Recordacion Florida PDF
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CE L.A
VOLUMEN VIII
RECORDACION FLORIDA
DISCURSO HISTORIAL Y DEMOSTRACION
NATURAL, MATERIA L, MILITAR Y POLITICA DEL
REYNO DE GUATEMALA
ESCRIBELA EL CRONISTA DEL MISMO REY NO
...
CAPITAN D. FRANCISCO ANTONIO DE FUENTES Y GUZMAN,
ORIGINARIO Y VECINO DE LA M. N. Y M. L . CIUDAD DE SANTIAG O
DE LOS CABALLEROS, Y REGIDOR PERPETUO DE SU AYUNTAMIENTO
• 1
TOMO 111
-- - -- --- -
PR OLO G O DE
SIN U'OROS O .AGUILAR •
E77SS-1m1 c-4-33
tw) Homenaje de la ciudad de Guatemala, tributado a la memoria del Cronista, Capitán Don F r ancisco Antonio de
' Fuentes y Guzmán, con motivo de la Jura de Fernando VII, el 12 de Diciembre de 1808. Grabado qne figura
en el Libro recordatorio de aquel acto, y que es copia del c uadro alegórico colocado e n el templete erigido y
bellamente decorado por artístas guatemaltecos, en aquel año, en la Plaza Real de Guatemala de la Asunción
.....
~
PROLOGO
~
~
' . A la gentileza del Licenciado J. Antonio Villacorta C. debo el
· ~ honor de escribir este prólogo para la primera edición del tomo terce-
4
Regidor perpetuo de la ciudad de Guatemala· y hombre de
estudio, se apasionó en la observación de las costumbres y tradicio-
nes indígenas. Cuando, hacia 1675, se recibió en Guatemala la pri-
mera edición impresa (1632) de la Verdadera Historia de la conquis-
ta de la Nueva España, escrita por su rebisabuelo Bernal Díaz del
Castillo, se dedicó a confrontarla con el manuscrito conservado por
la familia, notó que "lo impreso no conviene en muchas partes con
el venerable amanuense suyo, porque en unas tiene de más y en
otras de menos, y se oscurece en otras la verdad." Comenzó enton-
ces la investigación del archivo del cabildo, y se aplicó a la prepara-
ción de la Recordación Florida.
Halló que algunas cédulas reales ordenaban escriqir la his-
toria del reino de Guatemala. En tal virtud solicitó el nombramien-
to de cronista real, dando como mérito el haber escrito ya la primera
parte de su libro, y aplicarse en la preparación de la segunda. Ha-
bía menester el nombramiento "por algunos instrumentos que ne-
cesito de las Secretarías, y no consigo el ruego: Y aunque tengo no-
ticia de que V. M. ha mandado al Presidente y Oidores de esta
Audiencia se le dé noticia de estas cosas y otras maravillosas del
Reyno, entiendo que no se ha hecho, ni es cosa fácil; con cuya no-
ticia he pedido a uno de estos Ministros de V. M. se me dé Real
cédula y comisión de la Audiencia para ello: sin que tampoco lo
consiga mi celo, instado del amor a V.M. y cariño a mí Patria." <2 J
El consejo de Indias puso al acuerdo del Rey un decreto en
que se pedía el envío de la primera parte escrita, "para verla en el
Consejo; que antecediendo esto se tomará resolución y atenderá a
su pretensión." En real cédula de 26 de marzo de 1689 se pidió el
manuscrito a la real audiencia de Guatemala. <3 >
Se envió el manuscrito a España (1690). Allá se traspapeló.
Parecería que sobre la obra de Fuentes y Guzmán hubiera pesado
una maldición; fueron inútiles las gestiones encaminadas a encon-
trarlo: en 1694 escribía un pariente al autor que "en cuanto al título
de Cronista me parece que no se mandará despachar hasta que ven-
ga y se vea la segunda parte." Después le escribían que el fiscal,
hacía años, había recibido el manuscrito; pero la secretaría no
sabía de su paradero, porque "un señor del Consejo" lo había reci-
bido para censurarlo, y, "como estos Señores Consejeros no dan
·recibo de ningunos papeles . ... " <4 >
(2) Carta de Fuentes y Guzmán al Rey de Esparia (13 de abril de 1687) eristente en el
archivo de Simancas, publicada por primera vez en el discurso preliminar de la edi-
ción de don Justo Zaragoza (1882).
Don Justo Zaragoza dice en el discurso preliminar de su edi·
cwn de la primera parte (Madrid, 1882), que "el manuscrito fué
a parar a manos del que a la sazón era oficial y luego fué ministro
del Supremo Consejo de Indias, D. Manuel lose/ de Ayala, que se
la proporcionó a D. Juan Bautista Muñoz, quien lo puso en su Colec-
ción (tomo 29) con este preliminar: "He mandado sacar la presente
copia que he compulsado con atención: en Madrid a 14 de Junio de
1793;" y al folio siguiente del de esta nota, después de encabezarlo
con el título de la obra, hace el análisis de ella."
La obra original (la primera parte del manuscrito) que, ciento
ochenta y siete años después de remitida a España por el autor, sir-
vió a Zaragoza para su edición en 1882,-se conserva en la biblio-
teca real de Madrid, en un tomo folio, y la copia obtenida por Muñoz
se destinaba sin duda a su aprovechamiento en la Historia del Nuevo
Mundo, no concluída. Parece que del manuscrito original se sacaron
otras copias, cuyo paradero se ignora <5 >.
Zaragoza se pregunta, justamente intrigado, por cuál razón
dejó de imprimirse la obra de Fuentes y Guzmán, sin mencionar
siquiera en la importantfsima colección de historias de Indias de D.
Andrés González de Barcia. Inclínase a pensar que por no haberse
escrito por completo, por su estilo literario no muy florido,.-o por
tratarse en ella con excesiva crudeza ciertos asuntos y a determina-
dos sujetos "como al famoso Fr. Bartolomé de las Casas, de quien
dice, entre otras cosas, al censurar sus escritos, que escribía con
sangre." Pero, pensando con nosotros, llega a la conclusión de que
quizá quedó inédita esa interesantísima historia por "la mala suerte
que pesó sobre la mayor parte de las que produjo el mismo autor."
Traspapelado, o substraído por "un señor del Consejo," el
manuscrito enviado a España, quedó el original catalogado como
pertenencia del archivo secreto de la municipalidad de la ciudad <G> .
Allí ha estado durarzte más de doscientos años, tan sólo abierto a ·la
rapaz curiosidad de algunos cuantos, que, después de aprovecharlo
a su gusto, no han desdeñado el amargo placer de cebarse en la per-
sonalidad literaria del autor.
*
* *
6
tiempos que la precedieron: investigó preciosos documentos ya per-
didos, y se halló en relaciones de parentesco con los nietos de Bernal
Díaz del Castillo , y de amistad con el cronista V ásquez y con otras
personas depositarías de datos históricos; "pero poco inteligente en
los idiomas indígenas, admirador servil y parcial de los conquistado-
res, y ridículamente engreído en la nobleza de su origen y de su
·~ clase, no supo hacer uso de las riquezas que poseyó. Sin crítica,
sin plan y con un gusto depravado, como era el de su época, no supo
formar otra cosa que un hacinamiento confuso de relaciones exagera-
das e inconexas en que se desfigura muchas veces la verdad histó-
rica en obsequio de la vanidad o miras particulares del autor. Su
estilo, por otra parte, es hinchado, ampuloso, alambicado y lleno de
erudición indigesta y reflexiones destítuídas de interés. La Recor-
dación Florida no tiene otro mérito que el haber conservado para la
posteridad noticias y documentos preciosos que sin ella estarían ol-
vidados." <7 l
Tal el juicio de Gavarrete: despiadado y vibrante contra la
Recor'd ación que, a medida que se avanza en la lectura de la senten-
cia, parece irse chamuscando, en la hoguera de la inquisición. Pero
como, pese a los errores de toda obra humana inspirada en el cari-
ño-y es inefable el cariño de Fuentes·y Guzmán hacía el terruño-,
la obra tiene mérito indiscutible, y el inquisidor Gavarrete resulta
preso en la más fea trampa de contradicciones.
La Recordación Florida sin crítica, sin plan y con gusto depra-
vado, como era el de su época, es confuso hacinamiento de incon-
gruencias y ofrece deformada la verdad histórica en obsequio de la
vanidad o interés de su autor. . . Pero conservó para la posteridad
noticias y documentos preciosos q~e de otro modo estarían olvidados!
¿Y cuál fué el intento de Fuentes y Guzmán? Precisamente eso,
dejar constancia de cuanto los anteriores autores y cronistas no tra-
taron en el poco papel y en los pocos renglones dedicados a las ma-
ravillas que él hallaba en Guatemala.
El estilo hinchado, ampuloso, alambicado y lleno de erudición
indigesta y reflexiones destituídas de interés, su gusto depravado,
como era el de su época, no es vicio suficiente para la ~onélenación
de Fuentes y Guzmán: era mácula en todos los escritores de su épo-
ca, y quienes, por ello merecedores del anatema de Gavarrete, debe-
·rían hallarse relegados al desprecio y al olvido.
(7) Juan Gavarrete: notas al final de la paleografía del manuscrito de Fuentes y Guz-
mán.-Ver noticia bibliográfica en el primer volumen de esta edición.
7
Otro guatemalense, el Dr. Ramón A. Salazar: "El sólo título
de la obra muestra el gusto depravado de la época en que fué escrita:
juzgue el lector: Recordación Florida. Discurso historial, natural,
material, militar y político del Reyno de Goathemala. Y si no bastara
este bombástico nombre, lo confirmarían todas las páginas de la his-
toria en cuyo estudio me ocupo." es>
Quizá no sería afirmación temeraria decir que Salazar copió
a Gavarrete, como parecen haberlo hecho cuantos se empeñan en
díf amarlo. Es casi seguro que Salaz ar no se preocupó en comprobar
lo dicho respecto de Fuentes y Guzmán,-y a pensarlo me lleva cier-
to análisis que de su obra hizo el español Manuel Serrano y Sanz <0 >.
Si el gusto depravado (?) de Fuentes y Guzmán fué mal de los es-
critores de la época, no veo, he de repetirlo, razón alguna para que
se condene a quien escribió el primer libro de historia patria. Por
mi parte diré que es un encanto la lectura de ese libro.
Un temido crítico guatemalteco, Agustin Meneos Franco, que
estudiaba sus asuntos antes de escribirlos, dice de Fuentes y
Guzmán:
"¿Qué tiene la Recordación Florida que siempre se lee con in-
terés y a veces con verdadero agrado?" Cualidades de gran valía:
"numerosos datos geográficos, religiosos, estadísticos y de ciencias
naturales ... y el patriotismo que se revela en todas sus páginas."
El amor a Guatemala "le arrebata y prorrumpe en hermosas excla-
maciones, su lenguaje se vuelve correcto y natural, pintoresco y
elocuente y agrada e interesa a los lectores.
"Pué el primero que, apartándose de las sencillas crónicas
religiosas escritas por los autores de su tiempo y por los que le pre-
cedieron, intentó formar una verdadera historia general de carácter
civil, en que se narrasen los acontecimientos del país." Defectuosa
y todo "fué durante mucho tiempo la única fuente de donde Juarros
y demás historiadores tomaron los elementos de sus libros.
"Pocas páginas de la Recordación Florida tan interesantes y
atractivas como aquellas en que el autor, indignado por los abusos
del poder, los onerosos impuestos y las leyes opresoras, alza su voz,
eco en este caso de la ciencia y de la justicia, para defender a la
víctima oprimida, señalar los errores· económicos y defender los
principios del derecho." A pesar de sus defectos, nada impide que
"el autor sea considerado como el hombre que mejor representa en
GuatetrJ.alq., en pleno siglo XVII, la investigación científica y la in-
dependencia del pensamiento." <10 >
10
también los empleos de Alcalde mayor de Totonicapam y Sonsonate.
Murió por los años de 1700, dejando incompleta su obra. El estilo
pedantesco, difuso y cansado de esa crónica hace poco atractiva su
lectura; pero prescindiendo de ese defecto y no olvidando que el
autor es un panegirista semiofícial de los conquistadores de Gua-
temala, el lector puede consultar con provecho las noticias y datos
curiosos en que abunda." (HJ
La misma incpngruencia de los demás. Débese desconfiar
de Fuentes y Guzmán, adulador de los conquistadores, mentiroso,
malicioso y falsario; ampuloso, con/ uso y aburrido . .. "pero el lector
puede consultar con provecho las noticias y datos curiosos en que
abunda."
Reitero la opinión de que en los juicios sobre Fuentes y Guz-
mán los unos han copiado a los otros. Con la noticia relativa a su
estilo confuso y cansado, parecen eximirse de la obligación de con-
sultar personalmente el manuscrito.
Como he dicho ya, se diría que una maldición ha pesado sobre
los escritos de Fuentes y Guzmán, a quien, sin embargo de ser el
primero en tratar de escribir una historia general-como él mismo
lo hizo constar en el título de la· obra, que abarcara lo historial, lo
natural, lo militar y lo político del reino de Guatemala-, sin embargo
del gigantesco esfuerzo que su libro representa, dejó su manuscrito
entre el obscuro confinamiento de un archivo secreto, y su prócer
memoria como objeto de desahogos inmotiv'!dos.
En verdad es incomprensible que Gavarrete, el benemérito
paleógrafo de la Recordación Florida, nos haya hecho el flaquísimo
servicio de condenarla al desprestigio mediante la injusta exagera-
ción de los defectos inherentes a todo historiador,-mayormente si,
como en el caso de Fuentes y Guzmán, ha de referir asuntos de casi
actualidad en los cuales no se puede solicitar Únparcialidad absoluta.
El criterio de Gavarrete ha prevalecido en todos los autores
que después han pretendido descalificar el libro. Y como Gavarrete
incurrió en incongruencia al externar su opinión,-cuantos con él
se producen sobre Fuentes y Guzmán presentan el mismo estigma
.de. contradicción. Lo hemos visto con los guatemaltecos citados en
las páginas anteriores.
Y hemos de notar que Bancroft, él acucioso, · imparcial e im-
portante historiador de estos países, incurre también en tan lamen-
tables extremos. Comienza diciendo que nuestro historiador poseyó
un gran número de raros documentos, "pero no usó de ellos como
1l
cronista imparcial. Era muy grande su admiración por los conquis-
tadores para permitirle mencionar las crueldades que esos docu-
mentos deben haber revelado. El mismo sentimiento ·10 impulsó a
la invectiva contra Las Casas. Eran tales sus prejuicios a este res-
pecto, que, en cuanto a la conquista, no puede considerársele como
historiador idóneo, aun cuando no hubiera otras evidencias de sus
inexactitudes; pero cuando encuentro en muchos casos variantes
entre sus narraciones y las propias cartas de A._lvarado, resalta la ne-
cesidad de recibir con desconfianza sus informes." <15 l
Por el enorme acopio de fuentes de consulta que Bancroft
hubo a mano, comprendo que no haya tenido empeño en estudiar
por sí mismo el manuscrito de Fuentes y Guzmán. Se conformó con
hacer suyas las aseveraciones de los escritores compatriotas del au-
tor de la Recordación,-si bien llega al extremo dé afirmar que éste
ocultó de intento las crueldades que los españoles deben haber come-
tido: el prejuicio imperante sobre la barbarie española del siglo XVI.
Pero de este asunto nos ocuparemos después.
Bancroft, hombre culto y por consiguiente refractario al ab-
solutismo dogmático, se cree obligado a rechazar la acusación de
Brasseur de Bourbourg, quien tal vez extrema al señalar "la mentira
que reina continuamente en las relaciones de Fuentes." Pero hace
constar expresamente que contradice a Brasseur porque "este autor
se prestaba a aceptar las versiones indígenas, tanto como Fuentes
se· inclinaba a desentenderse de ellas." "El estilo de Fuentes, aunque
no falto de elegancia 'y potencia descriptiva, suele tornarse en flo-
rido y algunas veces inflado," termina Bancroft en una nota-la que
arriba hemos estudiado-a propósito de las relaciones entre Cortés
y Alvarado <15 >.
Para el historiridor anglosajón es Fuentes y Guzmán admira-
dor de los conquistadores al extremo de desentenderse de las versio-
nes indígenas sobre las crueldades de la conquista; pero su estilo,
con algunas reservas, no carece de elegancia ni capacidad descrip-
tiva. No es ampuloso, confuso ni aburrido; algo se va ganando.
Muchas páginas después, cuando Bancroft termina de con-
siderar el fermento de la revolución de independencia centroameri-
cana (1800), vuelve a hablarnos de Fuentes y Guzmán: es autor de
la primera historia que se escribió, "con mucho material original,
aunque no todo fidedigno. Nunca se publicó el manuscrito, pero Jua-
rros lo aprovechó."
(15) Hubert Howe Bcmcroft: History of ·Central America, San Francisco, 1883, Vol. 11
(1530-1800), página 86, nota (34),
12
Después de Remesal, cuya historia es la primera escrita res-
pecto de Guatemala, aparece la de Juarros, "que, habiendo absor-
bido la de Fuentes y Guzmán, fué la primera publicación digna de
llamarse historia de Guatemala. No obstante su acceso a documen-
tos originales, Fuentes y Guzmán cometió muchos errores incons-
cientemente copiados por , Juarros. Con ayuda de investigaciones
posteriores tales defectos se han evidenciado; pero Juarros, sin em-
bargo, queda conio primer historiador de la América Central ... De
, hecho es la primera historia existente que abarca Guatemala y sus
provincias. . . De ninguna otra fuente puede obtener el escritor re-
lación metódica de la conquista y la colonia, descripción de ciudades,
recursos primitivos, listas de funcionarios y biografías de hombres
prominentes. De los escritores españoles es también uno de los
más imparciales, aun en asuntos inherentes a la iglesia, a pesar de
ser uno de sus ministros. Sin embargo, Juarros es incompleto desde
muchos puntos de vista. Lamentablemente se inclina a presentar
cualquier cosa como verdadera condición pol!tíca, social y moral del
pueblo, o desenvolvimiento del país durante ese período; y en cuanto
a la conquista y la primitiva época colonial demuestra evidente falta
de estudio e investigación." <1 ªl
El caluroso elogio dedicado a Juarros corresponde por entero
a Fuentes y Guzmán, cuyo manuscrito aprovechó al extremo de no
parar mientes en equivocaciones. Y por eso resulta el presbítero
carente de estudio y de investig~ción ..
*
* *
*
* *
14
"Al desgraciado dicen que no se le ven los méritos, y yo digo
que no se le ven al retirado1 porque muchos de extremadamente
modestos y sobradamente encogidos, hacen sombra anochecida a la
claridad de sus lucimientos, y éstos empiezan a v~vir modestos y
acaban de morir despreciados. Poco le importara al sol ser monarca
de las luces y el más noble de los planetas, si no se comunicara, ni
conocieran los mortales el beneficio de su influencia. Lo retirado
ha de recaer sobre lo introducido: darse primero al comercio para
lo conocido, y después al retiro para lo deseado." <20 J
De Fuentes y Guzmán suele decirse que era hombre vanido-
so en¡ panegirista oficial de los conquistadores <14 l, por quienes sentia
una muy grande admiración <15 l. ¡Resulta ciertamente singular el
caso de un escritor va'nidoso y panegirista de los de arriba, cuyas
crónicas van a dormir durante dos centurias por los rincones de un
archivo secreto!
La Recordación siguió la suerte que lamentamos, precisamen-
te porque su autor no sufrió el feo vicfo de la vanidad. El vCl"llidoso,
exasperado por el prurito de saberse comentado, intriga hasta lograr
su objeto. Fuentes y Guzmán, movido por el deseo de enmendar los'
yerros contenidos en la primera edición del libro de su deudo Bernal
Díaz del Castillo, se aplicó al estudio de la historia patria; con la
humilde sinceridad de hombre consciente, advierte su loable deseo
de salvar para la posteridad los documentos grandemente perjudi-
cados por el a~ua y por el lodo de la catástrofe de Ciudad Vieja. Em-
peñado en su trabajo halló dificultad en la obtención de documentos
depositados en las oficinas públicas-y, para allanar los inconve-
nientes, solicita el titulo de cronista.
En virtud de disposición real envió a Madrid copia de su ma-
nuscrito. Se perdió el documento,-y esta circunstancia habría sido
coyuntura para la intriga y la acción de las influencias, bien al alcan-
ce del cronista por sus entronques de familia 'tanto como por su si-
tuación social y oficial. Un vanidoso habría reiterado la súplica al
rey, y remitido duplicados de su manuscrito. Pero Fuentes y Guz-
mán se redujo a de}ar constancia del envío y la pérdida de esa covia
de su manuscrito: el temor, perfectamente justificado, de que alguien
ló hubiera sustrafdo para modificarlo y publicarlo como suyo, lo hizo
ampliar lo escrito con nuevas relaciones según documentos posterior-
mente encontrados en Guatemala <21 J.
Otros cronistas tuvieron la suerte de entrar presto al tráfico
de librería, y por ello prosperaron en cuestiones bibliográficas. El
mismo Juarros que, "en cuanto a la conquista y la primitiva época
*
* *
16
El autor no puede ocultar su satisfecho orgullo en presencia
de la bizarría española. Pero tampoco rehuye el elogio para "aque-
llos esforzados indios" en el "conflicto, digno de ser ponderado,
lleno de confusión y atrocidades, que ocasionaba la bárbara osadía
de los defensores de aquella cuesta." Y en otras barrancas de Olin-
tepec "volvió a trabarse la batalla, con otro no menos formidable
número de combatientes que allí esperaban, con tal ardid y industria
militar que yéndose retirando de los nuestros, eran llevados para
entregarlos a otra emboscada."
La emoción patriótica por los de su raza en nada merma el
elogio para los indios, capaces de usar hábil industria militar y bár-
bara osadía de valientes: "pero no apartándose aquellos defensores
mucho trecho de donde recibieron esta rota, más y nuevamente es-
/ orzados de escuadrones, no de auxiliares de los cantones, que no los
necesitaban, sino. de propios súbditos de la corona de Utatlán, vete-
ranos y valerosos, sacados de numerosas ciudades y pueblos suje-
tos a la potencia del rey Tecum, si bien muchos señores de vasallos, ,
jóvenes y fervientes y llenos de militar espíritu . .. 11 •
· Todo combate armado significa el ejercicio de la violencia y,
en razón directa a la brutalidad en su empleo, con mayor encomio
se cotizan los triunfos del ejército vencedor. No es menester des-
cribir el ejército vencido con el horror de los cadáveres mutilados,
ni a- la música macabra dél clamor de los heridos. "Pero, conside-
rando, con española valentía, que era preciso no escapar en este lance
de vencer o morir, acometiendo a un tiempo la caballería por una
parte, que se hallaba junta y en mejor sitio, y la infantería por otra,
a fuerza. de cuchilladas y acierto de los tiros de las escopetas y' las
ballestas, cuando la artillería no estaba ociosa, yéndolos apartando
de si y disminuyendo en número, atropellados muchos de la caba-
llería, quedaron por el sitio estropeados y rotos."
Es intensa la pasión por la española valentía. Pero también
intenso y sincero el reconocimiento de los méritos guerreros de los
vencidos. En esa magistral descripción de la batalla, no podrá ase-
verarse que el autor trata de ocultar los estragos indecibles sufridos
por los indios. Tampoco habremos de motejar de sanguinarios y
feroces al puñado de españoles.
Bancroft describe la batalla de Olíntepec <23 >: "los españoles
cayeron en una emboscada que les tendieron más de seis mil gue-
·rreros de Utatlán, 11 "y luego se vió avanzar en formación cerrada un
destacamiento d el gran ejército, de treinta mil hombres, com.o para
0
(24) Woordrow Wilson: A History of the American People, Harper & Brothers, publishers,
New York and London, 1903, tomo /, páginas 63 y 64.
19
La conquista del continente americano fué sanguinaria y des-
piadadamente ejecutada,-pero no tan sólo por los españoles. Abun-
da la literatura en todas las lenguas, respecto de la legendaria cruel-
dad de los españoles. Basta recordar las guerras de religión en
plena Europa, para reconocer que el ensañamiento en el enemigo
vencido, es condición inherente en todo ejército ebrio de cólera y
de triunfo. Los españoles, después de sus sombrías acciones de
guerra, bautizaban a los indios y, esclavizándolos y todo, convivieron
con ellos como iguales ante Dios. Les predicaron el evangelio, mez-
claron su sangre con la de ellos: no contemplaron el siniestro desig-
nio de "echarlos a la selva." Y las rebeliones indígenas en la hoy
Hispanoamérica fueron también sanguinarias.
Se dice-desdichadamente en español también-que España
solamente pudo enviar al descubrimiento y a la conquista, vagabun-
dos y presidiarios, pordioseros y elementos inútiles: se olvida que
la colonización inglesa en Norteamérica también se efectuó por
"desesperados de toda clase, inescrupulosos jóvenes y ambiciosos
de aventura." <25 >
Woodrow Wilson, cuya historia de los Estados Unidos tengo
a la vista, cuenta que Inglaterra estaba pletórica de desocupados
porque el ambiente cambiaba. Días de angustia llegaron á los dis-
tritos rurales: la tierra, como todo, se convirtió en mercadería porque
el comercio lo ganaba todo; los traficantes de las ciudades compra-
ron tierras para residencias de placer,-y allí no querían intrusos;
los viejos terratenientes expulsaron a los labradores para establecer
grandes- crianzas de carneros cuya lana se cotizaba bien; se apode-
raron de los ejidos, desde tiempo inmemorial libres para todos, y el
desconsuelo y la miseria cundió en el país. Sir Thomas More, colé-
rico y piadoso ante semejante espectáculo, gritaba:
-Vuestros carneros, antes tan sumisos y apacibles, se han
convertido en grandes devoradores y tan salvajes que se comen y
tragan hasta los mismos hombres. ¡Consumen, devoran y destruyen
campos enteros, casas y ciudades! '
Campos y ciudades se colmaban de vagabundos o ladrones
candidatos a la horca; hombres que no hallaban otra manera de sub-
sistencia, asaltaban en el camino real al viajero desprevenido. El
anhelo de paz del rey había terminado el período de guerras empren-
dido por Elizabeth, y Londres estaba lleno de soldados sin ocupa-
ción; hijos pródigos y caballeros descastados parecían abundar más
que nunca. "Y fueron hombres sin trabajo o incapacitados para él
quienes decidieron ir a América." <261
20
Con semejante escuela y en semejantes condiciones, puédese
afirmar que los elementos enviados a América por España no di-
ferían gran cosa de los procedentes de Inglaterra. Las acciones de la
conquista, en consecuencia, abundan en similitud.
Vuelvo a Bancroft, que nos da elocuentes muestras de la
crueldad imperante en las gentes de Inglaterra, Francia, Holanda.
Los piratas caían sobre puertos y ciudades españolas de América,
y, poseídos de furor inefable, asesinaban a cuantos se opusieran a
sus designios, mujeres tanto como hombres. Encerraban a los co-
merciantes suficientemente precavidos para esconder sus riquezas
en oportunidad de evitar su pérdida¡ sin alimentos, entregados a las
angustias de la sed, aquellos desgraciados se veían ante el dilema
de quedar en la miseria o sufrir la muerte más terrible. Cuando las
partidas de los Drake, los .Párker, los Oxenham, los L'Olonnois, los
Margan, Harris, Hawkins, Wright, y, en fin, aquella trágica pléyade
de ingleses, franceses, holandeses¡ cuando esos europeos no espa-
ñoles ca!an en América española,-mermaban la población y daban
lugar a reconstrucción de ciudades. -Eran una maldición. Y ellos
también se encomendaban a Dios y creían que la divinidad cristiana
se complacía con sus hechos <27 >.
Ciertamente debemos a Inglaterra en gran parte la extinción
de la piratería, pero hemos de recordar que la institución fué ofi-
cialmente creada por la Reina Isabel de Inglaterra, en 1570 1281 • Y a
constituído el gigantesco imperio colonial de España, comenzaron los
piratas ingleses la obra de engrandecimiento del imperio colonial
británico. Lo que los conquistadores españoles son a la historia de
la península, héroes puros endiosados en la literatura española, son
los piratas a Inglaterra, puros héroes endiosados en la literatura bri-
tánica. Drake es el "héroe inglés" de Burton; Margan fué hecho
caballero y nombrado gobernador de Jamaica, como consecuencia de
la destrucción de Panamá. Cuando los corsarios arribaban a costas
inglesas, las manos teñidas de sangre y las bodegas rebosantes en
botín, era fiesta nacional. La Reina de Inglaterra subió a bordo del
Pélican, el barco de Drake que circunnavegó el mundo, y le dió el
título de Sir Francis Drake. Carlos II, protector de Morgan, obse-
quió a la biblioteca de la Universidad de Oxford una silla construida
con las maderas del Pélican <20 >.
No encuentro razón para contemplar con horror a los espa-
ñoles de la conquista, como tampoco la hallo para espantarme ante la
piratería de aquellos tiempos. Era la mentalidad de entonces, y sus
h9mbres, que indudablemente llevaban el corazón bien puesto y
(27) Bancroft, ibídem, Vol. 11, capítulos XXIII, XXVI, XXVII, XXVIII, XXIX, XXX y XXXIII.
(28) Ibídem, Vol. 11, capitulo XXIII.
(29) Ibídem, Vol. 11. Ver las numerosas notas de los capítulos citados (27).
21
multiplicaron la extensión territorial de los dominios de su patría,-
son héroes legítimos de sus respectivos países. Del mismo modo
se admira, se respeta y se distingue a los actuales héroes del labora-
torio que ensayan mortíferos gases y preparados pestíferos para la
próxima guerra.
El desenfado, la rapacidad y la crueldad de los conquistadores
echaron los primeros fundamentos de las repúblicas hispanoameri-
canas. La crueldad, la rapacidad y el desenfado de los piratas ingle-
ses, construyeron el enorme imperio colonial británico. Un autor
sajón dice que los ingleses "han enfrentado todas las tempestades,
han sufrido todos los dolores, luchado con todas las razas y comba-
tido todas las enfermedades. La línea sajona ha sido para la tierra
una trágica y heroica abrazadera, que encierra los viejos y grandes
lugares de la tierra." "La misma causa e idénticos medios que pro-
dujeron todas las demás naciones, determinaron, en el mismo pro-
ceso, el imperio británico. Por guerras y conquistas, por robo e in-
triga, por el mismo brutal uso de la fuerza física fué integrándose
parte por parte,
"La brutalidad de todo desarrollo nacional es aparente, y no
pretendemos excusarla. Ocultarla sería negar los hechos, disimular-
la sería atentar a la verdad. Poco hay en la vida que no sea brutal,
excepto nuestro ideal. A medida que aumentan el agregado de indi-
viduos y sus colectivas actividades, aumenta en proporción su bru-
talidad.
"No pueden crearse las naciones, ni pueden engrandecerse,
mediante expansión meramente ética o espiritual. El establecimien-
to, en grandes o pequeñas entidades, de tribus y de estados sólo es
la resultante de su potencia física; y cuando hay un cambio, o se
pretende un cambio en esto, resultan ya la disolución interna o la
súbita destrucción,-y los territorios desmembrados van a engran-
decer los dominios de los conquistadores."
Cuando decayeron los imperios portugués y español, Inglate-
rra, "por su valor y brutalidad, como es la ley de las naciones, se
apoderó, uno por uno, de sus mares y de sus dominios." <3 0J
La manifestación de un sajón nos explica en qué consiste esa
comentada crueldad con que se trata de desprestigiar-¡ hasta en
español!-a los gloriosos conquistadores de España. La conquista
hubo de hacerse a sangre y fuego, como en Norteamérica: "el relato
de nuestros tratos con los indios hace necesario orlar de negro aque-
lla pági~a de la historia norteamericana," exclama Kirby .Page <31 >.
(30) Homer L ea: The day of the Saxon, Harper & Brothers, publíshers, New York and
London, 1912, libro /, capítulo /, "el s:ajón y su imperio."
(31) Kirby Page: Dollars and World Peace, George Doran Co., New York, 1927, pá-
gina 58.
22
*
* *
24
Las colectividades no se distinguen únicamente por sus vír-
1tudes, sino también por sus ·vicios-dice un moderno autor euro-
peo ras¡ . Y, como por la ley de la naturaleza humana, éstos son más
numerosos que aquéllas, resulta que el dogma de la fraternidad se
aprovecha muy a menudo por los Caínes en perjuicio de los Abeles.
El fantasma de la iniquidad española durante la conquista de
América, no es, en. consecuencia, sino deseo de acarrear odiosidad
al pueblo español,-o ignorancia de la naturaleza humana.
*
* *
Don José Milla <14 > nos advierte que Fuentes y Guzmán " es
un panegirista :semioficial de los conquistadores de Guatemala," por
lo cual podría creerse que la Recordación Florida solamente contiene
alabanzas-y adulación para el gobierno colonial. Y Bancroft 051
comenta que "era muy grande su admiración por los conquistadores
para permitirle mencionar las crueldades que los documentos poseí-
dos por el cronista, deben haber revelado." Para Bancroft estaba
Fuentes y Guzmán obnubilado por el esplendor de los españoles, al
extremo de desentenderse hasta de los documentos indígenas.
La lectura de la Recordación nos da numerosas oportunidades
para comprobar que Fuentes y Guzmán, a despecho de su puesto d e
regidor perpetuo, criticó acerbamente la arbitrariedad: f ué sensible
al dolor y a la tristeza de los indios, y de ahí el merecido elogio de
Meneos Franco <10 >: "Pocas páginas de la Recordación Florida tan
interesantes y _atractivas como aquellas en que el autor, indignado por
los abusos del poder, los onerosos impuestos y las leyes opresoras,
alza su voz, eco e-n este caso de la ciencia y de la justicia, para defen-
der a la víctima oprimida, señalar los errores económicos y defender
los principios del derecho." Veamos algunos ejemplos.
"Y aunque para su orden y buen gobierno hay particulares y
expresas ordenanzas que, fuera de las que se hicieron en el tiempo
primitivo, hay otras más recientes del año 1584, ni aquellas primeras
ni estas posteriores están en aquella observancia que deben tener las
cosas que tocan al beneficio común, porque muchas vece s los magis-
trados que componen el cuerpo del Cabildo tratan de sus particu-
lares conveniencias y no del alivio universal¡ culpando con poca
razón a aquella venerable e ilustre ancianidad, sin haber visto libro
(38) Homem Christo: Musolini, batise.ur d 'avenir. Societé éditions Fast, París, 1923,
página 35.
25
Propiedad de la B1Ll1oteca
11-:. '"_":.J~,J c .... n,..;,.,..,... ~~'.lrrl'lf111Ín
ni papel del Archivo/' "y si vieran los libros del Archivo, tuvieran
mucho qué aprender, mucho qué admirar y mucho qué agradecer;
mas no lo hicieran sin pudor." Capítulo VIII, libro V de la prím~ra
parte.
"De donde resulta el cuantioso crecimiento que ha tenido la
administración en beneficio del Real haber, sí bien no podemos omi-
tir el afirmar que ha sido con detrimento de las. provincias; porque
hasta la sal, que es libre y un condimento que debe mirarse como sí
fuera un quinto elemento, y sin cuyo beneficio y sazón no se vive,
paga derechos con precisión, sacándose con rigoroso, duro y áspero
apremio; que se hace más sensible, reparable y penoso por ser trato
de los miserables y pobres indios, en cuyo beneficio revientan y tra-
sudan lo mejor de su sangre, como se verá en la segunda parte de
esta historia.
"Y aunque por ahora parezca Ú·tíl y favorable al Real patri-
monio, el tiempo, que es incorruptible maestro, dirá de cuánto daño
y perjuicio ha de ser a la propia Real administración; pues la eleva-
ción del punto de los abastos ha de resultar en descrecimiento de los
Reales ínter.eses; porque en tanto son poderosos los príncipes en
cuanto tienen ricos y descansados vasallos." Capítulo IX, libro V,
primera parte.
Francisco de Santiago, Juan de Cueto y Cristóbal de Solís
fundaron y dotaron "con lucido número de rentas," un asilo para la
educación de doncellas huérfanas.
"Pero después de establecida esta importante memoria, y
corriendo el tiempo de más de noventa años después de su funda-
ción, en observancia de las constituciones, y de haber criado allí mil
mujeres nobles, 111-el licenciado Francisco de Zarasa y Arce, oidor
de la chancille1fo, "no hallando medio de reprimir la vida licenciosa
de muchas mujeres públicas, que, con escándalo y sin rienda, corrían
por la senda y costumbre de sus vicios, pareciéndote no suficiente el
encierro y rigor de los beaterios,-eligíó, sin examen de su institu-
ción aquella casa (el asilo de doncellas huérfanas) para detenerlas
y castigarlas en ella.
"Y aunque los patrones se opusieron en defensa de su dere-
cho, calado el ministro en el dictamen atropelló por todo, pasando por
sobre la voluntad de los instituyentes y de las constituciones, que
cierran la puerta de aquella casa no sólo a mujeres de semejante
vida y desenvoltura, pero aún a las casadas que allí quisieren estar,
aunque por ello dieren larga y considerable limosna."
El asunto se ventiló en los tribunales, y se produjeron los ins-
trumentos de derecho; "mps estos papeles no se llegaron a ver en el
tribunal de la Audiencia real de Goathemala, embarazados y deteni-
dos en el bufete por la disposición del .licenciado Francisco de Zar asa
y Arce." Capítulo VIII, libro V de la primera parte.
26
En 1647 hubo una epidemia, probablemente influenza, "que
siendo a principios catarro pasaba después a dolor de corazón, de
que morían en tres días." "Pero después se experimentó la penalidad
de otra epidemia de dolor de costado, por los últimos tercios del año
de 1686, de que murieron muchas personas, aunque es verdad que
los más fallecieron de necesidad y falta de medicinas." Capítulo
VIII, libro V de la primera parte.
Fuentes y Guzmán dedica los capítulos l y II del libro VII de
la primera parte de su obra, a estudiar "las ordenanzas que en lo pri-
mitivo de la fundación de la ciudad antigua de Goathemala hizo,
para buen gobierno de la república, el Adelantado D. Pedro de Al-
varado, como gobernador y capitán general de ella." Elogia mereci-
damente al legislador español, y, cuando viene al caso, esgrime la
crítica de las condiciones de su tiempo.
Al conocer el asunto de las diez y siete ordenanzas de Alva- ·
rado, no se puede menos de pensar en que no era el bruto dedicado al
pillaje y la matanza. Están sus leyes inspiradas en el deseo de bien-
estar y conservación de los indios, "porque la tierra e gobernación
no venga en disminución de los naturales y se despueble." No sig-
nifica esto disimular la exageración del panegírico del conquistador
que hace el cronista. Entre otras cosas importantes, decretó Alva-
rado la prohibición de tomar por fuerza cosa alguna de lo que los
indios vendieren de sus mercaderías y bastimentas; comenta Fuen-
tes y Guzmán:
"Bien se necesita hoy de establecer, sucitar y declarar sobre
la ejecución de esta ley," "porque hoy contra ellos se ha extendido
el maltratamiento de estos pobres, a todo el extremo de la osadía
y libertad de la gente ordinaria, sobre quererles quitar sus frutos y
mercaderías a menos precio, o de valde, ya por regatones que salen
a encontrarlos a los caminos, de que se ofrecen quejas cada día, o
ya en la plaza mayor y público mercado, en donde a vista de los jue-
ces y tribunales han hecho muchas muertes de miserables indios los
mulatos y negros."
Es en verdad interesante conocer las disposiciones legales de
Alvarado, encaminadas a la protección de los indios. Establecía una
multa de cien pesos de oro para quien "sea osado de maltratar de
obra o de palabra a los indios caciques," o "se atreva a dar palo, coz
o bofetada a los indios que tuviere repartidos o encomendados." Pe-
na de muerte acordó al exportador de esclavos; prohibió hacer cam-
. _b iar de clima a los indios "por que no les haga mal la mudanza del
temperamento,'' Los trabajos encomendados a los indígenas debían
ser debidamente remunerados; durante los meses en que "los in-
dios hacen sus sementeras, ninguna persona sea osada de los ocupar
en cosa alguna."
27
"Que los indios que murieren, se entierren en sagrado sí fue-
ren cristianos, y si no en el campo, sin dar lugar a que se pudran los
cuerpos y los coman los perros."
Fuentes y Guzmán debió tener a la vista las ordenanzas ori-
ginales, y de ahí su cólera contra Fr. Bartolomé de las Casas:
"Cuando aquel heroico y magnánimo capitán D. Pedro de Al-
.varado y los ilustres y valerosos conquistadores sus compañeros no
tuvieran otro testimonio que abonara sus claras y generosas virtudes,
y en especial la de la piedad y misericordia con los indios, que las
ordenanzas siguientes, era suficiente y muy bastante para que las
voces del reverendo obispo de Chiapas Casaus se acallaran, y los
alucinados con su libro de la Breve destrucción de las Indias se des-
engañaran, para no dar ascenso a las cosas que escribe, no porque las
vió, sino porque se las informaron."
Se llega a pensar que las crueldades del adelantado "son las
. deformaciones necesarias de la historia por la leyenda." Bancroft
tuvo a la vista numerosos documentos, inclusive las propias cartas
de Alvarado, por cuya lectura llegó a la conclusión de que no es po-
sible dudar de nada de eso. Pero es interesante recordar las expe-
riencias sobre la certidumbre de testigos llamados a declarar ante
'los tribunales. Y viene al caso la del congreso de psicología de
Gotinga, cuyos miembros describieron con pasmosas contradicciones
una escena presenciada allí mismo por todos ellos C39 >. Y cuando el
objeto de los relatos es D ; Pedro de. Alvarado, admirado, temido,
envidiado, pasto de murmuraciones,-la leyenda cristalizaría des-
piadadamente.
*
* *
(39) A. van Gennep: La formatíon des Legendes, Ernest Flammarion, París, 1920. Capítu-
los l y II del libro V.
28
"Pero allí, luego, en frente de San Pedro Mártir, se precipita
y lanza de una peña tajada y pendiente, por distancia temerosa y
profunda de muchos estados, a una gran plaza donde, formando un
horrible y repetido remolino, a la manera de un lago, vuelve a tomar
su corriente libre, por ancha y tendida madre.
, "Al principio de sus violentas y preciP,itadas aguas forma, en
el salto de San Pedro Mártir, desapacible y confuso ruido de tal ca-
lidad que es muy dificultoso a los progresores de esta senda tomar
sociego para conseguir el sueño.
"Pero es incomparable la hermosura y belleza de este des-
peño, teniendo la vista por ob}eto de aquella máquina repetida y fre-
cuente de agua que se descuelga con ímpetu arrojado, casi conver-
tida en vapor. Estremécese al golpe y peso del agua todo aquel con-
torno de firmes y robustas peñas."
Da nuestro autor una completa e interesante enumeración y
descripción de las fuentes termales de Guatemala, y males que en
ellas pueden curarse. Investiga, y describe las propiedades medici-
nales de innumerables plantas naturales. Es.t udia. los minerales y
describe las minas en explotación; las condiciones climatéricas,
etc., etc.
*
* *
*
* *
*
* *
32
enfrascarse en la literatura exótica-nieve, selvas de abetos, elefan-
tes; extrañas cosas incomprensibles para ellos. Hasta las canciones
hemos importado: pese a nuestros espléndidos motivos musicales
de los indios, a nuestro temperamento meridional,-oímos frecuen-
temente en escuelas y colegios canciones traducidas con música
teutona!
La Recordación contiene preciosos elementos para la leyenda
moral. El mismo rapto de las princesas, con ligeras variaciones en la
puntuación y dos o tres cambios de palabras anticuadas, está arregla-
do en forma por Fuentes y Guzmán: ·
No sería bien, aún producida de escasas relaciones, dejar de
dar alguna noticia del memorable robo de las infantas de Utatlán, ~
y la sangrie.nta y durable guerra civil, que el desliz de aquellas dos
señoras ocasionó con admirable desastre de los súbditos de los reyes,
no sólo confina~tes sino conformes en el linaje, y en la sangre, aun-
que distantes en las inclinaciones.
Balam Acab de Utatlán y biznieto de Jiutemal, que fué el
primer rey de Guatemala como príncipe libre, de mansueto y dócil
natural y Zutujilebpop, rey -de Sotojil, tercero en el orden de gradua-
ción y de la sangre a los reyes de este dilatadísimo país . ..
Cuentos morales, amenas leyendas, el cuento animal eri más
de una ocasión ilustran la Recordación. Motivos moralizadores y el
simple tema no encaminado a instruír ni a moralizar, sino a divertir.
Punto extremo al cual puede llegar, en su desarrollo, el individuo o
el pueblo, es la concepción de una actividad para divertir y obedecer
consciente y voluntariamente a las tendencias profundas de su tem-
peramento <44 J. Y los relatos maravillosos de transformaciones y ani-
males que contiene la Recordación, pueden tomarse como verdaderas
leyendas nacionales, y no como fantásticas creaciones de Fuentes y
Guzmán,-puesto que hallan confirmación en el testimonio de
Gage <45 l, con la misma sabrosa ingenuidad.
Tiempo es ya de comenzar sistemática y entusiastamente el
cultivo de la fábula, el cuento, la leyenda, el mito guatemalenses.
De fomentar en nuestros jóvenes el sentimiento de respeto, de esti-
mación y de cariño que debemos a nuestros ilustres antepasados por
la línea autóctona; hay en nuestra historia indígena magníficos per-
sonajes para estimular el patriotismo en nuestros niños,-Tecum,
Lempira, Nicarao, Urraca. De Votán podríamos decir lo que Blanco
Fombona ha dicho de Atahualpa y de Moctezuma: personalmente,
ninguno de los conquistadores podría compararse a él.
*
* *
(46) H. G. Wells: A short History of the World. "Thínkers Library," Watts & Co., Londres,
1929.-Capítulo XXI 'fhe early history of the Jewis; Capítulo XXII Priests and prophets
in Judea.
(47) R. Blanco Fombona: El Conquistador español del siglo XVI, ensayo de interpTetacíón.
Madrid, 1929,
34
Las Casas calculó la población en tres millones d e habitantes,
-cómputo exagerado a los ojos de Blanco Fombona. " Ya en 1508
la isla sólo contaba 60,000. Seis años después, en 1514, apenas al-
canzaba a 14,000. En 1548 se dudaba que quedasen 5,000." Cita
Fombona, además de Las Casas, a López de Velasco y a Oviedo . Por
lo menos en lo referente a Las Casas, debemos tener muy en cuenta
la piadosa exageración del empeñado en encarecer su causa.
' Piensa Darwin <4 BJ que "cuando las naciones civilizadas en-
tran en contacto con las bárbaras, la lucha es corta, excepto donde
el clima mortífero viene en ayuda de los ind!genas. De las causas
que determinan la victoria de las naciones civilizadas, algunas s on
claras y simples y otras complejas y obscuras. Podemos ver que el
cultivo de la tierra es fatal de muchos modos para los salvajes, por-
que no pueden o no quieren cambiar sus hábitos. Nuevas enfermeda-
des y nuevos vicios resultan altamente destructivos¡ las enfermeda-
des nuevas causan gran mortandad . .. " "y además aparece que,
misterioso caso aún, la primera junta de pueblos diferentes y sepa-
rados genera enfermedad."
Cita Darwin a Mr. Sproat, que estudió en Vancúver el proceso
de la extinción y creía "que el cambio en los hábitos de vida, conse•
cuente al arribo de los europeos, produce insalubridad." Da tam-
bién gran importancia a la causa, aparentemente nimia, de que los
indígenas li se vuelven hoscos y apáticos ante. la nueva vida que los
rodea, y, perdiendo los motivos de su actividad, no encuentran có-
mo reemplazarlos."
Asimismo produce Darwin el caso de la despoblación de Tas-
mania, ocupada por los ingleses en 1804 <4DJ . "Para el tiempo d e la
conquista calculan algunos la población en 7,000 habitantes; otros
en 20,000." La población disminuyó rápidamente, "desde luego p e-
leando con los ingleses y entre sí." Cuando los indígenas decidieron
someterse, dice Darwin, ya sólo eran 120, que en 1832 fueron trasla-
dados a la isla Flínders: la isla parece salubre y los indígenas fueron
bien tratados, sin embargo de lo cual enfermaron mucho. En 1834
ya sólo eran 47 hombres adultos, 48mujeresy16 niños; por todo 111.
En 1835 sólo había 100. Rápidamente mermaban y los ingleses, que-
riendo salvarlos, los llevaron a Oyster Cave en 1847. En diciembre
de este año eran 14 hombres, 22 mujeres y 10 niños y el cambio d e
lugar no los mejoró. En 1864 quedaban un hombre y tres mujeres :
(48) Charles Darwin : The Descent of M a n.-Par t 1 and concluding chapter of part 111,
The Thinkers Library, N 9 12. Watts & Co., Londres, 1930.-The extinction of the
races, páginas 207-218.
(49) Danvin no indica el año en que los ingleses entraron en contacto con los indígenas
de Tasmanía; tomo esta fecha del dicciónario de L uis Grégof.re. Las demás fechas
constan en el libro de Darwin.
35
"La esterilidad de las mujeres es hecho más notable aún que
la propensión de todos a la enfermedad y muerte. Cuando sólo nue-
ve mujeres quedaban en Oyster Cove, contaron a Mr. Bonwick que
únicamente dos fueron madres,-y entre ambas produje,.on tres
niños!"
El acucioso Darwin invoca numerosos testimonios de sabios
y de observadores, todos los cuales están contestes en que "los in-
tentos de civilizar a los indígenas producen la muerte." Tan terrible
. experiencia inglesa del siglo XIX viene en mi apoyo para la defensa
de los españoles de los s.idlos XVII y XVIII; crueles hasta el delirio,
no llegaron a producir la esterilidad de las mu_ieres: en la mayoría
de las repúblicas hispanoamericanas sobrepasa la raza autóctona a
los mestizos, y a menudo cuatro y cinco o más veces.
*
* *
(50) Guatemala por Fernando Séptimo, el día 12 de Diciembre de 1808 (conocida en bi-
bliografía como El Libro de la Jura de Fernando VII,-en Guatemala). Impreso en
Guatemala en 1809.
36
dido sobre el suelo, y apoyado con una columna, sostenía en las es-
paldas el gran libro de la historia. En su contorno estaban varias
obras de autores regnícolas, o impresas en Guatemala, respetadas
de su fatal segur que las guardaba, y en la posición que la tenían in-
dicaban estar exentas de sus filos destructores.
"Tales eran las crónicas de Vásquez y Remesal, la historia de
Bernal D:.az, los libros de Padilla, Oviedo, Landívar y otros varios.
"Cercano al pórtico del frontispicio de aquel templo, y en
ademán de dirigirse hacía la Historia, se representó al Señor don
Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, regidor y cronista de esta
capital, que con el uniforme de su cuerpo ofrecía a la Ninfa su His-
toria de Guatemala. Ese monumento célebre, que hará inmortal su
nombre respetable, y que tanto con/unde al siglo de las luces en
que estamos, cotejado con el hierro en que vivía, y en que sin más
auxilios que su celo y sin otro estimulo que su honor, escribió esa
obra maravillosa que conserva nuestro archivo, como códice ines-
timable."
,. Es posible que en esta ocasión haya tenido J uarros la primera
noticia de la Recordación, y se conmoviera ante otro detalle de la ale-
goría: "A los pies de la Historia, estaba mordiéndose a sí mismo el
infernal monstruo de la envidia, bien expresadas sus facciones: y
asi como el tiemp'? recogía y conservaba nuestros libros publicados,
ella sepultaba los in~ditos. Allí se veía la historia natural de D. Blas
de Pineda y Polanco . .. " .
Juarros salvó la obra de Fuentes y Guzmán, como hemos
visto. Y también libró del olvido a D. Blas, la cabeza blanca como
una nieve y la vista perspicaz 02 >.
*
* *
(51) Rudolf Eucken: Las grandes corrientes del Pensamiento Contemporáneo, traducción
española de Nico~ás Salmerón y García, Daniel Jorro, editor, Madrid, 1912.-D. Lo:>
problemas de la vida humana: 2. Historia: a) Evolución del problema.
(52) l!.ugenio María de Hostos: Moral Social, editorial América, Madrid .-Capítulo XXXV,
La Moral y la Historia.
38
Claro está que para quien lea la historia en busca de dogmas
habrá "la más incierta visión, la perspectiva más cambiante, la más
inmoral sucesión de juicios contradictorios, de causas sin efectos o
de efectos sin causa, o de causas sin su efecto positivo, o de efectos
sin su causa natural."
Pienso que en defecto de historia justiciera, ~ falta de los
carbones encendidos de Isaías-para el buen observador, en la de-
terminación de cualidades y circunstancias, basta perfectamente "la
historia de que hacen uso los políticos de oficio, por quienes y para
quienes la Historia es el justificador universal de cuantas aviesas
intenciones han tenido contra el derecho individual o nacional los
enemigos. del Derecho."
Bastan un mediano conocimiento de la naturaleza humana y
algunas nociones respecto del teatro de los sucesos en estudio, y,
asimismo, de las demás naciones durante el mismo período del
tiempo: el panegírico más entusiasmado y mendaz es buena clave
para formarse opinión .casi justa de todo. Mayormente sí se tienen
a mano 'dos o tres panegíricos escalonados. Aunque bien puede haber
bellacos historiadores que escriben con el designio de faltar a la v~r
dad, sirven en último término a la verdad, porque, al establecer
causas sin efecto positivo y efectos sin causa natural, dejan cons-
tancia plena del medio donde se han movido. Y las variantes inelu-
dibles que han de aparecer en los panegíricos de diferentes autores
de la misma época, simplifican la tarea,-porque el hombre de estu-
dio llega a conocer y comprender las diferentes modalidades de sus
semejantes contemporáneos y pretéritos. No por amar y practicar
el bien se carece de facultad para descubrir y analizar el mal. El
observador ausculta las maní/estaciones del historiador y presto des-
cubre su veracidad, o hipocresía, y, conocidos los embustes, éstos
mismos le irán revelando los hechos verdaderos;-del mismo modo
que el médico, en presencia de una histérica, diagnostica con perfec-
ta aproximación el mal que la mujer trata de ocultar.
"Al leer necesitamos convertirnos en griegos, romanos, tur-
cos, sacerdotes y reyes, mártires y verdugos-dice Emerson <53 l_ ;
hemos de unir estas imágenes a alguna realidad vista en nuestra
experiencia, o no aprenderemos nada como es debido. Tanto instru-
ye acerca de la fuerza y depravaciones del entendimiento lo que su-
cedió a César Borgia o a Asdrúbal, como lo que nos ha acontecido a
nosotros. Toda ley y todo movimiento pol:tico tienen su sentido para
tí." "La naturaleza uníversal es quien da valor a las cosas y a los
hombres particulares."
(53) Los Veinte Ensayos de Rodolfo W. Emerson, versión castellana de Siro García del
Mazo, La España Moderna, Madrid.-I Historia.
39
"Cada inteligencia debe saber toda la lección por sí misma;
debe recorrer la escena entera. Lo que no vea, lo que no viva, no lo
sabrá." "En alguna parte, alguna vez, el entendimiento buscará y
encontrará compensación para semejante pérdida, haciendo el tra-
bajo por sí propio."
*
* *
SINFOROSO AGUILAR
40
SEGUNDA PARTE
(CONTI N UACION)
•
LIBRO OCTAVO 1
CAPITULO I
MARGINALES.-Fué este Partido una de las partes más estimables del Reyno de Utatlán.
- En cuantas partes se dividió el Reyno de Utatlán. - Vaticinios de' la ru!na de esta
estirpe, que se van experimentando. - Lo numeroso que hoy es esta jurisdicción de
Totonícapa. - La mucha poblazón de españoles que hay en los lugares desta juris-
dicción. - Sus muchas haciendas de uno y otro ganados que se extienden a los in-
dios. - De cuanto utilizan a los indios los hijos de españoles que nacen en estos
pueblos. - Situación de Totonícapa cabecera de este Partido. - Temperamento de
este territorio. - Sus sendas dificultosas e impedidas con grandes cuestas. - Es
proveído su territorio de buenas carnes. - Grandes cosechas de maíz, legumbres y
buenas fruta s. - Carece de pesquerías éste y los pueblos de la sierra. - Su longi-
tud, latitud y circunferencia de todo el Corregimiento y sus confines. - Cuantos
pueblos están sujetos a esta jurisdicción. - Sus montes, bosques y campiñas. - Los
ríos que rieJ!an esta jurisdicción. - Es limpio este país de sabandijas ponzoñosa:J.
- Yerba jabonera perjudicial a las mulas y caballos que comen de ella.
•CAPITULO 11
MARGINALES.-Asistió este pueblo a el Rey Tecum Umán contra los españoles. - Tuvo
a la disposición de este rey noventa mil guerreros. - No conservaron los de Totoni·
capa la contumacia que los Utatecos. - Manteniéndose con suma bizarría quedan
rotos en la batalla memorable de PALAHUNOH y se retiran al Castillo de XELAHU.
-Entra ál Castillo nuestro ejército después de tres días de sitio. - Húyense algu-
nos AHAOS al Quiché y quedan otros prisioneros. - Sociegan su furor algunos capi·
tanes esparíoles y los Ministros eclesiásticos y quedan muchos amigos.-Queda Tofo.
nicapa casi destruida con el furor de la guerra. - Fueron estos totonicapas de los
primeros cristianos que hubo entre los indios y toman los apellidos nobles de Espa·
ña. - Los AHAOS y CALPULES nobles de este pueblo y blasón de que usan. -
Abusos y d esdichada idolatría en que perseveran muchos.
47
en la guerra y catequisar á los de esta pa·r te, se les dieron por amigos y por
parientes y se volvieron á eslabonar con ellos por casamiento, y que en señal
de más seguro y amistad les dieron un testimonio de sus armas, que testifica
haberlas co·nferido la gran liberalidad del Emperador á los• indios que vinie-
ron de Tlascala, por ·10 que se señalaron en la conquista á favor de las armas
españolas, y las figura en este modo:
Y dice que desde entonces unos y otros tienen igual derecho en los
asierutos y en la obción preminente de los gobiernos y oficios· de república e·n
que alternan y se seña!an un~s linages y otros, sin contradicción ni embara-
zo; y que así en esto como en la observam::a de la ley católica viven sin de-
caecer ni pervertirse, debiendo este beneficio y buena obra á la venida de los
españoles y á la enseñanza de los· ministros edesiásticos que arrancaron de
ellos las brujerías é idolatría, y el mal hábito y estilo de quemar copal. Y
hojalá si esto era así ahora 125 años, por el de 1568, que esto se eS'cribió por
Don J ua·n de Torres, hijo del rey Chignahuivcelut, sucediera en este que es-
cr.~bimos, en que lamenta la ·nuestra piedad el ver á la miseria y rusticidad de
esta estirpe, tan enredada y dega en estos vicios y abusos, como lo prueba
la gran.de v~gilancia y santo celo del R . Obispo de <Chiapa, Don Fray Francisco
Núñez de la Vega, del orden de Predicadores, en el distrito de su Obispado,
y !a incomparable atención de los do·s misioneros Apostólicos de la regular
observancia, Fray Melchor López y Fray Antonio Margil, que tanta abomi-
nación -de ídolos han sacado de los indios de Soconuzco, de este partido de
Totonica:pa de qµe vamos-discuHiendo, del de Quezaltenango é Yzquirutepeque
y muchos más¡ y con mas admiración por su cercanía é inmediación á esta
Corte de Goathemala, con más trato y correspondencia con españoles, de los
indi~s del Corregimi·e nto del va:lle, en que de todos, fuera de la gran multitud
de los ídolos, han descubierto otras muchas supersticiones ' de brujerías, en
48
culebrillas de chuchumite, Calendarios y chakhihuites, y otras muchísimas
inmundicias, en que parece .que hasta ahora, después de tantos años de culti-
vo, y de trabajar y hacer en ellos se están en sus primeros y principales erro-
res, en cuya lástima y dolor me incito á describir su·s ignorancias aun no arros-
trando mi natural y compasión á publicar vicios de otros. Mas la v·e rdad que
anima á las historias y el justo celo de vasallo y de católico, conduce mi obli-
gación á relatarlas, y por si alguna vez la Majestad del Rey que es mi Señor,
y me ha mandado que esto escriba, hiciese que le llegue á sus oídos la narra-
ción de estos sucesos, nos, con este pro-pó·s ito a·dvertido, hemos gusfado de
referirlos, deseando se ej.ecute su remedio. Registrando los bosques y arca-
bucos en do·nde existía tal maldad, y en espedal en el potrero de Comalapa
y la gran sierra de Parraxquin, antiguo propugnáculo de ·esta gente de Oc-
cidente.
CAPITULO III
CAPITULO IV
.
De los pueblos que componen la jurisdicción de este Corregimiento de Totonicapa
y Huehuetenango, y su administración espiritual.
CAPiITULO VI
59
m1s1ones; y pareciéndole que Pedro de Olmos sería apropósito, para facción
de tanto peso, sustituyó en él fas instrucciones y poderes que conducían á
aquella espedición y partió á esta ciudad de Goathemala á defender su jus-
ticia, que le fuera mejor abandonada, para no recibir aquí una afrenta y allá
dejar perder lo ya adquirido.
Hemos ya referido en otras partes de estos sucesos de Gaspar Arias
en Goathemala nacidos infaustamente de las resoluciones de Orduña los fu-
nestos accidentes, y ,por eso los omitimos aquí, pasando á decir, que en tanto
que aquello .sucedí·a en Goathemala, en Uspantlán el Pedro de Olmos, ó muy
resuelto ó inadvertido contra el sentir de los soldados ó cabos mas espertos,
quiso dar un asaHo á aquel lugar, y bien atrincherado y guarnecida su alba·
rrada velaba la ocasión de su defensa, que teniendo en emboscada dos mi!
hombres, al tiempo de acomeiter lo·s nuestros á la trinchera, fueron cortados
por la parte de retaguardia con grande asolación de ·nuestros indios amigos
y sin poderlo prevenir; en tan inopinado suceso, ni lo inesperto del cabo ni
el valor y diligencia de los demás españoles, de que hubo muchos heridos,
en especial de Olmos, que fervoroso y revestido de pundonor y valentía á ·el
animar á los otros, se mezcló muchas veces e·ntre los trozos de los indios,
recibiendo sobre sí muchas saetas, mas no bastando su ardimiento y diligen-
cia, quedó destrozado nuestro ejército y los indios amigos derramados por
aquellas barrancas y arca'bucos, tierra montuosa y quebrada, en que que-
dando muchos prisioneros del enemigo, fueron sacrificados al ídolo Exba-
lamquen, sacándoles los corazones vivos para ofl'.ecer á aquella imagen del
demonio; con que aterrados nuestros indios, ciegos y conducidos del temor
desampararon nuestro campo y los cuarteles, tomando la vuelta á .Goathemala;
pero entendida su fuga por Juan de León Cardona, teniente de ·Gobernador
1
CAPITULO VII
63
'mangas, se congregaron á un cuerpo de batallón, para que así reconocido por
Francisco de Castellanos, dividiese su gente en dois escuadroncillos, llevando
en el centro á la cabaHería, que al tiempo de acometer quedó á la frente,
y los ·dos escuadrones de infa·ntería pasaron á los costados del enemigo, con
que cojido en medio y ·si·n poder apartarse de las espadas y escopetas y de uno
y otro avance de la caballería, á breve rato quedó roto con grande asolación
y mortandad de lo·s suyos y muchos priisioneros de unos pueblos y otros,
que fueron prenda para su rendimiento por los últimos días de Diciembre
del año de 1530, en que se herraron y dieron por esclavos á todos elhls. <6 >
Pero en esta ocasión de la batalla de Uspantlán, un indio capitán de aquel
partido, á quien llamaban Ca'leloh'il, viéndose herir de un soldado español,
teniéndolo por afrenta, partió del campo para el pueblo, y sacando á su mu-
ger y á dos hijas para el monte, las ahorcó de un árbol y luego se arrojó sobre
su propia lanza; tanto era ei odio concebido contra la nación española, que
ya que no les conseguían sus e'Sfuerzos la muerte, se quitaban á si propios la
vida. Tales como este eran los indios de Verapaz, y los que ahora desprecian
muchos de los que pasando de España á estas partes, viendo que obedece·n á
palos, y á pescosadas, piensan que así fueron siempre y que su abatimiento
nace de pusilanimidad y no de estar ya acostumbrados al sufrimie·n to des-
pués de habituados en él, por el círculo de ciento y sesenta y nueve años
que ha corrido su sujeción desde el de 1524 á este de 1693.
CAPITULO VIII
Corre la gran dilatación ·de este partido Totonicapa por tan es.tensa
dilatación de territorio, que aun casi es imposible á nuestro buen deseo
descr:bir de su país lo mucho y muy uotable que en una larga proporción
que circunvala le debe á la naturaleza su producción y madurez, de cuya sa-
zonada nivelación á temporadas, diremos á su ocasión alguna cosa. Por pro-
seguir de nuestro asunto en estilo corriente y continuado la descripción de este
64
·'
partido y de su pueblo y vecindad el número, el idioma y la doctrina, con algo • ·.
de costumbres de estos indios de la nación de los Mames; para decir después
de todo de su antigualla material lo muy notable y prodigioso. Y como quiera
que Huelzuetenango sea silla y residencia al presente de sus Corregidores,
sea como punto central de este Corregimiento, dará nuestra atención veloz
principio á la administración espirituaI de aquesta estirpe de los indios por
este pueblo Chinabjul, que en el idioma de los Mames quiere decir instru-
mento en el hoyo, como Huehuetenango de la Pipil, cerro viejo; y además de
haber s:do la corte del cacique Lahuhqui.eh, Señor de los Mames, que su
etimología es el que se a,¡ó di ez veces, no como quieren algunos diez caballos,
1
que estos no los tuvieron y no podían en su idioma tener término que ie co-
rrespondiera y es sin duda el que se dió diez veces, por que fué muy com-
batido de los Quichées; y así siendo el asiento de los •Corregidores y noble y
conocido domicilio de muc'hos españoles, es tambi·én cabecera del curato é
ilustre y mu.y a·ntiguo convento de encomienda de la religión Mercedaria, con
el clarísimo y dev·oto título antiguo que le ennoblece, de N. Sra. de Concep-
ción, de cuya fábrica e·~egante de su templo, que se levanta en buenos funda-
mentos á cubrir su techumbre de artezón, se considera aun para mayor po-
blación muy suficiente, con el adorno de retablo muy pulido, y muy costoso
en su escultura y el dorado, y muy escelentes colaterales de cofradías, y en
el arreo de sacristía y sus altáres, siíno muy rico y abundante no es escaso
el tesoro de su erario. El convento claustral es suficiente á dar habitación
á doce religiosos, esto s:n otra celda muy capaz con todas· las oficinas de
una casa que sirve de aposentar á los Vicarios generales y Provinciales de la
Orden. Las casas reales que hizo labrar la atención y el celo del Maestro
de Campo D. Roque Malla de Salcedo, caballero del orden de Santiago, Co-
rregidor de aquel partido, es de repartimiento muy ilustre y muy bastante
habitación á una familia es esta casa y la que llaman de Cabildo, con otras
muchas de este pueblo, de buena teja y ma.ter:ales generosos, si bien la plan-
ta es de muy malo y gredos10 sue·'.o, y mucho peor y casi impertransibles las
calles en invierno. Su temple es frío y desde mediado de Octubre á fin de
Marzo, muy erizado con Nortes y con heladas; mas por el tiempo de los ca-
niculares abochornado y caliente; su cielo claro y despejado con buenos y des-
pejados horizontes.
Tiene el convento dos Dodrineros colados, que administran en este
pueblo doscientos vednos ind:os de la nación é idioma que Haman Mame,
y sus familias á ochociento1s habitadores, esto sin treinta vecinos españoles
y ciento y veinte que se instruyen de sus familias. Viven de sus haciendas
de campo de ganado ma,yor y menor, para que es apropósito el país, y los in-
dios de los hilados y tej:dos en que sin otra inteligencia se ejercitan. Es fe-
cundo su territorio y abundante, en especial para las cosas de Castilla, y así
produce por sus tiempos uvas, granadas, brevas, acerolas, duraznos, mem-
brillos, damasco, peras y otras frutas y buenas hortalizas. No es abundante
de aguas, si bien las que le riegan de dos ríos Taxahuacas y Sa<;abah, son muy
65
delgadas y ligeras. Por todas partes sus ·salidas agradables convidan con dulce
amenidad y gran delicia á un continuado y apacible recreo, y en especial la
que se estiende por cuatro leguas circunferentes en "igualísima llanura hacia
la parte del ocaso, adornando á su planicie _gran copia de pinares que á trechos
dilatados la ·hermosean, y la hacen más memorable los edificios antiguos de
los indios que hacia el Setentrión de aqueste sitio accidental á la caída del
río de Socoleo mantienen en duración contra los rigores del tiempo, y de
cuya fábrica elegante daremos relación y gran noticia en su lugar y á
su tiempo. Tiene hoy en la visita del curato i::Sta encomienda sie.fe lugares
adyacentes, de cuyo it:nerario y sus peligros, grave molestia y destem-
planza de su clima y el estravío de posició·n , referiremos mucha parte; -
pues el que más cercano y más ameno ·se conoce está á cinco leguas de ca-
mino es el que llaman Toxoh, lugar pequeño de ochenta y tres vecinos y tres-
cientos y treinta y dos habitadores de los mames, que su molestia ·n o se
escusa en cuestas aunque tendidas pedregosas. Riega su territorio de este
pueblo el noble río de Socoleo, de puras y caudalosas aguas y de arnenísima
rivera, e·n cuyo margen no le permite fo productivo de aquel terreno otra arbo-
leda que sab~nos de erguida cúpula y de estremada robustez. Lleva por sí
sin beneficio de cuHura gran copia de nopales de grana, de donde cejen para
sus tintes alguna de ella mas esta muy tapada y escondida, sin que el Corre-
gidor ni el religioso lleguen á conocerlo, mas no se esconde ·n i la grana ni la
intención, que es Ja de que no se les obligue al beneficio y á su repartimiento;
como también en mucha siembra de maguey dulce, dando· á entender que
no conocen el pu~que, mas no le sembraran ni le tuvieran cultivado, si no fuera
por el provecho de su bebida. Es su parroquia como sus casas, de débil ma-
teria y de techumbre pajiza, muy pobre cosa, y á proporción de su posible
de aquella vecindad miserable; pero estos y los de su nación muy hum:Ides,
dóciles y tratables, no dan que hacer á su Corregidor ni á sus M rinistro-s eC"~e
siásticos. Dista esta población de Toxoh cinco leguas de no muy buen camino,
bien que ameno, del de Huehuetena·ngo, como llevamos referido, y por s·u
inmediata cercanía y fácil senda, toma el pronombre de Huehuetenango .
Eran por el tiempo que goberné este partido trece pueblos los que com-
ponían la feligresía del curato; pero después más bien considerando su in-
conveniente y su trabajo, se dividió la Vicaría y fa encomienda, en las que
llaman de Hueihuetenang-o la una y de Mafacatán la otra, quedando entram-
bas por la mediación de su camino y su segura senda, temperamento igual,
conveniente, acomodadas y apetecibles, así a los Comendadores como á los
cuiras; mas este de Huehuetenango, como decíamos, ~oy reco·n oce por sus
sujetos y adyacentes, á más del de Toxoh, ya referido, al de Mazafenango,
pueblo muy corto y m iserable y que fué numeroso en la antigualla, situado
á legua y media de la cabecera, camino fáci.} de emprerrder, sin río, ni cuesta
que le impida; pues solo se le oponen y atraviesan unas• colinas pedregosas,
sin riesgo de precipicios ni barranca. Queda situado respecto al de Huehue-
tenango, á la parte del mediodía, sobre una grande ciénaga que se ocasiona
de unas pequeñas venas de agua de do•rrde beben, dete·nidas y rebalsadas de
66
la propia llanura y algunas quiebras profundas de aquel terreno de natu-
raleza de barro. •La cortedad de su padrón tan solo se numera por de sesenta
tributarios y doscientos cuarenta habitadores. Viven como atenidos á la
limosna, sin más inteligencia ni más trato que unas malas y gruesas mantas
que ellos tejen con algunos h :los de ~lgodón muy bastos y grosero·s; ni en
su poblado y su cultivo, fuera de a~ gún maíz que benefician, no tienen otras
frutas que duraznos y las mejores y más crecidas cerezas que en otra parte
alguna. Ma·s el de Santa Y.sabel, pueblo de mas cumplida población y de más
despeja:da amenidad, yace á ocho leguas de distancia del de la cabecera Hue-
huetenango, sito en eminente parte de la sierra hacia la parte del oeste de la
cordiillera del Norte, y por razón de ,su eminente celsitud su temple frío y ri-
gorolSo es más nociyo y más molesto, con vientos fríos y delgados por la esta-
c:ón del verano; mas su terrreno productivo hace felices á sus habita.dores
con mui;ho co•lmo de maíz, frizol y chile, y todas fruta:s de Castilla muy sazo-
nadas. Consta de cien familias en vecindad de este pueblo, y crece al de cua-
trocientos en sus habitadores, que son también muy propensos á lps hilados
y tejidos. Su ,Y glesia parroquial (como ia que he referido. de Mazatenango)
es de la d·ébil materia del esparto, si bien está mas adomada que las otras;
pero el de Chimalte11a11go más entrañado á lo interior de la sierra; pueblo
más frío y más eminente en situación logra mejor de su trabajo los efectos,
puesto que el templo y la vivienda de su cura y las más casas de vecinos son
de buena teja y cumplida y raciona'1 ar.qúitectura. Son sus vecinos tributa-
rios en ·número de doscientos, y el de sus habitadores ochocientos; mas tales
todos, tan racionales y advertidos que los conocen en general con el pronom-
bre de los poU.ticos de Chimaltenango, de cuya economía diremos lo que se
ofrece en adelante. Es abunda:nte país de todas cosas, co-n grandes y pin-
gües rebaños de ovejas y el carnero crecido y de escelentes carnes, com~ así
también en las aves de Castilla y de la tierra; y su abundancia en !-'.ores, cla-
veles·, rosas y azucenas maravillosas. Es su iglesia parroquial muy aseada
con la cubierta de teja, y con retablo y adornos de Sacristía de gran decencia
y suficiente remuda, y así sus casas de estos indios son también de teja y de
reparfmiento capaz y muiy simétrico. Pero por que dijimos ha muy poco ser
conocidos con título de los políticos, diré lo que me ocurre acerca de la ilus-
tre memoria y claro nombre de Don Pedro Hernández , indio natural de este
Chimaltena·ngo. Seanos dable la interrupción de este discurso por proponer
al ejemplo de esta estirpe tan propio símil y dechado á las virtudes. Era
Don Pedro Hernández hombre noble por la naturaleza de su sangre; pero era
más' por sus costumbres venerado; su juicio era advertido y muy maduro,
hermoso de persona y circunspecto de semblante, siempre cojitabundo; fué
prosperado de b:enes de fortuna; padre universal y ve·nerado de los pueblos
convecinos. Jamás aceptó cargo de república, aunque fué muchas veces elec-
ta su persona para el oficio de Aka~de ordi.nario, y por los Corregidores esco-
jido para gober~ador; mas uno y otro renunció siempre su gran prudencia,
y sin aquellos cargos fué siempre temido y respetado, como después veremos.
67
Era amiguísimo de la Yglesia, asistiendo al mejor culto de sus altares con
hac:enda propia que en ellos: distribuía; frecuentó siempre con gran cuidado
los sacramentos, y en la crianza de sus hijos fué cuida.doso y vigilante en la
instrucción de dogmas católicos y cortesanos, poniéndolos en estado á tiempo
conveniente¡ no se le conoció en su vida otra mujer que la legítima; pero
este escelente y ejemplar republicano indio, vivía tan atento á la misericordia
y utilidad común, que cuidando exactamente de que todos viviesen ocupados
y trabajasen para mantenerse con sus sembrados, cultivos y pastorías; al
tiempo de San Juan y Navidad los indio·s· justicias de su pueblo le daban me-
moria y cuenta de los tributos cobrados y de. las personas que falt<i>ban por
pagarle, y visitando las casas de estos. por su persona inves·tigaba la causa
de haber falltado á esta oh~igación; pero constándole ser mugeres viudas y ellos
enfermos habituales, ó de enfermedad prolija y la·rga, pagaba con su caudal
'el tributo de todos ellos cumplidamente. Era el primero á las visita~ y salu-
taciones de los Vicarios y del Corregidor, procurando asistirles con gran ve-
neración y respeto. Pero llegando de este singufar y principa·l indio la mue•r -
te, dispuso su testamento bien notable, m'uy cristiano y muy ~orrespondiente
á su talento; por que declarando las porciones que había dado á sus hijos
que había <:a•sado, mandaba otras iguales á los que quedaban sin estado, y que
las tierras, ganados é ins.frumentos rústicos fuesen partibles como la cantidad
de reales que dejaba (y no era ~orta); pero que á su mu'ger se le aplicase la
mitad de todo, y que por su almct se dijeran cantida<l de quinientas misas,
y se impusiesen mil tosfones (asi ellos por no esplicar quinientos pesos) á
censo perpetuo por capeUanía de su alma, con corto número de misas y una
cantada, mas bien ordenado no sé sí bieh se ejecutó 6 que cobro pusieron
en ello los religiosos, harto s·e rá si se hizo algo. Y aplicó otra cantidad de di-
nero para que puesta á renta de indios según estilo (aunque malo) de á real
en cada peso, se pagase con su rédito el tributo de la·s pobres viudas y de los
hombres enfermos é imposibilitados¡ destinando otra porción 111oderada para
que traída á la misma renta fuere su pro·c edido pa. la salutación que hacen
los Alcaldes á los Vicar:os y al •Corregidor, en sus recibimientos (esto
atendido á que pa1ra ello los justicias hacían derramar y molestaban á los
pobres). Otra porción menor que aquella la destinaba al propio rédito y
usura, pa. que su muger saludase á los padres y á los Corregidores, y después
de Io·s días de ella, su hijo mayor en nombre de su linage. Tal hombre como
este era Don Pedro Hernández, y á éste los de su estirpe lo mataron á pesa-
dumbres y aun qui~n diga que á ped'radas. Pero no solo este en este pueblo
pareció político y famoso, sino Don Pedro Ortiz su grande imitado.r, y des-
pues de este Don Baltazar del Castillo, indio de gran talento y don de gob:.er-
no, y de mayores esperanzas en mi tiempo, y que después .f loreció en mu-
chas prendas convenientes y provechosas á la causa pública, con que. si á
todos lo·s impusieran y 'criaran en razón política, muc'hos ó los más fueran
discretos y tratables, por que sin duda descubren buenos talentos, que lima-
dos tuvieran lucimientQ.
68
CAPITULO IX
-
Que ·continúa: la materia del precedente.
,•
la prnpia ceguedad -ó con mas vicios y miserias, se haiyan constituído más
culpables en la presen'Cia de Dios, aun referido el caso que vamos á decir
por su Ministro Vicario el presentado Fr. '.fomás de AguLar del orden de
Redentores, me parecía ser cierto pero muy ponderado y muy estraño ¡ hasta
que por ahora en que entendíamos en describir de eSite partido lo concernien-
te. Vino á las manos su ·c erteza por la del Padre Maestro Fr. Diego Ramírez,
Provincial actual de esta Pro·vinda de la Presentación, con relación jurada
que nos remite el R. P. MaeS'tro Fr. Diego de Rivas, Padre de esta Pro·v incia
y Comendador del convento de Huehuetenango, que le refiere en esta propia
70
sustancia que á la letra no se espresa por no alterar con su elegante estilo y
docto laconismo, el propio nuestro inculto y bronco; y este mismo suceso
autenticado por el teniente general Don Gaspar Sáenz Viteri, Alcalde mayor
del partido de Totonicaipa, de Orden del Real Acuerdo, en qu·e parece que
habiendo ido á este pueblo de Sa·n Juan Atítlán á darl'e misa el día del gran
Doctor de la Yglesia San Gerónimo de e·l año de 1692; siendo la hora del
medio día, s e empezó á abrir en la tierra un surco bien profundo, que atrave-
1
sando en longitud po·r medio del cementerio de aquella Yglesia, se dilató por
toda la planta de aquel pueblo, y á breve espacio de tiempo se fueron abrien-
do y continuando otro's muchos canales como el primero muy continuados y
muy junto1s, y estos tan hondos y profu'ndos, que al movimiento de sus ro-
turas, empezó á crugir desengarado el maderage de la casa del religioso;
pero advertido de es te Ministro el desastre que• amenazaba, yendo á la Ygle-
1
sia percibió más estruendo en las maderas·, y recon'odó mejor su gran pru-
denc:a la instabílidad de aquel suelo abierto por muchas partes, para mandar
sacar los vasos sagrados y or·namentos, imágenes, lámparas, órgano, y cam-
panas, no sin mucho peligro y grande riesgo de este Padre y de los que se
detenían en semejante diligencia; mas ésta ejecutada á gran fervor, salió- del
pueblo co'.n todos los vecinos de aquel miserable y pobre pueblo, como á las
cinco de la ta·rde. Pero. después en lios días inmediatos sacaron aquellos indios
los retablos, quedando un s·olo colateral que no se pudo redimir, por que
creciendo el ries·go á grande ruina, dentro de poco se vino al suelo toda la
Yglesia, con la casa del Ministro y las mas posesfones de aquel pueblo; y
hasta las que eran de paja también cediernn á aquel castigo. De donde se de-
duce la ingencia con que las grietas y aberturas aflojaron la tierra, puesto que
ellas únicamente, sin temblor de tierra (que no le hubo ni antes ni despu'és),
ocasionaron tal estrago, con que quedó todo el terreno arado á surcos tan
hondos y profundos como cuarenta varas, sin lo que llenó de ellas el desplomo.
' la fla:queza de los hombres, que los de aquesta
Y quien podrá pensar de
estirpe siempre errada, y en es.p edal lo1s de este pueblo, ó por los públicos
castigos. temporales, ó por los muy notabJ.es y estupendos de la justicia su-
perior del Tribunal divino, no estuvieran sujetos y enmendados, JllaS se erra-
rá en la cuenta quien pensare con piedad necia é indiscreta que ·n o se están
en su mailicia y sus errores; así me lo asegura por su carta de dos de Jun:o
de noventa y tres el R. Mo. Fr. Diego de Rívas, por estas cláusulas formales:
"Huélgome mucho llegase ·á tiempo el informe die 1e ste partido, para que lo-
grase el suceso de el pu·eblo de San Juan Atitlán .en. la pluma de Vmd. su de-
bida ponderación, ;en el icaso y en 1el ~stigo que el cielo le renvíó con tan
inaudita ,ruina¡ bien qwe ielfos p<>co se dan IJJOr ·entendidos, puesto que ahora
el mes pasado estando yo >solo 'µllí (por que ·el 1cura estaba en Necia) ente-
rrando .una im!ra, á mfs ojos le \metieron una igícara (en una bola·de rmasa de
ca.cao en la sepultura, que no habiéndolo yo advertido al hic et nume , al día
sígu·i ente híoe delante de todo 1el pueblo abrir fo .sepultura y hallé la gícara
con fo dícha masa; hioe '¡(lzotar al que la imetió (que fué .f!l marido de la di-
funta), hícele su sermón al ¡pu:e blo, y después en. ,e l propio idioma su cura.
Vea Vmd. que tal anda todavía en estos hijos la superstición, y que diremos
de lr;> ahora sucedido en Tustla &" de esto de Tustla acerca de gran tumulto
71
y mucho aparato de conspiración con otros pue.blos y grave a1rocidad del
mismo Tustla, diremos en lo de 'Chiapa en la tercera parte, mas de la propia
suerte que Atítl!án son otros muchos de los indios, en que sin defraudar su
propio honor nos atrevemos á decir que son supersticiosos y hechiceros.
Résfanos poco de lo perteneciente á este partido, que interrumpieron
los impíos procederes de Atitlán, de quien se aparta, San Pedro Nentta por
acercarse más al de Chimaltenango, al fácil camino de tres leguas, bien que
molesto de emprender pw dilatada cuesta y muy fragosa, que sigue su de-
chaido y derrotero entre setentríón y el Occidente. Yace su situación y la de
Usumacintla en sitio llano y espacioso, aunque circunvalado de grande se-
rranía, y estas parc:alídades 6 pobl1aciones se apartan y dividen en sus tér-
minos y sus linderos urbanos con un pequeño río, y reconocen una parro-
quia so~a, y en su Y.glesía está hoy la ca,pilla maiyor de buena teja, mas lo
demás del cuerpo perseverando de esparto; es el temperamento de este pue-
blo entrado en caliente y por eso muy abundante de .frutas, y en espec:a1 es
adecuado para caña·s de azúcar que se producen a:dmirables. La vecindad
de Nentta y de Usumacintla es de cien vednos, que la componen ·en número
de cuatrocientos habitadores de los Mames, que como se refiere, es adminis-
tración de la religión Mercedaria.
Esta sagrada familia de Redentores, tiene gran parte en esta sierra
de numerosa población que administra, y así por encomiendas no tiene el
último lugar la de San Juan Osfuncalco,· ma·s este de Ostuncalco, San Miguel,
Chiquirrichiapa, y Cabricán; el pueblo de San Martín, ,La Magdalena y el de
R,e faluleu, debe entenderse que son sujetos á la jurisdicción rea:} de la Alcal-
día mayor ó Corregidor del Partido de Quezaltenango, donde recopilándose
sus nombres, para más claro conocimiento de las dos jurisdicciones Eclesiás-
tica y temporal, describiremo·s su pafs, su vecindad y sus costumbres.
CAPITULO X
74
Es la mata que la produce de la estatura de un estadio y lo que ocupa su
circuito como el espacio de cinco cuarta·s; la proporción de esta fruta es de
una tercia de altura s'n la corona ó co.gollo y su grosor de menos de una
cuarta de diámetro.
Réstanos mucho que describir de este partido de Totonicapa, y es ne-
cesario el terminar de su jurisdicción y su doctrina lo que pos llama á refe-
rirlo; con que de lo que vamos apuntando será de Ystaguacán, el pueblo y
frutos suyas, la materia que ate y eslabon·e lo antecedente á este lugar, que
yace situado en estendida y gran planicie de dilatado grado y muy ameno,
que circunvala por mucho trecho toda ·la fundación de este poblado ha:sta
llegar con su llanura á las raíces de unos montes que se visten y cubren de
copal, sin otro género de árbol. La vecindad de su repúbt:ca ni bien estre-
cha ni numero·sa, es de ciento y cuarenta tributarios y sei·scientos y sesenta
habitadores de la nación de los Mames; y e·stos ó más devotos ó más sobrados
logran de s·us cuidados públíco·s el fruto con buena Yglesia, casa de su vica-
rio y el Cab:ldo todo cubierto de teja. Mas lo demás de su pobla:do de este
Ysfaguacán, ó de Ytzal (que así le llaman en su idioma), es pobre cosa con
las cubiertas pajizas, si b:en alegre y muy ameno; su·s· aguas pocas aunque
bastantes, de un arroyuelo q. aEí les nace. Su territorio muy fecundo y pro-
ductivo, lleva gran a:bundancia de frutales de todas suertes, alguna cosa de
horta!iza y en e_special repollos y peruleros que se levantan á la estatura del
tamaño del natural, se aprovechan cortando de ello•s con un machete las
hofas, y siendo como un árbol se logra su cosecha no solo un año, pero tres
y cuatro. Abunda este lugar de grande cría de ganado de cerda, y su terreno
les produce m1:,ly loables cos·echas de maíz, frizoles, plátanos y cañas de azúcar
de que fabrican mieles muy limpias y de muy puro y escelente dulce, todo á
beneficio del r:ego que les ministra el arroyo que apuntamos. Mas los chilares
más delicados y regafo:t¡.es en su cultivo y producción, son solo á la disposi-
ción del temporal, por que estos sembrados en almácigos por los principios de
Febrero, son siempre dispuestos debajo de grandes ramadas que sirven á la
defensa de esta planta de los rige.r es del hielo, y allí están mantenidos hasta
que llega el tiempo 'de trasplantarlos al lugar de las huertas de este género;
mas este de que aho•ra discurrimos en este pueblo Ystaguacán y los demás
de la s.:erra, es de la especie que llaman chile guaqui, que en nuestra castella-
na es lo mismo que chil1e seco; por que este y otra especie de él que llaman
de chocolate, se reserva y guarda y sirve pasado al sol; pero este gua.qui es
el que sirve á las viandas, y en ellas y en poción sirve medicinal y provechoso
puesto que siendo en su propia facultad purgativo, limpia el estómago y el
vientre, y sirve á las cerrazones del pecho, abriéndole y aclarándole con ma-
ravilla, y no menos m:tíga lo·s dolores de los dientes y muelas. Pero las indias
75
después del parto toman de ello una buena ca·ntidad en poción, con que fa-
cilitan la purgación y se provocan á copioso sudor; y á las bestias a torzonadas
las sana y remedia por ayuda con instantáneo efecto. Proponemos también
su estampa á la consideración de los curiosos, con otras especies de chile.
Mas de este género hay otras especies que fuera proligidad el referir-
las, y · solo ·nos detendremos á decir del pequeñ'.to que llaman chiltepef, que
quiere décir chile de piedra, por que nace y se cría entre ellas, que el que le
comiere con frecuencia será preservado ·del veneno, más no por eso dejará
de sentir algún perjuicio en el hígado, ocasionado de la actividad de esta
especie.
76
CAPITULO XI
Que continúa la materia de los precedentes, en relación de los puebloc de este Co·
rregimiento de Totonicapa, y doctrina de la Sierra que está recomendada á la
Religión Mercedaria.
esto á más de las crianzas de ganado menor, hilados y tejidos, y otra muy
gran porción que se interesan en más de dos mil botijas de sidra que fabri-
can de dilatados manzanares que se cultiva·n y venden á su tiempo á veinte
y cuatro reales cada botija, y lo que logran en mucho metal campanil que sa-
can de uno de aquellos que apuntamos, de que funden hachuelas que venden
á los demás indios de otros pueblos, y ojalá que nosotros las rescatáramos.
Mas el otro pueblo de lo·s cuatro de esta visita, q. es el de San Martín
Cuchumaflán, que mira su situación al Occidente, se aparta del de Cuchu-
matlán á cuatro leguas de camino, de peor y más peligrosa senda del que
dejamos advertido de Chiantla á Todo.s los Santos; por que este de San
Martín que ahora descr~:bimos se hace por una ladera de un bermejal de
greda muy resbaladiza, por donde á veces se sube y á veces se baja, pasando
por angosturas y des·peños de mucha y temerosa profundidad. Su tempe-
ramento medio entre caliente y frío, ·hace más pingüe y abundante el país
de su terreno. La vecindad de veinte tributarios, forma el corto pueblo de
ochenta habitadores, con pobre y corta Ygles:a y ·habitación del Ministro que
se constituye miserable fábrica de bajareque, con la cubierta de paja, y así
á el respecto en su adorno y en su ajuar, pues tod~ se compone de un fron-
tal, cásulla y a.!ba, y un ca1iz y v~nageras de plata. Pero no asi el lugar de
Aguacatlán y Ohialtchitlán, que se divide en estas dos parcialidades, que á
cinco leguas de dísi'ancia de la cabecera se emprende su viage á razonable
comodidad, hadendo lo más de la jornada por tierra llana y de terreno firme,
que solo se corta en dos tránsitos, el uno que baja á dar en una quebradilla,
y otro para un pequeño arroyo que llaman Uculi.'lá que quiere significar Cu-
bilete de agua, pero esta tierra de llanura es eminente y encumbrada de tal
manera que desde allá se divisan en los días claros los dO's volcanes de ·Goa-
themala; y lo restante del camino hasta llegar al pueblo termina en una cuesta
de más de cinco miUas. Su vecindad más numerosa que la de San Martín,
es de c:ento y veinte vecinos y de cuatrocientos y ochenta habitadores de
idioma especial que se reduce á una pronunciación gutural. Yace este pueblo
en la p!anicie de un valle de capasísima llanura; el suelo de su planta que
se s:túa entre dos ríos y es de. arenisco migajón, conserva y guarda gran parte
79
de humedad, y siendo de templado temperamento, hace enfermisa su región;
pero su sitio alegre y de fecunda amenidad hace apasible su vivienda, con
buena producción de trigo, maíz, frizoles, chile, anís, carneros, uvas, gra-
nadas, membrillos, higos, duraznos, plátanos y cañas de azúcar, con no
menor providencia de escelente pescado, con que sus indios proveídos y
co,lmados de todas las cosas, van en aumento cada día, y tiene su cuidado y
devoción muy buena iglesia y casa de vicario -con las cubiertas, de teja, y en
el arreo y prevención de sacristía, buenos ornamentos y decentes. Son los in-
dios dados, como los demás de la Sierra, al trato de los hilados y tej'..dos, á
que se añaden la conveniencia de que con la cría <le mula.s interesan mucho
en lo que por razón de su tragín les contribuyen. Es la correspondencia de
su pronombre Aguacatlán á nuestro castellano, de tierra de aguacates, por que
produce muchos y muy buenos.
CAPITULO XII
Hemos deseado sin que se falte á lo preciso por nuestra parte y d]i-
gencia, dar cumplimiento á la descripción d.e este Corregimiento de Totoni-
ca.pa; mas la es tensión de su territorio y sus anexos y agregados, que le han
co·nstituído en estimable jurisdicción, no nos permite la conds'..ón que preten-
demos. Será preciso desde la parte de Levante á donde situamos la planta de
Chia'chitlán y Aguacatlán, pasar al Occidente, en clliyo rumbo y progresión
del pueblo que describimos de Ystaguacán, encontraremos después de pro-
pasado su grande y noble río, el pueblo y encomienda de ·Cuílco, lugar de
moderada vecindad, pues su padrón le co·nstituiye con solo el número de cien-
to y ve:nte tributarios, que su producto se multiplica al de cuatrocientos y
ochenta habitadores, q . s,e mantienen y utilizan á las espensas de los reparti-
mientos de algodón que hacen los Corregidores (como en todos los demás
pueblos de esta jurisdicción y la de Quezaltenango, sin cuyo beneficio pere-
cieran y se acabaran). Tienen esfos de Cuilco manufactura de petates, este-
ras de colores, alguna coseoha de baínilla, algún cacao y achiote, por ser su
territor:o ·de temperamento caliente, donde por gran producción y maravilla
se logran y coje.n muchas frutas de tierra caliente y tierra fría, con muchas
80
cañas de azúcar. Su situación en tierra llana' está señida de grande serranía,
en cuya mole y corpulencia no se producen otras yerbas que no sea un género ·
tan débil y desmedrado como el heno, y esta naturaleza de panino infruc-
tífero dice la simple y corriente tradición que le proviene á aquellos serros
de ser montes minerales; mas de esta .certidumbre no podemos dar más re-
lación de que hemos visto sacar de sus vetas minerales buenas y abundantes
porciones de cobre muy acendrado y muy 'Subido, y de que á poca costa y fá-
cil operació·n pudiera conseguirse gran provecho. Riega este pueblo un río
muy suficiente que llaman de Chapala, y le provee de mucha abundancia de
bobos, almejas y espinosos el escelente río de Cuilco que se avecina al pue-
blo á menos distancia de una cuadra, y es su tránsito á la entrada y la salida
del lugar por el uso de las canoas. Su templo y su convento muy capaz, es
de insigne y maravillosa arquitectura de generosos materiales, y lo que toca
á los adornos de altar y lo demás de Sacristía, es muy decente y aseado¡
si bien no puedo dejar de ponderar que en estas sacristías hay poca cuenta
por los Ministros en los adornos que pertenecen al altar; pues aquí · en este
lugar de Cu'ilco me ofreció cierto Comendador un cofrecillo tecalí con guarni-
ciones de plata que había servido de depósito, más no aceptando yo esta ofer-
ta, vi después la propia alhaja en poder de otro caiballero, vecino de esta ciu-
dad de Guatemala, que me dijo haberle regafado con él otro religioso que
había sido Comendador de este partido. En este pueblo entre otras yerbas
y plantas medicina·l es se cría la higuerilla, que es común á todos los tempe-
ramentos, y se cría abundantísima, sirvie·ndo de remediar muchas dolencias
de los hombres, en especial el dolor de cabeza, aplicadas á ella las hojas ti-
bias al calor natu.r al de las manos, la sana y quita con maravillosa brevedad;
por que ó la hace sudar co.piosamente, ó eUa cojiendo en sí el calor de la cabe-
za, se secan como tostadas al fuego. El aceite que los indios sacan de la si-
miente, moliéndola y cociéndola e·n agua, va el óleo subiendo arriba y con
una cuoharilla lo van sacando, y junto le dan otro hervor para consumirle
algo del agua que ha salido con él. En muChos de estos pueblos, en especial
en los de la administración de Santo Domingo,.la aplica·n á la luz de las lám-
paras y ahorran el aceite de olivos para que su Majestad y los encomenderos
dan considerable limosna; pero habiendo de decir las facultades de este aceite
de higueri!lo, le usan lo:s médicos esperimentados del país occidental, en todas
las enfermedades que provie·nen de causa fría, y su unción disuelve los tumo-
res, destruye los flatos, y para el dolor cólico es utilísimo untando la parte
afectada, y bebiendo algunas gotas de él es utilísimo en semej antes dolores.
Ut experientia didic'imus. Untados los artejos contusos y los nervios encojidos
los cura y sana y habilita con maravilla. El estómago y vientre obstruidos
untados con este aceite los remedia, cura y sana, las úlceras y postillas de la
cabeza, cura y remedia el dolor de los oídos; y los cogollitos tiernos, que son
como un caracolillo pequeño soasados al rescoldo y .p uestos en los oídos quita
y remedia la sordera; y esperimentada ó .examinada por los médicos, quizá
podría ser útil á otras muchas enfermedades, como también ablanda el vien-
tre de los niños untado todo el vientrecillo, y les hace espeler las lombrices¡
81
su untura quita las señales del cutis, principalmente las del rostro; asimismo
el propio aceite limpia los barros que muchas veces salen en el rostro de las
mugeres. Es caliente casi en tercer grado y húmedo en el segundo. Pro.Pone-
mos su estampa á los curiosos, y deseosos de aprovechar en el remedio de
los hombres.
CAPITULO XIII
que suele saltearle con tropiHas de pocos bárbaros flecheros que se penetraL
por la montaña al robo y la molestia de nuestros pobres indios; y á esta oca-
sión y la defensa de nuestros términos crea el Corregidor de este partido dos
capitanes; el uno en es·t e lugar de San Mateo Ystatán y el otro en el de San-
ta Eulalia, y están sus capitanías bien armadas de arcabuces, chuzos y fle-
chas. Su situación de este YstaUán es en un ángulo de aquella sierra seten-
trional, en ancho círculo de breñosa tierra; pero su planta sobre cerrillos
que llaman cues, es barrancosa y desigual, tanto que de las unas casas que
están en alto .s e ven los patios y corrales de las que están abajo como sentadas
86
en hoyas, y el suelo de greda tan resbalosa que no se puede pisar sin gran·
de riesgo, y en todo el pueblo no se pone el píé en parte llana, sí no es en el
asiento de la Yglesia y cementerio. Tiene por su padrón este lugar trescientos
tributarios y mil y doscientos habitadores de la nación jacalteca que se man·
tienen del trato que los demás, en la manufactura de hilados y tejidos, crian-
zas de mulas y de ganado menor, más es sin igual el aprovechamiento que les
producen sus salinas ('de que después diremos) y de que toma el pronombre
de Ystaflán, que significa tierra de sal, de Ystat que es sal, y tali, la tierra.
Su parroquial es muy capaz en las medidas de su Yglesia de insigne fábrica,
y el artesón de su capilla mayor de enlazamentos de madera á resaltos, obra
y manufactura de los propios indios de este lugar. Ostenta en su testera un
escelente retablo de muy pulida escultura y en todo el cuerpo se gozan cuatro
colaterales primorosos, sí bien su sacristía se mantiene con pocos y pobres
ornamentos. Levanta una torre á la fachada de firmísima arquitectura, en
que sostiene dos campanas. Bien pudiera esta feligresía colmar de alhajas y
de arreos esta parroquia, si acaso lo que acaudalan en solo el comercio de la
sal con que proveen los dos corregimientos de Totonicapa y Quezaltenango,
la Alcaldía mayor de San Antonio y la proivincia de los Llanos de Chiapa, y
toda la nación lacandón que carece totalmente de semejante condimento,
y se introducen muy frecuentes hasta este pueblo por el recambio del trueque
de sus frutos, cacao y achiotes y otros que se señalan en su lugar, hallaran
aplicfodose á ello grande ayuda para tan santa obra; pero estos indios que
solo atienden á acaudalar para sí se olvidan de lo más .principal; aunque para
ello espongan el riesgo y la fatalidad no solo de la vida temporal, pero la
eterna; metidos por lo intrincade> de aquello·s 16bregos arcabucos y aun po-
blados de asiento en las montañas á hurto de las justicias; como que el año
de 1673 lo estaban en el lugar y a.siento de Asantih, tierra apartada del pue-
blo de Ystatlán, catorce leguas, camino desapacible, áspero y de peñasquería
que va á avecindarse á la tierra del Lacandón solas seis leguas, y de que
participándome el P. Fr. Alonso Páez, Vicario del partido, instimulado mi
celo de oír que no oían misa, ni se sabía si confesaban; que estaba·n sin
justicia y otras cosas de mucha monta, espuse mi persona al riesgo, sacando
de aquella vida de bárbaros cuare·n ta familias que reintegré y reuní al co-
mún de Ystatlán, fundándoles barrios aparte y nombrándoles por su especial
Gobernador á Jua·n Marcos, indio de gran gobierno y cristiandad, pasando
de esta diligencia á proceder contra los alcaldes y regidores que habían sido
de diez y siete años á aquel tiempo, castigándolos y penándolos por no haber
procurado su reducción ni haber dado noticia de ello á los Corregidores, cu-
ya resolución me aprobó con gracias el Real Acuerdo de justicia, á cuya
alteza di cuenta de toda esta operación judicial.
Pero aun no termina·ndo nuestro intento la descripción de este partido
de San Pedro Soloma, es necesario la retrocesión de la memoria para el pue-
blo de Santa Eulalia, que está distante de la cabecera cuatro leguas, camino
87
difícil de emprender por las laderas de cerros levantados á grande a:ltura,
cubiertos de inmensa breña y de pinares creci:dísimos, y mucho más por la
molestia y ruido de empalizadas y aun con este reparo y prevención se nece-
sita, en el invierno de hacer .á pié lo más de esta jorna1da á grandes trechos
de ella, por el peligrn de grandes precipicios y el manifiesto riesgo de las ase-
chanzas y emboscadas del Lacandón, que como dijimos se derraman en tro-
piUas por los montes de estos caminos al robo de los indios pasajeros. Es la
vecindad de es·te lugar de do·scientos vecino·s tributarios y de ochocientos
habitadores; su parroquial pobre y de materia pajiza, tiene decencia en su
retablo principal dorado, en que está colocada la pa:trona Santa Eulalia, de
escultura antigua y sobremanera hermosa, y lo demás del cuerpo de esta
Yglesia está adornado con tres colaterales; más los ajuares de sacristía son
pocos y muy pobres, aunque mantiene su lámpara, custodia, cáliz y vinage-
ras de plata y en su fadhada y torre dos campa:nas. Su situación de este lu-
gar es en el pináculo y cima de un gran monte, donde después de la conquista
se plantó, por apartarse del ·Lacandón, si bien hoy solo se alarga á dos leguas
de camino, est9 es de unos egidos á otros; es gente pobre y miserable, sin
otro trato y comercio que los hilados y tejidos y algunas. hace·nduela·s de ga-
nado menor y crianza de mulas de buena raza.
Desde Soloma á San Juan Yxcuz se hace jornada de tres leguas·, si bien
penosas por ser su senda y su viage por laderas de piedra y lodo, más sin
embargo más tratables y sin· peligro que las ya referidas y más hacederas
por la cercanía de su jornada; aunque e·n ella no faltan paliza·das y grandes
breñas y arcabuces, q .. van á dar con la bajada de palizada al admirable río
Poh, que significa río de arena; son sus aguas maravillosas y agradable.s, por
el color azul celes·t e de que se tiñen, rozándose en infinitos troncos de Taray ·
y raíces d.e Suchilpati; por cwya participa:ción son saludables y medicinales
en grande modo, fuera de ser por su naturaleza delgadas y . ligeras; da paso
la profundidad de la caja de este río por su angosto puente de barras· de
madera muy fuerte, no tanfo por el caudal de sus aguas (que no es muy
abundante) 1 cuanto por hacer su camino por unas cuchillas. ·negras que abrien-
do en punta y navajones cortan con grande activida·d y vehemencia los pies
de los hombres y las ranillas de las mulas; ándase ·h asta el pueblo por la
vega de un río q. corta su corriente por la mitad del lugar, haciendo este
viage de sitios nobles y apacibles. Su situación de esite poblado yace plantada
entre dos cordilleras de grande celsitud y dilatado término hasta Huehuete-
nango, compuestas ambas de peñascos lisos, y de la que s·e goza á la frente
de la casa del Y.icario; á poco trecho se despeñan algunos. ojos de agua á in-
corporarse al río del pueblo, que es de temperamento frío y .h úmedo, y este
lugar ni numeroso ni muy corto es de ciento y cuarenta tributarios y de qui-
nientos y sesenta habitadores que acuden á su parroquia con cortos dones
y aun escasos¡ gente cerril y miserable, criada y nacida en lo más montuoso
88
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CAPITULO XIV
CAPITULO XVI
De las minas que se beneficiaron con largo aprovechamiento, las que hoy se labran
con poca inteligencia y mucho gasto en este partido de Huehuetenango.
mento de la ventilación; pero esto parece pudiera remediarse con buen cau-
dal, dándole deslumbreras comunicables para su mejor respiración, y comuni-
cando el aire por ellas fuera menos activo su vapor, y más si los operadores de
e.Ua entrasen dentro cubiertas las ·n arices y las bocas con lienzos mojados en
buen vinagre; mas esto que pide mucho costo, me es necesario noticiarlo
para los .tiempos venideros.
Pero no puedo omitir la tradició-n que corre y se asegura :por instru-
mentos y otras prueibas del :c riadero rico de oro del pueblo de Motocintla.
Queda des·c rito el sitio de este lugar en el capítu~o undécimo del libro octavo
de esta segunda parte, y así asentado por de la visita de Cuilco. De esta
encomienda fué Prelado ordinario y Vicar:o de su partido, el padre Fr. Francis-
co Bravo, natural de Málaga; este religioso que había estado algún tiempo en-
tre los indios y sabía de ellos el estilo, su cobardía y su incapacidad con sumo
aborrecimiento á las labores de las minas, dió en predicarles muy frecuente y
en persuadir en sus dodrinas lo propio que apetecían y siempre que conside-
raban acerca de tener e·n cubiertos los tesoros, y así les decía que ·n o descu-
briesen sus minas, que ya sa'bía que las tenían, por que no importaba á su
conservación; pues descubiertos los tesoros vendrían al territorio los espa-
ñoles, de quienes era 'Cierto que no· recibirían :perjuicios, ,pero que estos trae-
rían sus criados negros y mulatos, que se 'Valdrían como gentes de pocas
obligacio·n es de sus mugeres é hijas, y así mismo se servirían de sus .ganados
y de ·sus cabalgaduras con lo demás de sus haciendas, que eran sus hijos muy
amados, y estaba en obligación de advertirlo. Esta predicación duró más de
año y medio, erÍ cuyo· tiempo se concilió familiarmente y se hiz0< grato y muy
amado de un •fiscal de la Yglesia de San Franc.., Motocintla, á quien importunó
102
por muchos días acerca de que le diese algún oro; á los ¡principios el fiscal se
le negó concibiendo sospechas y malicias, como es propio ry natural de aquesta
estirpe; pero este asegurado y más doméstico, esperó largo tiempo un día
festivo en los corredores del Vicario, que advertido y cu:dadoso de su estado,
despachó los sirvientes con pretesto á varias partes y remotas, dióle el fiscal
viéndole solo una porción de oro en pe,pita no pequeña, recomendándole el
secreto; fué despachado y satisfecho con la promesa del sigilo y algún regalo.
Pasó se un mes ó más, después de recibir el primer oro ; llamó á sus so-
las al fiscal e: P. Bravo, y fuele preguntando si su secreto se 'había saibrdo,
ó si acaso le tenía 1por religioso y perso·na que sabía guardarle, y si era buen
amigo. El indio le respondió que no se había sabido cosa alguna, que era
uuen Padre, de buen corazón y buen amigo . Ea, pues, le dijo, ya que me has
esperimentado mi seguridad y mi buen corazón, tráeme, hijo fiscal, otro poco
más; así con esta pausa y astucia, le hizo contribuír otras dos veces; pero
muerto el .fiscal á pocos días, quedó suspensa esta contribución; el religioso
con pesar y s¡.n tomar determinación acerca de fa intención de juntar más
tesoro, por que lo que había acauda.!ado por el medio referido, aun no llegaba
á tres libras; ,pero pasando algunos meses en varias consideraciones, medios
que elegía y trasas que maquinaba, se entristecía más y desvelaba, consideran-
do que s·e acercaba el 1Capítulo provincial, en que había de manifestar la
patente licencia ·que .tenía del General para ir .á ;E spaña. En fin determinó
juntar el pueblo ó fos princ~pales de ·él, que es lo más cierto, ·hízoles una lar-
guísima plática en que les proponía su voluntad, el deseo que le asistía de
estar siempre con ellos, que est~ pensamiento le ·c onducía á .E spaña, á pre-
tender .c on el General le diese aquella casa perpetuamente, por lo mucho que
ellos ·le amaban y por pagar así sus 1b uenas obras; que le dirían que ¿cuáles
eran? .pues se ·volvía tan pobre que por esta ocas:ón y para 'hacer su viaje
de ida y vuelta, les rogaba y pedía le socorriesen 'Y ayudasen con algún oro
de sus minas, que ya sabía las tenían y ·harto ricas. iEJ.los negaron (como siem-
pre) diciendo no tenerlo ni saber á donde 1poder.lo 'hallar, afirmándose en esta
negativa muchas veces; mas este religioso sagaz y astuto , y que sabía muy
de esperiencia cuan materiales son estas gentes, abriendo un escritorio y ti-
rando una naveta les mostró el oro· que tenia, diciendo esto es de Motocintla
y el fiscal que murió me lo ha traído; ese era buen hijo, mi amigo y hombre
de buena f·é; pero vosotros sois mentirosos, de poca confianza ·Y no me mirais
como á Padre y como á vuesfro Ministro. Ellos entonces aturdidos con tal
prueba, dijeron: que ellos le amaban y deseaban tener consigo; pero que
aunque era verdad que sabían que el pueblo tenía tesoro, pero que ignoraban
el sitio, por que en coinparación de otros ellos eran muy mozos; que les diese
Ecencia, 1que consultarían á los ancianos y volverían con la respuesta, con que
quedaron despedidos.
Volviendo á la casa del Vicario de ahí á tres días, no solo los justicias
y los cadques, pero los masehuales por ancianos, y propusieron que algunos
viejos de los del pueblo sabían el sitio y el parage á donde estaba aquel tesoro
que 'les pedía;· pero que el dárselo había de ·s er con condición de que ninguno
se lo había de traer, sino que ·él mismo le había de sacar ;por sus manos ; pero
que para .e llo le habían de llevar vendados los ojos á satisfacción del pueblo,
103
por que los que sabían el sit:o no querían ser descubiertos, y que viniendo en
este pacto irían con él el domingo siguiente todo el pueblo. Vino en todo el
concierto el P. Fr. Francisco Bravo (bárbara determinación, si se advierte; pero
¿1qué no recaba la codicia?) Y llegado el aplazado domingo, después de la mi-
sa del pueblo, y juntos los del c<>ncierto, salió este re~igioso al compaz de la
Yglesia, donde le vendaron los -0jos é hic~eron con ·él diversas pruebas para
conocer si veía, y dándole muchas vueltas á un lado y otro, le llevaron al sitio
del criadero, de donde :cojió tanto oro al granel cuanto podía cargar la robus-
tez de sus fuerzas, y embarcado para ·España instituyó capellanías que gozó
durante el tiempo de su vida, y hoy las percibe y reza su conve-nto de M1álaga,
hiciéronse las andas, diademas y Cruz de S. Pedro Nolas~o de oro, que di~en
duran hoy, y sin esto hizo otras considerables cosas.
·Este religioso Fr. FrancQ Bravo, estando ¡para embarcarse, escribió al
Real Acuerdo d·e Goathemala, con relación de todo lo referido y muestras del
oro que llevaba, y algunas señas que pudo percibir el oído, por que aseguraba
haber andado poca distancia del pueblo, y que á la mano siniestra de donde
le pusieron en el criadero, corría un arroyo¡ mas no especificaba hácia que
rumbo le Bevaban. 1Con esta denunciación y noticia, el Real Acuerdo que
consideró este negocio como materia de gran peso, y que en ello iba á conse-
guirse un estremado servicio al Rey, tomó resolución de cometerá un Ministro
Oidor de la Audiencia ·Real, la di.'. igencia y descubrimiento de este poderosí-
simo tesoro¡ y para ello se despachó comisi6n amplísima al L¡cQ Juan Mal-
donado de Paz, que salió luego sin más demora al cumplimiento de su comi-
sión, en que gastó once meses. Llegado al pueblo de San Francisco Moto-
dntla; convocó los justicias y principales caciques de é.l y de los masehuales
los más ancianos por la sospecha que de ellos se tenía, y les hizo una larguísi-
ma exhortación acerca de que manifestasen aquel tesoro, mas ellos desde este
primer principio se esforzaron á negar el todo del suceso referido, y ni por
buenos tratamientos, ni ¡por ofrecerles en nombre del rey perdón de tribu-
tos, fué reducible' su dureza. Pasos e á comunicarles los castigos y los rigores
y surtió el propio efecto en su proterbia y pertinacia que si no fueran ellos los
amenazados. Fué el Oidor Maldonado de Paz poniendo en prisión á unos y
otros, así en la cárcel de aquel pueblo como en otras de bs circunvecinas del
partido, y ne.gó á tanto la negativa inesplicab~e de aquellos hombres, que el
oidor dispuso el arbitrio de condenarlos á muerte de horca; esto con industria
admiraible y prodigiosa, para que por el temor de la muerte se declarasen, y
no bastando esto 1hacerlos disponer para morir y llevarlos al suplicio, como
fué .necesar~o ejecutarlo, mas con tal modo y tanto arte, que impelidos de la
escalera al aire no pudiesen ahogarse; pero aun haciendo caer de ella algunos
de aquellos pertinaces, se dejaban ahorcar fPOr no descubrir el secreto de su
tesoro; con que esperimentada por el Lic9 Juan Maldonado de Paz la gran
co·n stancla de aquellos indios en conservar su secreto (en que son de grande
arcanidad y esmeradísimos más que ·n ación alguna) se volvió. á Goathemala
sin conseguir resquicio alguno por donde tener luz á diligencia que aprove-
chase á tan importante y esmerado negocio.
104
CAPITULO XVIII
De las antiguas fortalezas en que se mantenían en modo militar los indios Mames de
Huehuetenango y pueblos sujetos al gran Cacique Lahuhquieh.
Plano de la fortaleza mame de Zatuleu, dibujado por el Autor de la "RECORDACION FLORIDA" y que figura
en el texto original.
107
de su graderío, parece cosa inespugnable y de valientísima resistencia. Inten-
té varias veces e·n compañía de Don Pedro de Quevedo Cevallos, y otras per-
sonas, subir al cabaUero alto y nunca lo consiguió la d'.lige·ncía, por los impe-
dimentos y cortaduras que le fabricó el arte, hasta que un ind~o intérprete
general nos fué guía y conductor (como el 'hilo de Teseo) para entrar á su
plaza de armas. Serán ·á lo que puede acordarse nuestra memoria y consi-
deración, como ve.'·nte y ocho gradas las que se suben por esta admirable .f or-
taleza, y hoy prevalece toda en pié. No carecía este castillo de a:ojamientos,
por que hay algunos que muestran parte de su cubierta, y se plantaron unos
en forma prolongada, y otros de figura rotunda. ·E stán así los alojamientos que
referimos como las defensas, disturbios en muy buen órde·n y proporción,
y entre cada tres ó cuatro de estas fábricas, se vé su atrio en cuadro solado
de argamazones .finos de cal, y en la mitad del atrio una .c olumna ó faro de
las ya advertidas, para hacer el concurso visible y la comunicación tratable,
es én el principal castillo toda la piedra labrada y canteada, y por una que des-
port:llé ó se desengañó de la trabazón de las otras se conoce son de mucha
grandeza y proporc:ón i por que esta desunida que decimos se manifiesta tiene
tres varas de largo y algo menos de vara por lo ancho¡ esto es lo que advir-
tió nues.tro cuidado y diligencia, y lo que mi incuria en el arte de dibujar
que no aprendí, pudo diseñar en la estampa, por que sin renta ni ·fomento
para tanto asunto, ni puedo costear la ocupación de los pintores ni otras
cosas que para ello son necesarias.
Pero habie·n do otros castillos en otras partes, señalaremos po~ los que
más se demuestran y hacen patentes, los que respecto de los ya descritos
se advierten y reconocen al Oriente y á la parte setentrional del pueblo de
Tohoh, como á distancia de una legua de él, que yacen entre inaccesibles y
profundísimas barrancas, y estos edificios ·se ven tan arrui·n ados 'Y destruídos
que no dan materia á su descripción regular, mas sin embargo dan muestras
de grande y considerable vestigio; por que sus cimentages son repetidos en
gran dilatación de terreno, ry es conocido .e l sitio <le su asiento en el idioma
Mame, con el pronombre de Tohfanan, gue en nuestro castellano quiere decir
dientro del pueblo, ó por 1que acaso en su antigualla fuese tan grande y crecido
el de Tohoh, que ahora es bien corto, que llegasen sus goteras á aquellos mu-
ros, ó para denotar Ia cercanía de aquella fortaleza á su lugar. Otras sin
estas que ya dejamos descr~tas se manifiestan y representan en las campañas
de Chiakhitán, que por la cumplida regulación que en algunas se mantiene,
parecen de po.ca consideración y poca monta, mas en su modo y en su usanza
sería·n de gran reparo y seguridad; son muy repetidas y en esta forma:
108
Sin otras de que no me acuerdo, y mucho cimentage y grande ruina
que rueda y que se encuentra por el contorno; pero si llegaren á tiempo los
diseños.que esperamos de las demás, que están pedidos del Rev11 P. Provincial
de la Merced, •haremos la demostración de ellos que deseamos. Otra admira-
ble fortaleza se halla en el progreso del camino de aquel~os pueblos confinan-
tes á la Alca!ldía mayor de la Verapaz, que son los del partido de Sacapulas
ya advertidos, de admirable y regularísima planta, aun mucho más que otras
que en toda la grande estensión del reino ostentan en parte subsistente y en
sus ruinas, la muc'ha autoridad de su respeto m ilitar; por que de aquesta que
a.puntamos de Sacapulas he oído á caballeros de mucha comprensión de este
arte adquirido en muchas campañas, que aun los ingenieros modernos no
perfecc:onaran tanta y tan esmerada defensa, y hoy siente nuestro deseo -no
haber levantado la planta del tan insi·gne 'Y esmerado reparo de Uspantlán,
por que á fo trans:ible de un camino ni es fácil ni posible el espacio que pide
tanta obra, y por donde á la conquista de Uspant ~án pudiera dar á entender
esta defensa mejor que yo espresar la inmensidad de su trabajo, los muchos
y superiores 1que padecieron nuestros valientes españoles. Perdóneme su fa-
ma lo que no alcanza mi ,p luma y mi ;posible, ique mi cuidado y mi deseo es
noticiar al orbe de sus glorias; y por que parece se ha dilatado eI discurso de
este capítu:o, no quedando otra cosa que sea notable, y d~gna del asunto,
proponiendo el diseño y planta regular de la ·fortaleza de Huehuetenango,
pasaremos con el favor divino á la descripción del ·Corregimiento de Quezal-
tenó!!ngo, después de referir en el siguiente libro los accidentes políticos de
Goathemala.
CAPITULO XIX
Que continúa los sucesos de la guerra y conquista del Señorío de la. indios Mames.
CAPITULO XXI
con ellos.
Animando sus tropas los cabos de los mames soberbios con el suceso y
retirada de .Jos españoles, cerraron con tal corage y bizarría con los utatle-
cos 113 > que casi sin detrimento de los suyos hicieron formidable y lastimoso
estrago en los primeros de nuestros indios que se acercaron al choque, y
fué tal la furia y barbaridad con que avanzaban los mames, que ya nuestros
indios utatlecos y los demás· desconfiaban de encontrar con otra fortuna que
no fuese la de un desastre lamentable, pues aun en los nuestros ejecutaban
los mames impiedades. 1La bataHa se mantenía de parte de muchos indios;
mas á el esfuerzo del crédito y empeño que de las propias fuerzas, cediendo
á la ventaja del' número de los mames y el daño y ruina hubiera sido total
en ellos, á no ser 1fomentada y socorrida de dos escuadras españolas que en
peligro tan eminente ·hicieron en aquella ocasió.n hazañas dignas de la fama ,
siendo tanto más estimables y crecidas cuanto salieron cambiadas al costo
de la sangre de ocho soldados mal heridos ·si bien tan persistentes y constan-
tes, que antes de oscurecer hicieron á la obstinación de los mames tomar
del ríe< de Socoleo, con su tropa de diez caballos encontró una buena manga
de flecheros de hasta trescientos indios, que acaso saHan al cultivo de sus
milpas, hechas· entonces de la otra parte de aquel río, con la ocasión que se
dirá después¡ pero apenas sintieron el rumor de los caballos, cuando puestos
e·n arma se procuraron defender valientemente, pero como el terreno era á
propósitos para campar, muri'endo siete de aquellos indios y heridos muchos,
(14) Probanza orig. de Don Laureano Guerra Veintemilla y Mº Do11 Alonso Enríquez de Larios.
116
se procuraron escapar¡ pero Gaspar Alemán, Heno de cólera y de sangre que
la fluía una herida que había recibido en el rostro del golpe de una saeta,
dándole espuelas al caballo y siguiéndole su tropa, hicieron tres prisioneros
de aquellos indios, y entre ellos un principal capitán Salzquiab que regía uno
de los tercios del cacique Caibilbalam, que conducido á la presencia de Gon-
zalo de Alvarado, dijo llamarse así y ser uno de los cabos del ejército de su
Señor, y que ·Caibilbalam desde que vió '1a llegada de los forasteros blancos
se ·había retirado· á su castillo con toda la gente de su corte, dejando desam-
1
119
decer con el sol los topiles de oro en que se mantenía·n. Pero cojiendo nues-
tro ejército la vuelta á dar la espalda al s-etentrión para tomar la frente del
ejército de los mames, cuikos é istaiguacanes, apenas se vieron en sitio con-
veniente de aquella campaña para presentar la batalla, cuando dada la seña
para romperla, aun antes de afirmarse los nuestros s·e disparó tlel ejército con-
trario una recia tempestad de flechas y guijarros, en que aun .g uardados los
nuestros con las .r odeias, recibieron muchos gol.p es de ·piedras de que no po-
dían defender los sayos cokhado·s que vestían contra el d'año de las saetas,
de que .nuestros indios amigos no asegurados con aquella defensa, ·no reci-
bieron poco perjuicio¡ heridos y maltratados muchos; pero en el mayor con-
flicto de nuestra infantería, Alonso ·~ómez de Loarca, avanzando .con la ca-
ballería por el cuerno izquierd-0 del ejército <le los indios, ayudado de la lim-
pieza de aquella ,gran campaña, le rompió por muchas partes atropellándolos
al choque con espanto·sa 'furia, haciendo cada ginete muy ancho campo por
donae acometía, y todos juntos estrago lamentable con las lanzas, á tie:mpo
que Gonzalo de Alvarado, Antonio de .Salazar y Franc11 de Arévalo con la in-
fantería á la frente, y con los indios amigos con los arcabuces, ballestas, es-
padas y flechas de los indios, causaron tal desastre en aquella bárbara mili-
cia, que en breve tiempo, quedando muertos más de trescientos mames, cuil-
cos é istaguacanes, y casi heridos todos, tocaron á retirar, mas á este tiempo
saliendo un socorro de dos mil indios de aquella fortaleza. vinieron á renovar
la batalla¡ pero como á los unos los cojió desbaratados y á los otros sin haber-
se afirmado para el combate, .p rosiguiendo sin decaecer el ejército español
en el estrago comenzado, solo se veían rodar en el campo penachos verdes
esmaltados de la sangre mame, y muchas veces las cabezas con los cuerpos
que embarazaban el paso á los infantes y caballos, de cuy-0 furor y tropeles,
aterrados los indios fueron tomando la retirada sin dejar las armas hasta la
puerta del ,castillo, donde encerrado aquel ejército, dejó al nuestro lleno de la
gloria de el triunfo, y con algún ·b uen despojo de topiles y patenillas de ero,
al costo de cuarenta indios amigos y tres caballos que murieron á lanzadas,
y ocho españoles heridos, y entre ellos Gonzalo de Alvarado de un ·b ote de
lanza que recibió en una pierna y Franc9 de Arévalo en un costado de una
lig·era punta de sa·eta.
CAPITt.JiLO XXII
Del asedio y sitio que Gonzalo de Alvarado puso á la gran fortaleza del cacique
Caibilbalam; sucesos varios de nuestro ejército.
120
sión de aquel país, y que encerrado dentro .de sus muros el señor principal de
él, sujeto este á la obediencia del rey, vendrían sin contraste los lugares de
su jurisdicción á un común y unido rendimiento, y esto comunicado á sus
capitanes y soldados de la primera estimación, cebados con la primera vic-
toria y el despojo de los topiles y patenillas de oro, creyendo encerrado en aquel
castillo gran despojo y tesoro del cacique, siendo de parecer que se prosiguiese
al asedio de aquella ciudadela, se dispuso el campo en forma militar, acuar-
telada la caballería á la puerta que daba al setentrión, libre de foso, pero
que asegurada sobre la calzada á estribos de cal y canto, se cerraba con un
grueso tablón .de piedra que la hacía ;f irme á la seguridad de la entrada, y ~n
el centro de aquel cuartel se colocó la tienda de campaña del teniente general
Gonzalo de Alvarado. Al costado que mira al occidente la estrechura que hace
el foso y parapeto y el río de Socoleo, ·c omo la más espuesta á recibir continuas
baterías, se acuarteló el capitán Antonio de Salazar, con veinte infantes es-
pañol-es y ciento y ochenta indios amigos. A la que corre por libre terreno
hacia el levante, el Capitán Franc9 de Arévalo con otros veinte infantes y
doscientos y cincuenta indios, no por ser la parte más espuesta á recibir hos-
tilidad, sino por parecer la más libre para por ella y más á salvo dar paso á
los socorros que se pudieran introducir al enemigo, estendiendo aquel cuar-
tel en forma profongada cua·nto le fué .p osible. La parte de mediodía ocupó
la gente tlascalteca y mejicanos, de quienes eran cabos Diego Franco y Pe-
dro Garcerán; pero siendo es tendida la circunvalación de aquel recinto, fué
necesario ocupar todo lo que quedaba libre desde la parte del costado de
Oeste al Sudo.e ste, acuartelando en él cuatrocientos utatlecos y goathemalte-
cos con cuatro cabos de gran satisfacción, Juan de Barrientos, Francisco Cas-
tellón, Martín Granado y Juan de Alcántara. Hacían costados á la caballería
dos buenos cuarteles de indios usmatecos y cholutecos con otros cuatro cabos
FrancQ de Morales, Juan .Resino, Pedro de Llanos y Diego Ponce ¡, y de esta
suerte pue·sto el campo en lugar abierto y esten<lido en sus cuarteles cuanto
fué dab!e, quedó dispues•to á privar al enemigo de los socorros de gente y ví-
veres·, en tanto que se ofrecía oportunidad para asaltarlo dentro de la propia
seguridad de sus defensas, ó con el curso de los días la propia falta de vitua-
llas y de infantes obligasen al rendimiento al cacique Caibílbalam.
Así persistió el campo español el término de dos días, ·aunque en ellos
se ejercitas·en fos nuestros en otra cosa que en defenderse de algunas cargas
de flechas y piedras que los defensores de la ciudadela daban al cuartel de
Antonio de Salazar, como el más espuesto á recibirlas, cojiendo á caballero
los nuestros de que se veían heridos los indios amigos, y <lesconfiados de hacer
daño ·con nuestras armas al contrario, mostró la esperiencia ser conve·n ientl!
levantar aquel tercio del sitio estrecho y acuartelarlo de la otra parte del So-
coleo en la libre campaña de donde también podría batir con la arcabucería
el puesto del enemigo. Los· corredores de la campaña tampoco ·tuvieron oca-
sión en .q ué emplear sus esJuerzos; pero al tercero día, tocándole su esplora-
ción como á uno de los cabos de las dos tropas, á Diego 1López de Villa-
nueva que regía á diez caballos, acercándose á las márgenes del Socoleo di-
visó de la otra parte .á donde por entonces se estendían los sembrados , algun
humo, y llamado y conducido por aquella seña, propasado el curso de aquel
121
río entonces lleno con la congregación de las quebradas, con breve tiem-
po y sin recibi1· dai10 en los suyos, apresó los bastimentos escoltados del ca-
cique Caib!lbalam guardados de trescientos flecheros para introducirlo en
siendo necesario den !ro de las defensas¡ pero apenas Diego Lópcz de Villa·
nueva dió sobre aquellos almagacenes de los víveres, cuando los indios de
su escolta que se pusieron en defensa, viéndose atropellad9s de los pocos
españoles y que htos empezando á ejecutar sa·n grientos estragos con muert.?
de algunos, intentaron acometer al escape y lo pusieron en efecto á tiempo
que esperimentando mayor desastre en sus vidas, dándose algunos al rendi-
miento y csGapando otros• con celeridad increíble, quedó aquella presa esti-
mllblc por nuestra, en grande copia de maíz, frijoles, chile y sal, que abaste-
1
ció nuutro ejírcito, entresacando de ·él algunos indios que con aquellos pri-
sioneros de su escolta, los condujesen al campo.
Había Gonzalo de Alvarado reconocido toda fa circunvalación de aque-
lla gran barranca, que haciendo profundo foso á aquella ciudadela la asegu-
raba bien defendida y afianada en ·su hondura y no pequeña congregación
de agua que no podía ser flúida de aguas vivas, sino congregada de los resi-
duos invtmisos como J1asta •hoy se esperimenta, y que se hacia imposible
el av1rnur á las murallas con tan crecido impedimento. Pero con ·todo eso
consideraba que intentando propasarle por la parte .d e mediodía que era por
donde se hada más creible d entrarle, se conseguía por lo me-nos el insitar
i aquellos defensores á que sacasen d pecho al descubierto pa'ra poderlos
disminuir en parte, ó que si confiados en lo imposible que parecía el conse-
guirlo se hiciesen por el enemigo lentas y débiles defensas, aunque fuesen
al costo de muchos dias, podria conseguirse el hacer paso á la caballería é
infanteria por aqutlla parte de la •barranca por donde era menos peligroso el
introducirse i la .plaza q. por las otras más cubiertas de las defensas¡ y par<\
ello con los indios sobresalientes y algunos que se sacaron de los cuarteles.
se cmpesó á abrir \111 paso de grande andrnra (que allí se ve) y se fabricó
i chiflón, y en que también los espRño!cs tomaban la pala y azadón. Pero los
indit1s ddtnsores, pntendiendo embarazarnos la obra que no discurrieron
i su cohscrvación poco dai1osa, concurrieron en grande número á embarazar-
nos .su ejtcución; cubrióse en un instante aquel pretil de la barranca de
gr1mdc multitud de defensores, honderos y de Yaras arrojadizas, ~ro aun
cojitndo distantt á nuestra gente -era muy poco el perjuicio que recibía, por-
que tampoco ellos 1,'>0dian acercarse por lo pendiente del barranco; pero rt-
cibiendo gran dafio de nuestros arcabuces y ballestas, que hacían escolta ~
nuestros gastadores, muriendo muchos de ellos en breve tiempo, les fue
preciso retirarse.
Consideraba C:Ubilbalam que con seguir los españoles aquel tránsito
y ataque que intentaban sin resistencia de su parte y con descrédito suyo
seria entrada su plaza, y que era más crtiblc (y así era) el defender aqu~la
obra sus cuartdcs, que d conseguirla los forasteros blancos, y más cuando
siendo la parte menos ddendida, le convenía más el guardarla, y que se veía
aunque guardado d 'Caballero alto de un es tenso lienzo de muralla~ pero el
tarcno de b. barranca libre y sin trinchen. que le hiciese seguridad, lo hacb
temer mis y mis. Yl en d tieJnpo de aquel sitio sin poderla formar, falto d~
lll
madera para su fábrica estendída y pro!ongada. ·Podría sorprenderse en bre-
ve por el ejército español; con esta consideración, mandó renovar las de·
fensas no de otra manera que con honderos y vara tostada de más ímpuls:>
para ·herir en los nuestros, pero con mejor órden y forma militar, cubriendo
el terreno de estendidas hileras por todo el pretil del foso de aquella part~,
y que á aquellas primeras les sucediesen otru, pira que así continuada la
defensa se embarazase la obra y se hiciese más dilatada. Pero continuada
y adelantada aque.tla, surtida con mucha operación de los nuestros, y estando
á más conveniente cercanía, era más posible el herirse el uno y otro campo,
mas sin embargo de nuestra parte se ejecutaba grande estrago en aquellot de-
fensores que á costa de algunos heridos de Jos nuestros, á la violencia de !a
pólvora cedían las vidas mucho número de loa contrarios. 117 1
·En este estado se miraban las cosas de aquel sitio, no con pequeñas
esperanzas de asaltar en breve aquella defensa, habiendo abierto puo nuestros
gastadores hasta el p:an de aquella barranca con poco impedimento del a.gua,
para pasar á continuar 1a operación á la otra parte, cuando tocando arma en
eÍ cuartel principal, hizo acudir á los cabos á la llamada, Pero corriendo estJ.
, batería al cargo de Diego de Holguin, dejando en su Jugar á Alonso de Oje-
da, (aun no sabremos afirmar si es este el mismo Alonso de Ojeda que le
halló en el Perú, y en la conquista del Nuevo Reíno de Granada, y que se
halla en. la -nomenclatura primera de los vednos de Guatemala) para que no
desamparase el sitio, y en tanto que acudía á la llamada Diego de Holguín, los
indios defensores de él se reparasen ó nos deshiciesen aquella ancha vía que
con tanta fatiga y sangre de una y otra parte se había abierto á los seguro•
de nuestra espugnacíón. Era el arma ocasionada de un numeroso ejército
de serranos que encaminaba su marcha á Ja campaña propia de Socoleo;
componíase de ocho mil hombres embijados, no adornados de penachos ní
ataviados de ropas, sino feroces y armados de rodelas y varas y no menos de
honderos que diestros y temerarios flecheros. Pero dejando Gonzalo de
Alvarado cubierta como antes aquella batería comenzada, con Ja escolta que
antes se mantenía, y ·h aciendo cubrir el puestO de su alojamiento á la frente
de la puerta de aquella fortaleza á Antonio de Salazar, con cuatrocíent:>3
indios y diez españoles escojidos, para que los asediados del castíllo no nos
cortasen á las espaldas, y repartidos á los costados de aqu~lla circunvalación
algunas atalayas, que avisasen de los movimientos del enemigo, á aquellos re·
clutas que quedaban; recojíendo á un cuerpo lo demás de su campo y puesli>
en órden de batalla, se fué acercando á recibir al enemigo que le buscaba.
Resonando en toda la campaña una admirable confu•í6n, así de las
trompetas, pífanos y tambores de nuestro ejército, como de los indios sitiados
las flautas y caraco'es, habiendo coronado tod as aquellas ditíensas interiores,
de donde se correspondían con Jos tambores y voc:nas del ejército de bár-
baros que marchaba con estruendosa vocería, se acercaron los dos campos
y acometiéndose á un tiempo mismo flechando con la mayor pujanza que
podían aquellos indios, mostraron la destreza y corage de su nación serrana,
jeros ser necesario rendirse, volvió á repetir la seña de las pláticas y envián-
dole Gonzalo de Alvarado un intérprete, volvió diciendo de su parte que que-
ría tratar de ajustar paz con ~l Gran Capitán de los blancos, viéndose con él
debajo del seguro de su persona, y para ello destinado el día de las vistas y
señalado el sitio que fué entre la puerta de la .fortaleza y ,el cuartel de la ca-
ballería, salió d.e su campo Gonzalo· de Al varado · acompañado de los Capita·nes
Alonso Gómez de Loarca, Antonio de Salazar, FrancQ de Arévalo, Héctor de
Chávez, Jorge de Acuña y otro·s diez personages de su consejo; y á la reseña
de nuestras trompetas· se vió abrir aquella puerta cerrada á las sustidas
españolas tanto tiempo, y salir por ella aquel cacique que se había encerrado
con esperanzas de triunfador y a'hora salía con evidencias de rendido; pero
acercándose los dos principales cabos competidores y desmo·ntados los nues-
tros, Gonzalo de Alvarado se acercó para CaibHbalam con los brazos abiertos,
y dice en su cuaderno manuscrito: Quise desde el principio tratarle como
amigo, aunque d.el buen: cacique yo no podía saber su ínfencíón y sí en la paz
que pedía encubría algún doblez, y procuré de mí parte hacerle mucha amis-
tad,· pero él en viéndome que le trataba con amor, se le llenaron de agua los
ojos. Mostraba en su persona la nobleza de su sangre, y sería entonces de
cuarenta años. Pero habiendo prec.edido aquellas primeras cortesías, Gonzalo
de Alvarado le hizo gran cargo de no haber querido la ;paz al principio, con
que hubiera escusado tantos trabajos y muertes, como de una y otra parte
habían acaecido; que su venida había sido de paz para. mostrarle con ella el
camino del cielo, que solo se conseguía en la santa ley de Jesucristo, y no por
la infame adoración de los ídolos; que obedeciendo al rey de España sería
instruído en la doctrina santa de Jesucristo, y conservado en paz y justicia.
El cacique Caibilbalam respondió, gustar de ser enseñado en las cosas que le
decía de Jesucristo y obedecer al r·ey de_España con todos sus vasallos, como
aquellos sus ·capitanes y principales sabían que se lo habían comunicado; pero
que pues él se sujetaba á obedecerle; que gustaría de quedarse á vivir en
aqueUa fortaleza con la gente que en ella le había asistido, por rec-elarse de
1
OA.PITULO XXIV
Que dá noticia de las cosas que por el tiempo de sus priméros establecimientos
solicitaba este reino y ciudad de Santiago de Goathemala en el real consejo
de Yndias.
Jamás los pec·hos generosos dieron largo reposo á sus intentos, por que
solicitándole al común las conv·e·n iencias y el honor, velan continuamente en la
soiicitud y las agencias de la consecució·n ae los negocios. Séanos lícito el
lamentar nuestras desgracias, nacidas y dimanadas de las presentes omisio-
nes, que á las demoras de largo tiempo que se ha pasado aqueste reino sin
poner procurador en 'España desde el año de 1643, ha dado entrada á nuestros
males. Este accidente producido ó del temor ó ·negligencia, haciéndonos per-
der con grande lástima la mayor importancia de los negocios más útiles, y en
ellos los aumentos y conveniencias de las provincias. No así en tiempos an-
teriores con fácil diligencia se intentaban y conseguían los despojos del apro-
vechamiento que ahora vemos, por nuestro poco posible en lo que llaman me-
dios, y la opresión é impedimento de las resoluciones de ciudad, poco segura
en el sigilo de los congresos sin que le sea develado á los que se le oponen;
pero a-ntes de aquel tiempo, si embarazoso y ocupado de unas y otras dispo-
siciones políticas y militares, se veía mas prosperado y más feEz á conseguir
129
mercedes grandes. Y así en la repetición alternada de unos procuradores
generales y otros, que se enviaban ante la Majestad del rey, desde el primero
Juan Galbarro, nombrado en 18 de Julio de 1532 (lS) años, hasta el día 16 de
Agosto de 1544 (1!1) en que fué nombrado Hernán Méndez de Sotomayor con ·
largos acuerdos y tratados en que gastando muchos días y algunos meses,
esta c'.udad de Goathemala ·en repetid.os y graves congresos, le confirieron \
sus ;poderes, y las demás ciudades del reino le recomendaron los suyos, >ha-
biendo precedido á este Gonzalo Ortiz, otro procurador general nombrado
en el .congreso del día 18 de Se·t iembre de 1541 (ZO) años, •Se ven .c onsignados
superiores privilegios, y en el contenido de sus instrucciones de estos y sus
poderes y órdenes dadas á otros como FrancQ Girón despachado á 21 de Mar-
zo de 1551, y Gabriel de 1Cabrera, cuya instrucción se estiende á muchos
folios, y contiene treinta y nueve puntos de la importancia común, se ve que
mas ilustrada esta dudad de •Goathemala en el aspe·cto material y aumento
grande de vecindad, por el año de 1561, siendo Alca·ldes ordinarios de ella el
LicQ Don FrancQ de la ·Cueva, y ·Pedro Dubois, escusado Nicolás López de
Isazarra, Alguacil mayor de 1Corte, para la 1Procuración para España, en su
lugar fué nombrado el Regidor Francisco del Valle Marroquín, á ~os 21 de
Setiembre del año siguiente de 1562, siendo !Alcaldes ordinarios Lorenzo de
1
130
México á Agustín .de Urbina, <23 > en que también se incluía la destas provincias
de Guatemala¡ mas el Urbina, poco atendido y satisfecho de la ciudad de
México y envuelto en graves litigios y sinsabores con aquel cabildo, hizo ce-
sión de su derech-0 en esta ciudad y Cabildo y Regimiento de Guatemala, é
iba sobre todo el encargo á Francisco del Valle Marroquín.
Y parece que habiéndose solicitado por los procuradores que antecedie-
ron á éste, la fundación del Monasterio de religiosas de N. Señora de la Con-
cepción en esta ciudad de Guatemala, debieron de encontrar con algunos
reparos de inconveniente, ó ir diminutos los informes¡ por que en esta ocasión
del viage á España del Marroquín, .parece una disposición del Cabildo, Jus-
ticia y Regimiento que dic e: se haga la información para enviar á su Majes-
0
tad sobre lo de el Monasterio <f.e Monjas,- (24 l y esta parece se -le entregó, y
acerca de ello como negocio de la importancia y conveniencia común, por el
aumento .grande en que iban las poblaciones de este reíno, se le ·h ace encargo
y especial acuerdo en la instrucción que Uevó consigo en la ocasión; y en el
congreso de este día bien revuelto y acibarado con las inquietudes del Oidor
Mexía, estrecho y especial valido del Presidente Landecho, y en este Cabild:>
que fué el de 30 de Abril de 1561, s.e le recomienda y encarga pida á sa Ma-
jestad la perpetuidad de los niegros, fuese por ocasión de que se enviasen
armazones de ellos en cada un año, ó sobre haber pedido el derecho de!
Almojarifazgo por cuatro años para emplear su producido en negros que ade-
rezasen el camino del ·Golfo dulce, por escusarle echar repartimiento en los
arrieros para este efecto¡ ,por que en este encargo que se le hace al procura-
dor general, n.o parece ser punto que se trataba de nuev-0, sino cosa conferida
antes de ahora, respecto de no espresarse más que el apuntado acuerdo. < 2 ~>
Y por que el ·procurador sindico general Alonso Pérez ·h abía pedido
por los años antecedentes de 1543, que el oro que los vecinos de esta ciudad
cejen con sus cuadrillas, respecto del mucho trabajo que tienen en sus minas,
fa.1ta de bastimento y grande costo de herramientas, se pide á su Majestad
haga merced .á esta ciudad que no paguen el quinto sino el diezmo, y qa.! en
su real nombre se mande pagar así, y que en el ínterin que su Majestad lo
concede darán fianzas por sí no se concediese es1e privilegio; mas el Cabildo,
considerada la gravedad y sustancia de este negocio y en que por sí no debía
deliberar, encargó á sus procuradores ,generales, que alegados los motivo3
apuntados, suplicasen á su Majestad concediese á esta ciudad y sus .p roviu-
cias el oro aI veinteno. (26 )
Pero recojiendo lo acordado por aquellos tiempos felices más que ahora
el sigfo que corre, á más -concisa relación y breve suma, parece de las instruc-
ciones conferidas á los procuradores generales mencionados, que se solicitaba
y pretendía que las encomiendas de ind'.os fuesen perpetuas y que estos se
quedasen esclavos (quiera Dios que para su mejor sujeción y cristiandad no
se necesite de este remedio) . <27 > Pidió se entonces que su Majestad concediese
la fundación de Universidad real y Pontificia en este ciudad', por el beneficio
131
de los hijos naturales de las repúblicas de este reino, con fundación de cáte-
dras de Cánones, Leyes, Teología y otras facultadest en atención á las grandes
habilidades y prestantes ingenios que en ellas se producían, y esta propuesta
hecha por el ·LÍCQ FrancQ Vásquez, Alcalde ordinario en el congreso del día
viernes 21 del mes de Marzo del año de 1572, <28 l se r·evalida con encargo ad
procu~ador, síndico, Alcaldes ordinarios de esta ciudad de los caballeros de
Guatemala, Don Diego de Herrera y Diego Ramírez en el Cabildo de 20 de
Julio de 1580 años. (20l
Habían precedido de la ate·n tísima y real atención y cristiandad de
nuestros reyes, varias y repetidas cédulas que cerraban con gran rigor y mu-
cho encargo la .puerta para la entrada en estos reinos de moros, judíos ni
gente sospechosa en fé, y más cuando corrompida y maculada la religión en
Ynglaterra y en Francia parte de :los luteranos y hugonotes, solicitaban
introducir la falsedad y contagio en su predicación en nuestra España, lle-
gando á manchar en algún modo á Flandes, en que el Obispo de Arras <3 oi
y otros Prelados con orden del rey Felipe segundo, velaron y trabajaron en
grande modo, castigando y conteniendo á muchos que iban á precipitarse é
introducirse á los errores¡ y movida del propio celo y de erigir y crear más
repúblicas muy católicas, pidió esta ciudad de Guatemala á la Majestad del
rey, fuese servido instituír y fundar en ·ella el tribunal de la Santa inquisición,
y alega á su consecución grandes motivos de piedad y religión, y celo estrema-
do de la doctrina de ·los indios hijos recientes de la Yglesia.
Pedíase y suplicábase á más de lo apuntado y referido que su Majestad
hiciese merced á esta ciudad de mil pesos de renta para propios, en atención
á nó tenerlos, y así mismo se suplicaba y pedía que por ningún acaecimiento
•que sucediese fa Real Audiencia no echase derramas ni repartimientos en los
vecinos de aas rep~blicas de este reino; 131 l debíase de 1haber redbido agravio
y estorción acerca de semejante introducción¡ por que sin ella no se intentara
este resguardo. Suplicábase á la Majestad del rey por entonces 'hiciese mer-
ced á este ciudad de cuatrocientos arcabuces, petos y morriones y otras· armas,
y que hubiese almacén de ellas en las casas reales, para cualquiera ocasión
que se ofreciese. Y así mismo se suplicó á su real magnificencia y piedad
que les permita á estas provincias en todas las cosas que se ofreciesen el
poder escribir y suplicar á su Majestad, para bien de ·ellas, conforme á lo que
á este Cabildo le :p areciese. !Esto se procuraba conseguir y no se dejaba de
solicitar en el real consejo de Yndias, sin muc'has cosas que en otras ocasio-
nes se procuraron obtener y merecer de la real mano, que importaiban á fa
subsistencia y mejoras de la pública utilidad, sfo muchos y grandes privile-
gios que ya su Majestad con liberalísimo amor había concedido á esta ciudad
de Goathemaila, que ·s in tanto afán como ahora y tanto costo por su frecue·n cia
cuesta un solo negocio que después de muchos años se consigue por mano
é inteligencia de los agentes de negocios de la corte¡ cuando entonces consi-
guiéndose mucho, muy en breve, parece que solo consistía el buen efecto y el
favorable despacho en tener en corriente las jornadas y persistencia en la
132
corte de sus procuradores; por que éstos siendo vecinos y habiendo de volver
á la patria, y deseándolo, gustaban y pretendían no parecer perezosos en los
encargos que llevaban¡ siendo de poco costo al ·Cab !ldo por entonces el des-
pacho de los procuradores generales á la corte, por que éstos que habían ve-
nido poco había de aquellas partes, deudos de algunas casas de la primera
grandeza, como los Cuevas de la del Duque de Alburquerque , Girones de la
de Osuna, Portocarrems, de la de Medellín, y otros, no necesitaban de más
gasto que el del pasage.
CAPITULO XXV
De las cosas que su Majestad concedió en aquellos ti~ á esta ciudad de Goa-
theltMlla y sus provincias de las que son concernientes á la1 preteraiones que
se proponen en el antecedente.
13i
alentándose con semejante alivio á beneficiar las minas y lavaderos, que en
mucho y admirable ·modo fructificaron por aquel tiempo, prosperando y enri-
queciendo con la abundancia y maravilla de sus tesoros á toda la general ve-
cindad de las provincias, cuyos frutos cojidos á su tiempo y resguardados
con el socorro de Jos minerales, crecieron y llegaron á grande y admirable
estimación de precios.
Y como quiera que como hemos asentado del esmerado celo, calor y
actividad de Franc9 del Valle Marroquín, no dejase (como suele decirse)
piedra por mover, por acreditar la gra.n puntualidad de su confianza, proban-
do su esmero y su cuidado con las mercedes y negocios conseguidos, 'ª~' no
siendo menos ni de menor importancia al alivio de los vecinos tragineros, el
conseguir con la merced pretendida del Almojarifazgo, el relevarlos del re-
partimiento que por entonces se les echaba para aderezar el camino del Gol-
fo dulce (que hoy de ningún modo se compone); parece que sinó en el todo
en parte alcanzó de la real liberalidad este alivio, mandándose por cédula
dada en Guadalajara á 21 del mes de Setiembre de 1546 años, que á los ve-
cinos de la provincia de Goathemafa no se les lleve ·A lmojarifazgo de las gran-
gerias de sus ·l abranzas y crianzas de ganados por tiempo de cinco años.
Pero por lo que miraba á la particular conveniencia del .Cabildo en la
' conservación y aumento de ~us propios, no siendo menor para esto ni men-
guando un instante el celo de Franc 9 del Valle Marroquín, es cierto que in-
tentó lo consecución de que se le hiciese merced á la ciudad de los mil pesos
de renta, pero pareciendo que -por pedirse en indios vacos era abrir la ptM?rta
á dar!os y concederlos en perpetuidad, no alcanzó el vigor de su diligencia
esta gracia, que después andando el tiempo, y no dejando el Cabildo de la
mano la solicitud de los negocios importantes, advino la piedad y grande
liberalidad del rey que se le d~ese á la ciudad de Santiago de Goathemala 1ss1
por tiempo de diez años la mitad de los frutos del primer año de todas las
encomiendas que vacasen por segunda vida; para que su procedido se emplee
en propios, que así parece por cédula despachada en San Lorenzo el Real á
16 de Junio del año de 1590, y otra de Tarragona sobre lo mismo despachada
á 19 de Jul:o de 1599 años; <3 H mas esto como otras mercedes grandes, por la
miseria de los tiempos revueltos y turbados con inquietudes y afectos encon-
trados de un Presidente como Pedro Mallén de Rueda, no solo acre y de ad-
versario afecto para esta ciudad de Goathemala, sino de ·nombre y concepto
aborrecible, y temerosa y disonante Jama á todas las demás ciudades del
reíno, quien negándose á todo lo que pudiese ser de alivio y autoridad de este
Cabildo, hizo con sus repulsas y sus ingratas acojidas que este rescripto real
quedase sin su deb~da ejecución, guardado y venerado en el Archivo, siendo
de tanta utilidad y al mayor lustre de la ciudad, antes que esponerle á las
repulsas de la veleidad y ligereza de Mallén de Rueda, que siempre volcaba
sobre los ejes de querer ó no querer, ó acaso llevado del natural voltario ó de
la propia autoridad del puesto, sin que para oponerse á los motivos y conve-
niencias de la ciudad tuviese más princípío su encono y adversión que haberla
136
suyas y de la Audiencia, y proveyendo en ínter~n los regimientos vacos sin
interés del rey y grande provecho suyo, hasta que su Majestad lo pmhibió
por su real cédula dada en Valladolid á 22 de Abril ae 1559. Mas siendo estos
arbitrios tan nocivos por donde se colocaban é introducían á los honores y los
provechos hombres indignos é incapaces, que eran verdugos y sanguijuelas
que desollaban y enflaquecían los rebañuelos racionales; eran sin duda más
pesado, más sensible y escandaloso el maquinar y discurrir en obras imper-
tinentes y aún ociosas de fábricas de puentes y aderezos, para que (sin poder
hacer tal cosa) comunicando con la Audiencia sus intentos, hacían reparti-
mientos muy crecidos y nombraban persona su aliada que recibiese esb.s
porciones, y Ministro especial que las sacase, y en su defecto prendas equi-
valentes y valiosas que era apremios, duro rigor y fiagza intolerable; hacer
violencia lo que es gracia, solo ministros del infierno lo intentaran; y estos
desgarros y otros muchos que puede ser los refiramos, por que teme mi pluma
ensangrentarse, dieron motivos al Cabildo para pedir de nuevo se mandase
que no echase derramas esta Audiencia, y quedó desde entonces prevenido.
No siendo menos sensible y temeroso ejemplo el ver ejecutar por aquel tiempo
prisiones y destierros muy incómodos contra personas inocentes, que sin
ser oídas ni amonestadas, salían á padecer á sitios muy incómodos, perdién-
dose sus bienes en los embargos y otros estrechando inmoderadamente por
no pasar por el examen de semejantes violencias.
Mas por lo que miraba á los puntos de la instrucción acerca de ¡>f'e-
tensión de encomiendas perpetuas y de la erección de Universidad Real é
Ynquisicíón, no se tuvo et suceso favorable; por que en lo que miraba y con-
ducía á la perpetuidad y esclavitÚd de los indios, se denegó por el Consejo
esta gracia, que siempre fué controvertida y muy difícil; y por lo demás
apuntado, se decretó no haber lugar por ent1>nces la fundación de la Real
Universidad, hasta en tanto que el presidente informase si había encomen-
dado indios para que hubiese un estudio á manera de Universidad como se
le había mandado los encomendase en los repartimientos que ·h iciese, por
cédula dada en Valladolid á 29 de Abd de 1549 años, <4 o1 y que de proveer
que se fundase y estableciese el tribunal santo de la Ynquisición, se tendría
cuidado á su tiempo. Pero como quiera que el Cabildo y Regimiento se viese
oprimido dei Presidente Landecho y los Oidores de aquel tiempo, teniéndolos
sin libertad para mirar por la causa pública, pasando la opresión á más es-
tremo en no permitirla que informase al Rey en las cosas convenientes á la
república, registrando algunas veces las cartas y mandando que no se en-
viasen, siguiendo aqueste rumbo haoSta el tiempo del Presidente Don Antonio
González; mas 'esto no se ejecutaba sin grande arte, industria y buena maña;
por que ganando á su devoción algunos capitulares, estos contradecían que se
escribiese esta ó aquella carta, ó no se enviase información que pareciese
contener cosa que descubriese alguna parte de sus depravadas operaciones,
de donde se seguían las protestas y apelaciones, y hacer la Audiencia rom-
per los sellos del sigilo, mandando llevar los libros de los Cabildos ordinarios
y las informaciones y cartas que eran para el rey y su consejo, á la ins-
pección y nota de aquel tribunal, por que la relación de la causa se hiciese
137
á la letra, y este género de proceder de la Audiefl'cia duraba como en estilo
gobernando el Dr. Antonio González por el año de 1572, en que por varias
cartas que se escribieron á favor del Contador Antonio Rosales, que sobre
enfermo é impedido se pedía al rey le hiciese merced, en atención de sus
servicios, estando este mal visto del Presidente, habiendo sido antes de los
del séquito del Presidente •Landecho, y en cuya malquerencia parece se de-
claraba algo aquella carta encargada en el acuerdo del día 16 de Abril de
1572, (4 1> ail cuidado del Regidor FrancQ del Valle Marroquín para que la es-
1:ribiese, y habiendo éste ejecutado su comisión y traído á la sala la referida
carta, el Regidor Juan ;Orosco de Ay.ala la contradijo y apeló. Pero llegado
el día jueves 24 de Abril ·del año referido, (42 > en que se juntó el Cabildo ~n
su Sala de Ayuntamiento, se dá principio á su conferencia y disposiciones dz
él con esta dáusula: E lu'ego f ué traída á este ilustre Cabildo una carla que
dtó el Secretario Diego de RolJledo á mi el dicho Escribano¡ ·e l cual dijo que ·
la R ·eal Audiencia mandaba qu.e se juntasen en Cabz1do para que volasen los
Señores Justicia y Regidores si se l·e ha de dar á Rosal'es de favor ó nó; y
leida la dicha carta por mí ·el dicho Escribano á todos los dichos Señores Jus-
ticfo é Regidores, y tratado sobre ello, fué acordado, que cada uno. por sí solo
1•c.1ase é diese su parecer, y en cumplími1ento de ello, votaron en la manera si-
guiente.-De cuya determinación parece haber resultado que Don Juan de
Cast·ellanos, Berna! Díaz del Castillo y Don Juan <Orosco· de Ayala, que había
a.pelado, fueron de parecer que ·no se le debía dar dicha carta; y Alonso Gu-
tiérrez de Monzón y FrancQ del Valle Marroquín votaron en favor, quedando
el voto del Alguacil mayor Diego de Vibar, indiferente; por que dice: que no
estando culpado el dicho Gaspar. de 'Rosales en la visita, que se le dé la car·
ta. c43 > Era la pretensión de la Contaduría para este, hijo del Contador, Antonio
Rosa'les, y el pr-etesto para impedirle y embarazarle el paso y el efecto de aque-
lla pretensión, era proponer el espantajo de que había sido residenciado por el
Lic9 Francisco Briceño ¡ mas aunque se paliaba .así difundiendo esta vi:l7. enlre
los otros regidores, Juan Orosco de Ayala, aliado de los Oidores, no era el
fin el de la justicia y del mayor ·servicio del rey, sino en odio de las personas
de los Resales, que en la apuntad.a residencia satisfacieron á sus c:tr,g os con
órdenes del Presidente Landecho y del Oidor Mexía y los demás sus compa-
fleros; de que informada la Maje stad del Rey, considerada en su Consej\)
1
138
~!tos votos, y que la mayor parle de ellos dicen que no se les dé la dicha carlcr.,
m otra ninguna, dijeron que mandaban y mandaron qlle no se le dé la dicha
carta, ni otra ninguna, sin acu:c rdo de todo el Cabildo, y lo firmaron de sus
nombres. Alvaro de- Paz, Lic9 Franc9 Vásqwez.-Pasó ante mí, Juan de Gue-
vara. C4 ñ> Miserables de las Repúblicas que en impedimentos de mares y lejos
de su rey gimen debajo del yugo y están sin voces á los clamores. Hen dol.or
quam miser esf qui intremento vour non habef. P.er·o es miseria y desgrada
también de los reyes que así pierden sus monarquías, por que solo están
informados de los ministros sin atender á los validos de sus ovejas , por que
la·s voces de los vasallos se oyen con un oído y las de los ministros con am-
bos; p·ero no es el rey el que oye s:no unos ministros ú otros.
CAPITULiO XXVI
De lo que el rey ordenó y concedió para el bien espiritual de estas partes occidenta-
les por aquel tiempo, así en lo general corno en lo pártic:ular de este reino
de Goathemala.
MARGINALES.-Propónese el grande celo y mérito para con Dios de nuestros reyes Cató-
licos. - Refútase la opinión de las naciones que supoilen que los castellanos deséu-
btieron las Indias por la codicia. - Grandes y copiosas misiones de Ministros, fun-
daciones de conventos, y erección de iglesias, sustentación de ministros, curas y
dotación de vino y aceyte para lámparas, y celebración del sacrificío d e la misa a
costa del real haber, - Por atención a su justo celo de la conservación y limpieza
del cristianismo manda su Magd. no se permitan en estas partes hereges, moros, ni
judíos. - Un herege preso en fllondovi declara es el ánimo de los hereges corromper
la religión católica en las India!!. - Su Magd, hace encargo a los arzobispos y obis-
pos de las Indias sobre si se hallaren hereges, moros o judíos en las Indias los casti-
guen ejemplarmente. - Si pasasen libros de luteranos que se recojan y remitan a
España al Consejo de la Inquisición, - Despacha el rey nueva cédula acerca que se
descubran y castiguen los herejes.
139
intención justa y cristiana de sus reales personas, y contra los hechos y 1.as
hazañas .gloriosas de sus vasallos españoles, que á costa de preciosos sudores
y fatigas, y muertes de •sus hermanos y parientes, como la Majestad, piedad
y religión del rey derramando ante las aras del Altísimo su real patrimonio
en escesivas porciones de oro y plata, han ganado y conseguido para Dios
tantas preciosas margaritas en innumerables almas de estO's miserables indios
que estuvieron tanto t'.empo sin luz ni noticia de nuestra Santa fé católica,
en que solo la proterba emulación de las naciones, pone duda y levanta emu-
laciones queriendo establecer que los condujo á la conquista de este dilatado
imperio la codicia de los tesoros . 1Pero es digno de advertirles las grandes
dificultades y oposidones que halló Cristóbal Colón para el descubrimiento
de estas tierras del 'Occidente, negándole hombres grandes y consumadísimos
cosmógrafos y matemáticos, y entre el'.os el Arzobispo de Toledo que hubiese
tierra habitable á semejante rumbo del Oeste; y que ·aunque la hubiera, al
llegar al continent·e sería innavegable é irse á precipitar á un abismo. Ahora,
pues, si aun se dudaba que hubiese tierra, y t:erra habitable, ¿de donde Co·l ón
y lo·s demás españoles supieron, ni aún por congetura, que 1había tesoros,
cuya codicia los condujese á partes no conocidas y tan remotas? Luego la
aversión estrangera supone estas ma!icias y defectos imaginarios para des-
crédito de la nación española.
Continuamente, desde el des•c ubrimiento de la primera tierra de islas,
y la tierra firme de estas dos poderosísimas y grande·s penínsulas de Nueva
España y el Perú, hasta el tiempo presente, no se ha empleado el real celo
y católica piedad de los reyes de España y la mayor parte d'el tesoro que le
produce de sus venas el cuerpo grande de esta monarquía, en otra ·cosa que en
aba•stecerla de ministros eclesiásticos, en tan notorias, costosas y numerosas
misiones de religiosos, en las fundaciones de conventos, erecciones de igle-
sias y adornos de. sacristías, como se comprueba en tantos templos dedica-
dos al culto de Dios y de sus santos, como pueblos hemos descrito y faltan
que referir, y en que no solo satisfechos sus reales intentos con hacer ·et
considerable costo de las misiones, pasa á dar obenciones considerables á
estos ministros ·en las qu·e llaman doctrinas, que paga. el ramo de real ha-
cienda y 19s que somos encomenderos de indios , con dotaciones de lámparas
y vino de sacristías para la celebración del Santo Sacrificio de la misa; solo
á fin de que los indios ·sean instruidos en las cosa•s de nuestra santa fé . Sobre
que cada día con sumo desvelo ·Y atención está espidiendo sus reales cédulas
con encargo ponderable á los ·Gobernadores de las provincias, y c·eI.ando que
no sean corrompidos con errores y ritos de falsa religión.
Y en consecuencia de esta noticia parece 'h aber librado una real cédula
por ·el año de 1559, <46 > despachada en Madrid á :los 13 del mes de Julio, para
que no ·se permita en estas partes ningún herege, moro ni judío, por que por
aquel tiempo se pretendía por la perfidia y ce gu-edad de fos perniciosos segui-
1
dores de Lutero, ma·nchar y corromper á nuestra 'E spaña, en donde fueron se-
v.eramente castigados y ·espeHdos con valentísima repulsa ry abominación de iSUS
errores y falsedades, y produciéndose muchas noticias acerca de los intentos
de los predicadores de esta perniciosa semilla de las grandes y ricas diligen-
140
cías del rey y sus ministros; entre otras por uno de los disírasa·dos luteranos
que se aprendieron en Mondovi, se tuvo noticia por su declaración ser su
ánimo el de pasar á las Yndias, para donde se habían encaminado otros de
su secta; en cuyo recelo y prevención se avisó generalmente con ruego y
encargo á los Arzobispos y Obi,s pos de las Yndias por medio de la apuntada
cédula, que en su decisión se espresa diciendo: Habreis sabido ha perm::tido
nuestro Señor por nuestros pecados, que en estos reinos ha habido algunos.
que han tenido la opinión y la heregía de Lutero, de muchos de los cuales se
ha hecho castigo y se hará de todos los demás que en esto se hallasen culpa-
dos,- y por qwe podría ser que como la maldad es tan grande y el demonío tan
solícito para sembrar en la cristiandad heregías, hayan pasado ó pasen á esas
partes algunos luteranos y otros de casta de moros y judíos, que quieran vivir
en su ley y ceremonias, y con~iiene que donde se planta ahora nuevamente
nuestra santa fé católica, haya gran vigilancia para que ninguna heregía se
siembre ni haya en ella,- y que si alguna se hallare, se estirpe y deshaga y .se
castigue con rig<>r. Y asi vos ruego y encargo á todos y á cada uno de vos en
vuestras Diócesis, Arzobispados y Obispados que .t engais muy gran cuidado
y advertencia de os informar y saber sí á ella han pasado algunos que S{)n
luteranos, moros, judíos ó que tengan algunas heregíasí y hallando alguno
ó algunos de éstos, los castigueis ejemplarmente, que para 1ello mandamos á
los nu,e slros Visorreyes, Presidie ntes é Oidores de las nuestras Audiencias
reares de esas partes, que os den todo el favor y ayuda que les pidiéredes é
me,nesfer hubiéredes; así mismo os informeis si han pa.sado ó pasan ó hay
en esas Diócesis algunos libros luteranos ó de los prohibidos é si halláredes
algunos los tomeis y recojais todos, y los envieis á estos reinos á nuestro Con-
sejo de la Santa y éeneral Ynquisicíón, y procedais contra ellos en cuyo poder
los halláredes, conforme á derecho,- y para mejor ¡xxler averiguar si pasan
á esas partes los dichos hereges ó . libros prohibidos, todas las veces que fue-
ren navíos de estos reinos, hareis que se haga diligencia si en ellos va algo
de ello; E'.n lo cual •entended con toda diligencia y buen cuidado que ser pue-
da, y de vosotros confiamos, pu1es veis lo que importa que así se haga.-
Mas esta real Audiencia de Goathemala, velando sobre el cumplimiento de
este rescripto real, luego inmediato á su recibo lo despachó inserto en real
promisión el día 17 de Agosto de i560 años, á los Revos. Obispos de Chiapa,
Yucatán, Verapaz, Comayagua y León de Nicaragua por haber venido así
dirigida á la Audiencia, para que haciéndole dar un testimonio de ella al
Rev·ero. Obispo de Goatihemala D. Francisco Marroquín, á Don Fr. Francisco
Toral de Yucatá·n, que no habiendo venido de España por aquel año, recibió la
Real Cédula el ·Cabildo que gobernaba ~a Sede, por muerte de Don Fray Juan
de la Puerta, de la órden seráfica¡ á Don Bartolomé de la·s Casas, de Chiapa,
á Don •Gómez de Córdova, Obispo de Nicaragua, que pasó después de la
muerte de Don Bernardino de Villalpando á la Yglesia de Goathemala.
Pero aun apretando más el escrúpulo la real conciencia y los .g enerales
intentos del rey, por los hereges presos en las cárceles del Delfinado, en las
del territorio de Saboya y los de la cárcel de Mondovi, en que declaran al-
gunos de ellos no llevar otro dolor si mueren, sino no poder dar noticia
de su religión en las Yndias, tuvo por bien mandar despachar nueva cédula
141
á 20 de Julio de 1574, para los Arzobispos y Obispos de estas partes, encar-
gándoles hagan inquirir si en sus Diócesis hay semejantes falsos y dañados
min:stros, y que los castiguen conforme á sus delitos y eJ!'.cesos, y que de lo
que obrasen le den cuenta. Y estos motivos. y otros muchos del servicio de
las dos Majestades, traían á lo·s ministros de Audiencia fuera de la residencia
del Tribunal o'Cupados en las visitas de las provindas de Yucatán y Tabasco,
el Lico . Jorge de .Loaiza, habiendo vuelto de ella el 'Lico. Tomás López, quien
d~ó á aquellas provincias leyes muy saludables en lo espiritual y político,
para el uno y otro gobierno de los indios; y así los demás en las otras provin-
cias de este reino andaban en continuado movimiento, no hallándose alguna
vez otros que diesen Audiencia para el despacho ordinario, que el Presidente
Lico. Landecho y el ·Oidor Mexía; por que parece que desde la data de la
primera cédula de 13 de Julio de 1559 á la segunda de 20 de Julio de 1574,
ya citadas, había·n corrido los círculos prolijos de quince años, incansables
para el furor diabóli'co de los hereges, que procuraban derramar su veneno
por todas partes en la monarquía española.
CAPITULO XXVII
Del grande celo del rey en la fundación y establecimiento del santo tribunal de la
Y nquisición en esta América Setentrional.
142
Alvaro de ·Paz y el 1Lico. Francisco Vásquez, Alcaldes ordinarios, y Don Juan
de ·Castellanos, te~orero, Berna! Díaz del Castillo, Diego de Vibar, Alguacil
mayor, y Francisco del Valle Marroquín, Regidores ; en el congreso de este día
asienta el Escribano Juan de Guevara la sij(uíente cláusula: E luego incon-
tinenti Diego de Carvajal, Presbítero, dió un pliego de cartas en este Cabildo
que en el sobnescrito decía: A los muy ilustres magníficos Señores Consejo,
Justicia y Regimiento de la ciudad de Santiago de la Provincia de Guatemala
-Offico.-Ynquisición.-Santiago-y dada la dicha carta le pidió por testi-
monio de como la entregó y se le mandó dar-y prosigue en continuac:ón de
asen.far el acuerdo del Cabildo de aquel día acerca de la aperción de aquella
carta, que dice: y luego se abrió la carta, y era del Ylustre Señor Doctor Moya
de Contreras, Ynquisidor, y estaba firmada de otro nombre, que dice: Por
mandado del Señor Ynquisidor, Pedro de los Ríos¡ y la fecha de la carta era
á 24 de Noviembre de 1571 años, y con la dicha carta venía una real cédula de
su Majestad, firmada de su real nombre, el tenor de la cual dicha carta y
cédula real todo uno, en pos de otro, es esto que sigue :-mas escusamos es-
presar á la letra el contenido de la carta por no añadir prolígídad, y solo
por aclarar y hacer notorio el motivo de no venir firmada de más que de un
ministro del Santo Tribunal, y autorizada del Secretario, se espresa de ella
la sola cláusula que dice: Muy magnifico Señor: Por haber mandado su Ma-
jestad que en este reino y provincia suyas se plante el Santo Oficio de la
Ynquisición, .para servicfo de Dios y suyo, y aumento de la universal Y glesia,
mandó con su santo celo y cuidado del bien de ella, al YlusiriSimo Sr. Carde-
nal de Sigüenza, Pr.esidenf>e de su real Consejo, su Gobernador general en
lodos sus reinos, con .cons1zlfa y parecer suyo, nombró por Ynquisidores Apos·
tólicos d.e .esta Nueva España, al Sr. Lioo. Juan de Cervantes y á mi, á quien
Dios fué servido die se llevar á su Y glesía en 1esfa jornada sobre los Jardines
á los veinte y seis días de Julio, quredando yo con salud &-Hemos querido
espresar esta cláusula á fi.n de descubrir el motivo de la firma de la apuntada
carta solo por un Ynquisidor, y que sea notorio fué la causa la muerte del
Ynquisidor mayor iLico. Cervantes, por que escrupulisa mucho mi cariño y
buena fé en los tratamientos de mi Cabildo, representaci6n del reino, como
cabeza suya, cuyo glorio·so y honroso título obtiene y merece por la gracia
y merced de la Teal persona; que se es presa y contiene en cédula dada en
Madrid á Jos 12 de Setiembre de 1600 años, <48 > en que por serlo manda que
en todos los actos y juntas traiga maceros, y dice en una parte de ella: Te-
niendo oonsideración á haber en 1ella tanta nobleza y ser la cabeza de todas
los ciudad,es y provincias del distrito de la Audienc{a que es muy de notar con
estimación venerable esta declaraci6n real de la limpieza de sangre de esta
ciudad patria mía¡ y concluye: Y acatando lo sobre dicho lo he tenido por
bien, y por la presente doy licencia al Cabildo, JzzsliCia y Regimiento de la
dlcha cizzda,d para que de aqzzí adelante pueda tener y traer maceros en todos
los actos y juntas necesarias, qne así es mi voluntad. fha.-y á este negocio ayu-
dó el Presidente Dr. Alonso Criado de Castilla, en cuyo tiempo se consiguió.
143
Pero prosiguiendo el Cabildo, asienta el Escribano Juan de Guevara,
testimonio de la real cédula, para volver su o·r iginal como pedía por su carta
el Ynquisidor Dr. Moya de Contreras, cuyo tenor por ser materia de este
discurso, parece necesario referirlo, para que "Conozcan las nadones el <:elo
santo de los católicos Reyes de ·España, y es este su tenor:
EL REY
bres de tan diferentes lugares así entenderá Vmd. conviene, y sí en otra al-
guna cosa á Vmd. pudiéremos servir, lo haremos con la voluntad que al valor
de Vmá. se debe, cuya 11ustr.e persona guarde nuestro Señor muchos años,
con el aumento d_e dignidad por Vmd.. deseado. De esta ciudad de Santiago de
Guatemala á 27 dias del mes de Febrero de 1572 años.-Ylnstre Señor.-Besan
las manos de Vmd. sus muy servidores.-Alvaro de Paz.-Líco. Francisco Vás-
quez.-Antonío Rosales.-Don Juan de Castellanos Orozco.-Diego de Vivar.
-Francisco del Valle Marroquín.-Don Diego de la Cerda.-Juan Orosoo de
Ayala.-Pasó ante mi, Juan de Guevara.-Con que establecidas estas cosas
de la esfera é importancia espiritual y política, ejercitadas á las instancias
católicas de los primeros conquista.dores y pobladores ,de este reíno de Goa-
themala, por la piedad, celo y r.e al magnificencia de la Majestad del rey, pro-
seguiremos á las demás noticia·s naturales, políticas y materiales de este reíno,
en lo antiguo y en lo moderno.
145
LIBRO NOVENO
CAPITULO 1
De las órdenes generales que dió la Majestad del Rey por estos tiempoe para el
buen gobierno, quietud y conservación de las Yndiu.
.
MARGINALES.-Desagravio de Cortes y otros vecinos de M éxico. - Que se haga arancel
de los derechos que han de llevar los jaeces y escribanos . - Que de los indios ae
tuviese especial cuidado acerca de su buen tratamiento, y edrlcación en ltu cosas de
la fe. - Se pusiesen y señalasen términos a los descubrimientos de las provincia•.
- Falta de papeles en la Chancillería que reconoce el autor. - Prohibe el Rey el
juego de los dados, permitiendo los naipes con cierta limitación. - Que .se hiciese
padrón de todos los pueblos de los indios. - Motivo a la emulación de los Oficiales
reales contra Alvarado. - Que los conquistadores y pobladores fue.sen favorecidoa
y premiados. - Que se tuviese buena cuenta con los bienes de los dif untos. - El
Cabildo y Regimiento de Goathemala tenía esto prevenido macho tiempo antes.
148
adversarias ejecuciones aún no se rvieron estinguidas en el todo, á diligencia
de la Audienda de los Confines, hasta en el t:empo del Lido. Landecho, Pre-
sidente de ella, que dió más corte y más acertada dirección á estas materias;
si bien en estas dependencias de aquella Audiencia de los Confines lo que
escribimos es con escasas relaciones, y las más de ellas son de la ~imple tra-
díc:ón que me aseguran su certeza, y mucho de ello que debo á !os libros de
Cabildo que es el norte seguro y el más fijo que ha conducido mi pluma á los
aciertos; por que en la Real ·Chancillería, quisá pasando con la Audiencia
á Panamá, los papeles de su Archivo qe ..debieron volver con ella á Goathemala,
falta en su oficio al . Protocolo de provisiones todo el despacho del círculo
temporal de treinta y siete años, desde el en que se vió fundada de 1543, hasta
el de 1570 en que empieza á correr; que así me lo asegura el Canciller Don
Juan Días del Campo, diciendo: Sr. mío.-El primer año que se comenzó á
despachar y se creó la Chancillería en esta ciudad fué el año de 1570. No
hay más antiguo año, y por eso no va la razón que Vmd. me pide.-Mas esto
que aquí nos falta se halla alguna razón con gran trabajo, por su mucho
desorden, en las Secretarías de Cámara; y en cua·n to á esta real orden acerca
de los términos de las Provincias, también nos dicen ser poco efecto las disen-
ciones y las contiendas con que se hallaba perturbada é impedido la con-
quista y espedición de Nuño de Guzmá·n en lo de Panuco y río de Palmas por
el ter.rible proceder de Pánfilo de Narváez.
Contenía ademá·s de esto la real orden una gravísima y espresa prohi-
bición del juego de los dados por los graves inconvenientes que de él se se-
guían en pérdidas considerables de caudales, y escusar así el riesgo de las
vidas y los juramentos y culpas que en semejantes ejercicios se cometen; sobre
que pareció que absolutamente se prohibiese semejante juego sin escepción de
personas, pasa·ndo por las mismas cristianas y piadosas consideraciones á de-
terminarse que el juego de fos naipes fuese limitado y por entretenimiento,
arreglándoio por cosa p()ca, según la riqueza de aquellos tiempos, á la limita-
ción y tasa de que ninguna persona pudiese jugar más cantidad que diez pesos
de oro en un día natural de veinte y cuatro horas debajo de considerables pe-
nas. Justa determinación si se advierte los inconvenientes grandes en pérdidas
y menoscabos temporales y lo más digno de reparar e·n los daños espirituales
que este ejercicio trae consigo, y más en los hombres principales, criados para
el ejemplo y el bien de sus repúblicas como claro ornamento de ellas, que por
este embeleso se deslustran é inutilizan, defraudándose así y á sus patrias de
todos los bienes y los ·honores. Asunto largo era este para mí si dejara correr
la pluma á los ejemplos; mas á los naturales que son propensos á los vicios,
no los agenos ejemplares sino los propios escarmientos los corrigen, y en esta
República de Goathemala se ihallaran muchas familias exhaustas, sin más
ocasión que el continuado empleo en el ejercicio de los naipes.
Decíase en la ordenanza que así para la buena razón eclesiástica y
la que tocaba á la recaudación de los reales tributos y los pertenecientes á
personas particulares encomenderas de ellos, se hiciese padrón rigoroso de los
vecinos indios de cada QUeblo de los reducidos, para que así pudiesen los
curas vicarios de los partidos llamarlos, reconocerlos y obligarlos á que vi-
niesen á sus Yglesias parroquiales 'á ser educados é instruidos en las cosas
149
pertenecientes á •N tra. santa fé católica¡ sin que por este defecto ninguno
de ellos pudiese escusarse á este cuidado y obligación, y así pudiese el minis-
tro tener noticia y conocimiento de todos sus feligreses y de los que faltasen
á la q. llaman Doctrina (esto es, junta de catecumenos á hora determinada),
y si su falta era procedida de enfermedad, para que así pudiesen ser v:sitados,
consolados y administrados de sus Párrocos. Y además de lo referido, los
oficiales reales y los encomenderos cobrasen de ellos aquello que justamente
debiesen pagar, sin que se cometiese esceso, en que estaba informado le había¡
y que los oficiales reales contra lo determinado y mandado y ql,le les estaba
de todas maneras prohibido, tenían repartimientos de indios, y que trataban
y contrataban, habiéndoseles ·señalado competentes salarios; sobre que man-
daba se averiguase y avisase que grangerías y forma de aprovecharse habían
tenido, de donde parece nació la grande emulación y ácres informes del Co-
mendador Zorilla, Francisco de Castellanos, Contador y Tesorero, y del Factor
Gonzalo Ronquillo contra los buenos créditos y amigable proceder de Don
Pedro de Alvarado, Gobernador de este reino, y levantando de punto sus
sentimientos y sus cargos, decían al rey por sus informes que de las grandes
sumas de tesoros que interesaba de sus minas y lavaderos, usurpaba y dis-
minuía los quintos reales por sí, y por sus deudos y allegados; ma·s esto no
tan seguramente lo afirmaban, que mandando el rey por este tiempo á la
nueva Audiencia de México, mirase si era verdad que en el tiempo de su go-
bierno no ·hubo buena cuenta en la cobranza de los quintos y derec'hos rea-
les, y si no se acudía al tesoro con 1o que á ellos pertenecía, por ser sin duda
Francisco de Castellanos quien más acriminaba este negocio, como dependien-
te de Orduña; mas de este cargo como de -0tros que sin razón y fundamento se
le oponían, le sacó Dios -á paz·y á salvo, para mayor confusión y más pudor
de sus más poderosos y declarados émulos.
Pero por que sin duda hubo algunas quejas por parte de los conquis-
tadores, producidas de la razón y de la justicia que según sus méritos les
asistía, por que á la verdad nunca se •han visto premiados y satisfechos; pues
hoy sus descendientes viven y pasan en gran miseria y cortedad, y entonces
los gobernadores conferían y daban repartimientos y otros provechos á quie-
nes eran sus aliados, •se mandó por la Majestad del rey en la ocas:ón que
referimos, que se tuviese gran cuidado en favorecer á los primeros conquis-
tadores y pobladores, encomendándoles y poniendo á su cuidado y cargo to-
das las cosas de su real servido, prefiriéndolos siempre en todo lo que pu-
diesen ser empleados con útil y aprovechamiento en sus personas, y hacien-
das; pero que de Jos conquistadores y pobladores en todo caso fuesen pre-
feridos los que fuesen casados á los que estuviesen solteros; por que de Jos
que estaban casados se tenía más esperanza y sat:sfacción de que permane-
ciesen y se conservasen en la tierra, y la ilustrarían .y aumentarían en el as-
pecto material, benefi.c io y cultura de los campos, nuevos descubrimientos
y labores de minas.
Y por que se 'había tenido noticia que en los bie·nes de los difuntos había
muy mal orden por los tenedores de ellos, de que dando muy mala cuenta que-
daban defraudados, ó las ánimas de Jos qu.e los dejaban, ó los herederos for-
zosos que estaban en España no lograban porción alguna de Jo que queda-
150
ba ¡ ·se mandó suspender á los tenedores de los tales bienes y para el gobierno
de adelante enviaba ordenanzas muy especiales y apretadas, para que pun-
tualmente y con toda precisión se guardasen. Pero esto parece que mucho
antes, por el año <le 1528, <511 lo tenía así prevenido, mandado y ejecutado el
Cabildo, Justicia y Regimiento de la muy noble y muy aeal ciudad de Goa-
themala, acerca de los bienes de Hernando de Alvarado, Pedro de Valdivieso,
Fernando de Espinosa, Gonzalo Gómez y de Juan Alvarez que habían muerto
sobre la toma del Peñol de Jalpatagua, pasando á mandar, que de las here-
dades, solares y tierras que se les habían señalado, se les despoch<Me título,
para que se puedan vender y hacer bien por sus almas. .C-On que parece que
por lo que miraba y pertenecía á este reíno, poco ó nada había que corregir
ni enmendar; pues lo que parecía no muy conforme á la razón, lo prevenía y
ordenaba el Cabildo antes que el real Consejo lo llegase á mandar. Sea la
misericord:a de Dios bendita, por que así ha sido siempre el orden de esta
República, por la blandura y suavidad de los naturales y cristiandad de los
vecinos¡ y por que si acaso hay algo que corregir, nos díó y comunicó un rey
tan católico, celoso y vigilante, que con suavidad y amor lo gobierna y dispone.
CAPITULO II
151
dejamos pendientes estos acasos, mezclados también ·en las acciones milita-
res, desde el capítulo quinto del libro octavo de esta segunda parte. Nos
con recuerdo y atención á lo más grato y memorable, hemos querido darle
lugar á los progresos ilustres y á las máximas más importantes y considera-
bles, para decir como dejamos· insinuado en el apuntado cap_ítulo, ºco~o al
arribo de Don Pedro de Alvarado á nuestras costas de la vuelta de España,
y prorrogado á la gobernación de la grande importancia de este reino, presen-
tado y recibido e-n eJ Congreso del viernes 18 de Marzo de 1530, <52 J se suspen-
dieron y pausaron las violentas resoluciones de Francisco <le Orduña que go-
bernaba en interin, aliviándose con la llegada del propietario -con [a esperanza
de su recto proceder los agraviados y quejosos del Gobierno pasado, que sien-
do muchos y los más de ellos de los primeros personages, hacían gran rumor
en la espectación popular, que pendient-e de los semblantes se entristecía y
congratulaba en la propia calidad de los sucesos¡ mas no por _el alivio . de
aquella esperanza concebida faltó después larga inquietud producida de
aquella causa; puesto que el Procurador Síndico general Gonzalo Ortiz, por
dilatado escrito presentado en 4 de Marzo de aquel año de 1530, <53 1 pide:
Que á Francisco de Orduña, gobernador. . interino, no se le deje. volverá México
y se le mande detener, hasta que dé residencia, por muchos daños y desa-
fueros y desagu'isados y mol.estias hechas á los vecinos de esta ciudad, qui-
tando á unos los indios con mano poderosa, tratándolos mal de palabra,·oafren-
tando sus personas con mal'as é feas palabras, y pom~endo en otros las manos,
y no queriendo oir en justicia á muchas personas¡ y pasa á la expresión de
los casos difusa y largamente, con ponderable querella de muy eficaz y sen-
tida representación; á cuyo pedimento se respondió con el decreto : mándase
que no sal~ y dé resid,enci'a de su persona, y que de haber de salir para
México, dé fianzas en cantidad de treinta mil pesos. Mas este decreto así or-
denado e·n la buena dirección de la justicia, no pudo llegar á lograr cumplido
e.fecto; á tiempo que pareció contentarse la grande estensión de las provin-
cias del reino, 'con verse libres de su gobierno y subordinación; puesto que
notificado el rescripto en su persona, salió desconocido y cubierto de las tini·e -
blas de una noche de Mayo y apadrinado· de la industria de algunos aficiona-
dos; pero advertida 'su fuga, burlado el poder de la jurisdicción é instimulado
el celo de Gonzalo Ortiz, y los agraviados sin la satisfacción correspondiente
á sus injurias., reprodujeron pedimentos que obligando al .fervor de la justicia
á despachar en sus alcances, fué todo gran motivo y movimiento á ·nuevas
simulaciones y nuevos .g astos; pero corriendo Orduña por la posta, é intro-
duciéndose en la jurisdicción de la Audiencia de Méxko, dejó burlados los
intentos de los que demandaban su derecho (no nos admire mucho lo presente
en caso muy parecido, ó culpemos á los pasados en este); mas no· por eso se
omite ·por mí el reparo de que quedasen suspensos estos casos y sin deter-
minadón esta causa.
152
Mas como quiera que en el tiempo .de la ausencia de Don Pedro de
Alvarado, eran los mayores empleos del interino Gobernador encaminadas á
utilidades propias, yendo á perder la grande importancia de las provincias;
y en su descuido sus mayores medras, que á los principios de establecerlas,
aun continuando el cuidado en el aumento de sus repúblicas y nuevas reduc-
ciones de los indios, apenas se conseguían los pretendid<>s efectos¡ cuanto,
pues, menos se podrían establecer en el ocio, el dejamiento y el desprecio
con que parece las ~iraba el interino Orduña; pero estos motivos que eran
los mismos que le acusaban, .fueron la rémora al •seguirle; por que . empleado
Don Pedro de Alvarado en restaurar á Guscatlán perdido por el Orduña, y
.J atendiendo al repartim:ento de la tierra, <~ 4 1 en que apretaba el Lido. Marro-
quín que pretendía una parte pa. sembrar maíz para los pobres, dándole
entonces la parte de territorio que ahora ocupan los indios de Jocotenango
y San Felipe; ocupándole también el tiempo al Adelantado el motivo que le
llamaba á la misma ocasió·n en el cuidado de elegir capitanes y disposición
de la jornada á Cuscatlán; para que fueron nominados Diego di;: Rojas y Don
Pedro Portocarrero, por estar ocupada la tierra de la gente de Pedrarias, como
por el levantamiento de los indios de aquel contorno, de que por sus misivas
avisaban Cristóbal Bazun y Juan Gutiérrez, y á cuya espedición parece,. tam-
bién salió por ·cabo principal Gonzalo Ronquillo, Veedor y Regidor .de ·Goa-
themala; no estando menos aplicado Don Pedro de Alvarado á desembarazar-
se de tan graves negocios que miraban á la pública utilidad, para pasar á
México, ó por sus procura·dores, á la .solicitud de las propias conveniendas;
pues en esta misma ocasión y el mismo año de 530, mandaba .el Rey á la nueva
segunda Audiencia de México, que por la ocasión del juego en lo que contra
el Adelantado habían fulminado, no se procediese á ejecución alguna, y lo
embargado y aplicado á los fiscales y á los propios oidores, quedase deposi-
tado; y que así mi·smo la provincia de Chiapa, que le 'habían desmembrado de
S·U jurisdicción se la volviesen luego; y que si por haber desafiado á Gonzalo
de Salazar, que gohernaba á México en ausencia de Cortés, le hubiesen preso,
le soltaran y le pusiesen luego en libertad (así se manifiesta el proceder y
las pasiones de aquella primera Audiencia Mexicana).
Y como quiera que todo lo que mandaba entonces la Majestad del Rey
miraba á los créditos de Don Pedro, le pulsaba y llamaba á la más presta
ejecución de aquel mandato, vivieudo cuidadoso por el negocio que entonces
se trataba en Cabildo de la procuración para España, para que fué nombrado
Juan Galbarro, cr. 5¡ cuyo despacho impedido y embarazado ·por muchos modos
estuvo deten:do largo tiempo, ó porque todo lo referido de varias ocupaciones
fo embarazase, ó .Jo más derto porque le hacía remiso y dilatado la falta de los
medios necesarios á tanto camino de mar y tierra¡ y decisión de la importancia
y gravedad de los negocios¡ hasta que llegando el real privilegio que se des-
pachó e·n Toledo, pudo el Cabildo más alentado hacer repartimiento en los
vecinos de esta ciudad y en las demás ciudades, villas y lugares del reino.
Para este efecto fiaba el Cabildo y r.emitía al cuidado y diligencia de este pro-
curador los capítulo·s introducidos en el Ayuntamiento contra Orduña, siendo
153
el medio que pareció más eficaz para el remedio y el castigo de sus escesos;
pues de la Audiencia mejicana que le confirió el uso de la gobernación, ·no
podía fa ciudad de Goathemala esperar moderadón, ni que pasase á los casti-
gos y al ejemplo de la perscna del Orduña, hechura suya, y fomentado de
amigo1s y parientes que allá le acreditaban y le favorecían; más aunque de la
diligencia y buena industria, gra·n de manejo de papeles y suma introducción
de Juan Galbarro podía esperarse buen suceso, pues se hallan por su mano
conseguidos muchos despachos favorables y privilegios de gran monta, en
este de los capítul0<s de Orduña, aun no ha podido la eficacia de mi desvelo
1
hallar papel alguno que nos i·nstruya en la certeza que deseamos, para escri-
bir de aquel gobierno en todo adverso y funestado, el fin que tuvo en las re-
soluciones del Real ·Consejo. Baste á la inteligencia de los lectores para con-
geturar su paradero, el haber dicho y asentado que Francisco de 0Tduña salió
huyendo, aimparado de las tinieblaos de la ·noche, cubierto de los disfraces,
por sendas apartadas y caminando por la posta, para ponerse en el conoci-
miento y el seguro de su violento proceder.
~·
CAPITULO III
157
hasta el tiempo de Ca·lelahpop, después que la generación de los de Copíchoch,
que se intitularon Tultecas, pasar-0n á poblar el Quiché en el reino de Goa-
themafa, y estos dieron fa sucesión dé la sangre real después del estableci-
miento de sus reinados, produciéndose de los sirvientes de familias otras
generaciones nobles como de grandes de lO's reinos, que son los que hasta
hoy se intitulan Ahaos, que son cabezas de linages nobles; por que de los
que •se llaman caciques, debe entenderse son como régulos ó principios de san-
gre real. Pero de los que llamarnos Ahao•s se produjeron con larga derivación
los calpules conocidos de los pueblos de Quezalfenango, Totonícapa, Santa
Cruz, Momosténango, Zamayaque, Ostuncalco, Cuyotenango, Zopotitlán, Chí-
químula y otros, (59 > hasta veinte lugares numerosos; pero en una añeja pin-
tura de ·su antigualla que está en poder de los indios principales de Ystagua-
cán, pueblo de la corona, y uno de los veinte que apuntarnos, que se declara
y entiende por figuras, tiene de letra de los primeros indios que escr:bieron,
asentado el título y dignidad de cada Ahau, corno Tlafcani Calelahpop, Ahau
Ullís, Ahannilnapop, 160 > y los demás que omito por no alargar el discurso¡
mas sin embargo, por no defraudar á esta generación de los indios de las no-
ticias de sus principios, nos es preciso el dilatar la relación, según nos la
aseguran los apuntados escritores de su estirpe, por que nos dicen que toda
su ·nobleza .en esta parte de Goathernala es producida del Señor Copichoch
ahpop, corno tro·n co y principio de Nimaquiché Cotzutum, que allí en su es-
tampa ó su pintura le muestran con singular señal y la divisa de un semicírcu-
lo que á la manera de diadema le ciñe la cabeza, y que así mismo proceden y
se derivan de Copichochahpop, el Señor (esto es Ahau ó Tlacoani) Cac1'chi-
queleb Calelcahooh, y demás de estos el Ahau Zutuhileb-Ahlzihvinak, y del
cuarto señor que allí señala es el Alzau Rabinaleb, que dieron principio como
se manifiesta, por la asonancia y derivación de sus propios títulos, á los prin-
cipados del Quiché, del Cacchiquel, del Sotojil, y lo que llaman de Verapaz,
del Ahau Rab:naleb, que tuvo su trono y corte en Rabinal, tomando el título
del nombre de su propio rey.
Y dicen que como quiera que todos ellos se deriven y se produzcan de
Beleh'ebcan, señor de México, que así por este conocimiento en q.ue desde
luego se pusieron los pri-nc.:.pales mexicanos que vinieron á la conquista con
nuestros españoles, teniéndolos por parientes de una sangre y linage, se re-
conciliaron con los de acá, casaron con ·sus hijas y les donaron y confirieron
sus armas y blasones que el gran .Emperador Carlos Quinto les había asigna-
do, con los demás privilegios que hoy conservan con suma estimación y no
menor custodia; de cuyo blasón dimos notic:a en el capítulo segundo, del
libro Octavo de esta segunda parte, y que no debe darse diferencia en los
linages y cacicazgos de BeZ.ehbcam de allá de México y los· de acá Nímaqui-
158
ché, Ucc.bquiché y el Rosquiché que son solo U·n linage, y deben solo mirarse
como Señoríos aparte, esto es: e! de México, el del Quiché, el de Cacchiquel
y Sotojil, con que para nuestra notic:a castellana basta lo dicho, y para la
seguridad de que la propia estirpe de los indios tienen la suficiente certidum-
bre; aun bastará un ligero apuntamiento, ·esto por lo que toca á los que pro-
ceden de los principales señores, y corresponde á los caciques y grandes de
sus cortes, que en las cabezas de los calpules no menos entre sí se reconocen
y comunican por su cercana dependencia.
CAPITULO V
MARGINALES.-Hace aviso Montezuma con un embajador a el rey del Quiché c6mo vie-
nen contra él los españoles . .....:. Llama KICAB TANUB sus adivinos, que le pronos-
tiquen el suceso de la guerra. - Superstición de los adivinos. - Funesto y fatal
juicio de los adivinos. - Hacen el mismo sus sacerdotes. - Junta Kicab Tanub mu-
cha gente y erige máquinas militares. - Muere Kícab de pesadumbre y le sucede
TECUM UMAN, y da principio a la guerra contra los españoles. - Op6nense veinte
y cuatro mil soldados quetzaltecos. - Acrecíéntase el número de el ejército con la
llegada del rey Tecum. - Aparece nuestro ejército español en la campaña de El
Pinar. - Traban la batalla del Pinar los indios quetzaltecos. - Retiranse los quetzal-
tecos a la seguridad del poblado. - Vuelven los quetzaltecos a la campaña. - Los
utatlecos hacen una larguísima retirada. - Escolta de la persona de A.lvarado. -
Procuran los indios dejar cortado nuestro ejército. - Muda D. Pedro de A.lvarado el
orden de pelear. - Toma Tecum-Umán la forma de su nahual. - Corta Tecum-Umán
la cabeza del caballo de Alvarado y es socorrido con otro. - Hiere A.lvarado a Te-
cum con un vote de lanza y queda muerto en PACAHA..
Aun más que por la simple tradición, por nuestros escritores y autén-
Hcos papeles de los Archivos, nos suelen ministrar los de los indios noticias
favorables y muy daras de los primeros sucesos y acciones admirables de
nuestros españoles. Y así lo que describen estos renglones de la conqu:sta de
·Xelahuh ó de Qaezaltenango, que es lo mismo, nos lo propone y asegura un
cuadernillo en diez y seis folios de á cuarto que pertenece á los indios de San
Andrés Xecul, de la jurisdicción de Toton'capa, y le intitulan Título de Ahpop
queham, y dice que sujeta aquella grande y estimable estensión del reino
mexicano, y he·cho prisionero de ·nuestros españoles Auitzol, octavo Montezu-
ma, señ-0r ·de aquel imperio, hizo un embajador ·particular á Tecum Umán, rey
del Quiché, haciéndole saber por aquel su mensagero Ucal.echích Vífzilzi1, <5 0
159
como habiendo . llegado á sus tierras unos hombres blancos , le habían pro-
puesto que. recibiese la ley de Dios, que· se· llamaba Jesucristo, y que ellos se
intitula.han Cristianos, y le habían pedido Jes sujetase su Ymperio al rey de
Castilla, y que r~sistiéndolo .él le. habían hec:;ho guerra muy grande, á que no
pudo resistirse el mucho poder de sus gentes, que quedaba en prisión con
muchas guardias, y tuviese entendido enviaba á Goathemala á sujetarlos, para
que con su aviso juntase sus guerreros y les hiciese :esistencia . . Pero . enten-
dido ·este desastre del rey Kicab Tanub <52 J ·que gobernaba el Quiché, hizo lla-
mar á cuatro jóvenes adivinos que le dijeran el paradero de aquel negocio
que le enviaba á comunicar el Ahau Ahuitzol de aHá de México; mas estos
adivinos, que en las supersticiones de sus costumbres cifraban la claridad de
su vaticinación, pidieron al rey Kicab les diese tiempo á la esperiencia; y
trayendo sus arcos y saetas las dispararon contra un peñasco, y resistiendo
~. . .. ... . . . .
c<>ntra ellas sin mella ni detrimento de la peña, se entristecieron en gran modo
y con gran llanto y desconsuelo, arrojando los arcos mucho trecho, dijeron
á su rey Kioab Tanub, que no esperase remedio por que los vencerían los
• ,• . l • • \
hombres blancos; mas sin embargo del espanto y del horror de aquella decla-
ración de los mancebos, mandó llamar el rey los sacerdotes, <63 l para que le
dij~sen sobre lo mismo lo que sentían, y ellos tuI!badós y .funestados con lar-
go
. .
llanto pronosticaron
..,. su asolac:ón, diciendo que ya '1a piedra
. que era su
J?i<>s y la trageron desde -Egipto, se había roto por la mitad, .Y que era cierta
por esta demostración .la asolación y ruina de su señorío. ·
Pero Kf.cab· aún no rindiendo su valor, á los avisos de Ahrzítzol. <64 l ni
. .
vaÚcinio~ de sus sabios, juntó 1o más que pudo de sus ge·ntes, y eri,gió má-
quinas militares las que pudo, entretanto que llegaban los españoles·, y á él
entre el trabajo militar y pesadumbres de aquella novedad, se le ·acababa la
vida, como de pronto aconteció, quedando á suceder en la corona y desgracia
su primogénito Te.cum Umán, que continuando en la disposicióÜ dé la de-
fensa del reino, hizo salirles al encuentro á nuestros españoles que se acer-
cab.an, á la·s milicias totonicapas, que debela~as y rotas por nu~stras armas,
tomaro.n la retirada al •Castillo de Xelahuh Qu.e zaUenango, .de cuyo lugar sa-
lieron á oponerse yeinte y cuatro mil soldados d.e los de más crédito y .no~- .
bre, juntándose en el Pinar á estos primeros, once caballeros de grande sé-
quito, con ~uarenta y seis mil personas de much<> adorno que . '1os
. seguían:.
y" entre los más famosos Capitanes. de esta facció.n, eran s:n duda los más
espertos y acreditados Cav.e kquiché, A.hpopcamhacale, Ahtzihvinak, Rahópa-
chi, Nihaib y Vukmilsiga, <65 l que come conductores y adaHdes, regían y ·g o-
bernaban los tercios de que era·n caudillos otros capitanes· menores, que ó
menos veteranos ó jó·v enes en edad aunque caciques· y principales, se sorne-
160
tían subordinados á la regencia de aquellos seis, que tampoco llegaban aun-
que elevados á mucha dignidad de militares, á la que entre nosotros corres-
ponde á los generalatos¡ por que estos cargos recayeron en esta ocasión que
describimos en las personas de Ahtzumanché, inmediato .teniente de la per-
sona de Y.ecum Umán, como lo eran también Ahzol, joven de edad y elevado
á esta graduación por deudo del mismo rey, y el rodelero Ahpooob, que tuvo
el tercer grado de teniente en la·s faltas de los otros, que era como futura de
aquellos.
Este era el aparato pr:mero de aquel gran campo, que quedó más acre-
centado sobreviniendo la ·persona del Rey Tecum con ·setenta y dos mil defen-
sores, pero no retardándose mucho en aparecer en el sitio del Pinar nuestro
ejército español, después de haber sufrido largo y repetido combate en cua-
tro batallas de mucha duración en sitios estrechos y desacomodados,. y de
mucho y apretado conflicto, pugnando siempre contra muchos indios, que
se alteraban y remudaban de ·refresco; mas á la vista de nuestros españoles,
como cosa 'admirable y nueva, esperada con estrañeza de aquellos bárbaros.
Levantando el alarido con silbos y algazara llenaban aquel campo de una
confusión del infierno, con que mezclándose entre nuestras tropas y nues-
, tras escuadras (mas estos ·eran solos aquellos veinte y cuatro mil quezaltecos,
estando los demás de refres·co á Ja vista y espectación del suceso) pero estos
ó poco espertos ó acobardado·s con la ligera y fuerte asolación que recibían
de nuestra caballería y estrago de los tiros de artillería y demás armas de
fuego, aun manteniéndose y durando en la campaña más de dos horas, es-
tinto el número de sus escuadras en grande modo, tomaron la retirada para
los muros y la s·e guridad de su hogar Quezaltenango, durando en tanto que
volvía·n todo el furor y atrocidad de la larguísima refriega que queda referida
y anotada en el capítulo quinto del libro sétimo de esta segunda parte. <66 1
Pero volviendo los quezaltecos á la campaña dentro de breve, más no sa-
tisfechos y pagados de la disposición que ya dejaban en sus casas, tomaron de
nuev~ con más vigor y mucha bizarría á combatir contra nosotros, mezclados,
ya entre el gran número de aquel formidable y numeroso batallón que regía
el rey Tecum y sus tenientes, en que afirma el escritor de esta nación, cubrían
el sol con la multitud y número de sus saetas, mas ya largamente cansados
del gran tesón y la constancia de nuestros españoles, tomaron una larguísima
retirada en la campaña, como pidiendo treguas al furor y ardimiento de las
armas castellanas, amparadas del poder y brazo divino. Pero seguidos. de la
perseveranc'a de D. Pedro de Alvarado, que convoyaba la infantería montado
en un caballo, I'.evando entonces por su escolta á Alfonso Mure, Juan de León
Cardona, Francisco Cald.erón, Cristóbal Portocarrero, Martín de Burreta, mas
·e stos eran Alonso Pérez, de Murena; Juan de León Cardona, Francísoo Calde-
rón, Cristóbal PoT'.tocarrero, y Martín Rodríguez Barrefo <GiJ que ellos adul-
teraron á su modo la asona·ncia de aquello·s apellidos. Pero seguidos de nues-
tros escuadrones, que caminaban en buen orden, hubieron los indios con
orden del rey Tecum que los seguía, de hacer rostro á la frecuencia de nues-
161
tros tiros, y divididos en dos poderosísimos batallones, procuraban quedase
cortado el buen orden de nuestra infantería, que estaba guarnecida de todo
el número de los caballos; pero Don Pedro de Al varado trocando aquel estilo
que había observado en nueva ordenanza militar, separó presto y diligente
!a caballería dejándola á cargo de sus capitanes Don Pedro Portocarrero y
Hernando de C'hávez, que combatiesen contra aquel escuadrón que estaba
firme, y moviendo la infantería que regía él mismo por su persona, la enca-
minó contra aquel batallón que se apartaba, gobernado de su propio rey
Tecum; mas este estupendo y grande brujo, <68 > tomando su natural, que era
en la forma de Quetzal, levantó el vuelo sobre aquel escuadrón de nuestra
infantería, y rigiendo y gobernando desde el aire los escuadrones de su gente
con un cetro de esmeraldas que llevaba, procuró por tres veces, acometiendo
á la persona de Alvarado el darle muerte .con una grande espada que traí~
de pedernal ó piedra chay, mas acertando el golpe de su diestra la vez tercera
sobre el cuello del caballo en que Don Pe·d ro iba montado, le sercenó la ca-
beza, y siendo prontamente socorrido con otro, montado en él, le siguió el
vuelo á aquel quetzal, y entrándole con la lanza por el pecho en el lugar que
llaman Pachah, llegó á morir poco distante de él y en otro sitio cercano á
Quezaltenango que llaman Pakaha.
CAPITULO VI
MARGINALES.-Muerto Tecum acometen los indios a nuestros españoles con más furor
y brevemente van desamparando el campo. - Los quetzaltecos antes que 'otros dejan
la campaña y se retiran a EXCAMUL. - Los españoles alojados en Quetzaltenango
padecen mayor hambre. - Los corredores del campo antes del día encuentran cua-
tro caciques que venían de paz a Quetzaltenango. - Dicen que vienen a dar la obe-
diencia a Alvarado. - Predícales el padre Juan Godínes, Capellán del ejército. -
Responden los caciques que quieren ser cristianos y obf!decer a el rey de España.
- Parten a la montaña a reducir a los demás dos principales y quedan en rehenes
otros do:J. - Tala nuestro ejército el contorno con hostilidad y adquiere alguna vitua-
lla. - Vuelven a Quetzaltenango brevemente CALEL-RALAK y AHPOPQUE-
HAM con toda la vecindad de Quetzaltenango. - Orden con que los recibió el ejér-
cito español. - Predicaseles segunda vez la palabra de Dios, y se reciben debajo
del amparo real. - Quedan obedientes q la jurisdicción real de Castilla sin que
jamás hayan faltado .
162
retirando por escuadras, ha·sta dejar libre por entonces la campaña del pinar,
mas esto á tiempo y ocasión que ya lo·s indios quezaltecos antes que otros
habían d·esamparado el campo y tomado la ivuelta de fos montes, retrayén-
dose á ·sus antiguos y fuertes propugnáculos Excamul, que es el volcán y el
cerro Cekxak, no muy distante; y habiéndose nuestros españoles alojado en
Quezaltenango, hallaron aquel lugar desamparado de -sus habitadores, y que
éstos habían cargado no solo el bastimento de maíz, frijoles, chile y aves de
la tierra, que llaman pavos, ·Sino también aquel menage de casa de su estilo,
como <lando á entender con esa acción y diligencia era su ánimo resuelto el
de quedarse á vivir en la aspereza de aquellos montes, antes que re·ndirse
y sugetarse á las gentes estrangeras, y en esta conformidad se mantuvieron
unos y otros todo el ·tiempo de .aquella noche . <60 1
Pero ve'1ando un centinela los nuestros, antes del día tuvieron por los
contornos los corredore-s del campo, y esclareciendo más las luces de la Auro-
r·a , encontraron que caminaban para Quezaltenango cuatro caciques princi-
pales de aquel gra·ndísimo lugar, y se nombraban Calebralak, Ahpopqueham,
Calelahau y Calelaboy, que puestos en la presencia de Don Pedro de Alvara-
do, antes de requerirles ni preguntarles cosa alguna acerca de su viage á
aquellas horas, puestos en tierra de rodillas dijeron por lengua de los intér-
pretes que se traían de México, sus nombres y dignidad de caciques, y que
ellos de -su espontánea voluntad venían á su presencia para solo rendírsele
y estar á ·su obediencia¡ pero Don Pedro, viendo la ocasión que se le venía
á las manos, habló con el Padre Juan G<>dínes· (con un clérigo, dice el escri-
tor de esta nación), c7 o¡ largamente, y el venerable sac.erdote ies dió noticia
de la ley de Dios y ·nombre de Jesucristo nuestro Señor, haciéndoles entender
la suavidad y seguridad de ley tan santa y verdadera, la falsedad de sus
ídolo·s, la perdición de sus almas y como por sola la ganancia de ellas eran
venidos desde Castilla con orden del rey •Católico, á predicarles y convidarles
con la paz y con el santo bautismo¡ pero que el Sr. Don Pedro de Al'Varado,
gran capitán y ser·vidor del rey les requería con ello, para que pacíficamente
recibiesen en sus corazones la ley de Dios y fuesen vasallos del rey de Espa-
ña; pero que sin embargo de este requerimiento, si quisiesen volver á la ba-
talla y el furor de la guerra, supiesen y tubiesen por cierto que morirían en
ella, como los demás innumerables que en ella habían dejado las vidas, por
que Dios en cuy-0 nombre peleaban los españoles era fuertísimo y vencería
á mucho más poder y número de hombres que el que ellos tenían juntos;
pero que ·si querían y amaban la paz, .fuesen luego pues eran .caciques de
autoridad, y sacasen aquellas gentes de los montes y los redujesen al poblado,
sin dilación alguna, para que allí se les predicase y enseñase la santa ley de
Dios y fuesen cristianos y viviesen en adelante como tales.
163
Rendidos y obedientes se mostraron Calelahau <71 > y sus demás com-
pañeros, manifestando gusto y complacencia e·n recibir la fé, dar la obedien-
cia al rey catóJ.ico y partir prontamente al sit:o de Excanul á reducir la vecin-
dad de Xelahu'h Quezaltenango á la comodidad y policía de su poblado, y
quedando libres e·n virtud de su palabra, y dejando en rehenes á Calelahau
y á Cal·elaboy, partieron á las montañas de .Exoanul y Cekxak los otros dos
caciques Calelralak y Ahpopqueham á Ja solicitud de reducir fos quezalte.cos.
Mas entre tanto que duraba su jornada, su estada en semejante reducción
y la vuelta al poblado de Xelahuh, no esta.han muy ocioso·s y en el descanso
los españoles é indios de nuestro ejército,· por que celando con vigilancia
la campaña, y corriendo con diligencia todo 1o más de aquel país, talaron y
destruyeron gran parte de los sembrados, para necesitar con el terror y con
el miedo á aquellos indios del contorno á so~icitar fa paz, que nunca á rara vez
como en Escuintla :se entró á esg·r imir las arma·s contra los indios ni inti-
marles la paz por más de tres requerimientos; en cuya diligencia, sino las
suficientes, algunas vituallas se buscaron que pudieron entretener algo el
hambre y desaliento de nuestras gentes que estaban desfallecidas por .falta
de ellas, y la continuación de tan repetidas batallas. ·Pero sobre-viniendo bre-
vemente Calelralak y Ahpopqueham, con el rumor que ocasionaba el caminar
de tanta muchedumbre que los seguía de fa montaña, puso en algún cuidado
á nuestros españoles para ·haberlos de recibir con las armas, ó por que vié·n-
do!as á punto no temiesen aquellos indios y se volviesen á los montes, ó por
que ignorando su intendón no hallasen desprevenidos á ·nuestros cuarteles,
y así determinó Alvarado por su consejo que les saliesen al encuentro dos
españoles con los dos prisioneros de los rehenes, Calelahau y Calelaboy, y los
1
161
CAPITULO VII
167
giosos sino en sacerdotes seculares, mas con su muerte acelerada y bien rui-
dosa por el modo, y sucesión en la sede del referido Prelado Don Gómez, <73 1
se introdujeron á su fomento las religiones que hoy están, en los curatos del
clero, cuyo derecho fomentaba el ·Cabildo secular de ·Guatemala, á los recuer-
dos y propuestas de Don Diego de Guzmán y Juan Rodríguez Carríllo de Me-
drano, Alcaldes ordinarios d·e l año de 1577, y á las instancias y el pedimento
del Procurador síndico general Diego Ramírez; pero s:n dudai el Rev. Obispo
Don Fr. Gómez de Córdova, que así :lo ejecutaba, afianzaba gran parte de esta
obra en una real cédula librada contra su antecesor D. Bernardino de Villal-
pando, que ·Se es pidió en El Escorial el día 3 .de •Noviembre del año de 1577, <74 >
en que le manda la Majesfad del rey, que no dé las colaciones á dérigos ·sin la
presentación real de cuyo esceso se !había quejado el Licdo. Francisco Briceño,
Gobernador y Juez de resideucia de la Audienda real; ó iesta admonición
procedió de causa grave y con larga y premeditada consulta, por ocasión que
dió alguno de aquellos cura·s seculares, pues se hallan cédulas y rescriptos
reales que anteceden en tiempo á estos sucesos. ·Pues por una de ellas parece
se dá el rey por bien servido de lo que se había obrado, diciendo: Muy bien
me ha parecido la órden qu·e decís tener contra los clérigos que hoce.n esoesos
en esa tierra, en env'iar á hacer información secretamente contra ·ellos y re-
mitir la causa al ordinario, y no lo remediando él, los enviar:eis á 1esfos reinos,
como lo hicz'steis con el bachiller Vizcaíno. Y ello sin duda ó por permuta ó
especial orden del rey, fué establecido este orden; y en razón del gran fomento
y real celo con que la Majestad del rey favoreció y estableció la·s religiones en
esta ciudad, se muestra claro de las repetidas reales cédulas que en esta razón
se hallan, y entre ellas una despachada en Valladolid á 22 de Mayo de 1555, <711 >.
para el Rev. Obispo Don Francisco Marroquín, en que se le manda que trate
bien á los religio·sos y que eche de su 10bispado los clérigos facinerosos. Y
otra que dada en Valladolid á los 26 días del mes de •Octubre del mismo año
de 1555, <70 1 para la real Audiencia de Guatemala, en que ·se le dice que haga
que el Obispo .castigue los cl·érigos que piden ofrenda á los indios. Y sin
otras muchas que omitimos por escusar proligidad, está la ejecutoria de los
religiosos ganada en contradictorio juicio, acerca de que en los pueblos en
donde adm:.nistran frailes, no ·se pongan clérigos, ventilado en el gran con-
sejo de Yndias contra los Arzobispos y Obispos de las Yndias, y dirigida al
. Rev. Obispo de Guatemala, Don Bernardino de Villalpando, <77 1 á p.etición de
los reHgiosos de Santo Domingo de las provindas de Chiapa y Goathemaila, su
fha. á 15 de Abril de ·1564 años. De donde parece se dimanaban los des-
pachos según los informes de las partes y la instancia en los pedimentos, en
los motivos, y en las queja·s que se debían de producir y ocasionar, según el
favor de los reverendos Prelados, unas veces ladeándose á la manutención
del clero, y otras al establecimiento y mejora de los religiosos, ocasionando
celos unas veces á unos y otras á otros.
168
CAPITULO VIII
themala, que haciendo fuga de la prisión por unas paredes altas •&e quebró
una pierna, 'y retraído en el convento de San Francisco, siguió largo litigio
contra el Vicario general, quien no quedó muy bien ni aquí ni en España,
puesto que conmovida toda la religión y agraviados los más superiores y gra-
ves personages, fu·é necesario que el .P residente de esta Audiencia Don Enri-
que Enríquez de Guzmán asistiese con suficiente guarda de infantería á la
celebración del capítulo.'
Ni menos hace á la comprobación del perjuicio que á estas religiones
se les sigue de 1ener sobre ·SÍ semejantes superiores, el que habiendo vivido
siempre en tranquilo sosiego y grande ejemplo la ilustre religión de Santo
Domingo; solo se vió turbada y en gran conflicto, necesitada de andar por
salones y tribunales, cuando les -sobrevino la visita y asistencia del R. Fr.
Juan de Ullaray, visitador y vicario general de esta Provincia de San Vicente
de Chiapa y Goathemala, s·obre cuyo recibimiento, mientras estuvo detenido
y hospedado en la .casa del Maestre de Campo José Agustín de ·Estrada, fue-
ron infinitas -demandas al real Acuerdo por las defensas de entrambas partes.
Alegaba la religión haber sido castigado en esta provincia siendo su súbdito
el R. Fr. Juan de Ullaray, y que partiendo sin licencias necesarias para Es-
paña y de allí á Roma á interponer sus quejas y demandas ante el Maestre
general <le la Orden, ve·nía ahora como superior de la Provincia que le había
mor-tificado· 1 de que debía presumirse el deseo de la venganza, odio y pasión
que le asistía contra aquellos prelados que le habían corregido ó agraviado
como él decía, con otras muchas al parecer justas causas que alegaba. 1Pero
corriendo el tiempo con ligereza y aprovechándose la celebración del capítulo
provincial, .gu-staban lo·s vocales de celebrarle en la forma ordinaria de su
costumbre y actas,· presidido á la confirmación del actual Prior de Goathemala ¡
mas alegaba en contrario el R. Vicario general Ullaray y protestaba de nuli-
dad del cabildo, durante este debate, hasta en tanto que interponiéndose -gra-
ves perso·nas, dieron corte á materia que á los principios pareció imposible de
composición, acertando con suficiente seguridad que celebrado aquel capítulo
por el R. Juan de Ullaray, renunciaría la Vicaría general y quedaría incor-
porado en la Provincia con los 'honores de Padre de Provincia y presentado,
por lo cual conocerían ·no era su ánimo el de vengar pasiones, y así fué por
que á la , verdad era persona de buen corazón y obró muy á ·satisfacción de
la . Provincia.
Mas como quiera que hayamos dicho que .Ja religión de San Francisco
ha recibido y recibe las mismas inquietudes dimanadas del gran poder y auto-
ridad de estos prelados. Es muy de la memoria y naturaleza de estos casos
los acaecidos en el tiempo moderno 1 sin muchos en el antiguo; pues el capí-
tulo que se celebró por el R. P. Comisario visitador Fr. Juan de Torres, nom-
brado por el Rmo. Comisario general Fr. Juan de la Torre, sacando Provin-
171
cial contra todo el dictámen de los vocales, por amenazas y promesas, á Fr.
Francisc·o de fa Peña, á quien preced:.eron prisiones, destierros y nulidades de
votos, fuga de algunos religiosos y otros escándalos, con dol0-r y compasión
general; mas habiéndose conseguido el ánimo y empeño del Rmo. Comisario
general sacando provincial á su ahijado, se divulgaron bien claros y manifies-
tos los medios de aquella pretensión con pasquines y libelos que los publi-
caron por los cantones y plaza·s, y entre ellos me acuerdo de alguna parte de
uno de ellos, que aunque falto de la última copla declara bien el asunto en
esta forma:
religiones les hacen estos prelados por su viático, fuera de cincuenta mil
pesos que dicen llevan entre los dos cada tres años, dagnificándose y empo·
breciéndose de esta suerte los c<>nventos y la repúbliéa . Mas había antes de
esfe Prelado Fray Juan de Torres, venido otre> aun más adverso y pernisioso
para inquietud de los .frailes, para hacerlos nacionales y banderizos, ocasio-
nando entre ellos escandalosa separación, por que reden llegado de España
á México el Rmo. ·Comisario general F. Juan de la Torre, é impedido en aque-
lla .corte mexicana .co·n menoscabo de la salud por no venir personalmente
á Goathemala á la celebración del capítulo provincial, deseando el acierto en
este negocio envió por comisario visitador á Fr. Antonio M ·enéndez, que á
otro capítulo ve:nte años antes había venido y desde entonces estaba mar-
cado por .criminoso y amigo de papelada; pero no al contrario de la presunta
correspondió el suceso, bien que con amargo quebra·n to de unos y otros; por
que empezada á establecer la alternativa entre los padres gachupines y los
criollos desde el capítulo ·c elebrado el año de 1650. Juzgáiidole los de España
poco inclinado á los religiosos criollos, á quienes por entonces tocaba el turno,
tuvieron mucha ocasión y largo campo los que de España deseaban la exalta·
ción perpetua de sus paisanos y abatimiento de los criollos, que tenían con
su justicia algunos chapetones fomentadores de su causa; mas el Prelado,
172
amigo de novedades y quimeras, suspendió la junta del capítulo y alargando
el tiempo por tres meses más mientras despachaba y recibía un correo del
Rmo. Comisario general por decir que no mandaba el de difinitorio· general
que se hic:ese, sino que declaraba que se podía hacer; inquietando en el ínte-
rin ·que eI despacha-do correo daba la vuelta á Goathemaila, á unos reHgiosos
y otros con causas fulm:nadas y con paten·t es de destierro.
No duró muc'ho el mal obrar de este Prelado por que el superior y le-
gítimo comisario general, desapasionad<> y grande estadista, deseando obede-
cidas de los súbditos las órdenes superiores, sin cuyo establecimiento y ob-
serva·ncia ninguna repúbHca será ordenada, sino sujeta á una desentonación
del infierno. .Sintiendo el Rmo. F. Juan de la Torre estos desmanes del co-
misario visitador, y las desazones de los súbditos, agriamente despachó una
patente mandando con graves penas no se alterase ni hiciese ·novedad acerca
de lo dispuesto ep. el decrefo de la alternativa¡ ccn que á pesar suyo y de los
motores de esta inquietud fué electo en Ministro Provincial el R. Fr. Andrés
de Maeda. Pero aun este mismo sujeto Fr. Antonio Menéndez, que vino por
el año de 1634, enviado por el Rmo. Padre Comisario .general Fr. Luis Flores,
é instruido el J>ro-comisario. superior ·á la presentación de la Patente de Alter-
nativa que le hicieron los venerables religiosos ·F r. Diego de Paz, Fr. Blas de
Morales, Fr. Diego Cubillas, Fr. Pedro de la Treb:Ua y Fr. Alonso Morales de
la parte de los criollos, y todos ellos varones ilustres en virtud, calidad de
sangre y crédit,os .g randes de literatos. Correspondió el efecto de ponerlos
en car·c el bien estreo.ha en el entretanto que hacía elección de ·P rovincial en
persona de España, bien que meritísimo y varó·n loable por todos títulos el
V. Fr. Pedro Guerra; y celebrado el capítulo dejó en destierro á los apuntados
PP. que pidieron el cumplimie·nto de la alternativa. Estas m0olestias y otras
muchas saben ejercitar los Rdos. Padres Comisarios generales y sus visita-
dores, y es aun peor lo que los religiosos dicen que esto no tiene remedio,
por que todo es un eslabonado desinterés desde el Guardián provincial vice-
comisario, comisario general y de estos al Generalísimo, y de éste á personas
seculares de donde depende s•u favor y manutención.
Y no debe de suceder menos mal en México y en ·Lima pues los suce-
sos de las provincias de aquellos reinos nos manifiestan las violencias con que
se obra, de donde resultan pernkiosos y lamentables efectos, como sucedió
ce>n grave escándalo en la ciudad de México á la religión de Santo Agustín,
que grave y numerosa por los religiosos nacidos acá en Yndias, que se opo-
nían a la misión que vino de España, diciendo no necesitar de sujetos de otras
partes, pues entre ellos había los suficientes presentados y maestros por su
re!igión y muchos _Doctores por la Real Universidad, fuera de los muchos
eminentes lenguas, ocupados en las doctrinas y administración de los indios,
en que aun no pudiendo tanto como. quisiera el Prelado general de esta ilustre
y sagrada religió·n , para introducir á los venidos de España depositados en
los conventos de otras religiones, se valió de la autoridad y mano d el R . Arzo-
bispo Virrey Don Fr. Paiyo de Rivera, quien á esfuerzos del poder y de la
instancia los puso en la habitualidad de los -conventos, cuya introducción á
este caso no le grangeó poca murmuración y algun descrédito á este grande
y esclarecido Prelado. Y no menos está manifestando el irregular orden y
173
modo de proceder de estos vicarios, y comisarios generales lo sucedido con
el de San Francisco en [a dudad de Lima, donde quisieron quemar en ·SU celda
al comisario ge·n eral, saliendo el lego compañero que se dispuso á su defensa
con veinte y tres heridas, y mas de trescientos religiosos moradores de aquel
convento derramados por los montes y robando en los caminos para buscar
el sustento, quedando solos ancianos religiosos en la clausura; no acaso sería
sin grave motivo tanto estremo, pues todos los súbditos oprimidos levantaron
la serviz para sacudir el yugo, viéndose no solo compelidos á cometer insultos
y latrocinios, sino álguna ·muerte violenta, por que. el Virrey de aquel reino,
viendo lo que peligraba su república por lo eslabonada con aquella religión,
se vió obligado á grandes y personales dilige·ncias. Y por caso tan público
y sabido, omito otras .gravísimas circunstancias, para decir que de las enco-
miendas divididas á la multiplicación por el R. Vicario .general de la Merced,
Fr. Juan de, Velasco, fueron la de Jacaltenango, á quien se le agregó la de
San Pedro Soloma que ya queda descrito, y de la de Huehuete·nanigo, la de
Malacatán. que vamos á describir.
CAPITULO IX
CAPITULO X
MARGINALES.-Queja del autor por las escasas relaciones ·de la Religión Mercedaria, -
Curato de TEXUTLA, convento de encomienda. - Los pueblos del p_artid'o de la
generación de los mames. - Vecindad de Tejutla. - Pueblo de TAJUMULCO. -
Volcán de fuego de Tajumulco, su azufre sirve de pólvora. - Véciridad de Taju-
mulco. - Frutos de este pueblo y su recambio, - Vecindad de el pueblo de COMI-
TLAN. - Situación de Comitlán, en barrancosa planta. - Trato de estos indios. -
Su parroquial y sacristía, - Pueblo de SIPACAPA, su vecindad. - Miseria y aba-
timiento de la nación de los mames, - Digno reparo en las dis.tancias para la pronta
administración, - Capítulo notable de carta del R. Obispo Mañozca al Rey acerca
desto. - Trato y grangería de los vecinos de Sipacapa. ·- Iglesiá párroquial de Sí-
pacapa. - Su temperamento. - YZTAGUACAN del Rey. - Su planta y' su tempera-
mento. - Su iglesia paroquial. - Vecindad de Yztaguacán. - Trato de estos indios
- Pueblo de TUTUAPA. - Vecindad de este pueblo, muy pobre y miserable.
CAPITULO XI
180
La vecindad que mantiene este lugar es en su mayor asolación de solos seis-
cientos y catorce tributarios, según el acopiamiento del padrón real, de cuyas
familias aumentadas á la regulación de familiares, producen á su pueblo dos
mil cuatrocientos y cincuenta y seis habitadores de la nación de los Mames.
Pero aun siendo el temperamento de este país frío y seco y las heladas rigoro-
sas y mucho más las que so·n negras á la manera del carbón molido, que este-
rilizan los pastos y las mieses, desde mediado de Octubre á la mitad del més
de Marzo, es el terreno productivo en mucho modo; pues el maíz, pan natu-
ral, y ordinario de esta nación, es su acudir á más de cien fanegas por fane-
ga, y el trigo á treinta y cinco y cuarenta, y así á este modo recomendándole
á su fácil producción todo .género de hortaliza y de las frutas de Castilla,
priscos, durasnos, peras, membrillos, manzanas, peros, acerolas y ciruelas
endrinas, sin las que Ueva de la tierra es con abundancia copiosa; no siendo
menos su pensil que aquel de lbla tan celebrado y aplaudido; pues e·n este
se ven ·nivelar á la estación temporal tanta diversidad de cultas flores, cuantas
produce España y nos ministra la América, sin lo que inculto, sus campos al
beneficio del tiempo nos dan saludables y abundantes gran copia de violetas
y otras yerbas medicinales, y pudiera ser más en sus· provechos si los culto-
res se esmeraran aprovechando el agua de un arroyo que por dos sendas in-
trodujeron por el pueblo.
Queda este lugar en sitio llano y apacible de dilatada circunvalación;
pero ceñido de tres cerros muy prolongados y eminentes Nacchac Uvitz, que
quiere decir cerca del cerro, Cacaix, que se interpreta elote ó espi~a tierna, y el
otro Quiaholá, hijo del agua, que son de materia mineral, y abriendo estos en
cañada por donde recala el viento con ímpetu y vigor, 'hace parecer á veces
desapacible tal vivienda. Pero sus aguas dulces y ligeras del arroyo de
Qaiaholá, que es en la costa del .Sur río caudaloso bien conocido por el re-
nombre de Zamalá, que queda perdido en honda madre y muy caída, y el que
dijimos introducido en el lugar, hace al estómago amistad y ligereza y buen
sabor, con gratitud á la salud con que conocen sus moradores en larga vida
y robustez, pocas dolencias ó ningunas. Su Yglesia parroquial de este lugar
es de escelente fábrica y materia, con hermosura de construcción y alegre
claridad en las luces, co·n gran adorno de retablo en su testera , y no menos
preciosos ornamentos y serv:cio de altar en su apreciable sacristía. Su título
de este insi·gne templo es de la santísima Natividad de la admirable Reina la
Virgen María Nuestra Señora, y tiene en el retablo una imagen de Su Ma-
jestad venerable, que es lo mismo decir nuestra Señora la milagrosa, que co-
nocer que es nuestra Señora de Ostuncako, de cuyos prodigios repetidos han
descuidado en mucho modo los reEgiosos, ni escribiéndolos ni comprobándo-
los, y así en las vidas de muchos varones venerables y justos, moradores de
estos conventos de la Sierra y de el de Goathemala, adornados de gran virtud
y muchos dones de profecía, de milagros, de bondad y los demás que son
adornos de las almas puras y generosas; mas sin embargo daremos noticia
de algunos de ellos con el favor de Dios, que se conse_rvan en la memoria de
la simple tradición.
181
¡\ media ·legua de Ostuncako á .Ja ribera del río Quiaholá, yace otra
pequeña población de San Miguel, que consta de cincuenta y cinco vecinos
indios tributarios de cuyas familias se numeran doscie·ntos y veinte habita-
dores, y son de la visita de .Ostuncalco, con pobre Yglesia parroquial á propor-
ción de su posible y ~vecindad, que en poco pueblo y ocupado en su prec:so
y necesario grangear, aun n;:i les queda tiempo para más. ·Es ocupada su re-
gión de espesas nieblas y frecue·ntes por la gran cercanía del río de Quiaholá.
Su territorio pingüe y muy feliz, lleva y n'..vela los propios frutos que Ostun-
calco. Mas lo que este ofrece de conveniencia en cercanías los demás adya-
centes del curato yacen á larga proporción de su via·ge en grande celsitud de
serranía, como el de San Cristóbal Cabricán, que ·d:.stando desde su cabecera
á longitud de siete leguas, son tales, tan eminentes en la pendiente itineraria
de sus cuestas que desde la situadón de este lugar se hacen patentes muchos
egidos y lugares de aquel contorno, con sus esta·n cias y sementeras, por que
se hace agradable su vivienda con agregado de tan hermosa y grata variedad,
su situación en tanta celsitud y en gran despejo. Goza de temperamento
admirable, que no rozándose en muy frío es conveniente á la habitación de su
país, y así en ochenta indios que le componen la vecindad á su república,
y trescientos y veinte habitadores, se hallan personas de ambos sexos de
crecidísima y venerable edad. Es su ejercicio y grangería en buenas crianzas
de ganado mayor y menor, grandes atajos de yeguas de buena raza, y en las
cosec'has de maíz en que se libra el sustento de sus familias. Tienen e! ahorro
que otros pueblos que padecen muy grande inopia de este grano, consumen
en adquirirlo y alcanzarle cuanto gran·gean con gran trabajo en otras inteli-
gencias. Sus aguas son perennes y abunéfa.ntes de difer.entes fuentes que allí
inmediatas brollan de aquellos c·e rros minerales, y entre ellas el río que
llaman de Yxchol, tiene créditos en la común y simple tradición, de lavadero
rico de oro; y á la verdad este reino de Goathemala en los ·principios de nues-
tras fundacio·nes, fué abundantísimo de minas y lavaderos de este precioso
meta!; y Dios por nuestras culpas y por sus altos consejos, nos los desapare-
ció de la vista, y ahora se han ido descubriendo algunos de aquellos ·socabones
anHguos, como el del Corpus, descubrimiento de Don Francisco de la Cueva,
yerno y cuñado de -Don Pedro de Alvarado, ·cuya abundancia é inundación de
su tesoro de cuatro años acá ha abastecido á mucho mundo. De los cerros de
este lugar de Cabricán, que tienen vetas de caliche, sacan los indios muy
buena cal y abundante.
Chiquirichapa, lugar mayor que el que acabamos de referir de Cabr:-
cán, forma la vecindad de .-su repúb~ica de ciento y cinco tributar:os, y de
cuatrocientos y veinte 'habitadore·s, que á sus concursos transibles hacen el
lleno suficiente para el comercio de una república política. Yace á la corta
distanc:a de una pequeña legua, .camino fácil de emprender por quebradillas
abreviadas, y queda plantado á la ladera de un monte de la sucesión elevada
de aquella cordillera, mas eminente que el pueblo de Ostuncalco, viéndose
desde la situación de Cabricán, este y toda la gran planicie de sus llanuras,
quebradas y colini~las, que 1hacen apacible y sobre manera hermosas sus
vistas. Sus aguas brol'.~n allí mismo en aquel ·c erro de su situación del lugar,
y son delgadas, ligeras y med:.cinales, y estas mismas que sirven al alimento
182
y ministerios de Chiquirichapa, camina y se conduce por acueductos á Que-
zaltenango; y los prados y territorio de este país producen y llevan trigo,
maíz, manzanas y ciruelas, y flores de todas suertes. Los moradores de este
lugar, de la generación de los Mames, tienen su Yglesia parroquial de buena
fábrica y tamaño, se ostentan e·n sus adornos con suficiente providencia. Mas
San Martín Obispo que dista á más camino de su cabecera á dos leguas en-
cañadas por entre sucesión de serranías, por donde recalando un viento y otro,
hacen desapacible y molesta su jornada. Queda plantado entre la propia ca-
ñada, ceñido y oprimido de la robusta vecindad de aquellos montes. Es su
república de moderada congregación, que se reduce á noventa y dos indios
tributarios y trescientos y sesenta y ocho habitadores. Es su ocupación de
grangería en los 'hilados y tejidos de algodón, como todos los de la sierra;
más este pueblo de San Martín, abas·teciendo de tablazón de cedro á todo este
Corregimiento se provee por este medio de gran porción de reales. Sacan
algunas ta.bias de á dos varas de ancho. Su parroquial es en su modo y sus
medidas capaz á propordón de aquel poblado, y proveída en sus adornos .
• Pero la gra·n misericordia de Dios que tanto ama sus criaturas, da pro-
pensión y espíritu á sus ministros para que la soledad, el trabajo y los peli-
gros 1es sean recreables y apetecibles; si así es por el celo de las almas, como
me persuado, gran premio les espera á semejante~ operarios; mas si por los
manípulos, por las obenciones, por la celebración de los Santos titulares por
que tanto les contribuyen, no sé qué diga. Mas si como decíamos, los de
visita se buscan y se asisten por la ganancia espir:tual de aquellos misera-
bles, es imponderable su mérito y su celo. Pues desde el pueblo de Ostun-
calco se bajan ocho leguas de ·continuada serranía, por los vicarios, en busca
y solicitud de las pobres ovejas del pueblo de la Magdalena, cuyo miserable
rebaño se compone de solos diez feligreses y de cuarenta habitadores, pobres
y casi continuamente enfermos, muriendo en este pueblo los naturales sin
llegar á ·viejos, por que siendo imponderable la molesta plaga de los mosqui-
tos <le venenosa cualidad, junta esta á la contrariada posición del tempera-
men_to, están los .moradores cubiertos de malignas úlceras, que encanceradas
en grande y fácil brevedad, han puesto este lugar en lamentable asolación.
Pero su territorio es fecundísimo y así produce con abundancia maíz, chile,
vainilla, y frutas de las que son propias de este apreciable occidente. Con-
cluye á este partido y curato de Ostuncalco, el pueblo de Santa Catarína Re-
taluleuh, confín de la costa de San Antonio Suchitepéquez, y así por eso quizá
Retaluleuh quiere decir señal de tierra, de retal que es la señal y uleuh, la tie-
rra. Dista del de la Ma·gdalena cuatro leguas, que las dos de ellas son de
peligrosa cuesta, y las dos de tierra llana desde el río Nachac-Uvílz que allí
en la costa llaman el río de ZunW; más poco antes de l!egar al lugar, está el
caudaloso y noble río de Ocós, que es río de gran provecho por su abundante
y rica pesquería de variedad de peces, y mucho más al introducirse poderoso
en el mar del Sur en su admirable y ancha barra. Es lugar poco numeroso
de pueblo, y llega en el padrón su vecindad á cincuenta indios tributarios, se-
gún la certeza y las part:das del acopiamiento real, con doscientos habitadores
que se producen de sus familias, y administrando aquí la gran vigilancia y
celo de un cura secular por una parcialidad. La religión de N. Sr.a. de la
183
Merced que también administra la otra parte, tiene la residencia de un mi-
nistro, y hay depósito encend¡.éndose su lámpara con aceite de olivos. El cielo
es muy alegre y despejado¡ pero en el tiempo de las lluvias· tempestuoso en
grande y temerosa frecuencia de torrne·ntas. En todo este partido, en lo que
es de tierra fría¡ y lo demás ·de fa sierra, ·corno en todo el valle de Goathernala,
produce el territorio por la propia virtud, y la naturaleza de su país, mucha
diversidad de yerbas medicinales y provechosas, que por comunes y abundan-
tes no se reparan ni se estiman; pues el poleo en las márgenes de muchísi-
mos arroyos, naciendo i·nagotable y ·fecundísirno, allí nace y allí se pierde
sin que ninguno lo aprovec'he; así los berros que pocos los gastan ó ningunos,
ó por que no gustan de ellos ó por que no los .conocen¡ la bervena y el malva-
Dibujo orig.nal de
Fuentes y Guzmáo
bisco, que lo uno y lo otro se estie·n de á mucha facultad, aun no hay quien se
sirva de ·ellos, como ni de el hinojo tan provechoso y grato para los ojos, ni
menos el xocoyolo, que quiere decir corazón acedo¡ por tener una semilla de
un agrio corno el vina•g re, muy grato al gusto, y esta yerba es á propósito para
gargarismos en in'flamaciones y llag~r de .g arganta, y ejaguatorios para
úlceras· de la boca y lavatorios de otras ulceras, en el cuerpo humano, y asa-
do entre cogoHos de plátano, trayendo .aquella pasta . ,e~ fa boca costra las
encillas inflamadas ó lastimadas en otra manera.
184
CAPITULO XII
• trato y fruto. - Temperamento nocivo con plagas propias del país. - Itlesia parro-
quial de gran pobreza. - Lugar de Chacalapa. - Su temperamento enfermiso. -
Vecindad de Chacalapa. - Trato de estos indios.
(79J Manuscrito de Don Martín Alfonso Tubilla.-Capltulo 18, sigue a Remesa) por tod::i.
186
y esta es la equivocación del apuntado escritor, que dá por reducido aquel
partido como de Verapaz, por los religiosos de Santo Domingo, siendo al con-
trario; pues debía asentar que este cacique de los Mames ayudó á reducir
á los· de Tezulutlán, que es Verapaz. Tiene este lugar á la distancia de cinco
millas unas fuentes· perennes de agua mineral, que brollan calientes en su
linfa, y siendo ·g ustosas al beber ~e ellas, son también medicinales en gr<!-nd2
modo, no dejando existente manjar ni humor en el estómago, y en especial son
provechosas y prontas á remediar los resfriados.
El Barrio de San Marcos, distante un cuarto de legua de esta principal
población de San :Pedro, su ·Cabecera, fué población de gente española en los
principios y tiempos de fas conquistas; .mas hoy se dice Barrio de ladinos, p'or
que por la injuria de los tiempos, cayendo en pobreza aquellas familias de es-
pañoles y criadas en 10' a¡!reste de aquel retiro, sin policía ni buena escuela,
se fueron mezclando por casamiento con las indias de San Pedro y otros lu-
• gares, y hoy es este de San Marcos de una vecindad de treinta y ocho familias
1
de mestizos, que hacen por sus habitadores ciento y dncuenta y dos de gente
sencilla y humilde á la manera de aldeanos. Su Yglesia y casa del religioso
de bajareque y cubiertas pajizas por el motivo espresado de la debilidad
y ·soltura de su suelo; mas por su culto y por su adorno está decente y ador-
nada, sin lo escaso ni lo supérfluo. Son todos ellos cultores y labradores de los
campos, con buenas sementeras de trigo, que les rinde larga y maravillosa
producción de muy buen grano, siendo este trato suficiente á mantener aque-
llos vecinos sin otra inteligencia. Es adyacente de este curato el p~eblo de
San Pablo, cuya administración y pasto espiritual les cuesta á los religiosos
notorio y gran trabajo, en la distancia que les ofrece·n doce leguas , camino
difícil de emprender; por que además de su retiro y estravío es fragosísima
su senda, con inaccesibles y agrías cuestas, y que en su tránsito y su vía se
oponen al paso cuatro ríos, que si no caudalosos en verano en e ~ invierno son
peligrosos y temidos, por que aidemás de correr prec:pitados y muy rápidos,
son de mucha piedra, y en el que está inmediato al pueblo de San Pablo. Yen-
do á administrarle el vicario Fr. José Turcios el año de 1680, se ahogó en él,
sin que su cuerpo de este reHgíoso pareciese, aunque se hizo por él gran dílí-
g.encia, y solo se halló el escapulario de la Madre de Dios asldo á unos rai-
gones de un tronco. Mucho más hace apreciables esos trabajos de estos mi-
nistros, considerándose atenta y piadosamente que los padecen por remediar
y apacentar un tan corto rebaño como el de diez y seis familias, que solo ha-
cen el número de setenta y cuatro habitadores de la pobre y miserable estirpe
de los Mames, y que ·s olo acaudalan lo muy preciso á su mantenimiento, en
cortas y estrechas huertas de cacao, que aun no abastece en sus cosechas á
todo lo que es preciso á sus famílías. Es el temperamento de este lugar ca-
liente y húmedo, principio asentado á su intemperie y poca sanidad de su país,
fuera de la gran plaga é :mpertinente inmensidad de mosquitos y sabandijas
187
ponzoñosas, propias á la naturaleza de cualquiera tierra caliente. Su iglesia
parroquial aunque aseada en el culto de su altar, pobre y estrecha en la ma-
teria de su fábrica, y aun par·ece que es más miserable que las ya espresadas
en ·su cubierta y su techumbre, por ser de hojas· de muján ó vijas.
No menos los que nos restan pueb~os adyacentes á la visita y curato
de San Pedro Sacatepéquez, son miserables y cortos, así en la vedndad como
en su trato y en los trabajos y peligros á que están dedicados los ministros
que los doctrinan y administran¡ por que desde el que acabamos de refer:r,
pueblo de San Pablo, se hace viage á administrar al de San Pedro Chacalapa,
que está á la breve distancia de un solo cuarto de legua, camino fácil de em-
pre·nder, y por razón de tanta inmediación y cercanía, .su temperamento es
igual, y parecido al de San Pablo, caliente y húmedo, y á esta causa con los
efectos de intemperie y de dolencias muy frecuentes, en especial de úlceras
cavernosas ocasionadas de las picaduras molestas y venenosas de los mos-
quitos. Componen su vecindad veinte familias, que liace·n ochenta hab:tado-
res de la nación é idioma de los Mames, lengua difícil y de trabajosa pro-
nunciación por ser gutural. Su Yglesia es corta y miserable en mucho modo, •
aunque pulida y aseada en su cu~to y su trato¡ y ocupación el del cultivo de
pobres y cortos cacaotales, que ape·nas les ministran lo necesario para la
congrua y pasadía de su año, y á veces á p·untos de perecer de hambre y mi-
seria¡ por que atenidos á solo el trato del cacao, si las cosechas por la injuria
de la estación temporal no corresponden á su esperanza, no les socorre ni les
suple aquel!a deficiencia otro interés ni trato¡ pues qué será entonces del mi-
serable ministro (si lo es acaso el que padece por D'.os y que trabaja en el
cultivo de la viña del Señor) ya se discurre co1:11o será el su.s tento no teniendo
el que se necesita las ovejas que se le han de contribuír.
CAPITULO XIII
Que continúa la propia materia del pas000 en orden a la administración del curato
de ~acatepéquez de los mames.
Son tales las cosas y las odiosas materias que ha esparc'. do la estran-
gera envidia contra la clara é ilustre fama de los castellanos conquistadores
de estas indias occidentales, y lo que han querido establecer en sus informes
18!!
y escritos unas religiones contra otras, que nos es inescusable el dar razón
de los trabajos y cuidado de cada una de ellas, por que así lo pide la justicia
y razón y por que algún día puedan valerse en los tribunales de lo que ahora
con buen celo escribimos para la claridad de las materias. Y no siendo á
la que menos en la predicación y catequismo se debé en estas partes la de
Nuestra Señora de la Merced, como después veremos, se continúa su admi-
nistración en este territorio de la sierra con el pueblo de San Juan Apasapa,
á donde desde el de Cha·calapa se camina por media legua de viage, de bueno
y fácil camino, ·sin impedimento que se atraviese á la llanura de su senda
que es apacible en mucho modo, por la frescura y pompa de su selva, con mu-
cha caza de toda suerte en ella. Es el temperamento de este lugar como el de
los antecedentes que hemos propuesto, caliente y húmedo, con las circunstan-
cias y e.fectos que los otros; su fruto el que retribuye el cultivo y esmero de
los plantíos de cacao; con pobre Yglesia, igual á las que quedan descritas.
Su población que se compo·ne de veinte y cuatro familias, y noventa y seis
habitadores, es de la nación mame. De este de San Juan Apasapa al pueblo
de Santa Lucía Malacafán se hace jornada, aunque breve, de cuatro leguas
de distancia, pero molesto. y peligroso, por ser su tránsito compuesto de
pedregal impertinente y desigual, con gran trabajo y mal trato de las ca-
balgaduras, y que se opone al paso de su vía un río peligroso de todo tiempo.
El; temperame·nto de este lugar aun es más nocivo é intolerable que el de los
advertidos, por que es con más de calor y de humedad, con que se hace
menos grata la residencia de su vivienda; su trato el del cacao únicamente.
Son sus familias diez y seis, y por el producto de semejante vecindad sesenta
y cuatro el número de ha·b itadores. Su Yglesia parroquial pobre y estrecha
no hace ventaja á las que habemos referido.
Desde este lugar de Santa Lucía Malacatán se deshace el viage por la
propia senda que hemos descrito, hasta el de la cabecera, para poder visitar
otros lugares que yace·n situados á diferente rumbo, sin que se pueda cortar
por cordilleras y barra·ncas impertransibles, con que ya vuelto el ministro ó
ministros. al pueblo de San Pedro Sacatepéquez, desde este convento se va
á su pueblo adyacente de San Antonio Sacatepéquez, que está situado á la
distancia de solas dos leguas de camino, mas este barrancoso y de precipicios
pendientes, le hace más dete·nido por la pausa y tiempo de ·que necesitan sus
progresores. El temperamento de este lugar es frío y húmedo y su cielo me-
lancólico por ser ocupada la región intermedia de espesísimas y continuas
nieblas; por cuya causa los religiosos que allí administran padecen frecuen-
tes dolores de cabeza. Su vecindad de miserable y corto padrón, no pasa de
diez y nueve familias, que produce·n el número de treinta y seis habitadores,
y su parroquial Yglesia aun es mejor que las demás que hemos apuntado en
el material de su .fábrica, por que la caja está compuesta de adobes, aunque
la cubierta es paj:za. ·El trato de los mames de este lugar es en solo trigo
y maíz, que su recambio los abastece y los provee de todas las cosas. De este
189
lugar de San Antonio se hace jornada al pueblo de San Cristóbal, y ·S U camino
de cuatro leguas es de malísima y trabajosa prueba; y su vecindad es más
numerosa y l!ena que las antecedentes, por que su padró·n espiritual se numera
por de treinta y cuatro familias y 1su correspondencia ·se compone de dento
y treinta y ·seis habitadores. Tiene el temperamento frío, húmedo y nebuloso;
la Yglesia como Ias otras de bajareque y la cubierta pajiza. El trato é inteli-
gencia de sus vecinos es solo en lo que les produce·n las sementeras y milpas
de maíz, sin otro trato que !es ayude; si bien este pueblo y los demás que
quedan descritos, y el que después anotaremos, también se ayudan en mucho
mo<lo ·con los hHados y tejidos de algodón, mantas que llaman sacatepéquez,
\
en que le pagan los tributos al rey, y á los Corregidores los repartimientos de
algodones que en todos los pueblos hacen, así de este Corregimiento de
Quezaltenango, como de los de Totonicapa, T1ec•pán Atitlán, Atitlán y Par-
t:do de Verapaz, que en todo·s ellos se reduce á especial y conocido aprovecha-
miento de los pueblos semejante repartimiento, á que persuaden estas razo-
nes. Débese a·cerca de la general util:dad <le estos indfos, considerar que
siendo estas vedndades falta.s por la mayor parte de comercio y comunica-
cíón, y á un estravío de los caminos reales que dejan por estar apartadas de
ellos de percibir lo·s fletes y portages de sus cabalgaduras, y el recambio y
venta de sus maíces, frizoles, gallinas y otros frutos, y que están enseñados
é instruidos desde el tiempo de su gentilidad á estas manufacturas de hilados
y tejidos de algodón, y que por esta habituación y lo demás que se dice, ne-
cesitan de recibir de los Corregidores semejantes repartimientos.
Y por que siendo las tierras de la sierra de temperamento frío, no lle-
van el fruto del algo<lón y en todos éstos se carece de semejante provisión,
que siendo este hilo del que se v~sten todos los indios, de semejantes repar-
timientos se abastecen de vestuario los varones, y las mugeres y sus misera-
bles niños, sacando de allí las mantas para camisas, calzones, tilmas ó ayates,
toa:las, huipiles, enaguas, fajas y saletes; utilizándose en mayor modo, por que
también perciben la paga de su manufactura, dándoseles por cada arroba de
hilo sesenta y ·dos reales y medio, y cuatro arrobas neta.s de algo-dón en capu-
llo, para que saquen libras las veinte y c:nco libras de hilo; pero también dan
de ·Cada ·c uatro arrobas de algodón tres mantas sacatepéquez, ó de herrera de
á cuatro telas, que llaman piernas, ó de las cuatro arrobas de algodón diez
pujatillos de á cuatro piernas, telas cortas y angostas corno paties, dándoles
por cada fardo ó cuatro arrobas un real de la manufactura, y esto por que les
quedan ahorras las tres arrobas de algodón, y para esta semejante obra basta
y grosera se les dá el plazo' de seis meses desde el recibo á la entrega; con
que en el término hilándolo y vendiéndolo muchas veces y recambiándolo
á mer.caderes de ·Goathemala é indios de la costa, consigu:en grande y conocido
logro, á que se agrega el consumo numeroso de esteras ó petates que ellos
venden á los Corregidore.s para arpillage de esta ropa, y los fletes de sus
transportes de unas partes á otras, con que sin este beneficio es cierto que
perecerían. Y ·siendo :Corregidor del partido de Totonicapa el Veedor Pedro
López Ramales en ocasión que valía el fardo de algodón por precio de diez
190
,
192
en las Audiencias ni tr:bunales, ni menos les faltaba sabiduría y letras para
si hubiese en qué reparar por razón de esceso en · aquellos capitanes y solda-
dos no lo hicieran como Ministros· doctos del Evangelio, y sobre ello hubieran
recurrido al real Consejo con sus quejas, si por su predicación no tuviera efec-
to la enmienda de las culpas de que alguno los carga por mancharlos y dar
con la a·c rimonia y tinta colorada de ·SUS escritos mucho mal'ge·n á la emula-
ción estrangera para que esparcieran que la· causa y motivo de !a conquista
de las Yndias era la codicia del oro y plata que en ellas ha:bía, como si antes
de descubrirlas pudieran saber · que en el!as habían tesoros, cua·n do aun se
dudaba contra el parecer y opinión de Colón que hubiese semejantes tierras,
negadas por la opinión de santos ·Padres que las juzgaban si las hu-
biese por inút:les 6 infructuosas é inhabitables juntamente, por la razón
de estar en situación debajo de la tórrida zona.
Y ·cuando Fray Juan de Zambrano no hubiera pasado á la conquista de
las islas de Cuba y de las demás e·n compañía de Diego Velásquez·, y Fr. Bar-
to!omé de Olmedo á la de México ·Con Don Fernando Cortés, como lo uno y
otro lo testiCcan tantos graves autores, (StJ •sin la licencia espresa del Empera-
' dor 'Y siendo así que importaría •que éstos con su predicación y su eficacia santa
consiguieron tan alto intento, ¿cuál es el defecto ó el demérito y deservicio
que en ello hicieron á Dios y al rey, para no quererles permitir la mucha y
primaria gloria que por acción tan grata y tan loable se !es debe?, fuera de
que ·s e verifica haber pasado á esta santa empresa con el gratísimo be·neplá-
c~to del ''Emperador, con un especial decreto en que mandaba al General de
la religión, que enviase á lo d.el Perú otros veinte y cuatro religiosos, -en ·que
supone qu~ ya habían pasado otro.s y que de ello 1era sabedora su rea.J com-
prensión, y en esta ocasió.n que referimos fué el .superior de aquella utilísima
misión el V. Fr. Francisco de BobaidiHa, y ·muy señalados en ella Fr. Antonio
Bravo á ~uien dieron el pronombre del Apósto' , Fr., Melchor del Castillo,
Fr. Matías Vilches, Fr., Gaspar de Torres, Fr. Melchor Fernández , Fr. M ' guel
de O,renes, Fr. Pedro Arcabucero y otros no menos ilustres varones de aquella
relig~ón que se señalaron en la predicación y fundación de doctrinas y con-
ventos, con árqua.s fatigas y con preciosos y continuos sudores .
. Y si.bien como e·n otra parte hemos asentado Fr. Bartolomé de Olmedo
no pasó á lo de Goathemala, como aparece del original borrador de Berna!
Díaz del Castillo que para en mi poder, del mismo autor parece de muchos
capítulos de su histor:a, lo que este venerable varón ejercitó en México con
apostólico c•elo·; á cuya evidente prueba de testigo ocular, se agrega lo que d:ce
Leonardo Argensola por .estas palabras: <82 > Fué Fernando Cortés General de
fa tercera Armada en la .empresa de Yucatán,- 'salió de la Fernandina oon su
armada, llegó á Cozumel, derribó los ídolos y erigió altares. Salló en un gran
pueblo de Tabasco, .hizo allí una procesión. en presencia de muchos indios,
. .
(81) Corrol Top d e Ralig. R:el.-Argensol Annal.-Be rnal Díaz del Cutillo por todo.-Cala nb Cron. Maralizada,
y otros.
(82) Argensol, Libro 19 Annal.
193
llegó á San Juan de Ulúa y en otros lugares, mandó también derribar ídolos
y ·en su lugar levantar altares; obra lo mismo en los Tlascalfecas y les hizo
exortaciones contra la brutalidad de sus adoraciones y sacrificios, y en todo
esto tuvo á su lado un religioso Mercedario que se llamó Fr. Bartolomé de
Olmedo,- y como queda ya notado en otra parte, fué el primero que levantó
alfar á Dios en aquel reino, dijo la primera misa y levantó el estandarte de la •
Cruz y predicó el Evangelio.--Con que no será fácil ·negarles con tantos apo-
yos la gloria que se merece esta religión, aunque pasasen por el motivo de su
instituto de redimir cautivos; pues de su jornada á estas partes cumplieron
dos veces con la observancia del cuarto voto. Una atesorando la limosna para
sacar los cautivos cristianos de la tiranía de los moros, y otra sacando á los
miserables indios de. este Occidente de la esclavitud del demonio.
En la parte del Perú cuanto valió su asistencia y santa predicación,
viniendo á aquellos reinos con orden de Fr. Benedicto Safo.nt, General de
fa orden de la Merced por el año de 1526, <s 3 > con grata aceptación que de esta
misión de muchos religiosos hizo el Emperador Carlos V; señalándose mucho
en Lima, Teragua, 1Barbacoas, Panamá y Veraguas con su predicación y gran-
de actividad en ·e l paso de unas provincias á otras, no contiguas sino distantes
mucho y con grandes impedimentos de ríos, esteros, travesías de mar y mu-
cha:s ciénagas y atolladero·s, sin lo que era aspereza de montañas y de intra-
tables arcabucos, fundando y estableciendo en aquellas partes de consen-
timiento y permiso del rey, doctrinas y conventos, cuya cédula del rey Feli-
pe 11, con inserción de la del Emperador, se despachó en Toledo á 24 de Di-
ciembre de 1559, y en su virtud se ven fundados en aquellas partes muchos
é ins'.gnes conventos de las provincias de Lima, Cuzco, Quito, ChiJ.e y Tucu-
mán, siendo las que proponemos y apuntamos provincias muy ilustres con mu-
chos maravillosos conventos de tanta antigüedad cuanto es la de la conquista
y reducción de aquella parte de este occidente.
Pero por fo que m :ra á este reíno de ·Goathemala, siendo [os clérigos
Juan Godínez y otros que hemos referido los que ·sembraron en estas provin-
cias las s·emillas del Santo Evangelio, en cuanto á religiones la primera que
fundó en la ciudad de Santiago de los Caballeros de ·Guatemala, fué la de
N. Señora de la Merced por el año de 1538, á instancia del Ylustre y Rev.
Obispo O.on Francisco Marroquín, de ilustre memoria, viniendo á ello desde
México los Padres Fr. Marcos ·Pérez Dardón, Fr. Juan de Zambrana y Fr.
Pedro de Barrientos, de donde se fueron estendiendo sus conventos y fun-
daciones por toda la parte .de la Sierra y las provincias de S. Salvador, San
Miguel, Honduras y Chiapa. Y en esta de Goathemala Fr. Juan de Zambrana
fué á quien se debe la fundación, como parece de carta de Cabildo, justicia
y regimiento escrita al rey y espresaremos adelante. Y cuando los religiosos
de Santo Domingo llegaron á Ciudad real, hallaron allí convento de N. Señora
de ia Merced, como lo dice el analista de la religión Dominicana, espresando
194
que allí no tenían ,convento !os de su religión, por estas palabras: (84) De la
iglesia se fueron á una casa que Fr. Jordán de Piamonte había buscado, y era
la de un vecino honr:ado que se decia Diego Martín. Teníala el religioso com-
r11esfa y aderezada en forma de convento, para que los padres no la estraña-
.~en. Oratorio en que se dijesen las horas y se celebrase el oficio divillo, com-
puesto con altar é imágenes,- refectorio con askntos, mesas y mante!es, loza
y vasijas para beber,- en una sala estaban todas las camas, y en otro aposento
aparte todo recaudo para lqs enfermos. Esto fué en orden á que fos religiosos
de Santo Domingo por el año de 1545, á 12 de Marzo, que fué el día en que hi-
cieron su entrada, no tenían convento en Ciudad real. Y acerca de qu~ la re-
ligión Mercedaria le tenía desde el año de 1538, que había fundado Fr. Pedro
de Barr~entos en Ciudad real, parece de un cuaderno del archivo Mercedario
de GoathemaJa, y lo asegura 1el propio autor Dominicano, y acerca de esto
dice: Los padres de Nuestra Señora de la Merced, tenían á la sazón con-
vento en Ciudad-real, vivían en él cuatro religiosos con su prelado, que era.
el Padre Fr. Marcos Pérez Dardón,- <s 5 1 y prosigue por todo el no. 2. haciendo
relación de lo atemorizados que :tenía á estos religiosos Mercedarios el reveren-
do Obispo Don Fr. Bartolomé de las Casas, y como á su llegada de este Prela-
do é,stuvieron para desamparar su convento, y prosigue acerca del hospedaje
que hicieron los religiosos Mefcedarios á los Dominicos, diciendo : se estrecha·
ron todo lo posible y dejaran la ,ma)'Or parte de la casa desocupada para hos-
pedar á los religiosos, y por prenda recibieron en ella al Padre Fr. Alonso de
la Cruz, que se adelantó oon el padre Fr. Domingo de Medinilla, y llegó muy
malo, y los padres d·e la Merced lo curaron con gran caridad y con mu che,
regalo, y ·en breve convaleció.~Con que me parece queda probada b primacía
y antelación de esta religión en muchos modos, y en otras partes y lo mucho
que en servicio de las dos Majestades han trabajado en esta9 Yndias.
Pero por que aun nos resta que proponer acerca de esto, séano:;. licito
el estender algo más este discurso, pues por lo que mira á la parte 01iental
de e,sta región americana en la provincia de Nequechesi, que es Nicaragua,
se sabe de cierto y no se puede negar por la pasión, que en todo lo más de
aquella parte, esta sagrada religión, como Apóstoles de ella, introdujeren. sus
religiosos · á la predicación del Santo Evangelio, con el resguardo de núestras
armas castellanas, sin el cual jamás podrán conseguirse semejante'.'> reduc-
ciones de provinc:a·s de indios, por que aunque dan á entender que vfan~n
á la prédica del Santo Evangelio, es necesario pensar que no es sino gra~geá¡
por este medio las buj,erías de Casti:lla que les dan los religiosos, y viéndos1e
sin presidio, escolta ,ni población de españoles, se vuelven con la propia fa·-
cilidad á los errores de sus montañas y arcabucos. Muistralo la esperienc:a
de muchas veces y tantos años, que es la más fuerte y valiente prueba, para
persuadirse que es menester que sean primero del rey como medio especial
De las cosas notables que en lo natural y material hay en este pertido y Corregi-
miento de Quezaltenango.
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muchas veces enmascarándose con la capa de la virtud, asistencia á los tem-
plos y otros públicos ejercicios, por donde acreditándose con fa piedad y sen-
cillez de los nobles, consiguen entrada en las casas principales para el socorro,
y sin estas tantas terceras y beatas, sin otro oficio que andar estaciones y el
rosario en la mano, corruptela é' hipocresía aplaudida de simples, que tiene
perdida fa república, y en que reparan poco las justic:as, que ó disimulan ó
no conocen este maldito abus·o . Mejor era San Pab~o y trabajaba por sí para
lo que necesitaba; dícelo el mismo santo Apóstol.-Ad ea qui mi hi opus eranf,
et hísqui mecunt sunt mínístraberunt manui·s te.
CAPITULO XVI
De la injusta y sangrienta guerra que los Señores del Quiché hicieron á Lahuh-
quieh, Señor de los Mame5, y la ocasión que para ella tuvieron.
202
so de las provincias de Goathemala. Pero Lahuhquieh, escarmentado y adver·
tido, desde aquel punto de su reciente fundación de Ja sierra, trescientos años
antes de nuestra llegada á estas partes, t~ató de levantar fortalezas, abrir
fosos y erigir muros y defensas, que hoy manifiestan el crédito y poder de
sus .s eñores, que ya por unos, ya por otros en los confines y fronteras de
unos reinos y otros dominios se fabricaban á la opugnación 'Y defensa de
sus países, viéndose hoy estas máquinas opuestas unas á otras, por donde
más claramente se reconoce·n los límites de cada uno.
CAPITULO XVII
Del estado de las cosas de Goathemala y sus provi~as, que dieron motivo con
su asonada á grande y ejemplar resolución del rey.
MARGINALES.-El tiempo del gobierno del Licenciado Cerrato, y del Dr. Quezada cs
grato y feliz a las provincias. - M údase el gobierno y con él la tranquilidad de la
paz. - Hácese aborrecible desde el principio el Lic. Landecho. - Vénse en el sire
globos de fuego que destruyeron algunos pueblos.-Declárase adverso a la miserable
generación de los indios y tnclinado a recibir. - Tiene modo para tratar y contratar
con el dinero del Rey. - Amistado con el Dr. Mexía, hace desdén de los demás
Oidores y atrae a la amistad de ambos a los oficiales del Rey. - El Dr. Mexia se
hace odioso a los Obispos y a la vecindad. - lnficciónase a su ejempw el demás
resto de los ministros. - Parece entre todos loable el Lic. Jofse de Loayza. - El
Presidente Landecho quiere que la ciudad de Goathemala jure en su información de
abono pero el Consejo y la ciudad se escusa. - Temía el Cabildo el que quisiese el
Presidente se abonase al Dr. M exía, contra quien había antes informado al Rey. -
Estuvo el Obispo Marroquín para ir a España contra estos, Presidente y Oidor.
204
este reino, tratando con indecoro y poca reverencia sus personas, no siendo
menos desafecto á c~érigos y religiosos de su tiempo ; mas todo á fin y con la
máxima especial de que le regalasen y atendiesen, juzgándolos opulentos y
enriquecido·s ¡ provocándolos con molestias y malas obras á semejantes em-
juages y cohechos, por que consideraba que como M inistros de indios, serían
depositar:os y poseedores del oro .y plata de que se discurría eran dueños los
naturales de los pueblos que administraban. <02 > Mas como las dolencias de la
cabeza recaen y amancillan los demás miembros, así en este cuerpo místico
de aqueHa Audi.encia, parec~eron en breve ministros de tinieblas y confusión,
bien que entre todos así como el •Licdo. Jorge de Loaiza, descollaba y sobresa-
lía en la verdad y en la justicia, el Dr. Anto·nio Mexía hacía ventaja á los de-
más en el orgullo y la viveza, y como nave sin timón se veía correr á cada uno
por rumbos diversos y muy distantes de la razón y los aciertos ; y en este
tiempo no había máxima ó albitrio que se intentase que no se consiguiese á
la eficacia y el poder de la ·negociación y el interés; y así h>s encomenderos
por este medio y buena maña, ministrándole asistencias y regalos, hizo crecer
de punto la tasación de los tributos, en que los indios en común recibieron
agravio y vejación¡ siendo aun mayor y más pesado el yugo y sobrecarga para
los propios indios miserables, el que en los Corregidores instituídos por el
Presidente Serrato sobrellevaban; por que estos como astutos y mañosos ,
sobrecojido el Presidente, le acallaban á él y ensordecían á su ministro para
que fuesen espaldas á sus son·s acas, repartimientos y á veces dup!icados tri-
butos y servicios, en cuyo yugo y opresión gemían los indios inconso!ables.
O ! y como los ministros ambiciosos ·son peste de los pueblos que aniquilan,
·y corruptela infausta de las loables costumbres.
En la proEja esfera de seis años, que siempre parecen largos los tiem-
pos infelices, había logrado la mañosa disposición del Presidente ·L andecho
considerable suma de caudal, y alentado de la riqueza y del sé.:¡uito numeroso
que la atendía, y obsequiaba y que le regalaban con frecuencia , por que le
necesitaban en mucho modo para solapa de sus corrompidas cost~mbres,
llegó á pensar sería en la presidencia muy durab!e, por que nu había quien
escribiese al rey sus desmane·s y sus desórdenes, y por esto traía continua
vigilancia en el despacho de los correos, mas no por eso pudo cerrar todas
las vías á los despacho·s que con astusia salieron para el ·real Consejo de Yn-
dias ¡ y en esta creencia no dejaba á veces la conciencia de latirlc temoresa,
por que el gobernador injusto bien manda, bien tiraniz.a; pero bien teme. <93 1
Y así intentando rece:oso hacer una información de abono pa.-:1. remitirla al
real Consejo por que ya se avisaba de la corte los malos créditos con que co-
rría su nombre, y gustando que jurasen en ella los alcaldes ordinarios y regi-
dores de la ciudad de Goathemala, el Cabildo, justicia y regimiento en el con-
greso ordinario del día viernes 22 de Odubre del año de 1562, determinó,
no peco cauto, y advertido, y simu!ando ·SU intención: qae SFÁ Se1íoría no
presente por testígos á s'us Alcaldes y Regidores, y qae los reserve para mejor
ocasión. Temía el Cabildo en este punto que el Presidente no quisiese abonar
la per·s ona de su oidor Dr. Antonio Mexía y que en su crédito jurase la ciu-
205
dad, por que esto no podría hacerlo; confra cuyo contrario é intolerable pro-
c.cner ya había informado á la Magestad del rey, siéndole sus acciones y sus
costumbres en mucho modo aborrecibles y mucho más para el a~tísimo con-
cepto del V. Obispo Ma~roquín, que como más inmediato y á la vista. iecíbía
de este mini~tro imponderables desazones, poniéndole en celo de 'partir á
España en contra suya y del Presidente Landecho, ·sólo á fin de descargar
su ·conciencia, sucediendo este propósito del Rev. Obispo por el año de 1560; (94 1
• J ' • •
y para ~llo e~ Cabildo. le confería ,sus ;poderes y los generales del R.ei~ci. Y
así por su acuerdo del Cabildo ordinario del día viernes 11 de Octµbre de
1560, dice: qu.e ,acerca del P~ocurador para España,' se le haga' saber lo acor-
dado á la Provincia de Nicaragua y al Tesarero Pedro V1eneg.as de los Ríos y
á 9onzalo .M exía. Eran estos ProcuradÓres de aquella principalísim~ é im-
portante República. Y enviados á llamar por el Cabildo y habiendo venido
se les hizo saber por: el Se~or Alonso Gutiérrez. de Monzón, Regidor, la de.ter-
minación de dicho Cabildo, y la ida á España del Sr. Obispo· de esta ciudad y
al efecto que va, y todo lo acordado por dicho_, Cabildo, y respondieron estaban
en .eUo, y que lo hiciesen .sab~r á dicha Provincia, y que ellos entendían irse
presto y dalles <Je ello noticia. Mas co'mo quiera que estos disturbios se acre-
centase~ á mayores enconos cada día, no's e~ precís~ el terminarlos 'e n el si-
guiente capítulo.
CAPITULO XVIII
206
pensamientos, juzgando no sin motivo, á causa de la retardación de los avisos
de España, que eran sus males sin remedio; mas sin embargo le daban tre-
guas largas al sufrimiento, por que es cosa alabada de los sabios. esperar la
oportunidad de los tiempos, y que es mejor doblarse que romperse. Había
sido recibido en Cabildo ·de 5 de Febrero del año de 1558, . <95 l por Regidor
perpetuo de la ciudad de Guatemala, Antonio de Rosales, de espíritu belicoso
é incogitable en sus resoluciones; de donde desde antes al:ado con el Pre-
sidente Juan Núñez Landecho y co·n el Dr. Ant~nio Mexía, por este arcaduz
bien conocido les eran ma·nifiestas las máximas y movimientos del Cabildo,
que no ocultánd_osele estas cautelosas industrias, hizo aporrecible al Rosales,
como se manifestó después muy ~laramente en el tiempo de la 'visita á que
fué .epviada la grande rectitud y justo cefo del Lícdo. Frandsc9 Briceño.
Pero a~endiéndose al eficaz réme~io de tantos males, por la obligación
del ·Cabildo, junto este cuerpo en la sala ordinaria de su Ayuntamiento, el
viernes 11 de Octubre de 1560, (!Hl) determinó dar sus poderes para España al
V. Lkdo. Don Francisco Marroquín, Obispo de la Santa Yglesia de Goathema-
la, y nom}?rnrle por su Procurador general para ante la Magestad del rey, sien-
do Alcaldes ordinarios, para aquel año Alonso Hidalgo,~y Alvaro de Paz; pero
sucediéndoles en el oficio el Licdo. Don iuan Francisco de. la Cueva y Pedro
Doyid 1en el año de 1561, estos mirando el cumplímíe~to de su obligación en
virtud de Real Cédula que lo ordena, dieron memoria, nómina y lista al Presi-
. dente Juan Núñez Landecho de .ios conqu:stadores y doncellas pobres, para que
lo.s so.corriese con porciones <l1estinadas á este fin de Ayudas de costa; <97 ¡ pero
el Presidente apasionado á su val;do el Dr. Mexía, las repartió á su arbitrio
á personas bien, indecentes. Este desaire é injusticia movió al Cabildo. de
nuevo al nombramiento de Procurador general para España, mas discurrien-
do que las materias fuesen más dijeridas y la justificación más radicada,
se -determinó en el Cabi~do de 30 de Abril de ~561, <08 > el capitular al Dr. An-
tonio Mexía, Oidor ·de !a Real Audiencia, confiriendo con el Abogado del
Ayunta~iento los capítulos que se le habían de poner, á que agregar.o n otros
no .menos graves que en ocasión que se tratab a de este efecto llegaban á co-
yunt_ura de la ciudad de San Salvador. <00 l Y en esta ocasión, poco después
en.el c;abildo extraordin~rio del día jueves 29 de Mayo de 1561, U?0> acordó el
Cabildo: que se le dé. poder á Pedro d•e .Salazar, Procurador Sindico, para qne
pueda seguir y fenecer los pleitos contr;a el Dr. Mexia, Oidor, y para que
Plf:eda poner demanda de capí(ulos y falle civil y .criminalmente, y ratificando
todo lo que dicho Pe<iro de Salazar cerca de lo susodicho tiene hecho. Dié-
r~mle por acompañados po.r diputación á Francisco López y Francisco del Valle
Marroquín, Regidores .
. .· . Contestadas y probadas estas demandas y capítulos en bastante forma,
en el propio Tr~buna~ de l~ Audiencia, de donde nació el sep,ararse el Presi-
dente de los Oidores, pasó el Cabildo en el congreso del día 10 de Junio de
1561, á proponer al Presidente otros sujetos de que P.u diese escojer .á su arb:-
207
trio los procuradore·s para .España, siendo los propuestos el V. Obispo Marro-
quín, Diego de Vibar, Alguacil mayor de la ciudad, Francisco del Valle Marro-
quín, Regidor de ella, Nicolás ·López de Yrarraza, Alguacil mayor de la Au-
diencia de los Confine·s, Diego de Robledo, Secretario de ·Cámara y gobierno,
Juan Vásquez Coronado, Don Felipe de Mendoza •Gascón de Herrera, en y
que· parece que el 1Capildo simulaba par·a con el Presidente, ó que sin duda·
por entonces no había llegado con él á rompimiento, ·si bien para con este
Gobernador no quiso declararse apasionado, como ni contra otro alguno se
ha demostrado hasta hoy.
El Presidente ·devolvió el nombramiento propuesto á la propia regalía
del Cabildo mostrándose agradecido, y escusándose los más de ellos, queda-
ron conferidos los poderes á Francisco del Valle Marroquín, Regidor de la ciu-
dad y hermano del Revo. Obispo, quien por no dejar en las tormentas y des-
consuelo á su rebaño, como buen Padre y !Pastor que nunca como otros volvió
la espalda dejando su rebaño en los trabajos, des'.·stió de la propuesta jor·nada,
y por que Dios y el rey que siempre velan en beneficio de sus súbditos, pro-
veyeron prestamente con el remedio conveniente, enviando por visitador de
la Audiencia del Licdo. Briceño, y Juez de residenc:a del ·Licdo. Landecho por
cédula dada en Aranjuez el 30 de Mayo de 1563, <101 > cogiendo este inopinado
suceso al Pres:dente con sobresalto y grat?- pavor el día 12 de Febrero del año
de 1565, que fu·é el de la entrada de este circunspecto y gran Ministro. Por
que asegura la simple tradición del proceder .arcano y sigiloso con que supo .
portarse en este caso, que caminó disimulado y muy oculto al conocimiento de
la·s personas, sin otra comitiva ni otro fausto que el Escribano que traía, dos
criados suyos y un indio tayacán (esto es de guía) y otro que como arriero
le conducía en dos mulas la carga de su cama y vestuario; grande ejemplar
de Ministros que como claro esplendor de la toga se nos propone á la me-
moria'. De esta manera, llegado á Goathemala, fué aposentarse al convento
de Nuestra .Señora de la
Merced, con nombre desconocido y solo declarado
el propio bajo de ·sigilo al Prelado ordinario; pero saliendo á lo público en
hábi'to de color como una persona pasa.g era y llegándose á las conversaciones
y corr:os de personas seculares y eclesiásticas, se hizo capaz de muchas cosas,
sucediendo algunas dentro del término de quince días que estuvo así disimu-
lado, como instruido en grande escuela, ·asistiendo mucho t'.empo al Obispo
de Cuenca, siendo Presidente de la·Real Chancillería de Valladolid, y después
ocupado algunos Corregimientos del Estado de Medina Sidonia, de cuyas
esperienc' as venía instruido en admirable y escele·nte práctica, como de
Oidor de la Real Audiencia de Santa Fé de Bogotá en tiempos bien revuel-
tos, con ·el .Licdo. Montaño. Venía bien enseñado al disimulo, y después pa-
sando á España con licencia del rey, y después pasa·ndo por medio de las
órdenes al estado eclesiástico, se le mandó venir á Goathemala.
Pero después del término apuntado en que por sí mismo pudo haber
visto muchas cosas y examinado muchas más, salió de fa ciudad de Goa-
themala para el pueblo de Petapa, que es á seis .leguas de acomodada distancia,
y de ahí hizo aviso á la dudad de ·SU llegada. Debe entenderse que le escribió
á la Audiencia ó Real Acuerdo, quien había de recibirle y reconocerle por Vi-
208
sitador de s.us Mi·nistros; mas estos muy calados en el concepto de que no
vin:endo más que como Visitador, no debía recibirle en la forma acostum-
brada, ni menos enviarle Oidor comisario al camino á que viniese convoyán-
dole. Mas á este tiempo los Alcaldes ordinarios, juntando su Cabildo, hicie-
ron aprestar ligeramente su jor·nada, saliendo en .forma al apuntado pueblo
de Petapa, ó fuese demostración del gozo con que le habían esperado y reci-
. bían, ó por que la Audienc.:a, dudando en entregarle el gobierno, la ciudad
pronta á la obediencia de los reales rescriptos, quiso anticipar su rendimiento
al recibirle, aun con estraño modo é inusitada ceremonia, ó por que sin duda,
y es lo más cierto, no trayendo otro título que el de Gobernador y Capitán Ge-
neral, la Real Audiencia se quiso contener á rec:birle; mas este nuevo Ma-
iistrado, prudente y advertido, dió á entender con el propio tenor y especial
cláusula de la Real ·Cédula, que Su Majestad mandaba á la ciudad le recibiese
por su especial Gobernador y Capitá-n General; mas no bastando estos mo-
tivos para acallar y contener á los oidores, hizo llamar al pueblo de Petapa
al escribano de Cámara, Diego_de Robledo, que ·sacase un testimonio de la
Real Cédula en que su Majestad mandaba que la Real Aud:encia se mudase
á Pa·namá. <102 1 Así brevemente y .sin mucho ·aparato ni más pompa que el
acompañamiento del Cabildo de la ciudad, hizo su entrada en ella el día
apu-ntado, desde el cual no distó muchos en poner. preso en su casa ·al Presi·
dente Landecho, con ·suficientes guardias, y mandando salir á los oidores para
diversas partes, de donde el Dr. Antonio Mexía partió secretamente huyendo
para España.
Pero á muy poco tiempo de dar principio á las aver:.guaciones de la
causa del Presidente L:cdo. Juan .Núñez Landecho, antes de fenecerlas, por
grave cargo que resultaba, se v'.ó multado en cantidad de treinta mil ducados,
de cuyas muestras no satisfecho el miserable Presidente, y discurriendo. peores
fnes de aquel' os agrios principios, no contemplando solo en la est:rpación
que amagaba á su tesoro, pero e·n la amarga esperanza de su vida, y de su
honra, ó bien cohechando á los guardas, ó acaso muy mañoso ó muy disimu-
lado, echando voz de enfermedad que le aquejaba, se negó á las visitas y fa.
miliares, con que mientras corría este pretesto en la aceptación común, to·
mando postas y caminando desconocido, se acercó á nuestros puertos del Nor-
te, :donde ·embarcado en uno de ellos en un barquillo mal seguro que pade-
ciendo temporal por lo que entonces esperimentaron var'.os naufragios y
desdicha·s, se hizo creíb~e ó habérselo tragado el mar ó que aportando á tie·
rra de infieles .le sacrificaron á sus fantasmas y le comieron, por que jamás
hubo ·n oticia de este infeliz y mal advertido Presidente. Dejó el mucho cau-
dal que había adquirido en .confianz·a de muchas personas de Goathemala;
pero el visitador Francisco Brkeño que no omitía diligencia que fuese del car-
go de su instituto y atento á descargar su conciencia y hacer que el reo no
meno·s diese satisfacción á la suya, con públicas y generales censuras hizo
parecer considerables cauda~es que por reintegro y restitución hizo aplicar
209
al haber real y á muchas de las personas que probaron el despojo que se les
hizo de otras sumas, y siendo multados los oidores los h'.zo retirar á Panamá
para que según la voluntad del rey fundasen allí la Audiencia. No le fal-
taron á este justísimo Gobernador sus desazones, como veremos después en
cuatro años que gobernó.
CAPITULO XIX
211
también en Valladolid, se le concede facultad á esta Real Audiencia para nom-
brar Alguacil mayor de ella, y fué el primero para este nombramie·n to Nicolás
López Yrarraza, que después como los demás oficios fué vendible, y en au-
sencia <le los propietarios nombraban la persona que los servía los Presiden-
tes, y ·hoy está vaco, sin sugeto que le sirva, ni por interino nombrado, por es-
tar así ordenado por el real consejo, y así por la obediencia y cumplimie·nto
de estos reales rescriptos, asentando por más conveniente á la fácil ocurren-
cia de las partes, ó por la mejor calidad del temperamento ó por apartarse
más ·de los peligros de los piratas de la mar del iN orte, ó por que el lugar de
Gracias á Dios estuviese má·s poblado, por el provecho y cercanía de los mi-
nerales, asentaron la residencia del Tribunal e·n aquella ciudad, dándole cuen-
ta á la Majestad del Emperador de esta determinación y sus mot~vos, y por
su real cédula despachada en Madrid á 9 de Julio de 1546, (l0 5 ) aprueba su
Majestad este asiento, mas sin embargo, atendiendo á la poca constancia de
las cosas humanas, mandó que ·no se edificase casa hasta ver en qué paraba,
y para que fuesen más autorizadas y más respetadas sus personas y su ju-
risdicción más manifiesta se les ma·ndó por cédula dada en Guadalajara á 21
de Setiembre de 1546 años, ooo) que trajesen varas de justicia, por que ios
oidores por entonces no se diferenciaban en el trage del que ahora usa el estilo
de los letrados abogados de las Audiencias·, hasta que por cédula dada en
Tormes á 23 del mes de .Mayo de 1581 años, 1101 > s·e les mandó traer ropas tafa-
res, como antes se había usado para mover respeto.
Pero así asentada y establecida la Real Audiencia y Chancillería de los
Confines, en que por la corruptela de los tiempos y las costumbres, era tan
necesario como natural que hubiese malcontentos, sobre el remedio de sus
escesos y la dificultad de conseguir sus conve·niencias, en que no descuidaban
los nuevos ministros sobre entablar las suyas, ellos moviéndose por estos fines
á gran discordia entre sí mismos, por amparar sus grangerías y las de sus
parciales, daban la causa á los efectos particulares, en que emulándose los
vecinos ·de aquella república de Gracias á Dios y otra·s de las demás provin-
cias sujetas á la jurisdicción de la Audiencia, en que no menos que las otras
que representaron sus quejas al consejo, la dudad de Goathemala, sino pro-
puso sent'mientos al menos alegaba que ·siendo la ciudad primitiva fundada
y establecida con tantos honores y privilegios, emanados de la cesárea magna-
nimidad de su Majestad, se hallaba á ciento y cuarenta leguas distante del
tribunal de la Audiencia, con atraso, menoscabo y pérdida de la importancia
de sus negocios, y con notable trabajo y ·ga·sto á sus comisarios procuradores.
Recibía por entonces el Cabildo notables descomodidades y estorc~ones con
repetidas reales provisiones que se le intimaba·n , y en especial una en que se
manda que se manifiesten los indios esclavos, á que respondió el Cabildo que
tiene suplicado de lo general de las ordenanzas reales y especialmente de fo
que toca á los esclavos, y así mismo suplica de lo que dependa de ella, como
Pero aun no fenecida del todo esta visita de la Audiencia, ó por los
informes y pedimentos de la ciudad de Guatemala, ó por lo alegado por el
nuevo Presidente con largo escrito de inconve·n ientes, así para las .rarte.>,
como para la propia conservación del Tribunal y otras cosas que se ale?,<".ban,
como el ser fa dudad de Goathemala como el ·c entro ó medio de las demás
Provincias, la Majestad del rey se sirvió de mandar al Licdo. Alonso López
Serrato por su real cédula de 16 de Junio del año de 1548, que se pasase
la audiencia á la ciudad de ·Santiago de Goathemala. Pero aun hasta el día
20 de Marzo del año de 1551, (llOJ no se vé decreto suyo pronunciado en esta
ciudad, por que hasta este día en los libros de Cabildo no se halla determina-
ción alguna que nos dé indicio de estar ya asentada en ella, sino es un reque-
rimiento del cabildo, Justicia y Regimiento que hace á su escribano, sobre
que le dé testimonio de cómo la Audiencia no quiso proveer una petic:ón que
llevaba e·n que pedían testimonio de todos los decretos que dieron á las pe-
ticiones de la ciudad de·spués que vino la dicha real Audiencia, y aun que-
riendo investigar su venida á esta ciudad de Goathemala por los instrumentos
que de reales provisiones se hallan en la real Chancillería, aun le señalan
menos tiempo de residencia en ella desde el año d 1570, que son diez y nueve
años de diferencia; mas sin duda con aquel Protocolo de la Chancillería fal-
tan muchos legajos y papeles, como ya lo tenemos asentado en el Capítulo
segundo del libro noveno de esta segunda parte , por donde quedan defrauda-
das muchas noticias. Pero lo derto es que por el año de 1551 ya estaba asen-
tada en esta ciudad, que así parece por otros papeles é instrumentos, y mu-
cho más se afirma esta certeza por la data de la real ·Cédula en Madrid á
los 14 días del mes de Diciembre de 1551 años, cui¡ por cuyo rescripto se man-
da, pareciendo más conveniente el que resida en esta ciudad, que se compre
la casa que era del Revo. Obispo D. Francisco Marroquín, sin que se toque
á la hacienda real, para el Preside·n te y Oidores, y Caja real, y que su valor
!"e pague de pen~s aplicadas para obras públicas, para cuya fábrica le había
214
donado la ciudad de Goathemala 1600 pesos ::le oro en 18 de Abril de 1544 ¡ mas
aunque la simple tradic:ón nos asegura que esta casa la donó á Su Majestad
el R. Obispo para el apuntado objeto, en contrario de esta voz pública no
parece instrumento alguno que desva·nezca su certeza, y es de creer de la
magnificencia de ánimo de este venerable Prelado, varón ve·nerable en el ejem-
p'.o y lo general de sus famosas virtudes, por que deseando el real ánimo del
Emperador, nuestro monarca español, que se edificase un hospital para la
curación de los indios, pidiendo su parecer á la Audienc¡a por cédula dada en
Madrid á 18 de Mayo de 1553, l 11 ~' el R. y piadoso Obispo, edifié,ándolo á su-
costa, lo donó á su Majestad, que le recibe en servicio y lo dota por entonces
en cantidad de mil pesos, y manda se ·nombre el Hospital real de Santiago, y
este es el hospital general donde reside la rel'.gión de San Juan de Dios. Pa-
rece todo así. por la real cédula dada en Toledo á 29 de Noviembre de 1559
años . oiaJ
Mas no constando del gobiemo del Licdo . Alonso López Serrato, que
en toda la prolija estació-n de seis años de su gobierno, corrieron hasta 17 de
Nove. de 1553, <114 > fha. de la real cédula de la Majestad del rey, en que manda
al Dr. Antonio Rodríguez de Quezada, Oidor de México, que le tomase resi-
dencia en toda la grande estensión de las Provincias hubiese mot¡vado sinsa-
bores, teniendo ejecución el rescripto desde 14 de E·nero de 1555, y quedando
el Dr. Quezada de Presidente, y muerto con brevedad, pasó la Pres¡dencia al
Licdo. Juan Núñez Landecho por cédula de 28 de Nov:embre de 1558, <115 > cuyo
nombre aborrecible y máximas degradadas, con una política de Machiavelo,
hizo su nombre memorable, obrando en todo como un ministro del infier·no ¡
pues sus acciones irregulares, siendo causa noc:va á los ·ejemplos, produjo efec-
tos formidables, ó con la simulación ó imitación en los oidores, que desmanda-
dos á muchas operaciones indece·ntes y estrañas de su instituto, conspiraron
contra el relator de la Audiencia, Mateo Martín de Aguilera, que defendía celo-
so la hacienda públic·a real, en que andaba enredado con com '. siones Gaspar de
Rosales, hijo del contador á quien atisando los Oidores, le motivaro·n á gran
desprecio contra el propuesto del delator con enemistad y odio espantable
que en su perjuicio concibió, de donde se produjeron diversas causas de que-
jas y muy graves que interpus'.eron en el real Consejo, en que no menos este
cabildo y ciudad de Goathemala, movió grande aparato de sentimiento contra
este modo de proceder de aquella Audiencia, enviando por su remedio y
moderación Procuradores generales á España, para donde también tuvo dis-
puesta su jomada el Revo. ·Obispo Don Francisco Marroquín, que veía perecer
en las cárceles y calabozos y en la incomodidad de los destierros, á sus ovejas,
embarga~os sus <bienes, ejecutadas estas acc:ones unas veces contra personas
inocentes y otras· sin ser oídos á sus descargos. Mas esta determinación del
Prelado se suspendió y quedó solo en ama·gos de la preve·nción á la jornada,
habiendo venido el iLico. Briceño con cédula despachada en Aranjuez á 30 de
Mayo ·de 1563, <116 > á tomar reside·n cia al Licdo. Landecho que ya estaba sepa-
215
rado de los Oidores por los capítulos hechos al Dr. Antonio Mexía (parece que
los tiempos se aÚernan en los semblantes y los ·humores) que no siendo solo
sus .cargos pue·stos por el Cabildo y Regimiento de Goathemala, sino por el Ca-
bildo y dudad de San Salvador, (l1 7 l y estas que le añadieron al Presidente
Landecho circunstancias de apasionado, le hicieron trágico y más que funesto
en la ocasión; ejemplos tristes y espantosos habemos visto en todos siglos,
que no hacen novedad en el presente; pues aquel en que á Landecho se le
ajustaba el proceder, puesto en presión y en estrechura miserable, aun antes
de fenecer su residencia, se vió por algún cargo que de ella se producía, mul-
tar y despojar de la suma considerable de treinta mil pesos, y huyendo de la
prisión en que estaba, tuvo su paradero desdichado en parte y en el modo
que ignoramo•s.
Mas no se oculta á la noticia y la certeza que estos desmanes y otros
muchos pusieron en cuidado á la obligación del rey y su consejo, para ocurrir
á los remedios· de estos males que exorbitantes y de mas que grande novedad
le hicieron tomar la justa y memorable resoluc'.ón (como de la inalterable
constancia del rey Felipe 11), de mandar por su real cédula de 19 de Se-
tiembre de 1563, (118 > que la Audiencia de Goathemala se pasase á Panamá,
cuyo traslado ó testimonio (de que queda dicho el motivo), se sacó por
Diego de Robledo en el pueblo de Petapa á 12 de F~br,ero de 1565,
por mandado del Presidente Lico. Briceño, y en este rescripto se manda
que quede por Gobernador de las Provincias de Goathemala, Juan Bus-
tos de Villegas, Gobe.rnador de tierra firme, en feneciendo el Lico. Brí-
ceño su visita y comisión; mas no llegando la intención de la dudad de Goa-
themala á apetecer tan rigorosa ejecución, ccmtentándose con una justa y
efectiva moderación en los Oidores y el Presidente, ó que estos al menos se
promoviesen á otra Audiencia, teniendo entonces en la corte á su Procurador
general Regid-0r Francisco del Valle Marroquín, .r ecién llegad-0 á elia por la
vuelta de Francisco Girón á Goathemala, se le dió orden para que suplicase á
Su Majestad tuviese á bien el que la Audiencia volviese á residir en esta ciudad
de Goathemala, ó que de no conseguirse esta pretensión, pidiese por Goberna-
dor de estas Provincias al Lico. Jofre de Loaiza, ·Oidor de aquella Audiencia.
Pero e·ntre tanto que esto iba á la noticia del real 'Consejo de las Yndias, que
ello se negociaba y se alegaba en su abono y volvía su determinación á este oc-
cidente, pasó y residió la Audiencia en Panamá e1 tiempo incómodo y penoso
de siete años:; por que mandándola volver su Majestad á residir á esta ciudad
de Santiago de Goathemala, por su real cédula despachada en el Escorial á 2
de Junio de 1568, 1119 > no se pudo disponer al viage ni lleg·ar á esta ciudad de
su residencia hasta el día 5 de Enero del año ·de 1570. Poniendo en posesión
de la Presidencia el Licdo. Briceño y haciéndole entrega del Gobierno al Licdo.
Antonio González, 'Oidor de la Chancillería de Granada, en quien se proveyó
la Presidencia el día 31 de Mayo de 1567, 1120 > y vinieron Oidores en la oca-
sión que referimos, el ya apuntado J ofre de ;l oaiza, Valdés· de Cárcamo y Cris-
tóbal de Azqueta, y Fiscal de la restituida Audiencia, el Lico. Arteaga, á quie-
CAPITULO XXI
De lo que la majestad del rey mandó por aquellos primeros tiempo! á favor de loe
ReligiOflOs, Y glesia y Monasterios.
Los· católicos y por eso muy poderosos reyes de España, nuestros se-
ñores, con más que grande vigilancia y fervor siempre parece que velan sin
otro cuidado que les embargue sus reales pensamientos, sobre el culto, acre-
ce·n tamiento y aseo de los Monasterios, sus moradores eclesiásticos y lo mate-
rial de los templos, no reservando cosa 'alguna al gasto de su real patrimonio
que no dediquen y donen á estos felices empleos sí dederit horno omnen subs-
tantíam domus su.e pro dilection.e, quasí nihil despíeret eam, dice el Espíritu
Santo, que dando todo por el amor del Señor, le parecerá que todo cuanto
ofreció por él ·no era nada; así después del descubrimiento de este poderosí-
simo Occidente por el amor de Dios y el aprovechamiento de los nuevos súb-
ditos, no huvo cosa á que se negase su real piedad ni que reservase para sí.
Larga materia se ofrecía acerca de su primera donación sobre que pudiéramos
discurrir para desengaño de los que apasionados no quisieron en la Majestad
del rey la Vicaría general ó real patronato de esta si apartada y distante, her-
217
mosa máquina de la América. Pero ni es de nuestro intento, ni hay en cosa
tan clara, tan justa y tan notoria para qué detenernos, sino pasar desde luego
á dar alguna luz de aquella llama de amor á la rehgión que arde inestingui-
b~e y con frecuencia en el real y piadoso pecho de estas católicas majestades.
218
culto divino y salarios de los Curas que hubieren tenido ó luvf.eren cargo de
las dichas Y glesias.-Y parece que á esta real cédula había precedido otra, por
que por el Cabildo del día 27 de 10ctubre de 1529, 1124 > se había hecho el día ci-
tado un pedimento acerca del adorno de la Yglesia y mayor aumento de mi-
nistros eclesiásticos, y·dice que el .Procurador pida á los oficiales del rey que
provea·n la tierra de ministros eclesiásticos, por no ·haber más de un capellán
que anda en la guerra, y ·ser necesario·s para dentro de la ciudad dos clérigos
por lo menos, y que protesta el ·Cabildo que de no hacerlo y abastecer la Ygle-
sia de ornamentos· de que tiene mucha necesidad, como el rey manda que se
provea, que la ciudad retendrá en sí los diezmos· para hacerlo por sí-Mandó
asimismo el Cabildo, por estar proveído por primer tesorero de la real caja
Francisco de Castellanos, que se le tomasen cuentas de la Mayordomía de la
Yglesia nombrando por s·ucesor suyo á Frandsco López. u 25 1
. Y resplandeciendo tanto el deseo de la Majestad real en el culto y aliño
de las Yglesias, cuanto en la mejor y más puntual educación de los indios,
mandó despachar su real cédula, dada por el Príncipe ·Gobernador en Valla-
dolid á los 17 de Setiembr·e de 1548, 020 > en órden á esto; y para ello los reli-
giosos sean favorecidos·, y dice: y por que como te.neis entend!do, el principal
intento de su Majestad en la provisión de esa tierra, es dar órden como los
nataral.e·s de ella, que tanto tioempo han estado sin lumbre de fé, sean indus-
triados en ella, y se salven, y el medio más provechoso que para eNo se ha
hallado es, los religiosos que con celo evangélico pasan á esas partes, y así es
justo que los dichos r.elígiosos sean ayudados y favorecidos en tan buena y
santo obra.-Pero atendiendo cuanto importaba que esta generación de los
indios, tan llenos de malicia y de cautela fuesen entendidos de nosotros, se
mandó por cédula dada en Valladolid á 7 de Junio de 1550, 1127 1 que los religio-
sos enseñen la doctrina á los indios en lengua castellana; mas esto que no
se hizo jamás, no parece tan necesario, no entendiendo ellos la lengua ca·ste-
llana, por que sería relatarlo como el papagayo, ó como si uno rezase el Ave
María en latín sin saber la Gramática. Y parece más de razón y de utilidad
á los indios lo que ahora nuevamente está ordenado, acerca de que no hablen
otro idioma generalmente, que la len•g ua española; mas esto duramente, tar-
de ó jamás se verá ejecutado, .por que de hacerse y ser ellos tan inteligentes
en esta nuestra vulgar como nosotros y los mulatos y negros, cua·~quiera clé-
rigo de los sobrados y suficientísimos en letras y virtud que hoy tiene este
Obispado pudiera entrar á admini·s trarlos, y e·s to ·no les está de buena cuenta
á los relig'.osos; pero también á estos miserables indios se seguiría el pro-
vecho de que sin necesitar de intérprete que tuercen y desfiguran sus infor-
mes, pudieran ellos por sí mismos representar sus quejas y sobrecargas.
Y por su real cédula de 9 de Abril de 1555 u 2s1 donó á los Monasterios
de ·Chiapa del orden de Santo Domingo mil pesos de oro de minas, y se le
dá facultad á Fray Pedro Ortiz para fundar conventos en la Provincia de Hon-
219
duras por r,e al cédula espedida en 11 de Mayo de 1579 años, c120¡ y otra
sobre la misma materia, cuya fha. es de 19 de Setiembre del año de 1583, y por
otra dada en Esterlín á 18 de Octubre de 1548 años, <130 l quiere la M.ajestad del
rey que los religiosos de Santo Domingo, anden por todos los pueblos que qui-
sieren y por bien tuvieren de la Provincia de Chiapa, pl"edicando y catequi-
sando á los indios, sin más licencia que la de su Prelado·, y esto sin duda pro-
cedía de aquellos pleitos y sinsabores producidos en lo de Sinacantán que
tocal."emos en la tercera parte, de que no había negligencia en i·nformar de todo
al rey por la una y otra parte¡ y para que los depósitos del cuerpo de Cristo
Señor nuestro, Sacramentado, estuviesen con la debida decencia y alumbra-
dos con aceite de olivos, y no se adulterase este debido culto, por que los o.fi-
ciales reales daban la limosna en plata acuñada, tuvo por bien librar su real
carta á los 21 de Junio de 1562 años, <131 l mandando se diese en propia ·e spe-
cie, y no olvidando ni omitiendo el socorro .de las necesidades de los religio-
sos, en especial las de los frailes de San Francisco como más pobres y más
destituidos por aquel' tiempo de capellanías y hmosnas. copiosas qué les pro-
dujesen toda la cóngrua nec·esaria, señaladamente para medicinas, de que .más
que de otra cosa estaban faltos; por cédula despachada en el Pardo á los .24
días· del mes de Octubre de 1576, les concede limosna para este piadoso
efecto. c132 l
Mas como también debía de haber algún desorden entre los religiosos,
que no todo lo que en aquellos tiempos pasaba de inquietos y criminosos in-
formes que tan frecuentemente iban al 'Consejo real de las Yndias, se d,ebe
atribuir á los pobres y miserab~es vecinos y pobladores de Chiapa, sujetos á
los tiros de un cañón de ganso para escribir con veneno sobre ellos, ama·nci-
llando y destruyendo ,su fama. Pues estando ya más asentadas y establecidas
las cosas, y los Monasterios y las Yglesias más adornadas y proveídas, te-
niendo el rey noticia de que los religiosos de la orde·n de Santo Domingo en
Chiapa, con el pretesto y socolor de edificios de Yglesias y provisión de sa-
cristías, echaban derramas en los pueblos de los indios, su Majestad contiene
este abuso y corruptela por su real cédula fha. en Lisboa á 13 de Noviembre
de 1582 años, 0 33 ¡ y este rescripto real y otro .sobre la propia costumbre en que
sin duda debían de persistir los religiosos, su fha. en Madrid á los 23 de Enero
del año de 1588, (l 34 > fueron espedidas por informes que de ello envió la Au-
diencia real al Consejo supremo de las Yndias, como de ellas mismas parece,
y en que sin duda alguna debía de haber crecido esceso; pues este tribunal lle-
gó á tener luz y certidumbre de ello. Y parece: debió la Majestad del rey de
tener algunas notic:as de lo que la miseria indefensa de los indios padece en
servicios y contr~bucíones á los conventos, como parece de las cuentas de las
CAPITULO XXII
De otras órdenes que dió la Majestad del rey después de las favorables apuntadil,
de moderación y reformación á los religio.os.
veces y por tiempo largo, con imposturas y querellas que dirigían su encono
y su veneno contra los Gober·nadores de las Provincias, los Cabildos, conquis-
tadores y el clero de que hay volúmenes crecidos de estrangeros y desafectos ,
á quienes estos religiosos dieron la sobradísima materia para cebar el polvo-
rín de sus cañones contra la fama y las acciones de la nación española, apo-
yando á los fra·n ceses y otros adversarios no solo con sus litigios y pesadas
2ll
persistencia$ en el Consejo de Yndias, sino con libros y libelos que quisieron
esparc:r por la dilatación del orbe, que l'.enaron de relaciones ·Siniestras, la am-
b:ción y los deseos apasionados de las envidias estrangeras, autorizando con
ellas sus narraciones depravadas, creídas y acreditadas de muchos estraños
y aun de no poco·s españoles. Mas estos protectores de los indios que después
ascendieron dándose ,á conocer de los consejos, á la dignidad de las· mitras
y que exaltados á ellas persistieron y se emp~earon en este fomento y amparo
de los i·ndios en que instruyeron á otros, pasó dentro de breve á ser despótico
dominio y duro yugo de los indios fomentados , que con crueldad y áspera ma-
no, tenía oprimidos á los pueblos que eran sujetos y destinados á aquella admi-
nistración eclesiástica, y aun hasta hoy dura y crece la libre y asentada domi-
nación de sus personas, tanto y e·n tanto estremo y credulidad, que para estos
son inút:les .
•. en no siendo el provincial de aqu·e lla religión, la venerable persona
del pastor, Obispo y prelado la desconocen y desestiman con irreverencia los
indios; buen testigo de estos casos que vive en estos días, es ·el R. Obispo Don
Juan de Ortega Montañez, Prelado de la Santa Yg·:esia de Mechoacán, que lo
fué de esta·s. Pues en uno de ,estos pueblos en que estaba visitando, habiendo
de celebrar confirmaciones un día festivo, en este as:gnado para ejercitar este
acto pontifical, no pareció persona alguna á recibir este Sacramento, y en
especial las que eran las principales de aquel lugar y componían su Cabildo;
pero apareciendo á la mañana del siguiente día y preguntados por este gran
Prelado, cuyo talento, alta comprensión, inmensa idea y gran literatura, con
crédito de relevantes en el concepto del real Consejo, es el mayor apoyo de
mi pluma en este caso que escribimos; de que indagando de los Alcaldes y
Regidores de aquel pueblo en donde habían estado que no asistieron á su obli-
gación de juntar el pueblo á las confirmaciones aplazadas para el día antes,
y estando sentados en un banco y con los sombreros calados, estando en píe
el R. Prelado, le respondieron que habían ido á otro pueblo á ver y dar la bien
~en'.da al 1Padre provincial, que era su obligación; pero diciéndoles el R. Obis-
po que su obl:gación era asistir al Obispo por que era su Pastor, y después de
él á su cura que estaba en su lugar, respondieron riéndose que no, que Padre
provincial su Sacerdote; de que impaciente ·é :rritado él, por sí mismo acome-
tió al uno de los 'A lcaldes y le ligó las manos é h:zo poner á la picota, siguién-
doles en la punición y justa enmienda los otros compañeros de su Cabildo. Mas
no parando ·en esto lo que este citado príncipe eclesiástico exper:mentó, en la
ocasión pasó á más claras evidencias de aquel'.a adoración y 'má's que exaltado
respeto y rendimiento de estos indios; por que camina·ndo muy de intento el
R. Obispo una jornada en compañia de'. advertido Provincial, salieron al reci-
bimiento los justicias y mayordomos de cofradías del pueblo á donde se enca-
minaban, y ,saludando al Provincial, besándole el fa'.damento y ofreciéndole á
la costumbre de su estilo ramos de flores, tomaron el camino sin hacer acata-
miento al Obispo, quien no pudo dejar de darse por entend:do de la mala edu-
cación y crianza, y del engaño en que te·nían imbuidos á los indios de sus doc-
trinas. Pero llegando al pueblo mandó al Vicario hiciese entrar dentro del
222
templo aquella gente, é. introducida en él, hizo sub'. r al púlpito á Don Manuel
de Torres Castillo, clérigo consumadísimo en lengua y gran ministro, para que
esplicase y diese á entender á aquella gente la dignidad, autoridad y superio-
ridad del Obispo y la venerac:ón y atenc~ón que debían tener á su persona,
advirtiéndoles que el Padre provincial que estaba presente ·no era superior suyo
sino de los frailes, y otras cosas que conducían á desengañarlos , de que el Pro-
vincial quedó corregido y grandemente mortificado .
Y el R. Prelado que hoy gobierna !a sede, Don Fr. Andrés de las Navas,
ha hab:do menester no pocas veces valerse de los prop:os religiosos para que
admitan sus ma·ndatos, y que para que reciban el ·s anto Sacramento de la con-
firmación, el Alcalde mayor de San Antonio Suchitepéquez, 'Don Diego de San-
tillana, á quien se quejó por su carta viniese á los pueblos de la administración
de los re'.igiosos á castigar á aqueUos ind'.os y hacerles que recibiesen aquel
Sacramento, y no me-nos á este Prelado se resis·tieron y con tenacidad y gran
proterbia desobedecieron en grande modo y con declarada osadía, unos pue-
blos del valle de Goathemala y de tal arte persistieron y se fijaron en ·no obede-
cerle en puntos doctrinales, sobre que hallando poca ayuda en el Ministro y
en sí poco vigor contra la proterbia obstinada de pueblos numerosos, díó cuenta
por su carta b ·en sentida y lamentable al ·General Don Enrique Enríquez de
Guzmán, Presidente á la sazón de esta Audiencia, que hizo advertido y pun-
tual saliese á remediar este desorden el Corregidor del Valle Don Lorenzo Mon-
túfar, quien dió asistencia en todos los pueblos que le faltaban de visitar al R .
Prelado; mas quien no dirá que á esto ayuda el mal natural, !a propensión
á lo malo, y el corto talento de los indios, y se re·sponderá que por eso es peor,
más pern:cioso y más iniquidad el instruirlos en la sin razón y en la injustic~a ,
dándoles á entender lo contrario de lo que se !es debe enseñar ; pues para
estos rústicos y groseros, 1en no siendo el Padre no vale la autoridad del -Obispo,
del Presidente, del Oidor, del Alcalde ni del Correg'dor; por que á la verdad
en estas partes de las Yndias los re'. igiosos lo son todo, llevándolos á esta creen-
cia la sujección y el casti-go, y grande ocupación en que los tienen;. verase claro
en lo que vamos á ·narrar.
Es indomable y duro el natural de los ind "os, que ·ni se rinden á los cas-
tigos ni se domestican á los halagos; su propensión á los retiros y á lo inculto
de las montaña~ es otra naturaleza, y en ellas como los brutos se aumentan
y se mantienen mejor que en los poblados; fuese al principio por sujetarlos
y tener os á raya, como dicen, ó por que quisiesen los religiosos por este lado
'Jacer lugar á su respeto, ó por que así estableciesen entre estas gentes su au-
:r·ridad, y que pensasen como quisieron establecer en lo de Ch~apa que no
i1abía en los españoles jurisdicción, á cuyo fin trajeron en continuado movi-
miento de una asperís:ma contienda á aquel Cabildo secular, 110 hac'. endo menor
persecución y pesadumbres á los clérigos, que empleados en la pred'cación
y cateqU;ismo de aque]as provincias y de otras, tuv:eron por este lado mucho
que dar y que ofre'cer á la mortificación y al propio mérito, gustando aque-
.~cs ministros religiosos de quedar solos y sin vecinos que apadrinasen su cau-
223
sa y sus trabajos. Y así en lo de Tezulutlán, que es Verapaz, y en otras partes
de lo de la Provincia de Yucatán, se entraba á predicar debajo de condic:ón,
y esta parece que declaraba más la intención suya, y el odio y la pasión que
esparció alguno entre estos Padres contra los miserables españoles, capitu-
lando que ·no habían de entrar ni pe>blar en aquellas partes en donde predi-
casen 'los castellanos, ni •se habían de dar en repartimiento los indios á espa-
ñol alguno. De esta manera y con estos modos y artes se h'.cieron atender
y quedaron absolutos, cundiendo por las demás provincias una asentada ju-
risdicción temporal de estos ministros contra los indios ignorantes, viéndose
en breve fundadas tantas cárceles cuantos pueb!os se reducían con cepos é
instrumentos de punición para el castigo, sobre que por las quejas y los cla-
mores, ó de los· indios ó acaso de los fiscales sus protectores, se libraron di-
versas provisiones que prohibiendo y enmendando aquel abuso, y no bas-
tando á la inteligencia y moderación religiosa, antes creciendo en los arbi-
trios y en el modo de castigar y de oprimir á los indios, ~ñadieron á '1os cepos
y á los azotes, el uso indecente de las tijeras con que por sus· propias y con-
sagradas manos los trasquilaban y los tusaban á panderete; y siendo nece-
sario á lo incorregible, no dándose por advertidos á los avisos y prohibiciones
de la Audiencia; esta, temiendo el llegar á romp:miento, dió cuenta al rey
de aquel desorden; por cuya noticia y por su informe la magestad del monar-
ca, mandó despa.char su real cédula e·n Segovia á 29 de Julio de 1565 años, <136 >
para que los religiosos de las órdenes en los pueblos donde administran no
tengan carcel, azotes, cepo ni tijeras, por cuyo tienor en la narrativa de este
rescripto se . puede ver que habla en orden á contener á los ministros, no de
una sola religión sino de todas, y el cumplimiento de esta y las otras que vamos
á referir, se impetró por el Cabildo celebrado en Goathemala el martes en la
tarde 18 de Noviembre de 1572 años, y en su nombre el procurador sínd:co
general Gregorio de Polanco, viendo que se había diferido su ejecución más
de seis años,
Pero creciendo más las conveniencias y el orden del rega:o y el descan-
so en estos religiosos, pasando de lo preciso á lo sup·erfluo, á título de músi-
cos y cantores de las Yglesias, se ocupaba una gran parte de los pueblos en las
caballer:zas, pesquerías, cocinas, pastorías y a·stilleros de leña del gasto ordi-
nario de los conventos y casas de visita, que ocupados en estos ejercicios y
ministerios de la supérflua y demasiada abundancia, los indios que sin sueldo
y sin jornal de su trabajo, en todo el año no atendían ni se empleaban en
conveniencia propia, quedando exhaustos y miserablemente empobrec:dos, sus
hijos y mujeres sin el recurso á sus niece·s idades y los reales tributos sin re-
caudarse y percibirse, corrían los pueb:os y las provincias á una funesta aso-
lación por el defecto de sus frutos é inteligencias, enfermando también mu- '
chos, que aunque es· naturaleza en ellos el ejercic:o de los campos, pero em-
pleados en apastar apriseos de carneros y piaras de puercos sin el necesario .
226
.
CAPITULO XXIII
Que declara como á veces los religiosos .que van á España sin licencia de sus Pre·
lados van compelidos de la necesidad y la estorción, y á causas graves .,.
muy justas.
MARGINALES.-El Maestro Fray Francisco Morcillo hace jornada a España sin licencia.
- Motiva 6U viaje el abatimiento en que los religiosos de España tenían a los india-
nos, que llaman criollos. - No los ocupaban jamás en prioratos, províncíalato, ni otra!l
prelacías, haciéndoles mantener el púlpito, cathedrale!l y confesionarios. - Informan
a el Pontífice que los criollos no eran suficientes, ni para el estudio, ni para el gobier-
no, Y que eran faltos de entendimiento. - Hacíanlos cursar los gnerales, y los tenían
ocupados con una azada en la huerta para que no aprovecharan. - Caso admirable
con que sale Dios a la defensa de los criollos. - Continúase la obción de las prelacía!l
en los de España, excluyendo de ellas a los religiosos criollos, y pasa Fray Franci:ico
Morcillo a España y Roma a este negocio. - La Ciudad de Goathemala, San Salva-
dor y San Miguel cooperan en esta pretensión. - Llega el Maestro Fray Francisco
Morcillo a Madrid y halla aceptación en el Licdo. D. Juan Chumacero, Consejero de
Indías.-Predica un sermón encomendado, en dos días en fiesta del Con!lejero Chu-
macero. - Dispone el M9 Morcillo su jornada para Roma. - Llega a aquella sagrada
Corte y besa el pie a el Pontífice Urbano VIII. - Duda y admiración del Papa. -
Suspensa y detenida la resolución de el Sumo Pontífice gasta tres audiencias en el
negocio de la alternativa. - Expede su Bula para que se observe. - Maestros, gene-
rales y vicarios generales de toda la Religión que gobernaron en este tiempo. -
Pasa la Bula con brevedad a el Consejo de Indias, y se le concede el pase. -
Reales cédulas que ordenan a la Audiencia, y hace encargo al Obispo, de la una el
auxilio necesario y a otro coopere a la ejecución del Breve. - Pretenden los religiosos
de España en el Consejo de las Indias que se recoja la Bula de la alternativa. -
Queda este negocio ejecutoriado. - Primer Provincial criollo fue el M9 F. Jacintho
del Castillo, varón de esclarecida virtud. - Confirma su elección el Rmo. Fr. Juan
Bautista Marinis. - Levantase emulación contra el Provincial, deponen dél que es
ladrón. - Defiende Dios la honra y limpieza de este varón ilustre.
tiva, con que cesó del todo la contienda y el debate¡ mas entre tanto que este
negocio se litigaba y quedaba ejecutoriado por el ·C onsejo¡ acá en Goathemala
se celebró capítulo provincial de la orden de Santo Domingo el año de 1651,
antecedente á la decisíón del Consejo, en que fué electo un Provincial crioll-0
y el que entró primero de los indianos á esta prelacía, el maestro Fr. Jacinto
del Castillo, deudo mío, varón verdaderamente de vida ejemplar, de profun-
dísima y admirable humildad, mansueto y silencioso en esceJente modo, y
230
en las demás virtudes parec10 siempre discípulo aprovechado del venerable
Fr. 'Andrés del Valle, que desde la edad de ocho años le tuvo y crió en su
celda, pupilo de la religión. Confirmó esta elección el Rmo. Maestro general
Fr. Juan Bautista de Masinis. No le faltaron émulos á este inocente é ilustre
varón, pues depusieron de él ante el g.eneral á fin de desacreditar de este modo
á los criollos; pero aquella altísima providencia que de todo cuida, salió á la de-
fensa manifestando la verdad y su amigable y limpio proceder. Séanos lícito
el espresar de sus calumnias la irregular información, por que diciendo sus
adversarios al general que este electo de los criollos, por el mejor de los na-
cidos acá, era un ladrón calificado, que en sus visitas atesoraba y adquiría
indecibles sumas de dinero que guardaba y endurecía en la custodia y se-
guro de ·su ce~·da; mas Dios que ·no permite mucho tiempo que la verdad esté
escondida, quiso y dispuso por admirable modo el desengaño d el general, por
que terminando Fr. Jacinto del Castil:o los cuatro años de su gobierno, y bru-
mado de los años y del peso del grave cargo d.e aquella Prelacía, también á
pocos meses finalizó co·n singular ejemplo su vida, y constando de su inventario
que todo el ·Caudal estancado de este ve·nerable vai;ón eran dos túnicas interio-
res, dos hábitos, dos camisas de manta tle algodón y una petaca de cuero crudo
en que esto se guardaba; ocho libros escolásticos y morales y un crucifijo; en
el depósito se le hallaron tres tostones, que son doce reales, y tomando testi-
monios de ello los religiosos criollos, le remitieron al general de la orden, que-
dando de esta ma·nera desvanecida la mald.ad y falsa relación del informe.
Si esto pasa entre eclesiásticos, qué diremos de lo de nuestros desdichados si-
glos y miserables repúblicas. Por esta alternativa y la conseguida al mismo
tiempo por la religión de Sa-n Francis.co dá gracias al rey el Consejo, Cabildo y
regimiento de la ciudad de Guatemala, en la carta siguiente:
SEÑOR:
Los muy Leales, vasallos de V. Mag. desta ciudad de Santiago de· los
Caballeros de Goat'hemala, estando juntos en nuestro Cabildo y Ayuntamien-
to, acordamos escribir esta, besando la Rl. mano de V. Magd. con singular re-
conocimiento de las mercedes· y favores que continuamente hace a esta ciudad
y provincias y en particular damos mucha·s gracias á V. Magd. por nos, y en
nombre <leste Reyno, de lo que con su Real y magna providencia ha sido ser-
vido, hacer a las Ordenes de San Francisco y Sa·nto Domingo, ahora nueva-
mente, en que su Santidad concediere la alternativa en los capítulos provincia-
les que celebren de hoy en adelante . Materia tan importante en servicio de Dios
Nuestro Señor, y de V. Magd. y de general consuelo para. todo este Reyno den-
tro de las mismas Ordenes y e-n el Común del estado secular, por lo tocante á
los hijos, hermanos y parientes de los v·e cinos de las ciudades, villas y lugares
des·te Reyno y provincias, naturales dellas, que toman el hábito y profesan en
dichas Ordenes. Y estos han sido y son de tan conocido fruto en su estado
que habido y hay, y se experimentan cada día sujetos de los propios criollos
tan eminentes en virtud, letras y religión, que cada uno por sí son beneméritos
y dignos de ascender n~ solo á prelacías de su Orden, -sino á la dignidad epis-
231
copa!, y aunque los religiosos castellanos, venidos de esos reynos y de los que
dellos acá toman el hábito conocen esta verdad la callan y disimulan deján-
dolos atrasados y en perpetuo olvido, desestimulándolos, y anonadándolos co-
mo si no fuesen capaces de ocupar las prelacías de su ·Orden, y para que luz-
can y resp'1andezcan 1eu púlpitos, cátedras y en otros actos literarios los envían
á residir á los conventos más remotos y retraídos de esta ciudad, ·cabecera des-
te Reyno; atribuyéndose así los castellanos los honores y dignidades de los
oficios; con declarada ambición, en descrédito y desconsuelo de los criollos,
nacidos aquí, y por esta razón son hijos patrimoniales, y estos tales por la
religiosa modestia y virtuosa humildad que profesan, lo disimulan y toleran
con silencio profundo. Pero la verdad es que sus padres, ascendientes y otros
sus deudos sienten el agravio y menosprecio que se hace á los suyos con que
no los haga·n participantes en los premios que les son tan debidos, y más
cuando están viendo los bienes que aumentan los conventos de Santo Domingo
en las le·gítimas que heredan los religiosos criollos que en su Orden profesan,
que son cantidades muy considerables, con que viven y pasan congruamente.
Lo que se ha padecido ·hasta aquí, y los inconvenientes que result~ban, es
cierto que cesarán con la aiternativa que V. Magd. ha sido servido de enviar,
medio importantísimo para la paz, y quietud de las comunidades, y se escu-
sarán también los grandes gastos, y costas que de Vuestra Rl. hacienda se
hacían, con los religiosos que V. Magd. enviaba de esos Reynos á este, que
no necesita enviarlos, pues acá son en gran número los criollos que en su
juventud se dan á las letras y entran en religión; y por ll~var adelante esta
materia de estado; la parcialidad de los religiosos castellanos son para ellos
solos las prelacías, en particular los de fa Orden de Santo Domingo, no admi-
ten muchos criollos que pudieran pretender ocasión de suplicará V. Magd. que
envíe religiosos de esos reynos significando no tenerlos para la a·dministración
de indios que tienen á cargo, conque obligan á V. Magd. a hacer gastos y
enviarlos, y deste modo consiguen su inte·nto, cosa digna de remedio. Hanos
parecido dar cuenta á V. Magd. de lo referido, para que la orden de la alter-
nativa se continúe para siempre, que así lo suplicamos á V. Magd. sin que
lo impida las contradiciones que de parte de los castellanos se hacen, en cuyo
remedio esperamos de V. Magd. á quien la divina, ven. Magd. y muy feliz
con aumento de más reynos y ·señoríos. Guatemala 24 de Agosto de 1644.
1
•
232
LIBRO DECIMO
CAPITULO I
'·
234
fección del espíritu, no trabajó poco ni tuvo menos afanes; por que especial-
mente por fa república de Goathemala •en lo temporal, por quien á veces em-
prendió la dilatada y agria jornada á la ciudad de Gracias á Dios, á compo-
ner en la real Audiencia de los Confi.nes algunas de las diferencias y pleitos
graves que en la ciudad de Santiago se ofrecían. ( Wíl Pues el de las 11.uevas
leyes que fué tan duro y tan costoso á todo este dilatadísimo occidente, cun-
diendo como el cáncer á toda la hermosa máquina de su cuerpo en lo que
rodean las dos estensísimas penínsulas de Nueva España y el Perú, allá
en la ciudad de Gracias á Dios este Prelado solicitó del Presidente Maldona-
do y de lá Audi"'.ncia, oyesen con gratitud y con templanza la suplicaci6n in-
terpuesta de la ciudad de ·Goathemala. '
Estos incesantes trabajos y otros muchos fueron atenuando las fuer-
zas de este vigilantísimo varón, é introduciendo en su adela·ntada y mucha
edad graves dolencias y flaqueza con que á la continuación de los días de la
molesta ·e nfermedad, con las grandes y ejemplarísimas disposiciones de su
espíritu y de sus admirables letras y claridad de virtudes, pasó al cielo, de-
jando á su rebaño ta·n lleno de doctrina y buen ejemplo como de lágrimas y
desconsuelo por la falta del que pastor y padre los dejaba al incierto suceso
' de la elección de sucesor á la Yglesia, que estuvo vaca dos años, desde el día
malencólico de su fallecimiento, que fué el viernes santo 18 de Abril de 1563,
día en que .se cerró y dió glorioso fin al Santo Concilio de Trento, hasta la
llegada del sucesor Don Bernardino de Villalpando, que de Obispo de la
Y·sla de Ouba, fué promovido por ascenso á esta Santa Yglesia de Goathemala.
Eran los tiempos bien revueltos en todas las Y.glesias de las Yndias, con
desconsuelo y con penoso desasosiego de las religiones que administraban á
los indios, y en este reino á las de N. Señora de l.a Merced, San Francisco y
Santo Domingo; por que arreglado este Prelado de Goathemala como los
otros ·d e Yndias (según su inteligencia) á las decisiones del Santo Concilio
de Tren to, se hizo m~I visto y temeroso á esta·s tres religiones apuntadas;
por que haciéndoles muy largas prohibiciones que podrán verse en el autor
del margen <146 l que se publicaron á los 19 de Agosto del año de 1565, se die-
ron las religiones por ofendidas; si con razón el Papa San Pío Quinto lo de-
claró bastantemente por su breve de 25 de Junio de 1567 años; pero por no di-
latar este discurso no espresamos las prohibiciones que ciñeron á las men-
cionadas· religiones de muy estrecho itinerario. Mas quien podrá de las ve-
nerables personas de los ·obispos 'hablar sin riesgo en sus pasiones naturales,
que no prescinden por obispos de la naturaleza de hombres. Pero estas cosas
que referimos son públicas y bien notorias por la fama común de la simple
tradición y por las cédulas y autos que paran en los archivos, cuya fé pública
y lo probado ·nos escusa la nota de poco atento en estos casos, gustáramos por
nue·stro natural de escurecer estos sucesos, mas dependiendo de otros miem-
bros á que nos llama el órden y ánima de esta historia, no estamos obligados
235
á ·de-tener el curso de la pluma¡ pero de aquel ardiente natural y propensión
á engrandecerse y acrecentarse, y de estos primeros principios que dieron
á las religiones tantos celos, resultaron tantas activas y diversas centell":s,
que encendiendo grande y pernic:oso incendio aun ·no se vió estinguido sin
grave escándalo y disgusto, como diremos adelante.
CAPITULO 11
CAPITULO Ill
En que se continúa la materia del antecedente, hasta que tuvo efecto la erección
de la Pontificia y Real Universidad de San Carlos de Goathemala.
238
Tomás de Aquino al Bachiller Don Antonio de Serrezuc~a Calderón, clérigo
de loables y escelentes virtudes, dándose juntamente entonces ocho mantos
morados con vecas de grana á ocho personas beneméritas, que fueron los
primeros colegiales que se vieron después de la muerte del Revdo. Obispo,
y también los últimos por haberse estinguido brevemente la fundación de
aquel colegio.
Mas habiendo corrido algún tiempo, Don Antonio de Serrezuela con el
Rectorado de aquel Col~gio y dádose á la inteligencia de instituc~ón y dotación
corriente y su usufructo, d:ó larga ·cue·n ta al Real Consejo en los últimos años
del reinado de la Majestad de Felipe IV, con relación cumplida de todo y su-
plicando se concediese para la fundación de Universidad, por estar dotadas
las cátedras con los bienes que para semejante fin había dejado Pedro Cres-
po Juárez, coadyubando á esta súpEca la de la ciudad de Santiago de Goa-
themala por su carta del año de 1659; y las que después la misma ciudad con-
tinuó en los años de 1663 y 1667, con cuya vista y .lo ped'.do acerca de la ma-
teria por el fiscal del Consejo, se mandó por cédula de 5 de Julio de 1673,
que en la dudad de Goathemala se hiciese una Junta que constase del Presi-
dente de la Real Audiencia, Oidor más antiguo y fiscal de ella, del Revdo. Obis-
po y Dean de la Santa Yglesia, y que juntos confiriesen las conveniencias ó
inconvenientes que pudiese resultar de que se ·diese fundación á la Universi-
dad; y habiéndose hecho la junta resultó de ella el que haciéndose saber al
Pr:or y religiosos del Convento -<le Santo D9mingo dijesen su pretensión en
cuanto á la superintendencia y derecho á dotación de cátedras, y respondido
la religión no prete·ndía superintendencia en .Ia Universidad y que renu!lciaba
en las reales manos de Su Majestad del derecho de Patronato y dotación de cá-
tedras, y que solo pretendía entrar en concurso de opositores, y parece haber
recaído antes que la religión de Sa-nto Domingo re·nunciase su derecho en las
reales manos de la Majestad del Real todo el de Patronato en ella, quedando el
Dean de la Santa Yglesia esduido por esceso de derecho que cometió, y la
junta supl'có al rey se sirviese conceder licencia para la fundación de la Uni-
versidad, pues no se seguía perjuicio á. la de México, ni á otra comunidad¡
á que fuera del parecer y súplica de la junta, el Revdo. Obispo Don Fray
Payo rle Rivera; hizo un doctísimo, claro y cumplido informe de todo, que
junto con el que en 9 de Julio del año de 1671, hizo la real Audiencia de Méxi-
co, con dos memoriales que volv'.ó á presentar el Procurador general de las
Provincias de Yndias de la Compañía de Jesús, y lo pedido por el fiscal del
1
real y supremo Con~ejo de las Yndias; ·consultado el rey sobre ello, tuvo por
bien el conceder la licencia para que se fundase la Universidad que la ciudad
de Goathemala p~día en 31 de Enero de 1676 años, en la casa colegio de Santo
Tomás de Aquino, que le ap!icaba con la dotación que el referido Obispo Ma-
rroquín h'zo para el sustento del ~olegio que dejó dispuesto que se fundase,
y la ma·nda del Correo mayor Pedro Crespo Xuarez; con la espresa calidad de
que hubiese de ser Patronato real, la nueva Universidad, y de ponerse desde
luego en ellas las armas reales, como le estaba concedido por diferentes bre-
ves y bulas de la Sede Apostólica. En cuya forma concedía la fundación y no
de ·otra manera, mandando que por entonces no hubiese más de siete cátedras,
una de Teología escolástica, otra de Moral, una de Cánones y otra de Leyes,
239
una de Medicina y dos de lenguas las más principales. Pero habiendo porción
de rentas para todo se pidieron ínstituír además la de Filosofía, añadiendo co.
mo tan necesaria y precisa á la profesión de las leyes, la de Ynstituta, quedan-
do de esta manera en el principio de su erección con nueve cátedras, aplica·ndo
el rey para la dotación de cátedras, los novecientos y veinte y cinco pesos de
renta al año que el Revdo. Obispo Don Francisco de Marroquín había dejado
para el efecto.
Y estando fodo dispuesto en la reedificac'.ón de la casa, fá'b rica de la
Capi!la, aulas y generales, y lo que pertenecía á la nueva Portada que se fa.
bricó para colocar en ella las armas reales, no habiendo tocado á lo demás
de la casa, que antes estaba fa·b ricada para vivienda del Rector y colegiales, y
las aulas necesarias al cumplimiento de la voluntad del venerable y reverendo
Obispo; para lo que de nuevo se fabricó, se libraron diez mil pesos por las
juntas de 17 del mes de Agosto de 1677 años, de 12 de Einero de 1678 y 13 de 1
240
dad de .su pecho, calado el fin á que la junta se inclinaba en favor de los oposi~
tores, no muy gratos á la aceptadón del Prelado para establecer su escusa á
la concurrenc:a de las lecciones, y no cooperar ó con su voto ó su contradic-
ción al proveer:as, ligándose á más activas y declaradas resoluciones en que
no solía la constancia de -su án:mo ni acobardarse ni detenerse, metió en la
real junta una dilatada consulfa. que .se reducía á diez puntos sobre diversas
materias pertenecientes á la tratada fundación y principio de la Universidad,
cuyo ingreso de su escrito, para que se reconozca la narrativa, estilo y forma-
ción de su discurso, se propone en el primer punto, que dice:
241
en la junta, ni debía pasar, por que el Oidor Don Juan Bautista de Urquiola
Elorríaga hubiera dado orden para que fueran por el asiento para ponerlo
en lugar aparte. Que sin haberse tratado ni comunicado en junta, si se debía
ó nó proceder á oposiciones, se había resuelto el punto. Que parecía que,
pues, las materias propuestas no se comunicaban, que solo se llamaba á junta
para librar y hacer gastos. Que en la materia de cuentas el Oidor Don Juan
Bautista de Urquiola le había enviado un auto rogándo~e y encargándole sobre
el ajustamiento de dichas cuentas, y que la real audienda se lo había coD?-e-
Cdo, negando podede la Audienci.a comunicar dicha cuenta, le parecía ni
el estilo ni las palabras para disimular, respecto de que con los Sres. Obispos
1
so~o el rey, sus consejos y rea.l es Audiencias, á quienes tiene confiada esta
autoridad las puede usar sin que pudiese ser solució·n lo que profirió dicho Mi-
n:stro, de que su Majestad l~s decía imperativo modo, sin que á su Majestad
ni Ministros de sus consejos ha pasado por la imaginación tal inteligencia.
Pasaba á dedr que estando presente el Presidente á la lección que hubo, que
Don Juan de Urquiola se se·ntase aparte siendo de la junta por el ofiCio de
Rector, arrogándose el gobernar toda aquel'.a a·c ción, teniendo delante la
campan'.lla y la ampolleta, á que sí el dho. Señor Obispo se hubíera-haUado
presente no pudiera asentir ni consentir. Que veía haberse librado diez mil
pesos para la obra de la Universidad habiéndose dicho al principio cinco mil.
Que habiendo de ser espíritu y alma de la Universidad los estatutos y consti-
tuciones, no habiéndose traído á ninguna junta para verlas y considerarlas,
y siendo cualidad prerrequisita por la voluntad real debe preceder, no ha-
biéndose visto, mal se podrá fu·ndar por ·él dicho Sr. Obispo la proposición
que á su Majestad se debe hacer. Que habiéndose de observar las constitu-
c'.-ones de México como se dió á entender al principio, ·se opone á ellas el haber
de recibir sin grado á los opositores, y algunos con 1ítulo ó grado no 'Cle la
facultad .que se ha de leer en la cátedra, era y había sido á dho. Sr. Obispo
estraño y nuevo que contra la observancia. y rectitud del dho.. Sr. Oidor Don
Juan de Urquíola, se estuviese practicando y admitiendo lo contrarío sin que
en la junta se hubiese propuesto, si con todas estas nulidades se procedería
ó nó á leer. Que deb:era antes de pasar á admitir opositores, el recaudar las
cantidades ·p ertenecie·ntes á la real Universidad y que se estaban debiendo y
ponerlas á renta en fincas seguras. Que no se le había participado, como si
no fuera de la junta, los oficiales nombrados de ·dicha Universidad, si no fué
de dos, uno que nombró el oidor Don Jacinto Roldán de la Cueva y otro el
oidor Don Juan B. de Urquío1a ·E!orr:á.ga, y mal podía el dicho Sr. Obispo re-
co·nocer si tenían las cuaHdade·s que mandaba su Majestad, sin conocerlos,
aunque por sensura pública sabía escepcíon:es bastantes para la esclusión.
Y que no obstante todas estas propuestas, veía que los ·señores de la junta
convenían en que se prosiguiera, y que el dinero corriera como había corrido,
y aprobaban todo lo obrado; que el dicho Sr. Obispo por lo que le pertenecía
y tocaba, juzgaba hacer cumplida su ob~igación con haber en la dicha junta
propuesto todo lo espresado y manifestado su voto .
242
Dijo (esto es en -sustancia, como lo antecedente) que sobreseyese en las
oposiciones que se estaban haciendo, y que ·se cobrasen sin dilaci6n todas las
cantida:ds que se estaban debiendo, y que las cantidades se entrasen en una
caja de tres llaves, y que se tomasen cuentas de las cantidades libradas para
la obra, y protestaba que todas las quiebras y menoscabos fuesen por cuenta
y riesgo de dichos Señores que hubiesen otorgado las escrituras, y en cuanto
á las cuentas que su Majestad mandaba que s·e tomasen, mandando asistiese
á ellas dicho Señor Obispo, estaba presto de asistir co·n dichos Señores á
que iría siempre que se le avisase y que si de no tomarse resultaran daños á
los biene.s de dicha Universidad, sean por cuenta de quienes estuviere la di-
1aci6n, y que así mismo se formen las constituciones y estatutos que se con-
fieren y parecieren convenie·ntes, y ajustarlas sí pareciere en efecto lo que
la .real cédula de 31 de ·Enero mandaba su Majestad. Y por que la real volun-
tad no estaba ejecutada ni cumplida, ·e n el juicio y sentir de dicho Sr. Obispo,
protestaba en fa ·forma debida y con el respeto debido la validad de cuanto se
estaba obrando.
Y por que es notable, acaba·ndo de decir en ·S U parecer el Prelado, estaba
, presto de asistir á la junta para el ajuste de cuentas, siempre que le llamasen,
concluye á la letra: Y por que con .esta contradicción no debía dicho Sr. Obispo
prestar, ni diar señal de asenso á lo qu·e se obraba, por ahora y hasta que llegue
el Sr. Oidor Don Lope de. Sierra Osorio, del Consejo lde Su Majestad, en su
real Audiencia de México, quí'en .es público estar nombrado para que pre~da
y gobierne ·esta real Au'd iencia, ínterin qu1e ejerce unas comisiones á que se
dioe viene de órden de Su Majestad, se desistía y desistió de. asistir á las jun-
tas de dicha real Uni-v<ersrdad, hasta que su Señoría el dho. Sr. Oidor Don
Lope de Sierra Osorio llegue¡ y el dho. Sr. Obispo pueda proponer con más
claridad sus motivos y' las oausas por que todo lo propuesto se ha obrado. Y
además por que el dho. S.r. Obispo ni su voto y .p arecer pueden hac.er f<Mta;
al sentir de los demás señores de_ la junta, .tan doctos, ajustados y conformes,
y que esto era su voto y parecer. Y suplicaba á los Señores de la junta, que
de dho. su voto y propuestas que de él anteceden, se le mande dar testimonio
para usar de él como le cony,enga, y al presente 1escribano se lo requería para
que se lo dé como •e scribano que lo es de la junta. Guatemala y Setiembre
26 de 1678 años.-Juan, Obispo de Guatemala y Verapaz .
· Mas no parecía iba inco'llsecuente el Revdo. Obispo, proponiendo y
ofreciendo su prontitud á la asistencia de las juntas, para que fuese citado,
y luego desistiénde>se de prestar su presencia á ellas; por que en lo uno ma-
nifestaba su ánimo y buen deseo al fomento de la nueva Universidad y al
servicio del rey en ello; y en lo otro era el fin y muy conforme á lo natural
de su genio, amedrentar á fa Audiencia con el nombre de Don Lope de Sierra,
y decirles •que se sabía venía de órden del rey á Goathemala, y el para qué
venía, y dar á entender que no se>lamente era solo su voto, pero que ese esta-
ba oprimido, y no podía decirlo claramente por que según lo que se obraba
sería; para que diciéndoles obraban con injusticia y con pasión, encender más
el fuego de la discordia ·que corría.
243
CAPITULO IV
.No onstante la dilatada consulta que el Revdo. Obispo Dr. Don Juan
de Ortega M-ontañés, introdujo en fa junta del día 26 de Setiembre del año
de 1678, votaron en ella los sujetos que fuera del prelado la formaban, que
las leccfones .se contínuasen, y .que se guardase y ejecutase todo lo resuelto
por las juntas .antecedentes. 0 53 > Resolución que si convino para la formación
y buen estado de la Universidad; pero que no hacie,ndo poco ruido al ·senti-
miento del Revdo. Obispo, que ,sin duda deseara se le rindiera y sujetara el
dictamen de los demás ministros de la junta, viendo y considerando que enton-
ces ·no .solo .se segregaban; pero .que se opo·nían declaradamente á su opinió'n;
volvió á suscitar nuevos enconos no solo contra el Presidente Don Ferna·ndo
Francisco de Escobedo y los Ministros de Audienc:a, sino contra algunos caba-
lleros que discurría la viveza de su entendimiento se ladeaban al Presidente_
á más distantes asistencias y operaciones que lo que podía la obligación de sus
súbditos, llamándolos confid·entes; en que ·n o poca parte de estos disturbios
se atribuía por entonces, á Don Lorenzo Ramírez de Guzmán, que como co·n -
tinuo del Rev. Obispo, con viveza de ingenio, perspkacia de entendimiento y
elocuente oratoria, quería la camún opinión fuese el móvil en que volteaba:;i
todos los cabos de las discordias de aquel tiempo, que tantas cabezas como de
la Hidra han producido , hasta estos años infelices.
1Pero como decíamos, fijo el Presidente en el dictamen <le erigir y fo r-
mar la r.eal Universidad, fundado el punto de su resolución en que así lo man-
daba el rey por su cédula de 3"1 de Enero de 1676, <Hi4 > dispuso auto el día 5 de
Diciembre del año de 1678, para .que la tarde de aquel día se congregase la
junta p~ra la provisión de las cátedras, en que espresaba los motivos de ha-
berse leído la oposició-n, así en esta real Universidad de Goathemala, como en
la de la ciudad de México, y que la junta se ·formase y congregase precisa-
mente con apercibimiento que de no juntarse todos, se proveerían las cáte-
dras, tomá·ndose resolución con los ·señores que á ella concurriesen. Pero im·
ped~da aquella farde á los de la junta con otras ocupaciones y motivos de la
importancia del real s·e rvicio, solo se pudo dar noticia citatoria á los sujetos
de la junta, para que prestaran ·SU asistencia el día siguiente 6 de Diciembre
de aquel año¡ pero parece que solo -sirvió de que ·e n ella se viesen cierto pa-
recer · que sobre ello ·dió el Don Juan B. de Urquiola Elorriaga, 'oidor de la
Audiencia de Goathemala, juez superintendente y Rector de la real Universi-
dad de San ·Carlos, y cartas de informe de los oidores· de l a real Audiencia
de M'éxico, Doctores Don Juan de Garate y Francia y Don Juan de Arecha·ga,
y del Dr. Don Juan Bernardo de IR.ivera, Rector de la Real Universidad de
México, y se acordó por la junta que el voto y cartas se pusiese·n con los
autos. <155 >
244
Mas como hubiese corrido mucho tiempo y dádose ya todos los pasos
que parecían necesarios á la provisión de las cátedras y para que estaba asig-
nado el día y citado los votos de la junta, estando en ella congregados el Dr.
Don Juan Palados de la Bastida, oidor recién llegado á su plaza de Goatherna-
la, y que entonces hacía oficio de Fiscal de la real Audiencia, dijo en b junta:
que por cuanto no se halló en los 'actos de las lecciones de las cátedras, por
no haber negado á esta ciudad, ni .tenía conocimiento de los sujetos má., hábi-
les pa.ra la provisión de las dichas cátedras, ni informes ¡astifícados por sa
pa.rte para degír los más idóneos, remítia sa ·voto,- y qu·e en nombre de sa
M ajesfad contradecía la posesión y caasipm1esión qa-e se les diese á los elec-
tos, y la restitución de los salarios que llev~n, sí no fuvksen aJJf"obacíón de
su 'Majestad, p<>r sa real Consejo 1d e Yndias,- como fi~ que ejeroe hace la
dicha protesta. <155 > Pero siguiéndose á votar el Dr. Don Jl\lan B. de Urquiola
Elorriaga, Dr. Don Benito de Novoa Salgado, oidores de la real Audiencia de
Goathemala, y conformádose con sus pareceres Don Fernando Francisco de
Escobedo, Presidente de la real Audiencia, Gobernador y Capitán general de
su distrito, fueron nominados para catedráticos de Prima de Teología el Maes-
tro Fr. Rafael del Castillo, del orden de Predicadores, en la cátedra de Vís-
1
peras de Teología moral, el Maestro Fr. Diego .de Rivas, del orden de N. Sra.
de la Merced; en la de Filosofía el Maestro Fr. Agustín Cano, del orden de
Predicadores; en fa de Prima de Cánones el Br. Don Juan Meléndez Carreño;
en la de Prima de Leyes el Br. Don Jacinto Xainaes Moreno; en la de Ynsti-
tuta al Br. Don Antonio 1Dávila Quiñónez, ambos abogados de la real Audien-
cia; en la de Medicina al Br. Don José ·Salmason, y en la de lengua Cachiquel
á Fr. José Angel Senoyo, del orden de Predicadores.
Sintió el Rev. •Obispo este fance, cuanto manifestaba en las conversa-
ciones, no viendo proveída su cátedra por lo tocante al clero, sino solo á Don
Juan Carreño, cuando esperaba en la cátedra de 1Prima de Teología colocado
al Dr. Don José Baño·s de :Sotomayor, Arcediano de la Santa Yglesia Cate-
dral, y á quien con razón echaban menos las mitras y dignidades eclesiásticas,
lleno de admirables y clarísimas prendas, y que gustara el Revdo. Obispo á este
sujeto que decimos, verle exaltado á grandes medras, y no menos que el Dr.
Don ·Esteban de Acuña Moreira, uno de los curas de la Catedral se ·nombrase
para la cátedra de Vísperas de Teología; pero este alentado con el favor del
Prelado alegó por dos veces de su derecho en el Real Acuerdo de Justicia, ha-
ciendo contradicción al proveimiento hecho en el Maestro Fr. Diego de Rivas.
Y aunque podernos acordarnos de los momentos fuertes y contradicciones y
vigorosas dilige·ncias que se introdujeron así en los reales acuerdos ordinarios
y extraordinarios, por parte del Dr. Don José Baños y Sotomayor ; sin em-
bargo en estos autos originales que tenemos ahora delante, n:l parecen ni ha-
llamos sus escritos ni aun su nombre, sino es espresando su voto el Dr. Don
Juan B. de Urquiola, didendo que votaba para la cátedra de Prima de Teolo-
gía al Maestro Fr. Rafael del Castillo, con calidad de traer aprobación de su
246
Pero habiendo corrido el tiempo al parecer tranquilo y sin discordias
que fuesen producidas de aquella primera provisión de cátedras, se recibió
cédula de fha. de 19 de Setiembre de 1678 años, uai ¡ en que el rey aprueba todo
lo hecho y ejecutado por la junta de Universidad ; pero en cuanto á la provisión
de cátedras de Cánones, Leyes y Medicina, ordenaba por su real cédula de
la propia fha. al Arzobispo Virrey de México Don Fray Payo de Rivera, dis·
pusiese que en aquella ciudad se pusiesen edictos y proveyesen las cátedras
en los sujetos más beneméritos, con asistencia de los oidores de aquella Au·
diencia, y que en caso de haberse proveído por la real Audiencia de Goathema-
la, daba por nula la dicha provisión, escepto habiéndose proveído alguna de las
de Derecho en Don Jua·n Meléndez Carreño. Afianzó esta cédula en mucha
seguridad la posesión de los demás catedráticos nombrados á la lectura de las
otras facultades haciéndolos más descuidados esta propia seguridad en que
se confiaban; pero llegando después de la espedición de la cédula apuntada,
los informes que . fomentaban la causa de Don José Baños de Sot~mayor;
quien además de las razo·nes que llevamos propuestas que se alegaban ci su
favor, teniendo por oidor del consejo de Yndias al Dr. Don Diego de Valverde
Orozco, casado con Doña Ana de Baños y Sotomayor, hermana del preten-
diente, no se puede dudar haría.por él todos los buenos oficios que se dejan
creer, que junto aquel favor con la justicia que le asistía, hizo se produjese
la real cédula en que el rey le nombraba por catedrático de Prima de Teología
y por primer Rector de la Real Universidad de San Carlos de Goathemala.
Hizo esta cédula mucho ruido en lo general, por aceptación del sujeto, y en
lo particular en la gratitud del ·General Don Enrique Enríquez de Guzmán
que ya era Presidente de la real Audiencia, y muy favorecedor del sujeto,
queriendo que luego luego entrase en la posesión de entrambas ocupaciones,
como se ejecutó ·con aparato y solemnidad magnífica, en cuyos ejercicios per-
severó hasta el año de 1696 en que murió.
Mas como quiera que la orden dada al Arzobispo Virrey de México,
para que pusiese edictos y confiriese cátedras <le 1Cánones 1 Leyes y Medicina
en sujetos de aquella dudad, no tuviese efecto, ó no oponiéndose á ellas, es·
carmentados de que habiéndose opuesto primera vez á la de Prima de Teoio-
gía el Dr. Don José de •Loyola, el Maestro Fray Diego de Aguiar, Agustino,
para la de Teología Moral ó la de Filosofía, á que también se opuso; á la de
Prima de Cánones el Br. Miguel Rodríguez Páez Ponce, Presbo.; á la de Pri·
ma de Leyes el Br. Francisco de Carmena y Br. Domingo Pérez Barcia; á la
de Prima de Medicina, el Br. José Salmerón de Castro y Escobar ; á la de Pri-
ma de Filosofía el Br. Don Miguel de Contreras, ·Presbo. quedando solo seis
sin cátedra, y solo nominado á la de Medicina Don José Salmerón,· por no
haber e·n Goathemala quien pudiese leerla, ó por no abandonar sus comodida-
des ó esperanzas concebidas para lo de allá. No habiendo á la segunda vez
que fueron llamados á opos·'.ción por los edictos que se fijaron, alguno que se
opusiese á ellas; y dádose cuenta al rey por el Arzobispo Virrey, se tomó la
resolución de que en la corte (caso no visto en ella, y por eso más celebrado,
y para lo de Goathemala sin ejemplar con otra Universidad alguna de toda la
ChPITUILO V
Que continúa la noticia. del tiempo del Gobierno del Rev. Obispo Don Bernardino
de Villalpando, y grande disgmto y desazón de los religiosos de S. Francisco
y Sto. Domingo con el dicho Revo. Obiapo.
248
to y comitiva, el tren y carruage grande y que publicaba ostentaci6n de gran-
deza, con r·e posteros de sobrecar.g a, y la familia muy crecida de clérigos, secu-
lares y mugeres españolas, servidas de otras de menor esfera; dió luego á
conocer muy al principio de su llegada que era pagado de mucho modo de su
propio dictamen; porque en conversaciones que se ofrecieron acerca del estilo
del Obispado, decía á los circunstantes: siempre que seguí mi dictamen acerté
las aocion·es, como al. contrario no hice cosa por ageno oonsejo que no la errase.
Así acalló muchos sugetos, celosos eclesiásticos de su 1Cabildo que le quisieron
advertir en los estilos de la paz. Pero pareciendo inalterable en las máximas
que emprendía, siendo inflexible á la que tenía principiada en las prohibicio-
nes impuestas á las .t res religiones mencionadas, no pareció menós propenso
y aficionado á los regalos y pres·entes, por que á las personas que á su reci-
bimiento se habían manifestado por el orden de la franqueza, se les mostró
grato y aceptó en grande modo, como al contrario á los que no le ofrendaron
y le obsequiaron con algún don, se les negó á las- visitas y las políticas corte-
sanas. Ya en esta ocasión de su llegada se lamentaban las religiones de la
falta que les hacía el Obispo Marroquí-n, y sin recato publicaban haber disi-
pado cantidades considerables ·en regalos· de la persona del Rev. Obispo Vi-
llalpando, y en que en los pleitos que les movía con largos co>hechos le aplaca-
ban¡ pero que estinguido un fuego encendía otro, y se quejaban no menos
amargos que empobrecidos sus depósitos, de que un secular sobrino suyo, no
menos con sobornos, que con empréstitos los desustanciaba y fligía.
Mas ·sin embargo de lo mucho q11el apuntado sobrino ejercitaba y en-
tristecía á aquellos desconsolados prelados, siendo en sus visitas frecuentes,
entrometido é importuno, aun les era más intolerable y penoso el negociar é
introducir sus ruegos y pretensiones por mano de una moza de diez y ocho
años, criada de la familia y muy preciada del Rev. Obispo, y á quien las de-
más criadas atendían y miraban con superior atención. No se atribuya á ma-
los fines esta inclinación y voluntad del prelado¡ pues vemos muchas veces
estremos tales, que pasando los términos de caridad ·Se rozan en impiedad
los disimulos en criaturas espósitas que se crían aun á la criada, y esa sería
la razón de que la atendiesen y respetasen; mas de todo hacía bulto la malicia,
echando !hacia la parte que se ladeaba la intención las voces y el tósigo disi-
mulado. Dios que tie·ne en su mano la arcanidad de los corazones mortales
sabe lo que pasaba en la verdad, y si añadiendo la pasión haría crecer en
estatura las opiniones y los informes.
Por este tiempo se hallaba provincial· de San Francisco Fr. Diego Or-
dóñez1 y Vicario provincial de Santo Domingo la V. persona de Fr. Tomás de
Cárde·nas, que era Prior de ·Goathemala por el año de 1566, y hallando por suyo
'el campo para mortificarlos el R. Obispo, consideraba faltas de apoyo sus
defensas, puesto que estando en prisión segura el Presidente Landecho, los
Oidores retirados, sin Audiencia en donde pudiesen intentar sus recursos,
y el Gobernador Visitador ·Francisco Briceño embebido y abstraído en averi-
guaciones y embargos que le impedían y embarazaban para atender á otros ne-
gocios que no fuesen aquellos, á que como Juez privativo y de comisión estaba
destinada su persona, pasando á discurrir que como solo Gobernador no po-
día como la Audiencia, contener y reprimir sus determinaciones; mas aunque
249
el Gobernador Briceño no ignoraba que en su persona residía el Vice-Patro·
nato, disimulando casi siempre, ·Se interponía y mediaba y á veces se oponía
con declarada intención á sus intentos, le amedrentaba el R. Obispo y le hacía
suspens·o y ·detenido en sus propósitos con las comunicaciones de censuras y
con las voces diciendo y publicando se le impedía y embarazaba la ejecución
debida de las sagradas decisiones del Co-ncilio.
Era el intento del Prelado de Goathemala deponer de los Curatos iy ad·
ministración de los indios á todos los regulares, más iba con astucia y mucho
arte, acumulando informaciones acerca de sus procedimientos, y de descuido
y grande falta en la administración¡ pero saliendo á visitar el Obispado, acaso
tomando este pretesto para dar los· cimientos á su obra, ó movido del celo
Pastoral y de su cargo, intimó al Provincial Fr. Diego Ordóñez, de la orden
de regulares, que en los lugares de Suchitepéquez, pusiese religiosos morado·
res que allí estuviesen de pie, por no parecerle se cumplía debidamente con la
obligación, con que los religiosos· de Quezaltenango viniesen á visitarlos¡ pues
dando ejecución el R. Provincial á aquel mandato, y bajando el R. Obispo á
Samayaque, halló en los pueblos de aquella costa á Fr. Gerónimo de San
Francisco y otr~s religiosos que administraban. Mas como el intento ·no con·
formaba con las aparentes disposiciones, desagradado el Obispo de tanta obe-
diente prontitud, haciendo de su estada gran desprecio, y diciendo era ya tar~
de la enmie·nda del defecto en la administración, pues de su presta venida á
residir en aquellos pueblos hacía la mayor prueba de su des·cuido y negli.
gencia, haciéndolos .s alir sin dilación ni más espera de los lugares de Nahua.
lapa, San Antonio Suchítepéquez, Zapotitlán, Mazatenango, ·Cuyotena:ngo,
Zambo, San Martín, San Felipe y San ·Luis, puso en ellos clérigos que admi·
nistra·sen y los tuviesen á su cargo. A la verdad, estas doctrinas son el agrió
mayor de los Obispos y el no menos desconsuelo y amargor de las sagradas
religiones.
Parecióle al R . Obispo (aunque era buen letrado) haber amedrentado
al Lic. Briceño, y discurriendo no tener la jurisdicción suficiente como Gober.
nador (que la pasión suele hacer que no se vea la claridad de la luz) quiso
pasar por sobre las .ordenanzas del Patronato real, dando las colaciones de los
curatos á aquellos sacerdotes seculares, sin la noticia y el ascenso del Vice·
Patrón. Mas escocida del desprecio la inalterable prudencia del Gobernador
Briceño, le hizo requerir judiciah;nente con real cédula de 3 de ·Noviembre de
1567, <163 > para que los ·sujetos los presentase en de9ida forma, p~ra nominar
en el real nombre de Su Majestad al más digno; pero irritado el R. Obispo
y no gustando obedec·er, pasó su encono y·su ardimiento á macularle las accio·
nes al inocente Gobernador, por lo que fué preciso sin defenderse de impos.
turas darle ·n oticia al rey de los procedimientos del Prelado, y de que éste por
espeler las religiones y por salir con su intención, aun no teniendo clérigos
bastantes en quienes conferir las vicarías, tenía ocupados· en la administra-
ción al chantre, al tesorero y dos canónigos de la Santa Yg•lesia de Goa·
themala.
CAPITULO VI
Que prosigue la materia precedente con otras graves operaciones del R. Obispo
Don Bernardino de Villalpando.
por este tiempo el \R, Obispo á todos los indios de los suburbios de la ciudad
y de las Milpas que viniesen á Misa á las Yglesias de San Francisco y Santo
Domingo, y entre las prohibiciones era bien rigorosa y de incomparable des-
consuelo la. de que si alguna persona se mandaba enterrar en algun;:l Yglesia
de regulares, no podía ser llevado el cuerpo del difunto á la tal Yglesia, sin
que primero pasase por la Parroquia y en ella se celebrasen los oficios y se
pagasen por entero los derechos; y no mene>s dura y Qluy perjudicial la de
ma·ndar á Jo.s religiosos que no administrasen los sacramentos ni hiciesen
el oficio de curas, quedando por esta causa sin confesarse los i:p.dios, y á
vueltas de ellos muohos españoles, vecinos de las estancias y pueplos, por la
inopia de confesores <Seculares, ocupados en la administración de los parti-
dos¡ y así también prohibía que todas las veces que hubiese sermón en la
Santa Y.glesia Catedral, que no le hubiese en los Monasterios de religiosos;
y aun para no solo la tradición más la escritura de cierto libro de Bautismos
y Casamientos de uno de los pueblos de indios á decir que á cierto laico Cris-
tóbal de Morales le confirió el provisor Don Juan Alonso cierta licencia para
que hiciese oficio de Párroco; mas es sin duda grave equivocación en mi
sentir la que padece lo que en el apuntado libro ·se afirma por .s eguro y por
constante, por que hubo un· Sacerdote secular 1Cristóbal de Morales, que
aun por el año de 1572 vivía en la dudad de Goathemala, de quien tengo fir-
mas originales en cierto pleito de territorio de posesión una, que el apuntado
clérigo Cristóbal de Morales trató en la Audiencia .con 'Don Francisco de Fuen-
'tes y Guzmán, mi abuelo, y le equivocan con su padre que era del propio nom-
bre y apellido, á quien el Dr. Villalobos.. 'Presidente; había hecho la merced
de aquellas tierras.
Ninguno piense que el curso de los días, ni los obsequios y el rendi-
miento religioso era bastante á moderarle sus impulsos al R. Obispo de Goa-
themala Don Bernardi·no de Víllalpando, por que aun los mismos' lenitivos que
como medios é instrumentos ideaba y ponía en práctica la cortesana discre-
ción, conseguía con cualquiera de estos oficios· reverentes que había·n de ser
antídoto y medicina á la acrimonia de los humores del R. Obispo. Un incen-
tivo (como á la fragua el rocío) á los hervores de su ·cólera; más á esta encen-
dida y viva brasa, sirvió á mas llama y combustible, un oportuno despacho
del Gobierno de 24 de Enero de 1568, co·n inserción de real cédula de 15 de
252
Abril de 1564, en que mandaba el rey no se pus.:esen clérigos en los pueblos
donde hubiese conventos de religiosos; pero abandonando el respeto de este
despacho, puso un clérigo en el pueblo de Samayaque con .sutilísimo y pro-nto
efugio, diciendo que le ponía por ser visita y no convento. Tiempo fué este
que referimos en grande modo lamentable¡ pues oprimida la virtud y deses-
timados los méritos, hicieron los rigores y aspereza senda capaz con escar-
mientos y esperiencías á algunos clérigos de ilustre fama y opinión, cargados
de virtudes y servicios, para pasar á otras diócesis dejando á Goathemala por
entonces envuelta en lástima y lamentos. Y por que el R. Obispo , noticioso
de los ultrages con que el Líe. Montaño mortificó la mesura y avicuidad del
Lic. Briceño en Santa Fé, quiso oprimirle y despreciarle acá, abusando de la
arcanidad y sllencio de este gra·n ministro, reputando su modestia y .su callar
por cobardía, sin sospechar que al disimulo iba apiñando piedras; pero este
prelado desde el principio de su ingreso fué de un escollo en otro precipítán-
dose, deslumbrándose á los relámpagos del oro. Por que donde la codicia reina
no se ejecuta acción que no vaya errada, siendo la primera diligencia que hace
cegar el entendimiento para que el discurso falte, y desordenado el apetito,
repruebe cuanto la razón aconseja.
Mas no valiendo el real ausilio incitado de la razón y la verdad en la
causa de la justicia y el amparo de sacerdotes seculares llenos de ancianidad
y grandes méritos, ni á religiosos venerables de San Friancisco y Santo Domin-
go, operarios grandes y respetosos por su virtud y profesión, contra el dicta-
men del R. Obispo, para que no diese lugar á Clérigos forasteros, de los que
de humor voltario y enseñados á los furores de la guerra, que de la civil del
reíno del Perú se 1habían pasado á este, donde era·n admitidos á beneficio y
dignidad, ausentándose los sacerdotes seculares desatendidos y olvidados del
R. Obispo VÍllalpando, dejaron la dudad de Goathemala por la de ·Chiapa y
otros lugares del reino; como los religiosos dominicos, desamparando su con-
vento por el recambio de la paz, pasaron á la habitación de San Martín
Jilotepeque; siendo esta acción ejercitada, triste preludio de la que á los re-
ligiosos franciscanos les esperaba, aun con más escandalosa ocasión, por la
que á es.ta religión dió inadvertido ·é ic¿ibeto el Presidente Pedro Mallén de
Rueda, que se verá adelante.
Había, como queda apuntado, el Gobernador Briceño, quejádose larga-
mente á Ja Majestad del rey, de lo mal que el R . Obispo Villalpando cuidaba
de la salud y las dolencias de su rebaño, y le decía difusa y largamente, cómo
la coladón de Jos curatos la daba sin l•a presentación de nominados á clérigos
prohibidos en derecho, desterrados y foragídos del reíno del Perú; y que ·ha-
biendo juntado Sí-nodo, de su resulta y decisión se habían producido escán-
dalos de grande monta y disensión , en que habían estado muchos pueblos para
perderse; y así era en el efecto y la verdad, por que los pueblos de Totoni-
capa y Quezaltenango, en donde intentó el Obispo (establecer clérigos en sus
doctrinas, puestos en armas con vara y flecha los resistieron tumultuados al
Promotor fiscal, un A1guacil eclesiástico, al Notario y otros allegados, clérigos
y seculares. Decía en su informe el Líco. Bríceño estos desmanes, y no omitía
su comprehensión los mínimos desórdenes caseros del Palacio episcopal ; pero
el Consejo, echando menos la obligación de este ·P relado en no haber con-
253
sultado ni pedido permiso al rey para la celebración de aquel Sínodo, y ha-
biéndole celebrado desde el año de 1568, sin este beneplácito y licencia, le
pasó á ejecutar y á presentarse eu la Curia romana, pidiendo en ella que los
Sacerdotes regulares fuesen privados de la administración de los sacramentos,
que fué añadirle sentimientos á la Majestad del rey, pues parecía ci.uerer el
R. Obispo Villalpando pasar por sobre los privilegios de su real Patronato,
que tanto .cela el rey y con razón. (166)
CAPITUVO VII
Que continuando la materia precedente se propone el triste fin del R. Obispo Villal-
pando, que sucedió inopinada y aceleradamente.
254
Varfos efugios y pretestos eran de los que la viveza del R. Obispo D.
Bernardino de Villalpando se valía, maquinando su industria y su ingeniosidad
supuestas enfermedades y ocupaciones de su despaoho eclesiástico con que
cerraba la puerta y su persona, no solo á los Ministros escribanos, sino á
visitas de Ias· personas de su mayor estimación, para afectar impedimentos
é imposibles á la intimación de los apuntados Breves; mas no durando mu-
cho estas escusas, se le hicieron -notorios los unos y otros despachos á la per-
sona de su Provisor. Pero después de la suya al R. Prelado, de donde proce-
diendo alguna enmienda, hizo se restituyesen á su Yglesia los Prebendados que
estaban en beneficios foráneos, y retirando los clérigos de los curatos donde
los había colocado, procediendo e·n esto con despecho y con enfado. Eran las
reales cédulas como producidas de la circunspección y rectitud de aquel pru-
dentísimo príncipe nuestro rey Felipe II, indispensables y sin entrada á su
interpretación; pero severísima y sobre agria muy espresa la que espidió
acerca de los procedimientos del R. Obispo, cuyo tenor ·es este:
EL REY
Licenciado Briceño, Nuestro Gobernadar de la Provincia de Guatemala,
ó en vuestra ausencia al Presidente y Oidores de la dicha Provincia. A nos se
ha hecho relación que á causa del poco ·cuidado que Don Bernardino de Villal-
pando, Obispo de esa Provincia, tiene de castigar los delitos y ·escesos que los
clérigos de ese obispado cometen, é haciendo malos .tratamientos á los indios
naturales y otras personas, de que se sigu·en graves inconvení.entes y daños
en escándalo y mal ejemplo d,e los pueblos; y que iaunque machas veces se le
han dado probados y verificados los dichos delitos, no los ha \castigado, sino
con solo llamar á las dichos clérigos y condenarlos en alguna pena pecuniaria
para su cámara, tornándolos [u.e go á dejar en lel mismo partido en que ant-es
estaban ó en otro mejor, si con infetigencía ó intereses que dan lo saben ma-
nejar; y así los dichos olérigos viven m11y libres ¡y ·esenios, entendiendo la
forma con que han de .negociar .con el dicho Obispo, por que los provee aun-
que .fengan muchos defectos, y sean por.fugueses y genoveses indignos del
cargo que se les da, y que en otro ·tfompo fueron desterrados de esa tierra, y
que visto esto se han ido de ese tdicho Obispado muchos sacerdotes antiguos
y beneméritos,- por lo cual y por que los más de los Prebendados de esa Y gle-
sia están proveídos en algunos partidos del dicho Obispado, como sen el Te-
sorero y Chantre, y Francisco Hernández y Hernando de Céspedes, Canónigos,
no hay en ella el servicio que conviene y solía tener¡ y que aunque se le ha
requerido con una nuestra cédula, que haga residir á los dichos Prebendados,
como son obligados, no lo ha querido cumplir, ni tampoco iíene el cuidado
y cuenta que conviene en el edificio de la dicha Y glesia, aunque hay harta
necesidad de ello, por estar cubierta de paja¡ y que habiéndose celebrado
Sínodo en .esa Provincia y req11erídosele por parte '<le nuestro fisccd gue con-
forme á una nuestra real cédula¡ '{lllfes que el dicho Sínodo se promulga3f!
ni uisase de él, se enviase al nuestro Consejo de las Yndias para que en él
fuese visto y proveído aceroa de él lo que oonvieniese; 1no solo había querido
cumplir el dicho Obispo, y hace otros malos tratamientos á los religiosos de las
255
órdenes, quitando á los de la de San Francisco los pueblos de nuestra real
corona, que tiene.n muchos años ha á su cargo; y' que no ha salido á visitar
el dicho su Obispado hasta ahora poco ha, gu:e con 1J1Ucha codicia de inf.erés
fué enviando personas ad:elan.fe para que diesen á entender á los indios que
le ofrecíese.n mucha cantidad, que ha ·sido 1cauisa para que los indios digan que
les va á comer sus gallinas y á recojer 1cacao y tostones, y le tengan poca re-
verencia y amor; y que así mismo tiene en su casa ci·e rtas mugeres que no
son sus hermanas ni JJT'Ímas, y que la una de ellas es ;de edad de (diez y ocho
años y poco honesta, por cuya intercesión y de un sobrino suyo del dicho
Obispo, con dádivas y presentes han de negociar con él los que quisieren
conseguir algo,. y que á la dicha moza la había casado con un criado suyo,
y tfrespués tuvo forma de echar al marido de esa ciudad, socolor de que no se
había podido casar con ella por ciertas causas que le opusieron en mal ejem-
plo de los v.e cinos y naturales de esa tierra, y :me fué .suplicado lo mandase
proveer y remediar como iconviniese í y por que sobre lo que toca á dicho Obis-
po enviamos á mandar al Arzobispo de México que con lodo cuidado provea
una persona qu.e vaya á esa Provincia y por vía ¡de visita haga información de
lodo lo que ha pasado acerca de lo susodicho, y ·hecha la información le dé
traslado de las culpas qu•e contra él hubiere y reciba sus descargos, y lleve
lodo ante ·el dicho Arzobispo, para que habiéndolo visto, provea lo que con-
venga al servicio de Dios Nuestro Señor, y nuestro, y bu.ena administración
de la Yglesia y obispado, y buen .fratamienfo de los naturales; y de lo que
así hiciere y 1proveyere, envíe ante .nos, al dicho nuestro Consejo de las Yn-
dias, relacíón particular de ello. Y por que podría .ser que en algunas cosas
de las susodichas hayan sido culpadas algunas personas legas e n esa fierra,
y hallando serlo 1procedais contra ellos .por lodo rigor de derecho, haciendo
y administrando justicia .en el .c aso, y siendo necesario os doy poder cumplido.
Fha. en Madrid, á 30 de Agosto de. 1567 años.-Yo el Rey.-Por mandado doe
su Majes!ad.-Francisco de Erazo.
Los rumores que ocasionó esta cédula y casi grita que levantaron los
émulos del R. Obispo Villalpando llenaron de escándalo y dolor á toda la Re-
pública de Goaflhemala, y cuando quisiera i·g norar el R. ·Obispo la quiebra de
sus créditos y el tisne público de su fama, ·no fuera fácil ni posible, aunque
se caUara por los contrarios de sus operaciones ; por que publicados los Breves
y las cédulas· á voz de pregonero por orden particular del Gobernador Bri-
ceño, y que al R. Obispo no se le ocultaba ni hacía disimulo, por que así se
lo escribíian de la corte sus age·ntes, y Francisco de Villalpando, hermano suyo.
Con que abrumado de los pesares y en mucho modo mortificado, huyendo el
cuerpo á los desaires de los frailes, con el pretesto de visita, salió á largas jor-
nadas para la parte de Cuscatlán, donde en el pueblo de Santa Ana de aque-
lla jurisdicción, desazonado y mal dispuesto se recojió á la noche sin querer
tomar alimento que le sirviese de cena, por haber recibido aqu e~la tarde una
asperísima y rigorosa cédula de reprehensión. Pero á la mañana del siguien-
te día, viendo los pages y familiares que se detenía en llamar, entrando al
cuarto le hallaron muerto, y el cadáver ya yerto y endurecido ; con que sin
duda á po·co tiempo de acostado, debió de pasar de esta vida á la otra. Estos
descréditos del clero y desestimaciones de este prelado, fueron la causa prin-
256
cípal á contener enmudeciend<i al clero en muchos derechos suyos en que
hasta hoy omiten amedrentados la a·g enda y claridad de su justicia; no re-
celando poco la prudencia advertida de los R.R. •Obispos en este caso, y otros
iguales al presente, para no intentar acción alguna contra los que velando con
frecuenc:a se hacen temidos y poderosos con cuidado y tesón infatigables.
Bien al contrario de los sacerdotes seculares, dormidos y perezosos en mucho
modo, y desunidos y sin cuidado en igual grado.
Mas no podemos dejar de hacer recurso á la computación de los tiem-
pos, e·n que de la propia cédula advertido, me llama á grande reparo y aten-
ción, nacida y ema·nada de aquella cláusula de la narrativa del informe, que
dice: ni tampoco tiene cuidado y cu·e nta que conviene en el edificio de la di-
oha Y glesia, aunque hay harta necesidad de ello, por e&tar cubierta de paja,·
con que parece que no era total el defecto en lo que se informaba, ni muy
arreglado á la certeza de las cosas, pues habiéndose aquella obra comen-
zado por el año de 1542, OG7 l parece haber llegado á su perfecta nivelación, á
los '26 de ·Enero del siguiente año de 1545, por que este día apuntado en el
congreso de él, dice por acuerdo el justo celo y vigilancia del Cabildo en el
deseo de cumplimiento de esta Basílka, por su decreto acordado : (168 > que el
Señor Obispo dé los materiafos qlle tiene de su 1casa anfigu'a, ;para la obra de
la Santa Y glesía catedral, y se le den ·par ellos mil •y seisckntos pesos de oro,
y que si apr·eciado .el material valiese menos, el Sr. Obéspo iMarroquin se obli-
gue á que dará y pagará para la dicha Y gl1esiia la demasía. Por este decreto
ya se conoce que la Yglesia estaba en estado de techarse; por que es visto ,
que á el R. ·Obispo Marroquín se le compraba no eran las paredes de la casa
que había dejado en Ia c:udad vieja, .sino el maderaje y la teja, que era lo
. que podía conducirse á esta nueva planta; y que llegó á su efecto este con-
trato también se prueba de los propios testos siguientes en los cabildos cele-
brados, por que en el que se tuvo en 30 de Enero de aquel año de 1545, asienta
el escribano: 0 69 > El Sr. Obispo dice que es contento de dicho concierto, y que
otorgará la obligación que le es pedida. Y parece del libro del Cabildo que
citamos, que en aquel mismo día 3() de Enero se pasó á otorgar la obligación
que se menciona; por que también asienta en él el escribano : 11 70 > el Señor
Obispo otorgó haber recibido d.e Juan Pérez Dardón, Alcalde ordinario, mil
y seiscien,t os pesos de oro, y se obligó á la Yglesia ,ior la demasía que pudiese
hab.er en el valor die los materiales, .en 30 de Enero de 1545 años, y fueron
testigos Juan de Líano, clérigo, y Juan i/.e Alba. · '
Pero aun aprieta más la evidente certeza de este punto, acerca de que
no solo por el año de 1545 estaba la Yglesía Catedral cubierta de paja ; pero
aun cubierta de teja algo adelante por el de 1559, casi la mayor part e de ella,
sino totalmente perfeccionada; lo que ·no solo hallo establecido en los Cabildos
mendonados, sino en lo que me asegura en los siguientes la propia autoridad
de ?-quellos libros; pues por el año de 1560, siendo Alcaldes ord'. n arios de la
ciudad de .Santiago de Guatemala, Alonzo Hidalgo y Alvaro d e Paz, en el
cabildo de 16 de Enero, se •halla un decreto que dice: en lo que toca á la obra
257
de. la Catedral se tomen cuentas. <171 i Mas por que estando corriente la obra
y edificio, pudiera por materia de buen gobierno pedirse semejante cuenta,
y .no .ser razón que concluye acerca de nuestro intento, pasa á espresarse
más este decreto después de la conferencia de otras materias, y dice: <172 > Las
cuentas·de la obra d,e la Catedral y su gasio, se tomen par los diputados, qU'Ll!
se nombraron, á las personas que han corrido con ellos. Con que se esplica
y aclara más, diciendo que se tomen las apuntadas cuentas á las personas que
han corrido, no 'á las personas que corren con ella. Pues se hablil y hace nien-
{;ión de acción pretérita y no presente, á más de estar la cue·nta original que
les tomó aquel año, en el archivo secreto del Cabildo, como cosa de tanto cré-
dito suyo, en haber sido quien costeó toda la fábrica desde sus fundamentos
á aquella antigua Basílica, en esta nueva planta, como á la primera que se ha-
bía er!gido en la .que llamamos ciudad vieja. Hemos dicho lo que contra el
R. Obispo Villalpando publica la simp1e tradición, y lo que consta de, autos
y reales cédulas; y fué muy de nuestra obligación y muy preciso el proponer
y hacer notorio, lo que acerca de su crédito y defensa se ofrecía en algún
modo. Pues es· claro que por el año de 1565, que fué la entrada de este Pre-
lado á su Y.glesia, había ya cinco años que la obra de la Yglesia estaba en esta-
do de habitarse y sin fa.nta necesidad de cubierta de teja, por que no lo estu-
viese de paja; pues es de cons:derarse lo que después muchos años nos ase-
gura la autoridad de los libros del Cabildo.
·Corría á las espensas de los propios de la dudad de Guatemala, la obra
y edificio de la Yglesia Catedral, fiando el efectt? de su perfección la cortedad
de su erario de la real y Católica Majestad de nuestros reyes, cuya atentísima
1
lS~
CAPITULO VIII
las que alegaban Francisco del Valle Marroquín, apadrinadas del favor y dili-
gencias que se hacían con grande habilidad y buena maña, en la interposición
de grandes personages, grangeados á las instancias y persuación de Don Fran-
cisco de Villalpando, que deseaba la revocación de aquella sentencia, y que
qu~~dase determinado aquel grave negocio á favor de st,t hermano el Obispo de
260
Guatemala; como después de mucho debate y largo tiempo se vió conseguido
y determinado, muy en beneficio y gratitud de esta Santa Yglesia de Santiago
de Guatemala y su Obispo. Mandada se vo'lviese á incorporar la Sierra de Sa-
capulas, Sacatepéquez, Soloma y Provincia de Soconusco, que se le había
desmembrado .
. Con que sin duda por aquel año de 1565, lo de la Provincia de Soconus-
co era todavía perteneciente al Obispado de Guatemala, y no se había agre-
gado al de Chiapa; por que como dijimos antes, todo estuvo al cuidado del
Venerable Obispo Don Francisco Marroquín, de dara memoria, hasta la erec-
ción de las demás Catedra'l~s posteriores, en tiempo á esta primitiva de Gua-
temala, .confirié·ndose poco á poco los territorios que parecieron convenientes
después de erigidas; como hasta ahora en estos años se agregó á pedimento
del R. Prelado Dr. Don Juan de Mañosca y Murillo, alias Santo Mathia, la
Provincia de Jerez de la Oholuteca, y se confirió su distrito y jurisdicción es-
p'.ritual al Obispado de Valladolid de Comay.agua, por la distancia remota,
aunque contigua en su vía á la Catedral de Santiago, y la mayor inmediación
y cerca·nía con la de Comaya,g ua, para ser ·con frecuencia visitada y socorrida
' con el pasto espiritual.
Mas no nos es lícito ni escusable el dejar por ahora de dar noticia cla-
ra de esta segregación de territorio de Soco·nusco·; aunque pudiéramos sus-
penderla hasta tratar de la Provincia de Chiapa; mas no es apartar la materia
de la parte que le convenía; pues tratando ahora de las cosas de Guatemala,
de cuyo obispado se segregó aquella Provincia, es el tratarla en su legítimo
lugar, con que por fodo debemos proponer á la noticia la certidumbre de los
suj·etos que concurrieron en tiempo; por que halbié·ndose conferido el Obispa-
do de la Santa Yglesia Catedral de la ,Ciudad real de Chiapa, en Fr. Andrés
de Uvilla, del orden de Santo Domingo, á los 5 de Marzo del año de 1592, y
teniendo su a·ntecesor Don Fr. Pedro de Feria, muy adelantada la materia de
la agregación de aquella Provincia á la jurisdicción espiritual de aquel Obis-
pado, con muy buenos y arreglados informes que conducían á la conveniencia
de este particular negocio, y en que no descuidá·ndose e~ agente á gran solici.
tud de aqueste encargo, se vino á reso·lver que ·se agregase á lo de ·Chiapa la
Provincia de Soconusco, al mismo tiempo del nombramiento de Don Fr. An-
drés de Uvilla para el ascenso de aquella sede; llegando los despachos para
hacerse esta a·gregadón, gobernando la sede de Guatemala el R. Prelado Don
Fr. Juan Ramírez, que por muerte de Don Fr. Gómez Fernández de Córdova,
había sido presentado en 18 de Enero del año de 1600, y parece que cuando
se hizo la agregación del Obispado de Verapaz al de Guatemala solo había
dos dignidades que sirviesen aquella Catedral, <118 > que el '1lno era Don Francis-
co González, Arcediano, Juez provisor y Vicario general de aquel Obispado, en
la vacante que hubo por e'l paso que tuvo Don Juan Fernández Rozillo de
aquella Catedral á la de la Santa Yglesia de Michoacán, y el otro Prebendado
era Do·n Bartolomé Sánchez de Requena Maestrescuela de ella, que así parece
de instrumento que par.a en mi poder.
262
de las Audiencias, siendo éstas mudanzas de grande atraso é inconveniente
á las Provlncias como se deja reconocer eu esta de Soconusco, que distando
de Goathemala ochenta leguas, la sujeción que tuvo á México en aquellas dos
ocasiones que referimos, apartada de 330 leguas, de cuanto quebranto y per-
dición le sería, como la de Yucatán que ya confiesa su perd:ción y su trabajo
en la dilatada instrucción que dió Alonso López su Gobernador, para España,
por el año de 1548, y dice en lo tocante á este punto : <180 > Otro si pedireis á su
Majestad, que por que somos informados que 1en la ciudad de Santiago de
Goathemala su Majestad ha proveido ó quiere proveer Audiencia real, sea ser-
vido, que por que es de aquí inwy cerca y comarcana, y la contratación de ella
0
por fierra firme y grandes gastos que se hacen ien el camino para México, nos
haga merced de nos la dar por superior, y que nosotros podamos líbremente
ante ella pedir justicia é interponer nuestras apelaciones. Y en el cuarto ca-
pítulo de instrucción apuntada, acerca de la ligera sublevación de los Yndios,
eu cuyos casos mandaba la Majestad del rey, que antes de hacerlos esclavos
se fo informase á la real Audiencia de México, dice: <181 > Por que muchas veces
por mandar su Majestad que primero que sean hechos esclavos informemos
de ello, se causan alborotos y desasosiegos entre los naturalie'S, riendo que
quedan sin punición y .castigo; y por ser como es la Audiencia de México
trescientas leguas de aquí, y hab·e r ·en °el camino grandes brazos d·e mar y la-
gunas y ríos que pasar, y con la tardanza muchas veces corre peligro. Sobre
que se le mandó á la Real Audienc:a de México y al Gobernador de Yucatán,
i~formen si convendrá que la Provincia de Yucatán acuda á la real Audiencia
de Goathemala con su negocios, por cédula del año de 1564.
Lo mismo debe entenderse de la .Provincia de Tabasco en los inconve-
nientes y trabajlls que se le siguen de estar sujeta á aquella Audiencia, como
no menos por lo espiritual á esta Provincia de Tabas·c o le es de grave descon-
sue'.o el estar sujeta al Obispo de Yucatán, pues jamás es del Pastor visitada,
hasta que lo hizo prevenido por el rey el Lic. ·Don Juan de Turcios Escalante,
Obispo de aquella Ygle·sia de Yucatán, con ruego y encargo para que visitase
aqueHa Provincia, ó que de no hacerlo se agregaría al Obispado de Chiapa,
siendo como es inmediatísima, y el Pastor, que con ruego y licencia del de
Yucatán llega á Tabaco y hace confirmaciones y lo demás de actos ponti-
ficales que se ofrecen ; y siendo esto muy de lo antiguo, y casi primitivo, la
Majestad del rey mandó librar su real ·cédula incitativa, despachada el año
de 1564, <182 > para que la real Audiencia de México y el Arzobispo de aquella
Yglesia, y el Gobernador y Obi'spo de Yucatán informen si convendrá se dé
la provincia de Tabasco al Obispo de Chiapa; y por cédula de aquel año se
había mandado también que el puerto de Ystapa de la mar del Sur se poblase
de españoles, encargando su població·n al cuidado de la real Audiencia de
Goathemala. o sa¡ Esto y el nomb~arse por el Cabildo , justicia y Regimiento
263
de 1a ciudad de Santiago de Goathemala procurador general para <
E spaña, so-
bre que hubo graves contr.adiccíones que levantó el Regidor Francisco del Va-
lle Marroquín, con largas consulfas .al Presidente Dr. Antonio González, yendo
por entonces á elfo el Licdo. Remón; y un amago de cuatro embarcaciones de
franceses al ·pu1erto de Caballos, c1 s4 J á que fa ciudad se ofreció á ir con su es-
tandarte real, que había de ir como era de costumbre en ma·no y á cargo de
uno de sus Regidores, con título de Alférez real, saliendo á la jornada con
sus armas y caballos en servido de su Majestad, resistiendo á dichos· fran-
ceses, que parece no llegó á efecto por haberse hecho el enemigo á la mar.
Son las cosas con otras aun tan graves que en tiempo sereno y oportuno,
parece que con buen semblante de los astros, gastaron y dieron coronación al
Gobierno del Dr. Antonio González .
CAPITULO X
Que continúa las materias del Gobierno de aquellos tiempos, y las materias políti-
cas que se ofrecieron por entonces, en que se dieron justamente ocasiones á
largas inquietudes y sentimientos.
264
y derivándose sus discordias de la causa y motivos que les dieron el tiempo
antes, las máximas desacertadas del Lic. Landecho y el Dr. Antonio Mexía,
ligado e·n sus intentos y confidencias con el contador Antonio de Rosa·les,
como dejamos apuntado, y que ahora ofreció el tiempo larga ocasión á las
venganzas en el que aun obtenía la Presídencía y el Gobierno el Dr. Antonio
González; habiendo quedado bien desazonados y advertidos los propios re·
gidores que componía·n aquel Cabildo, de las inteligencias y eslabón que el
advertido contador traía con larga confianza con el Presidente Landeoho y el
Dr. Mejía, revelándoles el sigüo de los ne·g ocios é intención del Cabildo, y
dándole muchas veces con estos procedimientos en la cara, le obligó á retirarse
de aquellas juntas y congresos, afectando y escusándose con accidentes y en-
fermedades. Mas fuesen ciertos ó acaso aparentes aquellos habituales acci-
dentes que demostraba, quedando como abstraído de la asistencia del Cabildo
y de la real caja, para esta ocupación del haber real sustituía su obligación
y su cuidado en Gaspar de Rosales, su hijo, aun más aborrecido que el .p adre.
Este contador Antonio de Rosales, ó bien lleno de enfermedad y años,
ó bien deseoso de exaltar al hijo á la propia dign:dad de Tesorero del rey,
que él obtenía, parece que en el congreso celebrado á los 16 de Abril del año
de 1572, cisn en que se trataba por el Cabildo de enviar Procurador general á
España, y por que estaba nombrado Francisco de Castellanos, pidió que s~ le
die.se carta de favor para el rey, suplicándole tuviese á bien que Gaspar de Ro-
sales optase en el oficio del padre, y conferido se acordó que se escribiese
á su favor. Pero el Alguacil mayor de la c:udad Antonio Orozco de Ayala, que
de otras causas estaba escosido y rescoldado con el contador Rosales, lo con-
tradijo y apeló. Pero pasando algunos días hasta el congreso del jueves 24
de Abril de 1572, (188 ) en que parece haberse traído á la sala cierta carta, que
de la mano del Secretario de Cámara Diego de Robledo, había pasado á la del
de •Cabildo Jua·n de Guevara, con orden de fa Audiencia real para que se junta-
sen en aquel día estraordinario, y viesen y determinasen si aquella carta debía
darse ó nó. Era esta la carta acordada en el congreso de 16 de Abril, que á fa-
vor de Rosales con comisión del Cabildo había formado el Regidor Francisco
del Valle Marroquín. Hallábase ·el de entonces con punto más que el de ahora
en orden á sus vocales, pues solo eran seis los que se hallaban en aquel con-
sistorio; mas no solo en la conferencia, pero en los votos de su opción se ha-
llaban varios; pero habiendo precedido mucho disturbio, que pareciendo pasar
de los lances del entendimiento á los de la voluntad, fueron de mucho em-
barazo y pesadumbre entre Francisco del Valle Marroquín y Juan Orozco de
Ayala, acerca del estilo que se observaba en el escrito¡ pero compelidos por
la just:cia á que dijesen en su lugar su parecer acerca de si debía correr ó no
la entrega de aquella carta, sin mezclarse á otras materias, llegado el turno
y opción del Alguacil mayor Juan Orozco de Ayala, dijo:
265
Es á la letra lo que propone el cabildo: que él contradijo que se diese
l·a dicha carta, y protestó de decir las causas por donde no ise le debía dar; y
pues la Real AucUencia ha mandado que con libertad digan las causas por
donde no se le deba dar, las .cuales él daba en la manera siguiente: Lo primero
por que darle la .d icha carta es en ~esautoridad de la •ciudad y Cabildo de ella¡
por que decir en ella que se le pase el oficio de .con.fador sin constar de los
delitos que el dicho Gaspar de Rosales ha• hecho como consta de la visita que
el muy ilustre Señor Dr. Antonio González, Presidente, ha tomado á él, y á su
padre, es no informar bien; eso tendría á su Majestad mal informado, á quien
siempre se le debe decir la verdad de todo lo que pasa en la materia de que se
trata, y no .diciéndole uno y encubriendo otro. y que por haber dicho el dicho
Juan de Orozco Ayala en eso, por virtud de una real céd11la de. Sil Majestad,
en que mandó tomar residencia ;y visita al dicho Antonio de Rosales, contador,
y para ello fué compelido por el. dicho Sr. Presidente y ,Gobernador, le han
tomado odio, por que dijo la verdad en lo que dijo, y enemistad, y puest~ al-
gu1nos defectos á los cuales si se respondían, sufici·e ntemente satisficiera su
dicho y persona . Por que oonsfará que no había razón para hacer lo que hi-
cieron y decir las palabras que han dicho, por haber hecho la dicha declara-
ción; y por que el dicho Gaspar de Rosales, en lo q11e toca á la administración
de la real hacienda, consta claramente que no lo ha hecho como debe, por dos
rozones: la una, por que Mateo Martín de Aguilera, relator de la r·eal Audien-
cia, le puso ante el Lico. Briceño, Gobernador de estas provincias, una acusa-
ción ceroa de lo susodicho, y en ella fué condenado por el dicho Gobernador
el dicho Ga·spar Rosales 1en todas las costas del proceso, y en doscientos pesos
d.e oro de minas para la real caja de su Majestad, por el fraud_e que había
r.ecibido¡ todo lo .cual el susodicho pagó.-Lo otro por que el dicho Gaspar
de Rosal:es en las .c obranzas que hacía de los tríbulos, por las comisiones que
lleva·ba de los oficiales, su .padre y favor, no las hacía como debía, como cons-
ta de lo a1v eriguado y probado en el dicho proceso 1de capítulos del dicho M a-
teo Martín de Aguílera. Lo otro por que ·e l dicho Sr. Presidente Gobernador,
siendo informado que todavía reincidía en hacer lo que antes, en beneficio
de l.a real hacienda por virtud de dicha comisión, mandó recibir información
en las partes donde administraba, y pÓr constar por ella culpado por auto
qu·e probeyó y mandó que no entendiese más en las cobranzas y ventas de la
real haci•enda, por los daños que µl real haber se habían seguido¡ lo cual. le
fué notificado y así se ha cumplido¡ y de esto no ha ·s ido el susodicho casti-
gado por no .se haber .sente.n ciado hasta ahora¡ y iodo fo susodicho va un
tras!ado 1de ello en la dicha visifa.-Y así mismo por otro proceso que se siguió
ante dicho Lico. Briceño, parece que el dicho Gaspar de Rosales, sin irle in-
terés alguno puso ciertos artículos al secretario Diego de Robledo. de cosas
muy feas que dijo que había hecho •en el uso de su oficio, en los cual.es el
dicho Lico. Briceño le comf.enó en .todas las costas y en otros doscientos t.pesos
para el dicho Diego de Robledo por haberse atrevido á poner lo qu'e no era
verdad., y el susodicho lo pagó todo,- y qzzien hace semejanf.es cosas, bien
consta á vue·stra Señoría el nombre que tiene en esta IJ?.epúblíca. Y también
por que habiendo el dicho secrretario declarado su 1dicho en la dicha visita,
266
compelido por el Sr. Presidente y Gobernador, como ¡>0r el mismo parece,
qne habiendo en -el dicho la enemistad que había re nfre él y el contador An-
tonio de Rosales, el dicho contador .e n la petición que presentó, respondió á
los cargos que en la fiha. visita le fueron hechos, dijo que el 'f]icho Diego de
RoMedo era su enemigo, por que .el dicho Gaspar de Rosa.les su hijo, le había
puesto capítulos ante el Lico. Briceño, .en la residencia que por mandado de
Su Majestad le tomó de cosas feas que había :hecho •en su oficio, teniendo por
costumbre dre decir lo que no ·es justo, pues consta por lo dicho los dichos ca-
pítulos y cosas de ello no ser verdaderas, y estar condenado por tal en lo
suso declarado, no es ..razón que dijeran á su Majestad lo uno ni lo otro por
que eso era encubrir la verdad. También por que ¡habiendo jurado Luis Acei-
tuno, escribano de la real hacienda, en dicha información, siendo informado
y apremiado á que dijese su dicho contra el dioho contador en la dicha visi-
ta, habiendo ,declarado conform.e y como debía en conciencia y como buen
cristiano, el dicho contador por esta causa le quitó el oficio de escribano de
la real hacienda, y querellándos de ello el dicho escribano á 1esfa real Audien-
,cía, mandó lo tornase á usar ·como antes lo solía hacer,- y que por estas cau-
sas que dicho tiene es su voto que no se le dé la •carta que aquí se leyó agora,
ni otra ninguna sin que ella no ¡vaya lo que aquí se contiene y declara, y sí otra
cosa se hiciese apela de ello para ante su Majestad y .su real Audiencia que
en esta ciudad reside, y lo firma de su inombre.-Juan Orozco de Ayala.-E
visto por los S.S. Alcaldes entrambos los dichos votos y que la mayor parle
de ellos dicen, que no se les dé la dicha carta ni otra ninguna, sin acuerdo de
lodo el Cabildo, y lo firmaron de sus nombr.es.-Alvaro de Paz.-Licáo. Fran-
cisco Vásquez.-Pasó .ante mí, Juan de Gu,evara.
Hemos prolijamente referido el contenido de esta contradicción á la
letra, para que más bien pueda reconocerse la destemplanza de los ánimos
de aquel'.os t:empos, y cual en ellos andaba desatendido y arriesgado el haber
real; mas no por que entonces unidos y congregados para el mal aquellos
desatentos ministros y oficiales, se considerasen poderosos y absolutos, de-
jaron de tener su punición y paradero. Término tiene el maI obrar sin tér-
mino y desmedido, por que no siendo malo el servir lo puede ser el ser-
vir mal.
No menos el cabildo y regimiento de Goathemala hizo fas solemnidades
festivas en el aparatoso modo que apuntamos á la llegada á su gobierno del
Presidente Villalobos, por que desazo·nado y con agravio recibido por el Dr.
Antonio González en grave negocio y de entidad y mucho aprecio, en orden
a importantísimo negocio de su jurisdicc:ón, y en que desde aquel día quedó
el Cabildo y sus Alcaldes sin aque~la jurisdicción estendida que a·ntes tenía
acompañada de grande autoridad. Mas por que tocando á su derecho, no
solo omitido y olvidado por ignorado de sus capitulares, discurso aparte nos
demanda para asentar mejor los derechos de su justicia, diremos acerca de
ello lo que ocurre.
267
CAPITULO XI
Del principal motivo que dió ocasión á los disgustos entre el Presidente Dr. Anto-
nio González y el Cabildo, Justicia y Regimiento de Goathemala.
268
de los izalcos, este ó bien por visitar los pueblos de su encomienda, ó acaso
en virtud del celo, á cosas pertenecientes á la justicia, partió para aquellos
pueblos por los principios del Setiembre de aquel año de 1577 en que era Al-
calde. Pero en el co·ngreso que se celebró á los 28 de aquel mes, consta y pa-
rece que el Procurador síndico Diego Ramírez, dijo: y propuso : uoo¡ Que el Al-
calde mayor de la villa de la Trinidad (éralo sin dmla en la ·ocasión, según
me acuerdo haber leído, Don Rodrigo de Fuentes y Guzmán, mi bisabuelo)
no le permite á Don Diego de Guzmán, Alcalde ordinario de esta ciudad, que
traiga vara en los pueblos de los izalcos, y que para ello se saque del Archivo
la real provisión ejec11toria que tiéne es.ta ciudad, para que isus Alcaldes trai-
gan vara en todas las partes donde tuvieren repartimk!nto los vecinos de esta
ciudad. Esta proposición del Procurador síndico tratada y conferida por el
Cabildo y Regimiento, produjo este decreto: Que por no estar en la ciudad el
Alguacil mayor Jzzan Orozco de Ayala, que tiene una llave, se desarrage. la
chapa de la dicha llave del Algrzacil mayor y se abra con las que están pre-
sen'fes. Y asienta luego inmediato el escribano: Vino un cerragero, desarrajó
y abrió la caja con las otras dos llaves; sacóse la ,ejecutoria roriginal, como
manda el Cabildo, y otra provisión real sobre. la jurisdicción de esta ciudad y
la villa de la Trinidad, y se entregó uno y otro original á Diego Ramírez, con
órden de que de los Archivos de la Audiencia saque testimonios de todo y lo
ponga ·en el arca en lugar de los original.es que se sacan y remiten.
Esta parece que fué la ocasión e·n que se perdieron por el descuido del
Procurador síndko estos pa:peles de tanto aprecio é importancia, remitiendo
aquellos originales á Sonsonate, en cuyo archivo estarán, y no sacando los
testimonios para ·p onerlos en el de la ciudad de Goathemala; en tiempo que
gobernaba el Dr. Pedro de Villalobos; mas no podremos menos que culpar la
incuria de aquella junta capitular (perdone su ancianidad venerable), pues
parece más acertad·o, sáquense testimonios por el presente escribano de la
real ejecutoria y i·eal provisión, y entréguense al Procurador síndico para que
haga lo que convenga, y devuélva·ns•e .Jos originales al Archivo . .... Por que en
el tiempo que regía este reino el Dr. Antonio González, que fué el Presidente
que empezó a levantar este litigio, no pudieron perderse antecediendo en tiem-
po al Villalobos desde el año de 1568 al de 77, en que esta última vez se pre-
sentaron. Y es el pr¡.ncípio que apuntamos á .Jos disturbios que se ofrecieron
y dieron ocasión á grande quiebra entre el Cabildo y Regimiento de Goathema-
la y el Presidente Antonio Gonzáki , por donde se hizo mal visto , no solo del
cuerpo del Cabildo, sino de los demás caballeros republicanos, interesados
e·n la obción y autor:dad de aquellas bases de Alcaldes ordinarios con que
podían ser electos. El miércoles 6 de Febrero del año de 1572, en el congreso
estraordinario de aquel día, asienta el escribano .del Ayuntamiento : <10 0 E luego
los dichos Señores Jrzsticia y regidores, dijeron: que por cuanto ayer martes,
que se contaron S de este mes de Febrero, les fué nofícada una petición que la
provincia de la villa de la Trinidad había presentado ante el muy ilrzslre Sr.
Dr. Antonio González, Presidente y Gobernador de estas Provincias, en que
en efecto pedían y suplicaban se les diese licencia para que los Alcaldes or-
269
dinarios de la dicha villa pudiesen usar y ejercer su's oficios eri la jurisdicción
que el Alcalde mayor de dicha villa tiene~· lo czzal el dicho Sr. Gobernador
mandó se notificase á este Cabildo la dicha petición y ,que respondiese lo que
convenía á esta ciudad, Por ser la jurisdicción suya; y tratado y comunicado
lo susodicho por los dichos Sres. Justicia y regidores, dijeron: Que se vote
por los dichos señores regidores y por cada uno de ellos lo que cerca del ne-
gocio se debe responder, los cuales votaron en la manera siguiente.-P'are·c e
que e·ntre ocho regidores que formaban aquel congreso y junta capitular, los
siete de ellos fueron de parecer que no se les debía conferir semejante juris-
dicción á aquellos Alcaldes de la villa de la Trinidad de Sonsonate, y sol<? el
regidor Francisco del Valle Marroquí-n dijo: Que era su voto, si es necesario,
que quedando esta ciudad siempre señora como lo es de srz jurisdícción, en
que está inclusa y asentada ta dícha villa, no tiene inconveniente, que como
sus ministros, inferíores, el Sr. Presidente permita salgan á los pueblos de los
izalcos en seguimiento de sus causas. Pero así regulados los pareceres, siendo
el esceso del que no se les debía dar ni permitir aquel uso que pedían de juris-
dicción, asienta el escribano: E vistos por los dichos Sres. Justicia y regidores,
dijeron, que atento á que la mayor parte lo ha contradicho, que se mande al
Procurador de la ciudad que acuda al letrado de la ciudad, para que lo con-
tradiga en /orma y responda lo que viere que convenga conforme á lo por este
Cabildo ordenado, é así lo mandaron.
Pero corriendo el tiempo en el litigio de esta contradicción, hasta el lu-
nes e·n la tarde 17 de Marzo de 1572. En este ·congreso estraordinario (estilo
observado para materias graves) as:enta el escribano Juan de Guevara: <192 l
E luego los Sres. Justicia y regidores, dijeron, que se .dé una cédula real origi-
nal á Gregario de Polanco, Procurador síndico, sobre la jurisdicción de esta
ciudad, para que pida lo que conviene cerca de la novedad que el Sr. Presi-
dente y Gobernador ha hecho' sobre la jurisdicción que dió á fos Alcaldes de
la villa de la Trinidad, que es jurisdícción de ·esta ciudad, y se le dé el original
para ello luego, y se buscó en el Archivo del Cabildo la dicha cédula y se dió
al Sr . Gregario d·e Polanco que presente ·estaba.-No fué pequeño el motivo
para desazones y recelarse del Presidente la dudad de Goathemala, dando
principio con su declaración que se oponía á lo ·que antes afirmaba en su
decreto de traslado á la c:udad del pedimento de los de la villa, diciendo que
se le dá por ser !a jurisdicción suya; pues de ello era razón sentirse la ciudad
de Goathemala, y consecuente á su decreto y determinación, el que aquellos
Alcaldes quisiesen mantenerse -en la amplia jurisdicción en que los ponía,
para ·quererse mantener, no e·n los límites y los cortos suburbios de su villa,
sino en un corregimiento de ve:nte y dos lugares, que es la propia jurisdicción
conferida á su legítimo Alcalde mayor. Pero las cosas de aquella vecindad y
los humores de los hombres, envueltos en discordias y enemistades, propia
naturaleza de lugares cortos, que atendie·ndo á solas estas pasiones y sus co-
dicias é intereses, omitiendo y dejando ·el aumento de autoridad y jurisdicción,
ha llegado á tal punto la miseria de aquella viHa, que en los más años no hay
alcaldes en ella, por que ya no hay caudales ni sujetos. Mas no podemos
dejar de culpar mucho aquella confianza y gran bondad de aquellos regidores
270
y Alcaldes de Goathemala en presentar tan fácilmente sobre litigios los privi-
legios originales, por no hacer trabajar al escribano en que de ellos sacase
testimonios; ó quizá por que su celo y gran fervor en defender y conseguir
sus derechos, les ·hacia apresurar en semejantes presentaciones por parecerles
que se gastaba mucho tiempo en sacar de los originales los traslados. Esta
ocasión parece so!a la que pudo hacer en aquel tiempo no tan acepto ni tan
grato al Preúiente Dr. Ant<mio González, por que en todo lo demás de su go-
bierno, aun no alca·nsa mi ocupación y diligencia, ni por lo autént:.co de los
papeles ni por not~cia alguna de la simple tradición, ni en lo particular ni en
lo común, otra asonada ni otro ruido de este ajustado Gobernador, por que
el rumor y el ruido de los que ·no son arreglados á la razón y la just:da, es
como eterno en el horror de los corazones humanos .
CAPITULO XII
Que refiere brevemente el tranquilo gobierno del Presidente Dr. Pedro de Villalo-
bos, y las ocurrencias de aquel tiempo y operaciones de la ciudad de Goa-
themala en él.
272
acopiamientos de los graneros por un Alcalde ordinario y un regidor, y que se
echasen bandos con graves penas para que no se sacase para fuera, llevándolo
á las provincias en .daño y perjuicio de la ciudad de Goathemala, y ·á más de
estas preciosas y prev~as diligencias, se embargó por un ministro de vara,
con comisión del ·Cabildo, todo el trigo que había en po·der de los indios de los
valles de Petapa, Mixco, Sacatepéquez y Pínula, por que estos lo escondían
y sacaban para afuera; yendo el ministro asalariado por prte de la ciudd y
sus propios. Nadie se admire de las calamidades presentes, diciendo que
no ha suced:do lo que ahora, que todo es viejo en el mundo y siempre en él
ha habido pecados que merecen los castigos. Nos parecen mayores nuestros
males, por que ó carecemos de las noticias ó porque los ag-e nos ·nos parecen
menores; así sería la penuria de aquellos que habitaban entonces á Goa-
themala, -como ahÓra son nuestras propias calamidades.
Había el Presidente Pedro de Víllalobos pasado de México á gober-
nar este reino de Goathemaia de mandado del rey, á precisión de gran negocio,
y emprendiendo el viage de trescientas treinta leguas, á las entradas del in·
. vierno. Dejó sus hijas en aquella ciudad, por el riesgo que se ofrecía de ríos
muy peligrosos que se interponen, y por la -p riesa y celebridad con que partió;
pero aun ya p·ue~to en fa ciudad de Goathemala, estuvieron ·sus hijas más
despac:o en la de México, hasta el Noviembre del año de 1576, (i 99 > que resol-
v~ó enviar por ellas, dando órden _para ello á Diego Galán, y en 'esta ocasión
que referimos, en el Cabildo estraordinario del sábado 24 de Noviembre de
aquel año, se hizo proposición por los Alcaldes ordinarios Diego de Robledo y
Pedro Girón, acerca de ser buena ocasión para que viniesen entonces las mon-
jas que se habían pedido para fundar el convento de la Concepción de que la
ciudad de Goathemala tie-ne el patronato; y confer:do .este negocio, es el acuer-
do: que por que se ofrece que el Sr. Presidente Pedro de Villalobos envía á
M éxíco por sus hijas, para que vengan á es.ta· ciudad, quce en su compañía po-
drán venir las religiosas fundadoras, y sobre eso ,s e :e scribía á los Señores Ar·
zobispo y Virrey y al Sr. Va:ldés de Cárcamo para qu·e ayuden á esta obra y
den el favor nece·s ario para ello, y se le áé poder á Diego Galán que va á la
dicha ciudad de México á traer las lzijas del Sr. ¡Presidente, para que rpida
las dichas monjas y solicite y .n egocie como haya fin y efe.:to lo que se pre-
tende, y las traiga hasta ponellas en el M onaslerío de esta ciudad, en su reco-
gimiento, y para ello se le dé poder cumplido y necesario. Pero parece que á
Diego Galán, enviado del Presidente, le acompañó por parte y como personero
de la ciudad de Goathemala, el Capitán Francisco de Santiago, que fué á este
efecto despachado, y vino con ellas por los últimos días de Enero del año de
1578, como ya lo apuntamos en el capítulo cuarto del libro quinto de la primera
parte de esta historia, y parace que uno de los premios que la ciudad dió al
Secretario Francisco de Santiago po.r haberlas traído, fué la gracia del agua
de pie de que gozó su casa. Y así parece de un decreto del Cabildo celebrado
273
á 2 de •Enero del año de 1580, que dice: Al Secretario Francisco de Santia-
<200 >
274
b1erno del Revo. padre visitador Dr. Juan le la Plaza no resolvió por entonces
más que Jo que contiene su respuesta del día martes 26 de Enero de 1580, <204 1
que está de viage para México, que llegado que ..sea tratará con los hermanos
de la Compafzía envíen á esta '(Ciudad algunos religiosos que vean la di~posición
de la tierra, y enseñen y doctrinen en ella según su profesión . Pero luego se
siguió el efecto de su santo celo por el día 12 de Febrero de 1582, año para el
Cabildo de la ciudad bien penoso sin dar acierto á su elecci6n de Justicias,
puesto que en él se vieron cuatro alcaldes ordinarios, sin haber muerto ni
ausentádose, corno diremos después, y este ~lía acordó el Cabildo: <205 1 Que á
dos religiosos de la Compañía de Jesús se les inste y pida 1por la ciudad que
funden, y casi· poco después de aquel año de 1582 se vió fundado .
Mas no faltaro·n para el clero a·lgunos desconsuelos y para la misma
ciudad algún disgusto nacido de aquella propia causa, que había empezado
á disponerse por el tiempo que gobernaba el reíno el Dr. Pedro de Vi!lalobos,
y tuvo efecto 1por la actividad del Obispo Don Fray Gómez Femández de Cór-
dova, con bue·na disposición en el ánimo sincero y blando natural del Licdo.
García de Valverde, pasando á dar los curatos de la costa de San Antonio
Suchitepéquez á reHgiosos de .San Francisco y o1ros en otras partes á los de
Santo Domingo, teniendo su principio de que la r.elígíón de San Francisco el
tiempo antes había hecho dejación de aquellos pueblos por la inopia de reli-
giosos; 'en cuyo caso por cédula dada en San Lorenzo ef Real á 17 de Se-
tiembre de 1576, refrendada de Antonio de Erazo, decide el rey: E visto por
los del nuestro Consejo de las Yndias, por que queremos saber lo que lo en
lo susodicho pasa y convenga hacerse, vos mandamos que luego nos envieis
relación particular dello, dirigida al dicho nuestro consejo, para (JUe vista se
proV>ea lo qu~ convenga. Y esto co:mo decíamos tu~o principio en el tiempo
del gobiemo del Dr. VilJalobos, á quien venía dirigida otra <:édula, 1para que se
les restituyesen y volviesen aquellos pueblos, poniéndolos en posesión del de
Samayaque, y luego después de ios demás de la costa en tiempo del Lico. Val-
verde. Por donde el Cabildo, J ustícía y Regimiento, en el 'Congreso del día
4 de Ju'lío de 1575, aun gobernando el Dr. Villalobos , por aquel principio que
se había dado en lo de Samayaque, acordó: <206 > Que aoerca de los beneficios
d-e los clérigos dados á los religiosos de Santo Domingo y San Francisoo el Pro-
curador síndic.o Gregario de Polanco, pida ante el S eñor Presidente, real Au-
diencia y Señor Obi'Spo, no se les quite á los clérigos, por 3f!r beneficios pa-
trimoniales, según la erección del Obispado. Pero aunque por parte de ia ciu-
dad de Goathemala se siguió Htígío en forma á favor del clero, como lo que se
obraba era en virtud de la real voluntad, ni el Presidente, ni la Audiencia,
ni menos el R. Obispo que obraba e·n contraposición de los dictámenes de
su antecesor Don Bernardino de Víllalpando, y tenía escusa suficiente con la
real voluntad, no iles fué fácil •hacer otra cosa que dejar en posesión de los
pueblos á fas dos religiones de .Santo Domingo y San Francisco.
1iS
CAPITUL-0 Xl 11
Muy rara vez acierta á .p erfeccionar sus acciones la provide·n cia de los
mortales, por que no es ha.cedero á la limitada esfera del entendimiento hu-
mano el prevenir lo futuro. Las más linces capacidades suelen proceder des-
acertadas, por que parece que los hombres tienen por oficio y propiedad el
errar. No son fáci'les en ·nuestras cosas los aciertos, y más en materias de
elección; cuestión venthlada acerca de decidir si es formalmente obra del en-
tendimiento ó de la libre voluntad; pero parece que es de la concurrencia de
las dos potencias; por que en esta obra de acto eledivo de la volu~tad, debe
preceder co·n ferencia, consulta y juicio, que es propiedad del entendimiento
El daño está en que ordinariamente las dirigimos por '.la mera y propia volun-
tad, sin respicencia á Dios ni al público beneficio. Mas no decimos por eso
que aquellos capitulares antiguos no atendían á to•das estas calidades; pues en
los que propondremos co·ncurrían todas las buenas partes que se demandan
y requieren para ocupación tan estimable, en sangre, graduación, celo y don
de gobierno; pero podría ser entre los buenos más inclinación y afición á
los que s·e eligieron, ó acaso por alguna tema ó fin particular (como acontece)
no siendo los sujetos indignos ni desmerecedores del puesto á que son con-
feridos·; pero siempre que se obrase sin pedir. á Dios el acierto y sin que el
fin sea el de su agrado, no puden salir á logro las acciones que sin estas necesa-
rias cualidades se ejerciere·n.
Quedó apuntado en el antecedente como parece. que no acertaba el
buen deseo de la obligación del Regimie·n to de Goathemala, á darle cumplido
efecto á su eolección de Alcaldes ordinarios del. año de 1582, último del go-
bierno del Presidente Villalobos, á cuyo acto presidía como es costumbre;
por que aunque se perfeccionaba el acto por la uniformidad de los votos, pero
sa'lía viciado e·n nulidad. Y así se ve que congregados á este acto, que es de la
m.ayor serie y autoridad de los que ejerc:ta el Cabildo entre todas sus fun-
ciones públicas y secretas, en este día 1Q de Enero del año de 1582, por el
mayor número de votos fueron electos á este cargo Alfonso Hidalgo y Don
276
Diego de Guzmán; pero parece que con desgracia en los dos electos de aquel
año (como veremos); por que dándole cuenta secreta en aquel año el
escribano de Cabildo al Presidente, hecha la. regulación de los votos (como
es estilo) el Presidente dijo: <20 n que no podía ni debía confirmar la elección
hecha en Don Diego de Guzmán, por ser hecha en perso·na. que tenía delito
criminail, y que solo confirmaba la que se había hecho en Alfonso Hidálgo.
Pero pidiendo el Alguacil mayor Juan Orozco de Ayala que se pusiese en los
autos de la.,eleccíón el proceso hecho por la real Audif!ncía contra Don Diego
de Guzmán, para que conste la razón que el Sr. ?residente tuvo para impedir
que se le diese la vara de Alcalde ordinario; <208 > no debe ·presumirse que este
caballero capitular atendía tanto á congratular al 'Presidente, dando á entender
atendía mucho á su bueno y justo proceder, cuanto nacía aquel pedimento del
amigable lazo y estrechez co-n Don Diego de Guzmán, mirando y atendiendo
á la posteridad de los créditos del .amigo; para que en ningún tiempo se pre-
sumiese del delito feo. No lo era á la verdad haber dado unas heridas en el
pueblo de los Yzalcos á Gómez Díaz de la Reguera, que así parece del proceso
acumulado á la justificación de la sentencia de nulidad en su elección¡ caso
que merecía compur.garse; pero que sucede ordinario entre los hombres. Pero
en este lugar que vacaba por el impedimento adverfído de Don Diego de Guz-
mán, fué ~lecto ·por Alcalde ordinario de Goathemala Luis de Gámez, -el día 2
de Enero de aquel año, y confirmada su elección. <2°0>
Pero declarada la nulidad de la elección, y electo el -0tro Luis de Gámez,
aunque á Don Diego de Guzmán le acompañaban los privilegios de su sangre,
y graduación, quitado aqueil. respeto de Juez, Gómez Días de la Reguera vecino
de San Salvador, se declaró su delator, denuncia·ndo de sus criados y calpis-
ques <210 > (eran estos calpisques los cobradores de los tributos), diciendo que
de Qcho años á la parte que ha que 1iene aquella encomienda <le los Yzalcos,
traía muchos tratos y contratos de muchos géneros de mercancías y carnicería
pública, donde vendía las vacas flacas que estaban para morirse, sin cl>nsentir
que otra persona vendiese carne, y que apremiaba á los indios para que no la
comprasen de otra. Y que maatrataba á los mercaderes españoles con tanta
libertad como ·si para ello tuviera poder de la real persona; que se servía de
los indios en el pueblo y en su estancia de ganado mayor sin pagarles, y que
era tan favoreddo del Alcalde mayor Juan de Torres Medinilla, que todo
cuanto quería hacer hacía, de que resultaba gran perjuicio á los indios que de
temor no se venían á quejar; por lo cual habiendo quebrantado la real orde-
nanza, tenía perdido .el derecho á dkha encomienda, y de todo ofrecía la prue-
ba. Decía por otro sí, en el escrito presentad<> en el real acuerdo, que llevaba
á los indios de los Yzalcos más de ciento y sesenta cargas de cacao cada año,
277
demás de las que debía llevar, y otras imposturas que refería obraba con la
mano de Capitán de la guerra contra el pirata que robó los pueblos de los
términos de Sa·n Migu'el, Choluteca y San Salvador con derrama que hizo de
más de tres mil y quinientos pesos.
Mas parece que aquella elección del año nuevo ó por desgracia de los
su.jetos· electos, ó por la propiedad de naturaleza de los influjos celestes, salió
adversa y con desgracia; pues apenas bien estaban acabados de averiguar
los c.apítulos advertidos contra Diego de Guzmán, con quie·n y en ~uya com-
pañía fué electo A:lonso Hidalgo al oficio de Akalde Ordi·nario de Goathema-
la, c211 i ·cuando á fos 9 de Febrero fué este también depuesto de aquel cargo,
mandándoseile arrimar la vara por auto de la real Audiencia de la fha. de
aquel día, y en que se dice por delito que ha cometido; mas en él no se expre-
sa la naturaleza de aquella culpa, ni pudo mi diligencia y m í deseo hallar el
papel ni tradición que diese luz á tanta y ta·n grave demostración y ejemplo;
pero elJo es cierto que quedó privado en el todo; pues solo habiendo el inter-
medio de tres días desde la data del auto .apuntado, á los 12 de Febrero, c212 >
en este día hallo que se eligió en su lugar por Aicalde ordinario á Don Rodrigo
de Gálvez, prosiguie·ndo este y 1Luis ·Gámez, que fué como dijimos electo en
lugar de Don Diego de Guzmán, en el oficio hasta terminar el año de 1582.
Pero como •hayamos referido la larga y criminal acusación que le fué
puesta á Don Diego de Guzmán por Gómez Díaz de la Reguera, nos es prec:-
so el dilatarnos algo ahora, dando noticia como para su averiguación, y la
de las heridas y ·p endencia -con el Reguera. El real Acuerdo nombró pcir Juez
de comisión al Regidor- Francisco d.el Valle Marroquín, por cuyos autos parece
que Gómez Díaz de la Reguera no probó sino algo de los capítulos y causas
que le oponía en la delación espresada, y que solo se pudo averiguar grande
aparato y prevención en la pe·ndencia, tramada y ejecutada entre muchos á fa-
vor de Don Diego de Guzmán, ó fuesen amigos suyos, ó sus criados y capizques
acusados, que no nos es fácil después de tantos años averiguar y dar por cier-
to de cual de estas dos esferas pudiesen ser los sujetos que se contienen en la
sentencia del juez Francisco del VaUe Marroquín, que es en sustancia que con-
denaba y condenó según los méritos del proceso á Don Diego de Guzmán en
cincuenta mil maravedís, en las armas ·con que delinquió y en destierro del
pueblo de Tecpán-Yzako de su encomienda, una legua en contornos por cin-
co años, <213 l y á G.aspar de Cepeda por .agresor de pendencia ie·n la prisión
que ha tenido en las armas de los negros que consigo trajo, y en destierro de
dicho pueblo una legua en contorno por tiempo d e tres años.-Y á Mekhor de
la Torre en la prisión que ha tenido y las armas con que deil.inquió, y á este y
á Don Diego de Guzmán en las costas del procesó. Mas de este Don Diego de
Guzmán y de su inmensa 1 y peregrina idea, pudiéramos decir muy escelentes
y garbosas acciones; pero ahora no vienen co·n secuentes al tiempo ni al pro-
pósito para podérlas referir, y á su oportunidad tendrá lugar por grande y
por iustr·e republicano.
278
CAPITULO XIV
De la orden que se dió por el rey para que á los religiosos que administraban en
los pueblos de los indios, se les pagaran las doctrinas y dificultades que
ofreció esta materia.
CAPITULO XV
MARGINALES.-El Presidente Valverde manda se pague el sínodo, por todos los encomen-
deros.-Por auto de 17 de marzo de 1587 asigna la limosna de cincuenta mil marave-
dís por cada cuatrocientos tributarios, - Apélase del auto por los encomenderos.
para el Consejo y se manda por cédula del año de 1593 aprobar el auto del Presi-
dente. - Suplicase de la ejecución de la real cédula. - Ofrécese nuevo embarazo
sobre las cuentas de pueblos para ajustar el número de los curas a el de los feligre-
ses. - Es motivo este y otros embarazos a que el fiscal D. Pedro Frazo hiciese
varios papeles de informe, que salieron por parte del fiscal y el Obispo D. Fr.
Payo de Rivera. - Origen de la emulación de el fiscal a los religiosos. - Queda
asentado este derecho de las Religiones.
C.A!PITU1LO XVl
De la terminación del gobierno del Dr. Pedro de Villalobos y acciones del sucesor
en la Presidencia, García de Valverde.
Aunque .por el año de 1583 parece que gobernaba el reino el Dr. Pedro
de Villalobos, <2 H> y que por aquel año, siendo Alcaldes ordinarios de la ciudad
de Goathemala Juan de Torres Medinilla y Juau de Cuéllar, se dió principio
á la prete·nsión de que el puerto, embarco y desembarco de fos navíos de la
flotilla de Honduras, se mudase á otra par,te más conveniente, cerrando el
que descubrió Don Pedro de Alvarado, y es Puerto de Caballos, bien cono-
cido en las demarcaciones, ó fuese del motivo por lo espuesto de aque-
llos vasos á la ambició·n y lances de los piratas, ó lo más derto por la
suma incomodidad de los tragines y grandes averías· de los tejidos, sedas suel-
tas y lencería, en ciento y sesenta leguas de 'travesía de cordilleras con agrias
sendas é impedimentos que se oponen al paso hasta esta ciudad de ,Goathemala
desde la .soledad y retiro de aquel puerto, ó por todo junto; esta pretensa é
intención perfecdo-nó su efedo años después; mas no cumpliendo todo el año
aquel gobierno, que solo ocupó de él hasta los 4 de F·ebrero <215 > en que'llegó
á lá posesión el Licdo. García de Valverde; no ·pareciendo en todo lo más res-
tante de aquel año otra acción ni movimiento ejercitado en el . estado ecle-
siástico, en el político, ·ni militar en esta ciudad de Goathemala, ni otra algtUna
del reino que sea digna de la memoria y el ejemplo, y que todo el círculo tem-
poral de su estación solo ·contuvo é incluyó en sus días un gobierno político
ordinario, sin otra acción que la apuntada .conferencia acerca del Puerto de
Caballos y la entrada y recibimiento del 'Presidente García de Valverde, pa-
samos á ·proponer sus acciones.
285
privado, y solo permitida su vista al escribano mayor del Cabildo; en que no
contentándose con testimonio en relaciones de olas elecciones de Alcaldes· elec-
tos y nombrados en tiempo del Presidente residenciado, gustaba ver a la letra
original el voto privado de 'cada capitular, sobre que fué preciso formar ar-
tículo en grado que se elevó á la real 'Audiencia. Pero insistie-ndo sin embargo
en este punto y otras· materias bien distantes de semejante comisión como
la suya, le fué ·preciso al 'Regim:ento . como de última medicina á sus dolen-
cias, <219 > valerse del recurso de recusar al Licdo. Zárate, Juez de residencia,
llegando esfo por razón de pedir los reservados y secretos papeles del archivo
á los términos de poner los autos con queja y por vía de apelación en el real
Consejo de las Yndias, de cuyo regularísimo y recto conocimiento y atento
gobierno y justo celo, se espidió el real privileg:o dado eq Aranjuez el día 1Q
de Mayo de 1586, <220 > en que se manda por el rey ·que ·en•ningún caso que se
ofresca, ni por ningún juez no se permita que se puedan sacar papeles del
archivo, de los que en él se guardan, y que necesitándose se dé testimonio en
relación¡ como difusa y largamento dejamos espresado en el libro sétimo
de nuestra primera parte.
De este gobierno del '1Lico. Valverde dejamos asentada la ocas1on de
disgusto que se tuvo con el motivo de la guerra y oposición que se hizo al
Capitán inglés Francisco Drake, en donde se había visto e·n el caso militar de
aquella espedición, cuanta era la mano que á los oidores se les daba¡ pues
aun en lo perteneciente á la capitanía .ge-neral no se escusaban á intr!-'ducirse ¡
mas de su tiempo y su gobiern,o hasta sus fines, no nos· ofrecen las noticias
otras que pueda referir, mas de largo litigio que se ofreció al Regimiento de
Goathemala, esforzaido á más activas contradicciones desde el congres~ del día
martes 20 de Octubre de 1587, hasta el del martes 16 de Febrero de 1588, <221 >
sobre la elecdó-n de Procuradores generales para iEspaña en Gabriel de Arria-
za y Francisco de Santiago, .q ue co·ntradijo con otros regidores sus secu.aces el
Tesorero Alonso de Vides, en cuya ocasión se hacía esta nominación de soli-
citadores, más difícil y con mayores lentitudes pasada, por no estar bien con-
ve·nidos entre sí mismos el Presidente y .Jos· oidores, siendo el principal entre
ellos que descomponía su unión, y. concordancia el Lico. Alvaro -Gómez de
Abaunza, qu~ de la propia é inmoderada autoridad que el mismo Presidente
les había conferido, nacía el querer este 0idor entonces, ó más antiguo ó más
1
286
CAPITULO XVII
De como vino con la residencia del Licdo. García de V alverde, y orden para tomar
en sí la Presidencia, gobierno y Capitanía general, el Licdo. Pedro Mallén de
Rueda y grandes turbaciones de su tiempo.
CAPITULO XVIII
JIIARG/NALES .-Demás del vario natural del Presidente ocurren otros trabajos a la Repú-
blica de Goathemala. - El Presidente visitador intenta sacar del noviciado a Fr.
Alonso Duarte criado de Valverde. - El Presidente se encamina a San Francisco
con grande aparato de soldados y de ministros ele justicia, - Síguese el R. Obispo y
es testigo de más escandalosas acciones y síguense de allí nuevos disturbios. - El
R. Obispo lleva a la cárcel eclesiástica al novicio preso, y el 'Presidente le saca della
con violencia. - Pone el Obispo cesación a divinis por la restitución del novicio,
y le alza brevemente amedrentado del oidor Abaunza. - Ultimo y ejemplar paradero
del Presidente Mallén de Rueda.
Corrían las cosas de aquel tiempo peligrosas y más que nunca ocasio-
nadas á recaer en muy funestos accidentes, pasando las materias importantes
debajo de un gobierno y una mano que á fácil ocasión y con pequeño movi-
miento mudaba la intención y el parecer. No le faltaba·n, fuera de éstos,
otros cuidados á la República de Goathema'la, con deficiencia casi de todas las
289
cosas, epidemias y carestías con que afligía á tanto pueblo la adversidad y la
desgracia. Mas sin embargo, las cosas graves y de monta que pendían y se
miraban en la mano y direcciones del gobierno, eran las que más tenían á
raya la espectación del público y .general concurso de los pueblos; por que
parece que aipenas se daba día ·del · año sin novedad y sin rumor, ya en prisio-
nes de unos y de otros que dimanaban y nacían de la pesquisa y residencia
del •Licdo. Valverde, y ya en palabras indecorosas y ofensivas que oían los li-
tigantes, y con que tratando así á ministros eclesiásticos como á los seculares
de más cuenta, hacía temer y recelar de su aspereza y duro proceder .algún
desastre y ocasión. que le pudiese ser á mucho mal.
Hizo motivo á muy ruidoso accidente la residencia que referimos del
Licdo. Valverde; por que deseoso el Presidente Mallén de Rueda de descubrir
un largo margen á su des·crédito y disfame, aun ya difunto pasó á muy ·severas
diligencias, que dirigía y encaminaba á amanci'.lar su pundonor·, juzgando por
el medio de aquella áspera y dura ejecución lograr el crédito de celoso; mas
la ambición con buen semblante oculta su veneno, como la piedra que encubre
al escorpión; miraba á macular al Valverde y á dar disgusto· á la religión fran-
ciscana. Pero entre tanto aun no se miraba ociosa la actividad del oidor Al-
varo Gómez. de Aba unza, que discurriendo en estos puntos se dió á pensar que
el haberse entrado religioso de San Francisco Alonso Duarte, criado antig.u o
del Licdo. Garda de Valverde, después de la muerte del amo, rebosaba inte-
riores secretos que pudiesen manchar la fama de su difunto dueño; y en este
pensamiento siempre fijo, le hizo pasar á ·1a noticia y consideración del Presi-
dente Mallén de 1Rueda, á qui.en no menos persuadía la malquerencia y el en-
cono del confesor Merchante.
No tardó dificultando la empresa el Presidente juez de residencia, en
poner en efecto la solicitud de sustraer del noviciado de San Francisco á Alon-
so Duarte, pidiéndole por auto á F.r. Francisco de Salcedo, Guard:án del con-
vento de Goathemala, varón ejemplarísimo y de acreditado nombre; mas adver-
tido el, Guard~án en su derecho, respondió al auto en que se le pedía el novicio,
que sí tenía delito Fr. Alonso Duarte, le espelerían constándoJe· de la causa;
pero qué siendo á fin de recibir su juramento, le vería su Señoría ó el escri-
bano dé la visita ó residencia, cuando gustase. Estas justísimas ra"zones que
proponía respondiendo al :P residente Fr. Francisco de Salcedo, pidi.eron sere-
y
nar y moderar los a~dores del Licdo. Mallén de Rueda su consejero y amigo
Alvaro Gómez de Aba.unza; que siendo ambos juristas y ministros del r ey y no 1
ignorando la práctica general de las leyes, pudieron sin estruendo y sin escán-
dalo hacer progreso á sus _intentos, p~ro no aconteciendo así á favorable su-
ceso pe _la justicia, y pareciéndoles in~bediencia é indecoro, tomaron resolu-
ció~ no niuy m~dur_a en este caso.
. Mandó al Sargento mayor el Presidente que á las dos 'horas de la tarde
estuv~ese á punto con cien hombres armados e·n el patio 1principal del palado,
y en aquella ocasión y término 'aplazado, convocando á los Alcalde·s ordinarios
y al oidor Lic. Abaunza, se encaminó co~ semejante a,parato y .prevención para
;¡ .-- - ·-· - • • • •
-290
el conve·nto de San Francisco, dejando guardia de infantería á la cerca del
convento, introduciéndose á él con alguna soldadesca y 'los ministros de justi-
cia¡ pero corriendo voz de que iba á demoler el convento, se hizo congregación
de grande pueblo, cuyo rumor despertó el celo y cuidado del R. Obispo Don Fr.
Gómez Fernández de •Córdova, que conociendo ·l os impulsos del ·P residente,
partió en ·su busca para el conve·nto en ánimo de moderar sus intentos como
tercero y medianero de paz¡ llegando á tiempo de ser testigo de muy indecentes
é irregulares acciones en la ·celda del ·Guardián, por que fué en ocasión que los
soldados y los ministros de justicia ·h abían descubierto al novicio Fr. Alonso
Duarte y traídole á aquella celda á Ja presencia del :P residente, y en que 'man-
daba á los ministros le despojasen del hábito¡ pero viendo que pereceaban en
la ejecución del mandato, acometió al novicio diciendo : Yo os desnudaré de
este saco de maldades y cobertor de ladrones; arrancándoselo á pedazos; pero
á este tiempo el Preiado ordinario Fr. Francisco Salcedo, llegó á protestarkla
inmunidad y pedirle se contuviese, correspondiendo por respuesta una bofe-
tada que el Presidente dió al ven"erable religioso Guardián; ma·s ·éste y su
comunidad con aquellas disposiciones y prevención que en semejantes oca-
siones acontecen, desampararon el ·convento, emprendiendo jornada para
México·¡ mas quiso .Oios que muchos nobles que les siguieron el alcance, atem-
pera·sen esta acción, no faltando entre eHos algunos de los ministros de Au-
die·n cia á conseguir el desenojo de aquella religión.
Pudo el suceso ·que referimos turbar el público reposo á no haber do-
tado Dios aqueste ·p ueblo de dócil natural y gran lealtad; por que además de
lo que referimos, el R. Obispo que estuvo presente á la ocurrencia y el agravio
ejecutado en el Guardián, litigó por el preso largo rato, hasta haber conseguido
llevarlo á su cárcel eclesiá·stíca. !Pero Fr. Diego M ·e rchante, que interesaba
en tanta revolución el que no se averiguase que era a.póstata de su sagrada re-
ligión, y que sus patentes y licencias eran adulterinas; y el Lícdo. Abaunza que
deseaba que sus informes al rey saliesen acreditados amancillando la fama
del Lícdo. Valverde, aconsejaron al Presidente Pedro Mallén de .Rueda, sacase
al preso de la cárcel clerical,· y le restituyese á la suya. Darían razones apa-
rentes que persuadiesen podía hacerlo, pues se propuso con violencia y con
estruendo á sacarle y ponerle en el se·guro de la cárcel de corte y en la jaula.
Produjéronse al R. ·Obispo D. Fr. rGómez de ·Córdova, enfermo y viejo, más
que crecidas pesadumbres¡ por que poniendo entredicho y movido el fiero
vuJ.go á grande murmuración y mucho escáudalo, clamaba por la restitución
del preso, llevado del pretesto de religión, haciendo mas sentimiento en el áni-
mo mortificado y condolido del Prelado. Mas la viveza y las astucias del Licdo.
Abaunza hizo gran pesuasiva al R. Obispo y con frecuente instancia sobre
que alzase la ·c esación y el entredicho, y conminándole la intimación de rea-
les provisiones, sobre que debía recelar de estrañeza y graves consecue·~cias
de este caso, y no ·o cultándosele al venerable y R . Obispo los desahogos y el
fogage del Presidente, llamándote amparador de judíos, y de traidor, que im-
pedía y embarazaba el real servicio y e.l castigo de malhechores, se le hacía
291
creíble cualquiera violenta resolución, mucho más viendo y considerando que
los oidores temían y recelaban sus furores, y la nobleza ·no menos, tratados
siempre los unos y los otros, con los títulos y palabras de sediciosos, ladrones
y otros injuri~sos; oprobios con que trataba á todos, amenazados con destie-
rros y embarcaciones para España, con que la justicia padecía sin abogados y
la paz pública sin medianeros, sin considerar temerosos que no es sedición la
r·e sistencia que hacen las vír·t udes al vicio. Pausando de esta suerte los Lt-
tentos del R. Prelado; pero á este tiempo y cuando más encendido se hallaba
el Presidente Pedro Mallén de Rueda en los deseos de engrandecer su nom-
bre, haciéndose temer de la común contemplación de las Provincias, según di-
vulga la simple tradición, permitió Dios, dándole quizá ·en esta vida los cas-
tigos, que de una e·nfermedad aguda que padeció quedase dementado de tal
arte que parece que solo le acompañaba lo animal; pues descuidándose con él
los familiares, llegó á salirse de casa a'lgunas veces, ya en solo el cendal de la
camisa que le cubría, ó ya vestido en otras ocasiones, y en algunas le hallaron
en los campos arrancando yerbas y comiéndolas sin distinción de las nocivas
á las saludables, como N abuco, teniendo fin de aqueste modo las cosas y el
natural inadvertido del Presidente Lic. Pedro Mallén de Rueda.
Pero parece de lo autén1ico que este accidente y ejemplar se vería al
escarmiento ele los hombres allá en España, por que en contrario de lo que
afirma la tradición de este suceso, el día 3 de Febrero del año de 1595, <223 >
el Presidente Pedro Mallén de Rueda, según asienta el escribano de Cabildo
Juan Nuño, entró en la sala capitulará despedirse de la ciudad de Goathemala
para ejecutar su viage á España, como lo hizo inmediatamente á su despedida.
No poco ejemplar ni despreciable advertencia es esta para los hombres, que
coléricos y pa·gados del propio dictamen y parecer, no dejan lugar á la pru-
dencia para que pueda contener sus pasiones; así era el de este Presidente
Mallén de Rueda, intrépido y arrojado á los lances más árduos y peHgrosos,
pagado más de.l propio juicio que del consejo de los varones prudentes, y así
fácil de precipitar hacié·ndole apoyo á sus intentos, y que en el adorno que le
hacían sus buenas letras y la autoridad del pueblo, se veía una continua apli·
cación á mala parte, y que asegura la simple tradición que jamás vió aquesta
preciosa porción del occidente hombre ni tan hinchado ni soberbio, ni que me-
nos cuidase del temor de Dios ni del que se debe al rey; pero así termina siem-
pre la vida y confianza de los inadvertidos, como este Presidente dió consu-
mación á la suya; mas estas cosas y otras muchas de aquellos tiempos infelices
'
y peligrosos, suspenderán su ·narración por ahora, para que pasando á discutir
algunas otras partes de aqueste fértil territorio, se dé lugar en ellos á bs
acciones políEca·s y militares según los tiempos de los a·c aecimientos de to-
das ellas.
292
CAPITULO XIX
•El orden que habemos elejido para narrar aquesta historia, llevando su.
cesivas en esta segunda parte las provisiones y mercedes que están á la dis-
tribución del Presidente, en conferir corregimientos que son de su mera rega.
, lía, nos hace ahora el desmembrar de la Provincia de Nicaragua, á quien Diego
López de Salcedo le dió el nombre de Nuevo reino de León, ·Provincia que se
ha de describir en la tercera parte por ser de la inmediata distribución del rey,
con otros oficios que reparte, este corregimiento del Realejo, imporfa.ntísima
plaza, á mi entender, por su admirable y grande puerto del Jaguei ó del Car-
don, conocido y frecuentado de las embarcaciones del Sur¡ con que en ésta que-
dará referido y anotado todo lo que á este distrito pertenece, por ser de la
distribució-n presidencial, haciendo también recordación de los de Pacacá,
Turrialbó, Quipó y Chirripó, corregimiento que confería el Presidente á su
arbitrio en la parte del gobierno de Costa Rica, y los de Quezalguaque y Mo-
nirnbó de'l de Nicaragua, incorporados á. aquellas dos gobernaciones por orden
de la Majestad del rey Felipe IV; como Nicoya de aquella provincia de Nica-
ragua, que ha pocos años que se provee por el Consejo como era antes. Y en
lo de Honduras el Corregimie·n to de Tencoa incorporado á la gobernación,
que así los unos como los otros hicieron falta y malaobra al premio y conve-
niencia de algunos beneméritos necesitados.
Fué ·el territorio del Realejo de aquella pertenencia de pais que descu-
brió Gil González Dávila, mas esta villa no es de lo que ·Se pobló por Francisco
Fernández de •Córdova y Pedrarias, por que después, andando el tiempo, se
fundó por los españoles de la parte de Don Pedro de ·A lvarado, vecinos de
Goathemala, con ocasión de las fábricas de la primera armada con que este
caballero socorrió á Pizarro y Almagro en la parte del iPerú, por el año de
1534, desde cuyo tiempo, reconocida la importanda y -seguridad de aquel
puerto, se fué aumentando de vecindad aquella villa, que siendo entonces el
real de las fábricas de Alvarado que llamaban por su parte población, y hoy
se numera y reputa por de más de ciento y veinte vecinos españoles y cien
mulatos también vecinos, que son de utilidad para las fábricas de embarca-
ciones ··para los cortes y conducción de las maderas, y por que los más son
carpi~teros de rivera. Mas no sin lástima y grande mengua fué saqueada y
293
casi destruída con fuego por el pirata del Sur el año de 1686, gobernando
aquella provincia el Licdo. Don Antonio de Navia, por nombramiento del Pre-
sidente Don Enrique Enríquez de Guzmán, muerto el gobernador propietario
Don Alvaro de Lozada; y en cuya ocasión no menos padecieron otros lugares,
como en su lugar propio quedarán ligeramente apuntados estos sucesos, por
el peligro de macular la fama de los vivos, contra quienes puede conspirarse
el odio y la aversión, y más por la consideración de la importancia de aquella
plaza, en que la paz universal de todas las Yndias se asegura, y el comercio
y tráf::co de ambos mares, siendo ,}a recordación de este miserable suceso y
pérdida de Nicaragua, funesto y melancólico, en que el R. Obispo Don Fr.
Juan de 'Rojas, enfermo y viejo, huyendo por los montes, rindió su estimable
vida en la corta miseria de. Pueblo-nuevo de los Chocoyos, y otras mucihas
personas por los montes, hallándose en ellos muchas mu,g eres muertas .de
hambre y can·sancio, y sus criaturas al pecho; mas estos sucesos lamentables
omitiremos ahora, por no renovar heridas tan penetrantes.
LEl puerto siendo el mismo que hoy es, daba distinta entrada á las em-
barcaciones de la que hoy tiene, por que entrando antes por la que ahora se
conoce por la entrada antigua derrumbada, por entre la punta del Cardon de la
banda del Sur, y la península del Castañón, y de allí navegando por el Jaguei
al Sudoeste, se entraba por el río arriba de la Piedra encantada, hasta el pue-
blo de Nuestra Señora del Puerto viejo, que era el desembarcadero; pero
estas dos entradas eran estrechas y peligrosas por largas, y anchísimas relin"
gas en que 1peligraban los vasos. Mas sobreviniendo un recio tiempo de inun-
dación procelosa, y grave terremo.to, derrumbándose á la entrada gran can-
tidad de peñasquería, así de la isla del Cardo.n como de la península del •Cas-
tañón, quedó cerrada aquella boca con la relinga y los fragmentos de peñas-
cos, ·que imposibilitan totalmente ·su entrada. Pero negada y perdida aquella
puerta al Jaguei, se observa y tragina hoy la boca que abre la isla del Cardon
é isla de Ycacos, á la banda del Norte; y así quedó al Pueblo de Nuestra Sra.
el pronombre de viejo; no por que como quiere la ignorancia vulgar fuera la
Santa imagen de un viejo, sino por razón de ser aquel pueblo el desembarca-
dero antiguo, y dejado por la apuntada reina; mas no por eso disminuido y
corto de vecindad; pues la de los indios es de más de ochocientos y de más
de trescientos españoles, sin los mestizos, mula tos - y negros que en él hay
avecindados.
Mas por que no se ignore la preciosa historia, a·ntigüedad y aprecio
de la SanHsima imagen de Nuestra Sra. del Viejo, nos será lícito el narrarla,
fuera de ser preciso rpor tan notable y milagrosa, y no salir de su .legítimo lu-
gar. Pasa .á decir y que se sepa que de los hermanos de la Sra. Santa Teresa
de Jesús que pasaron á este Occidente, Don Lorenzo y Don Alonso de Ahu-
mada, al despedirse para ihacer -su viage de su ·Santa ·hermana, esta venerable
y prodigiosa Señora, entre las religiosas alhajas que les donó, al Don Alonso
le dió esta Santísima imagen, diciéndole era joya y precea de más estima
con que se hallaba; que la trajese y ·no la apartase jamás de sí. Pero estos
caballeros Ahumadas hicieron su viage para la part·e del Perú, y en sus con-
quistas sirvieron como pedía su cristiandad é ilustre sangre, muriendo Don
Lorenzo en una batalla que se tuvo con los indios de aquella parte, y de éste
294
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decía fa santa madre muchas veces y siempre que le nombraba: Mí santo
mártir Lorenzo, que por tal le tengo, por haber muerto en la conquista 'Pe los
indios infieles. Gran crédito es este para nuestros gloriosos progenitores con-
quistadores de estas partes. Pero habiéndose allanado aquella tierra del Perú,
Don Alonso de Ahumada vino á casarse á esta ciudad de Goathemala con Do-
ña Juana de Fuente·s y Guzmán, y vuelto al Perú con su esposa; tuvo -en ella
algunos hijos cuya descendencia está hoy bien conocida en el reino de Chile.
Este caballero, como otros, después de casado continuó en muchos viages á
Goathemala á oeonve·niencias y tratos .particulares; pero en uno de ellos y el
último que hizo, saliendo el bagel del puerto para Lima, -tuvo tres arribadas al
propio puerto, en cuyas demoras enfermando hubo de quedarse allí con la
Santísima virgen, y mientras el bagel hizo .e l viage á salvamento con ·seguri-
dad y bonanza, agravado del accidente y del achaque, con las cristianas dis-
posiciones que le alcanzarían los ruegos é intercesión de fa .Santa Madre Tere-
sa de Jesús, herma·na suya, pasó á gozar de mejor vida, donando la reliquia
estimable de la Santí·sima imagen á aquella Parroquial y convento de San
Francisco que allí administran, y pasándose después el puerto á la parte del
Realejo, y llamándose aquel que se dejó el puerto viejo, la milagrosísima
imagen se llamó Nuestra Sra. del Viejo, pero no por el dueño, que aun era
mozo cuando murió, sino por el sitio donde yace su ilustre, admirable y rico
santuario cual otro ninguno de las Yndias no le escede así en riqueza grande
de sus adornos, como en lo material de su templo, frecuencia de sacrificios
y de romeros que .c onfiados y socorridos la buscan de todas partes.
CAPITULO XX
Que demuestra la calidad del puerto del Realejo y á cuanto pudiera estenderse el
beneficio de su naturaleza.
' Pudiéramos aquí introducir el discurso que á la Majestad del ·rey he-
mos p,ropuesto acerca de la grande importancia y conveniencias que está
ofreciendo la propia naturaleza de este puerto de la mar del Sur para las Ar-
madas del Perú, si acaso el de Taure en la mar del Norte, por donde desembo-
ca .la laguna de Nicaragua se frecuentara asegurado; mas considera·ndo· sería
dilatar aqueste asunto lo suspendemos por ahora, y solo dirá nuestro cuidado
como la villa del Realejo le dá conocido nombre á ·s u puerto, si bien es seña-
lado con los pronombres de Jaguei y ~el Carden, es este puerto surgidero
un estero ó caño que corre su c~sta norte y sur y es capaz de mil embarcacio-
nes, y de·ntro muy ·seguro, ·pues con cualquiera cabo están resguardadas las
naves; :siendo todo y en todas partes muy hondable y de grande y sosegado
296
abrigo, y su embarco y desembarco tiene convecinos grandes, como lo esperi-
me·ntan cada día !os navegantes que llegan á aquel puerto, teniendo en él mu-
chos careneros, é inagotables y preciosos astilleros. Es la entrada del puerto
del Realejo una barra de piedra que hace una relinga fuera; y de la parte
de un islote que está (uera á la banda y rumbo del Norte, enfrente de la mis-
ma boca, que llaman el Cardo~ , por una mata de esta penca que en él hay,
tan limpio y hondable que llegan para entrar fas naves con el bauprés casi
en tierra .
.Puede en este puerto cualquiera marinero entrar las naos muy á .salvo,
sin riesgo ni peligro que se le ofrezca á la entrada¡ pues ni al entrar ni al
salir, ni al echar las embarcaciones que allí se han fabricado al agua, ha
sucedido jamás avería ni desgracia; y así este puerto para las fábricas es
muy apetecido y en él se fabrican todos los años muchos navíos de vecinos
del Perú, y entre el.Jos tales y tan famosos galeones que los virreyes de aquel
reino los han apetecido para capitanas de la armada, como el de Astolabetia
que después de interesar los considerables fletes del viage, llegado al puerto
del ·Callao se Je dieron por aquel galeón cien mil pesos, y si nuestra negligen-
cia no fuera ta·nta, en este puerto y otros de este piéla.go del Sur pudiéramos
conseguir muy buenas conveniencias, como d:remos en la tercera parte¡ ase-
gurando ahora de este del Realejo, que en él puede cualquiera armada con
muy poco cuidado estar asegurada de la codicia y astucias del enemigo, si
lo hubiera en aquel mar, siendo como es por naturaleza fuerte, y que en la
mo·n arquía parece no tiene el rey puerto tan seguro y capaz, por que con solas
cuatro piececillas que se ·s acaron de los navíos á la entrada del Cardon que-
dara defendido, así por la eminencia del islote que coge á caballero la boca,
como por razón de la estrechura de ella.
Es en gran·de y apreciable modo la abundancia y provisión de este puer-
to, así por .Jo que toca á bastimentos, como de gente y todo gé·nero de pertre-
chos para las fábricas, pareciendo imposible agotarse los cedros, -si de aquí
á la fin del mundo hubiera corte continuado en sus montes, siendo lo mism('
el puerto y boca de Taure del desaguadero de la Laguna de Nicaragua, donde
sus montañas vírgenes pueden ministrar aun mayor suma, y así juzgamos
que si la armada de galeones viniera á este puerto del Norte, pues siempre
le reconoce por el padrón del Punta-gorda para ir su viage á barlovento, per-
diéndose la que no reconoce aquella punta de tierra que sale á '1a mar, com('
se perdió la armada del cargo de Don Juan Vice·n telo dando en los bajos,
sin otra armada del cargo de Don Pablo de . . ... .. ... que por apartarse del
abrigo de aquel puerto á la vuelta de España, desgaritó, perdiéndose las más
de aquellas naos, en ocasión .que apartando unos á isla de Pinos, arribó desar-
bolada una nave al golfo dulce por el tiempo del gobierno de Don Marfí.n
Carlos de Meneos, quien á sus pasageros amparó y remedió con mano libe·
ral; y que la armada del Perú vín:ese al puerto del Realejo, el rey ahorrara
mucho gasto en las carenas de la una y otra armada, y nuevas fábricas que á
precio barato pudiera conseguirse en u·no y otro puerto; ·puesto que en toda
la Provincia de Nicaragua, en donde tienen su situación los puertos del Rea-
lejo y de Taure, se teje escelentísima lona, y se cosecha toda cuanta jarcia
se pida, y en la Provincia misma se coge la brea y el alquitrán abunda·ntísimo,
297
y que esto para la gente de -España y para los peruanos fuera de conocido
logro, en temperamento muy sano y en tierra proveída de mantenimiento~
baratos y frescos, que se llevan de aquí á tierra firme, co-n caserías de teja
sobradas y de alegre y político repartimiento, y que en veinte y cuatro leguas
que hay del 'Realejo á ·Granada es el tragín en carros, y desde puerto de Tau-
re á la misma ciudad de Granada, se puede to~o conducir por agua á be·nefi-
cio del río de San Juan y la Laguna, y que lo que viene del iPerú sale de las
embarcaciones á las casas de la villa del Rea·l ejo, sin que se necesite de .t ra-
ginarlo á lomo. Es este partido abundante en aves, ganado. mayor y de cer-
da, az,úcar, maíz, frijoles, quesos, sal y frutas esquisitas y regaladas con que
el puerto del Realejo es memorable por todo esto, como por haber en él hecho
su embarco Hernando y Pedro de Contreras, cometidos aquellos execrables
delitos escribiremos en la tercera parte, pasándose en continuación de sus des-
leales acciones desde este puerto del R~aljo al de Perico en Panamá, y , para
más clara inteligencia de lo que es este puerto se propone su descripción.
CAPITULO XXI
gobernación; más no por eso puedo decir quien por entonces gobernaba aque-
299
l'. a Provincia de Costa-Rica, negados á mis intentos los archivos, y no llegán-
dome el remedio que he pedido á la superioridad del Real Consejo. Mas estos
dos sin duda fueron los primeros que se suspendieron á la providencia; puesto
que de su provisión y conferencia, aun ·no me acuerdo haber oído, ni de muy
niño su provisión y conferencia; mas luego después de éstos, siendo Presi-
dente el General Don Martín Carlos de Meneos, y goberna·n do la Provincia
de Costa-Rica Don Andrés Ar:as Maldonado, por cédula especial que para
ello tuvo el Presidente, se le agregaron á aquella gobernación de Costa-Rica
los otros dos corregimientos de Chirripo y Pacaca, que estaban en aquel te-
rritorio, no por otros motivos ni otras causas, que las que movieron é incitaron
el ánimo del rey á la agregación de los otros dos oficios, y el de ser el sueldo
de todos ellos tan limitado, y acaso que no ·e scediendo de la ·S uma de cien
pesos, daba á ·pensaT en no poderse mantener aquellos corregidores .sin gran
molestia y sobrecarga de los indios.
Pero después no mucho de agregados estos cuatro corregimientos á Ja
gobernación de Costa·Rica, á su ejemplar pretendiendo lo mismo en tiempo
del propio Presidente Don Martín Carlos de Meneos, que cooperó á los in-
formes, el gober·n ador de la Provincia de Nicaragua, habiendo pasado la P'l"e-
sidencia á Don Sebastián Alvarez Alfonso Rosica de Caldas, no .sin senti-
miento suyo, vino cédula de ·su Majestad para que se agregasen ·á la gober-
nación de Nicaragua los corregimientos de Quezalguaque y el de Monimbo,
por la distancia á que está·n de doscientas leguas, y su miseria y corte·dad; y
esta agregación tuvo principio siendo gobernador y Capitán General de aque-
lla provincia Don Antonio Ferriño Dávila, del hábito de Calatrava, á quien no
le faltaron pesadum~res e·n su tiempo, que en la tercera parte de esta historia
referiremos muy de intento, ·con el favor Divino. Pero después ó por el mis-
mo tiempo que esto se hizo por buen gobierno, también á la gobernación de
Honduras se le agregó con los propios motivos un corregimiento, que es el del
partido de Tencoa, que era como los otros referidos, de cortísima jurisdicción,
de pobre gente, y á ciento y cuarenta leguas distante de la ciudad de ·Goa-
themala, y que apenas para ·é l se ha'llaban hombres que apeteciesen por su
gusto tal destierro, y habiendo algunos bien se dice qué tal sería su genio
y su talento, ello sin referirlo se descubre. Y acer.c a de estos corregimientos
agregados á aquellas gobernaciones de Costa-Rica, Nicaragua y Honduras,
no hay para qué por ahora señalar los pueblos que tenían sujetos á aquellas
jurisdicciones, puesto que en la tercera parte se han de señalar y describir
todos los que constituyen en ·sus provincias aquellos gobiernos y C:lpita·n ías
generales.
300
LIBRO DECIMOPRIMERO
CAPITULO 1
302
Mas como quiera que estas distribuciones le den al Presidente bien que
hacer, en la ocurrencia y ave·n ida de tantos pretend~ entes, que pidiendo con
justicia y con necesidad se hacen molestos; en lo que toca á provisiones ecle-
siásticas tiene poco que hacer y grande alivio en Ia presentación de curatos
seculares y regulares, sacristías mayores, mayordomías de Catedrales y otros
beneficios eclesiásticos, que por razón del real Patronato nomina¡ por que con-
curriendo el examen y graduación de méritos de los opositores por cuenta
y al cuidado del ·R. Ob:spo y votos d~l sínodo , el Presidente !'.omina al sujeto
que trae el primer lugar, por que siempre discurre vendrá arreglada la nó-
mina á las disposiciones de reales cédulas, en especial la que manda se den
á hijos legítimos de conquistadores y vecinos de la ciudad de Goathemala,
que tiene la fha. de Madrid á 27 de Abril de 1574 años, <22r.i y otras después
en que manda su Majestad que los benefic:os y curatos se den á los bene-
méritos conquistadores, con inserción de otras cédulas, y esta tiene la fha.
de Madrid á 20 de Octubre de 1648 años, l 22il con que corriendo a'l cargo del
R . Prelado el examen de es.tos merecimientos, le queda poco que hacer al
Preside·n te en esta materia de conciencia y de acrecentarse emulaciones, si bien
suelen ofrecerse embarazos acerca de semejantes provisiones entre estos dos
super:ores, queriendo cada ,uno diverso cura, en que suelen arrostrar de mayor
los Presidentes, como lo vi gobernando el Conde Santiago, dando los curatos
á veces á los que traían el último lugar, diciendo : ansí se me proponen tres
para que escoja }' nombro uno, y los debo juzgar todos iguales en el mérito,
y este es más pobre y más de mí afecto. Y gobernando Don Sebastián Alva-
rez Alfonso, le ví volver la nómina al R. Obispo Don Juan de Santo Mathia
Sáenz de Mañosca y Murillo, diciendo por decreto Venga en forma; y era el
caso ·no ir en primer lugar el que gustaba que fuese cura de la ciudad de San
Salvador, sobre que iba la nómina. Pero el discretísimo Prelado, bien ins-
truido en el estilo de inquis'.dor y máximas de gobierno, le respondió por breve
y sustancial escrito: Que él tenía puesto cura interino de su descargo y sa-
t:sfacción, y no haría al caso el .dilatarle el propietario 'algunos meses más á
aquel ;c urato, ínterin que aquella nómina can su decreto la remitía á su Ma-
jestad como á Patrón, para que nombrase el cura. Mas esta resolución hizo
temer al Presidente, instándole por medio de su Provisor Dr. Don Nicolás
de Aduna, para que le enviase la nómina al despacho, y fué nombrado Don
Juan de Matamoros, que llevaba el primer lugar en ella.
Pero parecie·ndo esto ligera cosa, aun sin embargo podemos asegurar
se siguen de semejantes encuentros graves y pesadísimas d :scordias entre
estos príncipes gobernantes, no distando mucho de nuestra consideración y
memoria, los muy acervos y dilatados disgustos que de una semejante com-
petencia de asignación se le siguieron al gran iPrior de Castillo, Don Fernan-
do Francisco de Escobedo, siendo Presidente de Goathemala, con el R. Obispo
de esta Yglesia Dr. Don Juan de Ortega Montañés, que por que en la primera
303
parte de esta historfa narramos ya la naturaleza y circunstancias de· este caso,
de donde se siguieron grandes discordias, y separacio-nes muy odiosas entre
los vecinos de aquesta principalísima república, lo dejamos de referir ahora;
que así este como otros muchos que de esta naturaleza llevamos referidos, po-
drán recordar la advertencia de aquestos dos superiores para proceder en eHas,
con gran ·temperamento y consideración á las consecuencias de iguales casos;
si bien discurro no poderse obtener siempre, instimulados del celo y obser-
vancia de la propia obligación, así de parte del uno como del otro; casos hay
en que es precisa la valie·nte resolución.
CAPITULO II
305
6 aquellas personas, dándolas á quienes gustan con título de jueces repartido-
res, que solo sirven y se estienden á repartir y dar los indios acopiados para el
servicio de las labores de panllevar, y son conferidos á ellos sin fianzas ni
cargos de residencia. Eran en el principio de gran provecho y conveniencia
á los jueces repartidores; por que á la verdad los daba·n los Presidentes á
personas beneméritas para que en ellos se utilicen; por que es el modo con
que producen la utilidad, un modo suave y fácil de adquirir y grangear ¡ por
que es estilo inmemorial que el dueño de labor que tiene cincuenta indios· de
repartimiento, dá cada semana veinte y cinco reales, á medio real por cada
ind'·o, y así al respecto al menor ó mayor número de ellos, en que se adquiere
una suma considerable al año, á más del trato y contrato y los regalos que
les contribuyen así los dueños· de las labores como los propios indios.
Pero como quiera que la codicia y la ambición siempre ha crecido en los
homb~es, es verdad clara (puesto que se le hizo cargo en su residencia de
que se le dió p~r libre) de que el Marqués de Lorenzana los aplicó para sí,
poniendo criados suyos que los tuviesen y administrasen; y estos primeros
que puso y percibieron, para sí estos derechos, para los Presidente y no para
sí, fueron Don Agustín de Lorenzana en un repartimiento, Don Leandro de
Lorenzana en otro, y en el tercero Domingo de Rivera; y así desde entonces
estuvieron en corriente desde el año de 1634 hasta el de 1671, que siendo
Pr·esidente, Gobernador y Capitán general el R. Obispo Don Juan de Mañosca
y Muríllo, al primer año de su gobierno, le vinieron los jueces repartidores
que había nombrado, con canCdad de ocho mil pesos que de estos reparti-
mientos habían juntado; pero el atento y R. Prelado, quedando admirado
de q{ie se produjese de una contribució·n tan ligera, suma tan considerable,
prorrumpió y dijo:. Yo no puedo recibir semejante dinero, ni aplicarme lo que
no es mío ni tengo derecho á ello, siendo producido de los 'vasal'los de mí rey,
y así en su· real nombre aplico esta porción y la que de es~e efeclo se produjesé
mientras yo gobierne, al edificio de la Yglesia del Sagrario, y para que en ella
se gaste, se ponga en poder del Mayordomo de la Santa Yglesía. Pero hadén-
dose así y dando cuenta al rey de todo, su Majestad lo dió por bien y para
en lo de adelante mandó entrase en la real caja, como ohacienda suya; y como
parece ~P. la . real cédula despachada por la reina tutriz Doña Mariana de
Austria, en Madrid á los 30 de Noviembre de 1672, mandó se aplicase aquella
porción á la defensa del río de San Juan, desaguadero de la Laguna de Gra-
nada; y que nombrando los jueces repartidores se les asignase salario com-
petente, y así está en corrie·nte llevando el sueldo de trescientos pesos al año¡
y acerca de estos min :stros diremos después lo que se observa y lo que pas·a
entre los indios, que colmados de ociosidad y de malicia, y estando ·á su li-
bertad y libre arbitrio, son ocasión á los atrasos y destrucción de semejantes
haciendas, cuya deterioridad y mal cultivo cede. y recae en daño grave de la
república de ·Goathemala, poniéndola en la carestía de granos que jamás .se ha
esperimentado, y que no poco ni pequeño remedio y enmienda pide, como por
lo que a.c erca de ello escribírepios podrá .con facilícjad reconocerse · ·--.
306
CAPITULO III
308
por que los indios de la costa en donde se produce, los necesitan más que los
serranos; y así vemos en toda la tierra de la costa más de los cacaotales
perdidos y convertidos en tupida é impenetrable breña; por que á la verdad
á los indios es necesario haya quien los obligue y compela al trabajo y cul-
tivo de sus propias sementeras, que dejan incultas por no salir del humo de
sus casas, y aun en el tiempo de su gentilism? eran necesarios estos apremios
y aun mayores, para que no se diesen al ocio, tan propio de su g.e neración.
CAPITULO IV
Por lo que la Majestad def rey provee en este reino de Goathemala, que
ha de ser asunto de gran materia á nuestra tercera parte <le esta histoda de
Goathemala, le redunda no menor cuidado y distribuci~n al Presidente, por
que dependiendo aquellos gobernadores y Akal<les mayores de la superioridad
de este gobernador general, por varias ocurrencias de sus gobiernos, recurren
precisamente á su arbitrio, ó también por que iodos aquellos que el rey pro-
vee únicamente como gobernadores y Alcaldes mayores, solicita·n su gracia
y conferencia del título de Subteniente de Capitán general, y los que le tienen
por que por un título y otro le están subordinados, ó como Gobernador gene-
ral y Presidente ó como Generalísimo, puesto que lo es sobre otros capitanes
generales de provincias, y que este supremo gobernador les destribuye órde-
nes por todos estos títulos de superioridad, y conoce de todas las más de sus
309
causas, puesto que aun aprendiéndolas la real Audie·ncia, como Capitán gene-
ral advoca en sí cualquiera de ellas que se intentan contra los oficiales de
justicia y milicia, menos en algún tiempo en que todas las cosas se vieron
fuera de su lu·gar, que se escribirán algún día, sino por mí por pluma más
delgada.
Pero como quiera que fos .oficios que su Majestad provee en este reino
que son diez, con título·s de gobernadores y Alcaldes mayores que lo son de las
provincias de Costa Rica, con título de gobernador y •Capitán general, Gober-
nador de Nicaragua, Gobernador y Capitá·n general de Comayagua, Alcalde
mayor de las minas de Tegucigalpa, Alcalde mayor de las provincias de San
Salvador y San Miguel, Alcalde mayor de la villa de la Santísima Trinidad de
Sonsonate, Alcalde mayor de la Provincia de Verapaz, Alcalde mayor de Sa-
potitlán, que es provincia de Suchítepéquez, Gobernador de Soconuzco y Al-
calde mayor de la provincia de Chiapa. Y estos suelen vacar, ó por que impi-
diendo y embargando la muerte el progreso de estas personas nombradas al
ejercicio de semejantes oficios, ó por que capitulados y suspensos ó privados,
ó acaso por ausencia que hacen para otro reino, el Presidente los provee en ín-
terin, dando cuenta al rey para que en la propiedad nombre sujeto, y en estas
ocasiones es cuando, avivándose más los esfuerzos de pretensores , se oponen
las personas más graduadas y más validas del comercio, por cuyos empeños
suelen ser al Presidente de mayor consideración y fatiga el determinar la
perso·na que á las veces por los· respetos temporales, no suelen ser estas pro-
visiones muy arregladas á la justicia distributiva, y quizá en daño del común;
pues ya hubo vez que á esta república se le defraudó de un buen Alcalde,
sa·cándole á los dos meses de electo para uno de semejantes empleos, con sen-
tim~ento del Cabildo y del común.
310
títulos de tesorero y contador; en la vHla de la Santísima Trinidad de Son-
sonate hay también caja real con solo un tesorero que despacha solo, y éste
es el puerto á donde hacen su descarga las fragatas que vienen del Perú, y en
todo esto tiene superintendencia el gobierno, dando órdenes y despachos con-
forme á las ocurrencias de los negocios y materias de real hacienda.
Es aun más lo que por razón de go.bierno tiene que proveer el Presi-
dente de Goathemala en diferentes materias, por que le toca el repartimiento
de tierras y el dar títulos de las que reparte, y sobre esto mismo el nombrar
jueces para las medidas· de ellas; y sobre que muy frecuentemente en su
· juzgado se traen pretensiones y tratan litigiqos de mucha monta, y en especial
entre indios, que el territorio es todo su caudal y su manutenc'. ón, y estre-
chándonos á muy breve narración, concede las Lcencias para salir los navíos
y fragatas para el Perú y otros puertos así de la mar del Sur como del Norte.
Nombra también como gobernador los jueces de residencia de los corregi-
dores que provee; jueces para las v~sitas de los obrages ó ingenios de la tinta
añil; jueves visitadores de ingenios y trapiches de hacer azúcar; jueces de
obrages de paños. Da y confiere licencias á los indios para andar á caballo,
vestir paño, señir espada y tener recuas. Da y confiere títulos de gobernadores
para indios principales y capaces en los pueblos de la comarca y provincias;
hace repartimientos de indios para el cultivo de labores de panllevar de los
aumentos de la cuarta parte de cada pueblo. Hace nombramientos de es-
cuderías para que por los encomenderos ausentes sirvan en las ocasiones de!
servicio del rey, á costa de los mismos encomenderos; y e·n fin le tocan :il
gobierno general otras muchas· cosas en que tiene d ~sposición y mano en todo
el distrito y jurisdicción de la Audiencia, que haberlas de proponer fuera alar-
gar demasiado el discurso de esta materia. Baste decir que el Gobierno es el
mismo y con la propia jurisdicción y autor~dad que los virreyes, sin faltarle
más que el nombre, y hay cédula que trata de esta igualdad. Pero aun res-
taba que decir, que como gobernador le toca la superintendencia y preferen-
cia del Cabildo y confirmación de sus ,alcaldes, alcaldes ordinarios y demás
ministros de justicia y Cabildo; que se eligen el día de año nuevo, presidiendo
aquel acto, de tal manera y tan como preciso y necesario, que estando la real
Audiencia pretorial de los Confines en la ciudad de Gracias á Dios, á ciento y
cuarenta leguas distante de esta .de Goathemala, jamás se dió caso en año al-
gu·no, en que el Presidente, como Gobernador general, faltase de semejante
acto, el de mayor serie, autoridad iy espectac'.ón popular que tiene esta ciudad
capital; ya por razón de ser repúblicas sugetas á la de Goathemala los pueblos
de su valle, vienen también á la confirmación de sus oficios los Alca!des y
ministros nombrados para el ·gobierno de ellas, que com'! dejamos r eferido,
se observa así desde el tiempo que instituyó los Cabildos en los pueblos de
indios el Presidente Lic. Alonso López Serrato ; y fuera de esto en los rema-
tes anuales de carnicerías de vaca y .carnero tiene la superintendencia y no se
rematan sin darle cuenta, suspendiendo y dejando correr las pujas, ó por ra-
311
zón de que los ganaderos no se destruyan ó por que el común no quede de-
teriorado, ó el real haber ó erario de la ciudad en los que llaman prometidos;
como también cuando faltan. postores y se ·hace repartimiento de tiempo para
el peso y abastos, obligando á los ganaderos á admít'.r las boletas que se les
dan; pero en las leyes de Yndias que se cont'.enen en la ·nueva Recopilación
de ellas podrá verse todo lo que le toca por esta razón, y lo qite aquí omitimos
por la de no dilatarnos; debiéndose entender que todas ellas son comunes, y
que por este cargo de Gobernador, puede lo que se les permite á los Virreyes
de México, 1Lima y los otros reinos de la Española y Bogotá.
CAPITULO V
CAPITULO VI
De lo que como Capitán general del reino le toca hacer y distribuír al Presidente
de la real Audiencia de Goathemala•
.MARGINALES.-Elogios de el Arfe militar. - Parece que los autores que la celebran des-
cribieron en cabeza de otras naciones los gloríOsos hechos españoles. - Tiene el
generalísimo de Goafhemala la superintendencia de las armas de mar y tierra de
todo el Reyno. - Oficiales de .Milicia que nombra en todas las provincias del Reyno.
- Otros oficios de la primera plana que nombra. - .Ministros militares que no com-
baten, y nombra el Capitán General, - Castellanías que provée. - Oficiales de
milicia que nombra para las escuadras marítimas. - Estado miserable en que está
la milicia de Goathemala.
Del fin para que fueron instituídos los jueves repartidores del valle de Goathemala,
cual es su obligación y cuidado y lo que hoy estilan, y algo de los juzgados
de milpas.
MARGINALES.-A qué fin y con qué motivo fueron instituidos los jueces de repartidores,
y los jueces de milpas. - Cédula real despachada para que se apremie a los indios
a que cultiven la tierra. - Buen gobierno de aquel tiempo acerca de esto. - Gran
desorden que en esto hay hoy por ocasión de los propios países repartidos. - Per-
juicio notable de los indios y de las labores. - A qué, y cada cuanto ti~mpo van los
repartidores a los pueblos. - Los daños que resultan de dejar a los jueces el repar-
timiento de los indios Alcaldes. - Daño que resulta a las labores, por .la introduc-
ción de los indios tacahuales.
CAPITULO VIII
Como quiera que hayamos propuesto los muchos y graves perjuicios que
.se siguen de dejar al arbitrio y orden de los indios Alcaldes de los pueblos los
repartimientos de ind:•os de servicio ordinario <le las labores de panllevar, aun
resta más á ·nuestra obligación que proponer á la noticia, ó por que sea nece-
sario darla de todo, ó por que convenga así al remedio de tania corruptela.
Pues estos indios Alcaldes con el pretesto de las labores de trigos y milpas
de maíz de la comunidad, quitan á las labores de españoles algunos indios,
y á veces todos por una semana, por la o.casión de que en ella se siembra la la-
bor, y en otra se siembra la milpa de la comunidad, pausando de este modo
por entonces e'l cult:vo de las demás sementeras, y siendo lo que se siembra
para la caja del erario ó comunidad dos ó tres fanegas de trigo, vemos que la
sementera es de doce fa·negas, con que el esceso es para los mismos Alcaldes
y escribano, que sin pagar los indios con el pretesto de ser para la comunidad,
logran á costa del trabajo de aquellos simples indios, largo y considerable in-
terés . No siendo de otra suerte en las milpas de maíz para la comunidad, que
debiendo ser esta de una fanega, las hace·n de dos, dos y media y tres fane-
gas, siendo lo más del provecho para aquellos just'.cias del pueblo y lo menos
para el erario de la comunidad .
318
No es solo esto á lo que la sobrada malicia de los indios Alcaldes y escri-
banos de los pueblos se est:·ende por razon del descuido de los jueces repar-
dores, dejando en sus manos estos repartimientos; por que tomando por me-
moria los indios tacahuales (esto es, los que salen alquilados y en lugar de
otros), el domingo en la noche salen de ronda y se encaminan á las casas de
estos, hácenle levantar con el pretesto ~e que ha de ir por ccrreo á tal ó tal
cabo, ó de que vaya por tayacán (esto es, guía), ó á ~l<!va.r la carga del reli-
gioso ó de ,un pasagero, ó de otra invención igual á estas; pero el miserable
indio, que ha recibido la paga del que le envía en su lugar á la labor del es-
pañol, y está empeñado en cumplir s~ palabra, rueg3:, importuna é insta sobre
que le dejen ir á hacer su semana; aprlétanle á todo lo posible sobre que vaya
por correo ó á lo que le han propuesto, hasta que el pobre indio se conviene
en que dará el dinero para que se busque otro que vaya á hacer aquella obli-
gación (que así la llaman) por él; larga los seis reales que había recibido del
otro que le enviaba por buen medio y cónc:erto suave; y de esta suerte y con
este embuste los estafan á todos, y quedándose con aquel dinero, el dueño de
, labor también sin el trabajo y ayuda de aquel indio.
Pero asistiendo á hacer los repartimientos por sí mismos los jueces
repartidores, siendo de aquellos que decimos que se ocupan en administra-
ciones de ingenios de hacer azúcar, son e·n estremo perjudiciales á las labo-
res de panl'levar; por que apeteciendo el conservarse en semejante adminis-
traciones, que aquellas haciendas se aumenten, y congratularse co·n los due-
ños de ~Has, para que el repartimiento de éstos que es ~n algunos pueblos de
cuarenta y cincuenta indios á un ingenio, y á algunos de ochenta, no se di~
minuya 'ni descaezca, cercenan y quitan de cada labor los que les parece pro-
rata hasta ajustar el número de los que tienen los ingen:os, y haciéndolos salir
para los cañavera'.es antes que otros; cuando llega el turno de las labores, es
á tal hora que llegan á ellas los indios á las tres de la tarde, con que pierden el
cultivo de todo aquel día. Y cuando no son los repartidores administradores
de los ingenios, también ·del propio modo los atienden y cuidan de sus au-
mentos, por que las petacas de azúcar lo endulzan y cubren todo.
Y cuando por esta razón se ven perdidos estos repartimientos, también
los desflaquecen en mucho modo los indios que se estravían y dan á los ami-
gos y compadres para fábricas y reparos de casas e·n los pueblos, sin aquellos
que escondiéndose y faltando del mandamiento, se van á alquilar, y son los que
llaman realeros, por que juzgándose necesarios por estos defectos que lleva-
mos apuntados en las labores, dándoseles las dos tercias partes menos de
tarea que á los de mandamiento, ganan á catorce y á diez y seis reales cada
semana; con que todo esto que se mira como cosa ligera es en perjuicio y
graye daño de aquellos súbditos españoles, que mantienen y conservan las
principales repúblicas, por.donde empobrec:éndose sus vecinos vienen á des-
truirse las ciudades y villas, como hoy vemos por estas y otras causas á la
ciudad de Goath~mala en un estado de suma y admirable miseria y en un
319
continuado sus·piro por la memoria de los bienes perdidos y de los males
presentes; que cuando de ello se solicite el remedio, será no solo sin tiempo,
sino como aplicado á un cadáver; y así me suele a.contecer el decir que solo
ha quedado el esqueleto de Goathemala, por que de lo que fué y es ahora,
solo parece que no ha quedado otra cosa. Dios aplique su misericordia á
estos reinos· y dé en ellos con la abundancia de su gracia la prosperidad que
para convalecerse necesita·n.
CAPITULO IX
De las cosas que por entonces, cuando se establecieron estos repartimientos, pasa·
ban en la ciudad de Santiago de Goathemala, acerca de los curatos de los
pueblos de Y ndios.
320
opm1on, todo lo que aque!los clérigos estrangeros habían ejercitado en el
desdoro de su estado, querie·ndo con las máculas de, aquellos tiznar á todo lo
venerable del clero de aquellos tiempos; por donde condujeron á la sinceridad
y afectos de aquel escelente Prelado á un escesivo é inmoderado favor que
muy en breve los 1hizo dueños de los curatos que se quitaban al clero y se les
conferían á los religiosos, con público lamento y sentimiento general del
pueblo.
Habíase desde el princ:pio de semejantes novedades introducido con
• no infeliz progreso en el consistorio de fa dudad de Goathemafa esta plática,
y en el congreso estraordinario celebrádo el miércoles '24 de Abril del año de
1577, <233 l en que estas cosas corrían más declaradas, por mano y voz del Procu-
rador síndico general Diego de Ramírez, se volvió á renovar esta queja por
del público beneficio; no fué menos fomentada la pretensión por los Alcaldes
ord~·narios Don Diego de Guzmán y Don Juan Rodríguez Cabrillo de Medra-
no, con eficaz y v~vísima persuación, sintiendo ver un absoluto despojo hecho
á un clero ejemp'.ar y venerable, y el que para los hijos y descendientes de
tanto benemérito, que se inclinase al estado clerical, ·n o les quedaba para el
premio lugar alguno desocupado, con que llevando tras sí todos los votos que
conocían la claridad de la justicia de aquel clero y la evidencia del daño que
' se les proponía, fueron de parecer que se le requiriese y protestase al R. Obis-
po, cesase en semejantes provisio·nes, y no quitase los <:uratos á 1os clérigos
para darlos á frai'les, y aunque esto se hizo así en debida forma, no fué bas-
tante diligencia á contener aquel orden que había empezado á fluír favorable
en beneficio de las religiones.
Pero considerado por el Cabildo de la Ciudad de Guatemala el mal
estado de esta materia, y que era atraso evidente del acrecentamiento que se
deseaba en el clero, debidamente se le presentó la real cédula de 27 de Abril de
1534, (234 l p~die·ndo su cumplimiento; pero hallando el R. Obispo fácil efugio
para evadirse del cumplimiento de eUa, dijo que lo que el rey mandaba, era que
aquellos beneficios se diesen á hijos legilimos de conquistadores y vecinos de la
cíadad de Goathemala, y que ,e l Pr·esidente de la real. Audiencia haga la pre-
sentación en ellos; pero que no mandaba en ella que fuesen dados á clérigos.
Pero alegando el Cabildo de Guatemala que debía entenderse aquella merced
en el clero y otras razones de mucha congruencia, aun no bastaron á mover el
ánimo del Obispo de su primer intento, antes sí parece que se esforzó á más
activo y eficaz afecto para alentar y favorecer los religiosos, dándoles y con-
firiéndoles el curato de Guaimango que estaba ocupado por sacerdote secular.
No faltarían razones que honestasen estas acc:ones del R. Obispo Don Gómez
y que 1hiciesen callar y darse al disimulo al Presidente Lico. García de Val-
verde, afecto en much·o modo á religiosos, y en especial muy devoto de los de
mi patrón San Fra·ncisco.
Mas siéndole finalmente necesario á la ciudad de Goathemala hacer
otras d'.ligencias y prevenciones acerca de este negocio, se dió al silencio y di-
simulo por entonces¡ pero no por que corriesen silenciosos sus intentos, dejó
de ir acumulando los recaudos y testimonios convenientes á los aprietos que
321
por entonces oprimían y congojaban á la comunidad del clero, en cuya co·n-
gregación se hallaban muchos muy beneméritos, colmados del esplendor y
claridad de las virtudes, y grande y estimable adorno de letras y otras pren-
das esclarecidas, en cuyo agravio se veía·n influír todas las cosas; y por que
en Nicaragua, Chiapa y otros Obispados del reíno se ejercitaba y establecía
el propio oi:_den, de ·donde en aquellas provincias y diócesis nacían malcon-
tentos de su clero, que menos sufridos y obedientes dieron larga ocasión co·n
sus desmanes á los Pre".ados de aquellas Catedrales para proferir sentimien-.
tos con enconadas y v:vísimas quejas al rey, de donde por su real mandato se
ejecutaron por la Audiencia de los Confines algunos destierros y moderaciones
en clérigos de aquellos· países, que eran sobresalientes en la audacia y teme-
ridad con que promulgaban sus quejas contra algunos Prelados, en especial
en Nicaragua, en donde tiempo antes no andaba.n arregladas las acciones de
los estados, y que fueron principio á muchos males y á perturbaciones que
tuvieron por mucho tiempo revuelto el orden de las cosas polít:cas, y como en
una simulada guerra intestina, sin que se viese establecido el orden apacible
y grato semblante de la paz.
No le faltaban por aquel tiempo otros graves cuidados á la ciudad de
Goathemala, por que ocurría á su disposición y obligación de aquella junta los
aderezos del ·camino y trabajosa senda que se hace desde la ciudad de Goa-
themala al Golfo Dulce, para que se hacía cierto repartimiento en fos propios
tragineros dueños de recua, que pareciendo cargoso y desflaquecimiento de
aquellos interesados, se pretendía y solicitaba que el rey concediese el dere.c ho
del Almojarifazgo á la ciudad, para emplearlo en negros que aderezasen y com-
pusiesen aquella molesta y arriesgada senda; y no menos trataba de consolí-
d~r y concertar el asiento y tratado del desembarco de galeones en estos puer-
tos de Honduras, sobre que había venido con suficientes poderes de la parte
de tierra firme Juan García de Hermos:Ila, cuyo tratado y prete·n sión se hizo
imposible por la exhaución de medíos en que la ciudad se hallaba para poner
en el ·Consejo de Yndias este negocio, sobre qué y por todo lo d.e más de grave
calidad que se ofrecía en aquel tiempo, solicitaba hacer Procurador á lEspa·
ña, embarazándole esto en mucho modo y ayudando á ocuparle el recibi-
miento de un ministro de Audienc:a. Pero viniendo en la ocasión por oidor el
Dr. Mateo de Arévalo Cedeño, podríamos enco·n trarnos con com:siones dadas
á este Dr., o~dor de la Audiencia de Goathemala, ·n os es preciso decir, que se
halla presentado el título ·de este Ministro en el congreso del viernes 12 de
Diciembre del año de 1572, <235 > y para decir que hoy se observa este antiguo
._· estilo, ni se hace otra cosa más que presentarse con él en el real Acuerdo y ser
recibidos en él; mas no sé que aquel establecimiento .se derogase, ni por cual
motivo dejó de continuarse semejante costumbre, que hoy no solo no se
continúa; pero aun no sabe el Cabildo sino es buscándolo en los libros de
reales cédulas de las secretarías de cámara, qué oidores ha habido de se-
senta años á esta parte, por que ya en los libros capitulares· no se toma razón
<le aquellos reales títulos.
322
CAPITULO X
323
quienes el Cabildo de la du~ad de Goathemala confirió ·s us poderes, y estos
y la instrucción y otros recaudos y testimonios se entregaro·n para que los
llevase al Lico. Antonio Remón, clérigo, que en la ocasión hizo víage para los
reinos de España.
Pero llegado el Lico. Antonio Remón á la corte y haciendo entrega de
1
EL REY
CAPITULO XI
' De lo más que acerca de este negocio acaeció en Goathemala y en el real Consejo
de Y ndias y lo que el Rey mandó determinar sobre ello.
Aunque se atribuye por alguno que la real cédula que queda trasun-_
tada se espedió á contemplación de los informes del R. .Obispo de Tlascala ,
Don Di·ego Romano, bien puede ser que al mismo tiempo que sus informes,
l!egasen también al real Consejo de las Yndia•s, las súplicas de la ciudad de
Santiago de Goathemala, que como hemos asentado, viendo lo que padecía el
clero en aquel tiempo, solicitó en el Consejo por medio de sus agentes este
negocio; pero ya conseguido con favorable y próspe~o suceso, los clérigos
interesados y que debieran velar y fatigarse acerca de su establecimiento,
dormidos y neglige·n tes en la solicitud de entablarle, dieron lugar con mucho
tiempo á que la parte contraria, vigilante como siempre en su mejora se pre-
viniera en elegir sujetos convenientes y graduados que despachar á la corte
á negocio tan importante y de tanta monta, si bien no vinien<lo estos despa-
chos á manos de los interesados para que pidan ·s u cumplimiento, y vinien-
do á las de los superiores á quienes .se manda ó se cornete su ejecució·n, los
guarda·n y retienen en el secreto de sus navetas, sin que llegue á la noticia
de las partes, que quedan de este modo defraudadas.
325
Así con el secreto que apuntamos, y sin que la cédula se presentase,
aunque de haberse espedido se dió noticia á la ciudad de Goathemala por Alon-
so Herrera del Puerto, y ;se hizo pública cuando sobre su ejecución no le
quedaba tiempo al clero; por que comu·nicados los intentos de los· religio·sos
entre sí mismo·s, y haciendo largas informaciones con cartas de abono que
consiguieron para el rey de los mismos Ob:•spos que por entonces en este
reino de Goathemala gobernaban en todas las Catedrales, y que también eran
religiosos; porque. la Sede de Goathemala como hemos dicho, la regía Don
Fray Gómez Fernández de Córdova, la de Valladolid de Comayagua en Hon-
duras, D'on Fray Gerónimo de Corrella, ambos religiosos Gerónimos; la de
Ciudad-real de Chiapa, Don Fr. Pedro de Feria, del orden de Predicadores, y
la de iLeón de Nicaragua Don Fr. Antonio de Zayas, del orden de 10 s Me- 1
EL REY
CAPITULO XII
Bien considero que para muohos será este discurso que ahora nos pro-
ponemos á formar, bien desabrido y bien molesto; pero para la utilidad pú-
blica de los miserables indios será de utilísima importancia, y quizá de algún
aLvio e·n ocasiones, fuera de ser preciso á nuestro oficio é instituto, y muy de
nuestra particular obligación el proponer á la noticia común, cuanto los
Reyes por su reducción, alivio y conservación se han desvelado, oyendo y
determinando en justicia sus causas, y arbitrando muchas veces sus reales
vigilias acerca de sus mejoras, como empleados sus católicos y augustos des-
velos e·n el pro y alivio de los vasallos más mi•serables é indefensos que tiene
328
en toda la católica dilatación de su gran Monarquía, y sobre que nos, para
sacar á luz estas cristianas piedades suyas, con atentísimo desvelo hemos
de nuevo registrado nuestro Abecedario de reales cédulas del archivo secreto
del Cabildo y Regimie:1:1to de ·Goathemala, en que para formarle ·se ocupó y
trabajó no poco nuestro verdadero y fiel celo diez y siete meses continuados,
y de este Abecedar:·o que formamos entonces, en la letra Y, Título Yndios,
y en las letras M. Q y letra T, hemos encontrado las cédulas que se refieren;
tomando otras noticias de nuestros apuntamientos de los ·Cabildos ordinarios
de la ciudad de Goathemala, donde se halla alguna razón de otras; y si bien de
los libros cedularios de la Secretaría de Cámara y gobierno, ·hemos procurado
tomar algunas especies, solo del primero y segundo libro que vino á nuestras
manos por las del ·Lico. Don Lorenzo de la Madriz Paníagua, que como asesor
general nos los comunicó por breve y limitado tiempo, hemos tomado razón;
por que aunque para ello hemos pedido el recurso del real y supremo Consejo
de las Yndias, ó mi desgracia ó las distancia·s han retardado su remedio y
nuestro alivio.
Y como quiera que la rea1 clemencia de 1os reyes de España sea tan
propensa á hacer mercedes y remuneraciones, á los vasallos que 'fiel y aten-
tamen'te s:rven, y que en hacerlo así ·sus nuevos y amantes vasallos indios
Tlascaltecas y Mexicanos, que con Don Pedro de Alvarado vinieron y ayu-
daron con tanto tesó-n y fídelidaci á la conquista de este reino en su atención
se mandó que No puedan ser .encomendados, ni se les obligue á más servicio
de que .ello quisier·en haoer á la república de Goathemal.a, y tiene la data- de
Medina del Campo á 20 de Julio de 1532 años, <239 J No haremos más que refe-
rir la dedsión de las reales cédulas, por no dilatar y hacer voluminoso este
discurso, y muchas de ellas por la misma dilación se referirán subsecuentes
unas á otras, por que sin otra narración más que la declaración del contesto,
se habrá dicho el motivo y ocasión que se tuvo para espedirlas, habiendo en
algunas _partes del cuerpo de esta nuestra historia espresado los tiempos y
ocasiones en que fueron ma·ndadas librar á favor de la generación de los indios.
•Pero por que esta generación indefensa y toleradora de gran trabajo,
era vejada en grande modo, aun habiéndolo prevenido antes el Cabildo, Jus-
ticia y Regimiento de la ciudad de Goathemala, por particular ordenanza de
las que hizo á favor de los indios el día 30 de •E·nero de 1532, <24 oJ en que dice:
Ordenamos y mandamos que los indios Tamemes no se carguen con más peso
que dos arrobas, pena de perd·e r lo que importare la oorga que más pesare.
Y por que en este abuso é introducción no debió de haber enmienda en lo de
adelante, y se dió de ello cuenta aI rey, mandó librar su real cédula en que
dice: Que los indios no neven c.argas á cuestas, ni persona ninguna les pueda
obligar á ello, sin .espresa licencia del Presidente y oidores de la real Audiencia
y de los gobernadores y otras justicias, quienes hayan de tasar los salarios
que por ello se les hubiere de dar según la distancia é incomodidad del ca-
mino; y es la fha. de la real cédula, de Madrid á 17 de Abril de 1553 años. <241 l
,239) Libro 19 de Cédulas Reales del Archivo, Secretarla del Cabildo.-folio 141.
(240) LibTO 30 de Cabildo.-folio 13.
(241) Libro 19 de Cédulas Reales del Cabildo.-folios 89 y 90.
329
Pero á esta había precedido la que en esta razón se había librado con mayor
espresión, escepción de personas y pena que se impone aL agresor de esta
ley¡ dada en Valladolid á lQ de Junio de 1549 años, en que decide y manda la
Majestad del rey: Que los indios no puedan llevar cargas á cuestas, ni per-
sona alguna pueda oblígarles á ello, salvo en caso de no haber caminos abier-
tos ni bestias de carga que lo hagan, que .entonces podrán hacerlo con .espresa
licencia de las Ju·s ticias, con paga al arbitrio de ellas, según la distancia é
incomodidad del camino¡ y los me·stizos, mulatos y negros no gocen de este
privilegio, y si lo hiel.eren incurran en la pena de cien azotes que se les den
públicamente, y de perdimiento d.e lo que llevaren en dichas cargas. <242 > Y
por que pareció todavía el cerrar más la puerta á esta corruptela, por cédula
dada en Madrid á 17 de Abril de 1553, se manda con inserción de ella guardar,
cumplir y ejecutar.
Y por que en los principios de la conquista y reducción de estas Yndias
occidentales muchas personas por servirse de ellos ó por 'l'levarlos de presente
y por regalo á personas de su obligación, pasaban muchos indios á los reinos
de España, en grave daño de sus vidas y perjuicio manifiesto de estas pobla-
ciones, su Majestad fué servido de mandar por su real cédula dada en Madrid
á 24 de \Enero de 1536, Que los indios no puedan ser llevados por ninguna
persona á los reinos de España. <243 > Y esta fué una de las cosas que segú-n nos
refieren ]as antiguas historias, que más llegó á sentir ia católica reina Doña
Isabel, no pudiendo dejar de prorrumpir en ocasión que Colón llevó algunos
indios á España, como dándose también por entendida de que sola su Maj~s
tad, sin ayuda de su real esposo el católico .D on Fernando, había fomentado
el descubrimiento y conqu:·sta de las Yndias, y dijo: Quien ha dado licencia
á CoMn para traer y repartir mis vasallos en España? Y desde entonces se dió
principio á la prohibición del pasage de los indios para aquellos reinos.
Y por que en aquellos principios del establecimiento de las cosas, todo
era ·confusión como en agua revuelta; y que no se •había tomado asiento en
el orden de las materias, así por parte de algunos españoles encomenderos ha-
bía algún esceso en la cobranza de los tributos, llevando á los indios más de
la tasa, y en los indios había gran negligencia en hacer sementeras de sus semi-
llas naturales, andándose vagos por varios y estraños países, no sin malicia
é intención, y por. la consideración de lo uno se libró una real cédula dada en
Valladolid á 26 de Febrero de 1538, <244 > en que manda su Majestad_: Que á
las indios no se les obligue á más tributos ni servicio personal de ·el que les
está tasado. Y la otra acerca de los indios ociosos y paseantes, se mandó li-
brar por el rey en Madrid á 20 de Enero de 1553, en que dice: Que á los in-
dios vagamundos se les compela y apremie á que cultiven la tierra por . su
aprovechamiento. <245 > Y á la verdad, según la general inclinación de estas gen-
tes, siempre se necesita compelerlos á esto, por que de nó ó no lo hacen, ó
si lo ponen por obra es en unas tan cortas y miserables siembras que apenas
en la cogida de cada sementera aka·nza para el sustento de un hombre al año ;
y como dijimos antes, fueron por esto instituídos lOs juzgados de milpas,
330
procurando por medio de estos jueces que los indios no se diesen tanto al ocio
y dejamiento, y contener y malograr sus dañados y generales intentos de
echarnos de la t'erra á los españoles con la necesidad del hambre que espe-
raban se produjese de no sembrar, y sustentarse ellos sin estrañarlo con pláta-
nos y raíces, habiendo como hay muchos que tienen de mantenimiento, como
con la yuca, el itzintal, papas y raíces de chichicaste, que es cierta especie de
hortiga, y otras cosas, no perdonando ratones, gusanos y otras cosas in-
mundas.
CAPITULO XIII
MARGINALES.-Que. los indios sean instruidos en las cosas de la fe, y no sean maltrata-
dos de los españoles. - Que a 1011 indios y negros se les enseñe la doctrina los do-
mingos y fiestas, y se señale hora para elló. - Indios de tierra caliente no vayan a
tierra fría. - Bula de la Cruzada no se publique en pueblos de indíoa, ni se les
obligue a tomarla. - Casos matrimoniales de indios conozcan de ellos los relitioaos.
- La música de los monasterios de pueblos de indios se modere. - Que los religio-
sos no tengan cárceles para los indios. - Que el servicio personal de los indios no se
conmute en géneros ni frutos. - Que los hijos de españoles e indias se traigan a las
ciudades de españoles. - Que los mestizos huérfanos que hay se lleven a España
a costa de la Rl. Hacienda. - Que a los indios tlascaltecas y mexicanos que ayuda·
ron a la conquista los da por lib~es de tributo y servicio. - Se da el Rey por bien
servido de algunos caciques que ayudaron a la conquista, y manda no se enagenen
de la corona. - Que por la Audiencia se informe sí convendría se haga hospital para
indios.
331
reciendo más conveniente, sin duda habiéndose hecho algún siniestro informe
al real Consejo, acerca de que los indios entendían y hablaban nuestra le·n-
gua castellana, por que no siendo con esta certidumbre, no se hubiera librado
la real cédula despachada e·n Valladolid á 7 de Junio de 1550, en que se man-
da: Que á los indios enseñen los religiosos la doctrina cristiana en lengua
castellana. <24 s1 Y en varios tiempos se libraron por el rey otras muchas cédulas
reales á favor de la generación de los indios, que miran á su alivio, desagravio
y conservación; y así por que los propios caciques y las justicias de los pue-
blos los alquilaban (y hoy lo cont:-núan) para el servicio de los obrages de
añil, y el de los cacaotales, que son siempre unas haciendas y otras en tierra
caliente y enfermisa, en donde mueren muchos y muchos más de los de tierra
caliente que suben á los lugares de la sierra como tratantes, en donde la des-
templanza de los hielos los descomponen y enferma; fa atenta piedad del rey
mandó por su real cédula dada e~ Talavera á 28 de Enero de 1541 años, Que
los indios de tierra calienf.e, no vayan á tierra fría ni por el contrario. <249 1
Y por que com9 acontece muchas veces á esta inútil y simple generación
de los indios suele obligarse con rigor á admitir y hacer lo que no pueden,
acerca de la publicación de la Bula de la Santa ·Cruzada, desde el año de
1532 <2r.o1 que se hizo la primera en este reino de Goathemala, siendo el pri-
mer tesorero del tribunal Hernán Gutiérrez de Xibaja, se les compelió é hizo
fuerza á que la recibiesen, obligándoles á que en su publicación por la cele-
bridad se hiciese fiestas á su usanza, de cuya molestia informada la Majestad
y piedad del rey, se sirvió de mandar por su real cédula dada en Madrid á 29
de Noviembre de 1549: Que la Bula de la Santa Cruzada no se publique en los
pueblos de indios, ni se les obligue y compela á tomarla. <251 1 Y mirando á su
alivio y darles Eempo para sus propias grangerías y conve·niencias, y que en
sus negocios y causas no hiciesen gastos, ni se desaforasen de los lugares de
su naturaleza en que de ordinario se menoscaban las poblaciones, y por ra-
zón de agravio que recibían sin jurisdicción de quienes lo ocasionaban, in-
formando de todo la real Audiencia de Goathemala al rey, tuvo por bien de
mandar en diversas ocasiones y tiempos, por sus reales cédulas, la una dada
en Valeñcia á 15 de Abril de 1564, < 2 ~ 2 1 Que en los casos matrimoniales de in-
dios, conozcan de ellos los religiosos de las órdenes de Santo Domingo, San,
Fr.a ncísco y San Agustín, en las partes donde admini~tran. Y por que era in-
moderado el número de indios que como ya hemos dicho en otra parte, con
pretesto de músicos de Yglesia se ocupaban y divertían por la disposición de
los re~igiosos, en que sin duda era el desorden en todos, por que es ·g eneral la
real cédula que se despachó en Segovia á 29 de Julio de 1565, en que se man-
da: Que la música de los Monasterios de pueblos de in.dios se mod.ere por
muchos y graves inconvenientes que de ello se siguen. <253 1 Y como en otra par-
te dijimos y apuntamos la real cédula; por que con el motivo y pretesto de la
332
enseñanza é instrucción de las cosas pertenecientes á la doctrina cristiana,
los religiosos de aquel tiempo habían erigido cárceles en que ponían á los in-
d:os, informado el rey de este esceso, se sirvió de mandar por su real cédu'la
despachada en el bosque de Segovia á 29 de Julio de 1565 años: Que los re-
ligiosos no tengan cárceles, cepos ni prisiones para poner en ellas á los in-
dios. (254 J
Mas conociendo la gran miseria y abatimiento en que esta gente está,
ya que desde el tiempo que fueron conquistados se rindieron, no hab:endo su-
jeto por inferior que fuese á quien no se sujetasen con notable abati.~niento,
á que quizá sus culpas los redujeron , en el .servicio ·p ersonal á que los aplica-
ban, recibían notable agravio, dáµdoles el sue!do en géneros y en especial en
los reales de minas; en donde por falta de moneda acuñada, hasta hoy se
estila¡ y aunque e·n algunos se les paga en oro, como ellos son por su natu-
raleza ignorantes en los recamb~os de ello, quedan muy defraudados de su
valor, y en atención de semejantes perjuicios, mandó su Majestad, siendo
informado, librar su real cédula en Valladolid, á 22 de Febrero del año de
1549, en que manda: (255 l Que el servicio personal de los Í[!dios no se conmute
á géneros ni fruto.s, y está después mandada cumplir y ejecutar por otra des-
pachada en Madrid á 17 de Abril de 1553. Y acerca de este mismo trabajo
. personal de los indios y su alquiler (esto es en los que son voluntarios y no
de mandamiento del gobierno, que llaman realeros) se dá el orden que se
ha de tener en e]o, siendo para labores de panllevar y obras públicas de
ciudad, con largo contenido en cédula librada en Valladolid á 4 de Agosto de
1550. (256 > Mas la observancia que tiene ·el Cabildo, Justicia y Regimiento de
Goathemala es pagarles al corriente, que es un real por cada día, y los dueños
de labores á real por cada tarea, gan¡mdo en ellas los más á tres y á cuatro
reales al día.
Pero por que se debió de dar noticia al rey Ntro. Sr. de que los españo-
les y las indias s.e habían procreado a'lgunos hijos naturales, y que est_,s á título
de hijos de españoles andaban ociosos y perdidos, sin doctrina ni buena
crianza ·ni tener oficio en qué ocuparse y poderse grangear, su Majestad díó
su cédula real en el Bosque de Segovia á 29 de Julio de 1565, en que manda:
Que los hijos de .españoles é indias que anduviesen perdidos, se recojan y sa-
quen de entre los indios, trayéndolos á vivir á las ciudades de los españoles. < 2 ~ 1 >
Y este es un punto que ti~ne e-n sí mucha dificultad, por razón del gran apre-
cio y estimación que los indios ·hacen de estos m estizos , que jamás quisiesen
apartar de sí. Pero aun había precedido á ésta, otra real cédula incitativa
acerca de esto, y de donde debió de producirse la que queda citada de 29 de
Julio. Por que hay acerca de ello la que se dió en Madrid á 17 de Abril de
1553 años, en que se manda: Que los mestizos huérfanos que hay en la Pro-
vincia de Guatemala, se envíe relación de los que hay en ella y de lo que con.
venga proveerse sobre que se lleven á España á costa de la Hacienda real.,
para ponerlos á oficio. (258 l Pero parece que el Consejo tomó sobre ello última
333
resolución, por que se ha!la otra real cédula despáchada de Madrid el prop:o
día 17 de Abril de 1553 años, en que el rey manda: Que los hijos huérfanos
que lzay en la Provincia de Guatemala se remitan á la ciudad de Sevilla, en los
navíos que vienen de los reinos de España. <2 ;; 9 ¡ Y acerca de la remuneración
y premio de los buenos oficios y gran fidelidad con que los ind:os Tlascaltecos
y Mexicanos sirvieron en las conquistas y reducción de estas Provincias del
reino de Goathemala, que son los que quedaron en el sitio antiguo, y llaman in-
d~os de la •Ciudad-vieja, la Majestad del rey, queriendo favorecerlos y alentar
á la vista del premio á los demás, mandó librar á su favor la real cédula des-
pachada en Va!ladolid á 13 de Setiembre del año de ·1543, en que dice su
real liberalidad: Que á los indios Tlascaltecos y Mexicanos que ayudaron á
la conquista, los dá por libres de tributos y servicio personal. (260 >
Y por lo que mira á esta atribución, en- lo que es perteneciente á los
servicios y buena lealtad de los indios acerca de las personas principales de
esta generación, que ayudaron á la conquista y á allanar la tierra y Provincia
de Verapaz, en que se comprueba que fué tierra de guerra, la Majestad del
rey despaohó su real cédula á favor de los que fueron para su consecución
mucha parte, que se espidió en Barcelona á 19 de Mayo de 1543 años, en que
declara: Que se dá por bien serv:do de los indios caciques, bon Juan que lo es
del pueblo de Afitlán, Don Jorge, Don Miguel y Don Gaspar, del pueblo de
Tecpanafitlán, y el cacique de Sacatepéquez de los Mames, por lo muc·h o qu.e
ayudaron á la conquista de Tezuluflán y sus comarcas. (:?llll Y atendiendo su
real piedad por 1odas vías, al alivio, conservación y comodidad de los indios,
y que de todas maneras fuesen beneficiados, así en lo espiritual como en lo
temporal, m:rando á su miseria y pobreza 1 y que en sus enfermedades cor-
porales fuesen a'.iviados y socorridos, por su real cédula dada en Madrid á
18 de Mayo del año de 1553, mandó á la real Audiencia de Goathemala: Qu.e
informe sí converna qu·e se ·edifique lzospífal para la curación de los indios,- <2 62 >
y este que se er:gió y estuvo en buen corriente con mucho consuelo y alivio
de los indios pobres hasta el año de 1692, está desde entonces desierto y con-
vertido en solar montuoso, habiendo estado allí colocado el cuerpo sacramen-
tado de Cristo Señor nuestro, y habiendo allí tantas cenizas de cuerpos ca-
tólicos; y que después de aquel informe que se pidió á la real Audiencia, su
Majestad el año siguiente de 1554, mandó librar quinientos pesos de oro en
la caja de bienes de difuntos para aquel edificio, y que además de fomentar
aquella obra, mandó se le s-ituase un repartimiento de indios de los de la coro-
na hasta en cantidad de seiscie·n tos pesos, para el sustento de los pobres, y
á ésta se le agregaron otras rentas de muy suficiente congrua y la ocasión de
estar desierto se habrá de referir cuando mi rey me mande que lo escriba.
334
CAPITULO XIV
Que continúa la materia de cédulas reales que disponen en favor de los indios.
335
Y como quiera que esto sea así notorio y bien conocido el dejamientC'
y haraganería de Jos indios, y que siempre es necesario compelerlos á que Sf
ocupen y trabajen, aun en sus propias posesiones y sementeras, llegó la repú-
blica de Goathemala á no tener peones .para sus edif:cios y obras importantes
al lustre material; siendo necesario por este inconveniente y otros que se reco-
nociero·n, que el rey mandase por su real cédula dada en Madrid á 21 de Abril
del año de 1574: Qu·e se haga repartimiento de indias: cada semana para el
servicio de los vecinos, pagándoles cuatro reales cada semana. (!?G:>> Y en vir-
tud de esta real orden estuvo en corriente este repartimiento de indios que se
hacía por el Alcalde ordinario, corregidor del VaUe, dándoles el sueldo á real
por cada día, y duró hasta el gobierno del General Don Martín Carlos de
Meneos que lo advocó en sí. Y por que de sus frutos tenían los indios difi-
cultosa salida, perdiéndolos los más años, se permitió por cédula dada en
Madrid á 17 de Abril del año de 1553, Que los españoles puedan tratar y con-
.tratar con los indios; <266 > y esto cedió y produjo en mucho y grande beneficio
de los indios, y e·n no poco provecho de los vecinos españoles. Y atendiendo al
de ambos y á la conservación de la tierra, por lo que la ciudad de Goathemala
había pedido, se espidió en Lisboa la real cédula de 20 de Mayo de 1582 años,
en que el rey manda: Que en cuanto á los indios de servicio, para el bene-
ficio de la tinta añir, que pide la ciudad de Goathemala se den á los vecinos de
ella, que la Audiencia envíe relación acerca de ello, y que en el entretanto
provea lo que convenga, de manera que se mire la conservación de los indias
y el beneficio de los vecinos. <267 l Y á la misma misericordia y real piedad ejer-
citada con los indios, se dirige la real cédula mandada despachar en Va!lado-
lid á 5 de Julio de 1555 años, en que dice su Majestad: Que los indios pobres
sean reservados de pqgar tributo y derechos procesales; teniéndose y repután-
dose por índios pobres los que tuvieren de .caudal de seis mil maravedís para
abajo y -teniendo por rico al que su1 caudal fuere dende allí arriba. <268 >
Y por que es de una propia naturaleza todo lo que acerca de indios se
ha ordenado, aunque sea á favor de los españoles, diremos como se mandó
por el motivo que dió Francisco de Orduña, Juez de residencia de Alvarado ,
quitando los repartimientos á los c-0nquistadores y dándolos á oficiales me-
cánicos, por cédula dada en Palencia á 28 de Setiembre de 1534 años: Que
los indios no se quiten á los vecinos y conquistadores de la ciudad de Goathe-
mala, teniéndolas en .e ncomienda, sin que sean oídos y vencidos por fuero y por
derecho. <260 > Y acerca de esto mismo y á favor de los descendientes de los
conquistadores, se mandó despachar en Toledo la real cédula de 11 de Julio
. del año de 1596, en que decide el rey: Qlle los indios que vacaren en la Pro-
vincia de Goathemala, se encomienden á hiíos, ni.etas y descendientes de los
primeros conquistadores de dicha fierra. <2 ioJ Y por que los e·n comenderos eran
muy dagnificados en los resagos que de los tributos hacían los indios fornen-
336
tados de fas personas que más debían aconsejarlos que los pagasen al rey,
por su cédula fha . en Madrid á los 17 de Abril del año de 1553, fué servido
de mandar: Que los .tributos resagados por los indios, de un año pora otro, el
Presidente y oidores de la real Audiencia de Goathemala hagan que los pa-
guen á sus encomenderos.
Y acerca de las nuevas reducciones de indios infieles, que h asta hoy se
mantienen en su infidelidad y abominables idolatrías, en número de cincuenta'
y cuatro naciones de que tenemos ·noticia, se mandó por aquellos primeros
tiempos, por cédula dada en Valladolid á 9 de Setiembre del año de 1536: Que
los indios no conquistados .el Gobernador de Goathemala los .c onquiste y re-
duzga, y que el Obispo tenga ·el hierro con que se hubieren de herrar los di-
chos indios que se cautivaren en justa guerra. <271 1 Y después acerca de lo
mismo, por cédula dada en Belpuche á 19 de Marzo del año de 1533, m a ndó
su Majestad: Que se les haga guerra á algunos caciques é indios de la Pro-
vincia de Goathemala. <272 1 Y acerca de los indios de guerra de los términos y
confines de Chiapa, que son los que Ilarr.an generación de Lacandones, y hoy
por este año de 1695 se han empezado á reducir por el Presidente Do-n Jacinto
de Barrios Leal, por aquel tiempo se mandó por el rey por la cédula dada en
Valladolid á 9 de Octubre de 1549 años : Que los indios de guerra de los tér-
minos de Chiapa se procul'en reducir á paz. <273 1 Y por la real cédula dada en
Toledo á 20 de Febrero de 1534 años, se dá el orden acerca de los indios que
se hicieren esclavos en la guerra y el modo que se ha de tener en herrarlos. c:i74 1
Y habiéndose hecho muchos indios esclavos muy á los principios de la con-
quista de este reino, comprándose por los españoles conquistadores, de los
indios caciques y de los principales de ·los pueblos que vinieron de paz á la
obediencia, en que se obraba' sin razón y sin título justo, de que informada
la justificación y piedad del César rey de España, puso el remedio convenien-
te á este esceso, mandando que los indios no se puedan comprar ni rescatar
de los caciques é indios principales por ninguna persona, desde el día de ld
publicación de la cédula. Dada en TOiedo, á 31 de Enero de 1539 años. < 27 ~ 1
Mas como quiera que los indios bárbaros, que son como hemos antes
. asenfa.do, Jos que vagando .s iempre, sin sujesión á señor particular, vivía~
sin población, sino unas veces en las selvas y otras en rancherías, s:endo por
esta razón muy difícil y casi imposible el reducirlos y conquistarlos, tuvo e~
rey por buen medio para quietarlos (como se consiguió el buen efecto por ·l a
disposición y orden de los conquistadores) el mandar por su real cédula d ada
en Madrid á 10 de Junio de 1541: Que los indios bárbaros se junten y reduz-
gan á población. <27 a1 Y otra con inserción de la primera, en que los releva de
un año de tributo, fha. en Tala vera á 28 de Enero de 1542 años; y por que
siempre se ha deseado por la Majestad del rey, como diremos adedante, el
tener ·entera noticia de los cosas de este reino, y que de él se hiciese relación
é ·h istoria tópic;a ó particu~ar del reino, entre otras reales cédulas que espidió
337
en orden á este fin, una es la que se dió en Badajoz á 23 de Setiembre de 1580
años, mandando: Que se haga relación con entera noticia de los usos y cos-
tumbres que los indios tenían en su gentilidad. (2 i i l Lo cual siempre quedó por
hacerse, ó por desgracia de este reino ó por razón de no haber habido persona
que se aplí:case á este trabajo glorioso. Y no ha mucho tiempo que con pre-
via y muy acertada dirección, y quizá. con algún cristiano y fiel celo, se dió
, al rea,} Consejo de Yndias en aquel tiempo, noticia de haber e·n tre los indios
muchas armas, de donde podría resultar algún perjuicio, en cuya considera-
ción se mandó: Que á los indios del valle de Goathemala los visiten los Alcal-
des ordinarios, y que les quiten las armas y lanzas que tuvieren; (278 > y la real
cédula que lo dispone tiene la fha. de 18 de Julio de 1559 años; mas esto no
debiera omitirse ni olvidarse 'tanto como _se olvida por los Alcaldes ordinarios,
corregidores del Va'lle, que jamás lo visitase, como lo hacía antiguamente sin
embarazo ni contradicción alguna, por los Alcaldes corregidores del valle,
dejándolo de hacer en grave daño de sus comitencias, y por lo que en la real
cédula citada <279 > se manda hacer, no menos gravemente lo e·ncargan; pues
con pretesto de cazadores y de vaqueros es un número considerable de esco-
petas, f'leohas, lanzas y jarretaderas el que se halla entre los indios, y en que
se debiera cargar mucho la consideració-n, la dilígencia y vigilancia, para qui-
tarlas y ponerlas en la real sala de armas de la ciudad de Goathemala, donde
estuvi,eron mejor para armar nuestra gente en ocasiones que se ofreciesen; mas
no por eso digo que debe entenderse esto de los indios Tlascaltecos de la Ciu-
dad-vieja, que esos siempre han estado armados y se precian de leales y de
conquistadores y domadores de los demás; y por que por ahora nos hemos
d]atado mucho acerca de lo mandado establecer ácerca de los indios, mien-
tras recoje nuestro desvelo otras noticias acerca de ello, pasaremos á narrar
otras materias.
338
LIBRO DECIMOSEGUNDO
CAPITULO 1
De las muchas y repetidas veces que la Maje&tad del rey ha mandado que se escri-
ba la historia de este reino de Goathemal~ desde que se redujo á su
obediencia.
Mucho sin duda debe admirar que en tantos tiempos como ha·n corrido
desde el en que se hizo la conquista de este reino, que ahora en este año de
1695, contamos ya ciento y setenta y un años de su reducción á la obediencia
de la Yglesia y .sujesión á los católicos reyes de España no ha habido per-
sona de tantas graves, doctores y decorados como nos ·han precedido, que se
haya querido dedicar á escribir la historia de este escelente y grande reino
de Goathemala, de quien por lo natural, por obra de la sabiduría y providencia
de la naturaleza, hay tanto admirable que pueda ser asiento largo á mu<:has
provechosas y útiles descripciones, y que ·por lo material se halla tanta insig·ne
erección de fábricas materia·les de los indios antiguos, que aun ahora no nos
será fácil ni posible por mucha, la muestra vestigiosa que encontramos y
noticia que de ellas tenemos, el describirlas todas, sin hacer crecidísimo vo-
lumen, y más agregándose á aquellos antiguos beneficios de los indios, las
339
nuevas ereccio-nes· de insign·e s y ·suntuosas plantas materiales de nuestros
españoles, después que poseemos y habitamos esta grande y hermosa parte
del Occidente·; y cuándo no h _u biera otra materia qué fuesé asunto de la his-
toria, cuanta f.uera la de los . gloriosos· hechos y hazañas valerosas de los es-
p.añoles por el orden militar, y cuanta por' el polítiCo 'e n máximas esceleñtes,
fundaciones y estatutos que hi~ieron, á u·n a admirable y cumplidísima his-
toria, que es todo lo que comprehende la nuestra, conforme al título que le
damos, y en cuya forma hemos escrito, arreglándonos al real dictamen y
mandato de mi católico rey, según sus reales rescriptos.
Y deseando e·l rey que se escribiese esta hi~toria que ahora mi insufi-
cie·nte y mal cortada pluma escribe, llevado mi cefo de,} amor de la patria,
mandó su Majestad por su real cédula dada e·n Monzón á 19 días del mes de
Diciembre de 1533 años, <2 so1 que el _Gobernador Adelantado Don Pedro de Al-
varado, la hiciese escribir por larga relación, con la iongitud y latitud de la
tierra, límites ·y confines de ella, calidades y estrafreza:s de los países, y las
de cada pueblo por sí: ·L as pobla'ciones, ritos, y costumbres de los indios y
los lugares de españoles; edificios que de ·n uevo se habían erigido; pu~rtos y
ríos de la jurisdicción; los animales y aves que se crían en los países y la ca-
lidad de ellas; enviando por pintura todo lo que pudiese ser pintado, que esto
es en sustancia el contenido de aquella primera real cédula en que se ordena,
y que dejamos trasladada á la letra •e·n la primera parte de esta h~storia, en el
libro tercero, capítulo primero de él. Mas por entonces, cuand~ las cos_as no
estaban establecidas ni la tierra bien descubierta, y los españoles andaban
bien ocupados y divertidos en allanar la tierra, acabar de sujetar á los indios
de las Provincias que por mome·ntos se sublevaban y en otras materias de
conveniencia y pretensiones, no •h abiendo lugar ni tanta materia como ahora
para poner en ef·ecto lo que el rey mandaba, no pudo hacerse aun una leve
parte ó principio de aquella relaci6n, escribiéndose solo por entonces la his-
toria de mi progenitor Berna'} Díaz del Castillo, que solo contiene lo tocante
á la guerra y conquistas, con _m uy poco" de esta mat~ria. en lo que toca á la
Provincia de ·Goathemala, por hallarse entonces como uno de los capitanes
de Ia empresa y reducción de las de Honduras ·é .Higüeras.
Mas· no desistiendo el. rey de aqueI primer intento, volvió de nuevo á
mandar por su real cédula del año de 1570, <281 l que se le envíe cumplida des-
cripción de la tierra en lo material y .éspiritual ;' y esto que por entonces se
pedía, y lo que después se mandó por las reales cédulas que citaremos ade-
lante, es lo que ahora nos, con deseo de ver perfeccionada en algún modo
tanta obra, hacemos con ocupación contin'uada de muchos años y no pequeño
ni iigero trabajo e·n la vista de los papeles del archivo secreto de Cabildo;
cuy'.!- escritura de cadenilla y deslustrada con el tiempo, no hay hoy quien
340
sepa leerla¡ y nos con orden y permisión del Cabildo, hemos margenado el
número de cinco libros, que son los que el teniente del escribano mayor ha
querido hasta ·hoy entregarme, habiéndole mandado el Cabildo que los en-
tregue¡ y en uno y otro s•e nos acumU'la gran fatiga para haber de formar y
hacer los cuadernos de apuntamie·n tos que nos ministren el material á tanta
historia, la cual en lo que toca á esta seg.unda parte, está cetenida tiempo
ha por no hallaue en el arohivo secreto de las tres llaves del Cabildo el libro
de los CabHdos ordinarios que se celebraron desde el mes de Marzo de 1563
hasta febrero de 1571, y parando este en el oficio del escribano mayor del Ca-
bildo, su teniente se le retiene y está sin entregarle en grave perjuicio de
esta obra .
.Pero procediendo á decir lo que acerca de que se consiguiese una su-
ficiente historia de este reino, se ordenó en otras ocasiones, ó por que fuese
la voluntad real que acá se hiciese, ó por que los cronistas reales lo hiciesen
allá, de que vemos muy poco fruto conseguido, puesto que en ellos apenas en-
contramos el gasto de una mano de papel acerca de la estensión del reino
y de los accidentes políticos y militares de aquel tiempo, por el cual se sirvió el
rey de mandar por su real cédula dada en San Lorenzo el Real á 16 de Agosto
del año de 1572, <282 > que se le enviase noticia de las hazañas y hechos de
los españoles e·n estas Provincias, y de las demás materias del gobierno po-
lítico. Y después, por el propio año, por que la real instrucción en el libro
de recopilación d·e l.a Secretaría de Cámara y gobierno se halla sin fha. y por
acabar de trasladar su contenido; pero en ella se halla que manda la Majestad
del rey que se le envíe descripción de toda la tierra en lo espiritual y temporal,
con el orden que en ella se ha de observar, contenido en sesenta y nueve pun-
tos, á los cuales hemos querido y procurado arreg1arnos en lo que llevamos
escrito, no omitiendo circunstancia ni cosa que parezca se falta á lo que en
la apuntada instrucción historial se manda. <283 l
Y en prosecució·n del intento, algo después mandó la Majestad del rey,
por su reail cédula dada en Badajoz á 23 de Setiembre del año de 1580, que
se le envíe re'lació1;1 de los usos, y costumbres que los indios tenían en su gen-
tilidad; dirigiéndose todo •esto no á otro fin, que el de pasarlo y perpetuarlo
en la historia, y así vemos que prosiguiendo semejantes mandatos, <2 s.ti no
podrían ser por menos que ordenándose á que se diese á la estampa, y no al
de que •estas noticias y relaciones quedasen estancadas en aquellas secreta-
rías de cámara del real Consejo¡ y en la consecución de su efecto, se mandó
por real cédula, fha. en Lisboa á los 13 días del mes de Noviembre del año
de 1581, <2 8 5 J que se envíe relación de todos los pueblos que hay en todo el dis-
trito de la Audiencia, así de españoles como de indios, y en qué forma se ad-
341
ministra en ellos justicia, y esto junto to-do en un cuerpo se hallará recogi'do
en esta ·nuestra historia, con mucha atención á la corl'espondencia de la
apuntada instrucción, sin omitir aun de la administración espiritual de 10 s 1
indios lo más leve, ni el pueblo más pequeño y remoto. Oja'lá se acierte por
mí con la felicidad de que salga al complemento de lo que entonces se pre-
tendía, y que este trabajo que ·hemos tomado sea para el útil común, corres-
pondiendo el efecto á nuestro buen deseo.
CAPITULO II
CAPITULO 111
Qu~ continúa la materia del antecedente acerca del desembarco de galeones en los
puertos de Honduras.
Como -decíamos ant~s, fueron muchos y graves los negocios que se in-
terpusieron al que vino á tratar desde el 1Perú y con poderes de aquel reino
á la ciudad de ·Goatheinala, Juan García de Hermosilla, acerca dei desembarco
de galeones y su contratación en los puertos de Honduras, y el embarazo
que le hicieron, que fué entrar con desgracia desde luego; puesto que desd.e
el día 22 de Enero que se le confirió por el Cabildo de la ciudad de ·Goathema-
la el poder para seguir este negocio á Juan García de Hermosilla, hasta el día
344
16 de Abril del propio año de 1572, <280 > no se halla haberse vuelto á tratar de
este punto en todos los Cabildos celebrados en aquel término de días, y en
esta junta ·que se tuvo se acordó: Que Juan Gar~ía de Hermosilla no haga
gastos,. á la ciuilad, y así se le notifique,- y asienta el escribano habérsele no-
tificado.
Mas como decíamos que aun más que los negocios apuntados que por
el propio tiempo se trataban, otra i.m posibilidad fué la que á este negocio
y los demás de la ciudad de Goathemala los hacen detenidos, y muchas veces
es ocasión de perder sus privilegios y esenciones, debe pensarse que es la que
ahora se declara e·n el decreto acordado que apuntamos arriba acerca de los
gastos que hacía Juan García de Herm·osilla; por que siendo los propios de la
ciudad tan cortos, que no sé que haya ciudad cabecera de r~ino de tan limi-
tadas y escasas rentas, y que siendo los gastos muchos y crecidos que anual-
mente hace como gasto corriente y asentado, es admiración que alcance al
recibo el gasto; con que para lo que puede ofrecérsele e·n los estraordinarios
y de la contingencia, mal podrá tener libre la mano á grandes gastos y cre-
cidos, sino es habiendo siempre de quedar sin conseguir su pretensión ó sin
atreverse á inte·ntar muchas cosas del alivio y conveniencia común, como su-
cedió en este de la contratación y descarga de galeones en la parte de Hon-
duras, que hallándose el Cabildo sin los medios necesarios para este y otros
no pequeños negocios que hemos ·apuntado de aquel tiempo, que por esta
exhausión y defecto ·en el congreso · celebrado el día viernes 30 de Mayo del
año de 1572, <290 > en que habiéndose conferido y tratado largamente sobre
el pedimento de Juan García de Hermo·silla, acerca de los gastos que se ofre-
cía hacer y eran precisos acerca de este negocio·, se decretó: Dáse licencia á
. ' .
Juan García de Herm.osiUa para pedir al Sr. Presidente se repartan doscien-
tos pesos á los vecinos, para seguir el negocio de la navegación. Era esto en
virtud de la facultad que tiene la ciudad de Goathemala para poder hacer re-
partimiento en los vecinos ha•s ta en la cantidad que fuese necesaria para en-
viar persona á España á los negocios de la ciudad y sus vecinos, por real
cédula fha. en Toledo á 8 de Noviembre de 1538 años. <201 > Y esta que parecerá
una limitadísima cantidad, tendría por éntonces la propia dificultad que ahora
tuviera, por la gran desunión que siempre hay en los vecinos de esta ciudad
de Goathemala, que es la ocasión de toda su ruina y sus atrasos.
Y así se deja conocer con mucha claridad en este punto que ahora
tratamos, el mayor y más favorable á la pública utilidad que podía ofrecerse,
y por que después perdida 1a ocasión, vi clamar á algunos republicanos anti-
guos y celosos que tenían noticia de haberse tratado esta materia, que en su
prosecución hallamos, que obtenido el beneplácito del Presidente para hacer
345
el repartimiento que se intentaba, j1mtó el Cabildo, Justicia y Regimiento
el día viernes en la tarde 20 de Junio de 1572 años, tratado y conferido, asien-
ta el escribano mayor del Cabildo, Juan de Guevara: Que sobre el reparti-
miento que pide Juan García de Hermosrlla, ~e haga; se mandó votar acerca
de ello. Y después dice y asienta el escribano: Se votó por la mayor -parte que
no se haga el rieparfimiento, y así se acordó. <292 > Bien puede conocerse 'Cle esta
gran lentitud y pausa grave en este negocio que tanto podía haber importado á
las conveniencias ,comunes, cuan en su contra tiene si·empre esta república
el semblante de la fortuna, y que esta resolución contraria del Cabildo, nacía
de la desconfi~nza de los vecinos, viendo el sobrecejo con que debían recibir
este negocio; pues de las esperiencias poco había pa·sadas, sobre ayudar al
sueldo del procurador general que había de ir á Es·paña, <203 > negándose á
pagar el repartimiento que para ello se había hecho; por lo cual la real Au-
diencia tuvo por bien de revocarle, y que de todo este suc~so antes de ahora
hemos dado razón la suficiente en esta segunda parte¡ para que se vea por
· lo que ahora asentamos, 'que no siempre se pierden los negocios por omisión
y negHgencía del Cab~ldo, sino por la poca ó ninguna ayuda y fomento que
tiene en los vecinos, una ciudad tan pobre, aun para las cosas que ceden de-
clarada utilidad de la vecindad y sus comercios, sin .el cual no puede haber
república que se enriquezca ni se conserve.
Desde el día que queda apuntado, 20 de Junio, hasta el día martes 16
de Setiembre de 1572 años, no se volvió á tratar en todo·s los ·congresos cele-
brados en aquel intermedio de tiempo de esta materia de galeones, y en la
ocasión que se tuvo este cabildo de Setiembre que vamos refiriendo, solo
asienta el escribano mayor del Cabildo, haber acordado el Cabildo, Justicia
y Regimiento: Que á Juan Garcia de. Hermosilla se le dén doscientos pesos,
para el negocio de la mu.dada del puerto y navegación de éaleones, y se haga
repartimiento en los vecinos. <290 Pero después de todo el resto del libre quinto
de los Cabildos ordinarios desde el .folio 60 hasta el folio 285 en que termina,
no halla nuestro cuidado y diligencia otro tratado ó conferencia acerca de la
importancia de este negocio, para que debe pensarse ·se hizo el repartimiento
y se le díó la cantidad de los doscientos pesos á Juan García de Hermosilla;
pero habiéndose encargado este negocio por la instrucción que llevó, al Pro-
curador general Lope Roddgu.ez de las Barillas .y al agente de la ciudad de
Goathemala, Alonso Herrera del Puerto, y que asegura la simple tradición,
y de ello no falta memoria en el Perú, que este apoderado de las dos ciudades
de Lima y Goathemala pasó á España á este negoc:o, y de su diligencia y esta-
do e·n que le puso en el real Consejo, puede ser que en los libros siguientes
de los Cabildos ordinarios que faltare por entregársenos por el 'Escribano del
Ayuntamiento para registrar su. contenido, y tomar de ellos los convenientes
apuntamientos, hallemos razón de este negodo.
De las cosas que debo dar cuenta á V. Majd. juzgo ser una la de la
obra y fábrica de un hospital, que iSe llama de S. Pedro, á que se está dando
ya última ejecución en esta ciudad de Goathemala; que por ser obra tan del
servicio de Díois y de la piedad, habrá de tener su noticia muy gustosa acogida
en ·el real agrado de V.M. Y para qae yo haga á V. M. mas 'claro y ',puntual
el informe de este punto, necesito de proponerle á V. M. desde su principio
y causa. 1298 >
Don Francisco Marroquín, primer Obispo de esta ciudad,, fundó é hízo
erección de esfa Santa Y glesiii CatedrC1l en virtud de_ Bula Pontificia y de cé-
dula real. Dispuso qae hubiese en dha. Yglesia todas las Prebendas, Digni-
dades, Can<mgías, Oficios y beneficios que hay .e n otras Y glesias Catedrales,
si bien esto no se ha podido .c onseguir por la cortedad de las r.enfas, para las
cuales hizo aplicación de los diezmos de vecinos y parroquianos, y '1os 'distri-
buyó en esta forma: Dividense los diezmos en cuatro partes, la una para el
Obispo, otra para los Capí.tulares; las otras dos partes cí mífad de 1díezmos,
se divide en nueve, de donde tuvo principio llamarse novenos. Estas nueve
partés, Sr. ó novenos, se distribuyen asi: con dos novenos se sirve á V.M. en
lugar ó á semejanza de las terceras de España, en reconocimiento d.el real Pa-
tronato de V. M. de los cuales se entera todos los años la real caja. Cuatro
novenos se lístribuyen en salarios de capellanes, cantores, 'curas, sacristán
y otros oficios, y si sobra algo de ellos, se aplica á la mesa capitular. De los
tres novenos que r.estan se hacen dos partes, noveno y medio se gasta .en fá-
brica, reparos, ornamentos, ropa blanca de sacristía, vino y cera. El otro no-
veno y medio se gasta en un hospital confarme á la erección y fundación de
esta Sta. Y glesia, de fo suerte que es la forma de su ierección i/odo lo que á
V.M. ,he_ propuesto. Este noveno y rmedio qu.e se aplicó para la fábrica de hos-
pital, por haber sido ·c orto en años pasados y no haberse hallado sitio com-
petente ó del precio á que podía llegar sli. cantidad, se distribuyó en limosnas
públicas que todos los sábados se daban .en esta Y glesia, lo cual se obraba con
acuerdo d.e Ob-íspos y de Cabíldo.-El año de 1646 Don Barfo].omé González
Soltero, que era Obispo á la sazón, advirtiendo á que por haber tomado algún
aumento los diezmos, le tenia también el noveno y medio dedicado para la
fábrica del hospital, que será poco más ó menos .un año con otro de cantidad
de dos mil pesos, y habiéndose ofrecido ocasión oportuna de comprar sitio
y casa competente ien capacidad y 1precio (era la casa de Lope Rodríguez d'e
las Varillas y de sus her.ederos y costó dos mil y sesenta 1pesos) dispuso q11e
cesase fo obra pia de la limosna de los sábados, en que se gastaba lo más de
aquel noveno y me'dío, y qlle con él se ,c omprase la 1casa, como con efecto se
compró, para que fubiese desde luego ejecución la obra a.e hospital, y se re-
dimió un censo que pagaba la casa al ,convento de N. Sra. de la Merced, con
(298) Refiriendo el suceso Don Juan Garcilazo de la Vega en el camino viene por Obispo Don Fray Payo de
Rivera, y da cuenta al Rey de haberse principiado el Hospital el año de 1654.
350
parte que se reservaba de aque~ mismo noveno y medio, y quedó sin carga
alguna dicha casa. A este tiempo fué servido N. Sr. de enviar un común con-
tagio y peste á esta ciudad, con que siendo toda ella enfermedad y muertes,
y una estrema y universal enfermedad, pareofó al mismo Obispo D. Bartolomé
Gonzál.ez Soltero, que la oantidad que de aquel noveno y medio se gastaba
antes en .l imosnas, v.olviese por entonces á gastarse en ellas, pues era hospital
toda la ciudad, y así se hizo. Al cesar y acabarse este mal común, acabó tam-
bién Don Bartolomé González su vida. Y ~reciéndole al Cabildo que. sería
bien aguardar al Obispo que le hubiese de suceder para que con su acuerdo
é intervención se dispusiese y empezase. en buena forma la obra del Hospital
en la casa y sz'lío que YU! ·estaba comprado, continuó la distribución en las
limosnas comunes de aquel noveno y medio; pero habiendo muerto en el ca-
mino D. Juan Garcílazo, á quien fué servido V. M. ·d e presentar en aquella
ocasión para Obispo de ·esta S. Y glesfo, juzgó el Cabildo se.r inconsíderable
la tardanza y dz1ación, con qu·e desde allí se aplicó el noveno y medio á la
obra de'.l hospital, y se ·e mpezó por el mes de Octubre del año de 1654, y se
ha continuado sin interrupción. Y 'cuando yo, Sr. llegué á esta ciudad, que fué
día 23 de F1ebrero del año pasado d;e 59, estaba .en mucho au"!ento, y hoy
se halla tan al fin que solo falla la pairf.e de Y glesia, y en iel ínterin que se va
obrando en ella se aplicará sitio y parte ct;mpetente de la casa, que pueda1.ser-
vir de Yglesia ó capilla .e n quien se d11ga .Misa. Por que ya, Sr., se pueden
poner algunas camas, y siendo N.S. servido se pondrán con toda brevedad
y se empezarán á curar enfermos, y d.e ello y de la perfección que fuera con-
siguiendo el todo de la obra d<tré cuenta puntual á V. M. en todas oc:a-
síon·es. <299 ¡
El orden, Sr. con que aquel año de 54 se .e mpezó la obra fué este, como
consta de autos que quedan en mi poder: En 16 de Octubre se juntó el Ca-
bildo de esta S. Y glesia, y def.erminó que luego y sin dilación se diece principio
á la obra y allí se señaló al Lico. Juan González Cid, Maiestrescuela entonces,
para que diiese parte y noticia dello al Conde de Santiago, Presidente á la
sazón en esta rea.l Audiencia de V.M.¡ y así lo ejecutó dándole dicha noticia.
A 3 del mes siguiente de Noviembre fué el Cabildo con el Mayordomo
y Alarifees á dar la traza de la obra del hospital é Y glesia, y á 6 del mismo
mes de Noviembre dió el Cabildo orden por auto al Mayordomo D. Simón
Freuz Porte, caballero de la orden de Santiago, para que comprase materiales y
empesase la obra. Y si bien, Sr. se halló en este estado ('(:l obra á 6 del mes
de Nove. Y: de ello se había dado cuenta al Presidente desta red., Audiencia
de V.M. Conde d,e Santiago en 16 del mes antecedente de. Octubre, manifes-
tando más su justo celo, dho. Presidente de V. M. despachó auto en 10 de
Noviembre, ordenando se notificase al Cabildo que la obra se empezase¡ á
qu·e el Cabildo respondió 1con lo que ya hecho precedía, y de lo cual se le
había dado noticia desde que se había determinado; y hasta hoy, Sr. se ha ido
continuando de la sola y precisa cantidad de aquel noveno y medio, que es
(299) Dice el Rev. Obispo estar casi acabado de edificar el Hospital y que solo resta la iglesia dtl.
351
parte de los diezmos que posee esta S. Y glesia, y aplicada por su erección
para dho. hospital; por que aunque es verdad que en algunas ocasiones ha
suplicado á V. M. ·esta S. Yglesia, se sirviese V . M. de mandar librarla algún
socorro d.e aquella parte de los dos novenos de los diezmos que á V.M. perte-
necen, así para el ·ef~cto de la obra deste hospital; 'coma para otros á quienes
justamente no alcanzan las rentas de la Yglesia; no ha ·sido servido V.M. de
concederlo, por lo mucho á que ha tenido que acudir precisamente la real
hacienda de V. M.-El año último, Sr. que obtuvo esta limosna esta S. Yglesia,
fué el de 1617, y fué hasta allí de las dos terceras partes,cle aquellos dos nove-
nos que pertenecen á V. M. y as~ desta limosna y de su cantidhd, como del
tiempo y año en que cesó, consta por cédula del gloriosísimo Padre de V. M.
y Sr. Nuestro el Sr: Don F·e lipe l]l/, que iesfá en el ·cielo,1 su fha. en San Lone~
zo el real á 28 de Setiembre del año de 1618, don que ha, Sr. cucrnenla y tres
· años qure esta S. Yglesia no percibe parte a·l guna de aquellos dos novenos que á
V.M. tocan.-La renta toda, Sr. de esta S. Y¡flesia, proporcionán'ddla á un año
con otro, es de veinte iy tres á veinte y cuatro mil pesos, y esfe presente año
de sesenta, no pasó d.e veinte y tres mil pesos la. ~tura en el arrendamiento
de diezmos, con que se vió obligada la Y glesia á tomar en él por su· cuenta y
cuidado la administración.-Guarde Dfos á V.M. como la cristiandad hci. me-
nester.-Guafemala y Julio 22 de 1660.-B. L. R. M . de V . M .-Fr. Payo,
Obispo de Goathemala. (SOOJ
Mas por que en la carta del R. Obispo que queda trasladada, se dice
por el Prelado dará á S. M. cuenta del estado de l'a perfección de la Y·glesia
así lo h'.zo por carta de 6 de Diciembre del año de 1662, dando noticia de
haberse empezado la fábrica del templo del hospital, y por la brevedad de
la carta, y que como dijimos hace al intento, se traslada también á la letra
y dice en ella :
SEIVDR: (3oo
(300) Dice cuanto era por entonces la renta de la Santa Igtesla de Goathemala.
(301 \ Dice el Revmo . Obispo daría cuenta del estado del edificio de la iglesia.
(302) Avisa por su carta estar acabado el Hospital, y haber puesto la primera piedra en la iglesia, Y que esta
principiando Ja obra .
352
CAPITULO V
De lo que acerca del estado de la fábrica del hospital de San Pedro se of redó en
este moderno tiempo, y alguna emulación que acerca de ello se le levantó
al R. Obispo Fray Payo de Rivera.
MARGINALES.-Responde el Rey al Rev. Obispo y hace una breve narrativa del contenido
de la Real Cédula. - Dice que la raíz de estos informes es haber entendido al11unos
que lo fiastado en el hospital es de los dos novenos pertenecientes a su Ma11estad.
- Dice ser equivocación por ser del noveno y medio perteneciente a la /filesia. -
Cita para prueba de esto lo que escribe en sus cartas antecedentes que quedan
copiadas. - Dice ahora en esta última carta de 29 de octubre de 1665 que de la
Ífilesia solo resta cubrirla de bóvedas y que estará acabada dentro de año y medio.
- Satisface acerca de lo que se informó del atraso de la obra. - Dice haber nom-
brado un prebendado por rector ·con el corto salario de cíen pesos, y un obrero y
enfermero, clérífio particular. - Dice hacerse ya curado en el hospital cléri11os en-
fermos pobres, y remite dello información. - Dice estar dedicada una pieza en que
se dice Misa y en que este prelado y sus capellanes la dirijieron por espacio de tres
meses que vivió en el hospital. - Dice haberse tomado cuentas al mayordomo de
la /filesia, d ifunto, y que remite testimonio.
tado, y que se había ya en aquella ocasión adelantado en; buena parte la obra,
si por aquella ()casí'ón de ·un grande temblor d.ei, Uerr<t. qae nos envió N. Sr.
día 1~ de Mayo de a,quel .mismo año de 63, que dejó muy maltr~tada esta Ygle-
sia Catedral, no hubiera sido preciso ocU'parse los oficiales en el reparo de
ella por tiempo de tr,es á cuatro meses, y también en el de mi casa que quedó
de suerte que me fué forzoso dejarla y estuve tres meses en dicho hospital,
por no haber tenido otra parte donde recogerm~, que fueron necesarios para
aderesarse.
Seguiase, Sr; ahora esta ocasión en que estoy escribiendo la presente
carta y en ella había de dar cuenta á V.M. como la doy de que está tan ade-
lantada la obra de la Yglesía die ·este ·h ospital que quedan acabados diez arco.s
de que sé compon'en1 ~es· oóvedas de cuerpo de Yglesia y capilla mayor, si~
que faltase más que oubrirla y que estar á cubierta y del todo acabada en el
tiempo de año y medio, poco más ó menos, y deste estado presente desta obra
y de como ·desde que se empezó que fué aquel ms de Noviembre del año •a.e
662, como dije en párrafo sesto de esta oarta, no ha cesado la obra menos en
la ocasión del referido femblor y otra en que necesitó de mucho adereso la
capilla mayor desfa Yglesía Caf.edral por corrupción de sus maderas; remito
información con esta carta á V. M.
De todo lo qwe hasta aquí he representado á V. M. en esta presente
carta, debo inferir, Sr. que he ido dando cuenta puntual á V. M. en las oca-
siones, qu:e se han ofrecido, desta obra y de lo que se ha ido adelantando desde
su prínoipio, y de las circunst<incias de tddos los anfece·d enfes años e n quie-
nes no se empezó. Y que si por otros informes se representó á V . M. que la
obra estaba muy atrasada haciendo comparación al año de la erección de esta
Y gl.esia Catedral ·en el cual se resolvió se hiciese hospital, fu é sin diada cosa
muy bien reparada¡ pero si se quiso d .ecir que desde que p:u do correr por mí
cuenta no ha ido continuamente. adelantándose, ya en dar fin á la casa, ya
en empezar y continuarse la Yglesia, no me es posible_ escusar el decir á V.M .
35~
que los ínformes no fueron_ ciertos y que no, he olvidado esta parte. de la obli-
gación de mí oficio, la cual, ~r. declaro mas respondíendo á los restantes
puntos d·e esta real carta de V. M .--Sirvese V. M. mandarme decír que sin-
gularmente se ha hecho reparo en que había nombrado yo á dos prebendados
de esta Y glesia por r·ector y enfermero, señalándoles salarías actuales cuando
ha costado que hasta ahora no está en uso y que no ha entrado en este hos·
p!ial enfermo alguno.
Supongo, Sr. que no fueron dos prebendados los nombrados, sino un
prebendado para rector que fué el Dr. Don Antonío Alvarez de Vega, ChaniN
y Provísor y Vicario general en este Obispado, que pareció más apropósito
para este ministerio por singular aplicación suya y haber pasado general-
mente por su mano las 'cuentas de todo lo tocanie á diezmos y · rentas desta
Y glesia, de que fíen~ especial comprensión y caría, por lo que en estas ma-
terias se ha eíercitado. Para enfermero, ·sr. asistente de día y de noclzc en
el hospital, se nombró un clérigo particular, cuyo nombre es Don Salvador
, cf.e Nebríja, de .edad de, más de cin:cuenfa años, IY est.e pareció apropósito por
ser trabajador y puntual, y de quien tengo singulares esperiencias en cuanto
á la buena cuenta qu.e dá de lo que se le enoarga. Ahora, Sr., digo que nom-
bré (con consulta y junta de todo este Cabildo Ecco. para ello) á los dos re-
feridos sujetos para los minísteríos de rector y enfermero, teniendo enten-
dido que era parte esencial de lo que debí hacer por ser mínísteríos esenciales
al gobierno y ejercicios primeros de un hospílal y que se hallan en todos los
hospitales deste género,
También es cí·erfo, Sr., que en dha. íunta y consulta de Cabildo Ecco.
se les señalaron salarios actuales, y el del rector no pasó de cien pesos, y
aunque al enfermero se le señaló algo más por la causa diel más crecido y
continuo trabajo, fué con calidad que hasta estar acabada la obra y llegasiJ
á haber cantídad continu·ada de enfermos, habia de percibir solamente la m;.
tad, y esto por que desde luego entró á cuidar de la casa y estar superinten-
dente oont~.nuo á la obra de la Y gles:a ,como .lo ha estado en muy considera-
ble trabajo,- por que aqui, Sr., fqdos los oficiales peones so~ indios, y estos
los señalan por semana los Alcaldes ordínarios a.e esta ciudad, de los pue-
blos circunvecinos, y asi para que se señalen como para que con efecto ven-
gan y para que trabajen, y para que en perdiéndolos de vista no se vayan, es
necesario mucho trabajo, cuidado y asistencia de todo el día, Y. muchísima
paciencia, y todo esto está á cargo deste enfermero.
La razón, Sr . qu.e se repr.esentó á V. M . de que no había estado en uso
el dar estos salarios, parece no ser congruente, por que sí se quiso decir que
no está en uso en otros hospital.e s deste género, no es cierto, y es cierto, Sr.
lo contrarío. Y aunque estrajudícialmente he entendido que en estos hospí·
tales de M éxíco y Puebla de ·los Angeles, se dan muy buenos salarios á rec-
tores y enfermeros, no me valgo de •este ejemplar, hasta recíbir testimonio
de ello por el cual he enviado y remitido á V.M. y por ser esto cosa que se
357
supone, se advíerte en un libro que se infífula: Perfecto visitador, de quien
comunmente nos valemos, que una de las cosas que se han de reconooer en
la visita de los hospitales son estos .salarios, pcira reducirlos á justa proporción
si lo necesitan. Si se quiso decir que en este individuo hospital die San Pedro
de Goathemal.a no habimestado en uiso dar estos .,salarios, fué cierto¡ pero como
lo había de estar, Sr. si fué aquella la ocasión en que se daba principio al
hospUal y sus ministros?
En que .constase que no se había curado enfermo alguno, no se infor-
mó bien á V.M . si el informe se hizo pasado el mes de mayo del año de 663,
por que en este mes se curaron dos enfermos, y el mes de Julio siguiente otro,
al cual no le bastó la cura y murió en dho. hospital, y de esta verdad. remito
también información á V. M. con esta carta¡ y en orden, Sr. á este punto, y
para satisfacción de que pudiese haber sucedido hasta ahora sin omisión al-
guna mía, no haberse curado enfermos, represento á V. M. lo siguiente:
La cantidad toda del noveno y medio aplicada á este hospital; son dos
mil pesos un año con otro, como en aquella primera carta mía de 22 de Julio
del año de 660, lo representé á V. M., y siendo preciso que toda se vaya gas-
tando en la obra, así por no ser crecida como ;para su mayor brevedad, nada
puede quedar para curación general de enfermos, y esta curación no puede
tener lugar hasta acabada la obra. Añado, Sr., que aun cuando no estuviese
ocupada en la obra la renta toda del hospital, y dado que el hospital fuese
general, pudo suceder no acudir un ·enfermo en uno y dos años á él. Hay,
Sr. en esta ciudad un hospital general, que es el de los religiosos de S. Juan
de Dios, cuyas camas todas para hombres y para mugeres, no pasan de veinte
y cuatro, y estando á lo regular de número de enfermos, no se ocupan estas
veinte y cuatro camas (de esto envío t.estimonio también cqn esta carta á
V.M.) con que siendo muy posible que en uno y dos años no se llenasen las
camas de este hospital general, lo pudo ser también que en uno y dos . años
no hubiese enfermo que sobrase para el de San Pedro. Y así, Sr. creyera yo
que en dichos informes se debiera haber espresado si se tenía noticia de que
se hubiese despedido enfermo alguno que hubiese llegado ti él.
UlUmamente, Sr. represento á V. M. que este hospital de S. Pedro s~
dedicó para clérigos pobres, así como el de México, según he entendido, para
los de una determinada e.nferm'edad, y en esta suposición dije á V. M. en la
carta referida mía de 17 de Nove. del año de 663, algo antes a.el fin estas pa-
labras: como con efecto se. ha ejercido la· curación con algunos clérigos po-
bres que hasta ahora han necesitado de :ello. Y siendo, Sr. los clérigos de esta
ciudad, todos ó casi todos, 'naturales della, y habiéndose puesto el cuidado
justo en que no se ordenen sin patrimonio ú otro competente título, son pocos
los que pueden necesitar de hospital, y pudo haber pasado considerable tpo.
sin enfermo en él y sin culpa en ello.
Este caso, Sr. de_ no enfermos ó muy pocos está prevenido en el ca-
pítulo octavo d.e la sección 2S del Concilio tridentino, donde ordena que sí ó
no hubiere aquel género de 'personas para quienes se hicieren los hospitales,
ó se hallaren muy pocas de ellas las rentas, se gasten en otras obras píqs;
358
con que si acabada la Y glesia, en la cual se está gastando al presente
.....
la renta deste hospital y un ángulo del patio, que es el qzze ha de correr con la
pared de la Y glesia, pareciere enseñar la esperiencia que no hay enfermos clé-
rigos para este hospital, daré cuenta á V.M. para que V.M. se. sirva de man-
darme lo conveniente.
En esta presenté real cédula me manda también V. M. que en dho.
hospital se disponga una capflla en ínterin que la Y ga. se acaba; Sr., en aquella
primera carta mía de 22 de f/ulio d,el año de 660, al fin del párrafo segundo,
dije así: Y en el ínterin se va obrando en la Y glesía, se aplicará sitio y pc..rte
competente de la casa que pueda servir de Y glesía ó capilla, en quien se digc~
Misa. Y asi, Sr. se hizo y se empezó á usar desde el mes de Nove. del año de
662, y por los meses de Mayo, Junio y Julio del año siguiente de 63, que fue-
ron los que 'estuve en este hospital .por causa del temblor d·e tierra que he re-
ferido á V.M. yo, y todos los sacerdotes de mi familia celebramos en esta ca-
pilla el santo sacrificio de la Misa.
Mánqame últimamente V.M. que por cuanto de dichos informes se ha
reconocido que hasta aquí ha habido mala administración en la fábrica deste
' hospital, haga que se tomen cuentas y se cobren alcances.
Señor, en aquella tercera car.fa mía que dejo citada, de 17 de Nove.
del año de 663, al principio del último Párrafo dije á V. M. que desde que
se d.e jó de repartir en limosnas aquel noveno y medio, y se dió principio· á
la obra del hospital, que fué por fines drel año de 654, e.ntró en p<>áer del
administrador y se le hizo cargo de él. A este administrador que era el capi-
~án Don Simón Freuz, caballero de la orden de Santiago, se le tomaron cuen-
tas, y por que murió á la sazón se incluyeron con sus albaceas, y en el des-
cargo se les revieron gastados ·en dha. obra, desde su principio .h asta el fin
del año de 661, diez y nueve mil cuatrocientos sesenta y se.is tostones; y de
éstos, Sr. remito .también testimonio con esta carla á V. M.
Sucedió luego en el oficio de administrador de las re!ltas de esta Y gle-
sia Catedral y hospital, por presentación del real Patronato de V . M . el ca-
pitán Don Francisco Delgado de Nájera, Alguacil mayor de esta ciudad, y por
que el gasto del hospital que ha corrido por su cuenta, ha sido casi todo el de
la obra de la Yga. paredó ser congruente no se le hayan tomado cuentas
hasta que la Y glesía esté acabada, por pertenecer 1esfe gasto á una sola ma-
teria y haber de tener breve. fin.
Esto es, Señor, lo que he tenido que representar á V . M. acerca de la
mátería deste hospital, en conformidad de lo que al presente se ha servido
V. M. de mandarme, y del cuidado que he puesto y pongo para su fin y bue-
na admínístración.-Guarde Dios á la Católica y real persona de V.M. como
la cristiandad ha menester. Guatemala y 29 de Octubre de 1665 años.-B . l.
R.M. de V. M.-Fray Payo, Obispo de Guatemala .
. Quedó este hospital desde el tiempo del gobierno de aquel Prelado en-
teramente perfeccionado, y en el del Rev. ·Obispo Dr~ Don Juan ae Mañosc.i
se ·bendijo su templo para estrenarle y dedicarle como depósito de la Santa
Yg:'.esia Catedral, mientras ésta se edificaba.
359
CAPITULO VII
MARGINALES.-Lo poco que los autores de Indias han tratado del Real patronazgo ecle-
siástico.-Algunos de los motivos para esta concesión.-Lo que puesta razón del real
patronazgo se ha ilustrado el culto divino. - No tiene número lo que de el Real
haber se ha empleado en esto. - Lo que sin tener recibo de ellas ha gastado el Rey
en las Islas Fhilipinas por establecer la fe. - Ei°grande costo que le tiene el pasaíe
de cada misionero. - Lo mucho que en ciento y setenta y cinco años han hecho de
e1Jto estos ministros y el de su escolta de soldados allí, y otras partes.--Lo mucho que
el rey ha dado y da para el gasto de 1•ino, aceite y cera de las iglesias. - Lo que da
de limosna a los religiosos de Indias para dietas de Médico y botica pasa de cien mil
pesos cada año. - Se han erigido a costa del rey en las Indias cuarenta y dos iglesia5
Cathedrales.-A las espensas de la real hacienda se han erigido en las Indias ochen·
ta mil iglesias. - Mantiene tres tribunales de la fe en ellas. - Son innumerables
los conventos que 'con el fomento de el Rey se han fundado. - Larguísimas limosnas
les ha hecho, pudiendo ser caudal de otro rey.
igualarle, siendo cada templo por la misericordia del Altísimo, en toda esta
hermosa máquina de América, ·un verdadero diseño de1 la gloria de Dios, en
cuya riqueza parece thaberse depositado todo cuanto á los afanes de los es-
360
pañoles que 'la ennoblecen y habitan, han contribuído los minerales de los dos
superiores y preciosos rnetaies de oro y plata, corno con espanto de muchos
estrangeros 'que los miran y admiran, se manifiestan• patentes á la esperiencía,
en que lo que se lleva gastado de la real hacienda no puede reducirse á númerc:-.
Y cuando para la evidente comprobación de lo que vamos proponiendo
acerca de los crecidos gastos que se hacen del real patrimonio, á fi.n de esta-
blecer y conservar la Santa fé católica en estas partes nuevamente descu-
biertas y reducidas, no hubiera más· que el que se ofrece y ha estado conti-
nuándose desde su descubrimiento y reducción en las Filipinas, era bastante
prueba de su intento sin igual, pues de la China los reyes de España no han
tenido provecho alguno, y en casi cincuenta islas que están reducidas y sujetas
al yugo suave de la religión, debe pensarse cuantas iglesias· son en ellas las
que sustenta la real hacienda, y cuantos serán los religiosos misioneros que
á sus "reales espensas allá han pasado, teniéndo'le á ·su Majestad de co·sto
cada religioso que allá se transporta mil 'ducados, <303 > pues cua·n ta será la
suma del costo de tantos religiosos, Dominicos, Franciscanos, Descalzos, Agus-
tinos y Jesuitas, que allá han ido en ciento setenta y cinco años , desde el año
, de 1521 que se descubrierón hasfa este de ·1695, y cuanta la importancia de los
que por su real cuenta han pasado para toda es.fa nueva iEspaña y reino del
Perú. Debiéndose discurrir en el gasto co·ntinuado que al rey le hacen los mu.
ohísimos religiosos que están oc.upados en la predicación y re'ducción de infie-
ies Chichimecas, tierra de la 1Florida, el Nuevo •México,:"Nuevo León, Sinaloa,
California, Darién, Picoleones, Ohonchos, Chile, M?jos, Yslas de Salo'món,
Nueva Guinea, la .China y el Japón, y en este reino de Goathemala, el Prós-
pero, el Ytzá, Lacan'dones, Ma·nché, Ahitza, -Choles, Mopanes, Petenes, Jica-
ques, Borucas y otros, que en él solo son mas de cincuenta y cuatró naciones,
y que para su seguridad tiene el réy en ·algunas partes de estas misiones,
asoldadas muchas escuadras de á cincuenta y de á se·s·enta infantes.
Pues cuanto demás de esto •S erá la considerable y más que gran suma
de ducados que habrá dad.o y dá su Majestad ·á las Yglesias de las Yndias,
para vino, aceite y cera para celebrar el santo Sacrificio de la Misa, y para
que ardiendo las lámparas con aceite de olivas, alumbren continuamente el
Santísimo Sacramento que está en infinitos depósitos y sagrarios. 13o4 J Véase
y considérese por alg.u nos quien es el que hace esta debida y piadosa larguesa,
sino el cató1'.ico y real Patrón, y como tal para dietas, médicos y boticas, da
para la curación de religiosos, importando este renglón solo, en cada un
año, mas de cien mil pesos, que se han dado y se entregan por mano de los
oficiales reales de . sus c"a jas y casas del tesoro. Y cuanto más y con más ra-
zón debe admirar con gloria y con ternura la consideración de que á sus ins-
tancias y á espensas de su ~eal hacie-nda, se han erigido en este nuevo orbe
según nuestra cuenta, el número de cuarenta y dos Yglesias Catedrales Ar-
zobispales y Obispai~es, y que en ellas sirven trescientas y setenta y ocho
dignidades, ca·n ónigos, rac:oneros, y medio racioneros, sin , los capellanes y
otros ministros de coro, y sirvientes de sacristías, que es suficiente motivo
361
á la co-ncesión Pontificia del real Patronazgo y Vicaría general de nuestros
reyes en estas Yndias occidentales y orientales, así como le t:enen de las Ygle-
sias catedrales y lo demás eclesiástico! del reino de Granada en el Anda-
lucía. Y cuando esto no fuera suficiente mérito para haber conseguido esh
gracia de la Santidad de Alejando VI, por sus bulas citadas de los años de
1493 y 1494, fuera también suficiente motivo á la consideración de su Santidad
el ver erigidos en esta América á costa y espensas del real haber, ochenta
mil iglesias, contando en ellas todas ~as que hay en los pueblos de indio,;,
en que continuamente· se celebran co-n grande culto y reverencia· los divinos
oficios, y para ellas d'eben cons:derarse tantos cüras y ministros coadjutores,
cuantas son las feligresías y doctrinas.
Y añade. mi atención, según la verdad notoria del hecho, que aun en
aquel.lo que al rey le qúedó en fos diezmos de las Yglesias catedrales,. en la
porción asignada de la mesa capitular á la canongía supr·esa· que toca á su
Majestad, tiene el empleo tan santo y que tanto importa á la conservación
de nuestra Sa·nta fé católica, aplicándose estas rentas para los tribunales de
' la santa inqu:sición, que los fundados y establecidos en estas partes hasta
hoy son tres, que residen el uno en li imperial ciudad de México, con dila-
tadísima y larga juris·cÚcción, otro en la dudad de los reyes, cabeza del reino
0
del Perú, (305 ) y el otro en Cartagena de las Yndias en la parte de tierra firme,
que los componen nueve inquisidores, tres fiscales, con .sus alguaciles mayo-
res, notarios, familiares, c,o nsultores, calificadores y ,los demás ministros ne-
cesarios para su a~toridad y d·espacho, y de este santo tribunal hay otros
comisarios en fas demás Yglesias metropolitanas y catedrales, proveídos y
nombrados por los inquis:dores de los tribunales referidos; y estos tribunales
recib~n '1ás órdenes y not:cias , convenientes del co-nsejo supremo de la santa
y general inquisición que reside en la coronada villa de Madrid, corte de su
Maje~tad. Por quien y con su real fomento y piadosa protección se ven .fun-
dados hasta hoy innumerables conventos de religiosos y monasterios de
monjas, y no pequeño número de hospitales, que con larguísimas y consi-
dérables :limosnas la Majestad del rey ha socorrido y hecho empleo de sus
reales,. tesoros en sus fábricas y construcción, dándoles rentas <306 > y dotes muy
competentes, como parece de muchas reales cédulas pertenecientes á seme-
jantes ' asignacio.n es, pues para todo ello si se hiciera suma se hallara su im-
portan.c ia. de muchos millones, pues f.uera de lo '·q ue parece en esta nuestra
segunda parte que ha donado y lo que asentaremos adelante á los conventos
de este reíno de Goatheinala ¡ en los otros' señalaremos 'unas larguísimas li-
mosnas·, pues fué tal fa que hizo al convento de San Agustín de México, que
se fundó el año de 1541, é importó ciento sesenta y cinccr mil 'y cuatrocientos
pesos; páia el de Santo Domingo ciento y sesenta mil, y al de N. Sra. de la
Merced de la ciudad de los reyes de Lima setecientos mil ducados que hubo
de costo, que estas tres porciones solas importan un millón y veinte y cinco
mil y cuatrocientos ducados, que pue.de ser renta anual de otros reyes. (307 l
362
CAPITULO VIII
Del modo y orden que se tiene en el gobierno del real Patronazgo eclesiástico que
pertenece al rey de España en estas Y ndias orientales y occidentales.
364
de los Obispos y Prelados pueda hacer canónica institución ni pueda dar
posesión de ninguna prebenda ni beneficio, sin <!a presentación real. Que en
todas las dignidades y prebendas sean preferidos los letrados á los que no
lo fueren; y así mismo los que hubieren servido en las Yglesias catedrales de
Castilla, y que más estuvieren exercitados y diestros en el servicio del coro,
prefiriendo siempre estos tales á los que no hubieren servido en ellas. Que
por Io menos para cada una de ellas, las Y.glesias catedrales, sean presentados
un jurista graduado y un teólogo que ocupe en ocasiones el púlpito, con la
obligación que en los reinos de Castilla tienen los canónigos doctorales y
magistrales, y otro teólogo para leer sagrada escritura, y otro jurista ó teó-
logo para el canonicato de penitenciaría, conforme á los decretos del Santo
Concilio de Trento. Que todos los demás be·neficios curados y simples, secu-
lares y regulares, y todos los otros oficios que vacaren ó se hub~eren de pro-
veer de nuevo, para que pueda hacerse, y se haga dentro de breve tiempo y ·
sin dilación, y se conserve el real Patronazgo eclesiástico, está determinado
y mandado que se haga en la siguie·n te forma.
Que en vacando cualquiera beneficio ú oficio, el Pre;~ado haga y mande
fijar edictos, con señalamiento de término de días compete·ntes, para que se
puedan hacer las oposic~ones, y que cump1ido y .examinados, con informe de
las costumbres de tales opositores, y de ellos nombre dos los mejores, y el
· Virrey, Audiencia ó Gobernador de la Provincia, elija y luego remita la elec-
ción hecha al Prelado, para que haga la provisión, colac:ón y canónica institu-
ción por vía de encomienda y -no por título perfecto; y que en el caso que el
rey hiciese la presentación y en ella se espresare que la colación se haga en
títufo, la canónica in-stitución sea en título y no sea en encomienda; y que en
los casos que las personas fueren presentadas por e1 rey, hayan de preferir
y que siempre prefieran á los que fueren presentados por los min:stros.
Y así mismo está ordenado que en los pueblos de recibimiento y luga-
res de los indios y otras partes en donde no hubiere beneficiado, par nom-
brarle y haber de elejirle ó dar forma de que en e·!los haya .quien á los indios
administre los santos sacramentos, procurarán los Prelados que en los tales
lugares haya quien enseñe la doctrina cristiana, poniendo y fijando para ins-
tituir este min:stro, edictos públicos, y habie·ndo tomado bastante informa-
ción, la que conviene de la suficiencia del sujeto, y de la bondad de su estilo
y costumbres, hará de los que parecieren apropósito la nómina, y la remi-
tirá á los ministros reales á quienes tocare, para que de los dos ó los tres
nombrados le presenten el uno de ellos, y en caso que no haya más de uno
solo sujeto, sea presentado aque'l por el Virrey, Audiencia ó ·Gobernador,
por único opositor, y en conformidad y por virtud de la presentación, el Pre-
lado haga la provisión, dándole instrucción de como ha de enseñar é instruir
á los indios, y mandar se le acuda con los emolumentos . . 'Que eri las presen-
taciones de todas las dignidades, oficios y beneficios sean preferidos aos que
se hallaren más beneméritos y que más se hubieren ocupado en la conversión
de los indios y en la administración de los sacramentos. Que el que fuere ó
enviare á pedir á su Majestad que le ·presente á alguna dignidad, oficio ó be-
neficio, haya ante todas cosas de parecer ante los ministros reales de 'la Pro-
vincia, ante quien por petición declare la pretensión que tiene, y dará informa.
365
c1on de genese, letras, costumbres y suficiencia; y de oficio el ministro ó mi-
nistros reales hagan otra información, y con su parecer la envíen al real
Consejo de las Yndias, y que así mismo el tal pretendiente lleve aprobación
de su prelado; por que faltándose á estas diligencias y orden, no serán admi-
tidos á presentación los que á ellas fueren. Que ninguno pueda e~ una Y.gle-
sia .obtener .dos beneficios ó dignidades diferentes. Que no pareciendo el
sujeto que fuere presentado á una dignidad dentro del tiempo asignado y co·n -
tenido en la presentación ante el :prelado, se.a ninguna la presentación y no
se le pue,da hacer de ella canónica institución.
Quie así m'.smo está orde·n ado que no se consienta que ningún preben-
dado en las Yglesias catedrales goce ni lleve Ja renta, sino fuere sirviendo
y residiendo en ellas. Y además de lo referido está proveído que los beneficios
de los indios, sean benef:cios curatos y .n() simples; y que en lo de adelante en
todos los nuevos descubrimientos y las nuevas poblaciones que se hicieren,
se funde 'lue·go y. ante todas cosas, un hospital para gente pobre y personas
enfermas de enfermedades de las no contagiosas, el cual se ponga junto
al templo y por claustro irle ·é1. Y para los enfermos contagiosos se funde y
ponga el hospital en parte que ningún viento pasando por él vaya á herir
é inficionar la población, y que por esta causa será mejor se edifique en sitio
y parte eminente.
CAPITULO IX
Del descubrimiento del estrecho de Magallanes y por qué ocasión se hace memoria
de él en' esta historia.
',•
Por que será necesario que muchas veces hablemos en materias y co-
sas dimanadas de la entrada de nuestros e·nemigos al mar del .Sur por el es-
trecho de Magallanes, como ya por la ocasión de la entrada del Capitán in-
glés Fra·ncisco Drake á nuestras costas del Sur, se ha hecho memoria.del apun-
tado estrecho, y se habrá de hacer por das veces que después los enemigos
piratas por aquel admirable caño han entrado á este mar, de cuyas invasiones
no peqµeños ni pocos oaños han recibido nuestros pueblos de las provincias
366
orientales de este reino, sin los grandísimos agravios y robos que en los del
reino del :Perú han heoho sus arribos á aquellos puertos, con tan felices su-
cesos suyos, cuanto improsperados de nuestra parte. Habiendo ya con el favor
divino de concluir brevemente lo que acerca de esta segunda parte pertenece
y nos resta¡ habiendo de pasar á describir en la tercera las demás Provincias
del reino, que son las que lastimadas de las operaciones de los corsarios in-
troducidos por el estrecho, sienten y lloran la pérdida de sus haciendas, el
desmantelo de los lugares y muertes de sus parientes y paisanos, con una casi
total proscripción de todas las humanas conveniencias y tratos. Y por todo
el'.o, como por la grata memoria de aquel escelente capitán español-portugués
Fernando de Magalilanes, que le dió nombre á aquel estrecho, nos es preciso
el describir su admirable y estupenda navegación y descubrimiento de aquel
paso de un mar á otro, ta·ntas veces encargado del rey cuanto buscado de
grandes capitanes es:pañoles, en · cumplimiento de los deseos del monarca
y capitulaciones de muchos; y aunque se halla descrito por los más autores
, de Ynd:as, así propios como estraños, no podemos hacer menos ahora que el
dejarle señalado y descrito, para cuando se haya de ofrecer el escribir alguna
entrada por él, de nuestros enemigos.
HaUábase el Emperador Carlos V en España, en su real corte de Valla-
dolid, por el año de 1519, Ubre de los cuidados que le habían ocasionado los co-
muneros de aquel tiempo con inquietud de toda España, en cuya causa por co-
misión suya estando ausente y entendiendo en apagar la peste que había intro-
ducido la falsa doctrina de Lutero en la Ytalia, habían entendido en aquel grave
asunto el Almirante de Castilla, Don Fernando, el ¡Cardenal Adriano, Maestro
del E'mperador, que después fué Pontífice, y el Condestable de Castilla, Don
Yñigo de Velazco, y ahora hallándose á celebrar •cortes sobre esta materia de las
comunidades, y mientras estas cosas felizmente y con gloria de'l Emperador se
ajustaban en Europa, Fernando de Magallanes, español portugués, varón de
conocido va~or y de califka-élo y grande seso, habiendo conseguido licencia
del :Emper?-dor para aquel año de 1519, para irá descubrir estrecho para pasar
del Norte al mar del Sur, para ihácer viage á descubrir la Especería y las Mo-
lucas, pO'r otra vía de fa que habían 'ha~lado los portugµeses, y que ésta fuese
en sí más fácil y más breve; y armando cinco ·naves á las reales espensas del
Emperador, que tanto había deseado este -descubrimiento, se émbarcaron en
ellas dosci.entos ·soldados españoles, bien pertrechados, y proveídos de todas
las cosas para tan incierto y peligroso viage.
iA.sí dispuestas todas 'tas cosas de aquella importantÍsima jornada,
Fernando de Magallanes se hizo á la vela por el mes <le Setie~bre de aquel
año de 1519, <31 oi partiendo del puerto d~ San Lucar, ·n¿ lejos de las Colum-
nas de Hércules, en demanda de su intentado descubrimiento, pasando por
367
las islas fronteras de Cabo Verde, con felicís:mo viage atravesó por entre el
poniente y medio día al cabo de San Agustín, primera tierra de Yndias en la
parte del Brazil, pasada la Equinoccia1l, y hallándose por aquella costa muchos
días á barlovento, en veinte y dos y veinte y tres grados de altura, en que por
el largo camino que se había hecho de su viage hasta aquella parte, gastado
.
todo el bastimentage, no tuviero-n otro alimento que cañas de azúcar y ciertos
animales grandes que parecían bueyes, y según lo que nos d:-ce Alfonso Ulloa,
á quien seguimos en la descripción de este viage magallán:co, no son. las si-
bolas sino legítimas dantas, según que dice Che quei del ¡xiese chimano Anti.
Estando detenidos e·n lo que estuvieron en aquel Cabo de San Agustín, y lo
que gastaron en llegar á él desde su partida de los puertos de España, siete
meses hasta los últimos de Marzo del año siguiente de 1520 ¡ yendo de allí
á surgir á una bahía que está en cuarenta grados, hacien<lo en ella una inver-
nada de cinco meses, que fueron los de Abril, Mayo, Junio, Julio y Agosto,
y en este _tiempo llegaron á perder el sol, reinando e·n aquella banda por aquel
tiémpo ásperamente el frío y la nieve que sobre la ·tierra caía, padeciendo
aquellos miserables españo1les grande hambre y frío con espantoso y constan-
tísimo ánimo.
Pero nav.e gando de aq.uella bahía, que según entendemos· es la parte
que en las demarcaciones llaman los mari-neros Cabo Frío, volvió á tomar la al-
tura de cincuenta grados hacia la equinoccial, en donde hacia aquel rumbo era
la noche de sofas ·s eis 1horas, y en esta parte fué hallada por Fernando de Ma-
gallanes y su gente, cierta generación de gigantes, y esta es la gente que hoy
llamamos los Patagones, y siete arcabuceros españoles que discurrían por
aquel país, se encontraron con tres de aquellos indios agigantados, que con
grandísima dificu!tad . h:cieron prisioneros, dos de los cuales escaparon, y el
uno fué llevado á [a nave de Magallanes, y fué de aquel capitán muy bien
. tratado, procurándolo reducir á su amistad¡ mas el indio giganteo de todos
mostraba gran disgusto, y aun las cosas que le daban las recibía con enfado,
y solo mostró placer bebiendo vino y viéndose á un espejo que se le dió ¡ pero
conociendo las grandes fuerzas que alcanzaba, acercándosele ocho españo~es
como alagándolo, le remacharon una gruesa cadena a1l pié, de lo cual enfu-
recido y melancólico, no queriendo comer ni beber cosa alguna, se dejó morir
desesperado. Tenía de altura trece píes de á tercia, que es una estatura des-
mesu~ada y grandísim~.
Mas los soldados españoles de aquellas ·n aves, viendo que en aquel
lugar era mucho lo que se padecía, hacían grandes instancias á Magallanes
sobre que se v01lvíese para España, y le decían que no quiciese ser ocasión de
la muerte de todos, buscando con obstinación lo que era imposible hallarse,
y que se contentase con haber arribado á donde otro español no arribó ja-
más, y le decían en semejantes ocasiones muchas palabras írrevere·n tes y atre-
v:das, .dignas á la verdad de ser sentidas de aquel valeroso capitán¡ pero este
368
que conocía bien el ánimo de los soldados, que se movía á semejantes desma-
•
nes, instimulados de algunos pocos, y poco amigos del servicio del 1E mpera-
dor, y poco ambicioso de la propia gloria, muy hecho al disimulo y á la sa-
gacidad, los trataba y respondía con dulzura, representándoles cuanto sería
cosa vergonzosa y muy baja volverse á España por tan leve ocasión, si primero
no hallaban el estrecho ' que 'habían salido á ·b uscar, ó por .to menos no veían
el fin de aquella t'erra; y toda esta persuasion suya se enderesaba á entre-
tenerlos mientras pasaba aquella gran calamidad de frío y hambre que pade-
cían, la cual remediaba con buen gobierno en las pocas menestras que habían
quedado de la provision de lEspaña, y co·n la gran abundancia de peces de
aquel mar y animailes que en 'tierra se cazaban, por que con la perseverancia
pensaba conseguirse en breve nombre de invicto y valeroso soldado, y el Em-
perador como liberalísimo prínc:pe le había de satisfacer todas aquellas fa.
tigas que por el servicio de Dios y suyo se padecían, y en estas consideracio-
nes persuadía á sus solqados á que pasasen adelante con buen ánimo y que
·navegasen algunos días, pues era llegada la primavera, volviendo á tomar
' la altura de setenta y cinco gra,dos, y que en caso de que no se encontrase
lo que tanto se dese.a ba, y que con tantos peligros y fatigas se había buscado,
tendría á bien y sería contento de volver para España. Pero que sin ver aquel
tan deseado fin, no volvería, aunque entendiese morir en semejante empresa;
pero estas cosas no solo hadan poca impres,i ón en el ánimo dudoso de los sol-
dados españoles; pero con menos improperios murmuraban de la obstinación
de Magallanes, diciendo públicamente que con á·n imo desesperado los con-
ducía á todos al ayuno y á la necesidad, sin consideraciO.n á la salud de tantos
hombres honrados que lo seguían, atendiendo solo á isu particular apetito, y le
protestaban de nuevo que debía tomar la vuelta y no perder tiempo en aque-
lla inútil é inconsiderada emp·r esa; y ·no quedaba alguno que con irreverencia
.de su propio y legítimo capitán no bravease y le dijese muchas injurias y
desvergüenzas, y entr.e ellas le decían, que con vana fantasía había engañado
no solo al Emperador ¡ p~ro con sueño y •poca ~speranza del suceso, á todo su
1
nobilísimo Consejo de las Yndias. Todo _lo cual siendo ocasión de grande y
severa indig·nación en Magallanes, le precisó á mostrar la cara á sus soldados
como valeroso y honrado capitán, parec'.éndole que ya no eran cosas aquellas
para disimuladas, hizo prender á uno de ellos que pareció el autor de aquel
tumulto y le hizo ahorcar en forma de justicia, en la presencia de todos, para
su ejemplo; mas esto fué ocasión de que ·Se leva·n tase mayor tumulto , y de
que dijesen que aquel portugués, como enemigo de los castellanos, los enca-
~inaba á todos con poco consejo á la muerte, pensando ganar la gracia del
rey del Portugal, su señor, que por algún delito le había echado del reino,
yéndose á favorecer del :Emperador ganando su gracia con falsedades y men-
tiras, dándole á entender una cosa por otra.
369
CAPITULO X
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Que continúa la propia materia. del viage de l\lagallanes en demanda del estrecho
para paso á la mar del Sur.
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371
de las naves, dió con eUa sobre unos escollos, en donde rompiéndose en infi-
nitas piezas, se salvó toda la gente y cuanta carga iba en ella¡ sin perderse
cosa alguna, de lo cual Fernando de Magallanes ·se hallaba con grandísima
pena, y sin saber que hacerse, viéndose en tanto trabajo y en tanta confu-
sión; porque entonces estaba el cieilo turbado y nebuloso, el mar proceloso
y alterado con espantosa furia, y los vientos encontrados combatían •s obre el
mar y las naves, y la tierra se veía cubierta de oscuridad y nieblas espesísi-
mas, mas no perdiéndose de ánimo en este que le parecía último desastre, re-
cogiendo su gente y el interés reservado de aquel naufragio á los demás na-
víos, navegó de aquel parage ciento y veinte millas, hasta arribar al cabo de
las Vírgenes, dándo~e tal nombre por haber llegado á él el día de Santa
Ursula y sus .compañeros, y pesado el sol se halló en cincuenta ~ dos grados
de la otra parte de la equinocc:al, y con seis horas de noche, y pareciéndole
ser grandísima cala aquella que de:scubría, creyendo ser aquel el estrecho que ,
buscaba, mandó á las demás naos de su cargo entrasen á reco-nocerlo, y que
según fo que les pareciese, dentro , de cinco días volviesen con la noticia á
, aquel propio lugar en donde los esperaba; pero viendo que pasado aquel tér-
mino ise retardaban, entró ·en su busca por el estrecho <311 > (es de advertir que
todo él está ocupado de muchas islas en donde pudo ocultarse á la vista), á
tiempo que habiendo vuelto al cabo de las Vírgenes la ·nao San Agustín de
que era 1Capitán Alvaro de la Mesquita, "s obrino de Magallanes, no haUando
la cap:tana en aquel parage, hizo .muchas señales con fuegos y con la artille-
'\ía, y quiso volver á entrar por el estrecho, considerando que por aquella
parte ·hubiese entrado Fernando de Magallanes su tío; pero el piiloto y la ma-
yor parte de los soldados de ella que deseaban volverse á España , le dieron
al capitán Alvaro de Mesquita una cruelísima herida y lo pusieron en prisión,
y dándole crueles tormentos para que confesara contra la verdad lo que era
de su particular descargo, tomaron la vuelta para Sevilla.
Femando de Magallanes entre tanto que en Sevilla, <312 > con la lle-
gada de la nao San Antonio, se disponían judicialmente algunas cosas que
acerca de su viage ·se averiguaban por vía de los jueces de la casa de la con-
tratación de Sevilla, á quienes se les entregó el preso Aharo de la Mesquita,
prendiendo á Gerónimo Guerra, á Estevan Gómez, á ·Chinchilla, y á Angulo,
por el estrecho adelante con observación de. su rumbo, islas y demarcación
de la tierra firme, siguió su viage, tardando en él muy largo tiempo, hasta ha-
berle pasado y desembocado de la otra parte al mar del Sur. Reconociendo
desde cabo deseado ser mar ancha y que se haillaba en cincuenta y tres grados,
rindió á Dios infinitas gracias de que le hubiese hecho tanto bien en haber
hallado aquel paso para aquel mar del Mediodía, por donde creía arribar en
breve á las islas Molucas. c313 > Reputáb~se desde entonces por felicísimo
hombre, prometiéndose infinitas riqueza.s, y esperaba mudüsimos favores y
gracias de la mano del Emperador Don Carlos por aquel tan singular é im-
portante servicio; mas lo demás de su viage que . no nos pertenece el descri-
birlo, ni ser parte de esta nuestra, particular historia, descubrimiento de aque-
372
llas islas, muerte de aquel valeroso capitán portugués, y lo que toca á la vuel-
ta de la nao Victoria á !España, se podrá ver en el autotl Alfonso Ulloa, en)los
fol.'.os citados al principio de este capítulo, y en el cronista Antonio de Herrera
en la tercera década de la historia de las Yndias Occidentales.
CAPITULO XI
OAPITUL-0 XII
MARGINALES.-Los indios 'tie Goathemala tuvieron leyes con que conservaron trandes
ciudades. - Como estos indios tenían justicia departida en la administración de sus
tres pueblos. - Eran leyes escritas las de los indios de Goathemala. ·
Como quiera que una de las principales condiciones de las leyes sea el
que los hombres vivan en pueblos y repúblicas formadas, es un clarísimo
testimonio, argumento y prueba que estos indios del reino de Goathemala,
·tuvieron leyes como las demás polWcas naciones del mundo; pues sabemos
y nQS consta auténticamente y vieron ·nuestros mayores, los muchos y grandes
pueblos y ciudades que en ·él hallaron fundadas, y ser tantos los habitadores
. de ellas c•o mo en Utatlán, Goathemala, Quezaltenango, Siguantepeque y otras
muchas en las provincias <l~l reino, y que en estos lugares vivían pacíficos
y quietos, conservando la vida social, con casas políticas, y aseadas, y sus
familias recogidas e·n ellas, en que los padres de las familias criaban y edu-
caban en todas las cosas de su esti'.o á sus hijos. y les daban estado al modo
y usanza de su gentilismo, y que en teniéndole los maridos 1suste·n taban y ves-
tían á las mugeres, las defendían y amparaban, y que ellas á los maridos los
servían en todas las cosas caseras, de vestuario y comida y aseo y curiosidad
de las habitaciones; de cuyo sosiego y pacífico orden de vivir, se conoce
y sigue el que· estos indios guatemaltecos tuvieron leyes y ordenanzas, y no
leyes como quiera, sino aquel!as que son adecuadas, necesarias y racionale~
para esta quieta, pacífica y loable conservación; y príncipes y señores de quie-
nes recibieron, tuvieron y conservaron estas leyes en que los hallaron nues-
tros españoles al tiempo de 1a conquista , y del tenor de semejantes leyes y
ordenanzas hemos dado entera y particular noticia antes de ahora en este
segunda parte, y en la primera de esta nuestra historia.
Y es ciertísimo que tuvieron la necesaria justicia, de donde resultó su
gran propagación y conservación de su estirpe, por que como se reconocerá
en lo •que particularmente hemos dicho y narrado de sus' leyes , y que esta la
tenían repartida en sus tres partes, distributiva , comutativa y legal; pues entre
ellos vemos que se premiaba á los buenos y se castigaba á los malos; y que
ve·ndían, cambiaban y trocaban unas cosas por otras, sin lo cual no se puede
vivir ni pasar, y fa !egal que residía y estaba constituída en el príncipe, rey
ó cacique, y que de no haber sido así no era posible haberse conservado en la
375
paz y concordia en que cada c'.udad y pueblo v1v1a y se mantenía; pues sin
justicia no era posible subsistiesen sus monarquías largo tiempo, como vemos
que poseyeron estas tierras desde que salieron de Egipto hasta la llegada de
nuestros españoles, mas de dos mil años, como antes de ahora lo hemos asen-
tado; por que hecho señor de su antojo cada uno corriera por el camino de
su voluntad á su gusto, con destrucción y desolación total de. las repúblicas,
y al modo de sus historias; también en aquellos caracteres y figuras tenían
escritas sus ordenanzas y leyes, de modo que a.u nque haya quien diga que
estos indios no sabían escribir, ya hemos ase·ntado acerca de ~sta falsa opinión
el que tenían su modo y género de e'scritura·s , haciendo de ello capítulos es-
peciales, con demostración larga de sus caracteres é historia entera de uno
de sus reyes, que .fué :Sinacam, que lo fué del reino de · Goathemala. Pero
1
cuando fuera cierto que no tuvieron aquellos sus caracteres, como hemos
asentado, y que de sus leves no hubiera códigos, para decir que por esta ra-
zón de no ser leyes escritas, no eran guardadas, no es razón que concluye;
pues bastaba el que las tuvieran por costumbre y siempre fijas en la me-
moria, que es el fin á que se dirige el escribirlas, por que así sabidas se
observen y enteramente g.uarden; y volvemos acerca de esto á establecer
y á afirmar, que en aquellos caracteres con que se entendían los tenían escri-
tos grabados ó p :ntados, y que aquella para ellos era escritura, y que toda
aquella pintura, figura ó carácter, es letra que hace el oficio de letra, y por
la cual se entie·n den las .cosas por ellos singn:ficadas.
CAPITULO XIII
Del grande celo del rey acerca del establecimiento de la justicia en este reino de
Goathemala, y la grande y considerable suma de sus reales haberes que se
han gastado por mantenerla.
MARGINALES.-Porqué el Duque de Alba lleva el día del Corpus y otros días estoque
desnudo delante del rey de España. - Como en España de Rey en Rey se han ido
aumentando la autoridad y respeto de la justicia. - Sueldo que se asignó a Don
Pedro de Alvarado como Gobernador y Capitán General y cuanto importó en su
tiempo, y el del interino Alonso de Maldonado. - Después de fundada la Audiencia
cuanto importó el sueldo del primer Presidente. - Del segundo Presidente hasta el
que ahora ¡!obíerna cuanto ha importado. - El sueldo de los tres Oidores de la
primera Audiencia cuanto importó. - Cuanto es lo que vale la suma que despues de
los primeros han ape'rciliido los Oidores hasta ahora.
377
deseado, que hoy reina y reine un siglo de felicidades y propicias dichosas
sucesiones que ya veamos, hijo de los Césares reales monarcas referidos, los
favorece y conserva sugetando á ellas, como legislador católíco, su persona
y hacienda, y podría decir lo que el Emperador Trajano dando la potestad
á su ,gobernador en Roma, le dijo: De esta espada usaréis en mi nombre y por
mí, si yo mandare lo que fuere justo, y con.ira mí sí mandare lo contrario.
·Llevados, pues, de este santo celo nuestros grandes y católicos reyes
de España en este reino de Goathemala desde el prímero príncipio de su esta-
bledmiento, y cuando más en su infancia y como en embrión se miraba; pues
solo se veía establedda y fu·n dada la prindpal primitiva ciudad de Santiago de
los caballeros de Goathemala, en que ya había la justicia, cabildo y regimiento,
sentada la primera base al trono de la judicatura, sin que se viese por en-
tonces otra ciudad, villa ni pueblo de españoles, mas que lugares y pueblos de
indios sujetos á la santa Yglesia católica Romana y á la corona. de Castilla¡
le dió la Majestad del rey, como ya en otra parte lo hemos asentado y dicho,
pr'opio gobernador separado de el de Méx:co, con ·sueldo bien competente y
considerable para aquel tiempo, en que de este reino aun no tenía aprove-
chamiento a!guno, y después de su m?erte del primer gobernador Adelantado
Don Pedro de Alvarado, continuó en otro interino gobernador que fué el Lico.
Alonso Maldonado, el sueldo de tal gobernador y Capitán general, en la por-
ción asignada de quinientos sesenta y dos mil y quinie·ntos maravedís al año,
que hacen ·dos mil sesenta y ocho pesos y cuatro reales, asignado por cédula
real dada en Burgos á 18 de Diciembre del año de 1527; y en el tiempo que
gobernaron ambos, que fué desde la fha. citada. diez y siete años, importó
el sueldo tre!nta y cinco mil, ciento y sesenta y cuatro pesos y cuatro reales.
Pero después, fundada la real 'Audiencia de los Confines por el ano
de 1543, subie·ndo y creciendo el sueldo de Presidente gobernador y Capitán
general, á la ·suma .de siete mil pesos al año, en el que percibió desde aquel
al de 1547, que fueron tres años y medio, veinte y cuatro mil y quinientos
pesos, y el del sucesor .:Lico. Alonso López Serrato, hasta el presente que
ahora gobierna este :reino el General de Artillería Don Jacinto de Barrios
Leal, en dento y cuarenta y ocho años, de que se descuentan veinte y cuatro
años y medio que ha habido de vacante de Presidente y e·n que ha gobernado
el oidor más antiguo de la Audienc:a ; en los ciento y veinte y tres años y
medio que ha estado ocupada la Presidencia y corriente el sueldo, importa el
gasto de la real hacienda ochocientos y noventa y seis mil pesos, y estos jun-
tos á lo percibido por los dos gobernadores y el primer Presidente, hace la
considerable y grande suma de novecientos y treinta y un mil pesos; mas
siendo necesario que la Audiencia. real se formase de los Ministros togados
que por entonces pareeió que serían necesarios, y habiéndose nombrado para
componerla y formarla tres oidores que estuvieron sirviendo cuatro años, y
percibiendo el sueldo de tres mil pesos en cada uno, importa el cúmulo de
aqueEa renta, cuarenta. y ocho mil pesos; y después en ciento y cuarenta y
cuatro años que corrieron desde aquellos tres oidores primeros, suponiendo
siempre residentes en la Audiencia á cuatro oidores un año con otro; por que
378
unas veces está llena el número de los siete ministros, y otras no lo está, se
halla haber percibido 'cada uno, en los ciento cuarenta y cuatro años, cuatro-
c;ientos y treinta y dos mil pesos, y los cuatro un millón setecientos y veinte
y ocho mil pesos; y no debe hacerse rebaja ·del tiempo que esta Audiencia
estuvo depositada en Panamá, por que ·allá tuvo destinados y corrientes los
propios salarios.
CAPITULO XIV
(320) Deut. C l.
381
LIBRO DECIMOTERCERO
CAPITULO 1
MARGINALES.-Tiempo y horas que han de gastar dentro del Consejo. - C6mo se han
de despachar las provisiones. - Jurisdicción que tiene este Conaejo en las Indias.
- Sea igual el Gobierno de Indias a el de Castilla. - Que se ocupe el Consejo par·
tícularmente en las materias del Gobierno; modo de votar los pleitos remitidos
- En qué casos han de haber segunda suplicación. - Acerca de los repartimientos
de indios. - En las informaciones de servicios; qué orden ha de haber en netocios
de mercedes. - Los negocios se despachen con brevedad. - Provisión de oficios,
prohibición acerca de ello, y otras materias a los parientes de los del Consejo.
384
CAPITULO II
Que continúa la propia materia, y lo que se debe hacer con el fisc.'ll del Consejo
y lo que le pertenece por 1erlo.
De lo que con especial consulta del rey nuestro Señor provee el real y supremo
Consejo de las Yndias.
Aun siendo necesario que en el gobierno de los pueblos haya quien ayu-
de á llevar la gravedad del peso de tantos reinos y provincias, y que parece
que sin este alivio no fuera materia posible en la naturaleza, que un solo sujeto
pudiese mantener tanta carga, sin noto;io peligro de su vida ó sin evidente y
claro perjuicio de los súbditos por la omisión y la demora de sus negocios; y
sin embargo de ser espantoso el gobierno de tanto mundo, y del grande poder
de nuestros reyes de España, no se eximen y escusan del trabajo que á su
admirable é incansable celo le ocasiona el amor y voluntad con que mira á la
utílídad y conveniencia de los· vasallos, fiando muchas cosas de la acertada di-
rección de su real entendimiento, d.e cuyo don vemos siempre por la mano de
Dios adornados á nuestros reyes, y en que parece se le confirió como á Salo-
món en premio de tantos sacrificios como estos católicos reyes o~recen al Sr.
todos los <lías, y que diciéndoles Postula quod vis uf dem tíbi, <323 1 le respon-
den como el joven monarca respondió: Dabís ergo servo luo cor docile ul po-
pulum tuum judícare possit, el díscernere ínter bonum el malum, quís ením
judícare poferit populum islum multum? Da míhí sapíentíam et íntellígen:
liam. ( 324 )
El orden y concierto de la católica y grande monarquía española, con-
siste en tal armonía y buena consonancia de gobierno, que habiéndose con-
ferido á cada ministro de los tribunales de ella, y en especial al de este real
y supremo Consejo de las Yndias la autoridad y jurisdicción que corresponde á
la razón y materia de estado, como para la ejecución, efecto y crédito de la jus-
ticia, se tuvo por conveniente, se reservó á la dispos:ción inmediata de la su-
prema y soberana majestad del rey, aquello que pareció ser más propio é
(323) 3-Reg. 3 a S.
(324) Pasat. 1-C-10.
387
pero como en las de Guadalajara y Quito, con reservación del gobierno, capi-
tanía general y facultad de encomiendas, que esto está conferido al virrey
del Perú. Para la audiencia de Panamá, presidente también de capa y espada,
por razón de la guerra y peligro de aquellos puertos, y título de Capitán ge-
neral; tiene solo tres oidores que conocen en apelación de casos civiles y cri-
minales, y en la primera instancia de casos de corte. Para la dudad de .Ma-
níla, en las islas Fílipinas, provee su .Majestad la Presidencia y capitanía ge-
neral, cuatro plazas de oidores y la fiscalía¡ con que parece que con la real
Audiencia y Chancillería de Goathemala que queda descrita al principio de
este discurso, con las provisione~ para diez Audiencias instituídas y fundadas
en las Yndías ¡ por que aunque al principio fueron trece Audiencias, la que se
había fundado en el reino de Chile, pareció no ser necesaria aHí, y se estin-
guió, quedando después doce Audiencias, con la que estaba fundada, y dis-
currimos que subsiste en el Brasil que era virreinato, presidencia y capitanía
general, que hoy provee el rey de Portugal, después de la sublevación y se-
paración de aquel reino, queda·n do de ellas las once que describe Juan Diaz
de la Calle en su .Memorial de noticias sacras y reales de las· Yndias, y sub-
sistían por el año de 1648, que imprimió ; pero después muy en lo moderno co-
mo cosa de veinte y dos años á esta parte, se estínguió la Audiencia de Bue-
nos-aires, por justos motivos, y entonces pasó á esta real Audiencia de Goa-
themala por o:dor de ella el gra·n varón y rectísimo y limpio ministro , Dr. Don
Diego Ibáñez de Facia, lleno y colmado de gran literatura y comprensión, de
profunda y dilatada noticia de la judicatura de Yndias, como lo testifican sus
libros que corren impresos con aprovechamiento de :los tribunales, y este es-
celente m inistro pasó con jubilación á España.
CAPITUliO IV
MARGINALES.-Las órdenes reales que se dieron ahora ciento y quince años vamos eje-
cutando ahora, y las que se dieron ahora ciento y sesenta años. - Traje· de los indios
nobles políticos. - En que diferencian hoy d e lo de entonces. - Cual era el traje de
los indios plebeyos. - Hoy observan en algunas partes lo mismo que en la gentilidad.
390
hiciese una cumplida y clara historia, es lo que ahora nos, con orden particu-
lar del rey nuestro Sr. Don Carlos II, vamos escribiendo. Y acerca de este
punto de usos antiguos de los indios, nos es necesario narrar la distinción
de unas naciones y otras (esto es de indios políticos é indios bárbaros) si bien
con poca diferencia de lo que entonces observaban á lo que ahora acostum-
bran casi ge·n eralmente todos. D·iremos distinta y claramente lo que por razón
de la simple tradición tenemos, y lo que de retratos antiguos que se ven en
algunas casas particular:es, manuscritos y mantas antiguas de los propios
indios y pinturas que se ven en los claustros de los conventos de N. Sra.
de la Merced, y de mi patrón San Francisco de la ciudad de Goathemala.
Y por que como decíamos hubo entonces y hay todavía distinción en
los trages y usos de estos indios del reino de 1Goathemala, diremos que los
indios políticos de él usaron los nobles, no solo vestuarios de colores que se
permitían á los Señores, especialmente el azul y encarnado en campo blanco
de algodón fino, sino que este se componía de camisa blanca de asiento lla·no
al cuello¡ sobre ella unos calzones blancos delgados, finos y transparentes,
con flecaduras que llegaban á media pierna, y sobre ellos otros calzones la-
brados que les daban á las rodillas, quedando los de abajo colgando afuera
como una cuarta de vara¡ traían las piernas desnudas¡ pero los pies calzados
de unas sandalias de cabuya á la manera de alpargatas, que las· aseguraba
una lanzada que 'corría por entre el dedo mayor, sobre el tobillo, á engarzarse
con otras gazas que venían por la parte del talón. 1Las mangas de 1a camisa se
arregazaban lbasta el codo ó sangradera, aseguradas con una cinta dealgodó·n
1
tinta en la fineza del chuchumíte azul, que era lo más común ó el encarnado
fino no tan en uso . Traían todo el pelo cojido á las espaldas en trenza que se
formaba del •pelo y un cordón grueso encarnado ó azul, y colgaba á la pun-
ta en lazada crecida con borlas á l.o.s remates, insignia concedida á grandes
capitanes. Ceñíanse la cintura con una toalla larga de colores que terminaba
su lazada á la parte de adelante. Sobre todo, pendiente de los hombros como
capa, usa~an y usan los nobles y principales indios una tilma bla·n ca delgada
y transparente, labrada del propio hilo blanco en el telar, de pájaros y leones,
cosa á la verdad primorosa y apreciable, y las orlas perfiladas de torzales
y flecos.
Diferían de lo de hoy en e'l tramado y mangas arregazadas y en que
e·ntonces en su gentilidad traían. las orejas oradadas y pendientes de ellas
unas rodajas de oro, plata, nácar ó piedra chalchihuite, á la manera de arra-
cadas, que les hacía mucho, y autorizado adorno; y de la propia manera el
labio inferior oradado , de donde pendía otra rodaja mayor que las de las ore-
jas y que está colgada hasta abajo de la barba ; en la mano la insignia que
demostraba su of~cio y dignidad militar ó política ¡ porque también usaban
varas como ~e Alcaldes ó Alguaciles, los que eran jueces del pueblo, y para
más clara inteligencia se propone una figura con el trage que acostumbraban
los indios políticos.
391
392
Mas por que habiendo demostrado y descrito el trage que vestían los
ind:os políticos principales de este reino de Goathemala, nos es preciso el de-
cir ahora cual era el vestuario de los plebeyos habitadores de aquellas ciuda-
des y pueblos que vivían en policía . y debajo del gobierno de los nobles que
hemos descrito. Los maseguales ó plebeyos vestían UD trage no solo sin ador.
no, pero pobre, porque lo ordinario era de lo basto y grosero que llaman
henequén, ó pita gruesa á la manera de sobrejalmas, no permitiéndoseles
por buen gobierno el que vistiesen algodón tela, solo destinada y permitida
á los señores y personas nobles, y en que de la plebe se distinguían y separa-
ban, con alguna mezcla de colores; por que también los criados domésticos
de los Ahaus ó caciques te·nían la permisión de vestir mantas blancas de algo-
dón sin mezcla de color alguno, y este era un vestuario desaseado y que de
una sola pieza se componía; por que no siendo otra cosa que una camisa larga
que les caía desde el .cueilo á la parte del tobillo, la· falda delantera de ella en-
traban por la encajadura, por entre una pierna y otra á prenderla á la cinta
á la parte de atrás, y la falda que caía á la espalda del propio modo traían
á afianzar á la parte anterior, sin otro adorno más que el de una toalleja que
se ceñían á la cintura y con que cojían aquellas faldas de camis,a para tenerlas
aseguradas y fijas, quedando de aquel 1111odo á la manera de una manta ceñida
p.or aquella parte, que era lo que servía de calzones, y de que hoy usan aun to~
davía algunos· indios pobres de esta costa. Ceñían la frente con una toalla y
estos plebeyos traían rapadas las cabezas; mas á la verdad el tra·g e que deci-
mos ·no era muy honesto, por que aunque cubría las partes vergonzosas; pero
dejaba descubiertos todos los mus'los, y á su mejor inteligencia se propone
en estampa la figura que representa el trage de los indios mazahuales.
CAPITUlLO V
Del trage que usaban y usan los indios bárbaros gentiles de este reino de
Goathemala.
•
MARGINALES.-Menos honestidad que hallaron los españoles en los indios de otros rey .
nos. - Es el uso y traje indistinto en los gentiles que hoy tenemos en este reyno de
Goathemala. - Cual es el modelo de este traje. - El tizne y uncían con que .se em-
bijan los preserva de las picaduras de mosquitos . - Tohallas suavísimas de cortezas
de árboles con que se cubren los plebeyos. - De que materia son las de los nobles. .
- Como· es el traje de unos y otros. - Los indios gentiles de este tiempo como se
adornan y visten. - Las indias gentilo!IJ que !tallaron los conquistadore.s en Utatlán y
Goathemala, como se adornaban. - Estilo de cubrir las cabezas para ir a la iglesia
en que las impusieron los eclesiásticos. - El que ahora estilan. - Figura que de-
muestra el tra¡e de los .indios bárbaros. -- - - - -
'1.-tRGINALES.-Lo qae a~"()..~tumbron t'n sns casamit'ntos. - Que o/ido hadan los papaces
en esio::l sas c:asamientos. - Lo que hoy obst'n-an en los casamit'ntos. - Sapt'rstidan
ron las culebras t-n los caminos. - El modo aspt'ro )' duro con qne duermen. - El
modo que obs<'r,'<ln r<tro comer y cuanto t'S t'l mantenimit'nlo. - Consen'<ln lo que
eri 'eron sus mayort's. - Son obst'r,'<lntisimos de sus st'crt'tos. - Dnermen tan segu-
TO$ entN: montmia como t'n el poblado. - Consen·an mncho tiempo sus rencores. -
Sit'mpre hablan t'n duda, jctmris a/irn1ttn. - Son acostumbrados a m~ ,'<IT cartas n
hombro..~. - Son confiadisimos paro C'On los t'Spmiolt's. - Dt'sC'Onfian y temt'n de los
ne~ros. - Son 1"ndinados n la en:n, y en este ejt'rci°eio son li~risimos . - E.s entre
ello..~ t'jercido de c~dilo y fama. - Son p-andes pt'sc:adort's )' ~ndt's nadadores, ~·
lo m ismo ~"On los nmjert's. - Son amitnisimos dt'l calor. - Son trolanlt's t' inclinados
u fo m en.'Odnria. - Son 1'mpc>tuosos t'n los nt'tocios, y macho mas los ~s.
l\luch s son l:ls costumbres b ' rb:uas y supersticiosas que los indios
tu-. : ron heredadas de sus mayores y que hasta hoy en muchas de ellas estan
fijos: sin que basten las diligencias de los ministros eclesiásticos, ni persua-
ciones de k•s e$pañoks i apartarlos de aquellas necias y diabólicas observan.
ci s ; y a.si en los casamientos que contraían era junt: ndose en la casa del
común de!. calpul de donde eran los novios, el sacerdote dcl pueblo y el caci- ,
que cabez de aqucl calpul, y los parientes de la una r la otra parte, y llegando
el ntw:o. :tl solio 6 asientos del Papas y cl cacique, el Papas le requería r mo-
nestab:i. eficazmente i que refiriese todo cuanto habia hecho en su vida hasta
, quel dia. Y el novio refería fos latrocinios hechos , diciendo se había hallado
t:tl y tal cosa, en casa de este 6 de aquel vecino ¡ en orden á. la deshonestidad
y lu juria decía todas l:ls abominaciones que habia ejecutado, con cu:i.nta~
mug r es y si con la desposada había ohabitado, y si con hombres también,
sin vergüenza n ~ empacho lo referían no teniéndolo por esto abominable. La
mwi después llegaba al Señor y al Papas, y decía cuanto habia cometido
con desah go y lisura, y !uego llegaban los parientes con los presentes r donas
que hadan i los desposados, y un viejo y una muger par:enta anciana los ador-
naban y v"sti. n con ellos, y e giéndolos en hombros los conducían con fiesta
y , lg:u:ara : su casa, sembrando flores y r mos por donde iban, y en llegan-
do los acostab:tn y dejaban encerrados, que era toda la ceremonia y legitimidad
de aqucl matrimonio ¡ y los dem: s salian á unas grandes ramadas i satisfa-
cer su gu:a r embriaguez, conforme al pos "b le de los novios, durando en el
casamient.:i d l os c dques muchos días aqucl c U\"ite.
396
Pero el oficio de estos Papases, ministros del demonio, en estos casa-
mientos, era llamar á los consuegros y á los novios, y en una larga plática
(como acostumbran) les decían como aquel casamiento se había tratado y
mirado mucho en elfo, y que era conveniente que se efectuase é hiciese, y
luego sin que se les respondiese palabra por unos y otros, tomaba un brase-
río, incensaba la casa y con ensalmos bendecía á los novios, y estos servían
á los su~gros cinco años antes de la consumación, y que se les entregasen las
mugeres; y no sirviendo muy á satisfacción de los suegros, los echaban de
sí y daban la muger á otro; de cuyo desprecio entre los hombres principales
nacían discordias y guerras muy durables. Hoy sucede entre ellos general-
mente este género y modo .de concierto, yendo ante el Vicario del pueblo al
ajuste y ·palabra del matrimonio u·n año antes de la solemnidad y ceremonias
eclesiást:cas. Y así suelen decir sí le preguntamos á algun mancebo: crea
casado? Tengo mí concierto. Pero el yerno sirve aquel año á los suegros,
barre la casa, trae leñ~ y agua á eHa, sirve en las milpas ó cacaotales, y trae
d e cuando en cuando algunos regalil!os; y si por accidente se desbarata el
0
ella, se la ofrecen y ponen e·ncima la piedra, creyendo que con aquella cere-
monia ridícula no sentirán cansancio en aquella jornada que hacen. Y de la
propia suerte piensan que caminando para algún lugar á puestas de sol, pa-
reciéndoles q~e está adelantado en su carrera y que se le li'.ega la noche, enea-
' jan una piedra en los ganchos ú horquetas del pr'.mer árbol que hallan, para
que el so1l no. transmonte tan presto, ó si no hallan piedra para esta diligente
ceremonia, se arrancan las pestañas y las soplan para el sol, creyend" con
este embuste suspender el curso de aquel planeta, como si cada uno fuera un
Gedeón.
No es menos el general abuso y concepto que tienen hec>ho de los eclip-
ses de sol y luna todas las naciones que habitan la grande estensión de este
reino, y creo que todas las demás de los reinos de este occidente; por que en
elfos y mientras dura la obscuridad del planeta, acostumbran hacer gran
ruido, apaleando los perros para que ladren, hacen armonía con gicaríllas lle-
nas de maíz, tañen á repique con las hachas y azadones, dan golpes en las ta-
blas de las puertas y barbacoas, sacuden con varas sobre cueros y los aporrea-
dores de algodón; por que dicen que la luna está enferma y se quiern morir,
ó que la pica;,n las hormigas. De estos disparates están llenos y sin inclinación
á desengaño. •
Aun todavía es entre ellos muy general el uso de la sortile;¡ia, echando
suertes en varios modos, y estos sortilegios ordinar'.amente son tan simples,
tontos y rústicos que apenas descubren breve brújula de racionales, y el más
común modo entre ellos es una cuenta de granos de maíz, que cuentan por el
número par, y no saliendo en su cuenta el número impar es incierta la adivi-
nación, y vo:vie·n do á tomar otro puño de maíz, repiten su cuenta hasta tercera
vez, y saliendo en todas pares, dicen no ser el día apropósito para la ad ~vina
ción; pero si sale la cuenta de nones, dicen estar la cosa perdida en tal parte;
pero estos salvages no saben decir sí invocan para esto al demonio. tEn todos
estos disparates son miserabílís'.mos y sumamente frágiles, y ni basta la pre-
dicac'.ón ni el castigo para que parezca se inclinan á la razón y á la enmienda.
Creían con la certeza de ·~a inmortalidad del alma que después en la
resurrección universal, habían de volver á obtener las propias posesiones en
que puedan no enmendar los yerros .Y~ malos repartimientos de sus casas, di-
ciendo que así las dejaron sus antepasados, y dicen han de volverá poseer las
400
propias tierras que poseen al tiempo de su muerte, y por esta razón las minas
de plata y los lavadero·s ricos de oro que tienen o·cultos, no hay con ellos pro-
mesa ni amenaza que sea suficiente á reduciri'. os á que las manifiesten¡ y vién-
dose apretados responden que ellos bie·n saben donde están; pero que no
siendo suyos los tesoros, sino de ·s us pasados que lo·s dejaron, que como se
han de disculpar con ellos ni que cuenta les han de dar cuando vuelvan al
mundo¡ y en esta creencia de la inmortalidad del alma, creyendo que van á
· tierras remotas y que allá necesitan de comer, beber y vestir, cuidan hasta hoy
á escusas de sus Vicarios, enterrar con eli'.os maíz, jícaras y pastas de choco-
late, y ponerles mantas y hachas, y á las mugeres husos y palos de tejer.
CAPITULO VIII
Del abuso que generalmente corrió entre los indios de este reino, con la figura y
armazón de la muerte, con título de San Pascual.
los indios de los pueblos del valle de Goathemala, se empezó á darle culto á la
figura descarnada de la muerte, teniendo el principio y fundamento que para
todas sus ignorancias tienen y han tenido. Por que habiendo en la ocasión
que vamos á referir encendídose u·n a general dolencia entre los indios del
valle de Goathemala, que es como epidemia natural á esta estirpe, y á quien
los indios Pipiles llaman Cocolísfli, y los Cacchiqueles Cumatz, con mucha
propieda'd correspondiente á ·s us efectos; por que siendo, como ellos refieren,
un aservísimo y pungitivo dolor en la parte del estómago, que con retortijones
vehementes que de aquel lugar corre y se derrama á la manera de calambre,
con entumecimiento de los músculos, nervios 'y coy.unturas, á donde con cele-
ridad tortuosa como el rayo, corre y ·se encamina con agudísimo dolor, y
de cuyo modo curvo y hondeado con que camina le dieron el nombre cumatz
que significa culebra¡ y por que aun pers.isíiendo en el estómago se siente
volverse y revolverse aquel humor .á unas partes y á otras incesante, estando
siempre acompañado este dolor con i·n decible tormento y angustia del m :se-
rable paciente de activa y maliciosa fiebre é imp~acable sed; siendo esta en-
fermedad connatural á los indiO's, irremediable en todos los que heridos de
su contagio caen en su activa indisposición; si bien en estos miserables, sin
posible y sin aplicación á reparar sus lástimas, ninguna diligencia ni remedio
que los escape, se le s aplica; pues es notable que en a'<ioleciendo, toda ila me-
1
401
dicina y todo el regalo, es un petate ó estera tendida en el duro suelo, cercano
al fogón, y estar allí al socorro de la Santa Prov:dencia, hasta sanar ó morir¡
que otro medio busca la ?1alicia de muchos autores enemigos, para que se
hayan estinguido puebCos enteros y ·numerosos.
Pero como se hubiese cebado este contagio en todo el distrito y grande
estensión del valle de Goathemala, y casi puestos en estado de desiertos los
pueblos más escelentes y numerosos, en uno de ellos que es el de San Antonio
Aguacaliente, que es uno de los adyacentes á la doctrina de Atmolonga, y en
cuyos moradores era pavoroso el estrago y asoC ac~ón que hacía por el año que
referimos aquel mo·r tal accidente, por que tocados aquellos miserables indios
de la dolencia y deseando su remedio, se iban á unas fuentes sulfúreas que
tienen en aquel pueblo, en escesivo grado calientes, é introducidos al baño
por largo tiempo, al salir de aquel activo cociµiiento era ya fuera ·d e sentido
y para terminar la vida¡ ma·s entre los que e·ntonces adolecieron, fué uno de
los de primera cuenta de aquel lugar, que creciendo en él el acddente de hora
en hora, dispuesto y recibidos los sacramentos, y Y:ª en los últimos vales de
la vida, estando abstraído y arrebatado, le fué representada una visión, en que
se le proponía un pers0onaje hermoso, cubierto de resplandores lucidos, más
aunque le atendió no pudo conocerle, por que viniendo adornado de ropas
talares al modelo de hábito de mi patrón San Francisco pero no se persuadía
á que fuera religioso quien se vestía y ataviaba de telas lucidísimas y de no
imaginable materia, labor y cuenta; de cuya suave vista, recib:endo esfuerzo
y vigor, pudo mas •alentado sentarse en su camilla de juncos; y aunqu ~ entor-
pecida la lengua con la debilidad y con la sed, le preguntó á su modo quien
sois, el gran Señor? Mas aquel grave y mesurado personaje, aunque con
grato y sereno semblante, le hizo al indio enfermo otra pregunta , diciéndole:
Por que los indios 1no le celebran y {hacen 'fiesta 1como ¡á ¡otros santos, á San
Pascual Bailón? Pero el pobre indio le respondió, que no tenía noticia ni ha-
bía hasta entonces oído el nombre de semejante Santo, y que creía que los de-
más indios no tenían de él conoc:miento, y que él pues era gran Señor se •:o
diese á ·c onocer; y el personaje le dijo: que él era San Pascual Bailón, y que
entend:.ese para que asJ lo asegurase á 'los demás indios, que les· serh mur
grato y seguro abogado . en sus enfermedades, si con fé y limpio corazón le
llamasen, celebrándole de allí en adelante, haciendo imágenes y retratos suyos
y te·n iéndolas consigo¡ por que Dios quería que fuese patrón suyo, par.1 que
fuesen por sus intercesiones libres de los contagios que los afligían, ltbrándo-
les de 1a muerte.
Quedó el humilde indio tanto atónito cuanto consolado de las palabras
del Santo; pero agradecido y reverente, •l e dijo : Que ·é l desde luego prometía
ser su devoto; pero que recelaba que los demás de su nación no le darían
crédito á sus palabras, .p or que ellos de suyo eran incrédulos y dirían que es-
taba loco. Pero ·esforzándole su nuevo y bienave·nturado patrón, le ínt'.mó que
dijese á los indios: Que por seguridad de que San Pascual ~Bailón se ofrecía á
ser su patrón y abogado, y que sé le invocasen y tuviesen su retrato, los libraría
402
de la' mue·r fe. Será la señal (dijo el Santo) que tú que eres mi mensagero, mori-
rás dentro de nueve días, y que desde este día cesará la pestilencia y no mori-
rá otro indio. Y bendiciéndole desaparec~ó el santo de la vista del enfermo,
t>l cual llamó á los cofrades que en sus enfermedades i!os asisten, y les pidió
llamasen al Cura doctrinero, á quien luego que vino, en presencia de aquellos
cofrades, y otros indios que llegaron co·n el Vicario, contó . lo que •l e había
pasado con San Pascual Bailón; y habiéndole examinado muy despacio el
dotrinero y por 110 rozarse en incredulidad acerca de lo que los santos pueden
con Dios, al día siguiente le cantó misa, predicó después de ella, ·exortó a1
pueblo á la devoción con San Pas·c ual, y desde aquel día, por la voluntad y
misericordia de Dios, cesó la enfermedad, apoyando y certificando con su
muerte el indio mensagero al término de los nueve días, no haber sido sueño
ni delirio fa visión que tuvo y la verdad que predijo.
Dt> aquí difundido el caso por los pueblos de la comarca, ó ya por la
evidente misericordia y protección del Santo, ó por que los indios sean tan hL
jos de la novedad, todos los del valle de Goathemala, á competencia, se esme-
raban en la devoc:ón y cuHos de su santo Patrón, esperimentando en sí por
' su santa intercesión y abogacía grandes misericordias y maravillas, en cuantas
cosas le encomendaban y pedían. Pero como su ignorancia sea tanta, ó acaso
de unos en otros corriese la · noticia adulterada, equivocando el santo con la
figura ·de la muerte, ó dándose á pensar que la imagen de la muerte era re-
presentación de San Pascual Bailón, que perdonaba á las personas enfermas
que quería, dieron en fabr':.car estátuas de la muerte de escuÜura con título
de San Pascual, tantas que no había casa de indio en do·nde no se encontrasen
dos y tres grandes y pequeñas, colocadas en sus -altares, con cultos de flores
y perfume, creyendo de aquel modo, equivocando la causa con el efe'cto, que
tenían grato y muy de su parte para todo á S. Pascual, que en su opinión era
la muerte (que tienen por ente positivo) y fué esta corrupción tan ge·neral
y tanto el público desorden de ·su ignorancia, que corriendo á fa noticia é in-
teligencia del santo tribunal de la fé, d'spuso por su edicto que los curas y
vicarios de indios sa·casen de su . poder aquellas efig'ies, y que en las plazas
públicas y á vista del pueblo ias quemasen en una hoguera, como se hizo
y ejecutó con puntualidad; mas sin embargo de esta diligencia, les dura la
memoria, y en cualquiera parte que vean s·e mejante pintura la hacen reve-
rencia y le doblan la rodilla; y ya esta causa y por quitárse1a de la vista, se
determinó por el Cabildo, Justicia y Regimiento de ·Goathemala que tiene á su
cargo la procesión del Santo Entierro de Cristo Señor nuestro, que sale de la
iglesia de Santo Domingo el viernes santo, y en que delante de ella salía la
armazón de la muerte e·n un carro como vencida, y estaba este paso á cargo
del pregonero, y á que se aplicaban á t:rar el carro, sin estipendio, muchos
indios, que á ello venían con túnicas 1y guirnaldas de flores y muchos ramos
para el adorno del carro, que de allí en ade~ ante no saliese aquel paso, como
ahora catorce años que se dejó y no sale aquel día.
403
CAPITULO IX
De los daños que reciben los indios de no hablar lengua castellana y conservarse
en su idioma natural.
MARGINALES.-Manda el Rey que a los indios se les enseñe a hablar la lengua éastellana,
y no se ejecuta el real orden. - Real cédula en que el Rey encarga este cuidado a
los religiosos de Sto. Domingo. - Queda hasta hoy sin ejecutarse este orden. - Lo
que ~a Rl. Audiencia ha deseado y desea la práctica de este orden.-Vuélvese a man-
dar por el rey el año 1695 y tampoco se ejecuta. - Cuantas serian las utilidades de
los indios en hablar la Castellana. - Olvidados sus propios y naturales idiomas, no
se comunicaran con los infieles. - Que otras utilidades se siguieran a unos y otros.
- Porqué causa discurren los ministros del Rey, que los eclesiásticos no les enseñan
la Castellana. - Que otras utílídades se sígµieran desto a los indios.
artes posibles, que los ind~os de este reino de Goathemala aprendiesen la len-
gua castellana perfectamente, y que así lo ma·ndaría su atentísima y real con-
sideración¡ mas aunque siempre el rey manda bien , no bien ni puntualmente
es obedecido¡ y así en este particular ·s e discurre que el Emperad-0r gustó
de eUo, mandándolo establecer y observar.
Pero como quiera que dijimos que no siempre es bien obedecido, así
aconteciendo en este caso no dársele cumplimiento á su mandato, quedó por
hacer fan santa obra, y se colije su santo celo de las palabras de su real
cédula que habla con el Presidente y oidores de la real Audiencia de Goa-
themala, <3 26 > y dice desea que por este medio de hablar y entender los indios
la lengua castelana, sean bien instruidos en los misterios y cosas de ii.ues-
tra santa fe católica; y parece que yiendo el grande celo que los religiosos de
404
Santo Domingo mostraban en favorecer .Y adelantar las causas de los indios ,
procurando su mejor y más perfecto catequismo,, quiso valerse el rey de la
vigilancia y conato de esta religión, que tanto á la verdad ha adelantado en
esta viña, y así espresándolo le hace el encargo por esta su cédula:
EL REY
405
cumplimiento del rescripto. Raz.ones. tendría bastantes por entonces la doc-
titud y celo de aquellos varones, para omitir la ejecución de obra tan acertada
y en que profunda y gravemente discurrían, ó imped'.mento que obligase á
no poner mano en lo que tanto importaba. Lo cierto es que por parte de la
Audiencia real no se faltaría al fome·nto de este negocio; pues hasta hoy lo de-
sean y los ministros de ella me ha·n comunicado este buen propósito en que
están, con ocasión de haberse expedido otra real orden en esta razón, que
vino en el aviso de Setiembre del año pasado de 1694, que también se ha omi-
tido, quizá con ocasión de la mudanza del gobierno, nueva conquista del La-
candón y el Mopán, y otros graves negocios que se interponen y embarazan
el tiempo y el cuidado superior.
Pero como el asunto de este discurso sea manifestar las conveniencias
que traería á los indios el hablar la lengua castellana, nos es necesario dar
razón de lo que pro:ponemos; porque es claro que para el intento de la Majes-
tad del rey, era medio muy adecuado el que hablaran los indios el idioma cas-
tellano, en que más claramente y con términos más prop'ios se les darían á
entender por los ministro.s eclesiásti'cos y por cualquiera padre de familia
que los tuviese á su cargo, los misterios de nuestra santa fé; y podrían · ser
corregidos y enmenda.do.s con más fácil modo en sus defectos; por que aun-
que muchos veamos en ellos, si no sabemos su idioma ni ellos entienden el
nuestro, como podremos corregirlos ni darles á entender lo mal que obran
y el porqué es malo lo que hacen, y así se están tan toscos é incultos como
siempre.
Y per.suade la razón que si en ciento y cuarenta años que han corrido
de la data de esta orden acá, se hubiera puesto en ejecución lo mandado por
el rey, que hubieran olvidado su idioma con el uso del nuestro, y se escusára
el riesgo que nuestros indios crist:anos tienen y corren en la comunicación
en que se conservan con los infieles del 1Lacandón, Chol, Mopán, Xicaque y
otras naciones; y aunque ello.s afectan en la presente conquista, que no les
entie·nden su lengua, está contra esta cautela la esperiencia de lo que reconocí
siendo corregidor del partido de Totonicapán y Huehuetenango, en los pue-
blos de Aguacatlán, Yztatlán y Santa Eulal'ia, en donde viendo algunos infieles
me los interpretaba cualquier indio de aquellos pueblos, ó por que tengan
lengua ,general ó por que los ·nuestros saben la lacandona, ó los infieles el
idioma de los nuestros; con que como quiera que sea ellos· se entienden. Y
aunque podría oponerse la razón, que parece concluyente, de que á los que
alhora se reducen, no hubiera modo de catequisarlos; se responde que si hu-
biera en ese caso, lo propio q.ue ahora hacen el R. M. Mo. Fr. Diego de Ri-
vas, Fr. Antonio Margil y otros operarios; que es formar arte para apren-
der aquel idioma de su mis:ón, y ·que es lo mismo que hicieron co·n ellos
para entenderse Fr. Bartolomé de Olmedo, Fr. Pedro de Angulo, Fr. Diego
Ordóñez y los demás misioneros que vinieron á la. conquista; pues no traían
sabidos los idiomas .d e los indios, ni entre ellos había alguno que supiese ha-
blar el nuestro. Pero también los interesados querrían asentar que jamás
406
olvidarían su propia lengua¡ á que se responde y opone, con la evidente es-
periencia, que los neg~os hijos de Guineos, Branes, Congos, Bíafaros y otros
que nacen en España ó en las Yndias, jamás hablan ni aprenden la lengua
de sus padres, ni de ella toman una .sola palabra, y solo hablan perfectamente
la castellana, y as·Í fuera e·n los indios.
No fuera menor la conven:encia y la utilidad que se siguiera para unos
y otros, si los indios aprendieran y hablaran la lengua castellana¡ pues de
tenerla y abandonar la suya paterna, naciera y se derivara el grande beneficio
de abundancia de ministros que los doctrinaran y administraran¡ porque
cualquiera sacerdote los entendiera para confesarlos muy á satisfacción del
m :nistro y del penitente, iy no sucediera el gran trabajo que en el Hospital
de San Alejo, destinado á la curación de indios se esperimenta, en donde
es neecsario, por ser tantos y tan diversos los idiomas, andar solicifando
sacerdote que entienda al enfermo, ó ya por que es ·Quiché, Cacchiquel, Soto-
gil, Pocomán, Pipil, Mame, rP u.puluca, Yghil, Cacchí, Poconchí, Zozil, Zendal,
Chiapaneca, Zoque, 'Cozoh, Chahabal, Chol, Uzpanteca, Aguacateca y otras
lenguas dificultosísimas que hay entre ellos, y en que si hablaran y usaran
el nuestro castellano, se escusara á los sacerdotes el grandísimo afán y tra-
bajo de aprender tan dificultosos y bárbaros idiomas, con asperísima pro-
nunciáción gutural, y que con la mudanza á lo más ó el menos de una letra,
muda en un idioma el sentido, y más usando ellos de tantas frases, parábolas y
modos en:gmáticos, no sin depravada malicia.
Y en la conveni~ncia que vamos á proponer, y lo de que cualquiera
ministro pudiera entenderlos, fundan algunos ministros del rey celosos, la
no c;onveniencia de los ministro.s de la Yglesia regulares, ·para no solicitar
que los indios hablen la lengua ·castellana¡ por que de P_roferirla y articularla
perfectamente, cualquiera sacerdote secular pudiera aidministrarlos, y discu-
rren se les aplicaran las· doctrinas á estos que no se dan al trabajo de apren-
der las lenguas de los indios de este reino. Fuera ·de que, si los indios supieran
la castellana, es visto que con facilidad y sin necesitar de intérprete, que ordi-
nariamente desa·p arecen y des·figuran sus quejas, estraviando la justícia de
estos miserables, además de costarles su dinero la interpretación adulterada
que estos le hace·n ¡ que tuvieran el suave, grato y hacedero orden de decir
por sí mismos sus quejas y trabajos, entrándose á la presencia de los reve-
rendos Obispos, Presidentes, Oidores, Alcaldes, Corregidores, Gobernadores ,
Alcaldes mayores y Provinciales, y fueran re.mediadas las miserias, siendo
muchas á la verdad las que tienen con estos farautes ó intérpretes, y las
sonsacas y estafas de los escribientes, que les hacen memoriales y en que hay
gra·n des desór.denes y perjuicio del crédito y honra de los ministros del Altar ¡
por que éstos no reparan en más que en quitarle el dinero y las gallinas al
indio, y forma:r el memorial aunque sea depravado y obseno ¡ y de la otra
manera sol~ quedára en el s:gilo del Juez la materia que se tratara .
Mas á las utilidades y conveniencias temporales de estos indios no
fuera menos provechoso el que se introdujera en .ellos, según la real volun-
tad, el idioma castella~o ¡ por que no solo para los tratos y contratos con es-
. pañoles y otros ladinos, sino de unos indios con otros, siendo la lengua gene-
ral, padecerían menos engaños y molestias, y estuyieran mas acaudalados,
407
aprendieran más fácilmente nuestras letras y pasaran con facilidad á la
inteligencia de la Aritmética¡ y tenie·ndo escuelas, pues el rey dice que se
señalen prec'eptores para que les enseñen la castellana, también las tu,vieran
de su real piedad para aprender á leer y escribir¡ de don'de se siguiera el
que se valieran del catecismo para estudiar en ·él la doctrina Cristiana, y que
leyendo otros libros espirituales é historiales, quedaran místicamente apro-
vechados y muy instruídos en máximas de buen gobier·n o y policía.
CAPITULO X
Del grande trabajo que cuesta á los religiosos y clérigos el saber y enterarse en los
idiomas de los indios.
MARGINALES.-Actas hechas por los prelados de las religiones para que los religiosos
aprendan lengua, de lo poco que aprovechan. - Orden perjudicial que se tiene para
que la aprendan . - En el estado eclesiástico secular lo que sucede con trabajo acerca
de esto. - Gran trabajo, que han ocasionado algunos a los Rdos. Obispos antes que
hubiera cátedras de lenguas. - La dotación de estas cátedras, pudiera aplicarse a
otras más útiles, sí los indios hablaran la Castellana..
9uien podrá 9udar que solo con el tiempo, trato y comunicación con
gentes estrañas· se hacen las personas inteligentes en los idiomas, y con la
viva voz del preceptor que en la cátedra esplica su significadó·n y la reduce
a preceptos, para el uso é inteligencia de ella, y .que solo con el arte y con
un copioso vocabulario de idioma estrangero, y en mucha parte no declinable,
pueda, ni comprenderse ni retener, sin reventar¡ y que en su conjugación
no se e·ncuentra otra cosa que dificu~tad, y que si no se redujese ·á reglas del
arte, sería hablar una lengua tosca y vulgar¡ no para el púlpito ni el confe-
s-onario, sino solo limitada á darse muy mal á entender de los indios, que tam-
bién mofan y mur:muran de los que hablan su lengua con imperfección, sir-
v;endo solo el arte de confusión invenc'.ble y de causar tedio y aborrecimien-
to á la lengua á los que para aprenderla se valen de él.
Y así, aunque por los prelados superiores están prevenidas muchas
órdenes y actas, para que se consiga el fin de que estudián1dose el arte, haya
copia de ministros de indios¡ sin embargo de aquellas precisas y celosas dis-
posiciones, se reconoce no ser bastante medio á consegu:r el efecto, y se
tiene estilo de asignar á los conventos de los pueblos de indios, uno, dos ó
tres religiosos á cada vicaría, luego que salen del coristado, para que siendo
moradores de ellos, tratando y comunicando con los indios, se vayan con el
uso enterando y perfeccionando, en la lengua, y ocurriendo al Vicario ó á
408
uno de sus coadjutores que les lea y esplique el arte, y con el un ejercicio y el
otro, se hacen con más brevedad y facilidad bue·nos lenguas . Pero también
se malogran las esperanzas de muy buenos ingenios, que pudieran ser gran-
des escolásticos y jamás salen de gramáticos; por que el arte de lengua no es
otra cosa; y se defraudan á los propios sugetos de la sabiduría y ·e l aplauso,
á las religiones de la gloria, y á Jas repúblicas españolas de mucho aprove-
chamiento; pero siendo este el medio más apropósito y proporcionado, ,es ne-
cesario que fas religiones se valgan de el con daño propio; lo cual ·no sucediera
si el ,contenido de la real cédula espresada se pusiera en ejecución ; por que
habiéndose dé admin:strar. á los indios en lengua castellana, no hubiera la
necesidad de quitar los mozos de los estudios para aplicarles á este ministerio
de aprender lenguas, sin que perfeccionados sus cursos y lecturas, salieran
para los pueblos. tN o es esto decir que en ellos no hay lectores jubila~os,
maestros, presentados y predicadores generales; que hay sujetos eminentes
en pueblos de indios; pero de la otra m~nera lo fueran todos , además de que
estos religiosos graduados se dan mal á este género de estudio de lengua,
y aunque la hablan, como es <:ontra el propio genio, nunca están perfecta-
, mente como los otros. Y siendo muchos de estos sugetos Vicarios de los
pueblos; en donde de ·necesi<lad y á precisión del cumplimiento de su obli-
gación han de residir, es reparable y conocida la falta que hacen á la
autoridad de sus comunidades, como al consejo de los prelados ordinarios;
lo cual tampoco sucediera si fuerán iguales en la literatura y hablaran
los indios fa lengua castella·n a, á cuya administración pudieran aplicarse los
que s~ hubieran empleado en las ~cátedras y en los púlpito·s, quedando otros
de la misma graduación, ornamento y lustre, y más apropósito al gobierno,
en los conventos principales cabezas de las Provincias.
Mas en el estado ec:esiást'.co secular• es más trabajO'so y más repara-
ble el orden que en esto hay, por que llamados á la opcjón y grado de estos
beneficios, las personas ·n obles y beneméritas, como se dispone por ordenanzas
del real iPatronato eclesiástico y por otras müchas repetidas reales ~céd ulas
de la Majestad del rey, y que estos en el examen de oposición dan una al-
tísima satisfacdón de si á todo el grado de eminentes, y eruditos en todas las
Teologías y erudición sagrada y profana, por que, y por el esplellidor de sus
v:rtudes, son aprobados y ;presentados á la colación de los curatos, también
defraudan •á su republica, con la falta que en ella hace ·el lustre .de sus per-
sonas, ejemplo y fruto que d:era·n , y el mayor estímulo á la juventud, para
imitarlos en la sabiduría y lo demás de su adorno ; fuera <de que .á sí mismos
les sirve de atraso á sus asensos, por que bien ha1llados en aquellos partidos,
no aspiran ·á más ascenso, quedándose malogrados en la cortedad de un
pueblo de indios; como ha sucedido y sucede en Don Bernardo D íaz del Cas-
tillo, Licdos. Don Juan de Torres Medinilla, Don Juan de Matamoros, Don Pe-
dro Marchan, Maestro Don Gerónimo de Ybarra, Licdos. Don Francisco Za-
caz de Sotomayor, Antonio de Fonseca, Don Miguel de Lozada, Don Juan Gue-
rra de Morales, Don Juan de Lamburu y Quiñónez, Don Antonio Baron·1 de
Loayza, Don Lorenzo Marroquín, Don Francisco de Buiza, Don Pablo Cota
409
Manuel, Mo. Juan de .Oxirondo y ~o. Félix de Asagra ¡ estos de lo modern.;),
sin otros muchos que ·omitimos, que han muerto en los beneficios de indios
y de los que viven, no mencionando otros que están á la mira 'Y en apetencia
de los curatos de españoles. El Mo. 1Agustín de Asforga, que sin apetecer otra
cosa ha cuare·n ta años que está en el curato de Zacatecoluca, y el ,Dr. Tomá3
Rodríguez de E scobar en ~l ·de Ohiquimula de la Sierra, y que estos que
1
hemos referido pudieran haber ilustrado las Catedrales en las primeras digni-
dades de ellas.
Mas siendo cierto que 'eS'tos eclesiásticos seculares, sin salir de las
goteras de la ciudad de Goathemala, solo se den .al estudio de las Teologías
y no cuiden de la inteJ.igenc:a de los idiomas 'de los indios, ni poco ni mu-
cho, es cierto que cuando salen á los curatos van á ellos abstraídos y agenos
de su conocimiento, ·s irviendo este defecto de grave desco·nsuelo á los mismo•s
beneficiados y á los féligreses; y aunque á estos se les ·C oncede el término
de seis meses (no sé si por conce's ión y cesión ·del Sto. Concilio de Trento ó
del Mexicano, recibido en este Obispado de Goathemala) , para aprenderla,
sucede que ·Ó desaficionados á ella ó ·descuidando en el todo, ó acaso por esta
p'o ca propensi'1n que le tie·nen aunque .la estudien, suelen quedarse tan sin
-zlJa como antes¡ de donde sucede mucho embarazo y enfado á los R. Obispos
por que produciéndose quejas de los feligreses acerca de no ipredicarles en
su idioma, y de que es necesario 'e n pueblos· que no pueden tanto, mantener
un coadjutor lengua para que los confiese¡ es necesario que el Prelado los
haga ve·nir á Goathemala, que los remita á examen de lengua, y que los mortí-
f.:que teniéndo!os en esta corte seis y ocho meses, y que á fuerza de interce-
siones y ruegos de personas graves, los vuelva al beneficio con término pro-
rrogado para aprender la lengua, con calidad de aprobación cometida al Juez
eclesiástico 6 Vicari~ provincial del partido ; bien que esto sucede en algunos
y que tampoco sucediera si los indios hablaran la le·n gua castellana.
Hoy después que están c<:>rr:entes en la real Universidad d e Goathemala
las dos cátedras de lengua, está este defecto muy enmendado ¡ por que ade-
más de aplicarse muchos á cursarlas, los que no le son aficionados también
lo hacen, por razón de un auto de los R. Obispos, desde el Dr. Don Juan de
Ortega Montañes , que ahora es Virrey de México , en que se manda que ·no
sean admitidos á órdenes, los que siendo remitidos á alguno de los exa,mina-
dores sinodales, no trageren aprobación de suficiencia de lengua, como ob-
servándose se ha conseguido muy buen efecto . Pero cons:'. dérese cuanto es
el tiempo que esta ocupación les quita a1 estudio principal de sagradas letras,
y que este les sobrara si los indios hablaran la lengua castellana y los clérigos
no .necesitaran de aprender el idioma de los indios. Y debe discurrirse que
si estos dejaran sus ¿diomas por el nuestro, que también se escusaran estas
dos cátedras y se aplicara su dotación •á otras materias provechosas y de más
crédito y estimación á los· •sujetos que las obtuvieran y regentearan. Véase
por lo discurrido, ·sin otros perjuicios que omitimos· por no alargar la narra-
ción, si es conveniente ó •n o, el que los indios hablen la lengua castellana.
410
CAPITULO XI
Del grande y esmeradQ celo que los españoles conquistadores de este reino de
Goathemala tuvieron del catequismo de Ios indios, y conato en que reci-
bieron el bautismo, y perjuicio que de ello resultó; y de lo que en Ia Europa
sucedía á este tiempo en que parece que l~s españoles en occidente imitaban
el celo de su Monarca.
(La primera página manuscrita '(le ,este capítulo ¡está ~nteramente bo-
rrada .por el tiempo, !Y .aunque ;se ¡intentó reavivar fo letra '. tué imposible leerla) •
. . . . . . . . . . con halagos y persuaciones que fuesen los primeros á este ejem-
plo los caciques y principales de aquellas repúblicas, p~ra que á su imitación
los demáJi súbditos de aqueUos señoríos y vasallages, viniesen al rebaño de
Jesucristo, no procurando menos los sacerdotes seculares el instru!rlos en los
sagrados misterios de nuestra santa fé católica, instimulados del celo y fer-
vor pastoral del Padre J.uan Godinez, primer cura de Goathemala, aunque
contra el crédito de este varón escelente y otros primitivos padres del clero,
escdba con sangre corrompida derto autor, <32 s> que los bautizaban por el
interés del oro, sin catequismo, debiendo pensar este analista, que obraba
mucho :p ara que los indios se bautizasen el celo y el cuidado de los conquista-
dores y encomen·deros, á quienes pudiera atribuír esta ejecución con igno-
rancia¡ mas no culpar la bondad é intención del celo advertido, de que cuando
en estos cabos militares cupiese la incip'.encia, debe no discurrirse de parte
del ministro eclesiástico fa.Ita de reparo á la advertencia, y así instruidos en
los principales misterios, que con brevedad de tiempo aprendían reteniendo;
así por que se cuidaba de que indefect'.bles acudiesen á las doctrinas, que les
participaban los farautes ó intérpretes, ó el propio Juan Godínez , que desde
lo de M ·éxico, se había enterado en la lengua de los indios, tomando á éstos
la doctrina por su sobrada ·habilidad é inclinación á novedades. Y así fueron
en aquellos principios innumerables los baut'.zados .por la educación y mano
de aquel venerable varón Juan Godínez , de quien debiera haber mucha fama;
pero hay unos méritos desgraciados, como los de este sacerdote, que siendo
de conquista, á quien se debe -el primer grado .del mérito, los anteceden los
pob'.adores al premio.
En este tiempo en que por felicidad se establecía la fé católica entre
los indios de este reino de Goathemala , con el fervor y celo de unos y otros
promulgadores de ella. los eclesiásti:cos con la continuación 'Y frecuencia del
púlpito, y los conquistado.res seculares con atraerlos y conducirlos á las nue-
vas Yglesias que habían formado de bajareques y paja. Acaeció entre los in-
dios una fatal dolencia de viruelas, enfermedad y contagio de ellos no cono-
cido, y que desde México á este reíno vino contagiando los pueblos ; que inf!-
sionó un negro esclavo de Pánfilo de N arváez ; y nos con piedad atribuimos á
Divina disposición, para que muchas de aquellas almas es-c"ritas en el libro de
la vida, volaran á la buenaventuranza. Mas como el demonio procura en to-
das ocasiones sacar fruto á su cosecha, aun de las cosas del acaso; y mas
(328) Remenl, Libro SO-Capítulo 10.-(Habla Remual de los pueblos de los olupas que no hablan tenido niogtln
clérigo ).
411
entre gente tan fácil y voluntaria, h:zo creer á los miserables indios que el
sacramento ·del bautismo comunicaba á los cuerpos aquella asquerosa y mor-
tal epidemia (esto es para que no nos admire mucho que ahora crean que hace
el propio efecto el sacrameuto de la confirmación, y rehusen recibirlo); y
viendo que eran muchas las personas que morían, puestos en aquel error
de que la causa era el bautismo, se escusaban á recibirlo con varios efugios
y pretestos. Pero viéndose persuadidos á ello por la constancia y estímulo
de los castellanos, traían los indios principales á bautizar los hijos de sus
esclavos, afirmando ser los suyos, que dejaban privados de aquel bien y en
'la cautiv¿dad ciega del gentilismo; otros muchos en el silencio de la ·noche
hicieron ·evasión á los montes y más retirados arcabuco.s , en donde picados
de aquella pestilencia, morían en peor y más lamentable estado que los bru-
tos, é infestando más el ambiente con la corrupción de sus cue•r pos, hacían
ar.der en más activa dolencia la numerosidad de los pueblos, poniendo su
asolación en grande y apretado conflicto á los nuestros, por evitar el peligro
de los indios, que con tan ,cre:cidos trabajos habían conseguido. Viéndose opri-
midos enteramente, faltos· de vituallas, para sí _y para aquellos dolientes, y
lastiman-do más sus .católicos corazones la deficienc~a de madicinas que apli-
carles, recurriendo solo á sa-ngrar:os por mano del cirujano del ejército, Mae-
se Francisco, y de algunos indios ejercitados á su modo en este arte, san-
grándolos como hasta hoy lo acostumbran, con puntillas agudas de piedra
de chay, con cuya diligencfa escaparon á muchos.
Entre los indios que enfermaron en la ocasión que decimos, fueron
algunos de aquellos principales que escondieron sus hijos y los negaron al
bautismo, y tocados de Dios en aquel tiempo, pidieron el bautismo para sí
y para sus hijos . Por que muchos de ellos a,dvertidos por el Padre Juan Godí-
nez, de que aquel sacramento no era reiterable, fingiendo haberse bautizado
en Cuscatlán y otras partes, quedaban sin el bautismo, y en .esto no podrá
arrostrar á la calumnia de aquel ministro la pluma más entintada en 10 rojo
de la ,Pasión, si pareciere fá'cil de· averiguar el enredo y escusa de los indios;
cuando las cosas andaban tan revueltas y tan inc:ertas con las sublevaciones
de los propios indios, y otras ocasiones de gran perturba:ción, producidas de
máximas bien estrañas, y en que acerca d.e 1a administración se movían pre-
tensiones ruidosas entre los eclesiásticos seculares y regulares, cela·ndo y
apeteciendo cada estado para sí solo aquellos beneficios , y en que desde en-
tonces hasta hoy se emulan con .declarada oposición.
Era todo esto que sucedía favorable acerca de establecer la fé entre los
indios de Goathemala, con exaltación y gloria del nombre de Jesucristo; cuan-
do el Emperador Carlos V proseguía sus triunfos contra la Germanía, en
castigo de los que ,á Dios eran ~ebeldes, y á su Majestad imperial no menos
declaradamente infiele·s, empleándose por entonces s·obre la parte de los
confines de Bohem.ia, y especialmente glorioso por la clemencia en la toma de
Ulma, Wurtemberg, Frankfort y otras ciudades importantes, .p os.eÍidas vio-
lentamente p<n los hereges alentados del Conde Pa·latino, del Duque die Wur-
temberg, que recibió en su gracia quedando en su rebelde proceder el Duque
Juan Federico de Saxonia y Filipo, Langravio de Hesen. Pero á este tiempo
también solicitaba por los triunfos de la fé que en Valladolid se celebrase
412
el auto de inquisición en que fueron p enitenciados treinta y u n r eos, y d e
ellos quemado s vivos -los quince , el año de 1545, mem orable por la muerte
de la r eina Doña María , muger d el rey F elipe II, q u e h ab iend o dado á l uz al
príncipe Don Ca rlo s á los 9 d e Julio, murió esta esclar ecida y serenísim a
princesa á los 12 del m ismo m es, no por otra ocasión qu e por descuido de sus
ca.mareras, la Duquesa de Allva , Doña M aría d e M endoza, muger de Cobos,
Gran Canciller del Emperador, por que est as e n aquel m ismo día que ~ur~ó
la reina, que fu é en el que el tribunal de la inquisición celebró auto en Valla-
dolid contra algunos luteranos, fueron á verlo , d ej an do á la reina al cuidado
de una camarera portuguesa que por compla cencia la d ejó comer en el al-
muerzo el apetito del sumo de un limón, qu e fué cau sa d e que alterándosele
la madre, le ocupase el estómago sofocándola súbitament e, y hallándola muer-
ta cuando .v olvieron de ver celebrar el auto , ia Duquesa de Alva y Da.
María de Mendoza, con general sentimiento d e todos los rein os de España .
No procurando menos en N á'poles establecer el san to oficio y trib unal de la fe
por el año de 1546, en que los .r eligiosos de Santo D omin go fundaron de asien-
to en Goathemala y dado principio á su misión, ejercitán dose con los de San
Francisco y N . Sra. de la Mer ced, y los dérigos q u e por entonces había, en
' deshacer el enredo y engaño de los i ndios que habían ocultádose al bautismo,
quedándo.se en el estado de idólatras; y en cuyo tiempo se manifestó más la
misericordia de Dios para con ellos, por que no solo clamaban aquellos en-
fermos por el bautismo, sino que denunciaron á otr os much os que estaban
sin bautizar , trayendo éstos infinitos niños hijos suyos á recib ir aquel sacra-
mento, y desde entonce.s acá es grandísimo el m érito que las religiones han
he·cho, y aumentan cada día al primero en el cuidado y doctrina de los indios ,
con unos aumentos es:clar1ecidos en los templos, su ador·no y cultos , y en la
ma·gníficenc~a de los conventos, en que resplandece y sobresale su economía y
en cuya policía han establec:do y puesto á los indios. Verdad es que en los
curatos del clero hay mucho muy ostentoso y rico en los templos , con mucho
que alabar en ellos, y en la buena doctrina, cr ianza y gobierno de los indios ;
p.e ro en los que no se 1halla esta igu aldad , es por que la miseria y pobreza de
los pueblos no puede estenderse á más, y son éstos, como muc.h os de visita
de los que obtienen los religiosos , estrechos y paji'zos los templos y pobres
y escasas las sacristías.
CAPITUL O XII
415
con ayuda de aJg.unos negros por algún tiempo, heridos algunos y en especial
el hijo Don Antonio de Heredia, 1escaparon por un ba:cón al seguro de la
montaña, s:guiendo el rumbo el resto de los vecinos que no pudo imitar el
R. Obispo Don Francisco de Venavides, religioso Gerónimo, quedando prisio-
nero de las tropas del francés Robrerto Baal, y despojado de sus bienes, como
dándose al robo general de la ciudad; y recojido todo el oro y plata con lo
demás precioso que en ella había, al hacerse á la vela, pusieron en libertad
al R. Obispo con Jos demás pr·isioneros; yendo de allí á dar sobre el puerto
de la Habana, de donde fueron rechazados . con muerte de muchos ·d e ellos;
estas noticias que se des pachaban repetidas por vía de Portobelo y Panamá,
0
refugio, favoreció, libró y llevó á salvamento, por las corrientes del río Tajo
al infante Don · Pe~ayo, ·c omo llevamos esérito en la primera parte de esta
nuestra historia. '
Dejamos espresado allí, tratando de las imágenes m:Iagrosas que tiene
la ciuda:d de Goathemala, el modo y o·r den con que esta santísima imagen fué
traída de la villa de Alcántara á la ciudad d e Santiago d e Goathemala. Y ahora
·n os es preciso por muchas razon·e s , y para comprobación del tiempo y ocasión
en que ·se obró el milagro, el decir, que habiendo sido Alcalde ordinario de la
ciudad de Goathemala la primera vez , Juan R odrígu ez ·Cabrillo de Medrano
por el año de 1577. Por el siguiente de 1578 hizo Yiage con próspera navega-
ción para los reinos de España, y en esa ocasión .b ien memorable y feliz para
Goathemala por el interés que se le siguió en la posesión de esta estimable
reliquia de que vamos 1ha,blando. Pasó Juan R odríguez de Medrano á la vi!la
de Alcántara, patr:a de Doña Ysabel de \i\ldana, su esposa, á ver á los deudo-s
de esta matrona (á quien conocí totalmente sorda , en edad de más de ciento
y diez años ; pero llena de discreción y con cabal y escelente juicio) ; .p ermi·
tiendo la buena disposición de nuestra felicid ad que en aquella sazón estuviese
al cuidado del Lico . Gonzalo de Aldana, sacerdote venerable y anciano , la
hermita de N. S a. de Grac:a , d e quien llevab a mucha noticia Juan Rodríg·uez
Cabrillo de Medrano, por los grandes y estupendos milagros que de esta Sa·n-
ta imagen había referido su espos a Doña Ys abel de Aldana ; y entonces con
417
la ocasión de hallar por capellán de aquel santuario á Gonzalo de Aldana, pri-
mo hermano de su muger, y comunicándo~e en aquella devota casa con fre-
cuencia, entró en deseo de hurtar aquella preciosa reliquia, que llegó á efecto,
cambiándola por otra imagen imitada de su escultura y simetría perfecta-
mente trasuntada¡ en cuyo sagrado hurto hubo el movim:ento popular que el
R. Padre lector jubilado Fr. Francisco Vásquez, cronista de la Santa Provincia
del Dulce nombre de Jesús de Goathernala, con su acostumbrada erudici6n, re-
fiere en su verdadera antigualla, en donde podrá cumplidamente verse y por
cuya ocasión dejamos de referir lo .q ue en aquella antiquísima 'Y noble villa
pasó.
Pero no podemos dejar de aclarar más las ·n oticias que en el capítulo
tercero del libro sesto de la primera parte de esta h'.storia hemos dado; por
que es de entender, que habiendo Juan Rodríguez Cabrillo de Medrano pac-
tado el hurto de la santa imagen de consentimiento del capellán Gonzalo de
Aldana, se dispuso entre ambo·s, para mayor disimulo, atribuído a'l sacristán,
y para ello comunicado con él, y dándole el indiano Jua·n Rodríguez Cabrillo,
buena porción de dinero al tiempo de hacer la susUución de la una imagen
por la otra, desapareció el sacristán, que quiere la simple tradición que como
otros pasare á Yndias, y con la ocasión de la fuga del sacristán, el propio
saoerdote Gonzalo de Aldana, clamoreó y desc.u brió al pueblo la falta de la
imagen, manifesta·n do el cambio con fa evidencia de lo rec:ente de los estofos
y barniz de la que estaba en el altar y publicando contra el sacristán fas sos-
pechas del hurto. Pero intentando hacerse diligencias judiciales en busca
del robador de tan apreciable joya, la imagen que quedaba sustituyendo en
su lugar, empesó á obrar grandes y repetidos milagros, con cuya adm'.ración
sus.p endió la justicia las diligencias empezadas, en ibusca del sacristán; dán-
do·se por satisfecha 'la devoción con la imagen que quedó sustituyendo, conser-
vándose el venerable sacerdote ,Gonzalo de Aldana en los buenos créditos que
antes, sin que en su contra se discurriese haber cooperado á semejante obra.
Y pasando la santísima imagen á la ciudad de Goathemala á obrar infinitas,
admirables y claras maravillas, se le empezó á edificar la capil'. a por la devo-
ción de Afonso Alvarez de Vega, á espensas de su caudal, habiendo donado la
santa imagen .Doña Ysabel de Aldana cuando ya estaba viuda de Juan Ro-
dríg,uez Ca brillo de Medrano, al R. P. Fr. Pedro de Arboleda, padre de la pro-
vincia del Santo nombre de Jesús de Goathemala, de la rel:gión franciscana,
por el año de ·1593; y acabada de erigir y adornar la cap:lla en toda perfección
y costo, por su devoto Alonso Alvarez de Vega, fué cofocada solemnemente en
el~a la santísima imagen por el año de 1595.
Hállase con equivocación la maravilla que vamos á referir, por que
quieren algunos ancianos acaeciese en la ocasión que el corsario inglés Francis-
co Drake entró por el estrecho de Magallanes y perturbó nuestras costas del
· mar del Sur, por tiempo de once años, infesta·n do y acometiendo á nuestros
puertos y en especial en este reino de Goathemala, el puerto de Acajutla, y que
e.sto fuese gobernando el reino el Dr. Alonso Criado de Castilla. Mas esta seme-
jante opinión contra lo que qu'. eren otros que esto hubiese acaecido por el año
de 1610 ¡ por que dicen se debe considerar, que habie,ndo entrado á gobernar
este Presidente Alonso Criado de Castilla á 20 de Junio de 1596, y terminado el
418
tiempo de su cargo por el año de 1609, en que vino á sucederle Don Antonio
Peraza de Ayala y Rojas, Conde de la Gomera, que fué el primer caballero
de capa y espada que vino á ser Presidente de la Audiencia de Goathemala,
habiéndole precedido once letrados. Y habiendo Francisco Drake entrado á la
mar del Sur por principios de Junio del año de 1586, donde perseveró en sus
hostilidades hasta el año de 1597, y cabía bie·n en aquel tiempo haher acaecido
el milagro en ocasión tan apretada para la villa de Sonsonate, en donde en
uno de sus puertos llegó á saltar en tierra; para 'todas las Yndias y en especial
para la parte del Perú, en donde le había asegurado un indio su con.d uctor,
podría .entrar al Callao sin oposición de un mosquete, como era verdad lo que
ase·ntaba de aquella parte, descuidada y desprevenida en grande modo ; y que
acercándose el Drake para el puerto, parece no haber escapado sin concurren-
cia del milagro; por que un soldado del presidio, viendo la armada enemiga
que se acercaba, cargó una ·pieza, la que pareció poder servir, de las que es-
taban encabalgadas, en ánimo de avisar la vecindad que de aterrar al corsa~~º
Pero disparada la pieza que no volvió .á servir, por que la ·c ureña podrida y
ci.polillada quedó destrozada en piezas menudas. Pero Francisco Drake, oyendo
el tiro, se retiró del puerto del Callao, y discurriendo le llevaba el indio su
co·n ductor sobre engaño á aquella parte, le hizo ahorcar de una entena. Por
' todos estos accidentes que referimos ·de grande necesidad en las Yndías, que
á favor de la ciudad de Goathemala pudo suceder el milagro de N . Sra. de Lo-
reto, y que fuese patente y público, pudo acaecer por estar ya colocada en su
capilla la santa imagen dos años antes que desembocase el Drake para la mar
del Norte, y que también pudo caber. el prodigio en el tiempo del gobierno del
Dr. Alonso Criado de Castilla, teniendo 'la equivocación de esta tradición, fun-
damentos bastantes para seguir esta opi·nión en que va poco que ·fuese por
este ó por otro accidente, cuando siendo por cualquiera de ellos se califica mos-
trarse á favor ·nuestro eÍ socorro, amparo y protección de la santísima imagen
de ·N. Sra. de Loreto.
Pero quieren otros caballeros y ·sacerdotes ancianos que el milagro se
obrase por la santísima imagen de N. Señora el año de 1610; ¡:.or que arriban-
do la primera vez con la ffo!illa de Honduras Juan de Monasterios, <:orno su
gobernador, siendo jove·n de edad en la de veinte y tres años, y de calificado
y aprobado valor, por el año de 1603, en que ocupando todavía la Presidenc:a
el Dr. Alonso Criado de Castilla, pudo en el suceso infortunado de este capi-
tán Monasterios tener la tradición la equivocación en el tiempo que señala
por constante en el transcurso y la incuria de los antiguos ; y e·n esta primera
ocasión que referimos, tomando Juan de Monasterios la prevención de la
carga de sus naos para la vuelta de España , fué acomet:do en el puerto de
Caballos del pirata Píe de palo, según ·sienten algunos, si bien nos parece
más moderno este corsario. Pero ello es cierto, como dejamos espresado , e·n
el capítulo quinto, del l'.bro sesto de esta segunda parte, que después de largo
combate, quedó prisionero del enemigo Juan de Monasterios , y perdido el
mayor interés de su carga, con el ruin trato y hospedage que !e ·h izo aquel
tirano; por que debía de :gnorar que el ganar créditos de piadoso es la primera
base para conciliar enemigos y ganar fama de invencible. Pero cobrando li-
bertad el Monasterios, á fuerza de gran constancia y sufrimiento en sus tra-
419
bajos, vuelto á Goathemala con segundo viage de la propia flotilla, por el año
de 1607, aportando con ella al propio surgidero de Puerto de Caballos, como
difusa y: largamente queda espresado en los capítulos quinto y sesto del libro
sesto de e·sta segunda parte; hubo de tomar la vuelta para España por el mes
de Diciembre del ap·untado año de 1610, habiendo hecho larga invernada en
nuestros puertos. ·Pero siendo en esta ocasión a·cometido de doce ureas holan-
desas en Puerto Caballos, y en donde el Monasterios con otras cinco personas,
retiró á !os montes setecientas y ·sesenta cajas de añir en brevísimo término
de horas, pareciendo cosa imposible solo con fuerzas humanas, defendiéndose
después valerosa y constantemente sus dos navíos y un patache de doce ureas
enemigas el tiempo continuado de nueve día·s, sin más intermisión que la de
las horas de la noche, para volver por la mañana al combate, de que escapó
<:on sensible consternación y pérdida del enemigo, como queda espresado en
los capítulos citados. Y entonces y no en otra ocasión ni tiempo, fué cuando
con admiración y asombro general, estando la capílla de esta milagrosa y ve-
nerabilísima imagen, á la ·parte y nave del Sur, luego que se hace ingreso al
templo por la parte que mira al Oeste, y la santa imagen, según la situación
de su capi'lla y retablo, está de rostro al Norte, se reconoció por los religiosos
y admiró con aágrimas y .c onfusión por el pueblo, que no solo tenía el sagrado
rostro, vuelto al altar mayor y depósito del Santísimo sacramento, que está
á la parte Oriental, sino que era .e n tanto estremo, que la barba le cayó sobre
el hombro derecho, quedando en este ademán y postura por mucho número
de años, y que hasta hoy se le reconoce el rostro algo inclinado á aquella par-
te. No nos consta ni rastrea nuestra diligente curiosidad en papeles auténticos,
ni en otros antiguos de nuestros mayores de selectas 'Y particulares noticias,
que en nuestros ni otros de este occidente, ni por lo·s ejércitos de tierra ni
armadas marít:mas de la Monarquía española, allá en .Ia Europa, hubiese oca-
sión peligrosa y arresgada, á cuyo auspicio y favor ·podaimos atribuir este pro-
digio, sucedido en la propia ocasión en que Juan de Monasterios, ·c on la poca
fuerza de dos navíos y un patache se defendiese de doce ureas de Holanda
por el término de nueve días sin gra-nde ayuda celestia:l. Esto es lo que pueden
rastrear los ojos y los discursos humanos. ·~a causa de este prodigioso m]agro,
solo Dios y e·sta divina Señora la saben y conocen, y á nosotros solo nos toca
alabarla y dar gracias á esta soberana reina por su continuo patrocinio y
amparo.
CAPITULO XIV
De la grande opresión en que se vieron los indios de este reino, hasta llegarlos á
privar de sus cacicazgos y señoríos, y la real cédula que á su favor se espidió
acerca de ello.
Aspero y duro fué el tiempo en que lloraron los ojos <:astellanos la de-
vastación y el estrago de las ;Españas, con que los impíos y bárbaros africanos
alagaron con sangre y lágrimas cristia'n as fodo su noble territorio, asegurando
.
por infalible que la J1?-ás deshecha tempestad es la de la desgracia y sujeción
.
420
estrangera; cuando el implemento ' de fas culpas de una monarquía ciega en
las tinieblas de los vic:os, llega á irritar la tolerancia de la divina y &uprema.
Gerarquía. Y apenas recurriremos á las historias de la antigüedad, sin que
veamos las esperiencias last'. mosas con que acabaron ó se vieron cautivar, no
solo república·s numerosas, sino naciones enteras, como la de los Asirios,
q'ue después del tranquilo y próspero gobierno de treinta y ocho reyes, fue-
ron convertidos en Medos, y así fué de estos, de los Caldeos, de los Persas,
de los Griegos y de los Romanos, de quienes se leen espantosos escarmientos
y servidumbres infelices, á que los sujetó el fuerte y poderoso brazo de Dios,
por .el tropel obstinado de sus culpas ; acaeciendo lo propio en la nación pro-
terba y bárbara de los Yndios , sujetos por los heroicos é invencibles españoles,
instrumentos escogidos de Dios para esta grande obra; viéndose en un punto
los de esta nación no solo sujetos á servidumbre estrangera, sino á una escla-
vitud infame; por que aun sujetos y dominados no dejaban la fea'ldad de sus
vic'. os ni menos rendían la cerviz á una segura fidelidad; por cuya rebeldía
vieron conjuradas contra sí todas las calamidades, no corriéndoles instante en
que no restallase el huracán de las adversidades , que l~s oprimiera frecuente-
mente, ni provincia del reino de Goathemala en que no se levantase la persecu-
, ción que los asombrase con sucesiva importunación, y así armados y unidos no
consiguieron libertad entera, ni rendidos asilo que los asegurase; para cuya
noticia :-nfausta y triste relación, ·e s de advertir: Que rebelados por el año
de 1527 los dos reyes Zinacán y Sequechul, pasando por ello d~ la claridad
del trono á las tinieblas de una larguísima prisión, por aquel particular mo-
tivo que dejamos advertido de la codicia del Teniente gener'aI Gonzalo de
Alvarado, vicio tan contagioso que aun desprec:ado, deja vinculado el fracaso
en quien alguna vez se dejó veucer de su tfra·nía ; y así éste, abriendo las ma-
nos· á recibir de todos, para los indios las estendió á todo el estremo de la
impiedad y el cohecho, imitándole otros gobernadores y tenientes en las de-
más provincias. Y despué·s de haber desflaquec:do y empobrecido y arruina-
do á los caciques , los dejaron en tan limitado dominio, que de su estado se
prometían y asegura·b an, ser más fantástica que verdadera su dignidad; pues
conocían que el halago y el dejarlos en aquella débil y frág:I potestad, era con
fin de obligarlos á descubrir nuevos tesoros de los que se ocultaban (y hasta
hoy se niegan á la nofcia). Este conocimiento y consideración los ponía en
pensamiento de ocultarse e·n las montañas y bosques, dejanao aquella fan-
tasma de señorío y potestad de farsantes, para que el ajamiento de sus per-
sonas y el sueño de lo que fueron a ntes no despertase al ruido de su desgracia.
Ya en semejante ocasión se veían desobedecidos de los propios súbditos
y de cua!quiera ligera sentencia suya, hacían apelación á los gobernadores,
tenientes y encome·n deros, teniendo sobre lo lim:tado de su dominio, atadas
las manos á las ejecuciones, no logrando jamás alguna en sus determinaciones,
y pasando de aqueHa libertad á imponerles falsas acusaciones, ponderando
á ve·ces por cautelosas algunas acciones y circunstancias que gobernó el acci-
dente, y con las esp·eriencias pasadas, sucedidas con Zinacam y Sequechul,
los· gobernadores y sus tenientes formaron g'. gantes de las sombras ; por que
los propios indios súbditos de los caciques, fingían tratos imaginarios de unos
señores con otros , en odio y daño de los españoles; y sin más averiguación
42t
que la que había divulgado el antojo y facilidad de los indios; reducidos todos
. aquellos rumore·s á que habían oído decir q·ue hacían prevenciones para re-
belarse, como si fuera fácil persuadirse á que lo ·consiguieran los que se veían
desobedecidos de los propios rque les hacían acusaciones.
Varios fueron los discursos que ·sobre estos rumores se formaron, si
b:en todos los que se hicieron miraban á la total ruina de los caciques, y sin
otro proceso ni otro examen que el indiferente que les ofrecía el recelo entre
las vanas acusaciones y el disimulo y tolerancia de aquellos señores, los· des-
pojaron de :los cacicaz•gos, privándoles de la jurisdicción civil, en que con
limita.ción los ·J;iabían de jado los gobernadores, y quitándoles el servici<:i, que-
1
ditada de los caciques y señores, que más evidente prueba pue·de afirmarlos
que la que tienen producida dos de su estirpe, los mayores y principales se-
ñores de todos ellos, Zinacam y Sequec·h ul, reyes de Utatlán y Cacchique, que
aun están presos por su infidelidad, y corre peligro nuestro sosiego y nues-
tras "vidas, mientras no nos reparamos con su ruina ó con su muerte, pues el
odio que todos tienen á la nación española, lo manifiestan y traen patente en
los semblantes.
Pero e·n tre los cabos que no miraban con pasión la ca·usa !le los inocen-
tes y miserables caciques, los capitanes Antonio de Salazar, Francisco de Aré-
valo, Bartolomé Becerra, Pedro ·González Nájera, Hernando de Chávez, Gon-
zalo de Ova!'le y Gaspar Ar~as Dávila, que aunque se ladeaban á la causa. co-
mún de los ·suyos, no discurrían tan desesperados los medios de su conserva-
ción propia, que no pudies•e hallarse sin ensangrentar la espada al impulso
terr~ble de una sospecha. Cual es ·e l riesgo y el peligro manifiesto (decían) á
que deba apartarse la misericordia y piedad¡ á que fin se han de empuñar las
armas y manchar las manos españolas en la sangre de los rendidos, cuando
supo .tem¡ilarse nwestro valor en las batallas y rencuentros¡ si la ,empresa de
haber ganado este reino fué gloria para la nación española, quien no discurre
que injusticia ~orno ·za de romper la palabra dada á los caciques, ha de ser
nuestra infamia¡ si al que procuró recuperar '$US Estados no se le dió título
de traidor en Europa por qué derecho. esfableoerá nuestra pasión que estos
lo son en las Yndiias, ni que leyes podrán favorecer la resolución de quitar
las vidas á estos miserables caciques por una sospecha imaginaria, y hemos
menester entrar en la b_alanza la justicia de aquellos, can la conveniencia
nuestra, que si esta por medio tan violento la aseguramos¡ importa menos
cuando la jzzsfícia se abandona¡ si acaso averiguáramos quf! .tenían algunas
escuadras prevenidas, y esta evidente prueba nos advirtiera nuestro riesgo,
entonces, quien duda que sería culpable. el no aspirar al escape de su furia,
en el fervor y lance de una batailla,- pero por que dicen que conspiran contra
nosotros, viendo en contra d,e este imaginario informe su rendimiento y tole-
EL REY
424
LIBRO DECIMOCUARTO
CAPITULO I
De como se prohibió que los indios de tierra caliente vayan á la tierra fría, y los
motivos que movieron la voluntad del rey para esta prohibición.
426
1
Y sí esto por entonces se mandó observar y que por aquel tiempo tuvo
alguna enmienda conteniéndose unos y otros, así superiores corno súbditos,
en semejantes empleos, se observase hoy, no hay duda que florecieran y es-
tuvieran en grande aumento los pueblos, y ·no tan disrninuídos corno hoy los
vemos; pues los obrages de tinta añir han .consumido muchos lugares en la
provincia de San Miguel, de cuyos nombres haremos especiaimente memoria
en la tercera parte; y los que hoy subsisten aun no se abstienen ni los con-
tie·n en sus superiores ·del alquiler de sus personas en 1as haciendas de este ge-
nero; por que ellos grata y espontáneamente se conciertán y empeñan para
piJeros y sacateros de ellas, y muchas veces sus alcaldes indios los venden en
ellas por el tiempo de la cosecha, para recaudar por este medio los tributos
y el servicio del tostón que deben de los tercios cumplidos, y de cuyo desorden
los Alcaldes mayores y los corregidores se dan por desentendidos para el re-
medio. No siendo solo este ejerc:cio el que los disminuye y atrasa, sino el de
los aserradores, para donde los compelen y sa·c an, estando todos ellos no solo
en tierra caliente, sino en las playas y puertos, para que no escusan los Pre-
sidentes y gobernadore·s dar mandamientos, con ocasión de que vayan á hacer
tablones para la fábrica de los navíos, sucediendo esto por el año pasado de
1693, con los indios del pueblo de Santa María de Jesús, de ·donde murieron
muchos por ocasión de mandarlos ir á la playa y barra de Michatoya, el
interino que gobernaba en Goathemala, á aserrar tablas para cierto galeón
que a.llí se fabricaba, sin que el clamor de los religiosos de San Francisco que
allá administran, fuese bastante para que recogiese su auto; y me es preciso
el proponer este desorden y el poco ó ningún remedio que se pone para en-
mendarle, dejándo'le correr su grave daño y perjuicio de la .p oblación del
reino y no menos deservicío del rey, perdiéndole y disminuyéndole gran copia
de vasallos, para que advertida alguna vez su real ·piedad y justo celo, se dis-
ponga el remed:o conveniente á tanto daño. Pues de este principio y de sus
frecuentes embriagueces proviene su ruina y destrucción, viéndose hoy, como
en Quezaltenango, que al tiempo de la conquista era una ciudad de ochenta
mil hombres que toma.han armas, y hoy tiene solo tres mil tributarios. Quien
no dirá ó Uorar.á lo .mismo del Quiché, de Totonicapa, de Sololá, de Chiquimu-
la, Momostenango, Sacatecoluca y otros muchos lugares, que por entonces
fueron de numeroso pueblo, y ahora casi los vemos estinguidos al cotejo de
lo que entonces eran; debiéndose mirar mucho por la conservación de los
indios; pues fuera de ser caridad á que conduce la obligación del precepto
divino, hablando á lo humano, de ellos nos viene·n todas las <:osas y ·son los
que nos hacen y hacen y conservan con su cultivo nuestras haciendas ; y si nó
díganme qué h:ciéramos sin ellos ·en estas partes, siendo necesario que los mi-
remos y defendamos como á humanos, y si nos aborrecieren por propalar la
verdad, diremos con el esforzado Macabeo, príncipe del pueblo de Dios: Mo-
riamur in virfute et non inferamus crimen gloriae nostrae. Por que si al descui-
do de la menor acción que á un buen •g inete le arregló el arte, lo descompone
un bruto, también al reparo de cualquiera vicio con que se afea un juez recto ,
!o desacredita u·n pueblo, y no es pequeño el de la impiedad con esta pobre
estirpe, descuidándose de su bien y no atendiendo á su -conservación cua~do
desaparecen por indefensos y por que se los llevan los que t:enen favor .
1
427
CAPITULO 11
MARGINALES.-Lo que eran los indios cuando los conquistaron, y lo que son ahora .
CAPITULO III
De la causa por qué estas Yndías Occidentales, que llaman. América, son conocidas
con el título de nuevo mundo.
432
sin que hasta hoy se haya descubierto el fin , y mucha mayor admiración cau-
sará, si se hace consideración de la tierra que cae de la otra parte del estrecho
de Magallanes, no 'Conocida, y mucho más si ·s e entran en cuenta todas las is-
las de barlovento y las demás adyacentes que tenemos, para confesar la mu-
cha razón y verdad con que esta parte de las Yndias -se llama nuevo mundo;
pues por sí sola cada una de las dos penínsulas, Nueva España ó Perú, bas-
tará á parecer un mundo aparte, siendo cada una de ellas en su dilatación,
capaz de adm:tir mayor numerosidad de gentes y más copiosos y frecuentes
comercios; y que este nuevo mundo, cuarta parte del orbe, ha dado y da tanto
aprovechamiento á las otras tre·s par~es de él, que deben celebrar y aplaudir
su descubrimie·n to y conquista.
CAPITULO IV
De los fundamentos que tuvieron les antiguos para reputar estas tierras de Y ndias
que están dentro de los trópicos inhabitables.
' MARGINALES.-Cual sería la consideración de los antiguos para reputar por inhabítablea
estas partes. - Porqué son habitables estas tierras que están dentro de los trópicoa.
- Que doctrina es la que sigue el autor acerca de esto.
La principal causa del ·c alor, que de parte del cielo recibimos, es la prP--
sencía del sol, el cual nos comunica su calor por .m edio del aire, de suerte que
tiempo caloroso no es otra cosa que estar caliente el aire que nos rodea. Recibe,
pues, el aire calor por virtud de los rayos del sol, los cuales hacen en él más
ó menos impresión, según la disposición del lugar e·n que se hallan ; por que
en las partes y lugares bajos y abrigados, donde los rayos solares reverberan
en la tierra y hallan resistencia , las calientan más que donde pasan de claro.
Y de que esto sea así se vee por esperiencia, pues en el t iempo del invierno
las personas que por las mañanas se quiere·n calentar á los rayos del sol, se
arriman á alguna pared ó á otro lugar acomodado á donde reverberan los
rayos solares, por que allí sienten más calor que en otro lugar exento á donde
pasan los rayos del soslayo ; pues de la misma manera en las partes del mundo
á donde el sol h :ere á la tierra directamente será fuerte y vigorosa la rever-
beración, y causará mucho y grande calor; mas en donde los rayos del sol
pasan oblicuos y soslayados, no habrá semejante reflexión por lo cual las
tales tierras gozarán de poco calor.
Son las partes del mundo á donde los rayos del sol caen perpendicu-
larmente y derechos sobre la tierra, aquellas por donde el sol pasa dos veces
en el año por el Zenit ó punto vertical, que es sobre nuestras cabezas, como
sucede en todas estas Cerras que están dentro de los trópicos, por cuya causa
son las más de ellas muy calientes ; y aquellas partes del mundo por donde
los rayos del sol casi de todo punto pasan soslayados, sin que hagan impresión
en la tierra, son las que están debajo de los polos del mundo, á cuya causa
son muy frías.
433
De aquí se ,c olige que entre los dos estremos se comprende el tempera-
mento que cualquiera tierra de parte del cielo puede tener; pues cuanto más se
acer,are al uno, más se ha de apartar del otro; y sácase de ello una regla
general, y es, que tanto será una tierra más fría ·cuanta mayor elevación del
polo tuviere, y por lo consiguiente, tanto será ·más calorosa cuanto la eleva-
ción del ·polo fuere menor. Esto se entiende generalmente de parte del cielo;
mas si se cons'.deran las partes y s:tios de la tierra, hallaremos ser la referida
regla muy falsa; por que la virtud de las causas universales en la producción
de los efectos es variada y determinada según la -calidad de la materia; y los
grados de calor, frío, humedad y sequedad no dependen solo de la vecindad
ó apartamiento del sol, sino también según el sitio y disposición de la tierra;
por que ~e ve por esperienc'.a, que 'en los valles hondos y apreturas de la
tierra, se multiplica y aumenta el calor del sol, y se estiende y disminuye en
los llanos, en lo cual quizá no admitiendo los a·n tiguos, ·consideraron que cuan-
to más el sol se eleva, más calentará, 'Y juzgaron .q ue siendo algunas parte·s de
Europa, á donde el sol no Uega ni con muchos grados al Zenit, hace grandes
calores; que mucho más sería el calor en las partes del mundo ·en donde pasa
por el Zenit; y pues que en 'Sevilla, ciudad principal de España, no siendo la
máxima elevación del sol más de ·setenta y seis grados y medio, causa en el
estío un calor tan insufrible, que mucho más sería este calor en donde viene
á estar el sol noventa grados sobre ·el horizonte, pasando por encima de la
cabeza. Pues esto sucede en todas estas tierras de las Yndias· -comprendidas
dentro de los trópicos, las juzgaron y tuvieron por inhabitables, llamándolas
Tórrida zona; pareciéndoles que no podrían las gentes tolerar el gran calor
de ellas, de más de que á esto se había de seguir grande y notable sequedad y
destemplanza .
No parece qi1e procedían los antiguos muy deslumbrados ni que discu-
rrían sin fundamento; en pensar lo que queda referido, si la calidad de todas
las tierras y disposición dentro de los trópicos, fuera ·segán las de J:uropa.
Mas Dios nuestro ·Señor, que todo lo -crió de nada, -con su infinito saber, pro-
veyó del remedio conveniente, dándoles la propiedad que tienen, que es el de
ser algunas muy húmedas y llover en ellas en la fuerza de los calores del can:-
cular ¡ en otras por la comodidad del ·sitio que por naturaleza tienen, ayudado
del veloz curso de los cielos, gozan ordinariamente de aires frescos y templa-
dos. Demás de esto, los días mayores en estas tierras son menores que en la
Europa, y por lo consiguiente son las noches mayores ·para poder refrescar
el tiempo; y por todo esto viene á ser el calor menos de lo que ·ellos imagi-
naron; por que importa mucho á la imperfecc:ón del efecto la continuación
de la ·causa. Y así no solo son estas tierras habitables, más el temperamento
apacible, deleitable y acomodado para la vida humana, y no solo estas partes
de ·nueva España y el ·P erú comprueban con la esperiencia lo dicho; pero la
mayor parte de la Etiopía y costa de Guinea, la Arabia felix, la Yndia de
Portugal, gran ,parte del reino de Persia y la parte meridional de la gran
China, las islas Molucas y Filipinas, y otras' muchas tierras fértiles y .muy
pob!adas, están en la Tórrida zona, en muchas partes de la cual se goza del
más apacible temple del mundo y que están llenas de amenidad y abundancia
de toda·s cosas, y aunque siempre llevó mi inclinació·n esta contemplación y
434
conocimi ento d e los or bes, plane tas, regiones y cosas naturales, sin em b argo
no habiéndolas tra tado es profe so sino solo por afición en lo que ahora escri-
b 'mos , nos arregl amos á lo s precep tos y principios del R. P . Salvador pe la
Puente, de la ·sagr ada Compañí<'. de J es ú s, mi venerable M aestro, y á lo co-
municado con el Mo . Fr. Diego S áe nz , d el orde·n de P redicadores , y viva voz
, del P. Fr. J osef María M a lasp in a, Mila n és, religioso de mi patrón San Francis-
co eminente y acer tadísimo Astrólogo, y así en t odo lo que tocant e á esa ciencia
escribimos , segu imo s la do ctrina de lo s ci tados y juntamente los escritos del
R. P.M . Fr . Jacinto Garrido del orde n de P red'.cadores, que me ha comunicado
la curiosidad y amistad del R . .P.M. Dr. F r. Agu stín Cano del propio orden de
mi Sr. Santo Domingo, y en qu e yo por m í n o m e atreviera á escri bir acerca
de esto sino fuer a con la segurid ad d el conse jo.
CAPITULO V
De la media' región del aire y se prueba ser más fue r te en esta Tórrida Zona q ue
fuera de ella.
De que en estas Y ndias occidentales dura menos la claridad que precede al sol por
las mañanas y la que dá después de ponerse (esto es, en los dos crepúsculos)
de lo que se ve en Espa~a y otras partes de Europa, y la causa de ello.
437
al hor:zonte, cuando comienza á aclarar el día) al seno del arco del crepúsculo,
ocupando el sol alguno de los equinoxios. De aquí se sigue, que en esfera
recta, e~tando el ~ol en el ']:>'rincipio de \Aries ó Libra, como entonces está en
la ·equinoxial, no puede ser el ·' crepúsculo mayor de diez y ocho grados, por ser
la altura meridiana del •sol y el seno total una n:isma cosa¡ aunque fllera de
los referidos puntos en el mismo horizonte recto, s:empre seria el crepúsculo
mayor que' diez y' oého grados, en .~~ta ~anera y ' cantidad, que la proporción
., f • ' . t . t f ,·
qu'e tiene el ·seno recto del cumplimiento de la declinación del sol, al seno
• '~ 1 ' •'
entero, esa misma tiene el 'seno de ' diez y ocho grados al seno .del arco del
crepúsculo.
De lo referido se sigue , que en todos los horizontes obliculos, como la al-
tura meridiana del sol estando en la equinoxial, ha de S·er forzosamente tanto
menor que noventa grados, -cuanto fuere la e!evación del polo , y que por lo
consiguiente el seno reét'o .del arco de la altura meridional del sol ha de ser
también menor que el seno entero; siguiéndose · de ello, que guardando la
misnia proporción el seño rect~ ' de diez y ocho .g rados con el se·n o del arco del
crepíÍs~ulo, ·que t '.ene el seno ;ecto de la altura meridiana del sol, con el seno
entero, que será el crepúsculo tanto mayor , cuanto mayor fuere la elevación
del polo.
Pues para ver, según el referido modo, la cantidad del crepúsculo en
este horizonte de Goathemala, llegando el sol al equinoxio del verano, es
la elevaci6n del polo Artieo en esta tierra de 16 grados; el seno recto de este
arco son 94,1'17 partes, dirase de este modo, que conforme á estos sean con
100,000 en que se divide el .seno cabal, •q ue en la misma prop·orción sean 30,901 ,
seno recto de diez y o·cho grados, al seno del arco del crepúsculo, estando el
sol en el principio de Arie~ ó Libra, multiplicando cien mil, que es el número
segundo, con 30,901 , que es el tercero, salen á producto 3,090,100,0-00, que
partidos por 24,117, número primero, vienen al cuodente 32,832, que es seno
rec.to de 16 grados , y tanto es el arco '<le! crepúsculo estando el sol en alguna
c:Ie las referidas partes del Zodiaco, que reducidas á tiempo h .a c·en u.na hora,
• · 1 • r
CAPIT(JLO VII
De que en estás partes d~' las Yndias tl~nen los árboles las raíces sobre la haz de la
tierra y la razón de ello.
Muy raro y s·eñalado es el árbol. que en estas partes de las Yndias Oc·
cidentales tiene las raíces ,profundas, pues entre todos he notado que solo el
Espino real las lleva pa~·a el centro, y como este habrá .s in duda otros que
penetren la tierra con s·us r~kes por muohos estados, más en lo general nos
438
muestra la esperiencia que .todos las tienen superficiales, así de los naturales
de estas partes como de los árboles traídos de nuestra -España; siendo muy
fáciles de derrocar con la violenc:a con que impele sus . copas la fuerza del
Norte á la entrada del verano ó en el invierno, suelta y blanda la tierra con
las continuas lluvias, y ellos cargados de pompa y agua en suc; cimas, son
muchos los que caen de raíz , y s uelen servir de mucho embarazo é impedi-
mento en los caminos, viéndose entonce.s eti ellos, que en vez de lle\far las
raíces para abajo , las dilatan y estienden en contorno del tronco, dejándolas
entre dos tierras á un estado, y el que más á estado y medio de profundidad.
Y parece que la causa de esto debe 'atribuírse á que no hab:endo en
estas partes verano ni invierno con tanta y tan notable distinción como en
España y e·n las demás partes de la Europa, en las cuales, como en tiempo
de invierno, son los días breve·s y se eleva el sol 'poco sobre el horizonte; hace
intensísimo y fuerte frío, y por el contrario en el verano, siendo como son los
días largos y dura mucho en ellos la presencia del sol sobre la tierra, hace
grandes calores; por que importa mucho la continuació~ de ia causa á la
perfección del eJecto.
Los árboles y plantas que la tierra produce , crecen y •Se ª?mentan por
medio del ·c alor y humedad, ry la frialdad las detiene, ·por lo cu":1 en Europa
como de invierno pre·domina ·sobre la haz de la tierra la frialdad_ que impide
de la virtud veget~~. lo que ~l árbol había de crecer é ir hácia arriba y ador-
n~rse con la pompa de :h?jas y ramas, hace en raíces, ayudado y por vii:tud
del calor, que entonces huyendo del frío su contrario, está recojido debajo
de la tierra, el cual llama y atrae á sí la virtud vejeta}, que entonces_está reco-
gida en la ra~z, y la hace ahondar y crecer. P.ero después en ~l verano, pi:edo-
minando el calor sobre l~ tierra, la virtud vegetal y generativa de ~a planta,
recogida en la raíz,. llamada del calor (de que entonces goza el trono) vuelve
á subir ·brotando con mucha fuerz a y pujanza, trayendo consigo la sustancia
recibida de la tierra, convirtiéndola en ramas, hojas, fü_>res y fr.utas ; de donde
se sigue que e·n aquelias tierras echaran los árboles hondas raíces, á donde
el invierno fuere muy frío y el vera·no caloroso.
Y así como en estas partes de Jas Indias se ocurren los propuestos estre·
mos, ni haga aquel intenso frío de invierno, como en Europa, nunca se recoge
todo el calor y virtud vegetal del árbol á 1a raíz; ni tampoco hay calor sufi-
ciente debajo tierra que lo atraiga á sí, por lo cual arraígan ·poco y se estienden
por la superficie de la ·tierra, como en todas las lhdias se esperimenta. Y Jo
mismo que proponemos de los árboles, ocurre en todas las s~millas y frutas,
viend'o en ellas por esperiencia, ser mejores y de mas sustent~ las que se dan
en tierra fría que las qu e se producen en tierra caliente, siendo estas livianas,
espo~josas y de poca ·s ustancia; por que las semillas y árboles de tierra fría
439
arraigan mejor. Y no so!o se ·h alla esta ventaja en las semillas, pero también
e·n las carnes, por razón de que como en las tierras frías las yerbas se pro-
fundan mejor en sus raíces, ·sacan mejor sustancia de la tierra y siempre
las carnes son según el pasto con que se crían.
CAPITULO VIII
Pero aquella yerba que tantos días sirvió de alimento á aquellos vale-
rosos y constantisimos españoles en el sitio y toma de México y en otras partes
de las conquistas de esta Nueva IE-spañ a, sin otr o mantenimiento que no fuese
éste, acompañado de algunas tortillas del grano del maíz, que se le ministra-
ba de noche á aquel trabajado y hambriento ejército, como refiere mi Cas-
tillo, llamando quilites a esta yerb a, que es el propio nombre con que los
indios y todos la conocemos en e stas par tes, no merece poco lugar en la es-
timación; así por h ab er mantenido tant o tiempo á aquellos h eróicos espa-
0
ñoles, sustenta ndo las vidas d e los que tanto importaba n , como instru-
mentos de Dios , escojidos p ar a t an singular y admirable obra, como fué
la conquista y sujeción de estos poderosísimos y grandes reinos ; como por
que además de ser hoy grat ísimo alimento pa ra los d ías de abstinencia,
tomados por sustento ó á l a comida ó á la cena , con aceite y vin a gre, son s alu-·
tivos. Y tomada su simiente e·n agua, purga y evacúa blandamente y sin con-
goja de hum or coléricos . Las hoj as molidas y aplicadas á las úlceras , la s
encarna cor.. brevedad, y este mismo emplasto destruye las carnocidades y
desaparecen con brevedad la s cicatrices, y aprovecha á otros medicamentos
441
que ha manifestado la esperiencia, y pudiera ser sirviesen á otras muchas
curac:ones, si por los médicos •se examinara su naturaleza. Crece á la esta-
tura de .una vara, lleva la raíz y el tronco de color rojo, la ihoja de color verde
oscuro, dá la semilla en racimillos, como los de la uva, y á su ·C onocimiento
se propone la estampa.
4B
Y por no alargarnos más, <lejaremos para otro lugar el tratar de otras
plantas y yerbas medicinal.es y dar noticia de otras cosas naturales, por pasar
ahora á hacer memoria de otras materias más importantes y que son de este
lugar y de aquellos tiempos primeros que nos precedieron, y podrán ser útiles
en los presentes.
CAPITULO IX
De muchos privilegios que los Sumos Pontífices han concedido para estas partes de
las Y ndias, y algunos que dimanan de las decisiones de los Concilios Mexi-
cano y Limense.
CAPITULO X
447
universo, si no es en el aspecto . Pero no por eso los que los tratamos y mane-
jamos con más frecuencia dejamos de conocer, que aunque entre ellos como
entre las demás naciones, hay hombres rudos y toscos, que también los hay
de juicios relevantes, de gran talento, ingen:o, habilidad, don de gobierno y
aplicación á los actos de virtud¡ siendo de considerar que . sucede en ellos lo
que se esperin,ienta en cualquiera caballero español, francés ó inglés, á quien
sus padres le dejaron criar sin doctrina y conocimiento de las letras y máximas
' políticas, y de estado, que fÚera este ·cr:ado en este modo inculto, tosco y
bestial con que asentiremos en lo que toca á los indfos, lo que ya otras veces
hemos propuesto, de que el no ser imás razonables, más cultos y tratables es
culpa de los que los tienen á cargo, y por donde creemos sería conveniente
que los españoles viviesen entre ellos¡ por que un solo ministro y un solo
corregidor no pueden atender á su educación y crianza en los estilos raciona·
les y urbanos, y con el trato general 'Y frecuente , fueran sin duda cortesanos
y ladinos, como los de Nicaragua, los mej icanos de San Salvador, los de Coma.
yagua, Quezaltenango, Huehuetenango, Chinautla, Petapa, Amatítlán, Santa
Ynés Petapa, Mixco, Almolonga , y los de los barrios de la Candelaria, Santia-
go, San Gerónimo, San Antón, Espíritu Santo y Santa Ynés del Monte Po-
liciano, que son bastantemente ladinos, comedidos, industriosos y aplicados
á las letras, música y otras habilidades.
Pero como se afirmase en los principios que no eran ·h ombres racio-
nales, y el Obispo de Santa Marta de la antigua del Darién dijese que eran
siervos á natura, teniéndolos en la Española por irracionales, cundió esta
opinión por todas las Yndias con mucha facilidad, viendo en los más de
aquesta estirpe unos naturales incultos é instruidos en unas costumbres im-
pías y estrañas, como nacidos en su infidelidad de la doctrina é inducción del
demonio, y por que los juzgaron muchos por incapaces de recibir la fe, y mira-
dos de muchos como brutos, estos m iserab!es recibieron muchas molestias ,
en que sin compasión los ejercitaron en los primeros descubrimientos de las
islas de Barlovento, ·e specialmente en la Española, donde siendo su trata-
miento rigoroso en las continuas fatigas de las sacas de oro y portages de
cargas inmoderadas, y escasos y ruines alimentos, llegaron en ella á estin-
guirse de calidad, que de los nuestros guanajos de este reino robaban, trans-
portándo~os á aquel trabajo en que morían con poco gasto de los días, no vién-
dose hoy en aquella alguna persona de esta estirpe, ni natural ni extrangera;
no consumiendo menos de los guanajos la isla de la Habana, para donde· con
dura y áspera consternación de aquellas islas de Ybob, Guanaxa y otras ad-
yacentes á este rei·no, los cazaba como fieras silvestres la gente de Pedrarias
Dávila para venderlos allá. P·ero informado el. Sumo Pontífice Paulo UI, de
la opinión en que los tenían de irrac:onales, ' sus trabajos y miserias, ry que
por tenerlos por incapaces de la fe, los despojaban de sus haberes y señoríos¡
fuese la relación é informe hecha por los religiosos Dominicos ó por otras
personas temerosas de Dios·, su Santidad espidió el Breve que empieza: Pau-
lus Papa fertízis, universis chrisfí fidelibus, presentes lifferas inspecfurfr, sa-
lufem e.f Apasfólicam Benedicfíonem. Y trasladamos al idioma castellano :
448
PAULO PAPA TERCIO
CAPITULO XI
De algunas reales cédulas libradas por el rey en aquellos primeros tiempos á favor
de los indios.
EL REY
proveer, para que esto mejor se guarde y ponga en efecto,. y entiéndese que
los que han de ir á la doctrina cada dia, son los indios y negros que fueren
en las casas ordinariamente, sin salir ql campo á trabajar, y los que andu-
vieren en el campo los Domingos y fiestas de guardar, y el tiempo que los han
de ocupar en esto ha de ser una hora,anles menos que más, la cual sea la que
menos impida al servicio de su amo,- y á los que os pareciere que tienen ya
aprendido lo necesario no les apremiareis más á la dicha doctrina, procurando
los Domingos y fiestas vengan los unos y los otros á oír Misa.-Fha. en Jtfa.
dríd á 9 de Enero de 1540 años.-Yo el R ey.-Por mandado de su Majestad,
Juan de Samano.
Parece haberse despachado otra real cédula antes de la espresada, SO•
bre la misma materia, que tiene la fha . de 28 de Dic. del año de 1539; 13381
pero b~en se conoce que la que queda trasuntada se dirigía al informe que
contra D . Pedro de Alvarado se hizo, en las cláusulas que dicen: y el descar-
go de las conciencias de las personas á quien sirven/ y en la que dice y man-
da adelante que para ello se señale !hora determinada ca4a día, y concluye
452
sí atendemos á la pronunciac1on de la lengua castellana en los indios (para
ellos y las demás naciones asperísima y difícil) se verá la imperfección y
disonancia grande con que 13: usan ; y si en los ya ejercitados en ella hay tanto
defecto, cuan difícil y trabajoso debe entenderse que fuera el hacerla pro-
nunciar á aquellos que ahora ciento y cuarenta y seis años estaban todos in-
cultos y estraño.s en ella; y dado que pronunciasen en nuestra española, y
supiesen en ella toda la doctrin a cristiana, de qué hubiera servido tanto tra-
bajo y gasto de tiempo, si ·ellos no entendían lo que pronunciaban, para creer-
lo y ejecutarlo. Y así Juera ·sin duda, convenientísimo la ejecución de la que
manda se les enseñe y obligue á hablar el idioma castellano, por todo lo que
dejamos escrito antes.
CAPITULO XII
453
ambos consortes los reyes católicos, y después con este título sus darísimos
y augustos sucesores, uniéndose por este casamiento la corona de Aragón á
la <ie Castilla. Y premiando Dios las heroka·s virtudes de estos católicos reyes,
en su tiempo, por el año de 1492 se descubrió y dió principio á la conquista
de este poderosísimo occidente y nuevo mundo, fomentando y alentando la
católica reina Doña Ysabel, á sus reales espensas, esta singular ry grande obra;
por cuyo motivo estas partes de las Yndias, se adjudicaron por donación del
Pontífice Alejandro VI, á la corona de Castilla, y no se permítió pasase·n á
ellas otros que no fuesen castellanos en muchos años.
Pero teniendo los reyes católicos durante el tiempo de su matrimonio,
hijo varón, que fué el príncipe Don Juan, que les ·s ucediese, y la reina Doña
Juana, que se unió en matrimonio con Felipe, Archiduque de Austria (á quien
llamaron el hermoso), hijo de Maximiliano Emperador de Alemania, y de la
Emperatriz Doña María, hija de ·Carlos, Duque áe Borgoña; estando el prín-
cipe Do·n Juan en España, murió de inmatura edad, siendo ya casado con la
princesa Margarita, hija del Emperador Maximiliano, y hermana del Archi-
duque Felipe el hermoso, quedando la reina Doña Juana única heredera de
los reyes católicos sus padres, por la temprana muerte del hermano, y estan-
do en compañía del Archiduque su esposo, visitando los Estados de Artois,
Borgoña y Holanda, · volviendo á reposar y residir en Gante, ciudad ilustre
de Flandes. No mucho después de estar en ·ella, la princesa se sintió agrava-
da de los dolores del parto, y con el favor y gracia del Sr. parió un hijo á 24
de Febrero, día de San Matías , del año de 1500, que se llamó Carlos, y fué
quinto Emperador de Alema·n ia, y primer rey que hubo en 'España de ese
nombre.
Pero criándose el príncipe Don Carlos en iEspaña, al cuidado y lado
de sus padres, en los estados de Flandes, siendo ya de edad de seis años, le
faltó el Archiduque Felipe el hermoso , que murió en Burgos el año de 1506, <33 u¡
y por esta causa el !Emperador Maximiliano, su abuelo , le acojió á sí. Parece
que por la muerte de la católica reina Doña Y-sabel, su abuel~, que de aquella
edad su Majestad y el ArchiCluque su padre , le habían ·c onferido para su edu-
cación maestros doctos y ayos políticos, y por que la Archiduquesa Doña
Juana, princesa de España, había pasado á Castilla, no b ien dispuesta ni muy
apropósito su salud, para el cuidado y educació·n del príncipe Don Carlos,
retirándose á Tordecillas con ·aquella destemplanza de humores que lastimó
la armonía de su entendimiento, y en tanto que el católico rey Don Fernando
vivía y gobernaba sus reinos de Castilla por la hija Doña Juana, viuda y ma-
dre de Don Carlos, y su r·eino de Aragón, diadema propia y señorío de patri-
monio suyo, del católko Don Femando, gustó ol Emperador Maxin-üliano tener
consigo al nieto. ~ •-
454
gó su testamento, e·n que dedara por sucesor en los reinos de Castilla y Ara-
gón á su nieto Don ·Carlos, hijo de la princesa Doña Juana, su hija, nombrando
por gobernador de los reinos al Cardenal D. Fr. Francisco Ximénez de Cisneros,
en quien residió la suma de los negocios, bien que con resentimiento y celos
declarados del infante Don Fernando, hermano me-nor de Carlos V, y á quien
el .rey Don Fernando había nombrado antes en el primer -testamento que
otorgó en Burgos, creciendo las desazones del infante; y rec~yendo en tur-
bación el Cardenal Arzobispo Cisneros, con los poderes que le despachó en
Flandes ·el nuevo rey al Cardenal Dean de L<>vaina, Adriano Florencio (que
después fué .Pontífice, Adriano Y.I), para que en su nombre tomase la pose-
sión del reino; <340 > que siendo entonces de edad de: diez y seis años, pasó de
Alemania á España, á tomar posesión del reino y gobernarle por la indisposi-
ción de la reina Da. Juana, su madre, y gobernar por sí solo el de Aragón co-
mo propia berencia que le dimanó de su abuelo el rey Don Ferna·n do el ca-
tólico, si bien parece, segán el sentir de algun<:>, se hallase en Flandes al
tiempo del fallecimiento del católico rey Don ·F ernando, su abuelo, con
que queda establecido y probado, que el Emp·erador Carlos V no n~cesitó de
tutor para el gobierno de Castilla y Aragón, p<>r haber recaído en su per.son~
pasados los años de me·nor edad; y habiendo muerto el Emperador Maximi-
liano, su abuelo, padr.e del Archiduque Felipe el hermoso, el año de 1519, mal
pudo gobernar por su nieto los reinos de Castilla y Aragón, por los años de
1545, 1549 y 1550; con que los que no tienen espacio para hacer computación
de los tiempos y careo de los ·sujetos, y les falta la ciencia de los sucesos,
quedarán ahora en conocimiento de que el Emperador Maximiliano no fué
gobernador de España.
Y para que en esto haya más claridad y se sepa quien fué Maximiliano
gobemador de España, por los años de 1545 á 1550 y en adelante, fué Maxi-
miliano, rey de Bohemia, hijo de Ferdinando, infante de Castilla; que fué
Emperador, .sucesor de Carlos V, que era entonces rey de Hungría y de
Bohemia y electo rey de Romanos, Vicario del Ymperio, viniendo este prínci-
pe á gobernar los !Estados de la corona de •Castilla, con ocasión de haber el
príncipe Don Felipe ejecutado su jornada y embarcación para el reino de
Y.nglaterra, á .efectuar su casamiento con María, reina de Ynglaterra é }iiber-
nia, por el año de 1544, y de estar este príncipe Maximíliano tratado de casar
con Doña María, infanta de ·Castilla, hija primera del Emperador ·Carlos V,
que se efectuó la dispensación del Pontífice, el año de 1548, ·siendo preciso
ocurrir á la Santa Sede, por ser e·ste príncipe sobrino del Eµiper¡t.dor Carlos
V¡ y prosiguiendo en el gobierno después por el motivo de la ausencia del
príncipe Don Felipe, ejecutando aquella admirable jornada, llena de majes-
tad y grandeza, con orden del Emperad<:>r su padre, que le envió desde Augusta
,\ !'.amar para que visitase los !Estados de Flandes, esperándole en aquella
parte el César para hacerle jurar y reconocer por S·eñor de la baja Alemania,
el año de 1556, en el treinta y seis de su imperio. Fué Maximiliano príncipe
famoso y notable de los de la casa de .Austria, y que ·sucedió en el Ymperio
y reino de Hungría al Emperador Fernando, su padre. <341 >
(340) Don Anti' de Solis, Conquista de Nueva España.-Libro 11'- Cap(lnlo 3.- fotio 18.
(341) Carrill. An. Cronolog,-folio 471.
455
CAiPITUíLO XIII
457
año de 1585, c343 > ocasionadas de la jornada que emprendió á hallarse en el
Concilio Mexicano, en cuya demora y residencia en aquella corte, en que fué
aplaudido y venerado por sus grandes letras, esclarecida virtud y el esplendor
de su sangre; mas .con todo eso suspiraba continuamente por su Yglesia y la
ausencia de sus ovejas·, que amaba y deseaba con verdadero amor y piedad
de padre, y muy en especial á los indios, considerando la miseria y caimiento
de su propio natural, y así continuamente le veían cercado y asistido de in-
dios, que á la igual correspondencia le amaban, y aunque volviendo de México
cerrado ya el Concilio, vivió doce años, fué con molestos y melancólicos días,
lleno de enfermedades y mucha carga de años.
Recaían estas dolencias y fatigas del venerable obispo Don Gómez
de Córdova, sobre la desazón y el sobrecejo que le hicieron algunos litigios
á que se introdujo el Cabildo y Justicia de la ciudad de Goathemala, con celo
del bien público, <344 > en la parte de beneméritos eclesiásticos, viendo que á
pedimento y solicitud, que dice el Cabildo ser con ansia, de los religiosos de
Santo Domingo, se deponían y quitaban los clérigos de los curatos·, y se con-
ferían á esta sagrada religión, en perjuicio de los clérigos hijos y descendien-
tes de descubridores, conquistadores y pobladores, y ser estos beneficios pa-
trimoniales por la -erección de la Yglesia, y esto propuesto por los Alcaldes or-
dinarios .Diego de Robledo y Pedro Girón, se acordó que el Procurador síndico,
Gregorio de Polanco, siguiese este derecho ante el Sr. Presidente, r.e al Au-
diencia y Sr. Obispo, y con el testimonio del acuerdo le dió principio á esta
causa el Síndico Procurador general al día siguiente del Congreso celebrado
en 4 de Julio de 1576 años, desazonando mucho esta materia al R. Obispo,
aficionado y devoto de aquella religión.
Pero aun no cesando el V. Prelado en ·semejantes proveimientos, -en que
su devoción y la solicitud de la misma religión le empeñaban. Si antes había
dado alguna tregua con los primeros pedimentos del Procurador ·síndico ge-
neral, Gregorio de Polanco, después por el año de 1577, quitando al cura doc-
trinero, clérigo que administraba en Guaymango, puso en la vicaría un regu-
lar, como en otra parte hemos apuntado; y por esta novedad el .Cabildo,
Justicia y r•e gimiento volvió á juntarse el día Mi ércoles 24 de Abril, por estraor.
1
dinario congreso, c345 > de orden de los Alcaldes ordinarios Don Diego de Guz-
mán y Juan Rodríguez Cabrillo de Medrano, con licencia del Presidente Dr.
Pedro de Villalobos, y fué el acuerdo de aquel ·Cabildo, que el Procurador
síndico general Diego Ramírez pidiese que el Sr. Obispo no proveyese en
Jos pueblos de dérigos, frailes como ·en Guaymango; volviéndosele á renovar
al R. Pre!ado disgustos de gran monta por esta caus<I:; y aunque se encubren
los autos de esta materia, el propio efecto ·nos asegura que el R. Obispo que-
dó vencido ·en este litigio; pues se restituyó el curato al clero que hoy le (}btie-
ne. Todos e~tos disgustos, continuación de jornadas y carga de mucha edad,
.condujeron al R. Obispo á estado de muc'ha enfermedad, que imposibilitán-
dole para el uso de Ja dignidad en las visitas y actos pontificales, aun para los
despachos con que. corría su 'P rovisor, sino le hubiera, no le quedaba aliento
458
ni fuerza á mantener la audiencia de sus estrados eclesiásticos, y por este
impedimento se vió obligado, dándole al rey cuenta ae la inutilidad á que le
habían reducido su edad y prolijas enfermedades, y que no cumplía por ellas
con las obligaciones de su oficio, y le pidió le diese Coadjutor que le ayudase
á cumplir con la obligación y partiese con él el peso y gravedad del oficio y
dignidad, proponiéndole para ello á Fr. Rafael de Luxan, religioso de la orden
sagrada de Santo Domingo ' 34 'll ¡ que aun siendo sujeto digno de la mitra ,
por lo ilustre y notorio de sus escelentes prendas, la gran prudencia y asenta-
do gobierno y máximas del rey Felipe 11, ni le admitió al Obispo el sujeto
ni vino en su ruego y pretensión por entonces, por la consecuencia del caso.
Era este el ejemplar de que otros •O·b ispos podrían valerse para trasladar las
mitras de sus cabezas á las de aquellos á quienes su voluntad los inclinase , y
que en esto el príncip·e y señor natural, se privaba de la elección y escojencia
de sujeto más digno; y aunque el propuesto por el Obispo Don Gómez lo era
mucho, dejando el rey pasar algún tiempo considerada la necesidad del Prela-
do y su Yglesia, nombró coadjutor del Obispado de Goathemala, en 3 de Agosto
del año de 1596, <347 J al Dr. Don Fernando Ortíz de Hinojosa, natural de la
tmperial ciudad de México, hijo de los conquistadores de aquel este·n didísimo
y grande reino, que no se consagró, pasando al cielo brevemente; y por su
fallecimiento nombró el rey al Mo . Fr. Antonio de Hinojosa, religioso Domi-
nico, pariente cercano del Dr. Don Fernando, y de este segundo no hay autor
que nos diga su paso á otra Yglesia, ·ni su fin y paradero, ni acá en archivo
ni instrumento se :i;ios da noticia de él, y solo sabemos que el R . D. Fr. Gómez
de Córdova, con todos sus impedimentos gobernó por sí y su provisor y vi- •
cario general su Obispado, en que sucedió por su muerte D. Fr. Juan Ra-
mírez, religioso Dominico.
CAPITULO XIV
Que continúa las noticias de los años de 1574, 75, 76 y 77 y 78, por sucesos particu-
lares á este reino de Goathemala y otros de España en particulares avisos y
noticias de autores.
459
cuidado de aquel analista, que escribiendo hasta el año de 1609, debió indagar
los •sucesos y accidentes ' de todos los años de día en día; trabajo y obligación
en que le ponía el e·scrfüir corno escribió por anales, y siendo el tiempo que
describe hasta el apuntado año de 1609. Visto es que había libros de Cabildo
de Jos años de 1574 :Pasta el de 1578, que omite, sie·ndo los más que por en-
tonces se trataron negocios públicos y de ruidosa calidad por la de ·su propia
naturaleza; pues el enviar á la corte del rey un Procurador general de un
reino no es materia poco importante ni de débil sustancia, <349 l ni que por
la gravedad del ·negocio y causas á que es enviado puede encubrirse, y que
precisamente se comunica á. las comunidades religiosas, por ·si tiene·n algún
'negocio que encargar de la importancia suya; y en esta ocasión, corno hemos
referido antes, fué procurador general Lope Rodríguez de las Varillas, y que
este ganó real cédula de su Majestad para que los beneficios se dén á hijos
legítimos de conquistadores, vecinos de esta ciudad, y que el Presidente de la
real Audiencia <3 r.o) haga la presentación en ellos, y es su fha. de 27 de Abril
de 1574, que ·sin duda el ·Cabildo hizo representación al ·Consejo del modo con
que en esto procedía el R. •Obispo .D. Fr. ·Gómez de Córdova, pidiendo á favor
de los clérigos patrimoniales. Ni fué menos ruidoso y de grave escándolo el
litigio de Antonio de Rosales, contador, acerca de una carta de informe que
p·e día al (Cabildo, á favor de Gaspar de Rosales, ·s u hijo, que teniendo princi-
1
460
de aquí principio las asistencias que dió á esta religión el Presidente García de
Val verde, y de donde le resultaron los capítulos que le puso el oidor Alvaro Gó-
mez de Abaunza, que condujeron á .este loable y virtuoso Preside·n te con bre-
vedad al sepulcro. Por que la severa é injusta emulación es tósigo disimulado
contra quien no aprovecha el antídoto de la paciencia, y por esta ocasión ha-
bía calmado la pública tranquilidad ron escesivas discordias. Pero dejamos
de referir otras reales cédulas despachadas el año de 1576, 1:m1 acerca de la
gratificación de los hijos de conquistadores y pobladores de este reino, con
otras de aquel año favorables á la religión franciscana, con quien el rey ejer-
citó larga piedad, que podrán verse .en el libro primero de Recopilación de
cédulas reales de la Secretaría de Cámara, que ahora omitimos por escusar
prolijidad.
Pero aunque gozaba el reíno de Goathemala de colmadísima tranquílí-
dad y de admirable sosiego dentro y fuera de su d-Ominio, calmada la tem-
pestad de los· disturbios que el mal temperamento de los 'humores y aspecto
severo de los astros, habían impresionado en el ánimo de los. vecinos de Goa-
themala, ya producidos de los desmanes del contador Antonio de Rosales, y el
litigio del Cabildo, Justicia y Regimiento <355 > con Juan de Rojas, que como ofi-
cial real pretendía ser recibido en el Cabildo con voz y voto, en virtud de un
simple decreto <!e la real Audiencia, para que Juan de Rojas entrase en <;:abil-
do como en México, escrito de la mano del oidor Lico. Cristóbal de Asqueta,
sin estar autorizado del Secretario de Cámara, siguiéndose después un auto
en que se manda lo mismo, y la ciudad lo resistió por no constarle que el rey
mandase que en la ciudad de Goathemala se siguiesen los ejemplares de la
de México, pareciéndole violencia este mandato, cuyos principios con Juan
de Rojas produjeron grande separación de voluntades en el ·Cabildo, en los
años que se siguieron: Pero serenadas aquellas desazones, tuvo placer y com-
placencia la ciudad, como muchos de los conquistadores que vivían, habiendo
arribado á los ·p uertos por el año de 1577 Don Fr. Antonio de Zayas, del orden
de San Francisco, con una misión de treinta y cuatro religiosos de su orden ' 356 >
para la administración de Nicaragua, de donde era Obispo, y se deseaba el
aumento y lustre de aquella República perteneciente á este reíno.
Aun sin embargo de ia turbación de voluntades y varías oposiciones
que habían corrido entre l~s propios vecinos y regidores, como dejamos apun-
tado, no fueron tan sensibles como el triste y funesto aviso de la muerte del
Smo. príncipe Don Fernando, que ya estaba jurado por heredero y sucesor
de los Estados de Castilla; <357 > más este sentimiento universal de los súbditos
de la corona. le moderaba la esperanza de que quedaban los infantes D. Die-
go y Don Felipe , que reinó c-0n título del tercero, y que nació a1 tiempo de la
muerte de Don Fernando; pero acabó de enjugar las lágrimas de Goathemala
la consideración de la cristiandad del rey Don !Felipe II, su padre, que avisa
por su real cédula de 23 de Setiembre de 1580, <35 s1 haber fallecido el prínci-
pe Don Fernando, de edad de 7 años, á 18 de Octubre del año de 1578, y man-
461
da en ella no se hagan lutos sino procesiones devotas y oraciones en haci-
miento de gracias, y esta acción tan católica y tan de la voluntad de Dios, en
ver conforme con ella la de aquel escelente y grande rey Felipe II, no era para
olvidarse y defraudar de ·ella á la noticia de la historia; pues otras menores
y de menores personas disfrutaron lo precioso del tiempo á algunos autores;
y que no pudo ignorarse como de la importa·nte pérdida común esta noticia,
ni menos para dar al olvido la dura consternación y continuado movimie·n to
en que tuvo Francisco Drake, corsario inglés, herege, todas las costas de Espa-
ña, y lo que continuó con admirable tesón en las de este reino y otros de las
Yndias, como dejamos apuntado. Ni fué menor la pérdida que tuvo España
el año de 1577, á 10 de Octubre, en la muerte del Smo. Don Jua·n de Austria,
en la edad floreciente de treinta y tres años. Fué este gran príncipe terror de
fa morisma, gloria de España, digno de la posteridad de la fama, igualando su
valor y su nombre á muchos admirables héroes, capitanes insignes, á quienes
inmortaliza la historia, no solo en los escritores naturales de España, sino
estimados y aplaudidos de los estranjeros.
Pero sobre todo cuanto pudieron ignorar los escritor.e s históricos ecle-
,,iásticos antiguos, en materia de noticias preciosas y admirables de los tiem-
pos que ahora ·escribimos, y no la hallo en alguno, sino es en el Abad de Monte
Aragón, Don Martín Carrillo, <35o1 siendo digno el olvido de los demás de
mucha admiración, habiendo ·s ido decreto pontificio para la Universal Yglesia
de Dios, y la causa ·de esta. mudanza, fuera del autor citado, la escriben el Dr.
Barcia e·n el cap. 65 Herera, lib . 13, cap . 1 .-Mariana, Salazar, lib. 4 cap. 4. S
5.---Luis Cabrera, lib. 13, cap. 9, con ~smero, estudio y ·curiosidad suma. Por-
que por el año de 1582, estando los solsticios y equinoxios fuera de los asien-
tos· y días á donde antiguamente estaban, se ordenó y dispuso por el Pontífice
Gregorio XHI, después de largo, atento y diligentísimo estudio, que la letra
Dominical G, ·se mudase en C el día 4 de Octubre. No porque aquel año fuese
bisiesto, que no lo fué, sino por la razón dicha, y andar no derta la cuenta de
las iEpactas, por aquellas seis 'horas no enteras, casi imposible de ajustar
la ·cuenta de los minutos de menos, que nos quedan al año, fuera de los 365
días que componen su cantidad anual, y son las seis horas sobradas de cada
año las que á cada cuatro nos dan el año bisiesto, dándole al mes de F.ebrero
29 días. Y juntos los minutos que habían cor·r ido, constituían el número de
diez días, que d ieron causa á que el equinoxio vernal mudase asiento, y fué
el intento del· Papa restituírle con la luna pascal á su propio y debido lugar,
mirando y atendiendo á las Kalendas de Abril, y as~ en la bula que empieza
Gr.e gorius E.pisco.pus, servus servorum Deí.-Ynfer gravísimas & Daf. An. Dni
1582 y se hallará en el calendario Gregoriano, ·o rdenó qu·e la letra Dominical
se mudase de G en C, el día de San Francisco quitándole diez días á aquel
mes, y que el día siguiente al de San Francisco no se contase día cinco, sino
que se dijese día quince de Octubre, para que con esta corrección corriese en
adelante la cuenta regular y los solsticios y equinoxios no se alterasen ni mu-
462
dasen de sus asientos¡ y para que el equinoxio vernal, ó del verano, quedase fi-
jo para siempre en los 21 días de Marzo , y no hubiese en ningún tiempo necesi-
dad de nueva reformación, mandó que en cada cuatro ciento s años, se dejasen
de interca'. ar tres bisiestos, y que esto ·se hiciese en los años centésimos, de
suerte que el mes de Febrero del año de 1700, que había de ser bisiesto, no
tenga más de 28 días , como en los años comunes, y que lo mismo se haga
en el año de 1800 y en el de 1900 ¡ pero que el año de 2000 sea bisiesto y tenga
en el mes de Febrero 20 días, y que en los años centésimos que se siguieren
al año de 2000, se guarde el mismo orden , dejando de intercalar tres días en
cada cuatroc:entos años , con cuya diligencia permanecerá el equinoxio del
vera:no en los 21 de Marzo, según estaba al tiempo del Concilio Niceno,
c·elebrado siendo Pontífice San Silvestre , primero de este nombre, y Empera-
dor Constantino Magno. Pero iya con el curso de los años, habiendo pasado
desde entonces á este en que escribimos, ciento y cuatro años, parece vamos
á recaer en el mismo caso , por defecto de la memoria de este decreto, y en
fin este final de siglo hallo por mis observaciones tiene el prop!o semblante
y áspero sobrecejo que el pasado en infortunios y sucesos improsperados,
con infestaciones de . piratas, pestes, terremotos, naufragios de navíos, defi-
ciencia de frutos, muertes de personas ·señaladas , tumultos populares, discor.
días especia'.es, prescripción de tesoros , eclipses de sol y luna, cometas es-
pantosos, como el muy señaiado de1 año ·de 1680, de portentosa cauda, apare-
cido ó advertido por el mes de N ov:embre en los primeros grados de Escor-
pión, habiéndole precedido la conjunció·n de Saturno y Marte en 19 grados
del signo de 1Cánc er; en cuyo signo en 19 grados y 21 minutos empezó á en-
0
463
dida con áspero quebranto de la monarquía española, la muerte de la grande,
incomparable, bendita, celosa y benignísima Sra. Doña Mariana de Austria,
reina de !España, y madre del rey nuestro Sr. Don 'Carlos 11, que nos gobernó
ocho años con tan esclarecidos aciertos.
CAPITULO XV
Cuando Don Pedro de Alvarado se aoercó con las dos compañías de in-
fantes, regidas por los Capitanes Luis Marín y Bernal Díaz del ·Castillo, de
vuelta de la provincia de Honduras, á los confines de Chaparrastique, que es
jurisdicción de San Miguel, y lo halló todo lleno de confusión y rumor militar,
y que los tránsitos de su marcha estaban impedidos con hoyos y canales disi-
mulados con vara y tierra, y con muchas trampas ocultas de maderos fuertes,
púas envenenadas, fortificaciones y reparos distribuídos á a:stancias de aquel
dificu'.toso tránsito, aun por su propia ·naturaleza, en lo más rigoroso del in-
vierno, con voraginosos cenagales, y ríos de profunda y caudalosa madre, como
s·e reconoce en el de Tolora y en el de Jiquilísco, al acercarse á San Miguel,
y á la salida en la punta que hacen con e1 de Lempa, y después el repasar el de
Jiboa y después el de Comaluapa, en cuyos esguaces se perdieron tres indios
nuestros y cinco caballos, saliéndoles en lo difícil de aquellos tránsitos las tro-
pas de aquellos pueblos, con saetas emponzoñadas, para que dá muchos ma-
teriales la tierra, abundantemente engendradora de culebras, escorpiones,
gusa·nos y yerbas venenosas; y que habían los rebeldes de quellos cantones
causado infinitos daños en las fronteras pacíficas de Cuscatlán, discurrió
ha.b erse puesto .aquella reducción de provincias en términos de imposible,· si
el valor y esfuerzo <le la española bizarría no se propusiera domar y r.e ndir la
obstinación de aquellos indios chaparrastiques, mas ensangrentada y colérica
que nunca; abriendo paso las armas españolas por entre sus macanas y fle-
chas indianas, dejando con la muerte de muchos rebeldes, sujetos y rendidos
algunos lugares del tránsito de la marcha, así al acercarse á Chaparrast:que,
como con el que fué gra·n pueblo de Apasapo y Lilio, hoy ruinas y bastiones
admirables, que ausiliados de 1a dudad de Siguatepeque, que siendo de la
provincia de Honduras estaba por conquistar y en gran potencia y numerosi-
dad, con' quienes mantuvieron batallas b :.en reñidas y durables, con muerte
d.e muchos indios de unos y otros, amigos nuestros· y contrarios; y al tomar
la marcha para fa corte de Goathemala con la nación de Tepezontles y las
de los Masahuas y Tapalhuac~s, que dieron bien que hacer á nuestras ar-
mas castellanas, para abrir paso por entre sus lanzas, sus flechas y sus ma-
canas.
Pero l!egado nuestro ·ejército por los ·p eligros y trabajos propuestos,
á los confines de Jalpatagua, por aquel tiempo de numerosos cantones, y
aliados nuevamente con sus más· convecinos auxiliares, Guazacapan , Gua·n a-
gazapa y otros de la nac:ón de los Pipiles, habían, á la noticia de su arribo,
empuñado con arnesto y ferocidad las armas. Pero no tanto pudo alterar el
ánimo de Don Pedro de Alvarado, el ver la resolución temeraria y sin razón
de aquellos indios, cuanto turbó su consta·ncia y grande <:orazón, la noticia
del levantamiento de los indios de Goathemala y de Utatlán, y la ocasión que
los condujo á tan soberbio movimiento y descarada determinac~ón, por que
mediando como causal la inmoderada ambición de Gonzalo de Alvarado, su
468
hermano, en que era participante su crédito por la naturaleza y su elecció·n,
habiéndole durante su ausencia dejado por su teniente general, de donde se
produjeron tan sensibles é infaustos movimientos, en que cuando otros sus
• ému~os y aun sus amigos no le culparan; él propio se hacía cargo de haberle
nombrado en ocasión tan p·eligrosa, solo al fin de graduarle en aquel cargo,
consideración que le traía profundamente melancólico y sin sazón, casi in-
mutado en aquel festiv.o y amigable proceder con que se dejaba familiarmen-
te tratar de sus súbditos y compañeros; no hará nov.e dad tan repentina mu-
tación, á quien supiere estimar el pundonor.
Sin duda hubiera apresurado el curso de su jomada Don Pedro de
Alvarado á seguidas y violentas marchas, si en la Sierra de e .a nales (como
d·e jamos apuntado en la primera parte) algunos Ahaus de Petapa, segregados
de la obediencia de su señor Cazhualán, y auxiliados de las armas de los de
Nextiquipaque y otros costeños, que de larga distancia se habían acercado á
aquellas llanuras de la Sierra, para impedirle el progreso de su jornada, con
varias batallas que le presentaron y mantuvieron por toda la distancia del
territorio, impedido el tránsito de su marcha con largas y profundas cortadu-
ras y canales, que abiertas á mano -se interponían al paso de la caballería é
' infantería, en que lograban sus lances. Mas sin embargo, vencidos aquellos
impedimentos, tuvo su arribo en Goathemala por el Agosto de aquel año de
1526, en que la frecuencia y molestia de las aguas y esguazo de los ríos bien pe-
li~rosos que dejamos apuntados, con el de Paza y ~os Esclavos, sin otro impe-
dimento y otros afanes, pudiera ser trabajo bien contado, que sirviera de mé-
rito y blazón, si se hubieran ejecutado allá en la Europa. Pero hallando man-
ten'das las dos campañas del valle de Panchoy y el de Alotenango, por los
capitanes Hernando de Chávez y Gonzalo de Ovalle, y que su hermano Gon-
zalo de Alvarado había partido á emplazar los movimientos de los indios de
Olintepeque, con sesenta infantes ·españoles, y cuatrocientos indios Tlascal-
tecos, á los 26 de Agosto de aquel año; <361 l nombrado por su teniente general
al Alcalde ordinario primer voto, Don Pedro Portocarrero; salió de Goathema-
la el Adelantado el siguiente día 27, sin querer ver al hermano Gonzalo de
Alvarado, al pasar no muy distante de su real, haciéndole este desdén , y dán-
dole el pesar de dejarle subordinado al Portocarrero. Yba Don ·Pedro de Al-
varado á México, para pasar de a 1lí á España, á donde le hacían ir sus decla-
rados y antiguos émulos, e1 contador Fra·ncisco de ·Castellanos, el veedor Gon-
zalo Ronquillo, Gonzalo de Ovalle y otros sus aliados que le calumniaban, y
procuraban amancillar su pundonor, con el pretesto ordinario de que los
bien quistos en estas partes tienen contra sí la presunción de que intentan
movimientos y usurpaciones indignas de su sangre. Error que vive impreso
en quie·nes buscan ocasiones lev.es para deslucir méritos de este nuevo orbe,
sin discurrir en que serán los que mejor conserven estos re'. nos, los hijos de
la lealtad y el celo que supo ganarlo y adquirirlo; que ocasión tan apretada
de tanto riesgo y cuidado en el movimiento de los indios, hubiera servido de
rémora á Don Pedro de Alvarado para detenerle á no llamarlo á la corte del
rey, ocasión y asistencia á que la honra le empeñaba.
469
Pero partido Don Pedro de Alvarado para España, y co·n ducido nuestro
ejército español del teniente general Don Pedro Portocarrero para los países
de Quezaltenango, estando la tierra toda infestada de rebeldes, que ocupaban
la vía que se endereza á sus países, con quienes así en el Tianguesillo como •
en las campañas de Tinamit, y quebradas del ejido de Semetabah y pasos
vo1adores de la vía de Paquixalá, se le ofrecieron duros y asperísimos ren-
cuentras, que con terrible consternación y lamentable desastre de los rebeldes,
abrieron paso las armas españolas á sus intentos. <362 > Pero no así pudo con-
tarse el triunfo y la victoria fácilmente, en la poderosa opos~ción del ejército
numerosos de Quicheles que se le opuso al paso, acabada de repechar la peli-
grosa y larga cuesta de Totonicapa, al dar vista á los planes de aquella cordi-
llera (son sin duda donde se ven los ranchos), cubiertos de poderosos escua-
drones regidos por un cacique Rubam Pocom, sÚ ge·n eral, que militaba á de-
voción de los principales rebeldes, y mediando el díá., resplandec:endo las ar-
mas españolas, servía su peso, con los ardores del sol y atolladeros de aquella
nivelada planicie, de hacer más intolerable el curso de su marcha, ·en que
afanando con •s udores adelantaban los pasos. Pero viéndose acometer D . .Pe-
dro Portocarrero, que regía por sí dos tropas de caballos, salió á encontrar la
furia del ·enémigo con ·s uma celeridad, sin dar lugar á que la infantería, que
había marchado despacio, llegase á unirse con sus tropas, queriendo en tanto
que arribaban los infantes, entretener á los rebeldes con ligeras escaramusas;
mas ellos que no trataban de otra cosa que de acabar con los castellanos y sa-
cudir el yugo de la obediencia, cerrando Rubam-Pocon <363 > con un tercio de
lanceros que regía (arma acomodada á su defensa y nuestro daño contra la ca-
ballería), le acometió al frente, y por el costado izquierdo Kos Vatit, capitán
de larga esperiencia militar, con otro de flecheros numeroso ; en cuya :¡.come-
tida de ambos ·tercios, fué valerosamente resistida de nuestra caballería, con
muerte y quebranto de algunos ind:os; mas estos casi de industria ó por ne-
cesidad, se fueron retrayendo hacia la parte occidental de aquel sitio, ·en que
teniendo á prevención un grande y prolongado palenque, á quien servía de
antemura'l ó fos·o una estendida ciénaga rebalsada de la llanura, y haciéndose
fuertes al segur::> de · su reparo, dispararon gran cantidad de flechas, vara y
piedra asestada de los honderos, con que ofendían en mucho modo á nuestra
caballería, á tiempo que siendo cortada á las .espaldas de otras menores tropas
de lanceros, que se avanzaron de los pinares y ce jas de aquel sitio, fué pre-
ciso, al verse en tal conflicto ·nuestros casteEanos, cerrar al choque del palen-
que; pero encontrados con. largo y voraginoso pantano, á que los caballos se
resistían, casi impaciente Don Pedro Portocarrero, se desmontó para marchar
más á salvo por el agua y cieno de aquella ciénaga, en que trabadas las espue-
las de unas raíces, le hicieron aquellos impedimentos ven:r al suelo , cayendo
de·ntro del agua, y este fracaso de que fué socorrido por Hernando de Chávez,
Juan Orosco de Ayala y Pedro de Olmos, provocó á los indios á hacer una sa-
Eda tlel seguro de su palenque á la campaña, pensando lograr la presa del
470
teniente Portocarrero, que sin _querer montar en el caballo, hizo aquel día con
una lanza en la mano, no solo maravillas y muertes de muchos indios¡ pero
midiendo .su lanza con la del capitán Kos Vatít, le atravesó por los pechos,
desordenando este suceso la tropa de rebeldes que regía •
.Pero á este Hempo el general de los indios Rubam Pocon, que había
acometido por un costado, y en el furor de la batalla había recibido tres li-
geras her:das en la cabeza, mostrando su sangre á sus soldados (costumbre
harto hoy usada entre esta gente), los incendió en mayor <:orage, haciéndolos
combatir con admirable valor, por que ya incorporada la infantería, que hacía
en ellos ·n o poco estrago, Juan de Torres, uno de los valerosos soldados de
aquel tiempo, adelantado en sus acometidas, se apartó tanto de los suyos,
que entrándose hasta el centro del escuadrón de Rubam-Pocón, c3 &11 asido de
una bandera de aquellas tropas, quedó cortado y asido de ocho indios¡ pero
uno de form~dable corpulencia era el que más lo oprimía¡ mas Juan de To-
rres, sin perderse de ánimo, forcejando con todos, suelto el brazo siniestro,
con presteza y puja·nza le entró los dedos por los ojos á aquel jayán, que
cayendo de ,e spaldas, trocándose la fortuna, iué .herido mortalmente de la
punta de la espada del Torres, que no había largado de la mano en el comba-
te, y volviendo sobre los otros, fué á tiempo que roto el escuadrón de Rubam-
Pocón, que procuraba poner en orden su batalla, á tiempo que Miguel Quin-
teros, ~ncarándole con el arcabuz ~alado se lo disparó en el pecho, cayendo
al golpe de la bala con gran violencia en tierra ; siendo esta tanta y tal la di-
formidad de su cuerpo, que al caer, topando una media luna de plata, en que
armaba el penacho en el rostro de Quinteros, le sacó un ojo con la punta¡
cayendo también el español como muerto junto á Rubam-Pocón, que perdió
con la vida la victoria, que se cantó por la constanda castellana, huyendo con
la muerte de aquef su general á las montañas y propugnáculos de los peñoles
toda la muchedumbre de aquellos indios, debiéndose la consecución de esta
victor.:a a•l valor y temeridad de Miguel Quinteros, que fué recogido y curado
con gran cuidado, y decía que aquel t;iunfo lo 'h abía comprado por un ojo.
Señaláronse mucho en la ocasión de esta batalla Luis Dubox, Juan Orosco
de Ayala, Hernando de Chávez, Fra·n cisco Castellón, Bartolomé Becerra, Gas-
par de Polanco, Miguel ·Quinteros, Sancho de Barona, Antonio de Salazar y
Andrés Lazo; por que éste habiendo caído del caballo, atropellado de los otros,
perdida la espada en la ocasión, hizo con un tronco ó bastón tal mortandad
é impedimento en los brazos de los flecheros, que sirvió de admiración y buen
suceso la desgracia de su caída, para ·renovarse de corage y para mejorarse de
arma más apropósito, trocada en la pérdida de su espada; y como Garci-Pérez
de Vargas, á este se pudo añaidir al de Lazo el apellido y renombre de Machu-
ca, que así abollaba cabez<¡Ls y desgober·n aba brazos de indios su cólera y
su furia, como si fueran de barro; siendo los que ahora referimos, no solo
dignos sucesos de la memoria de la posteridad ; pero los descendientes de al-
gunos que dejaron sucesión, merecedores de los laureles y premios de que
471
ahora se ven privados, entregados á la miseria y al olvido, y pue·de ser que al
desprecio de los que ahora se ven exaltados á los honores y conveniencias, y
más cuando en el todo se ha perdido la esp.eranza de volver á la memoria de la
justicia. <365 l
CAPITULO XVII
Que continúa los hechos de los españoles en la reducción de los indios rebeldes Uta-
tlecos y Goathemaltecos, y lo que padecieron nuestras armas hasta la reduc-
ción de aquellos reyes rebelados.
47l
para que tomando la vuelta á :los lugares de Momostenango y Pamequena, pro-
curase algún socorro para aliviar al ejército, con orden de que volviese á incor-
porar su tropa con el ejército á las campañas de Puxilá, por que pensaba lle-
var lenta y detenida su marcha, por la debilidad de muchos soldados.
Túvose por principio de alivio el ver partir á Eugenio de Moscoso á
procurar las vituallas, que en aquellos lugares le ministrase la providencia de
su buena suerte, y levantando el campo Do·n Pedro ·Portocarrero del sitio que
hoy ocupan los ranchos altos de Totonicapa, empezó á descender la cuesta
á cuya caída en estendida planicie, s.e vé plantada la dudad de Totonicapa,
de numerosa vecin.dad (hoy pueblo insigne de no moderado padrón) y aunque
con lenta y dete·nida marcha respecto á la flaqueza de los infantes y desalien-
to de los caballos, llegó á alojar, casi entrádose el sol, en la jurisdicción de
la·s sombras, á aquella estendida población, que también había padecido la
mol·e st:a de los robos y asa1tos con que el ejército de Tamoloham la había
ejercitado; mas aunque sus vecinos asistían con agrado y solicitud á cuanto
se les ordenaba, ministraron algún maíz y poca carne de venado, disculpán-
dose co·n lo que se veían oprimidos y robados del enemigo. Tres días reposó
nuestro ejército .en el recinto de Totonicapa, en tanto que corriendo aquellas
campañas los batidores, y se tomaba noticia del enemigo, se refrescaban y
rehacían los infantes y caballos, y al cuarto día tomó la marcha Don Pedro
Portocarrero para acercarse á los confines de Quetzaltenango, cuyas llanuras
por el mes de Setiembre, alagadas de continuas y procelosas lluvias, hicieron
muy detenido y trabajoso el tránsito, impedida en vía con frecuentes ciénagas
y atolladeros, y profundísimos y arreglados tuzales, ocasionados de los ani-
malejos que ·en España conocen con el nombre de topos.
De allí á tres días llegó á incorporarse Eugenio de Moscoso con el
ejército, al repasar el arroyo para s·ubir á las campiñas de Quezaltenango, en
donde ahora se recono.ce el s itio de Villagrán, que aunque con embarazo de
una tropa de cuatrocientos quicheles, que se le opuso al paso, desbaratándolos
con muerte de algunos de ellos, escapó el socorro de maíz, pavos, sal, y carne
de venado ·c on que se había conducido; que con algún corto socorro de Que-
zaltenango, cuyos vecinos casi desampararon su población, obligados y sobre-
cargados del ·e nemigo y de los reyes rebeldes, á quienes antes habían obedeci-
do, fué la restauración y aliento de nuestros españoles. Pero introducida la
marcha por tierra más doblada, formada de montes y pedregales, 1os batidores
que caminaban desprendidos, pudieron caer en una celada, si los indios em-
boscados .no avisaran del rl.esgo aceleradamente y con anticipada celeridad,
con voces desentonadas y piedras repetidas, bajaban y salían de los montes y
los barja'les diversas tropas de quicheles, á acometer por los costados; y aun-
que sus mangas no eran gruesas y combatían desunidas, les fué preciso á
nuestros españoles marchar con advertencia de desviarlas, romper algunas
emboscadas numerosas y disputar algunas estrechuras y pasos voladores.
Con este modo de hostilidad, marchó el ejército castellano, ·n o perdo-
nando las horas de la obscuridad de la noc'he, en que levantándose especísi-
mos nublados despidieron procelocísima l!uvia, hasta esclarecer el día, con
cuya claridad los batidores, reconocida la campaña, Ilegaron. con noticia de
que el enemigo se dejaba ver ocupando la campaña con diversas naciones que
473
se hacían distinguir en las divisas y en los colores; p~ro D. Pedro Portocarre-
ro mandó hacer alto por refrescar ·su gente y tomar algún reposo con buenas
centinelas. Cuando á este Hempo Tamoloham, que tuvo aviso de la cercanía
del ejér_cito español, congregados sus cabos y la nobleza de ·su ejército, les
dijo: Que bien sabían, como esperimentados en la guerra contra los españoles,
que la ventaja 1de los caballos no tenía resistencia suficiente, y que el tesón
perseverante de la española resolución, jamás dejaba de quedar victorioso;
que los tlascaltecos bien disciplinados en la gu.e rra y por su propia naturaleza·
valerosos, tenían esperimentado que habían sido· malos para enemigos de los
quícheZes y sotogiles; ,que no debiéndose seguir siempre por mejor lo más
honroso, si'no lo más seguro é importante tení<l por más conveniente, dominar
el pináculo de un monte, paso preciso de los español.es, en donde unidos se
depen•d iesen y ofendf.esen, sin proponerse á la obligación de dar batalla al
enemigo; pues levantados los bastimentas y taladas las sementeras del con-
torno, era preciso que levantasen su campo tomando la retirada, o morir al
desabrigo de aquel país tan destemplado y montuoso. No fue este parecer
de Tamo1oham de los más cabos y caballeros ·de su ejército bien recibido, com.
puesto lo más de bisoños y de destemplada juventud.
PerQ el campo de los españoles, <307 > asistido y confiado d~ sus · tlas-
caltecos, g~bernado de veteranos con mejores aciertos, recibió la orden de
D. Pedro Portocarerro para marchar á avistarse con el enem:go, enviando de.
lante una tropa de veinte infantes 'Y diez caballos, .á cargo del capitán Baltazar
de Mendoza, para que reconocí.e se los pasos y le fuese siguiendo el ejército;
mas apenas habría caminado una legua, cuan·do descubrió el campo de Ta-
moloham, que con silvos y voces se procuraban manifestar, provocando á la
batalla, para que no se mostraron perezosos los nuestros; pues avanzando al
ataque, se travó un dilatado combate, en que si hacían maravillas los castella-
nos, ·no escedían á los quicheles y sotojiles, que como Leras y no esperimen-
ta·dos 1os más en los lances de la guerra; se entraban por las lanzas y las es-
padas. Marchaba ·B altazar de Mendoza á caballo, y como se empeñó el pri-
mero con poca gente, y le rodease una gran tropa de quicheles , fué admirable
fortuna el no quedar muertos ó prisioneros, por que ellos procuraban coger:o
vivo; mas este capitán consideraba su perdición, poniendo piernas al caballo
y la la·nza en el ·ristre, acometió con ta1 pujanza que atro.p ellando é hiriendo á
muchos, se supo mantener, ·él y sus compañeros, de suerte que llevaron la re-
t:rada á aquella bárbara muchedumbre, y entre tanto, llegando el cuerpo del
ejército, pudieron quedar libres de aquella considerable tropa de quic'heles .
Había al mover su campo Tamoloham, ocupado con el tercio que regía
por su persona una lomilla, que se levantaba' poco de la campaña, circunva·
lando ~l sitio los demás escuadrones, de quienes colocado el general en el
filón de la lomilla, podía 1s er visto y obedecido, para ordenar la alternación
de unos escuadrones con otros, y rota así la batalla al son confuso de cajas,
pífanos, clarines, flautas y caracol.es, á poco tiempo de estrépito marcial, se
vieron cubiertas las yerbas de aquel campo de la sangre de los quicheles, ha-
ciendo en ellos aquel estrago las lanzas y .espadas de la caballería, que se ha-
llaba al frente de nuestro ejército, á cargo de Luos Dubox, con orlas dos tro·
474
pas á la retaguardia, regidas por los capitanes Antonio de Salazar y Hernan-
do de Chávez, y ambas subordinadas á las órdenes y movimientos del Chávez,
como cabo principal de cincuenta corazas; pero saliendo de socorro un es-
cuadrón que regía un indio joven de gallarda disposición, Ahitzic Quiché, hijo
del general Tamoloham, que esforzado por su propio natural, y á vista de su
padre, obraba con desesperación y bizarría, cosas que parecían estrañas en la
natura'.eza.
Juanes de VeFstegui, joven de edad y de espíritu belicoso, que mili-
taba en la caballería, encendido en cólera, viendo que aquel capitán era el
'I
es!uerzo de los quicheles, dando de espuelas al caballo, acometió para él con
tan violenta carrera, que e·ncontrado con la lanza por un brazo, le hizo venir
á tierra, y arrojando lejos de los contrarios la lanza, le asió por el penacho
(que siempre lo afianzan por lo pesado y lo crecido á 1as espaldas, con fuer-
tes ligaduras por debajo de los brazos), y tomando la vuelta con la misma
impetuosa carrera, arrastrándole por el suelo, <lió con él en la primera f:Ia
de nuestro ejército. Bajó desordenado de la lomil'la Tamoloham al socorro
del hijo Ahtzic-quiché, siguiéndo'.e todas sus tropas con vocería y confusión,
y trabados en fierisísimo combate, degos ó del espanto ó del corage, se en-
traban por las picas y las espadas; también para herir con sus lanzas índ:anas
y sus macanas á nuestros españoles y tlascaltecos amigos, s:endo ta:l el estre-
cho á que se proponía·n, hiriendo á algunos de los nuestros y matándonos al-
gunos indio.s tlascaltecos , que fué preciso jugar con r.epetición las bocas de
fuego, en cuya ocasión el artíllero ó condestable Diego de Uzagre, ó por acaso
ó muy de intento, asestó tan á punto la mira, que se llevó de encuentro con
una P~·eza disparada al general Tamoloham con otros muchos, que en guarda
de su persona se habían CO·n él adelantado á 1a recuperación del hijo Ahitz-
quiché, siguiéndose á la muerte de aquel esperimentado capitán, el desorden
y confusión de su gente,_qu.e huyendo al propugnáculo de sus reyes, encon-
traron en su fuga la muerte, seguidos de los nuestros mucho trecho. No hay
que admirar de estos sucesos mLagrosos, cuando era Dios quie~ peleaba por
su causa. Señaláronse en la Qcasión que referimos , con esfuerzo y bizarría,
Gonzalo de Alvarado, Baltazar d e Mendoza, Antonio de Salazar, Francisco de
Morales, Hernando de Chávez, Gaspar de Polanco, García de Sal'. nas, Pedro
de Paredes •y Diego García de Verlanga. Lo demás de la prisión de los reyes
Sinacam y Sequechul, queda ya referido en el libro Décimosesto, capítulo
sesto de la primera parte de esta historia, en donde podrá vo:verse á ver su
fin y paradero de esta guerra, y el de sus principales cabezas, Sinacam y Se-
quechul, reyes de Cachique y Utatlán , y por donde se entrará en el conoci-
miento de que los españoles no tiran'.zaron ni les movieron hostilidad, sino
fué dando los indios la causa para que fuese justa la guerra que se les hizo,
y más cuando habiendo dado la obediencia al rey de España, y estándolos
catequisando é instruyendo, fueron apóstatas á Dios y al rey, cuyo rebaño
era' preciso reducir al redil de sus dueños, fuera de la obligación á que los
compelía su propia defensa á aque11os pocos españoles.
475
CAPITULO XVIII
De lo que por aquellos tiempos acerca de la causa pública y conservación del reino,
solicitaba la ciudad de Santiago de Goathemala por sus procuradores en
España. Y para inteligencia de su celo y cuidado, se proponen tres instruc-
ciones que se les dieron sobre diversos puntos.
477
brando en su lugar á Pedro de Oviedo; < 3 i~> tiempo en que ya había ocho
afios que estaba fundada la real Audiencia, de donde había llegado Jesdl'
Gracias á Dios á la ciudad de Santiago, el Oidor Lico. Pedro Ramírez d·.:! ~ui
ñónez, y presentádose en Cabildo el día 18 de Febrero de aquel mismo año, (373 >
con entendida comisión, que aun hubiera desazonado más, á no haber re .
caído aquella delegación en el ánimo apacible y amigable, aunque de es-
píritus guerreros de aquel ministro.
Pero como lo que ·se conquistó por aquellos escelentes españoles, ins-
trumentos de Dios para obra tan admirable, solo sirvió para ellos· y los que
dellos procedieron, ~e continuada zozobra y de co·n ciliarse los ánimos para la
emulación y la envidia, tomando estas tanto cuerpo en daño suyo, para de-
jarlos no solo estropearlos los trabajos y heridas recibidas en la guera de tan
belicosas provincias, enfermos y sin dientes de comer maíz tostado, y mu-
chas veces crudo, como ahora es pasto de nuestras bestias,· entonces alimento
útil y grato para hombres de tanta monta, s:·no queriendo que quedasen sin
un ligero prem:o temporal, sus bien-- logradas fatigas y trabajos, proponién-
dose con lástima y do!or, y compelido de su propia obligación, el V. y R. Pas-
tor Q. Francisco Marroquín, para hacer jornada á España con los poderes de la
ciudad de Goathemala, y las demás ciudades del reino, para que estuvo pre-
venido y aviado, y se dejó su viage por otras cosas espirituales, á que 1e de.
tenía y llamaba la obligación de su cuidado temporal; <374 > y que en su lugar
se nombró á ' su hermano el re1idor Francisco del Valle Marroquín, que salió
á su embarco para el puerto de la -nueva Veracruz, miércoles 17 de Febrero
del año de 1563, <3 m habiéndose escusado á esta jornada Nicolás López de
Trarraza, Alguacil mayor de la real Audiencia, y Diego de Vivar, y en cuya
ocasión de esta jornada el procurador general Francisco del Valle Marro·
quín, <376 > consiguió cosas muy favorables á esta dudad, y el Obispado de N:i-
caragua para el Dr. Don Luís de Fuentes y Guzmán, Dean de la Sta. Yglesi:l
de Goathemala, como aparece de sus cartas originales escritas de la corte en
donde le halló la noticia de la muerte del R. Obispo su hermano.
A este (por que ciñamos á sumaria narraci.6n este discurso) le sucedie-
rnn en la procuración gen.eral para España otros dos sugetos de mucha cali-
dad y grandes ta:entos, si ya no es que en el libro que no hemos podido conse-
guir, se a·nticipase otro alguno á estos que vamos á referir, Lope Rodríguez
de las Varillas, que fué nombrado en 18 de Mayo de 1574, <377 > que ejecutó
su víage con éxito y vuelta prosperados, aunque como dijimos antes, por de
madura edad, no le faltaron contradictores, mas estos no se ofrecían como
mozos á los peligros á que el Varillas se proponía ya viejo. Fué nombrado
después de la vuelta de este, Gabriel de Arriaza, cabal'.ero de no menor em-
peño que el Varillas, en el congreso del día 19 de Marzo del año de 1585, <37 si
478
que ocurriendo no menos negocios ni de menos importancia, con las contro-
versias que tuvo el Licdo. Zarfate con el Cabildo de Goathemala, sobre querer
como juez de residencia que le !levasen á su casa los papeles del archivo secre-
to del Cabildo, en que insistió su tenacidad hasta ser necesario recusarle.
Y por que parece que hemos dilatado la pluma en proponer los sugetos
que celosos del bie·n común se propusieron dejar sus casas y pequeñas con-
veniencias, para pasar á España á tratar y solicitar las ut:lidades públicas,
pasamos á proponer de las tres instrucciones que prometimos, la que parece
por su escritura más recogida y suscinta por el tenor de sus cláusulas, y dice
en su original :
Lo que se ha de pedir y suplicar á su Majestad por nuestros Procura-
dores, es lo siguiente:
Primeramente: que nos envíe fra:Zes para la conversión é doctrina de
los indios.
Yfem que nos haga merced d.e los in.dios perpetuos, para h_ijos y suse-
sores, como se heredan los vasallos en Castilla, sin que los gobernadores les
puedan dar otra declaración ninguna, é se pida dec~aración de como han de
suceder, según se pidió con Francisco Hernándcz.
Yfem, qu·e no '5e' resuma :ningún repartimiento de los que vacaren en' e{
gobernador, ni en otras personas que tengan indios, ni se den á oficiales ni
mercaderes.
Yfem, que nos haga merced d.r1 oro y plata al diezmo ¡;ara siempre ja-
más, por los grandes gastos que para cogello hay, é dende no se lp otorgaren,
harán enmendar la provisión que vino errada en 1un año.
Ytem, que los indios de México y Tlasoola, que están poblados en este
valle, sirvan á ·esta ciudad, pues no tiene propios ni otra cosa para las obras
públicas.
Ylem, que su Majestad nos haga merced de darnos licencia para echar
sisa en los bastimenlos y o~ras cosas, para abrir el camino de aqui á Puerto
de Caballos, y ayudarnos con la míla<f, de la .c osta, de sus reales rentas, pues
es todo para su servicio.
Ylem, que hasta que tenga_mos abierto el camino, no se entienda la
merced del almojarifazgo, pues la contratación que agora hay es ninguna por
falta del camino.
Y.lem, que de labranza é estanc:a no paguen los vecinos almojarifazgo,
donde quiera que fueren.
Ytem, que la licencia que su Majestad dá á los vecinos que van al Perú
ó, á otras parles por un año, se •entienda por dos; por que un año es poco
término según la jornada larga.
Ylem, que todas las Justicias, Gobernadores y sus tenientes y alguaci-
les mayores é sus tenientes se presenten en Cabíldo.
479
Ytem, llevarán los pedimentos que el Sr. Obispo, Cabildo y oficiales
hicieron al Licdo. Maldonado cuando aqui vino, para que no conociese de plei-
tos de indios, por que era echar á perd,er la tierra, y ella está al presente bien
repartida y ·e n paz, lo que de otra manera no pudiera eslar ni conservarse. Y
así mismo lleve con esto la respuesta id el Lico. Maldonado, para que vista, su
Majestad lo apruebe.
Se mar . ............... doblo, en que firmaron las cartas.
Está señalada con una rúbrica. (Así el original).
CAPITULO XIX
CAPITULO XX
Continúa la propia materia de los dos· antecedentes, con la instrucción que se dió á
Gabriel de Cabrera, que fué el tercer Procurador general que se envió á
España sobre negocios de gran monta.
CAPITULO XXI
491
establecer que nada obraron, y que si hicieron algo fué todo desordenado y sin
concierto, .corno si aquellos venerables ·personages tuvieran la culpa de que
nuestra va·nid~d y negligencia lo haya dejado perder · todo. ·O España! y
cuanto mas quieren disminuir tus créditos tus propios naturales, que el 'odio
severo de los estrangeros; puesto que los ·estraños, aunque envidio$OS, confíe.
san la grandeza del valor de tus hijos, y estos mismos castellanos maliciosa-
mente, en odio de las ·conquistas deslustran tus victorias; que mucho, pu~s,
que las naciones á los españoles nos llamen bárbaros, si nuestro estudio ma-
yor es la propia ignorancia.
CAPITULO XXII
Garro volviendo á no'm brar por su propia autoridad y sin ia precisa elección
del Cabildo á los propios 1Gonzalo de Ovalle y Juan Pérez Dardón para el
año de 1530, cuyo desorden y casi despótica ejecución, sirvió de general rumor
y sentimiento á toda la estensión del reino. Por que la aspereza y la acrimo-
nia del espíritu son dos vicios que cuanto más se estreman en difundir terror
en los s·úbditos, tanto más se malquistan reconciliando aborrecimientos, que
son las basas ·s in ángulo en que peligra la obediencia, y más cuando vemos
que todas las desgracias admite s :n desesperación la tolerancia de los hombres ,
sino es adorar en el trnno á quien vieron en el desprecio ien la igualdad. Tor-
cedor es que no cabe en el espacio del más constante sufrimiento.
Cuando más encendido corría el odio contra el interino Francisco de
Orduña y ·él se cegaba con más protervidad en sus pasiones, corriendo por las
S·e ndas de fa ambición y la venganza, arribó Don Pedro de Alvarado á los
puertos del Norte con el Gobierno en propiedad, á mediados de Enero · de
aquel año de 1530, de donde dando ~viso de su arribo y sabedor de los desór-
denes que pasaban, apresurando su jornada Hegó á la posesión de su Go-
bierno á los 18 de Marzo de aquel año, y nombró por alcaldes ordinarios á
Baitazar de Mendoza y á Jorge de Bocanegra, que por aquietar los dos par-
Hdos, habiendo quedado estos dos caballeros, ·sino neutrales, entre los dos
estremos media·n eros, tuvo por máxima del acierto el elegirlos; como le salió
favorable y correspondiente á los dectos de la unión y de la paz y terminan-
do estos la cláusula de su cargo, recayeron el año siguiente de 1531, las varas
de Alcaldes, por elección del Regimiento, en Gabriel de Cabrera y Hernando
494
Ortiz. Sucediendo á estos en la opc1on electiva de aquel cargo para el año
siguiente de 1532, Pedro de CU'eto y Gómez de Ulloa, siendo este Ulloa uno de
los cabaUeros que pasaron con .Don Pedro de Alvarado al socorro de Pizarro
y Almagro en sus conquistas del Perú, y de los que se quedaron allá en ser-
vicio del rey, reduciendo aquellas tierras.
Así desde entonces parece que fueron corriendo más regulares en el
tiempo las elecciones de Alcaldes ordinarios de la ciudad de Goathemala, colo- ·
cándose siempre las varas en las personas más señaladas en sangre, autori-
dad y gobierno, haciéndose de ellas empeñadísima pretensión, sobre que
acerca de su est!mable aprecio no faltaron embarazos de gran monta y mu-
cho ruido, como espresaremos en la tercera parte. Pero pasados aquellos dís-
turbios y serenados los enconos que habían dejado establecidos las estrañezas
de Orduña, para dar satisfacción al agravio de Gaspar Arias , le volvieron á
nombrar por Alcalde del año de 1533, ·e n compañía de Juan de Leonos, como
en parte de premio de lo que sirvió y servía en las conquistas, reducciones y
fundaciones de villas, ciudades y poblaciones de ind'. os bárbaros; y así se re-
conoce en !os demás que les .siguieron en la ocupación de aquel puesto, por
que por el año siguiente de 1534, fueron electos para el ejercicio de él el Ca-
pitán Bartolomé Becerra, uno de los ascendientes del autor, y Juan Pérez
Dardón, que tanto como los demás y muy señaladamente habían servido y
servían aventajadamente en todo. Sucediendo á éstos el año de 1535, San-
cho de Barona y -Gómez de Ulloa.
Reconoceráse ahora el grave error que se comete en el reparo que se
hace en ser electo a'calde de primer voto o de segundo (como si en una sola
palabra' pudieran proferirse y nombrarse dos personas, sin espresar primero
la una y luego la otra); pues aquellos caballeros que ninguno se tendría en
menos que o.tras, y que estaban tan graduados por Ja continuación de la escala
mílitar y de los actos políticos, no reparaban en cosa tan sin fundamento y
razón; nombrándose para el año de 1536 á Diego de Mo·nroy y á -Gabriel de
Cabrera, que lo había este sido el año de 1531 de primer vo~o , y vuelto de Es-
paña con la graduación de Procurador general del reino, para serlo ahora de
segundo ·c on quien no lo había sido otra vez, y de esto en esta nomenclatura
de Alcaldes ordinarios hallará el curioso muchís'. mos ejemplos , sin que fuese
reparab:e, hasta que el demonio para imposibilitarnos las elecciones y sem-
brar zizaña, introdujo esta opinió·n tan sutil y tan descaminada.
Pero corriendo en esta forma y en esta igual conformidad, por no tener
una vara menos que otra, ni en el honor n i en la jurisdicción, el año siguiente
de 1537, eligió el Regimiento por Alca·l des ordinarios de la ciudad de Santiago
á Gonzalo de Ovalle y á Jua·n Pérez Dardón; que siempre iguales é insepara-
bles en la amistad, 'los hallaban también conformes los cargos y las diputacio-
nes en que sobre una propia regalía y jurisdicc'. ón se habían de ejercitar;
pasando después de haber ejercido .e ste á que los propuso la confianza de la
ciuda·d, por la esperiencia que de eUos tenía en los aciertos de su gobierno,
y habiendo cumplido . con el que les tocaba de aqu el año, en el siguiente de
1538, fueron electos A~onso de Reguera y Sancho de Barona, que lo habían
sido de primer voto el año de 1535, y que también lo admitió s:n el desdén y
sin el melindre de que era de segundo voto, por que discurrían que no . por
495
eso era menos la vara ni menor la jurisdicción; pues si .el alcalde de segundo
voto es persona, tanto ·será respetado y atendido como el de primero ; y fene-
cido su año se eligieron en su lugar para el año de 1539, á Juan Pérez Dardón
y á Francisco Calderón, claro indicio el desta repetición electiva en la persona
de Juan Pérez Dardón, de que .su gobierno era grato y conveniente á la pública
utilidad; pues no faltaban otros hombres en aqu·e l tiempo proporcionados por
sangre, autoridad y gobierno, que con iustre y buena cuenta ocupasen el lle-
no de aquel oficio, como en los que después se fueron eligiendo se reconoce.
Pues para el año de 1540 hicieron elección los regidores de las personas de
Hernán M ·é ndez de Sotomayor y de Ygnacio de Bobadilla, que no lo habían
sido hasta entonces; y en Hernando M 1éndez de Sotomayor se hallaba por la
esperiencia de muchos casos políticos y militares, ser á propósito para todos
los fucimientos y ocupaciones de honroso cargo á que nacieron destinados los
hombres de calidad; como también debe pensarse de Ygnacio de Bobadilla,
á quien con igual semblante hallaron siempre los lances más severos de la paz
y de la guerra.
CAPITULO XXIII
·CAPITULO XXIV
Que continúa la materia de los precedente5, cerca de los Alcaldes ordinarios que
han sido de la ciudad de Goathemala.
y de Juan de Cuéllar, que s:n accidente ninguno dió vuelta el círculo temporal
del término de su ·cauda á la cabeza y principio del año siguiente de 1584, que
empezó con la elección de los ~lcaldes ordinarios Diego Ramírez y Juan Ro-
dríguez Cabrillo de Medrano, en cuyos días melancólicos se vió la ciudad en
502
desconsuelo por los irregulares decretos del Presidente Licdo. García de Val-
verde, cuyos movim:entos nacían de la propia blandura de su natural ó de-
jamiento y debilidad en las ejecuciones del gobierno, dejándose todo al in-
flujo de la Audiencia, como ahora por la novedad, en perjuicio de la ciudad
acerca del corregimiento del valle que estaba y e~tá conferido á los Alcaldes
ordinarios, y para que nombró en su agravio á Francisco de Pereña, dando
ocas:ón á gran litigio y á otras inadvertidas decisiones de los Presidentes, que
duraron con ansia y apetencia de conferir por su propia regalía este corregi-
miento, hasta el tiempo del Lícdo. Don Juan Miguel de Agurto y Ala va; pero
también con alegría se vieron aquel ·año reedificados muchos templos en des-
quite de los pesares.
No ·cesando (como precisa) esta elección de magistrados, y siendo nom-
brados para el año de 1585, Lu:.S de Gamez y Diego de Paz Quiñónez, tampoco
pausaron los disgustos y sinsabores del Cabildo, emanados de las no preme-
ditadas acciones del Licdo. Diego de Zarfate, juez de residencia, á quien fué
necesario que recusase el Cabildo, que. para esta resolución, aunque al princi-
pio tuvo el ánimo de los capitulares suspenso largo tiempo, v:endo que mien-
tras procuraba contener por medios reverentes los desórdenes de aquel mi-
nistro, esperimentaba levantarse continuamente nuevas y no ·esperadas in-
quietudes'; pero con todo eso, á aquel inflexible tesón del ánimo, y ~l celo de
aquellos venerables regidores, les fué preciso e:l acercarse al último remedio,
usando de los recursos del derecho. Mas corrie·n do sus términos el litigio,
llegando el año de 1586, elegió el Cabildo por alcaldes ordinarios á Gregario
de Polanco y á Francisco de Santiago, que corrió la esfera de la composición
de s:us días sin otro movimiento que el de la litigiosa contienda con el oidor
Zarfate; y pasando las varas por la elección del año de 1587 á Don Juan Villa-
creces de la Cueva y á Don García de Castellanos, que á pocos meses de su
elección, habiendo con sere·nidad pasado los días que Jos componen, sobre-
viniendo las notocias que ya desde el año antecedente se habían principiado
de que el corsario inglés Francisco Drake, infestaba las costas del Sur, y en
especial de nuestro·s puertos amenazados, hacia con persistencia frecuentes
acometidas al de Acajutla; sobre que así acerca de fas capitanías nombradas
por el Pres:de·n te García de Valverde, se le ofreció al Cabi'. do largo litigio en
defensa de la nobleza; y después por muchos años el reclutar cincuenta cora-
zas continuadas en la playa y costa de Sonsonate, teniendo esta oposición
en continencia, y ·sobre aviso .para no saltar en tierra con su gente á aquel fa-
moso y constante capitán inglés Francisco Drake, hasta que arribando á puerto
más distante de la propia provincia, saltó en tierra no sin ardid y por inter-
presa, por que no habiendo parecido á barlovento en más de tres meses, des-
prevenidas las centine:as, logró el lance, entrando en la hacienda de una viuda
española. . . . . . . . . . con quien tuvo por h ijo á . .. . .. .. .. y nos con estas no-
ticias, gobernando esta provincia de los Yzalcos, v] la de Sonsonate y puerto
de Acajutla, por dar cumplida relación de estos sucesos de la antigualla, hi-
cimos parecer por conocerle é informarnos, al nieto inmediato de Francisco
Drake.
503
CAPITULO XXV
506
Y continuando adelante en las elecciones de Alcaldes ordinarios, el
R egimiento de Goathemala, para el año de 1596, nombró para el cargo y uso
de este oficio á D. Diego de H errera y Ju an de Cueto. Y cumplido el año re-
ferido y entrado ·el de 1597, para la sucesión de los propuestos, nombró la Sa-
la á Lope Rodríguez de las Barillas y á Don Carlos de Arellano. Mas por la
ausencia del uno y grave enfermedad del otro, la real Audiencia hizo que Her-
nando Delgadillo, escribano, pidiese cabildo, y junto este por los regidores,
asienta el escribano del consejo, Juan Nuño: 1:u;u¡
Este dia, el escribano Hernando Delgadillo, notificó un auto de la real
Audiencia, en que se manda que atento á la enfermedad de uno de los Alcal-
des, y ausencia del otro, se junten á Cabildo y nombren un Alcalde que admi-
nistre justicia y cumpla lo mandado por dha. real Audiencia sobre que se. le-
vante gente para Puerto d.e Caballos, y que la dha . junta y elección se haga
no embargante que no se halle presente justicia, y vistos los dichos autos,
se mandó poner un tanto de ellos en este libro, para qu e en virtud dellos se
cumplo lo que por la dicha real Audiencia se manda, los cuales son del tenor
siguiente. <390 >
Y parece del auto autorizado de Francisco de Escobar, escribano de Cá-
mara y gobierno, que por enfermedad de Don Carlos de Arellano, Alcalde
nombrado para levantar gente de socorro para los puertos del Norte, y Lope
Rodríguez de las Barillas, el otro alcalde, estar ausente, que para que lo man-
dado por la real Audiencia tuviese efecto, se juntase el Cabildo sin Alcaldes
á elejir alcalde que á ello le diese cump!imiento. Entendiendo tamb~én la plu-
ma en este caso por ser sin ejemplar, y por que este lo pueda hacer en ofre-
ciéndose, fuera de parecer irregular, puea está prevenido en tales casos que
la vara se deposite en el regidor decano; y me admira que no les ocurriese á
ministros tan doctos, como el Lic. Alvaro GóÍnez de Abaunza, Don Antonio
~e Rivera Maldonado y Don Alonso Coronado , Y por que c(}nste que habien-
do s:do e!ecto Alcalde ordinario para este efecto Don Rodrigo de Fuentes y
Guzmán, fué este vecino quien levantando aquella gente de socorro, fué quien
hizo este servicio al rey y á la patria.
Pero por que no es menos notable y part:cular la elección de Alcaldes
ordinarios del año de 1598, también habremos de dilatarnos algo con la no-
vedad de aquel día en que fueron. electos Don Alvaro Pérez de Lugo y Francis-
co de Godoy Guzmán, en que parece que por estar la Presidencia en vacante,
por la ausencia del Dr. Don Francisco de Sande con paso para otra Audiencia,
como se dirá en la tercera parte, y no haber llegado á la poses:ón el sucesor
Dr. Alo·nso Criado de Castilla, residiendo en la Audiencia el gobierno del
reino, como es de derecho y establec:do por real ordenanza, para este acto
celebrado en el día jueves l Q de Enero de aquel año, se halló en la sala capi-
tular á presidirle, la real Audiencia con todos aquellos ministros que la com-
ponían, Licos. Alvaro Gómez de Abaunza, Don Antonio de R :vera Maldonado,
y D. Alonso Coronado. No dudo la solemnidad, autoridad, respeto y gravedad
que este real senado añadiría co·n su majestuosa representación á acto tan
507
primario y de la espectación popular. Pero si es reparable que allá asistiese
todo el cuerpo de Audiencia por causa de que paraba en todo el tribunal el
gobierno; pues esta representación pudiera haberla prestado un )nd'.viduo
de él, con. ·especial comisión que se le diese, siendo como es estilo en las
Audiencias y enfermedades de los presidentes, que le dan comisión para este
acto al oidor más antiguo ó á otro de los ministros de Aud~encia. Pero suspen-
do mi juicio y satisfago á mí entendimiento, con la veneración de. las deter-
minaciones y resoluciones de tribunal tan venerable y respetuoso, y con re-
conocimiento de que los dictámenes de tan graves, doctos y celosos m'.nistros,
se afianzarían (aunque n? constan) en motivos y causas muy suficientes; ó
porque en la autoridad del mando no se admiten sin celos mayorías , ó lo más
cierto, porque el primer ministro (como se verá en la tercera parte), que no
había andado ni grato ni propicio para el Cabi.do, qu:siese con él congratu-
larse honrándole y favorec.éndole tanto.
Mas esta elección (como ·suele acontecer en otras) trajo algo de desa-
brimiento al Cabildo, acerca del Procurador síndico nombrado en ella, por
contradicción que le hizo el Alférez mayor Francisco de Meza, alegando de
nulidad, por causa no so"amente grave sino de maculoso delito, cuyo nombre
y causa entonces alegada omitimos crhora, para espresarlo todo en la tercera
parte hasta su final determinación por la rea'l Audiencia, que entonces, ade-
más de la contradicción de Francisco de Meza , el oidor presidente de sala, Al-
varo Gómez de Abaunza, hizo particular advertencia al Cabildo sobre el
punto, dilatándose el congreso aquel día á horas prolijas, por la dilatada con-
ferencia que ofreció materia tan grave y tan intempestiva para el Cabildo ,
siendo neces ario que acerca d_~ la decisión de si era ó no ób:°ce al ingreso del
sujeto para entrar al ejercicio de tan grave y honro.so puesto , que por los ca-
pitulares electores del consistorio, que fueron en la ocasión que referimos
catorce vocales, volviesen á votar acerca de ello. Pero sin embargo de que
e l mayor número votó que debía entrar al ejerci cio del cargo conferido, la real
Audiencia mandó, que corriendo Ja elección de los Alcaldes ordinar:os, y d e
los demás ministros de justicia, se suspendiese la posesión del Procurador
síndico, y que se llevasen los autos á la sala, con lo demás de su causa, para
determinar sobre ello; y que al Alférez mayor, Francisco de Meza, se le diese
el testim.o nio que pedía, en bastante forma. Y con la elección hecha el año
de 1599, en las personas de Don Diego · de Herrera y de Don Esteban de Al-
varado, suspenderemos la pluma para dar principio , con el favor de Dilos, á la
tercera parte de esta h istoria, alabando á su Majestad Santísima por habernos
concedido con su misericordia, el t'.empo para finalizar esta segunda parte .
Si quid dícfum contra Fídem, auf bonos mores, quasi non dicfum, efe .
O. S. e: S. M . E . C. R .
508
INDI C E
SEOUNDA PARTE. - (CONTI N U ACIO N)
Pátina
PROLOGO, por Sinforoso Aguilar . . . . . . . . . . . . . . . . ...• 3
LIBRO OCTAVO
CAPITULO 1.-Del pa:-tido y Corregimiento de Totonicapa y Huehuetenango y
las calidades y naturaleza de su temperamento . . . . . . . . . . . . . . . . 43
509
CAPITULO XII.-Que continúa y termina la descripción del Corregimiento de 1otoni· Página
!, capa en los partidos de Cuílco, Soloma y Jaca!tenango . . . . . . . . . . . . 80
CAPITULO XIII.-Que continúa la descr'.pción del p.artido de S. Pedro Soloma en
el Corregimiento de Totonicapa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
LIBRO NOVENO
CAPITULO 1.-De las órdenes generales que dió la Mage"tad del Rey po ~ estos
tiempos para el buen gobierno, quietud y conservación de las Indias. 147
CAPITULO 11.-De los accidentes políticos que pasaban en Goathemala al tiempo
de la llegada de D. Pedro de Alvar.a.do y la fuga del interino Francisco
de Orduña, y cómo y por qué causa quedaron sin remedio sus des-
órdenes .... .. .. . . . . . . . . 151
510
CAPITULO III.-Del partido de Quezaltenango ó Xelahuh, calidad de su tempera. Página
mento, jurisdicción de s u t erritorio, sus frutos y estensión de su pais. 154
CAPITULO XV.-De las cosas notable s que en lo natural y material hay en este
partido y corregimiento de Quezaltenango • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197
CAPITULO XVI.-De la injusta y sangrienta guerra que Jo.s Sres . del Quiché hicieron
á Lahuhquieh Sr. de los Mame s y la ocasión que para ella tuvieron . . 200
r CAPITULO XVIl.-Del estado d.e las cosas de GoathemaJa y sus provincias, que
die:on motivo con su asonada á grande y ejemplar resolución del Rey. 203
CAPITULO XVIII.-Donde continúa la materia y tiempo adverso que entonces corría. , 206
CAPITULO XXIII.-Que dec!a-a cerno á veces los religiosos que van á España sin
licencia de sus Prelados, van compelidos de la necesidad y la estorción
y por causas graves y muy justas 227
LIBRO DECIMO
CAPITULO I.-De ia muerte del V. Obispo Marroquín de clara memoria y accidentes
funestos que sobrevin!eron con la mudanza de gobierno en uno y otro
estado. Contiene este libro lo perteneciente al P'artido del Realejo . . 233
CAPITULO 111.-En que se continúa la mate'."ia del antecedente hasta que tuvo efecto
la erección de la Pontificia y Real Universidad de S. Carlos de Goa-
themala . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238
\
CAPITULO V.-Que continúa la noticia del tiempo del gobierno del R. Obispo D.
Bernardino de Villalpando y grandes disgustos y desazón de los r eli-
giosos de S. Francisco y Sto. Domingo con el dicho R. Obispo . . . . . . 248
CAPITULO VI.-Que p-osigue la materia precedente con otras graves operaciones
del R. Obispo D. Bernardino de Vil!alpando . . . , . . . . . . . . . . . . . . 251
512
CAPITULO XIV.-De la orden que se di6 por el r ey pa·a que á los religiosos que
administraban en los pueb los d e los indios, s e les pagasen las d octrinas rftina
y dificultades que ofreció esta m ateria . . . . . . . . . . . . . . . . 279
CAPITULO XVII.-De corno vino con la r esidencia d el Ldo. Ga·cia de Valverd e y or-
den para tornar en sí la P residente el Ldo. P edro M allén de R u eda y
turbaciones de su tiempo . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . 287
CAPITULO XVIIl.-Que c ontinúa la mat eria del precedente . . . . . . 289
CAPITULO II-Quz continúa la materia d e los proveim ientos del <;upr. G obienn. 3(H
CAPITULO IIl .- De lo que en estos p ~ov eimientos tiene de regalía v esti.l.J el P r~-
sidcn1c . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3:17
CAPITULO JV.-<;"iu c c ~ntinúa las dis t ribuciones y proveimientos del G.::bitTM 309
CAPITULO V.-Dc lo que distribuye y d ispon e como P residente de !J. Audienci.i
Real . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. .. .. .. .. .. . 312
CAPITULO VI.-De lo que toca hacer al Presid ente como Capitán General d el reyn;,. 314
CAPITULO VII.-De los jueces rep·artid orc s d el valle d e Goathemala y algo d e los
jueces d e milpas . . . . . . . . . . 316
CAPITULO IX.-De lo que pasa b a e n Goathemala acerca de los cura tos d e los in-
diJs cuando se establecieron estos repartimientos . . . . . . . . . . . . 320
CAPITULO VLII.-Del orden que se tiene en el ejercicio del Re.aJ Patronato 363
CAPITULO XI.II.-Del celo del Rey por la administración de justicia en este reyno. 376
L I BRO DECIMOTERCERO
CAPITULO 1.-Del orden de gobierno del Real Consejo de Indias 383
CAPITULO II.-De lo que debe hacerse con el Fiscal del Consejo y lo que le pe~-
tenece . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 385
CAPITULO HI.-De lo que provee el Real Consejo de las Indias . . . . . . . . . . . . . . 387
CAPITULO IV.-De los usos y trages de los indios de este reino, políticos y bárbaros. 390
CAPITULO V.-Del trage que usaban y usan los indios bárbaros de este reyno . . 393
CAPITULO VI.-De las costumbres de los indios de este reino de Goathemala,
en 'lo genera1, en su gentilidad . . . . . . 396
CAPITULO XIV.-De la opresión en que los indios se vieron y Real Cidula dada
en su favor . •. . ..•.. •• . . . . . . . . . 420
LIBRO DECIMOCUARTO
CAPITULO I.-De como se prohibió que Jos indios d e t ierra fría fuesen á tierra ca-
liente y viceversa y d e las razones que p ar a esto hubo . . • • . . . • • • • • 425
CAPITULO II.-De la variedad de temples que h~y en este reino y en todas las
India s •.•••..•.... . . • . • •• • • . . . . . 428
CAPITULO 111.-De la razón por qué á las Indias se les llamó N. Mundo. , • 431
CAPITULO IV.-Por qué los antiguos juzgaron inhabitables las tierras de los trópicos. 433
CAP.ITULO V.-De la media región d el air e y como es m ás fuerte en estos país es. 435
CAPITULO VI.-De que en las Indias duran m enos los crepúsculos matutino y
ve·s pertino . . 437
CAPITULO VII.-Por qué en las Indias tienen los árboles las raíces sobre la tierra. 438
CAPITULO VIII.-De ·algunas yerbas medicinales que hay en los P artidos que se
han descrito . • . . 440
CAPITULO IX.-De Jos privilegios concedidos por los Sumos P ontífices á las .Indias. 444
CAPITULO X.-De las opiniones que h a habido acerca d e los indios . . . . 447
CAPITULO XI.-De algunas Reales Cédulas libradas á favor d e los indios 450
CAPITULO XVI.-De lo que hizo Alvar a do y otros hasta su partida á España 468
CAPITULO XXII.-De los Alcaldes de Goathemala desde su fund a ción hasta 1599. 492
515
ILUSTRACIONES
HOMENAJE de la ciudad de Guatemala, tributado á la men,10r:a del Cronista,
Capitán Don Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, ccn motivo de la Jura de
Fernando ·vn; el 12· de díc:e·m bre de 1!lós: . Cra bada que €n ef Libro recordato:io
de aquel .a..c to, y que es copia del cuadro a:egóric;, col: cado en el templete eri-
gido y bellamente decorado por artista s guatemaltecos, en aquel año, en la Plaza P ágina
Real de Guaitemala de la Asunción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
ESCUDO dado por los españoles á los indios auxiliares suyos, en la c:inquista de
Goathemala. Dibujo de Fuentes y Guzmán . . . . . . 48
MAPA.-:-Dil;Jujp priginal cJel Cronista , guatem alte c ~ Don Francisco Antonio de Fuen-
tes y Guzmán, qu·e figura en su "Recordación Florida" . . . . . . . . . . . . . . . . 89
FORMA de la· defensa secunda~ia de los indio s del Reino d e G oathemala . . 108
PLAN regu'iar dei'gran Castillo que sirvió de defensa al pueblo de Uzpantlán, juris-
dicción de Totonicapa.-Dibujo de Fuentes y Guzmán ' .. . . . . .. .. .. .. .. 199
MAPA del descubrimiento del Estrecho d e Mag aJ!anes, que figu 7a en la "Recorda-
ción F .!orida" • • . • . . . . . . . . . . . . . . 371
TRAJE que vestían los indios políticos del reino de Goathemala . . 392
516
DO S CIENTOS TREINTA Y T RES AR OS PER MANECIO INEDITA ESTA OBRA.
D ISPUESTA SU IMPRESION EN 1932, F UE TERMINADA EN 1933, E N
LA TIPO GRA FIA NACIONAL; SIENDO DIRECTOR DEL ESTABLECI-
MIENTO NICOLAS REYES O -TOMARON PARTE EN SU EJECUCIO N,
LO S LINOTIPISTAS : MANUEL ROMERO C. Y GUJLLERMO
ESPINOSA C.; CORRECTORES: FRA NCISCO ROMAN GONZA·
LE¡Z, RICARDO BARRIOS G., BENJAMIN MAYORA, FRAN-
CISCO FIGUEROA C. Y MAN UEL A. CRISTALE S ;
C AJISTAS: J. EST E BAN Q UI R O A O .. ANGE L
A MENABAR M., A L B E RTO R AMIREZ C. Y
M ANUEL RAMIR E Z C.; PRE NSISTAS: GU I·
L LERMO GOM.E Z A ., W ENCESLA O
C HACON , ANTONIO L . MONTEN E·
O RO, CRISTINO R UIZ O. Y LUI S
O UERRA ; ENCUAD E RN A D O·
R ES : AR T URO JI ME N E Z,
E DUARDO CASTE LLANOS
M., GABR IEL S A L A·
Z AR, DAN IEL AMA·
YA M., J UA N
JOSE PAIZ Y
ALBERTO
P AEZ
c.
BIBLIO!fEéA "GOATHEMALA"
DE ,LA .S~~l~OAD DE GEOGRAflA E HISTORIA
Dirigi.da pi>( el Lic. J. ANTONIO VILLACORTA C .
EN PRENSA:
.....
Volumen IX.- Historia de la conquista de la Provincia del ltzá, reducción y progresos
de la de el Lacandón, etc., por Juan de Villagutiérre So tomayor,
Secretario del Consejr> de Indias.
EN PREPARACION: .
Volumen X-. libro Viejo de la fundación de Guatemila. - Colección de Documentos Antiguos
de su Ayuntamiento, y papeles relativos a O. Pedro de Alvarado.
Volu men X ! - Historia Natural de li\. Provincia de Chiapa y Guatemala. - ( I¡¡édita)
Las Historias del Origen de los indios de esta Provincia de Guatemala, trnducicta del
Quiché al Castellano, por Fray Francisco Ximenez, en el siglo XVII.
Volumen XII-Isagoge Histórico Apologético Gen eral de todas las Indias, y especial de la
Provincia de San Vicente ferrer de lhiapa y Goathemala, de la Orden de Predi-
cadores.-Autor anónimo. · ·
Volumen XIII-Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva Espaila, por Bernal Díaz
del Castillo, tomada del orig ina l q ue se encuentra en el archivo de la
Municipalidad de Guatemala.-Tomo L
Volu men XIV-Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. etc.-Tomo II.
Volumen X V-Crónica de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Guatemala, por
Fray Francisco \' ásquez, de la Orden Será fica .-Tomo l.
Volumen X VI- Crónica de la Provincia del Santisimo Nombre de Jesús, etc.-Tomo 11.
Volumen XVII-Crónica de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús,'etc.-Tomo III. .
Volumen XVIII-Historia Betlemitica, vida del P. Pedro de San José de Betancur, por t!
P. Fray José García de la Concepción. - Vida portentosa del americano sep.
tentrional el V. P. fray Antonio Margil de Jesús, por Hermenegildo Vilaplana.
Volumen XIX - Descripdones geográficas del antiguo reino de Guatemala
Volumen XX - Compendio de la Historia de la Ciuddd de Guatemala, por el Br.
Do mingo Juarros.