De Hegel A Marx
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De Hegel a Marx («Marx before Marxism» en el original)
DAVID MCLELLAN
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fecha los escritos del joven Marx, adopta la posición que ya hemos criticado.
El objeto de este libro, como se dice en el prefacio, es el de presentar los pri-
meros escritos de Marx en su contexto histórico, del modo más objetivo posible.
Y salvo algunas notas, no encontrará el lector aires polémicos a lo largo del libro.
Por eso, este libro es especialmente útil para la iniciación en el conocimiento de
la creación temprana de Marx.
El primer capítulo describe la Alemania de antes de 1848, y luego, en los
siete restantes va siguiendo la evolución biográfico-intelectual de Marx: Infancia
y adolescencia (cap. 2) ; Marx estudiante (cap. 3) ; Marx periodista (cap. 4) ; Marx
y la crítica de la filosofía del Estado, de Hegel (cap. 5); Marx y Deutsch-Fran-
zósische Jahrbücher (cap. 6); y Los Manuscritos de París (cap. 7), para acabar
con la conclusión que ya hemos comentado.
Es un libro de recensión de los escritos de Marx hasta los manuscritos de 1844,
colocándolos en el contorno biográfico e histórico en que nacieron; no es una
profunda investigación, pero sí una muy buena introducción a este discutido pe-
ríodo del nacimiento del marxismo. Además, las largas citas de textos de Marx,
algunos de difícil consecución en España, para quien se quiere iniciar en estos
temas, lo hace doblemente útil en su carácter introductorio. Lo único que en este
sentido echamos de menos es una mayor explicitación del entorno intelectual del
joven Marx, en dos sentidos : sus amigos y compañeros de la izquierda hegeliana
(en parte solucionado para el lector inglés por ser McLellan autor de otro libro
de carácter muy parecido a éste sobre The Yoimg Hegelians and Karl Marx)
y las lecturas que acomete el joven Marx en momentos como la preparación de
sus colaboraciones en los Anales Franco-Alemanes o la redacción de los manus-
critos; pero, en parte porque algo de eso ya está hecho en Marx al discutir las
ideas de tales autores, además, de algunos de ellos se ocupa ciertamente McLellan),
en parte por el carácter introductorio de este libro, esta ausencia es también com-
prensible.
La traducción es buena; pero sería de desear que, si se tiene la excelente
idea de indicar la traducción española de los libros que el autor cita en inglés,
se intente hacerlo con todos, y no con la mitad. Los lectores que quieran profundi-
zar el tema lo agradecerán. (En la bibliografía final hay, al menos, una notable
ausencia : El Capital, publicado por el Fondo de Cultura Económica de Méjico ;
hay también una edición cubana y, recientemente, otra española).
El primer capítulo del libro se ocupa de "Alemania antes de 1848", en sus
aspectos económico, social, político e intelectual ; y así repasa el nacimiento de la
revolución industrial en Alemania: la vieja estructura feudal agraria quedó des-
truida por las reformas de primeros del siglo xix : la agricultura se racionaliza, los
fundos se extienden y, entre 1815 y 1840, un millón de hectáreas pasarán a manos
de grandes propietarios. Por otra parte, la decisión de Alemania en muchos mi-
núsculos estados impedía el desarrollo comercial, pero el obstáculo será salvado
cuando en 1834, 18 estados pasen a formar parte de la "Zollverein" (Unión adua-
nera): entonces se inicia una rápida expansión. Un gigantesco incremento demo-
gráfico marchaba al unísono con el desarrollo industrial. Desde 1800, los salarios
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fueron descendiendo, hasta llegar a ser el 57 por 100, respecto a 1800, en L847.
Aunque "también es cierto que la verdadera expansión industrial en Alemania
no tuvo lugar hasta después de 1850, y que el país era todavía predominantemente
rural y que las corporaciones y Junkers mantenían un control considerable sobre
la sociedad, la reforma agraria, el rápido incremento de la población, las socie-
dades urbanas dislocadas por los nuevos ricos y los artesanos sin empleo, la
rápida movilidad y oposición de una clase en vías de desarrollo ofrecía un campo
muy rico para la evolución y propagación de ideas políticas". En este campo, el
político, las tendencias más importantes eran: conservadurismo, catolicismo, li-
beralismo, radicalismo y un naciente socialismo. Y en el orden intelectual: los
hombres de la Revolución Francesa (tan caros al padre de Marx), Hegel (y Kant
y Fichte y Schelling, antes y después) y los jóvenes hegelianos.
Tras describir la realidad social alemana, se ocupa McLellan de Marx desde
su nacimiento en Tréveris el 5 de mayo de 1818, de sus antepasados judíos, de
sus estudios, primero junto al Mosela paterno y luego en Bonn y Berlín: La cé-
lebre carta que Marx escribe a su padre en noviembre de 1837 nos da cuenta de
su evolución intelectual, sus luchas entre el derecho, la filosofía y la poesía, el
intenso trabajo mantenido y su enfermedad: fue durante esta época de descanso
obligado cuando comenzó a escribir para aclararse y así "mi última frase (de aquel
escrito) fue el principio de mi hegelianismo". Así, pues, afirma McLellan, Marx
siguió la misma evolución que la propia filosofía clásica alemana desde Kant y
Fichte, pasando por Schelling hasta Hegel. Esta conversión la completa con una
lectura profunda de Hegel, y así, mientras estuvo enfermo "pudo llegar a conocer
Hegel de arriba a abajo, incluyendo a la mayoría de sus discípulos".
Entra Marx en el Círculo de Doctores, trabando amistad con los jóvenes
hegelianos; prepara su tesis doctoral. En aquella época, Moses Hess, describe a
Marx en carta a su amigo Auerbach como "el más grande, quizá el único filósofo
genuino hoy en día, quien muy pronto... atraerá los ojos de toda Alemania...
Kr. Marx... dará a la religión medieval y a la filosofía su coup de gráce...". Al
ser expulsado de la Universidad su amigo Bruno Bauer, Marx ha de renunciar
a toda esperanza de seguir una profesión universitaria y se ve abocado al perio-
dismo hasta llegar a ser jefe de redacción del "Rheinische Zeitung"; desde allí
responde a las acusaciones de comunismo: "Rheinische Zeitung, que no puede
ni siquiera admitir una realidad teórica a las ideas comunistas en la forma actual,
y aún menos puede desear o considerar posible su realización práctica... some-
terá a dichas ideas mediante la crítica" ; allí también la lucha contra "la ley contra
los robos de madera" le pone por vez primera en contacto con la realidad eco-
nómica; pero... la supresión del periódico le devuelve la libertad. Entonces, tal
como afirma en el prefacio a la Crítica de la Economía Política, "el primer tra-
bajo que emprendí para solucionar las dudas que me asaltaban fue una revisión
crítica de la filosofía del derecho hegeliana... Mi investigación me llevó a la
conclusión de que tanto las relaciones legales como las formas de Estado no se
deben entender por sí mismas ni por la llamada evolución general de la mente
humana, sino que más bien tiene su raíz en las condiciones materiales de la vida,
la suma total de lo que Hegel, siguiendo el ejemplo de los ingleses y franceses
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del siglo XVín, combina bajo el nombre de la "sociedad civil". Sin embargo, la
anatomía de la sociedad civil debe buscarse en la economía política". Para
McLellan, "su experiencia con Rheinische Zeitung y la refutación de la política
liberal por Heine y los socialistas, incluyendo a Hess, hicieron que la crítica de
Marx a Hegel tuviera mucho más en cuenta los factores socioeconómicos". En la
Crítica de la filosofía del Estado de Hegel, que escribe entonces, tienen especial
interés sus reflexiones sobre la burocracia.
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de la primera fase, siendo El Capital y sus anteproyectos el primero y el último
de estas "brochures". Los cuatro manuscritos que se han conservado de los que
constituían el fundamento de esta crítica de la economía política, son comentados
detenidamente por McLellan (y con ésto acaba su libro) ; allí afirmaba Marx para
describir la futura sociedad comunista: "...nuestras producciones serían espejos
que reflejarían nuestra naturaleza... mi trabajo será una libre manifestación de la
vida y un goce de la vida...".
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