Evaluacion 1 Unidad
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Perseo y Medusa
Hace muchísimo tiempo vivían en la región del monte Atlas unas hermanas espantosas, conocidas
con el nombre de Gorgonas. Una de ellas –la más terrible– se llamaba Medusa. Tenía serpientes en lugar
de cabellos y todo aquel que la mirara directamente a los ojos quedaba convertido en estatua de piedra.
Durante años, muchos héroes valientes y bien armados habían llegado a la región del monte Atlas
para destruir a Medusa sin resultado: todos fueron petrificados por la horrible criatura.
Hasta que una vez, Perseo, hijo de Zeus, recibió el encargo de destruirla.
Para llevar adelante la hazaña, el joven contó con las sandalias del dios Hermes, con las cuales podía
volar, y con la capa de Hades, que lo volvía invisible. También llevaba una espada y un escudo de bronce,
tan liso y pulido como un espejo. Así llegó a la región donde habitaba Medusa.
Cuando Medusa advirtió la presencia del joven comenzó a moverse de un lado a otro, agitada. Le
gritaba cosas espantosas, mientras las culebras de su cabeza se agitaban y silbaban con furia. Sin embargo,
por más esfuerzos que hizo, no logró que Perseo la mirara a la cara. Agotada, Medusa se quedó dormida.
Entonces, Perseo se acercó sigilosamente y aproximó al rostro de Medusa el escudo de bronce. De
esta manera, cuando el horrible ser abrió los ojos, lo primero que vio fue su propio rostro reflejado en
el escudo y quedó petrificado.
Así fue como Perseo pudo dar fin a la temida Medusa.
Elementos Características
Tipo de personajes y
sus características.
Ambiente donde
ocurre la historia.
Tres acciones
principales que
transcurren durante
la historia.
6. Imagina que Francisco, un niño de 5º Básico de otro colegio, no entiende por qué la historia
de Perseo y Medusa es un mito. ¿Cómo le explicarías tú que sí es un mito?
Escribe tu explicación mencionando dos características.
Lee atentamente el texto y responde las preguntas.
El contador de ovejas
Había una vez un rey al que le gustaba mucho escuchar cuentos antes de
quedarse dormido.
Un día, pidió que le contaran un cuento muy largo, pues no sentía sueño.
Entonces llegó un contador de cuentos y le relató un cuento al rey, pero… nada.
Entonces el contador de cuentos contó otro, pero el rey no podía dormir. Cuando
ya llevaba como una docena de cuentos y veía que el rey no lograba quedarse
dormido, al narrador se le ocurrió uno nuevo: “Había una vez un campesino
que fue a comprar ovejas. Después de pagar, decidió regresar con el
rebaño a casa. Por el camino tuvo que atravesar un río torrentoso,
y para que los animales no se ahogaran, buscó un lugar donde
el río no fuera profundo. Tuvo que pasar las ovejas una por
una. Primero pasó una, luego otra, luego otra, otra, otra…”.
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