Andújar, A. La Oración Fúnebre de Pericles - El Dicurso Fundacional de La Democracia PDF
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Elucidando aquí, aun someramente, el contenido de son sujetos activos, en pie de igualdad con él, lo que el orador
las novedades aludidas, el lector podrá tal vez hacerse una advierte frente a sí.
idea de qué definía aquel primer gran sueño político que un La reserva tiene una segunda razón para manifestarse;
elevado número de atenienses hizo realidad, cuáles eran sus el orador conoce la naturaleza humana, y sabe del poder de
características, su funcionamiento, sus supuestos y sus valores. la envidia en ella. Sabe que es una de las plazas fuertes más
Deliberadamente nos mantenemos fieles a la versión idílica irreductibles del egoísmo, de las que más egocéntricos nos
que nos ofrece Pericles, sin contrastarla con la versión más vuelven. Que es una de esas pasiones que nos impiden salir
prosaica que de la misma nos suministra su realidad empírica. del yo a la hora de medir la virtud ajena, y que nos impide
De esa manera quizá nos sea no más fácil, pero sí al menos reconocer directamente en los otros un grado superior en
más traumático –lo que nos permite convocar al dolor como un cualquier virtud al que cada uno se atribuye; es decir: que no
factor más de conocimiento-, saber qué ha ido mal en el hecho rendirá pleitesía sin más a un tercero cuyo grado de heroísmo
democrático después de su (imperfecta) perfección originaria, trascienda las dimensiones del propio.
alcanzada en cierto momento histórico de su evolución, y De ahí, por tanto, en primer lugar, que deba esforzarse al
más factible esclarecer si aún, y cómo, es posible retomar las máximo por adecuar su palabra a los hechos, a fin de objetivar
riendas de nuestras propias vidas y unir en un mismo destino sus percepciones: de lograr la cuadratura del círculo evaluativo.
el sueño de libertad de aquellos griegos y el nuestro. Y, en segundo lugar, que no albergue demasiadas esperanzas,
pese a todo, de que la objetiva narración de las gestas de los
La nueva política caídos logre convencer al tomás que llevamos dentro y que no
cree en nada superior a lo suyo a menos que llegue a tocar la
Las últimas paletadas de tierra han acabado de cubrir los fére- herida con sus dedos. No obstante, al final el orador cede ante
tros con las primeras víctimas de la guerra y, en el que será el la tradición: y habla. Y, según vimos, algo dice de los héroes
acto final de los funerales celebrados en su honor durante tres caídos al principio de su discurso, y algo más al final. ¿De qué
días, el orador asciende hasta la tribuna en la que pronunciará otras cosas habla a la multitud, y qué le dice?
su discurso ante la multitud. Se presenta ante ella a fin de Les habla de su ciudad, y como para un griego la ciudad,
hablarle del valor de los caídos, del heroísmo del que hicieron al contrario que para un babilonio, no es el lugar físico donde
gala en el combate y, sobre todo –resucitando aquí el eco de residen sus moradores, sino los ciudadanos que la habitan, les
la respuesta que mucho tiempo antes diera Solón a Creso, el hablará de ellos: de los logros de sus antepasados en primer
riquísimo rey de los partos, y que tanto disgustara a éste-, en lugar, pero también de los suyos: de su historia reciente, de las
su muerte por la ciudad, del homenaje que les tributará ésta, instituciones que los ordenan, de sus vidas privada y pública,
unciendo para siempre sus nombres a las alas de la fama al así como del significado ético y político de todo ello.
punto de volverlos inmortales. Pero el discurso, una obra de ¿Qué escucha el auditorio de los antepasados de los ate-
arte oratoria y política, se abre en forma llamativa, pues avanza nienses? Pues que si Atenas es hoy una gran y poderosa ciudad,
la cautela del orador sobre la idoneidad de hablar en un mo- que ha forjado un imperio gracias al cual está en grado de
mento así; y, además, hace gala de otra cualidad en principio cumplir la doble faceta de la autonomía –la autarquía (econó-
sorprendente: sus protagonistas son apenas mencionados al mica) y la independencia (política)-, aquéllos son los primeros
principio, y con cierto mayor detalle al final: ¿pero qué ha responsables; y que si los propios atenienses son hoy, como se
ocurrido en el ínterin? Veamos rápidamente el primero de esos verá, un paso adelante en la especie humana, es porque llevan
dos rasgos antes de explayarnos sobre el segundo. sus genes. El ser autóctonos –el no haber padecido la invasión
Un orador que debe hablar, pero manifiesta su reserva a doria y su séquito de desigualdad, cabría precisar- les dio
hacerlo: ¿qué le lleva a tan paradójica situación? El hecho de fuerza, y su valor la multiplicó; con otras palabras: la libertad
reconocer en la multitud que, expectante, aguarda su discur- tuvo siempre un hogar propio en Atenas. Un hogar que el
so, no a una masa informe e ignorante de gente que cuando esfuerzo y el valor de las generaciones sucesivas, en especial la
accede, como ahora es el caso, al ámbito público se limita a de los “padres”, reforzó con nuevas garantías; y que la actual,
oír, asentir, aplaudir, vitorear y callar antes de irse, sino a un culminando el proceso anterior, ha dotado de una seguridad
conjunto de individuos –en su mayoría, de procedencia ate- sin precedentes. Atenas, puede decirse, es ya el paladio de la
niense; pero los hay también de otras ciudades griegas, metecos libertad.
y extranjeros- dotados de juicio propio, del que de inmediato El auditorio, ciertamente, en su mayoría -conocedora de
harán uso comparando las afirmaciones del orador sobre los los guiños y referencias del orador-, asiente. Y sabe asimismo
difuntos con las que ellos se han hecho, y manifestando acto qué hizo grande y poderosa a su ciudad, y los nombres –Solón,
seguido su aprobación o reprobación al discurso. Es decir: Clístenes, Efialtes y, desde luego, el orador que les habla, entre
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otros- que jalonan tal proceso. Todos, allí, saben bien, pese a La novedad histórica revolucionaria aportada por la
su relativa novedad, qué palabra usar para designar todo ello: democracia al mundo de la política consiste en hacer que la
“Democracia”. Y es así “porque el gobierno no depende de gran masa de varones libres que antaño sólo obedecían ahora
unos pocos, sino de la mayoría” (par. 37). Todos, en suma, también manden. (No aún las mujeres, no aún los esclavos,
saben lo que sabía el orador cuando veía ante sí un conjunto no aún los foráneos, se sabe: sólo los varones libres, hijos de
de diferenciados individuos de carne y hueso en lugar de una padre ateniense –y, a partir de 451, a causa de la restricción
masa amorfa: que los varones atenienses mayores de edad allí introducida por Pericles precisamente, también la madre debía
presentes están también presentes en los órganos de gobierno ser ateniense-). Son ellos los nuevos señores, los amos nuevos,
de Atenas. quienes por fin mueven los hilos de su destino, singular y
El orador sabe que eso es una novedad y reconoce su valor; colectivo, en lugar de depender de voluntades ajenas que les
les habla, pues, a sus conciudadanos de una nueva política, mandaban desde lo alto, arbitrariamente por norma. Sólo que
del nuevo individuo que la produce y al que produce, ese sujeto político nuevo cambia totalmente el paisaje
de la nueva moralidad que está gestando, y de de la política; se imponen nuevos principios
lo que todo ello conlleva. ¿Cuál es la novedad ordenadores de la polis, como la igualdad,
política? la libertad y el mérito: y también el cortejo
Queda sintetizada en esa mayoría que de consecuencias, políticas y sociales,
ahora gobierna. Pero es mucho más. Antes inherentes.
aún de trazar su casuística y desvelar el De la igualdad, el orador sólo registra
significado de la entronización del nuevo su presencia en el ámbito privado, si bien
sujeto político, una novedad antropológica la dimensión pública de la misma se halla
nos sale al paso en la frase inicial de Pericles latente en algunos pasajes reveladores del
del parágrafo citado. Afirma el general: “Tene- discurso. He aquí las palabras exactas de Peri-
mos un régimen político que no emula las leyes de cles: “En lo que concierne a los asuntos privados, la
otros pueblos, y más que imitadores de los demás somos un igualdad, conforme a nuestras leyes, alcanza a todo el mun-
modelo a seguir”. En su sentencia, obsérvese, la declaración do” (ib.). Seguía habiendo nobles y plebeyos, ricos y pobres,
de la democracia como novum se acompaña de su valora- campesinos y citadinos, pero las diferencias no eran tan fuertes
ción como “modelo”. Y es precisamente dicha valoración la como para crear excepciones y se canonizaran en privilegios; es
que presupone el novedoso –no por su origen, sino por su posible que, de entre ellos, sólo los menos lograran costearse
consolidación- juicio antropológico antes aludido. Pues es los servicios de una nodriza que cuidase sus hijos, mientras
precisamente su condición de modelo la declaración expresa entre los más era la madre quien directamente se ocupaba de
de que el hecho ateniense es un hecho universalizable. La dicha función: pero todos los educarían como quisieran hasta
libertad asistió al parto de Atenas, nos dijo Pericles al real- la mayoría de edad, fijada a los dieciocho años.
zar su autoctonía, como lo hará también con la América de La igualdad legal no se rompía en el ámbito público,
Tocqueville más de dos milenios después, al decir del sabio sino al revés. Una asamblea compuesta por la totalidad de
francés; pero al reconocerla como modelo divorcia la vida de los ciudadanos libres es la primera declaración de igualdad
la libertad de su manifestación ateniense, permitiendo que su entre ellos; el funcionamiento del conjunto de las institucio-
espíritu aliente en todos los cuerpos, como acabará igualmente nes del régimen, un modo de reforzarla. También allí seguía
reconociendo Tocqueville tras algunas vacilaciones iniciales. habiendo clases sociales enfrentadas, subclases diferenciadas
Atenas y la libertad están unidas en cuerpo y alma, sí, pero en categorías con intereses propios, además de las diferencias
el alma de la libertad, gracias a su manifestación ateniense, individuales antevistas; pero tampoco aquí las diferencias eran
se halla en grado ahora de volar más allá del Ática: por toda tan fuertes desde el punto de vista legal como para producir
Grecia, pero también más allá, pues la afirmación vale también diferencias políticas, ciudadanos de primera y de segunda,
para los metecos y extranjeros presentes en el homenaje. De privilegios y leyes. De ahí que las normas, tanto privadas como
otro modo: al enfatizar que los atenienses son los primeros públicas, fueran así mismo cada vez más universales en relación
pero no los únicos posibles partenaires de la libertad, se nos a sus destinatarios; más unitarias en cuanto a su contenido y
está afirmando al mismo tiempo que ya no hay bárbaros en formulación, y más generales respecto de su validez.
la especie humana, sino que ésta es una: y esa igualdad de- La sanción del mérito venía a hacer justicia tanto a la
finitivamente consolidada de la especie se agrega ahora a las igualdad como a la diferencia. Creaba la dimensión cualitativa
restantes fuerzas espirituales contemporáneas que elaboran en de la segunda –la que expresa Aristóteles en la segunda mitad
Grecia el concepto de Humanidad. de su famosa fórmula: igualdad para los iguales y desigualdad
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para los desiguales-, momento aprovechado por la diferencia de reconstituir Atenas. Era esa nueva Atenas, la Atenas re-
para obtener su reconocimiento en el ámbito público: “en la constituida por la democracia, la que Pericles ensalzaba en su
elección de los cargos públicos no anteponemos las razones panegírico.
de clase al mérito personal, conforme al prestigio de que goza La libertad era el tercer principio político de ese renovado
cada ciudadano en su actividad” (ib.). Es la capacidad de un reino de lo humano. “En nuestras relaciones con el Estado vi-
individuo para el cargo la clave de acceso al mismo. No el vimos como ciudadanos libres”, afirma Pericles (ib.). En efecto,
patrimonio, no el origen, no la cultura, no el nacimiento, no la si la mayoría gobierna ya no es un rey y su sola voluntad la que
religión, no la pertenencia: única y exclusivamente el talento y les gobierna; ni tampoco una reducida élite, sea de la riqueza
la capacidad de un sujeto para desempeñarlo. La igualdad, por o de la virtud. Son ellos quienes manejan las riendas de su
tanto, queda así preservada al tiempo que se cumple con las destino, decíamos, quienes adoptan por mayoría las decisiones
exigencias de especialización planteadas por el ordenamiento colectivas, luego de un debate en el que todos se hallan facul-
en aras de su eficacia. Donde la división del trabajo político tados para participar y en el que, nos dice orgullosamente el
no plantea condiciones especiales, sino generales, como en la orador, los atenienses hacen gala de su responsabilidad cívica
composición de las asambleas y los tribunales, todos participan al informarse concienzudamente para el debate: “nosotros en
o pueden participar, y el sorteo que elige a algunos miembros persona cuando menos damos nuestro juicio sobre los asuntos,
de dichos órganos no hace sino enfatizar la igualdad; donde o los estudiamos puntualmente, porque, en nuestra opinión,
la misma división fuerza a seleccionar a los mejores para un no son las palabras lo que supone un perjuicio para la acción,
puesto, entonces son las cualidades particulares de un sujeto sino el no informarse por medio de palabras antes de proceder
aptas al mismo lo que cuenta; y si aun así el sorteo hace acto a lo necesario mediante la acción” (par. 40).
de presencia será porque la selección ya habrá tenido lugar y La palabra es la antesala de la acción, una parte de la mis-
son varios los candidatos que, por sus capacidades, pueden ma; rueda en la asamblea de un orador a otro y mientras lo
optar a igual título al mismo. El mérito, en suma, es el medio hace mejora su forma y su belleza gracias al uso de la retórica,
de completar la igualdad a través de la singularidad. la téchne inventada justo para eso, y depura el cuerpo de su
Ahora bien, al no adscribirse naturalmente el mérito a nin- mensaje de buena parte de las gangas con las que irrumpiera
guna clase social, al desvincularse del patrimonio, el origen, las en su propuesta inicial. Es el momento álgido de una asamblea
opiniones o la actividad de los sujetos, un individuo cualquiera a la que tienen acceso los libres, incluidos los pobres, porque
–de cualquier clase, provenga de la familia que provenga, diga se les ha facilitado el mismo desde las instituciones merced
lo que diga y haga lo que haga- tiene la posibilidad de presentar al establecimiento de un misthós ecclesiasticós, una paga por
su candidatura a cualquier cargo público, pues sus cualidades, acudir a ella; y en la que, una vez ahí, no dejan, cierto, de
su educación y su experiencia serán ahora los poderes a tener ser campesinos, albañiles, marineros, artesanos, soldados,
en cuenta en el ejercicio de dicha actividad. Posibilidades filósofos, etc., individuos de carne y hueso con su razón y sus
creadas por una sociedad no adscriptiva y esfuerzo personal pasiones, pero en cuya racionalidad se confía lo suficiente
que las aprovecha: he ahí, pues, la clave de bóveda del éxito como producir opiniones, ser capaces de intercambiarlas con
político en la nueva sociedad. los demás y mejorarlas en el intercambio, con independencia
Un éxito ése, añadamos, que es el iceberg de otros más: de de que se correspondan o no con sus intereses: y de transus-
una sociedad que, negando toda determinación hereditaria del tanciarlas finalmente en una decisión válida para la entera
sujeto, convierte la educación en una de sus actividades prio- colectividad.
ritarias, creando la oportunidad de convertir a todo neonato La asamblea ciudadana es la escena desde donde la política
en ciudadano o dirigente; de una sociedad que, rompiendo la obra su milagro cotidiano con la ciudad y sus habitantes, pues
cadena de la necesidad entre pobreza y dominación, o entre es ahí donde se representa la doble vida que puede llevar un
pobreza e indiferencia política, y aun sin suprimir dicha po- hombre común: la persona singular que accede a la asamblea
breza, sí narcotiza sus efectos tradicionales, da posibilidades de se transforma en ella en miembro indisoluble de un cuerpo
salir de ella, rescata al pobre de su invisibilidad social y pone al colectivo, y como tal, el antiguo trabajador que hace cosas
alcance de sus manos la entera escena pública a fin de exhibir deviene ahora ciudadano que emite opiniones y adopta de-
sus capacidades de actor; de una sociedad que quebrando el cisiones, es decir: que actúa. En ese proceso que le reconoce
artificial vínculo que unía posición social y opiniones, funda al individuo común su capacidad para ser más de una cosa a
las condiciones de posibilidad de una redefinición de la iden- la vez –trabajador y ciudadano, hacer y actuar-; que hace de
tidad colectiva, de la constitución de una vida común más allá la vida en común un objeto común y no la labor exquisita
de las creencias religiosas, con el consiguiente ensanchamiento de algún filósofo de pro que cree dominar los arcanos de no
del laicismo, así como de refundar al ciudadano y la política: se sabe muy bien qué episteme política, y que entraña –recor-
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démoslo- la desvinculación entre clase y opinión, entre talento Con todo, esa mediación ni entraña la subsunción de aquél
y posición social, así como la recreación de un interés común; en éste ni, menos aún, que éste neutralice, o siquiera enerve,
que mejora las potencialidades de cada uno al relacionarlo con a aquél. La vida cotidiana se halla erizada de fatigas, y contra
los demás, como en su día observara Pitágoras respecto del ellas no cabe resignarse; abdicar de la voluntad, renunciar a
conocimiento; en ese proceso, decimos, quehacer cotidiano distinguir el origen y la naturaleza de los males, es para futuros
de la asamblea, asistimos al milagro habitual de la corrección cristianos o fatalistas de cualquier ralea, pero no para quien
y mejora de la naturaleza por parte de la polis. domeña su mundo como gustará Fausto, esto es, gracias a su
Ahora bien, el ateniense no sólo es libre porque manda acción. Contra eso, el cuerpo puede rebelarse a diario a través
sobre sí mismo en la asamblea, sino también porque todos de los placeres que un habitáculo cómodo le proporciona; y el
mandan sobre todos mediante decretos y normas de validez espíritu, intermitentemente, pero con frecuencia, pues “juegos
general y porque controla desde ese tribunal la acción de y fiestas” los hay “durante todo el año” (par. 38). Técnica más
aquéllos a quienes designó para los puestos de mayor poder cultura, un doble instrumento mediante los que combatir la
de mando sobre el conjunto de los ciudadanos. Y si bien el “tristeza” y recibir otros beneficios, a saber, los derivados de
arte político dista todavía de su mejor ordenación, y se corre la interacción colectiva en los espectáculos para el fortaleci-
el peligro de que la autoridad degenere en arbitrio cuando hay miento de la conciencia común, de la identidad del ateniense.
un órgano, como la asamblea, que no tiene quien la vigile en Pero es que, además, el imperio renueva las fuentes de placer
el entramado constitucional, el ateniense al que elogia Pericles con productos provenientes “de toda la tierra” (ibidem), ra-
también es libre porque, lejos de concebir su libertad como rezas que refuerzan el proporcionado por los propios, y que
hacer lo que le venga en gana, según dirá después un enemigo insensiblemente, gracias al comercio, instilan ciertas gotas de
jurado de la democracia, un tal Platón, la modera mediante naciente cosmopolitismo en las venas de quien se decía antaño
el reconocimiento de ciertos fetiches que limitan la acción de satisfecho con el logro de la autarquía.
la misma. Dice al respecto el orador: “un respetuoso temor es En segundo lugar, la sociedad democrática, al ofrecerse
la principal causa de que no cometamos infracciones, porque como modelo, debe presentarse al público foráneo como una
prestamos obediencia a quienes se suceden en el gobierno y a sociedad abierta, por decirlo a la manera de Karl Popper. En
las leyes (…)” (par. 40). La declaración expresa de la existencia su escaparate el huésped extranjero, al que se le dejará mirar
de límites irrebasables aun para la mismísima asamblea da con tranquilidad en lugar de hostigársele y hasta expulsarle,
fe del autocontrol que practica, y si bien eso no disminuye observará escenas inolvidables, la talla excepcional de unos
el peligro para la libertad de la existencia de un órgano sin sujetos en su quehacer diario, y que gracias a su educación
control externo, al menos demuestra haber llegado tan lejos han logrado combinar “un estilo de vida más relajado” con
como podía llegar, y que su auto-percepción como órgano esa “valentía” única que les hace tan temibles como amables
supremo no entraña al unísono su auto-percepción como su relajación. Individuos así no sólo son un incentivo por
órgano soberano. sí mismos para hacer amigos, sino que, si fuere el caso, no
La democracia ha traído novedades a Atenas más allá del necesitarían del secreto para disuadir al enemigo, sino que al
campo político; hemos citado las concernientes al individuo respecto bastaría precisamente de su exhibición.
y a la moralidad, pero antes de pasar a su revisión vale la pena En este punto, consideramos llegada la hora de explicitar
una ligera incursión por el campo de lo social (lo llamaremos las novedades antropológicas deparadas por la democracia ate-
así con permiso de Hannah Arendt, pese a que sabemos que niense. Veamos por tanto qué caracteriza al nuevo individuo.
obtendríamos con su uso la más cálida reprobación por parte
de la pensadora germano-estadounidense). Las novedades se El nuevo individuo
concretan, de un lado, en el espíritu de goce y cosmopolitismo
difundido por la ciudad al calor de la extensión de la demo- Ese sujeto, al que acabamos de ver produciendo asombro en
cracia (y del imperio, visto como un puntal de aquélla, como el foráneo que lo (ad)mira, a quien la educación le enseña
“gloria y honor” de la ciudad, por remedar a Cicerón, y sin que desmilitarizar su alma no apaga la llama del valor –una
las pesadas hipotecas morales y políticas que, sin embargo, el tradición vinculada a la libertad en Atenas- frente al enemigo
orador romano le atribuye en su Discurso en defensa de la Ley siempre que es menester, no nos era en realidad un perfecto
Manlia); de otro, en el trato que se da a los extranjeros de desconocido, aunque por el momento sólo lo habíamos visto
paso en la ciudad. actuar junto a los demás. De él nos dirá enseguida el orador
En el primer caso, el orador hace referencia a un cierto cuanto ya habíamos adivinado antes, juntando su profesión
hedonismo, que tiene como objetivo el espíritu pero al que se con su actividad pública, a saber: que cada uno de ellos puede
llega primera, si bien no sólo únicamente, a través del cuerpo. “dedicar a la vez su atención a sus asuntos particulares y a los
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públicos”, pues “gentes que se dedican a diferentes activida- mente habría congeniado con su valentía, su disposición para
des tienen suficiente criterio respecto a los asuntos públicos” la acción o, incluso, con el disfrute mismo del saber.
(par. 40). Es por eso, también, que la “riqueza” la entienden “más
Ahora bien, con eso no sólo se está decantando una cuali- como oportunidad para la acción que como pretexto para
dad especial del ciudadano ateniense; esas breves palabras, en la vanagloria” (ib.). Es un instrumento, lo que ven en ella, y
efecto, propalan ya el secreto de su originalidad, justificando como tal la usan; de usarla como vehículo mediante el que
su consideración de avanzadilla de la nueva especie. Lo carac- lucir su vanagloria, ya no sería instrumento, sino valor, razón
terístico del ateniense es esa capacidad, desconocida hasta él por la cual rápidamente se encumbraría hasta el reino de los
por la antropología, de combinar elementos contradictorios. fines desde el reino de los medios en el que los atenienses la
Siendo buen trabajador y buen ciudadano sabe unir en su han situado. Y es posible que Pericles barruntara la talla del
conducta la actividad privada con la pública; su valentía, su enemigo moral, que intuyera lo que un Platón, un Aristóteles
arrojo frente al enemigo pese a los o un Salustio, etc., proclamarán
placeres con los que decora su vida después, cuando la retuvo en
cotidiana, en absoluto centrada en dicho reino.
la preparación para el combate, Y por eso añade el orador:
prueban cómo en su interior, en su “También nos distinguimos en
espíritu, caben al unísono lo mejor cuanto a que somos extraordi-
del sibarita y del espartano. Y se bien nariamente audaces a la vez que
se mira en ambas características, la hacemos nuestros cálculos sobre
libertad primero, y la democracia las acciones que vamos a em-
después, se hallan en la raíz actual de prender, mientras que a los otros
las dos. Hoy día, es la democracia, la ignorancia les infunde coraje,
el régimen que pone la libertad al y el cálculo, indecisión” (ib.).
alcance de todos los individuos, gra- Antes, cuando había cálculo,
cias a ella ciudadanos, la que mantiene había indecisión, y cuando había
permanentemente encendida la antorcha del patriotismo en ignorancia, temeridad; el calculador adolecía de pusilanimi-
sus criaturas. dad, un remedo del asno de Buridán, en tanto la temeridad
Este ensanchamiento antropológico, la armónica síntesis era el santo y seña psicológico del ignorante en el combate.
de dos hombres –es decir: de cualidades hasta entonces antagó- Ahora hay atenienses, y la prudencia sabe sustraer lo mejor
nicas- en uno, se advierte asimismo en el resto del quehacer y de los patrimonios de la ignorancia y la pusilanimidad para
del sentir del ciudadano ateniense. La segunda naturaleza que reunir audacia y cálculo en una sola acción.
en ellos ha producido la democracia les capacita para afrontar La consecuencia de todo ello no es tan solo que Atenas sirva
con valentía los peligros sin dejarse dominar por ellos; era de ejemplo a la Hélade en su conjunto, sino que sus ciudadanos
su sensibilidad la que así salía ganando, y la vida en general hayan hecho avanzar el mundo del hombre hasta cotas nunca
con ello, pues el futuro ya había plantado en el ateniense las antes vistas, creando para los contemporáneos la posibilidad de
semillas del nuevo hombre. Es por eso que “ama la belleza”, contemplarse en su espejo y agrandarse más de lo que actual-
pero “con sencillez”, y ama “el saber”, pero “sin relajación” mente son, hasta devenir esas obras de arte antropológicas, esa
(ibidem). De ser espartano –ese contramodelo innominado y especie única, que el orador esculpe con palabras marmóreas:
omnipresente-, o uno de esos filósofos que maquinan polis en “cada uno de nuestros ciudadanos individualmente puede, en
las que Esparta les sirve de inspiración, difícilmente admiraría mi opinión, hacer gala de una personalidad suficientemente
la belleza, con lo cual el sentido del gusto, la capacidad estética capacitada para dedicarse a las más diversas formas de actividad
del hombre, vegetarían atrofiadas; de ser oriental, un Creso, con una gracia y habilidad extraordinarias” (par. 41). Figuras
la sencillez sería sepultada por el lujo, y hasta es posible que carnales –así lo cree el orador- que, añadamos, trascendiendo
la sensibilidad se apolillara al exhalar la riqueza su perfume las fronteras del tiempo, todavía resucitarán idealmente a
narcotizador. De ser espartano, además, habría amado más la lo largo de la historia, cuando el Humanismo quiera forjar
espada que la razón; y de ser un Creso, es posible que amar el hombres perfectos juntando las virtudes de las armas y de las
saber –lo que no equivale a querer convertirse en un pueblo letras, o cuando la Bildung alemana intente fabricar con su
de filósofos ni nada parecido- se hubiera acompañado de educación el tipo humano más próximo a la perfección.
cierta molicie, de cierta relajación en las costumbres, de eso Si bien el perfil recién trazado del individuo nos lo muestra
que entonces se denominaba afeminamiento, que tan difícil- preferentemente de manera estática, algunas ideas, determi-
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nadas cualidades y cierto sentir del mismo, por no recurrir al coerción que la sociedad ejerce grupalmente en otras latitudes
espacio público, donde sí lo vimos en acción, han ido marcan- sobre sus miembros individuales a través de las costumbres,
do a su paso el rastro de algunas reformas producidas también de la sanción de creencias y prácticas colectivas de obligado
en el campo de la moralidad, y, como las demás, arrancadas cumplimiento, de lo que más tarde Cicerón adulará como
al destino mediante el establecimiento de la democracia. Es “antigua costumbre y regla se nuestros antepasados” en su
hora por tanto de entrar en su esfera al objeto de precisar más Discurso contra Quinto Cecilio, se convierte ahora en uno de
detenidamente su casuística. los ídolos caídos de la vieja moralidad.
Empero, no es el único tirano que cae. En la segunda
La nueva moralidad afirmación a que hacíamos referencia es la legitimidad del
fatalismo, la naturalidad de determinados fenómenos sociales
El lector, decíamos, mientras miraba el ámbito público y a los que la repetición y la presencia inveterada transforman
admiraba al ciudadano ha tenido ocasión de percibir paulati- en mentalidad, en destino, cae barrida ante el poder que las
namente algunos rasgos de la nueva moralidad: de la menta- nuevas creencias infunden a la acción: “entre nosotros no es
lidad que presupone, las ideas que proclama, las actitudes que un motivo de vergüenza para nadie reconocer su pobreza, sino
conlleva y de las prácticas a que da lugar. El reconocimiento que lo es más bien no hacer nada por evitarla” (par. 40). La
de la sensibilidad y la pleitesía rendida al placer son ya, de por sociedad democrática ha capacitado a sus sujetos para hacer
sí, cumplida muestra de la dilatación del ámbito normativo frente a ese estigma, les ha dotado de un poder con el que
tanto en el sujeto como en la sociedad. Es un orgullo de la combatir vetustos reinos mentales, como el que obliga a un
democracia dar cabida en su seno a individuos que adoran pobre, por serlo, a trazar un círculo en torno a su persona del
personalmente el placer como a una nueva deidad sin ser por que no puede salir. Ahora, gracias a la retribución pública que
ello la única deidad a la que adoran, pues la santidad de las recibe se halla en grado de descender hacia los fondos de su
leyes y el respeto innato a los gobernantes, según vimos, se espíritu, descubrir el tesoro que también él posee en cuanto
yuxtaponen al placer limitando su poder sobre la voluntad ser humano y hacer acopio de sus energías para contribuir al
de sus fieles: las divinidades espirituales coexisten y refrenan destino colectivo e incluso rehacerse el suyo personal. Quizá
a la divinidad material. no lo consiga, pero al menos la sociedad le ha puesto en dis-
La nueva moralidad, que en realidad no es sino la cristali- posición de desatar el espíritu prometeico que anida en él, de
zación pública de ideas y sentimientos ya avalados desde hacía modo que ya no queda ningún otro responsable aparte de sí
décadas, y a las que Demócrito o determinados sofistas, como mismo si renuncia a todo intento por mejorar su estatus.
Antifonte, otorgarán carta de ciudadanía normativa en sus En la nueva moralidad, naturalmente, no todo lo nuevo es
respectivas éticas, había dejado huellas de su carácter en afirma- invención. Cuando se extienden las prerrogativas del círculo
ciones que son, por sí mismas, odas a la fuerza emancipatoria de iniciados a la masa de la población también hay novedad,
del individualismo y del poder de la acción. Hablando del trato aunque no haya, insistimos, invención. La democracia, lo in-
entre los atenienses en su vida privada, sostiene Pericles: “en sinuamos, también se construye con cimientos de la sociedad
lo tocante a las mutuas sospechas propias del trato cotidiano, aristocrática, que ella amplía al conjunto de los ciudadanos.
nosotros no sentimos irritación contra nuestro vecino si hace Mas al hacer eso dilata el significado de los supuestos que la
algo que le gusta, y no le dirigimos miradas de reproche, que sostenían, y aquí, si no invención, sí hay ya algo más que un
no suponen un perjuicio, pero resultan dolorosas” (par. 37). mero trasvase cuantitativo de materia de un reino a otro: aquí
El grado de energía y de autonomía individual presentes en se manifiesta una nueva cualidad, la cual reconfigura antiguas
individuos que cuando se juntan en el ámbito público deciden relaciones confiriéndoles un nuevo valor.
en común sobre la vida colectiva, pervive en cada uno de ellos La presencia de la sociedad aristocrática en la democrática
cuando se retira a su rincón privado: la capacidad de decidir se advierte, por ejemplo, en el hecho de aducir el éxito como
racionalmente que mutuamente reconoce cada uno en los garantía de verdad; y ése es el argumento aducido por Peri-
demás cuando actúan juntos se sigue presuponiendo como cles en prueba de su tesis acerca de la riqueza antropológica
una propiedad individual del sujeto que decide soberanamente representada en el ciudadano ateniense. Dice: “que esto no
en su ámbito privado. La consecuencia es que el respeto al es alarde de palabras inspirado por el momento [el homenaje
otro, la tolerancia hacia su estilo de vida, se ha instalado en a las víctimas], sino la verdad de los hechos, lo indica el mis-
el corazón y la mente de la mayoría como principio rector de mo poder de la ciudad” (par. 41, subrayado nuestro); o, en
sus convicciones, y desde allí distribuye sus efluvios mágicos un ejemplo más, en la gloria deparada por el éxito al sujeto
sobre el conjunto de la sociedad cuando juzga la conducta de la acción (ibidem). Ahora bien, en su readaptación a la
íntima de cada cual. La consecuencia, por tanto, es que la democracia, ambos principios de la moralidad aristocrática
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sufren cambios significativos. Uno de ellos, destacable en prueba la bondad de la empresa acometida y la justicia del
una hipotética comparación entre Atenas y Troya, consiste principio que incita a acometerlas-, constituyen ideas prácti-
en resaltar cómo la grandeza de aquélla, a diferencia de la de camente desconocidas en aquel mundo, pero ya extendidas
ésta, reside en su inmediata realidad, no en su poetización; en el nuevo. Dicha filosofía presupone la distinción entre un
es su cualidad de hecho real, que atraerá renovadas miradas principio espiritual y un principio material, entre la norma
intelectuales al punto de, en la de Herodoto, dar lugar al que juzga el valor de la acción por sí misma y el resultado
nacimiento de una nueva disciplina, la Historia, centrada que al fin produce, y que cuando es negativo la amargura
en contar los acontecimientos constitutivos de la estela de la de la derrota queda edulcorada porque el sujeto no pierde la
grandeza y orientada a preservarlos en la memoria de todos confianza en sí mismo, por la satisfacción de la justeza de su
(añadamos que la grandeza de ese primer recuento reside en juicio y porque el dolor de las pérdidas no hiere la autonomía
no dejar fuera los de los enemigos de Atenas, pues la grande- de su más honda intimidad, de la que dicho juicio promana;
za, como sus miserias, es humana). En suma, la objetividad todo un proceso ése que se suma al de ciertos hitos logrados
del hecho sobre su representación poética y, en definitiva, la por la intelectualidad griega, y que concluye con la colosal
historia sobre el mito, las nuevas voces al entonar el pregón revelación socrática de la conciencia como principio rector
de la gloria, prueban tanto la superioridad de Atenas como la de la acción moral.
naturaleza y el sentido de los cambios experimentados con la Al final de esta arenga democrática, de esta jaculatoria laica,
constitución del héroe democrático. Pericles insta al auditorio a tomar como modelo a las víctimas
Otro cambio más es la sublimación del presente ateniense homenajeadas mientras se enaltecía a la ciudad: la ciudad
en modelo casi ideal de ciudades actuales y futuras merced a la que produce ciudadanos así y se reproduce con ciudadanos
difusión de sus características gracias a su fama. El enemigo –y así. Ciudadanos ésos que no son por sí mismos un dechado
aun el aliado- han constatado la relativa perfección del héroe moral personificado, ni han conducido una vida intachable
al que se enfrenta, y lejos de limitarse a deplorar los males que de principio a fin, pero que han sabido en el momento ade-
le inflige reconoce los méritos que lo han hecho posible. La cuado “borrar el mal con el bien” (par. 42), rehaciendo una
idea de modelo se ancla en ese sólido punto constituido por la entera existencia, dando sentido a toda una vida. Se dirige a
admiración, en cuanto señala al débil un espejo de perfección sus miembros resumiendo sus hazañas en una fórmula: “la
abierto a su actividad, por tanto un mundo normativo en gran felicidad se basa en la libertad y la libertad en el coraje” (par.
parte compartido y, en fin, un esbozo de humanidad ya en acto 43). Les recuerda, por tanto, que no hay felicidad privada sin
al fusionarse amigos y enemigos en torno a ese núcleo duro de cierta presencia de vida pública; que la libertad, que podría
ideas y valores actualizados en la conducta de Atenas y en sus definir un día lo humano y que hoy y siempre ha definido al
relaciones con los demás (ib.). De ahí también, por otro lado, ateniense, es un bien indisponible por sí mismo: pero que se
el orgullo del orador, que si bien reconoce cierta legitimidad puede llegar a perder, aun pareciendo natural –esto es: por
en el juicio que valora los hechos en función de las propias sobreentendido que se dé- cuando ceja el esfuerzo personal
condiciones culturales, no duda sin embargo en extinguir de por preservarla. Amonestación ésa que será un día en Mon-
inmediato ese amago de multiculturalismo con la proclamación tesquieu adagio celebérrimo: “la esclavitud empieza siempre
incondicional de la superioridad de sus valores sobre los no con el sueño” (L’esprit des lois, XIV, 13).
construidos por la libertad: “(…) la lucha no tiene el mismo El lema con el que resume su recomendación -más aún hoy,
significado para nosotros y para aquellos que no disfrutan de que ciframos nuestra felicidad personal en motivaciones estric-
ventajas similares a las nuestras”, dice (par. 42). tamente privadas- todavía tiene utilidad para nosotros como
Ahora bien, donde la novedad ética alcanza su punto fuerte legado capaz de infundir ideales en quienes son, o se fingen,
no es en las mutaciones recién registradas experimentadas al básicamente consumidores, pues les devolvería al estatus de
democratizarse la moral aristocrática, sino lisa y llanamente ciudadanos, o más bien al de ciudadanos cosmopolitas, para una
en la superación de la misma. Tanto su continuidad con dicha mejor consonancia con el mundo actual. Pues por legítimo
forma de moralidad, como la superación democrática de la que sea aplicar el término felicidad a cualquier situación per-
misma, quedan reflejados de manera magistral en las siguientes sonal por parte del sujeto concernido, nunca habrá vida feliz
palabras de Pericles: “(…) nos bastará con haber obligado a si expulsamos la libertad, los problemas y las preocupaciones
todo el mar y a toda la Tierra a ser accesibles a nuestra audacia, por la libertad, de nuestros más íntimos sueños.•
y con haber dejado por todas partes monumentos eternos
en recuerdo de males y bienes” (par. 41). Los males como
Antonio Hermosa Andújar es profesor titular en el Departamento
testimonio de grandeza, los fracasos como manifestaciones de Filosofía y Estética de la Universidad de Sevilla, España. Es direc-
de éxito –y tan exitosos moralmente como el éxito mismo que tor de la revista Araucaria. Correo electrónico; [email protected]
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