21 Prevenci N e Intervenci N de La Conducta Suicida en La Infancia y Adolescencia

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Capítulo 21

PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN LA
CONDUCTA SUICIDA EN LA INFANCIA
Y LA ADOLESCENCIA
Miguel Mamajón Mateos

Epidemiología DE LA CONDUCTA SUICIDA EN LA INFANCIA Y


LA ADOLESCENCIA
El suicidio en la infancia y adolescencia se ha convertido en un serio problema de
salud pública, a tenor de lo que revelan los últimos estudios publicados. Según las es-
timaciones de la OMS, fallecen anualmente por suicidio 1.000.000 de personas, de las
cuales 250.000 son menores de 25 años1. El suicidio entre los jóvenes (15-25 años) se ha
situado entre las tres causas de muerte más frecuentes en esta etapa de la vida, siendo la
cifra de suicidios más elevada en el caso de los varones y más elevado el número de ten-
tativas en el caso de las mujeres. En la franja de 5-14 años el suicidio es la quinta causa
de muerte. Además, hay que añadir que se están registrando suicidios a edades cada vez
más tempranas.
Se admite que, dentro de la fenomenología del suicidio, la ideación autolítica es la
más frecuente entre niños y adolescentes de ambos géneros (4% en varones y 9% en chi-
cas)2, y que no necesariamente se asocia con la presencia de rasgos o trastornos psicopa-
tológicos; a diferencia de los intentos de suicidio (1%-2% de la población adolescente),
que son menos frecuentes, pero que se asocian con mayor prevalencia a trastornos psico-
patológicos (cítense, por ejemplo, los trastornos de conducta disocial, depresión, trastor-
no bipolar)3. A las ideas autolíticas (no planificadas), le siguen, en orden de frecuencia,
los pensamientos de suicidio planificados, los intentos de suicidio sin atención médica
urgente, los intentos de suicidio con atención médica urgente y, finalmente, los suicidios
consumados. Las estadísticas actuales, recogidas durante los dos últimos siglos, indican

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SUICIDIOS. MANUAL DE PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN Y POSTVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

que los intentos autolíticos son más comunes en el sexo femenino (aproximadamente
3-4:1) y los suicidios consumados son más frecuentes entre hombres (3:1)4. En niños y
adolescentes, la prevalencia del comportamiento suicida aumenta con la edad. Los inten-
tos de suicidio alcanzan un pico a mitad de la adolescencia y los suicidios consumados lo
alcanzan entre el final de la adolescencia y el principio de la edad adulta. Por debajo de
los 15 años de edad las decisiones relacionadas con el suicidio son de naturaleza eminen-
temente impulsiva, mientras que por encima de los 15 años de edad son determinantes
otros factores como pueden ser la patología mental o el consumo de tóxicos.
El método más utilizado por los niños y adolescentes para realizar un intento de
suicidio es la ingesta de medicamentos que encuentran en su propio hogar (fundamental-
mente analgésicos y psicofármacos), seguido de ahorcamiento y uso de armas de fuego5.
Los niños y adolescentes con intento de suicidio muestran una alta prevalencia de tras-
tornos psicopatológicos y antecedentes de intentos de suicidio previos sin tratamiento y
seguimiento médico adecuado.
España se sitúa entre los países con las tasas de suicidio más bajas de Europa6. Con-
cretamente, los gráficos 1, 2, 3 y 4 arrojan datos sobre las defunciones por suicidio en
España (2000-2012) en niños (<15 años) y adolescentes (15 a 19 años). De ellos, puede
concluirse que no existe una tendencia descendente o ascendente en las tasas de suicidio
infantil, que puede decirse que son bajas (habiéndose registrado, incluso, un año sin
suicidios de niñas). Aun así, el drama del suicidio infantil se ha cobrado 89 víctimas en
los primeros trece años de siglo (el 70% de niños y el 30% de niñas). Por su parte, en el
mismo período se suicidaron 680 adolescentes (el 75% de ellos varones), con importan-
tes variaciones interanuales, por lo que tampoco puede concluirse tendencia alguna. En
total, han sido 769 muertes por suicidio de niños y adolescentes durante estos trece años.

Gráfico 1. Tasas de suicidios por 100.000 habitantes en España 2005-2012 en personas <15 años.

Fuente: Elaboración propia a partir de INEbase; Estadísticas de defunción por causa de muerte.

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PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN LA CONDUCTA SUICIDA EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

Gráfico 2. Número de suicidios en España 2005-2012 en personas <15 años.

Fuente: Elaboración propia a partir de INEbase; Estadísticas de defunción por causa de muerte.

Gráfico 3. Tasas de suicidios por 100.000 habitantes en España 2005-2012 en personas de


15 a 19 años.

Fuente: Elaboración propia a partir de INEbase; Estadísticas de defunción por causa de muerte.

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SUICIDIOS. MANUAL DE PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN Y POSTVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

Gráfico 4. Número de suicidios en España 2005-2012 en personas de 15 a 19 años.

Fuente: Elaboración propia a partir de INEbase; Estadísticas de defunción por causa de muerte.

FACTORES IMPLICADOS EN EL DESARROLLO DE IDEACIÓN Y


CONDUCTAS SUICIDAS EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA
En la fenomenología del suicidio pueden aparecer factores o variables de muy dife-
rente naturaleza implicados en la vulnerabilidad para el desarrollo de ideación y con-
ductas suicidas. Aunque se desconoce el papel que juega cada uno de ellos por separado
y las interacciones que puedan establecer entre sí, hay cierto consenso sobre los que a
continuación se relacionan.

Factores de riesgo

Se entiende por factores de riesgo aquellas variables, circunstancias o situaciones que


son potencialmente favorecedoras de que ocurra algún fenómeno. Para el desarrollo de
manifestaciones de la conducta suicida en la niñez o adolescencia podemos mencionar
los siguientes:

- Depresión mayor. En las niñas, la presencia de depresión es el factor de riesgo más


importante, seguido del intento de suicidio previo. La presencia de sintomatología
depresiva dispara el riesgo en ambos sexos y se ha observado que los trastornos
depresivos están presentes entre 49%-64% de los casos7-12. La persistencia de ideas
de muerte o ideas de suicidio aumentan el riesgo de repetir un intento de suicidio.
- Comorbilidad psiquiátrica y no psiquiátrica. El 60% de los niños y el 90% de los
adolescentes con conducta suicida presentan al menos un trastorno mental en el
momento del intento o suicidio consumado. Las patologías más prevalentes son
depresión, trastorno disocial y abuso de sustancias13-16. La esquizofrenia, el tras-

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torno límite de personalidad15, los trastornos de ansiedad y los trastornos de la


conducta alimentaria les siguen de cerca. Cuanto mayor es la comorbilidad mayor
es el riesgo.
En relación a la comorbilidad no psiquiátrica, es conveniente destacar que la en-
fermedad crónica (diabetes mellitus, epilepsia, cáncer y obesidad) o dolor crónico
representan una gran fuente de estrés para un niño o adolescente, lo cual puede
acrecentar la desesperanza y conducir al joven a este desenlace17.
- Intento de suicidio previo. El antecedente de un intento de suicidio constituye uno
de los factores predictores más importantes de suicidio en el futuro, sobre todo en
varones12,14. En los adolescentes, el intento de suicidio previo es el factor de riesgo
más importante, seguido de la depresión, trastornos de conducta y consumo de
tóxicos. Conviene recalcar que la mitad de los adolescentes que han protagonizado
un intento de suicidio han cometido al menos uno anteriormente. El 70% de los
jóvenes utiliza un método similar en el siguiente intento y el 30% cambia a un mé-
todo más letal. Cuando se utiliza un método poco habitual el riesgo de recurrencia
es mayor.
- Edad adolescente. Tanto las tentativas de suicidio como los suicidios consumados
son más frecuentes en la edad adolescente (>12 años), alcanzándose las tasas más
elevadas entre los 15 y 19 años.
- Sexo masculino. Las mujeres adolescentes protagonizan más tentativas de suicidio
que los varones, mientras que los varones alcanzan cifras superiores en cuanto al
suicidio consumado.
- Factores psicológicos. La desesperanza, la rigidez cognitiva, las distorsiones cog-
nitivas, mecanismos de defensa desadaptativos, el neuroticismo y el déficit de ha-
bilidades para la resolución de problemas son los ítems que con más fuerza se han
asociado a los intentos de suicidio18.
- Impulsividad. La impulsividad juega un papel importante en la comisión de un
gesto autolítico, sobre todo en menores de 15 años18.
- Desarrollo/Madurez cognitiva. En relación a esto último, cabe recalcar que el con-
cepto de muerte del niño y la intencionalidad del acto se constituyen junto con el
desarrollo evolutivo y cognitivo de la persona. En los niños, la comprensión de la
irreversibilidad de la muerte no está presente antes de los 8 años.
- Factores genéticos y biológicos. La disminución del ácido homovanílico (precur-
sor de la dopamina) en el líquido cefalorraquídeo19,20, cambios en el metabolismo
de la serotonina21,22 y la presencia de polimorfismos en el gen de la triptófano hi-
droxilasa se han relacionado con la conducta suicida.
- Antecedentes psiquiátricos y suicidios en la familia. La historia familiar de suici-
dio, la psicopatología y el abuso de sustancias de los padres se han asociado a las
conductas suicidas23.
- Sucesos vitales estresantes. Los niños y adolescentes son especialmente vulnera-
bles a situaciones traumáticas. Pueden percibir y experimentar los sucesos trau-
máticos con un importante componente de estrés y ansiedad, lo cual les puede
conducir a conductas desadaptativas y a un infausto desenlace si no se interviene
adecuadamente. El 66% de los comportamientos suicidas se desencadenan tras un
acontecimiento negativo, que resulta estresante para el menor24.

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SUICIDIOS. MANUAL DE PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN Y POSTVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

- Aislamiento social. Las relaciones sociales pobres o deficitarias con el grupo de


iguales se han asociado con una mayor conducta suicida25.
- Disfunción familiar. Vivir apartado de los padres se ha asociado a un incremento
de la prevalencia del fenómeno suicida. Ser huérfano de uno o ambos padres no
se asoció a riesgo de conducta suicida25. En este sentido, podría añadirse que los
niños/adolescentes adoptados presentan un riesgo más elevado de presentar un in-
tento de suicidio que los niños/adolescentes no adoptados, aunque bien podrían
interferir otros factores anteriormente señalados26.
- Exposición. La exposición a casos de suicidio cercanos o a determinado tipo de
información en los medios de comunicación sobre el suicidio se ha asociado a un
mayor riesgo27. La exposición a un suicidio o comportamiento suicida de un amigo
o un familiar posee el mismo valor predictivo para un intento suicida posterior que
padecer una depresión severa28.
- Dificultades con el grupo de iguales o con pareja. Pobres habilidades sociales,
patrones de relación desadaptativos y conductas disruptivas se han asociado a un
mayor riesgo suicida. Además, la presencia de dificultades sentimentales es un fac-
tor de riesgo en mujeres adolescentes, sobre todo en las de menor edad7.
- Factores culturales. Los factores asociados a la cultura adquieren una importancia
capital en la conducta suicida entre las minorías étnicas29.
- Bajo nivel educativo. Poseer un nivel educativo por debajo de la media se asocia a
un mayor riesgo de presentar fenomenología del suicidio30.
- Bajo estatus socioeconómico. Pertenecer a un estatus socioeconómico bajo se aso-
cia a mayor riesgo de presentar fenomenología suicida que pertenecer a un estatus
superior30. No culminar expectativas por no disponer de medios suficientes justifi-
caría el alto grado de frustración que experimentan algunos jóvenes de esta condi-
ción. un estudio revela, además, que las relaciones entre condiciones socioeconó-
micas y características clínicas asociadas al riesgo de que se repita un nuevo intento
de suicidio varían en función del género31.
- Rendimiento académico bajo. Obtener malas calificaciones y no cumplir con las
expectativas académicas se asocia con mayor riesgo de conducta suicida25.
- Maltrato físico y abuso sexual. Los niños sometidos a situaciones de abuso físico
o sexual tienen una alta incidencia de conducta suicida22,25,32. El abuso sexual está
relacionado con trastornos psicopatológicos y no está claro si la alta prevalencia de
conducta suicida se debe al abuso en sí o a la patología.
- Orientación sexual. En los barrios donde residían minorías sexuales se han regis-
trado unas tasas más elevadas de suicidabilidad que en aquellos barrios donde no
existían esas minorías. Esta suicidabilidad probablemente esté relacionada también
con un fuerte componente estigmatizador y con crímenes de tinte homófobo33.
- Acoso por parte de iguales (bullying). Esta forma característica y extrema de vio-
lencia escolar se ha relacionado con conducta suicida y también con altos niveles
de estrés e ideación suicida34.
- Abuso de drogas. Como se apuntaba anteriormente, el consumo de drogas se ha
asociado, sobre todo, con los intentos de suicidio en adolescentes varones mayores
de 15 años35,36.

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PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN LA CONDUCTA SUICIDA EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

Factores precipitantes

Factores precipitantes son aquellos que, como su propio nombre indica, son capaces
de causar o provocar un fenómeno determinado, considerándose que existe una relación
directa (relación causal) entre un determinado factor y la génesis inmediata de un suceso.
En el caso que nos atañe, podemos enumerar los siguientes:

- Acontecimientos vitales estresantes. un acontecimiento vital estresante, como se


mencionaba anteriormente, constituye un potente gatillo para el desarrollo de la
clínica suicida24.
- Crisis con los padres. Este factor aparece como factor precipitante común para
preadolescentes y adolescentes, aunque parece guardar una relación causal más
sólida en el caso de los preadolescentes37.
- Factores psicológicos o personales. Diversos factores psicológicos que podrían
justificar una mayor vulnerabilidad frente a determinadas situaciones o circunstan-
cias (déficit de habilidades de afrontamiento, rigidez mental, etc.)37.
- Problemas con el grupo de pares o iguales. Más frecuente en los adolescentes y
sobre todo en las chicas, a causa de conflictos sentimentales25.
- Conflictos familiares. Divorcio, relación enconada entre ambos progenitores, hos-
tilidades en el contexto familiar, violencia doméstica y otros factores pueden cata-
pultar al joven a manifestar clínica suicida. Este factor adquiere también un gran
protagonismo en la aparición de comportamiento suicida en preadolescentes.
- Dificultades escolares. El hecho de no alcanzar los resultados esperados por poseer
un cociente intelectual límite o no culminar determinadas expectativas académicas
a causa de otras razones relega al joven a una posición de inferioridad con respecto
a sus compañeros de clase, menoscabando su autoestima y favoreciendo el desarro-
llo de ideas negativas con respecto a sí mismo y a su futuro25.

Factores protectores

Los factores protectores son aquellos que salvaguardan o impiden que un determina-
do perjuicio actúe sobre una comunidad o individuo. En nuestro caso podríamos hablar
de aquellas situaciones o circunstancias que reducen las probabilidades de que una ma-
nifestación del comportamiento suicida aparezca2,22,30,32,38,39:

- Relaciones satisfactorias con la familia y con el grupo de iguales.


- Habilidades de resolución de problemas y estrategias de afrontamiento.
- Actitudes y valores positivos, en particular frente al suicidio.
- Sexo femenino.
- Creencias religiosas, culturales y étnicas, puesto que las objeciones morales y pre-
ceptos culturales median sobre el comportamiento suicida.
- Habilidad para estructurar razones para vivir.
- Buena alianza terapéutica con el especialista.
- Nivel educativo.
- Locus de control interno.

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- Autoestima.
- Inteligencia.
- Sistemas de apoyo y recursos, apoyo social, estar en terapia, experiencia escolar
positiva y tener aficiones.

EVALUACIÓN Y VALORACIÓN DEL RIESGO SUICIDA EN LA


INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA
Cuando el niño o adolescente ha contactado con el sistema sanitario (bien a través de
urgencias o bien a través de Atención Primaria), deberá mantenerse la calma y calmar al
joven paciente y a los que le rodean. Pueden ocurrir dos supuestos: que sea atendido por el
servicio de urgencias para valoración médica o que sea atendido directamente por un fa-
cultativo de salud mental. Si se prescinde del primer supuesto por no presentar consecuen-
cias graves para su salud, el psiquiatra procederá a la evaluación específica. Es necesario
realizar una valoración psiquiátrica y psicosocial in situ40 y, para ello, está mejor cualifi-
cado un especialista en salud mental infanto-juvenil (aunque también puede practicarla un
especialista en psiquiatría general si ha sido adecuadamente instruido para ello).
En caso de que el niño o adolescente manifieste deseos de morir, fantasee con la
muerte, exprese ideas suicidas o amenace con hacerlo, el profesional deberá explorar
al paciente en un clima de tranquilidad y seguridad para ambos, realizará una profunda
anamnesis, efectuará un diagnóstico diferencial en base a esa sintomatología, instaurará
el correspondiente tratamiento, orientará e informará a los padres y decidirá si derivar o
no al paciente a un profesional especializado en psiquiatría infanto-juvenil.
Sobre la ideación suicida es necesario indagar acerca de aspectos como el momento de
inicio y evolución, el contexto en el que surgen, la existencia o no de patología mental, la
angustia del joven, la planificación, la estructuración y el grado de desarrollo cognitivo del
paciente20. Con respecto a la planificación y la estructuración, es interesante destacar que
los varones suelen presentar mayor nivel de planificación y utilizan métodos más letales y
violentos41.
Cuando ha tenido lugar el intento suicida, es prioritario efectuar una valoración médica
urgente del paciente. Cuando se haya conseguido estabilizar al paciente intervendrá el facul-
tativo de salud mental y éste explorará aspectos como el estado mental del paciente, el mé-
todo utilizado y su gravedad médica, el grado de planificación de la conducta suicida y de
su estructuración, la accesibilidad a métodos, el esfuerzo que ha realizado el joven para no
ser descubierto (muchos gestos autolíticos y autolesiones responden a llamadas de atención
y por ello se aseguran de que exista una probabilidad elevada de ser descubiertos), la moti-
vación o intencionalidad del paciente (llamada de atención versus gesto de alta letalidad), el
sentimiento de desesperanza que experimenta el paciente, la reacción del joven al descubrir
que sigue vivo (desilusión frente a alivio), antecedentes personales y familiares y si existe o
no arrepentimiento posterior (crítica del gesto)42. Es necesario obtener información de los
padres u otras personas que conozcan al niño o adolescente, puesto que la validez de las
entrevistas dependerá del nivel de desarrollo cognitivo y del tipo o grado de gravedad
del conflicto psicológico que experimenta. Es habitual encontrar disparidad entre el tes-
timonio de los pacientes y de sus padres; normalmente los niños y adolescentes informan
mejor de su ideación o conducta suicida que sus padres40,43. Como se apuntaba anterior-

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PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN LA CONDUCTA SUICIDA EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

mente, es esencial saber evaluar correctamente los factores de riesgo, factores precipitantes
y factores protectores que puedan provocar o desencadenar alguna de las manifestaciones
del comportamiento suicida, puesto que así podremos estimar el riesgo de suicidio global.
Si es así, podremos llevar a cabo una intervención precoz para prevenir y evitar que se
reproduzca un suceso similar y/o establecer un plan terapéutico para eliminar ese riesgo.
Cabe recalcar que la valoración no sirve para predecir la conducta suicida en el futuro, ya
que ésta es imprevisible e impredecible2. Aunque la estimación del riesgo y su fiabilidad en
el momento de la valoración es alta no hay que olvidar que la suicidabilidad no es estática
y por ello es necesario reexplorar al paciente en las semanas siguientes.
A la hora de efectuar una valoración del riesgo suicida debemos realizar una entre-
vista clínica exhaustiva que permita recabar la máxima información posible que guarde
relación con la fenomenología del suicidio. Además de la entrevista clínica podemos re-
currir a instrumentos psicométricos generales para estimar la envergadura del problema,
pero en ningún caso deberán sustituir a la entrevista clínica19. Los más extendidos son los
siguientes, ya abordados en otro tema de este manual:

- Cuestionario del riesgo del suicidio o Risk of Suicide Questionnaire (RSQ)44.


- Escala de desesperanza de Beck45.
- Escala de intencionalidad suicida o Suicidal Intent Scale (SIS)46,47.
- Inventario de Depresión de Beck (BDI)48,49,50.

Aquí comentaremos los instrumentos más específicos de la evaluación de la conducta


y riesgo suicidas en la infancia y adolescencia.

Inventario e Inventario Breve de Razones para Vivir para Adolescentes


(Reasons/Brief for Living Inventory for Adolescents, RFL-A/BRFL-A)51,52

Al igual que el Inventario de Razones para Vivir (Reasons for Living Inventory,
RFL), evalúa en positivo el riesgo de (no) suicidio a lo largo de 52 ítems en su versión
extensa o 14 en su versión breve, en este caso en adolescentes.

Escalas de Potencial Suicida en Niños (Child Suicide Potential Scale, SCPS)53

Las Escalas de Potencial Suicida en Niños es una entrevista heteroaplicable a niños


de 6 a 12 años que evalúa, a través de 8 escalas, aspectos como los antecedentes suicidas
personales y familiares, la presencia de conducta suicida o agresividad, mecanismos
psicológicos o acontecimientos vitales recientes.

Índice de Potencial Suicida de Niños y Adolescentes (Child-Adolescent


Suicidal Potential Index CASPI)54

Cuestionario autoaplicable a personas entre los 6 y 17 años que consta de 30 ítems en


los que se evalúan factores como la conducta suicida, el distrés familiar o la presencia de
síntomas depresivos, ansiosos o agresivos. Se ha encontrado una sensibilidad del 70% y
una especificidad del 65%.

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SUICIDIOS. MANUAL DE PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN Y POSTVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

TRATAMIENTO DEL COMPORTAMIENTO SUICIDA


EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA
El abordaje terapéutico de un niño o adolescente con comportamiento suicida debe
ser individualizado y multidisciplinar. El tratamiento se divide en dos partes: la primera
parte la podríamos catalogar como tratamiento de urgencia (tratamiento agudo) y la se-
gunda, como tratamiento a medio/largo plazo. El tratamiento de urgencia sería compe-
tencia del personal del servicio de urgencias y en la segunda parte es cuando entrarían
en juego los equipos de salud mental infanto-juvenil y otros dispositivos.

Tratamiento en urgencias y criterios de hospitalización en la infancia y la


adolescencia

urgencias representa, en la mayoría de las ocasiones, el primer lugar donde el facul-


tativo evalúa al infante o al adolescente que presenta ideación suicida o que ha prota-
gonizado un intento suicida. Para determinar cuándo es necesaria la hospitalización es
importante realizar una evaluación del paciente en su contexto y los sistemas de apoyo
disponibles. Se considera que la hospitalización es necesaria cuando el paciente presenta
varios factores de riesgo y cuando el apoyo en la comunidad es limitado40.
Algunos de los factores que podrían justificar un ingreso del niño o adolescente se-
rían los siguientes40,55:

- Complicaciones médicas graves.


- Elevado riesgo de suicidio por persistencia del deseo de morir e intención de sui-
cidio.
- Rechazo a cualquier ayuda.
- Agitación, irritabilidad severa, manía o agresividad.
- Marcada impulsividad.
- Intoxicación.
- Difícil manejo ambulatorio.
- Enfermedad mental que curse con síntomas psicóticos.
- Consideraciones médico-legales.
- Historia familiar de suicidio.
- Sexo masculino (por presentar más riesgo).
- Historia de intentos de suicidio previos con métodos muy letales o infrecuentes.
- Abuso de tóxicos.
- Dificultades familiares (supervisión o cuidados inadecuados).

En caso de duda y como alternativa al ingreso puede intentarse una hospitalización


parcial u hospital de día.

Indicaciones tras el alta

Antes de proceder al alta, en el caso de que se haya efectuado el ingreso hospitalario,


se deberá reevaluar al paciente, volver a explorar la ideación autolítica y comprobar que

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PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN LA CONDUCTA SUICIDA EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

las ideas autolíticas han desaparecido total o parcialmente y que el paciente ha analizado
adecuadamente lo sucedido expresando un arrepentimiento apropiado del suceso. una
vez que se indique que el paciente puede retornar a su contexto habitual, es necesario
seguir las siguientes instrucciones2:

- Informar al niño y a sus familiares sobre los factores precipitantes, la clínica y el


tratamiento del comportamiento suicida56.
- Pedir explícitamente a la familia que restrinja el acceso del niño a las armas de
fuego, medicamentos y otros métodos potencialmente letales18.
- Insistir en la necesidad de disminuir el consumo de alcohol y otros tóxicos.
- Designar a un adulto responsable para que supervise al niño y solicite asistencia
médica en caso de empeoramiento del cuadro clínico.
- Recibir feedback sobre el plan terapéutico acordado.
- ofrecer un “contrato de seguridad” o un acuerdo con el que el niño se compromete
ante el médico a no provocarse un daño y a acudir a sus padres, a su médico o a otro
adulto en el caso de un nuevo impulso suicida. Puede ser muy útil si se ha entablado
una buena alianza terapéutica.
- Solicitar, desde urgencias, una revisión en consultas externas, para efectuar una
evaluación exhaustiva y una valoración evolutiva lo antes posible.

En el caso de que sea evaluado en urgencias y no se proceda al ingreso, las medidas sub-
siguientes al alta serán las mismas que las citadas anteriormente. Es muy recomendable que
el paciente sea reevaluado por el equipo de salud mental infanto-juvenil en menos de 7-10
días tras el alta y realizar a posteriori revisiones regulares a tenor de las fluctuaciones que pue-
de experimentar la sintomatología, sobre todo si cambian las circunstancias del individuo42.

Seguimiento ambulatorio

Tras recibir el alta desde el servicio de urgencias o bien desde la planta el paciente
deberá acudir al equipo de salud mental correspondiente según lo indicado en el informe
de alta. A partir de esta primera cita con su psiquiatra de referencia el paciente y el clínico
establecerán una nueva alianza terapéutica y, por ende, un nuevo plan terapéutico. No
hay que olvidar que además de abordar la conducta suicida per se deberán también abor-
darse todos aquellos trastornos psiquiátricos subyacentes. El tratamiento de la conducta
suicida consiste en psicofármacos y en psicoterapia.

Tratamiento farmacológico

El tratamiento farmacológico indicado en niños con conducta suicida estaría condi-


cionado por el trastorno psiquiátrico subyacente. Además, los fármacos deben ser sumi-
nistrados y custodiados por un adulto para evitar una sobreingesta.
Los estudios farmacológicos en este ámbito se han centrado sobre todo en el trata-
miento de la depresión adolescente.
Desde que en la década de los noventa se empezó a relacionar la ideación y conducta
suicidas con la utilización de antidepresivos de nueva generación, se ha suscitado una

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SUICIDIOS. MANUAL DE PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN Y POSTVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

polémica sobre este posible efecto. En España, la Agencia Española de Medicamentos


y Productos Sanitarios (AEMPS) adopta las conclusiones de la Agencia Europea del
Medicamento (EMEA) e informa del balance beneficio/riesgo favorable para el uso de
fluoxetina en la depresión infanto-juvenil57.
No se han encontrado evidencias de que el riesgo de suicidio asociado a adolescentes
tratados simultáneamente con ISRS y ISRN fuera mayor al riesgo asociado a adolescen-
tes que estuvieran bajo tratamiento placebo58. El riesgo de suicidio debe ser vigilado y
valorado en todos los casos, pero sobre todo en las primeras semanas después del inicio
del tratamiento con el antidepresivo, debido al efecto desinhibidor de la conducta, sin
que se haya producido aún la mejoría del estado de ánimo. Para conocer la influencia de
los antidepresivos sobre fenómenos como el suicidio (de aparición rara), deberían reali-
zarse estudios específicos y con metodología adecuada.

Farmacoterapia e ideación suicida

El uso de fármacos antidepresivos en la población infanto-juvenil se ha visto envuel-


to por una candente discusión.
En diciembre de 2003, un artículo de la British Medicines and Healthcare Products
Regulatory Agency recomendó suspender el uso de todos los antidepresivos, excepto la
fluoxetina, en pacientes deprimidos menores de 18 años, argumentando que algunos es-
tudios habían encontrado mayor riesgo de protagonizar conductas suicidas. Sin embargo,
ninguna de las diferencias respecto a las tendencias suicidas entre cualquiera de estos fár-
macos y placebos eran estadísticamente significativas, aun en muestras grandes59,60. Más
tarde se comprobó mediante diferentes ensayos clínicos aleatorizados que no existían
diferencias estadísticamente significativas entre el uso de varios fármacos antidepresivos
tipo ISRS frente a placebo en la tendencia suicida. Se demostró que la British Medicines
and Healthcare Products Regulatory Agency había exagerado los riesgos y subestimado
los beneficios posibles de la medicación para el tratamiento de la depresión pediátrica59.
En 2004, la Food and Drug Administration (FDA) de EE.uu. advirtió sobre el riesgo
de suicidio en niños y adolescentes en relación con el uso de antidepresivos, de modo
que se sugería que la causa de la fenomenología del suicidio podía ser el propio trata-
miento antidepresivo. Esta advertencia se basó, principalmente, en la detección de idea-
ción suicida e intentos de suicidio en la población infanto-juvenil estadounidense.
En febrero de 2005, la FDA modificó la advertencia en el sentido de que el empleo de
los ISRS se asocia con un riesgo aumentado de ideación y comportamiento suicida, pero
ya sin indicar la existencia de una relación “causal” entre ambos, o dicho de otra manera,
no podía constatar que los antidepresivos fueron los causantes de la ideación/conducta
suicida. También extendió este señalamiento a prácticamente todos los antidepresivos en
el mercado59,61.
En 2006, la FDA amplió la advertencia a los adultos jóvenes de entre 18 y 25 años y
por ello determinó incluir en la caja de varios medicamentos antidepresivos diferentes
la advertencia de que en pacientes pediátricos y adultos podría empeorar la depresión o
provocar conductas suicidas. Se ha comprobado que los pacientes que inician un trata-
miento antidepresivo pueden experimentar durante las 2 primeras semanas un aumento
de la conducta suicida; sin embargo, no se sabe si se debe a la depresión misma, al

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PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN LA CONDUCTA SUICIDA EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

tratamiento o a ambos. Ningún antidepresivo en particular se asocia más con el suicidio


consumado. En resumen, a día de hoy no es posible determinar el origen de la fenome-
nología suicida en pacientes que han comenzado a tomar antidepresivos, aunque sí se ha
podido confirmar que el riesgo/beneficio se decanta a favor del segundo en la mayoría
de las ocasiones62,63.
Como se señalaba anteriormente, la AEMPS y la EMEA respaldan el uso de fluoxeti-
na en el tratamiento de la depresión infanto-juvenil e informan de que el balance riesgo/
beneficio es favorable para este medicamento.

Psicoterapia

La modalidad psicoterapéutica más respaldada por la bibliografía para el abordaje


de la ideación/conducta suicida es la terapia cognitivo-conductual y sus variantes como
por ejemplo la terapia dialéctico-conductual64,65 (dirigida sobre todo a jóvenes con TLP).
También han sido eficaces la psicoterapia interpersonal y la terapia cognitiva basada en
la familia. Cabe recalcar que si se combinan psicoterapia y farmacoterapia los beneficios
son aún mayores.

Otros tratamientos

La terapia electroconvulsiva (TEC) es infrecuente utilizarla en niños y adolescentes,


sin embargo, en casos de depresión grave donde la conducta suicida es persistente y se
necesita rapidez en la eficacia, la TEC ha sido utilizada con buenos resultados40.

PREVENCIÓN DEL SUICIDIO EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA


Actualmente, la prevención del suicidio en Europa es una prioridad, de modo que se
han establecido unas directrices para los estados miembros con la finalidad de facilitar
la detección de adolescentes con alto riesgo y orientar la prevención1. Entre otras cosas,
se propone un acercamiento multidisciplinar, donde el sistema sanitario debe interactuar
con otros ámbitos como el educativo, los medios de comunicación o el sistema jurídico.
Todos deben caminar en la misma dirección para un mismo propósito. También se plan-
tea la necesidad de promover la investigación científica y formar a los profesionales de
la salud en la identificación de adolescentes de alto riesgo.

Intervenciones en el ámbito familiar y círculo de amigos

La familia juega un papel determinante pues será ésta quien, probablemente, entable
mayor contacto con el joven durante la manifestación de las ideas suicidas o los días pre-
vios a la consumación del acto. Es por ello que deberá estar especialmente alerta a una
serie de señales de advertencia como pueden ser por ejemplo: los síntomas depresivos
(y, en especial, rumiaciones o preocupaciones sobre la muerte, conversaciones sobre el
suicidio)1,7-12, cambios de comportamiento, que el niño o adolescente regale posesiones
importantes13, que comience a abusar de drogas, que comience a tomar riesgos excesi-
vos, etc.35,36. El niño o adolescente necesitará por parte de sus padres un mayor apoyo,

533
SUICIDIOS. MANUAL DE PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN Y POSTVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

que se le escuche, se evitarán las críticas destructivas, no se le abandonará y los padres


deberán informarse sobre este fenómeno a través de diferentes medios, Sus padres, ade-
más, deberán impedir a los niños el acceso a métodos potenciales de suicidio.
Por otro lado, los miembros de su círculo íntimo de amigos deberán animar a su ami-
go a buscar ayuda profesional y, si es necesario, acompañarlo. Así mismo, será necesario
ponerlo en conocimiento de un adulto de confianza, preferentemente sus padres, y por
supuesto, no abandonarlo.

Intervenciones en el ámbito escolar

En este ámbito, el objetivo central de los programas de prevención del suicidio es op-
timizar el funcionamiento de los estudiantes y mejorar su calidad de vida, aunque pocos
programas han sido evaluados científicamente y algunos de ellos han mostrado tener un
impacto limitado40.

Programas basados en el entrenamiento de habilidades

Existe alguna evidencia de que estos programas podrían reducir la conducta suicida
y mejorar las actitudes, emociones y estrategias de afrontamiento. Las intervenciones
que combinan el entrenamiento de habilidades de afrontamiento con educación sobre
el suicidio han mostrado ser más eficaces, aunque el efecto específico sobre la conducta
suicida es difícil de cuantificar30,40.

Cribado

El cribado sobre depresión, ideación suicida y conducta suicida previa es un buen


método para reconocer adolescentes de alto riesgo, con un buen coste/efectividad. De
hecho, en EE.uu., la estrategia nacional para la prevención del suicidio recomendó re-
cientemente está práctica en adolescentes mayores de 15 años. El problema radicaría en
la aparición de falsos positivos, que necesitarían una segunda evaluación para reconocer
el riesgo real19,40.

Psicoeducación

Sobre todo dirigida a personas y profesionales que mantengan contacto regular con
los niños. Se trataría de inculcar nociones básicas sobre cómo enfrentarse a una enferme-
dad y a sus recaídas desde el punto de vista clínico.

Estigma del suicidio

El suicidio y los intentos de suicidio llevan inherente un fuerte componente de es-


tigma social, al cual debe o deben enfrentarse las personas involucradas. Por ello, debe-
mos encauzar nuestros esfuerzos, al igual que ocurre con las enfermedades mentales, en
disminuir este estigma a través de diferentes fórmulas. En este sentido, los medios de
comunicación juegan un papel crucial en cuanto a la difusión de las distintas tendencias

534
PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN LA CONDUCTA SUICIDA EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

sociales que pueden derivar en la estigmatización de minorías sociales. Se ha constatado


en numerosas ocasiones que los medios de comunicación son responsables de la perpe-
tuación de estereotipos, prejuicios y conductas discriminativas; no son sólo reflejo de la
realidad sino también agentes publicitarios que tratan la información de forma sesgada
y en muchas ocasiones ligando enfermedad mental a sucesos violentos y delictivos66,67.

Recursos en la comunidad

Se deben aumentar los recursos en la comunidad para niños con comportamiento


suicida y trastornos psiquiátricos subyacentes (hospitales de día, unidades de tratamiento
de patologías específicas como el TLP, etc.). Un soporte sociosanitario y/o comunitario
prolijo en recursos ofrece al joven la posibilidad de abordar su problema de un modo no
tan traumático y restrictivo (como ocurriría en el caso de que sólo existieran una unidad
de hospitalización y el psiquiatra del equipo de salud mental y que, por otro lado, el jo-
ven, en la mayoría de las ocasiones, percibe como impuestos e innegociables).

Intervenciones tras un suicidio (postvención)

Están encaminadas a reducir el sentimiento de culpa y la morbilidad y mortalidad en


sus allegados (familiares, amigos, profesores). La mayoría de expertos están de acuerdo
en que es necesaria la intervención tras un suicidio para proporcionar apoyo y orientar
a los allegados de la víctima22,68,así como después de un intento de suicidio grave. Se
desarrollan con la finalidad de minimizar los casos de suicidio o intentos por aprendizaje
vicario42. Estos programas son muy importantes, debido a que el hecho de tener un fa-
miliar, compañero o amigo que se haya suicidado incrementa la probabilidad de padecer
depresión mayor, trastorno por ansiedad, ideación suicida y trastorno por estrés postrau-
mático en el período de 6 meses tras el suicidio19.
Pueden realizarse sesiones individuales con otros adolescentes o incluir a los padres.
Sobre la duración de la intervención, se sabe que es importante que comience de forma
inmediata y se realice un seguimiento a largo plazo19. una cuestión importante en la que
ha de ponerse un gran énfasis es la divulgación de la información del evento. Se debe ser
extremadamente cauteloso y discreto con la divulgación de la información del suceso y
las circunstancias que lo envolvieron, respetar a la familia y no causar más dolor a los
familiares y allegados con la formulación de rumores e informaciones inciertas.

Detección precoz

La identificación prematura del riesgo suicida puede y debe ser una de las medidas
más importantes para su prevención. Esto implica que tanto los profesionales de atención
primaria como los facultativos de salud mental deben indagar en la búsqueda de factores
contextuales, individuales y acontecimientos vitales estresantes que puedan suponer un
grave conflicto psicológico22. Deben saber detectar situaciones de riesgo para atender o
derivar al joven a otro profesional más experimentado en el tema. Entrenar a psiquiatras,
psicólogos, pediatras y médicos de familia a detectar los trastornos del humor en pobla-
ción pediátrica y tratarlos precozmente sería una estrategia muy eficiente.

535
SUICIDIOS. MANUAL DE PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN Y POSTVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

La oMS publicó en el programa SuPRE (Suicide Prevention) algunas recomenda-


ciones para los profesionales de atención primaria sobre cómo explorar los diferentes
aspectos de la ideación y conducta suicida de los niños y adolescentes69. Estas recomen-
daciones pueden orientar acerca de cómo obtener información cuando el profesional de
atención primaria sospecha la posibilidad de conducta suicida. Para obtener esta infor-
mación se debe indagar en la búsqueda de datos relacionados con la fenomenología del
suicidio, siendo importante preguntar a la propia persona acerca de sus sentimientos e
intenciones suicidas y no caer en la falsa creencia de que si se pregunta por ello se dis-
para el riesgo de que esto ocurra70.

Prevención en pacientes con trastornos mentales

Se ha comprobado fehacientemente que la intervención en niños o adolescentes con


patologías mentales puede disminuir el riesgo de conducta suicida. Para ello sería nece-
sario realizar un diagnóstico diferencial apropiado para trazar las estrategias de interven-
ción adecuadas, tener especial atención con los trastornos comórbidos, revisar de forma
regular la sintomatología depresiva, ideación suicida y presencia de algún acontecimien-
to vital estresante, puesto que el riesgo de suicidio puede variar durante el tratamiento40.

Otras estrategias de prevención: los medios de comunicación

Cuando el suicidio de un joven se convierte en noticia, ésta se convierte en informa-


ción que despierta gran sensibilidad en la comunidad, sobre todo en individuos menores
de edad, y puede tener efectos indeseables si esta información no se trata correctamente.
Existe evidencia de que algunas formas de cobertura periodística y televisiva del suicidio
están asociadas a un aumento de las tasas de suicidio estadísticamente significativo67.
Este impacto parece ser mayor entre los niños y adolescentes71. Tratar este tema en los
medios de una forma correcta puede ayudar a prevenir la imitación del comportamiento
suicida, mientras que una cobertura repetitiva y continua del suicidio tiende a inducir y
a promover pensamientos suicidas, particularmente entre los adolescentes67,71. De he-
cho, se considera que existe un mayor riesgo de contagio suicida con la exposición de
motivos simplistas del suicidio, relacionándolo directamente con problemas específicos
previos como desencadenante, con un enfoque sensacionalista, con exposición de deta-
lles técnicos del cómo se llevó a cabo, con glorificación del suicidio o de la persona que
se ha suicidado u omitiendo sus problemas y/o reacciones de dolor de los allegados67.
Para ello, la propia oMS ha desarrollado una serie de guías y estrategias dirigidas a los
medios de comunicación para intentar prevenir el contagio. Para la oMS, también los
medios de comunicación pueden jugar un papel proactivo en la prevención del suicidio
publicando las noticias de manera adecuada y ofreciendo determinada información72.

INFLUENCIA DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS: INTERNET Y SUICIDIO


La incidencia del suicidio ha aumentado un 60% en los últimos 45 años coincidiendo
todo ello con la vertiginosa expansión de las tecnologías de la información. Internet y
otras plataformas han supuesto un gran avance para el desarrollo de la colectividad, pero

536
PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN LA CONDUCTA SUICIDA EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

también se han convertido en un medio no exento de riesgos como, por ejemplo, el peli-
gro que constituye su uso para difundir rápidamente nuevos métodos suicidas, consejos
e instrucciones para alcanzar tal fin entre todos los usuarios del mundo73. Los jóvenes
usuarios no sólo tienen acceso a esta información sino que también utilizan este medio
para amenazar con quitarse la vida, instigar al suicidio, despedirse y, en el más macabro
de los casos, hasta para retransmitir en directo su autolisis o suicidio74-76.
Los profesionales de Salud Mental nos enfrentamos al nuevo desafío que significan
las conductas suicidas mediante el uso de Internet. Para disminuir las posibilidades de
estos sucesos se sugiere que se tengan en consideración las medidas que a continuación
se proponen72:

- Incrementar la comunicación oral en las familias.


- Establecer relaciones paterno-filiales basadas en el afecto y no en la satisfacción de
bienes materiales única y exclusivamente.
- Supervisar los sitios que visitan los adolescentes en Internet y si se descubre que
están visitando foros relacionados con el tema de la muerte o la incitación al suici-
dio pedir ayuda profesional urgente. A colación de esto último, también puede ser
muy eficaz el uso de filtros de software por parte de los padres.
- Publicar en Internet los factores de riesgo para el suicidio.
- Publicar en la Red los factores protectores para evitar el suicidio.
- Publicar en Internet los mitos y las evidencias relacionadas con el suicidio.
- Publicar en la Red los signos de alarma de una crisis suicida.
- Publicar en Internet las fuentes de salud mental a las que se pudieran acudir en caso
de situación de crisis suicida.
- Divulgar en el ciberespacio los grupos de riesgo de suicidio.
- Divulgar medidas sencillas que permitan a la población saber qué hacer en caso de
detectar un sujeto con riesgo de suicidio como:
- Preguntar siempre a la persona en situación de riesgo suicida si ha pensado en el
suicidio.
- Si la respuesta es afirmativa, evitar el acceso a cualquier método que pueda dañarlo.
- Nunca dejarlo a solas mientras persistan las ideas suicidas.
- Avisar a otras personas significativas para el sujeto que contribuyan a evitar la
ocurrencia de un acto suicida.
- Acercarlo a las fuentes de salud para recibir atención especializada.
- Que la legislación de cada país adopte severas sanciones a los que cometan el de-
lito de incitación al suicidio. En este sentido también sería útil la regulación de los
servicios de los proveedores de Internet.
- Educar a la población en la denuncia oportuna a las autoridades de actos de este u
otro tipo que puedan conspirar contra la integridad física de la persona.
- Establecer contratos para el uso de Internet que obliguen al usuario a respetar una
cláusula que prohíba su utilización en la incitación al suicidio. La violación de di-
cho contrato conllevaría la denuncia inmediata a las autoridades para que se tomen
las sanciones legales correspondientes con el infractor.
- Educar a la población en el principio siguiente: la libertad conlleva responsabili-
dad, pues la libertad sin responsabilidad no es libertad sino libertinaje.

537
SUICIDIOS. MANUAL DE PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN Y POSTVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

El Consejo de Europa recomienda que se controle el contenido que pueda promover


el suicidio, ya que, aunque en ocasiones este tipo de información pueda no ser ilegal, es
obligación de los estados miembros la protección del niño y adolescente según la Con-
vención Europea de Derechos Humanos20.

EL ACOSO EN LA ESCUELA (BULLYING) Y A TRAVÉS DE LAS


NUEVAS TECNOLOGÍAS (CYBERBULLYING): NUEVAS FORMAS DE
PRESENTACIÓN, NUEVOS DESAFÍOS
La violencia física o psíquica entre estudiantes comenzó a investigarse en los EE.UU.,
Gran Bretaña y los países nórdicos a principios de los setenta. Allí recibió el nombre de
bullying. Dan Olweus y Peter Heinemann fueron dos de los primeros especialistas en el
tema.
Tanto el acoso escolar (bullying) como el acoso a través de diferentes medios tecno-
lógicos (ciberbullying o ciberacoso) son formas de violencia entre iguales que se dan
tanto en las aulas como en la Red y otros soportes tecnológicos a partir de las relaciones
que emergen en la vida escolar. El acoso escolar y el ciberacoso que sufren muchos ni-
ños y adolescentes tienen repercusiones negativas en su bienestar, en su desarrollo, en
el ejercicio de sus derechos y, en muchos casos, pueden hasta conducir al joven a tomar
decisiones fatales. No son pocos los jóvenes que se convierten en objeto de burlas, agre-

mermada su autoestima durante mucho tiempo y abocando en muchas ocasiones al pade-


cimiento de una patología mental severa, con consecuencias graves si no se realiza una
detección a tiempo. Las víctimas en muchos casos guardan silencio (bien por vergüenza,
culpabilidad, miedo a represalias o por cualquier otro motivo) y no son capaces de salir
de la situación por sí solas, de modo que la responsabilidad de abortar esta situación no
recae sólo en los jóvenes, sino también en los gobiernos, las autoridades y centros edu-
cativos, los profesores y las propias familias.
El acoso escolar (o bullying) consiste en hacer daño a un compañero o compañera de
forma intencionada y repetida, utilizando cualquiera de las siguientes formas de agre-
sión:

- Verbales: Poner motes, tomar el pelo, amenazar, hacer burlas, hablar mal de otros,
insultar, despreciar, provocar, amedrentar.
- Físicas: Golpear, empujar, dar una patada a otro, arrojar cosas, quitar, romper o
esconder las pertenencias de alguien, hacer muecas o gestos de desprecio.
- Sociales: Excluir a alguien, difundir rumores, aislar, ignorar, humillar, extorsionar.
- Sexuales: Molestar, hacer tocamientos sin consentimiento, hacer burlas del cuerpo,
la intimidad o la orientación sexual de otro.

El ciberacoso es un tipo de acoso a algún compañero o compañera a través de medios


tecnológicos, utilizando cualquiera de las siguientes formas de agresión77:

- Llamadas acosadoras al móvil.


- Envío repetido de mensajes ofensivos e insultantes hacia un determinado individuo.

538
PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN LA CONDUCTA SUICIDA EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

- Luchas online a través de mensajes electrónicos (chat, mensajería instantánea vía


móvil, SMS, redes sociales, etc.) con un lenguaje enfadado y soez.
- Envío de mensajes que incluyen amenazas de daños y que son altamente intimida-
torios. Además, se acompañan de otras actividades (acecho, seguimiento) en la Red
que hacen que la persona tema por su propia seguridad.
- Enviar o propagar cotilleos crueles o rumores sobre alguien que dañan su reputa-
ción o la dañan ante sus amigos.
- Pretender ser alguien que no se es y enviar o difundir materiales e informaciones
online que dejan mal a la persona en cuestión, la ponen en riesgo o causan daño a
su reputación ante sus conocidos y/o amigos.
- Compartir online información secreta o embarazosa de alguien. Engañar a alguien
para que revele información secreta o embarazosa que después se comparte online.
- Publicación de datos personales.
- Excluir intencionalmente a alguien de un grupo online, como una lista de amigos.
- Enviar programas basura: virus, suscripción a listas de pornografía, colapsar el
buzón del acosado, etc.
- Grabar y colgar en Internet vídeos de peleas y asaltos a personas a quienes se agre-
de y que después quedan expuestas a todos.
- Grabar actividades sexuales en el móvil o con webcam y enviarlo a la pareja, quien
lo comparte con sus amigos con la intención de molestar y denigrar intencionada-
mente.
- utilizar un blog personal para denigrar y hablar mal de una persona.
- Manipular materiales digitales: fotos, conversaciones grabadas, correos electróni-
cos, cambiarlos, trucarlos y modificarlos para ridiculizar y dañar a personas.
- Robar contraseñas para suplantar su identidad.
- Realizar y/o participar en encuestas y rankings en Internet denigratorios para algu-
nas personas.

No hay que olvidar que de las actuaciones mencionadas anteriormente, desde el pun-
to de vista legal, el tipo penal más próximo al ciberbullying es el que recoge el artículo
197 del Código Penal, en el que se detalla la revelación de información a terceros sin
consentimiento del titular y en el que se recoge la posibilidad de que la víctima sea un
menor o un incapaz.
Según un informe elaborado por el Defensor del Pueblo en 200778, la forma más
prevalente de acoso en las aulas de la ESo descrita por las propias víctimas eran los in-
sultos, uso de motes o apodos y hablar mal de otro/a. La forma más habitual de cometer
acoso, en este caso descrito por los propios agresores, son los insultos, ignorar al compa-
ñero y hablar mal de otro/a. Por otro lado, la forma de acoso que con mayor frecuencia
observaban los testigos eran los insultos, poner motes, hablar mal de otro/a e ignorar a
los compañeros. Las estadísticas referentes al acoso o maltrato perpetrado a través de las
tecnologías de la información y de comunicación reflejan también datos preocupantes.
Un 5,5% de las y los estudiantes que se reconocen víctimas identifica las nuevas tecno-
logías como instrumento para los abusos que reciben: un 5,1% de los casos de forma
esporádica y un 0,4%, frecuente. En el caso de los agresores, la incidencia es de 4,8% y
0,6% respectivamente, para señalar que lo hacen “a veces” y “en muchos casos”. Como

539
SUICIDIOS. MANUAL DE PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN Y POSTVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

es lógico, en los testigos sube a un 22% el porcentaje de casos en que se observa “a


veces”, y a un 3% cuando es “en muchos casos”. Este fenómeno (y todas sus variantes)
suele ser más prevalente entre los 11 y 14 años, o lo que es igual, entre segundo y tercero
de la ESo. Después comienza a descender. Además, de 2000 a 2003 la violencia juvenil
en España entre menores de 21 años creció un 8,8%79.
Aunque no existe un consenso acerca de si se considera el uso de las nuevas tecnolo-
gías como una forma singular y específica de acoso o una variante del acoso escolar, lo
cierto es que este fenómeno se asocia en gran medida a emociones negativas por parte
de la víctima manifestándose mediante trastornos de ansiedad, trastornos de conducta,
trastornos afectivos y conductas suicidas80. Hay incluso quien afirma que el bullying es
la primera causa de suicidio entre adolescentes81.
Las variables o causas que intervienen en la generación de estas conductas suelen
de ser de tres tipos: personales, familiares y escolares. El perfil del agresor suele ser el
de joven agresivo con baja autoestima, víctima de maltrato infantil, crianza autoritaria
o negligente y la impulsividad. Por otro lado, el perfil de la víctima se ajusta al de jo-
ven que acude a las mismas clases que su agresor y que no dispone de apoyos sociales
sólidos, es decir, que se encuentra un poco aislado, lo que le convierte en víctima fácil
para los agresores.
A tenor de lo expuesto y de la magnitud que alcanza este problema, se estima opor-
tuno y necesario combatir este fenómeno desde diferentes frentes, siendo el contexto es-
colar el escenario idóneo sobre el cual debemos implementar las medidas de prevención
y detección precoz. Esto significa desarrollar estrategias de intervención conjuntas entre
los servicios sanitarios y Educación (junto con la colaboración de otros estamentos) in-
tercalando en los programas docentes actividades dirigidas a este fin82. Las autoridades
estatales tienen un papel activo en este tipo de fenomenología pues serán ellas quienes
tracen las líneas estratégicas en relación a la prevención de esta lacra a través de campa-
ñas publicitarias movilizadoras83.
En relación al ciberacoso, la situación es diferente pero no por ello menos grave.
En este caso, el agresor no utiliza la violencia física sino los foros, los chats, las redes
sociales y otros soportes tecnológicos para atentar contra la dignidad de la víctima me-
diante comentarios, e-mails, fotografías e incluso vídeos vejatorios. Las consecuencias,
por tanto, pueden llegar a ser igualmente destructivas en virtud de la importancia que
confieren los jóvenes a las nuevas tecnologías y lo importante que son para su desarrollo
personal, autoestima y proceso de socialización. Por ello, es necesaria una regulación
desde diferentes ámbitos para disminuir la incidencia de acontecimientos derivados de
un mal uso de internet, incluida la tasa de suicidios84.
A continuación se exponen una serie de medidas, redactadas por una conocida oNG
de apoyo a la infancia y extensivas a todos los agentes implicados en el problema, para
hacer frente a esta modalidad de violencia entre los jóvenes85. Las recomendaciones de
actuación que hace en caso de que un joven se convierta en víctima de acoso son las
siguientes:

- Informar cuanto antes a un adulto de confianza.


- Evitar ir solo y evitar situaciones o lugares que puedan ser arriesgados para la co-
misión del acoso.

540
PREVENCIÓN E INTERVENCIÓN EN LA CONDUCTA SUICIDA EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

- En el caso de ciberacoso: no responder a las agresiones de la misma manera; guar-


dar los mensajes como pruebas; bloquear al remitente; comentárselo a un adulto y
denunciar a los agresores a través de los diferentes portales de internet (e incluso a
través de las redes sociales).

En el caso de los padres, éstos deben seguir las siguientes indicaciones:

- observar a su hijo y prestarle más atención.


- Escucharle y dialogar con él.
- Mantener la calma.
- Desculpabilizar al joven.
- Reforzar su autoestima.
- Comunicar la situación a la escuela.
- Delegar a su hijo la oportunidad de ampliar el grupo de amigos y amigas.
- Mantener una buena comunicación con él basada en la confianza.
- Recomendar a su hijo no responder a las agresiones.
- Y en caso de ciberacoso: guardar los mensajes como prueba; bloquear al remitente
y denunciar esta práctica a través de Internet.

En el caso de los profesores o personal docente:

- Enfatizar la vigilancia durante los recreos y en demás instalaciones del centro.


- Conocer los protocolos de actuación que el centro educativo posee.
- Inculcar desde las clases valores como el respeto, la solidaridad y la tolerancia.
- Combatir, también desde el aula, prejuicios y estereotipos.
- Realizar actividades específicas de sensibilización en el tema de la violencia y la
convivencia.
- Desarrollar en los niños habilidades personales como, por ejemplo, la empatía,
la asertividad, facilitar la expresión emocional, el fomento de la cohesión entre
compañeros, identificación de situaciones de violencia, aprender a buscar ayuda y
denunciar actos violentos.
- Diseñar estrategias educativas en el uso responsable y seguro de la red.
- En caso de que se haya detectado el problema: no minimizar la gravedad de las
agresiones; observar de manera sistemática al niño en todos los espacios; informar
al tutor y al equipo directivo del centro; intentar actuar lo más prematuramente
posible; hacer intervenciones individuales con víctima, agresor y testigos; no hacer
mediación; no culpabilizar ni a la víctima ni a los agresores, intervenir con todo
el grupo para que las actitudes y conductas negativas sean rechazadas por todos
y todas y respetar el derecho del niño o la niña a elegir la persona a quien desee
contarle el problema.

541
SUICIDIOS. MANUAL DE PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN Y POSTVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

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545
SUICIDIOS. MANUAL DE PREVENCIÓN, INTERVENCIÓN Y POSTVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

ÍNDICE
EPIDEMIOLOGÍA

FACTORES IMPLICADOS EN EL DESARROLLO DE LA IDEACIÓN Y CONDUCTA SUICIDA EN


LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA
Factores de riesgo
Factores precipitantes
Factores protectores

EVALUACIÓN DEL RIESGO SUICIDA EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA


Inventario e Inventario Breve de Razones para Vivir para Adolescentes (Reasons/Brief
Reasons for Living Inventory for Adolescents, RFL-A/BRFL-A)
Escalas de Potencial Suicida en Niños (Child Suicide Potential Scale, SCPS)
Índice de Potencial Suicida de Niños y Adolescentes (Child-Adolescent Suicidal Potential
Index CASPI)

TRATAMIENTO EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA


Tratamiento en Urgencias y criterios de hospitalización
Indicaciones tras el alta
Seguimiento ambulatorio
Tratamiento farmacológico
Farmacoterapia e ideación suicida
Psicoterapia
Otros tratamientos

PREVENCIÓN DEL SUICIDIO EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA


Intervenciones en el ámbito familiar y círculo de amigos
Intervenciones en el ámbito escolar
Programas basados en el entrenamiento de habilidades
Cribado
Psicoeducación
Estigma del suicidio
Recursos en la comunidad
Intervenciones tras el suicidio (postvention)
Detección precoz
Prevención en pacientes con trastornos mentales
Otras estrategias de prevención: los medios de comunicación

INFLUENCIAS DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS EN LA CONDUCTA SUICIDA DE LA


INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA: INTERNET Y SUICIDIO

EL ACOSO EN LA ESCUELA (BULLYING) Y A TRAVÉS DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS


(CIBERBULLYING): NUEVAS FORMAS DE PRESENTACIÓN, NUEVOS DESAFÍOS

BIBLIOGRAFÍA

546

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