De Hegel A Marx

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Review

Reviewed Work(s): De Hegel a Marx by David Mclellan


Review by: Lorenzo Cachón Rodríguez
Source: Revista española de la opinión pública, No. 36 (Apr. - Jun., 1974), pp. 139-143
Published by: Centro de Investigaciones Sociologicas
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/40182080
Accessed: 07-02-2019 02:42 UTC

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De Hegel a Marx («Marx before Marxism» en el original)
DAVID MCLELLAN

A. Redondo, editor, Barcelona, 1973, 316 págs.

"La continuidad del pensamiento de Marx ha quedado demostrada sin


a dudas con la publicación, con el título de Grundrisse der Kritik der Pol
Ekonomie (Elementos de la crítica de la economía política), del proyecto de
mil páginas que le sirvió a Marx como fundamento para la Crítica de la Econo-
mía Política (1859) y El Capital (1857)"; y por si acaso no ha quedado clara
su posición antialthuseriana, unas páginas más adelante añade McLellan: "Los
Grundrisse, por tanto, son tan hegelianos como los Manuscritos y su publicación
hace imposible mantener que sólo los escritos del joven Marx poseen intereses
filosóficos, y que en sus últimas obras los intereses específicamente económicos
de Marx han obscurecido una primera visión humanista". Pero esta feliz inter-
pretación se acaba en la frase que le sigue : "Los primeros textos contienen todos
los temas siguientes del pensamiento de Marx", si bien es cierto que "la obra de
Marx es un ejemplo del argumento de Aristóteles de que, para entender una
cosa, uno debe estudiar sus orígenes" (a la vez que sirve de justificación intelec-
tual de su propio trabajo). Dentro de la polémica que invade el marxismo desde
los años sesenta (cuyos antecedentes recuerda McLellan en el último capítulo),
el autor no sólo se sitúa en la línea de los que niegan la existencia de la "coupure
epistemologique", afirmada por Louis Althusser y su escuela, sino que forma
entre los que afirman la existencia de "todo Marx" en el Marx joven ; si bien
parece cierto que los Grundrisse dan razón a los que ven en Marx una conti-
nuada evolución teórica, en contra de los partidarios de dos etapas tajantemente
separadas: la ideológica-filosófica, bajo el hechizo de Hegel y la científica; no
parece sin embargo tan fundado querer ver en los primeros textos marxistas,
todos los temas siguientes del pensamiento de Marx. (De lo contrario, entre otras
cosas, carecería de sentido el título original de este libro: "Marx before Mar-
xism", o, al menos, el libro debería acabar con la llegada de Marx a la Universi-
dad de Bonn). McLellan tiene razón al negar fundamento a la afirmación de
algunos autores, según la cual en el ejercicio que Max hizo a los 17 años para
el "Abitur", se encuentra el germen de la posterior teoría del materialismo histó-
rico, o de la "unión de la teoría y la práctica" (Cornu, Mehring...); pero tam-
poco hay que creer que una vida como la de Marx, entregada a la acción y a la
investigación, a la investigación para la acción, se pueda encontrar ya en sus
escritos de juventud. No hay ruptura, no hay corte entre dos supuestos Marx :
pero la ciencia que Marx crea, el materialismo dialéctico, no se encuentra en sus
escritos de juventud ya desarrollada, sino en primeras aproximaciones y en forma
parcial ; para ello no hay que olvidar el carácter polémico de alguno de estos
escritos de juventud o el hecho de que fueran "simples" cuadernos de notas que
Marx tomaba para trabajar.
Contra lo que pudiera parecer por lo que se lleva dicho, el libro de McLellan
no está escrito con afán polémico. Sólo es el último capítulo, la conclusión, donde
el autor, tras una explicación de la suerte varia que han ido corriendo hasta la

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fecha los escritos del joven Marx, adopta la posición que ya hemos criticado.
El objeto de este libro, como se dice en el prefacio, es el de presentar los pri-
meros escritos de Marx en su contexto histórico, del modo más objetivo posible.
Y salvo algunas notas, no encontrará el lector aires polémicos a lo largo del libro.
Por eso, este libro es especialmente útil para la iniciación en el conocimiento de
la creación temprana de Marx.
El primer capítulo describe la Alemania de antes de 1848, y luego, en los
siete restantes va siguiendo la evolución biográfico-intelectual de Marx: Infancia
y adolescencia (cap. 2) ; Marx estudiante (cap. 3) ; Marx periodista (cap. 4) ; Marx
y la crítica de la filosofía del Estado, de Hegel (cap. 5); Marx y Deutsch-Fran-
zósische Jahrbücher (cap. 6); y Los Manuscritos de París (cap. 7), para acabar
con la conclusión que ya hemos comentado.
Es un libro de recensión de los escritos de Marx hasta los manuscritos de 1844,
colocándolos en el contorno biográfico e histórico en que nacieron; no es una
profunda investigación, pero sí una muy buena introducción a este discutido pe-
ríodo del nacimiento del marxismo. Además, las largas citas de textos de Marx,
algunos de difícil consecución en España, para quien se quiere iniciar en estos
temas, lo hace doblemente útil en su carácter introductorio. Lo único que en este
sentido echamos de menos es una mayor explicitación del entorno intelectual del
joven Marx, en dos sentidos : sus amigos y compañeros de la izquierda hegeliana
(en parte solucionado para el lector inglés por ser McLellan autor de otro libro
de carácter muy parecido a éste sobre The Yoimg Hegelians and Karl Marx)
y las lecturas que acomete el joven Marx en momentos como la preparación de
sus colaboraciones en los Anales Franco-Alemanes o la redacción de los manus-
critos; pero, en parte porque algo de eso ya está hecho en Marx al discutir las
ideas de tales autores, además, de algunos de ellos se ocupa ciertamente McLellan),
en parte por el carácter introductorio de este libro, esta ausencia es también com-
prensible.
La traducción es buena; pero sería de desear que, si se tiene la excelente
idea de indicar la traducción española de los libros que el autor cita en inglés,
se intente hacerlo con todos, y no con la mitad. Los lectores que quieran profundi-
zar el tema lo agradecerán. (En la bibliografía final hay, al menos, una notable
ausencia : El Capital, publicado por el Fondo de Cultura Económica de Méjico ;
hay también una edición cubana y, recientemente, otra española).
El primer capítulo del libro se ocupa de "Alemania antes de 1848", en sus
aspectos económico, social, político e intelectual ; y así repasa el nacimiento de la
revolución industrial en Alemania: la vieja estructura feudal agraria quedó des-
truida por las reformas de primeros del siglo xix : la agricultura se racionaliza, los
fundos se extienden y, entre 1815 y 1840, un millón de hectáreas pasarán a manos
de grandes propietarios. Por otra parte, la decisión de Alemania en muchos mi-
núsculos estados impedía el desarrollo comercial, pero el obstáculo será salvado
cuando en 1834, 18 estados pasen a formar parte de la "Zollverein" (Unión adua-
nera): entonces se inicia una rápida expansión. Un gigantesco incremento demo-
gráfico marchaba al unísono con el desarrollo industrial. Desde 1800, los salarios

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fueron descendiendo, hasta llegar a ser el 57 por 100, respecto a 1800, en L847.
Aunque "también es cierto que la verdadera expansión industrial en Alemania
no tuvo lugar hasta después de 1850, y que el país era todavía predominantemente
rural y que las corporaciones y Junkers mantenían un control considerable sobre
la sociedad, la reforma agraria, el rápido incremento de la población, las socie-
dades urbanas dislocadas por los nuevos ricos y los artesanos sin empleo, la
rápida movilidad y oposición de una clase en vías de desarrollo ofrecía un campo
muy rico para la evolución y propagación de ideas políticas". En este campo, el
político, las tendencias más importantes eran: conservadurismo, catolicismo, li-
beralismo, radicalismo y un naciente socialismo. Y en el orden intelectual: los
hombres de la Revolución Francesa (tan caros al padre de Marx), Hegel (y Kant
y Fichte y Schelling, antes y después) y los jóvenes hegelianos.
Tras describir la realidad social alemana, se ocupa McLellan de Marx desde
su nacimiento en Tréveris el 5 de mayo de 1818, de sus antepasados judíos, de
sus estudios, primero junto al Mosela paterno y luego en Bonn y Berlín: La cé-
lebre carta que Marx escribe a su padre en noviembre de 1837 nos da cuenta de
su evolución intelectual, sus luchas entre el derecho, la filosofía y la poesía, el
intenso trabajo mantenido y su enfermedad: fue durante esta época de descanso
obligado cuando comenzó a escribir para aclararse y así "mi última frase (de aquel
escrito) fue el principio de mi hegelianismo". Así, pues, afirma McLellan, Marx
siguió la misma evolución que la propia filosofía clásica alemana desde Kant y
Fichte, pasando por Schelling hasta Hegel. Esta conversión la completa con una
lectura profunda de Hegel, y así, mientras estuvo enfermo "pudo llegar a conocer
Hegel de arriba a abajo, incluyendo a la mayoría de sus discípulos".
Entra Marx en el Círculo de Doctores, trabando amistad con los jóvenes
hegelianos; prepara su tesis doctoral. En aquella época, Moses Hess, describe a
Marx en carta a su amigo Auerbach como "el más grande, quizá el único filósofo
genuino hoy en día, quien muy pronto... atraerá los ojos de toda Alemania...
Kr. Marx... dará a la religión medieval y a la filosofía su coup de gráce...". Al
ser expulsado de la Universidad su amigo Bruno Bauer, Marx ha de renunciar
a toda esperanza de seguir una profesión universitaria y se ve abocado al perio-
dismo hasta llegar a ser jefe de redacción del "Rheinische Zeitung"; desde allí
responde a las acusaciones de comunismo: "Rheinische Zeitung, que no puede
ni siquiera admitir una realidad teórica a las ideas comunistas en la forma actual,
y aún menos puede desear o considerar posible su realización práctica... some-
terá a dichas ideas mediante la crítica" ; allí también la lucha contra "la ley contra
los robos de madera" le pone por vez primera en contacto con la realidad eco-
nómica; pero... la supresión del periódico le devuelve la libertad. Entonces, tal
como afirma en el prefacio a la Crítica de la Economía Política, "el primer tra-
bajo que emprendí para solucionar las dudas que me asaltaban fue una revisión
crítica de la filosofía del derecho hegeliana... Mi investigación me llevó a la
conclusión de que tanto las relaciones legales como las formas de Estado no se
deben entender por sí mismas ni por la llamada evolución general de la mente
humana, sino que más bien tiene su raíz en las condiciones materiales de la vida,
la suma total de lo que Hegel, siguiendo el ejemplo de los ingleses y franceses
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del siglo XVín, combina bajo el nombre de la "sociedad civil". Sin embargo, la
anatomía de la sociedad civil debe buscarse en la economía política". Para
McLellan, "su experiencia con Rheinische Zeitung y la refutación de la política
liberal por Heine y los socialistas, incluyendo a Hess, hicieron que la crítica de
Marx a Hegel tuviera mucho más en cuenta los factores socioeconómicos". En la
Crítica de la filosofía del Estado de Hegel, que escribe entonces, tienen especial
interés sus reflexiones sobre la burocracia.

La carta de Marx a Ruge, antes de dejar Alemania para ir a París (tras su


boda con Jenny von Westphalen), da idea de su postura "puede que las cosas
no estén muy claras, pero ésta es exactamente la ventaja de la nueva dirección,
a saber, que no nos anticipamos al mundo dogmáticamente, sino que deseamos
hallar al nuevo mundo mediante la crítica del viejo. Sobre todo, el comunismo es
una abstracción dogmática ; me refiero al comunismo realmente existente, tal como
lo profesan Cabet, Desamy, Weitling, etc., no a cualquier comunismo imaginario
y eventual. Dicho comunismo no es más que una particular manifestación del
principio humanista, contaminado por su opuesto, el elemento privado". En París
colabora con Ruge en la publicación de los Anales Franco-Alemanes, participando
él con dos importantes artículos: "La cuestión judía" (contra Bauer) e "Intro-
ducción a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel". (Además, como ha
resaltado J. M. Bravo, contribuyó en la redacción de otros artículos anónimos).
En el último artículo antes citado, ha tomado ya postura por el proletariado,
como única fuerza que puede emancipar a toda la sociedad: "de igual modo
que la filosofía encuentra su arma material en el proletariado, el proletariado
halla su arma intelectual en la filosofía" ; según McLellan, "la repentina adhesión
de Marx a la causa proletaria puede ser atribuida directamente al contacto per-
sonal con los intelectuales socialistas de Francia". Esta época marca su ruptura
con los jóvenes hegelianos, su más íntimo contacto con Engels y, bajo la influen-
cia de éste, su mayor dedicación a los problemas económicos, cuyo primer fruto
iban a ser los Manuscritos de París.

"Durante el verano de 1844, Marx empezó a escribir una crítica de la econo-


mía política que era el primero entre varios anteproyectos de El Capital. En el
prólogo de este trabajo explicaba que no podía cumplir la promesa, hecha en los
Deutsch-Franzósische Jahrbücher, de publicar una crítica de la filosofía hegeliana
del derecho, pues "al prepararla para la publicación, hallé que la combinación
de una crítica dirigida contra la especulación con una crítica de otras materias
no sería bastante adecuada, impediría el desarrollo de la discusión y dificultaría
la comprensión. Además, la riqueza y diversidad de los asuntos a tratar sólo
hubiese podido estar comprendida en una sola obra de un modo totalmente
aforística, y, a su vez, tal exposición aforística hubiera producido la impresión
de una sistematización arbitraria". Por ello, proponía tratar varios asuntos, el
derecho, la moral, la política, etc., en textos independientes, empezando por la
economía política y acabando con un tratado general que demostrara su interre-
lación, y criticando la manera de tratar especulativamente las materias. Para ello,
Marx había firmado ya un contrato con Leske, un editor de Darmstadt. En este
proyecto de trabajo que debía durar toda su vida, Marx no llegó nunca más allá

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de la primera fase, siendo El Capital y sus anteproyectos el primero y el último
de estas "brochures". Los cuatro manuscritos que se han conservado de los que
constituían el fundamento de esta crítica de la economía política, son comentados
detenidamente por McLellan (y con ésto acaba su libro) ; allí afirmaba Marx para
describir la futura sociedad comunista: "...nuestras producciones serían espejos
que reflejarían nuestra naturaleza... mi trabajo será una libre manifestación de la
vida y un goce de la vida...".

Lorenzo Cachón Rodríguez

Los orígenes de la España de Franco


RICHARD A. H. ROBINSON

Ed. Grijalbo, S. A., Barcelona, 1973

Richard A. H. Robinson es profesor de Historia Moderna en la Universi


de Birmingham. Su especialidad es la historia española y portuguesa del sigl
buena prueba de ello es esta obra que comentamos.
La finalidad de este libro, nos dice el profesor Robinson, es facilitar el es
comprensivo de la derecha española desde el comienzo de la II Repúblic
abril de 1931, hasta el estallido de la guerra civil en julio de 1936.
Con este propósito, el autor pasará revista a la actuación de la C.E.D
demás grupos de derechas, así como a sus oponentes de izquierdas, muy gu
de la mano del Debate y de Airaras. Tal vez esto podría hacer pensar a algú
malintencionado lector que la obra es parcial en la exposición de hecho
mismo autor se adelanta a esta crítica y nos asegura que también ha leído E
cialista y el Diario de Sesiones. Claro que esto se tendrá que creer un poco
su palabra de honor, ya que en las notas al pie de página la desproporc
notable: Debate 435 citas; Arraras 178 citas, Diario de Sesiones, 226, de ést
un 70 por 100 son de miembros de la derecha; El Socialista, 101 citas
todas formas, si ese desconfiado lector a que aludíamos más arriba no le con
crédito a su palabra, verá pronto la objetividad de un autor que, examinan
fuentes de derechas, concluye que las izquierdas son las auténticas precurs
de "la España de Franco". Y que siempre las derechas fueron detrás en los g
asestados a las instituciones de la II República.
El enfoque que emplea en el tratamiento del tema es cronológico, y
justifica con estas palabras: "los acontecimientos en la España de los años 1
1936, son comparables, por su complejidad, a los de Francia, por ejemplo,
años 1789-1799. Además, las actividades y el desarrollo de la derecha estuvie
hasta cierto punto, dictados por esta secuencia calidoscópica de acontecimien

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