectos.
El médico sabio y experimentado , cuando quiere
curar una enfermedad, procura indagar y quitar la
causa ó raíz que la produjo ; de otra manera seria
tiempo perdido : así tambien perdería el tiempo en
vano el que intentase enmendarse, si no quitase las
ocasiones y peligros de pecar. — Además, en la
guerra espiritual contra los vicios, y singularmente
contra la impureza, aquel vence mas gloriosamen
te que huye con mayor diligencia. El mismo Dios
dice, que el que ama el peligro perecerá en él ; el
que loca la pez quedará manchado con ella ; v el
10
- 146 -
que loca el fuego experimentará sus incendios. De
la misma manera el que voluntariamente se pone
en la ocasion próxima de pecar, ya peca, y queda
lo
manchado
mismo eny afeado
él perece.
, pues
Laque
ocasion
ama el
hace
peligro
al ladron,
, y pol
AFECTOS.
1 . ° De arrepentimiento . ¡ Oh Dios mio ! ahora
conozco que si yo he pecado ha sido porque no he
huido como José, ni he grifado como la casta Su
sana. ¡ Ay de mí ! que no solo he sido omiso, sino
que he sido temerario como Sanson , David y Sa
lomon , que cayeron por haberse puesto en la oca
sion de pecar.
2.° De propósito. Propongo, Señor, no pe
car mas , y por esto me apartaré de los peligros y
ocasiones de caer en pecado ; al efecto me acordaré
de aquella máxima de san Felipe Neri que dice,
que en la guerra del sentido, los cobardes, los que
huyen, vencen.
1 Qui relicto in manu ejus pallio , fugit , [et egressus est
foras. (Genes, xxxix, 12).
1 Exelamavit voce magna Susanna. (Dan. xm , 24).
- 147 -
Punto 2.°
Considera, alma mia, que nuestro capital ene
migo Satanás no cesa jamás de armarnos lazos ,
buscando todas las oportunidades que se le presen
tan para salir con su intento. Él hace que las per
sonas no se recaten en frecuentar conversaciones
con personas de diferente sexo : al principio procu
ra que sean honestas , despues ya va mezclando al
guna chanza , luego va adelantando , hasta que por
último caen miserablemente en el pecado ; les su
cede lo mismo que á la mariposita que da vueltas
al rededor de la llama, se le chamuscan las alas,
y cae perdida para siempre. ¡Ay cuántas almas an
tes castas, pero que han andado como mariposas á
la llama de aquel peligro y de aquella ocasion , se
han chamuscado , quemado y perdido para siem
pre ! ¡ Oh cuántos y cuántas han caido miserable
mente por haber frecuentado bailes, teatros, amo
ríos y otras cosas por este estilo! Á muchos les pasa
lo mismo que al puchero lleno de agua fria, que
arrimado al fuego insensiblemente va tomando ca
lor, hasta que finalmente llega á hervir y rebosar :
muchos empiezan amistades, relaciones, asisten á
ciertos lugares con toda la frescura del mundo, pero
poquito á poco y cási sin saber cómo se hallan co
gidos de la pasion , en que hierven y rebosan. Mas
asi como no hay remedio mas eficaz para que no
10*
— 148 —
rebose el puchero , y aun para hacerle enfriar del
lodo, que apartarle del fuego, así el remedio mas
eficaz es apartarse de los peligros y ocasiones de
pecar.
1. ° De temor. ¡Ay de mí! yo estoy espanta
do de mí mismo , me admiro cómo no he pecado
mas , atendidos los peligros en que me he hallado. . .
Me encuentro como aquel que se durmió, y al des
pertarse se halla en el borde del precipicio, ó ad
vierte que tiene á su lado una ponzoñosa víbora ;
¡ay qué miedo tiene ! ¡oh cómo se aparta!
2. ° De propósito. Me apartaré del pecado y
de las ocasiones de pecar como de la vista de la ser
piente1. No quiero hacer como Eva, que estando
ociosa, y conversando con la serpiente, cayó mi
serablemente en pecado ; yo procuraré estar siem
pre honestamente ocupado , y me apartaré de to
das las ocasiones de ofender á mi Dios y Señor.
Punto 3.°
Considera los medios de que te has de valer para
no ponerte en peligro de pecar. El primero será
pensar que tienes el Ángel custodio á tu lado , que
como ayo y guia te aconseja con las palabras del
AFECTOS.
1.° De súplica. Señor, dadme á conocer lo
que soy yo y lo que sois Vos. Noverim me, nove-
rim te... ¡Ah! si yo me conociera, á buen seguro
que no me fiara de mí mismo ni me metería en las
ocasiones. El soldado que sabe lo fácilmente que
se enciende la pólvora , no va con un cartucho á
revolver las brasas , porque conoce y sabe muy bien
1 Sed bene custodita durat per saecula. [S. August.).
- 151 —
que se encendería y le lastimaría. Si yo conociese
bien lo fácil que soy de encenderme en el fuego de
las pasiones, no seria tan loco ni temerario de po
nerme en las ocasiones de pecar. ¡Oh, si yo os co
nociera mas á Vos, Dios mio, os respetaría, os
amaría y os temería con un temor filial , y así nun
ca mas pecaría.
2.° De resolucion. Estoy resuelto á apartar
me siempre y prontamente de aquellas personas,
lugares y cosas que conozca pueden ser ocasion de
pecar. Si algunas ocasiones se me presentan para
sorprenderme y hacerme caer os diré , Dios mio,
lo del Profeta : Deus in adjutorium meum iníende ;
Domine, ad adjuvandum me festina. Yá Vos, Jesús
mio, os diré como los Apóstoles : sálvanos, que pe
recemos ; y á Vos, Virgen santísima, os suplico y
os suplicaré que rogueis á Dios por mí ahora , y
siempre , y en la hora de mi muerte ; y á vosotros,
Ángeles y Santos, os recuerdo el encargo que te-
neis de mi Padre celestial , que me guardeis en to
dos mis caminos para que no caiga en pecado , y
llegue felizmente á mi patria del cielo.
Punto 1.°
Considera, almamia, qué cosa es pecado venial
y por qué se llama venial. — Es una ofensa, aun
que leve, que la criatura hace al Criador. Se lla
ma culpa leve, no en si y absolutamente, sino res-
1 Qui spernit modica, paulatim decidet. (Eceli. xix,l).
— 183 —
pecio al pecado mortal , en cuya comparacion el»
venial, aunque enorme en la malicia, se dice mal
pequeño ; al modo que la tierra, en sí vastísima,
en comparacion del universo entero se llama pe
queña ; ó como el mar Mediterráneo, que es en sí
muy grande, pero comparado con el mar Océano,
es pequeño.
El pecado venial es una ofensa hecha á Dios, y
esta ofensa contiene en sí tanta malicia que no se
debería cometer aunque con él se pudiera salvar
la vida de un hombre, ni salvar á todos los habi
tantes del mundo. Si con una mentira leve, por
ejemplo, se pudiera sacar á todos los condenados
del infierno, y convertirlos en santos, y salvarlos
á todos, no se podría decir esa mentira, porque es
una ofensa que se hace á Dios.
San Camilo de Lelis solía decir, que se dejaría
dividir mil veces en piezas muy pequeñas, antes
que cometer una sola culpa venial con adverten
cia»..• El pecado venial es mas temible que las pe
nas del infierno ; persuadido de esta verdad decia
san Anselmo , que si de una parte viera abierto el
infierno, y de otra se hallara obligado á cometer
advertida y deliberadamente un pecado venial, an
tes que cometerle eligiera caer en el infierno : lo
mismo debo hacer yo en tales circunstancias, por
que el infierno es mal de pena, y el pecado venial
es mal de culpa , y la pena como pena no es ofensa
— 154 —
de Dios; y por consiguiente, por muy atroz que
sea la pena, es menor mal que la mínima culpa.
De modo que un solo pecado venial es en sí mayor
mal que la destruccion del universo entero ; que el
destierro de todos los Ángeles y Santos del cielo , y
que la condenacion de todas las almas en las lla
mas del infierno : y la razon es porque todos esos
males, aunque grandes, tocan á las criaturas fini
tas y limitadas, pero la culpa, aunque leve, toca
y ofende á Dios, que es infinito, y dignísimo de
todo honor y gloria, que debe ser amado sobre to
das las cosas, y se le desprecia por una bagatela.
Dios es amable, es amante, nos ha criado para el
cielo , nos conserva y nos dispensa toda especie de
beneficios naturales y sobrenaturales, visibles é
invisibles , ¡ y no le amamos ! . . . ¡le ofendemos I ¡ Oh
qué ingratitud!!!...
Si es horrorosa la malicia del pecado venial, es
mas espantoso su número. ¡ Ay ! apenas pasa un dia
que no cometas muchos pecados veniales, ó por ma
licia, ó por fragilidad, ó por inadvertencia, coa
pensamientos vanos, inútiles, aversiones á tus pró
jimos, ó afectos desordenados ; con palabras ocio
sas, soberbias, libres, ásperas, mentirosas; con
acciones, omisiones ; con la comida, bebida ; en el
acostarte, en el levantarte; con actos de pereza;
en las plazas, calles, casas ; en las iglesias ; en el
modo de andar, mirar y demás maneras ; y aun
— 155 —
en las cosas buenas ¡cuántas faltas no cometés, ha
ciéndolas con precipitacion, con tibieza, flojedad,
distracciones voluntarias, con infidelidad alas ins
piraciones de Dios ! Tantas y tantas son las faltas
que cometes, que se puede decir que exceden al nú
mero de los pelos de tu cabeza.
AFECTOS.
Punto 2.°
Considera, alma mia, los efectos que causa el
pecado venial : hace en el alma lo que la enferme
dad en el cuerpo. Dos son los males que la enfer
medad causa en el cuerpo ; uno presente, cual es
la flaqueza , hastío , palidez , etc. ; y otro en ade
lante, que es la muerte que amenaza : así el peca
do venial, que es una enfermedad del alma, de
presente le quita , no la vida y hermosura de la gra
cia , pero sí aquel especial y vivo esplendor que bas
taría para arrebatar los divinos ojos entre tiernas
y afectuosas complacencias : es verdad que no le
priva de la amistad de Dios , pero sí de muchos y
especiales favores. ¡Ay! el pecado venial hace al
alma indigna de las liberalidades de Dios, le im
pide muchas gracias singulares y extraordinarias,
le priva en gran parte del fruto de los santos Sa
cramentos, principalmente de la sagrada Comu
nion , poniendo estorbos á aquella union mas ínti
ma que el Señor pretende ; y así como en el cuer
po los humores crasos entorpecen el movimiento y
los sentidos , esto mismo y mucho mas hacen los
pecados veniales en el alma ; entorpecen los afec-
1 Delicta quis intelligit? ab occultis meis manda me,
et ab aliente parce servo tuo. (Psalm. xvm, 13, 14).
— 187 —
los , hacen desabridos y fastidiosos los ejercicios es
pirituales, vuelven repugnantes las obras de cari
dad, entibian el fervor, y la dejan absolutamente
miserable.
El alma en pecado venial es como una persona
opilada, que come sin gusto, duerme sin reposo,
rie sin alegría, se fatiga en todo, y llena de tédio
mas bien se arrastra que anda ; así el alma en pe
cados veniales : ocupan estos tanto el alma con los
malos hábitos é inclinaciones , que la dejan como
(•pilada para todas las buenas obras ; déjanse mu
chas , y las pocas que se hacen son sin gusto , con
tédio y desgana ; se omiten las oraciones y peniten
cias, ó si se hacen son sin fervor, pocas en núme
ro y pequeñas en mérito. *
Con los pecados veniales el alma poquito á poco
se va debilitando , las gracias se van retirando , y
finalmente viene á caer en pecado mortal. Una mur
muracion grave en que cae, un odio secreto que
se fomenta en el corazon , un ímpetu de venganza
que no se reprime, un deseo deshonesto que se con
siente, acaban de extinguir y apagar aquella mo
ribunda centella de la gracia de Dios.. . Las santas
Escrituras están llenas de ejemplos de esta verdad :
á David , de una mirada curiosa le vino el deseo,
y del deseo la ejecucion del adulterio y homicidio :
k Judas de un amor desordenado á las riquezas :
en un principio era falta leve, pero con el tiempo
- 168 -
creció tanto, que llegó á vender á Jesucristo su di
vino maestro. Los judíos empezaron con una leve
emulacion y envidia de los milagros y prodigios que
obraba Jesucristo ; mas al ver que todo el mundo
le seguia, tomó tan grandes dimensiones la envidia
en sus corazones, que no pararon hasta que ter
minaron en crucificarle. ¡Quién no se horrorizará
de los efectos del pecado venial!
AFECTOS. -
r.° De admiracion. ¡Ay Dios mio! Un enfer
mo tísico da lástima, no sirve para nada : pues si
una sola enfermedad deja tan mal parado un cuer
po, ¿cómo estará mi alma con tantas enfermedades
cuantos son los pecados veniales que cometí? Por
que cada pecado venial es un cáncer que corroe el
alma ; es una lepra que la llena de inmundicias ;
es una perlesía que la entorpece para lo bueno ; es
una hidropesía que la da sed de los bienes del mun
do ; es gota que no la deja caminar con prontitud ;
es asma que la dificulta la respiracion hácia el cie
lo ; es una sordera que no la deja oir la voz de Dios ;
es una ceguera que no la deja ver el camino de la
l> erfeccion...
2.° De súplica. ¡Oh Jesús mio, hijo de Da
vid , apiadaos de mí como os apiadásteis del ciego
del camino de Jericó ; haced que vea ! Limpiadme,
Señor, como limpiásteis al leproso. ¡Oh Jesús y
— 189 -
Redentor mio! ¡Oh verdadero Samaritano! Echad
el aceite de vuestra misericordia y el vino de la di
vina gracia sobre mis heridas y llagas (fue han
abierto los ladrones, que son los pecados veniales,
en cuyas manos he caido ; mirad, Señor, cómo me
han robado las virtudes y méritos , y me han de
jado medio muerto en este camino.
Punto 3.°
Para conocer la malicia del pecado venial , es un
medio muy oportuno observar las penas con que
Dios lo ha castigado , teniendo en cuenta que el que
castiga es un Dios sabio, que no obra por ignoran
cia ; es un Dios justo, que no se deja llevar de la
pasion ; es un Dios misericordioso, que por lo mis
mo está mas inclinado á perdonar que á castigar ;
es un Dios bueno , que no castiga sino por fuerza,
y además castiga el pecado venial en un alma que
está en gracia, que es amiga suya y heredera del
cielo, y sin embargo la castiga. ¡Oh cuán grande
debe ser la malicia del pecado venial!...
En las santas Escrituras se hallan un sinnúmero
de ejemplos. María, hermana de Moisés, porque
habia murmurado ligeramente de su hermano, el
Señor, la castigó repentinamente con la enfermedad
asquerosa de la lepra \ La mujer de Lot, Dios la
castigó y la convirtió en una estatua de sal por ha-
1 Num. xii. . .•
— 160 -
ber pecado venialmente volviendo curiosamente los
ojos hácia la ciudad , contra el precepto del Señor '.
Por una pequeña desconfianza en que incurrieron
Moisés y Aaron , no entraron en la tierra de pro
mision8. Las muertes de Nadab y Abiú, hijos de
Aaron, la de Oza, la de Ananías y Safira, y oiras
muchas, sucedieron por culpas leves. ¿Quién no
temerá? ¿Quién no irá con cuidado en cometer se
mejantes faltas?... No solo castiga Dios las faltas
leves con esas penas, sino que además las castiga
con otras todavía mayores en el purgatorio. Por una
mentira leve, por una sonrisa menos decente, por
una palabra menos honesta, por una murmuracion-
oilla, etc., etc., padecen allá las almas la pena de
daño con que son privadas de ver á Dios, y la pena
de sentido en atrocísimas llamas por mas tiempo del
que se piensa , y en tribulacion mayor que todas
las penas que en este mundo pueden verse ó sen
tirse.
¿Qué concepto harías, alma mía, de esas cul
pas leves que tan fácilmente cometes , si actualmen
te te hallaras en el purgatorio, como por ellas has
merecido? ¿Llamarías leves unas faltas que te pri
van de un bien infinito, cual es la vista de Dios y
la posesion de la gloria del cielo? ¿Tendrías por
boberías y por cosa de despreciar como escrúpulos,
1 Genes. XIX.
2 Num. xx.
- 161 -
unas culpas que te merecen una cárcel la mas ter
rible , prisiones las mas estrechas , y suplicios los
mas atroces? Si ahora vieras á una persona de las
mas principales , que la sacan de su casa ó palacio
y la llevan á la cárcel , y que allí , en medio del
patio, encienden una hoguera y la meten dentro de
aquel grande fuego, y preguntando tú por el deli
to que ha cometido aquella persona tan principal,
te respondiesen que es así castigada porque dijo
una mentira , una murmuracioncilla ú otra fal
ta venial, ¿dirias que el pecado venial es nada?
Pues sabe, alma mia, que los pecados veniales son
castigados con penas de prisiones y tormentos los
mas dolorosos en el purgatorio.
AFECTOS.
1. ° De arrepentimiento. ¡Oh Diosmio, aho
ra conozco algun tanto la malicia del pecado ve
nial! ¡Ah, si yo lo hubiera entendido antes, no lo
hubiera cometido ! Como por juguete lo he hecho
hasta aquí ; pero de aquí en adelante os doy pala
bra, Dios mio, que no volveré á pecar, ayudado
con vuestra divina gracia ; perdonadme, Padre mio,
por ser Vos quien sois, bondad infinita, y os pro
meto que haré frutos dignos de penitencia.
2. ° Depropósito. Os doy palabra, Padre mio,
que de aquí en adelante me valdré de aquellos me
dios que conozca mas oportunos para no volver ja-
11
- 162 -
más á caer en culpas leves, y así os prometo, Dios
mio, que todas' las mañanas haré propósito firme
de no pecar venialmente en aquel dia, y por la no
che me examinaré y me arrepentiré si alguna vez
he delinquido. Evitaré las ocasiones de faltar, an
daré con mas cautela en las conversaciones , tendré
mortificadas mis pasiones y sentidos, singularmen
te los ojos los tendré siempre modestos y recogidos ;
poniendo mas cuidado en la guarda de mi lengua,
guardaré silencio, y cuando tenga que hablar an
daré con mucha cautela para que mis palabras no
falten á la verdad , á la'caridad , á la humildad ni
á la castidad. Pensaré que estoy en vuestra divina
presencia, y que en el dia del juicio me habeis de
juzgar de todo , hasta de una palabra ociosa y aun
de las cosas justas *.
MEDITACION XII.
De la muerte.
Advertencia. No hay cosa que tanto contenga
al hombre de pecar , como es el pensar en la muer
te. Del pensamiento de la muerte se valió Dios para
que nuestros padres Adan y Eva guardaran el pre
cepto que les habia intimado , y á la verdad ño que
brantaron el tal precepto, ni pecaron, hasta que
Satanás les hizo despreciar ese pensamiento y te
mor santo de la muerte. Nequaquam morte morie-
mini. No seas tonta, no seas boba, dijo á Eva, no
moriréis. ¡ Ay ! quitada esa barrera cayó miserable
mente en el pecado. Pensemos, pues, nosotros con
tinuamente en la muerte, y así nunca jamás peca
remos.
Punto 1.°
¿Qué es morir? — Separarse el alma del cuerpo.
.—Morir es una privacion eterna de todas las cosas
de la tierra. Es una separacion de la fortuna, y de
lodos los intereses, fincas y posesiones ; es una pér
dida total de los títulos, placeres y diversiones. Mo
rir es despedirse y separarse del padre , madre , hi
jos, hijas, esposo, esposa, hermanos, hermanas,
amigos y conocidos, sin esperanza de volverse á
ver jamás sobre la tierra hasta el dia del juicio final.
Morir es sacar de casa á ese tu cuerpo y llevarlo
al campo santo , y allí dejarlo solo , de dia y noche,
rodeado de calaveras y huesos de otros muertos.
Morir es dejar á tu cuerpo solo, muerto, cadáver,
para que lo coman los gusanos , que esto es lo que
quiere decir cadáver , caro data vermibus ; carne
dada en comida á los gusanos. Cadáver tambien
quiere decir que ya cayó. Sí , aquel hombre, aque -
Ha mujer ya cayó, como un árbol que cayó y está
abandonado para que haga leña quien quiera. Mi
rad lo que pasa en aquel cuerpo, antes tan her
moso é idolatrado , ya muerto : ya está sepultado,
— 165—
ya cayó... luego se le acercan los moscones, esca
rabajos, sapos y sabandijas, y se saborean y com
placen en el mal olor que despide y en la podre
que empieza á manar ; tambien se acercan los ra
tones, taladran sus vestidos ó mortaja, se enredan
entre el cabello , entran en la boca y empiezan á
comer la lengua, salen luego, y registran todo el
cuerpo entre carne y vestido.
Mientras tanto la putrefaccion se va aumentando ;
ya se ve pulular una grande muchedumbre de gu
sanos que van comiendo la carne del vientre, de
la cara y de todo el cuerpo : ya se concluyó la co
mida ; ya los gusanos mueren de hambre, dejando
allí unos huesos negruzcos y descarnados, que con
el tiempo se calcinarán y convertirán en polvo.
Acuérdate, hombre, que eres polvo, y en polvo
te has de volver en cuanto al cuerpo, pues eres
hombre de humo ó tierra.
AFECTOS.
Punto 2.°
Be la muerte del justo. La muerte alcanza á
todos, á justos y á pecadores, pero es muy distin
ta la suerte de entrambos.
El justo se mira en este valle de lágrimas como
un encarcelado en medio de las mas duras prisio
nes ; se considera en este mundo como un esclavo
que sufre la esclavitud mas penosa ; se tiene como
un marinero agitado por la tempestad mas horri
ble ; y como la muerte es el término de sus cade
nas, el fin de la esclavitud y el puerto de su salva
cion , no cesa de clamar con David : ¡ Ay de mí que
se dilata mucho mi destierro! No cesa de pregun
tar con el Apóstol : ¿Cuándo me veré libre de esta
carne mortal? Así es que el justo no se espanta á
la vista de la muerte. Es cierto que tiene que dejar
las cosas de este mundo, los bienes, las riquezas,
las dignidades ; pero ¿qué es todo esto en la esti
macion de una alma justa? Una flor que amanece
fresca y anochece marchita ; un vapor que se des
vanece en un instante ; una sombra que huye con
rapidez sin dejar rastro de sí misma. Y el alma que
tiene de este mundo estos conocimientos, ¿sentirá
1 Qui autetn sunt Christi , carnem suam cruciüserunt
cura vitiis, et concupiscentiis. [Gálat. y, 24).
- 167 -
mucho dejar todos sus bienes falaces? El juslo
aprende que no es criado para el mundo ni el mun
do para él ; sabe que sus placeres son quiméricos
y engañosos ; conoce que los empleos y dignidades
son vanidad y nada mas : con estas luces ¿qué
aprecio hará de estas cosas? Y si no las aprecia,
¿cómo le ha de aftigir su privacion? Si las aborrece
y detesta, ¿cómo le ha de causar pena separarse de
ellas? ¿No es una locura inquietarse por unos bie
nes que se han de acabar? por unos honores que
se han de destruir? por unos placeres que traen
tantas amarguras y disgustos? No , no se inmuta
el justo, como el malvado Baltasar, aloir la sen
tencia de su muerte ; no brama como el soberbio
Nabucodonosor ; no se despecha como el impío An-
tíoco , sino al contrario, entonces es cuando dice lo
que el angelical Luis Gonzaga decia á un compañe
ro religioso : «¿No sabeis la buena noticia que me
«han dado, que me tengo de morir dentro de ocho
«dias? Ayudadme por caridad a decir el TeDeum
« laudamus en accion de gracias por esta merced
« que Dios me hace. » Entonces es cuando el justo
dice con el Salmista : « A la manera que el ciervo
«desea las fuentes de las aguas , así mi alma te de-
«sea á tí, Dios mio. » Entonces es cuando el justo
se despide con alegría de sus hermanos, de su pa^
dre , y hasta de su tierna madre , como el Marque-
sito de Castellon : «Madre mia, no llore como á
— 168 —
« muerto al que ha de vivir delante de Dios. No será
« larga esta ausencia : allá nos volverémos á ver y
«gozar para nunca mas apartarnos. » Así se des
piden, así suspiran, así exclaman los Davides, los
Pablos, los Luises, todos los justos al tiempo de
morir. Es verdad que tambien los justos sienten en
aquella hora los dolores y aflicciones de la enfer
medad : pero ¡en qué paz tan dulce están sus al
mas! Dios las pone bajo su manto sagrado, y á su
sombra están sosegadas y tranquilas. ¡Oh muerte
preciosa la del justo! ¿Y quién la hace tan precio
sa? ¿quién sino una vida santa?
Sí, una vida santa es laque conduce al hombre
á una dichosa muerte. Esto es tan natural , como es
que un árbol bueno produzca buenos frutos. La
muerte es el eco de la vida. ¡Qué placer tan exqui
sito causa entonces la memoria de las virtudes prac
ticadas, de los Sacramentos bien recibidos , y de las
obras de misericordia que se han hecho! ¡qué con
suelo tan grande para el alma, haber amado á Dios
con ternura y haberle servido con fidelidad! ¡qué
dulce alegría para el justo moribundo haberse re
tirado de los peligros, no haber concurrido á las
diversiones pecaminosas, y haberse privado de los
deleites ilícitos! ¿Podrá compararse este gozo con
alguna cosa del mundo? Un litigante se alegra con
la noticia de haber ganado un pleito de importan
cia ; un desterrado se consuela cuando se acaba su
— 169 —
destierro penoso y triste ; un principe se llena de
regocijo con una victoria completa que le asegura
una corona ; pero ¿qué es todo esto en compara
cion del triunfo que se declara en favor del alma
santa en la hora de la muerte? Ella gana de su ene
migo un pleito de una importancia infinita ; para
ella se acaba un destierro tristísimo, penosísimo y
lleno de peligros ; ella consigue una victoria que te
acarrea una bienaventuranza pura, perfecta y eter
na ; una victoria que le asegura la corona inmar
cesible, incorruptible y de un precio inmenso. ¡Oh
afortunadas mortificaciones! ¡oh dichosas lágrimas!
¡oh felices ayunos, que tanto alegrais al justo al
tiempo de morir! Entonces bendice su nacimiento,
y á los padres que le dieron elser ; entonces ben
dice el dia de su justificacion , y á los ministros de
que Dios se valió para el efecto ; alaba sus dias pa
sados en el servicio de Dios , y glorifica sus pieda
des, y engrandece sus misericordias. Lo pasado le
consuela sobremanera ; lo presente le agrada, por
que se acerca el término de sus trabajos ; y lo ve
nidero le llena de placer , por la esperanza bien fun
dada de la eterna felicidad. Así la muerte del jus
to es como un anticipado gusto de la bienaventu
ranza.
AFECTOS.
Punto 3.°
Es cierto que la vista de sus pecados puede cau
sar algun temor al siervo de Dios que tuvo la des
gracia de ofenderle ; pero las oraciones de la Igle
sia le animan , la proteccion de los Ángeles y San
tos le conforta, el amparo de María santísima le
inspira la mas grande confianza, y la consideracion
de un Dios crucificado por su amor infunde en un
alma pura y penitente una indecible seguridad, que
no son capaces de entibiar ni la tentacion , ni la tur
bacion en que puede hallarse , ni el horror natu
ral de la muerte. Tambien es verdad que el demo
nio acomete al moribundo con mas furia que nun
ca : pero el que ya se preparó para la muerte , el
que lloró ya sus pecados , le podrá insultar con las
palabras de san Martin : ¿ Qué haces ahí, bestia san
grienta? Yo ya confesé todos mis pecados ; ya ten
go arreglados todos mis negocios ; no hallarás en
mí cosa alguna de que me puedas acusar. Tampo
- 171 -
co hay duda que el juicio que se sigue á la muerte
atemoriza y espanta al pecador ; pero el justo sua
viza sus temores con la muerte prevenida. No se
hallará uno que mas temiese los juicios del Señor
que san Jerónimo ; sin embargo ¡con qué ansias
tan vivas deseaba la muerte! ¡Con qué expresiones
tan tiernas la llamaba! «Ven, la decia, ven, ami-
«ga mia, hermana mia, esposa mia ; manifiéstame
«ya al amado de mi alma. ¡Oh muerte! tú estás
«rodeada de tinieblas, pero estas tinieblas me des-
« cubren la luz inaccesible en que habita mi Dios;
«tú eres terrible para los reyes de la tierra, por-
« que los degradas de su esplendor y majestad ; tú
«eres espantosa para todos aquellos que ponen sus
«esperanzas en los bienes de este mundo, mas para
«mí eres el objeto mas agradable, porque me pri-
«vas de cuanto aborrezco y me llevas á la posesion
«de lo que amo.» ¿Qué dices, alma mia, al oir
esto? Amiga, hermana, esposa llama san Jeró
nimo á la muerte. ¿Por qué? Porque le abre la
puerta de una gloria sin fin ; porque es el término
de sus trabajos y el principio de su felicidad ; por
que le traslada á la eterna posesion del celestial Es
poso. Sí, esta dichosa esperanza consuela al justo
en el último momento ; los Ángeles y Santos rodean
su cama ; las puertas del cielo se le abren de par
en par ; María santísima le convida con misericor
dia ; Jesucristo le llama con los brazos abiertos , y
— 172 —
loda la beatísima Trinidad le ofrece la mansion de
la gloria. Así el justo cierra dulcemente los ojos ;
entrega el último suspiro con la mayor tranquili
dad ; los Ángeles y Santos reciben su bendita alma;
todos juntos con su piadosísima Reina la presentan
á Jesús ; el dulcísimo Jesús la da el ósculo de paz,
la abraza con ternura, y entre alegres cánticos la
introduce en aquella region de los bienaventurados.
De este modo se verifica que la muerte de los jus
tos es preciosa á los ojos del Señor. ¿Quieres, alma
mia, lograr esta dicha? Pues no se te pide para
ello que ayunes toda la vida á pan y agua ; tampo
co qne tomes continuas y sangrientas disciplinas ;
no se te manda que te encierres para siempre en
una cueva , solo se te pide una confesion fructuosa
y la reforma de tu vida : solo se te manda obser
var constantemente la ley suave de Dios y de la
Iglesia. Con solo esto morirás sin zozobras ni an
gustias; no te conturbará la privacion de los bie
nes, parientes ni amigos ; no te atormentará el te
mor del juicio ni el de la eternidad. Muy al con
trario, te consolarás grandemente de ver que dejas
unos bienes caducos por oíros sólidos , unos compa
ñeros terrenos por otros celestiales, una vida llena
de trabajos por otra llena de felicidades. Buen áni
mo, alma mia , buen ánimo ; un poco de trabajo
te trae una vida quieta, una muerte feliz y una
eterna gloria.
— 173 -
AFECTOS.
MEDITACION XIII.
Punto 1.°
¿Morir en pecado?¿Morir enemigo de Dios? ¡ For
midable desgracia! ¡Terrible desventura! ¡Hallar
se á punto de espirar con una conciencia cargada
de culpas! ¡Qué congoja, almamia! ¡Qué afliccion
tan grande y tan tremenda! Lo pasado, lo presen
te y lo venidero , todo atormenta al pecador en
aquel momento decisivo de su eterna suerte. Allí
se le presentan muy vivamente todos sus crímenes,
y se le presentan con toda su fealdad. ¡Qué horror
al verse lleno de vicios ! ¡Qué espanto al conside
rarse sumergido en un abismo insondable de ini
quidad I Los sacrilegios le afligen , los odios le des
pedazan , y los placeres inmundos le causan el ma
yor desconsuelo , viendo han perdido su alma é in
ficionado hasta los tuétanos de los huesos. Entonces
se acuerda el pecador con indecible amargura de
las violaciones de los dias santos, de las confesio
nes mal hechas y de las indignas comuniones. Se
acuerda de las usuras, de los hurtos y rapiñas con
que oprimió a sus prójimos. Se acuerda de las mur
muraciones, detracciones y calumnias con que qui
tó la fama á sus semejantes. Se acuerda de las blas
femias, delas venganzas, delas conversaciones
impuras, de todos los delitos y escándalos con que
perdió á tantas almas. Allí se le presenta la mujer
escandalizada , la jóven corrompida y el niño es-
— 176 -
tragado por culpas que no hubiera cometido si él
no le hubiera enseñado. Allí se le ponen delante de
los ojos las obligaciones que debió cumplir y no
cumplió ; las limosnas que debió dar y no dió ; las
obras buenas que debió hacer y no hizo. En una
palabra, el pecador en la hora de la muerte ve con
toda claridad todo lq bueno que debió ejecutar y no
ejecutó, y todo lo malo que ejecutó debiéndolo evi
tar. ¡Qué dolor, qué angustia será la suya! ¡Qué
tormento tan cruel le causará la memoria de lo
pasado! ¡Oh dias perdidos! ¡oh gracias malogra
das! ¡oh llamamientos despreciados! ¡cuán gran
de es la afliccion que me causais! Mi vida se pasó,
mis diversiones se acabaron , mis gustos se conclu
yeron , mis bienes otros los gozarán, mis casas otros
las habitarán, y para mí solo queda el sepulcro.
¿De qué me sirven ahora las tierras que compré,
las casas que edifiqué y los empleos que poseí, si
lodo de un golpe voy á dejarlo con la vida? Luego
yo lo he perdido todo, atendiendo tanto á las cosas
dela tierra, de que ahora me aparto con amarga
muerte. Esta es la consecuencia que sacará el pe
cador en la hora de la muerte ; así le atormentará
lo pasado. .;< Vf, ..
afeAos. *'
1 . De desengaño. ..¿Be qué le apovechará al
hombre poseer todo efmundo, tener todas las dig
— 177 -
nidades y honores, y dar al cuerpo todos los gus
tos, si finalmente pierde su alma1? ¡Ay, por un
breve gozo un eterno penar! Mientras se tiene vida
y salud no se piensa en la muerte ni se quiere pen
sar en ella, mas con este olvido no se le cierra la
puerta ; se presenta en la hora menos pensada, pone
fin á los dias del pecador, y le abre la eternidad de
tormentos.
2. ° De exhortacion. En todas tus obras acuér
date de tu muerte, del juicio, del infierno y de la
gloria , y así nunca pecarás * , vivirás bien y te sal
varás ; de otra manera tu muerte será mala, será
pésima , te condenarás. Quizá dirás que no crees
estas cosas, está bien ; esto mismo remacha el cla
vo de reprobacion eterna, como dice Jesucristo,
que el que no creyere será condenado3.
Punto 2.°
AFECTOS.
Puntó 9.°
ArECTOB.
MEDITACION XIV.
Punto 1.°
Al acercarse el dia del juicio todos los seres se
llenarán de confusion. El sol, la luna y las estre
llas no darán luz , y el mundo quedará en tinieblas.
Los astros no vivificarán las plantas, yerbas y flo
res , y así se marchitarán y no darán fruto. Las en
fermedades y contagios serán multiplicados y ma
lignos, y dejarátí á los padres sin sus amados hi
— 186 —
jos, á los hijos sin sus queridos padres, á las casas
sin herederos, y á los pueblos sin habitantes. Las
guerras prolongadas y crueles asolarán los reinos
mas florecientes ; y ensangrentados los hombres
unos con otros, acabarán con una anarquía espan
tosa. El hambre concluirá con familias enteras, y
la miseria hará bajar al sepulcro á millares de vi
vientes. Á esto sucederá el mas cruel tirano que
jamás se ha visto en el mundo, aquella bestia san
grienta , el Anticristo , que llevará el engaño y el
terror hasta los extremos del orbe. ¡Qué trabajos !
¡qué calamidades! ¡qué aflicciones tan grandes!
¿Quién querrá vivir en aquellos dias tan amargos?
Los mortales llorando sin haber quien enjugue sus
lágrimas, llenos de pena sin hallar quien los ali
vie ; pero ¿qué digo alivio? se aumentará su dolor
á cada momento. Sí : la ira de Dios, represada por
tantos siglos, dará libertad á los elementos, y estos
unánimes se levantarán contra el pecador. El aire
arrojará centellas y rayos que echarán por tierra
los edificios ; caerán horribles granizos y piedras
que asolarán las campiñas ; se oirán espantosos
truenos que estremecerán á los hombres. La tierra
se sacudirá con terremotos horribles ; se abrirán
bocas que tragarán pueblos enteros ; temblarán y
se arruinarán los mas suntuosos palacios y los mas
fuertes castillos. El mar romperá sus diques, y le
vantando sus encrespadas olas hasta las nubes, cor
- 187 -
rerá toda la tierra , estremecerá á los mortales con
bramidos espantosos , destruirá las campiñas, y se
pultará en sus ondas á las Beras y á los hombres
con sus familias y tesoros. Los ricos y pobres, los
grandes y pequeños, todos los que puedan liber
tarse de esta universal inundacion , correrán á gua
recerse en las cuevas de los mas altos montes, y
desde allí verán venir un diluvio de fuego para re
ducir á cenizas todo lo que se ha libertado de la
furia de los otros elementos. ¡ Qué susto ! ¡ qué con
goja! ¡qué llanto se oirá por todas partes! ¿Quién
se librará de aquellas inmensas llamas? nadie, ni
el rico, ni el pobre, ni el príncipe, ni el vasallo,
ni el niño, ni el anciano. Todo se abrasará : los re
yes con sus ejércitos, las ciudades con sus fortale
zas, los palacios con sus tapicerías, todo será pá
bulo de aquellos volcanes abrasadores. Aquel nu
blado de fuego correrá de Oriente á Poniente, su
birá á lo mas alto y bajará á lo mas profundo; todo
lo andará y reducirá á cenizas, el oro , la plata, las
piedras preciosas, los racionales, los brutos, los
peces, las aves, los collados, las islas y los mon
tes : así acabará el mundo con todas sus vanidades.
¿Es posible, alma mia, que sea este el fin de todo
lo criado? Y ¿qué? ¿Hay todavía hombres que am
bicionen los empleos y riquezas? ¿Hay todavía in
sensatos que, olvidados del último dia de los tiem
pos , vivan entregados á sus deseos criminales ?
- 188 —
AFECTOS.
1.* De desprecio. No quiero nada de este
mundú; Dios me enseña en esla meditacion que
debo mirar todas las cosas del mundo como mue
bles qué han servido y tocado á apestados, y así
no los quiero; sean en hora buena todos ellos en
tregados á las Hama6 : no los quiero , no seá el caso
que ellos me hagan arder á mí en las llamas del
infierno.
2. ° fie propósito. Los bienes que no serán
quemados en este incendio son las virtudes: pues
estas quiero yo reunir y atesorar; estas las procu
raré con todo empeño y diligencia. Ayudadme,
Jesús y María, para alcanzarlas y practicarlas.
Amen.
Punto 2.°
1 . ° De admiracion . ¡ Oh resurreccion ! Sí , yo
he de resucitar: ¿y cómo resucitaré? ¿Seré del
número de los justos , ó perteneceré á la clase de
— 191 -
los2.°
reprobos?
De propósito.
Mira tus obras,
Señor y Dios
estas mio,
te lo detesto
dirán.
Punto 3.°
¡Oh juicio formidable para los unos! ¡oh juicio
consolador para los otros! Descenderá de lo alto el
soberano Juez con grande resplandor y majestad.
Su vista causará alegría á los escogidos y espanto
á los pecadores. Aquellos se colocarán á la diestra,
y estos á la siniestra. ¡Qué despecho, alma mia,
para los príncipes y señores de la tierra verse con
fundidos y adocenados con los malhechores y los
mas viles esclavos! ¡Qué dulce consuelo para los
pobrecilos del mundo encontrarse en compañía de
los santos príncipes de la tierra y de los Ángeles
del cielo! ¿Cuánto diera entonces la impía y sober
bia Jezabel por verse al lado de la humilde y pia
dosa Esther? ¿Cuánto diera en aquel dia el apóstata
Juliano por estar en compañía del católico san Fer
nando? ¿Qué no hiciera el pérfido Judas por estar
á la diestra de su divino Maestro? ¡Oh qué confun
didos se hallarán los miserables réprobos! ¡Qué
- 192 -
alaridos tan lastimosos darán! ¿Y qué será cuando
se vea con toda claridad la conciencia de cada uno?
¿Qué será cuando se descubran delante de todo el
mundo las intrigas, los monopolios, los hurtos,
las deshonestidades, los homicidios, los crímenes
todos de los pecadores? ¡ Santos cielos, qué ver-
gücnza tan grande! ¡qué dolor tan extremado!
Bramarán de coraje los pecadores, pedirán á los
montes que caigan sobre ellos y los sepulten entre
sus ruinas, pero nada les aprovechará. Bien á su
despecho tendrán que sufrir la rigurosa cuenta
que Dios les pedirá. Oid, hombres, atended, pue
blos, escuchad, naciones, dirá el Señor. ¿Qué
debí yo hacer por los pecadores que no haya he
cho? Yo los convidé con la paz, los llamé con mi
sericordia, diferí los rigores de mi justicia; per»
estos miserables siempre se mantuvieron obstinados
en la culpa. Yo les hablé por mis varones evangé
licos, les avisé por los ministros de la penitencia,
les amenacé con castigos; pero estos pecadores
tanto despreciaron las voces de clemencia como las
voces de justicia. Yo los saqué de la nada, les con
servé la vida, los redimí á costa de mi sangre; pero
estos ingratos abusaron de tantos beneficios , ultra
jaron mi santo nombre, y pisaron mi sangre pre
ciosa. Yo callé á todo , lo sufrí todo con mucha
paciencia, y esperé por largo tiempo su conversion;
pero ¿cuál ha sido el fruto-de tanta dilacion? Pe
- 193 -
catlos, injusticias, deshonestidades, odios, sacrile
gios, toda especie de iniquidades. ¿Pensábais que
siempre habia de callar? Ahora hablaré en mi po
der, y os sumiré en los abismos. Id, malditos, al
fuego eterno; apartaos de mí para siempre. Luego,
volviéndose hácia sus escogidos con un semblante
benigno y apacible, les dirá: Vosotros sois mi por
cion escogida, mi honor y mi corona; vosotros,
que siendo de la misma carne y sangre que los re
probos, no vivisteis como ellos, vosotros, que ar
reglasteis vuestra vida á mis preceptos y leyes,
vosotros gozaréis de mi recompensa eterna. Venid ,
benditos de mi Padre, á poseer el reino que os
está preparado desde el principio del mundo...
¡Qué diferentes sentencias, alma mia! Al oir la
primera bramarán enfurecidos los réprobos, blas
femarán de sus padres y de sí mismos , rabiarán
contra todo, y entre despechos, rabias y desespe
raciones bajarán como rayos al infierno. Al oir la
segunda pronunciarán mil bendiciones los justos,
bendecirán sus mortificaciones y trabajos, bende
cirán su fe , su esperanza , su caridad y demás vir
tudes, y entre bendiciones y regocijos entrarán en
la posesion de la gloria. Desde este momento estos
serán felices por toda la eternidad , y aquellos des
dichados para siempre: los unos gozarán de bienes
inmensos, los otros padecerán males infinitos; los
escogidos disfrutarán sin fin de todas las delicias,
13
— 194 —
los reprobos experimentarán sin alivio todos los
tormentos. sv^jun^tuí
Padre
Conclusion
nuestro
como
y Ave
en laMaría.
pág. 14.
e •> "»» o , •«•• • • í • -
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13*
— 196 —
MEDITACION XV.
Punto 1.
Si en el mundo hubiese una ciudad cuyas pla
zas, calles y edificios fuesen de piedras preciosas,
de plata y oro purísimo; si esta ciudad estuviese
habitada por hombres todos riquísimos, nobilísi
- 197 —
mos, muy benignos, muy afables y cortesanos; si
además esta ciudad fuese gobernada por un rey
pacífico.i virtuoso, amigo de hacer bien, y que de
hecho hacia felices á todos cuantos querían ir á
vivir en su compañía, ¿qué prisa no se darían los
hombres por marchar á tan dichosa poblacion?
¿no correrían de las partes mas remotas del mundo
para alistarse bajo sus banderas? Sabiendo de
cierto que podia llegar á ser rico , ilustre y dicho
so, ¿se detendría alguno por no padecer un poco
de trabajo en el camino? Pues, corazon mio, con
un poco que trabajes durante esta vida puedes
llegar" á ser ciudadano de la ciudad de Dios y de
la gloria celestial; puedes habitaren aquella paz
interminable y centro de lodos los bienes; pue
des morar con un Rey infinitamente benigno, apa
cible y rico, poderoso, que puede, quiere y tiene
con que hacer felices á cuantos quieran vivir en su
compañía. ¡Ah! ¿qué no habrá criado Dios en el
cielo para sus escogidos? Si en la tierra ha hecho
cosas tan primorosas, ¿qué no tendrá reservado en
la Jerusalen celestial para sus hijos predilectos? Si
yo dijese que aquella ciudad eterna es de plata finí
sima y de oro purísimo, nada diría; si dijese que
aquella Sion bendita está fabricada de diamantes,
rubíes y esmeraldas, nada diría; si dijese que en
aquella patria bienaventurada corren rios de leche
y miel, que hay flores y jardines amenísimos, que
— 198 —
se encuentran frutos de toda especie, sazonados y
riquísimos, nada diría. ¡Oh paraíso! tú eres la
obra maestra de la magnificencia de un Dios om
nipatente; tú eres el precio de la sangre de un Sal
vador infinitamente benigno y dadivoso; tú eres el
punto céntrico de todos los bienes con exclusion de
todos
rente de
los delicias
males, ¡Oh
en que
paraíso!
se engolfa
en tí se
el halla
bienaventu
uutor-
Punto 2.°
Sí , en la bienaventuranza halla el hombre el
cumplimiento de todos sus deseos. Revestido el
cuerpo de los cuatro dotes gloriosos , resplandecerá
mas que el sol y las estrellas, gozará de la agilidad
y penelrabilidad de un Ángel , y será impasible ,
incorruptible, y eternamente dichoso. Sus ojos se
recrearán con la vista de aquellos cielos hermosísi
mos; sus oidos se alegrarán con los melodiosos
conciertos de los espíritus celestiales ; su olfato per
cibirá la exquisita fragancia de aquel lugar di
— 200 —
diosísimo. ¡Oh lugar de infinitas delicias! El bien
aventurado gustará en tí el sabor mas dulce, y
disfrutará de la conversacion mas agradable. ¡Ab!
si conversar en la tierra con una persona pruden
te, sábia, afable y cariñosa sirve de tanto consue
lo, ¿qué será^conversar en el cielo con los Ángeles
y Santos, todos prudentísimos, sapientísimos, vir
tuosos, afables y cariñosos en superlativo grado?
¿Qué dulzura sentirá el alma hablando, viendo y
oyendo á unas criaturas adornadas de tanta her
mosura, ciencia y virtud? ¿Qué placer será oir,
hablar y ver á los coros de Vírgenes bellísimas,
de Confesores y Mártires hermosísimos, de Apósto
les, Profetas y Patriarcas brillantísimos? ¿Qué el
mirar, oir y conversar con los Ángeles, Querubines
y Serafines, abrasados en amor de Dios?*Mi alma
desfallece al contemplar las delicias de la gloria ;
mi corazon quiere salirse del pecho para ir á gozar
de tanta dicha. Allí todos son príncipes coronados
y riquísimos; allí todas las virtudes son heróicas,
toda santidad verdadera, toda caridad abundante,
todo amor sincero ; allí reina la paz , la armonía y
la justicia en los premios; allí se halla la abundan
cia, la magnificencia y la grandeza; allí nada hay
manchado , el pecado no tiene entrada ni la muer
te jurisdiccion. Allí... pero ¿á dónde voy? ¿aun
hay mas que decir? ¿Cómo si hay?
María santísima es el embeleso de los bienaven
— 201 -
turados , Jesucristo es la alegría de los escogidos ,
el Dios inmenso y soberano en donde descansan
los Ángeles y Santos. Pero ¡qué! ¿María santísima
es parte de la herencia de los justos? Sí. Pues ¿qué
gloria resultará de ver su rostro bellísimo, sus
graciosísimos ojos y su amabilísima persona? ¿que
delicia será contemplar á la Reina del cielo y tierra
colmada de todas las gracias y adornada de todas
las perfecciones? ¿qué alegría tendrá el justo de
la compañía de su Madre, de participar de sus
dones, y de experimentar sus cariños? Aunque en
el cielo no hubiera mas gloria que gozar y ver á
María santísima, los Anacoretas darían por bien
empleadas sus penitencias, los Mártires sus tor
mentos, los Confesores y Vírgenes quedarían satis
fechos de todas sus privaciones y trabajos. Y ¿qué
diré de la felicidad que experimentarán los Santos
con la vista y posesion de Jesucristo? Este dulcísi
mo Salvador se presenta en el cielo con todo el res
plandor de su gloria. Su humanidad santísima se
dejará ver con toda la perfeccion que la dió la
mano del Omnipotente. Se ve su sagrada cabeza
coronada de resplandecientes estrellas; la madeja
de sus dorados cabellos se parece á la púrpura
de un gran rey; sus ojos brillan mas que mil so
les; su rostro, hermosísimo sobre los hijos de los
hombres, resplandece con la claridad de Dios; de
sus piés y manos brotan rios caudalosos de gracias ;
— 202 —
y su pecho amoroso es un mar inmenso de rique
zas y bendiciones. ¡Oh humanidad santísima de
Jesús! ¿cuándo te veré á la diestra del Padre? ¡Oh
Dios infinito! ¿cuándo gozaré de vuestra presencia?
¿cuándo os verán mis ojos cara á cara? ¿cuándo,
libre ya mi alma de las cadenas que la aprisionan
sobre la tierra, obrará con toda su actividad en'el
cielo?
AFECTOS. ... ,>¡i
AFECTOS.
Punto 1.°
Explicacion . El seguimiento de Jesucristo es co
sajusta y muy debida. Dos son los motivos que de
— 211 —
muestran claramente cuan debido es que le siga
mos : procura tú, alma mia, ponderarlos bien.
El primer motivo es el fin por el cual ha venido
Jesucristo al mundo. ¡ Ah ! qué desgracia hubiera
sido si Jesucristo no hubiese venido al mundo !
Nuestros primeros padres estaban caidos , y se ha
bían despojado , no menos á sí mismos que á nos
otros, del derecho de la gloria : de tantos millares
de millones de hombres que habían nacido desde
el principio del mundo, y que nacerán hasta el fin
de él, ninguno hubiera podido entrar en el cielo
ni gozar de Dios por toda la eternidad. ¿Puede ima
ginarse estado mas deplorable que este para el gé
nero humano? Igualmente, así como de tantos mi
llares de millones de hombres ninguno hubiera po
dido entrar en el cielo ni gozar de Dios, así tampoco
hubiera habido ninguno que pudiera alabarle eter
namente. ¡Oh cuánta diminucion de la gloria ex
trínseca de Dios ! Pero habiendo venido Jesucristo
al mundo , todos nosotros podemos entrar en el pa
raíso ; ya no nos están cerradas sus puertas , con
tal que queramos seguirle. En el cielo se hallan
coros enteros de Santos, los cuales alabarán y ben
decirán el santo nombre de Dios por toda una eter
nidad. Díme, ¿qué fin mas noble y mas sublime
podría darse jamás, que la gloria eterna de Dios y
la eterna bienaventuranza del hombre?
El segundo motivo son las condiciones con que
14*
— 212 —
nos convida á su seguimiento. Los reyes de la tier
ra se sientan en su trono, y cuando deben dar prin
cipio á una empresa de gran trabajo , ó exponerse
á algun empeño arriesgado , no van ellos en per
sona, sino envian en su lugar á sus vasallos. Todo
lo contrario hace Jesucristo : «No exijo, dice, que
«los que me siguen hayan de vestirse y alojar-
«se mas pobremente que yo, ni que tengan que
« guardar en la comida y bebida mayor pobreza que
«la mia; no quiero que se fatiguen mas, ni que
« sean los primeros al trabajo , porque yo iré de-
«lante de ellos : verdaderamente que la única cosa
« que yo quiero es que me sigan. » Ciertamente que
son estas condiciones maravillosas : Jesús es ino
cente , yo lleno de pecados ; Jesús es Señor supre
mo , yo un puñado de tierra ; á Jesús le pertenece
el cielo, á mí el infierno : con todo eso no exige de
mí que me fatigue ó trabaje mas que él , sino solo
que le siga.
AFECTOS. •
Punto 2/
El seguir á Jesucristo es cosa fácil y ligera. Dos
cosas son las que facilitan el seguimiento de Jesu
cristo : las irémos ponderando con atencion. La pri
mera es la paz interior , alegría y satisfaccion con
que Jesucristo, aun en este mundo, premia á los
que le siguen. La cruz de Jesucristo en este mundo
no fue siempre de un puro padecer, tuvo tambien
sus delicias ; en su nacimiento los hombres le obli
garon á estar en un establo , mas descendieron los
Ángeles del cielo para anunciar su gloria al mun
do ; en el desierto fue tentado por el demonio, pero
los Ángeles le regalaron ; en el tiempo de su pre
dicacion fue blasfemado y ultrajado , pero se trans
figuró en el monte Tabor , y apareció en su gloria
(sin hacer mencion de aquel torrente de placeres
que en todos los momentos de su vida se derivaba
de la vista intuitiva de la Divinidad , si la vida de
Jesucristo no fue una pura cruz , tampoco lo será
la tuya, ya que él pone esta expresa condicion :
no quiero que padezcan mas que yo). Sí, sí, alma
mia, cuanto mayor sea la perfeccion con que sigas
á Jesucristo , tanto mayores serán los consuelos de
que el Padre celestial te colmará : escucha sus pro
pias palabras, que no pueden faltar : Mi yugo et
suave, y mi carga ligera. El estar próximo á Jesús
hace hallar la dulzura", aun en medio do las ad
— 215 —
versidades ; el estar distante de Jesús, siempre es
amargo , aun en medio de los placeres. Ello es cier
to que si cayese nada mas que una gota de con
suelo del cielo , esta iria á caer en el corazon del
que sigue fielmente á Jesucristo.
La segunda es una gloria y bienaventuranza in
finita, con la que Jesucristo premia en el otro mun
do á los que le han seguido. ¡ Ah , de aqui á pocos
años me hallaré en el paraíso! ¡Cuánto consuela
este pensamiento, y cuanto debe aligerar nuestras
tribulaciones !
Imagínate, alma mia, que se lo aparece el divi
no Redentor con una pesada cruz sobre los hom
bros, y que le mira atentamenle con los ojos be
nignos y amorosos ; que al mismo tiempo se abre
el cielo , y se deja ver un Irono superior á muchos
millones de escogidos , y de tan extraordinaria
belleza, que no se haya visto jamás semejante,
y que volviéndose á tí Jesucristo le dice : ¿ Ves? esle
trono es tuyo, y lo poseerás eternamente si me si
gues por algunos poquísimos años... [Ay, alma
mia! ¿no te resolverías á seguir á Jesús llena de
alegría? Y esta promesa de Jesús ¿no te daría un
singular aliento en todas tus fatigas y tribulacio
nes? Pues ¿por qué no podrá obrar la fe lo que ha
ría semejante vision? Estafe enseila, quejsi sigues
á Jesucristo le espera un reino celestial, un reino
eterno, un reino infinitamente delicioso.
- 216 —
AFECTOS.
1 . ° Esperanza . Lo creo, Jesús mio , y me veo
precisado á confesar que vuestro yugo es dulce y
vuestra carga ligera : estas palabras las pronunció
vuestra boca , la cual no puede engañar. Lo que
me puede hacer costoso vuestro seguimiento es úni
camente mi amor propio y mi cobardía. Si yo por
brevísimo tiempo emprendiese el vencerme á mí
mismo y seguir vuestras huellas , bien pronto me .
haria conocer la experiencia cuán verdaderas son
vuestras promesas... Á la verdad, ¡cuán miserable
no parecía la vida que observaban aquellas perso
nas de todos estados, sexo y condicion, que en tiem
pos pasados vivian sepultadas en los desiertos ó en
oscuras grutas sobre las montañas! Y sin embargo,
estas eran aquellas en cuyos corazones el cielo der
ramaba torrentes de placeres... ¡Cuán melancólica
no parecía la vida de aquellas personas que aca
baron sus días en las persecuciones , en la opresion,
entre los oprobios y contumelias y en las cruces y
tribulaciones! Y sin embargo, ellas eran con quie
nes comunicaba con la mas íntima familiaridad el
divino Redentor, y á quienes enriquecía con sus
copiosas gracias. ¿Seré yo el solo y único á quien
abandone en medio de mis penas Jesús, si le sigo,
sin hacerme participante de algun consuelo ? ¿Seré
yo el solo á quien no conceda él jamás ningun ali
— 217 —
vio? ¿Á mí solamente no me dejará ni siquiera pro
bar sus dulzuras? ¡ Ah, no! no lo haréis así, Jesús
mio, yo lo espero, y me lo prometo de vuestra mi
sericordia ; y esta es la que me hará suave vuestro
seguimiento : en esta confianza me vuelvo á Vos de
corazon, y propongo. . . seguiros en todo y por todo.
Punto 3.°
AFECTOS.
Ponto 1.°
Explicacion. Jesucristo en su Encarnacion y
Natividad se ha anonadado hasta el exceso. ¡Oh
cuántos y cuán admirables anonadamientos hay
que considerar en este misterio! Ponderarémos tan
solo algunos de ellos... El primer anonadamiento
es la asuncion de la naturaleza humana... si tu
vieses la vista iluminada jamás podrías admirar
suficientemente este anonadamiento: lo explicaré-
mos con un símil. Figúrate, alma mía, á un rey
de una vastísima monarquía, de gran poder y ri
queza, adornado de sabiduría, y de todos aquellos
talentos y prendas que son convenientes á un prín
cipe. La nobleza, el ejército y el pueblo le aman
como á padre; nada de cuanto pueda imaginarse
le falta para ser feliz; este gran monarca depone
secretamente la púrpura, abandona sus dominios,
se cubre con un vestido grosero y roto, y yéndose
á un país extraño se pone al servicio de un labra
dor, y continúa así viviendo desconocido en este
oficio vil hasta la muerte. ¿Qué hombre podría
— 223 —
admirar debidamente esta aniquilacion?... ¡Oh
almamia! aviva tufe, ydíme: ¿quién es aquel
querido infante que ves en el establo de Belen? Él
es el Hijo unigénito del eterno Padre, el Señor de
los ejércitos, el altísimo Dios. Este Señor de infi-r'
nila grandeza y felicidad que gozaba en el cielo,
donde era adorado y alabado de todas las jerar
quías angélicas, ha escogido la tierra para mo
rada suya : se ha hecho hombre, y bajo la des
preciable forma humana, se ha quedado aquí des
conocido hasta la muerte : ¿ puede jamás idearse
por el humano entendimiento una aniquilacion
mayor que esta? El segundo anonadamiento es la
asuncion de la naturaleza humana en el estado de
niño: ¿puede haber cosa de mas compasión que
este estado? Un niño no puede tenerse en pié,
mucho menos andar, y siempre tiene necesidad de
que le lleven en brazos ajenos: no puede alimen
tarse ni proveer á ninguna de sus necesidades,
necesitando siempre de otras manos: no puede ha
blar, y si alguna cosa le molesta, no puede mani
festarla de otro modo que con el llanto; pasaremos
en silencio otras tantas miserias á que están suje
tos, y que de todos son sabidas... Nosotros las he
mos podido soportar con facilidad , como privados
entonces del uso de la razon ; pero Jesucristo con
la plenitud de su sabiduría sintió toda la grandeza
del peso de este anonadamiento... Hubiera podido
venir al mundo hombre ya formado, pero por ano
nadarse á sí mismo mas perfectamente, no quiso
venir sino en el estado de niño. El tercer anona
damiento es la asuncion de la naturaleza humana,
ocultando todas las perfecciones divinas y humanas
de que estaba dotado. Aquí no te pido otra cosa,
alma mia, sino que dés una mirada á este peque
ño Niño en el pesebre... Mira, aquí yace aquel
Dios omnipotente, que crió de la nada el cielo y la
tierra, y con todo no puede dar un paso ni tenerse
en pié... Aquí yace aquel Dios de fortaleza infini
ta, que pudiendo con un solo dedo mover toda la
inmensa máquina del mundo, se ha reducido á un
estado de tanta debilidad , que tiene necesidad de
ser llevado en los brazos de su Madre. . . Aquí yace
la sabiduría del Padre, hecha tierno niño sin ha
bla... Aquí yace aquel Dios de infinita riqueza, á
quien los príncipes mas temibles se ven precisados
á pedir socorro; y no tiene otro albergue que un
inmundo establo... ¡Oh qué humillacion! ¡Oh qué
anonadamiento de mi Redentor!
AFECTOS.
1.° Confesion de si mismo. ¡Oh Jesús, oh
humildísimo Jesús! ¡cuán diversos son los deseos
de mi corazon de los del vuestro! Vos, por afecto
de humildad , os abatís descendiendo del cielo á la
tierra, y yo por soberbia me ensalzo, levantando
me de la tierra al cielo. . . Vos os humillais hasta
el estado de un pobrecito niño ; yo me ensoberbezco
ansiando siempre los puestos mas honrosos en la
estimacion de los hombres... Vos ocultais todas
vuestras infinitas excelencias para evitar las ala
banzas y honores; yo pongo á la vista lodo el bien
que me parece tengo, por procurarme la estima
cion y el aplauso: en suma, todos vuestros pensa
mientos se dirigen á la humillacion y anonada
miento de Vos mismo, y todos los mios se inclinan
á¡ mi engrandecimiento. . . | Ay que me veo obligado
á confesar, ó Jesús mio, que aun no tengo nada
de vuestro espíritu; y que mis pensamientos están
tan distantes de los vuestros cuanto lo está el cielo
de la tierra !
2.° Arrepentimiento. Bien conozco ¡oh Jesús
mio! cuánto me he engañado; este no es el camino
por donde Vos habeis ido... pero desde este mo
mento me arrepiento de todos los deseos y compla
cencias en que he consentido; de todas las palabras
de vanagloria que he proferido ; de todas las obras
que he fiecho por vanidad... Á Vos solo es de
bido todo honor y gloria, y á Vos solo quiero tri
butarla, porque sois el origen y la fuente de todo
bien... de aquí adelante no miraré otra cosa sino
vuestro anonadamiento y humillacion, para amarla
y abrazarla con todo el corazón segun la norma de
vuestra doctrina y de vuestro ejemplo.
15
- 226 —
Jesucristo en su Punto
Encarnacion
2.° , en su Natividad
1.° AFECTOS.
Desprecio 1de • sí mimo.
- i - : ¡Ah,
í.- flu§.(COsa
.7' !.'
AFECTOS.
1.° Acusación de sí mismo , y arrepentimiento.
Yo quisiera llorar mas bien que proferir alguna
palabra ¡oh Jesús mio! Cási estoy para decir que
mi corazon tiene tanta semejanza con el vuestro,
como el espíritu de un condenado con el de un bien
aventurado : vuestro corazon alimenta una suma
abominacion á toda alabanza, honor y gloria hu
mana, y tiene encendidísimos deseos de los despre
cios y oprobios , á fin de dar gloria á vuestro Padre;
y el mio , al paso que experimenta aborrecimiento á
estos , tiene amor á todo lo contrario. Pero lo que
aumenta mas mi miseria , es que convierto en vene
no la misma medicina. Los medios mas eficaces para
extirpar mi soberbia, serian las afrentas, menos
precios é irrisiones; pero ¡ay infeliz de mí! yo amo
mi enfermedad , y aborrezco el remedio de ella ;
defiendo mi soberbia, y ecbo lejos de mí la humil
dad: ¿habrá para mí todavía algun remedio, ó
mi Jesús humildísimo? ¡Ah! á vuestra misericordia
debo el conocer á lo menos ahora mi deplorable
estado y el detestarle... Sí, ó Jesús mio, yo detesto
y maldigo todos los pensamientos y deseos vanos,
todas las complacencias que he tenido en las ala
banzas y honores, y todas las obras que he hecho
por vanagloria. Sí, todo esto lo detesto y maldigo,
y quiero quesea maldito por siempre,.. Vos sois
la fuente y el origen de iodo bien ; á Vos solo se
deben las alabanzas, honores y bendiciones; yo,
que soy pecador, no merezco otra cosa que la con
fusion y el desprecio de todos. }., '„,' ... -
2.° Propósito y súplica. ¡Oh Jesús mio! si
yo tiempos atrás os he suplicado con fervor que
me concedieseis alguna gracia, ahora singular
mente os ruego la de- una sincera y profunda hu
mildad ; os pido una gran cosa , porque la humil
- 233 —
dad es el carácter de vuestro espíritu y el de los
en
queuna
verdaderamente
familiaridad con
os siguen
Vos, ; ylalallave
puerta
paradel
entrar
pa
MEDITACION XVIII.
Punto 1.°
Alma mia, Jesucristo se sujetó antes que tú á
todas las dificultades que trae consigo la perfecta
obediencia, y todas las venció por amor de su
eterno Padre y por tu amor.
El sujetarse á vivir hasta la muerte segun el
juicio y voluntad ajena, es una cosa que está su
— 235 —
jeta á muchas y grandísimas dificultades: mas,
¿qué harías tú, alma mia? todas estas dificultades
son efecto de la divina Providencia , y todas las
encontró Jesucristo antes que tú, y por tí. Consi
derémoslo. La primera dificultad que trae consigo
la obediencia son las cargas y oficios que nos son
asignados por ella misma, segun la obligacion y
estado en que te hallas. Nos imaginamos, tal vez,
que nos ha tocado un estado, un oficio demasiado
vil para nosotros; nos persuadimos que los que nos
han sido preferidos tienen ciertamente menos ta
lento que nosotros; nos lisonjeamos de tener tantas
prendas que basten para desempeñar cualquier
empleo. Mas ¿ qué escucho , alma mia ? Cómo , ¿este
oficio es demasiado vil para tí? Una mirada á Je
sús: ¿quién es él? Es el Rey de los reyes, el Dios
de los ejércitos, el Monarca supremo del universo.
¿ Qué talentos tiene? Estaba dotado de tanta sabi
duría, que podía sin dificultad comunicar el cono
cimiento de su divinidad á todos los hombres;
tanto poder, que podia llenar todo el mundo de
milagros; tanta elocuencia, que podia mover todos
los corazones á amarle ; tanta virtud y eficacia ,
que podia convertir sin trabajo á todo el mundo.
Sin embargo, ¿cuál es el oficio de este gran Se
ñor? ¡Oh milagro sobre todos los milagros! Por
espacio de cerca de treinta años se ocupó en un
taller en la clase de oficial de un artesano, y en
— 236 —
este vil empleo obedeció en todo á su padre puta
tivo... Aquí, pues, á este taller vuelve tu vista,
observa bien á este divino operario , y despues qué
jate enhorabuena de tu oficio , si es que no te lo
impide el rubor1. -. .
La segunda dificultad aneja á la obediencia,
nace de los superiores que nos gobiernan. Es muy
cierto que en el espacio de toda la vida que se ha
de pasar, ya en el hogar doméstico, ya en la ocu
pacion del oficio, ya en la sociedad, le habrán de
tocar á las veces superiores cuyo gobierno haya de
serle bastante gravoso: á uno le falta la discrecion
necesaria para conocer la Índole de los subditos , y
para saberla manejar debidamente; á otro la cari
dad para compadecerlos y tener el debido cuidado
de ellos; este no tiene bastante mansedumbre para
poder con la afabilidad de sus modales ganarse el
corazon de ellos, y hacerles mas suave el yugo de
la obediencia; y aquel no tendrá una condescen
dencia que sea imparcial para con todos y con cada
uno. El que quiera ejercitar la verdadera obedien
cia debe elevar su corazon sobre todas estas debi
lidades. Jesucristo se ha puesto por modelo de
ella. . . míralo en pié allá en el tribunal de Pilato.
Este profiere contra él la sentencia, y lo condena
á muerte: ¿qué le hubiera costado á Jesucristo
librarse de ella? Hubiera podido convencer al mun
do todo hasta la evidencia de la injusticia de esta
— 237 —
sentencia; podia precipitar á Pilato desde el tribu
nal al infierno; podia, como lo hizo en otras oca
siones, hacerse invisible, y así escaparse de sus
manos. . . Mas Jesús no se vale de ninguno de estos
medios. Acepta la sentencia de muerte de boca de
Pilato como de la boca de su eterno Padre; obe
dece prontamente, y obedece hasta la muerte , y
muerte de cruz... Ahora pues, ¿quién habrá que
pueda quejarse de los superiores , despues que Je
sucristo prestó una obediencia tan heróica á los
injustísimos jueces de la tierra?
La tercera dificultad aneja á la obediencia, pro
viene de la naturaleza y esencia de la misma obe
diencia... En el hogar doméstico, y aun en la
sociedad, se mandarán muchas cosas que no con-
cuerden con nuestra opinion, y que no nos parez
can ni útiles, ni necesarias, ni discretas; se man
darán cosas á las cuales sintamos una natural
aversion ; se mandarán otras muchas enteramente
contrarias á nuestra voluntad , y que sean difíciles
por sí mismas, mayormente si se hubiesen de con
tinuar por largo tiempo ó hasta la muerte... Mas
díme, alma mia, ¿cómo lo ha hecho Jesucristo
antes que tú , y por tu amor? ¿Crees tú que fuese
cosa fácil el pasar treinta años en un taller, y obe
decer á cualquiera insinuacion de un artesano?
¿Crees que no le seria muy penoso peregrinar tres
años, pasando de un lugar á otro entre continuos
— 238 —
vituperios y otros muchos malos tratamientos y
persecuciones, y buscándole continuamente para
darle muerte? ¿Seria cosa agradable para Jesu
cristo oir la sentencia de muerte, y morir ignomi
niosamente en el patíbulo de la cruz? En todas
estas cosas él obedeció , y obedeció sin contradic
cion, sin demora, sin indignacion, y con una
perfectísima subordinacion. . . ¡ Ah ! ¿ cuál es nues
tra obediencia en comparacion de la de Jesucristo?
AFECTOS.
1.° Humillacion. De cualquier lado que yo
mire á mi alma , no puedo hallar ni la mas mínima
semejanza con Vos, que sois el ejemplar de la san
tidad... Yo debería despojarme totalmente de mi
propia voluntad : en mis superiores debería mira
ros con fe viva, ¡oh Conductor mio! estar pendiente
en todo de sus insinuaciones, y no solo no recibir
de mala gana sus órdenes, sino mas bien ejecutar
las hasta con alegría. De este modo debería obe
decer, pues así lo requiere el estado de hijo de fa
milia en que me hallo, ó el estado social de cuyo
cuerpo soy miembro , y así lo exigen los luminosos
ejemplos que me habeis dado. Mas ¿me he portado
yo así? Vos sabeis, ó Jesús mio, cuántos pecados
he cometido sobre este particular, yo no sabría
contarlos; cuántos con la obstinacion de mi enten
dimiento; cuántos con la rebeldía de mi voluntad;
— 239 —
cuántos con lamentos, murmuraciones y otras tales
faltas de respeto; y cuántos cumpliendo con ella lo
peor que he podido. ¿No bastarían estos pecados
solamente , aunque no tuviese otros que llevar ante
vuestro tribunal?
2.° Arrepentimiento. Ahora conozco mi infi
delidad , ó Jesús mio , y me arrepiento de ella con
todo mi corazon. ¡Oh, cuánto pesan á vuestros
ojos estos pecados, que tan ligeros me han parecido
á mí hasta ahora! En la autoridad de mis padres
y superiores habia de considerar la autoridad , no
del hombre sino la vuestra; de aquí es que no es
ya al hombre á quien he ofendido con mi desobe
diencia, sino á vuestra suprema Majestad. Cuán
tas veces he preferido mi juicio al de mis padres y
superiores, otras tantas he despreciado vuestra
infinita sabiduría; cuantas veces, interior ó exte-
riormente, he censurado las órdenes de mis padres
y superiores , otras tantas he vilipendiado las dis
posiciones de vuestra infinita bondad y amor. . .
Quien á vosotros oye, á mí me oye; quien os des
precia, á mí me desprecia: estas son vuestras mis
mas palabras, ó Jesús mio, y por ellas mismas
comprendo el mal que he hecho. ¡Oh cuán ciego
he sido! ¡Oh cuán poco he conocido estos pecados!
Ahora los conozco, y me arrepiento de ellos, Jesús
mio, con todo mi corazon.
— 240 -
Punto 2.°
Dios quiere la obediencia. Esta virtud la exigió
de nuestros padres en el paraíso ; esta virtud dela
obediencia la manda á todos los hijos que la ten
gan á sus padres, que están en lugar de Dios; la
intima á los soldados que la tengan á sus jefes ; á
todos los subditos, á sus señores; y á todos los fie
les, que la tengan á la Iglesia. Cuando la obe
diencia se practica perfectamente, todo anda bien
ordenado, todo es paz y felicidad; mas si esta fal
ta, todo es desórden , confusion, anarquía y per
dicion.
Jesucristo con sus palabras y ejemplo ha que
rido enseñar esta virtud déla obediencia. ¡Oh qué
ventajas tan admirables tiene un alma que en todo
y por todo se lleva por la obediencia! menos en lo
que es contrario á la ley de Dios, que entonces es
pecado, y el que manda el pecado no representa á
Dios, sino á Satanás. Tú has visto, alma mia, la
obediencia de Jesucristo; considera ahora las ven
tajas que trae consigo esta virtud.
Primera ventaja. Un alma obediente está cierta
de hacer en todo momento la voluntad de Dios.
Figurémonos que por especial disposicion de Dios,
el Ángel custodio que asiste á los demás invisible
mente te acompaña siempre visiblemente de dia y
de noche, y que te sugiere en todas las circunstan
- 241 —
cias lo que Dios quiere de tí y lo que le desagrada.
¿Puede darse felicidad mayor que esta? Ó alma
mia, ¿tienes tú viva la fe? Pues sábete que con la
obediencia ciega estás siempre y en todo momento
segura de hacer la voluntad de Dios , con tanta
certeza como si te lo asegurara un Ángel que en
forma visible te acompañase... Estás tan seguro de
hacer la divina voluntad , cuanto lo estuvo Jesu
cristo en Nazaret. . . Puedes estar tan persuadido de
eslo, como lo estuvieron los Apóstoles, que reci
bieron
Segunda
las órdenes
ventaja.de la
Unmisma
alma obediente
boca de Jesucristo.
eleva sus
AFECTOS.
1.° Fe. Así es, los superiores no gobiernan sino
en nombre de Jesucristo. Las órdenes que ellos me
dan las debo aceptar con gusto, no porque ellas
sean la voluntad de estos, sino porque son la vo
luntad de Jesucristo. Las palabras de este Señor
son bien claras, y quien no prestase á ellas toda
fe, trataría á Jesucristo de mentiroso. Quien á
vosotros oye, á mí me oye; quien os desprecia, á
mí me desprecia. Á este dicho vuestro someto,
Dios mio, mi razon; creo que la voluntad de mis
superiores es vuestra voluntad ; creo que lo que
ellos ordenan lo ordenais Vos. Yo creo que no
puedo apartarme de sus disposiciones sin apartarme
16*
— 244 —
de vuestra providencia; así lo creo, Jesús mio, y
lo creo sobre vuestra palabra.
2. ° Esperanza y confianza. Tan viva como
es mi fe es grande mi confianza , ó Jesús mio ; yo
os he prometido obediencia, y os he resignado
perpétua y enteramente mi voluntad y libertad ;
Vos, como lo espero, habeis aceptado este sacrifi
cio, y me habeis prometido quererme regir y
guiar por medio de la voz de mis superiores : me
abandono , pues , en el seno de vuestra providen
cia y vivo seguro. Vos sois sabiduría infinita, y
sabeis cuáles son las disposiciones de los superio
res, que son las mas convenientes para mí. Vos
sois bondad infinita , y tendréis cuidado de que
mis superiores dispongan siempre aquello que me
sea mas provechoso... Vos sois fidelidad infinita,
y me habeis prometido hacerlo. Espero, pues, y
confio en Vos, Jesús mio. Vos dispondréis las cosas
de tal manera que los superiores hagan siempre
aquello que sea mas expediente á mi último fin, y
que á merced de vuestras disposiciones yo llegue
á aquel grado de gloria que me habeis preparado
desde ab eterno en el paraíso.
3. ° Será el acto de entrega que hacia san Ig
nacio. Recibid, Señor, la oferta que os hago de
todo mi ser. Aceptad mi memoria, entendimiento
y voluntad. Todo cuanto tengo y poseo de Vos lo
he recibido, y todo á Vos lo restituyo, y todo lo
— 245 —
someto á vuestra voluntad , para que lo goberneis
y dispongais como mejor os plazca. Solo os pido
que me concedais el divino amor con vuestra san
tísima gracia, que con esto ya me tendré por bas
tante rico y no os pediré otra cosa. Amen.
MEDITACION XIX.
Punto 1.°
Jesucristo ha soportado antes que nosotros todas
aquellas molestias que nos hacen tan gravosa y
amarga la práctica de la caridad y mansedumbre
con el prójimo. Alma mia, emprendemos el consi
derar una virtud que , así como es la mas esencial
á la santidad , así es tambien la que está mas suje
ta á las molestias y dificultades : aplícate á consi
derar los ejemplos que de ella nos dió Jesucristo, y
resuélvete á sufrir lo que él sufrió antes que tú, y
por tu amor.
— 247 -
La primera molestia es tener que tratar con gen
te con quien se pierde el trabajo y toda la obra.
¡ Ay alma mia ! ¡ cuánto no se fatigó Jesús para con
vertir á los hebreos! Corrió por tres años de una
ciudad á otra, de una á otra aldea, les predicó, les
colmó de beneficios, les convenció con milagros, y
como Padre amoroso les convidó á todos al seno de
su misericordia. ¿Y con qué fruto? Unos hacían
befa de él , llamándole hijo de un carpintero ; otros
ridiculizaban su celestial doctrina ; los fariseos le
escarnecian como hombre de mala vida y trans-
gresor de la ley ; los sumos sacerdotes le condena
ban públicamente de falsa doctrina, y estaban del
todo atentos á prevenir á la plebe para que no se
dejase seducir de sus palabras, y llegaron hasta no
querer comunicar con los que le seguían : y de aquí
vino que de tantos como le oían , apenas se convir
tió un pequeño número , quedando los demás obs
tinados, y haciendo infructuoso su trabajo. Pues
ahora ¿no debió ser cosa bien dura para el corazon
de Jesucristo amar á tal suerte de gentes? Ni aun
el padre mas tierno y mas amoroso puede mirar
con buenos ojos á un hijo suyo , el cual desprecian
do todas sus amonestaciónes le ofrece continuamen
te materia de nuevos disgustos.
La segunda molestia es tener que tratar con
gentes que por odio y envidia interpretan todas las
cosas á mala parte. Esta molestia la encontró Je
— 248 —
sucristo todo el tiempo de su predicacion. Curaba
frecuentemente en los dias del sábado algun enfer-
mo.por compasion de sus males , y los malignos lo
calificaban de enemigo de Dios porque no santifi
caba el sábado ; se sentaba á la mesa con los pú
blicos pecadores para atraerlos con su dulzura y
caridad á la penitencia , y ellos lo criticaban como
un comilón , que no buscaba sino cómo matar el
hambre á expensas de otros ; obraba milagros pa
ra conducir a los hombres al conocimiento de su
divinidad , y ellos los atribuían , no á su virtud , si
no á la del demonio, que los obraba por él ; en su
ma , no hacia cosa alguna que no la interpretasen
siniestramente.
La tercera molestia es tener que tratar con gen
te que no conoce ningun beneficio, y que vuelve
mal por bien... Fué Jesús á Nazaret, predicó en la
sinagoga, y mostró á sus conciudadanos la mas fi
na y sincera caridad : ¿qué gratitud sacó de todo
esto? justamente aquella que se podia esperar de
quien vuelve mal por bien. Le condujeron á la
cumbre de una roca para precipitarle desde allí.
Predicó tambien en Jerusalen ; dijo que él era el
Hijo de Dios y el Mesías prometido y por tanto tiem
po esperado de ellos ; mas por recompensa de la
verdad que les predicaba lo tuvieron por un blas
femo , y cogieron piedras para apedrearlo en el
acto. . .
— 249 —
La cuarta molestia es vivir rodeado de gente si
mulada y fingida. Sabia Jesús lo que Judas abri
gaba en su corazon , y todo el mal afecto que le
tenia; que él era el que le habia de vender algun
dia por unos pocos siclos de plata , y entregarlo á
la muerte.
La quinta molestia es tener que tratar con gente
de quien se sabe que uno es odiado sumamente. Los
sumos sacerdotes y los escribas hacia mucho tiem
po que habian condenado á Jesús á muerte en un
concilio secreto ; se habia declarado públicamente,
que excluirían de la sinagoga á todos los que se ad
hiriesen á su doctrina ; se habia decretado que se
prendiese á este seductor, y se pusiese en sus ma
nos ; y habian maquinado contra él otras semejan
tes maldades. Ve pues ahora, alma mia, cuántas y
cuáles molestias debió vencer la caridad de Jesús
para poder amar á esta clase de gentes , la cual, en
vez de un amor de padre, mereciann odio sempi
terno. Pero entre tanto ¿cómo se condujo Jesús ?
lo oirás dentro de poco ; por ahora te diré solo es
to, que con todas estas molestias los amó, y con la
mayor ternura.
AFECTOS.
1.° Confusion de si mismo. ¡Oh Jesús mio,
euán ardiente y sólido es vuestro amor, y cuán dé
bil y frio es el mio! Vos teníais que tratar con gen
— 260 -
le que os ultrajaba, y vomitaba en vuestro rostro
injurias y villanías ; que bajo el velo de amistad
buscaban cómo entregaros en manos de vuestros
enemigos ; que, en efecto, habían determinado re
sueltamente no sosegar hasta que os hubiesen pues
to en la cruz : ¡indignidades intolerables! Mas todo
esto no pudo extinguir vuestro amor : Vos amas
teis hasta la cruz , hasta la muerte. . . ¡ Infeliz de mí !
¡cuan poco hay en mí de la mansedumbre y cari
dad de Jesucristo! Un semblante brusco , una pa
labrita despreciativa, una negativa, una ofensa li
gera basta para extinguir mi amor , y cambiar mi
mansedumbre en ira é indignacion... Héaquí has
ta dónde yo he llegado , ó Jesús mio : despues de
tantas gracias como me habeis dispensado , y de
tantos medios como me habeis suministrado, este
es el progreso que yo he hecho. ¡Cómo compare
ceré yo algun dia ante vuestra divina presencia con
tanta escasez de virtudes!
2.° Propósito. Mas ¿y será siempre así , ó Je
sús mio? ¿quedará siempre este corazon mio tan
duro y frio? ¿me dejaré siempre llevar de la deli
cadeza? ¿no llegará un tiempo en el que tenga el
consuelo de poseer un verdadero amor y una ver
dadera mansedumbre? ¡Oh qué desgracia seria esla
para mí, si no llegase ese tiempo! Vos me habeis
llamado, Jesús mio, á vuestra escuela, y me decís
como maestro que aprenda de Vos, que sois man
— 251 —
so y humilde de corazon. ¿Cómo compareceré á
exámenes hallándome tan pobre de esta virtud ?
¿y qué cuenta os daré de tantas gracias como he
recibido y he empleado tan mal? ¡Ah, Jesús mio!
yo me vuelvo á Yos de todo corazon...
Punto 2.°
Las admirables propiedades del amor con que
Jesús amó á los hombres.
Esfuérzate ahora, alma mia, á penetrar bien el
interior del Corazon de Jesús, y aprende á amar.
Primera propiedad. La caridad y mansedum
bre del Corazon de Jesús fue siempre afectuosa y
ardiente. Tenia Jesús una omnipotencia infinita,
veia diariamente millares de personas que le abor
recían, y que le tenían por un seductor, blasfemo
y hechicero ; veia otros muchos que lo despedaza
ban con calumnias, oprobios y vituperios , y lo es
carnecía ; y veían otros millares que ansiosamente
buscaban crucificarle. Todo esto le era bien mani
fiesto, pues nada podía serle oculto ; pero sin em
bargo no se airó jamás, ni se contuvo en amar á
todos con sumo ardor. ¿En qué disposicion se ha
llaría tu corazon si hubiese cien personas que te
tuviesen por malvado , te infamasen en todas par
tes con calumnias é imposturas , y aun procurasen
darte muerte?
Segunda propiedad. La caridad y mansedum
— 252 —
bre de Jesucristo se manifestó siempre afable, dul
ce é industriosa, así en las palabras como en sus
modales y acciones, á pesar de todos los ultrajes.
Acuérdate nuevamente de Judas, almamia. Je
sús conocía bien el ánimo de este, y sabia que al
fin le haría traicion... Sin embargo, no fue esto
bastante para menoscabar su caridad para con él.
Por tres años enteros le tuvo siempre á su lado , le
trató con la misma amabilidad que á los otros Após
toles, le comunicó como á los demás el don de ha
cer milagros, y tambien, así como á los otros, le
lavó los piés , de manera que ni aun en la última
cena pudieron los otros Apóstoles venir en conoci
miento de su criminal designio ; antes bien , aun
cuando él le entregó en manos de sus enemigos, le
llamó su amigo y le dió un beso. ¿Hubiera podido
tratar mas cordialmente á su predilecto apóstol
Juan?
Tercera propiedad. La caridad y mansedum
bre de Jesucristo fue siempre liberal y benéfica,
volviendo bien por mal á quien mas le maltrataba.
Crecía cada dia mas en los ingratos judíos el furor
y la rabia contra Jesús, y en Jesús cada vez se des
cubría mas liberal la magnificencia para con ellos.
Cada dia dirigía ardientes suspiros á su eterno Pa
dre por la salvacion de ellos ; multiplicaba cada dia
mas los milagros para que reconociesen su divini
dad ; cada dia los colmaba de nuevos beneficios
— 2S3 —
para ablandar su corazon empedernido ; y no con
tento con esto, mostrábaseles benéfico en el mismo
momento en que mas furiosamente le ofendían.
¿Cuán malvado hombre no fue Malco? Él era uno
de los que fueron á prenderle en el huerto, y en
el punto mismo que ejecuta este atentado , Jesús
extiende su mano divina , y restituyéndole la oreja
le cura perfectamente. *
AFECTOS.
1.° Arrepentimiento. Ahora conozco lo que
es amar , ó Jesús mio : amar á aquellos de quien
somos amados , á aquellos que nos son muy afec
tos y que nos hacen bien, esto es amar al modo
que los judíos y los paganos : amar á aquellos que
no nos aman , que murmuran de nosotros y nos
ofenden , esto es amar como Vos amásteis. Pues
bien, ¿cómo he amado yo hasta ahora? ¡ Ay cuánta
corrupcion abriga mi corazon , y cuán imperfecto es
mi amor! Por lo comun he amado yo como amaban
los judíos ; rara vez he amado como amaba Jesús. . .
He errado, pues, y he errado en aquella virtud
que forma la esencia del Cristianismo, la sustan
cia del verdadero discípulo de Jesucristo, y lame-
dula de la santidad y perfeccion... Reconozco mi
engaño , y me arrepiento ; detesto con todo mi co
razon , ó Jesús mio , todo lo que he hecho contra
esta virtud que os es tan agradable, y por losmé
— 284 —
ritos de vuestra preciosísima sangre os pido humil
demente perdon.
2. ° Acto de amor. De aquí en adelante mi
mayor empeño y mi mas solícito cuidado será el
amar á Dios de todo corazon y sobre todas las co
sas , y al prójimo como á mí mismo por amor de
Dios. Estos son los dos preceptos principales que
Vos habeis enseñado con las palabras y mostrado
con los ejemplos : me someto á los dos humilde
mente, y en este mismo instante quiero ejercitar
los. . . Os amo , pues , y os abrazo , ó Jesús mio, con
todo el corazon sobre todas las criaturas del cielo
y de la tierra ; os amo con tanto amor y fervor,
que estaría pronto á dar en este punto mi vida , y
á derramar mi sangre por Vos... y así como os
amo por Vos mismo , así también amo á todos los
hombres sin excepcion por amor'vuestro. Vos ha
beis muerto por todos , y me mandais amar á todos ;
los amo, pues, y los amo como á mí mismo. Rué-
goos, ó Jesús mio, que tengais piedad de todos,
concediendo á cada uno tantos bienes temporales y
eternos como deseo para mí mismo.
3 . ° Propósito . Este es un afecto santo , es ver
dad , pero que al fin no sale de los límites del co
razon ; es necesario que él se manifieste, ya que
el amor debe obrar y no puede estar ocioso ; de
otro modo no seria amor. ¿Cómo, pues, me por
taré con mi prójimo? Le haré lo que deseo que se
— m —
haga conmigo. Yo deseo que todos tengan buena
opinion de mí ; pues tampoco admitiré yo nunca
en mi entendimiento sospecha ó juicio que pueda
redundar en desestima ó desprecio del prójimo...
Yo deseo que todos sean para conmigo cordiales y
agradables ; tambien lo seré yo con todos, y pro
curaré no decir ni hacer cosa que pueda causar á
mi prójimo tristeza ó amargura. . . Yo deseo que to
dos toleren con paciencia mis defectos y debilida
des, y que ninguno hable mal de mí ; así lo haré
yo tambien , toleraré gustosamente las faltas aje
nas, y no hablaré nunca de los defectos de los de
más. . . Yo deseo que los otros me presten oficios
de caridad ; y así lo haré yo con ellos. ¡Oh Jesús,
que sois el verdadero amor por esencia! conceded -
me tanta gracia, que de aquí adelante yo ame co
mo Vos me habeis amado. . .
MEDITACION XX.
Punto único.
Habiendo considerado ya, alma mia, las excel
sas virtudes y los ejemplos de Jesucristo, veamos
ahora de qué manera debemos y podemos imi
tarle.
1 .° Tanto es lo que se sabe de la virtud y per
feccion, cuanto es lo que se tiene del espíritu de
1 Inspice, et fac secundum exemplar quod tibi in monte
monstratum est. (JScod. xxv, 40).
- 267 —
Jesucristo. Si deseas saber, almamia, qué pro
greso has hecho en la perfeccion , podrás fácilmen
te conjeturarlo por lo mucho ó poco que tengas del
espíritu de Jesucristo... Si hay en tí poco de este
espíritu, poco de perfeccion tendrás; si mucho, mu
cho habrá tambien en tí de la verdadera santidad ;
si lodo lo que se halla en tí es conforme al espíritu
de Jesucristo , habrás conseguido ya la verdadera y
perfecta santidad. . . Es la suma santidad, y el ejem
plar de toda ella : cuanto mayor sea tu semejanza
con este ejemplar, tanto serás mas santo y perfecto.
2. ° Tanto se posee del espíritu de Jesucristo,
cuanto se tiene de su humildad, obediencia, man
sedumbre y caridad. Es indudable que no hubo
virtud alguna que no resplandeciese en Jesucristo
con suma perfeccion ; pero tambien es muy cierto
que de ninguna dió ejemplos mas luminosos que de
estas cuatro virtudes. Y dos de estas nos las insinuó
con tanto ardor y empeño , como si en ellas se con
tuviese toda la sustancia de su espíritu y lo mas
sublime de su santidad. Aprended de mí, dijo, que
soy manso y humilde de corazon.
3. ° De aquí se descubre la razon por que son
latí pocos los que llegan á la santidad. La mayor
parte de los hombres de bien se contenta con aque
llas prácticas que no incomodan gran cosa á la na
turaleza corrompida. Ellos se aplican á la medita
cion y oracion ; desempeñan con buena intencion
17
— 258 —
los empleos que se les han confiado , y cumplen las
obligaciones de su estado ; se ejercitan en obras de
penitencia, y se someten á otros rigores que les
prescribe su director ; pero renunciar á su propia
voluntad , estar dispuestos con toda indiferencia á
las insinuaciones de los superiores , desarraigar to
do retoño de vanagloria, aceptar de buena gana
los desprecios, reprimir vigorosamente la ira, tra
tar amistosamente y con sinceridad de afecto á los
que les son contrarios , volverles bien por mal , y
subyugar en todo el amor propio , estas son aque
llas prácticas que pocos tienen espíritu para em
prenderlas, y solo lo hacen aquellos que tienen un
corazon heroico. Y porque de esta manera nunca
queda el corazon libre de sus desordenadas incli
naciones, ni adornado de aquellas virtudes que son
tan aceptas á Dios, de aquí se sigue que tampoco
Dios se comunica mucho á estos tales , y los deja
vivir y morir en su medianía.
Por tanto, si tú, almamia, deseas con todas ve
ras llegar á la perfeccion y union con Dios , sin
descansar hasta haberla conseguido, es absoluta
mente necesario seguir las huellas que ha dejado
impresas Jesucristo, é imitar sus virtudes. Yo ex
pondré aquí brevemente la práctica ó modo de ha
cerlo.
— 259 —
DE LA OBEDIENCIA.
DE LA HUMILDAD. ¡,,
1 . ° Deponer delante de Dios todo deseo de ho
nor y de gloria mundana, de modo que no se ad
mita interiormente vana estimación y complacen
cia de sí mismo, y en lo exterior no se profiera
palabra , ni se haga cosa alguna por impulso de
vanagloria. ; *,
2. ° Poner en manos de Dios su honor' y repu
tación , de manera que esté el ánimo dispuesto á
ser despreciado en cada cuarto de hora si Dios se
agrada de ello.
3 . * ' Recibir de buena gana todos los desprecios
y humillaciones, de cualquiera parte que vengan,
y tolerarlas gustosamente con verdadero desprecio
de sí mismo.
17*
— 260 —
DE LA MANSEDUMBRE Y CARIDAD.
1. ° Tener un corazon tan amoroso para con
todos, que no se admita jamás, advertida y deli
beradamente, ninguna sospecha, juicio, desprecio,
ira ó enfado contra el prójimo.
2. ° En lo exterior tratar con todos y en todas
circunstancias amistosamente, y con sinceridad de
afecto.
3. ° Toleraren silenciocualquieraofensaquenos
haga el prójimo, y si se puede, volverle bienpor mal.
Estos son los puntos, alma mía, que encierran
en si todo el espíritu de Jesucristo , y la verdadera
imitacion de sus virtudes. ¿Estás tú ahora dispuesta
á seguir este ejemplar, y hacerte viva imágen de
Jesucristo? Si así es , póstrate á sus piés consagrán
dote á él de esta manera. ¿Con qué este es, Jesús
mio , vuestro espíritu : aborrecer el honor y amar
el desprecio ; renunciar la propia voluntad , y obe
decer la ajena ; tratar amorosamente con todos , y
soportar en silencio todas las debilidades y ofensas ;
amar á todos de todo corazon , y volver bien por
mal? Sí, seguramente, este es vuestro espíritu, Je
sús mio ; así habeis obrado Vos , y así debo yo obrar
tambien si quiero vivir segun vuestro espíritu. Y
no solo es este vuestro espíritu , sino que tambien
es el único camino que conduce á vuestro amor y
á la union con Vos. Vos sois la santidad misma , y
— 261 —
no hallais vuestras delicias en morar en un co
razon que no esté limpio de toda mala inclina
cion, y adornado de vuestras virtudes. ¡Oh qué
amor tan ardiente, qué familiaridad tan intima, qué
tinion tan estrecha tendría yo á estas horas con Vos,
Jesús mio, si hubiera querido morir á mí mismo, y
vivir segun vuestro espíritu ! ¡Infeliz de mí ! de cuán
tos ¡Mas
inmensos
gracias
bienes
seanmedadas
he privado
á Vos, yoy áalabanzas
mí mismoy!
MEDITACION XXI
AFECTOS.
¡Ah! ¡cuán importante es esta eleccion! Yo es
toy de viaje para la eternidad ; el camino me es
desconocido , y ademas está lleno de peligros y de
asechanzas : dos guias se me ofrecen , Jesucristo y
Lucifer... Jesús, el Hijo unigénito del eterno Pa
dre; Jesús, santidad por esencia; Jesús, que me
ama íntimamente ; Jesús, que con todo su corazon
busca mi felicidad. ¡Oh, y cuán seguro es seguir
tal guia! La segunda es Lucifer : Lucifer, el mayor
enemigo de Dios; Lucifer, espíritu condenado ; Lu
cifer, que me aborrece en extremo ; Lucifer, que
no busca sino mi eterna ruina. . . ¿ Qué hago? ¡ Ah !
que me avergüenzo de hacer semejante pregunta. . .
Y ¿qué? ¿habré yo perdido el juicio para abando
nar á Jesús y seguir á Lucifer? ¿me aborreceré de
tal manera que quiera abandonar á Jesús y seguir
á Lucifer? ¿Me aborreceré tanto que quiera aban
donar el camino del cielo y seguir el que conduce
al infierno? ¡ Ah! no : nunca lo haré ; Vos , ó Jesús
mio , sois el camino, la verdad y la vida ; el cami
— 268 —
no que guia seguramente al Padre ; la verdad que
me hace descubrir lodas las asechanzas y engaños;
la vida donde se encuentra la bienaventuranza eter
na. . . Alistadme bajo vuestra bandera, ó Jesús mio ;
yo os seguiré , y os seguiré hasta la muerte.
Punto 2.°
Por el término á donde nos conducen Jesús y
Lucifer , se ha de conocer á cuál de los dos se debe
seguir. La diferencia es poco menos que infinita :
primero , entre las invitaciones de Jesucristo y de
Lucifer ; segundo, entre el término á que conduce
Jesús, y aquel á que conduce Lucifer. Ponderemos
ambos a dos atentamente.
Las invitaciones que nos hace Jesucristo militan
do bajo su bandera, tienen por objeto unas prácti
cas que todas son difíciles y amargas á la natura
leza. Las principales son estas : pobreza voluntaria,
obediencia ciega, abnegacion continua de la pro
pia voluntad , humildad y sufrimiento en los des
precios y en las ofensas, silencio en las opresiones
y persecuciones, bendecir á Dios en los dolores y
en las amarguras. Hé aquí cuál es el espíritu de
Jesucristo. Á esto convida Jesús á cada uno de los
que quieren seguirle ; y á esto tambien te has de
acomodar tú, alma mia, si quieres militar bajo su
bandera.
No hay duda en que parece amarga una vida que
- 269 -
se debe acomodar á estas prácticas ; mas ¡oh cuán
dulce y deseable es despues el término á que con
duce! ¿Y cuál es este? Brevemente te lo diré ; mas
tú, auna mia, medítalo de continuo mientras te
dure la vida. El término á que conduce Jesucristo
es el librarse de un mal infinito, esto es, del in
fierno ; adquirir un bien infinito , esto es, el cielo;
y ambos para siempre... ¡eternamente!...
Las invitaciones con que Lucifer nos llama á se
guir su bandera , todas se refieren á cosas que agra
dan á la naturaleza.
Él promete á sus seguidores bienes temporales,
riquezas, honores, gloria de mundo, la estimacion
de los hombres, las comodidades, los placeres de
los sentidos, y una vida amena, que deja libre el
freno á todos los deseos de la carne. Hé aqui cual
es el espíritu de Lucifer ; á esto convida él á todos
aquellos que quieran seguirle. Mas ¿cuál es el tér
mino á que despues conduce este astuto y maldito
espíritu con tales invitaciones? ¡ Ay alma mia! no
te dejes seducir : el término es la pérdida de un
bien infinito, esto es, del cielo ; la adquisicion de
un mal infinito, esto es, del infierno ; y ambos pa
ra siempre... Párate aquí un poco, alma mia, le
vanta la vista á lo alto, imaginándote vivamente
que se abre el cielo ; mira allí á Jesucristo sentado
á la diestra de su eterno Padre, y á su lado una
multitud de escogidos en una inmensa gloria y es
— 270 —
plendor. . . Mas ¿quiénes son esos que están tan cer
canos á Jesucristo? Estos son los Apóstoles , los cua
les se vieron obligados á huir de una á otra ciudad,
fueron arrastrados de cárcel en cárcel , y persegui
dos en todas partes. .. Son monjes, ermitaños, hom
bres apostólicos , los cuales entre mil persecuciones,
oprobios y desprecios , promovieron la gloria de
Dios ; son vírgenes, las cuales por amor de Jesu
cristo toleraron en silencio y con paciencia tenta
ciones , injurias , y otras adversidades de esta espe
cie... Todos estos, por haber estado en esta vida
siempre inmediatos á Jesús en el padecer , ahora se
hallan inmediatos á Jesús en el gozar. . . Ahora con
tinuando, almamia,tu consideracion, da otra mi
rada hácia abajo imaginándote vivamente que se
abre delante de tí la tierra ; vé allí á Lucifer en me
dio de un profundo estanque de fuego ;- rodeado de
una multitud de condenados que padecían tormen
tos y penas inexplicables. .. ¿Quiénes son esos que
están tan cercanos á Lucifer? ¡Oh alma mia, cuán
diversas son las cosas de este mundo de las del
otro!... Estos son poderosísimos señores y señoras
que en su vida fueron poco menos que adorados :
la abundancia de las riquezas y de los bienes tem
porales los precipitó en este fuego... Son señores y
señoras que gozaron en este mundo del esplendor
y de las grandezas : su elevacion los condenó á es
tas llamas... Son hombres y mujeres que, no ha
- 271 -
biendo querido contradecir en cosa alguna á los
deseos .de la carne, á las comodidades y á los pla
ceres, vinieron á parar á este estado. En la tierra
estuvieron ellos próximos á Lucifer en el gozar , y
ahora tambien están próximos á él en el infierno. . .
. - AFECTOS.
¡ Oh Jesús mio , cuanto mas os miro y contemplo,
tanto mas claramente vengo á entender que hasta
ahora no he tenido ningun conocimiento de la ver
dad en mi entendimiento, ni ningun amor á la vir
tud en mi voluntad ! Vos no apreciais otra cosa en
este mundo sino la pobreza y la penuria , los des
precios y las injurias, los dolores y las fatigas...
Vos mirais todo esto como medios los mas adecua
dos para la santidad , y como las señales mas cier
tas y las prendas mas seguras de una eminente glo
ria en el cielo : por el contrario , los bienes tempo
rales , las riquezas , los honores y la gloria del mun
do , los placeres y las comodidades del cuerpo , todo
esto lo despreciais y lo mirais como los alicientes
mas poderosos para hacernos hundir en el infierno.
Así juzgais Vos, ó Jesús mio , y esta es vuestra doc
trina, este vuestro espíritu, y este el dictámen de
vuestro corazon... Mas ¿cuáles son los dictámenes
y sentimientos del mio? ¡Oh, cuánta razon tengo
de sonrojarme y confundirme! No me atrevo á le
vantar los ojos para miraros en la cruz. Lo que Vos
— 272 —
estimais, yo lo desprecio ; lo que Vos ansiais , yo lo
huyo; lo que Vos amais yo lo aborrezco ; lo que Vos
abrazais, yo lo rechazo: vuestras invitaciones se
me hacen siempre desabridas... ¿Podría mi cora
zon asemejarse ménos al vuestro , si hubiera hecho
un propósito formal y expreso de querer servir, no
á Vos sino á Lucifer? ¿Qué haré yo, pues, ó Je
sús mio? ¡Ah! preciso es que me acerque á Vos,
que os mire como ejemplar de la verdadera santi
dad , que yo ame lo que Vos habeis amado , y que
aborrezca lo que habeis aborrecido. . . Así sea. . . me
postro, etc.
Punto 3.°
Si se debe seguir á Jesucristo ó á Lucifer , se ha
de resolver por el último fin para que Dios nos ha
criado y llamado á la fe.
Vuelve un poco atrás con tu pensamiento, alma
mia, y trae á la memoria tu último fin. Tú eres
cristiano, discípulo de Cristo, quien te enseña que
seas perfecto como es perfecto tu Padre celestial :
tú debes servir y amar á Dios en este mundo con
perfeccion , para gozarle eternamente en el otro con
una gloria eminente. Mas ¿cómo seria esto posible
sin imitar exactamente á Jesucristo? Para hacer
palpable esta imposibilidad , pondera atentamente
las siguientes verdades.
Primera verdad. La perfeccion es un excelente
— 273 —
y particularísimo don de Dios. Dios es poder infinito,
sabiduría infinita, y origen inexhausto de todo bien ;
mas por mucho que él tenga todas estas perfeccio
nes , no puede darme cosa mas sublime y mas pre
ciosa que el amor perfecto y la union con Él mis
mo. Este es el don de todos los dones, el compen
dio de todas las misericordias , y la joya mas pre
ciosa de todos sus tesoros. . . Una alma que ya ha
llegado á la perfeccion se encuentra en un estado
tan eminente , que no solo todos los monarcas del
mundo nada suponen á su lado , sino que muchos
millares de millones de hombres de todos los tiem
pos le deben dejar la preferencia por toda la eter
nidad.
Segunda verdad. Ninguno puede obtener la
gracia sino por aquellos medios que Dios ha orde
nado. Elevar el alma á la perfeccion es una pura
misericordia de Dios. No está mas obligado á con
cederte una tal gracia, que lo está un monarca á
elegir á una pobre hija de un labrador para esposa
suya, y hacerla sentar á su lado en su trono ; por
tanto, le será bien lícito el prescribirte algunas
condiciones que debas seguir, y ciertos medios que
debas practicar si quieres obtener semejante gracia.
Tercera verdad. Estos medios consisten única
mente en el total y perfecto seguimiento de Jesu
cristo... Yo soy la puerta, dice este amabilísimo
Redentor ; yo soy la puerta, si alguno entrare por
18
— 274 —
mí se salvará , y podrá entrar y salir á su gusto, y
encontrará pasto. Este e*mi Hijo amado, dice el
eterno Padre, en quien yo me he complacido ; es
cuchadle. Atiéndelo bien, alma mia : la única puerta
de la santidad es Jesús ; el único ejemplar de la san
tidad enviado por el eterno Padre es Jesús. . . En
trando por esta puerta hallarás la perfeccion , el pu
ro amor y la íntima union con Dios : mas acuérdate
que no hay mas que una sola puerta, fuera de la
cual no queda ningun esperanza de entrar.
AFECTOS.
1.° Fe. Bien conozco , Jesús mio , cuán di
versos son vuestros juicios de los mios ; mas por
que Vos sois verdad eterna yo creo que las verda
deras riquezas consisten en la pobreza ; la verda
dera gloria en el desprecio ; la verdadera paz en las
persecuciones ; la verdadera libertad en la sujecion ;
el verdadero camino para la santidad en vuestra
imitacion ; y vuestra imitacion en una mortifica
cion universal, y en el amor á las adversidades.
Esto lo creo yo , ó Jesús mio , porque Vos lo habeis
hecho así ; y por tanto, obrando, amando y pade
ciendo yo como Vos, tendré vuestro espíritu, y po
dré esperar que llegará aun durante mi vida aque
lla hora bienaventurada en que me admitiréis á una
familiar
quier otro
comunicacion
camino queconse Vos,
siga ónoJesús
es mas
mio.que
. . Cual^
una
- 275 —
apariencia, impostura, hipocresía y vanidad , que
no 2.°
puedeDeseo
sostenerse
de unirse
en vuestro
á Dios.divino
Sí,acatamiento.
Jesús mio,
MEDITACION XXII.
AFECTOS.
1.° Temor. ¡Qué temor y espanto me sor
prende, Diosmio, cuando considero estas verdades
- 280 —
que han salido de vuestra boca! Yo puedo aun con
denarme. ¡Yo, que fui llamado de Dios á la fe y á
la perfeccion! ¡Yo, á quien Dios distinguió con tan-
las gracias !. . . ¡ Yo , que fui escogido por Dios para
una gloria eminente en el cielo ! Sí, yo puedo con
denarme , y solo por mi tibieza. . . ¡Oh tibieza! ¡Oh
detestable tibieza! cuán grande mal es preciso de
cir que eres , cuando puedes causar tanta náusea
en el corazon del misericordiosísimo Dios, que le
obligue á lanzarme de su boca.
2.° Arrepentimiento. Tened aun un poco de
paciencia conmigo, 6 mi Jesús : yo detesto y abo
mino de todo mi corazon todas mis negligencias, y
el abuso que he hechfr de todas las gracias y me
dios que graciosamente me habeis suministrado.
Hasta ahora he pasado la vida sin tener ninguna
solicitud , ni por la gloria de vuestro santísimo nom
bre, ni por la salvacion de mi alma. Vos, por un
rasgo de vuestra misericordia, me habeis ilumina
do en esle dia para conocer mi malicia , la detesto
de nuevo, la abomino, y resuelvo sériamen te que
rer de aquí adelante ser bueno y perfecto como Vos
me lo estais pidiendo.
Punto 2.°
La segunda clase la forman aquellos que tienen
una voluntad verdadera de aspirar á la perfeccion,
pero que no es universal ni magnánima. . . Volva
— 281 —
mo9 á los enfermos. Vé allí , alma mia , otro enfer
mo muy diferente del primero : él desea recobrar
la salud, y para obtenerla está tambien pronto á
servirse de los remedios ; pero no queriendo que se
use con él niel hierro, ni el fuego, ni otras seme
jantes medicinas desagradables, no quiere por con
siguiente tampoco servirse de todas las que son ne
cesarias : ¿qué deberá decirse de este enfermo? Es
verdad que él tiene una buena voluntad , pero no
fuerte , no universal , no magnánima. Semejante á
la disposicion de este enfermo es tambien la dispo
sicion en que se hallan muchas personas espiritua
les. Ellas desean adquirir la perfeccion , y para ob
tenerla están tambien prontas á valerse de algunos
medios , pero no de todos. Tolerar por muchos años
desolaciones interiores y graves tentaciones , sufrir
humillaciones y desprecios sin haber dado ninguna
ocasion , y otras cosas repugnantes á la naturaleza
corrompida , parece á estas tales almas un peso de
masiado grande para sus espaldas. ¿Qué se dirá de
estas almas? Se dirá que tienen buena voluntad,
pero semejante á la del enfermo que no quiere su
jetarse á todo género de curacion que le sea nece
saria. Pero de una voluntad tan á medias , ¿qué se
seguirá? Nótalo bien, alma mia, y grábalo pro
fundamente en tu corazon... Sabe, pues, que
1.* Una alma en esta disposicion tendrá siem
pre una vida desconsolada. Faltando la santa in
— 282 —
diferencia de la voluntad y la entera resignacion en
el divino querer sin reserva ninguna , no morirán
jamás en ella las malas inclinaciones : la soberbia
y vanagloria, el capricho y la adhesion á la propia
voluntad y propio juicio , el desenfreno de la len
gua, la ira. la melancolía y el trato áspero con el
prójimo estarán despues de muchos y muchos años
de lectura espiritual, oracion mental, frecuencia
de Sacramentos y obras de misericordia, estarán tan
vivas como cuando empezó la carrera de la virtud.
Antes bien irán creciendo con los años, y se des
arrollarán á semejanza de un árbol erguido, que
cada año adquiere siempre mas altura y robustez.
Á semejante alma se le hará cada dia mas gravoso
el peso de la obediencia á sus superiores, y cada
vez mas intolerables los desprecios ; su conversa
cion será cada vez mas libre y desabrida , y su trato
con el prójimo mas descortés y fastidioso. ¿Qué paz
y qué consuelo podrá abrigarse jamás en un cora
zon tan mal dispuesto? Una inclinacion no morti
ficada es para una alma lo que un áspid vivo en el
cuerpo de un hombre, el cual descansa mientras
el áspid está dormido y no le muerde ni le enve
nena, pero al instante que el áspid se despierta,
muerde y atormenta al infeliz. No de otro modo una
tal alma gozará paz y quietud mientras las pasio
nes no se resientan ; pero si estas se despiertan, ó
con una ofensa que se le haga, ó con un desprecio
— 283 —
que reciba, ó con una cosa poco agradable que se
le mande, ¡oh qué tumulto y qué tormento tendrá
ella que sufrir! Y sin embargo, somos tan ciegos
que no vemos el origen de nuestra miseria, y pu
diéndolo fácilmente descubrir en nuestro corazon,
nos volvemos á cualquiera otra parte para encon
trarle.
2.° Una alma semejantepasará su vida sin ha
cer ningun progreso en la perfeccion. Dios mismo
es el que así se ha explicado , y no hay que espe
rar que retracte su palabra. . . « Quien no renuncia
« todas las cosas no puede ser mi discípulo. » Y quie
re decir : el que no renuncia todas las criaturas
que aprisionan al corazon , y no se abandona to
talmente á mis disposiciones sin ninguna reserva,
no podrá jamás llegar á mi amor , ni á hacerse una
misma cosa conmigo. ¿Y por qué? Escucha las ra
zones de esto, alma mia.
1.*1 Dios es soberanía infinita. Está en su ar
bitrio el conceder aquellas gracias particulares que
son necesarias para adquirir la perfeccion. Ahora,
pues, él ha establecido no concederlas á una alma
que no se entrega toda á su Majestad sin reserva.
¿Podrá acaso censurársele esta conducta?
2 . ° Dios es alteza infinita, y le pertenece de de
recho que se le dé todo el corazon con todos sus
afectos. Jamás será posible que él ceda de este de
- 284 —
recho, ni que admita á su union una alma que no
se le dé sin reserva.
AFECTOS.
Punto 3.°
AFECTOS.
1 . ° Temor. ¡ Oh Dios mio , cuán liberal y mi
sericordioso sois para conmigo! Un puro efecto de
vuestra gracia es que conozca yo ahora el camino
que conduce á la santidad ; que yo sepa ciertamen
te que puedo llegar á ella con tal que me abando
ne todo en vuestras manos. ¡Oh qué bondad! ¡Oh
qué misericordia! ¡Oh qué gracia! Mas estas mis
mas gracias me hacen temblar, ó Dios mio. Á quien
se ha dado mucho , son palabras vuestras , tambien
se le pedirá mucho ; y mucho deberá tambien res
tituir aquel á quien mucho se le prestó. ¡Oh qué
desgracia seria la mia, si cabalmente esta sobre
abundancia de gracia que me debia llevar á un
grado muy elevado de gloria en el cielo, me pre
cipitase en lo profundo del infierno! Ello es cierto,
que para muchas almas no hay un estado medio,
sino que ó serán sublimadas á un altísimo puesto
en el paraíso, ó caerán con mas profunda ruina en
el abismo eterno. ¿Podria yo ser una de estas? No
losé. ¡Oh pensamiento espantosísimo! ¡No losé!...
2 . ° Propósito . Atenderé , pues , con tiempo á
- 288 —
mis intereses, y empezaré á caminar por aquella
carrera que Vos , ó Jesús mio, me habeis hecho
conocer en este dia. Sí, en este instante yo me aban
dono totalmente á vuestras disposiciones ; una sola
gracia os pido, y es que me hagais digna de vues
tro amor, y que me dejeis llegar ála íntima union
con Vos , y todo lo demás lo remito á vuestra san
tísima voluntad. . . Cuanto me suceda de adverso lo
miraré como disposicion de vuestra paternal pro
videncia, y lo abrazaré con perfecta sumision co
mo medio de mi santificacion. . . Jesús mio, conser
vad en mí esta voluntad.
Punto 1.°
La equidad y justicia exigen de nosotros el amor
á los desprecios. Somos tan ciegos, y está tan pro
fundamente arraigada en nuestro corazon la esti
macion propia, que creemos tener una vida infeli
císima cuando no se hace caso de nosotros, y cuan
do1 somos
Bonumde
mihi
algun
, quiamodo
humiliasti
despreciados
, ut discam justificationes
; y sin em-
AFECTOS.
1 . ° Confesion y humillacion de sí mismo . Jtó*
to es, ó Dios mio, y lo confieso, es justísimo que
yo viva entre desprecios , y que los mire no de otro
modo sino como unos efectos de vuestra misericor
dia para conmigo. ¡Ay! ¿qué son todos los despre
cios de los hombres en comparación de los que yo
he merecido? Si Vos, ó Jesús mio, me hubieseis
tratado segun el rigor de vuestra justicia, ¿dónde
estaría yo al presente? ¡Ah! Vos lo sabeis, ciencia
infinita; yo estaría en el infierno..: y seria vili
pendiado de todos los escogidos por toda la eterni
dad ; seria despreciado por toda la eternidad de
todos los Angeles del cielo y de todos los hombres
de la tierra. De estos eternos desprecios me habeis
preservado Vos , ó Jesús mio , por pura misericor
dia vuestra, y eh lugar de ellos os contentais ce»
que yo sufra solamente aquellos desprecios que se
me hagan en esta vida. ¿No es justo que yo los
mire como efectos de vuestra misericordia, y que
los tolere con una páz imperturbable?
2 . ° Propósito . Así lo haré , ó Jesús mio , con
vuestro divino auxilió*, y no permitiré que se apar
te de mí este pensamiento. Ée pecado , y he me
recido ser escarnecido y despreciado por toda la
eternidad del cielo y de la tierra , de los Ángeles y
de los hombres , de los escogidos y de los condena
- 293 -
dos. Siempre tendré esto impreso en la memoria en
todas las ocasiones, y en medio de los desprecios y
de las ignominias quiero alabar y bendecir vues
tra infinita bondad y misericordia. - .
Punto 2.8
Nuestro interés exige que amemos los desprecios.
Es muy cierto que no se encuentra en los despre
cios cosa alguna que no parezca amarga y desagra
dable; pero considera, alma mia, que nosotros
amamos mucbas cosas, las cuales son amargas é
ingratas á la naturaleza , porque sabemos que nos
son ventajosas. Á un enfermo que está atormenta
do de acerbos dolores, no se le puede hacer cosa
mas grata que disponerle un remedio , por muy
desagradable que sea, el cual de cierto le quite
del todo, ó al menos le alivie su mal. ¿Y. por qué
nopodrémos nosotros amar los desprecios, reflexio
nando en las grandes y singularísimas ventajas que
traen
sinuaré
consigo?
las principales.
Mas, ¿cuáles son estas? Yo te in-:
AFECTOS.
¡Ah, Jesús mio, mi Redentor y mi todo! dema
siado conozco ahora lo que os desagrada en mi co
— 296 —
raaon , y lo que os detiene para fijar en él vuestra
morada. . . Aquel deseo de ser honrado y estimado
de los hombres ; aquel andar como á caza de las
alabanzas y de los honores ; aquella ambicion de
ser preferido á todos en todas las cosas, esto es, ó
Dios mio, lo que os hace odiosa la estancia en mi
corazon. ¡Maldita ambicion, de cuántas gracias me
has despojado! ¡de cuántas luces celestiales me has
privado! ¡de cuántos consuelos divinos me has de
fraudado! ¡cuánto me has alejado de Dios! ¡ycuán-
tos otros males no me puedes aun acarrear! Me fa
tigaré en vano y no tendré entrada con Vos, ó Je
sús , si no extirpo de mi corazon esta perversa in
clinacion , que ha echado en él tan profundas raí
ces. Un Dios tan humilde y una criatura tan so
berbia, no pueden tener una amistad familiar y
recíproca. Ó Vos, ó Jesús mio, habíais de mudar
vuestro corazon amando en adelante la altivez y la
soberbia, ó yo deberé cambiar el mio amando des
de ahora la humillacion y los desprecios. Perdo
nad, ó Jesús mio, mi simplicidad ; bien conozco
que el mio es el que se debe cambiar ; lo haré, sí,
mi amado Jesús ; mas si Vos no me fortificais con
vuestra gracia, serán vanos todos mis propósitos :
yo mismo no me atrevo á salir fiador de mis pro
mesas ; esta maldita ambicion se ha profundizado
tanto en mi corazon , que no hallo en mí fuerza
bastante para arrancarla : la he detestado ya mil
— 297 —
veces, mas no por esto ha dejado de brotar con
mas vigor que antes ; y no debo echar la culpa de
esló á nadie mas que á mí mismo, porque mis pro
pósitos no son mas que palabras vanas , con las que
me engaño á mí mismo, y me hago mas criminal
delante de Vos. Si propusiese de veras esto, debe
ría dar las gracias con las manos juntas á quien me
despreciase, y abrazar alegremente todas las oca
siones que me proporcionasen de humillarme. . . Mas
la verdad es , ó Jesús mio , que esta es una raíz que
nadie puede desarraigar sino vuestra omnipotente
mano. Volved, pues, vuestros ojos hácia mí, ó
piadosísimo Jesús, extirpad en mí todo deseo de
vanagloria, y haced que en mi corazon no reine
mas que vuestro espíritu únicamente, y el amor á
los desprecios.
Punto 3.°
AFECTOS.
Oblacion. ¡Ah! sí, lo conozco bastante, ó mi
amado Jesús! mientras que el amor de la gloría
mundana tenga cabida en mi corazon , ni Vos ven
dréis jamás á mí , ni yo podré jamás acercarme á
Vos con intimidad. Preciso es desterrar el deseo
del honor, y hacer todo esfuerzo para que entre á
ocupar su lugar el amor al desprecio ; así lo pro
pongo, amantísimo Jesús mio, y desde este punto
— aoi -
os lo ofrezco en sacrificio ; dignaos oir mis súpli
cas , y dadme fuerzas para cumplir las siguientes
resoluciones : .. -
1. ° Detesto y abomino de todo corazon, y de
pongo á vuestros piés todo deseo de honor. No
quiero que haya hombre en el mundo que vuelva
hácia mí su pensamiento , que me estime , me ame,
y me honre ni por un momento ; y si contra mi
voluntad acaeciese esto, es mi intencion detestar
toda complacencia que de aquí se levantare, como
cosa odiosa á vuestros ojos.
2. ° Amo y abraso de todo mi corazon el des
precio. Cualquier cosa que por vuestra miseri
cordia me sucediere , la soportaré en silencio por
vuestro amor ; os alabaré y bendeciré tambien por
ella, como por un grandísimo favor y beneficio que
me viene de vuestra mano.
8i° Dejo en este instante todo el derecho que
pueda tener para con el mundo de mi fama y ho
nor; todo le dejo á vuestro arbitrio. De aquí en
adelante no cuidaré ya mas de todo esto, y lo mi
raré como un bien ajeno que nada me pertenece.
Dignaos aceptarlo, ó Jesús mio; y así como vues
tro eterno Padre se sirvió para su gloria del dere-
recho que Vos teníais á la buena fama, permitien
do que fuéseis despreciado y vilipendiado , así tam
bien servios Vos del derecho que yo puedo tener á
mi buen nombre. Esta es , ó Jesús mio , la oblacion
- 302 -
de mi sacrificio ; yo la renovaré cada dia, y espero
vivir y morir teniéndola en la boca y en el co
razon.
Peticion del espíritu de humildad. Mas ¿ quién
me dará que mi corazon se mantenga constante
mente en estas felices disposiciones? Solo Vos, ó
Jesús mio, solo Vos podeis hacerlo ; y sin Vos, mis
buenos deseos se desvanecerán como el humo; sin
Vos, no tendrán jamás ningun buen efecto mis bue
nos propósitos ; sin Vos , mi buena intencion no
podrá permanecer constante ni una hora—Por
tanto, volved háciamí vuestros ojos misericordio
sísimos, ó amadísimo Jesús mio ; dadme un cora
zon que sea del todo conforme al vuestro; haced
que yo ame lo que Vos habeis amado, que abor
rezca lo que Vos habeis aborrecido ; haced que yo
aborrezca todas las vanidades y la estimacion de
los hombres, como Vos las habeis aborrecido. Es
ta gracia os pido; por esta suspiro.
MEDITACION XXIV.
Punto 1.
Jesucristo padeció antes que nosotros todas cuan
tas penas interiores se encuentran en el camino de
la perfeccion.
Figúrate vivamente, alma mia, que ves en el
huerto de Getsemaní á tu divino Redentor, y es
fuérzate á penetrar hasta lo íntimo de su corazon,
y á comprender aquellas terribilísimas penas de
que fue oprimido... Pero en esto ten cuenta con
que la Divinidad no prestó ningun alivio á su san
tísima Humanidad, puntualmente como no se lo
presta una alma de un escogido que está en el cie
- 304 —
lo á su cuerpo que abandonó para podrirse en el
sepulcro, porque Jesús padeció de la misma mane
ra que hubiera padecido si hubiera sido puro hom
bre como lo somos nosotros... Esto supuesto, co
mienza.
La primera pena de Jesucristo fue una tristeza
inmensa. Dos fueron las causas de ella. La pri
mera fue su ardentísimo amor. No hubo jamás ma
dre alguna tan afectuosa que amase á su hijo único
con tanta ternura , como Jesucristo amaba á todos
y á cada uno de los hombres en particular. La se
gunda fue su infinita ciencia. Sabia el Señor que,
no obstante su pasion , la mayor parte de los hom
bres vendría á perecer eternamente : de aquí se de
rivó en él una tristeza tal , que aun cuando le hu
sido
biesen
suficiente
faltado las
á causarle
demás penas
la muerte.
, esta Para
sola concebir
hubiera .
AFECTOS.
i.° Confusion de si mismo. ¡Oh Jesús mio,
cuán grandes son vuestros padecimientos, y cuán
grande es vuestra fortaleza en medio de ellos! Vos
estais anegado en un mar de amargura, de congo
ja y de tristeza. Tédios, terrores, aflicciones, de
solaciones sin alivio, agonías mortales son aquellas
— 307 —
oleadas de que se ve agitado* vuestro corazon : y
sin embargo, en medio de esta horrorosa borrasca,
se deja ver invencible vuestra constancia. Sí, Vos
seguís orando , y aun haceis mas larga vuestra ora
cion ; Vos uniformais vuestro querer al del eterno
Padre ; Vos no retrocedeis á vista de las penas, y
ni siquiera rehusais la muerte de cruz. ¡Oh! estosí
que es amar de veras ; esto es verdaderamente ser
fiel á Dios; esto es cumplir perfectamente su divi
no beneplácito. Ahora, pues, al frente de vuestro
padecer, ¿cuál es el mio, ó mi afligidísimo Jesús?
¡ Ay , que mi padecer cotejado con el vuestro es bien
leve! y sin embargo, cualquier adversidad por pe
queña que sea es bastante para hacerme abando
nar el bien comenzado. Tédio y tristeza en la ora
cion , falta de mortificacion , inconstancia en los
buenos propósitos, disipacion de espíritu, pusilani
midad, desconfianza, tales son los desgraciados
efectos de mis penas con que Vos me brindais para
probarme. . . y merecer. . . ¡ Cuánto no debería con
fundirme y llenarme de rubor en vuestra presen
cia! ¡Vos, que sois la misma inocencia, os sujetais
á las penas ; y yo , que soy pecador , no quiero mas
que consuelos!...
2.° Propósito. ¡Qué vergüenza no es esta á
los ojos de toda la corte celestial! ¡Jesús está afligi
do hasta la muerte 'sin tener ningun pecado, y yo
quiero tener consuelos hasta la muerte despues de
20*
- 308 —
tantos pecados! Conozco mi locura, ó Jesús mio, y
la detesto. Ya no me quejaré nunca de mis penas
interiores. La desolacion que Jesús ha padecido por
mi amor , quiero yo tambien padecerla por el su
yo. Á mí me basta el agradarle. Á él solo quiero
buscar. Á él solo quiero amar, lo mismo en las ti
nieblas que en las ilustraciones ; tanto en las aflic
ciones como en los consuelos. Así lo resuelvo, ó
Jesús mio. Así lo haré con vuestra gracia.
Punto 2.°
El estado de la desolacion es mucho mas venta
joso para nosotros que el del consuelo. ¡Cuán tran
quila podrías vivir, alma mía, entre las tinieblas
y las desolaciones , si conocieses la ventaja que trae
consigo la desolacion! Por las siguientes verdades
podrás formar el verdadero concepto.
Primera verdad. El estado de la desolacion es
mas á propósito para hacer á Dios un sacrificio
acepto que el estado del consuelo. ¡Oh cuánto nos
engañamos á nosotros mismos aun en las cosas es
pirituales, alma mia ! Si por fortuna se goza un poco
de quietud interior , si se experimenta en el cora
zon un poco mas de devocion tierna, si destilan los
ojos algunas dulces lágrimas, se tiene por feliz
aquel dia en que esto sucede. Mas ¡oh cuán in
comparablemente es mas estimable un dia de de
solacion! Pon atencion en el dia en que tú tambien
- 309 -
le llamares feliz. Dios te da á tí alguna cosa, mas
tú nada le das á Dios. El haberte convidado á su
mesa, el haberte dado una muestra de sus dulzu
ras, es una liberalidad, que es toda suya, para
contigo : no hay nada tuyo para con él. ¡ Ah ! cuán
tos hay que en tiempo de las consolaciones se mues
tran fieles á Dios ; mas cuán pocos hay que igual
mente se muestran tales en el tiempo de la deso
lacion! El verse privado de toda luz y vigor, el
sentir en sí la rebelion de las pasiones alteradas, el
estar acometido por todas partes de todo género de
tentaciones , y no obstante esto perseverar con fide
lidad en el silencio , en la oracion , en el recogi
miento, en la mortificacion, y en todas las demás
prácticas virtuosas, este es aquel sacrificio que es
mas acepto á Dios, y la oblacion que su Majestad
mira con ojos de la mas tierna complacencia.
Segunda verdad. El estado de la desolacion
conduce al alma al perfecto amor de Dios, mas se
guramente que el estado del consuelo.
Amar á Dios perfectamente no es otra cosa sino
buscar única y puramente su beneplácito, y fuera
de esto no cuidar de nada mas, ni en la tierra ni
en el cielo. El que llega á este estado entra al ins
tante en posesion del mas perfecto amor de Dios,
y viene á ser perfecto y santo en su divina presen
cia. Mas para llegar aquí, el camino mas seguro
que puede llevarse es el estado de la desolacion,
— 310 -
porque privándose una alma fiel en este estado de
todo consuelo exterior, y sustrayéndola Dios toda
interior dulzura, queda como crucificada, y poco
á poco muere á sí misma y á todas las criaturas.
De aquí es que no encontrando ninguna satisfac
cion en otra cosa que en el solo divino beneplácito,
en este reposa , y en él encuentra el perfecto amor
divino.
Tercera verdad. El estado de la desolacion,
con preferencia al del consuelo , conduce al alma
mas seguramente y mas pronto á la íntima union
con Dios. Debes saber, alma mia, que así como el
fuego purifica el oro , y despojándole de toda su es
coria lo deja hermoso y reluciente, así el estado de
la desolacion purifica el alma, y consumiendo en
ella todo afecto que á Dios no se refiere, la hace
muy pronto agradable á Dios, y la dispone próxi
mamente ala íntima union con el sumo Bien, ilu
minándola con su celestial luz, é inflamándola con
su santo amor, sucediéndole lo que á un aposento
al cual solo le ilumina y le calienta el sol cuando
se le quita aquel velo que impedia la entrada á sus
rayos. Mas no puede decirse lo mismo del estado
de consuelos, porque siendo este muy conforme al
amor propio, de cada mil almas apenas habrá una
que en tal estado llegue á la union con Dios. Pues
¿cuánto mas deseable es el estado de la desolacion?
- 311 -
AFECTOS.
MEDITACION XXV.
Punto 1.°
Nunca padecerémos nosotros tanto en nuestro
cuerpo cuanto padeció Jesucristo en el suyo. Para
concebir alguna idea de la atrocidad de los dolores
que padeció Jesucristo en su pasion , pondera aten
tamente , alma mia , las circunstancias siguientes :
Primera circunstancia. Los dolores de Jesu
cristo fueron universales, sin exceptuar ninguna
parte de su cuerpo. Dirige tus miradas á Jesucris
to, alma mia, y observa uno por uno todos sus
miembros, y díme si puedes encontrar siquiera uno
que esté exento de un gran dolor. Mira sus meji
llas hinchadas y amoratadas de las bofetadas ; la
- 314 —
boca atormentada de la sed , y amargada con la
hiel ; los cabellos y la barba cruelmente arranca
dos ; los ojos cubiertos de sangre ; la cabeza tala
drada con agudísimas espinas ; sus carnes , los ner
vios , la espalda, el pecho , el vientre , los costados,
al derecho y al revés descarnados sin piedad ; el
cútis sajado y roto; las venas abiertas vertiendo
sangre ; las arterias heridas , los músculos desnu
dos de sus fibras ; desgarradas las carnes hasta vér
sele los huesos ; piés y manos traspasados con crue
lísimos clavos ; y todo aquel santísimo cuerpo he
cho una llaga. Viéndolo mucho tiempo antes Isaías
lo describió así : « Que no tenia figura ni aspecto
«de hombre, y como un verdadero varon de dolo-
ares ; que verdaderamente llevó sobre sí nuestras
«enfermedades y flaquezas, por locualfuereputa-
« do como leproso , dejado de la mano de Dios, y hu-
«millado. »
Segunda órcmstancia. Los dolores de Jesús
fueron sumamente crueles , y sin ninguna compa
racion mayores que cuantoshapodido padecer hom
bre alguno jamás , por dos razones ; la primera, por
la blandura y delicadeza de su santísimo cuerpo,
porque, como enseña san Buenaventura, tuvo un
cuerpo tan tierno y delicado , tan fino y sensible,
por ser obra del Espíritu Santo , que un dolor en
la planta de sus divinos piés se le hacia mas sen
sible que á los demás hombres un dolor en la pu
- 315 -
pila de los ojos. La segunda, porque fue atormen
tado en los lugares mas sensibles. ¡Qué espasmo
no debió experimentar cuando le clavaron en la
cabeza una corona de largas y agudísimas espinas,
las cuales le traspasaron no solo el cutis, sino tam
bien el cráneo y las sienes , y le sacaron la sangre,
que le corría hilo á hilo por las mejillas y por los
ojos!... ¡Qué dolor no debió sufrir cuando á fuer
za de martillazos le traspasaron piés y manos con
durísimos clavos, desgarrándole las carnes, rom
piéndole las venas, y atravesándole los nervios!...
. ¡Qué martirio no debió sufrir cuando suspenso en
tre el cielo y la tierra su llagado cuerpo, estuvo
pendiente de los clavos en un leño infame sin ha
llar sitio cómodo!
Tercera circunstancia. Los dolores de Jesús fue
ron sin ningun alivio. Ya habia estado algunas ho
ras pendiente de la cruz , ya habia derramado su
sangre, y de esta no le quedaban ya mas que al
gunas gotas en sus venas , cuando atormentado do
una sed insaciable é insoportable, pidió de beber.
¿Puede darse un alivio mas mezquino que una ta
za de agua á un Dios hecho hombre, que desfalle
ce y se está muriendo en- un mar de angustias?
Pues , sin embargo , ni aun esto se le concedió ; mas
en su lugar le presentaron vinagre mezclado con
hiel para atormentarle mas, y á fin de que su úl
- 316 —
tima congoja fuese sin alivio, como lo habían sido
todas las demás penas que habia sufrido. . .
AFECTOS.
l.° Accion de gracias. No sé qué decir, ni
qué pensar á vista de tal tragedia, ó Jesús mio. Si
Vos hubiéseis cometido tantos pecados como he co
metido yo , y si vuestro Padre hubiese sido tan
ofendido como lo ha sido de mí, ó hubiéseis mere
cido el infierno como lo he merecido yo , ¿hubié-
rais podido padecer mas, y hacer una penitencia
mas rigurosa que la que habeis hecho? ¡ Ah ! Vos os
habeis sometido á penas tan duras , no por pecados
que hayais cometido (porque siendo la santidad
misma por esencia , no podíais pecar) , sino por mis
pecados. Sí, me lo- dice la fe, que Jesús por mis
pecados sudó sangre en el huerto ; por mis peca
dos fue todo su cuerpo despedazado á azotes ; por
mis pecados fue escarnecido como loco; por mis
pecados hubo de morir, y morir como malhechor
en una cruz. ¡Oh Jesús! ¡oh amantísimo Jesús!
¡qué bondad y qué misericordia es la vuestra!
Quisiera tener mil lenguas para poderos alabar y
bendecir cuanto deseo. Yo os rindo infinitas gra
cias por todas las gotas de sangre que derramásteis
por mi amor ; por todas las bofetadas y golpes que
sufristeis por mí; por todos los oprobios, ofensas y
— 317 —
escarnios que padecisteis por mi amor ; por todas
las penas y dolores que tolerasteis en la cruz por
mi...
2.° Propósito. Mas esto no basta. Jesús no se
contenta con rogar por mí ; quiso tambien padecer
por mí. De aquí debo inferir que es necesario pa
decer ; por tanto yo quiero corresponder al amor
de Jesús para conmigo. . . Conozco cuán debido es
esto, y de cuán absoluta justicia, y deseo cumplir
lo. Por lo mismo desde ahora os ofrezco un sacri
ficio del que no quiero retractarme jamás... l.°
Vos sabeis todos aquellos dolores, enfermedades y
demás adversidades que vuestro eterno Padre ha
decretado enviarme ; yo desde este momento ado
ro y acepto humildemente todas estas disposiciones,
y deseo que se cumplan en mí perfectísimamente.
Ü.° Os es igualmente conocido, Jesús mio, el mo
do y el tiempo en qué el eterno Padre ha determi
nado llamarme á sí de este mundo por medio de
la muerte ; yo adoro tambien .profundamente este
decreto , y me someto á él con toda mi alma. Quie
ro padecer y morir , y quiero padecer y morir por
puro amor, como Vos habeis padecido y muerto
por mí. . .
Punto 2.°
AFECTOS.
1 . ° Confusion. ¡ Qué temor rio debería sobre
cogerme, y de cuánta confusion no debería cubrir
me , ó Jesús mio , al mirar vuestro cuerpo pendien
te de la cruz! ¡ Ah! ¿en qué pecaste tú, ó venerable
cabeza de mi Redentor , para ser agujereada con
tantas espinas? ¿En qué, hermosísimos ojos, para
ser tan hundidos y tan manchados de sangre? ¿En
qué, piés y manos omnipotentes, para ser taladra
dos con cruelísimos clavos? ¿En qué, ó corazon
amantísimo, para ser traspasado con la lanza
cruel? ¡Ah! que Jesús es inocente, y cuanto en él
resplandece lodo es flor de inocencia. . . ¿ Y por qué,
pues, contra el inocente tantos y tan crueles tor
- 321 —
inentos? ¡Desgraciado de mí! ¡Ay! que Jesús pa
dece , no por pecados suyos , sino por los mios ;
mis pecados lo han reducido á un estado tan lasti
moso; mis pecados lo han enclavado en la cruz;
mis pecados lo han traído á la muerte.
2.° Confesion y propósito. Y yo, reo de
enormísimos pecados, no quisiera padecer ; y pa
ra colmo de malicia, ni siquiera me persuado que
tantas veces lo he merecido. Mas eternas alabanzas
os sean dadas , ó Jesús mio , que al presente estoy
convencido de ello : no hay pena ni tormento en el
infierno que yo no haya merecido por mis pecados.
Cuanto hasta ahora he padecido, cuanto tenga que
padecer en adelante, no es suficiente para borrar
ni aun uno solo de mis muchos pecados, ni de da
ros por ellos la mas mínima satisfaccion. ¡Ohcuán
injustas son mis quejas en mis trabajos! Por mu
cho que yo padezca, siempre padeceré mucho me
nos de lo que he merecido. ¿No es , pues , muy de
bido que yo me remita en todo á vuestra santísi
ma voluntad, y que en medio de los padecimien
tos os alabe y bendiga por todas vuestras amoro
sísimas disposiciones sobre mí? Sí, es justísimo, y
así resuelvo hacerlo en adelante.
AFECTOS.
1 . ° Admiracion de la humildad de Jesús. ¡ Oh
Jesús amado, Redentor mio! ¡Qué milagros tan es
tupendos no propone vuestra humildad á mis ojos!
Vos, que sois infinita sabiduría y gobernais el cielo
— 327 —
y la tierra, sois proclamado por mentecato y loco!
¡Vos burlado como rey de escena, y escupido en
el rostro como el hombre mas vil del universo!
¡Vos, santidad infinita, de donde se derivan todos
los dones y las gracias celestiales, sois tenido por
hipócrita y bebedor de vino! ¡Vos acusado como
seductor y blasfemo, Vos llamado samaritanoy
hechicero, y reputado por peor que un homicida
y un asesino! Y todo esto lo sufrís, y lo sufrís con
un silencio portentosísimo, sin la mas mínima que
ja, con una incomparable mansedumbre, sin ren
cor, y con una resignacion plenísima, sin ningun
lamento de las disposiciones del cielo... ¡Oh hu
mildad! ¡oh silencio de mi Jesús! Este sí que es un
sacrificio que por sí solo es suficiente á dar al eter
no Padre una complacencia infinita, y á insinuar
la humildad en todos, los corazones de los hom
bres...
2.° Confusion. Mas esta humildad vuestra
¡oh cuan abominable hace mi soberbia á vuestros
ojos, ó Jesús mio! ¡Yo, vilísimo hombrecillo, con
un entendimiento todo lleno de ignorancias y de ti
nieblas, quiero ser reputado por sabio y prudente,
mientras Jesús, que es la misma sabiduría, ves
tido de loco es condueido por las calles públicas
para ser el ludibrio de todo el pueblo! ¡Yo pecador
quiero ser tenido por inocente, cuando al inocente
Jesús se le hace pasar y se le tiene por seductor.
- 328 -
blasfemo y hechicero! ¡Yo, pobre de toda virtud
y lleno de vicios, pretendo ser preferido á todos,
cuando Jesús, que es la misma santidad, es pos
puesto á un Barrabás, y sentenciado á muerte so
bre un infame patíbulo! ¡Oh cuán odiosa y abo
minable deberá parecer una soberbia tan intolera
ble á los ojos de mi Redentor! ¡Oh Jesús mio,
tened misericordia de mí, y concededme que yo
tenga en el entendimiento sentimientos del todo di
versos é inclinaciones del todo contrarias en mi vo
luntad á las que he tenido hasta aquí!
No ha habido hombre
Puntoen2.°el mundo que haya
AFECTOS.
1.° Estima y aprecio de los desprecios. ¡Oh
cuán admirable es vuestra doctrina, Jesús mio!
¡ Cuánto sobrepuja á toda la sabiduría del siglo '
Vos no descubristeis en las ignominias , en los des
precios , en las ofensas sino belleza y amabilidad ;
y pudiendo con una sola palabra proporcionaros
tantos honores cuantos fueron los desprecios que
recibisteis, quisisteis preferir estos á aquellos ; y
vuestro corazon , cuanto estuvo ajeno de las hon
ras, otro tanto se mostró deseoso de las ignomi
nias. Pues ¿por qué no tendré yo los mismos sen
- 331 —
timientos que Vos tuvisteis , y por qué no amaré
lo que Vos amásteis? Sí, Jesús mio, yo miraré en
adelante el desprecio como cosa que abate mi mas
fiero enemigo, cual es la soberbia; que me abre la
entrada al corazon de Jesús ; que deberá formar la
mas bella parte de mi gloria en el paraíso.
2.° Contricion y propósito. ¡Oh cuán ciego
he sido en el tiempo pasado , ó Jesús mio! Yo tam
bien he deseado poderos amar como Vos sois ama
do por los Serafines en el cielo ; y ciertamente he
deseado poderos demostrar mi amor con la ofrenda
de algun sacrificio que os fuese grato y acepto. ¿Y
qué otro sacrificio podia seros agradable sino el del
propio honor, sobrellevando en silencio las igno
minias y las afrentas? ¿Y por qué no lo he hecho
yo así? ¡Ah! que no fue el mas bello momento de
mi vida aquel en que mi corazon se halló penetrado
de un tierno afecto sensible para con Dios, y sin
tió derretirse de amor por su infinita bondad ; no,
sino que el mas bello instante fue aquel en que mis
acciones fueron interpretadas siniestramente y cen
suradas ; y la mas bella ocasion de ofrecer a Dios
un sacrificio perfecto, fue aquella en que me des
preciaron y escarnecieron solemnemente. Erré,
pues, ó Jesús mio, erré entristeciéndome cuando
hubiera debido regocijarme, y huyendo de lo que
hubiera debido buscar, y murmurando cuando hu
biera debido callar. ¿Qué deberé hacer, ó Jesús
— 332 —
mio, ahora que conozco mi engaño? Puntualmente
aquello que Vos hicisteis aproximándose la hora de
vuestras ignominias. «Á fin de que el mundo co-
« nozca que yo amo al Padre , levantaos , y vamos. »
Así dijisteis Vos, entregándoos animosamente á
vuestros enemigos, de los cuales no podíais espe
rar otra cosa que malos tratamientos y oprobios.
Así tambien yo, cuando me sobrevenga alguna
ocasion de desprecio y de humillacion , me animaré
diciendo : A fin de que el cielo conozca que yo amo
á Jesús, ea, alma mia, vamos de buena gana á
abrazarlos por su amor...
MEDITACION XXVII.
Punto 1.°
El amor de Jesús para con sus enemigos, fue
un portento de amor.
Trasládate, almamia, con tu pensamiento al
Calvario, y pondera atentamente el amor de Je
sús para con sus enemigos. Míralo pendiente de tres
clavos en un infame patíbulo, todo hecho una lla
ga , chorreando sangre , anegado en un mar de do
lores, y próximo á exhalar el último aliento. . . Mira
por otra parte la multitud de gente de toda edad,
condicion y estado, jóvenes y ancianos, nobles y
plebeyos, hebreos y gentiles, escribas y fariseos,
— 334 -
señores del pueblo y sumos sacerdotes, los cuales,
en vez de tener compasion (la cual solamente al
gunos pocos la manifiestan á la vista de sus penas),
todos arden en un odio irreconciliable y mortal
contra él ; y ponderando las notabilísimas circuns
tancias de este odio, considera si se le debió hacer
cosa bien dura y dificultosa el amar á una gente
tan bárbara y tan inhumana.
1.° La primera circunstancia fue el júbilo y el
triunfo de sus enemigos. No debes aquí, alma mia,
considerar á Jesús como puro hombre , sino cual
era, hombre y Dios juntamente, á cuya vista es
taban patentes los corazones de todos , y cuyos mas
ocultos pensamientos penetraba. Estando, pues,
agonizando en la cruz, ¿qué malignidad no des
cubrió en los corazones de aquellos bárbaros? Yió
á unos que se regocijaban al mirarle enclavado en
la cruz , y se congratulaban entre sí de que final
mente hubiese llegado la hora tan deseada de ver
á nn seductor colgado en un patíbulo ; vió que otros
aprobaban la sentencia pronunciada contra él, juz
gando que era muy justo que á un malvado y blas
femo no convenia otro suplicio que el de la cruz,
en medio de dos asesinos; que estos se complacían
y saltaban de alegría al verle padecer, y de que se
le negase el mas mínimo alivio á su sed, y aun de
que se le aumentase esta, y se le añadiese el tor
mento, dándole á beber hiel y vinagre; y que
— 335 —
aquellos esperaban con impaciencia su muerte, de
seando que su nombre fuese borrado de la memo
ria de todos. Todo esto vió Jesús, y en el corazon
de aquellos mismos por quienes babia bajado del
cielo á la tierra, abandonando una inmensa felici
dad y sujetándose á las miserias humanas : lo vió
en el corazon de aquellos en cuyo favor habia obra
do tantos milagros, y por los cuales moria. Y á tal
vista, ¿de qué carácter debia ser su amor hácia tal
clase de gente?
2.° La segunda circunstancia fueron las befas
' é insultos de sus enemigos. El compadecer á un
miserable que está agonizando , y es entregado en
manos de un verdugo para ser ajusticiado, es un
acto de humanidad que no se niega ni al mas per
verso malhechor. Al comparecer en el tablado un
delincuente, por muy merecedor quesea de muer
te, se observa sin embargo en todos un gran si
lencio , y hasta los corazones mas duros le dan al
gunas muestras de piedad y compasion ; y estas
son tanto mas visibles, cuanto mas atroz es el su
plicio á que es condenado. Mas Jesús no fue digno
de tanto : cuanto mas crueles fueron sus penas, y
cuanto mas bárbaro fue su suplicio, tanto mas pi
cantes fueron las befas, y mas mordaces las irri
siones con que fue insultado de sus enemigos. Ea,
vamos, le decían unos, si te has jactado de des
truir el templo y reedificarle en tres dias , muestra
— 336 -
ahora tu poder, y líbrate á tí mismo de la cruz.
Otros replicaban : si has hecho tanto alarde de ser
Hijo de Dios y de haber confiado siempre en él,
¿por qué no viene ahora á librarte?
3.° La tercera circunstancia fue la pertinacia
de sus enemigos. No se le hubiera hecho difícil á
Jesús el amar á sus enemigos , si finalmente hu
bieran conocido y detestado su malignidad ; pero
era demasiado grande la obstinacion de estos im
píos. Los elementos, aunque insensibles , dieron no
obstante testimonio de la inocencia de Jesús. Se cu
brió de luto el cielo, se oscureció el sol, las piedras
se hicieron pedazos, el velo del templo se dividió
en dos partes, la tierra tembló y se sacudió. Fue
ron ellos testigos oculares de tales prodigios, mas
ni por eso cesaron de maltratarlo, y aun, enfure
ciéndose mas y mas contra el Señor , continuaron
en escarnecerle , maldecirle y blasfemarle : ni ce
saron de atormentarle sino cuando le vieron ya
muerto. Y sin embargo, Jesús lo sufrió todo con
una paciencia heróica ; y aun olvidándose de sus
dolores, y de tantas injurias como en tan crítica
situacion vomitaban contra él en su misma cara,
vuelto al eterno Padre peroró con él , y tomó por
su cuenta la causa de ellos, á fin de obtenerles el
perdon de su impiedad... ¿Y podrá hallarse amor
que se asemeje á este? No hubiera sido difícil á
Jesús amar á sus enemigos si hubiese previsto que,
al menos despues de su muerte , hubieran cesado
de aborrecerle ; pero ni aun este consuelo pudo
tener. Previó que la mayor parte de ellos harían
burla de todos aquellos milagros suyos que se ha
bían de hacer despues de su resurreccion ; previó
que perseguirían de muerte á sus Apóstoles , que
debian anunciar su nombre; previó que perseve
rarían en su pertinacia hasta la muerte, y que le
blasfemarían por toda la eternidad en el infierno
aun mas que los mismos demonios. Cosa muy dura
debía ser ciertamente para Jesús el amar á una
gente tan inicua y proterva ; con todo eso, en vez
de airarse y de pedir venganza de su muerte tan
dolorosa é infame, no dejó de amar aun á los mas
delincuentes, y de desear que su divina sangre
diese la vida á aquellos que tan bárbaramente la
habían derramado por darle muerte. . . Entra aquí,
alma mía, dentro de tí misma, y mira quiénes
son aquellos á quienes tú encuentras dificultad de
amar. ¿Son acaso testigos falsos, que te han acu
sado falsamente delante de un tribunal? ¿Son ti
gres que te han hecho beber en algunas ocasiones
hiél y vinagre de penas, trabajos, privaciones é
injusticias? ¿Son asesinos que están sedientos de
tu sangre, y quieren enclavarte en una cruz como
á Jesús? ¡ Ah! habrá alguno que tal vez te mire con
rostro torcido ; habrá alguno que dejará escapar de
su boca una palabra poco considerada : ¿y tendrás
22
dificultad en amar á estos, al ver que Jesús ama
aun á los mas despiadados verdugos? Coteja dete
nidamente tus enemigos con los de Jesús.
AFECTOS.
1.° Confusion. ¡Oh Jesús! ¡oh amantísimo
Jesús! Yo admiro vuestra magnánima caridad, y
á vista de ella conozco cuán débil es la mia. Vos
conservais en vuestro corazon un amor que se man
tiene firme en medio de todos los ultrajes. Vos , con
vuestra vista, divisais á aquellos que hace muchos
años abrigan en su pecho contra Vos un odio mas
que diabólico; á aquellos que os maldicen y blas
feman como si fueseis el mayor malhechor del mun
do ; á aquellos que han hecho gala de reduciros á
un tal estado, en que ni siquiera podais ser conoci
do; á aquellos que en medio del mas horrible des
trozo de Vos os burlan y os escarnecen. Vos los
veis con vuestros propios ojos, los oís con vuestros
mismos oidos, y os es bien conocido todo el odio y
toda la rabia de sus corazones, y todo esto no basta
para enfriar vuestro amor, ni vuestro corazon ad
mite sombra de enojo, ni vuestros labios profieren
una palabra de queja , ni vuestras manos se mue
ven a la venganza, antes á lodos los amais Vos, á
todos los estrechais en vuestro seno, por todos der
ramais vuestra sangre preciosísima, á ninguno ex
cluís de vuestro corazon. Tan fuerte y magnánimo
como estoes vuestro amor, ¡oh Jesús mio! ¿Y el
mio? ¡ Ay ! que es un amor que no merece este nom
bre, porque cualquiera pequeña injuria es sufi
ciente á debilitarlo, y alguna vez llega tambien á
extinguirle, y quizá convertirle en odio.
2.° Arrepentimiento. ¡Con qué yo soy un
hombre destituido de amor! ¡Oh qué triste y con
gojoso es este pensamiento! ¡Yo soy un hombre des
tituido de amor! y sin embargo ¿quién soy yo? Yo
soy una alma escogida entre millares y millares
para seguir á Jesús. Yo soy una alma cristiana,
que hace tanto tiempo que medita cada dia los
ejemplos de Jesucristo , el cual amó aun á los que
le crucificaron ; ¡y á pesar de todo esto, yo soy una
criatura destituida de amor! ¡Y esto despues de
tantos años como han pasado desde que soy cris
tiano, despues de tantas luces, gracias é inspira
ciones interiores, despues de tantos medios y oca
siones! ¡Oh! cuánta razon tengo de detestar mi
frialdad!
Punto 2.°
El amor de Jesús fue un portento de amor aten
didas las circunstancias en que amó á sus enemi
gos. Hasta ahora hemos considerado las circuns
tancias del odio, de la rabia y de la barbarie in
audita que mostraron contra Jesús sus enemigos.
Ahora pondera, alma mia, las circunstancias del
22*
— 340 —
amor que les mostró á ellos Jesús en el mismo tiem
po de su furor. La consideracion de estos dos pun
tos no dudo que te suministrará motivos podero
sísimos para admirar este amor tan estupendo.
La primera circunstancia fue el tiempo en que
oró por los que le crucificaban. . . Jesús debia ha
blar á muchos desde la cruz : á su eterno Padre,
para encomendarle su espíritu; á su querida Ma
dre , para confiarla á su discípulo Juan ; á Juan,
para encargarle el cuidado de su afligida Madre ;
á los circunstantes , para pedirles alivio en su ex
trema sed : mas ¿por quién se interesa primero
cuando habla? ¡Ah! espere aun la desconsolada
Madre, ceda el fiel discípulo, olvídese el propio in
terés , y diríjanse las primeras palabras á su eterno
Padre en favor de sus enemigos, implorando para
ellos el perdon : «Padre, perdonadlos. » ¡Oh amor!
¡oh qué prodigio de amor es este!
La segunda circunstancia fue la malicia de sus
enemigos, la cual crecía cada vez mas de punto,
cuanto mas ardiente se mostraba el amor de Je
sús... Parece que para obtener Jesús el perdon de
sus enemigos debia esperar que antes se recono
ciesen del grande exceso que habían cometido, y
que humillados y compungidos implorasen piedad
y misericordia. Mas de otro temple era su caridad,
la cual no le permitió esperar al reconocimiento,
sino que al instante se hizo su mediadora con el
- 341 —
elerno Padre para obtener de él les perdonase. Yo
amo, decia Jesús, y porque amo intercedo : amo
é intercedo en este mismo momento en que estoy
oyendo sus mofas y blasfemias, y veo su odio, y
experimento todos los efectos de su rabia y furor.
Los amo é intercedo por ellos, y por ellos ofrezco
toda mi sangre. . . ¿Qué dices tú , alma mia , á vista
de un amor tan fino?
La tercera circunstancia fue la excusa que alegó
Jesús en su oracion. . . No puede negarse que los
judíos habían cometido contra Jesús una injusticia
la mas atroz y execrable , queriendo que muriese
de la muerte mas cruel y mas extraña. Los mila
gros que habia obrado , y que ellos habían visto
con sus propios ojos ; la inocencia de su vida, co
nocida hasta por el presidente gentil ; las mismas
acusaciones que ellos habían inventado y que ha
bían producido en juicio, probaban hasta la evi
dencia su malignidad : no obstante esto, Jesús rue
ga por ellos, y en su disculpa alega su ignorancia,
diciendo : «Padre, perdónalos, porque no saben
'fio que se hacen ; » como si quisiera decir : Padre
mio, yo no digo que no hayan pecado, solo digo
que puede excusarse su impiedad : la ignorancia
tiene gran parte en ella, de otro modo nunca me
hubieran tratado asi; y por esto os ruego, Padre
mio , que los perdoneis como yo los perdono , y que
les ameis como yo los amo... ¡Oh prodigioso amor
— 342 —
de Jesús para con sus enemigos, que le llevó á
amarlos, y á amarlos así ! Alma mia , aprende tam
bien á amar tú á quien te ha ofendido, y si quie
res hacerlo , mira á tus enemigos con aquellos ojos
con que los miró Jesús desde la cruz , y se te hará
muy fácil. ¿Y qué descubrió Jesús en sus enemi
gos que pudiese inclinar su corazon á amarlos?
¡Ah! vió en ellos la debilidad de la naturaleza, in
clinada al mal desde su nacimiento : vió en ellos
una alma preciosísima , formada á su imagen y
semejanza, y llamada á la participacion de su glo
ria ; vió en ellos las altísimas disposiciones de su
eterno Padre, el cual cabalmente por las manos de
sus enemigos le ofreció el cáliz que le habia prepa
rado; vió finalmente aquel número exorbitante de
pecados , de los que él espontáneamente se habia
cargado para dar á la divina justicia la debida sa
tisfaccion, y que esta los castigaba en él por medio
de sus enemigos : y estos fueron los motivos efica
císimos que le estimularon para rogar con empeño
é interponerse con su eterno Padre, para obtener
les el perdon del grande exceso que habían come
tido.
AFECTOS.
MEDITACION XXVIII.
PRÁCTICAS.
MEDITACION XXIX.
De la Resurreccion de Jesucristo.
Punto 1.°
Cuanto fue grande y atroz la amargura de la
1 Si tamen compatimnr, ut ¡et conglorificemur. [Rom.
▼m, 17).
— 355 —
pasion de Jesucristo, tanto fue grande y apetecible
la felicidad y gloria de la Resurreccion. Cuatro
fueron las principales amarguras que experimentó
Jesucristo en su pasion, las cuales son : 1.* Dolo
res muy terribles en su cuerpo. 2." Extrema aflic
cion en el alma. 3." Ofensas inauditas en su ho
nor. 4." Una increíble malevolencia de sus enemi
gos. Ahora pondera, alma mia, las bienaventuran
zas en que se cambiaron estas amarguras.
1. ° Jesús resucitó con una admirable hermo
sura en su cuerpo. Para formar alguna idea de es
ta belleza, reflexiona, alma mia, en primer lugar
que si se pusiese á hacer las veces de sol el cuerpo
glorificado de cualquier escogido, despediría tal
luz que todo el mundo quedaría iluminado con
una claridad incomparablemente mayor que la de
aquel planeta tan luminoso. 2.° Si Dios reuniese en
un cuerpo solo las hermosuras de todos los escogi
dos juntos , tantas hermosuras juntamente desapa
recerían al punto al frente de la hermosura del so
lo cuerpo de Jesucristo ; y sin embargo , este es
aquel cuerpo que tres dias antes fue el blanco de
la crueldad y de la barbarie , y que no aparecía
sino como el cuerpo de un leproso.
2. ° Jesús resucitó con un gozo inmenso en su
alma. Para comprender este gozo, reflexiona, al
ma mia, que así como la amargura que experi
mentó el alma de Jesús en el huerto de Getsemaní
23*
— 356 —
fue tal, que sise hubiese distribuido entre todos
los corazones de los hombres hubiera sido suficien
te á dar á todos la muerte, así el gozo que experi
mentó en su resurreccion fue tal, que si se hubiese
comunicado á cuantos hombres hay en el mundo,
hubiera bastado á quitarles á todos la vida en fuer
za de la dulzura de que sus corazones hubieran si
do inundados y sumergidos. Tanto fue el gozo de
que se vio penetrada.
3. ° Jesucristo resucitó con una glorificacion
infinita en su honor. ¡Ah, qué mudanza es esta,
alma mia! Jesús, al presente, forma la gloria de
los Ángeles, los cuales descienden del cielo para ex
tasiarse con la gloria de su resurreccion. Él es la
alegría de los antiguos Padres, y todos se postran
arrodillados para honrarle y magnificarle como á
su Redentor... Él es el juez de vivos y muertos; y
así los escogidos como los condenados le adorarán
con reverencia en el valle de Josafat. . . Él es la co
rona de los predestinados, y no habrá ninguno en
tre ellos que no le bendiga incesantemente por to
da una entera eternidad. Sí, esta es la brillante
perspectiva con que en este dia se deja ver Jesús,
aquel Jesús que tres dias atrás fue burlado como
mentecato por un Herodes , mofado por los solda
dos como rey de escena , y enclavado en una cruz
como malhechor por los hebreos.
4. ° Jesús resucita con el placer de un amor
- 357 —
universal. Dejo aparte aquel amor en que ardían
por Jesús en este dia todos los espíritus bienaven
turados ; omito tambien el amor con que los Pa
dres del limbo se engolfaron en su santísimo cora
zon, para recrearse en él ; hablo solo del amor de
que están penetrados todos los comprensores del
cielo... Allí, por toda la extension de la eternidad,
no habrá un solo momento en que no piensen en Je
sús ; ni un punto en que no se derritan alabando
y bendiciendo á Jesús ; ni un instante en que no
amen tiernísimamente á Jesús...
AFECTOS.
1 . ° Complacencia de la gloria de Jesús. Aho
ra se ha acabado el padecer , ó Jesús mio ; ha ama
necido finalmente el dia de la gloria, y vuestro
santísimo cuerpo, hecho el ornamento de todo el
paraíso, resplandece mas que todas las estrellas
del firmamento. Vuestra alma está sumergida en
el gozo ; vuestro santísimo corazon es un mar de
placeres ; vuestro nombre se ve adorado del cielo y
de la tierra. Vos sois el gozo de todos los escogi
dos ; apasionadamente deseado de los viadores en
la tierra y de los comprensores en el cielo. Yo me
complazco sumamente de esta vuestra gloria y
bienaventuranza, y me complazco de ella mas
que si fuese mia. Me congratulo con Vos, con todo
el afecto de mi corazon. Gozaos enhorabuena esta
vuestra corona , y gozáosla eternamente. Justísimo
es que sea remunerado con tanta gloria, el que
con tanta fortaleza quiso morir por la gloria de su
eterno Padre.
2.° Deseo de una bienaventuranza semejante.
¡ Oh qué felicidad seria la mia si tuviese algun dia
la suerte de resucitar tambien así! ¡ Quién podría
jamás explicar mi gozo al mirar la hermosura del
rostro de Jesús con mis propios ojos , y oir sus amo
rosas voces, amarle y ser de él amado : estrechar
me con él , y ser de él abrazado ; estar ya siempre
en su compañía, y no ser separado de ella por to
da la eternidad! ¡Hora bienaventurada! tú eres el
blanco de todos mis deseos , tú el fin de todos los
afectos de mi corazon...
Punto 2.°
Santas reflexiones y resoluciones que deben sa
carse de esta meditacion. — Despues de haber me
ditado bien la resurreccion de Jesucristo, vuelve,
alma mia, la vista sobre tí misma, y aplícate á
ponderar las siguientes consideraciones :
Primera consideración. Cuanto es cierto que
Jesucristo ha resucitado glorioso del sepulcro, tan
to lo es que tambien tú resucitarás algun dia glo
rioso si imitas su ejemplo. . . Despues de haber pa
decido Jesús en su carne, dice el Apóstol, os ha
béis de armar tambien vosotros de semejantes sen
timienlos, sabiendo bien que aquel mismo que re
sucitó á Jesucristo, os resucitará tambien á vos
otros con Jesucristo... ¡Oh doctrina llena de con
suelo ! ¡ oh palabras capaces de desterrar del corazon
toda tristeza! ¡Con qué con estos ojos tuyos, con
que al presente Yes en la tierra, verás un dia el
paraíso! ¡con estas tus manos te abrazarás un dia
con Jesús! ¡con estos tus oidos oirás un dia las me
lodías de los Ángeles! ¡con esta tu boca gustarás un
dia las dulzuras celestiales! ¡con estos tus piés le pa
searás un dia sobrelas estrellas!
Segunda consideracion. Cuanto es cierto que
Jesucristo por su cruz y pasion obtuvo la gloria de
la Resurreccion , tanto lo es que no se halla mejor
medio para llegar á la misma gloria que la cruz y
la tribulacion. Así lo enseña nuevamente el Após
tol. Son palabras verdaderas : si morimos con Je
sucristo , si padecemos con él , reinarémos tambien
con él. ¡Oh Dios mio! ¿qué impresion me harán
entonces las aflicciones y las contradicciones pasa
das? ¡Oh bienaventurados dolores! diré yo enton
ces; ¡oh benditas aflicciones que me habeis ensal
zado á tanta gloria!
Tercera consideracion. Cuanto mas conforme
sea en los padecimientos, tanto mas semejante se
ré á él en la gloria de su resurreccion. Escucha otra
vez al Apóstol de las gentes diciendo : así como sois
compañeros de Jesús en la tribulacion, así lo se
— 360 —
réis en la consolacion. Nota bien, alma mia, estas
dos palabras: así como, así; porque significan,
que cuanto mas se padezca con Jesús en la tierra,
tanto mas se gozará con él en el cielo en la resur
reccion ; y cuanto mas graves sean los trabajos su
fridos con Jesús en la tierra, tanto mas espléndi
da será la gloria que se logrará en la resurreccion.
Á vista de tal verdad , ¿bajo qué aspecto se te pre
sentan, alma mia, las adversidades, los despre
cios, las desolaciones y las penas? ¿No son ellas
unas disposiciones las mas amorosas de Dios; los
medios mas eficaces para la santidad ; la mas be
lla herencia de Jesucristo ; la prenda mas cierta de
la resurreccion , y de su eterna é inmortal gloria?
Sí, lo son verdaderamente, porque así lo ha ense
ñado Jesucristo. ¿Y tú te afligirás y te llamarás in
feliz si te sobrevienen? ¡Oh , qué ceguedad seria la
tuya! Deberías mas bien elevar las manos al cielo
y bendecir la divina misericordia, si en eso fuese
liberal contigo. Y si los hombres mismos se levan
tasen contra tí , y te^cargasen de oprobios y de in
jurias, y le maltratasen de otras maneras las mas
extrañas, sabe, alma mia, que ellos serian pun
tualmente aquellos medios por los que Dios cum
pliría en tí sus amorosos designios ; ellos los que te
pondrían en la mano los mas hermosos medios pa
ra tu santificacion ; ellos los que te harían confor
me á tu Señor crucificado ; ellos los que acrecen
— 361 —
tarian tu gloria en el cielo, y te labrarían aquella
corona que llevarías eternamente en la cabeza. Sí,
sin la menor duda ellos cabalmente serian : así tam
bien lo enseña Jesucristo... ¡Yá estos los he mira
do yo como enemigos! ¡Ay! ¡ay perverso amor
propio! ¡Cuántas bellas y excelentísimas verdades
me has ocultado hasta ahora, y cuánto me has ale
jado y hecho desviar del camino de la santidad y
del seguimiento de Jesucristo !
AFECTOS.
1.° Fe. Así es. Jesús vive, ha resucitado de
la muerte ; él ha entrado en su gloria , y al presen
te goza en el cuerpo y en el alma un mar de pla
ceres. Sí, no puede dudarse; así lo creo, ó Jesús
mio, y lo creo así por haberlo dicho Vos, que sois
verdad por esencia. . . Mas : tambien yo viviré eter
namente si sigo á Jesús... resucitaré de la muerte,
y entraré en la celestial Jerusalen... y estos ojos
verán á Jesús mi Redentor; sí, estoy seguro de
ello, y lo creo, ó Jesús mio, porque Vos, verdad
eterna, lo habeis revelado... Mas, aun mas: yo,
en aquel punto, conseguiré el premio de todos los
padecimientos que haya sufrido. Por un dolor mo
mentáneo tendré una bienaventuranza eterna; por
una burla, una eterna gloria; por una breve tris
teza, gozos eternos. Sí, no hay duda alguna ; y lo
creo porque Vos, verdad infalible, lo habeis atesti
— 362 —
guado. . . ¡Oh fe santa, qué verdades tan estupendas
me2.°
descubres
Arrepentimiento.
, y cuánto consuelo
Mas esta
das áesplendidísi
mi corazon !
MEDITACION XXX.
Punto 1.°
Dios merece ser amado por la infinita bondad y
amor con que hasta ahora nos ha amado y favore
cido. Para ver el abismo de esta bondad y amor,
propondré sus circunstancias. Recoge tus pensa
mientos, alma mia, y fíjate cuanto puedas para
considerarlos bien...
1 .° La bondad y amor de Diospara contigo es
eterno. Así como Dios no ha tenido jamás princi
pio, sino que siempre ha existido en sí mismo, así
su bondad y amor para contigo, alma mia, no ha
tenido principio, y es tan antiguo cuanto lo es el
mismo Dios, esto es, eterno. Vé con tu pensamien
to á los tiempos pasados desde hace mil años y dí-
me : ¿qué eras tú entonces? Una mera nada. ¿Y
qué hacia entonces Dios? ¡Ah! él te amaba, y con
aquel mismo ardor que despues le impelió á der
ramar toda su sangre por tí. Concibe un tiempo
antes de la creacion del mundo, y vuelve á decir
me, alma mia , ¿qué habia entonces? Nada absolu
tamente; ni cielo, ni tierra, ni Ángeles, ni hom
bres ; nada, una pura nada. Y entonces Dios ¿en
qué se ocupaba? se ocupaba en amarte, y te ama
— 365 —
ba tanto que por tu amor crió el cielo y tierra, es
ta para que te sirviese de habitaoion en esta bre
vísima vida, y aquel para que reinases eterna
mente en la otra. Yé aun mas atrás, alma mia,
con tu pensamiento, y engólfate en la eternidad
antecedente lo mas que te sea posible, ydíme,
¿qué habia entonces? Nada sino Dios solo, infini
tamente glorioso é infinitamente bienaventurado en
sí y por sí mismo. ¿Y cuál fue su ocupacion en to
da aquella inmensa eternidad? Fue, si no lo sabes,
el amarte, y no hubo un momento en que no pen
sase en tí, y en que no estuviese determinado á
querer morir por tí, y á querer hacerte participan
te de todos sus bienes, de todas sus riquezas y de
toda su felicidad para siempre y eternamente.
¿Qué prodigio de bondad y amor no es este?...
2.* La bondad y amor de Dios hacia tí es ge
nerosa y magnánima. No es menester que recuer
des una por una las gracias que Dios te ha dispen
sado para persuadirte deesta verdad. Solo el mis
terio de la Encarnacion que te pusieses á conside
rar, bastaría para hacértela palpable. Imagínate
que un oficial de un príncipe que te haya robado
fraudulentamente y malgastado una gruesa suma
de oro que se le habia confiado ; que se halla con
vencido de ello , y por lo mismo que haya sido con
finado á un castillo á vivir entre lágrimas y sollo
zos hasta que haya restituido enteramente lodo
- 366 -
el hurto. Figúrate que un hombre rico y honrado,
para poner á este infeliz en libertad vende todos
sus bienes y satisface al príncipe, y despues, re
ducido á extrema mendicidad , se acoge al doloroso
partido de ponerse á trabajar en un taller para ga
nar con el sudor de su frente lo necesario para no
morir de hambre. ¿Qué prodigio de caridad no se
ria este?... Mas ¿sabes tú, alma mia, con quién
se ha obrado este prodigio? ¿Quién fue este mise
rable preso? ¿Quién el misericordioso salvador?
Piénsalo, alma mia, y pondéralo atentamente...
El 3.°
hombreLa es
bondad
el preso,
de Dios
y el hácia
Verbo tieseselpaciente
salvador.y
AFECTOS.
1.° Confesion y admiracion del amor de Dios.
Todas vuestras cosas, Dios mio, lodo vuestro ser
y obrar es admirable ; mas sin embargo, ninguna
cosa me lo parece tanto como el amor con que me
distinguís. ¡Ah! ¿y qué amor es ese vuestro? Vos
sois un ser infinito , que no ha tenido principio ni
tendrá fin; el tiempo de vuestra vida no es menos
que una entera eternidad pasada, y en este inmen
— 368 —
so espacio no hubo ni un momento en que yo no
fuese el objeto de vuestro amor. Me amasteis con
un amor eterno , me amasteis con un amor mas ac
tivo y fuerte de lo que se puede decir; porque
¿hasta dónde no os ha conducido vuestro amor ha
cia mí? Vos descendisteis del cielo á la tierra, y
nacisteis como un pobre niño en un establo de bes
tias , tuvisteis una vida trabajosa y afanada , os ga
nasteis el sustento con el sudor de vuestro rostro,
y finalmente, terminásteis vuestros dias colgado en
una cruz como un malhechor. ¿ Quién os apretó á
hacer tanto por mí sino el amor? Sí , Vos me amas
teis con un amor pacienüsimo, y bien que yo hu
biese cometido una multitud innumerable de peca
dos, y hubiese abusado de infinitos medios que me
teníais preparados, y hubiese despreciado un nú
mero sin número de vuestras misericordias , con
todo eso , tantas indignidades mias no fueron pode
rosas para extinguir vuestro amor, y ni aun si
quiera para enfriarlo. Me amais tambien al pre
sente , y me amais con aquella ternura con que me
habeis amado por toda la eternidad. ¡Oh Dios ad
mirable! ¡oh Dios de amor y de misericordia in
mensa! ¡Ah! cuánta verdad es que Vos mereceis
que yo os ame, y que os ame con todas mis fuer
zas ; y si pudiese quisiera amaros con un amor in
finito , ya que con este amor mereceríais que yo os
amase!
— 369 —
2.° Arrepentimiento y amor. Sí, ¡con qué
así he sido yo ingratísimo para con Dios por no ha
berle amado con todo mi corazon! Lo conozco, lo
confieso, ó fidelísimo amante mio y Dios mio, mi
Señor, mi Padre y mi todo. Veo mi monstruosa
ingratitud, y la detesto sumamente. He amado á
los que han sido generosos conmigo solo de pala
bra, y no he amado á Dios, á quien soy deudor
de todo lo que soy, y de todo lo que poseo. He
amado á los que nada han hecho por mí , y no he
amado á Dios, el cual ha llegado hasta el extremo
de morir en la cruz por mí. Sí, reconozco mi in
gratitud , la detesto , y me arrepiento de ella. Al
presente tengo otros sentimientos, otros deseos.
Habeis vencido, ó divino Amante, habeis venci
do; mi corazon no será ya mio : yo os le doy irre
vocablemente para siempre y por toda la eternidad.
Sí, os amaré desde ahora en adelante, os amaré á
Vos solo , y os amaré con tanta mayor fuerza é in
tension en adelante, cuanto he tardado en amaros
en el tiempo pasado. . .
Punto 2.°
Dios merece ser amado por lo que en su infinita
bondad y amor está dispuesto á hacer contigo en
adelante. ¿Qué es lo que Dios está dispuesto á ha
cer contigo en adelante, alma mia? ¡Ah! Él está
dispuesto á dársete todo á sí mismo para que lo po-
U
— 370 —
seas eternamente. Si no 'entiendes la grandeza de
este don, de este portento de amor, recoge todas
tus potencias, y esfuérzate como puedas á profun
dizar un misterio que es el mas consolador entre
los misterios de nuestra santa Religion.
1 . ° Poseer á Dios, quiere decir llegar al colmo
de todos los deseos. En el punto que el alma se
separa del cuerpo, una luz sobrenatural, una cla
ridad sorprendente la hace conocer que Dios es su
sumo y único bien , y su suma y única felicidad. Á
esta luz sucede inmediatamente un deseo tan im
petuoso de gozar este único y sumo bien , y esta
única y suma felicidad, que el estar privado de él
forma en el infierno la pena mayor que sufren los
condenados... Pues Dios, para satisfacer este de
seo tan vehemente, une íntimamente á sí al alma,
y dándola á gozar todo el abismo de su divinidad,
hace que experimente en un instante una satisfac
cion infinita, y quede sumergida en un océano de
placeres. ., -
2..° Poseer á Dios, quiere decir contemplar á
Dios y amarle. No habrá un momento en toda la
eternidad en que el alma no vea áDios, y viéndo
le no descubra los infinitos tesoros de su omnipo
tencia, bondad, hermosura y otras perfecciones,
que la arrebatarán en un éxtasis infinitamente de
te
licioso.
en que. . Por
no se
toda
sienta
la eternidad
encendida
no siempre
habrá uneninstan-
nue- 1
— 371 —
vas llamas de amor , que con un gozo infinito la
elevarán á su divina esfera.
3. ° Poseer á Dios, quiere decir tener una infi
nita felicidad. La felicidad con que serás bien
aventurada en el cielo, alma mia, será la misma
con que es bienaventurado el mismo Dios. Sí, en
tiéndelo bien ; tú gozarás los mismos placeres, las
mismas dulzuras, los mismos contentos que goza
Dios. Mas¿dequé grandezaseránestos?Escucha, al
ma mia, una estupenda pero incontrastable verdad.
Un solo ligero choque de aquella eterna felicidad,
seria bastante para colmar a todos los condenados
de un gozo incomparablemente mayor que el do
lor de todas las penas que al presente padecen. Una
sola pequeña muestra de aquella interminable bien
aventuranza
dancia en alegría
bastaría
á todos
paralos
anegar
escogidos.
con superabun^-
Una goti-
AFECTOS.
MEDITACION XXXI.
Punto 2.°
Dios merece ser amado por ser único bien . Esta
es una verdad importantísima, alma mia, y bien
meditada
tro corazon
tiene
á Dios
toda, lay fuerza
consistepara
en atraer
esto : todo nuas-
, AFECTOS.
88*
— 388 —
, MEDITACION XXXII.
Punto 1.°
Uno de los medios mas poderosos que nos ha
dado Dios nuestro Señor para alcanzar y aumentar
la gracia y el divino amor, es sin duda la devocion
á María santísima. La razon es evidente. Todo lo
tenemos por Jesús, y como María es su madre,
todo lo que quiere alcanza. Jesús es como el de
pósito de todas las gracias, y María es el canal por
donde se nos comunican; y este precioso canal ve
mos que siempre está arrimado al depósito; esto
es, María siempre está con Jesús, en Belen, en
Egipto, en Nazaret, en Jerusalen, en las bodas del
Caná, en el Calvario y en el cielo, á la derecha
de su mismo [lijo, que es el Rey de reyes y Señor
de señores. Para acertar en la verdadera devocion
á María santísima has de considerar tres cosas , á
saber : quién es esa Señora ; qué beneficios has re
cibido y debes esperar de ella; y en qué consiste
esta verdadera devocion. ¿Quién es María santísi
ma? ¡Ay, difícil pregunta! Solo Dios conoce bien
quién es María santísima, dice san Bernardino.
Sin embargo , debes saber que María es una gran
Señora, concebida sin mancha de pecado original,
llena de gracia y de virtudes, Virgen y Madre de
Dios, Reina de cielos y tierra, y abogada de pe^
cadores. , , , ,
1.° María es una gran Señora, concebida sin
mancha de pecado original. En efecto , es Seño
ra; la misma palabra María quiere decir señora;
con este nombre la llama el Ángel cuando le dice:
no temas, María, porque has hallado gracia en los
ojos de Dios; para que se vea que su nombre no es
de capricho de los padres, sino dispuesto por Dios
con grande acuerdo , pues que la santísima Trini
dad la crió y le impuso el nombre de María, para
que fuese Hija del eterno Padre, Madre del eterno
— 390 —
Hijo, Esposa del Espíritu Santo, y Señora de to
do lo criado. La dignidad de Madre de Dios es una
dignidad casi infinita , dice santo Tomás, por ser
Madre de un ser infinito, que es Dios; y criándo-
la el Señor á este fin la preservó del pecado origi
nal , la adornó con todas las gracias de que es po
sible una criatura, la enriqueció con las virtudes y
méritos, le confió el tesoro de las misericordias, y
la hizo dispensadora de ellas.
2.° María es distinguida por Dios con todos
los privilegios, y condecorada con todas las prero-
gativas. Es Madre sin dejar de ser Virgen , y Vir
gen singular, Virgen por antonomasia, y como di
ce el Evangelista, el nombre de la Virgen es Ma
ría. Ella es Reina del cielo y de la tierra, es Reina
de los Ángeles, Reina de los Patriarcas, Reina de
los Profetas, Reina de los Apóstoles, Reina de los
Mártires, Reina de los Pontífices y Confesores, Rei
na de las Vírgenes y de lodos los Santos. Si aquí
se presentara una señora que fuese reina de todos
los reinos é imperios del mundo, ¡cuánto seria ad
mirada y venerada! Mas debes, alma mia, vene
rar á María santísima , que es Reina universal del
cielo y de la tierra : en el cielo , en la tierra y en el
infierno doblan la rodilla al dulcísimo nombre de
María, por ser Madre de Jesús; y lo que se debe
á Jesús por naturaleza y méritos , esto mismo se
da á María santísima por gracia.
— 391 —
3.° María es destinada para Madre y aboga
da de los pecadores. El Verbo eterno se encamó,
se hizo hombre, se hizo nuestro hermano, y co
mo hermano quiere que tengamos un mismo Pa
dre que él y una misma Madre. Ya nos habia da
do Padre; ya nos habia dicho : cuando orareis, di
réis: Padre nuestro que estás en los cielos; y des
pues nos da á su Madre por madre nuestra: Béaquí
tu Madre. Sí , María en Belen parió á su Hijo pri
mogénito, y en el Calvario parió á los segundogé
nitos , que somos todos los discípulos de Jesucristo,
figurados en el discípulo amado. Quiere que esta
misma Madre suya y nuestra sea la abogada in
mediata, á quien confiemos nuestras causas, y ella
las presentará a Jesús, que es el abogado que te
nemos con Dios Padre. ¡Oh qué confianza lan gran
de debemos tener!...
AFECTOS.
1.° Accion de gracias. Infinitas gracias os
sean dadas, ó Trinidad beatísima, por haber cria
do á María santísima sin pecado, por haberla hon
rado con tantas gracias y prerogativas, y habér
nosla dado por Madre y abogada nuestra. No po
demos, Dios mio, daros las gracias que se os de
ben por ese grande y admirable favor, y suplica
mos a Vos, Virgen santísima, Madre y abogada
nuestra, que Vos las deis por nosotros.
2.° Alabanza y ruego. Dios te salve, María,
llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita
eres entre todas las mujeres , y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores , ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amen Jesús.
Punto 2.°
Una de las virtudes mas agradables á Dios y á
la santísima Virgen, y mas útil á los hombres, es
sin duda la gratitud. Esta verdad la vemos com
probada por el Antiguo y Nuevo Testamento, y por
la misma naturaleza. Cuando libraba Dios á su pue
blo de males y les hacia beneficios, les exigia el
tributo del agradecimiento, y para que no se olvi
dasen fácilmente les hizo guardar las doce piedras
que cogieron en el Jordan, y una porcion de maná
se custodiaba dentro del Arca. En el Nuevo Tes
tamento vemos que Jesucristo se manifestó compla
cido con el extranjero que , al verse curado de la
lepra , le vino á dar gracias ; y se quejó de los nue
ve curados igualmente , pero que no fueron agra
decidos. Y aun vemos en la naturaleza que los ani
males son agradecidos á quien les hace bien: los
árboles dan fruto á quien los planta, y la tierra
corresponde generosa á quien la cultiva.
La gratitud es tan apreciada que no solo se ve
con ella pagado el bienhechor, sino que además se
siente como obligado á dispensar nuevos favores.
Hé aquí la razon por que todos hemos de ser muy
devotos de María.
1 . ° Por los muchísimos y grandes beneficios que
hemos recibido. Dice san Bernardo , que Dios dis
puso que todo lo tuviésemos por María. Y san Ger
man añade , que nadie se salva sino por María, que
intercede por nosotros y nos alcanza los méritos de
Jesucristo , Hijo suyo , y Redentor y Salvador nues
tro. Nadie se libra de males sino por María, y nin
guno alcanza favores 6Íno por María.
Las luces é inspiraciones que tan á menudo reci
bes , piensa que son beneficios que te vienen por
intercesion de María. Si no has caido en pecado
mortal , ó no has cometido mayor número de faltas
ó mas graves, gracia es de María. Si no te has
muerto en pecado , y no te hallas actualmente en
los infiernos, gracia es de María. Si Dios te con
serva la salud y la vida, sien cada instante te dis
pensa grandes favores, piensa que es por interce
sion de María. No hay madre tan solícita para pre
servar k sus hijos, como lo es María de preservar
á sus devotos de todo mal y desgracia.
No solo, alma mia, te debe mover al agradeci
miento y á ser devoto de María la multitud de be
neficios que has recibido de María, sino tambien
los muchísimos que debes esperar, y que la Virgen
María te concederá , si eres fiel y verdadero devoto
— 394 —
suyo. Tú no puedes dudar ni de su poder, ni de
su piedad y volunlad. Como Madre de Dioses po
derosísima, y como madre luya le quiere todo
bien : por eslo con razon y en verdad es el refugio
de los pecadores, el consuelo delos afligidos, la sa
lud de los enfermos, la madre de la misericordia y
de la divina gracia. Ella ruega por tí ahora y siem
pre, y especialmente rogará por tí en la hora de tu
muerte, y te alcanzará y te concederá en loda oca
sion cuanto has menester.
Con especial providencia dispuso Jesucristo que
el primero que santificó en la ley de gracia, que
fue el Bautista , y el primer milagro que obró , fue
sen por intercesion de María, su madre, cuando
visitó á su prima santa Isabel , y cuando asistieron
en las bodas de Caná, en que convirtió el agua en
vino; para que entendieran los discípulos y todas
las gentes el corazon compasivo de María, y cuán
poderosa es su intercesion para alcanzarnos todas
las gracias espirituales y corporales , temporales y
eternas. Acerquémonos, pues, con confianza á
nuestra madre María, como á trono que es de la
gracia, para que consigamos la misericordia.
AFECTOS.
1.* Confianza. Tres motivos tienes, alma
mia, para confiar en María santísima: 1.° Es tu
madre; el Criador ha impreso muy fuertemente en
— 395 —
lodo corazon maternal la ley de amar á sus hijos,
y cuanto es mayor la necesidad de estos, tanto es
mayor y mas solícito el amor y afan de la madre
para con ellos , como lo vemos por experiencia en
todas las madres racionales é irracionales, aun en
tre las fieras. Pues ¿qué hijo y devoto de María no
confiará en su madre María , siendo ella tan buena
madre, y el hijo tan necesitado y en necesidad tan
apremiante y de tanta trascendencia , cual es de sal
vacion ó condenacion eterna? 2.° María , aunque no
fuera Madre nuestra, es de un corazon muy bueno
y muy compasivo, y esto solo le bastaría para so
corrernos , como vemos que lo hacen aquellas bue
nas señoras que por su buen corazon socorren á to
dos. 3.° Tiene precepto de Jesús, y encargo de tes
tamento, que le hizo antes de espirar en la cruz:
aunque no fuera nuestra madre , aunque no fuera
de corazon tan bueno , basta que tenga el precepto
de Jesús , que por cierto nos socorrerá y cuidará
de nosotros como de hijos muy queridos.
2.° Propósito. Madre mia , acordaos que sois
mi madre , y haced que yo me acuerde que soy
vuestro hijo. Sí, yo me acordaré, y á Vos invoca
ré, á Vos acudiré en todos mis apuros y necesida
des de alma y cuerpo, y espero que Vos me saca
réis con bien de todas ellas. Amen.
- 396 —
Punto 3.°
MEDITACION XXXIII.
Punto 1.°
Debes saber, alma mia, que Dios es el mismo
amor, Dios es caridad; esta virtud es la mayor de
las virtudes, es mas que la fe y que la esperanza;
es como el sol entre los astros , y como el oro entre
los metales; ella da vida á todas las virtudes, y sin
ella ninguna accion tiene valor ni merece para el
cielo, aunque sean las obras mas heróicas.
Ese amor ó caridad es como un centro de don
26
— 402 —
de salen los rádios, ó un vértice de donde ar
rancan dos líneas, que la una se dirige á Dios y la
otra al prójimo. En estas dos lineas, ó en estos dos
preceptos, está contenido cuanto han dicho los Pro
fetas y la Ley. Con el amor de Dios se conoce el
amor que se tiene al prójimo , y el amor que se tie
ne al prójimo revela el amor que se tiene á Dios;
porque el que dice que ama á Dios y no ama á su
prójimo , esle falta á la verdad , porque es imposible
que ame á quien no ve , que es Dios , el que no
ama á quien ve, que es su hermano. Debes con
siderar detenidamente , alma mia, acerca de este
amor ó caridad para con tu prójimo, en tres cosas.
l.° Qué es esta caridad. La caridad es una
virtud universal que abraza á todos, á naciona
les y extranjeros, á amigos y enemigos; á todos
se extiende, á todos abraza, y á todos hace bien :
por tanto aquellos que limitan su amor á sus com
patricios , á los de su nacion , y á los de su ge
nio, amigos ó parientes, y no se cuidan de amar
á los demás , esos tales no tienen caridad verda
dera.
2 . ° Cuáles el carácter de esa virtud. El Após
tol la explica en estas palabras : La caridad es pa
ciente, benigna; se alegra de los bienes ajenos co
mo de los propios; no se indigna con nadie, ni de
nadie habla mal ; á todos hace bien y de todos se
compadece; socorre cuanto le es posible las necesi
dades de todos ; procura y promueve el bien , y con
todas sus fuerzas impide el mal; en una palabra, la
caridad anima y hace practicar con gusto todas las
obras de misericordia, corporales y espirituales.
3.° Debes examinar de qué espíritu estás ani
mado cuando amas á tu prójimo; si te mueve el
amor de Dios, ó mas bien tu amor propio. Quizá
hallarás que ni aun así lo amas; tal vez encontra
rás envidia en lugar de caridad , rencor en lugar
de amor : mira si te entristeces en las prosperida
des de tu prójimo , y te alegras en sus desgracias y
adversidades. De la abundancia del corazon habla
la boca, dice Jesucristo: por tanto, si tu corazon
está lleno de amor y caridad para con tu prójimo,
hablarás bien de él; pero si está vacío de caridad,
y abriga alguna maligna pasion de envidia, rencor
ó mala voluntad , al momento hablarás mal de él :
ya murmurarás , ya criticarás , ya ridiculizarás,
exagerarás sus faltas y disminuirás su mérito, cuan
do no lo niegues del todo ó lo atribuyas á una mala
intencion. La persona envidiosa ó falta de caridad es
como la araña, que saca veneno de las mismas flo
res de donde las abejas sacan miel. Las personas en
vidiosas, destituidas de caridad, son como aquellas
moscas grandes ó moscones que siempre andan á
caza de mataduras , y cuando dan con alguna se de
tienen con mucho placer á chupar el pus : así se co
nocen las personas envidiosas y destituidas de cari
26*
— 404 —
dad en el modo de indagar las faltas del prójimo y
murmurar de ellas : miserables , se complacen y de
leitan en revolver tales miserias. Ya ves , pues , al
ma mia; debes tener caridad y así imitarás á las
abejas; forma el rico panal, que será para tí de
grande utilidad , al prójimo de edificacion , y de la
mayor gloria de Dios.
AFECTOS.
1 . ° Propósito. Os doy palabra , Dios mio , que
haré todo el bien que pueda á mi prójimo con limos
nas, consejos, oraciones y buen ejemplo; y además
sufriré con paciencia y humildad sus flaquezas , su
genio y todo lo que me pueda molestar, y nunca
murmuraré ni me quejaré de las ofensas que me ha
ga, le perdonaré y rogaré por él, á imitacion de
Jesucristo , Hijo vuestro y mi soberano Maestro , á
quien quiero seguir é imitar.
2. ° Súplica. Jesús mio, dadme gracia para
poder practicar las virtudes que Vos os habeis dig
nado enseñarme con palabras y ejemplos , singu
larmente la caridad , que tanto nos habeis recomen
dado.
Punto 2.°
AFECTOS.
1.° Resolucion. Conozco que la caridad es
- 408 —
una virtud tan necesaria , que sin ella no puede ha
ber sociedad. Estoy bien convencido de los motivos
poderosísimos que tengo para practicar esta vir
tud, y así, Dios mediante, me ejercitaré en ella
cuanto pueda.
2.° Súplica. Dadme gracia, Jesús mio, para
ser caritativo con mi prójimo , que le auxilie cuanto
pueda, y que nunca jamás le dé que sentir con mis
desórdenes y altiveces; que le hable siempre con
afabilidad y dulzura, y nunca con palabras agrias,
rústicas y de menosprecio; que me compadezca de
sus penas y trabajos, y que los remedie cuanto
pueda.
Punto 3.°
AFECTOS.
1. ° Súplica. Dadme, Dios mio, aquella cari
dad paciente, que por nada se altera; aquella cari
dad bienhechora, que á todos hace bien; aquella
caridad universal, que á ninguno exceptúa.
2. ° Resolucion. Nunca me enfadaré con mis
prójimos. Si alguna vez me siento enfadado, calla
ré hasta que se me haya pasado aquella incomodi
dad. Nunca hablaré mal de nadie. Ni escucharé á
los que dicen mal del prójimo. Haré á todos el bien
que pueda, con la ayuda de Dios nuestro Señor y
proteccion de María santísima.
MEDITACION XXXIV.
Punto 1.°
Considera primeramente , que tanto mas estima
ble y precioso es un don , cuanto mayor en sí , mas
crecido el afecto de la persona que le da , y mas
ventajas y utilidades nos proporciona. Estas tres
circunstancias concurrieron en sumo grado en la
dádiva inestimable que nos hizo el Señor de su
cuerpo y sangre en el santísimo Sacramento.
La grandeza del don no pudo subir mas de pun
to, porque fue como el sello y muestra mayor de
- 413 —
todos los beneficios , comunicando en él á cada uno
de los fieles todos sus bienes y tesoros , cuerpo, san
gre, alma y divinidad , con todos sus méritos, gra
cias y virtudes, y con invencion tan maravillosa,
que ni al entendimiento del mas encumbrado Sera-
fin le hubiera ocurrido por toda la eternidad pro
digio tan estupendo , fineza de amor tan extrema
da; de suerte que con ser Dios infinitamente sábio,
bueno y poderoso , no puede en esta vida darnos
bien y tesoro que valga mas.
AFECTOS.
1 . ° Gracias. Gracias os doy , amantísimo Se
ñor y Dios mio, de vuestra infinita liberalidad pa
ra con esta vil criatura , confundiéndome al mismo
tiempo de haber sido hasta ahora de mi parte tan
mezquino para con Vos. Pero con pesar y arrepen
timiento os pido humildemente que añadais á este
soberano favor el de concederme un espíritu y co
razon nuevo, para que en adelante le estime como
es justo , y corresponda á tan señalada merced con
todo amor y fidelidad.
2. ° Súplica. ¡Oh Virgen María! cuando Vos
oísteis del Arcángel que érais la destinada para la
grande dignidad de Madre de Dios, quedásteis con
fundida. ¿Cómo quedará mi alma al oir y saber
que Jesucristo, Hijo del eterno Padre é Hijo de
vuestras virginales entrañas, que está en el santí
— 414 -
simo Sacramento, quiere venir á mi pobre cora
zon? Alcanzadme, Madre mia, un corazon manso
y humilde como el vuestro ; á fin de poder alber
gar á Jesús, que tanto gusta habitar en los cora
zones así dispuestos. Ayudadme, asistidme y acom
pañadme, Madre mia.
Punto 2.a
AFECTOS.
1. ° Reprension. ¿Y cómo es que tú corres
pondes á tan gran merced con tanta frialdad, ó por
mejor decir, ingratitud y perfidia? ¿Cómo, ha
biendo tenido muchas veces este fuego divino den
tro del pecho, todavía no arde en él la llama celes
tial? Conoce tu miseria, llórala con amargura , rea
nima tu espíritu con actos repetidos de contricion,
de fe, de esperanza y de caridad , y pide al aman-
tísimo Jesús que se digne visitarte de nuevo con su
presencia, para que unido con él íntimamente en
la sagrada Comunion , perseveres hasta la muerte
en su amistad y gracia, y despues en el cielo le
goces y bendigas por todos los siglos.
2. ° Resolucion. Veo , Señor , que el amor es
fuerte como la muerte ; el amor os obliga á sufrirlo
Iodo , á pasar por todo. Yo me resuelvo á entre
- 416 -
garme enteramente á Vos; ya no- viviré yo, sino
que Vos viviréis en mí; yo estaré muerto al mun
do y á mí mismo. Viva Jesús, viva Jesús, viva
Jesús.
Punto 3.°
Consideremos últimamente, almamia, las utili
dades y ventajas que nos proporciona este pan di
vino, llamado Comunion, entre otros motivos, por
que en él comunica el Señor á cada uno de los fie
les que le reciben en gracia, el tesoro de virtudes,
dones y merecimientos ganados en su santísima vi
da, pasion y muerte, descubriendo con esta fineza
no solo el amor con que dió su vida por lodos , sino
la pronta y generosa voluntad con que de nuevo
moriría por la misma causa, si fuese menester. Y
como si para salvarnos fuera poco haber ofrecido
una vez su sagrado cuerpo en el ara de la cruz , le
multiplica prodigiosamente innumerables veces ca
da dia en el altar por ministerio de los sacerdotes,
con el mismo fin. Ni satisfecho con participarnos los
dones de su gracia por los demás Sacramentos y
otros canales de beneficencia y misericordia, viene
personalmente, y de su propia mano nos colma en
este de celestiales riquezas, iluminándonos el en
tendimiento, inflamándonos la voluntad, mitigan
do el ardor de nuestras pasiones, reformando nues
tros sentidos, y dejándonos hasta en la misma car
— 417 —
ne la semilla de la inmortalidad , con que resucite
mos algun dia para vivir eternamente.
AFECTOS.
1. ° Admiracion. ¡Oh Dios mio! ¡cuán ad
mirable os habeis mostrado en este compendio
de vuestras maravillas , argumento de entrañable
amor, y prenda segura de eterna felicidad! Y yo
¡cuán ingrato á tan alto beneficio! ¡cuán escaso y
mezquino para quien no se cansa de ser mi libera-
lísimo bienhechor! ¡Qué poco fruto he sacado del
uso y frecuente participacion de esta fuente de to
dos los bienes! ¿Y qué digo fruto, si cada vez soy
peor, cada vez mas indevoto, mas vano, mas im
paciente, mas interesado, mas ansioso de los pla
ceres de la tierra? Con gran confusion lo confieso
en vuestro divino acatamiento. Baste ya de ingra
titud, baste de perversidad y dureza de corazon.
Ayudadme con vuestra gracia poderosa; triunfe en
mí vuestro amor; y ya que para ser alimento de
mi alma obrais tantos milagros en este admirable
Sacramento, encended hoy en mi pecho la hoguera
de vuestra caridad , con la que siempre viva en gra
cia vuestra, y despues en la gloria os goce y glo
rifique por toda la eternidad. Amen.
2. ° Súplica á María santísima. ¡Oh Madre
mía, alcanzadme el vino del divino amor que á mi
me falta ; decidle á vuestro Hijo que está en el santí-
27
— 418 —
simo Sacramento: Hijo mio, este pobrecito no tiene
vino; y estoy seguro que lo alcanzaré. Alcanzadme
tambien la fe de san Pedro, el amor de san Juan,
el celo de Santiago , y la devocion de los demás
Apóstoles. Adornadme, Madre mia, con aquellas
virtudes que Vos sabeis he menester para acer
carme del mejor modo posible al santísimo Sacra
mento.
MEDITACION XXXV.
De la perseverancia.
Punto 1.°
¡ Qué dicha es la tuya , ó alma mia ! Ahora sí que
puedes llamarte feliz. Has buscado al Señor en es
tos dias de retiro, y le has hallado: te ha entrado
en su casa el que te ama, y abriéndote los brazos
de su misericordia, te ha dado [asiento en medio
de su corazon. Pero en recompensa de tan grande
amor y de tantas finezas como ha usado contigo,
quiere que le abras tú el tuyo, y que agradecida
1 Apoc. ni.
87»
— 420 —
le dés un abrazo tan estrecho que no le sueltes ja
mas. Injuria la mas atroz le harías si te separabas
de su amada y escogida familia, y cargarías con
aquel terrible ¡ay! del profeta Isaías: ¡Ay de los
hijos desertores M
¡ Ay del que no persevera en el Señor! ¡ay del
que abandona su servicio! ¡Qué ingratitud! ¡qué
maldad! ¡Pasmaos, cielos! Despues que por un ex
ceso de su amor ha perdonado Dios á un pecador
y le ha restituido á su gracia , si este es bastante
atrevido para ofenderle gravemente*, le dice á Dios
con descaro , si no con palabras , á lo menos con sus
obras: «No conozco vuestros favores; me desen-
« tiendo de vuestro amor ; estoy cansado de vuestro
«servicio, y así no quiero serviros mas; Satanás
«será mi dueño, en sus brazos me echo, yo soy
«su esclavo: muera Jesús, viva Satanás... »
¿No te estremeces, alma mia, al oir este len
guaje? ¿no te llenas de horror? ¿será posible que
no lo sientas allá en el fondo de tu corazon? ¿Dón
de puede caber una ingratitud tan negra, una ale
vosía tan inaudita , y un orgullo tan insensato?
¡Oh buen Dios! no es extraño que corran por los
caminos de la iniquidad los que no os conocen ;
no es extraño que sigan los embelesos de sus
desenfrenados apetitos los que no han gustado
Punto 2.°
Pero es necesario, alma mia, que te prepares
para la tentacion, porque tienes que andar por un
camino estrecho y áspero , y cercado de crueles
enemigos. El mundo , el demonio y la carne van
ya parapetándose por los dos lados del camino del
cielo que emprendes; ya te han observado y cono
cen tus intentos; te arman celadas, y te embesti
rán á la primera ocasion que se les presente.
El mundo, ¡oh qué escándalos, qué embustes,
qué halagos, qué embelesos va ya preparando pa
ra seducir tu corazon! Y cuidado, que está tan
diestro en este oficio, que ya cuenta como seguro
su triunfo. Mas ¡ay! si su intento le sale vano por
este lado, ¡qué lluvia de chanzas, de mofas, de
calumnias y de crueles persecuciones va á hacer
que caigan sobre tí! Te arrastrará á los tribunales
de la crítica, donde serás juzgada sin que se oigan
tus descargos, y serás condenada sin compasion ;
por las calles te señalarán con el dedo; en las tertu
lias y corrillos se despedazará tu honor ; serás tal vez
silbada; y serás la fábula y el asunto de las diver
siones de los mundanos. Y tú ¿qué harás? ¿desistí
— m —
rás por esto de tu empeño? ¿sabrás á tu vez reírte
del mundo como de un verdadero loco, y resistirá
sus ataques?
Mas cuando esto hicieres, ¿ignoras que el de
monio esforzará á los mundanos, les dará trazas
para vencerte, y si esto no puede, les hará crue
les contra tí? Tu mismo padre, tu marido, tu her
mano , tus amigos quizás serán los peores instru
mentos de que se valdrá: bramará en boca de to
dos, y de todos se valdrá para devorarte. ¡Oh, qué
valor tan heroico te será necesario , y qué cons
tancia ! ¿ Y de dónde lo sacarás ? ¿ Ño ves cuán
flaco eres, y cuán débil tu carne? Pues precisa
mente este es el flanco por donde sin duda te ata
cará, y por donde piensa rendirte. Vendrá y cor
rerá el espíritu, porque es pronto ; mas ¿de dónde
sacará tantas fuerzas? ¿cómo podrá resistir y triun
far? ¿Cómo? Oye: vela, y vela continuamente,
Y ora sin cesar, como te dice Jesucristo en su
Evangelio, porque lo que para tí es imposible es
muy fácil para Dios; y si Dios está por tí, ¿qué
podrán contra tí todos tus enemigos? Pero no te
descuides por tu parte; haz lo que puedas , que así
obligarás al Señor á que te ayude. ¿Te aborreced
mundo, quiere envolverte en sus ruinas? Aborré
cele tú tambien, huye de sus secuaces, sal de Ba
bilonia para que no te envuelvan sus tinieblas. ¿El
demonio ruge furioso , da vueltas á tu alrededor
— 427 -
buscando la ocasion de devorarte? Vive en una
perfecta sobriedad y vela de continuo , te dice el
apóstol san Pedro, y armado con el escudo de la
fe resístele con fortaleza, porque sabido es que el
demonio es muy valiente con los cobardes, pero
con las almas valientes y generosas es la misma co
bardía. ¿La carne quiere sujetar al espíritu? Es
fuerza el espíritu , crucifica tu carne y sus concu
piscencias con la mortificacion y penitencia, y la
sujetarás. Así será legítima tu pelea, y vencerás, y
ceñirás la inmortal corona: Sé fiel hasta la muerte,
y yo te daré la corona de vida, te dice el Señor \
Mas ¡ay de mí , que al empuje de una ligera mi
rada, dice san Agustín , caen los empinados cedros
del Líbano , de quienes no se temia mas que de
los Ambrosios y Jerónimos! Cayeron los fuertes co
mo Sanson, los justos como David, los sábios, co
mo Salomon, los decididos á morir con Cristo co
mo Pedro... Y nosotros débiles, ignorantes y co
bardes , ¿confiarémos? Será vuestra fortaleza como
la estopa seca, le dice Dios por el Profeta \ ¿Nos
desesperarémos , pues? ¡Oh! no. ¿Dónde se apoya
rá, pues, nuestra flaqueza? En Vos, Señor; sí, en
Vos espero que me libraréis de mis enemigos '.
1 Apoc. n,l.
* Erit fortitudo vestra , ut faviila stuppae. ( Isa!, i, 31 ).
* Domine Deas meus, in te speravi, salvum me fac ex
ómnibus persequentibus me, et libera me. [Psalm. vil, 2).
— m —
ORACION.
Punto 3.°
■ Oracion de Prima.
— 429 —
cion de Pablo, y Pablo añadió á la gracia su coo
peracion, esto es, con el auxilio de la gracia prac
ticó las obras que Dios le tenia mandadas, y á la*
que Dios tenia prometida, como recompensa, la
corona inmarcesible de la gloria, y así por los mé
ritos de Jesucristo ganó la corona, y de justicia la
corona le fue adjudicada. Y hé aquí lo que debemos
hacer tambien nosotros : confiar y trabajar, em
pleando todos los medios conducentes para adqui
rirnos la tan difícil y necesaria, pero posible per
severancia final. Tantos millones de Santos la han
logrado, ¿y nosotros no podrémos lograrla si em
pleamos los mismos medios? ¿Y cuáles serán estos?
Apréndelo en las cinco máximas siguientes, que
son las principales que te conviene observar, y
guárdalas con escrupulosidad.
1 . * Antes morir que pecar. Esta fue la máxi
ma que dió valor á Susana para resistir á los dos
viejos, al casto José para despreciar los halagos de
su ama , y al anciano Eleázaro para no manchar sus
canas : con ella se hicieron fuertes los siete jóvenes
Macabeos, y heróica su tierna madre: se resigna
ron, sufrieron luchando contra los tormentos mas
atroces, hasta vencer, y alcanzar muriendo la co
rona de la victoria. Perderemos una vida miserable
y pasajera, se dijeron, y vamos á adquirirnos otra
que es toda dichosa y sempiterna. Este mismo fue el
lenguaje de los santos Mártires , y obrando segun él
— 430 —
lograron empuñar la palma de gloria , y vestir sus
blancas estolas , que lavaron con su sangre y con
la del Cordero sin mancha, que se hizo cabeza de
los Mártires, y borró nuestros pecados, y nos com
pró la vida , entregándose á la muerte sin hacer caso
de la confusion que al sufrirla le esperaba. ¡Oh Dios
mio! antes morir que pecar , fue la resolucion de to
dos los Santos , es la resolucion de todos los justos,
y si no ha sido hasta aquí la mia lo es desde ahora,
y lo será hasta la muerte: empeño mi palabra, y
con vuestra gracia la cumpliré; ni gustos, ni delei
tes, ni penas, ni la misma muerte han de separar
me de Vos. Mas ¡ay ! que de mí mismo no soy nada
mas que flaqueza, pero confio en Vos, Señor.
2. " Huir todas las ocasiones de pecar. Es la
segunda máxima para perseverar. El que ama el
peligro caerá en él y se perderá , dice el Señor; y
por lo mismo no amaré mas el peligro , ni buscaré
la ocasion , antes la huiré : los resbaladeros donde
caí no lo serán mas, porque los evitaré. El Señor
me advierte que vele y ore para no caer en tenta
cion, y yo velaré y oraré. Mas ¿cómo debo hacer
lo para orar con fruto? En nombre y por los mé
ritos de Jesucristo, nos dice el mismo Salvador, é
interponiendo la mediacion de María santísima, cla
man todos los Santos. Aquí tienes , alma mia, el re
medio.
3. * La oracion y devocion á la Virgen santisi
- 431 —
ma. ¡Oh , quién supiera ser verdadero devoto de
María y rogarla de continuo! ¡Quién supiera ga
nar el corazon á esta gran Madre de misericordia
y poderosísima abogada de pecadores! ¿Quieres ha
cerlo, alma mia? es la cosa mas fácil: ten horror
al pecado, conságrate á su servicio, ríndele todos
los obsequios posibles, no con el fin de que puedas
encubrir con esto tus faltas, sino con el de enmen
darlas, y sobre todo procura formar en tí, para
honra suya, una copia viva de sus virtudes. ¡ Ah!
nunca se ha perdido el que esto ha hecho, ni se
perderá jamás. Dentro de esta torre de refugio,
¿qué podrán contra tí los enemigos? Y cubierta
con este escudo, ¿cuál de sus tiros podrá herirte?
María será para tí una guia segura para andar sin
tropiezo en el difícil camino de tu salvacion , y una
puerta siempre abierta para entrar en la celestial
Jerusalen. Sigue sus pasos, y no errarás; dale tu
mano, y no podrás caer. Pero los verdaderos devo
tos de María confiesan y comulgan con frecuencia, y
esta precisamente es la cuarta máxima para perse
verar que voy á proponerte.
4.* La frecuencia de confesar y comulgar.
Porque díme, alma mia, ¿viviría mucho tu cuer
po sin alimento? ¿y creerías que para hacerle vi
vir le bastaría tomarle una , dos ó tres veces al
año? Y aunque fuera posible que así viviese, ¿es
taría muy fuerte y muy robusto? ¿Y querrás que
— m —
lu alma viva la vida de la gracia sin tomar á me
nudo el pan divino y sobresustancial de la Eucaris
tía? ¿Te figuras que la es menos necesario que el
material para el cuerpo ? No , te engañas tonta
mente; ni quieras milagros sin necesidad. Como
Dios te ha dado el pan material para alimentar á tu
cuerpo , así te ha dado el pan eucarístico para man
tener y aumentar la vida espiritual de tu alma : co
mulga, pues, como te lo aconsejan los Santos y te
lo persuade tu propia necesidad espiritual , y vivirás
eternamente : Quien come de este pan vivirá para
siempre, dice el Señor \ Pero has de comerlo con
la disposicion debida , no sea que se le convierta
en veneno un manjar tan provechoso y divino. Pa
ra esto cuidarás bien de curar tus dolencias con una
saludable penitencia, y lavarte á menudo en la ce
lestial piscina de una buena confesion, para que
lu vida sea graciosa á los ojos del celestial Esposo
delas almas. ¡Oh! si así lo haces, ¡cuán amable,
serás á Jesucristo! cómo se enamorará de tí, y tú
te enamorarás de él! Entonces podrás decir con ver
dad : Mi Amado es todo para mí , y yo toda para
él ; entonces el buen Jesús se te dará á conocer , se
le hará siempre presente, y tú no dejarás nunca
de mirarle con una fe vivísima, y tal vez con los
brillantes resplandores de la contemplacion.
HIMNO.
Pleni
baoth.
sunt coeli et terra : * majestatis gloriae tuae.
Te gloriosus
per
Martyrum
Prophetarum
orbem* terrarum
Apostolorum
candidatus
* laudabilis
* sancta
* laudat
chorus.
numerus.
confiletur
exercitus.
Ecclesia.
Tu,
Tu Patris
ad liberandum
* sempiternus
suscepturus
es Filius.hominem: * non
OREMOS.
A las 5 levantarse.
A las 5 y media se empieza con los actos de cris
tiano , ofrecimiento de obras como está en el Ca
mino recto , Veni Sanete Spiritm, y lectura es
piritual hasta las 6.
De 6 á 7 meditacion.
De 7 á 7 y media misa.
De 7 y media á 8 horas canónicas.
A las 8 desayuno y descanso hasta las 9.
De 9 á 10 meditacion.
De 10 á 11 descanso y visita del director.
De 11 á 12 meditacion.
De 12 á 1 menos cuarto, descanso.
De 1 menos cuarto á 1 , exámen.
A la 1 comer, y descanso hasta las 3.
De 3 á 4 Vísperas, Completas, Maitines y Lau
des, y descanso hasta las 5.
De 5 á 6 meditacion.
De 6 á 7 plática y descanso hasta las 8.
De 8 á 9 Rosario, Via-Crucis, y exámen del dia.
A las 9 cena y retiro.
A las 10 acostarse.
— 439 —
Advertencias. 1." Durante estos dias siempre se
guarda riguroso silencio.
2. " Si al director le parece bien, puede antes de la
meditacion disponer lectura espiritual.
3. * Durante la mesa se leen las vidas de Santos mas
análogos al estado de los ejercitantes.
4.* El tiempo libre se emplea en examinar la con
ciencia, confesarse, leer, apuntar los afectos, y escribir
los propósitos.
5. * Con algunas pequeñas variaciones este plan pue
de servir para las comunidades de religiosas , y para
cuantos están obligados al rezo del oficio divino.
Por la tarde.
PROPÓSITOS.
Cada año.
Haré los santos ejercicios espirituales.
Cada mes.
Tendré un dia de retiro espiritual.
Cada semana.
Recibiré los sacramentos de la Penitencia y Co
munion , ó cada quince dias , ó á lo mas tardar ca
da mes.
Santificaré los domingos y dias de fiesta que
ocurran entre semana. No permitiré en mi casa tra
— m -
bajar , y asistiré á la misa y demás funciones reli
giosas.
Me ocuparé además en lectura de libros buenos,
y en la práctica de obras de misericordia.
Cada dia.
Mañana y noche haré los ejercicios espirituales.
Haré un cuarto ó media hora de meditacion.
Oiré la santa misa , no solamente en los dias fes
tivos, como es un deber, sino tambien en los de
más dias por devocion , si las ocupaciones me lo
permiten.
Tendré un rato de lectura espiritual.
Haré la visita al santísimo Sacramento.
Rezaré una parte de Rosario.
Siempre.
Andaré en la presencia de Dios , y haré frecuen
tes jaculatorias.
Tendré gran devocion á la santísima Trinidad.
Seré devotísimo de la Pasion de Nuestro Señor
Jesucristo y del santísimo Sacramento.
Tendré mucha devocion á María santísima, Án
geles y Santos.
Seré devoto de las benditas almas del purga
torio. *
Seré caritativo con los pobres.
Procuraré por todos los medios posibles la con
- 447 -
version de los pecadores y la perseverancia de los
justos.
Estos son los propósitos que he hecho, y que, Dios
mediante, me obligo á cumplir, y por esto los firmo hoy
(lia...
LISTA
de los libros que recomendamos á todos los ejerci
tantes.
¡De la Encarnacion y Na
cimiento de Jesús. . . 221
De la vida oculta de Je
sucristo 234
{Del reino de Jesucristo. . 207
De la vida pública de Je
sucristo 246
!De las penas interiores de
Jes'ís 303
De las penas exterioresde
Jesús 3Í3
y la crucifixion, aunque la una fue á las ocho de la noche del
j nevos y la otra á las doce de la mañana del viernes, pues que
este trecho está cabalmente comprendido entre unas y otras
vísperas del dia 2ÍS.
1 In praefatione misste.
29»
— 452 —
íDe la devocion á María
25.. Marzo. .. .\ santísima 388
( Del Smo. Sacramento. . 412
Íüel amor de Dios 363
Del amor y amabilidad
de Dios 376
f Del fin del hombre. ... 37
25. . Mayo. . . .1 De la indiferencia acerca
( de las cosas criadas. . 53
9K w - (Del pecado de los ángeles. 67
¿5- - Jmw i De la malicia del pecado. 82
fDe las penas del infierno :
25.. Julio •? pena de daño 97
(De la pena de sentido. . 10í*
fDe la necesidad que te-
\ nemos de apartarnos
25. . Agosto. . . .< de los peligros y oca-
J siones de pecar 144
(Del pecado venial 152
<¡>k e*ti-»hm. (De la muerte del justo.. 163
25.. ^*..(Delamuertedelp¿ador n4
25 Octubre (Del juicio final 185
¿5.. uctubre. • • { De la gloria 196
ÍDe las dos banderas. . . 262
Del tercer grado de hu
mildad 289
— 453 -
APÉNDICE
FIN.
ÍNDICE.
Al lector pág. 5
Plan de las meditaciones 8
Tiempo y modo de hacer la meditacion 9
El primer acto de cada dia 11
Actos que se han de hacer cada dia. ...... 13
Conclusion de la meditacion 14
Mrdit. I. Preparatoria 17
Medit. II. — Del Gn del hombre 37
Medit. III. — De la indiferencia con que se deben mi
rar las cosas sensibles 53
Mbdit. IV.— Del pecado de los ángeles y de nuestros
primeros padres Adan y Eva 67
Medit. V. — De la malicia del pecado mortal. ... 82
Medit. VI. — De las penas del infierno, y singular
mente de la pena de daño 97
Medit. VII. — De las penas del infierno, singularmen
te de la pena de sentido y de su duracion. .... 109
Medit. VIII. — De la parábola del hijo pródigo. . . . 124
Medit. IX. — De los frutos que deben sacarse de las
meditaciones anteriores 136
Medit. X.— De la necesidad que tenemos de apartar
nos de los peligros y ocasiones de pecar 144
Medit. XI. — Del pecado venial 182
Medit. XII. — De la muerte 163
Medit. XIII. — De la muerte del pecador 174
Medit. XIV. — Del juicio final 188
Medit. XV. — De la gloria del cielo 196
Medit. XVI. — Del reino de Jesucristo 207
Medit.
Jesucristo
XVII.y —
admirable
De la Encarnacion
humildad quey Nacimiento
practicó en es-
de
- m —
tos misterios 221
Medit. XVIII.— De la vida oculta de Jesucristo y de
su admirable obediencia 234
Medit. XIX.— De la vida pública de Jesucristo, y de
su admirable caridad y mansedumbre para con el
prójimo . 246
Medit. XX.— De la conclusion de las meditaciones de
la tercera seccion, y práctica de las virtudes en ellas
contenidas 256
Medit. XXI.— De las dos banderas, una de Cristo Se
ñor nuestro , sumo capitan , y otra de Lucifer, mor
tal enemigo de nuestra naturaleza humana. . . . 262
Medit. XXII. — De tres clases de hombres 277
Medit. XXIII. — Del tercer grado de humildad, ó sea
del amor á los desprecios 289
Medit. XXIV. — De las penas interiores de Jesucristo. 303
Medit. XXV. — De las penas exteriores de Jesucristo. 313
Medit. XXVI. — De las ignominias y penas que toleró
Jesucristo 322
Medit. XXVII. — Del prodigioso amor que manifestó
Jesús en la cruz á sus enemigos 333
Medit. XXVIII. — De la conclusion de la cuarta sec
cion , ó sea de la via iluminativa , y paso para la via
unitiva 348
Medit. XXIX. —De la Resurreccion de Jesucristo. . 383
Medit. XXX. — Del amor de Dios 363
Medit. XXXI. — Del amor y amabilidad de Dios ea
sí mismo 376
Medit. XXXII. — De la devocion que debemos tener
á María santísima 388
Medit. XXXIII. — Del a mor al prójimo 401
Medit. XXXIV.— Del santísimo Sacramento. . . . 412
Medit. XXXV. — De la perseverancia 419
Diferentes distribuciones del tiempo 438
Apéndice acerca de la confesion general 483
FIN DKL ÍNDICE.
LIBROS Y HOJAS VOLANTES
QUE HA DADO A LUZ
LA LIBRERÍA RELIGIOSA
FUNDADA EN BARCELONA
BAJO Lk PROTBCCION
DE LA YÍRGEN SANTÍSIMA DE MONSERRAT
T DEL GLORIOSO SAN MIGUEL
EN EL AÑO DE 1848.
-
—Historia de las Variaciones por Bossuet. Dos tomos á 22
reales id.
— Historia de la Compañía de Jesús por Cretineau-Joli. Seis
tomos á 66 rs. id.
— Pensamientos
El Protestantismo
de unporcreyente
AugustoporNicolás:
Debreyne:
á 11árs.
11 id.
rs. id.
— Las Criaturas por Sabunde: á 11 rs. id.
— Ensayo sobre el Panteísmo por Maret: áll rs. id.
— La Cosmogonía y la Geología por Debreyne: á 11 rs. id.
—La Teodicea por Maret: á 11 rs. id.
— Larraga novísimamente adicionado por el Eicmo. é limo.
Sr. Claret: á 24 rs. id.
—Manual de los Confesores por Gaume : á 14 rs. id.
Obras en 8° mayor.
— Año cristiano por Croisset. Diez y seis tomos á 160 rs. en
pasta.
— El hombre feliz por Almeida : á 10 rs. id.
ffc — Exposicion razonada de los dogmas y moral del Cristia -
nismo por Barran. Dos tomos á 20 rs. id.
— Historia de la sociedad doméstica por Gaume. Dos tomos
á 20 rs. id.
— Las Glorias de María por san Ligorio: á 10 rs. id.
—El Espíritu de san Francisco de Sales: á 10 rs. id.
—La única cosa necesaria porGeramb: á 10 rs. id.
— El Catolicismo en presencia de sus disidentes por Eyza-
guirre. Dos tomos á 20 rs. id.
—Meditaciones del P. Luis de La Puente. Tres tomos á 30
reales id.
— Del Papa.— De la Iglesia galicana en sus relaciones con
la Santa Sede. Dos tomos á 20 rs. id.
— Catecismo de perseverancia por Gaume. Ocho tomos á 80
reales id.
— Sermones de Mision, escritos unos y escogidos otros por
el misionero apostólico Antonio María Claret y Ciará, arzo
bispo de Santiago de Cuba. Tres tomos a 27 rs. id.
— Coleccion de pláticas dominicales por el Ecxmo. é limo.
Sr. Claret. Siete tomos á 63 rs. id.
—Tratado de la Usura por el abate Marco Mastrofini: i 10
reales id.
Obras en 8.°
—Catecismo con 48 estampas explicado por el Excmo. é
limo. Sr. Claret. Un tomo á 6 rs. en pasta.
— Id. id. en catalan : á 6 rs. id.
— Catecismo de Feller. Cuatro tomos á 24 rs. id.
—Vida devota por san Francisco de Sales: á 6 rs. id.
— Las delicias de la Religion : á 6 rs. id.
— Historia
Confesiones
de ladeReforma
san Agustín.
por Cobbet.
Dos tomos
Dos átomos
12 rs.áid.12 rea
les id.
—Nuevas Cartas por Cobbet: a 6 rs.. id.
— Preparacion para la Navidad de Jesús, por san Ligorio:
& 6 rs. id.
—Tesoro de proteccion en la santísima Virgen por Almei-
da: á 6 rs. id.
—Armonía de la Razon y de la Religion por Almcida. Dos
lomos á 12 rs. id.
— Combate espiritual. Dos tomos á 12 rs. id.
— La existencia de Dios por Aubert : á 6 rs. id.
— Las notas de la Iglesia por Aubert : a 6 rs. id.
— La conformidad con la voluntad de Dios por Rodríguez:
á 6 rs. id.
— Historia de María santísima por Orsini. Dos tomos á 12
reales id.
— Instruccion de la Juventud por Gobinct. Dos tomos á 12
reales id.
— La Biblia de la Infancia por Macías : á 6 rs. id.
— La divinidad de la Confesion por Aubert: á 6 rs. id.
—La Tierra Santa por Geramb. Cuatro tomos á 24 rs. id.
reales
— Guíaid. de pecadores por el V. Granada. Dos tomos á 12
30
•
— Reflexiones sobre la naturaleza por Sturm. Seis tomos
á 36 rs. id.
—Obras de santa Teresa. Cinco tomos á 30 rs. id.
— Reloj de la pasion por san Ligorio: á 6 rs. id.
— Católica infancia por Varela : á 6 rs. id.
—Vida de santa Catalina de Génova : á 6 rs. id.
reales
—Verdadero
id. libro del pueblo por Madama Beaumont: á 6
— ¿A dónde vamos a parar? por Gaume: á 6 rs. id.
á 4—El
rs. id.
Evangelio anotado por el Excmo. é limo. Sr. Claret :
—Veni-mecum por el limo. Sr. Caixal : á 7 rs. en piel de
color y relieve.
—Las delicias del campo, ó sea agricultura cubana por el
Excmo. é limo. Sr. Claret: 47 rs. en media pasta.
— Llave de oro para los sacerdotes por el Excmo. é limo.
Sr. Claret: á 7 rs. en pasta.
— El Nuevo manojito de flores para los confesores por el
Excmo.
—Virginia.
—Vidaé limo.
de san
Tres
Sr.
Luis
tomos
Claret:
Gonzaga
áá187 rs.
rs.
: á id.
6 rs. id.
Opúsculos sueltos.
4S.
—Cánticos espirituales por el Excmo. é limo. Sr. Claret: á
real.
—Devocionario de los párvulos por el Excmo. é limo, se
ñor Claret: á 40 rs. el ciento.
— Máximas espirituales, ó sea reglas para vivir los jóvenes
cristianamente, edicion corregida y aumentada por el Excmo.
é limo. Sr. Arzobispo de Cuba: á 24 mrs.
—Ramillete de lo mas agradable á Dios, y útil al género
humano, por el Excmo. é limo. Sr. Claret: á 22 rs. el ciento.
—Devocion del santísimo Rosario por el Excmo. é limo, se
ñor Arzobispo de Cuba : á 23 rs. el ciento.
—Excelencias y novena del glorioso san Miguel por el ex
celentísimo é limo. Sr. Arzobispo D. Antonio María Claret :
á 22 rs. el cieuto.
HOJAS VOLANTES
ESCRITAS POR EL
Kicmo. é limo. Sr. Arzobispo D. Antonio Haría Claret y Ciará.
Á 64 RS. LA BESMA.